Antología de la poesía amazónica de Bolivia - … Amazonica de Bolivia.pdf · Antología de la...
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Antologa de la poesa amaznica de Bolivia
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2
Los tres cielos
Antologa de la poesa amaznica de Bolivia
Seleccin y prlogo de Homero Carvalho Oliva
(Segunda edicin corregida, ampliada y actualizada)
-
3
A la memoria de mi padre, Antonio
Carvalho Urey, escritor, poeta y periodista,
que dedic toda su vida y su escritura a la
Amazona Boliviana
-
4
ndice
Presentacin de Claudia Bowles Olhagaray
Comentario de Ramn Rocha Monroy
Prlogo
Rosario Aquim Chvez
-Me introduje en tu nostalgia
-Una
-Estoy ebria de ti
-Recuerdo
Ana Mara Arana
-Lades
-A ella...
-Gaudium
-Velo de Sangre
Alejandra Barbery
-Imborrable
-Instantnea
-Era otro siglo
-La nave va
scar Barbery Surez
-Me preguntaron
-Te amo tanto
-La luna
-La melancola invent la poesa
Mauro Bertero
-En tu voz
-Si permites
-Quizs
-
5
-Prstame
Rosse Marie Caballero
-La vida mat a la muerte
-No quiero escribir
-19
-40
Ramn Campos Tibi
-Las tres voces de Arlindo Paruma
-La casa
-Tercera elega -Siringueros Pablo Mauricio Carbone
-Empieza la noche a levantarse
-Desde el umbral de la agona
-Etrea
-Musas inquietas
Gustavo Crdenas Ayad
-Otra infancia
-Diferencia
-Horcn
-Gnesis
Homero Carvalho Oliva
-Los Reinos Dorados
-El cazador de Sueos 51
-Herencia
-Amazona
Ruber Carvalho Urey
-A Santa Cruz
-
6
-El ro que me dejaron
-Hoy faltaba el mar
-Ya no me da dolor
Pablo Cingolani
-La luna sobre el Bahuaja Sonene
-Puerto Copacabana
-Beni
-Fredy
Anbal Crespo Ross
-Luz y sombra vacilan,
-A partir de ahora
-En un espacio de olvido
-Cuando sientas
Gabriel Chvez Casazola
-Bartimeo suea
-Albricias
-Una rendija
-Y que a las orillas
Albanella Chvez
-Etrea
-Historia
-Espejo
-Despertar
Benjamn Chvez
-Umbral
-Poema final para una antologa
-Una vieja cancin
-Relacin nominal de bajas
-
7
Gary Daher
-La ciudad deseada
-Camino a Samarcanda
-De cmo es el paraso
-La Luz
lvaro Dez Astete
-Santa Ana del Yacuma
-Luzbel
-Siringa
-De los mitos de Dios
Reymi Ferreira
-Ausencia
-Barcelona
-Trinidad descansa
-El negro de la esquina
Gricel Gamarra Giese
-Sin versos
-Maneras
-Atrapada
-Suspiro
Ambrosio Garca Rivera
-Tu olvido
-Siembra
-En el ro
-No volver a querer
Renzo Gismondi Zumarn
-Todos
-Mis versos
-www.aMaszoniamoribunda.des.troz.ada.end
http://www.amaszoniamoribunda.des.troz.ada.end/ -
8
-www.despo\\:jados.net.os
Eugen Gomringer
-Avenidas
-Silencio
-Ping pong
-Wind
Patricia Gutirrez Paz
-Palabra innombrable
-Abr el diccionario donde yaces
-Batalla jodida das vos
-Yo te llam resfro
scar Gutirrez Pea
-Retrato (con fondo de violn y piano)
-Turismo de vos
-Deseto
-Invitacin al insomnio
Edson Hurtado
-Te gustaba estar debajo
-El poeta espera a su musa
-Y tu nalga tambin
-A pesar de ella
ngela Mara Justiniano Egez
-Snchez, el mendigo
-Siempre seremos sus ramas
-No hubo tiempo hermano
-Mi caracolito
Germn Lecaro Durn
http://www.despo/:jados.net.os -
9
-Nostalgias Saladas
-Historia a Medias
-Soberbia
-Retrospeccin
Ruth Ana Lpez Caldern
-Monarca
-Detrs de la mscara
-De mitos y leyendas
-Despierta
Arnaldo Meja Mndez
-Jaikus
Sebastin Molina
-Jaikus
Blanca Elena Paz
-Onidra
-Pretrito
-Destiempo
-Surrealismo
Claudia Pea Claros
-El rito
-Cuando muera
-Los caballos de mi abuelo
-Das de atraso
Eduardo Quiller
-Hijo
-Sembrando losetas
-Mientras t escribas poemas
-Escritores
-
10
Paura Rodrguez Leytn
-Por ahora no deseo agua.
-Algunas seales
-De barro
-No s cul ser mi estado natural
Alfredo Rodrguez
-Certeza de un hombre sin alas
-Sobrevuelo en La Mancha
-Plegaria
-Solicitada final
Antonio Rojas
-Tindete a mi lado
-Escritos una tarde
-Pudo haber nacido
-Epigrama
Silvia Rzsa Flores
-Tan solo
-Homenaje
-Oasis
-Reflexin
Carlos Saavedra Weise
-Cuando Corten
-Jaikus
Roxana Selum
-y me estremec toda
-Siente
-No digas nada,
-Sola
Elas Serrano
-
11
-A orillas del ro
-En la ventana
-Quise
-Cuando me miro
Paola Senseve
-Dios es naturaleza
-Transgredir
-Borges
-Un hombre en mi cabeza
Pedro Shimose
-Moxitania
-Riberalta
-Tiwanaku
-Ramn Beyuma
Kathia Simon
-Delirium tremens
-Eptome
-Limpieza
-Esencia de oruga/ ser mariposa
Luis Assad Simon
-I
-El sembrador
-Poema 19
-La llanura
Nicomedes Surez Araz
-Carta a la amnesia n2 2.089
-Orqudeas amaznicas
-Pierna silvestre
-Salsa de aj
-
12
Gigia Talarico
-Como ella
-Suicida
-Julio
-Ro
Camila Toribio
-Veinticuatrosiete
-Conciencia
-Quin?
-El ltimo naipe
Claudia Cecilia Vaca Flores
-Silente
-Aguas
-Futuro
-Embalsamar
Fanthy Velarde
-Y me llevo todo
-Esto ser todo?
-Maana
-Carta
Jos Villar Surez
-Jaikus
Emma Villazn Richter
-Solicitud
-Aqu, escuchen
-Seda
-Propiedad
Los poetas
-
13
Bibliografa
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Presentacin
Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte
la subjetividad de su poca".
J. Lacan. Escritos 1 (1953)
Existe la poesa amaznica boliviana?, se pregunta a mitad de camino Homero
Carvalho en el ensayo que antecede a esta antologa de poesa, mientras reflexiona sobre
la esencia del discurso literario de una regin que estara albergando un otro hacer
potico. Y a lo largo de introduccin, justifica desde un marco temporal y conceptual,
por qu es posible pensar esta nueva geografa literaria, a partir de una reestructuracin
social, (tras el ao1952) y de los efectos producidos en todos los mbitos de la cultura,
por este hito poltico y social.
La configuracin de un territorio literario no es, sin duda alguna, tarea sencilla. No se
trata simplemente una seleccin responsable y consciente de escritores, obras, gneros,
etc. a partir de un criterio previamente elegido. Tampoco se trata de una eleccin que
haga eco de una eventual demanda individual, o institucional, como es el caso. Es ms
bien, una construccin conceptual y terica, que como tal se apoya en un andamiaje
constituido antes que nada por la percepcin sensible del antlogo, as como por los
dems factores externos por l mencionados. A saber, esta seleccin es posible, pues los
escritores elegidos y sus textos, se inscriben en una cultura que est definida tanto por
la cosmovisin como por el lenguaje de las etnias que la habitan, () una manera de
pensar y de sentir el universo y la vida, que esta se expresa en la mitologa, en la
msica, en las tradiciones orales, en las costumbres, en el lenguaje comn y, por
supuesto en la literatura, estamos hablando tambin de lo lingstico, con un acento
peculiar que posee giros gramaticales propios y el lenguaje espaol enriquecido por
palabras y trminos de las numerosas etnias que poblaron y pueblan esta regin,
podemos concluir que s existe una poesa amaznica y una poesa que se escribe desde
esta regin, porque existen autores nacidos en la Amazona Boliviana y otros que han
decidido vivir en esta regin o escriben sobre ella (H. C. O). Queda claro, como all
mismo se explica, la Amazona misma, no es per se temtica obligada.
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Y si bien el espectro de autores es de una amplitud remarcable, ya por la trayectoria que
algunos tienen, ya por la juventud y la frescura de otro/as (adems de la intrnseca
variedad temtica y estilstica del grupo que constituyen) este sentir el universo los
vincula para conformar un gran fresco potico. As, tenemos a scar Barbery, muy
brevemente, nos ofrece su mirada de la luna, esa luna tantas veces descrita y
homenajeada en la tradicin local, esa luna tan propia del tunante como del poeta,
luna-moneda en el breve poema homnimo.
En esta antologa, Homero Carvalho Oliva prescinde de los lmites geopolticos
trazados por la historia de nuestros pases y con los que hemos construido nuestro
sentido de pertenencia regional y nacional, y de pertenencia a un momento histrico.
Lmites con los que se han elaborado varias decenas de anteriores antologas literarias,
que, con frecuencia coinciden o incluso refrendan, los antes mencionados linderos
regionales. Aqu se desafa al lector a encontrar en s mismo una nueva subjetividad
regional con el fin de apreciar de una manera distinta la realidad literaria. Homero
Carvalho concilia las diferencias que estas limitaciones impusieron a anteriores trabajos,
tiene un claro espritu incluyente, pretende exponer el sentimiento al igual que la
tcnica, la emocin al igual que el saber literario, rene al nacido en estas tierras con el
llegado y aquerenciado. No es solo Santa Cruz, Beni, Pando la querencia que
encant a propios y extraos. Toda la selva y sus ros, montes, llanuras, lluvias y
humedad, acogen a este gran grupo de poetas. Empieza la noche a levantarse, de
Pablo Carbone, es otra muestra de lo afirmado por nosotros, poeta en cuyos textos la
mujer, la pasin, y la escritura se funden en un solo gesto. Toda la selva y sus llanuras,
en la que se incrustaron pequeos pueblos, es la que aparece entre lneas en A Santa
Cruz en un da cualquiera de Ruber Carvalho.
