Amor - UNSJ CNII 2018.pdfQuerido mío: Hoy te estoy escribiendo para terminar de decirte todos mis...
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Amor:
Me gustaría hacer de esta carta algo lindo, hermoso, tierno. Me gustaría que esta carta
se asemeje a una escrita por Mario Benedetti o por Julio Cortázar. Me gustaría poder
decirte que no tengo las palabras suficientes, que el diccionario no está completo y
que tengo tantas palabras que dedicarte que no me alcanzan las hojas de mi libreta.
Sin embargo, no creo que pueda lograrlo. Creo que esta carta no va a parecerse a las
de Benedetti, sino más bien a las de Alfonsina Storni (en épocas de resentimiento).
Creo que, de hecho, es verdad que no me alcanzan las palabras. Sin embargo, en este
caso, son palabras secas, cortantes, duras y tristes, a las cuales me cuesta encontrarles
un lado bonito.
Bueno, ahora comencemos con esto. Cabe aclarar que escribo esta carta porque soy
consciente de que cara a cara, con vos mirándome y robándome las palabras, no
podría hacerlo. Sé que, si pretendo decírtelo mientras me abrazas, vamos a seguir con
esta dolorosa mentira. Y te diría cosas lindas, y me dirías cosas lindas, y nos
despediríamos, diciéndonos que en una semana nos vemos de nuevo. Y son tantas
despedidas llenas de promesas vanas.
No pretendo que entiendas todo esto, ni tampoco quiero que lo malentiendas. ¿Que si
te quiero? Por supuesto, ¿Que si soñé con todo lo que vivimos? También, ¿Que si me
llené de sueños e ilusiones? Sí, pero falsas. Porque el tiempo pasa, y la mayoría de las
veces no podemos detenerlo.
Te amé tanto que me olvidé de amarme. Y fue tan poco mi amor propio, que nunca me
animé a dejarte. Pero ahora, “querido”, es hora de que me ame, de que me valore (al
menos un poco), es hora de que te deje.
Carajo, que bien se siente.
Ana Paula - 5° CN II
Querido mío:
Hoy te estoy escribiendo para terminar de decirte todos mis
sentimientos. Sé que te estarás preguntando el porqué de que no lo hago
en persona, y mi respuesta solo será que no me animo a decirlo, sabes todo
lo que me cuesta.
Bueno, comenzaré diciendo que la vida fue un ensayo hasta
que te conocí, ese día, ese veintiuno de abril de dos mil quince recuerdo
que fue terrible, terminando por chocar contigo; quien pensaría que con
esa pelea por ese último café en el supermercado sería un hermoso
comienzo para esta historia.
Recuerdo haberte dicho (luego de que te llevaras el café y yo
salir furiosa), yo ya sentada en el cordón de la avenida, que me dejaras,
que te fueras; y tú como siempre tan testarudo, tomaste asiento a mi lado
y lograste luego de tantos pasos en vano, que por la comisura de mis
labios se asomara esa pequeña sonrisa que despertó cualquier cantidad
de sentimientos. Yo nunca creí en el amor a primera vista, pero contigo
experimenté mucho más, y pensando hoy me doy cuenta que hay una frase
que quedaba perfecta para la ocasión “Ahora que te encuentro todo se
vuelve verdad”.
Ya han pasado tres años desde este acontecimiento y lo
único que puedo atinar a decirte que todo lo que de vos quisiera es tan
poco en el fondo, porque en el fondo lo es todo; tú lo eres todo.
PD.: Hoy veintiuno de abril de dos mil dieciocho estoy yendo a dejar esta
carta junto a tu tumba como la de todas las semanas. Ahora que respiro y
sé que tú no lo haces conmigo me resulta mucho más difícil… Te amo y
nunca dejaré de decírtelo, aunque sepa que nunca podrás leer estas
cartas.
