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Antología para la unidad académica Naturaleza del conocimiento. Licenciatura en Inglés, modalidad a distancia. Segundo bloque del primer semestre. Mtra. Martha Lorena Obermeier Pérez Octubre, 2012

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Antología para la unidad académica Naturaleza del conocimiento.

Licenciatura en Inglés, modalidad a distancia.

Segundo bloque del primer semestre.

Mtra. Martha Lorena Obermeier Pérez

Octubre, 2012

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Índice

Pg. Introducción

3

Programa del curso 3

Unidad 1 Conocimiento y realidad: construcciones sociales.

1.1 Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana. Realidad y percepción.

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1.2 La sociedad como realidad objetiva y realidad subjetiva. 19

1.3 El sentido común y la interpretación científica de la acción humana.

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Unidad 2 Dos tradiciones en el orden del conocimiento científico: explicar y comprender.

2.1 Un acercamiento a las dos tradiciones de investigación científica. 2.2 Polémica entre las dos tradiciones:

• Explicación y comprensión.

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Unidad 3 Ideología, ciencia y ética.

3.1 Crítica de las ideologías por la ciencia.

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3.2 Paradigmas científicos y paradigmas éticos. • Ciencias y decisiones humanas. • La ética frente a los resultados científicos. • La ética y los discursos ideológicos. • Incapacidad de la ciencia para clarificar del todo las cuestiones éticas.

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Bibliografía

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3

Introducción

El objetivo de esta antología es ofrecer a los alumnos materiales relativos a los

contenidos del curso. Si bien la unidad académica presenta materiales de lectura sobre los

contenidos, estos son de fechas antiguas. En esta antología se recopilan documentos más

recientes y de fuentes diversas para ofrecer al alumno más fuentes de consulta para ampliar

su conocimiento sobre los contenidos. En algunas actividades, se solicita al alumno dar su

opinión sobre los contenidos, para lo cual los materiales del curso ofrecen información más

limitada.

Programa del curso: Naturaleza del conocimiento

Presentación:

Esta unidad académica forma parte del área de formación básica del Plan de estudio

del PE Licenciatura en Inglés. Esta unidad académica ayuda a promover en el estudiante

actitudes, capacidades y habilidades. El estudiante reflexionará sobre las concepciones más

importantes del conocimiento, su naturaleza y los paradigmas científicos.

Propósito General:

Al finalizar el curso, el estudiante será capaz de definir el concepto del

conocimiento y sus más relevantes concepciones, en tanto han repercutido no sólo la visión

del mundo y de la sociedad circundante o de la realidad, sino también en el pensamiento

filosófico y científico de todos los tiempos. Asimismo, una vez conocidos los temas del

curso, podrá construir su propio objeto de conocimiento en relación a su entorno.

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Competencias genéricas:

La habilidad que debe poseer el estudiante es la de poder definir el concepto de

conocimiento y construir su propio conocimiento.

Competencias específicas:

Demuestra responsabilidad profesional, civil, ética, social y ambiental ante la

sociedad. Evalúa los procesos de aprendizaje de manera holística e iluminativa a través de

la investigación.

Contenido:

Unidad 1 Conocimiento y realidad: construcciones sociales.

1.1 Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana. Realidad y percepción.

1.2 La sociedad como realidad objetiva y realidad subjetiva. 1.3 El sentido común y la interpretación científica de la acción humana.

Unidad 2 Dos tradiciones en el orden del conocimiento científico: explicar y comprender.

2.1 Un acercamiento a las dos tradiciones de investigación científica. 2.2 Polémica entre las dos tradiciones:

• Explicación y comprensión.

Unidad 3 Ideología, ciencia y ética.

3.1 Crítica de las ideologías por la ciencia. 3.2 Paradigmas científicos y paradigmas éticos.

• Ciencias y decisiones humanas. • La ética frente a los resultados científicos. • La ética y los discursos ideológicos. • Incapacidad de la ciencia para clarificar del todo las cuestiones éticas.

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Resultados de aprendizaje:

• Define el concepto de conocimiento y sus más relevantes concepciones. • Construye su propio objeto de conocimiento en relación con su entorno. • Demuestra responsabilidad profesional, civil, ética y ambiental en la sociedad.

Estrategias didácticas:

Se utilizará una metodología en la cual los alumnos se involucran activamente a

través del trabajo en equipo realizando actividades como:

• Proyectos individuales • Presentaciones en Power Point • Documentos en Word • Escuchar textos provenientes de los medios de comunicación: radio, televisión, cine • Video grabaciones de conversaciones en pares y grupos • Seguir instrucciones • Participar en conversaciones de tipo formal e informal • Completar formularios y cuestionarios • Producir carteles • Escribir finales de cuentos o sucesos • Escribir cartas personales, notas, mensajes breves, correos electrónicos y un artículo

para la gaceta escolar • Explorar temas, cuadros sinópticos y mapas conceptuales • Organizar ideas: idea principal, oraciones de apoyo, de ejemplificación, etc • Reconocer la estructura textual de un discurso oral o escrito • Identificar palabras claves que indiquen la naturaleza del discurso oral o escrito • Identificar el tema central de un diálogo, exposición oral o texto • Inferir connotaciones, actitudes e intenciones • Parafrasear, usar redes semánticas o sinónimos • Lecturas guiadas • Observación de videos • Transcripciones fonéticas de palabras tanto del inglés como del español • Grabación de oraciones

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Recursos didácticos:

Computadora, acceso a internet, libros, artículos digitales, chat, rúbricas, portafolio digital, DVD, CD.

