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El aparato psíquico como un aparato de Memoria(s). Ensayo introductorio sobre la Memoria en la metapsicología freudiana. Por Álvaro Orellana López.

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El aparato psíquico como un aparato de

Memoria(s).

Ensayo introductorio sobre la Memoria en la metapsicología freudiana.

Por Álvaro Orellana López.

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“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos.”

Jorge Luis Borges

Introducción del problema de la Memoria en psicopatología. Con el cierre de los hospitales de caridad que albergaban a finales del siglo XVII a la locura, un término demasiado general y poco científico, y la apertura de los sanatorios mentales, se daba inicio a una era de la creación conceptual de la enfermedad mental (alienación mental), en donde las facultades psíquicas y la enfermedad que de ellas se podían derivar, eran autorizadas a ser tratadas por un área específica de la medicina, mediante el método de Ph. Pinel del tratamiento moral. La clínica de la alienación mental, se inspiraba así en la psicología de las facultades1. Esta psicología conllevaba pensar una noción de normalidad en el hombre, con desadaptaciones de sus facultades psíquicas en mayor o menor grado, cuyos correlatos eran las enfermedades mentales. Las derivaciones de los problemas de la facultad de la memoria, los problemas mnésicos, fueron de los primeros en ser abordados por la medicina de la alienación mental de aquellos tiempos. Aquellos que olvidaban las cosas, e incluso podían a llegar a olvidar su propia existencia eran catalogados como dementes2. Ahora bien, “la patología de la memoria, no se encuentra estudiada con precisión hasta finales del siglo XIX, cuando el paradigma reinante no es más aquel de la alienación mental en singular, sino mas bien el de las enfermedades mentales en plural”.3 El paso de los decenios, y la concepción del abordaje clínico en el campo de las patologías mentales a través de la psiquiatría, dio paso a entender a la memoria desde la idea anterior de una facultad psicológica (idea de base filosófica) al de enfrentar el problema de la memoria desde un ángulo de la fisiopatología, es decir de la localización cerebral de las funciones de ella. Así los estudios de Broca por ejemplo, daban un sustrato cerebral a las funciones mnésicas. No obstante, un reconocido neurólogo de la época, Charcot, mantuvo en cuenta la idea de los problemas de la memoria sin substrato anatómico, a las que llamó amnesias psicógenas, “en donde el puso el acento en la ausencia de datos localizables bien establecidos, o en el hecho en que ellas parecían tener un sentido en la historia del sujeto”4. El problema que se le presentaba a Charcot, era el de no querer generar un dualismo poco riguroso para la explicación de este tipo de cuadros; esta dificultad sólo pudo ser resuelto por uno de sus discípulos de la clínica de la Salpêtrière, Sigmund Freud. El trabajo a continuación intenta demostrar a modo introductorio, como el problema de la Memoria es uno de los elementos fundamentales presentes en toda la obra psicoanalítica, y cómo el entendimiento que el psicoanálisis hace de éste se desmarca de la investigación actual de las neurociencias. El psicoanálisis reconoce a la Memoria, no de la manera en que lo realiza la ciencia cognitiva. El psicoanálisis da continuidad al trabajo de investigación que indaga en el por

1 Lantéri-Laura, G. Historique de la notion de mémoire dans la clinique psychiatrique et dans ses modèles psychopathologiques, Rev. Cliniques méditerranéennes, 67-2003, pp. 87-99 2 Esquirol y Pinel, por ejemplo.

3 Ibid, pp. 89. 4 Ibid, pp. 95.

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qué los recuerdos, la Memoria, es capaz de producir efectos patológicos, o más bien sintomatológicos, que puede incluso asemejarse pero que no tiene nada que ver con aquellos que poseen un sustrato anatómico, o sea aquellos que presentan una pérdida de una funcionalidad producto de una lesión cerebral. El aparato que intentamos describir como un aparato de memoria, es un aparato que transita en paralelo a lo que pudiésemos llamar de manera simple, como el sistema nervioso. Para Freud, “lo psíquico es, por tanto, un proceso paralelo a lo fisiológico”5; los procesos ocurren en ambos sistemas al mismo tiempo, sin nexos de causalidad necesaria, así “los procesos fisiológicos no cesan en el momento en que comienzan los psíquicos; más bien, la cadena fisiológica continúa, sólo que cada eslabón de ella (o algunos eslabones) empieza a corresponder, a partir de cierto momento, a un fenómeno psíquico”6. A pesar de este paralelismo psicofísico, uno de los mayores representantes de la investigación actual sobre la biología de la memoria, Eric Kandel7, ha mencionado que el modelo freudiano del aparato psíquico, en particular de la memoria, es uno de los puntos de vista más coherentes y de mejor desarrollo. El ensayo aquí abierto tiene que ver con la idea de apreciar, desde un abordaje de revisión de la metapsicología freudiana, la relevancia del concepto de Memoria para el psicoanálisis, en particular para su desarrollo teórico. De esta manera, el propósito es desarticular los distintos puntos de vista de la metapsicología (tópico, económico y dinámico), para encontrar en ellos las variantes que permitan comprender al aparato psíquico como un aparato de Memoria, o de distintas memorias. Memoria según la lengua. Quisiera iniciar la explicación de estas ideas con un abordaje que implica contemplar el reservorio del concepto Memoria en lo cultural que nos precede, como lo es el lenguaje. Y para este desarrollo deseo abordar un estudio particular sobre lingüística, en el que se realiza una investigación sobre las raíces latinas que tiene el término Memoria. No es interés de este trabajo realizar una defensa sobre las bases lenguajeras del inconciente, sino más bien entregar datos concretos que permitan justificar la separación forzosa que se realizará a continuación entre los 3 distintos puntos de vista de la metapsicología freudiana. Porque leyendo este estudio filológico sobre la memoria, realizado por Jiménez-Calvente (1997) 8 , nos encontramos que la raíz estructural del término memoria en latín se relaciona directamente con cuatro significados, 3 de los cuales, interpreto que están directamente relacionado vis-à-vis con cada uno de los puntos de vistas de la metapsicología: 1. “Parte del alma en que se asienta la facultad de recordar y en la que se imprimen los recuerdos”9; que apela directamente a una noción locativa o tópica (para usar el concepto analítico), de un lugar ubicado en el alma, donde se permite la inscripción de los recuerdos (que

