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I. INTRODUCIÓN.
Desde su aparición los antibióticos han sido y son una importante arma para el
tratamiento de muchas dolencias infecciosas, algunas de las cuales causaban gran
mortalidad, y su uso permitió disminuir en forma importante y notable la morbimortalidad
de alguno de estos males, por ello se pensó en forma equivocada que muchas de estas
dolencias iban a desaparecer.
Los antibióticos en palabras sencillas son sustancias producidas por varias especies de
microorganismos (bacterias, hongos, actinomices), que suprimen el crecimiento de otros
microorganismos y eventualmente pueden destruirlos, a comparación de los
quimioterápicos que son sustancias con actividad antimicrobiana (microbicida o
microbiostática) con toxicidad suficientemente baja como para poder ser administrados a
un organismo por la vía adecuada, hasta alcanzar y mantener concentraciones eficaces
en los tejidos
El mecanismo de acción de los antibióticos no ha sido conocido de forma científica hasta
el siglo XX; sin embargo, la utilización de compuestos orgánicos en el tratamiento de la
infección se conoce desde la antigüedad. Los extractos de ciertas plantas medicinales se
han utilizado durante siglos, y también existe evidencia de la utilización de los hongos
que crecen en ciertos quesos para el tratamiento tópico de las infecciones.
II. OBJETIVOS.
Conocer la historia del descubrimiento de los Antibióticos.
Establecer la diferencia entre antibióticos y quimioterapéuticos.
Conocer las principales características de algunos antibióticos.
III. MARCO TEÓRICO.
ANTIBIOTICOS Y OTROS AGENTES QUIMIOTERAPÉUTICOS
1. ANTIBIÓTICOS
La palabra proviene del griego, anti, ‘contra’; bios, ‘vida’, y un antibiótico es cualquier
compuesto químico utilizado para eliminar o inhibir el crecimiento de organismos
infecciosos. Una propiedad común a todos los antibióticos es la toxicidad selectiva: la
toxicidad hacia los organismos invasores es superior a la toxicidad frente a los animales o
seres humanos. La penicilina es el antibiótico más conocido, y ha sido empleado para
tratar múltiples enfermedades infecciosas, como la sífilis, la gonorrea, el tétanos o la
escarlatina. La estreptomicina es otro antibiótico que se emplea en el tratamiento de la
tuberculosis. En un principio, el término antibiótico sólo se empleaba para referirse a los
compuestos orgánicos producidos por bacterias u hongos que resultaban tóxicos para
otros microorganismos. En la actualidad también se emplea para denominar compuestos
sintéticos o semisintéticos. La principal categoría de antibióticos son los antibacterianos,
pero se incluyen los fármacos antipalúdicos, antivirales y antiprotozoos.
1.1. DESCUBRIMIENTO DE LOS ANTIBIÓTOS.
La primera observación de lo que hoy en día se denominaría efecto antibiótico fue
realizada en el siglo XIX por el químico francés Louis Pasteur, al descubrir que algunas
bacterias saprofíticas podían destruir gérmenes del carbunco (enfermedad también
conocida como ántrax). Hacia 1900, el bacteriólogo alemán Rudolf von Emmerich aisló
una sustancia, capaz de destruir los gérmenes del cólera y la difteria en un tubo de
ensayo. Sin embargo, no eran eficaces en el tratamiento de las enfermedades. Dejes
Luis Pasteur (1822-1895), francés, creó la vacuna contra la rabia. Pasteur
desarrollo la teoría de las antitoxinas e hizo investigaciones en el campo de
microbiología y medicina preventiva en los animales. Von Behring (1890) descubrió la
antitoxina diftérica. Joseph Lard Lister (1827-1912) empleó el Fenol para destruir los
microorganismos en la sala de operaciones (quirófano). Antes se utilizaban otras
soluciones antisépticas como el perganmanato de potasio, el peróxido de hidrógeno
(H2O2) y el yodo.
