Año 1,num 4, febrero 2013 · Es un misterio que no se revela tan fácil, se vive, estremece. No...

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DIRECTORIO Año 1, número 4

Febrero 2013

Director José Luis Barrera Mora

Editor

Luciano Pérez

Consejo Editorial Agustín Cadena

Alejandro Pérez Cruz Alejandra Silva

Fabián Guerrero

Web Master Gabriel Rojas Ruiz

Ave lamia es

un esfuerzo editorial de:

Director

Juvenal Delgado Ramírez

www.avelamia.com

ILUSTRACIONES: � Portada: “El nacimiento de Venus”, William A.

Bouguereau, s XIX � P. 4: Corazón sangrante, anónimo. � P. 5 - 9: Celebraciones celtas. � P. 10: Mujer desnuda y café, anónimo. � P. 10: “Abrazados”, María Romero, 1997. � P. 11: Desnudo, Damián Luis Villanueva. � P. 11: “Seducción”, Martín Guerrero, 2012. � P. 12: Naturaleza, anónimo. � P. 13: The Beatles, 1961. � P. 13: Portada del disco “Please please me” � P. 14 y 15: The Beatles, 1963. � P. 16: Silueta, Anifer Astudillo. � P. 16: Pareja, anónimo. � P. 17: “Sensualidad”, Iván Volgin. � P. 17: Desnudo mixto, Fine Art Nude. � P. 18: “Fuente del Idilio del Amor”, Charlotte

Yazbeck, Chapultepec 1974. � P. 19: Niño leyendo, Ned Anshutz, óleo sobre

tela. � P. 19, 20: Niños aprendiendo a leer, anónimos. � P. 21: Soledad, autor desconocido. � P. 21: Sombras, autor desconocido. � P. 22: “En rojo, recuerdo de la noche”, Suzana

Stojadinovic � P. 23: Desnudos en azul, E. Marín. � P. 24: “Torso de mujer en azul”, Begoña Tojo,

2001. � P. 25: Jenni Rivera. � P. 25: Thomas Mann. � P. 26: Brunilda.

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INDICE EDITORIAL 3

CANTOS PARA LAS FIESTAS

PAGANAS Agustín Cadena 5

LINDA McCUARRO José Luis Barrera 10

YEAH, YEAH, YEAH! Luciano Pérez 13

CUATRO POEMAS Claudia Contreras 16

LETRAS Leticia Vázquez 19

Y SI LA SOLEDAD FUERA ESE DISPARO EN LA NUCA Adán Echeverría 21

CUATRO INSTANTÁNEAS DE MARIANA Hosscox Huraño 23

I DREAM OF JENNI Luciano Pérez 25

SUEÑOS QUE SE CONVIERTEN EN REALIDAD, Xilografía Alan Altamirano 27

Amor Como un personaje de Julio Torri, yo también me declaro mal actor de mis emociones. Expresar el amor es un hecho bastante grave, o cuando menos confuso para mí. Cuando era niño, veía que el amor era, más que inexplicable, inútil y asqueroso. El intercambio de baba, los abrazos, las palabras en diminutivo y demás ridiculeces de manera constante e infame, hacían que los enamorados me parecieran unos enfermos.

Ahora de adolescente viejo y tardío, encuentro el amor anárquico y subversivo, nunca es igual y no para todos es lo mismo. Sin embargo, genera una energía y una luz únicas en su hechura y trascendencia, culmina a veces en hijos o en suicidios, sólo por decir algo de lo poderoso y extremo que puede ser.

Mediante el amor es posible renacer y encontrar en el asombro otra manera de ver el mundo, se establecen los vasos comunicantes con otro humano, se genera empatía que de manera increíble y extraña irradia una necesidad también por sincronizarnos con esa persona.

Sé por experiencia propia el furor de su fuego. He dejado todo para correr a estar con mi contraparte, con mi otro humano, retozando y entregándonos a una cópula sin mancha, a un diálogo larguísimo de pieles, a sentir el mar en primavera, y a nadar en su mirada.

En la eucaristía de los cuerpos, el orgasmo es la parábola de la muerte y la resurrección. En un sentido profundo, ser correspondido en el amor no es tan importante como lo es fluir en la coincidencia lunar. La traslación del pensamiento al otro, a las estrellas resplandecientes del deseo. Sentir intensamente es la meta.

En el inicio de la relación amorosa, truena el relámpago de la espera, la adrenalina de los encuentros va lloviendo en el suave ritmo que los amantes destilan, que los endulza, los adormece, les oscurece un poco la vista para el viaje cotidiano al horror de la rutina simple y llana, donde se va minando el resplandor del amor.