5 Freud, Sigmund. Lo Inconciente [1915]. Obras Completas, Vol. 14. Amorrortu, Bs. As., (1998); pp.205. 6 Ibid, pp. 205. 7 Para mayor investigación sobre el tema, véase Kandel, Eric. Biology and the Future of Psychoanalysis: A New Intellectual Framework for Psychiatry Revisited. Am J Psychiatry 1999; 156:505–524. 8 Jiménez-Calvente, Teresa (1997). Sobre los significados de memoria en latín. Breve estudio estructural. En Estudios

de lingüística latina, B. García-Hernández. Madrid, Ediciones Clásicas, 1998. pp. 905-914. 9 Íbid, pp. 905

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pudiésemos traducir primeramente como las huellas); “memoria tenere, habere in memoria, donde la construcción locativa de memoria en ablativo tiene que ver con su consideración como una parte más del alma” (pág. 906). Interesante resulta leer que lugares donde se suponía situada la memoria para los antiguos eran el cerebro o el corazón. Jiménez-Calvente plantea que de este último se deriva el verbo recordor, formado sobre el sustantivo cordis (corazón). Usos actuales de esta última raíz la encontramos en el vocablo castellano acordarse. 2. “Facultad o capacidad de recordar”10; facultad no exclusiva de los humanos, y que nos permite pensar en el funcionamiento económico que debe tener un aparato psíquico apara generar esta facultad. La Memoria como facultad o como capacidad, se puede pensar como intrínsecamente ligada al monto pulsional que permite al humano buscar la vida, y sin duda que a uno de los principios básicos que guían a nuestro aparato, como lo es el Principio del Placer. Desde nuestro punto de vista, es el aparato el que posee cierta economía interior que es la que va a permitir tener la capacidad de memoria. Aquí nos separamos en algo de la lectura que realiza la lingüista en su estudio, puesto que la facultad se liga con un juicio de valor (buena o mala facultad), aunque al mismo tiempo rescata que ciertos autores latinos hacían la distinción entre memoria naturalis et artificiosa, siendo el tipo naturalis, la que pensamos se acerca de mejor manera a nuestra interpretación, como una capacidad innata del aparato. 3. “Actividad mental por la que se crea o se evoca un recuerdo” 11 ; que se refiere expresamente a la acción del recuerdo, y que desde nuestra óptica está estrechamente ligada al dinamismo del aparato psíquico. Entendiendo a la Memoria como una actividad, nos es posible pensar la teoría de la defensa y de la represión en relación con la posibilidad de recordar en el psicoanálisis. La actividad psíquica contempla la Memoria. Jiménez-Calvente plantea que en latín memoria y recordatio pueden ser equiparados como sinónimos, y estos sustantivos tienen como núcleo central de su campo semántico a los verbos memini y recordor. Memoria, quedó asociado al verbo (por ende, acción) memini, “debido a que su raíz indoeuropea *men (que aparece en las palabras ‘mente’, ‘pensamiento’, debió significar ‘pensar’ (recordemos que en griego el perfecto reduplicado μέμονα, que se corresponde en su formación con memini, significaba ‘desear’”12. 4. “cosa o imagen recordada o simplemente lo que se mantiene y conserva en la memoria”13, significado que nos permite no acceder a alguno de los puntos de vista metapsicológicos, pero que sí hace posible articular este con la noción de huella, e incluso de representación. No nos explayaremos directamente en este ensayo sobre esta posibilidad de relación, puesto que el objetivo de éste es poder desmembrar y a la vez articular principalmente los tres puntos de vista que concurren en la metapsicología, sin embargo la noción de huella, e incluso la de representación son tratadas tangencialmente en alguna de sus partes. Mencionados estos significados que tiene el término memoria en latín, resulta interesante que el aparato psíquico, permite este tipo de significaciones en el lenguaje, y que se encuentran presentes incluso al día de hoy en los usos que hacemos del concepto de memoria. Es importante volver a destacar que el uso que le ha dado la ciencia cognitiva al término memoria,

10 Íbid, pp. 906 11

Íbid, pp. 907 12 Íbid, pp. 907 13

Íbid, pp. 409.

