Anonimo Cuentos Chinos

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Anonimo Cuentos Chinos

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  • CCUUEENNTTOOSS CCHHIINNOOSS AANNNNIIMMOOSS

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    Las advertencias

    Un da, un joven se arrodill a orillas de un ro. Meti los brazos en el agua para

    refrescarse el rostro y all, en el agua, vio de repente la imagen de la muerte. Se levant muy

    asustado y pregunt:

    -Pero... qu quieres? Soy joven! Por qu vienes a buscarme sin previo aviso?

    -No vengo a buscarte -contest la voz de la muerte-. Tranquilzate y vuelve a tu hogar,

    porque estoy esperando a otra persona. No vendr a buscarte sin prevenirte, te lo prometo.

    El joven entr en su casa muy contento. Se hizo hombre, se cas, tuvo hijos, sigui el

    curso de su tranquila vida. Un da de verano, encontrndose junto al mismo ro, volvi a

    detenerse para refrescarse. Y volvi a ver el rostro de la muerte. La salud y quiso levantarse.

    Pero una fuerza lo mantuvo arrodillado junto al agua. Se asust y pregunt:

    -Pero que quieres?

    -Es a ti a quien quiero -contest la voz de la muerte-. Hoy he venido a buscarte.

    -Me habas prometido que no vendras a buscarme sin prevenirme antes! No has

    mantenido tu promesa!

    -Te he prevenido!

    -Me has prevenido?

    -De mil maneras. Cada vez que te mirabas a un espejo, veas aparecer tus arrugas, tu

    pelo se volva blanco. Sentas que te faltaba el aliento y que tus articulaciones se endurecan.

    Cmo puedes decir que no te he prevenido?

    Y se lo llev hasta el fondo del agua.

    La secta del Loto Blanco

    Haba una vez un hombre que perteneca a la secta del Loto Blanco. Muchos, deseosos

    de dominar las artes tenebrosas, lo tomaban por maestro.

    Un da el mago quiso salir. Entonces coloc en el vestbulo un tazn cubierto con otro

    tazn y orden a los discpulos que los cuidaran. Les dijo que no descubrieran los tazones ni

    vieran lo que haba adentro.

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    Apenas se alej, levantaron la tapa y vieron que en el tazn haba agua pura y en el

    agua un barquito de paja, con mstiles y velamen. Sorprendidos, lo empujaron con el dedo. El

    barco se volc. De prisa lo enderezaron y volvieron a tapar el tazn.

    El mago apareci inmediatamente y les dijo:

    -Por qu me han desobedecido?

    Los discpulos se pusieron de pie y negaron. El mago declar:

    -Mi nave ha zozobrado en el confn del Mar Amarillo. Cmo os atreven a

    engaarme?

    Una tarde, encendi en un rincn del patio una pequea vela. Les orden que la

    cuidaran del viento. Haba pasado la segunda vigilia y el mago no haba vuelto. Cansados y

    soolientos, los discpulos se acostaron y se durmieron. Al otro da la vela estaba apagada. La

    encendieron de nuevo.

    El mago apareci inmediatamente y les dijo:

    -Por qu me han desobedecido?

    Los discpulos negaron:

    -De veras, no hemos dormido. Cmo iba a apagarse la luz?

    El mago les dijo:

    -Quince leguas err en la oscuridad de los desiertos tibetanos y ahora quieren

    engaarme

    Esto atemoriz a los discpulos.

    La proteccin por el libro

    El literato Wu, de Ch'iang Ling, haba insultado al mago Chang Ch'i Shen. Seguro de

    que ste procurara vengarse, Wu pas la noche levantado, leyendo, a la luz de la lmpara, el

    sagrado Libro de las transformaciones. De pronto se oy un golpe de viento que rodeaba la

    casa, y apareci en la puerta un guerrero que lo amenaz con su lanza. Wu lo derrib con el

    libro. Al inclinarse para mirarlo, vio que no era ms que una figura, recortada en papel. La

    guard entre las hojas. Poco despus entraron dos pequeos espritus malignos, de cara negra

    y blandiendo hachas. Tambin estos, cuando Wu los derrib con el libro, resultaron ser

    figuras de papel. Wu las guard como a la primera. A media noche, una mujer, llorando y

    gimiendo, llam a la puerta.

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    -Soy la mujer de Chang -declar-. Mi marido y mis hijos vinieron a atacarlo y usted

    los ha encerrado en su libro. Le suplico que los ponga en libertad.

    -Ni sus hijos ni su marido estn en mi libro -contest Wu-. Slo tengo estas figuras de

    papel.

    -Sus almas estn en esas figuras -dijo la mujer-. Si a la madrugada no han vuelto, sus

    cuerpos, que yacen en casa, no podrn revivir.