Técnicas de enseñanza-aprendizaje

• Lecturas guiadas con reportes y cuestionarios sobre ellas • Debates grupales en foros de discusión • Indagaciones • Construcción colaborativa de un problema y su solución • Exposición del estudiante de manera electrónica/ videoconferencia • Preguntas/respuestas docente/estudiante, estudiante/estudiante • Mapas conceptuales

Actividades a desarrollar

• Conclusión elaborada por equipo y por tema • Exposición de la conclusión • Ejemplificar el razonamiento inductivo y deductivo • Cuestionario diseñado por el estudiante, por tema y en equipo • Ejemplos de problemáticas, discusión • Cuestionario contestado por otro equipo • Conclusión final sobre cada tema y sobre todo el curso

Criterios de evaluación:

Nota: Acreditación. El estudiante se considera competente cuando haya cumplido con el 60% de los criterios de evaluación.

Reporte electrónico escrito de una lectura 15% Reporte de una lectura 15% Conclusión del equipo en línea sobre un tema del curso 10% Diseño de cuestionario por tema 15% Respuesta del cuestionario por otro equipo 15% Conclusión final elaborada por el grupo 10% Puesta y solución de un problema en foro 20% 100%

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Capalbo, L (2009). Percepción y realidad. Breve examen crítico del paradigma moderno. Recuperado el 8 de octubre del 2012 de: http://pensarcontemporaneo.files.wordpress.com/2009/06/clase-1-mbc-percepcion-y-realidad.pdf

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PERCEPCION Y REALIDAD Breve examen crítico del paradigma moderno. ¿Qué ruido hace el árbol que cae cuando nadie lo escucha? (Proverbio Zen)

Algo como la relación entre percepción y realidad, que parece obvia desde el

“sentido común”, no es en realidad un tema trivial. Puede ser problematizado. De hecho, las

posturas extremas reflejan una discusión filosófica milenaria, la discusión entre el

idealismo Platónico y el realismo Aristotélico.

Mientras que para el primero la realidad última era la idea (recordar el mito de la

caverna), para Aristóteles no existe la idea, si no cada cosa, cada objeto en sí. Es obvio que

no vamos a intentar resolver ahora una cuestión que tiene milenios, y que probablemente no

tenga solución “demostrable”. En realidad, no sólo esa cuestión es indemostrable. El

problema es más general. La pretendida objetividad y demostratividad científicas

pertenecen a corrientes epistemológicas obsoletas, y hoy se acepta, como ya veremos, que

aún la ciencia está inundada de creencias.

Recordemos el diálogo entre Einstein y Tagore: Einstein, el científico dice: “No

puedo demostrar que la verdad científica deba concebirse como verdad válida,

independientemente de la humanidad, pero lo creo firmemente” y también, un poco antes

había dicho: “No puedo demostrar que mi concepción es correcta, pero es mi religión”.

El objetivo del ejercicio de reflexión no fue, por lo tanto, elucidar el problema, si no

tan sólo poner en discurso que su solución no es obvia, y que la relación entre conciencia y

realidad, puede entenderse de varias maneras. Sin embargo, la mirada paradigmática

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moderna, pone el acento en la solución a), es decir, que hay un universo observable,

objetivable, ahí afuera, que existe independientemente de nosotros, observadores.

Si hay una imagen que podría describir la modernidad, es el hombre separado de su

universo, observándolo, como algo exterior a él, y des-cubriendo lo que ya estaba. Su

mirada no es fundante, no es hacedora de realidad, es tan solo descubridora. Desde el

paradigma dominante, las cosas son lo que son: podemos verlas tal cual son, o no, o con

diversos grados de aproximación. Puede haber diversas percepciones, pero solo una puede

ajustarse a la “realidad”, que es objetiva e independiente.

Pero ¿qué es una mirada paradigmática? ¿qué es paradigma?. Dejemos los rigores

epistemológicos y citemos a un epistemólogo, colaborador de Edgar Morin, el Dr. Raul

Motta, que en modo coloquial lo explicó muy sencillamente. Una vez, estando con él en un

panel en un seminario, lo escuché decir que el paradigma es como el ojo, que ve todo sin

verse a sí mismo. El paradigma es el lugar desde que miramos todo, sin que nos demos

cuenta que estamos mirando a través de él. Está tan atrás, tan “metido adentro” a través de

generaciones de modernidad, lo que vemos a través suyo nos parece tan natural, que no

podemos siquiera imaginar que podría ser concebido desde otro lugar, de otra manera.

El paradigma moderno adhiere a la opción a), hay un mundo objetivo, ahí afuera, y

está tan metido en el lenguaje que, si queremos hablar desde b) o desde c), nos faltan

vocablos. El paradigma dominante nos tiende trampas permanentes, desde el sentido

común, desde el hablar cotidiano. Sin embargo, es sólo eso: un paradigma. Y como tal, fue

culturalmente construido. Fue construido con intenciones benignas o aviesas, con

intenciones conscientes de un grupo, simplemente como acumulación cultural, masa crítica

distribuida o devenir histórico. No voy a entrar en la problemática de su génesis ahora.