La complicidad puede ser buen remedio pues permite que la singularidad de la persona siga latiendo sin perderse en el universo de la pareja.

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También en el amor hay canapés, una delicia es el sexo casual y espontáneo, para algunos sería hacerlo sin posesión ni compromisos, libre y simple. Pero hay otros temperamentos que necesitan vestirse con tonalidades de amor de una cocción distinta, una transmutación tan ceremoniosa como disfrutable.

En el amor cabe todo, pues en esencia es un universo mental, que depende de la imaginación y la destreza para hacerlo volar. Es un misterio que no se revela tan fácil, se vive, estremece.

No obstante, la faena no siempre es sencilla, las emociones desbocadas arrastran en su vértigo temor, inseguridad, celos y pertenencias. El avasallamiento, al desnudarnos emocionalmente ante el otro, hace de la cotidianidad un encantamiento o una maldición para los amantes, donde el suave vino del hogar se vuelve pócima venenosa, y la exaltación con la que se aman después es la misma que los destruye.

El reto es vivir, prevalecer, experimentar, y el amor puede ser un desvanecimiento para fugarnos todos los días a la luz de las estrellas o al mismo infierno.

Quizá la palabra esté muy gastada y representa demasiadas historias. Es el fin del mundo y lo demás no importa.

Al amor lo llamare Merluza.

Es una palabra que me humedece la boca. Es como le digo a la vagina de ella, es perfecta para ceñirla y nombrar su sexo.

La merluza que nada en medio de tu follaje marrón, de hembra brava y pura, es acuática y saltarina, de un solo bocado engulle mi verga solitaria y triste. Me tritura, me traga, me desecha. Su dulce color me embriaga, la toco, la beso, se alarga, brilla, me hace soñar, vuelo hasta El Cairo entre dunas pulido por la arena.

En el sol descanso protegido entre sus labios.

Pero siempre termina escurriéndose de entre mis dedos, de mi boca, de mi sexo.

Como lo hace el amor que no es alimentado.

José Antonio Mojica

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Cantos para las

fiestas paganas

Agustín Cadena

SAMHAIN (7 de noviembre)

Celebramos en el lago a la orilla del otoño. En Samhain (pronunciamos sow-onn) honramos a nuestros antepasados y a los que se han ido. Decimos sus nombres en voz alta. Samhain: La tierra se enfría y las plantas se ocultan para el invierno. Nunca como ahora es el velo tan delgado. La esperanza es una hoja dorada que se desprende de los cielos y cae en la mano, luminosa.

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YULE (21 de diciembre)

Guardamos vigilia ante un viejo tronco junto a la playa. Sin luz, sin fuego. Al derramarse el alba, juramos en la corteza los nombres de las cosas que deben morir. Entregamos el tiempo al agua. Diciembre no es tan duro en esta tierra; llevamos ropa de lana, intercambiamos chamarras y gorros. Antes de irnos lloramos mucho y nos abrazamos mirando cómo el agua se lleva el dolor. Yule es el nombre de la esperanza.

CANDLEMAS 1-7 de febrero

Otra vez de noche. Mas ahora las velas iluminan el agua, muchas, incontables velas, pues cada uno de nosotros invitó a un amigo que invitó a otro amigo. Venimos vestidos con túnicas blancas. Nuestra pequeña playa ha quedado convertida en un bosque de pieles. Cantamos. Leemos los poemas escritos en invierno. Pedimos bendiciones para los niños. Al partir, por la mañana, las plantas habrán comenzado a renacer.

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OSTARA 21 de marzo

Todavía hace frío en Ostara. Las playas aún no se llenan de estudiantes y las casas de madera, grises, solitarias, se ven tras las ramas de los árboles sin que el follaje las oculte. Pero la tierra ya se siente blanda y las promesas cruzan el cielo como blancos pájaros de pan. Nacen huevos bajo las piedras. Los niños del coven piden deseos, entregan nuestras semillas a la tierra blanda.

BELTANE 30 de abril-7 de mayo

Beltane es el tiempo de la luna loca. La tierra, húmeda, se llena de lascivas, rojizas mantarrayas, y revienta en borbotones de gemidos. Sus escamas funden la piel de la diosa en el aceite blanco de su mediodía. Gato que persigue su cola y corre en círculos: nunca tiene suficiente. Las espinas del mundo se han vuelto blandos colmillos y Primavera es un cerdo que hoza entre las ingles de las hembras. En Beltane el sol se vierte líquido y se adormece, dorado, como un barniz de la noche desnuda.