    -Malditos magos! -grit Wu-. Qu merced pueden esperar? No pienso ponerlos en

    libertad. De lstima, le devolver uno de sus hijos, pero no pida ms.

    Le dio una de las figuras de cara negra.

    Al otro da supo que el mago y su hijo mayor haban muerto esa noche.

    La clera de un particular

    El Rey de Tsin mand decir al Prncipe de Ngan-ling:

    -A cambio de tu tierra quiero darte otra diez veces ms grande. Te ruego que accedas a

    mi demanda.

    El Prncipe contest:

    -El Rey me hace un gran honor y una oferta ventajosa. Pero he recibido mi tierra de

    mis antepasados prncipes y deseara conservarla hasta el fin. No puedo consentir en ese

    cambio.

    El Rey se enoj mucho, y el Prncipe le mand a Tang Tsu de embajador. El Rey le

    dijo:

    -El Prncipe no ha querido cambiar su tierra por otra diez veces ms grande. Si tu amo

    conserva su pequeo feudo, cuando yo he destruido a grandes pases, es porque hasta ahora lo

    he considerado un hombre venerable y no me he ocupado de l. Pero si ahora rechaza su

    propia conveniencia, realmente se burla de m.

    T'ang Tsu respondi:

    -No es eso. El Prncipe quiere conservar la heredad de sus abuelos. As le ofrecieras un

    territorio veinte veces, y no diez veces ms grande, igualmente se negara.

    El Rey se enfureci y dijo a Tang Tsu:

    -Sabes lo que es la clera de un rey?

    -No -dijo Tang Tsu.

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    -Son millones de cadveres y la sangre que corre como un ro en mil leguas a la

    redonda -dijo el Rey.

    Tang Tsu pregunt entonces:

    -Sabe Vuestra Majestad lo que es la clera de un simple particular?

    Dijo el Rey:

    -La clera de un particular? Es perder las insignias de su dignidad y marchar descalzo

    golpeando el suelo con la cabeza.

    -No -dijo T'ang Tsu- esa es la clera de un hombre mediocre, no la de un hombre de

    valor. Cuando un hombre de valor se ve obligado a encolerizarse, como cadveres aqu no hay

    ms que dos, la sangre corre apenas a cinco pasos. Y, sin embargo, China entera se viste de

    luto. Hoy es ese da.

    Y se levant, desenvainando la espada.

    El Rey se demud, salud humildemente y dijo:

    -Maestro, vuelve a sentarte. Para qu llegar a esto? He comprendido.

    El ciervo escondido

    Un leador de Cheng se encontr en el campo con un ciervo asustado y lo mat. Para

    evitar que otros lo descubrieran, lo enterr en el bosque y lo tap con hojas y ramas. Poco

    despus olvid el sitio donde lo haba ocultado y crey que todo haba ocurrido en un sueo.

    Lo cont, como si fuera un sueo, a toda la gente. Entre los oyentes hubo uno que fue a

    buscar el ciervo escondido y lo encontr. Lo llev a su casa y dijo a su mujer:

    -Un leador so que haba matado un ciervo y olvid dnde lo haba escondido y

    ahora yo lo he encontrado. Ese hombre s que es un soador.

    -T habrs soado que viste un leador que haba matado un ciervo. Realmente crees

    que hubo un leador? Pero como aqu est el ciervo, tu sueo debe ser verdadero -dijo la

    mujer.

    -Aun suponiendo que encontr el ciervo por un sueo -contest el marido- a qu

    preocuparse averiguando cul de los dos so?

    Aquella noche el leador volvi a su casa, pensando todava en el ciervo, y realmente

    so, y en el sueo so el lugar donde haba ocultado el ciervo y tambin so quin lo

    haba encontrado. Al alba fue a casa del otro y encontr el ciervo. Ambos discutieron y fueron

    ante un juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al leador:

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    -Realmente mataste un ciervo y creste que era un sueo. Despus soaste realmente y

    creste que era verdad. El otro encontr el ciervo y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa

    que so que haba encontrado un ciervo que otro haba matado. Luego, nadie mat al ciervo.

    Pero como aqu est el ciervo, lo mejor es que se lo repartan.

    El caso lleg a odos del rey de Cheng y el rey de Cheng dijo:

    -Y ese juez no estar soando que reparte un ciervo?

    El encanto (Dinasta Tang - Siglos VII-X)

    Chienniang era la hija del seor Chang Yi, funcionario de Hunan. Tena un primo

    llamado Wang Chu, que era un joven inteligente y apuesto. Haban crecido juntos y, como el

    seor Chang Yi quera mucho al muchacho, dijo que lo aceptara de yerno. Ambos

    escucharon la promesa, y como estaban siempre juntos, el amor aument da a da. Ya no eran

    nios y llegaron a tener relaciones ntimas. Desgraciadamente, el padre no lo advirti. Un da

    un joven funcionario le pidi la mano de su hija y el seor Chang Yi , olvidando su antigua

    promesa, consinti.