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Lo que importa ahora es que podemos cuestionarlo, repensarlo. Aún preguntarnos si

necesitamos un nuevo paradigma, o si estamos entrando en la era de la

multiparadigmaticidad, en la que aceptamos miles de miradas sin que sintamos la exigencia

de homogeneizarlas o volverlas consistentes. En ciertas subculturas y filosofías de la India,

existen los “dharsanas” o universos con sentido propio pero incompatibles entre sí, y ahí

están, nadie se preocupa por homologarlos.

Pero volvamos a la modernidad y su positivismo. Una de las escuelas tempranas del

método científico, clásica de los albores modernos, es el inductivismo. Hoy

epistemológicamente superada, sin embargo la examinaremos, porque está (¡y cómo!)

coloquialmente instalada, en las mujeres y hombres comunes. El inductivista típico

razonará, desde el corazón de la modernidad, de este modo:

Parto de “hechos observables”, los que me permitirán construir leyes empíricas. Luego, con

razonable margen de certeza, puedo extrapolar estas leyes empíricas –cuando ya las

constaté un “suficiente” número de veces-, y obtener “leyes universales”. Pero esas leyes

universales requieren de explicación, y así nacen las hipótesis, y finalmente las teorías

científicas.

Ahora bien: estas teorías permiten predicciones. Es de esperar, de acuerdo con la

teoría, que ocurra (que siga ocurriendo) tal y cual cosa. Si la cosa predicha, esperada,

ocurre, se dice que la teoría corrobora (ni siquiera el inductivista acérrimo hablará de

demostración o comprobación) Y si no se cumple la predicción, se dice que estamos en

presencia de una refutación de la teoría. Lo dicho puede esquematizarse como sigue:

Si Se cumple su predicción

No

Vamos a poner un ejemplo.

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El inductivista coloca imanes sobre corchos que flotan en el agua. Los corchos tienen una

marca o banderín para evidenciar su orientación. El observa que todos los corchos, por

influencia del imán, se orientan hacia el norte. La ley empírica es: “todos los imanes en la

batea se orientan hacia el norte”. Repite el experimento una y otra vez y en diferentes

lugares, temperaturas, condiciones. Y siempre ocurre lo mismo.

Por lo tanto, como no piensa experimentar eternamente con todos los imanes y

corchos del universo, formula una ley universal “los imanes se orientan hacia el norte”. Y

luego comienzan las hipótesis explicativas, hasta tener una teoría del campo magnético.

Pero un día, oh sorpresa, hay unos imanes que no se orientan hacia el norte. ¿Piensan

ustedes que el científico inductivista abandonará fácilmente su teoría? Por cierto que no.

Esta predicción que no se cumple, esta refutación, por si sola, no es suficiente.

Estamos en presencia de una anomalía. Entonces, lo que hace el científico es

elaborar una hipótesis especial, para dar cuenta de la anomalía. Se llama hipótesis ad hoc.

Por ejemplo, que esos imanes “rebeldes” en realidad actuaron así porque había un campo

magnético local (o presencia de magnetita en una montaña) que hizo que, dada su cercanía,

los imanes no se orientaran hacia el norte, etc, etc. Quiero decir, que la teoría, al principio

es simple y elegante, y da cuenta de sus predicciones, ya que todas las corroboran. Pero en

cuanto comienza a encontrarse anomalías, se elaboran hipótesis ad hoc, para sostener el

núcleo duro de la teoría.

Ahora bien, alguien podría decirle al inductivista: muy bien. “Usted habla de hechos

observables. Pero yo puedo cuestionar la mera existencia de “hechos observables”, que es

la base de toda su cadena inductiva”. Supongamos que el inductivista es un biólogo, que

examina un tejido con su microscopio. El es biólogo, y desde su campo monodisciplinar

poco puede hacer para corroborar las leyes de la óptica que gobiernan su microscopio y su

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propia visión. El es biólogo, no físico ni óptico. El asume (cree firmemente) en que las

leyes de la óptica están bien. Y así usa su microscopio. Es decir que está aceptando, en

cierto sentido irracionalmente, “leyes implícitas en la metodología de la observación”. Esto

es algo que se llama “carga teórica”. No hay observación sin carga teórica. Pero esto es

apenas una parte de esta “carga teórica”.

Ustedes leyeron, o al menos conocen, el libro “Alicia en el país de las mavarillas”

¿Seguro? Miren bien el título. ¿Qué dice allí? Ah... ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir

que antes de terminar de ver, vemos de acuerdo con lo que esperamos encontrar. Eso

mismo hace el biólogo. Se llaman hipótesis subyacentes. Así que tenemos una carga teórica

formada por CT Leyes implícitas en el método de observación.

Hipótesis subyacentes

Así que ese alguien, o nosotros mismos, podríamos decirle al inductivista “yo no sé

si existen “hechos observables””. Solo contamos con nuestras percepciones, que siempre

están teñidas de carga teórica. Es lo que decía Tagore: “...Nosotros, en cuanto individuos,

no accedemos a ella (la verdad) sino a través de nuestros propios errores y desatinos, a

través de nuestras experiencias acumuladas...” Así que este universo observable,

inteligible, objetivable de la modernidad, está en tela de juicio.