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LITHA 20-21 de junio

En la tarde el cielo se mareó con sus cabellos verdes comenzó a dar vueltas sobre el bosque y finalmente cayó boca arriba. Hubo un incendio en que sólo ardió lo viejo. De cada hoja brotó luz. Es el reino de Litha, la Emperatriz. El licor del bosque perfuma sus muslos mientras la tierra prende alegremente sobre la tierra.

LAMAS 1-7 de agosto

El Rey Herido se ha cubierto de espigas, porque el rubor de las mujeres desbordó las copas y se regó en hojuelas de luz. Por los cinco arroyos corre el calostro de la tierra, la leche gruesa de las primeras uvas. En Lamas celebramos al fuego, que ha empezado a cocer los panes.

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MABON 21-22 de septiembre

Nunca, como en Mabon, es grande la fiesta. Vienen amigos de todos lados, aun los que no celebran o no saben. Las guirnaldas de la tierra ciñen lo vivo sin pedir tributos ni reverencia. Los jugos de otoño son para colmar todas las copas. Mabon es el color ocre de las hojas viejas, el oro de la sidra, el rúbeo del cordero que humea en el banquete. Después de la fiesta, los miembros de la casa comenzarán a prepararse para el invierno. Otro ciclo.

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La conocí y anduve con ella en una de las muchas giras de Paul, quien la dejaba sola con sus dos hijos por largas temporadas, tiempo que ella aprovechaba para sanar las heridas en brazos de otros hombres (digo brazos por no empezar antes de tiempo las historias eróticas). Y en realidad andaba con otros hombres aun cuando Paul no estuviera de gira, dándose su tiempo para ser madre, esposa, mesera y amante de muchos. Por supuesto yo ni fui de esos muchos a los que atendía en sus tiempos libres, porque aprovechando una de las prolongadas ausencias de McCuarro tomé por asalto el tálamo de Linda, aunque en tal irrupción heredé también la calidad de cornudo. A fin de cuentas eso no importó demasiado, porque me encontraba ante una auténtica sacerdotisa de Venus, una mujer cuya sexualidad es sin duda un dédalo erótico del que no se sale por voluntad propia.

Paul McCuarro era el clásico hombre inseguro y por ende golpeador, que creía que con maltratos iba a controlar

las ansias epicúreas de Linda. Miembro del legendario cuarteto de Libre Pool y Carambola del Modern Club de billar, frecuentaba los lugares más sórdidos y sus amistades más frecuentes eran los vagos, teporochos y drogadictos del rumbo. Los llevaba a su mansión de 5 metros cuadrados ubicada en la Michel Angel Street y se pasaba prolongadas sesiones nocturnas contando sus beatleaventuras. Se decía artista para justificar su holganza y vivía de las mujeres (su mamá y Linda).

Como antes he dicho, aparecí en una de esas giras y aproveché hasta el último minuto de ausencia de Paul para abrevar mi lujuria entre el cuerpo de Linda. Nunca quise indagar sobre los otros hombres que la rondaban por ese mismo tiempo, porque aún con ellos, siempre me ofreció más de lo que yo pedía. Debo decir que no sólo asumí el lugar de Paul sino su también holganza (y claro, unos hongos en la uña que se hospedaban en sus chanclas de baño). Y es que, después de esos años lo supe, Linda no deja

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Linda McCuarro

José Luis Barrera

Tinta Rápida

energía para nada, se pierde toda voluntad en la encrucijada de sus piernas. La única diferencia entre Paul y yo, es que yo no me decía artista; yo adopté la pereza con todo cinismo, sin pretextar nada ni escudarme en apologías de la hueva. Simplemente me dejé llevar por la dolce far niente ocasionada por las exigencias lúbricas de Linda y su sexo avasallador.

Sus dos hijos no sólo eran testigos de los muchos hombres a los que deleitaba su mamá, eran asimismo unos pequeños alcahuetes que cubrían perfectamente las diligencias amorosas de Linda. La falsa ingenuidad de sus engendros era la mejor coartada que tenía esta mítica alquimista de la carne. Así pues, la pregunta no era si realmente se saciaba con tantos hombres, sino ¿a qué hora lo hacía?

Ella tenía una afición que la definía como mujer: los hombres. Y a mí me tocó ser uno de sus súbditos y fui ofrenda en su tálamo de sacrificios para saciar su lúbrica apetencia. Entendí, al ir absorbiendo sus fluidos como cicuta o veintiunilla, que Linda no podía ser saciada por un simple mortal. Por un lado, si un solo hombre la quisiera satisfacer, no lo lograría sin que le sobreviniera un infarto; además ella requería, como los dioses antiguos, muchas ofrendas (aunque eso sí, Linda nunca le entró con las doncellas). Alquimista o Sacerdotisa del sexo, pero no puta, porque eso es muy mundano para definir a quien ha dado tanto placer a tantos hombres, más que con oficio con sabiduría carnal.

