Alfonso Reyes - Apuntes Sobre Ortega y Gasset

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    APUNTES SOBRE JOSORTEGA Y GASSET

    CRIsIs PRIMERA: LA SALVACIN DEL HROE

    JosORTEGA Y GASSET se destacaentrela juventud espaolacon un ademn de paladn. Aplicando ala crtica literariael tono pattico de la historia, pudiramos decir que es elhroe.

    En l, como enmuchos, hayunabifurcacin interior, ms

    o menos inconfesa oreconocida, ycomparte su actividad en-tre dos vocaciones: la oficial yla personal, para decirlo dealgn rr~odo.La oficial? l es catedrtico de Filosofa enla Universidad Central, y dirige una seccin de investigacio-nes en el Centro de Estudios Histricos. La personal? Lapersonal esla literatura. Tengo queaadir que, sin preten-der restar nada asu palmaria capacidad defilsofo, estoy,contra la aficin oficial,por la personal? Os dir por qu:si como literato Ortega y Gasset ve las cosashumanas bajoespeciesclidas y concretas, y las expresa con un nimo debelleza, como filsofo quisiera ceirsu conductaintelectualdentro de una sola tendencia, coordinarla con su conductaprctica y construir, a travs de la palabra, algo como unnuevo ideal de Espaa, cuya ltima manfiestacin tendraqueser laobra dereformapoltica.

    As, en Vieja y nueva poltica (1914), convoca alos j-venes aensayarse paralos compromisos de la vida pblica,

    con intenciones de pureza espartana. Se funda la Liga deEducacin PolticaEspaola, yel entusiasmo cunde.Obraremos ala primeraoportunidadse dicen todos,Ala primeraocasin defineel hroenos echamos

    alacalle, aunque sea enmangas de camisa.Pero, en aquellosque meditanmucho la accin,el gusto

    platnico de meditar suele imponerse atodo. Las ocasionesdesfilaron, en larga teora, por la calle, y los jvenes (~por

    desgracia?, por fortuna?) siguieron estudiando con los li-bros abiertos.

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    Elmismo aode 1914, Ortegay Gasset publica sus Me-ditaciones del Quijote, dondese propone un fin esencialmen-te poltico:

    Habiendo negado una Espaa dice--, nos encontramos

    en elpaso honroso de hallar otra. Esta empresa de honor nonos deja vivir. Por eso, si se penetrarahasta las ms ntimasy personales meditaciones nuestras, se nos sorprendera ha-ciendo, con losms humildes rayicos de nuestra alma, experi-mentosde nueva Espaa.

    Sin embargo, este propsito parece como sobrepuesto allibro artificialmente, como adaptado desde afuera para or-

    ganizar una serie de ensayos sueltos, para convertir en tesis

    un montn de artculos varios. De donde resulta, por ejem-plo, que, a fin de aprovecharuna pgina sobre los concep-tos, elautor se ve obligado ajustificarse as:

    Conviene a todo el que ame honrada, profundamente lafutura Espaa, suma claridad en este asunto de la misin queatae al concepto. A primera vista confiesa, es cierto,parece tal cuestin demasiado acadmica para hacer de ellaun menester nacional.

    En 1915 sefunda una revista semanaria,Espaa, de que

    l aparece como director. A! pronto, dijrase queva a serelrgano de su actividad poltica. Es preciso reorganizarla esperanza .espaola, nos dice el artculo de salutacin.Pero, poco a poco, el director se va alejando de su revista;hasta que, sinromper con ella, ladejasola: la preocupacin

    literaria, el deseo de escribiren casa sobre los asuntos quele plazca, triunfan en l sobre la preocupacin poltica. Esun jefe de partido algoindiferente; es un excelente literato.

    La filosofa ayudadapor ciertapendiente deltemperamen-to lo lleva a las inquietudes de la poltica; la literatura,ms desinteresada si cabe, lo emancipa de todo lo que nosea Dios.

    Finalmente aparece El Espectador, donde la vocacinpersonal juegauna mala pasada a la poltica: revista espec-tacular, como lo indicasu nombre, de libres desahogosmen-tales, de ensayos sobre todas las cosas de este mundo y del

    otro, sinpropsitos prcticos artificiales, sin sistema polti-co alguno.