La Amazona, en palabras del autor, es ese mtico espacio donde los ros eran potros
domados, imagen que habla por s sola. Y an son el aire que respiran todos, por eso
dice Ruber Carvalho Si vas a llevarte el aire/ a m que me quede el ro / Es
tambin tierra de duendes, an los que desandan sus calles de arena/ y la ubicua pena
de las chicharras/se hace infinita como la misma arena. La Amazona se disuelve cual
sus ros.. tambin en los pueblos de frontera de los que nos habla Anbal Crespo Ross
(Luz y sombra vacilan).
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Gran homenaje a esta tierra, el que se hace en la presente seleccin de versos. Y un gran
presente para todos los lectores.
Claudia Bowles Olhagaray
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Poesa Amaznica
Ramn Rocha Monroy
El inolvidable Augusto Cspedes escribi con sorna sobre un literato boliviano
por ejercer la crtica aduanera, un sesgo frecuente en los programas de estmulo
a la lectura. Me imagino que es como ser guardia aduanero, detener una flota e
investigar cuntos pasajeros lleva, de qu edades y condiciones y a quin
corresponde la carga del buzn. Los informes de lectura se parecen a eso, porque
tienden a analizar hasta el asco y diseccionar una obra sin haber apreciado sus
ritmos secretos, sus rumores, sus simetras, sus apelaciones e influencias; en
suma, ese ro rumoroso que es toda buena obra literaria.
Tengo entre manos el libro Los tres cielos. Antologa de la Poesa Amaznica de
Bolivia, de Homero Carvalho Oliva (Ed. 3600-Gente Comn, 2013) y lo primero
que veo es el ndice, y ms an, la pequea biografa de cada autor, y la
advertencia de que se trata de 50 pasajeros que van en un bus amaznico, cuyas
edades podemos dividir entre tres, incluso entre cuatro generaciones: los nacidos
en los aos 50, 60, 70 y 80. Entre ellos encuentro voces amigas, varones y
mujeres muy queridos que habitan la Amazona o escriben sobre ella, y tienen en
comn decir y nombrar el agua, ya sea en los ros inmensos que corren por el
campo, o en esos ros urbanos, hechos de calles y avenidas, pero sobre todo de
gente con un emprendimiento, un problema, una urgencia o nada que hacer en el
corazn y en la mente.
Me asombro tanto como el antologador al descubrir, l desde adentro, yo desde
afuera, que hay una poesa amaznica, y que la cifra que la nombra es el agua,
quiz la raz de todo ejercicio literario, de la vida misma, donde todo fluye y pasa
y no se repite y dura lo que una onda entre las aguas rumorosas. Los conceptos
no son mos, son de mi viejo amigo Homero, el antologador amaznico y
universal, que oye los maravillosos mitos y leyendas de casi treinta pueblos
indgenas de la regin, pero tambin las voces de las nuevas generaciones, atentas
a los ros urbanos que son en cierta medida rurales pero avasalladoramente
modernos, y por eso hablan del mundo interior, del cuerpo, del amor, de los
sueos, en un registro pleno de alardes, invenciones y bsquedas estticas para
nombrar las cosas que los abuelos poetas ni sospechaban que existieran. Y lo hace
no solo prestando odo al rumor clido de la vida sino contra la anticultura del
narcotrfico, que quiere apoderarse del paisaje y de la gente y destruir ambos con
su sed de riqueza depredadora y destructiva.
Haber entendido que existe ese elemento comn, ese elemento-imagen en esos
hombres y mujeres de palabras es un mrito enorme para Homero Carvalho, pues
con l est consiguiendo situarse en el mundo, saber qu es, a qu movimiento
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pertenece y qu cosmovisin lo conmueve, cosa nada fcil para los poetas
especialmente urbanos de todos los tiempos. Porque es relativamente fcil
adscribirse al modernismo, al surrealismo, al concretismo, al ultrasmo, al
posmodernismo y morir en el intento; en cambio, qu difcil es lo otro, que es
una apuesta de vida y una huella que no desemboca en el olvido.
Esta antologa sella el esfuerzo de varias generaciones de poetas del Oriente
boliviano (Shimose), que pugn y seguir pugnando por hacer or su voz en un
mundo plagado por voces andinas, cultura andina, bandas de msica andinas,
morenada andina, ritos andinos, excesos que, como la papa transgnica, no
permiten la existencia de las especies domsticas: el carnaval, el taquirari, la
chobena, la cueca, el huayo, el chuntunqui, el bailecito, la poesa empobrecida
que antes podas encontrar en las fiestas populares. As del viejo Ambrosio
Garca, del entraable Roger Becerra, del recordado Ral Otero Reiche, de Pedro
Shimose, Premio Nacional de Cultura, de Nicomedes Surez, del viejo amigo
Ruber Carvalho llegamos a nuestros das con la vigorosa aparicin de nuevos
poetas varones y mujeres, a quienes la antologa les da una identidad vasta y
nica en el mundo: su condicin amaznica que trasciende nuestras fronteras.
Homero encuentra ros y cauces nuevos, cunto ms para un observador externo,
como este humilde servidor, que ama y respeta una tierra vasta, un lenguaje
innombrable, un humor y una gracia amaznica que lo asombran. Pero acaso el
mrito mayor de Homero sea considerar los cuatro poemas representativos de
cada poeta antologado como puentes para llegar a su obra y conocerlos con
inters, curiosidad y cario.
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Prlogo
Y el ro remonta su curso, repliega sus velas, recoge sus imgenes
y se interna en s mismo. El ro, Octavio Paz
Hace un par de aos, una fundacin me encarg hacer una antologa de la poesa
amaznica, yo cumpl con el afn y la entregu a su debido tiempo; sin embargo el
proyecto de edicin qued en el limbo durante varios meses sin que yo tenga noticias
certeras de su publicacin, as que por respeto a los autores que me honraron con su
confianza cedindome sus poemas para ser incluidos en la obra, decid publicarla con el
apoyo de Editorial Gente Comn 3600.
El compromiso era realizar una seleccin de poesa amaznica de 1952 al presente ao
y segn el encargo original cuid de incluir a poetas que nacidos o que estn viviendo
en los departamentos amaznicos estn, en la actualidad, poetizando desde un nuevo
lenguaje. En la primera edicin fui fiel a los compromisos con la fundacin que me
encarg el trabajo, ahora estoy liberado de ellos y les present una antologa revisada,
ampliada y actualizada con poetas que han publicado poemarios a la fecha. En esta
versin incluyo al gran poeta Eugen Gomringer, nacido en Cachuela Esperanza, Beni,
creador de la Poesa concreta, una tendencia que cre toda una escuela y que posee
magnficos seguidores. Se podra afirmar que Gomringer, de padre suizo y madre
boliviana, es el poeta boliviano ms famoso en el mundo aunque muy pocos sepan que
naci en un pequeo pueblito de la Amazona Boliviana en pleno auge de la goma.
Sabemos que toda antologa es arbitraria porque tiene que regirse por criterios
predeterminados: edad, regin, nacionalidad, pertenencia y otros. En esta, en particular,
se trata de incluir a poetas que han nacido o que estn viviendo en la extensa regin
amaznica de Bolivia que abarca ms de dos tercios del territorio nacional y forma
parte, a travs de sus afluentes, de la cuenca mayor del Ro Amazonas o Ro de las
Amazonas nombrado as por Francisco de Orellana en homenaje a las mujeres guerreras
que encontraron en su expedicin. En este espacio socio-geogrfico se encuentran los
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departamentos de Beni y de Pando en su integridad; as como una buena porcin de
Santa Cruz; sin embargo el imaginario literario cruceo est marcado por lo amaznico
como se puede apreciar en la poesa de Ral Otero Reiche, el gran poeta de la selva,
cuya poesa es sugestiva y evocadora del mundo amaznico. No he incluido a La Paz
que, tambin, posee provincias en esta cuenca hidrogrfica, porque creemos que su
cosmovisin y su espritu son ms andinos. As, tambin, he incluido a algunos poetas
que, viviendo en otras regiones, han dedicado su obra potica o parte de ella al
imaginario amaznico. Tampoco he incluido a los hermosos cantos, mitos o leyendas de
los cerca de treinta pueblos indgenas que habitan esta regin, porque forman parte de la
tradicin oral y merecen un estudio especial.
El poeta pandino Ramn Campos Tibi falleci cuando esta antologa ya estaba
concluida, as que como un homenaje pstumo, decidimos hacer una excepcin y
mantener sus poemas en la seleccin.
Considero necesario hacer estas aclaraciones, para delimitar los alcances de la antologa
y, as, evitar malos entendidos o ciertas ausencias. Tambin quiero dejar en claro que se
trata de una seleccin de poesa de la Amazona Boliviana y no, necesariamente, de
tema amaznico, as como tambin de poetas que estn escribiendo en la actualidad.
Esta es un antologa incluyente, porque como se ver, en ella hay escritores bolivianos,
nacidos en los departamentos amaznicos de Beni, Pando y Santa Cruz, as como
autores nacidos en La Paz, Cochabamba, Tarija y Chuquisaca y, tambin, poetas
nacidos en otros pases como Chile y Argentina.
La motivacin que me llev a compilar estos poemas, adems del encargo oficial, fue la
de mostrar y difundir la produccin potica de esta regin, en un momento histrico
importante para nuestro pas en el que la literatura boliviana, como nunca antes, se est
mirando a s misma. Nos estamos leyendo a nosotros mismos con ojos crticos, pero
tambin con asombro.
Decid ser ecunime con los seleccionados y mostrar cuatro poemas por autor, buscando
que sean representativos de su obra, as como que se ajusten a los objetivos de la
antologa. He incluido a autores de vasta trayectoria, reconocidos nacional e
internacionalmente, as como a aquellos que se estn dando a conocer. Esta compilacin
pretende convertirse en una provocacin para que el lector desembarque en las libreras
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o en las bibliotecas buscando las obras de los autores incluidos. As mismo, la
presentacin de los poetas se realiza por orden alfabtico.
