Amunategui, Pipiolos y Pelucones

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Transcript of Amunategui, Pipiolos y Pelucones

  • D O M I N G O A M'.U N A T G U I S O L A R

    P I P I O L O S Y = = = = =

    P E L U C O N E S

    1MP. Y LITO. UNIVERSO S . A . - SANTIAGO DE CHILE - AHUMADA 32-193

  • Orden N. 173331

  • PIPIOLOS Y PELUCONES POR

    DOMINGO AMUN^EGUI SOLAR

    INTRODUCCION

    La historia casi no puede empezar su labor sino cuando la erudicin ha

    concluido la suya. ERNESTO R E N N .

    La poca de nuestra Historia Nacional ms censurada, ms vilipendiada, ms ridiculizada, ha sido la que empieza con la abdicacin de O'Higgins y termina con el triunfo conservador de Lircay.

    Nada es ms injusto. Se achacan a los hombres de esa poca toda clase de desaciertos y se les supone toda especie de defec-tos; y se olvidan las dificultades polticas, sociales y materiales que hubieron de combatir y salvar.

    El pas acababa de poner fin a la guerra de la independencia, despus de una lucjia titnica, sin recursos pecuniarios y sin soldados aguerridos, y haba quedado exhausto. Lo ms florido de la juventud haba muerto en los campos de batalla, y no que-daba en las arcas fiscales la suma necesaria para satisfacer los gastos indispensables.

  • Sobraban, eso s, los residuos malsanos qup dejan las grandes tempestades: el odio en las principales casas de la ciudad y la miseria en los ranchos populares.

    Con estos pobres elementos, deba organizarse la Repblica. Los soldados patriotas que haban conquistado la indepen-

    dencia, no se resignaban a volver pobres y enfermos a llevar su antigua vida de hambre y de dolor en el seno de sus familias.

    Los partidarios del Rey sentan invencible repugnancia para someterse al yugo de los vencedores. As se explica la resistencia heroica de las bandas indisciplinadas y salvajes de los Pincheira.

    El caudaloso torrente que desat la guerra, despus de inun-dar los caseros y los valles, los haba abandonado para volver a su antiguo cauce, dejndolos cubiertos de restos inservibles, de aguas estancadas y de materias cbrrompidas.

    Los estadistas de entonces tuvieron que sanear el territorio. Esta era una tarea formidable. El Virreinato del Per aun permaneca en poder de los espa-

    oles, y nuestro pas se hallaba lejos de ocupar la integridad de su territorio. El coronel realista.Quintanilla dominaba en el archipilago de Chilo.

    Este ltimo problema bastaba, por s solo, para ocupar toda la atencin de nuestros gobernantes. Ha transcurrido ms de un siglo desde aquellos aos, y ya no tenemos recuerdo de que los chilenos estuvimos a punto de perder la extremidad austral.

    Bolvar nos amenazaba con venir a echar a los espaoles del archipilago, pero no para devolvernos esta provincia, que era nuestra, sino para anexarla al Per, del cual haba dependido en otro tiempo.

    Chilo, por lo dems, era una presa codiciada de los europeos y de los norteamericanos.

    Nuestra Repblica se hall en grave riesgo de perderla, cmo los argentinos se vieron despojados de las Malvinas.

    En los ltimos das de su gobierno y en medio de las ansias

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    de su prxima agona, el coronel Quintanilla no estuvo distante de entregar el archipilago a la flota inglesa.

    Se dice con frecuencia,escriba el Cnsul General de Gran Bretaa en Chile al Ministro Canning, en oficio reservado, de fecha 25 de Julio de 1825y con algn grado de confianza, que el General Quintanilla ha manifestado su deseo de poner a Chi-lo en manos de los ingleses. S perfectamente que la aceptacin estara reida con la declaracin expresa Que el gobierno bri-tnico rechazara en absoluto cualquier plan de apropiarse parte alguna de las colonias espaolas; pero, en la eventualidad de la rendicin de Chilo a uno de los Estados, Chile o el Pe-r, y si llegara a discutirse la cuestin de propiedad entre am-bos Estados, yo querra saber, ya que con toda probabilidad el problema sera elevado a mi consideracin, si los comandan-tes navales de Su Majestad en el Pacfico podran tomar po-sesin, a nombre de Gran Bretaa, de las Islas de Chilo, como un locum tenens hasta que la materia discutida fue-ra resuelta (l) .

    Por otra parte, los amigos de O'Higgins no se conformaron nunca con haber perdido la posesin del mando y el usufruc-to de los empleos y honores, y continuamente conspiraron en los gobiernos liberales^ con la esperanza de restaurar a su je-fe, hasta que don Diego Portales coloc sobre ellos su mano de hierro y les impuso eterna obediencia.

    Entre ellos, haba notables estadistas y heroicos guerreros. Basta recordar los nombres de don Miguel Zaartu, don Jos Antonio Rodrguez Aldea, don Gaspar Marn, don Joaqun Echeverra, don Francisco de Borja Fontecilla, don Jos Gre-gorio Argomedo, don Jos Mara de Rozas, don Felipe Santia-go del Solar, don Jos Mara Argomedo, don Vicente Claro, don Joaqun Prieto, don Jos Ignacio Zenteno, don Luis y don Jos Mara de la Cruz y don Manuel Bulnes.

    (1) Webster, Bretaa y la independencia de la Amrica Latina, Londres, 1938

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    Esta era una falange muy temible, compuesta de ciudadanos de primera lnea, capaz de derribar a cualquier gobierno.

    Contra esta poderosa fuerza poltico-militar tuvieron que combatir los presidentes Freire, Blanco Encalada, don Agustn de Eyzaguirre y don Francisco Antonio Pinto.

    No quiere esto decir, sin embargo, que aquellos magistrados carecan de hbiles consejeros y de jefes veteranos. Entre los ministros de Freire, se distinguieron don Mariano de Egaa, don Agustn y don Juan de Dios Vial, el mismo don Francisco Antonio Pinto, don Diego Jos Benavente, don Joaqun Cam-pino, don Ventura Blanco Encalada y don Manuel Jos Gan-darillas.

    Pero, de todas suertes, por mucha que fuera la competencia de los nombrados, en una nacin pobrsima, que acababa de salir de una guerra tremenda, ellos necesitaban de una energa sobrehumana para sacar socorros de la nada y para hacer triun-far sus opiniones en asambleas legislativas que de ordinario se componan de miembros poco idneos.

    A menudo fracasaban y tenan que empezar de nuevo. A pesar de todo, el balance de los beneficios y de los quebrantos

    recibidos por nuestro pas durante ete rgimen de seis aos, arroja un saldo favorable, que basta para enaltecer la memoria de los ciudadanos que lo mantuvieron.

    Dos grandes conquistas se deben a los gobiernos de entonces: la una social y la otra poltica.

    La primera fu la abolicin definitiva de la esclavitud afri-cana, y la segunda, la anexin del archipilago de Chilo.

    El Congreso de 1811 haba declarado la libertad de los vien-tres, sea, la de los hijos de esclavos nacidos en Chile, y abolido la esclavitud de aquellos que, desde entonces, pisaran por pri-mera vez nuestro suelo; pero haba mantenido la servidumbre de los que existan en el pas.

    El proyecto de la libertad absoluta de los esclavos fu pues-

  • to en la mesa del Senado de 1823 por el ilustre patriota don Jos Miguel Infante.

    Suscitse, con este motivo, la delicada cuestin de si era l-cito despojar a los amos de esta propiedad, adquirida en con-formidad a las leyes.

    Los unos, como el Ministro de Gobierno don Mariano de Egaa, opinaban por la negativa. Los otros, juzgaban que no deba considerarse propiedad la que tena un objeto ilcito y slo haba podido mantenerse con ese nombre en fuerza de una tole-rancia inicua.

    El Senado, por unanimidad, adopt la resolucin que sigue: Son libres cuantos hombres han nacido desde 1811 y cuantos nazcan en el territorio de la Repblica; son libres cuantos pisen el territorio de la Repblica; cuantos hasta hoy han sido escla-vos son libres desde la sancin de este acuerdo.

    Aun cuando el Ministro Egaa mantuvo hasta el fin su dic-tamen adverso, la fuerza de la opinin pblica le oblig a pro-mulgar aquella Ley, con fecha 24 de Julio de 1823.

    Barros Arana asegura que este resultado se debi a la influen-cia del Ministro de Hacienda don Diego Jos Benavente.

    De tal suerte, cpole a Chile la honra de ser el primer Estado en el mundo que suprimi la esclavitud africana.

    La conquista de Chilo no fu empresa fcil para el General Freire, quien necesit realizar dos expediciones antes de con-seguir su objeto.

    Gobernaba en el archipilago, como se ha ledo, el Coronel Quintanilla, uno de los jefes realistas ms esforzados. Gracias a su indomable energa, haba conservado a los habitantes en la obediencia y formado un buen ejrcito.

    El territorio de Chilo lleg a convertirse en una fortaleza sumamente peligrosa, que, no slo reciba auxilios del Virrey del Per, sino que, adems, tena bajo sus rdenes dos buques cor-sarios con los cuales produca la alarma entre los comerciantes nacionales y extranjeros que traficaban en nuestras costas. Al

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    mismo tiempo, Quintanilla proporcionaba recursos a los jefes de las bandas realistas que se batan en la provincia de Concep-cin.

    Con fecha 1. de Marzo de 1824, Freire parti de Talcahuano, con una miserable escuadrilla, al mando de 1.500 hombres; y quince das ms tarde zarp de Valdivia, donde haba reunido otros 650 soldados. A fines del mes, lleg a la extremidad nor-oeste de la isla grande.

    Freire resolvi atacar la plaza de Ancud, defendida por Quin-tanilla, mientras el Coronel Beauchef, con 1.000 hombres, ms o menos, fu comisionado para internarse por el costado oriental de la misma isla. Segn los clculos del jefe de la expedicin, Quintanilla se encontrara as entre dos fuegos y se vera for-zado a someterse.

    Pero, ni Beauchef pudo avanzar a mucha distancia de la pla-ya, a causa de la espesura de los bosques y de los accidentes del terreno, ni Freire alcanz buen xito en sus operaciones contra Ancud. Despus de una Junta de Guerra celebrada el da. 10 de Abril, se acord por unanimidad abandonar la empresa y volver al norte.

    A fines de 1825, una segunda expedicin, mandada tambin por Freire, result tan feliz como desgraciada haba sido la pri-mera.

    El General nombrado embarc en Valparaso un ejrcito de 2.000 hombres, en una escuadra de cinco buques de guerra y 5 transportes, que iba al mando del Vice-Almirante Blanco En-calada. En Talcahuano, deba agregarse otro batalln, con el cual las tropas patriotas llegaron al nmero de 3.000 soldados.

    Quintanilla dispona de un ejrcito de 2.300 hombres, ms o menos.

    El jefe del Estado Mayor era el benemrito General Borg-fiOj a quien los historiadores atribuyen en mupha parte el buen resultado de la campaa. Gracias al plan de ataque de este valeroso militar, a los consejos de Blanco Encalada y a la intre-

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    pidez y osada de Freire, las tropas de Quintanilla. fueron derro-tadas en Pudeto y en Bellavista; y la ciudad de Ancud abri sus puertas.

    Quintanilla mismo, abandonado por los ltimos restos de su ejrcito, pidi un armisticio, y algunos das ms tarde, con fe-cha 19 de Enero, firm un solemne pacto de rendicin. Este con-venio se jur en Ancud el da 22 de Enero de 1826, en la misma fecha en que Rodil entregaba las fortalezas del Callao.

