Anexo. Las Vctimas y Sus Reacciones

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 1 BLOQUE 2- LAS VÍCTIMAS Y SUS REACCIONES  Mar Valero Valero, Mónica García-Renedo y José Manuel Gil Beltrán Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastre (OPSIDE-UJI) A lo largo del presente texto, abordaremos las víctimas que se derivan del desastre: la población civil afectada, que podrá ser víctimas primarias si han estado en contacto directo con el suceso desastroso, los familiares y amistades de las  primeras, que también podemos considerar como víctimas o los profesionales que, en muchas ocasiones, son denominados “no-víctimas”, pero que también pueden resultar afectados por lo ocurrido y por el impacto del contexto en el que deben llevar a cabo las tareas de ayuda. Además, veremos como no son sólo víctimas las  personas que mueren o resultan heridas, sino que también deberemos considerar como afectadas por el suceso a las personas que tienen conocimiento del suceso a través de los medios de comunicación, ya sean de ámbito nacional como internacional. Además, las personas pueden resultar afectadas de forma directa por el desastre o de forma colateral, por ser familiares, amigos... de los damnificados, voluntarios o profesionales destinados a la ayuda en estas situaciones. 1.- VÍCTIMAS DEL DESASTRE Cuando ocurre un evento desastroso, numerosas son las personas que resultan afectadas por este hecho, ya sea de forma directa o indirecta, y se encuentren en el lugar del desastre, o bien hayan sido “meros espectadores”. Taylor y Frazer (1981) elaboran una clasificación, en la que proponen distintos niveles pa ra hablar de las víctimas. Así, e sta taxonomía quedaría de la siguiente manera: o Víctimas primarias: personas que se encuentran expuestas al desastre en el nivel máximo. o Víctimas secundarias : parientes y amistades de las víctimas  primarias. o Víctimas de tercer nivel : personal de salvamento y rescate, quienes, en palabras de Taylor y Frazer “ necesitan ayuda para

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BLOQUE 2- LAS VÍCTIMAS Y SUS REACCIONES 

Mar Valero Valero, Mónica García-Renedo y José Manuel Gil Beltrán

Observatorio Psicosocial de Recursos en Situaciones de Desastre (OPSIDE-UJI)

A lo largo del presente texto, abordaremos las víctimas que se derivan del

desastre: la población civil afectada, que podrá ser víctimas primarias si han estado

en contacto directo con el suceso desastroso, los familiares y amistades de las

 primeras, que también podemos considerar como víctimas o los profesionales que,

en muchas ocasiones, son denominados “no-víctimas”, pero que también pueden

resultar afectados por lo ocurrido y por el impacto del contexto en el que deben

llevar a cabo las tareas de ayuda. Además, veremos como no son sólo víctimas las

 personas que mueren o resultan heridas, sino que también deberemos considerar

como afectadas por el suceso a las personas que tienen conocimiento del suceso a

través de los medios de comunicación, ya sean de ámbito nacional como

internacional. Además, las personas pueden resultar afectadas de forma directa por

el desastre o de forma colateral, por ser familiares, amigos... de los damnificados,

voluntarios o profesionales destinados a la ayuda en estas situaciones.

1.- VÍCTIMAS DEL DESASTRE 

Cuando ocurre un evento desastroso, numerosas son las personas que

resultan afectadas por este hecho, ya sea de forma directa o indirecta, y se

encuentren en el lugar del desastre, o bien hayan sido “meros espectadores”.

Taylor y Frazer (1981) elaboran una clasificación, en la que proponen

distintos niveles para hablar de las víctimas. Así, esta taxonomía quedaría de lasiguiente manera:

o  Víctimas primarias: personas que se encuentran expuestas al

desastre en el nivel máximo.

o  Víctimas secundarias: parientes y amistades de las víctimas

 primarias.

o  Víctimas de tercer nivel: personal de salvamento y rescate,

quienes, en palabras de Taylor y Frazer “necesitan ayuda para

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mantener su rendimiento funcional durante algunas operaciones

 y hacer frente a los posteriores efectos psicológicos traumáticos”.

o  Víctimas de cuarto nivel: comunidad envuelta en el desastre,

desde las personas que ofrecen su ayuda de forma altruista, hastaquien sufre pérdidas y robos.

o  Víctimas de quinto nivel: personas que, sin haber estado

envueltas en el desastre directamente, sufren estados de estrés o

 perturbación.