El paradigma MDFL

Ahora bien. Hay un hecho curioso, y es que este universo inteligible, previsible y

objetivo, con existencia independiente, esta construcción paradigmática, nace de una

disciplina ejemplar (paradigmático también quiere decir ejemplar), y esa es la física. La

disciplina que primero describe el universo en estos términos, la física de Isaac Newton, y

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por eso también podemos llamar a este paradigma el paradigma newtoniano. Este universo

tiene diversos atributos, y quiero destacar cuatro de ellos que me parecen relevantes para

los propósitos de este Módulo Básico Común.

Es un universo:

Mecanicista

Determinista

Fragmentario

Lineal

Decimos que es Mecanicista porque entiende el mundo como un gran mecanismo, a

través de la imagen del reloj. Cada elemento es una pieza, un engranaje, que interactúa

ciega y mecánicamente con los adyacentes, pero que nada sabe y nada tiene del resto del

mecanismo. Decimos que es Determinista porque en este universo habría un Dios, que puso

a andar el mecanismo, y lo hizo a través de leyes férreas e inmutables. De modo que todo

marcha previsiblemente y para siempre sobre rieles, sobre derroteros inamovibles.

Tanto es así que Laplace llegó a decir que, si en un momento dado pudiéramos

disponer de la información del estado de cada uno de los átomos o partículas constitutivas

del universo, su posición, velocidad, etc., podríamos, a través de una ecuación, muy

compleja, pero ecuación al fin, saber todo lo que va a pasar desde este momento hasta el

final de los tiempos.

Decimos que es Fragmentario, porque no sólo cada parte nada sabe del resto, si no

que, si conocemos cada una de las partes y sumamos todos esos conocimientos,

conoceremos el universo mismo. Desde esta perspectiva, el todo es simplemente la suma de

las partes. Finalmente decimos que es lineal, porque las causalidades se desarrollan a lo

largo de cadenas lineales. A es causa de B, y por ende B es efecto de A. A su vez B puede

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ser causa de un C, y así sucesivamente. El universo mecanicista se explica a través de

cadenas causales lineales del tipo: A B C D. Esta manera de entender el mundo, fue

pasando de la física, como disciplina paradigmática y dominante a las demás, y a través del

tiempo logró permear a las demás disciplinas. Así, tenemos una biología mecanicista,

ciencias sociales que pretendieron explicar el mundo como un mecanismo, etc. Es como si

hubiera una inercia, y a través del tiempo otras disciplinas, que desde su complejo de

inferioridad quisieron imitar a la precisa y mensurable física, fueron tardíamente

plegándose a esta mirada.

Pero es importante notar que mientras estos nuevos elementos son apenas esbozos

de miradas alternativas, no han logrado cohesión (y probablemente nunca lo hagan) en un

nuevo paradigma, sólido como lo fue el newtoniano. Entonces, estos elementos

neoparadigmáticos apenas penetran la superficie de la ciencia, pero el núcleo profundo,

sigue ligado al mecanicismo. Y si no me creen, analicen el discurso de algún ministro de

economía. (en realidad la economía ha sido la ciencia social líder en intentar la formalidad

matemática de la física, y crear modelos explicativos que luego poco tienen que ver con la

complejidad). Pero el problema es peor aún, porque desde la ciencia esta mirada penetró el

lenguaje, derivó al discurso político, a la lógica empresarial mercantilista, y finalmente se

instaló en el común de los mortales, con la investidura de “sentido común” y “lógica”.

La historia del gato de Schródinger

Les decía un poco más arriba que hay un hecho curioso, y es que la disciplina que

fue la autora de la mirada MDLF, a las que las restantes imitaron luego, hoy se ha apartado

profundamente de este modelo de universo.

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En efecto, con la revolución cuántica, la física ha abandonado hace casi un siglo el

modelo MDLF, y ve el mundo desde una perspectiva completamente diferente. Hoy la

física cuántica nos dice, sencillamente, que en última instancia, la base de todo es la mente.

Un físico cuántico dijo una vez “antes creíamos que la materia era la roca, ahora creemos

que la mente es la roca”.

El universo de la física cuántica se parece mucho más a un pensamiento que a un

mecanismo. Las partículas subatómicas no son más pequeños ladrillos sólidos con los que

se edifica el mundo, son más bien entidades que aparecen y desaparecen en campos de

probabilidad, que no tienen ipseidad (es decir que no son diferenciables unos de otros, no

tienen una entidad propia independiente) y cuyos bordes borrosos parecen tomar forma

desde la conciencia del observador.

Tres científicos, Einstein, Rosen y Podolsky, propusieron una experiencia, conocida

como ERP a través de la cual ocurría lo siguiente:

Se disparaban dos electrones en direcciones contrarias, a la velocidad de la luz.

Desde un punto de vista físico, no había comunicación posible entre ellos, ya que no hay

nada más rápido que la luz. Sin embargo, era llamativo que, al observarse el estado (por

ejemplo spin o velocidad de giro del electrón) de uno, se producía automáticamente una

correspondencia con el estado del otro. Como si uno le pudiera avisar al otro: “mira que

voy a tomar tal actitud, así que haz lo mismo”.

Después de analizar mucho la interpretación de esta experiencia, los científicos

concluyeron en algo bastante asombroso: lo que estaba determinando el estado de los

electrones, definiendo su estado real entre un conjunto de posibilidades, era la conciencia

del observador. El observador, con el sólo hecho de observar, era quien definía la realidad.