    Chienniang, debiendo elegir entre el amor y el respeto que le deba a su padre, estuvo

    a punto de morir de pena, y el joven estaba tan despechado que decidi abandonar el pas para

    no ver a su novia casada con otro. Invent un pretexto y le comunic a su to que deba

    marchar a la capital. Como el to no logr disuadirlo, le dio dinero, regalos, y le ofreci una

    fiesta de despedida. Wang Chu, desesperado, pas cavilando todo el tiempo de la fiesta,

    dicindose que era mejor partir y no empearse en un amor imposible.

    Wang Chu se embarc una tarde y haba navegado unas millas cuando cay la noche.

    Le dijo al marinero que amarrara la embarcacin y que descansaran, pero por ms que se

    esforz no pudo conciliar el sueo. Hacia la medianoche, oy pasos que se acercaban. Se

    incorpor y pregunt:

    -Quin anda ah, a estas horas de la noche?

    -Soy yo, soy Chienniang.

    Sorprendido y feliz, Chang Chu la hizo entrar a la embarcacin. Ella le dijo que el

    padre haba sido injusto con l y que no poda resignarse a la separacin. Tambin ella haba

    temido que Wang Chu, en su desesperacin, se viera arrastrado al suicidio. Por eso haba

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    desafiado la clera de los padres y la reprobacin de la gente y haba venido para seguirlo a

    donde fuera. Ambos, muy dichosos, prosiguieron el viaje a Szechuen.

    Pasaron cinco aos de felicidad y ella le dio dos hijos. Pero no llegaban noticias de la

    familia y Chienniang pensaba cada vez ms en su padre. sta era la nica nube en su

    felicidad. Ignoraba si sus padres vivan o no, y una noche le confi a Wang Chu su pena.

    -Eres una buena hija -dijo l- ya han pasado cinco aos y se les debe de haber pasado

    el enojo. Volvamos a casa.

    Chienniang se regocij y se aprestaron a regresar con los nios.

    Cuando la embarcacin lleg a la ciudad natal, Wang Chu le dijo a Chienniang.

    -No sabemos cmo encontraremos a tus padres. Djame ir antes a averiguarlo.

    Al divisar la casa, sinti que el corazn le lata. Wang Chu vio a su suegro, se

    arrodill, hizo una reverencia y pidi perdn. Chang Yi lo mir asombrado y le dijo:

    -De qu hablas? Hace cinco aos Chienniang est en cama y sin conciencia. No se

    ha levantado una sola vez.

    -No comprendo -dijo Wang Chu- ella est perfectamente sana y nos espera a bordo.

    Chang Yi no saba qu pensar y mand dos doncellas a ver a Chienniang.

    La encontraron sentada en la embarcacin bien ataviada y contenta. Maravillada, las

    doncellas volvieron y aument el asombro de Chang Yi.

    Entretanto, la enferma haba odo las noticias y pareca haberse curado: sus ojos

    brillaban con una nueva luz. Abandon el lecho y se visti ante el espejo. Sonriendo y sin

    decir una palabra, se dirigi a la embarcacin.

    La que estaba a bordo iba hacia la casa: se encontraron en la orilla. Se abrazaron y los

    dos cuerpos se confundieron y slo qued una Chienniang, joven y bella como siempre. Sus

    padres se regocijaron, pero ordenaron a los sirvientes que guardaran silencio, para evitar

    comentarios.

    Por ms de cuarenta aos, Wang Chu y Chienniang vivieron juntos y fueron felices.

    El monje furioso

    Dos monjes zen iban cruzando un ro. Se encontraron con una mujer muy joven y

    hermosa que tambin quera cruzar, pero tena miedo.

    As que un monje la subi sobre sus hombros y la llev hasta la otra orilla.

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    El otro monje estaba furioso. No dijo nada pero herva por dentro. Eso estaba

    prohibido. Un monje budista no deba tocar una mujer y este monje no slo la haba tocado,

    sino que la haba llevado sobre los hombros.

    Recorrieron varias leguas. Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje

    que estaba enojado se volvi hacia el otro y le dijo:

    -Tendr que decrselo al maestro. Tendr que informar acerca de esto. Est prohibido.

    -De que ests hablando? Qu est prohibido? -le dijo el otro.

    -Te has olvidado? Llevaste a esta hermosa mujer sobre tus hombros -dijo el que

    estaba enojado.

    El otro monje se ri y luego dijo:

    -S, yo la llev. Pero la dej en el ro, muchas leguas atrs. T todava la ests

    cargando...

