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Obra de Miguel Ángel Pacheco

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Miguel ngel Quesada Pacheco

Miguel ngel Quesada PachecoLa fontica del espaol americano en pugna: dialectos radicales y conservadores en lucha por la supremaca

1. IntroduccinComo consecuencia de la internacionalizacin y de la facilidad en las comunicaciones de hoy telecomunicaciones, movilidad social, movimientos migratorios, y otros, el espaol americano, el cual tradicionalmente se ha dividido en dos zonas fonticas condicionadas por factores fsico-geogrficos, conocidas como tierras altas y tierras bajas (tierras interiores y tierras costeras) o bien, como dialectos conservadores y dialectos radicales, est sufriendo una serie de cambios en los patrones fonticos que definan tales zonas, cuyo futuro nadie puede todava deslindar con nitidez, dado el carcter relativamente reciente del fenmeno. Triunfar la aspiracin de la /s/? Se debilitarn las vocales tonas en todo el continente? Llegar a dominar la /n/ velar o terminar por nasalizar las vocales del entorno?Con la presente comunicacin no quiero pasar por alto el riesgo que supone integrar a la Amrica hispana en un solo contenedor, como si fuera una entidad monocultural. En palabras de D. Jones:

Amrica Latina constituye un sistema social, poltico, econmico y cultural variado y complejo, compuesto por unidades territoriales tambin diversas. Por ello, cualquier intento de generalizacin y globalizacin resulta muchas veces de una enorme arbitrariedad. Amrica Latina existe ms como proyecto que como realidad, y las enormes diferencias de todo orden que separan a unos pases de otros han dificultado desde antiguo cualquier intento unificador, ya sea en el terreno poltico, en el econmico o en el cultural. (D. Jones 2001, en http://www.innovarium.com/Investigacion/ComAmlatina.htm).

Por el momento no hay una tendencia clara y segura, pero los cambios se notan en el habla de muchos hispanohablantes, los cuales cada vez ms tienen acceso al espaol hablado por habitantes de otras zonas del continente.

2. Esbozo histricoLa historia del reconocimiento de dos macrozonas dialectales dentro del nivel fontico del espaol de Amrica tiene su historia, y va en estrecha unin con la teora andalucista del espaol del Nuevo Mundo. De esta manera, desde haca siglos se haban odo opiniones segn las cuales el espaol de Amrica manifestaba cierto influjo o parecido andaluz1. Sin embargo, nadie se lo haba planteado en trminos histrico-lingsticos, hasta que, en 1920, M. L. Wagner publica un artculo en donde, en primer lugar, refuta la temida idea de la desmembracin del castellano de Amrica en diversas lenguas nacionales. En segundo lugar, rebate la teora sustratista afirmando, entre otras cosas, que las divergencias fonticas son comunes a toda Amrica o a grandes regiones, y que, por consiguiente, no pueden ser producto de tal o cual sustrato indgena. En tercer lugar, afirma que los primeros pobladores de Amrica eran en su mayor parte andaluces, con lo cual inicia la polmica sobre el andalucismo del espaol de Amrica:

No hay duda de que hubo un poblamiento espaol predominantemente meridional durante los dos primeros siglos de la Conquista. (Wagner 1920: 294; la traduccin es ma).

Wagner no slo apunta una influencia andaluza en el espaol ultramarino, sino que tambin seala una diferencia lingstica entre las tierras del interior y las costeras, las ltimas con mayor acento andaluz. Al respecto acota:

Observando detenidamente, notamos que los pases y regiones con carcter lingstico meridional espaol son las regiones pobladas primero y ms persistentemente. En primer lugar las Antillas... luego la costa atlntica de Mxico, Colombia, Venezuela... en Argentina igualmente en la costa... Son diferentes, empero, las condiciones de poblamiento en el interior de Mxico, Amrica Central, Venezuela, Colombia, Per, Ecuador y Bolivia, donde el espaol se introdujo lentamente. (Wagner 1920: 295; la traduccin es ma).

Con la afirmacin anterior se registra la primera divisin del espaol de Amrica en tierras altas y bajas, causada por el influjo andaluz.

Contemporneamente a Wagner, y sin conocer su artculo, el dominicano Pedro Henrquez Urea refutaba la teora andalucista, la cual calificaba de, segn l:

tal andalucismo, donde existe es sobre todo en las tierras bajas, puede estimarse como desarrollo paralelo y no necesariamente como influencia del Sur de Espaa. (Henrquez Urea 1921: 359).

Como se sabe, Henrquez Urea estaba motivado por un profundo nacionalismo de corte americanista, el cual no le permita ver influjos de otras partes, sino explicarse el desarrollo del espaol de Amrica como paralelo al desarrollo del espaol peninsular y, por lo tanto, lejano a influjos tan directos.En 1924, el clebre fillogo espaol Ramn Menndez Pidal afirmaba que:

El grueso de las primeras migraciones sali del Sur del reino de Castilla, es decir de Andaluca, de Extremadura y de Canarias, por lo cual la lengua popular hispanoamericana es una prolongacin de los dialectos espaoles meridionales. (cit. por Wagner 1927: 26).

Con lo cual Menndez Pidal se une a los partidarios de la teora andalucista, la cual va a desarrollar con ms datos aos despus (Menndez Pidal 1962). Habiendo conocido el artculo de Wagner (1920), el pensador dominicano Henrquez Urea publica un articulito con el ttulo de El supuesto andalucismo del espaol de Amrica (1925), donde refuta las ideas wagnerianas, y en 1931 da a conocer un estudio sobre el origen de los primeros pobladores de Amrica, en donde llega a demostrar que, de 2 774 pobladores, solamente 688 eran andaluces; el resto provena de otras provincias espaolas, entre las que destacaban los castellanos con 721 pobladores (Henrquez Urea 1931: 120-148). Fue tal el impacto que causaron sus estudios, que el mismo Wagner se retracta y acepta las conclusiones del fillogo dominicano, diciendo:

non sappiamo se le condizioni fonetiche dell'andaluso furono le stesse di oggi gi al tempo della conquista. Sar dunque prudente di non avventurarsi in vaghe ipotesi, tanto pi che non siamo ancora sufficientemente informati sulle condizioni fonetiche di tutte le regioni spagnole e americane e non ancora possibile delimitare esattamente le zone di estensione di questo o quel fenomeno. (Wagner 1949: 81).