o  Víctimas de sexto nivel: personas que resultarían afectadas por

estar implicadas de forma directa o de forma vicaria

(“observadoras”), es más, podrían haber sido víctimas primarias.Esta clasificación de Taylor y Frazer está representada, para su mayor

comprensión, en el siguiente diagrama:

Figura 3.1 - (Adaptado por Valero Valero (2003) de Taylor, A. J. Y G. Frazer, Psychological

sequelae os operation overdue following the D.C.-10 aircrash in Antarctica (Wellington, Nueva

Zelanda: Victori University of Wellington Publications in Psychology, nª 27, 1981)

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Por otro lado, en la categorización formulada por Dudasik, encontramos que

los auxiliadores sufren las consecuencias negativas de un desastre debido a la

convergencia, intencionada, en la zona afectada y por el contacto con las “víctimas

del suceso” y las “víctimas de/por contacto”, que son las que más necesitadas estánde ayuda en el momento inmediato al evento desastroso.

Por su parte, Aranda Romero (1997) partiendo de las personas que resultaron

afectadas por la riada de Biescas en 1996, identifica como víctimas a los siguientes

grupos:

o  Personas que sobreviven al desastre, pero tenían amistades y

familiares fallecidos y/o desaparecidos. Este grupo, sufriría una

doble victimización, por haber estado expuestas a la situación de

desastre en el preciso momento ocurrido, y por haber sufrido la

 pérdida de seres queridos. Así, partiendo de la categorización

elaborada por Taylor y Frazer, serían víctimas primarias y

víctimas secundarias, respectivamente; y según Dudasik, serían,

 por una parte, víctimas del suceso, y por otra parte, víctimas

 periféricas.

Familiares de las víctimas que no han sufrido el desastre.o  Técnicos, que haría referencia a los profesionales que intervienen

en el suceso, ya sean cuerpos de salvamento y rescate, como

 personal de la salud, tanto física como psíquica.

Con este ejemplo, vemos como las categorías formadas por diferentes

autores no son excluyentes entre sí, sino que una persona que se ha visto implicada

en un evento desastroso, puede ser una víctima del mismo y de sus consecuencias, y

esto influirá en el grado en que se vea a sí misma afectada.

Siguiendo con las clasificaciones, encontramos otra formulada por Taylor

(1989), en la que habla de:

o  Víctimas primarias, que serían las personas que sufren el

desastre de forma directa, corriendo riesgo su propia integridad

física.

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o  Víctimas secundarias,  que serían aquellas personas que tienen

lazos afectivos (familiares, pareja, amistades...) con las víctimas

 primarias.

Y, añade, en este caso, víctimas potenciales, que serían personasque sin haber sufrido, directa o indirectamente, el desastre,

 pueden sufrir alteraciones por “observación”.

Por su parte, Artetxe y De Nicolás (1992), simplifican estas clasificaciones

afirmando que, en definitiva, tras un desastre encontramos dos roles1, el de víctima y

el de  personal de rescate o ayuda. Así, afirman que estos roles se repartirían entre

las personas implicadas en un desastre según fueran: “evacuados, familiares

afectados, supervivientes con o sin lesiones físicas, otras personas presentes en el

lugar, personal de salud y rescate, aquellos encargados de manejar los cuerpos y

las personas con un papel de liderazgo en ese momento”.

Por otro lado, además de todas estas clasificaciones elaboradas por distintos

autores, es preciso que tengamos en cuenta cómo afecta la ocurrencia de un evento

desastroso (y sus consecuencias) a determinados sectores de la población, como son

los niños y los ancianos. Así, ambos grupos, aunque, en función de cómo resulten

afectados por el desastre, de forma directa o indirecta, pueden incluirse en alguna delas categorías anteriores sobre tipos de víctimas, tienen reacciones y

comportamientos específicos que merecen una consideración especial. Tanto niños

como ancianos, sufren la experiencia del desastre con un mayor sentimiento de

vulnerabilidad. En particular, las personas ancianas, quienes a pesar de no ser, en

algunos casos, víctimas directas o del suceso, se sienten más perjudicadas y con

 posibilidades de sufrir más daños debido a su situación o estado, ya que tienen

menos agilidad, sus movimientos son más lentos y pueden encontrar mayordificultad para escapar de la situación.