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En otras palabras, lo que la física dice hoy (y no es metáfora o poesía) es que vivimos en un

universo indeterminado, borroso, confuso, que es como un “caldo de latencia de

posibilidades”, algo un tanto amorfo, pero lo que define lo que ha de ser real, es finalmente

la conciencia del observador. O sea que la realidad no es nada definido, a priori, es decir,

no cristaliza hasta no ser observada. Esto nos recuerda también los trabajos en biología de

Humberto Maturana y Francisco Varela, fallecido hace no mucho, que elaboran el concepto

de autopoiesis, es decir que los organismos vivos se producen a sí mismos, y que no hay un

mundo, un entorno “ahí afuera” en el que viven, si no que cada ser viviente, cuando viene a

la vida “trae un mundo bajo el brazo” (palabras de los autores).

Pero volvamos a la cuántica. Cuando algunos reconocidos físicos comenzaron a

decir que era la conciencia la que por el solo hecho de observar precipitaba la realidad de

las partículas subatómicas, algunos se sintieron incómodos, porque esto chocaba su sentido

común. Finalmente, los físicos comenzaron a aliviarse un poco con este pensamiento:

“bien, esto puede que ocurra a nivel subatómico, cuántico. Pero en la realidad macro, en la

realidad de todos los días, esto no es así”.

Hasta que vino el Sr. Schrödinger, un físico cuántico que propuso una conexión

entre el mundo de lo cuántico, lo muy pequeño, y el mundo visible. Y propuso una

situación en la que interviene un gato, el famoso gato de Schrödinger. Dijo: “Muy bien, así

que ustedes quieren sacarse el problema de encima, confinándolo al mundo de lo muy

pequeño. Bien. Imaginen lo siguiente:

Coloquemos un gato (pobre gato) en una caja fuerte. Dentro de la caja fuerte, en la

parte superior, pende una cápsula que contiene cianuro gaseoso. A su vez la caja tiene una

ranura, y hay, afuera, un cañón capaz de disparar un electrón. Ese electrón tiene un 50 % de

posibilidades de impactar en la cápsula y abrirla, y un 50% de fallar. Como ustedes dicen,

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la condición del electrón es doble, es decir “impacto – no impacto” y no está definida hasta

que no se lo observe. Por lo tanto, mientras no observemos lo ocurrido, tendremos un

electrón que “dio en el blanco / no dio en el blanco”. Ambas cosas a la vez. Siguiendo el

razonamiento, tendremos una cápsula de cianuro que “abrió / no abrió”. Y finalmente, hasta

que el hombre como ser consciente no observe que ocurrió, tenemos un gato “vivo /

muerto”. Pero, aclarémoslo bien. Lo que dice Schrödinger (que es lo que dice la física) no

es que el gato está vivo o muerto, solo que no lo sabemos. No. Lo que dice es que hasta que

no observemos el gato está en un estado dual vivo / muerto. Así, tal cual. Eso es lo que dice

la ciencia hoy.

El gato de Schódinger

Bien, así que esto es lo que dice la ciencia hoy. Que el mundo es un caos

burbujeante donde las cosas aparecen y desaparecen y son lo que son gracias a la

observación consciente. No es fácil de aceptar. Pero es así lo que dice la física. Está entre

las opciones b y c del ejercicio inicial.

También hay otro físico, contemporáneo, David Bohm, que explicó el mundo en

términos de un “orden explicado”, que es donde se dan los fenómenos, y un “orden

implicado”, es decir subyacente, oculto, donde los fenómenos aparentemente diversos

encuentran su unidad. Esos 2 electrones de la ERP actúan sincrónicamente, porque en

realidad son la manifestación, en el orden explicado (fenoménico) de una misma cosa.

Para entender esto, usemos una analogía. Supongamos islas en el mar. Desde el

orden explicado, que en el ejemplo es “por sobre el nivel del mar”, las islas son tres cosas

distintas, separadas. Pero en el orden implicado, que en el ejemplo sería “por debajo del

mar”, las islas están conectadas y son una misma cosa.

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Esta línea de pensamiento, que la diversidad en el plano manifiesto oculta su unidad

profunda, son hoy elementos “neo paradigmáticos” corrientes en la física.

Les sugiero que lean “El Punto Crucial” o “La Trama de la Vida” de Fritjop Capra,

o bien “De Cuerpo Presente”, de Francisco Varela y otros.

También Ilya Priogine, con su teoría del orden a partir del caos, las visiones

sistémicas, holísticas, el pensamiento complejo, intentan nuevos abordajes de la realidad.

En conclusión, aunque la misma ciencia ya busca nuevos caminos, seguimos

enquistados en la mirada paradigmática de la modernidad. Hoy nos permitimos

cuestionarla.

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García, C. (1995) Comentario sobre el libro la construcción social de realidad de Peter Berger y Thomas Luckmann. Recuperado el 8 de octubre del 2012 de: http://pensarcontemporaneo.files.wordpress.com/2009/06/clase-1-mbc-percepcion-y-realidad.pdf

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Comentario sobre el libro la construcción social de realidad de Peter Berger y Thomas Luckmann Carlos García Manzano

La realidad se establece como consecuencia de un proceso dialéctico entre

relaciones sociales, hábitos tipificados y estructuras sociales, por un lado, e interpretaciones

simbólicas, internalización de roles y formación de identidades individuales, por otro; el

sentido y carácter de esta realidad es comprendido y explicado por medio del conocimiento

1. La sociedad como realidad objetiva

Para Berger y Luckmann, la sociología del conocimiento debe ocuparse en cómo

ese conocimiento interpreta y construye la realidad, fundamentalmente la realidad de los

procesos de vida cotidiana. En primer lugar, comienzan este trabajo desde una perspectiva

filosófica, a través de un análisis fenomenológico de la vida cotidiana.

