Algunas Fuentes de Lo Real en La Obra de J

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   Algunas fuentes de lo real en la obra de J. Lacan  Por Guillermo Raíces 1.- Consideraciones previas El lugar que ocupa en las postrimerías de la obra de Jacques Lacan la noción de lo r eal resulta ser un dato ampliamente reconocido y altamente significativo. Esta certidumbre tan evidente para muchos de sus tenaces lectores no aparece tan claramente percibible al recorrerse los testimonios en torno a los comienzos de su enseñanza.  Afirmar que la noción “ya estaba allí”, por ejemplo en la magistral clase dedica da al “sueño de la inyecció n de Irma” en su Seminario 2, 1 es justificar, según me parece, un corte prematuro en la cristalización de un concepto aun en estado incipiente hacia 1954. Sin embargo no deja de constituir un punto seguro para ilustrar con el horror anonadante del soñante Freud la emergencia precisa de un pico de real en la experiencia clínica. En consecuencia, lo que “ya estaba allí” asoma al encuentro de Lacan de muy diversas maneras y en muy diferentes tiempos, pero siempre ceñido por su fi na y atenta lectura. No se lo ve a Lacan buscando intencional mente lo que implica en tanto goce ese “horror” de Freud, horror que también le ha salido al paso en su lectura del historial del “hombre de las ratas”, pongamos por caso. En este sentido, con sólo perseguirse al significante “horror” en la obra de Lacan p odría evidenciarse, en mi opinión, un arco cuyo recorrido desembocaría en la dimensión de lo real en el acto analítico mismo (por ende, algo muy posterior a estos comienzos). De todos modos lo rea l aparenta ser al principio una noción difícil de cernir y asimilar por Lacan al rango de la representación conceptual con referencia a la doctrina psicoanalítica. Sin embargo, la acoge prontamente dentro de la articulación de sus “tres registros elementales” diferentes a los de Freud, acompañándole esta estructura hasta su muerte (“Aquí está: mis tres no son los suyos.” Agosto de 1980). 2  Así expresado, lo anterior pretende denot ar un valor de ensayo útil para indagar por dó nde lo real hace irrupción tempranamente en el quehacer de J. Lacan, más allá de que se pu edan efectuar las pertinentes verificaciones en sus propios textos. Desde ese punto de vista resulta interesante empezar a estudiar con cierto espíritu crítico cómo se ocuparon del tema aquellos que se vieron incitados (u obligados, por qué no) a discurrir acerca del mismo de manera directa, precisa y particular, no incidental en orden a razones de enseñanza, a la disquisición de un asunto teórico o en la práctica de la discusión clínica. Un recorrido acorde con la línea enunciada es, según creo, referirme al lugar otorgado a lo real en los diccionarios de psicoanálisis en relación con el tópico de los orígenes de la noción en Lacan. El trato dado ahí a lo real en sí y a los inicios de esta acepción en la obra de Lacan es llamativamente ilustrativo (por comisión o por omisión, como se verá). Así en el cél ebre Diccionario de Psicoanálisis 3 de Laplanche y Pontalis (publicado a fines de 1960) se notará la ausencia de la entrada correspondiente a “real”, o “lo real” como componente del mentado (por ellos) trío que forma junto a lo simbólico y a lo imaginario (a los cuales sí le dedican varias páginas). Es factible que numerosos estudiantes e investigadores hayan recurrido en estos cuarenta últimos años a buscar en este libro algunas precisiones acerca de lo real , sin encontrarlas tampoco en sus reediciones. Si el citado caso muestra una obra donde está omitido el tratamiento de lo real cuando, por lo contrario, la peculiaridad de este tipo de texto es su “abarcabilidad del saber”, su no dejar nada afuera, la fun ción de todo-en-él que se le supondría al conocimiento enciclopédico, entonces ¿qué hay de las obras que sí han incorporado a lo real en su nomenclatura? He consultado, hasta el momento, los diccionarios de Elisabeth Roudinesco, 4 Roland Chemama, 5 Dylan Evans, 6 Pierre Kaufmann 7 y el local y menos difundido de Américo Vallejo. 8 Ellos hacen un lugar a lo r eal con un tratamiento particularizado donde predo mina, claro está, la tendencia de cada uno a puntualizar un recorrido con signo propio por la obra de Lacan. Más allá de felices o equívocas interpretaciones al respecto, es de destacar el valor didáctico de sus apreciaciones y algunas coincidencias en cuanto a los orígenes de lo real en Lacan, así como interesantes indicaciones bibliográficas. 2.- Lo real en estado incipiente a) Una observación de principio : Es notable como los tratadistas citados se ocupan de lo real en una vertiente que se inclina hacia la sustantivización, en algunos, o la adjetivación, en otros. Destacan su sustantividad Roudinesco, Evans, Kaufmann y Vallejo. Por el contrario, Chemama de entrada lo ubica en calidad de adjetivo, haciendo la salvedad de que a veces se usa como sustantivo masculino. Es curioso, por ot ra parte, que en las cuatro