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    Desde cierto punto de vista, este libro parece vuelto de

    espaldas con relacin aciertos propsitos anteriores. Como

    eJ joven Descartes despusde sus viajes, Ortega y Gasset, alregreso de sus primeras excursiones por la vida pblica,

    vuelve asus afanes estudiosos y ala investigacinde smis-mo. El libro comienza justificandoesta necesidad de eman-ciparse de la poltica, de la supeditacin de lo terico a lotil. Ms an: con descubierta arrogancia, arroja el autorla primera piedra:

    Yo be buscado en torno escribe, conmirada suplican.te de nufrago, los hombres a quienes importase la verdad, laverdad pura, lo que las cosasson en s mismas, y apenas be

    hallado alguno. -.

    Y he hallado tan pocos, tan pocos, queme ahogo! ... No h hallado en derredor mo sino polticos,gentes a quienes no interesa ver el mundo comol es, dispues-tas slo a usar de las cosas como les conviene. Poltica sehace en las academias y en las escuelas, en el librode versosy en el libro de historia, en el gesto rgido del hombre mo-ral yen el gesto frvolo dellibertino, en el saln de las damasy en la celda del monje. Muyespecialmente se hace polticaen loslaboratorios: el qumico y elhistlogollevan asus experimentos un secreto inters electoral...

    Contradiccin? No tal, sino perfeccionamiento, eman-cipacin, salvacin, en suma. El hombre puro haba hechode la poltica un ideal puro, y, al palpar la imposibilidad dedignificarla, se aparta, momentneamente, del trfago pbli-co; vuelve asu encierro con las Musas, y sube otra vez, des-de el comercio con los hombres, al comercio con los libros:

    con lo mejor que hacen los hombres.Quin duda que, alo largo de la vida, Ortega y Gasset

    tendr que descender muchas otras veces a la poltica, antelas imperiosas solicitaciones del problema espaol? En todocaso, este momentneo despego nos hace comprender que noha roto la escala, que no ha olvidado el camino, que siempresabr apartarsea tiempodejarse, comodeca Gracin,que nunca perderde vistalascategoras de suconducta, queno se repetir en l la triste fbula espaola del pensadorparaquien los estmulos intelectuales no fueron sino un pri-

    mer impulso abstracto hacia otras contiendas de orden me-nos espiritual. Cuntos en Espaa oh Cnovas, oh Caste-

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    lar cambiaron la primaca intelectual por las confusionesde la furia poltica!

    1916.

    CRISIS SEGUNDA: NOSTALGIAS DE ULISES

    El segundo tomo deEl Espectadores otro altoeneste pro-

    ceso proceso pattico de una mente que se depura con suspropias virtudes. El viaje a Amrica determina, en Ortegay Gasset, una honda y fecundacrisis.

    Hasta aqu yo me figuraba pronosticando con la in-tencin queel combate entreelescritory el poltico haba

    de ocurrir segn la lnea de mayor felicidad, y ahora no

    puedo disimularme que va tomando por una senda un tantoespinosa. En su reaccincontra los maleso peligros ambien-tes, Ortega y Gasset se ha ido amargando, se ha ido des-

    pechando de Espaa. Si debo apreciar de algn modo lasprotestas con que, en voz baja, algunos reciben su nuevo li-bro, Ortega y Gassetha rebasado un tanto loslmites de lapiedad. Ignoro si tambin los de la justicia: yo apenas co-mienzo a conocer aEspaa; yo no puedo ser juez. Aparte

    de que, desde 1898, oigo a los nuevos escritores protestaicon ira contra los males de Espaa.

    Ello es que el viaje de Amrica ha dado rumbo nuevo

    a esta investigacinde smismo que embarga la atencin deOrtega. Porque este escritor se busca a s mismo,sin cesar,

    con una inquietud de adolescente. Hay en l un yo no squ de nio heroico, que pone una vida sin malicia al ser-vicio de una idea terrible.