Con tal afición, Linda aparece frente a los hombres como un trofeo. Se la van a pelear como lobos hambrientos. Y aunque yo no tuve que pelear por ella, no hubo más remedio que compartirla con varios amantes carroñeros a los que difícilmente desdeñó. Muy pronto entendí que de nuestros escarceos sexuales, el trofeo no era exactamente ella. Las sesiones talámicas tendían a ser más exigentes, tanto en cantidad como en calidad, y a Linda podías dejarla satisfecha, pero nunca jamás la saciarías.

Para lograr colmar su apetito, Linda ofrecía las más diversas

variantes para practicar un sexo siempre grato. ¿Quién se iba a negar, no a practicar el Cama Sutra, sino a reinventarlo? Entre sus pechos, que eran monumentales, entre sus nalgas, entre sus piernas o simplemente lamiéndole los pies, el paraíso carnal estaba en la cama de Linda. Su cuerpo siempre proclive a la desnudez y su sexo siempre dispuesto a la entrega, son sin duda el sueño de todo hombre lujurioso. Pero todo tiene un precio, cualquiera que se enrede en su sexo, deberá entregarle su voluntad desde el primer momento.

Y vaya que entregué toda voluntad después de tantas heroicas batallas carnales entre las piernas de Linda. Nadie puede negarse a la sensual dictadura de su cuerpo, y no es posible pretextar impedimento o cansancio sexual, porque los fluidos orgánicos de Linda son el mejor afrodisiaco que haya conocido. Nada ha de detener las apetencias de Linda. En cuanto abre sus piernas, sus súbditos acudimos sin respingar a su templo sagrado.

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La única voluntad posible cuando se está con Linda, es para asistir al diario escarceo sexual que requiere para vivir, y no una, sino dos o hasta tres veces.

Lo más valioso de la sexualidad de Linda es que no obstante tanta exigencia carnal, no existe la monotonía en la erógena comunión que tiene para sus devotos. Nunca me cansé de su cuerpo, nunca mostré hastió cuando tenía que verterme dentro de las cavernas epicúreas de Linda.

La muy famosa Hora de los Beatles, en Radio Universal, era el marco para muchos de nuestros encuentros carnales. Entre cuerpo desnudo y sus piernas abiertas fluían las notas de “Eleanor Rigby”, “Sgt Pepper´s” o “Lucy in the Sky of Diamonds”, inclusive podía estar dentro de Linda desde el inicio y más lejos del final de la hora beatlemaniaca. Y si preguntan cómo lograba tales gestas sexuales, la respuesta es fácil: busquen a Linda como a la Magdalena de Sabina, estas y mejores hazañas

lograrán. Vale la pena arriesgarse a la fatalidad, cuando la tierra prometida es el templo sagrado de Linda.

Las sesiones carnales que pedía la vagina voraz de Linda no podía negárselas, no por exigencia (porque no exigía), solo tenía que cumplir, porque mí sangre ya estaba envenenada de la lujuria que esta Lamia sexual me inoculaba cada que la penetraba. Y así sucesivamente, me fui convirtiendo en una ofrenda más para la Diosa Carnal. Perdí, como ya dije, toda voluntad, y si alguna vez puedo presumir que su cuerpo me perteneció, ella podrá contraponer que mi alma le perteneció a ella, incluso algunos años después de alejarnos (o tal vez aún le pertenece, no lo sé, no quiero indagarlo).

Después de Linda, esgrimí la versión libre del Arcipreste de Hita: “Quien a meseras no ama, no vale un maravedí”. No digo más, ya lo tendrá que validar quien así lo desee.

Paul McCuarro es su víctima más perenne, él ya nunca podrá salir de su influjo sexual. Desde que procreó dos engendros con ella, su destino está marcado. Y aunque a mí me achaquen uno de los hijos de esta mítica ninfómana, amén de que no empatan la edad de ellos y la época en que me empierné con Linda, la muestra más clara de que no es producto de nuestra aventura, es que mi destino no está maldito como el de Paul, el único que la preñó a ella, la heredera de Venus.

Linda, fue mucho más que sexo para mí, fue compañera y cómplice, pero sé que su arma más poderosa la tiene entre las piernas. No sé a estas alturas si la amé con locura o simplemente me “enculé”; pero sé sin lugar a dudas que no me arrepiento de nada de lo sucedido, ni aun cuando le haya entregado mi alma en prenda (y ya no recuerdo si pagué refrendo).