Ahora, bien, existe la poesa amaznica boliviana? Si tenemos en cuenta que no
solamente hablamos de un espacio sociogeogrfico determinado, en el que existe una
cultura que est definida tanto por la cosmovisin como por el lenguaje de las etnias que
la habitan, que han fijado una manera de pensar y de sentir el universo y la vida y que
esta se expresa en la mitologa, en la msica, en las tradiciones orales, en las
costumbres, en el lenguaje comn y, por supuesto, en la literatura, estamos hablando
tambin de lo lingstico, con un acento peculiar que posee giros gramaticales propios y
el lenguaje espaol enriquecido por palabras y trminos de las numerosas etnias que
poblaron y pueblan esta regin, podemos concluir que s existe una poesa amaznica y
una poesa que se escribe desde esta regin, porque existen autores nacidos en la
Amazona Boliviana y otros que han decidido vivir en esta regin o escriben sobre ella.
A propsito de la literatura amaznica en general, el escritor cubano Juan Nicols
Padrn, al referirse al libro de Amazona: el ro tiene voces de la escritora chilena Ana
Pizarro, Premio de ensayo Ezequiel Martnez Estrada de la Casa de las Amricas en
2011, un texto importante para los estudios de la regin amaznica como otro ms de
los centros culturales americanos, con la caracterstica de no tener centro porque se trata
de una diversidad diversa, seala: Desvanecido el sueo amaznico se potenciaron
los discursos de la frustracin, otra vez las antinomias de paraso e infierno convivieron,
ahora para encontrarse entre la utopa y el fracaso, el encantamiento y el engao, el
deslumbramiento y el horror. Avanzado el siglo XX la modernizacin signific el
acercamiento de las transnacionales para la explotacin del petrleo, la energa
hidrulica y la industria maderera. La construccin de carreteras e hidroelctricas, la
explotacin de minas de oro, el cultivo de yerbas aromticas, y especialmente la
arrasadora anticultura del narcotrfico, con su comercio y trfico ilegal de armas,
contrabando y robo de automviles, y el crimen, incluido el ecolgico, caracterizan una
parte de los intereses actuales de esta zona, poseedora de una cultura con imaginarios
diferenciados y una diversidad expresada por la voz de sus propios habitantes. Una de
estas manifestaciones es la esttica ilustrada de las ciudades implantadas en la
Amazona y que se relacionan directamente con la selva y el agua. Algunos de sus
discursos se ejemplifican en la obra del poeta y dramaturgo Joo de Jess Paes Loureiro
y el msico Waldemar Enrique, el poeta de Iquitos Csar Calvo o el de Manaos, Thiago
-
22
de Melo; los escritores bolivianos Nicomedes Surez-Araz y Homero Carvalho; la
narrativa de los brasileos Mrio de Andrade, Antonio Callado, Dalcidio Jurandir,
Milton Hatoum, Ferreira de Castro, Bernardo Carvalho, Mrcio Souza o la poesa de
Ral Bopp; el clsico narrador colombiano Jos Eustasio Rivera o William Ospina; el
tambin clsico novelista venezolano Rmulo Gallegos o Jos Balza, y hasta el
argentino Eduardo Sguiglia, entre otros.
Como toda actividad artstica, la poesa evoluciona con un movimiento interior en
permanente contradiccin. La poeta Olga Orozco seala que la poesa puede
presentarse al lector bajo la apariencia de muchas encarnaciones diferentes, combinadas,
antagnicas, simultneas o totalmente aisladas. De acuerdo con las pocas, los gneros,
las tendencias, puede ser, por ejemplo, una dama oprimida por la armadura de rgidos
preceptos, una bailarina de caja de msica que repite su giro gracioso y restringido, una
pitonisa que recibe el dictado del orculo y descifra las seales del porvenir, una reina
de las nieves con su regazo colmado de cristales casi algebraicos, una criatura alucinada
con la cabeza sumergida en una nube de insectos zumbadores, una seora que riega las
humildes plantas de un reducido jardn, una herona que canta en medio de la hoguera,
un pjaro que huye, una boca cerrada y coincidimos plenamente con ella, pues en esta
seleccin vern muchos ejemplos de lo que afirma la poeta argentina.
Antes de la Revolucin Nacional de 1952 la poesa boliviana empez a navegar por
cauces diferentes a los de la rima y el metro; los poetas usaron el verso libre para
expresar su lenguaje potico y hablar del ser humano y de los hechos cotidianos,
incorporndose a las corrientes universales que caracterizaran a la segunda mitad del
siglo veinte, como el surrealismo, las vanguardias, la poesa social y la concreta, entre
otras.
La Revolucin Nacional, la presencia y posterior ausencia del Che Guevara, las
dictaduras militares y la actual democracia recuperada con mucho sacrificio,
contribuyeron, sin duda alguna, a la renovacin potica, porque los poetas son parte de
una sociedad que los hace en s misma. En este proceso surgieron nuevas corrientes que,
al igual que en el resto del mundo, reflejan los problemas sociales, polticos,
econmicos y culturales y, ahora en Bolivia, hay muchos registros poticos, todos ellos
intensos y vastos; entre ellos la renovacin de una poesa de tendencia indigenista que,
-
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en el pasado, tuvo destacados poetas nacionales como Jess Lara, pero que no se haba
dado en la poesa escrita en la regin amaznica.
En esta muestra hay poetas que son herederos de la tradicin potica del cruceo Ral
Otero Reiche y de los benianos Hormando Ortiz Chvez y Horacio Rivero Egez; as
como del paceo Jaime Senz y, por supuesto, de la tradicin literaria de los grandes
poetas de lengua hispana y de otros idiomas. Ahora, en el tercer milenio, estamos en un
mundo globalizado y las influencias son mltiples, porque se puede leer a un poeta
rabe, a un japons o un caribeo con solo buscarlo en la Web.
Eleg titular a esta antologa Los tres cielos, porque, en la cosmovisin de algunos
pueblos amaznicos, existe la creencia de que la vida se desarrolla en tres niveles
metafsicos, tambin llamados los tres bosques. Tres planos que se repiten en muchas
otras culturas y que equivalen al cielo mismo, a la tierra que pisamos y al submundo.
Niveles que tambin pueden ser interpretados como lo divino, lo humano y lo interior.
Los poetas escriben desde esos tres niveles arriesgando en sus palabras su interpretacin
de lo espiritual, de lo cotidiano y de su interior.
Por eso, tambin, eleg la estrofa de Octavio Paz, como epgrafe propiciatorio para la
celebracin de esta obra que intenta mostrar las creaciones de poetas que escriben en y
desde la regin amaznica de Bolivia, porque en la imagen del ro se incluyen los tres
cielos. Adems, el ro, como el agua, es una de las imgenes recurrentes en los poetas de
esta regin, no por nada la Amazona es la mayor reserva de agua dulce del mundo. El
Rio Amazonas es una presencia espiritual mitolgica que ampara todo el territorio.
Seleccionando los poemas me di cuenta de que el ro es un importante elemento comn
de pertenencia al territorio amaznico, a un imaginario potico, elemento-imagen que se
da tanto en Ambrosio Garca, el poeta de mayor edad, como en Benjamn Chvez, uno
de los ms jvenes, que, paradjicamente, ha vivido la mayor parte de su vida en Oruro
y La Paz; pero que nos ratifica en nuestra intencin seleccionadora. Es Benjamn quien
afirma: Ms que agua, pienso, mi ro, / el que hered, / arrastra palabras, / sirenas que
cruzan, / barullo de marineros, / canciones.
La mayora de estos hombres y mujeres de palabras, que he seleccionado, tienen
marcada una relacin especial con el agua, con los ros, lagunas y caadas y algunos de
sus versos, ms emblemticos, estn escritos con el color de sus aguas. Tal vez la poesa
-
24
sea la verdadera patria de las aguas al decir de Thiago de Mello, poeta amaznico
brasileo que nos hermana en las palabras, porque los poetas tienen la vocacin del
agua, siempre fluyendo a los mares de palabras para no estancarse en el camino.
Pocos poetas amaznicos, nacidos o que han decido vivir en esta regin, han podido
escapar a la poderosa influencia de nuestro paisaje, puede ser que escribamos sobre
otras realidades, sobre otras regiones, pero cuando lo hacemos nos domina el verde, la
selva y, por supuesto, el agua. Es como si todo lo que escribisemos, lo hicisemos con
la tinta de los ros que llevamos adentro.
Dejen que les recuerde que la vida pasa todos los das y nosotros somos apenas una
onda, una diminuta ola que acaba en la orilla de uno de los ros nominados por los
poetas. Esos ros como el Sena que era para Ungaretti, el ro de la conciencia del mundo
o el Serchio (un ro de la Toscana) el de la memoria y el Nilo el de la formacin y de la
primera intuicin de la vida o el Leteo, el ro del olvido, inventado por el hombre para
que podamos vivir sin tener que llevar nuestro pasado a cuestas.
Como toda corriente de agua, hay poemas que pueden no ser definitivos, especialmente
los de los ms jvenes cuya obra est en construccin permanente y puede que maana
nos sorprendan con otros poemas. Leyendo algunos de los poemas el lector imaginar
que nosotros mismos somos un "ro de pie" como dira el gran poeta cruceo Ral Otero
Reiche y se sumergir en los poemas como si fueran los ros que corren por sus venas.
El ro, al decir del poeta argentino Csar Bisso, es un testimonio de eternidad, un andar
que no cesa como el poema mismo. Debemos volver a la vieja idea del ro como centro
de uno mismo dice Bisso. El ro anda dentro de s, con la libertad de quien nada
demanda. El poema tambin navega por dentro de su propio silencio, pero ningn poeta
duda de que el silencio es el gran poema que desea escribir.
Y en silencio, vamos abubuya, dejndonos llevar por la corriente
Si algo percibimos de nuestros poetas, es que los ros, adems de ser la metfora del
pensamiento, son la vida misma, real y cotidiana, son hechos, son palabras, son la
madre que nos trajo al mundo. Por eso los presentimos, como Pedro Shimose,
afirmando: y el ro/ cuando no era ms que una gota suspendida en el aire. Al
mencionar a Shimose no puede dejar de recordar su antologa Poetas del Oriente
Boliviano que sirvi de inspiracin a este trabajo.
http://es.wikipedia.org/wiki/Toscanahttp://es.wikipedia.org/wiki/Nilo -
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Nadie que conozca nuestra regin y lea un poema sobre el ro podr dudar de que se
trate de un poeta nacido o criado en estas tierras. El poeta comparte su relacin, su
cosmovisin y la proyecta en los versos ldicos, salvajes, sensuales, erticos que
escribe.