Siglo XX
Es en este siglo en el cual se producen los más importantes descubrimientos
sobre el cómo atacar a los agentes infecciosos, ya sean estos de origen bacteriano,
viral o protozoo. Es en este siglo que científicos tan relevantes como lo fueron
Alexander Fleming, Paúl Ehrlich, Howard Florey, Ernst Chain, Selman Waksman y René
Dubos presentaron sus importantes trabajos relacionados todos con los agentes
infecciosos y su forma de atacarlos por medio de algún tipo de sustancia, las cuales
más tarde se le llamarían antibióticos.
En la primera década del siglo XX, el físico y químico alemán Paúl Ehrlich ensayó
la síntesis de compuestos orgánicos capaces de atacar de manera selectiva a los
microorganismos infecciosos sin lesionar al organismo huésped. Sus experiencias
permitieron el desarrollo en 1909 del salvarsán, un compuesto químico de arsénico con
acción selectiva frente a las espiroquetas, las bacterias responsables de la sífilis. El
salvarsán fue el único tratamiento eficaz contra la sífilis hasta la purificación de la
penicilina en la década de 1940.
En la década de 1920, el bacteriólogo británico Alexander
Fleming, que más tarde descubriría la penicilina, encontró una
sustancia llamada lisozima en ciertas secreciones corporales como
las lágrimas o el sudor, y en ciertas plantas y sustancias animales.
La lisozima presentaba una intensa actividad antimicrobiana,
principalmente frente a bacterias no patógenas.
La penicilina, el arquetipo de los antibióticos, es un derivado del hongo Penicillium
notatum. Fleming descubrió de forma accidental la penicilina en 1928; esta sustancia
demostró su eficacia frente a cultivos de laboratorio de algunas bacterias patógenas
como las de la gonorrea, o algunas bacterias responsables de meningitis o septicemia.
Este descubrimiento permitió el desarrollo de posteriores compuestos antibacterianos
producidos por organismos vivos. Howard Florey y Ernst Chain, en 1940, fueron los
primeros en utilizar la penicilina en seres humanos.
Florey investigó la actividad biológica de diversos mohos y bacterias, y eligió la
penicilina descubierta por Fleming para sus investigaciones. En 1940, gracias a la sólida
formación química de Ernst Chain, consiguen aislar la penicilina. A partir de este año el
fármaco comenzó a aplicarse en seres humanos, pero su uso no se generalizó hasta la
Segunda Guerra Mundial, cuando la necesidad de curar las heridas de los soldados
hizo que se aplicara en diferentes soluciones.
Fleming
La Tirotricina fue aislada de ciertas bacterias del suelo por el bacteriólogo
americano René Dubos en 1939; fue el primer antibiótico utilizado en enfermedades
humanas. Se emplea para el tratamiento de ciertas infecciones externas, ya que es
demasiado tóxico para su utilización general. Los antibióticos producidos por un grupo
diferente de bacterias del suelo denominadas actinomicetos han resultado más
eficaces. La estreptomicina pertenece a este grupo; fue descubierta en 1944 por el
biólogo americano Selman Waksman y colaboradores; es efectiva en el tratamiento de
muchas enfermedades infecciosas, incluidas alguna contra las que la penicilina no es
eficaz, como la tuberculosis.
Desde la generalización del empleo de los antibióticos en la década de 1950, ha
cambiado de forma radical el panorama de las enfermedades. Enfermedades
infecciosas que habían sido la primera causa de muerte, como la tuberculosis, la
neumonía o la septicemia, son mucho menos graves en la actualidad. También han
supuesto un avance espectacular en el campo de la cirugía, permitiendo la realización
de operaciones complejas y prolongadas sin un riesgo excesivo de infección. Se
emplean igualmente en el tratamiento y prevención de infecciones por protozoos u
hongos, especialmente la malaria (una de las principales causas de muerte en los
países en desarrollo). Sin embargo, los avances han sido pocos en el campo del
tratamiento de las infecciones virales.