A partir de la segunda mitad del siglo XX, el lingista canadiense Peter Boyd-Bowman da a conocer sus estudios de carcter geobiogrfico, en donde muestra un alto porcentaje de andaluces en la conquista americana: de 54 881 pasajeros a Indias entre 1493 y 1600, 20 229, o sea, 37 % del total, procedan de Andaluca (Quesada Pacheco 1988a: 135). Boyd-Bowman no slo determina el alto porcentaje de andaluces, sino tambin hace resaltar el papel preponderante de la ciudad de Sevilla durante esos siglos, lo cual lo lleva a sugerir la teora segn la cual Sevilla domin, comercial y lingsticamente, el imperio martimo trasatlntico espaol (Boyd-Bowman 1976: 585-586). Aos ms tarde, el mencionado lingista (1975) descubre indicios de seseo y otras particularidades andaluzas en cartas escritas por pobladores americanos durante el siglo XVI.Por su parte, Diego Cataln (1956 y 1958) introduce el concepto de espaol atlntico; rebate los desarrollos paralelos y demuestra que el seseo y el ceceo parten del cezeo (confusin de sonoras y sordas) y despus vino el yesmo. Los rasgos andaluces fueron llevados gradualmente, en ondas, de manera que se puede hablar de un puente de madera entre Sevilla y Amrica.

El citado fillogo espaol Ramn Menndez Pidal (1962) desarrolla las teoras planteadas por Boyd-Bowman y Cataln, al afirmar que el influjo andaluz continu sintindose durante toda la Colonia, particularmente en las costas, mientras que las regiones interiores mantuvieron un andalucismo ms tenue. Segn Menndez Pidal (1962: 164-165):

Al comienzo toda Amrica hubo de recibir en la primera mitad del siglo XVI una lengua comn de tipo castellano, con clara articulacin de las finales, con ll, y, por supuesto, con la -d- intervoclica mantenida. No obstante, ya deba de prevalecer, como muy difundido, el ceceo entonces tan de moda, que muy pronto lleg a ser general a todas las regiones americanas... Este tipo de lengua, castellana con un sello andaluz poco profundo... se conserva slo en las tierras de menos comercio y de escaso desarrollo social en los siglos XVI y XVII...Un tipo opuesto debi de producirse desde muy temprano. Se caracteriza por un andalucismo ms recargado y dialectal, en que la s de final de palabra o de slaba se aspira, la -r y la -l implosivas se relajan tendiendo a confundirse, en que la aspiracin de la j tiende a hacerse ms dbil, casi imperceptible, y la -d- intervoclica a debilitarse tanto que se pierde abundantemente. Este tipo ms andaluzado obedece a un influjo ms persistente de Sevilla, ejercido sobre las comarcas de vida principalmente mercantil.

Para el conocido fillogo espaol Rafael Lapesa (1964), si se quiere demostrar el andalucismo en Amrica habr que determinar las fechas de los fenmenos en cuestin, el ndice de pobladores peninsulares y diversos factores socioculturales para determinar si hay o no andalucismo. De esta manera, Lapesa se dio a la tarea investigativa en manuscritos medievales y llega a demostrar que los fenmenos andaluces se daban antes del siglo XVI (Lapesa 1980: 370-390). Si bien Lapesa es en gran medida partidario de la teora andalucista, considera que el andalucismo es uno de los diversos elementos que entran en la formacin del espaol americano.La discusin sobre el andalucismo del espaol americano ha continuado hasta nuestros das, siendo aceptada por unos (los andalucistas) y rebatida por otros (los antiandalucistas), sin que se hayan puesto totalmente de acuerdo en determinar si los rasgos fonticos que unen a Andaluca con Amrica son simples desarrollos paralelos o bien influjo de Andaluca sobre Amrica (cfr. Moreno de Alba 1993: 44). Sin embargo, para J. Frago no hay duda de la importancia andaluza en la conformacin de Amrica, tal como l mismo la describe (Frago 1994: 189).

3. Dialectos radicales y dialectos conservadoresDe la discusin anterior se infiere que el espaol americano muestra, a grandes rasgos, dos tendencias fonticas dialectales condicionadas geogrficamente, es decir, tienen estrecha relacin con su posicin fsico-geogrfica en el mapa topogrfico del continente. Se trata, a mi juicio, de la siguiente lista de rasgos fonticos que marcan la distincin sealada y estn en pugna por sobrevivir o imponerse:

1. El debilitamiento de las vocales tonas, conocido como vocales caedizas2. La aspiracin de /s/ implosiva o en posicin posnuclear3. La velarizacin de /n/4. La confusin de consonantes lquidas /l/ y /\/5. El debilitamiento total de /d/6. La asibilacin de vibrantes7. El fonema fricativo velar sordo /x/8. El fonema africado palatal sordo /tS/9. El yesmo10. El z}esmo porteo

3.1. El debilitamiento de las vocales tonas, conocido como vocales caedizasSe trata de un grupo de dialectos que relajan las vocales tonas pero se mantienen relativamente firmes en cuanto a las consonantes. As, en varias zonas del continente americano, como son la altiplanicie de Mxico, el Valle Central de Costa Rica, Colombia, las zonas altas del Ecuador, Per, Bolivia y Santiago del Estero en Argentina, se da un fenmeno segn el cual las vocales tonas tienden a debilitarse y hasta perderse, particularmente en contacto con dentales y en posicin final (Lope Blanch 1983: 57-77; Canfield 1988: 40; Moreno de Alba 1994: 40; Quilis 1993: 170; Quesada Pacheco 1996a: 539-541; Vaquero 1996: 13-16). Este fenmeno, caracterstico de las regiones interiores, donde no hay aspiracin de /s/, y conocido como vocales caedizas, trae consigo dos consecuencias para el sistema fontico del castellano:

a) produccin de homonimias: as, en posicin final, por ejemplo, [dose] podra interpretarse como dos o doce, [trese] puede ser tres o trece, [sala] puede ser sal o sala (cfr. Quesada Pacheco 1996a: 539-541);b) surgimiento de grupos consonnticos desconocidos en espaol: oficina -> [of'sina], pues -> [ps], dientes -> ['djents], secaron -> ['ska\on], sucres -> ['suk\s].