    En esta poca, los polticos chilenos se ocupaban de estudiar la mejor forma de gobierno que convena dar a su pas-

    Las constituciones dictadas por O'Higgins tenan por fin, ms bien que la formacin de la Repblica, la organizacin de una dictadura. La primera Carta que establece un gobierno re-publicano fu la de 1823, redactada por don Juan Egaa y promulgada por don Ramn Freire.

    En prueba de ello, lase su artculo 1., que deca a la letca: El Estado de Chile es uno e indivisible: la Representacin

    Nacional es solidariamente por toda la Repblica. Ni en la Constitucin de 1818 ni en la de 1822 se empleaba

    la palabra Repblica, como si fuera un vocablo maldito. Entonces, muchos de nuestros estadistas dudaban de si este

    pas se vera obligado a elegir la forma monrquica, algunos tenan miedo de declarar lo contrario, y no faltaban quienes fue-ran resueltos proslitos de aquel rgimen.

    Honra de O'Higgins y de don Jos Ignacio Cienfuegos es su ntima conviccin de que Chile deba ser una Repblica.

    Don Diego Jos Benavente, en sus Cartas Patriticas, afir-ma que, al componer la Constitucin del 23, don Juan Egaa tuvo a la vista la Constitucin francesa de 1793. Calclese el horror que esta aseveracin habra causado en el nimo de la mayora de los chilenos en el ao 1823, si hubiera sido conocida por ellos.

    La Constitucin francesa aludida se debi a la Convencin, que la dict a los pocos meses de haber guillotinado a Luis XVI, y fu la obra de ios montaeses,

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    Egaa, por cierto, no la transcribi servilmente, sino que la adapt a las costumbres y modo de ser de nuestro^ pas. En todo caso, ella result impracticable.

    Basta decir que la base del poder pblico resida en las Asam-bleas de Electores, y esto solo denunciaba el origen del traba-jo del doctor Egaa.

    Las asambleas mencionadas gozaban de dos importantes facultades: nombrar y destituir a los funcionarios de ms alta categora y presentar eclesisticos idneos en las vacantes de obispos. En otros trminos, el autor de la Constitucin confiaba el principal resorte del gobierno a juntas de ciudadanos irres-ponsables, y debilitaba as la autoridad de los miembros del Eje-cutivo.

    A pesar de que su promulgacin mereci en la capital estre-pitosas manifestaciones de entusiasmo, esta Carta fu derogada por el Congreso siguiente. De igual modo lo haba sido la Cons-titucin francesa de 1793. Ni una ni otra fueron puestas en eje-cucin.

    Esto no significa, sin embargo, que la obra de Egaa merecie-ra entregarse al desprecio pblico. Ella fu un ensayo meritorio, inspirado en altos propsitos de moralidad y republicanismo.

    La verdad es otra. Egaa perteneca a una poca anticuada y no posea las condiciones requeridas para ser legislador de un pueblo moderno.

    Le sucedi en idntica tarea otro ciudadano tan estimable cpmo l, pero de ideas ms progresistas, el cual tampoco tuvo buen acierto en su plan de reforma: don Jos Miguel Infante.

    Este egregio estadista quiso trasplantar el federalismo en Chile y fracas lastimosamente.

    Infante haba sido muy moderado en sus ideas durante los tiempos de la Patria Vieja; pero despus de su residencia en el Ro de la Plata, como lo ha hecho notar antes que nadie Barros Arana, volvi a su pas con una serie de proyectos verdadera-mente extraordinarios,

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    En medio del descrdito en que cay el doctor Egaa, don Jos Miguel adquiri una gran autoridad y sumo prestigio, no slo para l, sino tambin para sus ideas. En poco tiempo, con-quist en favor del nuevo rgimen numerossimos adeptos. Puede asegurarse que hubo da en que casi todas las personas ilustradas eran federalistas. Felizmente, ste fu un fuego de paja.

    As como don Juan Egaa haba sido el mentor del Congreso de 1823, don Jos Miguel Infante lo fu del Congreso de 1826; y a su influencia se debi que vencieran aquellas doctrinas. En una de las primeras sesiones, se aprob con dos votos en contra la declaracin que sigue:

    La Repblica de Chile se constituye por el sistema federal, cuya Constitucin se presentar a los pueblos para su acep-tacin .

    En los meses siguientes, la Asamblea tom los acuerdos que van a leerse:

    1. Los gobernadores de departamentos deberan elegirse en votacin popular;

    2. Los cabildos seran nombrados en la misma forma; 3.a Igual procedimiento se aplicara a las vacancias de curatos; 4. El territorio de la Repblica sera dividido en ocho pro-

    vincias, y en cada una de ellas funcionara una Asamblea Po-pular; y

    5. Estas asambleas nombraran a los Intendentes. Las anteriores resoluciones fueron sancionadas por el Ejecu-

    tivo y se convirtieron en otras tantas leyes. Aun cuando las primeras aplicaciones de este rgimen dieron

    origen a serios conflictos en algunas provincias, y aun cuando la eleccin de los cabildos, gobernadores y prrocos suscitara riva-lidades y competencias de mal carcter en muchos pueblos, don Jos Miguel Infante y sus proslitos no perdieron la fe y se ocu-paron de formar un plan completo de Constitucin federal.

    Segn parecf), tomaron por modelo la Carta de Mjico, que combinaba los preceptos de la Constitucin de Estados Unidos con los de la espaola de 1812,

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    Todos estos proyectos deban deshacerse como castillos en el aire.

    El Congreso slo alcanz a aprobar los primeros artculos de la Constitucin presentada; pues el Presidente Freire y su Mi-nistro don Manuel Jos Gandarillas, en atencin al mal xito de las experiencias federalistas, se manifestaron francamente adversarios del sistema y rehusaron sancionar una ordenanza provisoria de las Asambleas Provinciales.

    La Presidencia de don Francisco Antonio Pinto, que sucedi a la del General Freire, di el golpe de gracia al federalismo, y, con fecha 22 de Junio de 1827, declar clausurado el Congreso que le haba dado su aprobacin.

    Los ltimos federalistas que acompaaron a Infante en sus protestas contra la disolucin de la Asamblea fueron los dipu-tados que se enumeran en seguida:

    Don Jos Silvestre Lazo, don Nicols Pradel, don Ignacio Molina, don Diego Antonio Elizondo, don Jos Vicente Mar-coleta, don Jos Antonio Sapian, don Jos Mara Novoa, don Francisco Ramn de Vicua y don Ciraco Campos.

    Debe advertirse, sin embargo, que los errores polticos de Egaa y de Infante, propios de un pueblo joven y sin prctica en los negocios pblicos, ms bien enaltecen que rebajan a los estadistas de entonces.

    El General Pinto restableci el prestigio del partido liberal. Los servicios prestados por aquel jefe a la enseanza p-

    blica, son imponderables. Basta recordar que contrat a dos maestros eminentes: el literato espaol don Jos Joaqun de Mora y el insigne gramtico don Andrs Bello.

    Pero su principal ttulo a la gloria fu la Carta de 1828, re-dactada a instancias suyas pos Mora.

    Esta Constitucin ofreca, sin duda, condiciones muy supe-riores a las de todas las dems dictadas o propuestas en nuestro pas.

    La sensatez de los preceptos. Ja templanza de las doctrinas y

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    la buena distribucin de las materias, influyeron para que fuera tomada como modelo, en algunos de sus aspectos, por los cons-tituyentes de 1833.

    Eso s, en punto a principios polticos, una y otra Carta pueden compararse al anverso y al reverso de una moneda. Tanto es liberal la obra de Mora, como reaccionaria la Constitucin inspirada por don Mariano de Egaa.

    Mientras la Carta de 1828 daba autonoma a las provincias y organizaba en ellas asambleas especiales, la de 1833 estable-ca un centralismo rgido y autoritario.

    Mientras aqulla daba slidas garantas individuales, sta autorizaba al Ejecutivo para pedir facultades extraordinarias, que anulaban las garantas de los ciudadanos.

    Mientras la una abola los mayorazgos, la otra los restableca con dao de los ideales democrticos.

    Pero, ni los esfuerzos de Pinto a favor de la instruccin, ni la Carta de 1828, ni las nobles tendencias de su espritu le fueron tomadas en cuenta por sus adversarios.

    As como la reconquista espaola de 1814 barri cpn todos los progresos implantados por los patriotas, la revolucin de 1829 destruy de raz las instituciones liberales.

    La verdadera qausa de esta transformacin no fu la incom-petencia o mala conducta de los estadistas que haban goberna-do la Repblica, sino sus principios liberales, que ponan obs-tculos a la continuacin del rgimen medioeval, heredado de la colonia.

    Los terratenientes de Chile necesitaban de los mayorazgos para perpetuar su predominio sobre las clases desvalidas, y los conventos, de sus grandes fundos rsticos y urbanos, para con-servar su influencia en todas las esferas de la sociedad.

    El rgimen liberal tiene la gloria de no haber derramado la sangre de los ciudadanos y de no haberlos perseguido por sus ideas religiosas.

  • LOS DOS EGAAS I

    ANTECEDENTES DE LA FAMILIA EGAA

    El comerciante espaol don Basilio de Egaa, avecindado en La Serena en la ltima dcada del s,iglo XVII, contrajo all matrimonio con la hija de un comerciante andaluz, doa Cata-lina Monardes, y tuvo numerosa descendencia.

    Deba desempear ms tarde el cargo de escribano en el Ca-bildo de La Serena, en el cual le sucedi su hijo Gabriel.

    Fueron hijos suyos: 1.Don Basilio, doctor en teologa. Cura de la Parroquia de

    Sotaqu, en 1734 fu trasladado a la de Elqui. Falleci en 1762 (1). 2.Don Diego. 3.Don Juan Esteban. 4.Don Jos Mara. 5.Don Mariano. Estos dos ltimos se establecieron en el

    Virreinato del Per. 6Don Domingo. 7."Doa Gregoria, casada con don Lucas de la Iglesia. 8.Doa Rosa, mujer de don Martn de Iribarren. 9.Don Gabriel, quien contrajo matrimonio en La Serena

    con doa Josefa Marn y Mandiola (2). Hijo de este enlace, fu don Gabriel Jos. (1) Prieto del Ro, Diccionario Biogrfico del Clero Secular de Chile. (2) Mayor informacin sobre los hijos de don Basilio de Egaa puede

    encontrarse en la obra del arcediano de La Serena don Manuel Garca, El cura Monardes. Santiago, 1889:

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    Este vastago de la familia Egaa estaba destinado a tener una brillante carrera en la Capitana General de Chile.

    Haba nacido en la hacienda de Monterrey, parroquia de So-taqu, en Diciembre de 1739.

    Don Gabriel Jos estudi filosofa, artes y teologa en San-tiago, donde fu alumno de los jesutas en el Convictorio de San Francisco Javier. Graduse de bachiller en teologa en el ao 1758, en la Universidad de San Felipe.

    En seguida, . fu enviado a Lima, probablemente al lado de sus tos; y all curs cnones y leyes, en el Seminario de Santo Toribio, donde sirvi de pasante ocho aos.

    Graduse de bachiller en aquella facultad en San Marcos de Lima; y la Real Audiencia del Per le otorg el ttulo de abo-gado.

    Por algn tiempo, estuvo incorporado en el regimiento de la nobleza, fundado por el Virrey Amat.

    En el ao de 1770 regres a Chile, y la Real Audiencia de este pas le autoriz para practicar la abogaca.

    Por cerca de 4 aos, desempe las funciones de Alcalde Ordi-nario en el Cabildo de La Serena, en la cual fu tambin Procu-rador de Ciudad.