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   Algunas fuentes de lo real en la obra de J. Lacan 

Por Guillermo Raíces

1.- Consideraciones previas El lugar que ocupa en las postrimerías de la obra de Jacques Lacan la noción de lo real resulta ser un dato

ampliamente reconocido y altamente significativo. Esta certidumbre tan evidente para muchos de sustenaces lectores no aparece tan claramente percibible al recorrerse los testimonios en torno a los comienzosde su enseñanza. Afirmar que la noción “ya estaba allí”, por ejemplo en la magistral clase dedicada al “sueño de la inyecciónde Irma” en su Seminario 2,1 es justificar, según me parece, un corte prematuro en la cristalización de unconcepto aun en estado incipiente hacia 1954. Sin embargo no deja de constituir un punto seguro parailustrar con el horror anonadante del soñante Freud la emergencia precisa de un pico de real en laexperiencia clínica. En consecuencia, lo que “ya estaba allí” asoma al encuentro de Lacan de muy diversasmaneras y en muy diferentes tiempos, pero siempre ceñido por su fina y atenta lectura. No se lo ve a Lacanbuscando intencionalmente lo que implica en tanto goce ese “horror” de Freud, horror que también le hasalido al paso en su lectura del historial del “hombre de las ratas”, pongamos por caso. En este sentido, consólo perseguirse al significante “horror” en la obra de Lacan podría evidenciarse, en mi opinión, un arco cuyorecorrido desembocaría en la dimensión de lo real en el acto analítico mismo (por ende, algo muy posterior aestos comienzos).

De todos modos lo rea l aparenta ser al principio una noción difícil de cernir y asimilar por Lacan al rango dela representación conceptual con referencia a la doctrina psicoanalítica. Sin embargo, la acoge prontamentedentro de la articulación de sus “tres registros elementales” diferentes a los de Freud, acompañándole estaestructura hasta su muerte (“Aquí está: mis tres no son los suyos.” Agosto de 1980).2

 Así expresado, lo anterior pretende denotar un valor de ensayo útil para indagar por dónde lo real haceirrupción tempranamente en el quehacer de J. Lacan, más allá de que se puedan efectuar las pertinentesverificaciones en sus propios textos. Desde ese punto de vista resulta interesante empezar a estudiar concierto espíritu crítico cómo se ocuparon del tema aquellos que se vieron incitados (u obligados, por qué no) adiscurrir acerca del mismo de manera directa, precisa y particular, no incidental en orden a razones deenseñanza, a la disquisición de un asunto teórico o en la práctica de la discusión clínica.

Un recorrido acorde con la línea enunciada es, según creo, referirme al lugar otorgado a lo real en losdiccionarios de psicoanálisis en relación con el tópico de los orígenes de la noción en Lacan. El trato dado ahí 

a lo real en sí y a los inicios de esta acepción en la obra de Lacan es llamativamente ilustrativo (por comisióno por omisión, como se verá). Así en el célebre Diccionario de Psicoanálisis 3 de Laplanche y Pontalis(publicado a fines de 1960) se notará la ausencia de la entrada correspondiente a “real”, o “lo real” comocomponente del mentado (por ellos) trío que forma junto a lo simbólico y a lo imaginario (a los cuales sí lededican varias páginas). Es factible que numerosos estudiantes e investigadores hayan recurrido en estoscuarenta últimos años a buscar en este libro algunas precisiones acerca de lo real, sin encontrarlas tampocoen sus reediciones.Si el citado caso muestra una obra donde está omitido el tratamiento de lo real cuando, por lo contrario, lapeculiaridad de este tipo de texto es su “abarcabilidad del saber”, su no dejar nada afuera, la función detodo-en-él que se le supondría al conocimiento enciclopédico, entonces ¿qué hay de las obras que sí hanincorporado a lo real en su nomenclatura?He consultado, hasta el momento, los diccionarios de Elisabeth Roudinesco,4 Roland Chemama,5 DylanEvans,6 Pierre Kaufmann7 y el local y menos difundido de Américo Vallejo.8 Ellos hacen un lugar a lo real conun tratamiento particularizado donde predomina, claro está, la tendencia de cada uno a puntualizar un

recorrido con signo propio por la obra de Lacan. Más allá de felices o equívocas interpretaciones al respecto,es de destacar el valor didáctico de sus apreciaciones y algunas coincidencias en cuanto a los orígenes de loreal en Lacan, así como interesantes indicaciones bibliográficas.