3.2. La aspiracin de /s/ implosiva o en posicin posnuclearEl fonema /s/ manifiesta una complejidad de comportamientos que dependen de su posicin en la slaba y que van desde alternancias polimrficas (o de variacin libre) hasta variantes condicionadas. En trminos globales y de acuerdo con su distribucin geogrfica, se le pueden registrar, por ahora, los dos siguientes alfonos:

[s] fricativa alveolar predorsal sorda. Se da, tanto en posicin prenuclear como posnuclear, en casi todo Mxico, zonas interiores de Guatemala, Costa Rica (Valle Central), Colombia (regiones interiores), Venezuela (zonas andinas), Ecuador (sierra), Per (interior) y Bolivia (occidente y sur): ['kasa] casa, ['maso] mazo; [h] fricativa glotal sorda. Conocida tambin como aspiracin, ocurre en posicin posnuclear y final en partes costeras de Mxico (ms una zona en el norte de Nuevo Len y otra en el centro del estado de Sonora)2, en Las Antillas, zonas costeras de Guatemala, en El Salvador, Honduras, Nicaragua, zonas noroeste y sur de Costa Rica, Panam, zonas costeras de Colombia, Venezuela, costas de Ecuador, Per, en el oriente y el norte de Bolivia, en Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile: [lah'kosah] las cosas, ['esohpeh'kaoh] esos pescados.

Normalmente, en las zonas donde hay aspiracin hay elisin: [ma'\iko] mariscos, ['kasa] casas; pero dicha elisin nunca trae problemas de homonimia respecto del singular, ya que hay otros elementos del discurso (artculos, los tiempos verbales, el contexto, etc.), que logran evitarla.En cuanto a los ndices de aspiracin, Moreno de Alba (1994: 97) afirma que, en las zonas relajadoras mexicanas, Este fenmeno se da, con certeza, debido a que la Ciudad de Mxico, que es el centro irradiador del pas, no aspira /s/.En lo pertinente a Amrica Central, J. Lipski (1994: 291) observa que los nicaragenses aspiran ms que los hondureos y los salvadoreos, con frecuencias comparables a los dialectos del Caribe, y que en Honduras las zonas costeras tienden ms que las interiores a la aspiracin (Lipski 1987: 171-178). Lo contrario sucede en Costa Rica, donde la aspiracin se est tornando menos frecuente en la zona noroeste (Jan 1989), lo cual se explica por el influjo de la capital, San Jos, donde el alfono ms comn es [s] (J. A. Quesada Pacheco 1984 y 1988).En lo que respecta al Caribe insular, Vaquero (1996: 35) afirma que en las Antillas la aspiracin Referente a Amrica del Sur, la aspiracin parece estar en continuo aumento en las zonas interiores de Colombia y de Venezuela (Montes 1996: 138; lvarez et al. 1992: 38). Por el contrario, y al igual que en Mxico y Costa Rica, se nota, por influjo de Santaf de Bogot, un aumento en los ndices de pronunciacin plena de /s/ entre los jvenes de Cartagena (Lafford 1983: 70 - 73). En cuanto a la Argentina, Donni de Mirande (1992: 402) seala que la elisin de /s/ est ms difundida en los grupos socioeconmicos bajos, pero que es un fenmeno bien extendido en todo el pas.

3.3. La velarizacin de /n/De los fonemas nasales que tiene el espaol, el alveolar /n/ es el que presenta la mayor variedad de realizaciones, entre las que destacan por ahora los dos siguientes alfonos:

[N] nasal velar sonoro. Adems de darse ante consonante velar, como es la regla del castellano (Lyngstad Bentivegna 1994: 41; Quilis 1997: 55), figura en posicin posnuclear ante cualquier consonante y en posicin final, y se ha registrado en Mxico (costas), Antillas, Amrica Central, Colombia (costas), Venezuela, Ecuador (costa) y Per (costa): [paN] pan, [eN'toNses] entonces, ['poNgo] pongo. [n] nasal alveolar sonoro. Se realiza en las regiones americanas no mencionadas en las variedades anteriores: [pan] pan, [kan'sjon] cancin, ['ponen] ponen.

Es necesario acotar que la velarizacin de /n/ no figura de manera uniforme ni en los mismos entornos en todas las zonas del continente americano. Por ejemplo, en Panam y en las costas de Colombia se da slo en posicin final de palabra (cfr. Graell y Quilis 1991: 999; Becerra 1985: 147), mientras que en las Antillas y en Costa Rica hay contraste entre la nasal velar en posicin final o juntura interna, y la alveolar en posicin prenuclear o intervoclica, de manera que no es lo mismo decir [unasis'tente] una asistente que [uNasis'tente] un asistente (Quesada Pacheco 1996a: 553). En Per se registra ante cualquier consonante posnuclear (Vaquero 1996: 53). Por su parte, G. Salvador advierte sobre la tremenda expansin que est sufriendo la velarizacin en todo el mundo hispanohablante, cuyo factor no slo habr que explicarlo en la extensin dialectal o sociolectal del fenmeno en cuestin, sino tambin habr que verlo en la estructura fonolgica de la lengua castellana.