En la actualidad hay una gran variedad de antibióticos para atacar una enorme
diversidad de infecciones bacterianas, y a cada momento se está trabajando para
encontrar y descubrir nuevas sustancias antibióticas más potentes y generales. Desde
que se descubrieron no se ha dejado de estudiar sus características, ni de llevarlo lo
más pronto posible a la práctica para poder ver sus resultados en los humanos. Desde
aquella Penicilina de Fleming hasta los antibióticos de hoy se ha pasado por muchas
horas de estudio y experimentación.
Florey Chain
1.2. CLASIFICACIÓN
1.2.1. Según su efecto.
Efecto bactericida.
El efecto bactericida consiste en producir la muerte del microorganismo
sensible. Los antimicrobianos bacterianos actúan en la fase de crecimiento
logarítmico bacteriano.
Los antimicrobianos bactericidas deben administrarse siempre en infecciones
graves, cuando se necesita la muerte rápida de los microorganismos para
controlar la infección, y cuando no se cuenta con un sistema inmune adecuado
para detener el proceso infeccioso. Ejemplos de enfermedades infecciosas
donde deben utilizarse antimicrobianos bactericidas lo constituyen la
meningoencefalitis purulenta y la endocarditis infecciosa, también se utilizan en
el paciente con fiebre y neutropenia, o en casos de infección en el paciente con
SIDA.
Efecto barectiostático.
El efecto bacteriostático consiste en producir la inhibición del crecimiento
bacteriano; mientras tanto, se espera que la inmunogénesis aporte los
elementos defensivos necesarios para el control de la enfermedad. Por lo tanto,
estos antimicrobianos no deben indicarse al paciente inmunocomprometido.
Actúan en la fase estacionaria de crecimiento bacteriano.
Algunos antibióticos poseen efecto bactericida o bacteriostático según la droga
actúe in vivo o in vitro, y según la dosis administrada. Por ejemplo la
Anfotericina B, tiene efecto fungistático in vivo y fungicida in vitro; la
estreptomicina y la eritromicina tienen efecto bactericida cuando se administran
a altas dosis y efecto bacteriostático si se administran a bajas dosis.
1.2.2. Según su espectro.
Antibióticos de amplio espectro
Actúan sobre una amplia gama de bacterias grampositivas y gramnegativas, y
también contra Chlamydia, Mycoplasma, Rickettsia, Espiroquetas y
Actinomycetos. Ej: tetraciclinas, cloramfenicol.
Antibióticos de espectro limitado
Actúan sólo contra cocos grampositivos y gramnegativos, bacilos grampositivos
y espiroquetas. Ejemplo: penicilina.
Antibióticos de espectro reducido
Actúan sólo contra un sector limitado de gérmenes.
1.2.3. Según su mecanismo de acción
Antibióticos que afectan la biosíntesis de la pared bacteriana
La pared bacteriana es una estructura que protege a la célula de los cambios
osmóticos del medio externo, le confiere forma y rigidez, y contiene elementos
patogénicos característicos de cada especie.
La composición química de la pared celular varía de una bacteria grampositiva
a una gramnegativa. Sabemos que la pared de las bacterias grampositivas está
formada por una capa de 50 a 100 moléculas de espesor de peptidoglicano,
mientras que el peptidoglicano de las bacterias gramnegativas es sólo de una o
dos moléculas de espesor, además de una capa externa de lipopolisacáridos,
que está ausente en las especies grampositivas. El peptidoglicano está
formado por largas cadenas de polisacáridos en las cuales se alternan en
forma lineal N-acetilglucosamina (NAG) y ácido N-acetilmurámico (NAM). Estas
largas cadenas están unidas en forma cruzada por puentes peptídicos
mediante enlaces amida con los grupos D-alanina del ácido N-acetilmurámico.
