Analisis El Pibe Datos Saccomano
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Novela “El pibe”
Guillermo Saccomanno (1948, Buenos Aires) es un escritor y guionista de
historieta argentino. Colaborador habitual del diario Página/12 de la ciudad
de Buenos Aires.
https://es.wikipedia.org/wiki/Guillermo_Saccomanno
Biografía
Nació en la ciudad de Buenos Aires en 1948 en el barrio de Mataderos. Para
Saccomanno no existe el destino sino que cada cual lo puede modificar, para
ello invoca a textos religiosos que prefiere: el Eclesiastés («hay un tiempo para
todo: un tiempo de vivir y uno de morir») y palabras de San Juan de la
Cruz («llegar a la luz desde las sombras más obscuras del mal»). Según sus
palabras el trabajo del escritor es principalmente escuchar y comprender.
En 1972 se incorporó como guionista a la editorial Columba, dedicada a la
historieta, en lo que fue el inicio de una carrera como guionista que lo llevaría a
colaborar para algunas editoriales estadounidenses, a firmar el guión de
Ángeles caídos, para Warren Publishing de Estados Unidos o crear la serie
policial Sam Malone.
Para Saccomanno la literatura debe ser más que la prosa, poseer el efecto de
la poesía que es un efecto de «satori».
A partir de 1974, se dedicó durante estas décadas plenamente al guión
de historietas y la publicidad. Colaboró con editoriales españolas, inglesas,
italianas y norteamericanas hasta que en 1979 publicó un libro de poemas:
Partida de caza y a partir de 1984 se inició en la narrativa con la aparición de la
novela Prohibido escupir sangre y su libro de cuentos Situación de peligro.
Su novela Bajo bandera ha sido llevado al cine con dirección de Juan José
Jusid.
Obras
1. Moby Dick (1972), historieta con Durañona y Enrique Breccia;
2. Alias Flic (1974), historieta con Marchionne;
3. El aire (1976), historieta con Alberto Breccia;
4. Partida de caza (1979), poemas;
5. Derek (1979), con Mandrafina;
6. Historia de la historieta argentina (1980), ensayo en colaboración
con Carlos Trillo;
7. Avenida Corrientes (1981), con Solano López
8. Prohibido escupir sangre (1984), novela;
9. Situación de peligro (1986), cuentos;
10.Ángeles caídos (1987), historieta con Durañona
11.Roberto y Eva. Historias de un amor argentino (1989), novela
intertextual que relaciona a Roberto Arlt y Eva Perón. Reeditada
por Planeta en 2004 con el título: El amor argentino;
12.Bajo bandera (1991), cuentos;
13.Animales domésticos (1994), cuentos;
14.La indiferencia del mundo (1997), cuentos;
15.El buen dolor (1999), novela; Premio Nacional de Literatura 2000
16.La lengua del malón (2003), novela ambientada en 1954-1955, en el
marco de los hechos de violencia sucedidos en los años finales del
gobierno peronista;
17.El Pibe (2006), cuentos
18.77 (2008), novela; Premio Hammett 2009
19.El oficinista (2010), novela; Premio Biblioteca Breve de Novela, Seix
Barral 2010
20.Un Maestro (2011), No ficción, Una historia de lucha, una lección de
vida; Nano Balbo; Premio Rodolfo Walsh 2012
21.Cámara Gesell (2012), novela; Premio Hammett 2013
22.Terrible accidente del alma, editorial Planeta (2014)
23.Amor invertido, novela en coautoría con Fernanda García Lao, Seix
Barrall (2015)
Premios
Saccomanno ha obtenido el Premio Nacional de Literatura, el Premio Municipal
de Cuento, el Premio Crisis de Narrativa Latinoamericana, el Premio Club de
los XIII y el Premio Konex de Platino (2014) como el mejor novelista del
Período 2008-2011.