3.4. La confusin de consonantes lquidas /l/ y /r/En el espaol de las zonas costeras o bajas de Amrica las consonantes lquidas /l/ y /r/ presentan ciertos cambios en posicin posnuclear, y los ms generales son:

a) Vocalizacin: se trata de una pronunciacin deslizada anterior [i], registrada en la Repblica Dominicana (particularmente en la regin de Cibao) y, ocasionalmente, en Puerto Rico (Quilis 1993: 358-359): ['aite] arte, ['kwaito] cuarto, ['aito] alto. Al respecto, Zamora y Guitart (1988: 124) acotan que la vocalizacin No se da, por ejemplo, en posicin final de palabra, ni ante /i/ (en casos como firme), ni tampoco se aplica al artculo el, a las contracciones al, del ni a la preposicin por, cuando estos anteceden a una palabra que empieza por vocal. As, se puede decir [eiko'reo] el correo y [poiko'reo] por correo, pero no [*eia'BjoN] el avin ni [*poiaBjoN] por avin.b) Rotacismo: consiste en la realizacin de /l/ como una lquida vibrante sonora [r]: ['ku\pa] culpa, [delan'ta\] delantal, ['ka\ma] calma. Se registra en las Antillas, costas de Colombia, Venezuela, costas de Ecuador y Per, en Paraguay (zonas rurales) y en Chile. En Amrica Central se han registrado casos de rotacismo pero no de modo sistemtico, sino aislado, los cuales recuerdan que el fenmeno, al igual que en Argentina y probablemente en otras regiones del continente, fue otrora ms productivo (De Granda 1992: 686; Quesada Pacheco 1990: 46-49, y 1996a: 106; Fontanella de Weinberg 1992: 60 y 139).c) Lamdacismo: se trata de la pronunciacin de [l] como /\/: [ko'mel] comer, ['palte] parte. El fenmeno ocurre como contraparte al rotacismo y por lo tanto se da en las mismas regiones donde se practica ste.d) elisin: [ko'me] comer, ['bako] barco. Se da, segn Quilis (1993: 357) en Mxico (Oaxaca) las Antillas, Panam (poco frecuente), Colombia (costas), Venezuela, Ecuador (en las costas, pero es poco frecuente), Argentina (Santa Fe) y Chile (poco frecuente).

De acuerdo con Quilis (ubi supra), la elisin se da con diferentes frecuencias y segn ciertos entornos, a la vez que podra afectar el sonido contiguo, en cuyo caso se dan tres soluciones3:

a) alargamiento voclico: ['ba:ko] barco, ['ka:ta] carta, [a:to] alto;b) geminacin (o alargamiento consonntico): ['bak:o] barco, ['kat:a] carta, [ed:o'miNgo] el domingo, [e's:aBaDo] el sbado;c) alargamiento de vocal y consonante: ['a:t:o] alto, ['ka:t:a] carta.

3.5. Las oclusivas sonorasRespecto de las oclusivas intervoclicas, en casi todo el continente americano es notorio el debilitamiento de /b, d, g/, en particular /d/: [tSu'Basko - tSu'B=asko] chubasco, [t\a'B=axo - t\a'axo] trabajo [pe'laDo - pe'laD=o - pe'lao] pelado, [aVa'ra\ - aV=a'ra\] agarrar (Caravedo 1992: 725; Montes 1992: 529; Vaquero 1996: 26-29). Sin embargo, en Mxico, el Per (sierra y regin amaznica) y el Uruguay, que est en contacto con el portugus, se mantienen firmes las oclusivas sonoras y, contrario a lo que sucede en espaol estndar, en el espaol de Mxico (particularmente en Yucatn)4 , Amrica Central y zonas altas de Colombia, /b, d, g/ muestran una alta frecuencia como oclusivas despus de lquidas y diptongos: ['berde] verde, ['kalbo] calvo, ['deuda] deuda, [lai'dea] la idea, ['pulga] pulga, [a'ma\go] amargo; asimismo, en Argentina se mantiene firme /d/ intervoclica (Caravedo 1992: 734; Lipski 1994: 168; Lope Blanch 1996: 81; Moreno de Alba 1994: 67-73; Vaquero 1996: 28). Por el contrario, hay dialectos americanos, como en las Antillas, en que dichas consonantes se fricativizan donde se mantienen oclusivas en el espaol estndar, por ejemplo despus de pausa y tras nasal: ['amBos] ambos, [#'Dame] dame, [#Va'namos] ganamos! (Zamora y Guitart 1988: 102).En Costa Rica (Quesada Pacheco 1996a: 543-544), he notado que se pueden distinguir tres grados en la realizacin de las oclusivas sonoras, de modo que tenemos fricativizacin, aproximacin y elisin, dependiendo del esmero y de la rapidez con que el hablante se exprese. As, a mayor rapidez y menor esmero, tanto mayor es la frecuencia de las aproximantes y de la elisin. Algo similar podra estar ocurriendo en el espaol de otras regiones del Nuevo Mundo, en donde se da la fricativizacin de dichas consonantes. Sin embargo, en Costa Rica siempre se pronuncian oclusivas despus de /s/ posnuclear (Quesada Pacheco 1996a: 548):

[la'Base] la basepero se dice

[la'DitSa] la dichapero se dice

[la'Vanga] la gangapero se dice

[laz'bases] las bases

[laz'ditSas] las dichas

[lazgaNgas] las gangas

Lo mismo sucede en Guatemala y Panam, aunque en dichos pases tambin hay variacin libre de /s/ con realizaciones fricativas (Alvar 1990: 201-202; Graell y Quilis 1991: 998).En Chile las consonantes oclusivas velares /k/ y /g/ se realizan como prepalatales o palatales ante vocales anteriores: [no kje'\emoh 'yerah] no queremos guerras, ['yiso] guiso (Oroz 1966: 121).

