Ante la Crisis, recuperar el sentido de Humanidad · 2020-05-05 · Rezo a Dios para que esta...

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1 Apreciados docentes (en los que por la misma naturaleza del Colegio se incluye acompañantes espirituales, personal del SAE, personal administrativo y directivo), Reciban un saludo fraterno Con humildad y sencillez comparto algunos sentimientos que van aflorando en este tiempo mientras leo a las familias, a ustedes y sigo siendo consciente de los esfuerzos que están realizando no solo para que el proceso de formación continúe sino también para que otras actividades propias de la dinámica del Colegio sigan adelante. Me mueve a escribirles, entre otras cosas, la condición de fragilidad y limitación que va aconteciendo en este tiempo de aislamiento y de la que estoy seguro vamos siendo todos cada vez más conscientes. Ante la Crisis, recuperar el sentido de Humanidad I. Admiración, respeto y gratitud Deseo expresarles mi gratitud, respeto y admiración por todo el trabajo, compromiso, profesionalismo y responsabilidad que han mostrado para afrontar la situación de Pandemia en la que nos encontramos. Gracias por no haber parado las actividades cotidianas del Colegio. Reconocimiento enorme por haberse atrevido a asumir el reto de la virtualización de clases, de lo que tanto y tanto habíamos conversado y que ahora las circunstancias nos llevan a poner en práctica, quizás sin haber estado lo suficientemente preparados, incluso en un momento de transición a una nueva plataforma. Ustedes me manifestaron sus deseos de hacer el bien, de seguir procurando el bienestar a sus estudiantes y a sus familias. Esto los motivó enormemente a trabajar desde cada uno de sus hogares, para enfrentar con generosidad esta situación de tanta incertidumbre. La situación que vivimos es novedosa, nos tomó a todos por sorpresa. Por ello, es encomiable todo lo que hacen para sostener el Colegio en medio de la tempestad que vivimos. En estos momentos con seguridad deseamos estar cerca de los seres queridos, ver sus rostros, escuchar sus historias. Yo les aseguro, que ya tendremos esa oportunidad, queridos docentes. Estoy convencido de que vendrán momentos para volvernos a reunir nuevamente; de seguro, serán instantes que, después de haber sobrevivido a semejante tormenta, nos harán, no digo casi llorar, pero casi, engrandecer nuestros corazones y valorar más, respetar más y admirar más a todos y cada uno de nuestros colegas, estudiantes y familias. Ese día, quizá las palabras sobren, pues a partir de ese momento cambiarán nuestras actitudes y mostrarán que lo que hemos vivido nos ha hecho grandes, es decir, capaces de admirar y reconocer que la vida de los demás es indispensable en nuestra propia existencia.

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Apreciados docentes (en los que por la misma naturaleza del Colegio se incluye acompañantes espirituales, personal del SAE, personal administrativo y directivo),

Reciban un saludo fraterno

Con humildad y sencillez comparto algunos sentimientos que van aflorando en este tiempo mientras leo a las familias, a ustedes y sigo siendo consciente de los esfuerzos que están realizando no solo para que el proceso de formación continúe sino también para que otras actividades propias de la dinámica del Colegio sigan adelante. Me mueve a escribirles, entre otras cosas, la condición de fragilidad y limitación que va aconteciendo en este tiempo de aislamiento y de la que estoy seguro vamos siendo todos cada vez más conscientes.

Ante la Crisis, recuperar el sentido de HumanidadI. Admiración, respeto y gratitud

Deseo expresarles mi gratitud, respeto y admiración por todo el trabajo, compromiso, profesionalismo y responsabilidad que han mostrado para afrontar la situación de Pandemia en la que nos encontramos. Gracias por no haber parado las actividades cotidianas del Colegio. Reconocimiento enorme por haberse atrevido a asumir el reto de la virtualización de clases, de lo que tanto y tanto habíamos conversado y que ahora las circunstancias nos llevan a poner en práctica, quizás sin haber estado lo suficientemente preparados, incluso en un momento de transición a una nueva plataforma. Ustedes me manifestaron sus deseos de hacer el bien, de seguir procurando el bienestar a sus estudiantes y a sus familias. Esto los motivó enormemente a trabajar desde cada uno de sus hogares, para enfrentar con generosidad esta situación de tanta incertidumbre.