Premio Biblioteca Breve por El oficinista (2010)1
Predecesor:
Clara Usón
Premio Biblioteca Breve
2010
Sucesor:
Elena Poniatowska
Sinopsis de temática:
http://www.tematika.com/libros/ficcion_y_literatura--1/novelas--1/argentina--3/
el_pibe--428447.htm
Sinopsis: Mediados de los 50, comienzos de los 60. Un proletariado con ínfulas
de clase media persigue el ascenso social. Pero las calles siguen siendo de
tierra y en las casas entra el hedor de los mataderos. Éste es el paisaje donde
se inicia el pibe, todo un contexto en el que las canalladas y los heroísmos
chicos se entreveran con la memoria. Inmigrantes, criollos, guapos. El
peronismo que divide las familias.
La generosidad de Evita y el odio de los contreras. Un padre que quiere
progresar y sus hermanos que se pierden en la milonga, el juego y el alcohol.
La iglesia punitoria y la doble moral. Los combates del piberío por la leña para
las fogatas anticipan otros combates, otros fuegos.
El despertar del sexo y el terror de ser marica. La escritura rápida y filosa de
Guillermo Saccomanno logra plasmar una novela de aprendizajes en la que el
pasado parece fluir desde el futuro. En un marco donde la pobreza, la violencia
y la hipocresía son fundantes, donde en cada casa hay verdugos y víctimas, el
protagonista debe buscar su destino, que puede ser, como el de todos en el
barrio, un destino de animal sumiso que va al matadero. O de alguien que
encuentra en la literatura otra calle.
Otra sinopsis
Mediados de los 50, comienzos de los 60. Un proletariado con ínfulas de clase
media persigue el ascenso social. Pero las calles siguen siendo de tierra y en las
casas entra el hedor de los mataderos. Éste es el paisaje donde se inicia el pibe,
todo un contexto en el que las canalladas y los heroímos chicos se entreveran con
la memoria. Inmigrantes, criollos, guapos. El peronismo que divide las familias. La
generosidad de Evita y el odio de los contreras. Un padre que quiere progresar y
sus hermanos que se pierden en milonga, el juego y el alcohol. la iglesia punitoria
y la doble moral. Los combates del piberío por la leña par las fogatas anticipan
otros combates, otros fuegos. El despertar del sexo y el terror de ser marica
"En las mañanas de invierno, los camiones de hacienda estacionan por la
avenida Directorio enfilados hacia el frigorífico Lisandro de la Torre. En la
negrura de las jaulas el ganado se mueve nervioso presintiendo su destino de
corral y matadero. Si un animal se cae en el interior de la jaula, entre los
cuerpos y las patas, los mugidos y los golpes, la bosta salpica fuera del
camión. En esas mañanas de invierno, cuando vamos al colegio, no hay que
pasar cerca de los camiones. Una salpicadura puede enchastrarte el
guardapolvo blanco y almidonado".
Entrevista
Siempre voy a seguir escribiendo sobre mi padre. Porque en el fondo uno
siempre saba que son unos desconocidos. En toda familia siempre hay
un secreto. Esto es lo mismo que en una familia, aunque hay amor,
siempre hay un malentendido permanente.
Página 12
MIÉRCOLES, 17 DE MAYO DE 2006
LITERATURA › GUILLERMO SACCOMANNO
“Uno escribe para saber quién es”
En El pibe, su último libro, le da forma a una novela en la que retrata familia,
sociedad, política e infancia en Mataderos, allá por los años ’50.
Por Angel Berlanga
A Guillermo Saccomanno le gusta decir que siempre se cuenta la misma
historia, que el asunto pasa por cómo se la cuenta y que, cada vez más, le
preocupa el peso de las palabras, cómo usarlas cuando se bordea lo que llama
“límites del realismo”. Con El pibe, una novela compuesta por un puñado de
cuentos, o unos relatos potentes y con un toque melancólico que, desplegados,
componen una novela, este escritor vuelve a su infancia en Mataderos y en ese
territorio entrelaza y retrata familia, miserias, sueños, política, miedos,
competencias, sexo, discriminaciones, enseñanzas tontas, lecturas,
aberraciones de la Iglesia Católica y varios temas centrales más que
conforman un fresco de la clase media-baja porteña en los ’50, con el
peronismo y sus opositores impregnando aire y vida. “En la escritura de este
libro hay una búsqueda de ascetismo, de ver cómo se puede contar cada vez
más con menos”, dice Saccomanno y alude al despojamiento del primer cine
de Pasolini y a su poesía como influencias destacadas. En efecto, este escritor
consigue en El pibe, quizá, lo más poético de su narrativa.