En una relacin ertica el agua nos posee y nosotros poseemos el agua, el agua es
nuestra amante. La deseamos ansiosamente para aliviar la sed, la necesitamos para
refrescar nuestra humanidad, para lavar nuestros cuerpos de la transpiracin: agua
externa frente a agua interna. Cuando amamos la sublimacin es lquida, el beso, los
cuerpos sudorosos, el arrebato sexual; somos ros fluyendo hacia el mar que no es otra
cosa que el otro. Tal como lo expresa Gigia Talarico: Hoy navegan/ Efmeras
memorias/ a destiempo/ en este cuerpo/ que es ro/ que es ruido/ que es anhelo o
Roxana Selum en su poema No digas nada: Ro turbio como el Mamor/ Mi ancho mi
caudaloso, mi profundo ro-cuerpo mo.
La sensualidad del agua la sentimos cuando leemos a Nicomedes Surez nombrando a
una mujer que a la orilla del ro lava su ropa/ lava su cuerpo oscuro. Esta sensualidad,
rozando el erotismo, est presente en los poemas en Roxana Selum, Rosario Aquim y
Edson Hurtado, quienes liberan el deseo en la poesa que las consume.
La relacin ser humano/ro ro/ser se vuelve metfora en un poema de Ruber Carvalho
que al igual que todos los poetas amaznicos han hecho del ro la raz de agua de sus
creaciones y le pide a la amada: Si vas a llevarte el aire/ a m que me quede el ro/ el ro
donde desagua la llovizna de tus lgrimas.
Existe entonces en la Amazona un carcter distinto de mirar, de sentir, de nominar, de
soar y de poetizar el mundo exterior y el interior. Y en cada poeta nuestro ese carcter
se vuelve particularsimo. En el departamento del Beni, por ejemplo, ese carcter
potico que nos distingue, que nos identifica, est marcado por las aguas, por la lluvia,
por las zanjas, por los atajados, por las lagunas, por los arroyos, por los curiches, en fin
por los ros mismos y en especial por el Mamor, el ro madre, el ro columna vertebral
de nuestro ser amaznico.
Sin embargo, no quiere decir que todos los poetas aqu incluidos escriban sobre la selva,
el agua o los ros, de ninguna manera, pues cada poeta es dueo de su propio orgasmo y
por tanto de sus palabras y de sus versos. En el territorio amaznico se dan, tambin,
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otros elementos comunes, que, como ros van tejiendo la urdimbre de una cuenca
potica que nos define. Del ao 1952 adelante la poesa se ha ido navegando por varios
de esos ros. Desde el ro a cuya orilla escriban los poetas de la dcada del cincuenta,
formando nuestra identidad regional y consolidando una forma de ser, hasta los ros
urbanos, que son las calles y avenidas o los ros humanos que las recorren, en los que
los poetas jvenes son atrapados por la urbe, por la ciudad que al hacerse a s misma va
pariendo a quienes la nominan.
Trascendiendo la bsqueda de la identidad, ahora, los poetas profundizan en lo
filosfico y en lo espiritual, as como en lo mundano, apuestan a un nuevo lenguaje y
construyen su propia e ntima relacin con el espacio y el tiempo. Lo amaznico ya no
est presente simplemente como un tema, sino como una sntesis cultural, en la que los
poetas encuentran su diversidad de voces y estilos. Voces y estilos que proyectan una
nueva forma de pertenencia, una nueva identidad social, poltica y cultural, propias del
sujeto histrico.
En Santa Cruz de la Sierra, por ejemplo, el movimiento de la historia ha pasado
velozmente, en pocas dcadas transit de lo rural a lo urbano. Hoy vivimos y
sobrevivimos en una ciudad en la que se impone lo moderno como compulsin y
dependencia, sin dejar an algunos rasgos campesinos o provinciales. Y esas
contradicciones son expresadas ya por los poetas llamados de la generacin de la dcada
del ochenta entre los que podemos nombrar, entre otros, a Reymi Ferreira, Antonio
Rojas y despus de esa dcada a scar Barbery, Gustavo Crdenas, Emma Villazn,
Alejandra Barbery, scar Gutirrez, Pablo Carbone, herederos del estro potico del
Ral Otero Reiche que dedic decenas de poemas a la ciudad vieja.
Otro de los cauces importantes es la que est enraizada en la naturaleza y su relacin
con el ser humano, a la que se adscriben poetas como Ramn Campos, Homero
Carvalho y Pablo Cingolani, poeta argentino que ha hecho de la Amazona la taca a la
que siempre vuelve. Esta poesa posee una gran fuerza espiritual y telrica y est
emparentada con la de Vito Apshana de Colombia y Humberto Akabal de Guatemala,
entre otros poetas de Latinoamrica, y se nutre de la naturaleza, de la cosmovisin, de
los mitos, de la magia y de la vida misma de los pueblos indgenas; la poesa toma
conciencia de la naturaleza y su proteccin, dotndole a sus poemas de una atmsfera
ancestral, pero contempornea al mismo tiempo.
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La obra de la mayora de los poetas incluidos en esta seleccin ha sido ampliamente
reconocida y comentada por crticos y literatos nacionales y extranjeros. Por ejemplo,
para Pedro Shimose, poeta y crtico, la obra de Antonio Rojas y Benjamn Chvez, junto
a otros poetas, representa, en el panorama de la poesa boliviana contempornea, una
nueva forma de concebir la poesa y Reymi Ferreira, para el autor del poema Ramn
Beyuma uno de los poemas que recitbamos en la universidad vendra a ser el
heredero de la antipoesa de Nicanor Parra.
Para Csar Chvez Taborga, crtico literario, la poesa de Ruber Carvalho es jubilosa,
enamorada y sobre todo romntica y lrica y la de Pedro Shimose, lleva muy adentro
los ingredientes telricos de su paisaje que sustantiva la metfora y la imagen como en
Ral Otero Reiche y Campero Echaz y esa es, justamente, la poesa de Shimose que
hemos incorporado a esta muestra, porque a diferencia de otras, nos muestra su sentido
de pertenencia a una regin.
Otros de las grandes ros poticos de esta seleccin es, sin duda, el del amor, en esta
corriente, adems del evidente romanticismo de Ambrosio Garca, Ruber Carvalho y
Fanthy Velarde, podemos mencionar a la mayora de los poetas incluidos en esta
seleccin, pero especialmente a Mauro Bertero, Antonio Rojas, Silvia Rzsa, Reymi
Ferreira, scar Barbery y entre los ms jvenes a Claudia Vaca, todos ellos con ciertas
tonalidades surrealistas. En esta corriente se integran los jaikus de Jos Villar con una
autntica carga sensual.
Y hablando de jaikus, la forma ms breve de la poesa importada desde Japn, en la
regin existen varios seguidores de Basho, entre los que puedo nombrar, adems de
Villar Surez, a Sebastin Molina, Arnaldo Meja Mndez cuyo jaikus son
existencialistas y a Carlos Saavedra cercanos al aforismo.
La poesa de Gigia Talarico es metafrica, sus versos estn preados de imgenes
interiores que siempre dicen ms all de lo que est escrito. Fanthy Velarde es un
hallazgo para esta seleccin, pues es muy huraa para publicar y tuve que recurrir a un
amigo en comn para conseguir su libro de poemas; como toda poesa es un canto el de
Velarde es de una avecilla herida sanando las heridas de la vida con el amor de su
compaero Julio, a quin le canta en diciembre; una poesa intensa y extraamente
melanclica. As como la de Paura Rodrguez es eminentemente evocadora, plena de
imgenes interiores y de reminiscencias de la creacin. Claudia Pea escribe desde sus
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entraas, su poesa es desgarradoramente femenina, exalta el gnero. La de Gary Daher
es ms aforstica, encierra algo, un mensaje o carga un misterio. En esta lnea aforstica
estn tambin los jaikus de Arnaldo Meja y los de Carlos Saavedra. La poesa de
Germn Lecaro est hecha de imgenes soadas, como un viaje interior. Anbal Crespo
es un poeta que busca en el verso el cliz de la palabra. ngela Mara Justiniano
trabaja una poesa ingenua, cariosa, sus poemas parecen pinturas naif y eso la
distingue del resto de los poetas. Rosse Marie Caballero es tambin romntica y se eleva
en la bsqueda del verso elegante. Patricia Gutirrez poetiza desde el dolor, como
guerrera buscando el conjuro para espantar el mal.
Elas Serrano escribe versos breves y sugerentes. La poesa de Mauro Bertero es sencilla
pero profundamente romntica. Blanca Elena Paz posee una gran fuerza evocadora y
lcida. Alejandra Barbery aporta la mirada intimista y cuestionadora de su entorno.
Paola Senseve apunta elevarse desde su cuerpo-materia a lo espiritual con claras
referencias literarias. Diferente es la poesa de Ruth Ana Lpez, quien poetiza desde sus
entraas, desde una visin desencantada del mundo y sus alrededores. Camila Toribio,
muy joven ella poetiza lo cotidiano que no es lo real, sino lo que imagina. Renzo
Gismondi escribe parodiando los link del web, apoyado en un sarcasmo demoledor.
Eduardo Quiller escribe poemas de versos cortos desde lo social y lo poltico, es crtico
con su entorno y se expresa con irona. Alfredo Rodrguez es un poeta irreverente, tanto
para el amor como para con las cosas cotidianas.
Incluimos en esta antologa a lvaro Dez Astete, poeta paceo de padres orientales,
quien desde su profesin de antroplogo se ocupa militante de la defensa de las etnias
amaznicas, la poesa de lvaro es extraa y reveladora de profundos mundos
interiores. Coincido con Alfredo Fressia quien seala que, la poesa de Gabriel Chvez
Casazola tiene el poder de transfigurar lo que toca, de iluminarlo. Emma Villazn,
joven poeta con una voz madura, devota de las profundas imgenes interiores, perpleja
ante el mundo, poetiza lo oscuro, lo que se presiente. La poesa de scar Gutirrez y
Pablo Carbone exterioriza en el verso lo que ven, el primero la ciudad y el segundo la
mujer. Entre las ms jvenes de este grupo sea Albanella Chvez, que ha definido su
estilo con poemas de largo aliento, con una estructura especial y con un lenguaje
radicalmente transgresor. Otra de las jvenes es Kathia Simon cuya propuesta es
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tambin original y diferente, es surrealista y vanguardista, cuyo ritmo proviene del rock.
