AÑO 1 • Nº 6  · “hacer” de misionero itinerante: visita a las comunidades de la serranía...

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AÑO 1 • Nº 6 www.monfortianos.org NUESTRO HNO. ANTONIO RONTAUROLI PARTE PARA ESTAR JUNTO A JESÚS “Llévame en tu compañía donde tú vayas, Jesús, porque bien sé que eres tú la vida del alma mía; si tu vida no me das yo sé que vivir no puedo, ni si yo sin ti me quedo, ni si tú sin mí te vas.” Hno. Antonio Rontauroli, smm 03 de octubre de 1934 - 18 de agosto de 2014 Nos ha cogido de sorpresa y nos ha causado dolor la noticia del fallecimiento del Hno. Antonio. Nos ponemos en oración por su descanso en la Casa del Padre y damos gracias al Señor por haber con- tado con su presencia misionera en el Perú. El Hno. Antonio ha llegado al Perú en el año 1982, y así lo recuerda p. Taddeo Pasini: Llegamos al Perú juntos, por primera vez la víspera de la fiesta del Señor de los Milagros, en el año 1982. ¡Él ya tenía 48 años! ¡Valiente! Dejaba la labor de formador en el Seminario Menor de Arbizzano de Verona. Recuerdo que hablaba siempre con gozo y como de algo bonito de esta experiencia y de esta etapa de su vida. Esta comunidad monfortiana y su paso por ella, quedó siempre como una etapa muy bonita. Conservaba un recuerdo de amistad hacia algunos cohermanos, entre quienes el p. Guido Libralato y el hermano Raffaele, que en paz descansen... nuevamente juntos...” Estuvo algún tiempo en la Parroquia de la Visitación con el P. Giovanni Bigoni y con P. Gheno, después se fue en misión a la parroquia de Santa María de Fátima, en Huánuco. Un corto período se ha dedicado a la catequesis en Huaycán, regresando enseguida a Huánuco.

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AÑO 1 • Nº 6 www.monfortianos.org

NUESTRO HNO. ANTONIO RONTAUROLI PARTE PARA ESTAR JUNTO A JESÚS

“Llévame en tu compañíadonde tú vayas, Jesús,

porque bien sé que eres túla vida del alma mía;

si tu vida no me dasyo sé que vivir no puedo,

ni si yo sin ti me quedo,ni si tú sin mí te vas.”

Hno. Antonio Rontauroli, smm03 de octubre de 1934 - 18 de agosto de 2014

Nos ha cogido de sorpresa y nos ha causado dolor la noticia del fallecimiento del Hno. Antonio. Nos ponemos en oración por su descanso en la Casa del Padre y damos gracias al Señor por haber con-tado con su presencia misionera en el Perú.

El Hno. Antonio ha llegado al Perú en el año 1982, y así lo recuerda p. Taddeo Pasini: “Llegamos al Perú juntos, por primera vez la víspera de la fiesta del Señor de los Milagros, en el año 1982. ¡Él ya tenía 48 años! ¡Valiente! Dejaba la labor de formador en el Seminario Menor de Arbizzano de Verona. Recuerdo que hablaba siempre con gozo y como de algo bonito de esta experiencia y de esta etapa de su vida. Esta comunidad monfortiana y su paso por ella, quedó siempre como una etapa muy bonita. Conservaba un recuerdo de amistad hacia algunos cohermanos, entre quienes el p. Guido Libralato y el hermano Raffaele, que en paz descansen... nuevamente juntos...”

Estuvo algún tiempo en la Parroquia de la Visitación con el P. Giovanni Bigoni y con P. Gheno, después se fue en misión a la parroquia de Santa María de Fátima, en Huánuco. Un corto período se ha dedicado a la catequesis en Huaycán, regresando enseguida a Huánuco.

Han sido más de 25 años de misión en tierras peruanas, hasta que por problemas de salud tuvo que regresar a Italia entre 2007 y 2008. Vida misionera, dedicada a la catequesis y a los trabajos cotidianos, el Hno. Antonio hace los “pasos de Montfort”, buscando la periferia del mundo. Siguiendo el camino de los consagrados a Jesús por María, va al encuentro de Aquél por quien ha dado su vida.

A los familiares del Hno. Antonio, nuestro saludo, nuestras plegarias. A los cohermanos mon-fortianos que el 21 de agosto van a celebrar los funerales en la iglesia María Reina de los Corazones, nuestra cercanía y nuestro cariño.

En nombre de todos los cohermanos de la Delegación Perú-Brasil.