2.- Lo real en estado incipientea) Una observación de principio :Es notable como los tratadistas citados se ocupan de lo real en una vertiente que se inclina hacia lasustantivización, en algunos, o la adjetivación, en otros. Destacan su sustantividad Roudinesco, Evans,Kaufmann y Vallejo. Por el contrario, Chemama de entrada lo ubica en calidad de adjetivo, haciendo lasalvedad de que a veces se usa como sustantivo masculino. Es curioso, por otra parte, que en las cuatro

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páginas que dedica al término lo utiliza preferentemente como sustantivo. A todas luces me parece que la concepción de Lacan pierde eficacia discursiva en tanto adjetivo a favor deltérmino que le toque modificar (por ejemplo en “padre real”). Sin embargo, no pierde legitimidad ese empleofrecuentado por Lacan mismo, empleo que conserva la rigurosidad lógica de la clasificación ni, me parece, lovulnera su uso de manera redundante en expresiones como “goce real” al tratar de enfatizar un beneficio designificación para el término principal.

b) Las señales de un encuentro: Se nota como Lacan modula a través de su enseñanza precisiones y transformaciones de la noción,acercamientos, a su vez, no exentos de momentos donde la misma parece disolverse, desaparecer de formallamativamente abrupta hasta culminar en un decidido encuentro. Así puede llegar a decirse que en losprimeros tiempos Lacan no hace distinción alguna entre realidad y lo real 9 y que recién a la altura de suseminario sobre la ética de 1964 comienza a despuntar su emergencia conceptual más estricta.

 Abonando lo anterior, la lectura de un texto poco frecuentado como es el discurso inaugural de la Societé Française de Psychanalyse , titulado Le Symbolique , l‟Imaginaire et le Réel 10 y fechado en julio de 1953, haríapresumir un cierto “establecimiento fundacional” tanto de la estructura del triple registro como así tambiénde las propiedades que particularizarían a cada una de sus categorías. Por tanto, de arranque, un lugarprivilegiado que haría presumir un decir inexcusable acerca de lo real en tanto tal. Pese a ello, se descubre alavanzar en la lectura que Lacan parece renuente a ocuparse por el momento del tema en cuestión. Aún así persiste en destacar la existencia de “una cosa que es evidentemente sorprendente y que no debería

escapársenos, o sea, que hay en el análisis toda una parte de real en nuestros sujetos que precisamente senos escapa; que sin embargo no escapaba a Freud al ocuparse él de cada uno de sus pacientes.” Esllamativa esa “cosa-parte de real-que precisamente se nos escapa”, a la que otorga la propiedad de loinaprensible y de la que presume (más allá de todo devaneo psicológico con alguna teoría de lapersonalidad) que se trata de “algo bastante inefable al cual hemos de atenernos en el registro de lomórbido [...]” Recalca, más adelante, que de ello debe prestarse especial atención en el “registro de laexperiencia analítica” con los sujetos que caen por fuera del “registro de lo mórbido” y se encuentranincursos en un análisis didáctico a los efectos de un fin de análisis. No es poca cosa, como se ve, esteplanteo inicial de Lacan que deja indicios elocuentes para futuras afirmaciones (algunas de las cuales seharían públicas prontamente en el llamado “Discurso de Roma” o “Función y campo de la palabra y dellenguaje en psicoanálisis”). De todos modos, convengamos con Evans que Lacan en este antecedente “elevalo real al estatuto de categoría fundamental de la teoría” como uno de los tres órdenes intrínsecamentecoimplicados.

Podemos ahora estimar a este antecedente también como un hito relevante en su extenso y variableencuentro con lo real en su práctica teórica y en su cotidiana práctica del psicoanálisis. Entonces, esimpensable dejar pasar esa fecha de 1953 en tanto y en cuanto el “Discurso de Roma” se erige como unverdadero manifiesto de aquellas ideas críticas que demostrarían su fecundidad al pasar por el cernidorsemanal de su enseñanza.Como dato curioso vale destacar la transformación que sufre la notación literal de los tres registros(transformación que no supongo ingenua ni falta de intención) en una ordenación que se inscribe, ya alprincipio, como “S.I.R.” en la “comunicación científica” de 1953 anteriormente aludida, hasta llegar alconocido seminario R.S.I. de 1974-75.

Otro dato para tomar en cuenta es el insinuante comienzo de un pensar sobre lo real en 1936, plasmado en “Más allá del „principio de realidad‟”, al cual Lacan ubica bajo la denominación “de nuestros antecedentes” enla recopilación de sus escritos. Curiosamente ese atisbo prometedor desaparece abruptamente hasta 1953,donde reaparece con la “comunicación científica” que bien podemos denominar ahora “S.I.R.” En ese lapso

histórico los acontecimientos europeos mostrarían, según me parece, a lo real en acto (Guerra CivilEspañola, Shoah, Segunda Guerra Mundial, postguerra) y en el punto mismo donde Lacan pudo leerlo enFreud a través de la pulsión de muerte y en el más allá del principio del placer.Indagar el inicio de un pensar lo real por Lacan no deja, por otra parte, de verlo insistir en un temadoctrinario que continúa una y la misma insistencia reconocible en el pensar de Freud: el psicoanálisis y suestatuto científico, arco que se tensa en el “campo freudiano” hasta postular una ciencia de lo real.11

Desde aquí y con la intencionada prevención de economizar las referencias a la obra de Freud, es dableencontrar los referentes elementales que permitirían situar aproximadamente el comienzo de ese pensar loreal por Lacan por fuera de Freud, si cabe decirlo. Dichos referentes llevan nombre y apellido y la selecciónde los mismos ha dependido de la consulta a los ya citados autores de diccionarios enciclopédicos, si bien

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ceñido este proceder a destacarlos en tanto emergentes en la obra de Lacan. Se trata de Emile Meyerson,Georges Bataille y J.G.F. Hegel.