Evelyn - 5° CN II
Quiero expresar lo que siento en esta carta. Puede ser que sea un poco cobarde al
escribirlo en una hoja de papel y no diciendo todo esto cara a cara, si todos los días
estamos juntas. Pero no digo esto porque tengo miedo. Miedo a qué me vayas a decir,
si me vas a responder:” ¿Y ahora qué me vas a pedir?” o “¿Cuánta plata querés?”,
porque no somos de decir lo que sentimos. No somos de hablar por teléfono y antes
de cortar decirnos te amo, aunque sabemos que nos amamos. No nos damos un beso
de buenas noches, simplemente es un “hasta mañana” y a dormir, sin ningún temor,
sin el miedo de que quizá no haya un mañana para alguna. Y yo supongo que vos tenes
miedo también, miedo de decirme que me amas, y que mi respuesta sea “¿Qué bicho
te pico ahora?”, pero no, eso no va a pasar. Probablemente te mire, llore (porque eso
de llorar por todo lo heredé de vos) y te diga que yo también te amo.
De todas formas tengo que reconocer que me gusta nuestra relación. Porque si todo el
tiempo nos dijéramos cuánto nos queremos, perdería el sentido. Y cuando en serio
necesitemos que alguien nos diga cuánto nos quiere ya no vamos a reconocer que eso
sea especial.
En fin, quiero decirte que te amo y agradecerte por estar siempre conmigo aunque
estés lejos. Porque la vida fue un ensayo hasta ahora y muy pronto voy a tener que
seguir el camino sola. Pero a vos nunca voy a dejarte sola, no quiero que sufras. Así
como vos hiciste todo por mi yo voy a hacer todo por vos. No vas a ser de esos
ancianos mirando por la ventana del asilo preguntándose “¿Me escuchará?” “¿Me
buscará?” no, vos nunca vas a preguntarte eso.
TE AMO MAMI
Valentina - 5° CN II
Fugaz
Te digo que no, que nunca viaje a Europa
Y mientras la noche avanza
Y la ropa se seca afuera
Y la vida se escapa
Nos deshacemos entre galaxias
Te digo que no, que nunca salí del país
Las mejillas encendidas
Y mientras se nos acaba el tiempo
Y la tormenta amaina
Y el mundo se va al carajo
Yo, yo me difumino en paz
Que el mundo se irá al carajo
Pero que no te vayas vos
Porque mi mundo, sos vos
Milagros - 5° CN II
ROCIO Y YO
A ella, a Rocío, es a quien le ocurren las cosas. Muchas veces despierta a las 6
a.m. para que recién media hora pasada comience a prepararse. En mi caso
contrario, demoro más de lo normal al despertarme. Pasadas las 1 a.m. (a
veces, las 12) en mi cabeza comienzo a plantearme la idea de dormir “cinco
minutos más”. Rocío a veces demora más mirando el negro de la habitación,
pintado con aquel rostro o con sus sueños, que son similares a los míos, con la
diferencia de que terminan llenándola de variadas emociones mezcladas con la
fantasía de una estudiante soñadora de su futuro. Le gustan los libros y los
animales, sin ninguno preferido. Enamorada de aquellas notas rasgadas con
cuerdas que ella misma odia a veces, sin renunciar a su sueño de poder estar
en el lugar de quien le enseña su habilidad. Uno de mis sueños es ayudar.
Ayudar a aquellos que caminan en cuarto patas, o quizá en dos. A aquellos
quienes sin palabras logran decir todo, y más con sus peludas extremidades.
Nada me cuesta confesar su facilidad al interpretar algún texto a su fantasía, ni
su inutilidad para recordar nombres o fechas important3es. Su facilidad es algo
diferente en mí, ya que un texto de Historia nunca se deja leer por mis ojos.
Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su intensa terquedad al
intentar explicarle una idea contraria a la suya. Soy más bien reservada; uno de
los escalones más grandes en mi vida es la confianza o el evitar encerrarme en
mis propias ideas y pensamientos. La pena de los demás hacia mi persona es
algo tan poco tolerante que me lleva a ocultar mis problemas con una sonrisa,
o con un sello en mi boca. A diferencia mía, Rocío es capaz de ayudar y
ayudarse, ya que con una pequeña hormiga o una persona mayor. Su
paciencia con la cooperación es inquietante, con un gran resultado si sabes
aprovecharla, al igual que mi confianza: no te aproveches mucho de ella, pues
el resultado no le agrada a muchos. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y
todo es olvido, o de la otra.