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Nunca ser joven fue un divino tesoro como durante aquellos años sesenta de la Beatlemanía. ¿Cómo describir el impulso, el entusiasmo, el frenesí de esos inolvidables momentos? Es imposible, sólo habiéndolo vivido cabe entender ese fenómeno que hizo a muchos adolescentes adictos para siempre a esa felicidad que se llamó The Beatles. Este cuarteto inglés de rock nos trajo, además de una música inigualable, aún vigente en la actualidad como la mejor que se ha hecho, también una nueva manera de vivir y un nuevo estilo de ser que para quienes lo experimentamos permanece no sólo como un excitante recuerdo, sino como una existencia sin paralelo. Porque sus canciones le dieron sentido a nuestra vida.

Hace cincuenta años, el 11 de enero de 1963 apareció el single (un disco con dos canciones, una en un lado y otra en el otro) “Please please me”/”Ask me why”, y el 22 de marzo el LP (disco de larga duración) Please please me con 14 canciones. Con eso se

inició realmente el despegue del grupo, pues un single anterior (“Love me do”/”PS I love you”), que vio la luz el 5 de octubre de 1962, no tuvo mucho éxito. El cuarteto estaba integrado por John Lennon, su fundador y líder, un genio de la ironía y lo surreal, no por nada discípulo de Lewis Carroll, además de guitarrista,

compositor y cantante; Paul McCartney, un músico nato, bajista y también compositor y cantante; George Harrison, guitarrista, el más joven, en esta etapa todavía el menos notorio, pero que luego se convirtió en el más profundo de los Beatles; Ringo Starr, baterista, siempre lleno de buen humor.

Yeah, yeah, yeah!

(Primera parte)

Luciano Pérez

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El grupo nació en 1956 como los Quarrymen, para luego llamarse Long John and the Silver Beatles, después The Silver Beatles, y finalmente The Beatles. Este nombre es un ensamble de sonido y de significado entre beetle (escarabajo) y beat (golpe). Lennon quiso que sonase como el insecto, pero

que se escribiese como golpe, es decir, como ritmo. Pocas veces es posible crear una palabra tan afortunada para darle nombre a algo. Los Beatles tomaron como punto de partida para su música el rock and roll estadounidense, así que asimilaron a fondo a Chuck Berry, Carl Perkins, Jerry Lee Lewis, Elvis Presley

y otros. Se iniciaron tocando covers de éstos, para ir definiendo paso a paso su propia manera musical, la cual cuando fructificó no se pareció a nada escuchado antes. Lennon y McCartney unieron sus habilidades artísticas para crear canciones, que a lo largo de siete años, de 1962 a 1969, nos estremecieron más y más, pues cada año eran mejores que nunca. George y Ringo los acompañaron musicalmente, pero sobre la marcha el primero fue aprendiendo a componer y más adelante su material enriquecería el acervo beatle.

Después de haberse fogueado durante años tocando en bares, salones de baile, cines y pequeños auditorios, tanto en Liverpool (de donde eran originarios) como en Hamburgo (Alemania), en 1963 lograron el triunfo tan largamente anhelado con el lanzamiento de Please please me, al que siguieron tres exitosos singles: “From me to you”/”Thank you, girl” (apareció el 12 de abril), “She loves you”/”I'll get you” (el 23 de agosto) y “I want to hold your hand”/”This boy” (el 29 de noviembre). Para cerrar el año, hubo otro LP, With The Beatles, el 22 de noviembre.

Please please me, como dijimos, tuvo 14 canciones, de las que cuatro ya habían aparecido como singles: “Love me do”, “PS I love you”, “Please please me” y “Ask me

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why”. Con ellas se puso en marcha el nuevo sonido: en la primera destaca la hipnótica armónica de Lennon; la segunda tiene un ritmo constante que sólo para hasta el final; la tercera lo tiene a uno en alerta, con ese suplicante “Come on, come on, come on, come on...” que parece extenderse al infinito, lo suficiente para derretir el corazón de las chicas; la cuarta es una muy afortunada y melódica canción de amor, obra de John. Las otras diez canciones fueron grabadas en una sesión de diez horas en un solo día (el 11 de febrero de 1963), en el estudio de Abbey Road en Londres, que a partir

de ahí se hizo legendario, y había seis covers y cuatro originales. Aquéllos fueron: “Twist and shout”, el más notable, cantado por un Lennon ya completamente ronco (fue la última canción de la noche y John estaba exhausto de tanto cantar diez horas); “Anna, go with him”, también por John, y que aún le gusta a mucha gente; “Boys”, rock and roll en voz de Ringo; “Chains”, de Carol King, con George en la primera voz; “Baby it's you”, un hit de las Shirelles, cantado por John, buena canción; y “A taste of honey”, por Paul. Las originales:

“I saw her standing there”, la que inicia con el clásico conteo de “One, two, three, four!”, una electrizante canción de McCartney que lo deja a uno sin aliento; “Misery”, una reflexión lennoniana sobre el dolor de amar; “There's a place”, otra reflexión lennoniana, ahora sobre la esperanza de amar; y “Do you want to know a secret”, escrita por John y cantada por George, hermosa y siempre presente en los mejores recuerdos de nuestra educación sentimental. En la portada del disco aparecen los cuatro en lo alto del edificio de la EMI en Londres. Este fue el comienzo. Pero estaba por venir lo mejor.