3.- Los referentes indicialesa) Meyerson y la crítica al positivismo Emile Meyerson es citado por Lacan en un artículo publicado en L‟evolution psychiatrique durante 1936,denominado “Más allá del „principio de realidad‟” 12. En ese texto de sus “antecedentes” critica a la psicología

de la época volcada en su pretendida “cientificidad” al campo imaginario (“antropomorfismo psicológico”,dirá).En ese sentido, señala, los psicólogos buscan una garantía de esa “cientificidad” en función de lo verdadero  en lugar de proponerse hallarlo en función de lo real  (más aún, enfatiza esa “sumisión a lo real” que élpercibe en Freud). Propone, por su parte, pasar del idealismo al estudio objetivo de los fenómenos.Concepción, esta última, que no oculta su “deuda y su deber” con el “maestro vienés”. Sin embargo, Lacan intenta en este texto avanzar un paso más entronizando un concepto que, al decir de Evans, “estabadifundido entre ciertos filósofos de la época y era la idea central de una obra de Emile Meyerson”.

Roudinesco opina al respecto que “a partir de la década de 1920, después de la revolución introducida en laciencia por la teoría de la relatividad de Albert Einstein, se transformó la oposición clásica entre lo real dadoy lo real construido”. Seguidamente, Roudinesco destaca que “la primera reflexión” de Lacan en coincidenciacon el estado de cosas anterior se basó en las tesis de Emile Meyerson sobre la ciencia de lo real. De talmodo es así que la referencia de Lacan en “Más allá del „principio de realidad‟” se basaría entonces en la

obra de Meyerson titulada La Déduction relativiste , de 1925, donde éste sostiene que hay una “similitudperfecta entre los objetos creados por la ciencia y aquellos de los que la percepción por un acto espontáneo,plantea la existencia”.13

Meyerson puntualiza que “lo real de la teoría relativista es, con seguridad, un absoluto ontológico, unverdadero ser-en-sí, aun más absoluto y ontológico que las cosas del sentido común y de la física pre-einsteniana”. Emile Meyerson nació en Lublin (Polonia); estudió ciencia, principalmente química, en Alemaniay pasó en 1882 a Francia, donde adoptó esta ciudadanía y se desempeñó como químico. Se caracterizó porcriticar “al positivismo en todas sus formas.” 14

¿Qué espera Meyerson de la teoría de la relatividad? Recalca que dicha teoría “tiene por objetivo informarnosacerca de la naturaleza de este real.” En ese sentido, Roustang destaca que en La Déduction relativiste  varias veces se hace relación expresa a la noción de lo real e incluso se le dedican algunos capítulos.Meyerson levanta una tesis relativa a la “identidad del ser” sostenible entre la filosofía y la ciencia. De esemodo, afirma, mediante múltiples percepciones de un objeto “suponemos que hay ahí un objeto realindependiente de ellas”. Aparecería lo real en esa noción, entonces, como el “substrato de los fenómenos”.

 A su vez, Lacan al referirse en su artículo de 1936 a la “ciencia física” parece señalarla infisionada de ciertas “categorías intuitivas” que responden a la “estructura de la inteligencia” del constructor del objeto de lainvestigación. Al proseguir comenta que “si bien un Meyerson ha podido demostrarla sometida en todos susprocesos a la forma de la identificación mental [...]”, tanto que “el fenómeno de la luz” y “el átomo deacción” revelan en la ciencia “una oscura relación con el sensorio humano”, así entonces quedaría a la vista “la más inquietante homología con los ejes asignados al conocimiento humano [...]” Se trataría, observa, deun antropomorfismo psicológico en la física. Al respecto, Roustang señala que para Meyerson “la ciencia seaparta de las consideraciones antropomórficas, o sea [y aquí cita a Meyerson] „de aquellas en las queinterviene la persona del observador, de aquello que se refiere al yo [subrayado mío]‟”.Pero si bien ese real no aparece todavía formalmente discernible para Lacan en 1936 es, por otra parte, algoclaramente opuesto al reinado de lo imaginario en la ciencia. Sin embargo, no parece preocuparle tanto elideal de la objetividad fenoménica, sino la transparencia de ese oscuro real que Meyerson trata de demostrarsosteniéndose en el discurso de la física de su época. Es visible que no deja de interesarse por el estatuto de

ese real que maneja la física moderna. Pero de un modo donde el “conocimiento humano”, que hacehomología con la física, resulta “irónicamente” contradictorio sino opuesto y más aún haciendo obstáculo aun saber de lo real. Así no parece existir “similitud perfecta” alguna entre el campo del conocimiento “humano” y una ciencia de lo real llamativamente “inhumana” .15