Ana Mara Arana, est en la bsqueda del Nirvana y lo refleja en su poesa.
Volviendo a la pregunta de si existe una poesa amaznica diremos que la pertenencia a
un lugar es un acto de libertad y, as como existe la poesa, en su sentido ms amplio, en
un espacio llamado Bolivia, tambin existe una poesa amaznica. Esta antologa es la
constatacin de esa poesa renovada, autntica y extraordinaria en muchos casos, que se
ha escrito y se est escribiendo en la actualidad en el territorio amaznico boliviano. En
la mayora de los casos se trata de una poesa an desconocida hasta por nosotros
mismos. Parafraseando un verso de Albanella que dice mi nombre es un puente,
diremos que los nombres de los incluidos en esta muestra potica, son puentes para que
los lectores puedan llegar a sus libros.
La primera edicin sali gracias a Editorial Gente Comn 3600, a quienes agradezco
por su generosidad y quiero agradecer a los amigos que abrieron sus bibliotecas para
que pueda consultar los libros que me faltaban y as completar la bibliografa. Esta
segunda edicin ser difundida en digital de manera gratuita para revelar una manera
diferente de escribir poesa, en un territorio de culturas tan diversas como es Bolivia, en
un momento histrico tan especial como el que vivimos.
Homero Carvalho Oliva
Antologador
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Rosario Aquim Chvez
Me introduje en tu nostalgia
Me introduje en tu nostalgia,
deshoj las rosas de tus pechos,
beb la flor que dorma entre tus piernas,
me miraste con ojos de ausencia,
abriste tu cuerpo
y mi lengua penetr tu misterio,
sembrando mariposas en tu vientre.
(De Memorias de la piel, Poetas del Oriente boliviano)
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Una
Una mujer
toca mis profundidades
como cuerdas de guitarra,
roba mis lgrimas para sembrarlas
en primavera
y pintar corazones en las estrellas.
(De Expresin potica del Beni)
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Estoy ebria de ti
Estoy ebria de ti,
te he bebido hasta el cansancio,
tragndome la noche
que se destila en el tiempo.
Suspendida
como una luna vagabunda en el vaco,
mi espritu no encuentra sosiego.
Barco sin horizonte
en el mar de los sueos,
mis fantasas no imaginan puertos.
No te has ido
y ya siento tu ausencia.
Mil fantasmas congelan mis huesos
la soledad vuelve a habitarme,
el silencio me sepulta en su estremecimiento.
Y qu de tus besos?
De tu sabor a mangos verdes, de tu olor a jazmines,
de tu cuerpo derretido en mis labios?
No te has ido
y ya siento esta selva sin aves,
tu nombre en el aire
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circula sin sentido.
(De Expresin potica del Beni)
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Recuerdo
Este anaranjado atardecer
de garzas soadoras,
de ros,
de riberas rojas,
de races,
de memoria.
Del tiempo que no olvida,
del ansia que retorna,
del alma que cabalga
en busca de s misma.
Mientras los perros allan
a los fantasmas,
los amores se desvanecen.
Colgada de la noche
que arrulla su nostalgia,
sumerg mis pupilas recordndote.
(De Expresin potica del Beni)
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Ana Mara Arana
Lades
Brumas tenebrosas coronan mi frente,
soberanos ensueos develan misterios,
tras el pilago azul de una mirada profunda
se sumerge voltil el soplo del viento.
Despiertan hambrientos habitantes del orbe,
errabundas constelaciones de geometras ignoradas,
y en la cenagosa oscuridad de mi alma
sofocantes perfumes conservan su aroma infinito.
Del ocano gris se levantan estatuas de arena,
el silencio bate sus alas sembrando sonidos de muerte,
el eco de voces inmortales reverbera en mis odos
y los lades de la aurora boreal, mi ltima danza acompaan.
Emigro con alivio hacia tierras ignoradas,
esperando encontrar en el infinito
el sonido cncavo de mis versos,
forastera en las tinieblas, despojada de sentido.
(De Lenguas de Fuego)
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A ella...
Cuando el silencio toca mi puerta
me encuentra incitada por el eco furtivo
de mis desdichados recuerdos.
Hastiada de la vida, con amargura,
busco en vano mi descanso.
Escudrio los pletricos rayos de luna
y en opresin violenta anuncio a mi corazn
la llegada de la aurora y su resplandor,
firme y sin temor arrodillada espero
ver tu rostro y tus apasionados ojos negros.
Cruel angustia que debate mi ser
entre la dicha y el pecado de haberte amado
desde antes de nacer, con locura y pasin.
Fugitiva, amada ma. Qu es lo que voy a hacer?
Acecha mi Dios tras las estrellas,
en la bveda azul en donde impera.
Porque Aqu,
es donde solo tu reinas!
(De Lenguas de Fuego)
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Gaudium
Hay quien dice que de las lgrimas
se fabrican las magnnimas estrellas
y todas las cosas bellas,
si eso fuera cierto encontraran su razn
los cerros y los bosques
las playas y sus mares
la luna y las tormentas
los cielos con sus luceros.
Encontraran la razn de su sin razn
los colores de las estaciones
y sus sabores innatos.
Quin podra pues negarle
al sufrimiento, a la angustia
o a la profunda amargura
un pedacito de alma
o el alma entera inclusive?
Si nuestra alma es el crisol de lo bello,
si nuestras lgrimas iluminan los cielos
entonces que grandeza!
somos el hilo divino
conductor del tejido tragicmico
que Dios en su melanclica agona traduce.
(De Lenguas de Fuego)
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Velo de Sangre
Buscando huellas en el camino
encontr pedazos de nada,
miembros sueltos que hacan seas,
agrietadas bocas de besos pestilentes,
manos que rasgaron mi alma.
Y de estos miembros
y de esta nada, forj mi destino.
De mi camino hice un mundo
y de mi meta un adis.
(De Lenguas de Fuego)
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Alejandra Barbery
Imborrable
Por los que quedaron en espera, Sin velorios. Sin entierros.
Imborrable,
la historia de la distancia.
Tiene rostros,
desaparecidos,
de muertos,
de imagen srdida,
siniestra.
Una gota.
Otra gota.
Llueve
! La desesperanza!
(De Poemas para Homero)
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Instantnea
Un poco de muerte
Habita en las sombras.
Ftil aleteo.
Dbil.
Sin luz.
Sin Dios.
(De Poemas para Homero)
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Era otro siglo
Era otro siglo.
Lleno de recuerdos.
Era la patria,
Multiplicada:
Un amor,
Una bandera.
Sin mnimos.
Sin distancias.
(De Poemas para Homero)
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La nave va Verdad
el dolor sin espera.
Sin esperanza.
Volar lejos
volar.
Ser piedra.
Pajarito
impo,
enamorado.
Cazador sin tiempo,
Buclico,
Llora,
Re,
Llora,
Desnuda la vida.
Un s.
Un no.
El paraso.
Haba una vez...
Un perro.
Una casa.
Un gato.
una fantasa
De nada.
De lata.
Era aire,
sin cuerpo,
sin voz.
Era aire
(De Poemas para Homero)
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scar Barbery Surez
Me preguntaron
Me preguntaron
qu palabras,
qu frases,
qu tramas,
qu conceptos,
qu temtica,
qu imgenes,
qu historias
has dicho que otros ya
no las hubieran dicho.
Call.
No todos los silencios
han sido dichos.
(De Gua de costas)
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Te amo tanto
Te amo tanto que
cuando yo muera
un gusano
soar contigo.
(De Gua de costas)
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La luna
Alguien ech a la suerte esta moneda
Que la telaraa de la noche atrapa.
Soy un mendigo con la mano larga
Y la luna no cae.
(De Breve poesa desde Santa Cruz)
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La melancola invent la poesa La melancola invent la poesa. Nadie tir cohetes recibiendo ese invento No hubo esa explosin inaugural
De las navidades y los ao nuevo
Del gol en la cancha Del vivan los novios Y an sin anuncios rimbombantes
Yo supe el preciso momento de ese parto
Qu haca yo mientras tanto?
Yo estaba con mi gisqui en mi terraza Y no s si lloraba mis lgrimas lunares O si ms bien lloraba mis lgrimas nublares
Pero escuch el momento del invento Son a un amor quebrado por la daga que le rompi las costillas a Julieta
Sise como el spid que mat a Cleopatra
Resopl como Otelo estrangulando a Desdmona
Al ronquido de Sansn, cuando Dalila
Al llanto de Narciso salpicndole el reflejo
A Salomn corriendo tras la virginidad de Saba
A Eurdice suspirando y la cancin de Orfeo
Al morirse de Pramo por Susana San Juan
El amor mo con su gigantez de grillo delirante Sumsese a esa orquesta En donde un amor es todos los amores
La melancola sabe de eureka? De esa intoxicacin con optimismo?
No me parece.
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Ms bien supongo que vaga, profunda y tristemente
Hizo el primer poema.
(Indito)
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Mauro Bertero
En tu voz
En tu voz vive el canto
de futuras e inciertas guerras
y en tus ojos duerme la noche
de la paz an no conquistada.
Serte fiel ahora
es navegar el agua
que baja de las montaas.
(De Memorias del encanto)
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49
Si permites
Si permites que sea la noche
la que renueve tu costumbre
de ansiar lo eterno e ignorar lo breve.
Entonces, deja que sea la luz de luna
la que te muestre el camino
hacia el amor que espera.
(De Memorias del encanto)
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Quizs
Quizs
me enamor
de la que quise
que t fueras.
(De Memorias del encanto)
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Prstame
Prstame el milagro que se esconde
en la infinita sombra de tu mirada
y deja que sea la tmida noche
aquella que se ocupe de jugar
con la seda de tu pelo y mis ganas.
A pesar del siempre escaso tiempo
y de la luz de estos versos que no callan
sigues siendo la duea de mi ltima lgrima.
(De Memorias del encanto)
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52
Rosse Marie Caballero
La vida mat a la muerte
Una sola vez muri la muerte
(ella sigue imperturbable y callada
en su habitacin ilcita).
La sal parida por su volcnica boca
se llev azogada la respiracin del espejo.
Qu es la vida?
La viajera de un tren desconocido
una estacin de frontera
que espera inconmovible su apertura
una falla de cartn para la Crem
o una tora en Zaragoza que danza contra el torero.