    En Octubre de 1776 se Orden de presbtero, y fu nombjrado c,ra suplente de La Serena.

    Se le confi en el ao de 1777 el rectqrado del Colegio Carolino en Santiago, cargo que ejerci por espacio de 7 aos. En aquel establecimiento adelant los estudios de filosofa y teologa, y estableci los de jurisprudencia.

    En Abril de 1781, se gradu de doctor en cnones y Leyes en la Universidad de San Felipe.

    Form parte de la Academia de Leyes y Prctica Forense, abierta durante el ao de 1778 en el mismo Colegio Carolino.

    En 1784 public una disertacin sobre la pragmtica de los matrimonios celebrados por hijos de familia.

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    En este ltimo ao, deba experimentar el seor Egaa grandes sinsabores, pues fu denunciado al Tribunal de la Inqui-sicin (1).

    Seguramente esta fu la causa de que se retirara del Recto-rado del Colegio Carolino. Pidi su jubilacin, y le fu conce-dida con media renta, o sea, trescientos cincuenta pesos.

    En su hoja de servicios, se le hace mrito de haberse opuesto a la canonja doctoral de la Catedral de Santiago, y, en 1788, al curato de Santa Ana, en cuyo examen di pruebas de profundo saber en materias teolgicas.

    En 1790 obtuvo en propiedad la ctedra de Prima de Cnones, en la Universidad de San Felipe ;y la desempe hasta su muerte, ocurrida el 12 de Junio de 1795.

    En esjta fecha estaba nombrado cannigo de la Catedral de Concepcin.

    Se le enterr en el monasterio de las monjas de Santa Rosa (2).

    II

    DON JUAN EGAA.SUS ESTUDIOS EN LIMA.SU CARRERA PROFESIONAL, LITERARIA Y PEDAGOGI-

    CA DURANTE LA COLONIA.

    Dos aos antes de alejarse por primera vez del Virreinato, don Gabriel Jos de Egaa engendr en la dama peruana doa Josefa del Risco un hijo varn, el cual naci en 31 de Octubre de 1768.

    Este nio, que deba ser uno de los ms ilustres prceres de la independencia de Chile, fu bautizado de edad de 3 aos y 5

    (1) Segn el arcediano Garca, Egaa fu llevado a Lima y condenado por palabras indecorosas. El Cura Monardes. Santiago, 1889. Medina no da pormeribres en La inquisicin en Chile.

    (2) Para formar el cuadro de la vida de "D. Gabriel de Egaa, he apro-vechado el Diccionario de Prieto del Ro y el Diccionario Colonial de Medina.

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    meses con el nombre de Juan, en la iglesia metropolitana de la ciudad de los Reyes, a 31 de Marzo de 1772, cuando ya su padre se encontraba en Chile (l).

    Es evidente que la madre no era de pura cepa espaola; y, para aseverarlo, basta examinar la fisonoma de su hijo.

    De todas suertes, el enlace de don Gabriel Jos de Egaa con la seora del Risco fu felicsimo, pues di origen a uno de los hombres ms notables de las postrimeras de la colonia.

    Don Juan Egaa recibi esmerada educacin en la ciudad de los Reyes, como alumno del Seminario de Santo Toribio, hasta que obtuvo el grado de bachiller en leyes, en la Universidad de San Marcos de Lima, el 17 de Septiembre de 1789 (2).

    Quin haba costeado los gastos? De suponer es que fuera su madre. En todo caso, el estudiante manifest en las aulas, segn es tradicin, sobresalientes dotes de talento y constancia.

    Antes de que cumpliera 22 aos, en 1790, decidi embarcarse para Chile. Se ha asegurado que don Juan tom esta resolucin despus de la muerte de la seora Risco. Y se agrega que vena con el proyecto de continuar viaje a la Pennsula, pero que le disuadi de hacerlo el regente de la Real Audiencia de Chile, don Francisco Antonio Moreno y Escandn, que haba sido oidor en Lima y amigo de la familia Egaa.

    En esta fecha, el padre de don Juan era un eclesistico respe-table, y, como se ha ledo, desde el 16 de Septiembre de 1790, catedrtico de Prima de Cnones en la Universidad de San Felipe. Deba fallecer en Santiago muy poco tiempo despus (3).

    Desde entonces, don Juan no tuvo valederos de importancia, y necesit luchar por s solo el combate de la vida.

    (1) En la fe de bautismo, que en copia autorizada posee don Miguel Luis Amuntegui Reyes, se afirma que don Juan, en caso de necesidad, haba sido bautizado antes por un religioso de La Merced.

    (2) Matta Vial, Apuntes para un Diccionario Biogrfico. Revista Chi-lena de Historia y Geografa. Tomo 43, nmero 47.

    (3) Medina, Historia de la Real Universidad de San Felipe. Tomo 1., pgina 509,

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    A mediados del ao de 1792, haba contrado matrimonio con la hija de un comerciante cataln, doa Victoria Fabres, y su hogar empezaba a poblarse con numerosos hijos. En el ao anterior, haba recibido de la Real Audiencia el ttulo de abo-gado.

    Sin duda alguna, don Juan esperaba que el ejercicio de la profesin le permitiera sufragar los gastos de su casa.

    Muy pronto, adquiri numerosa clientela; y, segn tradicin, reservaba una parte de su tiempo para defender gratis a las personas sin recursos.

    Entre los empleos desempeados en esta poca por Egaa, deben mencionarse los de diputado y secretario del Tribunal de Minera.

    No haba abandonado, sin embargo, la carrera de las letras. En 1802, la Universidad de San Felipe le otorg los grados de licenciado y doctor en Leyes; y, con fecha 5 de Agosto, la propie-dad de la ctedra de retrica (l).

    Gobernaba entonces la Capitana General de Chile el Presi-dente don Luis Muoz de Guzmn, cuya esposa, la seora Mara Luisa Esterripa, era el encanto de la sociedad de Santiago.

    A sus saraos, asistan las familias ms aristocrticas de la colonia, y estas fiestas eran amenizadas con piezas varias de clavicordio y recitacin de poesas.

    Don Juan Egaa y don Bernardo de Vera no faltaban nunca al palacio en estos das de regocijo.

    Egaa, sin duda, contaba con el patrocinio del Presidente Muoz de Guzmn, y, si a este poderoso apoyo se agregan sus mritos personales, se comprender cmo don Juan haba lle-gado a ocupar sealada situacin en el foro y en las letras.

    En los colegios del Virreinato hasta aprendido a versificar, y esto le permiti contribuir con diversas composiciones poticas al brillo de los saraos de la Presidenta de Chile.

    (1) Medina, obra y tomo citados. Pgir.a517.

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    En la lista de sus obras, formada por l mismo, aparecen unas poesas latinas, griegas y castellanas que di a luz en Lima, con motivo de las exequias de Carlos III; y otras de la misma clase estampadas en las exequias del Conde de La Unin, hijo del primer Duque de San Carlos.

    Refiere don Luis Montt en su Bibliografa Chilena tomo I (l), que Egaa ley en la tertulia de la Esterripa dos traducciones en verso castellano: el drama Cenobia y la cancin Nise, una y otra del clebre poeta Metastasio.

    La Presidenta hizo representar aquel drama, que el traductor haba tenido la gentileza de dedicarle, dndole a ella el nombre supuesto de Marfisa, en el teatro construido dentro de la Plaza de las Ramadas, por don Jos de Cos Irriberi.

    La funcin di principio con una loa original de Egaa. En carta escrita a su amigo don Jos Antonio de Rojas (2),

    don Juan le manifestaba cul era su opinin sobre las condiciones que deba ofrecer una pieza teatral, y se declaraba partidario de la teora de las tres unidades.

    La amistad de Egaa con Muoz de Guzmn y con la seora Esterripa, a pesar de la agitacin poltica de aquellos aos, no se quebrant jams.

    En 1804, con ocasin del cumpleaos del Rey Carlos IV, compuso una nueva loa en honor del monarca espaol y del Pre-sidente de Chile (3).

    Como se sabe, este ltimo muri de repente en Santiago, en el ao de 1808; pero su viuda continu viviendo en nuestro pas durante algunos aos ms.

    Egaa permaneci fiel amigo de su bella Marfisa y no per-da ocasin de recitarle poesas, con el objeto de entretener su espritu.

    (1) Pginas 66 y siguientes. (2) Puede leerse en la obra citada de D. Luis Montt. Tomo 1.*, pgi-

    na 96 y siguientes. (3) Luis Montt, obra y tomo citados. Pgina 80 y siguientes.

  • 23

    En 1817, despus Sel triunfo de Chacabuco, la Esterripa sufri una enfermedad, y hubo de retirarse al campo para convalecer.

    All invitaba a menudo a comer a sus amigos de otro tiem-po; pero con la condicin deque cada uno recitase en la mesa una composicin potica sobre el asunto que se le sealaba me-dia hora antes.

    Don Juan ha conservado, en la edicin de sus obras publicadas en Europa, algunas de estas improvisaciones, que, aunque de poca inspiracin, no carecan de cierto gusto literario (l).

    La Cenobia no fu la nica pieza que don Juan Egaa escribi para el teatro. Se conservan los ttulos de dos comedias suyas: Porfa contra el Desdn y El Amor no halla im-posibles, y tres sanetes: Piliforonte o El Valor Ostensi-ble, El Marido y su Sombra, y Amor y Gravedad (2).

    Despus de la muerte de su protector, el Presidente Muoz de Guzmn, Egaa estuvo a punto de perder su ctedra de re-trica en la. Universidad de San Felipe.

    En los archivos de esta corporacin, se dej testimonio de la resolucin que va a leerse:

    1809Marzo 21. Asimismo, se hizo presente por algunos S. S. D. D. lo mal servida que se hallaba la ctedra de retrica, con respecto a hallarse licenciado su catedrtico por sus habi-tuales enfermedades, y no tener un substituto que desempeara este cargo con la aptitud que corresponda. Acordse nombrar substituto, dndole algo de la renta del propietario (3).

    Evidentemente, el clima de Chile haba perjudicado la salud de Egaa, quien haba nacido en un pas tropical.

    Segn parece, Egaa no volvi a servir su ctedra de la Uni-versidad sino por medio del substituto; pero conserv la mayor parte del sueldo y el prestigio de que gozaba. A l le encomend la corporacin el elogio que se rindi al nuevo gobernador, don

    (1) Tomo 4. Londres, 1829. (2) Miguel Luis Amuntegui, Las primeras representaciones dramticas

    en Chile. Pgina 162. (3) Medina, Historia de la Real Universidad de San Felipe. Tomo 1.,

    pg. 517. " '

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    Francisco Antonio Garca Carrasco, en la sesin solemne que con este objeto celebrla Universidad el 15 de Noviembre de 1809.

    Este discurso no fu pronunciado por Egaa, sino por el doctor don Jos Gregorio Argomedo, que gozaba de mucha repu-tacin por su elocuencia (1).

    III SERVICIOS DE DON JUAN EGAA A LA CAUSA PA-TRIOTICA.SU PLAN DE GOBIERNO.EL PARTIDO DE MELIPILLA LE NOMBRA DIPUTADO AL CONGRESO DE

    1811.REDACTA UN PROYECTO DE CONSTITUCION

    Debe considerarse a don Juan Egaa como ciudadano chi-leno, ya que, en calidad de hijo de chileno, haba establecido su residencia en nuestro pas.

    Aun cuando era un producto genuino de la educacin colonia^ no careca de luces extraordinarias para aquella poca.