En relación opuesta a las anteriores observaciones, Roustang afirma rotundamente que para Lacan “en estaépoca lo real es lo imaginario”. Tesis, a mi entender, bastante fuerte frente a considerar que, por ejemplo,en el esquema Rho de “De una cuestión preliminar ...”16 lo real se confunde con la realidad conformada porlo imaginario y también por lo simbólico (como lo destaca Lacan a pie de página en un agregado posterior).Incluso no parece avalar esa opinión las críticas de Lacan a la psicología en el trabajo de 1936 ya

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mencionado. En el parágrafo titulado “discusión del valor objetivo de la experiencia” se afana, justamente,en mostrar como se arriba en un análisis a la “resolución de una ilusión”: en la experiencia analítica laimagen [la subraya] es asimilada [lo subrayo] regresivamente a lo real, para luego progresivamente ser “desasimilada de lo real, es decir, restaurada en su realidad propia”. Más allá de la interpretación que seotorgue a la expresión “realidad propia”, que bien podría relacionarse con lo propuesto en “De una cuestiónpreliminar...”, es notable aquí el esfuerzo de Lacan por deslindar al psicoanálisis del reduccionismopsicológico.

Es interesante en este punto y a manera de colofón puntualizar que Roustang piensa sobre la referencia alas nociones de Meyerson que “es probable que [Lacan] no haya renunciado nunca a los principales rasgosque formaban entonces la comprensión de este concepto”. Es decir que por fuera de las contradicciones,transformaciones y aplicaciones de la noción de lo real, Lacan habría mantenido en el panorama delpsicoanálisis en tanto ciencia de lo real, los siguientes rasgos: 1) “lo real es un invariante que cohesiona yresiste”; 2) “es independiente del yo y de la conciencia”; 3) “es el ser de todos los fenómenos”; 4) “esracional, y por ello matematizable y tratable lógicamente”. 

Una segunda y última parte de este artículo será publicada en el próximo número de Imago Agenda.

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 Algunas fuentes de lo real en la obra de J. Lacan(segunda parte) 

Por Guillermo Raíces

a) Bataille y la heterología: Sostiene Roudinesco que, “sin confesarlo nunca, Lacan tomó mucho másdirectamente de su amigo Georges Bataille (1897-1962) la noción de lo real a partir de la cual, incluyendo laidea (freudiana) de la realidad psíquica, forjó el concepto que convertiría en uno de los tres elementos de sutópica y de su concepción estructural del inconsciente determinado por el lenguaje.” Esta es, según se ve, una aseveración bastante atrevida e intencionada si se le añade además la presuntafalta de “confesión” de Lacan. Más aún si se hace de ella el origen “mucho más” directo de la nociónlacaniana y se hace notar la relación de amistad entre ambos. En todo caso, más vale leer al mismo Batailley sacar conclusiones, no sin descuidar que a fines de los ‟60 Lacan lo considera un “pensador al margen de lo que son nuestros asuntos , [el cual] ha cogitado y producido algunas obras enteramente legibles, pero que

no están, sin embargo, dedicadas a la eficacia.”[cursiva nuestra]18

 “La obra de G. Bataille es un poliedro de infinitas caras”, destaca Antonio Campillo en la introducción a laversión castellana de El estado y el problema del fascismo,19 denominación bajo la que se compilan algunosde los artículos de Bataille. Subraya Campillo que el pensar del autor “ha ido abriendo profundos surcos enlas corrientes más vivas del pensamiento contemporáneo”. Así se lo encuentra a Bataille en los años treintacon una intensa actividad intelectual llevada por su viva vocación revolucionaria en tanto escritor, críticoliterario y multifacético ensayista. Ligado a un profundo antifascismo y a su conexión-disyunción con elmovimiento surrealista (con el cual, recordemos, también Lacan estuvo relacionado), dirige y participa enasociaciones como el Colegio de Sociología Sagrada (creada junto a M. Leiris y Roger Caillois) y en revistascomo Acéphale . Bataille se propone ya en los años cuarenta integrar en una nueva filosofía de la historiaelementos teóricos provenientes de Hegel y de Marx, de Weber y de Freud, de Durkheim y de Mauss, junto aotros.

Con respecto a Freud, Roudinesco señala que “Bataille descubrió la obra de Freud al interesarse sobre todopor „Más allá del principio del placer‟, „Psicología de las masas y análisis del yo‟ y „Tótem y tabú‟, es decir, porla pulsión de muerte y las cuestiones de lo sagrado, la identificación de las multitudes con el jefe y el origende las sociedades y las religiones. De allí la publicación, en 1933, de un texto titulado La estructure psychologique du fascisme , dedicado a la vez al ascenso del nazismo y al análisis de las sociedades humanasy sus instituciones”.En “La estructura psicológica del fascismo” Bataille recurre a la sociología francesa, a la “filosofía alemanamoderna (fenomenología)” y al psicoanálisis para criticar la noción simplista que el marxismo ha elaboradodel Estado actual con especial referencia al fascismo.

