analisis de El Túnel de Antonhy Browne

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Análisis de El Túnel, de Anthony Browne Antes de internarse en el análisis de “El túnel”, vale aclarar que Anthony Browne, autor e ilustrador inglés de títulos tales como “Voces en el Parque”, “Cambios”,”Willy el soñador”, entre otros, pareciera pertenecer a “la categoría de autores que son muy famosos y no tienen que someterse a la corrección de ninguna otra persona” (Istvan, 2001), hecho que le permite explorar y jugar en esa búsqueda de complicidad con el lector, necesaria para la exploración del libro-álbum. “Si bien en todo libro ilustrado existe un diálogo entre los dos lenguajes participantes, en los libros-álbum la necesaria interdependencia entre ambos y el predominio de lo visual los convierte en un fenómeno estético singular, una nueva “forma de lenguaje” (Lewis VAN DER LINDEN, 2006). Browne se mueve como pez en el agua en este lenguaje e invita a la zambullida a sus lectores a explorarlo, para construir múltiples sentidos que se multiplican en cada brazada lectora. Vale aclarar que, como bien define Joly, “la percepción del color es cultural” y desde ese lugar se intentará interpretar la obra del autor del presente libro-álbum. Como si jugara a las escondidas, Browne, apuesta a las sutilezas, seguro de que el lector seguirá, encontrará y otorgará sentido a las pistas que coloca a cada paso. En este sentido, “El túnel”, pareciera buscar el equilibrio “entre lo que revela y lo que oculta” interpelando al lector en un permanente estado de pregunta, a la búsqueda de un lector activo que es invitado a jugar con fragmentos inconclusos (Bajour, 2007). “El túnel” se inicia, “como las ediciones lujosas y de tapas duras” (Istvan) con una guarda, en la que pareciera anticiparnos que allí encontraremos dos mundos antagónicos: una página se muestra como un empapelado pleno de flores, dejando entrever un espacio interior en el que se observa un libro en un extremo. En la página siguiente, la ilustración sugeriría un mundo exterior: una pared de ladrillos, como la que los niños utilizan para jugar a la pelota, con un piso verde. No hay aquí ningún objeto. A pesar de las diferencias, en ambas ilustraciones se han utilizado tonalidades ocres, pareciera que la calidez es un elemento en común que es sugerido como una pista para comenzar a jugar a las escondidas. En la primera página, aparece la presentación de los dos protagonistas, enmarcados cada uno con el fondo que aparecía en la guarda: la niña con el fondo de flores, el niño con el fondo de ladrillos. Ambos parecieran posar como modelos: la pose de frente, la mirada hacia el espectador, al decir de Joly “la pose que más implica al espectador”. Así Browne busca una relación interpersonal, “ojos con ojos” que provocará una adhesión por parte del espectador que beneficiará el proceso de proyección (Joly). Imagen 1 Volvamos a la imagen1 : puede observarse aquí una relación de congruencia en la relación icónico-plástica, marcada por la armonización entre la suavidad de las formas y los tonos elegidos para representar lo femenino, así como las líneas rectas y los tonos más fríos como el azul para destacar lo masculino del niño. Pero también quedarían

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Análisis de El Túnel, de Anthony Browne