Betalactámicos
Los betalactámicos son un grupo de antibióticos de origen natural o
semisintético que se caracterizan por poseer en su estructura un anillo
betalactámico. Actúan inhibiendo la última etapa de la síntesis de la pared
celular bacteriana. Constituyen la familia más numerosa bactericida lenta,
relativamente independiente de la concentración plasmática, que presentan
escasa toxicidad y poseen un amplio margen terapéutico. Su espectro se ha
ido ampliando a lo largo de los años por la incorporación de nuevas moléculas
con mayor actividad frente a los bacilos gramnegativos; pero la progresiva
aparición de resistencias adquiridas ha limitado su uso empírico y su eficacia
en determinadas situaciones.
Clasificación:
El espectro de los betalactámicos incluye bacterias grampositivas,
gramnegativas y espiroquetas. No son activos sobre los micoplasmas porque
estos carecen de pared celular, ni sobre bacterias intracelulares como
Chlamydia y Rickettsia. La resistencia natural de las micobacterias se debe a la
producción de betalactamasas, probablemente unida a una lenta penetración
por las características de la pared. Se pueden clasificar en cuatro grupos
diferentes: penicilinas, cefalosporinas, monobactámicos y carbapenemes.
a. PENICILINAS
b. CEFALOSPORINAS
c. MONOBACTÁMICOS
d. CARBAPENEMES
Glicopéptidos
Se trata de antibióticos que actúan sobre la pared bacteriana. Actualmente
hay dos drogas en uso clínico: vancomicina y teicoplanina. La vancomicina es
un antibiótico bactericida de espectro reducido (solo actúa sobre bacterias
grampositivas), que se obtiene de Streptomyces orientales. Fue introducida en
1956 pero debido a su toxicidad fue relegada. Hoy en día es una opción
terapéutica importante contra Staphylococcus meticilinorresistente de perfil
hospitalario (SAMAR), Staphylococcus coagulasanegativos
meticilinorresistentes, Corynebacterium JK (multirresistente) y Enterococcus
resistente a los betalactámicos o a aminoglucósidos. La teicoplanina tiene una
estructura similar a la vancomicina y un perfil de actividad también similar. Los
glicopéptidos son activos además sobre Streptococcus, corinebacterias,
Bacillus spp., algunos actinomicetales y Clostridium spp., incluído Clostridium
difficile.
Mecanismo de acción: los glicopéptidos inhiben la síntesis y el
ensamblado de la segunda etapa del peptidoglicano de la pared celular
mediante la formación de un complejo con la porción D-alanina-D-alanina del
pentapéptido precursor. Además daña los protoplastos alterando la
permeabilidad de la membrana citoplasmática y altera la síntesis de ARN. Sus
múltiples mecanismos de acción contribuyen a la baja frecuencia de desarrollo
de resistencia. Se une rápida y firmemente a las bacterias y ejerce su efecto
bactericida sin un período de inducción, pero solo sobre microorganismos en
multiplicación activa.
Indicaciones clínicas: los glicopéptidos deben ser fármacos de uso
restringido, reservados para el ámbito hospitalario. Se usarán en caso de
sospecha o confirmación de infecciones causadas por los gérmenes
multirresistentes.
Antibióticos que afectan la membrana citoplasmática
La membrana plasmática cumple funciones importantes para la vitalidad de la
bacteria. Entre sus propiedades incluye el actuar como barrera de
permeabilidad selectiva, controlando de esta forma la composición del medio
interno celular.
Los antibióticos utilizados en clínica, que actúan modificando la membrana
celular, son las polimixinas y los polienos (nistatina y anfotericina B)
Actúan como detergentes o tensioactivos catiónicos y provocan una grave
alteración de la membrana celular, modificando la permeabilidad y permitiendo
el escape de aminoácidos intracelulares, purinas, pirimidinas y otras moléculas
fundamentales para la vida celular. Las polimixinas actúan de este modo,
interactuando sobre los fosfolípidos de la membrana celular, mientras que la
nistatina y la anfotericina B son activos frente a hongos, se unen a un grupo
esterol de la membrana que solamente contienen los microorganismos contra
los cuales se utilizan estos ATB.