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¿Cómo alcanzaría esta obra a tener efectos en la concepción de lo real por Lacan? En primer lugar, existendos principios medulares o “polos estructurales” que forman la raíz de la psicología de la sociedad humanasegún Bataille. Una, “la parte fundamental”, es la homogeneidad, entendida como la “conmensurabilidad delos elementos y conciencia de esta conmensurabilidad”. Son algunas de sus propiedades: reglas fijas deconvivencia con el otro, conciencia de identidad y violencia sofocada y excluida. Destaca Bataille que “la basede la homogeneidad es la producción. La sociedad homogénea es la sociedad productiva, es decir, lasociedad útil. Todo elemento inútil queda excluido no de la sociedad total, sino de su parte homogénea.” 

Recordemos que ésta es la “parte fundamental” de la que quedaría excluido per se lo considerado inútil,improductivo: no resultaría extraño acá relacionar esta idea con algunas tesis de Foucault y con la opinión deLacan acerca de la segregación social.

Frente a la homogeneidad social aparece la heterogeneidad, que es tal en tanto la homogeneidad   “ladelimita por exclusión como fuerza o excrecencia antitética. Dice Bataille: “El término mismo „heterogéneo‟ indica que se trata de elementos imposibles de asimilar. Esta imposibilidad [...] concierne a lo más básico dela asimilación social”. Fuera de la sociedad homogénea , fuera de la ley que sostiene la asimilación, loselementos heterogéneos quedan “igualmente excluidos del campo de atención de la ciencia: por definición,la ciencia [elemento integrante de la homogeneidad, según Bataille] no puede conocer elementosheterogéneos en tanto que tales”. Esos elementos “se encuentran de hecho censurados”.Es de rigor y no se le escapa a Roudinesco, el tomar nota de esa noción de “elemento imposible de asimilar” al mundo del conocimiento humano. Aparentemente la ciencia “oficial”, ligada a los intereses del Estado,busca asimilar sus investigaciones hacia el plano de la realidad del conocimiento “oficial” en tanto éste

vuelva homogéneo a lo inasimilable, valdría decir, lo legitime, le dé paso con un nihil obstat a ese realimposible por estructura e “imposibilitado” aparentemente también de oficio según la tesis de Bataille. Si hayaquí una intuición de Bataille que se aproxima al estatuto de lo real (si medimos esto siempre desde las tesisde Lacan), también me parece evidente una crítica a la ciencia convencional del mismo modo que lo hahecho el dramaturgo F. Dürrenmat en su obra Los físicos.

Llamativamente y seguramente en conexión con lo censurado, reflexiona Bataille que “las dificultades que seoponen a la revelación de formas inconscientes de la existencia son del mismo orden que las que se oponenal conocimiento de las formas heterogéneas ”. Y para afirmar lo anterior más categóricamente, subraya: “parece que e l inconsciente debe considerarse como uno de los aspectos de lo heterogéneo ”. Hay aquí unacierta idea no muy lejana a la de realidad psíquica freudiana y atisbos en esa línea argumentativa acerca delconcepto de forclusión  lacaniano, siempre y cuando se conceda que esas “dificultades” de Bataille noparecen tener el mismo estatuto que en Freud y en Lacan.En ese sentido, algo igualmente interesante es su noción del “gasto improductivo ”, constituido por las

llamadas cosas sagradas (lo relativo a lo religioso o mágico), las cuales comprenden a “todo lo que lasociedad homogénea expulsa, ya sea como desperdicio, ya sea como valor superior trascendente. Son losproductos de excreción del cuerpo humano y ciertas materias análogas (basuras, parásitos, etcétera); sonlas partes del cuerpo, las personas, las palabras o los actos que tienen un valor erótico de sugestión; son losdiversos procesos inconscientes tales como los sueños y las neurosis”. También engloba en esa categoría alos “locos, agitadores, poetas, etcétera”, comprendidos en “la violencia, la desmesura, el delirio, la locura”.Una vez aquí, en este heteróclito conjunto de todo aquello que deviene cosa y halla su lugar en esta suertede desván compuesto por lo excluido, expulsado y marginalizado, podríamos llegar a pensar que estamos enpresencia de la noción del objeto a lacaniano en tanto remanente o resto de la operatoria de divisiónsubjetiva.