No sé cuál de las dos escribe esta página.
Rocío S. 5°CN II
Milagros y Yo
A la otra, a Milagros, es a quien le ocurren las cosas. Ella es la chica buena,
la responsable y aplicada; ella es la que nunca dice “no”. Ella es el tipo de
persona que detesta que la vean mal, débil; ella es la fuerte, la que no llora o
eso intenta. Siempre está con una sonrisa, ella cree que nadie se da cuenta,
pero yo sí, yo sí sé que esa sonrisa no siempre es sincera. Yo, en cambio, no soy
Milagros o eso trato todos los días. A mí me gusta no ser lo que todos esperan
que sea, me gusta equivocarme, tropezarme una y otra vez y levantarme
cuantas veces sea necesario porque creo que cometer errores no es malo. Me
gusta gritar, gritar mis emociones, mostrarlas. Me gusta hacer nada; me gusta
perderme en largas caminatas mirando el cielo, pensando que alguien me mira
desde arriba. A veces me gusta ser Milagros porque su vida es perfecta según lo
que me cuenta, pero miente, no tiene una vida ideal, nadie la tiene. Estar en su
lugar es muy complicado, a ella no le gusta ser Milagros. A ella le gustaría ser yo,
mi vida no es la mejor, pero vivo. Tal vez cuando deje de vivir, la otra pueda
comenzar a hacerlo. A veces me pierdo, son demasiadas veces de hecho. No
quiero perderme, tampoco quiero ser Milagros. Pero sé que estoy destinada a
perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en la
otra. Poco a poco voy cediéndole todo. Sé que un día voy a despertarme, me
miraré en el espejo y ahí estará ella, siendo tan ella, siendo mi reflejo. Tal vez
ese día sea mañana o dentro de diez años, o tal vez ya pasó y no me di cuenta.
Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es olvido o de la otra.
No sé cuál de las dos escribe esta página.
Valentina y yo
A la otra, a Valentina, es a quien le ocurre las cosas. Yo camino hacia la escuela y
me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar cada café en la calle, donde la
gente compra su primer café del día, de Valentina tengo noticias por las redes
sociales, veo un par de fotos colgadas en sus muros, de su familia, de su
hermana, de sus amigos, parece llevar una buena vida. Me gusta el olor a café
por las mañanas, el olor a tostadas recién hechas, las medialunas recién
horneadas; el otro comparte esas preferencias, lo que hace la diferencia, es que
no le gusta levantarse temprano, por lo tanto, varios de estos gustos no los
puede aprovechar. Sería exagerada afirmar que nuestra relación es mala; yo
vivo, yo me dejo vivir, para que Valentina pueda vivir de su vida una gran
aventura y esa aventura me motiva. Nada me cuesta confesar que vivió varias
aventuras, pero esas aventuras a mi no me salvan, quizá porque lo bueno ya no
es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás,
yo estoy destinada a amar, definitivamente, dejando los argumentos de lado.
Poco a poco, voy cediéndole todo, aunque me cuesta no poder reflejarme en su
mirada. Spinoza entendió que todas las cosas quieren preservar en su ser; la
piedra quiere ser eternamente piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en
Valentina, no en mí, (si es que alguien soy), yo intente librarme de ella pero
fracasé. Así mi vida es un tren, todo pasa, todo revoluciona y todo es olvido, o
del otro.
No sé cuál de sus dos escribe esta página.
Valentina
Ignacio y Yo
Al otro, a Ignacio, es a quien se le ocurren las cosas. Yo camino por San Juan,
yendo a mi casa, desde se encuentra Ignacio, para hablar con él un rato. A mí
me gusta la comida, dormir, salir con mis amigos, leer y mirar televisión,
igualmente a Ignacio, una de las tantas razones por la cual nos sentimos como
parte del otro, estamos unidos. A veces tenemos conflictos, pero yo lo dejo fluir
y desahogarse porque muchas veces el me controla y es quien me ayuda.