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como tipos de memoria relativos al almacenaje y recuperación de bloques de información, es solo uno, y que no se condice con el entendimiento freudiano del término. Memoria desde el punto de vista tópico. En el capítulo IV de estudios sobre histeria (1895)14 Freud menciona que el síntoma, como por ejemplo la parálisis histérica, se moviliza producto de recuerdos que no estuvieron en la conciencia. Freud de esta manera introduce por vez primera (en los escritos publicados hasta ese entonces) una Memoria, que se organiza según el orden en que el recuerdo llega (o no) a la conciencia. Los recuerdos llegan a la conciencia en un orden inverso al cómo estos acontecieron en la vivencia cronológica. La Memoria se ordenaba a la inversa del orden cronológico, desde el presente al pasado. Esta primera concepción de Memoria, está organizada en relación al síntoma, tal como era estudiado por el mismo Freud en su afán psicopatológico: Freud ordenaba así el aparato psíquico como una Memoria con un ordenamiento concéntrico, en el que los recuerdos llegan a un mismo rango de resistencias. Los recuerdos se encontraban entramados en una red, y en el final de ella se encontraba el núcleo patógeno. Este primer esquema del pensamiento freudiano todavía no es el sistema Icc, sin embargo presenta los rudimentos del cómo se organizaba la Memoria como una conciencia segunda. En esta prehistoria psicoanalítica, el objetivo que se busca es determinar cuando se produjo el ingreso del grano de arena que generó la perla. En el texto de Neuropsicosis de defensa (1894)15 el pensamiento que estaba detrás de la búsqueda del síntoma y su formación le permitieron a Freud darse cuenta que la Memoria de lo que importaba al esclarecimiento del síntoma por parte de los pacientes se ponía en primer lugar en un sustituto, en otro sitio. En el entendimiento de ese entonces, y gracias a la defensa, se podía pensar ya que mientras el afecto estaba descargado en el síntoma, el afecto no perturbaba la Memoria del sujeto. El síntoma se convertía entonces en el representante de ese algo que no estaba en la conciencia, en un símbolo mnémico. La primera deducción de frente a lo que serían los primeros esbozos de lo Inconciente para el padre del psicoanálisis, es que la realidad psíquica de este Inconciente era una Memoria. Asimismo, y desde el punto de vista tópico, si existía la posibilidad de pensar en una Memoria inconciente, se debía pensar en la existencia de una Memoria conciente. Incluso esta Memoria conciente (la facultad psicológica), la que se ocupa en estado de vigilia, podía ser alterada cuando de se vinculaba con la Memoria inconciente. Ciertos elementos que se encuentran en nuestra Memoria inconciente, cuando se ligan a elementos de la memoria conciente, generan ciertos efectos sobre estos últimos. De esta manera, en Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria (1898)16, nos encontramos con el claro ejemplo del mismo Freud, en el que aquello a lo cual no era posible acceder por la conciencia (pero que sí se tenía la imagen y algunas palabras sustitutas) estaba en último término ligado a aquellos elementos de la Memoria Inconciente que no querían ser pensados (sexo y muerte).

14 Freud, Sigmund. Estudios sobre histeria [1905]. Obras Completas, Vol. 2. Amorrortu, Bs. As. (1998). 15

Freud, Sigmund. Las neuropsicosis de defensa [1894]. Obras Completas, Vol. 3. Amorrortu, Bs. As. (1998) 16 Freud, Sigmund. Sobre el mecanismo psíquico de la desmemoria [1898]. Obras Completas, Vol. 3. Amorrortu, Bs. As. (1998)

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Hasta este momento Freud no había construido un modelo del aparato, pero sí se habían escrito los esbozos de éste. No será sino hasta el capítulo VII de la Interpretación de los sueños (1901) en el que Freud construirá ese aparato psíquico, aparato que estamos intentando vislumbrarlo como un aparato de Memoria, mas cuyo primer objetivo en este libro para Freud fue entenderlo como un aparato capaz de producir sueños y síntomas. Freud elabora la idea de un aparato que no es ni sensorial ni motor, que tiene como sustrato al cuerpo, pero en el cual el sistema nervioso es exterior a este mismo. Freud no está haciendo neurociencia, ya que el aparato no funciona tal cual el principio de inercia neuronal previo que se presentaba en el Proyecto17; la cualidad particular de este nuevo aparato es que demora la descarga: será un aparato que cuenta con sistemas de memoria, que guarda experiencias, especialmente de satisfacción. Estas son sistemas de Memoria, entendidas ellas como complejos de huellas que generaron asociaciones o nexos por simultaneidad, es decir, eventos que se produjeron en el mismo momento. Un acápite relevante es que ya en esta época Freud planteaba que la Memoria era incompatible con la percepción: si un aparato tuviera en la misma estructura la memoria y la percepción, éste ya no podría percibir nada. Se necesita que la percepción este apta para su función, la cual es percibir la realidad y no las experiencias anteriores, no obstante que elaboramos nuestra realidad con esas experiencias anteriores. Para la elaboración del sueño, dirá Freud, necesitamos de un aparato psíquico que también sea un aparato psíquico con Memoria, un aparato psíquico que también contenga huellas mnémicas que sean las que alimenten la posibilidad de que el sueño sea un cumplimiento de deseo, puesto que el sueño será un cumplimiento de un deseo, pero de un deseo infantil. Esta Memoria esta anudada a la noción que ya Freud pensaba en 1896, cuando describe en la carta (número 52) a Fliess18 la distinción ente diversas localidades psíquicas: “de tiempo en tiempo el material preexistente de huellas mnémicas experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una retrascripción {Umschrift}. Lo esencialmente nuevo en mi teoría es, entonces, la tesis de que la memoria no preexiste de manera simple, sino múltiple, está registrada en diversas variedades de signos”19. Freud en esa carta especifica un tipo de neuronas P, en donde se generan las percepciones a las que se anuda la conciencia. Estas neuronas no tendrían la capacidad de conservar las huellas, puesto que “conciencia y memoria se excluyen entre sí”2021. Volviendo a la Interpretación de los sueños, Freud realiza la analogía de que estas localidades psíquicas son semejantes a las partes de un telescopio. Asimismo, para que haya una Memoria, debe producirse un cambio material de cierta estructura distinta a lo posible de entender desde la neurobiología como un cambio anatómico. La imagen en el telescopio, dirá Freud, se formará en un espacio virtual, no en el lente. “la