Esta “realidad heterogénea” persistente por fuera del conocimiento “oficial” de la ciencia se encuentra, porotra parte, “en el pensamiento mítico de los primitivos y en las representaciones del sueño: es idéntica a laestructura del inconsciente”, al decir de Bataille. En este punto parecen confluir Bataille y Lacan y ambos con

Freud en su concepción de “realidad psíquica”, en tanto se convenga a esta última “estructurada como unlenguaje” y esté referida siempre a lo inconsciente como un saber de lo real.Otra precisión destaca que Bataille después de seguir lo mismo que Lacan el seminario de Alexandre Kojèvesobre La fenomenología del espíritu  de Hegel entre 1935 y 1936, crea el término “heterología”. El términoproviene, según Roudinesco, “del adjetivo heterólogo, que en anatomía patológica designa los tejidosmórbidos. La heterología era para él la ciencia de lo irrecuperable, cuyo objeto era „lo improductivo‟ porexcelencia: los desechos, los excrementos, la inmundicia”. Bataille, asimismo, va a considerar a esa “realidadheterogénea” (objeto de estudio de la “heterología”) como “parte maldita”. Afirma Mi lner al respecto que “pertenecer a la civilización, en oposición al bárbaro que la rehusa o al loco que se exceptúa de ella, es sabertratar la basura y el excremento. La cultura, como elemento de la civilización, la obra como elemento de la

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cultura, la publicación como dimensión de la obra, el papel como soporte electivo de lo publicado y de lasheces, se dejan descifrar a esta luz. Que el desecho sea lo mismo que el brillo apropiado para enganchar aldeseo es ciertamente decisivo (teoremas del objeto a), pero poco importa aquí”. Pecando de abuso de lacita, podemos hallar coincidentemente en Situations III de J.-P. Sartre lo que sigue: “después de descifrarlas significaciones de las cosas queda un residuo inasimilable, que es la alteridad, la irracionalidad, laopacidad de lo real, y [...] es ese residuo lo que, en última instancia, sofoca, aplasta. [...] lo real es loimpermeable a una subjetividad.” 20 

b) Hegel y el racionalismo absoluto El otro referente para indagar los inicios de lo real en Lacan seencuentra, al parecer, en la obra del filósofo alemán J.G.F. Hegel (1770-1831). Ya se ha mencionado que,principalmente, las ideas de Hegel le llegan a Lacan mediadas por los seminarios de Kojève. Pero más allá derecorrer con su maestro La fenomenología del espíritu da idea de detenerse atentamente en un párrafo del “Prefacio” a la Filosofía del Derecho, un texto de Hegel de 1820. Llamativamente esta referencia a Hegelcomienza a aparecer con cierta frecuencia en la obra de Lacan luego del largo período sin ocuparse(aparentemente) de lo real luego de 1936.En su escrito “Intervención sobre la transferencia”, que es producto de una conferencia “pronunciada en elcongreso llamado de los psicoanalistas de lengua romance, de 1951”, 21 señala, casi al final, la “posición delpuro dialéctico” en relación con el tema de la “neutralidad del analista”. Al conjugar la posición del analistaen la transferencia con la del “puro dialéctico”, le adjudica a este último un saber acerca de que “todo lo quees real es racional (e inversamente)”. Ya aquí la referencia a lo real adquiere un cierto aire a algo encriptadodedicado a buenos descifradores que no se confundan en el intento.

Esta cita hegeliana reaparece dos años más tarde en el discurso denominado Lo simbólico, lo imaginario y lo real   de julio de 1953 y luego también en su Discurso de Roma formalizado en escrito como “Función ycampo de la palabra y el lenguaje”, fechado en setiembre de 1953.22 O sea con una diferencia de apenas dosmeses entre una y otra inserción del fragmento hegeliano. Pues bien, en este escrito viene desarrollando lafunción de la palabra según Freud con relación al caso del así llamado “Hombre de las ratas”. Sostiene que “no es cuestión de imitarlo” y que “para volver a encontrar el efecto de la palabra de Freud” no deberemosrecurrir a sus propios términos sino a “los principios que la gobiernan”. A continuación explica que “estosprincipios no son otra cosa que la dialéctica de la conciencia de sí, tal como se realiza de Sócrates a Hegel, apartir de la suposición irónica de que todo lo que es racional es real para precipitarse en el juicio científico deque todo lo que es real es racional”. Es interesante observar que en la página siguiente a la cita mencionadasus alusiones a la dialéctica hegeliana y a la mayéutica socrática se hacen evidentes y precisas en cuanto adenotar la función de la palabra con relación a estimarla como método y procedimiento privilegiados delpsicoanálisis con fundamento filosófico... pero, eso sí, buscando no simplemente un conocimiento del ser (la

pasión, el padecimiento del sujeto) sino un saber sobre lo real . Pensada de esta manera y en este lugarincipiente de su enseñanza, la frase de Hegel, en mi opinión, adquiere una dimensión anticipatoria inu-sitadaacerca de sus futuras consideraciones del tema: la ironía de buscar en la conciencia de sí (lugar de la ilusión,del conocimiento representacional, del engaño) la fractura que dará paso a la verdad que apunta a un saberno sabido.

 Andando el tiempo, Lacan vuelve a convocar a Hegel en su informe de 1958 denominado “La dirección de lacura y los principios de su poder”.23 Allí, al desplegar su postura crítica frente a la praxis postfreudiana y aldiscurso del sentido común, destaca al aforismo hegeliano de marras como una base segura para elentendimiento del “descubrimiento freudiano”.Un año más tarde, durante el seminario La ética del psicoanálisis (1959) y al discurrir sobre “el amor alprójimo”, vuelve a mencionar a aquellos que considera “los siguientes términos siempre retomados en elhorizonte de nuestra mira (lo real es racional, lo racional es real)”, 24 tomándolos en esta ocasión comofundamento de la ciencia.