La situación que vivimos es novedosa, nos tomó a todos por sorpresa. Por ello, es encomiable todo lo que hacen para sostener el Colegio en medio de la tempestad que vivimos. En estos momentos con seguridad deseamos estar cerca de los seres queridos, ver sus rostros, escuchar sus historias. Yo les aseguro, que ya tendremos esa oportunidad, queridos docentes. Estoy convencido de que vendrán momentos para volvernos a reunir nuevamente; de seguro, serán instantes que, después de haber sobrevivido a semejante tormenta, nos harán, no digo casi llorar, pero casi, engrandecer nuestros corazones y valorar más, respetar más y admirar más a todos y cada uno de nuestros colegas, estudiantes y familias. Ese día, quizá las palabras sobren, pues a partir de ese momento cambiarán nuestras actitudes y mostrarán que lo que hemos vivido nos ha hecho grandes, es decir, capaces de admirar y reconocer que la vida de los demás es indispensable en nuestra propia existencia.

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Como lo he dicho una y otra vez, y ahora quiero reiterarlo desde la distancia: ustedes son el alma del Colegio. Gracias a su vocación podemos estar haciendo tantas cosas que para todos ustedes han sido novedosas durante este tiempo y que han representado esfuerzos al punto quizá de experimentar sentimientos de tirar la toalla. Hoy los quiero animar para que no se sientan solos en estos momentos que vivimos; aprovechen este tiempo para dar gracias a Dios, para reencontrarse con los cercanos, para perdonar, comprender, obedecer sin reprochar, para traer a la memoria afectiva el rostro de todos los docentes de nuestro querido Colegio con quienes hemos construido una historia y que siguen haciendo posible seguir este camino común, que es nuestro proyecto educativo. Sientan el abrazo fraterno de cada uno de ellos; que el cariño y afecto de todos los que hacemos parte del Colegio sea el motivo para seguir con la frente en alto, haciendo como de costumbre bien las cosas.

Tenemos también sentimientos de gratitud a Dios, pues vemos hoy que los equipos de trabajo se van consolidando; las comunicaciones que han sostenido, las planeaciones que han diseñado, las evaluaciones virtuales que han sido una realidad por primera vez después de 416 años y las respuestas a las familias muestran seriedad y profesionalismo. Todo esto expresa que la conversación cercana, fraterna y asertiva entre todos nosotros es una realidad. Rezo a Dios para que esta cercanía, que se ha ido logrando en la distancia, continúe favoreciendo el clima laboral en nuestro querido Colegio. Sea también la ocasión para agradecer a las familias que, en medio de la novedad que viven, se toman el tiempo para escribir y proponer mejoras. Gratitud enorme a ellas, pues sus apreciaciones serán estudiadas y analizadas por los equipos de trabajo.

Contar con cada uno de ustedes en el Colegio Mayor de San Bartolomé es motivo de paz y tranquilidad, por el trabajo realizado, sus cualidades, dones, competencias, talentos y demás virtudes, que permiten que la realidad que vivimos en estos momentos sea asumida de la mejor manera posible

II. Realidad – dos acontecimientos importantes

1. Correo de una madre de familia

El domingo 29 de marzo a las 22:33 horas recibí un correo de una madre de familia; dada la hora decidí leerlo al día siguiente en la mañana. En el correo, la madre exponía 4 puntos en los que no expresaba nada bueno de lo que hemos tratado de hacer en el Colegio, para que nuestros estudiantes sigan asumiendo responsablemente su proceso de formación. Al leer el correo, mi primera reacción fue la de responder expresándole cierto desconcierto, no sin antes agradecerle a la señora que se hubiera tomado el trabajo de escribirme. A pesar de que no hallaba en el escrito algo positivo o al menos un mínimo reconocimiento al esfuerzo que se ha

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venido realizando, a medida que iba redactando la respuesta fui siendo consciente de que las intenciones que movieron a la madre de familia a compartir su correo no fueron otras sino aquellas que tienen que ver con garantizar el bienestar a su hijo que, quizá como muchos otros jóvenes y adolescentes, no han podido amoldarse a las nuevas situaciones de trabajo. En otras palabras, la madre de familia solo trataba de poner por escrito la angustia que le produce la situación que vive con su hijo.