Por otra parte, cómo influye el desastre en los niños, tiene relación con su

edad, resultando más afectados quienes son menores. Además, otro factor que

1  El término roles, empleado, en este caso, por Artetxe y De Nicolás, es utilizado por diferentesautores, tras diversas investigaciones, para referirse a las distintas “funciones” que desempeñan las personas implicadas en la situación de desastre, es decir, hay sujetos que se “convierten” en víctimas,

 pero, sin embargo, otros sujetos, independientemente de quienes sean, “ejercen” de “auxiliadores” o“rescatadores” de las personas más afectadas.

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influye es el hecho de que sus padres y/o madres estén presentes cuando ocurre el

evento desastroso o no lo estén, o bien hayan sido víctimas del mismo.

Continuando con las víctimas que se pueden derivar de la ocurrencia de un

desastre, vemos que, en las diferentes categorizaciones se habla de víctimas aunque

no hayan pasado por la experiencia directamente. Siguiendo esta línea de “víctimas

 por observación”, no podemos dejar de lado a la comunidad internacional y, en

concreto, a las poblaciones que, sin estar relacionadas con la zona de desastre, ven, a

través de los medios de comunicación, los daños que puede causar un evento

desastroso. Resultarían más afectadas por lo sucedido las comunidades con aspectos

más comunes a la damnificada y las más cercanas a la misma. Por otro lado, hemos

de tener en cuenta que las “víctimas internacionales”  serían más numerosas yfrecuentes ante “desastres civiles” o provocados por la acción humana, que por

desastres naturales. La forma más clara de explicar cómo se puede ver afectada la

comunidad internacional por la ocurrencia de un desastre en una zona determinada,

sería con el refrán: “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a

remojar”.

A lo largo del texto hemos visto cómo diferentes taxonomías intentan

clarificar las consecuencias de los desastres sobre las personas en concreto. Sinembargo, vemos que no siempre está clara la delimitación entre quién puede resultar

una víctima y quién parece no serlo. Así, encontramos, basándonos en Drabek

(1986), lo que este autor denomina no-víctimas definidas como: “aquéllos que no

han resultado afectados en un sentido físico. Obviamente, lo ocurrido a muchos,

deja señales en la psique”. Partiendo de esta definición, lo que Drabek considera no-

víctimas  estaría incluido en algunas de las clasificaciones anteriores, como por

ejemplo, la de Dudasik, desde la que se podría hablar de no-víctimas como víctimasperiféricas o víctimas concurrentes, ya que éstas no sufren daños físicos, pero sí

resultan afectadas; también en la taxonomía de Taylor y Frazer, les podemos

encontrar un lugar, mucho más definido que en la clasificación anterior, como

víctimas de quinto nivel, que serían las personas que sufrirían daños psíquicos

aunque no físicos.

Sin embargo, debemos tener presente un matiz de la definición formulada

 por Drabek sobre las no-víctimas, es que afirma que “no resultan afectadas

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 físicamente de forma directa”, lo que no indica que no sean víctimas directas,

 primarias o del suceso, sólo que no sufren daños físicos, pero sí  están dañadas por el

desastre.

Para clarificar mejor qué podemos entender por una no-víctima, debemos

remitirnos a las acciones que, según Anderson (1968), adopta tras el desastre:

“pretenden «estructurar» la situación y «normalizarla», es decir, integrar la

novedad del desastre en los esquemas conceptuales usados en la vida diaria”.

 No sólo las no-víctimas intentan llevar a cabo las acciones formuladas por

Anderson, sino que las denominadas víctimas (primarias, secundarias, del suceso...)

 propiamente dichas también pretenden esta “normalización”. Este aspecto

contribuye a identificar a las no-víctimas como un tipo de víctimas.

2.- PROFESIONALES COMO VÍCTIMAS 

Cuando hablamos de profesionales que intervienen en un desastre, nos

referimos tanto a personal dedicado a la salud (física y mental), como fuerzas de

seguridad (policías, ejército) y cuerpos de rescate o salvamento (bomberas o

 bomberos, protección civil).Todas estas personas actúan, profesionalmente, frente a

la situación de crisis y su tarea fundamental es ayudar a las víctimas. El hecho de

que esta asistencia sea debida a motivos profesionales impide, en ocasiones, que

estas personas sean consideradas como víctimas. De todas maneras, pensemos que

no sólo hay personal sanitario y de salvamento en una situación de crisis, sino que

 podemos encontrar, en función de los sucedió y de los agentes implicados, un

 personal u otro, así podemos hablar de:

o  personal de salvamento y rescate: bomberos, servicio de

asistencia marítima (desastres en el mar), servicio de asistencia en

carretera...