3.6. La asibilacin de vibrantesLa asibilacin de vibrantes es un fenmeno que puede abarcar el fonema /r/, o el grupo /t\/, o bien los dos a la vez5. De esta manera, la fricativa prepalatal sonora, o asibilada [] (en casos como ['kao] carro, [pe'e\a] perrera, [ko'jendo] corriendo) se ha registrado con baja frecuencia en Mxico (altiplano), y con mucha frecuencia en Costa Rica (regin vallecentralea), Colombia (zona andina menos Bogot, donde est en retroceso), Venezuela (zona andina), Ecuador (sierra), Per (sierra y regin amaznica), Paraguay, Bolivia (zona andina), Argentina (zonas central y norte) y Chile; con menor frecuencia, y de manera espordica, se registra, ante pausa, en Mxico (altiplano), Cuba y Panam (Caravedo 1992: 734; Montes 1992: 527; Moreno de Alba 1994: 113; Quilis 1993: 347; De Granda 1994: 303; Vaquero 1996: 46-48; Quesada Pacheco 1996a: 556; Lope Blanch 1996: 82-83).En la secuencia /t\/, y en menor grado /d\/, ocurre una asibilacin africada y se realiza respectivamente como [t] o [d] en Guatemala (parte central), Costa Rica (zona vallecentralea), Colombia (zona andina), Venezuela (zona andina), Ecuador (sierra, pero tambin en la costa), Bolivia (zona andina) Paraguay y Chile (Bentivoglio y Sedano 1992: 780; Mendoza 1992: 441; Quilis 1992: 598; De Granda 1994: 304; Quesada Pacheco 1996b: 104).Ntese que, en el caso de /d\/, la asibilacin ocurre solo despus de pausa, nasal o lateral: [#'diase] rase, [an'des] Andrs, [el'dama] el drama; de manera que nunca se oye decir [*'made] madre6.

3.7. El fonema fricativo velar sordo /x/El fonema fricativo velar sordo /x/ presenta dos alfonos: uno velar poco estridente [x] y otro larngeo o farngeo [h]. El alfono velar ocurre en Mxico (salvo en el el sureste, en la pennsula de Yucatn, Tabasco, parte del estado de Veracruz, costas de Chiapas, Oaxaca y Guerero, y noroeste de Nayarit), Costa Rica, Colombia, Paraguay, Per y Bolivia, aunque en varias partes hay variacin libre, como en Ecuador (Alvar 1990: 162-163; Montes 1992: 528; Lipski 1994: 189, 280, 309, 320; Moreno de Alba 1994: 107; Quesada Pacheco 1996a: 549; Vaquero 1996: 44-45). El alfono larngeo o larngeo [h] es peculiar del resto del continente.En un estudio comparativo de la calidad fnica de /x/ en Hispanoamrica, Montes y Caldern (1991: 422) concluyen afirmando que:

una de las tipificaciones que diferencian marcadamente /x/ espaola de /x/ hispanoamericana radica en el mayor grado de intensidad de la primera frente a la nuestra, altamente dbil la colombiana, acentuadamente fuerte la ibrica y no su punto de articulacin que a veces es el mismo o con muy leves diferencias fonoarticulatorias.

Respecto de Mxico, Moreno de Alba (1994: 109) acota lo siguiente:

La /j/ mexicana no es slo ms suave que la espaola, sino que tambin se articula ms adelantada que sta, es decir que viene a ser una consonante no propiamente velar sino palatal.

Los datos anteriores son contundentes como para refutar la afirmacin de D'Introno et al. (1995: 313), segn los cuales

En los dialectos hispanoamericanos y en andaluz la velar /x/ no existe. En su lugar existe una consonante larngea fricativa /h/, que se realiza en la mayora de los casos como sorda [h].

Chile presenta una situacin particular. Al igual que las oclusivas velares /k, g/, el fonema /x/ presenta dos alfonos segn el entorno: una variante palatal y diptongada [x] ante las vocales anteriores [e, i], y [x] ante las dems vocales, como en ['xente] gente (Oroz 1966: 125; Quilis 1994: 254). En el sur de dicho pas, /x/ tiende a una aspiracin dbil (Araya 1968: 16, cit. por Lipski 1994: 201).En Costa Rica, al igual que sucede con los fonemas /b, d, g, s/, se nota una gradacin que va hacia el debilitamiento, desde la pronunciacin fricativa velar lenis, pasando por una aproximante, hasta llegar a la elisin (Quesada Pacheco 1996a: 551).

3.8. El fonema africado palatal sordo /tS/El fonema palatal africado sordo presenta en general dos alfonos en Amrica: uno africado [tS] y otro fricativo [S]. El primero se extiende por todo el continente; el ltimo presenta menor extensin geogrfica, y en algunas regiones como Mxico, en particular en el noroeste, incluida toda la pennsula de Baja California (segn Moreno de Alba 1994: 119), las Antillas y Chile, alternan ambos alfonos, aunque, por lo menos en las Antillas, la frecuencia del alfono fricativo [S] es muy baja (Lpez Morales 1992a: 69-70). Donde se nota una variacin condicionada geogrficamente es en Panam, pues en la capital se emplea [S] con mayor frecuencia, mientras que en el resto del pas alterna con su correspondiente africado (Graell y Quilis 1991: 998-999; Quilis 1994: 305)7.Alvarado de Ricord (1971: 94-95) seala que, para la poca cuando hizo su estudio fonolgico del espaol panameo, los nios y los adultos hasta los 25 aos o ms realizaban la africada palatal como fricativa, de manera que se podra afirma que la fricativizacin de [tS] surgi en Panam a mediados del siglo XX; por su lado, Lpez Morales (1992a: 72) reconoce que dicho fenmeno es relativamente reciente en Puerto Rico (San Juan), pues Navarro Toms no lo tom en cuenta en su estudio de 1927-1928. En la dcada de 1990 se han registrado incipientes brotes de [S] en hablantes jvenes de la zona noroeste de Costa Rica8; pero, por ser tan escasos, no permiten inferir que se trate de un proceso en marcha hacia la fricativizacin, aunque es digno de tomarse en cuenta, si se sigue de cerca el reciente desarrollo del fenmeno en otras partes del continente. En palabras de Lpez Morales (1992a: 71):

La fricativizacin del segmento /c}/ es, hasta el momento, el ltimo paso de un complejo proceso de debilitamiento fnico. El mismo arranca de la realizacin africada plena, o mejor de la adherente, y va pasando por una serie de etapas en las que el elemento fricativo va adquiriendo cada vez ms duracin hasta convertirse en constituyente nico de la realizacin.

Si bien Lpez Morales se refiere concretamente a Puerto Rico, la cita anterior se puede aplicar al resto de las hablas hispanoamericanas de las zonas bajas.