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Cuatro poemas

Claudia Contreras

Bad Skin Tibio diente traspasando-me ademán inconcluso sangre desvelada ¿Cómo desbaratar tu estrategia? Rehacerte de una punta a otra Que el hambre te provoque insomnio Doloroso gozo de quien sabe que hay más y no lo alcanza Desarrolles la sed de la fuente más profunda Calma sustituida por irreverencia, que tu animal se abrace al mío como si el fin del mundo fuera hoy.

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Fin de semana

Copulo contigo en constante caída, te sé poderosa, te busco, en complaciente espera me recibes y sumergida en tu fragancia me desnudo.

En constante entrega las horas nos resbalan encima, susurran deseos y se pierden.

Pereza

me posees…

y en inmóvil instante “Te hago el amor”.

Primavera

Desperté con tu beso perturbando mi vida sensual, recordando el latido que provoca un corazón despierto por la magia de tus dedos tocando mi cabellera. ¡Te quiero! Mis dedos sangran, deseo tu boca y un nudo invade mi garganta. Te soñé acariciando mi cabeza y fue mi sexo el que gimió. Me besas, tu lengua penetra ambas bocas, tu beso moja sentidos y razón. Amar es una palabra enorme y le temo. No me pidas pronunciarla.

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De plata

No me reconcilio con tus ojos el silencio gana la partida. ¡Un velo cubre cada intento! ¡Cada minúscula esperanza! ¡No imagino este mundo sin tu boca! ¡Sin tus dedos! ¡Dulcísimos constructores del gozo compartido! ¿Y qué decir de tu caricia celestial a la que llamas beso, besos, ósculo, húmedo pensamiento? ¡Llena cada día de mojado instante, de estremecimientos y sabiduría! ¡Moja entera cada huella Y no te vayas más! ¡Querido mío!

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-Buscaremos quién le enseñe a leer y a escribir-dijeron mis padres. Es listo y aprenderá pronto. A los tres días, ya empezaba a conocer letras, sonidos y a memorizar sílabas. No sé por qué; pero creo que a mis padres nunca les importé, ni siquiera tuve hermanos. - Con un hombrecito nos conformamos-, decían siempre. Tal vez me parieron sólo para taparle el hocico a la gente, en especial a mi abuelo. “¿Y cuándo van a tener un hijo?” Ahora. “¿Y cuándo tienen otro?, pues unos tres más sí van a tener, ¿verdad?” Con eso de que él le hizo diez a mi abuela. ¡Qué asco echar tanto bastardo y tanto esclavo al mundo! Las clases eran tres horas al día en los casi dos meses de vacaciones. - Ya estás listo, entrarás a primero y serás el único que lea. ¿Estás contento? -, me preguntó antes de irse.

- Mmmm, sí-, dije pensativo y emocionado. Momentos después, vi cuando mis padres le daban un sobre y las gracias. Desde la ventana seguí sus pasos, mientras salía de mi casa hasta perderse y no volver nunca más. En la semana libre, después de que concluyera con mis clases y antes de entrar a la escuela, leía y escribía.

El primer día, levantado a las seis, uniforme y zapatos nuevos, peinado de Benito Juárez, con reloj -porque hasta a leer el reloj me enseñó-, con lonchera y mochila. Me sentía emocionado, feliz, ya sabía leer y no lloré cuando me dejaron en la escuela. - Hazle caso a tu maestra y a la hora de salida espéranos, no te vayas con nadie-, me aconsejaron mis padres.