Los autores destacan cinco elementos fundamentales que estructuran la tríada

realidad interpretada/significado subjetivo/mundo coherente: a) la conciencia, que define la

intención y la búsqueda de objetos; b) el mundo intersubjetivo, que se comparte con los

demás; c) la temporalidad, como carácter básico de la conciencia (orden temporal); d) la

interacción social, que crea esquemas tipificadores; e) el lenguaje, como elemento clave

objetivo (externo al individuo) que facilita la estructuración del conocimiento en términos

de relevancia.

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A continuación, los autores entran en el análisis del proceso de construcción de la

sociedad como realidad objetiva, del cual destacan dos momentos básicos: la

institucionalización y la legitimación.

Berger y Luckmann se confiesan en diversos momentos deudores de las teorías de

Mead, y en especial de la formación del yo humano. El ser humano se forma en interacción

con su ambiente cultural y el orden cultural y social. El orden social, sin embargo, no es

considerado como externo e impuesto al individuo, sino que aparece a través de una

relación dialéctica con éste, como producto humano. La realidad institucionalizada tiene su

origen, por tanto, en la tendencia a la habituación del ser humano, tendencia que, por una

parte, le facilita estabilidad y, por otra, innovación constante, pues le evita dedicar su

esfuerzo a tareas triviales y repetitivas. Esta institucionalización conlleva la tipificación

recíproca de acciones entre los actores, hasta llegar a convertirse en una forma de control

social. Posteriormente, este comportamiento institucionalizado se reifica, es decir, se

experimenta como una realidad objetiva, externa a la voluntad del individuo. En síntesis,

los autores destacan tres momentos básicos en este proceso: la sociedad es un producto

humano; la sociedad es una realidad objetiva; el hombre es un producto social.

Pero para que esta institucionalización se haga efectiva, es indispensable la

existencia del lenguaje, es cual “sedimenta y objetiva las experiencias compartidas y las

hace accesibles a todos los que pertenecen a la comunidad lingüística”; el lenguaje, por

tanto, constituye la base más estable del conocimiento y del medio por el que el mismo se

distribuye colectivamente: facilita su comprensión y asimilación.

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El conocimiento, desde esta perspectiva, determina el nivel de integración existente

en un orden institucional dado: “constituye la dinámica motivadora del comportamiento

institucionalizado, define las áreas institucionalizadas del comportamiento y designa todas

las situaciones que en ellas caben”. En este sentido, los roles aparecen como modos de

conducta tipificados y, lo que quizá es más importante, como “realización de la distribución

social del conocimiento”, al concentrarse en determinado tipo de roles el acceso a cierta

clase de conocimiento especializado.

El conocimiento institucionalizado, pues, no se impone de igual forma sobre el

conjunto de individuos; además, existe una relación dialéctica entre conocimiento y base

social, lo que a menudo da lugar a diversos subuniversos de significado dentro del conjunto

social. A este respecto, es muy importante el segundo de los elementos básicos que Berger

y Luckmann señalan en la construcción de la realidad objetiva: la legitimación.

También aquí el lenguaje cumple una función imprescindible: como forma de

extender la comprensión y el sentido de la realidad de una manera consistente y coherente

con la realidad subjetiva de los individuos, y eso tiene lugar, fundamentalmente, a través de

la creación de universos simbólicos.

La institucionalización antes citada, para tener visos de permanencia, debe tener

sentido, es decir poseer coherencia en sí misma ; pero, además, debe tener sentido

subjetivo. La legitimación alcanza entonces cuatro niveles distintos, que los autores

categorizan así: 1) un sistema de objetivaciones lingüísticas; 2) proposiciones teóricas en

forma rudimentaria; 3) teorías explícitas del orden institucional: 4) universos simbólicos.

Estos últimos son los que organizan coherentemente la posición que ocupa cada uno en el

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conjunto social, los roles a desempeñar, su propia identidad y el total de relaciones que

constituyen la vida cotidiana. Los universos simbólicos construyen, además, determinados

mecanismos que garantizan su permanencia: la mitología, la teología, la filosofía y la

ciencia son algunos de los más importantes, y han jugado su papel en determinados

períodos históricos. El poder en sí mismo, su capacidad para imponerse constituye otro

mecanismo de mantenimiento; en este sentido, la ideología es para Berger y Luckmann un

medio de mantenimiento que sirve a un interés de poder concreto.

2. La sociedad como realidad subjetiva

El segundo gran apartado del libro se centra en la sociedad como realidad subjetiva,

comenzando por el modo en que esta realidad reificada es asumida por los individuos, lo

que nos lleva inevitablemente al terreno de la socialización.

Berger y Luckmann diferencian dos procesos de socialización distintos, los cuales

denominan primario y secundario. El primario, que tiene lugar durante los primeros años de

vida, sirve de base para la comprensión del mundo como un todo compacto e invariable, así

como para la comprensión de la vida como un sistema donde uno existe en relación con

otros, donde el yo cobra sentido como yo social: asimismo, es una socialización filtrada, es

decir, el individuo ocupa un espacio social concreto y en función del mismo y de las

relaciones que conlleva se produce una identificación propia, una identidad.