Antes de internarse en el análisis de “El túnel”, vale aclarar que Anthony Browne, autor e ilustrador inglés de títulos tales como “Voces en el Parque”, “Cambios”,”Willy el soñador”, entre otros, pareciera pertenecer a “la categoría de autores que son muy famosos y no tienen que someterse a la corrección de ninguna otra persona” (Istvan, 2001), hecho que le permite explorar y jugar en esa búsqueda de complicidad con el lector, necesaria para la exploración del libro-álbum. “Si bien en todo libro ilustrado existe un diálogo entre los dos lenguajes participantes, en los libros-álbum la necesaria interdependencia entre ambos y el predominio de lo visual los convierte en un fenómeno estético singular, una nueva “forma de lenguaje” (Lewis VAN DER LINDEN, 2006). Browne se mueve como pez en el agua en este lenguaje e invita a la zambullida a sus lectores a explorarlo, para construir múltiples sentidos que se multiplican en cada brazada lectora. Vale aclarar que, como bien define Joly, “la percepción del color es cultural” y desde ese lugar se intentará interpretar la obra del autor del presente libro-álbum. Como si jugara a las escondidas, Browne, apuesta a las sutilezas, seguro de que el lector seguirá, encontrará y otorgará sentido a las pistas que coloca a cada paso. En este sentido, “El túnel”, pareciera buscar el equilibrio “entre lo que revela y lo que oculta” interpelando al lector en un permanente estado de pregunta, a la búsqueda de un lector activo que es invitado a jugar con fragmentos inconclusos (Bajour, 2007). “El túnel” se inicia, “como las ediciones lujosas y de tapas duras” (Istvan) con una guarda, en la que pareciera anticiparnos que allí encontraremos dos mundos antagónicos: una página se muestra como un empapelado pleno de flores, dejando entrever un espacio interior en el que se observa un libro en un extremo. En la página siguiente, la ilustración sugeriría un mundo exterior: una pared de ladrillos, como la que los niños utilizan para jugar a la pelota, con un piso verde. No hay aquí ningún objeto. A pesar de las diferencias, en ambas ilustraciones se han utilizado tonalidades ocres, pareciera que la calidez es un elemento en común que es sugerido como una pista para comenzar a jugar a las escondidas. En la primera página, aparece la presentación de los dos protagonistas, enmarcados cada uno con el fondo que aparecía en la guarda: la niña con el fondo de flores, el niño con el fondo de ladrillos. Ambos parecieran posar como modelos: la pose de frente, la mirada hacia el espectador, al decir de Joly “la pose que más implica al espectador”. Así Browne busca una relación interpersonal, “ojos con ojos” que provocará una adhesión por parte del espectador que beneficiará el proceso de proyección (Joly). Imagen 1 Volvamos a la imagen1 : puede observarse aquí una relación de congruencia en la relación icónico-plástica, marcada por la armonización entre la suavidad de las formas y los tonos elegidos para representar lo femenino, así como las líneas rectas y los tonos más fríos como el azul para destacar lo masculino del niño. Pero también quedarían

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planteadas las diferencias entre ambos, marcando una pasividad para la niña y el dinamismo para el niño, en un juego de oposición. Así, las palabras y las ilustraciones expanden sus sentidos mutuamente (Nodelman), ya que el autor afirma desde el texto que “había una vez un hermano y una hermana que no se parecían en nada, eran diferentes en todo”, refuerza esa idea con lo antes mencionado; sin embargo, las facciones de los niños los muestran muy parecidos. Aquí, la interdependencia con la imagen, su relación de "relevo", al decir de Barthes (2), se hace imprescindible. Browne vuelve a dar pistas para el juego de las escondidas que los lectores deberán descifrar en una lectura atenta y participativa.

En la página siguiente ( imagen 2) vuelven a encontrarse los marcos, esta vez para sostener las diferencias anticipadas sobre los niños: la niña aparece en el interior de la

casa, en el marco de una ventana, leyendo un libro que pareciera ser un cuento de hadas. Comienzan a aparecer las intertextualidades -características de los libros de Browne- en este caso pareciera anticipar que serán guiños que nos llevarán a otros relatos infantiles. Un gato negro se asoma en una ventana, una de las chimeneas asemeja un sombrero de bruja. En el interior del libro, aparece una casa en el medio de un bosque. Señales escondidas de peligro, aun en el cobijo del hogar,(¿ tal vez el único modo en que la niña se atreve al peligro?).

En el otro marco aparece el niño. Él no es solitario, lo vemos en compañía de otros niños, la ilustración denota movimiento, actividad con la pelota en un espacio claramente exterior. Este niño, a diferencia de su hermana, actúa, juega con otros en el mundo real y en un espacio concreto. Por las sombras que se proyectan en el juego, y la facilidad con que lee la niña en la ventana, podría inferirse que se trata del mediodía.