Una quimera clandestina.
Y qu la muerte?
Un sepulcro blanco sin ruido permitido
la tristeza del viento en las montaas
una languidez sin adjetivo
o una lengua extranjera incomprendida.
La enigmtica utopa.
Ningn secreto es ya secreto
slo el silencio mudo del silencio.
La vida vive mientras escribe su poesa.
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(De Hojas de Eva )
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54
No quiero escribir
Ya no quiero escribir.
Es ms, yo renuncio
a la dicha de la palabra
a la ventrlocua tempestad
del silencio
y quiero ser tierra
y barro
y casa
y dulce
(De Hojas de Eva)
19
Puso sobre sus hombros
el hombre su empresa,
ambos cayeron
al universo.
(De Hilo con hilo)
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40
Vease
sola
ante el espejo
no vio su rostro,
solo una herida.
(De Hilo con hilo)
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Ramn Campos Tibi
Las tres voces de Arlindo Paruma
(Fragmento)
Del Padre
Mir, hijo, si la vida lo tiene todo,
el hombre slo tiene que vivirla.
Y si no sabe vivirla, es como un tronco seco.
No mirs, acaso, cmo vive la selva?
No mirs, acaso, cmo baila?
Pero ya soy como un gajo seco
que habla con la ayuda del viento.
Soy como un tronco seco
botado en este pueblo.
Soy como un chaco recin quemado,
sin fuerza de la vida;
como una ramita que se cae,
como toda cosa que ya no tiene voz,
como un pueblo callado
a la espera de la voz del viento.
(De Las tres voces de Arlindo Paruma, Poetas del Oriente boliviano)
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La casa
(Fragmento)
Pies descalzos, barriga grande
y desnudo el hijo del siringuero
desde un barranco
mira un horizonte que no entiende.
Slo sabe que en su vida
van y vienen las noches y los das;
que hace sol y que la lluvia
viene con las grandes nubes;
slo sabe si el ro est seco o est lleno;
si hay carne, yuca y arroz.
Nada ms en la rutina de este chico
que en su entraa tiene otro ro,
otra historia seguramente paralela,
incolora y dirigida al monte, al castaal,
donde la castaa y la siringa
le aseguran la otra rueda del tiempo, pero est,
seguro que est.
Cuando la madre, garrote en mano,
golpea y golpea trapos
que antes fueron camisas y pantalones.
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Cuando el padre,
trazao en mano,
yamach a la espalda,
escopeta al hombro,
sostiene la tradicin, porque la vida
en el pahuichi del siringuero
son estas cosas y mucho ms:
en el pahuichi est
el hilo invisible de una historia
intacta porque es siringuera,
persistente porque es macha,
continua porque es humana,
divina porque existe.
He ah lo que esconde la distancia:
San Antonio,
Fortaleza, Palma Real,
una existencia contina en el castaal,
con el siringuero
respirando la brisa del atardecer,
en un barranco del Madre de Dios,
con las manos en alto,
pero vivo, persistente,
leal.
(De Despus de la distancia, Poetas del Oriente boliviano)
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Tercera elega (Fragmentos) IV Entonces ocurri. Desde el cielo cobijeo el celeste claro fue cediendo a las sombras de una muerte que vena galopante. Como siempre, nadie saba que iba a derramarse sangre joven en lucha desigual. La tierra del camba siringuero se iba a derrumbar. Nadie saba dnde ni a qu hora, / ni cmo iba a suceder. Se fueron enmudeciendo los rboles porque el viento dej de correr; se cerraron los patios, las puertas y las ventanas de las casas. Nadie saba nada de nada. Cuando el silencio, cuando la mudez y el dolor callaron;
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cuando las mujeres y los nios se echaron a llorar, los hombres sintieron la presencia de la muerte. El universo se sinti indefenso y del silencio se pas a los llantos de todo ser viviente. La muerte estaba con Vanesa en la avenida principal de un pueblo orgulloso de ser joven, herido en la belleza de una muchacha definitivamente humana, porque la muerte le pertenece a cada uno y el hombre se amarra a la esperanza para ser recordado, para no morir del todo.
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Siringueros (Fragmento) V Las circunstancias de la vida, / a mi edad, deben ser como la luz que ilumina el mundo, como esa luz que, pendiente del centro del universo, no escoge a nadie para iluminarle el camino que gua los pasos del siringuero, viajero inmanente en la Amazona de mi abuelo Arlindo que, a fuerza de aguaceros y golpes de sol, permanece intacto en la historia oculta de la tierra pandina. Probablemente como una sardina que, a sabiendas del Tahuamanu, desciende hasta el Madre de Dios, vigila el Orthon, / pasea por el Abun, regresa al Manuripi y de paso por el Bajo Virtudes, descansa en el Acre, all donde, seguro, Arlindo Paruma le dar otro encargo: la de ser, para siempre, su mensajera de amor.
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62
Estas circunstancias no pueden darse en otra parte: de Pando es la vida en el sayub, la chaisita y el taitet; de Pando es la vida en la mioca, el mandn y el surub; de Pando es la vida en la vida misma del siringuero. No me digan que el tucn se viste de fiesta / en Nueva York! No me digan que el tiluchi labra su casa / en Pars! No me digan que la garza se posa quedamente / en Madrid! No me digan nada! La vida est aqu! aqu canta la vida, aqu permanece por siempre y desde siempre, la vida. La vida no es como un tronco seco parecido a una tumba. La vida no es como un gajo seco parecido al silencio.
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Como un viejo abuelo a quien slo le queda el apoyo / de un viejo tronco seco.
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Pablo Mauricio Carbone
Empieza la noche a levantarse Empieza la noche a levantarse Con su delgada brisa amaznica. Descienden mis manos precisas Hacia tu recndito abismo de serpientes Hacia el ltimo lugar del suburbio. Tengo empedradas las colinas de tu cuerpo Como una catedral de silencios, Tengo los ojos marchitos y lejanos Como un reguero de hojas muertas. Sobre la planicie infernal de tu frente He roseado ptalos de sangre, He construido ministerios, He labrado un manojo de delgados Sueos celestes. No puedo continuar de insecto o De tormenta Debo colgar mi manta Sobre tu pecho Antes que la noche caiga en los
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65
Canales de la ausencia afilada Debo de una vez y para siempre Alzar mis lgrimas que hoy Me empujan hacia la muerte.
(De Embriaguez Nocturna)
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66
Desde el umbral de la agona
A pesar del luto indomable
De la glida brisa;
Todava persiste, bajo tu prtico,
El arcngel sombro,
Con su duda taciturna,
Con su colapso de estrella migratoria.
Rebelin de la pulpa encendida.
Noble catapulta milenaria.
Qu claridad ostentas en el desgarro
Crepuscular que te encarama, en ese
Desigual combate de copas y banderas,
En esa soledad que te vigila,
Ceremoniosa,
Caballeresca,
Desde la ms remota primavera?
(De Embriaguez Nocturna)
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67
Etrea
A mi ninfa, por el bro de tus alas
Yo que anduve marchito e intratable,
vacilando en la noche rota,
en la hora ltima de los bares;
exigiendo la limosna turbia de unos labios,
el estrpito oscuro de caderas,
la sonrisa estrecha,
el follaje insuficiente.
Yo que anduve subterrneo,
enfermo de races,
lamiendo las podridas golondrinas,
llorando sobre vientres apagados,
muriendo en las vsceras del insomnio.
Yo que haba perdido el cielo de un ombligo,
las piernas redentoras,
la furia de una nube;
encontr de pronto
tu silueta diminuta,
tus ojos infinitos,
tu ascenso de tinieblas.
Y en ese reguero de semillas,
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68
de ofrendas silenciosas,
de noches confundidas;
celebr tu brusca tempestad de mariposas.
Y volv a vivir
en el banquete subversivo de tus alas.
(De El Laberinto del Musgo)
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Musas inquietas
Ese locuaz asesino,
esa hiriente arboleda,
esa rebelin de faldas
La noche descorchada,
la lnea de tu espalda,
los ojos moribundos.
Esa fruta sombra,
esa bestia silente,
esa caricia felina
El roco elegante,
el temblor blanquecino,
el empeo del himen.
Turbio recuento impostergable!
Frgil recodo en la memoria!
Cundo caers limpio y febril
de los pasajes de mi boca?
(De El Laberinto del Musgo)
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70
Gustavo Crdenas Ayad
Otra infancia
Ese nio que jugaba
en el patio
con algn duende extraviado
es el mismo
que ahora
con todos sus fantasmas
transita por esta pgina balda
jugando a esconderse en las palabras.
(De Las hojas de la madera)
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71
Diferencia
Las mujeres que am
son como las palabras:
diferentes
como
dos
gotas
de
agua.
(De Las hojas de la madera)
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72
Horcn
Esfinge
del nada queda
apurada escultura
Por un poema sabrs
que ahora
ya no cuentas
en los eternos das
para apuntar
los cielos
que dan sombra.
(De Lo nuestro, antologa de poesa crucea)
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73
Gnesis
El primer da
se cre a s mismo.
El segundo da
construy su casa en las palabras.
El tercer da
aparecieron los animales
las vacas y la leche fresca.
El cuarto da
sembr
un extenso jardn de geranios.
El quinto da
excav siete mares
y se multiplicaron los peces.
El sexto da
(despus de inventar el cielo y sus luces)
So con una mujer
(la mujer de sus sueos)
El sptimo da
a manera de descanso
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74
escal el Everest
all en la altura
de la altura
Ley un poema
de Miguel Hernndez,
Y
de sus ojos
se inaugur la lluvia.