    El viaje a Amrica no fue para l un viaje de recreo.Crey descubrir en aquellas sociedades, que comienzan, con

    efervescencia, una nueva historia, el antdoto contra las do-lencias de las sociedades caducas; crey descubrir nuevas

    alegras posibles, una existencia ms amplia y digna, unamejor acogida para la obra del pensador; una posible recti-

    ficacin total de las viejas equivocaciones; la probabilidadde recomenzar una vidamsconforme con nuestra idea. En

    suma: podemos decir, con una sonrisa, que Jos Ortega y

    Gasset descubri a Amrica. La descubri, en efecto, para

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    smismo. Amrica ha logrado asuna envidiable conquista,

    y ha sellado un pacto de alianza con una de las voluntadesms limpias y claras de que sehonra la Espaajoven. Agra-decemos esa frase de cordial humorismo con que acaba el

    prlog:En las pginas de El Espectador no se pone el sol.As sea: no se ponga el sol, ni veamos oscurecerse toda

    la alegra de tamaa inteligencia, a fuerza de protestar con-tra los males ambientes. Porque, cuanto es el deleite conque el escritor recuerda su viaje, tanta es la desesperacinsta es la palabra justa con que convierte los ojos a suvieja Espaa. A veces pierde la paciencia, y se dira que

    escribe con dolor. Y no era eso lo que queramos para lsus amigos. Que se salve en buena hora el poeta, pero nun-ca acosta de su paz interior.

    Es la vieja historia de Ulises: mal podemos ser dichososde vuelta a ttaca as nos espere la fiel Penlope de la pa-tria si hemos escuchado en otros mares el canto arrebata-

    dor de las sirenas. Y el smil tiene muy larga explicacin;porque yo me temoy no lo quisiera que las sirenas quehan seducido anuestro Ulises sean, por mucho, verdaderas

    sirenas y, por lo tanto, engaadoras. Es decir: yo temeraquesu entusiasmo por Amrica estuviese tambin llamado adesvanecerse, como se ha desvanecido aquel hermoso sueode reconstruccin de la patria, que inspiraba en otro tiempolas pginas de las Meditaciones.

    Desde luego, su viaje a Amrica se reduce, prcticamen-te, a la Argentina; y as, su visin de Amrica es ms bingozosa, pero es ms bien limitada. La Argentina es la mo-rada de las Gracias americanas. De las Gracias, como las

    definen los modernos mitlogos: el espritu de los deseosrealizados. La Argentinaes la tierra de la felicidad gratui-ta: unagracia son todas sus virtudes y sus riquezas, y all lafelicidad se reparte gratis. Todo viajero que desembarca enBuenos Aires se siente envuelto en un fueg de hospitalidad

    y agradecimiento. Lo primero que quisiera decir es: gra-cias, muchas gracias; o muchas Gracias, con mayscula,

    que aqu da lo mismo. Si aquel personaje de Heme canta-ha: Tiril-tiril, alor hablar de un Viaje a Italia, yo s de

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    muchos que, al hablar de un viaje a la Argentina, rompenagritar: ~gracias,gracias!

    Vosotros,mexicanos me deca Leopoldo Lugones, enPars, sois casi como los europeos: tenis tradiciones, te-

    nis cuentas histricas que liquidar; podis jouer ~ lautoch-

    tone con vuestros indios, y osretardis concertando vuestras

    diferencias de razas y de castas. Sois pueblos vueltos de es-palda. Nosotros estamos de cara al porvenir: los EstadosUnidos, Australia y la Argentina, los pueblos sin historia,somos los de maana.

    Ya sois los de hoy le respondo yo ahora. Vuestrainnegable fuerza espiritual, argentinos, slo es comparablecon vuestra prosperidad material. No en vano atrais los

    anhelos de todoslos hombres libres. Con todo, pensando enmi Mxicoturbulento, y sin duda alguna embarazado de por-venir, yo me deca, oyendo a Lugones, que tener historia estenermerecimientos... Pero cmo concertar la moral conel xito de las naciones, donde reinan a cuatro pataslos dioses brutales de la fuerza?