    El espejo del cofre

    A la vuelta de un viaje de negocios, un hombre compr en la ciudad un espejo, objeto

    que hasta entonces nunca haba visto, ni saba lo que era. Pero precisamente esa ignorancia lo

    hizo sentir atraccin hacia ese espejo pues crey reconocer en l la cara de su padre.

    Maravillado lo compr y, sin decir nada a su mujer, lo guard en un cofre que tenan en el

    desvn de la casa. De tanto en tanto, cuando se senta triste y solitario, iba a "ver a su padre".

    Pero su esposa lo encontraba muy afectado cada vez que lo vea volver del desvn, as

    que un da se dedic a espiarlo y comprob que haba algo en el cofre y que se quedaba

    mucho tiempo mirando dentro de l.

    Cuando el marido se fue a trabajar, la mujer abri el cofre y vio en el a una mujer

    cuyos rasgos le resultaban familiares pero no lograba saber de quin se trataba. De ah surgi

    una gran pelea matrimonial, pues la esposa deca que dentro del cofre haba una mujer, y el

    marido aseguraba que estaba su padre.

    En ese momento pas por all un monje muy venerado por la comunidad, y al verlos

    discutir quiso ayudarlos a poner paz en su hogar. Los esposos le explicaron el dilema y lo

    invitaron a subir al desvn y mirar dentro del cofre. As lo hizo el monje y, ante la sorpresa

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    del matrimonio, les asegur que en el fondo del cofre quien realmente reposaba era un monje

    zen

    El monje furioso

    Dos monjes zen iban cruzando un ro. Se encontraron con una mujer muy joven y

    hermosa que tambin quera cruzar, pero tena miedo.

    As que un monje la subi sobre sus hombros y la llev hasta la otra orilla.

    El otro monje estaba furioso. No dijo nada pero herva por dentro. Eso estaba

    prohibido. Un monje budista no deba tocar una mujer y este monje no slo la haba tocado,

    sino que la haba llevado sobre los hombros.

    Recorrieron varias leguas. Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje

    que estaba enojado se volvi hacia el otro y le dijo:

    -Tendr que decrselo al maestro. Tendr que informar acerca de esto. Est prohibido.

    -De que ests hablando? Qu est prohibido? -le dijo el otro.

    -Te has olvidado? Llevaste a esta hermosa mujer sobre tus hombros -dijo el que

    estaba enojado.

    El otro monje se ri y luego dijo:

    -S, yo la llev. Pero la dej en el ro, muchas leguas atrs. T todava la ests

    cargando...

    El paisajista

    Un pintor de mucho talento fue enviado por el emperador a una provincia lejana,

    desconocida, recin conquistada, con la misin de traer imgenes pintadas. El deseo del

    emperador era conocer as aquellas provincias.

    El pintor viaj mucho, visit los recodos de los nuevos territorios, pero regres a la

    capital sin una sola imagen, sin siquiera un boceto.

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    El emperador se sorprendi, e incluso se enfad.

    Entonces el pintor pidi que le dejasen un gran lienzo de pared del palacio. Sobre

    aquella pared represent todo el pas que acababa de recorrer. Cuando el trabajo estuvo

    terminado, el emperador fue a visitar el gran fresco. El pintor, varilla en mano, le explic

    todos los rincones del paisaje, de las montaas, de los ros, de los bosques.

    Cuando la descripcin finaliz, el pintor se acerc a un estrecho sendero que sala del

    primer plano del fresco y pareca perderse en el espacio. Los ayudantes tuvieron la sensacin

    de que el cuerpo del pintor se adentraba a poco en el sendero, que avanzaba poco a poco en el

    paisaje, que se hacia ms pequeo. Pronto una curva del sendero lo ocult a sus ojos. Y al

    instante desapareci todo el paisaje, dejando el gran muro desnudo.

    El emperador y las personas que lo rodeaban volvieron a sus aposentos en silencio.

    El sueo de la mosca horripilante

    Li Wei soaba que una mosca horripilante rondaba por su habitacin, interrumpiendo

    inoportunamente una de sus profundas meditaciones. Molesto, comenz a perseguirla tratando

    de acallar con un golpe su desagradable zumbido. Portaba en la mano, con tal objetivo, la

    primera edicin de Con la copa de vino en la mano interrogo a la luna, poema pico de su

    entraable amigo Li Taibo. Corri y corri incansablemente entre el reducido espacio de esas

    cuatro paredes, sacudiendo sus brazos cual si fuera l mismo una mosca. Dicha empresa le

    sirvi de poco. La mosca, posada en el marco del retrato de su amada, lo miraba con aburrida

    indiferencia.

    Exhausto por la persecucin, Li Wei se despert agitado. Sobre la mesa de luz estaba

    posado, distrado, el fastidioso insecto. De un viril manotazo, el filsofo acab con la corta

    vida de la triste mosca.

    Li Wei jams sabr si mat a una mosca o a uno de sus sueos.

    FIN