Imagen 2

En la página siguiente aparece la noche. Él aparece durmiendo plácidamente, en una iluminación difusa, que sugiere que en las noches no hay mucha actividad en este cuarto.

Sin embargo, en el cuarto de la hermana pareciera que la noche es el momento en el que todo se despierta. Incluso su hermano, que según cuenta el relato aparece algunas noches para asustarla sabiendo de su temor a la oscuridad.

Aquí (Imagen 4) la iluminación es la protagonista, que permite descubrir pistas que dejan al descubierto guiños con otros relatos, como la lámpara que es una casa que tal vez podría ser la de Hansel y Gretel, el cuadro iluminado que nos remite a Caperucita Roja, la puerta entreabierta para que aparezca el lobo/hermano para asustar a la niña indefensa en la cama, en un guiño directo con el cuento en el que abuela y niña son devoradas por el lobo feroz. Si alguna duda quedaba, un abrigo rojo, a modo de caperuza cuelga del ropero, como indicando que no es momento de aventuras, ese disfraz espera

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mejor oportunidad. La alfombra roja por la que se desplaza el hermano pareciera latir a

la espera de acción, mientras que los colores tenues y cálidos del cuarto rematan en un

rosa en alusión a una femineidad que elige la quietud a pesar de la amenaza directa del hermano, que se completa con una manga que se asoma del ropero, unos zapatos que asoman debajo de la cama, junto a un cordón y termina en la sombra amenazante del hermano proyectada por la luz del pasillo en una suerte de monstruo con orejas. Imagen 4

En la página siguiente ya es de día y dos dedos marcan dos escenas:

En el primer caso es el del niño, que con su dedo señala a su hermana y el modo en que sostiene el tenedor indica una actitud de poder. Pero esta actitud de poder es redoblada por otro dedo indicador, en este caso de la madre, en la imagen siguiente ( imagen 5)

que los desafía a llevarse bien, por lo que los niños salen de la casa (¿quieren hacerlo de la imagen, también?) cada uno con una compañía para jugar. En el caso de la niña el libro, en el caso del niño la pelota. Atención a un detalle importante: la niña lleva puesta el abrigo rojo (señal de poder que contrasta con la fragilidad de su personalidad) , y sale

de su entorno de protección, la casa. Una pista más en el juego de las escondidas que Browne ha propuesto en este libro.

Imagen 5

Ya están en el exterior, en este caso se trata de un terreno baldío. Los lectores tendrán para explorar un buen rato entre los trastos allí expuestos como en un juego donde hallar objetos escondidos.

En un primer plano la niña lee, de espaldas a su hermano; se asoman otra vez imágenes de un cuento de hadas. El niño da signos de aburrimiento, las manos en el bolsillo, sin “nadie” con quien jugar. Atención: El rojo del abrigo es más intenso, la luz lo expone en un primer plano, idea que es reforzada con una línea dibujada por Browne que pareciera marcar algún tipo de frontera, entre el universo despojado de la niña y el mundo poblado de objetos, tan real, del hermano.

Browne anticipa en ese aburrimiento que esta quietud por parte del niño no puede durar mucho, y en la página siguiente el niño ya abandonó el lugar internándose en un túnel no sin antes invitar a su hermana, que lo observa de pie, a seguirlo. El túnel aparece rodeado de verde, que inspira tranquilidad, en contraste con el negro que sugiere la oscuridad del interior (imagen6).

Imagen 6.

La hermana espera y nada sucede. En la imagen siguiente la hermana aparece

enmarcada en un metafórico arco negro, el peligro total, que destaca el rojo del abrigo, poderoso, en contraste con su rostro suplicante, en un primer plano que nos convoca

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como lectores a (tal vez) acompañarla en la aventura que debe emprender, aun contra su voluntad, mientras abraza su libro de cuentos (imagen 7).

Imagen 7

Así las cosas, las imágenes siguientes muestran a la niña entrando al túnel, dejando al hacerlo el libro abierto en una página en la que pareciera verse una bruja. A medida que avanza en el túnel, las imágenes pierden nitidez y ganan en suspenso, hasta que la niña desemboca en un bosque claro -en un principio- donde tres pajaritos aparecen comiendo lo que parecieran ser migas de pan (¿una alusión a Hansel y Gretel, tal vez??).