o  personal sanitario: representantes de medicina general, forense o

 psiquiátrica y psicólogos

o  fuerzas de seguridad: policía (local, municipal, autonómica,

nacional o científica), guardia civil, ejército...

o  líderes religiosos

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o  traductores: muy necesarios en caso de estar afectadas personas

de diferentes nacionalidades

o  trabajadores sociales

personal funerario

Kilman (1976) habla de los auxiliadores como víctimas ocultas, afirmando

que: “Los auxiliadores pueden participar de la experiencia de las víctimas, ya que

están viendo personas mutiladas y muertas, hogares y comunidades devastadas.

 Porque ellos (los auxiliadores) están allí”.

El término, víctimas ocultas, y la explicación de Kilman lo aplicaremos, no

sólo al personal de salvamento, sino también a los técnicos de la salud2, ya que

tienen que “sufrir” las reacciones emocionales de las víctimas y, en muchos casos,

 pueden sentir que son incapaces de ayudar o que sus esfuerzos resultan infructuosos,

con la consiguiente frustración.

Por otro lado, los profesionales, en ocasiones, en su afán por ayudar, no

tienen en cuenta su resistencia física y los períodos de descanso que deben observar

 para su mejor rendimiento no se cumplen, este hecho contribuye a convertir a estas

 personas en víctimas del desastre.

Así mismo, debemos tener en cuenta que, no sólo Kilman piensa en los

 profesionales como posibles víctimas del evento desastroso, sino que también

Dudasik los incluye en su taxonomía como víctimas concurrentes. Además, Taylor

y Frazer, en la categorización que elaboran, incluyen al personal de salvamento

como víctimas de tercer nivel. Por lo tanto, vemos que diferentes autores piensan

en los técnicos como víctimas potenciales, como diría Taylor (1989).

Por nuestra parte, consideramos que, tras este breve repaso sobre lavictimización de profesionales por el desastre, este personal puede ser considerado

como víctimas a largo plazo.

En principio, todos los afectados por un desastre sufren secuelas (físicas y/o

 psíquicas) más allá de la “normalización“ de la situación y de la comunidad (o de

que estos trastornos se hagan patológicos o entren dentro de una normalidad). Sin

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 El término salud lo empleamos en su sentido más amplio, incluyendo el correcto funcionamiento delos aspectos físicos y el equilibrio psicológico.

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embargo, los profesionales que intervienen en el rescate, salvamento y la ayuda a las

víctimas, más que daños inmediatos por la situación, sufren las consecuencias una

vez ha cesado la frenética actividad que llevan a cabo, ya que al estar inmersos,

inicialmente, en las conductas de ayuda, no tienen en cuenta su resistencia física(como señalábamos anteriormente), o en definitiva, el coste personal que puede

tener esta acción continuada (sobre esta conducta de ayuda hablaremos en próximos

capítulos). De esta manera, definiríamos a las víctimas a largo plazo como:

“Personas, tanto profesionales del salvamento y rescate, fuerzas de seguridad o

 personal de la salud (física y mental), como población “civil” que no resultan

afectadas, física o psíquicamente, en el momento de ocurrencia del desastre, y que

llevan a cabo conductas de ayuda, profesional o altruistamente, que pueden llegar a sufrir secuelas psicológicas una vez ha cesado la actividad y vuelve a una situación

de normalidad”.

Así, podemos concluir que hay diferentes tipos de víctimas y que, no sólo

resultan afectadas las personas que están en el momento y en el lugar en el que

ocurre el suceso, sino que también podemos considerar víctimas a las familias y

amistades de estas personas, a quien ve el suceso a través de la televisión, lo lee en

los periódicos o lo escucha en la radio. También resultan afectados los profesionalesque acuden a la zona del suceso a prestar su ayuda, ya sean de salvamento y rescate,

sanitaria o psicológica o de seguridad, ya que estas personas se enfrentan a

situaciones de, por un lado, riesgo y, por otro lado, de máximo dolor, aspectos

ambos que les pueden convertir en víctimas, llegando a desarrollar lo que se

denomina fatiga por compasión debido a las tareas que deben realizar. De esta

manera, cuando hablamos de víctimas deberíamos hacer referencia a todas las

 personas que se ven envueltas en la situación de desastre y no sólo a fallecidos o

heridos.