17 Me refiero al Proyecto de psicología para neurólogos (1895), donde lo que se denomina principio de la inercia neuronal guarda relación con el concepto de que este aparato tiende a la descarga, en términos energéticos y cuantitativos tiende hacia el cero. Es un aparato que tiende a vaciarse de su contenido y de su energía. Freud menciona que las neuronas tienden a deshacerse de las cantidades de energía que las cargan (lo que posteriormente serán las investiduras, no de neuronas obviamente). Se trata de un sistema cuyo primer principio de funcionamiento es la fuga, la expulsión de las excitaciones que lo afectan. 18 Freud, Sigmund. Carta 52 [1896]. Obras Completas, Vol. 1. Amorrortu. Bs. As. (1998) 19 Íbid, pp. 274. 20 Íbid, pp. 275 21

Un aporte a esta conceptualización también se dio en el Proyecto, en donde se distinguía entre “células de percepción” y “células de recuerdo” (Freud, Sigmund. Proyecto de psicología [1895]. Obras Completas, Vol. 1. Amorrortu, Bs. As. pp. 343)

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localidad psíquica corresponde entonces a un lugar en el interior de un aparato, en el que se produce uno de los estadios previos de la imagen. En el microscopio y el telescopio, como es sabido, estas son en parte localizaciones ideales, unas zonas en las que no se sitúa ningún componente aprehensible del aparato”22. Para que guardemos algo en la Memoria, algo debe alterarse, pero al mismo tiempo para que percibamos la realidad, algo en la estructura del aparato debe permanecer estable. Aquello que tiene que ver con las percepciones, no tiene memoria, por lo que Memoria y percepción son incompatibles. Si bien antecedentes de esta idea se pueden encontrar en Fechner y en el mismo Breuer, es Freud quien articula estas nociones en un Aparato, del cual supone que “un sistema del aparato, el delantero, recibe los estímulos perceptivos, pero nada conserva de ellos y por tanto carece de memoria, y que tras él hay un segundo sistema que traspone la excitación momentánea del primero a huellas permanentes”23. La diferenciación realizada entre la percepción y lo que se conserva de ella, es lo que permite estampar en la teoría el elemento de la huella mnémica. Esta huella, que se inscribe con posterioridad a la función de la percepción, y que “sólo puede consistir en alteraciones permanentes sobrevenidas en los elementos de los sistemas”24, tiene una función que la soporta y a la cual es conexa, y esta función es la Memoria. Ahora bien, hemos revisado el origen de la concepción del aparato psíquico como un aparato de Memoria desde un punto de vista tópico, en el cual ésta se ubica en lo Inconciente, puesto que es ahí donde se producen las modificaciones de huellas mnémicas, y de esta manera se distingue de la conciencia. Esta idea permanecerá hasta 1925, en donde en el escrito sobre la pizarra mágica Freud sugiera que la conciencia, tal como se conocía hasta el momento de la 1ª tópica, surgirá en reemplazo de la huella mnémica. Antes desearía realizar un paréntesis en el cuál pudiese dilucidar algo entorno a la relación que hay entre el recordar y la Memoria. En el recordar (como actividad) esta puesto un esfuerzo de atención, más este recordar se dirige a ciertos tipo de recuerdos que no están reprimidos, por lo tanto pudiésemos concordar que “concebir la memoria como una aptitud del recordar (souvenir)25, es reducir la memoria a procesos de almacenamiento y de recuperación de informaciones sensoriales. El olvido aparecería entonces como un déficit cognitivo de tal función, un error de la recuperación de los datos del pasado“26. Estos recuerdos son posibles de ser recordados27 hasta que se presentifica la resistencia. Lo que recordamos no viene dado por un

22 Freud, Sigmund. La interpretación de los sueños [1900]. Obras Completas, Vol. 5. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp. 530 23 Íbid, pp. 532 24

Íbid, pp. 531 25 Término que se traduce por recordar, pero con una cualidad involuntaria, o eventiva, de referencia temporal al pasado. 26 Gori, Roland. La mémoire freudienne: se rapeller sans se souvenir. Rev. Cliniques Méditerranéennes 67-2003, pp. 100. 27 Es importante a reflexionar sobre la diferenciación de la capacidad voluntaria (conciente) puesta en el acto de recordar o la capacidad involuntaria. Para nuestra lengua española, no existen términos en uso que diferencien ambos significados. En español, el verbo recordar, posee una raíz etimológica extraída del latín, recordor y reminiscor, y que se pueden calificar con el supuesto de voluntariedad, del de un sujeto activo. (Jiménez-Calvente, Teresa. Una incursión en el campo semántico del ‘recuerdo’ en latín: la dimensión eventiva. En Revista Española de lingüística, 23, 1, 1993, pp. 141-158).