Letras Leticia Vázquez

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Entro. No se ve tan joven como mi mamá y no está tan gordita. Empezamos con escribir nuestros nombres en un gaffette. Después el alfabeto. - ¿Alguien lo conoce? Sí, yo lo sé. Tres más también lo saben. Ahora, palabras leves. ¿Por qué ahí no dice así? La siguiente palabra tampoco es como yo la sé. Repaso las clases de las vacaciones para saber si estoy bien; pero recuerdo las voces de: muy bien, excelente, aprendes pronto. Recuerdo también “El Principito”, “El narrador de

cuentos”, “El jardín de las hormigas”, a Perrault, a Andersen, las historias de Chikatilo, Maribeth Tinning, El hombre del saco, “Las Poquianchis” y de los judíos. Recuerdo: La a está igual, la e es i, la i es e, la o es u, y la u es o, ya sabrás cómo, todo consiste en darle sentido a lo que lees. La d es r, la c, s y z son d, la r también es d. Ahora estoy aquí, con miedo. Aún así, me digo, yo sé leer. Nos invita a leer alternadamente las siguientes palabras. Es mi turno, árbol, me dice. Continúan los otros. La otra ronda, mi turno. No, bota, me dice. Siguen los otros, otra ronda, mi turno, cabello, dice

ella. Siguen los otros. Ahora con d, mi turno, dulce, me corrige. Ahora no siguen los otros. Me pregunta si estoy aprendiendo a leer, le digo que no, que ya sé, que acostumbro a leer periódicos y revistas. - ¿Dónde aprendiste a leer? -. En mi casa mis papás contrataron quién me enseñara. Seguimos con las rondas. Me ayuda. Salimos al recreo. Antes me dice que tengo que corregir unas cosas. Que en una semana podré leer como debe ser.

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Y si la soledad fuera ese

disparo en la nuca

Adán Echeverría

o ese adormecerse sobre las rieles del Metro ¿acaso pueda yo sentirme de otra manera? ¿como una linda mujercita en una búsqueda palmar o ese tigre del cerebro que se acuesta se acuesta se acuesta junto a la leña? no hay motivo quizá pero este día me tiene al borde de la furia y la manzana negra se me esconde en el corazón ¿y qué es el corazón sino un vendaval de ardillas que rascan y rascan en el pecho? el costillar es tuyo mi querida diabla pero sabes a ciencia cierta que no puedo quedarme despierto de madrugada sabes con certeza que no es en el huracán donde dejamos abandonadas piernas no es en el eclipse ahí donde cada sombra era tan sólo la mitad de la esperanza cada esquina era un deambular de ciegos y sus manzanas para siempre sus manzanas

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era eso un témpano de silicio o el rugir de moscas encima del frigorífico espacio de polvo que se quedó a rumiar el abandono esa es la soledad un cubo imaginario por dónde repelernos magneto con magneto imanes somos y en imanes nos hemos convertido de tanto frotarnos el vientre Es la soledad diabla querida esa almohada que dicen los románticos la furia que dictan los sonámbulos y los hiperactivos la soledad del hipocampo ¿o la balanza te ha dejado su miopía enreversada? quizá ha sido todo o quizá este sueño mío de quererte desbordada ya lejana y sudorosa palpitante como las campanas en medio de la calle en otra ciudad y otro clima y el rostro lleno de escarcha porque la noche es un recuerdo rojo y el sentimiento una mordaza Así llegamos al final rojos y encimados en la maraña de cuerpos que deambulan

[email protected]

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Mariana siente el azul turquesa como un beso instantáneo en su cuerpo, un beso total, un beso de labios azules que tocan toda su piel, un beso que perdura incluso cuando el agua de la regadera escurre azul por su cuello, su espalda, sus nalgas y sus piernas. Más tarde, al dormir, su piel recordará aún las sensaciones azules como besos diminutos, como si estuviera desnuda en un mar de aguas ingrávidas cuyo oleaje tuviese la caricia de un velo de seda. Ahora sale de la regadera y, mientras se viste, se recuerda con el cuerpo cubierto de pintura, se imagina a sí misma, frente a la cámara fotográfica, y ríe, ríe de gusto y siente la tibieza fantasma de otro cuerpo ceñido al suyo. Le gustaría caminar así por las calles del centro histórico, bajo un sol dorado del medio día, sólo cubierta por ese beso azul y absoluto. La habitación era amplia, con muros blancos e intachables, la gaveta de acero inoxidable le daba un aire de seriedad

que atemperaba un armario de maderas rojas. No recuerdo la hora exacta pero la luz se regodeaba en unos ventanales rematados en arco. La claridad estaba aderezada por partículas de azafrán y aceite de oliva. La atmósfera se impregnaba de un color mediterráneo, que se entreveraba con el olor de la albahaca, el romero, la canela, el ajo, la vainilla, el anís y el laurel. Sin embargo este laberinto de luz fragante se deslucía ante tus ojos arabescos, ante tu mirada

felina al acecho del deseo. Y no hay más que mirar ese sortilegio de cabello profundo y oscuro que presagia otras intimidades y latitudes aún más húmedas y táctiles. Desde su vitrina, una langosta sigue atenta tus pasos, no sabe que en su honor realizas ese rito de fuego y especias. Indiferente, tarareas una canción de Kiss, tal vez “Under the rose”. Tu actitud desfachatada e insolente te protege de la “turba de nocturnas aves”. Tus

Cuatro instantáneas

de Mariana

Hosscox Huraño

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blancos movimientos ritman con los chorros verdes, rojos y amarillos de las provisiones de la cocina. Entregada como una sacerdotisa, ya no esperas a nadie, eres dueña de tu cuerpo, domadora del relámpago de tus orgasmos. Tu mirada vibra e irradia deseo. Estás en comunión con la luz y el tiempo, pura, y transmigrando la savia de tu cuerpo para siempre.