Las bacterias más susceptibles son las que tienen en su membrana un mayor
contenido de fosfolípidos (gramnegativas). La insensibilidad o resistencia está
en relación con la impermeabilidad de la pared celular para estos fármacos,
como el caso de las grampositivas que tienen una pared celular muy gruesa.
Todos estos antibióticos son líticos, incluso en bacterias en reposo y tienen
cierto potencial tóxico, especialmente la anfotericina B, ya que son capaces de
unirse con los lípidos de membranas citoplasmáticas de las células de los
mamíferos.
Antibióticos que afectan la biosíntesis proteica procariota
Se pueden dividir en dos grupos, según inhiban la transcripción o la traducción
proteica.
a. Inhibición de la transcripción:
Consiste en la inhibición de la subunidad beta de la enzima ARN polimerasa
ADN dependiente, que lleva a la inhibición de la síntesis del ARN mensajero;
éste transmite la información del ADN, que es necesaria para la formación
proteica normal. Los más principales son:
Los Aminoglucósidos: se unen de forma irreversible a la subunidad 30S del
ribosoma, interfiriendo la lectura correcta del código genético con el
consiguiente bloqueo de la síntesis proteica de la bacteria. La incorporación de
los aminoglucósidos en el interior de la bacteria, especialmente en los cocos
grampositivos, es mayor al coadministrarse con antibióticos que inhiben la
síntesis de la pared bacteriana, como son los betalactámicos y los
glicopéptidos. A pesar de los avances en el conocimiento de la forma de actuar
de estos antibióticos, el mecanismo último de la muerte de la bacteria (efecto
bactericida) se desconoce, ya que no puede explicarse por la simple inhibición
de la síntesis de las proteínas. Puede que el prolongado efecto postantibiótico
que presentan los aminoglucósidos refuerce su capacidad bactericida.
Los aminoglucósidos son efectivos en el tratamiento de infecciones donde se
sospecha la presencia de bacilos gramnegativos aerobios, incluyendo P.
aeruginosa.
Tetraciclinas: Bacteriostáticos policíclicos, de poca utilización puesto que
presentan un espectro de acción muy específico, son tóxicos, y los
microorganismos han aumentado notablemente sus defensas contra éstos
fármacos.
Inhiben la síntesis bacteriana porque se ligan a una subunidad ribosomal e
impiden la llegada del aminoacil ARNt al sitio aceptor
b. Inhibición de la traducción:
Se logra mediante la unión de la molécula del ATB a la subunidad 30S o 50S
del ribosoma bacteriano.
Cloramfenicol y lincosamidas: Se unen en el ribosoma 50S e impiden la
transferencia, inhiben la peptidiltransferasa y, por ello, la transpeptidación.
Macrólidos: Los macrólidos (eritromicina, claritromicina, azitromicina), las
lincosaminas (lincomicina y clindamicina), los cetólidos y las estreptograminas
son antibióticos que comparten un mecanismo de acción similar pero tienen
estructura diferente. Actúan sobre los ribosomas 50S, impidiendo la
translocación, es decir, el paso del peptidil-ARNt del lugar A al P, previa
Los macrólidos están indicados en pautas de tratamiento empírico de
infecciones respiratorias y de piel y partes blandas adquiridas en la comunidad.
En muchas de estas situaciones constituyen el tratamiento de elección como es
el caso de la B. pertussis, mientras en otros casos constituyen el tratamiento de
alternativa en pacientes alérgicos a la penicilina.
Antibióticos que afectan la síntesis de ácidos nucleicos bacterianos
La biosíntesis del ADN bacteriano es inhibida por dos mecanismos:
Mediante la inhibición de una topoisomerasa, llamada ADN girasa, enzima
esencial para la replicación del ADN. La ADN girasa posee dos subunidades, A
y B; la subunidad B cumple la función de enrollar las cadenas de ADN, paso
necesario para acomodar el núcleo dentro de la bacteria mediante la reducción
de su tamaño. Cuando este superenrollado ha finalizado, la subunidad A sella
el corte en el ADN. Por ejemplo: las quinolonas inhiben la actividad de esta
enzima.