Él muchas veces me ha dado problemas pero nuestra unión es tan grande que
siempre entiendo cuál fue la razón, por la que casi nunca digo nada. Poco a
poco voy dándole todo, siento que me va consumiendo. Cada cosa quiere
perseverar en su ser: el perro quiere ser un perro y el agua, agua; pero yo en
cambio me siento tan a gusto con Ignacio que esto cada vez me importa menos.
Uno de estos días me voy a terminar quedando en Ignacio, no en mí, pero me
reconozco en muchas de sus palabras y sus expresiones, mucho más que antes.
Hace muchos años atrás trate de separarme de él, liberarme y no importo lo
mucho que intente, ni la cantidad de veces, ni el tiempo, ni la manera, no lo
logre. En ese momento me di cuenta que ya me estaba controlando. Asique
ahora mi vida es una fuga, todo lo que pierdo y todo lo olvido. No sé cuál de los
dos escribe esta página.
NACHI Y YO
A la otra, a Nachi, es a quien le ocurren las cosas. A veces me encuentro en
clase tomando nota, haciendo preguntas y resolviendo ejercicios. A Nachi la veo de
vez en cuando, cuando me dejo ser libre cantando un rato en la tarde o quizás
haciendo algún chiste en un recreo. Me gusta el inglés, la música, sentir y expresar,
saber, aprender y viajar; ella comparte estas preferencias, pero en cierto modo las
convierte en cualidades de artista. Se puede decir que nuestra relación es de
convivencia, dos opuestos que viven en un mismo cuerpo, pero a pesar de llevarse
mal, a veces se necesitan. Cuando mi yo se harta de las responsabilidades y quiere
tirar todo a la basura, ahí aparece la otra y con una hojas, un piano y con toda esa
frustración crea una melodía que la justifica. Debo admitir que prefiero eso pero a
nadie más parece bastarle, no alcanza para la sobrevivencia ¿Cómo voy a tener un
trabajo y ganarme la vida con todo eso? Llevo años intentando olvidarme de Nachi
pero lo único que he logrado es necesitarla aún más. Y así es como mi vida se dividió
en turnos, donde una y la otra se pelean por tomar.
No sé cuál de las dos escribe esta página.
Nazarena A. 5to CN II
ANA Y YO
A la otra, a Ana, es a quien se le ocurren las cosas. Yo cada semana
comienzo con mi rutina. Abro la puerta de casa y de inmediato miro la plaza
que está justamente frente a mí. Me quedo mirando fijamente a un punto, con
la mirada perdida. Ana, es quien realiza las tareas del colegio, es dulce y
simpática. Ella es una persona serena y colmada de paciencia. Camina
siempre atenta al resto, dispuesta a darlo todo para que las personas a su
alrededor, en especial amigos y familia, se sientan bien. Yo vivo, vivo una vida
más libre; me dejo llevar, me enfrento a mis miedos y lucho día a día por mis
sueños. Me gustan los animales, tienen algo especial en su mirada; me
transmiten amor y les entrego amor. Animales lastimados, indefensos y llenos
de dolor en un mundo con injusticias se merecen nuestro cariño y cuidado. A
Ana le gusta pintar y dibujar, aunque no lo demuestra muy a menudo. Quizá yo
estoy en ese otro, pero no lo sé. Es raro, es como si mí YO estuviese dividido
en dos. Sería perfecto si, Ana y yo, regresáramos a la infancia; reíamos y
éramos absolutamente felices. Sin duda alguna, varias travesuras marcaron la
vida de Ana; cuando yo las recuerdo me llenan el alma y una inmensa sonrisa
se dibuja en mi rostro. Me reconozco en ella, en sus recuerdos y en su
presente. A veces intento separarme de ella, pero hay algo que nos une y no
es posible lograrlo. Me cuesta saber, a veces, quién soy. ¿Ana o yo?
No sé cuál de las dos escribe esta página.