Durante la socialización secundaria, el individuo internaliza submundos diferentes,

tiene acceso al conocimiento de una realidad compleja y segmentada. Asimismo, no accede

a todo el conocimiento, sino a una parte en función de su rol y posición social: el

conocimiento también se segmenta. Esto último ocurre porque los medios de acceso al

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conocimiento se institucionalizan: es necesario aprender a través de cauces y procesos

adecuados.

Esta segunda socialización corre el riesgo de convertir las internalizaciones

anteriores en algo vulnerable, situación que se ve minimizada por la existencia de

determinados medios de mantenimiento de la realidad, entre los cuales destaca la rutina

diaria como afirmación del conocimiento de la vida cotidiana; no obstante, un cambio

profundo en la realidad subjetiva puede tener lugar si se produce una reinterpretación

radical de los hechos, lo que los autores denominan alternación, mediante un nuevo proceso

socializador y legitimador.

La identidad del individuo, como conclusión, se perfila dentro de una realidad

objetiva que, aunque es percibida por éste como algo externo, es en realidad un producto

humano; surge de la relación dialéctica entre individuo y sociedad: “se forma por procesos

sociales (...), es mantenida, modificada o aun reformada por las relaciones sociales”.

3. Comentario personal

Peter Berger y Thomas Luckmann, tal como indican en la introducción, pretender

sentar las bases de lo que, a su juicio, debe conformar el objeto de investigación de la

sociología del conocimiento. Todos los anteriores estudios no han sido sino aproximaciones

a aspectos concretos y parciales del mismo; no es hasta ahora cuando se inicia la auténtica

dimensión propia del objeto de la disciplina: el análisis de la construcción social de la

realidad.

25

Sin embargo, bajo mi punto de vista, la visión fenomenológica de Berger y

Luckmann complementa otros trabajos realizados sobre el tema, a los que en modo alguno

sustituye. Y cabe decir eso, fundamentalmente, de la obra de Mannheim Ideología y

Utopía, que además de dar el primer gran impulso a la sociología del conocimiento,

muestra un interés epistemológico (yo diría que el centro sobre el que gira la obra) que no

se observa en ningún momento en el libro presente. Igualmente, el concepto de ideología

trazado por Marx (concepto que Berger y Luckmann tratan muy de pasada, supuestamente

integrado en las demás formas de conocimiento) es un elemento indispensable a considerar

en cualquier aproximación a la disciplina en cuestión.

Por ello, creo que esta obra, La construcción social de la realidad, toma su

verdadero sentido cuando se la inserta en el conjunto de aproximaciones que, desde

posiciones y perspectivas distintas pero complementarias, ha tratado de abordar el complejo

problema del conocimiento.

Tras el apartado que trata la sociedad como un producto específicamente humano,

creado a partir de las distintas interrelaciones entre los individuos y de las diversas

necesidades que de ello surgen (la sociedad como construcción de los individuos, para los

que posteriormente ésta aparecerá reificada y les afectará directamente), aspecto que Marx

ya desarrolló en alguna medida a través de sus conceptos de estructura y superestructura,

pasan a centrarse en un punto más específico de la sociología del conocimiento: cómo los

individuos internalizan, comprenden y organizan todos los aspectos que constituyen la

realidad. Y aquí cabría, a mi juicio, completar y matizar las ideas de Berger y Luckmann

sobre socialización, internalización e identidad con el concepto total de ideología

Mannheimiano (que trata de abarcar la estructura total del espíritu de un grupo o de una

26

época y que comprende el pensamiento como producto de la vida colectiva en que el

individuo participa), la falsa conciencia de Marx (la ideología burguesa y su interpretación

interesada y legitimadora del status quo socioestructural) e incluso el concepto de verdad

como mentira colectiva de Nietszche (la vida en sociedad hace necesaria la conversión de

lo que no son sino meras abstracciones, reducciones metonímicas de una realidad compleja

e inaprehensible para el lenguaje, en verdades para todos). A este respecto, y a diferencia de

la obra cita de Mannheim, Berger y Luckmann de ninguna manera pretender aproximarse al

contenido de verdad o de mentira del pensamiento, y es que para ellos “el interés

sociológico en materia de realidad y conocimiento se justifica así inicialmente por el hecho

de su relatividad social”. Sin embargo, a mi entender, resulta mucho más sugerente el

término relacional que Mannheim utiliza para comprender el pensamiento con respecto al

período histórico en el que surge y al substrato social del que emerge, y que va mucho más

allá de la mera relatividad.

En resumen, la aproximación fenomenológica de Berger y Luckmann, aunque de

interés por sí misma, precisaría ser complementada con otras proposiciones teóricas que

concretan aspectos muy sutilmente esbozados en este trabajo, que deja de lado temas tan

atractivos como el conocimiento científico (al que los autores aluden como conocimiento

especializado, pero de cuyo fundamento nada hablan) y el carácter ideológico (y su

correspondiente base material) de gran parte del pensamiento, aunque su propósito

fundamental se centre en el conocimiento de la vida cotidiana.