    Ya en Lima se haba manifestado espritu progresista (2). En Chile, hay testimonio fidedigno de que su amigo don Jos

    Antonio de Rojas le haba prestado las obras de los filsofos franceses del siglo XVIII, que l introdujo ocultamente en la Capitana General (3).

    No debe, pues, extraar que don Juan Egaa acatara de los primeros la autoridad de la Junta de Gobierno elegida en 18 de Septiembre de 1810.

    Habiendo autorizado esta corporacin a los vecinos para que se dirigieran a ella, de palabra o por escrito, manifestndole todo cuanto se refiriera al alto inters pblico, Egaa se apresur a presentar al Conde de la Conquista un interesante plan de gobierno (4).

    En este programa, el egregio publicista propona tres ideas fundamentales: la confederacin de los pueblos hispanoameri-

    (1) Barros Arana. Historia General de Chile. Tomo 8., pgina 89. (2) Felipe Barreda Laos, Vida intelectual del Virreinato del Per.

    Buenos Aires, 1937. Pgina 307. (3) Amuntegui Solar, Gnesis de la Independencia de Chile. Pgina 14. (4) Barros Arana, Historia General de la Independencia de Chile. Se-

    gunda edicin. Ao de 1863. Tomo 1., pgina 418.

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    canos, el establecimiento en Chile de un gran colegio cientfico e industrial y la libertad de comercio.

    El hombre que en aquella poca de ignorancia y de preocupa-ciones de toda clase se atreva a manifestar la necesidad de tales reformas, sin duda posea un espritu superior.

    En la exposicin de su plan, Egaa revelaba, por lo dems, las condiciones de un verdadero estadista. El investigador de nuestros das, con la lectura de aquella interesante pieza, se da cuenta de que el autor comprenda perfectamente los defectos del rgimen colonial.

    Aunque Egaa no tena una ilustracin muy slida, gracjas a su talento natural haba llegado a concebir cules eran las innovaciones ms eficae'cs para obtener el progreso de estas comarcas.

    No deban transcurrir muchos meses, sin que la Junta de Gobierno abriera las puertas de Chile al comercio del mundo.

    De igual suerte, merced a los esfuerzos del mismo Egaa, de don Manuel de Salas y de don Jos Miguel Infante, en 1813, el Instituto Nacional empez a formar buenos ciudadanos en el seno de la capital. La semilla lanzada al surco por don Juan Egaa, deba echar hondas races en la sociedad chilena y convertirse ms tarde en un rbol corpulento y vigoroso.

    No sucedi lo mismo con jel proyecto de confederacin; estos pases no se hallaban preparados para realizarlo y necesitaban primero organizar sus instituciones; pero, despus de un siglo de vida libre, ellos comprenden las inmensas ventajas de unirse estrechamente para defender sus prerrogativas y sus ideales.

    En su memoria, Egaa sealaba otras reformas que, aunque de menor importancia, no por eso dejaban de ofrecer benficas consecuencias para el pas.

    El fomento de la agricultura exiga, en su sentir, la termina-cin del canal de Maipo, el aumento de los derechos de alcabala, a fin de estorbar la excesiva extensin dlos fundos, el arreglo de los caminos pblicos y la adecuada distribucin de las aguas de riego,

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    A su juicio, deba tambin protegerle la fabricacin de tejidos de lino y lana con una fuerte subvencin, y,una vez establecida, con el monopolio por diez aos, a condicin de que se diera tra-bajo a los naturales del pas.

    Peda, asimismo, la compra de una imprenta, y encareca la necesidad de prohibir la introduccin de negros esclavos.

    Estas dos ltimas deas deban ser adoptadas muy pronto. Egaa se equivocaba cuando imaginaba que Chile no poda

    ser atacado por tierra, y, por tanto, sostena que era intil el aumento del ejrcito. La invasin de Pareja deba darle un ments formidable.

    A fines del ao, el mismo Egaa, en compaa del capitn de ingenieros don Juan Mackenna y de don Jos Samaniego, propona a la Junta una completa reorganizacin militar.

    Sea lo que fuere, el plan de Egaa, desde el punto de vista civil, manifestaba un amplio conocimiento de las necesidades ms premiosas.

    Algunos extranjeros ilustres no tomaban en serio la sabidura de Egaa. Por ejemplo, don Andrs Bello, que haba permane-cido en Londres cerca de veinte aos. Pero ellos no tenan en cuenta el estado de incultura en que se hallaba nuestro pas, cuando Egaa propona sus primeras reformas. Los consejos de don Juan fueron de la mayor utilidad en aquellos tiempos infaustos.

    Egaa entr al primer Congreso Nacional, elegido en Julio de 1811 por el partido de Melipilla (1), en reemplazo de don Jos Fuenzalida y Villela, que haba renunciado.

    La autoridad de don Juan era indiscutible en aquella Asam-blea; y con fecha 13 de Noviembre fu designado miembro de la comisin que deba redactar un proyecto constitucional. Aun-que tambin formaban parte de ella hombres tan distinguidos como don Manuel de Salas, el presbtero don Joaqun Larran,

    (1) Egaa era dueo de una hacienda'de 500 cuadras en las afueras de la ciudad.

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    el licenciado don Agustn Vial y el doctor don Juan Jos Echeve-rra, slo Egaa cumpli con el encargo.

    La disolucin del Congreso por don Jos Miguel Carrera, impidi que aqul se ocupara en discutir el trabajo mencionado.

    Por renuncia de don Manuel de Salas, Egaa ejerci el cargo de secretario en los ltimos das del Congreso (1).

    El proyecto de Constitucin elaborado por don Juan, qued a un lado durante el gobierno de Carrera; pero, despus de la destitucin de este procer, mereci prolijo examen de parte de la Junta de 1813, compuesta de don Jos Miguel Infante, don Agustn de Eyzaguirrc y don Jos Ignacio Cienfuegos, la cual mand publicarlo.

    El proyecto iba precedido de una declaracin de los derechos del pueblo de Chile, compuesta por el mismo Egaa. En ella, se estableca la independencia que tena nuestro pas para gobernarse por s mismo, salvo en las relaciones exteriores. Egaa insista en su plan de confederacin, si no de todo el continente, por lo menos de la Amrica del Sur.

    Como se ve, esta era una explcita declaracin de la autono-ma nacional.

    Adems, Egaa cuidaba de asentar que la religin de Chile era la catlica romana; y dejaba establecido que deba reputarse chileno todo individuo que jurara la Constitucin.

    La Constitucin misma propuesta por Egaa, era una mezcla rara de ideas contrapuestas: por una parte, revelaba el espritu colonial de su autor; y, por la otra, la inteligencia natural que le adornaba, ilustrada por su estudio de los filsofos franceses.

    No acertaba Egaa a constituir un gobierno estable ni un Congreso fiscalizador; pues entregaba estas atribuciones a Juntas Cvicas sin responsabilidad alguna.

    El nico poder bien organizado en el proyecto era el judicial. La principal preocupacin del autor era mantener en el pueblo

    una gran moralidad. Egaa se imaginaba que un pueblo libre (1) Barros Arana, Historia General de Chile. Tomo 8., pgina 486.

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    podra ser educado como un colegio de adolescentes, o bien, disciplinado como un convento de religiosos. La mayor parte de los preceptos se hallaba encaminada a conseguir la morali-dad de las costumbres y la uniformidad de las creencias.

    Un captulo especial organizaba la enseanza del Estado. Declaraba a todos los ciudadanos iguales ante la ley; y,

    para obtenerlo, prohiba el matrimonio de los mulatos o hijos de negros con personas de su misma especie. En cambio, permita que se casaran con indgenas.

    En el artculo 81 de su proyecto, estableca que desde la publicacin de la Constitucin, ninguno naca esclavo en el territorio de la Repblica.

    Al mismo tiempo que don Juan propona esta trascendental reforma, el Congreso de 1811, con fecha 11 de Octubre, apro-baba un proyecto de Ley redactado por don Manuel de Salas, en virtud del cual se declaraba libre a todo hombre nacido en Chile, se prohiba la introduccin de esclavos en el pas, y se reconoca la libertad de todos aquellos que, en trnsito por nuestro territorio, permanecieran en l por ms de 6 meses.

    Soplaban, entonces, francos vientos de libertad en este pas. Adems, en el artculo 81, Egaa aseguraba a los esclavos

    existentes en Chile la facultad de cambiar de patrn y la de rescatarse por un precio moderado. Ninguna esclava, agregaba, poda ser vendida fuera de la Repblica sin la expresa condicin de que sus partos fueran libres.

    Don Juan reglamentaba prolijamente el derecho de patronato, y pretenda introducir serias reformas en la constitucin de los conventos de regulares.

    Todo el proyecto estaba fundado sobre el gobierno republi-cano y unitario.

    Las convulsiones polticas de la poca impidieron que se discutiera, y, menos an, que se promulgara; pero, diez aos ms tarde, Egaa consigui la aprobacin de un proyecto parecido.

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    IV

    LOS HIJOS DE DON JUAN EGAA.SU CASA DE HA-BITACION EN SANTIAGO Y SU CHACRA DE PEA-LOLENPROYECTA >UNA MAQUINA DE ESCRIBIR. ES UNO DE LOS FUNDADORES DEL INSTITUTO NA-

    CIONAL Y LEVANTA UN CENSO DE CHILE *

    En esta poca, tena ya don Juan tres hijos matriculados en la Universidad de San Felipe: dos hombres y una mujer.

    El primognito, don Mariano, a quien est principalmente dedicado este estudio, haba nacido el 1. de Marzo de 1793. Incorporado en 1803 en la ctedra de retrica desempeada por su padre, seis aos ms tarde reciba en la sabia corporacin los grados de maestro en artes y de bachiller en cnones y le-yes. A la edad de dieciocho aos, obtuvo de la Real Audiencia el ttulo de abogado.

    Doa Dolores Egaa, casada ms tarde con don Manuel de los Ros, fu la nica mujer admitida entonces en las aulas universitarias. En el glorioso ao de 1810, su padre la matricul en el curso de filosofa, conjuntamente con su hermano don Joaqun.

    Este ltimo fu un alumno sobresaliente, a tal punto que, cuando contaba slo veintids aos, le fu confiada la ctedra de filosofa en el Instituto Nacional, restablecido por el gobierno de O'Higgins en el ao 1819. Muy poco tiempo, sin embargo, pudo desempearla el joven Egaa, pues falleci en 1821.

    Adems, fueron hijos de don Juan: doa Isabel, que deba con el tiempo meterse monja, y don Juan Mara, padre de don Mariano, don Rafael y don Enrique, que se distinguieron en el foro, en la enseanza pblica y en el periodismo. Rafael Egaa ha dejado un nombre ilustre en las letras chilenas.

    En el ao 1812, don Juan estuvo a punto de perder su ctedra de retrica en la Universidad; pues, habindose creado la ctedra

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    de derecho natural y de gentes, se acord por el claustro supri-mirla, para costear los gastos de la nueva asignatura.

    Don Juan consigui, sin embargo, que se revocara esta reso-lucin. Pero, durante el gobierno de la reconquista, la mencio-nada ctedra fu definitivamente suprimida, a pesar de una real cdula de 1810 que ordenaba no innovar en este asunto, y a pesar de una solicitud de la mujer de Egaa, en que haca presente no se haba seguido causa alguna contra su marido.

    Egaa se hallaba, entonces, confinado en Juan Fernndez. El Presidente Osori'o destin la renta suprimida al manteni-

    miento del cuerpo militar llamado de la Concordia (1). La casa de la familia Egaa se hallaba situada en la calle

    Teatinos y llevaba el nmero 13. Fuera de esta propiedad, don Juan invirti sus ahorros en

    diferentes casas pequeas de la ciudad y en algunos fundos rs-ticos. Entre ellos, es digno de recordarse el llamado Pealoln, al oriente de Santiago, en la falda de la Cordillera. Egaa bauti-z esta finca con el nombre de Quinta de las Delicias en recuerdo de las Delicias que pertenecan a Voltaire (2).