Entonces, tuve una segunda reacción; a medida que iba redactando el correo, le manifesté mis expresiones de gratitud por la comunicación recibida, entre otras cosas, porque era una oportunidad de mejora para nuestra Institución, al tiempo que le ofrecía algunos puntos que espero hayan sido ocasión para devolverle la paz y la tranquilidad a una madre de familia, que vive una situación novedosa e inesperada y de la cual estoy seguro estamos aprendiendo todos.

Los invito, queridos docentes, para que la situación expuesta por la madre de familia sea ocasión para reconocer que es propio de nuestra condición humana ser falibles y que quizá los errores cometidos, por supuesto sin intención, pero originados en un ambiente donde tuvimos que responder con prontitud a la situación inesperada de virtualización, estén motivando algunos humanos sentimientos de angustia y frustración. No me cabe la menor duda de que ustedes, queridos docentes, están aprendiendo de toda esta situación y que, por ello, nos hemos vuelto más listos, más atentos. Todo esto redundará, sin duda, en hacernos mejores educadores, pues el reconocimiento de nuestra fragilidad fortalecerá nuestro carácter y nos ofrecerá posibilidades para seguir enriqueciendo nuestra vocación docente.

2. Experiencia en la casa materna

Estos días he estado compartiendo, como nunca antes lo había hecho, con mi mamá y mis hermanos. Como todos ustedes, hemos vivido momentos maravillosos, incluso aquellos que nos cuesta comprender, por mencionar alguno, el mal genio. Ha sido un tiempo para estar al lado de los seres queridos, reconocer de nuevo su presencia y dejar que la iniciativa y espontaneidad motiven los oficios propios del hogar. Con mis hermanos hemos sido conscientes de que mi mamá sigue siendo la misma con Pandemia o sin ella: alegre, sencilla, humilde, dedicada a los quehaceres del hogar. En fin, nos ha impactado, sobre todo, su capacidad para seguir siendo auténtica al tiempo que percibimos que el cariño por sus hijos y por Luna, una perrita Pomerania, son para ella motivos suficientes, para seguir amando la vida, permitiéndole así trascender la situación de crisis mundial que vivimos.

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III. Sentido común y sensatez

Ambas situaciones, el correo recibido de la madre de familia y la experiencia personal en el hogar, me invitan a expresarles mi deseo para que todos ustedes, queridos docentes, sin excepción alguna y, por supuesto, incluido quien escribe este mensaje, hagamos lo imposible por encontrar la paz y la tranquilidad que nos permita responder a cada una de las familias con las que entramos en comunicación. Ustedes son un grupo de personas a las que la situación particular que vivimos les exige no solo lo dicho anteriormente sino, sobre todo, seguir adelante con altura, sacrificio, abnegación y motivación para la realización de los trabajos y responsabilidades reales que hoy la vida nos presenta en el contexto de nuestros hogares.

Es curioso que estemos escuchando por distintos medios de comunicación y redes sociales que necesitamos cuidar a nuestros adultos mayores, sin darnos cuenta de que quienes compartimos con estas personas estamos siendo cuidados por ellos con sus gestos auténticos de sencillez, humildad, transparencia, ternura, dedicación, buen sentido del humor y tantos otros dones propios de esta edad de la vida. Estar con mi mamá y mis hermanos ha sido una ocasión maravillosa para dar gracias al Señor, pues reconozco que asumirse como persona frágil, limitada y vulnerable sigue siendo la mejor medicina para afrontar la época presente, precisamente porque este reconocimiento es una oportunidad de grandeza.