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fundamento cronológico, ya que la Memoria trae recuerdos de distintos períodos. El aparato psíquico como un aparato de Memoria, no tiene nada que ver con una memoria que sea un pensar en el pasado. Pensar y recordar, tienen raíces comunes en latín: mens; que en un comienzo significaba pensar, dar vueltas a algo en la mente, por lo que este pensar perfectamente podía referirse al pasado “recordar”, cuyo prefijo re, explicaría dentro del campo lingüístico su valor espacio-temporal de “hacia atrás, hacia el pasado”28. La Memoria desde la conjunción entre lo tópico y lo dinámico, se excluye al recuerdo conciente, y tiene directa relación con aquello olvidado, con aquello que no se ha hecho conciente29. Así la interpretación analítica lo que hará será convocar a un recuerdo, no será el recuerdo, el evento. El sujeto si pudiésemos decirlo de alguna manera, es recordado por su síntoma, por sus sueños, éstos son los símbolos mnémicos, son elementos “que sin saberlos conmemoran capítulos olvidados de la historia”30. Esta diferenciación se esclarece en la parte V del trabajo metapsicológico sobre Lo inconciente (1915), en donde Freud, establece que la memoria conciente será función exclusiva del sistema Prcc, sin embargo, esta memoria se acerca más al proceso cognitivo al que nos referíamos previamente, diferenciándose así del aparato como Memoria. Así se menciona que “la memoria conciente parece depender por completo de Prcc; ha de separársela de manera tajante de la huellas mnémicas en que se fijan las vivencias del Icc”31 Previamente al querer abordar una resolución a la temática de la relación de la memoria y el cómo lo Icc se hace Cc (que se realizará en el apartado sobre el punto de vista económico) o de la problemática dinámica del recordar, pretendo retomar lo mencionado anteriormente sobre la separación entre la percepción y la conciencia, y así dar término al punto de vista tópico y su relación con la Memoria. Es en el Más allá del Principio del Placer (1920)32 donde Freud puntualiza que la conciencia surgiría en el sistema percepción en lugar de las huellas duraderas, y además donde plantea que el sistema P-Cc debiera tener una pantalla de protección antiestímulo frente a los embates del mundo exterior. Sin embargo, es en el artículo sobre la pizarra mágica donde encontramos las últimas referencias a la tópica con la que se conceptualiza la Memoria, si se puede llamar así. Con el artificio del Wünderblock Freud demuestra cómo el aparato necesita de dos sistemas distintos para dar solución al problema de una superficie que sea receptora inagotable de elementos, y otra que sirva para acumular las huellas de forma duradera, éste aparato “resuelve el problema de reunir ambas operaciones distribuyéndolas en dos componentes – sistemas – separados, que se vinculan entre sí”33. Cabe mencionar que traducciones de las concepciones hasta ahora desarrolladas sobre la Memoria en la segunda tópica no se encuentran explícitas, sin embargo,

28 Jiménez-Calvente, Teresa (1997). Sobre los significados de memoria en latín. Breve estudio estructural. En Estudios de lingüística latina, B. García-Hernández. Madrid, Ediciones Clásicas, 1998. pp. 908. 29 Esta idea será desarrollada con mayor profundidad en el punto de vista dinámico. 30 Gori, Roland. La mémoire freudienne: se rapeller sans se souvenir. Rev. Cliniques Méditerranéennes 67-2003, pp. 101 31 Freud, Sigmund. Lo Inconciente [1915]. Obras completas, Vol. 14. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp. 186 32

Freud, Sigmund. Más allá del principio del placer [1920]. Obras Completas, Vol. 18. Amorrortu, Bs. As. (1998) 33 Freud, Sigmund. Nota sobre la ‘pizarra mágica’ [1925]. Obras Completas, Vol. 19. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp. 246.

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es posible pensar que el reservorio de la Memoria, tal cual ha sido entendida hasta ahora sea el Ello, y que la misión del Yo sea hacer esta Memoria parte no reprimida. Si el Yo quiere saber algo de esta Memoria, situada en el Ello, debe levantar la represión. En esta última cita, se destaca la última frase, en donde Freud y por el momento de desarrollo de su teoría, esclarecía que existía un vínculo entre los sistemas. Esto nos da pie para seguir abordando una de las preguntas esenciales en toda la obra freudiana, que es el por qué los recuerdos son más fuertes que la vivencia. Para esto, y siguiendo con la separación forzada entre los distintos puntos de vista metapsicológicos, continuaremos nuestra exposición con la relación existente entre este aparato de Memoria que estamos intentando vislumbrar y el punto de vista económico. Memoria desde el punto de vista económico. El punto de vista económico, es un intento de dar explicación desde una vertiente cuantitativa del aparato psíquico. El aparato psíquico se construye desde un momento en el cual la pulsión se enfrenta a la realidad. Este aparato está construido sobre una base pulsional, que lo antecede, y que dirigirá sus caminos futuros. Esta base pulsional, energética, es la que moviliza la vida sexual en la infancia; característica particular de la vida infantil no estudiada previo a Freud. Al preguntarse, en Tres ensayos de teoría sexual (1905) el por qué se ha descuidado tanto la vida sexual de la infancia en la ciencia, una de las respuestas que se da para aquello es el factor de la amnesia infantil. No caben dudas que en este punto se juega un factor de Memoria:

“En efecto, se nos informa que en esos años, de los que después no conservamos en la memoria sino unos jirones incomprensibles, reaccionábamos con vivacidad frente a las impresiones, sabíamos exteriorizar dolor y alegría de una manera humana, mostrábamos amor, celos y otras pasiones que nos agitaban entonces con violencia, y aun pronunciábamos frases que los adultos registraron como buenas pruebas de penetración y de una incipiente capacidad de juicio. Y una vez adultos, nada de eso sabemos por nosotros mismos. ¿Por qué nuestra memoria quedó tan retrasada respecto de nuestras otras actividades anímicas?”34

Interesante pregunta que esperamos dilucidar luego cuando se aborde el punto de vista dinámico y el problema de la represión. Interesa aquí discutir sobre el problema de la amnesia infantil en su forma, es decir, cómo el aparato es entendido como un aparato de Memoria en donde se pone en tensión entre el recuerdo y el olvido. El qué de la pulsión sexual tiene efectos sobre la Memoria. Podemos pensar, tal como Nietzche lo había dilucidado algunos años antes, que la Memoria se establece como la tensión construida entre el olvidar y el recordar. Debemos advertir que la noción de olvido aquí no debe ser leída como una ausencia o una falta de información (vertiente cognitiva), ya que ésta sería solo una “de las caracterizaciones del olvido, [esta], la de privación de ser recorre buena parte de la historia del pensamiento occidental. En dicha caracterización, el olvido sería la ausencia, la falta, la inexistencia de algo que se le opone: la memoria como caudal