    Pues bien: si a nuestro escritor ha podido seducirle laAmrica que re y que juega, podra seducirle igualmente

    la Amricaque llora y combate? Ha admirado el msculoen reposo, la belleza estatuaria de la lnea que se recrea ensu quietud robusta. Admirara igualmente el msculo quese contrae bajo el agobio de un duelo nacional? Ay, elgrito de Eneas se trueca en mis labios: tambin en Amricahay lgrimas paralas desgracias! A medida quese sube ha-cia el Norte, la Amricanuestra va dejandover sus entraas.Hay la Amrica que disfruta, en pujante y gustoso regocijovital, los beneficios de su juventud y su riqueza. Y hay laque resiste el empuje de ambiciones y poderes oscuros, man.teniendo conestoicismo, y casi en completa soledad, la afir-macin de su derecho a la vida.

    Pero, por ahora, dejemos al filsofo entregado al hala-go de un espectculo risueo. No le pidamos que se entris-tezca ms. Porque, conscientemente o no, este segundo volu-men de ElEspectador est preado de amargura. Yescribira fuerza de dolor es el peor mtodo de arte. El Pelcano,

    de Musset, es una gran equivocacin simblica. Alla la

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    literatura espaola largamente, arrancndose ios escritores

    sus propias entraas...No importa: asistimos a una crisis necesaria y benfica.

    Mucho ms que el contenido espiritual tan abundante y

    jugoso de este libro, nos importa ahora la conducta delhroe, la tica de este escritor ejemplar. Ahora lo vemoscomo a Laocoonte, antes de desdoblar los brazos donde seenrosca, en dplice anillo, la serpiente. Pero crecer, por-quees espaol. Darde s, mso menos pronto,un estallidode alegra superior, como viento matinal que ahuyente losltimos fantasmas de la pesadilla largamente rumiada. Noimporta: hasta el Creador conoci el cansancio. Con agudosentimiento de las debilidades csmicas, el pueblo hebreo

    invent el smbolo del Sbado. Esperemos, esperemos an.No hay queexigirtantode los otros,ni de spropio. Un daperdonar y se perdonar, olvidar y se olvidar un poco.Y descubrir otra vez sus sonrisas, que estaban, todas, espe-rndolo, plegadas temerosamente las alas.

    1917.

    CRISIS TERCERA: MELANCOLAS DE FAUSTO

    Educado en ideales severos, el joven maestro empez lavida impidiendo que se le pegaran los dejos de la tertuliade redaccin, que en sus primeros aos de letras pudieronhaberlocontaminado.

    Mstarde, ala horaen que el hombre escoge las dos otres direcciones fundamentales de su conducta, la influenciade una ciudad alemana, la vida estudiosa, la disciplina filo-

    sfica de Cohen, fueron modelando su alma.Prendi en ella el ardor de renovar a Espaa, y vueltoa su patria, se hizo director de la juventud, seal reme-dios a la poltica y orientaciones al arte; inquiet las almasnuevas: fue el Inquietador, mucho ms que el Espectador,

    como l gusta de llamarse ahora.Un viaje a nuestra Amrica deslumbrante, en esa opor-

    tuna sazn en quecomienza a orse la voz del Demonio delMedioda, acab de ensanchar generosamente las fronteras

    de esta alma que, abandonando la adustez casi asctica de264

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    otra hora (lector: yo tambin fui un nio sin sonrisas, yte descubro, conprofundaemocin, esteproceso hacia la ale-gra), se abri a una comprensin ms vasta y plena de lavida, donde caben ya hastala frivolidad y los juegos.

    Y as, del camino recorrido por este viajero en tan po-cos aos resulta una gran leccin de vivir la vida oportu-na, dando a nuestros anhelos lo que por derecho vital les

    corresponde.Ortega y Gasset como un Fausto todava joven, pero

    ya con cierta trgica inquietud cierra un instante el libroy alarga las manos hacia la imagen ( ay, hacia la imagenvoluble!) de la vida. Una gran sed, una noble sed, atravie-sa su alma. La primavera y la flor, la mujer y la juventud,

    recobran su trono de honor en la conciencia; y aun la sen-sualidad de DonJuan resulta abolida y perdonada, porqueera sincera y valerosa: porque no-se daba por satisfecha conlas mezquinas aventuras de todos los das.

    Tal aquella naveque no se dejaba seducir por los puer-

    tos en que dorma las noches, por lo mismo que andaba enbusca de otro puerto definitivo: el que no se encuentra enlas costasde la tierra.

    1922.

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