Mediante la formación de compuestos tóxicos para las bacterias, resultante del
poder reductor de los anaerobios sobre el radical "nitro" de los ATB
nitroimidazólicos. Los productos de reducción del grupo "nitro" se conjugan con
el ADN, produciendo su desestabilización y por lo tanto provocando la muerte
celular.
Quinolonas
Se trata de un grupo de antimicrobianos que derivan de una molécula básica
formada por una doble estructura de anillo que contiene un residuo N en la
posición 1. Diferentes sustituciones, incluyendo la inclusión de residuos de
flúor, han derivado desde el ácido nalidíxico hasta las quinolonas fluoradas. Las
quinolonas son antibióticos bactericidas y actúan inhibiendo la ADN girasa,
enzima que cataliza el superenrollamiento del ADN cromosómico, que asegura
una adecuada división celular.
Clasificación y espectro de actividad: al igual que las cefalosporinas, las
quinolonas se clasifican en generaciones. Si se leen diferentes libros o artículos
se encuentran clasificaciones diferentes. Nosotros adoptaremos la más simple.
Las quinolonas de primera generación (ácido nalidíxico y ácido pipemídico)
tienen actividad sobre enterobacterias y son inactivas sobre grampositivos y
anaerobios. Alcanzan concentraciones muy bajas en suero, su distribución
sistémica es baja y solo se usan para casos de infecciones urinarias bajas por
su buena concentración urinaria.
Las de segunda generación (norfloxacina y ciprofloxacina) son llamadas
fluoradas, ya que incorporan un átomo de flúor y presentan mucho mayor
actividad sobre gramnegativos. La ciprofloxacina es la quinolona con mejor
actividad sobre Pseudomonas aeruginosa. Tienen una moderada actividad
sobre grampositivos, son activas sobre gérmenes atípicos y no presentan
actividad sobre anaerobios. En el caso de norfloxacina, las concentraciones en
suero y tejidos son bajas, por lo que no se usa en infecciones sistémicas,
siendo una buenea opción en el caso de infecciones urinarias no complicadas.
Las de tercera generación (levofloxacina, gatifloxacina) retienen la actividad
sobre gramnegativos y mejoran la actividad sobre grampositivos. Es importante
su actividad sobre Streptococcus y especialmente sobre S. pneumoniae.
Además tienen una muy buena actividad sobre gérmenes atípicos.
Las de cuarta generación (moxifloxacina, trovafloxacina) retienen actividad
sobre gramnegativos y aumentan la actividad sobre grampositivos,
especialmente S. aureus y Enterococcus. Además agregan actividad sobre
microorganismos anaerobios.
Mecanismo de acción: las quinolonas interactúan con dos sitios diferentes pero
relacionados, dentro de la célula bacteriana: la ADN girasa y la topoisomerasa
IV. La primera es más sensible a la acción de las quinolonas en caso de
gérmenes gramnegativos, mientras en grampositivos la más sensible es la
topoisomerasa IV. Las quinolonas inhiben la síntesis de ADN y a
concentraciones altas también la de ARN. Cuando interacciona con la ADN
girasa, la inhibición ocurre rápidamente, mientras que cuando interacciona con
la topoisomera IV la inhibición ocurre más lentamente. Este efecto es debido a
la habilidad de las quinolonas de estabilizar los complejos de ADN y
topoisomeras II.
Farmacocinética y farmacodinamia: las quinolonas son bien absorbidas luego
de la administración por vía oral, mostrando una biodisponibilidad muy buena.
Las concentraciones séricas alcanzadas con la administración vía oral son
similares a las alcanzadas por vía intravenosa. La comida no afecta la
absorción. Sin embargo, pueden interaccionar con cationes (calcio, aluminio,
magnesio, etc.), lo que disminuye significativamente la absorción.