34

Freud, Sigmund. Tres ensayos de teoría sexual [1905]. Obras Completas; Vol. 7. Amorrortu, Bs. As. 1998. pp. 158

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que recoge las experiencias. Sin embargo, esta ausencia, esta herida del ser de la memoria aparece como necesaria para la vida, y para la constitución del sí mismo”35. Debemos rescatar una noción de olvido necesaria para construcción del aparato psíquico, de la temporalidad y de la Memoria. Anteriormente, he planteado la necesidad de distinguir la Memoria que se plasma en los dos sistemas distintos planteados por Freud. Así, hemos visto que un recuerdo tiene un valor distinto tanto para la Conciencia, como para lo Inconciente. Para entender la separación tópica realizada por Freud en dos sistemas distintos, debemos quizás remontarnos al Proyecto de psicología para neurólogos (1895), y en particular a la noción energética de las barreras-contacto, teoría que es la principal al momento de entender energéticamente la Memoria, pues ella es una aplicación de esta teoría. La idea mencionada en el apartado anterior, de dos sistemas de neuronas distintos nace acá, sin embargo el hecho que nos cautiva, es el componente energético, o económico de esta teorización. Así Freud realiza una oposición entre la Memoria y la durchlässen, mencionando que la memoria como una propiedad rectora del tejido nervioso “es la aptitud (que tiene éste) para ser alterado duraderamente por un proceso único, lo cual ofrece llamativa oposición con la conducta de una materia que deja pasar {durchlässen} un movimiento de onda, tras lo cual regresa a su estado anterior”. 36 Las cantidades de energía, excitan cierto tipo de neuronas y consigue pasarlas, pero en otro tipo de neuronas quedaría retenida, modificándolas y así surgiendo la Memoria. En el proyecto existirán neuronas pasaderas, y otras neuronas no-pasaderas; donde las primeras no retienen nada y sirven a la percepción (neuronas φ), en cambio las segundas que presentan resistencia y retienen Qή son las que portan la Memoria y los procesos psíquicos. Este segundo sistema Freud lo llamará ψ. Agregará que “como la experiencia psicológica muestra que existe un aprender-sobre con base en la memoria, esta alteración tiene que consistir en que las barreras- contacto se vuelvan más susceptibles de conducción, menos impasaderas, y por ende más semejantes a las del sistema φ”37. Podremos pensar de esta manera, que Freud define así a la Memoria (no a la huella mnémica) como la diferencia entre facilitaciones y resistencias entre huellas mnémicas. “La memoria está constituida por los distingos dentro de las facilitaciones entre las neuronas ψ”38. La Memoria no funciona como una simple huella sino que como un sistema de oposiciones ente huellas mnémicas. Pero, ¿cuál es la relación que tiene esto, con la Memoria? La relación entre huella mnémica y Memoria es evidente, mas ¿de qué se está hablando en este Proyecto? El conjunto de neuronas no-pasaderas, no será directamente traducido en una huella o un conjunto de éstas; pensamos que tendría una relación más concordante con la noción de representación. Habría conjuntos de representaciones más facilitadas que otras. Y lo que hace que una huella mnémica se transforme en una representación es la carga afectiva con que esta se inviste, su investidura libidinal. Se necesita introducir acá el concepto de representación, para realizar el distingo entre las representaciones-cosa y las representaciones-palabra, puesto que éstas nos pudiesen dar luces sobre el funcionamiento del aparato como una Memoria desde el punto de vista

35 Cragnolini, Mónica. Memoria y olvido. Los avatares de la identidad en el entre. Escritos de Filosofía, Academia nacional de Ciencias, Buenos Aires, Nros 37-38, enero-dic. 2000, pp. 107-113 36

Freud, Sigmund. Proyecto de psicología [1895]. Obras Completas, Vol. 1. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp. 343. 37 Ibid. pp. 344 38