Con el fin entonces de percibir las alegrías y esperanzas propias de la vida, sobre todo en el hogar, les pido por favor que NO se dejen ahogar por las responsabilidades, trabajos y obligaciones a las que necesitamos seguir respondiendo. Si hay situaciones que se tornan imposibles de afrontar, después de haber agotado todas las posibilidades, apelen al sentido común y a la sensatez para dejarse ayudar y que la mano amiga se convierta en ocasión para recuperar la paz, la alegría y, por supuesto, la salud de alma y cuerpo.

IV. Necesidad de seguir haciendo historia

En esta situación que vivimos, en la que humanamente cada uno trata de hacer su mejor esfuerzo para salir adelante en medio de la angustia, somos de alguna manera privilegiados por ser parte del Colegio Mayor de San Bartolomé, ya que cargamos en nuestras espaldas el legado de un sin número de Bartolinos, que fueron capaces de responder con altura o, para expresarlo más bien Ignacianamente, con Magis a las diversas circunstancias acontecidas en la historia del mundo y nuestro país. No fueron Pandemias, por supuesto que no, pero traigo a la memoria dos acontecimientos que sin duda alguna fueron cruciales para los Bartolinos de la época. En primer lugar, la expulsión de los Jesuitas a mediados del siglo XVIII de todas las monarquías católicas, cuando nuestra querida

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Institución tenía ya 163 años de haber sido fundada; en segundo lugar, el 9 de abril de 1948, cuando la querida ciudad de Bogotá se cernía en violencia, llanto y desesperación por la muerte de uno de sus más queridos líderes políticos.

¿Cómo respondieron los Bartolinos de la época a estas situaciones? ¿Qué hicieron como comunidad educativa para no desaparecer? ¿Cómo reaccionó o qué hizo el Padre Rector de la época para salir adelante y responder de la mejor manera posible a la situación? ¿Cómo hicieron a nivel financiero para seguir funcionando? Independientemente de lo que hayan realizado los Bartolinos de antaño, sus decisiones, modos de proceder y ejemplo de vida, nos tienen hoy contando la historia y sintiéndonos orgullosos de ser parte del glorioso Colegio Mayor de San Bartolomé.

Ahora bien, en medio de la situación de Pandemia, siendo por pura gracia de Dios, en medio de mis fragilidades y limitaciones, responsable de timonear este barco en el que todos nos encontramos, quiero preguntarles a ustedes que son el alma del Colegio: ¿Queremos ser parte de la historia cantando con orgullo el himno del Colegio o quizá el chirrín, chirrán, chirrún… que tanto nos emociona durante el tiempo de las fiestas Bartolinas o queremos más bien seguir construyendo la historia de la patria y ayudando a que nuestro ejemplo sea ocasión para que nuestro querido país siga creciendo?

Como Padre Rector, NO busco respuestas superficiales que anestesien por un momento nuestras conciencias y nos hagan olvidar por un momento lo que nos ha pasado como humanidad; tampoco estoy tratando de saciar un deseo por responder como Institución a la Pandemia que vivimos, como lo puede hacer simplemente otro colegio de nuestro país. Como Rector del Colegio los quiero motivar para que de una vez y por todas, dejemos de pensar en nuestros propios intereses y acojamos la invitación de los Bartolinos de antaño de seguir construyendo historia, demos de qué hablar y qué pensar, querida Comunidad Educativa; que sean nuestras acciones, actitudes y modos de proceder los que lleven a nuestro país a la gloria donde como compatriotas podamos convivir en paz y en solidaridad.

V. Acciones concretas

Durante el tiempo que vivimos somos conscientes de la cantidad de comunicaciones que los distintos medios y redes sociales han difundido a propósito de la situación de Pandemia. En medio de esta proliferación de la información se hace casi que obligatorio, al punto de convertirse en un verdadero reto, encontrar el silencio o momentos de paz/tranquilidad/reflexión que nos ayude, incluso en medio de la crisis, a reconocernos como seres humanos capaces de seguir deseando situaciones diferentes. El sentimiento de esperanza nos hace posible soñar que mejores momentos vendrán.