3.- R EACCIONES PSICOLÓGICAS DE LAS VÍCTIMAS 

Ante la ocurrencia de un suceso desastroso, las víctimas reaccionan de

diferentes maneras, dependiendo del rol que desempeñan en el desastre, así

seguidamente veremos estas reacciones y las diferencias existentes entre

 profesionales, voluntarios o población civil.

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Antes de adentrarnos en las reacciones psicológicas frente al desastre

haremos una breve exposición de las respuestas cognitivas en las diferentes fases del

desastre.

Bryce (2001) indica que estas cogniciones varían según nos encontremos en

los momentos previos al suceso, en el trance mismo o en ocasiones posteriores, todo

indicado en las siguientes tablas:

PRE-INCIDENTE

Pre-impacto EsfuerzoIndiferencia NegaciónAnsiedadDesorganización

CalmaFocalización

Aviso Agitación / Sobre-reacciónCalmaDecisión

IMPACTO

Miedo“Arreglarse”Abandonar / HuirAyudar  

POST-INCIDENTE

Heroísmo AltruismoAgotamiento / ExhaustoIrritabilidad

Luna de miel Compartir experienciasEsperanza / Euforia

Desilusión DecepciónPercepción infortunio / Depresión

Reconstrucción AceptaciónDependenciaAmarguraRencor / Animosidad

Tabla 3.1 - (Adaptado por Valero Valero (2004) de BRYCE, Cyralene P. (2001): Stress

management in disaster , Washington D. C. Pan American Health Organization - PAHO)

Como vemos, la autora agrupa las fases del desastre con el fin de centrar las

respuestas cognitivas en cada una de ellas, todas estas reacciones son comunes a las

 personas implicadas en una situación de desastre, aunque pueden darse unas más que

otras en función de las características de la persona.

Los aspectos psicológicos más frecuentes durante un desastre serían:

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o  intenso malestar, inquietud, desamparo o indefensión

o  miedo (aunque ya hemos comentado que no es tan frecuente como

 pueda parecer)

alta emocionalidado  solidaridad hacia las y los miembros de la comunidad

o  empatía hacia quienes se ven más afectados

Estas reacciones psicológicas no constituyen patología, siempre y cuando no

se prolonguen de forma excesiva en el tiempo, no se compliquen con otros

trastornos, provoquen un sufrimiento intenso en la persona o impidan su desarrollo

 personal, social y laboral. Por otro lado, otras reacciones psicológicas que

encontramos en la persona tras la ocurrencia del desastre serían las siguientes:

o  nerviosismo y ansiedad

o  tristeza y/o llanto

o  culpabilidad por haber sobrevivido

o  ideas de suicidio

o  fatiga

o   problemas para dormir y/o descansar

confusión para pensar y/o problemas de concentracióno   problemas de memoria

o  disminución de la higiene personal

o  cambio en los hábitos alimenticios

o   pérdida de confianza en sí misma

o  recuerdos muy vivos del evento (a pesar de que, en ocasiones,

están distorsionados)

culpar a las demás personas (sobre todo a las autoridades yservicios de salvamento y rescate por su tardanza)

o  frustración

o  desorientación en tiempo y/o lugar

o  sentimiento de impotencia

o  uso excesivo del alcohol y/o drogas

o   problemas en el trabajo y/o familia

enojo y/o irritabilidad

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o  inseguridad

o  necesidad de estar solo o sola

o  crisis de miedo o pánico

disminución en la resistencia físicao  dificultades para retornar al nivel normal de actividad

o  sentirse aislada y/o abandonado

o  sentir frío emocional

o  sentir abrumación

o  intensa preocupación por otros (sobre todo por familiares y seres

queridos)

Las reacciones que hemos enumerado se identifican más con unas personas uotras, según el papel que han desempeñado en el desastre, es decir, se ajustan a

supervivientes, profesionales del salvamento y rescate (y de la salud), parientes, o si

la persona ha resultado herida de forma directa. Lo podemos ver en el siguiente

cuadro:

Profesionales Supervivientes Parientes Heridos

incapacidad shock shock shock

frustración incertidumbre incertidumbre incertidumbre

impotencia desamparo desamparo desamparo

inseguridad aislamiento ansiedad porseparación

ansiedad porseparación

culpa culpa culpa culpa

miedo/aprensión miedo/aprensión

culpar a otras persona

(administración)

culpar a otras personas

(administración)