    Tanto Pealoln como la casa de la calle Teatinos, pasaron ms tarde a manos de su hijo Mariano.

    Don Juan viva sus vacaciones de verano en Pealoln, y los meses ms crudos del invierno, en su fundo de Melipilla.

    Don Juan se empe en formar dentro de la quinta de San-tiago un hermoso jardn con pilas y cascadas, que deba ser notablemente mejorado por su hijo Mariano. Es muy sabido que a este ltimo le agradaba acompaarse en esta mansin, durante la temporada de vacaciones, con sus amigos predilec-tos, entre otros, don Andrs Bello.

    Probablemente, don Juan Egaa haba adquirido en Lima, gustos refinados de buen vivir. El mismo hombre que, adelan-

    (1) Medina, La Real Universidad de San Felipe. Tomo 1., pginas 353 y 518.

    (2) Probablemente, el mismo recuerdo movi a don Bernardo O'Higgins para bautizar el principal paseo pblico de Santiago Avenida de las Deli-cias, hoy Bernardo O'Higgins.

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    tndose a las opiniones de su poca, propona la abolicin de la esclavitud, el establecimiento de un colegio cientfico y la con-federacin hispanoamericana, se complaca en rodear su casa de fragantes flores y sabrosos frutos.

    De la pluma misma de Egaa, proviene la descripcin que va a leerse de los adelantos introducidos por l en su quinta de recreo.

    En la tal casita, hay primeramente un magnfico estanque de cal y ladrillo. Idem, una bella plazoleta con tres fuentes y cada fuente con 16 surgidores, que forman una columna de bom-billas de agua. Sigue despus un paseo de media cuadra, elevado en alto y cubierto de un magnfico parral, muy ancho, con la altura de 6 varas, todo enladrillado, y la mayor parte formado de fierro. Este remata en un magnfico cenador, que forma una rotonda de 8 varas de dimetro y otras tantas de alto. De esta rotonda desembocan cascadas, y varios caones de pilas que desaguan la cascada. Aqu se forma un depsito, que sirve de casa para 3 grandes fuentes, cada una con 20 surgidores, que deben salir formando canastillos o abanicos de agua. Despus de la fuente se halla otro plano inferior, donde estn dos mag-nficos rboles de fierro, cuyas ramas sostienen en el aire 42 macetas de flores, en bella simetra, siendo el tronco de cada gran rbol una columna de agua, con el dimetro de cerpa de una vara, que, distribuyendo sus aguas en peines, debe hacer una vista hermosa. Ms abajo est una rampa, que forma una parte principal del jardn, distribuida en trapezoides o alfajo-res, como aqu decimos, siendo sus divisiones de canales ele-vados que forman cuarenta y tantas cascadas. Otro terrapln en rampas presenta un tablero de cuadros verdes y de ladrillos, a la manera de interpolacin que tienen entre casas blancas y negras los tableros de damas. Un magnfico bao de cal y la-drillo, surtido por una cascada, en una escalera de descanso, y un gabinete lleno de comodidades, para desnudarse y ves-tirse, dormir, etc. Todas estas obras son de gran solidez, tienen

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    tres aos de constantes y multiplicados trabajos. El bao ha sido trabajado desde la carta en que Ud. lo ordena (1).

    Don Juan anhelaba tambin poseer uno de los artefactos ms tiles de los tiempos modernos y que entonces no se cono-can en nuestros pases.

    En carta escrita a 9 de Marzo de 1825 a su hijo Mariano, entonces en Londres, le haca este encargo:

    No olvides el clavecito taquigrfico (mquina de es-cribir). Casi no tengo otra explicacin que mandarte, sino que l debe tener lo siguiente:

    1.Cinco teclas en la mano izquierda, para las vocales. 2.Las consonantes ms necesarias y unas muy pocas y

    muy generales abreviaturas, formarn las teclas de la derecha. Todas estas teclas tienen un marjillo (marjencillo?), de cuyos martillos ha de resultar un medio crculo, de manera que todos los martillos vengan a golpear en un mismo punto; y cada mar-tillo tendr una letra, que ha de imprimirse en aquel punto.

    3.Abajo, y para recibir la impresin, habr un cilindro, en donde est envuelto el papel, para que all golpeen los martillos y cada uno imprima su letra.

    Para que las letras no caigan unas encima de otras, ya se deja ver que el cilindro tendr una rueda endentada, gobernada por un resorte, comunicada cada tecla, para que, en el mismo acto que se toque la tecla, camine un pequeo espacio el cilin-dro, a fin de que aquel martillo caiga en el nuevo lugar que no est ocupado con letra.

    Ya se deja ver que cada rengln va formando un crculo completo en el cilindro; y, por consiguiente, en el momento que se completa el primer crculo, ha de haber un resorte para que el cilindro mude de lugar otro tanto que lo que necesita la distan-cia de uno a otro rengln.

    Me ocurre que ser preciso que cada slaba, que se compone de una vocal y de una consonante, tendr que tocarse al mismo

    (1) Carta de don Juan Egaa a su hijo Mariano, dirigida a Londres en 1." de Febrero de 1826,

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    tiempo en las teclas, como sucede en la pronunciacin natural; que, al pronunciar la consonante, modificamos la voz y movi-miento de los labios, de suerte que le acompaamos el sonido de la vocal. Para atender a sto, discurro que, como en los pa-peles de solfa, puede componerse cada rengln de dos filas uni-das y paralelas, para que los martillos de las vocales, golpeando en un punto perpendicular a la consonante, puedan caer a un mismo tiempo.

    Cada martillo tendr un caoncito para la tinta, que siem-pre debe estar permanente, a fin de que imprima en el acto del golpe.

    Esta es una idea confusa que te doy por ahora, para que, hablando con alguna persona ingeniosa, pueda trazar la maqui-nita del modo que tenga mejor xito y uso. Estoy muy de prisa; despus te hablar de sto, si algo me ocurriese con ms detalles. Te prevengo que un consejero alemn (creo que el del Consejo A. . . ) , cuyo nombre es, poco ms o menos, Kemfen, o cosa semejante, escribi sobre una mquina que haba inventado para imprimir la msica, al mismo tiempo de cantar;y sta de-be tener mucha analoga con la ma. Luego te mandar su nom-bre, si no tienes noticias de l (1).

    La primera idea de una mquina de escribir, segn el Diccio-nario Larousse del Siglo XX, se debi al ingeniero ingls En-rique Mili (ao 1714); pero este invento no se perfeccion sino muchos aos ms tarde, y slo pudo utilizarse en la prctica en 1873.

    Don Juan Egaa form parte del Senado de 1812; pero puede asegurarse que durante todo el gobierno de Carrera se abstuvo de tomar participacin activa en poltica.

    Entre las reformas importantes implantadas por aquel Se-nado, merece especial recuerdo la libertad de imprenta, salvo en lo que se refera a materias religiosas. No se conceba enton-

    (1) La correspondencia original entre don Juan y don Mariano de Egaa > se guarda en la Biblioteca Nacional. Para mis citas, me he valido de una copia que debo a mi amigo Guillermo FeM Cruz.

    2.Pipilos.

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    ees que alguien fuera bastante osado para atacar por la prensa los principios del catolicismo.

    Don Juan Egaa fu uno de los ms esforzados sostenedores de la indicada libertad; y a l se atribuye la redaccin del decreto dictado por la Junta de Gobierno, a 23 de Junio de 1813.

    Por desgracia, este triunfo del libre pensamiento fu efmero. Y el mismo Egaa cambi ms tarde de opinin en esta materia.

    En cambio, el nombre de Egaa est vinculado a un estable-cimiento de educacin, que deba ser el alma mater de nuestro pas: el Instituto Nacional.

    El primer reformador de la enseanza colonial, a fines del siglo XVIII, fu el filntropo don Manuel de Salas, quien haba creado una escuela de matemticas con el nombre de Academia de San Luis.

    Don Juan Egaa, en su plan de gobierno de 1810, manifest la urgencia de fundar un gran colegio de letras y ciencias. Este proyecto fu apoyado con entusiasmo por el mismo Salas y por el fraile Camilo Henrquez, quien present al Congreso de 1811 un interesante programa de estudios.

    El Congreso mencionado trat de realizar esta gran idea; pero los acontecimientos polticos se lo impidieron. Como el gobierno no dispona de los fondos necesarios, se pens en unir el nuevo Instituto a la Universidad de San Felipe y al Semina-rio Conciliar, que contaban con algunos recursos propios, e in-corporar en sus aulas las ctedras de la Academia de San Luis y del Colegio Carolino.

    As lo decret la Junta de 1813, compuesta de don Francisco Antonio Prez, don Jos Miguel Infante y don Agustn de Eyzaguirre.

    El Instituto abri sus puertas con solemne fiesta, a la cual asistieron las ms altas autoridades, el da 10 de Agosto.

    En el nuevo establecimiento se haba creado la ctedra de elocuencia, que se puso a cargo de don Juan Egaa.

    El ilustre repblico ense esta asignatura por pocos aos, desde que empez a funcionar el Instituto hasta su clausura

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    por el gobierno espaol de la Reconquista, y desde su restable-cimiento en 1819 hasta 1823, poca en la cual pidi licencia por sus muchas ocupaciones. No deba volver a las aulas y fu jubilado en 1826.

    En la poca de la Patria Vieja, don Juan Ega gozaba de una autoridad indiscutible en materias polticas y sociales; y no hubo comisin de importancia que no le fuera confiada.

    En el ao de 1813, la Junta de Gobierno nombr l doctor Egaa para que presentase un modelo para practicar el censo de la poblacin de la Repblica. Adoptado el que present, se procedi a la ejecucin del censo; y es el que ha regido hasta la fecha, asegura don Jos Miguel Infante en 1836, para l elec-cin de representantes en los cuerpos legislativos y para otros importantes objetos (1).

    Segn la opinin de Barros Arana, quin examin los estados originales de este censo en Pars, durante el ao de 1860, en la coleccin de documentos reunidos por don Claudio Gay, l mencionado censo era muy deficiente (2).

    Refiere don Miguel Luis Amuntegui que este empadrona-miento se extravi en el aciago gobierno de la Reconquista Espaola, y que despus del triunfo patriota de Chacabuco se fij en todos los lugares pblicos un bando impreso, en que se ofreca una buena recompensa al que descubriera el paradero de aquellos trabajos,y en que s amenazaba con severo castigo al que los ocultara o dejara de delatar a su detentador.

    Con este motivo, en todas las iglesias se fulminaron las ms tremendas censuras eclesisticas contra el qu retuviera los mencionados papeles y contra el que, sabindolo, no dijera dnde se encontraban.

    Se ofrecan mil pesos de recompensa al que los ntrgara o diera noticias de ellos.

    Se conminaba con seis aos de presidio al qu no los devol-(1) Necrologa de don Juan Egaa publicada por don Jos Miguel

    Infante en El Valdiviano Federal. Vase Miguel Luis Amuntegui Ensayos Biogrficos. Tomo 4. Pg. 402.

    (2) Barros Arana, Historia General. -Tomo 9." Pg. 218.

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    viera, y al que contribuyera con su silencio a que no se devol-viesen.

    Aquellos documentos tan buscados, agrega Amuntegui, eran dos extensos y prolijos trabajos estadsticos, en los cuales haba muchos ms guarismos que letras.