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En este sentido, el viernes 27 de marzo a las 12 horas me encontraba al lado de mi mamá y mis hermanos viendo la televisión y recibiendo la bendición Urbi et Orbi ofrecida por el papa Francisco. Me ha quedado grabada en mi corazón la siguiente formulación: todos estamos en la misma barca, nadie se salva solo, cuidado con la información que genera miedo y aprender a replantear nuestros hábitos.

Sin lugar a dudas, las palabras del Santo Padre han movido a la humanidad entera. No es cuestión de credos, religiones o filosofías; es cuestión de humanidad. Por ello, deseo que con un corazón generoso acojamos con humildad en medio de nuestras fragilidades y limitaciones los aprendizajes que esta situación nos está dejando para ser mejores seres humanos.

Que las mejores respuestas sean aquellas que muevan a trascender la superficialidad para ser capaces de proponer salidas valerosas que nos saquen de nuestra zona de confort, si es que aún las hay, después de lo que estamos viviendo. Demos pasos para proponer soluciones que, a primera vista, parezcan salidas de este mundo y por ello arriesgadas. Honestamente, les confieso que no quisiera que en nuestro lenguaje nos acostumbráramos, después de lo que estamos viviendo, a expresiones como: dejamos de, nos quedamos sin, no somos capaces de; en fin, de tantas frases que por escucharse a diario las damos por ciertas. No creo tener en este momento (ni lo pretendo) respuestas a estos interrogantes; eso sí, estoy seguro de que juntos encontraremos soluciones que nos brinden posibilidades para seguir no solo adelante con nuestra apasionante tarea de educar hombres y mujeres de bien, sino también para procurar la sostenibilidad de la Obra y con ello el Bien Mayor.

VI. Conclusión

Como ha sido expresado en varias ocasiones, la época presente nos está dando oportunidades para aprender y crecer como humanidad. Como Rector del Colegio Mayor de San Bartolomé, NO quiero que sigamos siendo los mismos en el sentido de seguir asumiendo los mismos comportamientos, actitudes o modos de pensar, que muestran intereses particulares. Deseo más bien que seamos auténticos seres humanos; es decir, hombres y mujeres capaces de compasión y misericordia; seres humanos sin temor a abrir el corazón, pues siempre encontraremos personas dispuestas a cuidar nuestros más profundos sentimientos con responsabilidad y cariño; hombres y mujeres capaces de solidaridad y sentimientos honestos que disipen la envidia, el egoísmo y el mal trato. Nuevamente rezo a Dios para que todo lo que hemos estado aprendiendo y que reposa en el corazón sea ocasión para que nuestro Colegio siga siendo Mayor.

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Soy consciente de que este mensaje lo escribo con la emoción que me proporciona la seguridad de que pronto nos volveremos a ver para compartir la alegría de seguir construyendo juntos el Reino de Dios en nuestro querido Colegio Mayor de San Bartolomé. Sin embargo, seguimos navegando en un mar de incertidumbres que no deja ver con claridad lo que nos pueda pasar como humanidad. Cualquiera que sea la situación que Dios tenga para cada uno de nosotros, deseo que nuestros comportamientos, acciones y decisiones sean las que nos den la oportunidad de seguir construyendo la historia, que tantos Bartolinos han escrito con su vida y testimonio.

Somos de alguna manera una elite en el sentido de ser privilegiados por ser parte del Colegio Mayor de San Bartolomé. Asumámonos como ese grupo de navegantes capaces de emprender el camino en medio de una situación que exige de cada uno de nosotros las respuestas que estén a la altura del grupo de personas al que pertenecemos por gracia de Dios o el destino.

Rezo a Dios para que nos conceda salud en abundancia para tratar de hacer siempre las cosas bien con la esperanza de que todos nuestros esfuerzos darán frutos abundantes.

Con gratitud, admiración y respeto,

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Padre Juan Manuel Montoya Parra, S.J.Rector Colegio Mayor de San Bartolomé