3.9. El yesmoEl fonema fricativo prepalatal sonoro /j/ es, en varias regiones de Amrica, producto de la fusin de dos fonemas: el fricativo palatal /j/ y el lateral palatal //, fenmeno clsicamente conocido como yesmo, y caracterizado por la prdida de oposicin fonolgica entre dichos fonemas. Salvo el Paraguay, el yesmo est presente en toda Amrica

a) totalmente: en Mxico, las Antillas, Amrica Central, Venezuela y Uruguay;b) parcialmente: en Colombia, Ecuador, Per, Bolivia, Chile y Argentina.

Por su parte, el lateral palatal // figura como fonema en el inventario fonolgico del espaol de todo el Paraguay, pero tambin se usa en zonas de Colombia (Andes Orientales menos Santaf de Bogot), Ecuador (Sierra), Per (zona andina), Bolivia (regin andina), Argentina (norte y noreste) y Chile (ciertas localidades del norte y centro). Sin embargo, la desaparicin de este fonema es reveladora y ha avanzado a pasos de gigante en Per y Chile (Fontanella de Weinberg 1992: 134; Montes 1996: 140; 226-227).

3.10. El z}esmo porteoEl fenmeno fontico conocido como z}esmo porteo consiste en el rehilamiento o fricativizacin del fonema /j/ y su consiguiente pronunciacin como sonido fricativo palatal sonoro [J] o sordo [S], el cual se da fundamentalmente en la zona del Ro de la Plata, en donde se toman Buenos Aires y Montevideo como centros irradiadores. Si bien el fenmeno es, en el espectro de variantes fonticas del espaol americano, de carcter ms bien local que intercontinental, me he permitido incluirlo en la presente lista de rasgos fonticos por la siguiente razn. Ya es comn or en boca de hispanohablantes reproducir el z}esmo porteo cuando quieren imitar a bonaerenses o uruguayos. Si bien se trata de una simple imitacin, con todas las caractersticas sociolgicas que ese fenmeno guarda, juzgo que no se debe desestimar la audicin del alfono dentro del contexto hispanoamericano, debido a la fuerza con que se estn difundiendo por todo el continente los programas televisivos oriundos de Argentina, no solo a travs de las radionovelas, sino tambin mediante el futbol y los elementos culturales que ste conlleva con su transmisin.

4. La globalizacin y la lenguaSegn Carvajal y Gordillo (2001, tomado de Zubira y Abello, 1997) la globalizacin es un proceso a travs del cual se intensifican los contactos internacionales, multiculturales y comerciales. Entre algunos rasgos del proceso de globalizacin estn:

a) la creciente movilidad de los individuos,b) la explosin de actores y circuitos internacionales,c) la crisis del modelo estatal dominante hasta los aos setenta,d) las dificultades de legitimidad del Estado-Nacin y la prdida de autonoma de los Estados nacionales,e) la explosin de reivindicaciones regionales y de culturas sojuzgadas,f) la bsqueda de formas de identidad supranacionales e infranacionales,g) el predominio de la massmediatizacin generalizada,h) la influencia de los medios electrnicos de comunicacin.

De acuerdo con Garca Canclini (1995, citado por Carvajal y Gordillo, ubi supra), especficamente en su dimensin cultural, el proceso de globalizacin ha conllevado a cuatro grandes transformaciones en Amrica Latina:

1. El predominio de las industrias electrnicas de comunicacin sobre las formas tradicionales de produccin y circulacin de la cultura, tanto de lite como popular.2. El incremento del consumo cultural privado y a domicilio (radio, disco, televisin, video, Internet) que desplaza el consumo de los equipamientos pblicos (teatros, cines, bibliotecas, casas de cultura y salas de conciertos).3. Disminucin del papel de las culturas locales, regionales y nacionales vinculadas a territorios e historias particulares, en beneficio del aumento de los mensajes generados y distribuidos a travs de los circuitos transnacionales.4. Redistribucin de responsabilidades entre Estado e iniciativa privada respecto a la produccin, financiamiento y difusin de los bienes culturales, que generan transformaciones en el contenido y los mensajes produciendo un cambio en los patrones de consumo masivo9.

Si bien los autores consultados no se refieren al aspecto lingstico, los factores de cambio aducidos por ellos inciden naturalmente en los procesos fonticos, al haber libre cambio entre los pases que son ms capaces econmicamente de exportar sus programas culturales. Se trata ms especficamente de dos pases o regiones representantes de dialectos conservadores, como son Mxico y Colombia, y dos con rasgos de dialectos radicales, como Venezuela y el Caribe insular.

Ahora bien, si se compara el proceso de intercambio cultural y lingstico en Amrica Latina con pocas anteriores, durante la Colonia se podra decir que el movimiento de influjo dialectal en el espaol de Amrica iba de las costas a las zonas interiores o altas del continente, cuando el comercio intercontinental se realizaba por va martima. Eran pocas en que el Caribe tena muchsima importancia en el trasiego, tanto oficial como de contrabando, de mercancas y de rasgos dialectales; pues, tal como afirma J. Tejera (1999: 191):

Cada ensenada de la costa caribea era escenario de la llegada de embarcaciones de las ms varias clases y calados que poblaban el Caribe con sus viajes furtivos. Pero no slo se comerciaba con mercaderas y con esclavos; los barcos de contrabando trasladaban pasajeros. As viaj el Obispo de Puerto Rico a Mxico en una oportunidad. No existen los registros de pasajeros que llevaban estas embarcaciones porque se exponan a severas sanciones por parte de Espaa, pero para las formaciones lingsticas este hecho es de suma importancia.