(De Conversos)
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75
Homero Carvalho Oliva
Los Reinos Dorados
(Fragmentos)
Cuando vivamos
en los Reinos Dorados
el mundo no haba nacido an
exista la vida
exista la muerte
pero el mundo no haba nacido an
Nosotros
habitantes de la selva
asistimos al nacimiento
de ese mundo dorado
donde todo era nuevo
donde todo era asombro
y ante todo estaba el Agua
el ro
la lluvia
El canto de las aves
el gruido de las bestias
el zumbido de los insectos
el leve aleteo de las hojas
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76
iban nominando el mundo
y nosotros hacamos de bautistas
Los nombres
nos eran revelados por
los espritus protectores de la selva
Un graznido y naca el cuyabo
un rugido y apareca el jaguar
a los rboles los nombramos
con palabras cifradas y secretas
ocho les llamamos
tajibo les llamamos
un breve oleaje y gritbamos caimn
un desliz en el follaje y sicur susurrbamos
con el bello arairiqui nominamos a las estrellas
Los mismos espritus
crearon la yuca para que
inventemos la chicha y el chiv
Tan joven era todo
que los de arriba
nos llamaron musus
que en la lengua de los inkakuna
quiere decir tierra nueva
-
77
()
En los Reinos Dorados
nacamos con el don del entendimiento
cada nacin hablaba su propia lengua
pero todos sabamos que cuando
alguien deca Amarumayu
se refera al Ro de las Serpientes
(De Los Reinos Dorados)
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78
El cazador de sueos
(Fragmentos)
51
Si antes no escribimos poemas fue porque la poesa resida en la naturaleza que
nos rodeaba y concurra generosamente a los dilogos cotidianos. Ahora
escribimos porque necesitamos el poema para recordar esa poesa y, es el
lenguaje, las palabras, las que nos hacen habitarla y nos inventan en el mundo. La
poesa propicia el encuentro.
(De El cazador de Sueos)
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79
Herencia
Para Brisa Estefana, Luis Antonio y Carmen Luca
No vayan a creer
en Adn y su manzana
en los hroes de la historia oficial
en la solemne Constitucin
y sus cuentos de Leviatn
en los pronsticos del fin del mundo
ni en las lgrimas de los polticos
cuando hablan de la patria
la patria no es otra cosa
que alguien a quien amar
una ciudad elegida para vivirla
una cancin que nos convoca
un paisaje imprescindible
y los abrazos de sus padres
y por cierto los nueve meses
que maduraron cual simiente nuestra
en el vientre acutico de su madre
y el amor que se estremeca
hacindonos balbucear de alegra
cuando pateaban la luna
anunciando que pronto naceran
eso hijos mos y que sepan
-
80
que cuando nacieron
descubrimos que nosotros
ramos sus herederos.
(De Inventario Nocturno)
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81
Amazona
Pude haber nacido
en otro lado del mundo
llamarme Ismael
y navegar en el Pequod
al mando del capitn Ahab
surcando los mares del sur
en busca de la ballena blanca.
Mis padres quisieron que me llame Homero
y que naciera en la Amazona
sueo hmedo y milagro vegetal
donde los secretos estn bajo
las races de los altos rboles
y desde el frutecido olor del sinini
del cay del motoyo del asa y del achachair
se pueden sentir los sonidos de la creacin
donde la selva es an una pgina en blanco
en la que aparecen Divinidades y animales insurrectos
donde los ros son los viejos caminos de mi pueblo
por los que los transcurren sus mticas historias.
Hace miles de aos
all en la tierra de los Moxos pas de Enn
de Candire del Paitit y de los Reinos Dorados
los ros eran potros domados
-
82
sobre los que cabalgbamos la llanura.
Perdida esa sabidura
tras la llegada de las aguas salvajes
que dejaron a las pampas
como un desierto iluminado,
hoy los ros atropellan desbocados
a las naciones de nuestra Amazona.
Ahora los ros son los hilos
con los que tejemos nuestros pensamientos
y cargan el recuerdo de nuestros muertos queridos,
sobre los que el Sol y la Luna
son un tembloroso corazn
preado de abundante vida.
Todos los aos
despus de una nueva inundacin
el agua nos descubre los vestigios
de la civilizacin que una vez hundi
y el viento encrespa los castaos
dejando ver el arcoris como un aleteo de alas.
All por la llanura amaznica
y entre la espesa selva
fluye poderoso el ro madre de todos los ros:
el Mamor
tan grande y potente es su rumor
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83
que nos hace olvidar que alguna vez tuvimos mar.
All donde el agua es el origen del verbo
solo necesito de una canoa y un remo
para llegar hasta el playn
donde me espera mi amada
desnuda y morena como una gota del ro.
(De Diario de los caminos)
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84
Ruber Carvalho Urey
A Santa Cruz un da cualquiera, para que sepan las gaviotas y las lluvias que te amo
Porque en las tejas coloniales de tus techos nace la flor de pitajaya.
Porque llegu a tus aleros buscando un vaso de agua para mi sed de peregrino y
me ofreciste la tinaja repleta de tus ros.
Porque me diste un pedazo de tierra para desenrollar mi estera de totora movima
y una sombra para mi descanso.
Porque tus horcones de madera tallada, los balaustres de tus ventanas antiguas,
tus calles arenosas, tus patios con aljibes, dejaron impresas sus huellas, para
siempre, en mis andares.
Porque en mi portabalayo mojeo guardo la ternura de tu gente, tu cielo
americano color de mis mares interiores, tu acento y tu sentir en una flor de
belleza inigualable.
Porque en tus corredores la tertulia se hizo larga y la merienda fue la pascana
definitiva de mis sueos trashumantes.
Porque siento en las manos de tu pueblo el calor amigo con su llaneza sincera y
transparente.
Porque acompao tu creer y recojo tu esperanza en la esperanza de mi hija que
lleva tu horizonte en sus pupilas.
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85
Porque eres pampa y sol, verde y azul, miel de mieles y noche de estrellas con
guitarras; alma de trasnochador impenitente.
Porque me gusta el sabor del achachair, la ambaiba y la guayaba, y la espesura
total del motoyo, tu rbol mgico.
Porque tu carcajada resuena en el surazo y tu sonrisa se hace un canto universal
en los rostros de belleza sin par de tus mujeres.
Porque eres un puerto imaginario; pero un puente real entre los grandes mares de
la tierra. Aqu se encuentran los cuatro puntos cardinales de la rosa que marca el
rumbo de los astros y del bohemio vagabundo).
Porque hablo tu lenguaje y me nombro en tus sonidos.
Porque habito tus misterios y conozco la pila bautismal de tus orgenes.
Porque en una losa escondida escribir mi ltimo poema para que sea mi epitafio,
que seale donde duerma para siempre en el frescor nocturno de tu arena, con
olor a sal de un mar lejano, recndito y profundo. Slo el mar en este meditar
mediterrneo.
Por eso
porque tu modo de ser es mi costumbre:
Te amo Santa Cruz!
(De Ya no me da dolor solo cansancio)
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86
El ro que me dejaron
Si vas a llevarte el aire
a m que me quede el ro
el ro donde desagua la llovizna de tus lgrimas.
El ro que de bajada
se convierte en torrentera
y llegando al mar naufraga en las orillas del alma.
A m me qued ese ro
la tarde que robaste
el ancla que aseguraba la zozobra de tu olvido.
(De Ya no me da dolor solo cansancio)
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87
Hoy faltaba el mar
Hoy me doli la mitad derecha de la vida.
yo solo
soy la izquierda de la tuya.
No cruzaste mis umbrales esta tarde
y no supe el color de tu vestido.
estabas peregrina y transente
remontando otros vientos,
Llenado otros paisajes.
y aunque tu voz vino dos veces
agitando mis pulsos
y haciendo remolinos en mi sangre,
me doli toda la vida
Faltaba el aire y el agua en las orillas de mis playas,
como si de golpe llegaran todas las ausencias.
Hoy entend que los segundos
tambin se llaman siglos.
No tardes tanto amor!
yo no puedo vivir sin tu sonrisa
sin la sal de tus mares
sin la luz que me retrata en tus pupilas
..
Como me doli la vida esa tarde!
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88
(De Ya no me da dolor solo cansancio)
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89
Ya no me da dolor
Ya somos todo aquello
contra lo que luchamos hace 20 aos Jos Emilio Pacheco
Todo cambi, porque cambiamos todo.
Cambiamos de peso, pelo y rostro,
la optra de los lentes,
el corte de la ropa
y las lecturas.
Ya son otros los dolos del cine,
de la poltica y de la juvenil
protesta libertaria.
Otros conos adornan los cuartos de los chicos;
hroes con guitarra, sobre todo.
Por la puerta abierta,
por esa misma puerta que cruzamos
jurando rebeldas
se fueron 20 o 30 aos
de tanta ventolera.
Y se llevaron las cosas que soamos,
barba y melena, disfraces incluidos.
Solo qued una foto debajo de la mesa;
all estamos (todava juntos),
con nuestros aos mozos
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90
En el muro del fondo, Juan o Roberto, haban escrito:
Somos futuro.
Nadie fue mejor ni peor,
todos iguales
no pudimos hacer lo que soamos,
ni quisimos deshacer lo que pudimos
en todo caso, los peores ya no son
ni nosotros los mejores:
la culpa quiz fue de los libros;
condiciones subjetivas y objetivas
que no se dieron,
porque la vida imaginada
estaba hecho para ngeles:
la dura, la que se vive sin salario,
nos la dejaron sin jubilacin,
ni sueos, ni seguros.
Pensar que un da fuimos
todo eso que soamos!
Libre al fin de prejuicios y dietas ideolgicas,
solo en la tarde, vanidoso y descredo,
disfruto de mis gustos, soledad y libertades.
Ya no voy ni estoy donde no quiero,
y si quiero me visto, y si quiero me quedo.
Sigo sin tocar ninguna puerta,
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91
vivo y duermo con ventanas abiertas.
(De Ya no me da dolorsolo cansancio)
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92
Pablo Cingolani La luna sobre el Bahuaja Sonene He visto a la luna invencible
alzarse sobre el Bahuaja.
Hacia oriente, cien mil rubes en flama
Un mar bermejo y un manto ail
ilumin los tapires; deslumbrados
o a los peces cantarla
He visto a la luna como nunca a ninguna
tomarse la noche en el Bahuaja
sus remolinos, sus aguas blancas
He visto esa luna esa noche
mientras andaba vagaba
con rumbo noreste y calma
Entonces el alma clam
un espejo cien mil guitarras
saber que nunca me morira
De tanto verla de tanta amarla
a la luna roja, musa que ampara
La Madre Selva, en el Bahuaja.
(De Todo por los Tapires)
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93
Puerto Copacabana El humo y la niebla que se devoran las naves de Puerto Copa lo sent en mi piel
agazapado a punto de robarme todos mis sueos.
Me buscaba el muy feroz para rellenarme de esa nada estril que puede
convertirte en lstima. Incluso por vos mismo.
Todo el cuerpo me temblaba y saba que no eran espejismos.
Esos barcos de mierda cuanta tragedia cargaron.