    Haban sido concienzudamente elaborados por persona competente en 1813 y 1814, en cumplimiento de una orden de la autoridad superior.

    Veamos en qu consistan. El uno era un censo general de Chile, distribuido por edades,

    sexos, estados, profesiones, provincias, delegaciones y territo-rios, con especificacin de las fbricas, escuelas, establecimientos pblicos, talleres de todos oficios, iglesias, monasterios, emplea-dos pblicos y municipales, nmero de artesanos, agricultores, comerciantes, milicias y dems ocupaciones de los ciudadanos.

    El otro era una estadstica econmica de Chile o clculos efectivos y aproximativos de lo que producan los predios rs-ticos y urbanos, el comercio de primeras y segundas manos, los proventos y propiedades eclesisticas, la industria fabril, las rentas pblicas de todas clases, los establecimientos y diver-siones pblicas, el servicio domstico y trabajo jornalero, todos los ramos fiscales y fondos municipales, para establecer sobre ellos una contribucin directa temporal (1).

    Segn el autor citado, los agentes del General Oso rio haban embargado dichos documentos, y los haban depositado en la secretara del Gobierno, de donde fueron substrados.

    Felizmente,, como lo asevera Barros Arana, los papeles del censo fueron encontrados ms tarde y recogidos por el sabio Gay.

    De igual suerte, el gobierno patriota pudo recuperar la obra de la estadstica econmica. Este trabajo haba sido ejecutado por una comisin, nombrada en 22 de Abril de 1813 y formada por el senador don Juan Egaa, el intendente de hacienda,

    (1) Amuntegui, Representaciones dramticas en Chile. Pginas 157 y 158.

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    don Jos Santiago Portales, los regidores don Joaqun Ganda-lillas y don Antonio Jos de Irisarri, y el procurador de ciudad, don Anselmo de la Cruz (1).

    V

    DON JUAN EGAA ES DESTERRADO A JUAN FERNAN-PEZ YNO VUELVE A SANTIAGO SINO EN 1817.O'HIG-GINS LE COMISIONA PARA QUE ESCRIBA UNA HIS-TORIA DE LA REVOLUCION.LA CONSTITUCION

    D 1823 Despus de la derrota de Rancagua, Egaa fu desterrado a

    Juan Fernndez, y trasladado a la isla grande de ese archipi-lago en la fragata Sebastiana, con fecha 25 de Noviembre de 1814.

    Hizo la navegacin en compaa de los ilustres patriotas don Ignacio de Carrera, don Francisco de la Lastra, don Jos San-tiago Portales, el mayorazgo don Pedro Prado Jaraquemada, don Agustn de Eyzaguirre, el respetable presbtero don Jos Ignacio Cienfuegos, don Juan Antonio Ovalle, don Isidoro Errzuriz, don Agustn Vial Santelices, el filntropo don Manuel de Salas y el patriarca de la revolucin don Jos Antonio de Rojas.

    Egaa permaneci en el histrico pen durante ms de dos aos, alojado en un rancho de paja, vctima de las inundacio-nes y huracanes de la isla, sin auxilios mdicos, perseguido por las ratas y expuesto a los incendios, con una alimentacin escasa y a menudo podrida. Durante su largo cautiverio, pudo, sin embargo, contar con los cuidados de su hijo Mariano.

    El nico consuelo que tuvo en este amargo destierro, fu el cultivo de las letras. En Juan Fernndez compuso su mejor libro: El Chileno Consolado en los Presidios.

    Este es una narracin desapasionada de los sufrimientos que (1) Barros Arana, Historia General. Tomo 9. Pgs. 223 y 224.

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    experiment en la isla. Eriza el cabello y agobia el espritu la lectura de esas pginas, que son una exacta fotografa de la crueldad con que fueron tratados los eminentes ciudadanos, confinados por el gobierno de la Reconquista.

    Las autoridades espaolas llevaron su sevicia hasta mezclar-los con los criminales de delitos comunes, a quienes enviaban al archipilago por partias peridicas.

    Felizmente, don Juan se hallaba en la plenitud de la vida, y su naturaleza, aunque delicada, resisti a los horrores de la situacin.

    Pero no hay desgracia que no tenga fin. Despus del triunfo patriota de Chacabuco, Egaa, juntamente con su hijo Mariano y los egregios ciudadanos que haban compartido con l los dolo-res de la Reconquista, regres a Santiago en Marzo de 1817.

    De vuelta a la capital, don Juan organiz el Instituto de Cari-dad Evanglica, destinado a socorrer a los enfermos que no en-contraban camas en los hospitales y por su estado de pobreza no podan medicinarse en sus casas.

    Durante el gobierno de O'Higgins, Egaa recibi varios encargos de confianza, que desempe con mucha rectitud y puntualidad; pero el principal de todos fu el de escribir una relacin histrica de los sucesos de la revolucin. Esto pasaba en el ao 1818.

    En realidad, se puso a la obra y alcanz a componer un apunte cronolgico de los hechos ms notables de la Patria Vieja; y en 1819 public un peridico que, con el ttulo de Cartas Pehuenches, trataba de explicar las causas del movimiento revolucionario de 1810.

    Pero sus esfuerzos no llegaron ms all. En carta dirigida por l a don Estanislao Portales, con fecha 2 de Agosto de 1822, le manifestaba que, por el mal estado de su salud, haba renun-ciado a escribir la historia proyectada. En cambio, le ofreca una copia d los documentos que con aquel fin tena reunidos, y le peda, en su carcter de jefe del Depsito de Prisioneros, un

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    buen escribiente. Esos documentos podran ser de algn pro-vecho para el gobierno (1).

    La historia nacional deba nacer algunos aos despus, cuando don Manuel Jos Gandarillas, a principios de 1834, empez a publicar en El Araucano, del cual era redactor principal, un cuadro poltico de la administracin de O'Higgins, y cuando, diez aos ms tarde, el naturalista francs don Clau-dio Gay di a luz en Pars los primeros tomos de la historia poltica de Chile.

    Despus de. la abdicacin de O'Higgins, don Juan Egaa tuvo la honra de ser nombrado por la Asamblea Provincial de San-tiago para que, en compaa de don Manuel Vsquez de Novoa y de don Manuel Antonio Gonzlez, representantes, a su vez, de las Asambleas de Concepcin y de Coquimbo, dictaran un reglamento de gobierno, conocido con el nombre de Pacto de Unin de las Provincias.

    Los plenipotenciarios mencionados eligieron director interino al General Freire, quien deba convocar un Congreso General Constituyente.

    En cumplimiento de otro artculo del mismo Pacto, el mi-nistro de gobierno nombr una comisin encargada de proponer la divisin del pas en seis departamentos. De ella formaban parte don Manuel de Salas y don Juan Egaa.

    El plan formado por estos respetables ciudadanos recibi la aprobacin del gobierno; pero to la del Senado Conservador de entonces, quien fu de parecer que se elevara a ocho el n-mero de departamentos.

    Como los senadores insistieron en su acuerdo, el Director Freire se neg a promulgar la divisin propuesta, la cual era contraria al Pacto de Unin.

    Don Juan Egaa fu elegido miembro del Congreso Cons-tituyente de 1823 por Santiago y por Melipilla. Era, sin dispu-ta, uno de los personajes ms prestigiosos del nuev^ Estado.

    (1) Barros Arana, Historia General de Chile. Tomo 13, pginas 608 y 609.

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    Por lo dems, su hijo don Mariano desempeaba entonces el cargo de Ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores, hecho que contribua a aumentar la influencia del padre.

    El primer acto de don Juan Egaa, en su carcter de diputa-do, fu una protesta contra la recomendacin hecha por el Cabildo de Santiago a sus representantes en la Asamblea para que en el ejercicio de sus funciones adoptaran el gobierno repu-blicano representativo. En su manifestacin aludida, Egaa es-timaba que aquel encargo infringa el decreto de convocacin al Congreso, por el cual era prohibido que los electores dieran mandato alguno a los diputados.

    El gobierno acept el dictamen de Egaa, y orden al Cabildo que cambiara por otros los poderes distribuidos a los miembros del Congreso.

    Esta resolucin hizo creer a muchas personas bien colocadas que los Egaa, padre e hijo, deseaban implantar el rgimen mo-nrquico (1).

    Esta no era, sin embargo, la verdad; para probarlo, basta recordar que el proyecto de Constitucin presentado por don Juan en el ao 1823 adoipt el rgimn republicano.

    La mencionada asamblea empez a reunirse con fecha 12 de Agosto, y, en una de sus primeras sesiones, nombr una comisin de su seno para que redactara el proyecto constitucional.

    Este fu, sin embargo, la obra exclusiva de donjun Egaa, quien, adems de presidir el Congreso mismo, formaba parte de aquella junta.

    Las bases adaptadas en el plan de Egaa, eran las siguientes: El poder pblico resida en las Asambleas de Electores,

    compuestas de ciudadanos casados o de ms de 21 aos, que poseyeran alguna propiedad, ejercieran algn arte o industria o se dedicaran al comercio. Todos ellos deban ser catlicos, hallarse en posesin del boletn de ciudadana, y, a contar desde el ao 1840, saber leer y escribir; pero no todos los que reunie-ran estos requisitos tendran derecho a voto, sino solamente la

    (1) Barros Arana, Historia General de Chile. Tomo 14, pgina 116,

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    mitad de ellos, elegida por sorteo. Las asambleas as constitui-das gozaran de dos importantes facultades: la de nombrar y destituir a los funcionarios de la ms alta categora y la de p r e s e n t a r eclesisticos idneos en las vacantes de obispos. En otros trminos, el autor de la Constitucin confiaba el principal r e s o r t e del gobierno a juntas irresponsables de ciudadanos, y debilitaba as la autoridad de los miembros del Ejecutivo.

    El Director Supremo podra permanecer hasta ocho aos en el ejercicio de su cargo; pero deba gobernar de acuerdo con el Consejo de Estado, corporacin que preparaba todos los proyectos de ley, y sin cuya anuencia el Director no poda elegir a los Ministros del Despacho.

    Un Senado, compuesto de nueve miembros, deba aprobar lasleyes,y se hallaba investido de todas las atribuciones que hoy corresponden a ambas ramas del Congreso. La Cmara Nacional, mucho ms numerosa, slo intervena en los conflictos entre el Director y el Senado, y en determinados asuntos de suma gravedad, como la declaracin de guerra, el establecimiento de impuestos y la contratacin de emprstitos.

    La administracin de justicia se hallaba bien organizada, y, es equitativo reconocerlo, ha servido de base a nuestro rgimen actual.

    La Constitucin entera se inspiraba en propsitos netamente conservadores. Salvo gracia especial del Congreso, nadie, como se ha ledo, poda ejercer el derecho de sufragio sin ser catlico, era prohibido el culto pblico de cualquiera otra religin; y los ciudadanos no podan contradecir por la prensa los dogmas de la iglesia.

    Egaa cuidaba con esmero en mantener la moralidad pblica y privada, y, con tal objeto, estableca numerosos preceptos, en un ttulo especial, impropio de una Constitucin.

    Todo el mecanismo de la Carta se fundaba en el rgimen unitario y republicano. Por lo dems, fu la primera Constitu-cin que se atrevi a proclamar esta forma de gobierno. Desde el principio, sin embargo, no satisfizo a la opinin ilustrada del

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    pas; y egregios patriotas, como don Manuel de Salas y Camilo Henrquez, se negaron a firmarla.

    El prximo Congreso, cuya primera sesin se celebr el 26 de Agosto de -1824, se apresur a derogar la mencionada Carta.