Familia(s), acerca de. Saccomanno insiste en citar a los familiares del libro, a
los padrinos Rodrigo Fresán y Esther Cross, a los tíos Juan Forn, Angela
Pradelli, Eduardo Belgrano Rawson, Antonio Dal Masetto, escritores lectores
que echaron sus miradas sobre El pibe y se pronunciaron antes de la
publicación. La novela impresiona como autobiográfica, pero Saccomanno
aclara que no: “Cada vez que aparece algún libro mi vieja se preocupa, ‘qué
vas a decir de la familia’; se le genera este fenómeno de lectora Bovary. Es
ficción, como lo es también el testimonio: es lo que uno quiere contar, como
dice al final el protagonista. Está el intento de una novela familiar, pero lo
referencial va por otro lado. Es una de las trampas del realismo: esta no es mi
familia. De todos modos, me llama la atención la preocupación que algunos
lectores pueden tener al pensar que estoy hablando de ellos”.
–¿Su madre lee sus libros?
–Sí, aunque a veces dice que no. Su reacción es misteriosa. Una vez me dijo:
“¿Para qué voy a leerlo si yo ya lo viví, si ya sé qué es?”.
–¿Y cuando leyó el primero?
–“¡¿Nene, ¿cómo escribís esas cosas?!” Lo interesante es que las historias no
fueron tal cual las cuento. Me divierte, a veces, chicanearla y decirle: “¿Sabés
que voy a contar tal cosa?”. “Pero no, nene, si nos seguimos viendo con esos
parientes...”
Varios parientes de El pibe (no confundir, entonces, con el “Nene”, que tiene 58
años) son acomodaticios, pretenciosos, despreciativos, y estas cualidades
golpean casi siempre sobre su padre, aferrado a costumbres presentadas
como no tan “exitosas” para aquella época: es socialista, le suele escasear el
dinero, tiene una biblioteca y, además, fantasea y amenaza con escribir una
novela en la que los parientes quedarían escrachados. “Creo que la familia es
una institución por momentos siniestra –sigue Saccomanno–. Digo esto aunque
soy abuelo de dos nietas y a veces me pregunto cómo se lee esto en familia.
Pero es una lectura que ya no me preocupa; yo quiero contar una historia que,
siendo personal, sea la de todos. La literatura tiene el gran beneficio de poder
contar la propia versión, aunque no creo que se trate de un ajuste de cuentas.
El italiano Ferdinando Camon decía que escribía por venganza; cierta vez,
hablando con Dal Masetto, me dijo: ‘No, uno escribe por amor’. Yo sé que
puede sonar grasa, cursi, pero uno escribe porque quiere un mundo más justo.
La literatura tiene que servir para algo, si no estamos fritos.”
–El dibujo que hace el libro muestra que la rigidez de “cómo deben ser las
conductas” en lo referente a familia, política, Iglesia, dinero y sexo termina
liquidando, justamente, al amor.
–Es curioso, pero el sistema capitalista, que cifra todo en la familia, su sostén y
basamento, es su principal destructor. Engels hace una denuncia formidable de
la situación de la clase obrera de Inglaterra en 1860-1870 y muestra cómo el
capitalismo británico, el formador de la revolución industrial, no sólo jode a las
colonias del imperialismo sino que, además, vulnera hacia adentro la situación
de los trabajadores de las minas de carbón: promedio de vida menor a 30 años,
chicos de 8 trabajando, mortalidad infantil. El sistema mismo destruye los
valores de la familia. En cada una hay verdugos y víctimas, patrones y
esclavos. Cuando yo era pibe hubo un fenómeno que atravesó a la sociedad
argentina –y la sigue atravesando–, el peronismo; me acuerdo de las divisiones
furiosas que se producían en mi familia y en el barrio a partir de eso, si eras
contrera o no. La política estaba metida en la familia, una célula básica,
chiquita, en la que se pueden leer las contradicciones de toda una sociedad.