P. Luiz Augusto StefaniSuperior Delegado

A LA MEMORIA DEL HERMANO ANTONIO

Deseo ofrecer un breve testimonio personal sobre el hermano Antonio Ron-tauroli. Lo he conocido en 1969, en mi año de noviciado en Roncá de Verona (Italia), cuando yo tenía 17 años y él 35. Recuerdo, entre otras cosas más “espirituales”, los interminables partidos de fútbol y los ricos tallarines que nos preparaba, pues estaba encargado de cocinar para un grupo de más de 20 personas: los tres padres formadores, 17 jóvenes novicios, con mucho apetito, entre los cuales los padres Luis Pedretti y Luciano Andreol. También esta-ban otros dos hermanos monfortianos, Silvino y Enrico Vidau quien trabajó un tiempo en el Perú.

Llegamos al Perú juntos, por primera vez la víspera de la fiesta del Señor de los Milagros, en el año 1982. ¡Él ya tenía 48 años! ¡Valiente! Dejaba la labor de formador en el Seminario Menor de Arbiz-zano de Verona. Recuerdo que hablaba siempre con gozo y como de algo bonito de esta experiencia y de esta etapa de su vida. Esta comunidad monfortiana y su paso por ella, quedó siempre como una etapa muy bonita. Conservaba un recuerdo de amistad hacia algunos cohermanos, entre quienes el p. Guido Libralato y el hermano Raffaele, que en paz descansen... nuevamente juntos...

En el Perú trabajó por breve tiempo en las parroquias monfortianas de la Visitación de Lima, y luego también por un tiempito, en la parroquia de Huaycán, conmigo, con p. Marcos y con p. Giovanni Birtele. Hasta que una mañana se levanta y se presenta en el comedor de la casa ya con las maletas listas para tomar el ómnibus y regresar a Paucarbamba, Huánuco. Así de arranque era el Hermano Antonio...

En esta comunidad, además de los servicios en la casa y en su “reino” que era la cocina, se dedica a “hacer” de misionero itinerante: visita a las comunidades de la serranía de Huánuco, preside las cel-ebraciones de la Palabra, da catequesis, prepara para los sacramentos, explica la Historia Sagrada a las mamás de los clubes de madres. Otro de sus carismas era visitar a los enfermos. Lo hacía con mucho respeto y con pasión. Con sus ocurrencias y chistes los alegraba y los hacía sonreír. Era ca-paz de promover la solidaridad y la ayuda económica de sus familiares y amigos a través de breves artículos que escribía en la revista Apostolo de Maria, con un estilo muy propio, ágil y simpático.

Al menos los últimos 10 años de su presencia en el Perú, el Hermano Antonio los dedicó de lleno a Legión de María, este movimiento apostólico mariano, lleno de espiritualidad monfortiana. Visitaba con asiduidad y con cariño todos los praesidia, y preparaba con esmero la reunión mensual de la Cu-ria, que se realizaba en la misma parroquia de Paucarbamba. Las legionarias de Huánuco llegaron a apreciar y a querer mucho al hermano Antonio. Para ellas, y para su familia mi más sentido pésame.

Siempre tuve la impresión que el hermano Antonio poseía una riqueza interior que no quería o no lograba comunicar… Probablemente no quería… pues defendía su mundo interior… No se dejaba

“aprisionar” por nada y por nadie... De él aprecié su espíritu independiente y libre, hasta un poco re-belde. Siempre le gustaba preguntar, cuestionar, poner en discusión, no dar por descontado, contrar-iar... En Huaycán llegaron cariñosamente a apodarlo “El Hermano Contreras”. Pero todo el mundo lo ha querido, porque era él mismo, no se ponía máscaras, no era hipócrita... y también porque era sencillo y humano.

La última cosa que quiero compartir es que a él no le gustaba criticar a los cohermanos y evitaba escuchar y hablar chismoserías. Yo personalmente siento bastante la muerte del hermano Antonio. No fue un santo (¡ya tenemos muchos santos!). No fue perfecto (¡cuántos perfectos o mejores, entre nosotros!)

Para mí es más que suficiente recordar simplemente quién fue y qué hizo el hermano Antonio.