Tabla 3.2

Podemos observar que las personas que actúan como profesionales sufrenunas reacciones más específicas, ya que, si bien también son víctimas del suceso, lo

viven desde la perspectiva del trabajo diario (aunque resulte ser un caso

extraordinario) están capacitados, laboralmente, para afrontar dichas situaciones. Es

más, vemos que las reacciones que desarrollan las personas que ven los sucesos

desastrosos desde el punto de vista profesional, están encaminadas o derivadas de

las dificultades que se encuentran para poder realizar su labor de forma óptima y

efectiva.

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Por otro lado, Raphael (1986) considera que durante la ocurrencia del

desastre se sufre una experiencia emocional caracterizada por:

o  Alto nivel de arousal: las personas se dirigen a obtener la protección

 para sí mismas. Si hay un peligro cercano el sentimiento de miedo se

intensifica, además se busca la supervivencia, tanto propia como de

seres queridos, incrementándose los niveles de activación y atención.

o  Miedo: sería una respuesta emocional dominante y apropiada si el

desastre y, en consecuencia, la amenaza para la propia vida son

graves. Esta sensación de miedo  no es sólo por sí mismo, sino

también por los demás, por el futuro, por la vida en sí misma y por la

sociedad en general.o  Sensación de desamparo: la persona implicada en la situación de

desastre siente que todos los esfuerzos son en vano, sobre todo,

cuando esta situación permanece durante un tiempo aparecen

sentimientos de inefectividad y desamparo, naciendo sensaciones

infantiles de impotencia e ineficacia, además de frustración y cierta

angustia.

Sensación de abandono: las personas sienten que han sido dejadasde Dios y del hombre.

o  Anhelar a parientes y rescate: son frecuentes los ruegos a Dios3,

aunque la persona no haya orado en años. Se reevalúa la vida y los

 propios valores produciéndose lo que Kübler-Ross (1969) denominan

“pacto” en el que la persona promete a Dios cambiar para mejor y

nunca volver a pedir nada si Éste permite que sobreviven ella y sus

seres queridos.

Por otro lado, algunas reacciones psicológicas producen una somatización de

manera que se desarrollan trastornos físicos como:

o  náuseas

o  dolores de pecho o cabeza

o  temblores musculares

o  dificultad para respirar

3 Cuando hablamos de Dios hacemos referencia al ser supremo al que cada religión venere.

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o   palpitaciones o taquicardia

o  aumento de la presión sanguínea

Por su parte, Young et al (1998) concretan más afirmando que hay

determinadas reacciones de estrés frente al desastre que son comunes, además, éstas

se diferencian en efectos emocionales, cognitivos, físicos e interpersonales. Estas

consecuencias se reflejan en el siguiente cuadro:

Reacciones de estrés 

Efectos emocionales  shock  angustia  ansiedad, miedo

 

desesperación  entumecimiento emocional  terror  culpa (de los supervivientes respecto alas personas fallecidas)   pena o tristeza  irritabilidad  desamparo o pérdida de control  sentimientos de insignificancia   pérdida de obtener placer de lasactividades diarias

Efectos cognitivos   perjuicio en la concentración   perjuicio en la habilidad para tomar

decisiones

 

 perjuicio en la memoria  incredulidad  confusión  decremento de la autoestima  decremento de la autoeficacia  autoinculpación   pensamientos y memorias intrusivas   preocupación  disociación (la persona de ve como en

un sueño)

Efectos físicos 

fatiga  insomnio  alteraciones del sueño  hiperactivación  dolencias somáticas   problemas gastrointestinales  disminución del apetito  incremento o decremento de la libido  respuestas de susto

Efectos interpersonales 

alineación  retirada social (aislamiento)  incremento de los conflictos en las

relaciones  daños de la capacidad de trabajo   perjuicios en el rendimiento escolar  incremento de las conductas de

afiliación

Cuadro 3.3. - (Adaptado por Valero Valero (2004) de VARIOS (2000): Disaster mental health

response. North Sydney, NSW Institute of Psychiatry.)

Muchas de estas reacciones son las mismas o semejantes a las anteriores y no

siempre son negativas, ya que pueden darse momentos de activación y alta

excitación que hacen que la persona implicada actúe con rapidez y celeridad con el

fin de escapar de daños más graves o de ayudar a otras personas implicadas en la

situación de desastre.