–La Iglesia Católica le quemó la cabeza a mucha gente. Y a usted, ¿cómo lo
influyeron esas “enseñanzas”, de chico?
–Lo mío fue contradictorio. Del día que tomé la comunión recuerdo por un lado
la ceremonia religiosa y por otro a mi padre, que aunque no creía había
permitido eso, a la vez hacía chistes verdes sobre los curas. La situación que
cuento, la del cura que intenta apañar a los pibes para apartarlos de los abusos
del párroco y el sacristán, es cierta. Y ahí está: pasa todos los días. La tensión
se daba por el lado de las lecturas, porque mi viejo tenía una gran biblioteca,
de ediciones baratas, y así tuve acceso a Victor Hugo y a Balzac, no sólo a
Salgari, y había unas obras de Freud según el doctor Gómez Nerea, un
divulgador científico de la época, muy facho, que compendiaba de manera muy
narrativa, las perversiones estaban contadas como en una novela. Eso,
después del catecismo, a uno lo ponía en tensión. Por otro lado, una tía me
daba de tomar un vaso de vino con azúcar mientras me leía vidas de santos y
cosas por el estilo, historias épicas como la de San Jorge y el dragón, a las que
yo no podía diferenciar de otras, como la del Rey Arturo. Recién a los 16,
cuando empecé a militar, empecé a tomar conciencia de lo antagónico de estas
lecturas.
–¿Por qué le interesó resignificar su historia?
–En términos sartreanos, el dilema no es lo que la historia te hizo, sino lo que
vos podés hacer con lo que la historia te hizo. La literatura te da la posibilidad
de resignificar a cada instante lo que te pasó, y esto tiene que ver con la
identidad, con preguntarte quién sos y si al otro le pasa lo mismo que a vos.
Cuando uno tiene una relación muy fuerte con su padre y de golpe lee Los
hermanos Karamazov, entiende algo; no te lo explica tal cual, pero hay mucho
de parecido. Y eso genera una solidaridad. Hace un rato hablaba de si la
literatura era venganza o amor: yo creo que no hay nada más solidario que el
libro. Este oficio te lleva a ponerte afuera y a pensar todo el tiempo en el lector:
estás contando para otro. Es curioso, mi padre vivió tratando de ser escritor y
no lo consiguió, y mi familia temía que contara algo que yo cuento ahora ya no
desde mi perspectiva, sino desde la de él.
Otra mirada
En el segundo, igualmente situado en Mataderos, también la política se mezcla
con el sexo y con lo prohibido: en este caso, el terror del Pibe de ser “marica”.
Aquí el padre del protagonista también es antiperonista, porque es socialista
(como el padre del autor) y la madre (a quien él llama “compañera”, a pesar de
que no quiere que ella salga a trabajar) simpatiza con Evita. De allí que él la
acuse de “haber votado al tirano”, en las elecciones en las que la mujer ha
votado por primera vez en la historia nacional. El peronismo, eso sí, es
presentado en esta novela desde la mirada de un niño, un muchachito en
realidad, que puede discernir ya entre lo que ve y lo que escucha. Un pibe que
es capaz de pensar:
“Todos en el barrio le deben algo a Evita. Todos menos nosotros, que por mi
padre somos una familia contrera. Los grandes le deben un trabajo, un
remedio, un abrigo, un pan dulce. Los pibes, una camiseta de fútbol y una
pelota. Las nenas, una muñeca, un vestido. Evita es el guardapolvo del colegio
y la silla de ruedas de los inválidos. A evita la quieren hombres y mujeres,
viejos y jóvenes. La quieren los inmigrantes y los cabecitas negras. Porque
Evita, como dice la propaganda del gobierno, dignifica. Hay que ser jodido para
no quererla”.
Nota en rolling Stone
http://www.rollingstone.com.ar/582527-guillermo-saccomanno-todo-escrito%5Br%5D-es-politico
–¿Vos defendés una literatura con fuerte contenido ideológico?