Como consecuencia de este trasiego de pasajeros, mercancas y rasgos lingsticos, empez a aparecer el yesmo10 y la confusin de las consonantes lquidas en las tierras altas.Con la independencia de Amrica y la formacin de los estados latinoamericanos se cambia el centro irradiador lingstico, el cual estaba concentrado en el Caribe y las costas del continente americano, con lo cual desaparece en cierto sentido la influencia de los dialectos costeros sobre los dialectos de las zonas altas, para dar paso a los diferentes ncleos dialectales nacionales, por lo general asociados con las capitales de cada naciente pas. Siguiendo a J. Tejera (1999: 192):

Durante esta poca, que comprende todo el siglo XIX, se intensificaron las diferencias lingsticas entre las regiones. Cada pas, incluyendo Cuba, crea su propia norma lingstica. Pero ya la norma lingstica no se establece entre las ciudades de la costa. Ahora las normas lingsticas son nacionales y se expanden desde las capitales y en algunos casos como en Colombia y en Mxico, se trata de ciudades que no pertenecen al mar Caribe puesto que son ciudades de tierra adentro.

En contraposicin a los siglos XIX y principios del siglo XX, la poca actual reviste gran importancia para el desarrollo del castellano del Nuevo Mundo porque estamos ante lo que se podra llamar una poca de contacto interdialectal, a travs de la cual se despliegan movimientos que van en una y otra direccin. Ya no es el Caribe frente a Tierra Firme, ni las zonas costeras frente a las interiores, ni las capitales de la jvenes naciones latinoamericanas frente al resto del pas, sino que se trata de una corriente de influjos continua y aparentemente asistemtica, promovida por la movilidad social, por los medios de difusin y por la relativa facilidad con que se puede viajar hoy en da dentro del continente americano. De esta manera, cualquier latinoamericano est en capacidad de or y bailar msica caribea, de ver programas televisivos y pelculas procedentes de Cuba, Mxico, Colombia, Venezuela, Argentina, etc., y captar una estacin de radio de una y otra parte no es cosa inaudita ni extraa. Y, en oposicin al perodo que va entre 1900 y 1950, calificado por Tejera (1999: 193) como de afianzamiento, desde la segunda mitad del siglo XIX se muestra un panorama en cierto sentido catico, en el cual cada capital fuerte est tratando implcitamente de imponer sus normas al resto de la poblacin americana. A todo esto se suman las tendencias culturales y comerciales de la globalizacin, con el consiguiente abaratamiento de mercancas y de los medios de difusin, la adquisicin relativamente fcil de programas radiofnicos y televisivos provenientes de diferentes partes del Nuevo Mundo.

Como factor cultural portador de rasgos fonticos estn las telenovelas en la actualidad. En esto hay que destacar que ms de un 50 % de los latinoamericanos entre 12 y 64 aos ve telenovelas producidas principalmente en Mxico, Colombia, Venezuela y Argentina (Infoesp 2000)11. En cuanto a las variables sociales incluidas en el estudio consultado, se afirma que el pblico ms asiduo son mujeres de estratos sociales bajos, lo cual, en mi opinin, es importante tener en mente a la hora de analizar el papel preponderante (por no decir dominante) de la mujer en la formacin de la familia en la sociedad latinoamericana, y la enorme suma de latinoamericanos que pertenece a la clase ms desposeda. Adems, y como dato revelador para el tema que nos ocupa, una gran parte de los latinoamericanos ven ms telenovelas provenientes de otros pases americanos que de su propia patria, segn se puede ver en la siguiente tabla12.Un fenmeno digno de tomar en cuenta es el contacto que los gigantes de los medios de produccin de comunicaciones tienen con empresas hispanohablantes en los Estados Unidos, de cuyas ciudades parten muchsimas de sus producciones, tales como telenovelas y pelculas. La importancia radica en que a la larga irn formando una especie de estandarizacin del espaol americano regido desde fuera de Amrica Latina, en donde, tal como expresa Daniel Mato (Universidad Central de Venezuela):

En esa ciudad estadounidense [es decir, Miami] ya se han producido unas nueve telenovelas tpicamente latinoamericanas y hay otras tres en camino, que se caracterizan por la aparicin de varios tipos de acento del idioma espaol, pues trabajan actores de distintas nacionalidades. (cit. por Crdova 2000, en http://www.lanic.utexas.edu/~sela/integra/integr35.htm#integra35anch8).

5. Resumen y conclusionesTal como queda sealado, en el continente americano existen dos macrogrupos dialectales. Por una parte, estn aquellos en que se mantienen las consonantes implosivas o en posicin posnuclear, pero que debilitan las vocales tonas, los cuales se encuentran generalmente en las partes altas o interiores del continente. Por otra parte, est el grupo de dialectos distribuidos en las regiones principalmente bajas o costeras, los cuales mantienen intactas las vocales pero muestran altos ndices de relajamiento de consonantes implosivas, principalmente /d, l, \, s, n/. Este debilitambiento en las consonantes implosivas o en posicin postnica es el principal responsable de los conocidos intercambios de las consonantes lquidas /l, \/, la aspiracin de /s/ y la velarizacin o nasalizacin de /n/.Las observaciones anteriores calzan muy bien con la propuesta de Zamora y Guitart (1988: 107-108), de subdividir los dialectos americanos en dialectos conservadores, los de las zonas altas, y dialectos radicales, los de las costas13. Desde la perspectiva histrica, una superdivisin as planteada llega a corroborar la observacin de Wagner (1920) acerca de la oposicin entre zonas altas y zonas bajas en Amrica, las cuales tenan que ver con la influencia mayor o menor del andaluz en el Nuevo Mundo. No obstante, el panorama americano est en continuo cambio, y hay zonas donde los fenmenos se pueden traslapar. As, la aspiracin de /s/, rasgo caracterizador de los dialectos radicales, est tomando fuerza en las zonas interiores de Colombia, Venezuela y la parte sur del continente; por el contrario, en Costa Rica est perdiendo terreno en la zona noroeste, regin caracterizada como parte del grupo de dialectos radicales. Por otro lado, en los ltimos aos se ha insistido en el carcter polimrfico o mejor dicho, polifnico de muchos dialectos americanos, donde hay convivencia de varios rasgos alofnicos, de manera que es difcil plantearse una diferenciacin sin matices, y cada vez parece menos plausible y sostenible hablar tajantemente de dialectos conservadores y dialectos radicales, al menos desde la perspectiva de la fonologa.Es difcil saber con certeza qu suceder en el futuro con la clsica divisin dialectal del espaol americano, si se mantendr o se borrar. Pero todo habla en favor de una pugna actual, en la cual los dialectos interiores marcan su pauta frente a los dialectos costeros a travs de los medios que ofrece la globalizacin. Estaremos enfrentndonos ante un nuevo y desconocido proceso de estandarizacin, esta vez relegada a todo el continente americano, y no a cada pas en particular? Lo que no est de ms hacer, es seguir detenidamente la pauta de los procesos que inciden en los cambios fonticos del rea, con el fin de establecer con relativa exactitud las consecuencias de lo que se podra catalogar como una nueva etapa en el desarrollo de la fontica del espaol de Amrica.