Ibid. Pp. 345

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económico. Al realizar el análisis de la existencia de los sentimientos inconcientes, Freud realiza una importante separación entre una representación y un afecto diciendo que “toda la diferencia estriba en que las representaciones son investiduras – en el fondo, de huellas mnémicas -, mientras que los afectos y sentimientos corresponden a procesos de descarga cuyas exteriorizaciones últimas se perciben como sensaciones”39. Estas huellas mnémicas de carácter inconciente, son investidas por montos libidinales, y así se generan las representaciones-cosa. La representación-cosa, que es la representación más originaria y genuina, se mantiene dentro del sistema inconciente, a la espera de que se sobreinvista mediante enlace con una representación-palabra, y así dar nacimiento al sistema Prcc. Ahora bien, “la representación no aprehendida en palabras, o el acto psíquico no sobreinvestido, se quedan entonces atrás, en el interior del Icc, como algo reprimido”40. Será esta representación, la que generará la tensión entre recuerdo y olvido, haciéndose necesario este olvido para poder vivir. Recordemos que el olvido no existe en el inconciente; de ahí la necesidad que aquellas representaciones-cosa que permanecen generando efectos en la superficie, se necesite de poder recordarlas, de poder ligarlas, para que la energía en ellas se libere y así pueda favorecerse el olvido. Ahora bien, para seguir entendiendo el aparato como un aparato de Memoria, nos debemos preguntar por cuáles son las energías que están detrás de este proceso y que lo guían. En primer lugar debemos pensar en la pulsión, y pensarla en un primer momento como aquel “concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático, como el representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma”41; una pulsión que empuja, que lleva a desarrollar el aparato. Es el ímpetu el que genera la Memoria; la pulsión es lo que mueve al ser humano. Ahora bien, en un primer momento, Freud conceptualiza que somos movidos por la cancelación de la necesidad mediante la satisfacción de ella. Así mediante las pulsiones podremos distinguir el adentro de lo de afuera, porque el aparato cuando es exigido por la pulsión y mediante una acción específica logra eludir el estímulo, entonces es afuera, todo aquello ineludible por la huída será adentro. Dos conceptos centrales derivados de aquello, y que son parte importante para esclarecer el problema de la Memoria son el principio de constancia, y el concepto del tiempo. El aparato, “es una aparato que, de ser posible, querría conservarse exento de todo estímulo”42, concepto que es ligado en esta oportunidad al principio del placer, en donde la actividad psíquica estará regulada de manera automática por sensaciones de placer-displacer. El aparato volverá una y otra vez a aquellas experiencias que generaron placer, y que estaban directamente relacionadas con la disminución (la calma) de la excitación, la satisfacción de la necesidad. En este aparato, la pulsión, mediante la libido irá a investir aquellas representaciones otorgaron placer. No obstante, la comprensión de esta lógica se relativiza con la introducción del Principio de Nirvana (y su relación con el Principio de constancia) en el Más allá del Principio del Placer, puesto que la pregunta esencial de aquel escrito es cómo compatibilizar la idea de que hay dos clases de pulsiones teleológicamente distintas (de vida y de muerte) regidas por un solo principio. Hasta ese momento se guardaba Memoria de lo displacentero debido a que a estas representaciones displacenteras se le asociaban huellas mnémicas de satisfacción. Sin la

39 Freud, Sigmund. Lo Inconciente [1915]. Obras Completas, Vol. 14. Amorrortu, Bs. As. pp. 174. 40

Íbid. pp. 198. 41 Freud, Sigmund. Pulsión y destinos de pulsión [1915]. Obras Completas, Vol. 14. Amorrortu, Bs. As. pp. 117. 42

Ibid. pp. 115.

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pretensión de querer zanjar definitivamente este embrollo pulsional, se quiere entender por qué el aparato seguiría siendo de Memoria en un sentido económico. Precisamente es el mismo Freud quien nos da una clave para poder resolver esta parte del enigma, ya que en el Más allá del principio del placer escribe que “una pulsión sería entonces un esfuerzo, inherente a lo orgánico vivo, de reproducción de un estado anterior que lo debió resignar bajo el influjo de fuerzas perturbadoras externas”. El hecho observado de la compulsión a la repetición da base al argumento de que toda pulsión empuja, y empuja hacia ese estado anterior, que se imprimió en el aparato de Memoria, y que debió ser resignado. Este aparato se construyó para apartar las cantidades de estímulo del exterior y del interior mediante la descarga, y la manera como se conecta lo interno con lo externo es a través de huellas mnémicas. Asimismo, es posible inferir, en conjunto con Freud, que la pulsión misma es una Memoria, ya que ellas son las que han llevado al progreso del sistema nervioso del humano, ya que “al menos en parte, son decantaciones de la acción de estímulos exteriores que en el curso de la filogénesis influyeron sobre la sustancia viva, modificándola”43. La pulsión pudiese ser traducida como una Memoria filogenética, que porta en sí misma tareas tan disímiles como la del reproducirnos y mantenernos como especie, y la del de-vivir, es decir cumplir con el circuito de vida-muerte de nuestra especie. Así, el hecho de entendernos como organismos con mayor Memoria, o sea, que conservan más, permite vislumbrarnos como organismos que pueden vivir más. Por otra parte, el concepto del tiempo abstracto, objetivo, galileano, captado por el sistema P-Cc, podría relacionarse directamente con el modo de inervarse el aparato. Éste, trabaja de manera discontinua, tomando pequeñas muestras del exterior, como con pequeñas antenas que se extienden y salen al encuentro del mundo exterior, “que son enviadas y vueltas a recoger en golpes periódicos y rápidos”44. Si bien la representación de este tiempo abstracto guarda directa relación con el sistema P-Cc, incluso podríamos decir que con el Yo, se hace necesario para poder comprender la función del aparato como un aparato de Memoria, puesto que ello genera tensión con la temporalidad propia del aparato, que sería la atemporalidad de los procesos psíquicos inconcientes. La Memoria es tensión, es cruce de fuerzas.

Memoria desde el punto de vista dinámico. Llegamos así finalmente al último punto de vista, el dinámico. Antes quisiera recordar que este ejercicio teórico ha intentado seguir los pasos freudianos de la metapsicología, es decir “conseguir describir un proceso psíquico en sus aspectos dinámicos, tópicos y económicos”45. El trabajo que se ha realizado hasta el momento ha intentado hacer una separación un tanto forzosa de estos tres puntos de vista, tarea que no es fácil, puesto que en algunos momentos se ha debido abordar con las lógicas de los otros puntos de vista algún tema. Por este motivo, quizás lo que se abordará con esta parte dinámica quizás son hechos ya mencionados, pero el

43 Íbid. pp. 116. 44

Freud, Sigmund. Nota sobre la ‘pizarra mágica’ (1925). Obras Completas, Vol. 19. Amorrortu, Bs. As. [1998] pp. 247. 45

Freud, Sigmund. Lo Inconciente [1915]. Obras Completas, Vol. 14. Amorrortu, Bs. As. pp. 178.