Las concentraciones séricas máximas son bajas en el caso del ácido nalidíxico,
pipemídico y norfloxacina. La unión a proteínas plasmáticas es baja y la vida
media plasmática varía de 1,5 a 16 horas. La ciprofloxacina y quinolonas de
tercera y cuarta generaciones se distribuyen ampliamente por el organismo,
siendo el volumen de distribución alto, lo que supone que alcanzan
concentraciones intracelulares altas. Su concentración en tejido prostático, bilis,
pulmón, riñón y neutrófilos es superior a la sérica. La eliminación es
mayoritariamente renal en ácido pipemídico y levofloxacina, otras tienen
eliminación no renal (moxifloxacina) y otras presentan eliminación por ambas
vías (ciprofloxacina y norfloxacina). Las quinolonas exhiben actividad
bactericida concentración dependiente. El cociente entre concentración
inhibitoria máxima y CIM debe ser mayor a 10 para obtener la mayor eficacia
clínica y evitar la aparición de mutantes resistentes. Otro parámetro
farmacodinámico utilizado es el área bajo la curva sobre la CIM, que debe ser
mayor a 125.
Efectos adversos: los más frecuentes son los gastrointestinales, que incluyen
náuseas, anorexia, vómitos y dolor abdominal. Se han reportado en segundo
lugar alteraciones a nivel del sistema nervioso central como cefaleas, insomnio
y alteraciones del humor. Artropatía y erosiones de los cartílagos en animales
jóvenes han determinado su uso restringido en niños.
Sin embargo, se han utilizado en niños con fibrosis quística donde raramente
se han observado estos efectos, y cuando se han observado han sido
reversibles. Otros efectos son mucho menos frecuentes. No ha sido establecido
el uso seguro de las quinolonas durante el embarazo. No deben ser utilizadas
durante la lactancia.
Indicaciones clínicas: es importante que al utilizar una quinolona se recuerde
que existe una relación inversa entre la concentración de quinolona y la
selección de mutantes resistentes, por lo que al usar este tipo de antibióticos
no se debería infradosificar para evitar la selección de resistencia.
Infecciones urinarias: se utilizan para el tratamiento de las infecciones urinarias
tanto bajas como altas. En las cistitis se utilizan quinolonas de primera
generación o norfloxacina.
La ciprofloxacina o levofloxacina se reservan para el tratamiento de
pielonefritis. Las fluorquinolonas se concentran en tejido prostático, por lo cual
son de elección en el tratamiento de las prostatitis.
Enfermedades de transmisión sexual: la ciprofloxacina en monodosis es una
opción en el tratamiento de infecciones por Neisseria gonorrhoeae, pero no se
ha mostrado eficaz en el tratamiento de infecciones por C. trachomatis, para las
cuales se necesitan tratamientos de siete días.
Enfermedades gastrointestinales: la ciprofloxacina tiene buena actividad sobre
patógenos causantes de gastroenteritis (Salmonella, Shigella y otros), y en
aquella minoría de casos que requiere tratamiento se ha mostrado eficaz.
Infecciones óseas: las fluorquinolonas constituyen una opción válida en el
tratamiento de las osteomielitis crónicas por su buena penetración ósea. En las
causadas por S. aureus o P. aeruginosa puede aparecer resistencia
intratratamiento, lo que lleva a la persistencia de la infección.
Infecciones respiratorias: las quinolonas de tercera y cuarta generaciones son
las que tienen buena actividad sobre S. pneumoniae y otros patógenos
respiratorios de origen comunitario. Sin embargo, en nuestro país su uso se
desaconseja, ya que existen otras opciones antes de recurrir a estos fármacos
caros y con un espectro tan amplio.
Antibióticos que inhiben vías metabólicas (QUIMIOTERÁPICOS)
Los quimioterápicos son sustancias con actividad antimicrobiana (microbicida o
microbiostática) con toxicidad suficientemente baja como para poder ser
administrados a un organismo por la vía adecuada, hasta alcanzar y mantener
concentraciones eficaces en los tejidos.