    Dos eminentes ciudadanos han publicado juicios muy com-pletos sobre la obra de Egaa: don Domingo Santa Mara y don Diego Barros Arana. El primero, en su Memoria Hist-rica sobre los sucesos ocurridos desde la cada de don Bernardo O'Higgins en 1823 hasta la promulgacin de la Constitucin dictada en el mismo ao, que present a la Universidad de Chile a fines de 1857, y el segundo, en el tomo 14 de su Historia General de Chile, dado a luz en el ao 1897.

    Estos dos egregios literatos, condenan la Carta de 1823 como impracticable y antidemocrtica.

    Por esta Constitucin, adverta Santa Mara, haba un Di-rector sin facultades, sin poder y sin medios para obrar en las diversas ramas de ht--administracin; un Senado poderoso, permanente, oligrquico, terrible, que todo lo haca, todo lo escrutaba y todo lo inspeccionaba, pero que no poda, porua rara aberracin, proponer leyes sino en dos pocas determinadas del ao. .. , y un pueblo inerte, pasivo, a quien no se le reconoca el derecho de sufragar, si la suerte no se lo otorgaba... La C-mara Nacional no alcanzaba a ser ni el plido remedo de un Con-greso que mereciese el nombre de tal: poda menos que un tri-bunal de apelacin, puesto que su fallo, en caso de desavenencia entre el Senado y el Director, deba encerrarse en los lmites de una frmula.

    La organizacin del Estado, agregaba, era embarazosa e imposible.

    Para probarlo, Santa Mara recordaba la apreciacin del Ministro de Gobierno en 1824, el cual calculaba que el mecanis-mo ideado por Egaa exiga 20.000 inspectores y 2.000 prefectos.

    En la Constitucin de 1823, opinaba ms adelante, haba, sobre todo, dominado a don Juan Egaa la idea de alejar al

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    pueblo de toda participacin e intervencin directa en la cosa pblica.

    Otro grave defecto de la Constitucin, a juicio del autor citado, era la falta de libertad de imprenta, la cual estaba sometida a verdadera censura; pues todo escrito que hubiera de imprimirse, deba sujetarse al Consejo de Hombres Buenos, para el simple y mero acto de advertir a su autor las propo-siciones censurables. En caso que el autor no corrigiera los prrafos censurados y diera a luz su trabajo, incurrira en las pe-nas legales.

    Barros Arana, por su parte, caracterizaba la nueva Carta en estos trminos:

    Obra de un hombre que posea casi todos los conocimientos que era posible adquirir en las colonias del Rey de Espaa, pero desprovisto de la experiencia prctica que se recibe en la direc-cin de los negocios pblicos, en los viajes por pases ms ade-lantados y en el estudio razonado de la historia y de las insti-tuciones de estos, la Constitucin de 1823 era un esfuerzo del ms mprobo trabajo para organizar sobre fundamentos absolu-tamente tericos un gobierno que no estaba en armona ni con los antecedentes del pueblo a quien se la quera imponer ni con las aspiraciones que haba hecho nacer la revolucin. Ese go-bierno, por otra parte, era un mecanismo laborioso y complicado, compuesto de muchos rodajes que, en vez de facilitar el movi-miento general, se embarazaban unos a otros y lo hacan im-posible.

    Entre las disposiciones de la Constitucin de Egaa, se esta-bleca la necesidad de un Cdigo Moral que detallara los deberes de los ciudadanos en todas las pocas de su edad y en todos los estados de la vida social, formndoles hbitos, ejercicios, deberes, instrucciones pblicas, ritualidades y placeres que transforman las leyes en costumbres y las costumbres en virtudes cvicas y morales.

    El clebre literato espaol don Jos Blanco White, que re-dactaba entonces en Inglaterra (1824-1825) un peridico,

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    El Mensajero de Londres, especialmente destinado a ilus-trar a las nuevas Repblicas hispanoamericanas, di a luz en esta revista, a peticin de don Mariano Egaa, Ministro Pleni-potenciario de Chile, un juicio notable sobre la Carta de 1823.

    En esta ocasin, el egregio publicista condenaba abiertamente la promulgacin de un Cdigo Moral. El reglamento, dice, que impone la obligacin de informar al gobierno acerca de la conducta de cada individuo del Estado, slo sera practicable en una orden de regulares como los jesutas. Los odios que seme-jante tentativa ha de excitar, la tirana e injusticia de su eterno escrutinio, son peores, en su consecuencia, que la polica ms severa de los gobiernos arbitrarios de Europa.

    Mucho ms desfavorable habra sido el dictamen de Blanco White si hubiera conocido el Cdigo Moral mismo, tal como lo redact Egaa, y tal como se public en 1836, en la edicin euro-pea de las obras de don Juan.

    Barros Arana hace resaltar algunas de las singularidades del mencionado Cdigo (1).

    Segn el artculo 237, deba crearse el cargo de Gran Magis-trado de la moralidad nacional, cuya persona y funciones seran sagradas e inviolables.

    La manera de recoger las informaciones o denuncias acerca de la moralidad de los ciudadanos, de anotar estos hechos por funcionarios especiales en los registros y de conservar estos registros, eran el asunto de minuciosas disposiciones.

    La reglamentacin de la vida de familia encerraba preceptos verdaderamente absurdos.

    Al hijo que probase haberse distinguido notablemente sobre sus hermanos en la piedad o en los servicios a sus padres, orde-naba el artculo 77, le corresponde ab intestato, si no est me-jorado en vida, una porcin ms de herencia igual a la que recibe cada uno de los hermanos. Si los hermanos son dos solamente, le cprresponde un tercio ms.

    (1) Historia General de Chile. Tomo 14, nota de la pgina 322 y si-guientes.

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    Con razn Barios Arana se extraa de que un hombre como Egaa, con tanta experiencia de la vida y de la sociedad, haya propuesto una disposicin semejante, que, sin duda, estimulara las intrigas domsticas y gran nmero de litigios escandalosos.

    Pero donde el afn de legislar que inspir siempre a Egaa lleg a lo sumo de la extravagancia es en los preceptos que van a leerse:

    En los banquetes y fiestas de ciudadanos particulares, donde se sirvan licores fuertes o mezclados, exceptuando el vino en comida o cena, en el acto de servirse, le es lcito entrar a la fiesta o banquete, y participar de l, a cualquiera persona infame o de nfima plebe; y, entretanto se mantenga sin practicar alguna ofensa de obra, no podr ser expulsado ni insultado, bajo pena de quinientos pesos o prisin equivalente. Tampoco podr separarse de all alguno de los concurrentes ni suspenderse el banquete, nterin existan licores que consumir, bajo la misma pena. De este modo, pensaba Egaa, podra reprimirse efi-cazmente el vicio de la embriaguez.

    El que provocara o aceptara un duelo, segn el famoso Cdigo, cualquiera que fuese su rango social, sera castigado con doscientos azotes en la plaza pblica, en consorcio de otros facinerosos de delitos infames que fueran castigados ese da; y, en caso de verificarse el duc/o, los actores y testigos seran marcados con la misma marca y en la misma parte del cuerpo, sin otra distincin que los ladrones u otros delincuentes infames.

    En materias religiosas, por fin, Egaa consagraba el ms intolerante criterio. El que profesase el atesmo o una religin que prohibiese el culto externo, no podra residir ni siquiera temporalmente en Chile.

    Este Cdigo no alcanz a ser presentado a la consideracin del Senado, pues ya haba sido derogada la Constitucin.

    El rechazo de su obra predilecta fu un golpe mortal para Egaa. Nunca pudo conformarse con esta reprobacin, que fu casi unnime en el pas, entre todas las clases sociales capaces de juzgar cules eran las leyes benficas y cules las perju-diciales.

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    Despus que el Congreso de 1823 aprob casi por unanimidad la, mencionada carta, y ella fu promulgada con entusiasmo por todas las autoridades, se orden acu,ar medallas conmemora-tivas de este acto; y una ley especial bautiz la Alameda con el nombre de Paseo de la Constitucin, y la antigua calle del Rey hoy Estado, con el mismo nombre de La Constitucin,y mand construir a la entrada de esta ltima va un arco de mrmol, el cual sostendra una estatua de la Libertad, coronada de laureles y con un ejemplar de la Constitucin en las manos.

    A pesar de esta? manifestaciones oficiales, un ao ms tarde la Carta de Egaa cay derribada por los representantes de la nacin, que la juzgaban imposible de establecer.

    Don Juan Egaa, ms inconsolable que en el presidio de Juan Fernndez, dedic los aos que le restaban de vida a defender a su hija contra los unnimes ataques que se le di-rigieron.

    Puede asegurarse, sin embargo, que ella no tuvo en adelante, otros partidarios que don Juan y su hijo don Mariano, a quien le correspondi sepultarla definitivamente, cuando redact la Constitucin de 1833.

    VI

    DON JUAN EGAA FORMA PARTE DEL SENADO CON-SERVADOR DE 1824.EN ESTA CORPORACION DA PRUEBAS DE SU ESPIRITU COLONIAL.ES ELEGIDO MIEMBRO DE LOS CONGRESOS DE 1825 y 1826; PERO RENUNCIA A ESTE ULTIMO CARGO -PERTENECIO ADEMAS A LA COMISION NACIONAL, ELEGIDO POR LA ASAMBLEA PROVINCIAL DE SANTIAGO EN 1827. CENSOR DE TEATRO EN 1832.SU FALLECIMIENTO. NECROLOGIA DE DON JOSE MIGUEL INFANTE

    Como era natural, don Juan Egaa fu nombradp miembro del Senado Qonservador, que cre la Constitucin de 1823; y desde este alto cargo vel por el cumplimiento de la Carta ideada por l.

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    Desgraciadamente, como se ha ledo, con muy mal xito. Entre las defensas compuestas por Egaa a favor de sti obra,

    son dignas de recuerdo las dos que siguen: Es la primera la Memoria para la historia de la Cons-

    titucin promulgada en 1823 (1), que don Juan escribi con nombre supuesto, y no alcanz a concluir, ni dar a luz.

    De advertir es que Egaa era aficionado a usar de estas arti-maas cuando crea conveniente combatir a mansalva pro de sus ideales (2).

    Don Juan no tena la entereza moral suficiente para arrostrar las consecuencias de sus actos. En los momentos de lucha, a menudo desapareca y se trasladaba a uno de sus predios rsticos,

    Este, por lo dems, es un fenmeno propio de los hombres de pensamiento y de bufete.

    Egaa tena una naturaleza enfermiza y s carcter careca de fibra. Para l haba sido un suplicio atroz su destierro a Juan Fernndez. As se explica que, despus de la segunda derrota patriota de Cancha Rayada, se apresurara a huir a Mendoza. Habra hecho lo mismo en 1814, si hubiera supuesto que el go-bierno realista no iba a respertarlo.

    En la Memoria aludida, don Juan se encarnizaba citra los que eran contrarios a la Constitucin de 1823. He aqu como se expresaba del General don Francisco Antonio Pinto: El Ministro Piloto sera el ms ilustre facineroso si a las disposi-ciones del corazn le acompaasen las prendas y talitos del genio: su inconsideracin y falta de decoro pblico, es eminente.

    Con razn, Barros Arana protesta de tales conceptos, y excla-ma indignado: Cualesquiera qe sean los cargos que la pasin

    (1) Esta Memoria fu publicada por don Domingo Santa Mara en el ao de 1858, entre los documentos del Apndice con qe ilustr su Memoria Histrica presentada a la Universidad de Chile en Diciembre del ao anterior.