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intento (al modo del proceso secundario) será por ligar lo anteriormente expuesto desde una óptica dinámica. Nos habíamos planteado que Freud mencionaba que el aparato repetía. ¿Por qué repite el aparato? Nuestra primera repuesta frente a esta pregunta fue que lo hace porque la pulsión tiene una función regresiva. Ahora bien, queremos explicitar acá que el aparato cuando repite está haciendo otra tarea. Esta tarea es la de ligar, que es la base del proceso secundario. Cuando el aparato se ve invadido de los estímulos externos, y ellos sobrepasan la barrera anti-estímulo que el mismo aparato posee, este aparato necesita de contrainvestir esta huella que pudiésemos llamar traumática. Ligamos porque tenemos Yo. Con la entrada en juego del complejo de Edipo en un determinado momento del desarrollo “el Yo del niño se encuentra, pues al servicio de una poderosa exigencia pulsional que está habituado a satisfacer, y es de pronto aterrorizado por un vivencia que le enseña a que proseguir con esa satisfacción le traería por resultado un peligro real-objetivo difícil de soportar”46. Emerge la necesidad de la defensa, como aquello que contrainviste. En el trabajo metapsicológico sobre La represión (1915), Freud teoriza una defensa primaria, la represión primaria, que sería la represión del complejo de Edipo como la finalización de un proceso. La represión primaria es fundamentalmente contrainvestidura. El aparato de Memoria entonces funcionará también basado en una defensa primaria donde el aparato psíquico debe huir de las huellas mnémicas incorporadas desde la realidad y que desprenden displacer o dolor. La esencia de la represión “consiste en rechazar algo de la conciencia y mantenerlo alejado de ella”47, y este trabajo será ejecutado por el Yo, quien deberá ir haciendo el ejercicio de contrainvestir con el lenguaje, de sustituir las cosas por las palabras, ya que su vida dependerá absolutamente de aquello. En este juego defensivo se pone de manifiesto que la capacidad que nuestro aparato tiene para recordar está influenciada porque este es un aparato de Memoria que posee ciertas defensas. Cuando estas defensas fracasan, es decir cuando se produce un retorno de lo reprimido, esto reprimido de todas formas no llega como el recuerdo que facilita la ligazón y el olvido, sino que como retoños que no son posibles de discernir como recuerdos propiamente tales. El trabajo analítico tiene como meta en términos dinámicos “vencer las resistencias de represión”48, es decir lograr el recuerdo.

El yo será en un primer momento un sistema capaz de retener las asociaciones entre huellas mnémicas placenteras, pero también existirán huellas de la realidad, pues hay una necesidad por la realidad. El hecho de la existencia de la realidad privilegia el desarrollo de cierta función psíquica, la conciencia. Si no hubiera realidad no habría conciencia. Según la teoría de la evolución, el ser humano necesita de tener una representación más o menos objetiva de la realidad, le guste o no esa realidad. Como la percepción está copada, la conciencia surge en el pensamiento freudiano como una cualidad o función necesaria. Y de la conciencia lo relevante para la supervivencia de la especie es la atención, que se erige como una función ligada a la conciencia que se relaciona directamente con un ejercicio activo de ésta, con darle una dirección

46 Freud, Sigmund. La escición del Yo en el proceso defensivo [1938]. Obras Completas, Vol. 23. Amorrortu, Bs. As. (2006) pp. 275 47

Freud, Sigmund. La represión [1915]. Obras Completas, Vol. 14. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp. 142. 48 Freud, Sigmund. Recordar, repetir y reelaborar. [1914]. Obras Completas, Vol. 12. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp. 150

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a ella49. Dirección que por lo demás podríamos mencionar que ya está influenciada por las huellas previas, por la historia de la huellas ya inscriptas en el aparato de Memoria. Según la Teoría evolutiva entonces los seres necesitan de esta adaptación de su aparato, como un aparato de Memoria para sobrevivir. Los organismos inferiores que no generaron la capacidad de la atención no sobrevivieron. Los organismos superiores, dentro de los cuales nos contamos los seres humanos, desarrollaron la atención, pero en desmedro de la reproducción, en comparación con los organismos anteriormente mencionados. Damos una connotación biológica al aparato psíquico, y desde esta surge una nueva lectura para la Memoria, definida como la capacidad de conocimiento de la realidad: En el conocimiento de la realidad se elige un determinado camino para la descarga, ésta se suspende, y se la conduce por vías que entregan conocimientos nuevos. Como se mencionó previamente una investidura está ligada en donde se facilitan recorridos que prevalecen frente a otros. El conocimiento de la realidad, y por ende la Memoria, significa ir estableciendo un orden en el mundo, un orden que sigue ciertas secuencias de las representaciones. El conocer es no hacerle caso a la descarga inmediata, es suspender la descarga, y esto se logra a través del pensar. El pensar implica la noción de un aparato psíquico como un aparato de Memoria, puesto que pensar es dirigir la atención al orden temporal con el que se presentan las cosas que están en el mundo. La Memoria entonces puede ser vista no como la atención a la huella misma, sino como la atención a la relación generada entre esas huellas. El aparato así, al suspender la descarga motriz inmediata mediante el pensar, se permite ir generando las ya mencionadas representaciones, y la circulación entre ellas. Esta acción específica que se cumple con menor descarga, es la que nos permite también en conjunción con la creación de la temporalidad, la posibilidad de la acción del recuerdo.

49 Freud, Sigmund. Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico [1911]. Obras Completas. Amorrortu, Bs. As. (1998) pp.217-231

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