–La literatura tiene siempre contenido ideológico, aún aquella que presume de lúdica o de juguetona. Ahora, si me preguntás qué literatura me interesa a mí –desde los cómics hasta las novelas–, es la que además de proporcionarte un rato de entretenimiento te deja algo más. Estamos en un país destruido, y los discursos tienen que ser contextualizados. Esto no quita la posibilidad de jugueteo con el lenguaje. Narrar es un acto político. Aun cuando te escapes de la realidad, ese escape tiene que ver con lo político y lo ideológico.
–En la época en la cual se sitúa tu novela los intelectuales robustecen su mirada crítica sobre la sociedad.
–Yo creo en el compromiso del escritor. Ahora, esto no pasa por afiliarse a tal o cual partido, sino por tener conciencia de que su obra, lo quiera o no, está marcada por un contenido político; aun cuando se haga el distraído. Vos tomás Madame Bovary y es una novela realista, es un folletín precioso, es una lectura agudísima de la pacatería y la represión de la pequeña burguesía de provincia, es una patada en el orto a la moral burguesa... ¡Mirá todo lo que es Bovary! Lo político está ahí, también.
lo politico esta tambien ahí a finales de los 60, cuando, junto con el Di Tella, el artista cachorro había descubierto las galerías de arte, el jazz, las revistas literarias y la militancia política de izquierda.
–No sé si hubo un momento en el que dije: "Quiero ser escritor". Creo que se fue dando, entre distintas prácticas. De pibe publiqué un libro de poemas, después me mandé por el lado del cómic. Más tarde empecé con los cuentos policiales y llegué a la triste y espantosa primera novela, que uno siempre quiere esconder [Prohibido escupir sangre, 1984]. Me parece que lo que me importaba era contar una buena historia, era probarme que podía contar una buena historia.
Como ésta:imagen iii. Ahora el niñito tiene 20 años. Cordobazo y amenaza de guerra con Chile. La colimba le toca en la Patagonia. Empaca los libros gordos que encuentra: Los hermanos Karamazov, el Quijote, Rojo y Negro. Si va a estar un año y medio ahí enterrado, piensa, mejor conver- tirlo en literatura. Veinte años y cinco libros después, de esa colimba durísima saldrá su libro Bajo Bandera.
En los momentos jodidos –los del autor, los de sus personajes– siempre estuvo la literatura.
–La literatura, contra lo que muchos opinan, no es un ejercicio gratuito. Te salva, es la zona de pureza máxima a la cual podés acceder. Y si al mismo tiempo sos testigo de lo que te está sucediendo, tenés una mirada de afuera que lo está viendo en términos de trama narrativa. Me acuerdo cuando se moría mi viejo, después de una operación muy dura. A su lado había un tipo con un drenaje, en la sala de al lado un chorro con el cana cuidándolo. Era de madrugada, y me llevé un libro de Chéjov que se llama El Pabellón Número 6. Yo estaba hecho de goma. Pero ese libro me ayudó a pasar la noche. Es decir: la literatura es un amuleto fantástico.
Por Ana WajszczukLetra canción el ferroviario Jairo
Yo soy el ladrón de trenes Que está en la fotografía Reclamado vivo o muerto
Por toda la policía
Mirando bien el retrato No salgo favorecido Y llevo la barba crecida Parezco un hombre jodido
No crean lo que están viendo Y vayan a preguntar En el barrio me conocen Yo soy un tipo legal
Mi abuelo, mi padre y yo Los tres fuimos ferroviarios Pero pararon los trenes Porque eran deficitarios
No se anduvieron con vueltas Dejaron todo desierto El Mitre quedo vacío Y el Belgrano medio muerto
¿Qué es lo que hace un ferroviario Cuando le quitan el tren? Primero se vuelve loco, Después empieza a beber.
No sé si estaba borracho La noche en que decidí Robar la locomotora Y volverla a conducir.
La pinté de azul y blanco, Le saqué brillo al cromado Cualquier ferrocarrilero Estaría emocionado.
Llevo diez días fugado Me sigue la policía, Y ellos rodean Hernando Yo estoy en Jesús María.
Cuando se acaben las vías Tendrán que leer los diarios Yo no pienso recular Palabra de ferroviario.