En la imagen siguiente Browne adelanta que apelará a todo nuestro conocimiento sobre cuentos que inciten nuestros miedos más profundos, ya que propone una serie de

anamorfosis que producen vértigo aun a los lectores más avezados, en una doble página central en la que todos los miedos adquieren formas de amenaza a la niña, que, sin embargo los atraviesa y deja atrás. Allí pueden descubrirse lobos, lápidas, jabalíes, diablos, serpientes, texturas diferentes que sugieren amenazas, como la piel de un tigre que se vislumbra en la corteza de un árbol (imagen 8).

Imagen 8

Esta imagen, de por sí, propone y sugiere muchas otras y, por qué no, otras historias, pero es momento de volver a la historia de estos hermanos.

Luego de correr hasta no poder hacerlo más, aparece ante sus ojos (como nos aparece a nosotros, enmarcado en un negro total de peligro) una figura de piedra, en otra

intertextualidad, en este caso con un relato bíblico, en el que la mujer de Lot es

convertida en estatua de sal por desobediencia al abandonar Sodoma. No hay bosque aquí, o mejor dicho, existe lo que queda de él. Como del niño, lo que queda son los restos de los árboles, que han sido talados cortándole la vida, tal como se le ha quitado al niño (imagen9).

Imagen 9.

La hermana, quien ha atravesado el bosque y junto con él sus propios miedos, abraza a la estatua sin soltarla, y tanto la estatua como el bosque oscuro recobran en ese abrazo la vida y los colores, para dar lugar a una escena en donde los hermanos parecieran verse por primera vez, en un bosque iluminado por colores intensos y rodeados por una sutil coronita de flores.

Allí es revelado el nombre de la niña: Rosa, quien adquiere así, junto al protagonismo de su aventura un nombre propio en el relato.Imágenes 10 y 11.

Imágenes 10 y 11.

El cuento termina con los hermanos ya en la seguridad del hogar, inferido por la calidez de las sombras que permiten adivinar una ventana que ilumina y enmarca el rostro de Rosa, en un primer plano, que mira de reojo a su hermano, de quien vemos su nuca, y

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que en esta escena final es presentado como Juan, mientras recibe la mirada, entre cómplice y amorosa, de su hermana (imagen 12).

Imagen 12.

Pero allí no termina todo. Dando vuelta la página, Browne propone un último guiño. Repite la guarda del inicio, pero aparecen aquí juntos, en un extremo, la pelota de Juan y el libro de Rosa.

“No decirlo todo. Insinuar. Sugerir. Callar. Mostrar a medias. Todo arte se vale de este delicado equilibrio entre lo que dice y lo que calla. Entre lo que muestra y lo que oculta” ( Bajour, 2007). Browne pareciera hacer de estas afirmaciones una premisa, para regocijo de aquellos que, en sus libros, piden piedra libre para salir a jugar. Laura Rodriguez. Bibliografía: BAJOUR, CECILIA Y PIRES DOS BARROS, GRISEL (2013), Seminario de Contenidos Disciplinares III: Literatura infantil. Módulo 3. Unsam. Buenos Aires.

BAJOUR, CECILIA (2008), “La artesanía del silencio”, en: Rev. Imaginaria, n° 226, 20 de febrero,

Buenos Aires. Disponible en: http://www.imaginaria.com.ar/22/6/la-artesania-del-silencio.htm

ISTVANSCH (2001), “Un libro para chicos. Ingredientes y cocción”, en: Rev. Imaginaria, n° 59, 5 de septiembre, Buenos Aires. Disponible en: http://www.educared.org.ar/imaginaria/05/9/istvan.htm

JOLY, MARTINE (2003), “La imagen y los signos –signos plásticos y significación – la relación

icónico/plástica”, en: La imagen fija, La Marca, Buenos Aires, pp. 120-145.

BROWNE, ANTHONY (1999), “El túnel”. Fondo de Cultura Económica. Colombia.