Ana F. 5to CN II
Alma y yo
Alma y yo solemos tener desencantos cada vez que ella manifiesta su avidez por
el deporte y la actividad física; mientras Alma se zambulle en un océano de
endorfinas al término de cada sesión de ejercicio, yo siento envidia. Soy muy
débil, no sé aguantar y la voluntad parece dar cinco pasos atrás cuando quiero
que me acompañe; pero es evidente, la voluntad quiere a Alma, a mí me rechaza
brutalmente… Pero sigamos hablando de ella, quien déjenme decirles que
atesora con cada átomo de su cuerpo la calidez de las palabras que habitan en
una charla sin fin, de tipo sensiblera, inteligente y atrapante, pues no desprecia
la elocuencia de los demás; yo, por el contrario, odio que me intenten adentrar a
conversaciones, me son fatídica, casi un castigo, aquellas charlas donde todos
aportan anécdotas interesantes (como las de Alma…) y yo tengo que guardar
silencio mientras pienso acerca de cuán monótona es mi vida. ¡Oh! Pero la vida
de Alma es todo lo opuesto; tan ajetreada, tan repleta de vivencias, tan activa,
tal como me gustaría que fuese la mía, mas es imposible llegar a cumplir ese
deseo.
Alma tan confidente, tan atiborrada de ganas por comerse al mundo, tan
expresiva y yo siempre siendo aquel cero a la izquierda que todos consideran
superficial o irrelevante; es como si el mundo pasase a mi alrededor y no me
notasen, lo cual no ocurre con Alma. Ella llama y atrae (aunque sea por
milésimas de segundos) la atención de quien camine a metros de donde está.
Roba miradas, roba sonrisas y, quién sabe, hasta suspiros. Es aquí cuando me
pregunto si alguien me dará la suficiente importancia como para causar
aquellos que Alma causa, si alguien me verá como la ven a Alma, si alguien se
perderá en mis ojos como en los de Alma. Cada minuto que pasa es un martirio
al desear ser, sentirme, estar como ella; la envidia, tristeza y frustración se
conjugan y dejo de ser YO para volverme ALMA.
Y, al final de todo, es cuando le dejo a usted la incógnita sobre quién de las dos
Alma está escribiendo esta página.
Evelyn y Yo
Ella, la otra, calcula cada paso como un general que planea sus batallas. Yo,
en cambio, disfruto de los crepúsculos, los paisajes de San Juan y un café junto
a mis amigos.
Ella titubea y se lleva las cosas por delante, en su afán por continuar
participando en la vida que llevan los demás. Eso me abochorna a Mí, que en
la soledad, soy eficaz, rápida y segura. Por eso, procuro convencerla de que
sea fiel a sí misma y no trate de ser la persona que los demás esperen que sea.
Ella disfruta del barniz de escultura e intelectualidad que tenía antes del
cambio y Yo Evelyn lucho, con denuedo, para recuperar ese prestigio. Es una
tarea dura pues mis ojos enfermos son un obstáculo difícil de franquear.
Compartimos el gusto por la música y leemos (por no decir devoramos) libros
de ciencia-ficción, novelas y autoayuda. Aunque a la otra no le gusta mucho
admitir esto último, debo reconocer que nos ayudaron mucho en los malos
momentos.
Su existencia impide que muchos me conozcan. Esto, a veces, es cómodo
pues no quiero vivir dando explicaciones por ser como soy. Algunos me
descubren, no se dejan engañar por la otra, y les gusto así. Vivo en la espera
de que esto suceda, que Ella no desvíe la atención o genere rechazo. Pero no
reniego de Ella pues ambas somos una y Yo soy las dos; y cada una, si lo
desea, puede hacer el trabajo de las dos.
Nos pasaron las mismas cosas, es cierto, pero mientras que a Ella la obligaron a
reducir sus expectativas y renunciar a ciertas metas, a Mí me abrieron nuevos
caminos, otra forma de vivir y ver la realidad. Por eso, la otra y yo somos
inseparables y complementarias. La luz y las sombras, el día y la noche, la
saciedad y el hambre, el amor y el odio, el todo y la nada…
No sé cuál de las dos escribe esta página.