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Otros aspectos psicológicos derivados de la ocurrencia del desastre son los

relacionados con la atribución de responsabilidades respecto a lo ocurrido, es decir,

el locus de control  suele ser externo, ya que se atribuyen las consecuencias del

suceso a factores que las personas no pueden controlar ni están en su mano4

.

Permanecen los sentimientos de empatía y solidaridad que se han

desarrollado en la fase anterior, además del deseo de ayuda y protección.

Sin embargo, algunos de los aspectos psicológicos que hemos destacado

 pueden ser síntomas de algunos síndromes que, en ocasiones, constituirán

 patologías, tal y como veremos a continuación.

4.- SÍNDROMES DERIVADOS DE LA OCURRENCIA DEL DESASTRE 

Las patologías desarrolladas tras un suceso desastroso están relacionadas con

los momentos vividos y las circunstancias puntuales que suceden en esa ocasión.

Diversas investigaciones identifican en las personas afectadas unos

síndromes semejantes. Así, Rundell, Ursano Holdway y Silberman (1989), Shores et

al (1989) y Ursano et al (1996) coinciden en que se pueden desarrollar trastorno de

estrés postraumático (TEP), depresión, depresión mayor, abuso de sustancias,desorden de ansiedad generalizada y desorden de ajuste, además de reacciones al

daño físico y a la enfermedad.

El Síndrome de aflicción por catástrofe se desarrolla en las personas que

han sufrido pérdidas, tanto materiales como personales, y muestran reacciones de

dolor. Además, se puede dar una regresión y un aumento de la dependencia, además

de aislamiento o apatía. Este dolor puede conducir a una depresión.

Los Trastornos depresivos y/o de ansiedad  muestran a una personaangustiada, con alta frustración y, fundamentalmente, triste. Puede producirse de

forma progresiva o darse un ataque o crisis aguda precisando atención inmediata.

Así, la depresión es considerada, tras diversas investigaciones, como un problema

significativo tras la ocurrencia del desastre, sobre todo cuando la persona ha sufrido

grandes pérdidas. Según Blanchard et al (1998) resulta frecuente la comorbilidad

4

 En la mayoría de las ocasiones se culpa a la administración y a las organizaciones de salvamento yrescate.

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entre depresión y TEP, además de predecir la severidad del sufrimiento posterior.

Fullerton et al. (1992) consideran la existencia de diversos factores tras la ocurrencia

del desastre que pueden conducir a una depresión:

“cierre” hacia la muerte

o   bajos niveles de apoyo social

o   personas que llevan más tiempo en la comunidad tienen más

 probabilidad de sufrir una depresión

También encontramos el Trastorno por estrés agudo tras la exposición a un

evento traumático. Puede oscilar en intensidad y deberá desaparecer (o, cuanto

menos, disminuir los síntomas) 48 horas después de su aparición.

Por su parte, el Síndrome del superviviente  se muestra mediante ira,

agresión e irritabilidad, aumentando en los meses e incluso años posteriores al

desastre. Llegando la ideación y conducta suicida por el desarrollo de sentimientos

de culpa por haber sobrevivido.

Los Trastornos disociativos o de conversión aparecen repentinamente en

relación con el suceso ocurrido. Aparecen síntomas físicos sin causa biológica

como: agitación, amnesia, trastornos visuales, parálisis...

Ocasionalmente, tras el desastre puede aparecer un Trastorno psicótico

agudo, aunque serán cuadros agudos de corta evolución.

Finalmente, el síndrome más frecuente es el Trastorno de estrés

postraumático, que aparece de forma retardada tras la exposición a un suceso

desastroso. La persona revive el hecho traumático mediante pensamientos y/o

sueños recurrentes, evita los estímulos relacionados con el suceso y sufre una

hiperactivación con reacciones de alarma desmesuradas.

Estos trastornos precisarán tratamiento psicológico con el fin de evitar, en

gran medida, las consecuencias que de ellos se puedan derivar. Sin embargo,

debemos tener en cuenta que, en la mayoría de los casos, las reacciones que se

derivan de un suceso desastroso son reacciones normales ante un suceso anormal y

no derivan en patologías.

8/10/2019 Anexo. Las Vctimas y Sus Reacciones

http://slidepdf.com/reader/full/anexo-las-vctimas-y-sus-reacciones 16/16

 

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