Tu vida empieza con las pulsaciones de la noche. Mujer lunar, tu aroma fluye lento, como ese animal húmedo y salvaje que se desmenuza entre tu piel y los átomos del placer. “Tocarte es un viaje hacia la redención”, recuerdas que alguien te dijo, pero no te lo tomas muy en serio y ríes dulcemente. Tu risa es una perla que tu alma nos prodiga desde ultramar. Te diviertes

dejando al mundo detrás, sobre todo cuando te ocultas en el sabor de una cereza. Quizá porque llevas el mar en tu nombre, te he soñado como una mantarraya nadando en un silencio mercurial, un silencio de luminosidades de turquesa ceñido a tu cuerpo.

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Informaron que el avión donde venía la diva estalló en mil pedazos. Una valkiria mexicana de Long Beach, hecha trizas. La soñé. Thomas Mann había llegado a California. Los emigrados alemanes ya estaban en Los Ángeles. Entonces fue que conocieron a los mexicanos. El mago vio a la diva en una cafetería, y se quedó impresionado, así que se le acercó para preguntarle: “Perdone, madame. ¿Conoce usted a Richard Wagner?” Jenni no entendió ese inglés con acento alemán del maestro, por lo tanto no supo qué contestar. Entonces se acercó un beisbolista mexicano, quien molesto le dijo a Mann: “No, viejito, aquí no conseguirás nada. Ella es mi esposa”. Ahora el mago no entendió el inglés con acento de México, así que regresó a su mesa, pero no perdió de vista a la robusta mujer, que sin lugar a dudas era una valkiria, es decir, una diva.

Las divas pesan, y Brunilda tenía que ser el papel adecuado para Jenni. Thomas de inmediato sacó una libreta de apuntes y pluma y escribió:

“Valkiria de México, es muy probable que sea wagneriana...” No supo qué más poner, la idea se había ido. Jenni le dijo a su marido: “El viejito habla de una manera extraña, pero no creo que haya querido ser agresivo conmigo, se ve muy educado, muy correcto”. El beisbolista respondió: “Por si las dudas, es mejor asustarlos”. Y es que él era joven, alto y fuerte. Pidieron comida de su tierra, con mucho chile. Mann retomó la libreta y trazó lo siguiente: “Brunilda come chile. Como para escandalizar a Wagner y a todos sus discípulos...” Dejó de escribir y bebió café, que había pedido estilo vienés para acordarse de sus amigos Broch y Werfel.

En su mesa los mexicanos estaban discutiendo: “Es que si me muero, ¿qué vas a hacer? Como beisbolista no vales gran cosa”, le dijo la diva a su marido, y éste, moviendo mucho la cabeza, respondió: “¡No, no! ¡No te vas a morir! ¿Cómo se te ocurre decir tal cosa?” Y ella siguió: “No hay que confiarse. Nunca se sabe qué pueda pasar, y menos cuando se viaja en avión”. El esposo dijo: “Es que si piensas así, atraes eso mismo”. Y la diva se levantó, ahora sí disgustada, y gritó: “¡Me voy! ¡Y tú vete al carajo!” El mago se dio cuenta de que algo iba mal, y volvió a su libreta: “La ira de Brunilda...¡La diva tiene voz! Salió de la cafetería. Quizá regrese con su espada y

I dream of Jenni Luciano Pérez

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atraviese con ésta al mexicano que estaba con ella... Nota para Wagner”.

No, la diva no volvió. El esposo pagó la cuenta y se fue. Pero Mann me dijo: “Mira,

esto que estás viendo es más real de lo que crees. Sólo te queda advertirles a los aviadores que no permitan divas en sus naves, son muchos kilos de peso. ¿De acuerdo?”. Sí, maestro. “Se lo

dices también a Richard, para que no eche a volar a Brunilda”. Se lo diré.

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Sueños que se convierten en realidad, Xilografía, 75 x 90 cm., Alan Altamirano, 2012. Facebook: mk.kabrito.

Ya se sabe que no hay quinto malo,

Ave Lamia de marzo está en puerta.