Propiedades deseables de un quimioterápico
1. Que tenga toxicidad selectiva, es decir, actuar según el principio de “bala
mágica” que daña al microorganismo respetando al hospedador
2. Que sea microbicida, es decir, que mate o inactive irreversiblemente el
microorganismo, provocando la pérdida total de viabilidad. En el mundo real,
sin embargo, hay muchos quimioterápicos microbiostáticos. En estos casos, los
sistemas de defensa natural del hospedador (mecanismos de inmunidad)
hacen el resto, eliminando el agente microbiano previamente inhibido por el
quimioterápico.
3. Los microorganismos susceptibles no deberían desarrollar resistencias al
quimioterápico. Pero desgraciadamente, en muchos casos, al cabo de un
tiempo de uso del antimicrobiano comienzan a surgir cepas microbianas
resistentes al mismo. La quimioterapia es una auténtica escalada de
armamentos entre los microorganismos y los humanos, en los que ante una
nueva arma de estos últimos los microbios pueden responder al cabo del
tiempo con estrategias de resistencia, lo que obliga a un uso racional de los
quimioterápicos, y a una búsqueda continua de nuevos agentes.
4. Que el quimioterápico sea efectivo contra un amplio espectro de
microorganismos. Pero no existe (ni existirá) un solo agente capaz de inhibir a
todos los microorganismos. Algunos antibióticos son de amplio espectro, pero
no son eficaces contra todos los microorganismos. Por otro lado, existen
quimioterápicos de espectro estrecho, pero muy selectivos contra ciertas
bacterias que son patógenas importantes.
5. Que no sea alergénico, y que no tenga efectos secundarios.
6. Que permanezca de forma activa en plasma, tejidos, etc. durante el tiempo
necesario. A ser posible, que sea soluble en agua y que alcance pronto la
concentración terapéutica en los tejidos.
Quimioterápicos De Síntesis
SULFAMIDAS
Los primeros quimioterápicos de síntesis fueron las sulfamidas. Su
descubrimiento y la comprobación de su acción quimioterápica, marcaron el
comienzo de la Quimioterapia con criterios racionales. Despertaron gran interés
cuando se mostró que su mecanismo de acción depende del hecho de que
funcionan como análogos de metabolitos, actuando como inhibidores
competitivos respecto de cierta enzima.
Las sulfamidas tienen un efecto bacteriostático. Las sulfamidas inhiben
competitivamente la incorporación de ácido paraaminobenzoico (PABA) por su
semejanza química, impidiendo a partir de este precursor, la síntesis de ácido
fólico bacteriano, factor esencial en el crecimiento de los microorganismos.
Cuando la bacteria adquiere la capacidad de producir PABA o de inhibir las
sulfamidas, se transforma en resistente.
La primera sulfamida fue la sulfanilamida (para-aminobenceno sulfonamida).
Zufonamidas: Las sulfonamidas han venido a ser de amplio escrutinio en años
recientes. Sus dosis y períodos de descanso son muy importantes. Como regla
basica, es bueno recordar que en muchos casos “los animales bajo tratamiento
no deben ser sacrificados para su consumo como alimento al menos 10 días
después de la última dosis de medicamento”. Asi también la “leche obtenida de
animales en los últimos 4 días (96 horas) de tratamiento, no debe ser
consumida o usada para hacer alimentos derivados de la leche”. Un tercer
punto a recordar es que las sulfonamidas “no deben ser suplementados a los
alimentos de los cerdos”.
IV. CONCLUSIONES.
El manejo de los antibióticos sigue siendo un arte, no debe ser considerado como una
simple receta de cocina, el médico y el personal de salud deberán estar en constante
actualización, a fin de evitar problemas de resistencia, reacciones adversas a los
medicamentos, lo que permitirá un mejor manejo de las diversas patologías que afectan
al ser humano.
V. REFERECIAS BIBLIGRÁFICAS.
Antibióticos. Extraído el 05-04-2015 desde http://www.juntadeandalucia.es
Seija, & R. Vignoli. Principales grupos de antibióticos