P. Tadeo.

RECORDANDO NUESTRO HERMANO ANTONIO

He recibido la noticia del nacimiento al Cielo del Hermano Antonio, la noche del 18 de agosto, en silencio… un silencio que me recordaba los tantos silencios del Hermano. Se fue en silencio y este silencio lo ha caracterizado durante los mu-chos años que ha pasado entre nosotros. Algunos de nosotros, como los Padres Tadeo, Luis Pedretti y el que escribe, lo hemos conocido en los tiempos de nuestro noviciado (1969-1970… muchos de ustedes estaban todavía en los pensamientos de sus padres…): era el “jefe –chef” de la cocina y nunca nos ha faltado el pan de cada día. Lo recuerdo como una persona alegre, le gustaba jugar pelota (y no-sotros, los novicios, hemos logrado quebrarle los meniscos…); tenía su moto, sus amistades, su “chispa”, sus ideas y maneras de vivir la vida y la vida religiosa. Sí, le gustaba vivir: era un amante de la vida. Siempre ha sido muy “silencioso”, característica que lo acom-pañó durante todo el tiempo que lo he conocido.

El Hermano Antonio llega al Perú con el P. Tadeo en 1982 y estoy seguro o, tal vez no, que él se ha “iden-tificado” con la comunidad y las comunidades parroquiales de Paucarbamba – Huánuco. Fue la primera opción que los Superiores le presentaron y que él abrazó de corazón. Pero, pienso que si hubiera tenido como primera opción otra comunidad, la habría abrazada de la misma manera. Pastoralmente Antonio es-coge, dentro de la comunidad parroquial, los más necesitados visitando a las familias más pobres y aleja-das. En el tiempo que la parroquia Nuestra Señora de Fátima de Paucarbamba tenía que asistir a muchos pueblos distantes, el Hermano Antonio se fue todavía más lejos: dejaba su moto donde una familia amiga de Chullqui y subía a pie o a caballo (cuando había) hasta Cochagora. Lo sé porque una vez que allá es-taba me llevó a celebrar las primeras comuniones en la escuelita del pueblo ya que no había capilla. Nos buscaron con los caballos, pero, pobrecitos, eran tan flacos que preferimos ir caminando más de 2 horas.Desde mis recuerdos, participaba siempre en nuestras asambleas y sus intervenciones eran siempre pequeñas y practicas… Pero le gustaba participar…

Después de un gran tiempo de separación, nos encontramos nuevamente en mis años de superior del-egado. Antonio no era lo mismo… más callado, más silencioso, más encerrado en sí mismo… Un día, fi-nalmente, logro un dialogo con él: pocas palabras, pero me recuerdo una frase: “…estoy pensando…”. No sabía todavía el significado de aquella frase: lo supe después cuando me dijo: “… me quedo en Italia…”. Como Delegado he tenido la oportunidad de ir varias veces en Italia y siempre pasaba en la casa de Bé-rgamo para saludarlo: el hermano Antonio ayudaba en la casa de los ancianos y enfermos y solamente “hablaba” con su silencio. El silencio de siempre. La última vez que lo he visto (junio de este año 2014) estaba bien mal de su corazón… Las enfermeras de la casa me decían que era un paciente muy bueno, obediente, tranquilo… con un corazón que funcionaba solamente un 30/40%. Lo visitaba, me da la mano, no la suelta… no habla: hablaban solamente sus ojos llenos de ternura. Y el hermano Antonio se nos fue en silencio. Dios te bendiga! La Virgencita te acoja en sus brazos maternos! Gracias por haberte conocido y por haber compartido nuestra vida misionera.

A mis hermanos en el Perú les pido un favor: el Hermano Antonio es el segundo cohermano que fue lla-mado al Cielo, en esta etapa de vivencia monfortiana en el Perú, 10 años después del P. Juanito …

Seria bonito poner una foto en el cementerio de Alto Perú dedicado a S. Luis María de Montfort, al lado del p. Juanito y del Hermano Domingos. Así habrá siempre gente que se recuerda de nuestros hermanos que hicieron historia monfortiana en el Perú tan querido. Antonio, ciao! Arrivederci in Cielo!

P. Luciano Andreol ([email protected])

A ti y a toda la comunidad Peru-Brasil un sincero agradecimientoY recuerdo acompañado de oraciones y suplicas al dios de la vida por el

alma de nuestro querido Antonio.Ha fallecido sereno y tranquilo en su cama en menos de una hora y ha re-cibido los santos oleos por el monseñor Alessandro Pagani (Malawi), quien

se encontraba de visita en nuestra comunidad.El corazón cansado pero el sereno y sin quejas ha serrado los ojos en paz.

Me permito enviarles una foto y tu veras si es oportuno o no su difusión.Unidos en oración agradezcamos a dios de corazón por su entrega por los

pobres y enfermos del Perú que con tanto cariño atendió y ayudo.Saludos y abrazos de Mauricio y míos y recuerdos de la comunidad de Re-

dona.Dios los bendiga a todos.

P. Luigi Pedretti