    (2) Para convencerse de ello, consltese la correspondencia epistolar entre don Juan y su hijo don Mariano. Padre e hijo eran de U misma opinin

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    pueda formular contra Pinto por los actos de su vida pblica, no es posible dejar de reconocer en l un gobernante culto y honorable, como en su vida privada, un modelo de caballerosi-dad.

    El segundo de los escritos de defensa a favor de la Carta hechos por Egaa, tuvo el siguiente origen:

    El Senado Conservador y Legislador, que no funcionaba des-de Julio de 1824, movido por el doctor don Juan Egaa, quiso hacer todava un ltimo esfuerzo para mantener la subsistencia de la Constitucin. Prepar para ello un mensaje dirigido al nuevo Congreso, en que, dndole cuenta de los actos legislativos en los pocos meses que el Senado haba funcionado, y del empeo que puso en plantear la Constitucin para corresponder al aplau-so con que sta haba sido recibida por los pueblos, haca la exposicin de los acontecimientos del mes de Julio, que haban dado por resultado la suspensin del Senado y la concentracin del poder pblico en manos del Director Supremo y de sus Mi-nistros durante tres largos meses, en los cuales se haban come-tido errores que era preciso corregir .. Segn el tenor de ese manifiesto, el Senado de 1824 no haba dejado de existir. Era l quien haba hecho la convocacin del nuevo Congreso; y, a pesar de haber sido suspendido accidentalmente, conservaba sus facultades constitucionales, que lo autorizaban a sostener l vigencia de ese Cdigo (1).

    La defensa mencionada llevaba este ttulo: Mensaje del Senado Conservador y Legislador de Chile a la Cmara o Congreso Nacional convocado en cumplimiento del senadoconsulto de 21 de Julio de 1824.

    Como se ve, Egaa trataba de salvar su obra por dos pro-cedimientos diferentes: uno pblico y oficial, cual era el Men-saje a que se ha hecho referencia y que firmaron todos los sena-dores; y otro, annimo y subrepticio, en el cual supona toda

    (1) Barros Arana, Historia General. Tomo 14, pginas 428 y 429.

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    clase de bajas pasiones en los personajes polticos que haban de-rribado la Constitucin (1).

    Refiere Barros Arana que el Mensaje senatorial recibi dos formidables respuestas: una del Ministro de Gobierno don Francisco Antonio Pinto, en que este digno magistrado demos-tr con argumentos irredargibles la impracticabilidad de la Carta de Egaa; y otra del Ministro de Hacienda don Diego Jos Benavente, que manifest al pas la accin entorpecedora del Senado, causa de las principales que impidieron al gobierno disminuir los gastos y aumentar las rentas pblicas (2).

    Los esfuerzos de Egaa fueron impotentes, y su Constitucin mereci el destino a que la condenaron los preceptos absurdos que contena.

    Don Juan Egaa era un hombre del pasado; y, aunque de clara inteligencia, conservaba muchos de los prejuicios de la poca colonial. En los pocos adg que llevaba de vida libre, nuestro pas haba progresado lo bastante para repudiar las prcticas aejas del rgimen espaol y para divisar horizontes ms amplios en todos sentidos.

    Egaa haba quedado atrs, y no poda pretender ocupar un puesto de primera fila en el gobierno. Por felicidad para l, ya empezaba a reemplazarle con ventaja su hijo don Mariano.

    Pueden citarse algunas opiniones del anciano doctor de la Universidad de San Felipe, que corroboran los asertos que acaban de leerse sobre su atrasada personalidad poltica.

    Con motivo de los fraudes que cometan los comerciantes en el pago de los derechos de aduana, don Juan propuso en el Senado de 1824 que se restableciera el arriendo a particulares de la percepcin de esos impuestos, como el medio ms eficaz de que el fisco asegurara el pago de ellos. Por cierto, tal indi-

    (1) En la correspondencia epistolar que mantuvo don Juan con su hijo don Mariano, cuando ste desempeaba las funciones de plenipotenciario de Chile en Londres, desde Agosto de 1824 hasta fines de 1829, el autor de la Carta de 1823 se desat, asimismo, con toda clase de improperios contra los adversarios de aqulla. Hay varias copias de la indicada corresponden-cia. Pueden consultarse en el Archivo Nacional.

    (2) Barros Arana, Historia General. Tomo 14. Pginas 429 y 430.

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    cacin fu rechazada por los colegas de Egaa. Aquel sistema se hallaba en desuso haca cerca de medio siglo y sus defectos eran patentes.

    Barros Arana, en su Historia General, recuerda otro caso ms tpico an. En un peridico de la poca empezaron a pu-blicarse repetidos artculos de censura contra la Carta de 1823, y el Senado, por indicacin del autor de ella, acord en fecha 12 de Abril del ao siguiente dirigir un oficio al Director Freire para que castigara aquellos escritos. No hay nacin en el mundo, le decan los senadores, que ofrezca ejemplo de seme-jante conducta: impugnar las leyes es alarmar contra su ob-servancia y cumplimiento. El hacerlo hoy es obra de genios subversivos del orden, y no debe permitirse ni momentneamente un procedimiento que inspira horror y que puede traer funestos resultados. Risum teneatis!

    Pocos das antes, el mismo don Juan manifest a la corpo-racin que se haban presentado en el teatro pblico espectcu-los que ofendan la moral nacional, y que, siendo, una de las principales atribuciones del Senado conservarla y fomentarla, alejando con serias medidas cuanto pueda corromperla, haca formal mocin para que se oficiase al gobierno, encargndole ordene a las autoridades competentes hagan las ms serias investigaciones para conocer al autor de aquello, y que s cas-tigue como corresponde a la gravedad del delito.

    El Director Supremo contest que ya haba impartido las rdenes del caso para que no se repitiera el espectculo censu-rado.

    Pues bien, sabis en qu consista la inmoralidad que haba provocado la indignacin de Egaa y de sus colegas del Senado? En una serie de reproducciones por medio de la linterna mgica de cuadros clebres de grandes maestros en que aparecan figuras humanas semidesnudas (1).

    Si los Senadores chilenos de 1824 hubieran presenciado las

    (1) Barros Arana, Historia General. Tomo 14. Pgina 384.

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    funciones del cinematgrafo en nuestros teatros modernos, no habran vacilado, sin duda, en pedir su inmediata clausura.

    El caso referido da una idea de la suerte que habra tocado a los vecinos de Santiago bajo el imperio del Cdigo Moral del doctor Egaa.

    Puede decirse que en esta poca l termin la carrera de le-gislador; pues la eleccin de diputado por Melipilla para el Congreso de 1824 fu anulada, y la actuacin que tuvo en el Congreso de 1825, convertido en Asamblea Provincial de San-tiago, nto tuvo importancia.

    Reelegido por Melipilla para el Congreso de 1826, renunci a este cargo por causa de enfermedad, Daba como excusas un reumatismo pertinaz, el cual no le permita quedar sentado por

    lar go rato, y su antigua afeccin al estmago, que le produca frecuentes fatigas. Probablemente, el doctor sufra de cncer.

    La renuncia de la diputacin al Congrego, no impidi, sin embargo, que Egaa formara parte de la Asamblea Provincial de Santiago; y en 1827, como Presidente de ella, hizo enrgica oposicin al rgimen federal que, bajo el entusiasta impulso de don Jos Miguel Infante, empezaba a dominar en el campo poltico. (1)

    El autor de la Carta de 1823 no poda permanecer impasible ante la invasin de doctrinas que juzgaba funestas al pas.

    Don Juan Egaa fu elegido tambin miembro de la Comisin Nacional, creada por el Congreso de 1827, la cual deba funcio-nar despus de la disolucin de aquella Asamblea; pero l no acept este nombramiento, segn los trminos de su renuncia, por motivos de salud.

    Una de las ltimas funciones pblicas desempeadas por don Juan fu la de censor de teatro, por designacin del Ministro del Interior, don Joaqun Tocornal, en 1832. Le acompaaban en esta comisin dpn Agustn Vial Santelices y don Andrs Bello.

    (1) Sesiones de los cuerpos Legislativos. Tomo 14.

  • - 52

    Hasta el fin de su vida, Egaa ejerci la profesin de abogado, y le toc intervenir en un juicio muy cuantioso y de gran tras-cendencia social.

    Habiendo fallecido el marqus de la Pica, don Miguel Anto-nio de Irarrzaval y Solar, bajo el imperio de la Constitucin de 1828, que haba abolido los mayorazgos, se suscit entre los herederos la grave cuestin de si estaba o no disuelto el vnculo de que gozaba aquel personaje.

    En estas circunstancias, don Juan Egaa fu nombrado con dpn Manuel Jos Gandarillas para que resolvieran el litigio.

    Egaa sostuvo la subsistencia del mayorazgo; y en 1835 public los fundamentos de su voto en un opsculo muy ledo y comentado en aquellos aos.

    La opinin de Egaa estaba destinada a prevalecer. Al ao siguiente, falleca el respetable anciano, en la ciudad

    de Santiago, a las siete de la tarde del da 29 de Abril. Con est motivo, se celebr en la capilla del Instituto Nacional

    un conmovedor homenaje a su memoria; y don Ventura Marn, que le haba sucedido en la ctedra de elocuencia, pronunci un carioso discurso.

    A los pocos das, don Jos Miguel Infante publicaba en El Valdiviano Federal un sentido elogio, en el cual, a pesar de las divergencias polticas que le separaban de Egaa, In-fante haca valer los eminentes servicios prestados a la causa de la independencia por su ilustre contradictor.

  • VII

    CURRICULUM STUDIORUM D DON MARIANO DE EGAA.EJERCE LA PROFESION DE ABOGADO. EN 1813 FUE ELEGIDO SECRETARIO DE LA JUNTA DE GOBIERNOOSORIO LO DESTIERRA A JUAN FERNANDEZ. DESEMPEA OTROS EMPLEOS DE CONFIANZA. LA JUNTA DE 1823 Y DESPUES EL GENERAL FREIRE LE NOMBRAN MINISTRO DE GO-BIERNOBRILLANTE ACTUACION DE EGAA. SU DESIGNACION COMO MINISTRO PLENIPOTENCIA-

    RIO EN EUROPA.

    Don Mariano de Egaa no slo era hijo carnal de don Juan, sino, adems, hijo espiritual del mismo, por cuanto este lti-mo le trasmiti todos sus conocimientos, con la solicitud que siempre gasta un padre carioso.

    En efecto, asegura don Ramn Briseo en su discurso de incorporacin en la facultad de humanidades de la Universi-dad de Chile (1), nuestro hroe, que desde temprano haba des-cubierto un talento claro y despejado, y aquella comprensin viva y penetrante que siempre revelaban todas las produccio-nes de su ingenio, tard poco en hacer conocidos progresos en sus estudios, y, a despecho de las dificultades mismas que en-tonces le ofreca su mala memoria. Era ste uno de los ms po-derosos obstculos que se le presentaban en la carrera del apren-dizaje para dar cima a sus buenos deseos y a los de su padre; pero l supo vencerlo completamente, merced a su tesn cons-tante y su ardiente amor a la sabidura. Y digo que era uno de los obstculos ms poderosos, porque no lo era menos el sistema restrictivo de enseanza establecido por los espaoles en Chile, quienes no permitan el uso de los buenos libros, si

    (1) Anales de la Universidad de Chile, correspondientes al afio de 1846, pg. 70.

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    por casualidad haba algunos de esta especie, ni tenamos otros que los msticos aejos y de mal gusto que de vez en cuando nos remita la Metrpoli:as es que, para que don Mariano hi-ciese el estudio del derecho natural, de gentes y de otras ma-terias, tuvo su padre que manda