Pero veamos la cita en el contexto hegeliano mismo. A poco de comenzar el “Prefacio” del compendiollamado Filosofía del derecho 25   –compendio que debía servir de guía para los oyentes de las lecciones quedictaba en la Universidad de Berlín (de 1818 a 1831) –, Hegel, al referirse a la naturaleza, señala que éstadebe ser conocida por la filosofía tal como es. Esto es, que si en ella hubiera algo oculto a descubrir el lugarde ello es la naturaleza misma, la cual es en sí racional por cuanto hay una “razón real presente en lanaturaleza”. Esa “razón real” parece apuntar a una legalidad ínsita en la naturaleza, inmanente, a la que hayque prestar atención como investigador y no quedarse sólo en los “fenómenos y accidentes”. Más adelantedestaca que la filosofía es “el sondeo de lo racional”, es la “aprehensión de lo presente y de lo real”, frente acualquier desvarío en indagar algo que esté en un pretendido más allá. Sostiene este punto ilustrándolo conel esfuerzo de la filosofía platónica por sacar a la “naturaleza de la ética griega” de su extravío inicial al

5/11/2018 Algunas Fuentes de Lo Real en La Obra de J - slidepdf.com

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fundar Platón su concepción de república en un “vacío ideal”. Elogia el principio sustentado allí por Platónpara sustentar su Idea, principio que “es el eje alrededor del cual ha girado el inminente trastorno delmundo: lo que es racional es real y lo que es real es racional”.

Hegel parece afirmar que el desvío de ese principio, el desconsiderar a “lo existente” como tal y el dejar delado la racionalidad (equivalente de la Idea), acarrea para la “conciencia subjetiva” la caída en el vacío (lavacuidad) y la vanidad. Tanto es así que enfáticamente puntualiza que “la filosofía [...] asegura el juicio de

que nada es real sino la Idea”. Es decir, que nada es real sino lo racional según se deduce.Tratando de explicitar sucintamente, si fuera posible, el apotegma hegeliano, recurrí a releer las leccionesdictadas por el profesor español M. García Morente en la Universidad de Tucumán. Destaca que la afirmaciónresulta ser así “porque no hay posición real que no tenga su justificación racional, como no hay tampocoposición racional que no esté, o haya estado, o haya de estar en lo futuro realizada”.26 Aquí los términos conocimiento racional-realización-la realidad parecen concatenarse en una lógica que, a la manera de Lacan,hallaría su par opositivo y dialéctico en los de saber-encuentro-lo real. Cosa que merece más detenidoestudio (ergo crítica). Así también en la edición de la Filosofía del derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)su prologuista, Juan Garzón Bates, interpreta que “lo real contiene efectivamente lo ideal, que es suracionalidad; la filosofía no tiene que „explicar‟, pues, desde fuera y con conceptos extraños, la realidad. Latarea del filósofo es captar y expresar esta racionalidad de lo real. Este es el sentido del famoso aforismo deHegel: „lo que es racional es real y lo que es real es racional‟”. Comenta a continuación que, según Hegel, elazar pertenece a ese mundo fenoménico del que no se descubrieron sus leyes. Y prosigue: “esto no excluye

la diversidad de lo real, sino que obliga a descubrir la racionalidad particular de cada modo de ser.”  

4.- A guisa de conclusión Se podrá, seguramente, distinguir en un paisaje que remita a los orígenes de unpensar original como ha sido el de Jacques Lacan otros orígenes acerca de lo real. Este ha sido, entre otrosposibles, uno, pero, claro está, inserto también en la lógica del no todo.

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18. Lacan, J., El Seminario. Libro 16. De un Otro al otro, inédito, versión Grupo Verbum, Escuela Freudianade Buenos Aires, Buenos Aires, s. f..19. Bataille, G., “La estructura psicológica del fascismo” en El estado y el problema del fascismo, “Introducción” de Antonio Campillo, Pre-Textos en colaboración con la Universidad de Murcia (España), Valencia, 1993.

20. Sartre, J.-P.. La república del silencio, Losada, Buenos Aires, 1968.21. Lacan, J.. “Intervención sobre la transferencia”, en Escritos 2, Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires,1987.22. Lacan, J.. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, en Escritos 2, Siglo XXI, Bs. As., 1987.23. Lacan, J.. “La dirección de la cura y los principios de su poder”, en Escritos 2, Siglo XXI, Bs. As., 1987.24. Lacan, J.. El Seminario. Libro 7. La ética del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1988, p. 218.25. Hegel, J.G.F.. Filosofía del derecho, Ediciones UNAM., México, 1985.26. García Morente, M..; Lecciones preliminares de filosofía, Losada, Buenos Aires, 1957, sexta edición, p.335.

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