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Notas:

As, la frase del obispo Fernndez de Piedrahita (1676) acerca de los habitantes de Cartagena de Indias (cit. por Fontanella de Weinberg 1992: 32) es el primer testimonio que tenemos del espaol americano, en donde no slo se expresa que una regin de Amrica del Sur habla diferente, sino tambin que ese hablar tiene similitudes con el andaluz. En 1789, Fernando Borrero, un viajero por el Ro de la Plata (cit. por Fontanella de Weinberg 1992: 32) apunta, al igual que Piedrahita, al parecido entre el espaol de algunas regiones americanas y el de Andaluca. De una misma opinin era Antonio de Alcedo (1786-1789), el cual, en su libro sobre las Indias Occidentales, hace un V tomo con vocabulario americano, parte del cual, segn l, era originario de Andaluca (Quesada Pacheco 2000: 21). Siguiendo los datos del Atlas Lingstico de Mxico, Moreno de Alba (1994: 97) seala como zonas de debilitamiento frecuente de /s/ implosiva casi la totalidad del estado de Campeche, todo el estado de Tabasco, el sur de Veracruz, casi toda la costa chiapaneca, los litorales sur y norte de Oaxaca as como una pequea zona del mismo estado colindante con Tabasco, buena parte de la costa de Guerrero, del norte de Nayarit y sur de Sinaloa, as como una pequea zona costera en el centro de la pennsula de Baja California. Hay que aadir dos zonas relajadoras interiores: una, no muy extensa, en el norte de Nuevo Len y otra, un poco mayor, en el centro del estado de Sonora. En Paraguay y en el noroeste de Argentina se elide la marca de infinitivo (Fontanella de Weinberg 1992: 139): [do\'mi] dormir, pero en las zonas rurales de Costa Rica (Valle Central), dicha marca slo se elide ante los pronombres enclticos me, se, nos, los: [po'neme] ponerme, [ko'mese] comerse, con lo cual a veces se producen homonimias: [pae'Valo] puede ser para regalo o para regarlo. El fenmeno, empero, es combatido por el sistema escolar y los medios de difusin, y se usa como elemento estereotipador del campesino vallecentraleo costarricense. De acuerdo con Moreno de Alba (1994: 70), en en general, en todo el pas [Mxico], incluso la -d- intervoclica, ya no se diga -b- y -g-, tienden a conservarse. En Yucatn la situacin es ms unitaria. En el caso de Costa Rica, los vallecentraleos asibilan tanto /r/ como /t\/, pero no sucede lo mismo con otras regiones del continente, donde, por ejemplo en el norte de Argentina, se asibila /r/ pero no /t\/. En este sentido, la bibliografa consultada sobre el espaol de Amrica no es clara, ya que no parece distinguir entre una y otra variante. Por lo que respecta al espaol de Costa Rica, a juzgar por los datos histricos, primero se asibilaron /t\/ y /Cd\/. En una gramtica de 1872, el autor recomendaba a los alumnos no decir Anrea, almenra ni Anrs, sino Andrea, almendra y Andrs, respectivamente (Quesada Pacheco 1992: 141), pero no apunta nada acerca de la asibilacin de /r/. Tampoco los primeros dialectlogos del mencionado pas se refieren al fenmeno, a principios del siglo XX (Quesada Pacheco 1992: 50-51). De modo que la asibilacin de /r/ est documentada a mediados del siglo XX (Chavarra 1951: 250). Siguiendo de cerca el proceso en este pas centroamericano, en la actualidad el grupo /t\/ est siendo afectado por la estigmatizacin entre los jvenes del rea metropolitana de San Jos. Sin embargo, en Bolivia, Mendoza (1992: 441) recoge el ejemplo [a'dede], quizs debido a la pronunciacin oclusiva de /d/. Segn Caravedo, en Per la variante fricativa a veces figura en el morfema -acho, -acha, con el cual se forman diminutivos en dicho pas: [ka'saSa] casacha, [sapa'taSo] zapatacho, (Caravedo 1992: 732). A. Rodrguez (1992: 55) lo registra en Puntarenas, y yo lo detecto en la zona noroeste, en muchachas jvenes de Miramar, al noroeste de la provincia de Puntarenas, y en Santa Cruz, en la provincia de Guanacaste (Quesada Pacheco 1996a: 551). Carvajal & Gordillo (ubi supra) apuntan que las tendencias globalizantes se venan manifestando desde la dcada de 1950 en Amrica Latina, gracias a los medios de comunicacin masiva. A manera de ilustracin, la oposicin entre los fonemas /y/ y //, es decir, la ausencia de yesmo en el espaol de las tierras altas de Costa Rica se mantuvo hasta mediados del siglo XVII, al igual que la carencia de confusiones entre consonantes lquidas (cfr. Quesada Pacheco 1991: 45-47). Por ejemplo, en Colombia ha habido una avalancha de pelculas procedentes de Mxico y Venezuela en las dos ltimas dcadas (Santamara 2000). Fuente: http://www.infoesp.com/archivo/a00014.html Si bien el complejo lingstico de la Pennsula Ibrica presenta una gran relacin entre dialectos conservadores y dialectos radicales, en Espaa su distribucin es diferente, ya que, en trminos generales, el norte presenta rasgos comunes con los dialectos conservadores, y el sur de Espaa con los radicales.

http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/valladolid/ponencias/unidad_diversidad_del_espanol/2_el_espanol_de_america/quesada_m.htm