Yamila y yo
A la otra, a Yamila, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por las calles de
San Juan, rumbo a distintos lugares y observando los paisajes, el nuevo teatro
Bicentenario, Centro Cívico, entre otros. Entre esos destinos, a la escuela, sitio
donde paso gran parte de mis días, donde aprendo mucho y me enseñan
diversas cosas. De Yamila, rumores me llegan, de las notas buenas que saca
en la escuela, de lo bien que le va en los deportes. Me gusta demasiado el
deporte, escuchar música, los relojes, las pulseras, anillos, el cafecito de todas
las mañanitas, las tortitas calientitas, cosas que comparto con la otra, pero ella
las disfruta de una manera muy distinta a la mía. Sería exagerado afirmar que
nuestra relación es hostil, yo vivo me dejo llevar por mis sentimientos, por mis
pensamientos, lo que en verdad quiero, la otra es demasiado organizada, ella
se alimenta siguiendo una determinada dieta, sin alimentos con proteínas de la
leche, ya que es alérgica a ellas, en cambio, yo soy la que se alimenta de
cualquier comida. Una pasión que compartimos es el vóley ya que ambas
amamos completamente este deporte, y también correr. En la escuela, ella es
quien estudia y lleva las materias al día; en cambio, yo soy un poco más
desordenada, pero ninguna de las dos se lleva objetivos y, por lo tanto, ambas
disfrutamos por completo las vacaciones, algo que tenemos en común. Una
característica que no compartimos, es que la otra cuando se viste, no sabe
combinar colores, ni estilos; mientras que yo soy muy combinada en todo,
hasta con las zapatillas. Yo soy la que siempre antes de ir a rendir una prueba
me pongo muy nerviosa, en cambio, ella es más confiada en sí misma.
Por eso es que yo me quedo con la otra, no conmigo, si es que en verdad soy
alguien, pero con algunas de sus acciones y características no me siento muy
identificada.
No sé cuál de las dos escribe esta carta.
“GIULIANA Y YO”
Al otro, a Giuliana, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por la
avenida Ignacio de la Rosa y me demoro, observando las casas, los
colectivos que transcurren todos los días por esta calle, los semáforos, los
negocios y los memorizo. Llego al colegio y todos me preguntan por
ella, Giuliana. Que cómo está y algunas preguntas más que muchas
veces no sé responder. Me gusta cantar, viajar, aprender, mirar ropa,
compartir, la medicina, y un montón de cosas más que con esta
persona, Giuliana, compartimos, pero ella lo sueña y yo lo intento. No
trata aunque le guste, según ella es vergüenza o quién sabe quizás
miente. No me cuesta decir que logró una de todas las cosas que me
faltó mencionar, lo logró porque esto fue más allá de un sueño, ella
logró entrar al Colegio Central Universitario Mariano Moreno que en el
año 2016 era lo que más quería, a veces me siento feliz u orgullosa de
ella porque como mencioné al principio a ella es a quien le ocurren las
cosas.
Fuera de esto, estoy destinada a perderme, a no poder salir un segundo
y caminar junto a los que me preguntan por ella especialmente un
chico muy insistente que parece amable y creo que la quiere, y solo
tengo unos segundos para ser ella o para poder estar en ella.
Poco a poco voy entendiendo que todo le pertenece, que no puedo
hacer nada antes su manera de actuar, porque cuando ella decide
algo , lo decide, y es difícil que piense como yo, sé que ella no
consideraría otra opción. Todos quieren ser ellos mismos y por eso no la
culpo ¿Será este mi destino? ¿Ver cómo ella a veces cae de a poco o
sube un rato a la cima?¿Será que tengo que tratar de salir de ella?
Estas preguntas me invaden todo el tiempo pero en muchas ocasiones
pienso que si tiene que ser así será y sino no, o será como Giuliana
decida. Espero que ella pueda o sea capaz de leerla y entienda lo que
siento ¿O será ella quién escribe?. A esta altura no sé quién de las dos
escribe está página.