Cuanta energa vuelta patrn, explotacin, desgracia.
Cuanto indio humillado, cuanta Amazona devastada.
Cada vez que paso por Puerto Copa, me tienen que atar.
(De Todo por los Tapires)
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94
Beni Aqu vi crecer el tatuaje del agua
Las marcas sin huella de la noche
El silencio que no es nunca silencio
Aqu estuve asistiendo a una resurreccin
Que ola a pan y a pez y a norte certero
Cascabeleando en pelo azabache
Vi morir la luz mortaja del espanto
Curada en su propia sal
Vi nacer un caimn sin dueo
Mordiendo a gusto el horizonte
Vi nacer, vi morir
Y uno habla, habla y se desangra
Con los amigos, con tanta gente
Uno espera, espera y se desangra
Con los amigos, con tanta gente,
Por tanta luz, por tanto Beni.
(De Hallazgo de una serpiente)
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95
Fredy He visto slo un hombre alegre
en el valle del Tambopata.
Qu ha hecho para ser as?
Navegar, navegar, navegar.
Hay ros que recuerdo ms que lluvias
Hay sonrisas que desmienten todas las amarguras
Hay veces que quisiera volver a Arco Punco
slo para abrazarlo entre la espuma
y entre los cajones y la corriente
volver a soar, volver a mirar
la niebla, no el humo de la quema
y sentir que aunque duela
la vida es un ro que se merece navegar
con los ojos bien abiertos, y con el Fredy.
(De Todo por los Tapires)
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96
Anbal Crespo Ross
Luz y sombra vacilan,
y nace la penumbra
sobre el pueblo de frontera.
Ya los duendes del ocaso
desandan sus calles de arena
y la ubicua pena de las chicharras
se hace infinita como la misma arena.
(Una rendija entre las cosas,
una nfima ranura en el tiempo,
una distraccin del universo
No es acaso la memoria?)
Y que suerte la ma
- eso que decimos destino, an no exista -,
qu suerte, digo,
de retornar a la vieja casona:
greda y sombra
los tejados se desploman,
y reconozco por su aliento
cada uno de los rboles
que circundan la tertulia.
Siento la voz de mi padre;
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97
no est sola como ahora.
Como ahora,
cuando la vida cierra un crculo
cincuenta aos despus,
ahora que su voz es ausencia
y su presencia una ofrenda ante la muerte
(De El Legado)
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98
A partir de ahora
cuando el trfago del pueblo
es tan slo un mal recuerdo,
y a lo lejos,
en la negrura de la sierra
hunde sus colmillos
el ltimos ladrido de los perros,
de algn modo presiento;
(aqu dentro
o ms all de la ventana)
las cosas suceden para que yo te quiera.
A partir de ahora,
cuando el monte se traga
ese ltimo ladrido;
la noche de febrero
es una conjura para que yo te quiera.
Una conjura de aromas y de besos.
Para que yo te quiera,
lo azul sobre lo negro
-
99
la noche sobre la sierra.
Para que yo te quiera,
los grillos y los sapos
lo oscuro con lo oscuro
el silencio con el silencio
y la piel sobre la piel.
Para que yo te quiera,
esta hora
inevitable,
cae tambin sobre nosotros.
(De El Amor Lejos del Mundanal Ruido)
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100
En un espacio de olvido
entre las tres de la tarde
y la hmeda lengua de la quebrada,
borracha de calor
la arboleda est sentada
Su melena de pjaros
se ha ido
y le resbalan gotas de sol derretido
de las hojas
a los gajos
en la soledad sin tiempo
del verde santuario olvidado
las vboras de los bejucos
serpentean y se hamacan
de los troncos descubiertos
al camuflaje de las copas
en este lugar del mundo
gracias a Dios, perdido,
quien tu cintura viera
fulgurar entre ramas y bejucos,
del mundo se olvidara,
del marasmo de la hora
incluso disfrutara.
-
101
Tu cintura, tu cintura,
quin viera tu cintura esquiva
entre ramas y bejucos,
se quedara sin palabras
y sin pensamientos
a las tres de la tarde
y volando
por la senda oscurecida,
ese afortunado
puro instinto sera.
Y por fin,
a las tres de la tarde:
bajo la sombra de la arboleda
silenciosa
protegida
envuelta por la borrachera del follaje,
te encontrara,
te encontrara...
Esperando
brillando con luz propia
a las tres de la tarde.
(De El Amor Lejos del Mundanal Ruido)
-
102
Cuando sientas
el verso
aproximarse,
djalo ser
no lo contengas
ni lo fuerces.
El verso
no puede vivir en cautiverio
porque lleva en s
la libertad suprema.
El verso
es el verbo del Silencio;
si esperas
que llegue
ceido de laureles
en majestad y gloria,
esperas en vano.
Ojos de tigre
tendr el verso
alguna noche;
mansedumbre de perro
-
103
o veneno de hombre
alguna madrugada.
El verso
quizs
es tu alma
que quiere huir de ti.
Quizs,
-por eso mismo-
cuando ya ests derrotado,
el verso
llegue con su metfora perfecta
y te d a beber
el cliz de la Palabra
(Indito)
-
104
Gabriel Chvez Casazola
Bartimeo suea
No puedo ver
mi indigencia como un cayado
golpea a tientas la roca de la noche
quiere beber del agua
que lava la ceniza
de los ojos del mundo
entonces
alguien me arroja un sueo
pasa un dios
limpia mis prpados con su saliva
veo
todos los ros dividirse
todas las aguas confluir
es ms
me hundo hasta el cuello en el ro primigenio
y contemplo los manzanares a su orilla
-
105
me tiendo en la hierba
despliego
un muy precioso mantel blanco que compr all en Esmirna
vuelvo a comer de la manzana
veo a Eva llegar
Eva que baila
con blancos pies en la maana del ro
el fulgor me enceguece y
despierto
es el veneno de la manzana
no puedo ver
busco el cayado
a mi diestra
a mi siniestra
duerme una mujer
toco su rostro
tiene la cara del dios
-
106
pero est ciega.
(De El agua iluminada)
-
107
Albricias
A Luca
Como un don o como la retribucin de un don
cual una fruta presentada en un ritual simplsimo
la nia ha entrado en la casa, lo ha
visto todo con su escuchar,
todo lo ha odo con su ver y as
tan atenta al universo
que acababa de crear
el primer da
(en el principio era la tiniebla y el espritu de Dios flotaba dulcemente, en posicin fetal, bajo la faz de las aguas)
hgase la luz
ha dicho
sin apelacin a ningn significante
y Nos hemos comenzado otra vez a existir
briznas de su costilla,
depuesta la flamgera,
la desnudez desnuda,
su greda fresca, el jardn
recin regado.
(De El agua iluminada)
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108
Una rendija
Y tomando barro de la acequia
el nio form cinco pajarillos cuando nadie lo vea.
Se alis entonces el cabello que le cubra la frente
tom aire
sopl suavemente sobre ellos
y echaron a volar.
(De El agua iluminada)
-
109
Y que a las orillas
Y que a las orillas del ro de caimanes te caven una tumba
en la loma ms cercana,
te conduzcan
con bronce en el cuello y las orejas
y los tobillos y un gran ramo de flores amarillas
escogidas con primor
por las nbiles
con suerte orqudea de las islas
Un ramo
que cuando encuentren tu cuerpo los arquelogos
japoneses y alemanes a la orilla
del gran ro de caimanes
sea
la prueba mayor de que tus hijos veneraban a los muertos
cargando sus rodillas con un peso amarillo
que no era de oro, no,
pero que igual venca
la natural resistencia de los huesos
al fin y al cabo de tu civilizacin impdicamente ofrecidos
en arco abierto
eso del peso de las flores,
el peso de la belleza en las ancas de la muerte
Dispuestos ya tus huesos a la carnicera de los futuros
-
110
si eso quiere decir algo todava,
ahora que es entonces y tus manos de nia
cortan los ptalos de flores amarillas
y lanzan sus veletas al socaire
preguntndose en lenguas ya desaparecidas
me quiere no me quiere
se preguntaban los antiguos estas cosas?
mucho
conocan el amor nuestros antiguos?
poquito
o era una enfermedad como la peste, llegada de lontano.
Ah, cun pesadas las flores
qu frgiles mis huesos y esta lengua que hoy hablo
nadie podr escribirla cuando
cundo?
Muchacha de los ros enterrada en cul loma
mucho
poquito
mis huesos ya vencidos
saben que acaso
-
111
nada
(Inscripcin escuchada en una excavacin, lengua desconocida.
Esta es apenas una versin muy libre
del aroma que emanan las flores amarillas:
la cultura a la que perteneci la poseedora de estos restos era grafa).
(De El agua iluminada)
-
112
Albanella Chvez
etrea
nunca es posible explicar uno, dos, tres significados completos (toda una vida no bastara). siempre es posible enredar las palabras lo suficiente, para hacer creer que entendimos. No entender es simple, lo ms comn del mundo. Entendemos lo que entendemos y no entendemos lo que no entendemos, se entiende?
las cebras mueren mientras este primer verso
se masturba
corren se revuelven frenticas
en xtasis absurdo malhabido
sus nalgas se mueven
tiemblan
jadean
escupen
las manchas de las paredes observan excitadas
voyeristas de cal amarilla
mientras el piso gime con cada estocada
la lavadora de silencios voltea tu vida
voltea tu tiempo
lo engulle y vomita
las cebras se masturban
y aqu estamos viendo a los muertos de aquella pocilga
colgando del perchero
-
113
en cualquier caso, antes de todo esto, antes de empezar a asimilar y/o no asimilar los 3564,3 sentidos que podemos encontrarle a lo que vemos o escuchamos, existe algo as como un pre-sentido deambulando por ah, o quiz ms de 1000;
es eso que a veces llamamos tono de la palabra, entonacin del verso, piel, venas, sangre, deseo, deseo, deseo...
de entender y de entendernos al mismo tiempo, aunque a veces sabemos antes de empezar que no vamos a entenderlo todo, que no nos vamos a entender del todo, que no vamos a comprender del todo ni a identificar del todo. no podemos vernos en la palabra como un espejo ntido, no es posible. no se trata slo de palabras ni slo de letras ni slo de versos ni slo de quin escribe.
no podemos vernos ni escucharnos ni leernos. podemos dibujar lneas muertas sobre nuestro cuerpo vivo podemo