27

Aznavwrian, L. (2009). Sentido común y Filosofía. Recuperado el 8 de octubre del 2012 de: http://www.ead.df.gob.mx/portal/blogs/entry/Sentido-com-n-y-filosof-a

28

Sentido común y filosofía

por Lourdes Aznavwrian.

Antes que nada ¿qué es el sentido común y por qué es como afirma Descartes el

más común de los sentidos? El sentido común constituye el saber más básico primario e

inmediato del que dispone todo individuo como miembro de una comunidad, siendo este

saber, además, un elemento fundamental para la integración de la comunidad. Thomas

Reid, filósofo escocés contemporáneo de David Hume que se dedicó a investigar acerca del

sentido común y fundó la escuela escocesa del sentido común. Si quieres saber más acerca

de este fascinante pensador puedes dirigirte a la siguiente

dirección: http://plato.stanford.edu/entries/reid/

29

Pareciera un tema tan común que no requiriese de reflexión alguna y mucho menos

de una escuela filosófica, pero no es así, es un tema que además de fascinante, toca nuestro

actuar de la vida cotidiana, lo mismo que la filosofía. Pero tanto el sentido común como la

filosofía, tienen una estrecha relación con el conocimiento. El sentido común tiene relación

con el buen juicio y el buen juicio tiene relación con las decisiones que tomamos y se

relaciona directamente con la concepción del mundo que tenemos. El sentido común

justamente es común, es decir compartido, tan compartido como sea posible compartir una

concepción del mundo y por otro lado es sentido, es decir que tiene relación con la

sensatez. Así, hasta ahora el sentido común es un buen juicio que compartimos y que tiene

que ver con nuestra visión o concepción del mundo y que así mismo contribuye con el

conocimiento humano y es incluso origen de muchas teorías científicas que si bien parten

de él, debe alejarse para poder lograr una objetividad necesaria y parte de la naturaleza de

ese conocimiento. Por otro lado la filosofía como dice Platón es "hija de asombro", el

asombro ante la realidad y ante el mundo, de ese asombro inmenso y profundo surge

precisamente la curiosidad, y lo más importante la pregunta ¿por qué? De esta simple

pregunta han surgido múltiples teorías que buscan explicar justamente nuestra realidad y

nuestra relación con esa realidad, nuestra relación de conocimiento, nuestra relación social,

nuestra relación política, etc. Pero la diferencia entre el sentido común y la filosofía es

justamente que la filosofía no es un saber básico o inmediato sino que es el resultado de la

reflexión y en ese sentido está un paso más adelante del sentido común, pero ambas tanto al

filosofía como el sentido común comparten que pueden ser como una brújula que nos

oriente frente a la realidad.

30

Berthier, A., (2011) Tradiciones de Investigación Científica. En Pragma [En línea]. Recuperado el 8 de octubre del 2012 de: http://antonioberthier.jimdo.com/materias/epistemología/tradiciones-científicas/

31

Tradiciones de investigación científica

Antonio Emmanuel Berthier

El concepto de tradición de investigación fue acuñado en la filosofía de la ciencia

por el norteamericano Larry Laudan (1986) como una forma de aproximación a la manera

como tiene lugar el desarrollo de la ciencia. Laudan propone que para entender el progreso

científico podemos proceder a identificar el cuerpo de suposiciones básicas tanto racionales

(cognitivas) como irracionales (emotivas) que sirven de sustento a las teorías científicas.

Este cuerpo de suposiciones está conformado por el cúmulo de creencias filosóficas y

reflexiones metodológicas que son adoptadas por una comunidad científica y de las que

obtiene una serie de directrices para construir las teorías y realizar las investigaciones sobre

algún ámbito específico de la realidad (su objeto de estudio). De acuerdo con el autor:

“...una tradición de investigación es un conjunto de supuestos generales acerca de las

entidades y procesos de un ámbito de estudio, y acerca de los métodos apropiados que

deben ser utilizados para investigar los problemas y construir las teorías de ese dominio”.

(Laudan, 1986:116)

Una tradición puede entenderse por lo tanto como una manera particular de concebir

el ámbito de la realidad que el científico se propone estudiar. Según Laudan, los

lineamientos generales que aporta la tradición a una disciplina científica no son

comprobables debido a su carácter general y pueden ser compartidos por varias teorías

aunque éstas no pertenecen a una misma disciplina. Al conjunto formado por los

presupuestos generales y las teorías que éstos originan en diferentes ciencias se le

denomina tradición de investigación científica. El conjunto de principios que conforman a

una tradición permite al científico plantearse un determinado tipo de problemas de

32

investigación y le otorgan las directrices necesarias para resolverlos a través de las teorías

científicas. Éstas últimas, por lo tanto, son visualizadas por Laudan como una "maquinaria"

que posee la tradición de investigación para la resolución los de los problemas

concernientes a su ámbito de estudio. Dentro de las directrices proporcionadas por las

tradiciones de investigación al trabajo teórico pueden reconocerse tres tipos:

1. Directrices Ontológicas: aquellas que indican al científico la naturaleza de las entidades

que conforman la realidad que pretende investigar.

2. Directrices Metafísicas: aquellas que indican al científico los procesos no observables

que organizan la realidad que pretende investigar.

3. Directrices Metodológicas: aquellas que indican al científico la forma como debe

aproximarse a la realidad que pretende investigar.

Dado que las Tradiciones de Investigación parten de suposiciones no comprobables

(y por lo tanto también no refutables), podemos decir que se encuentran a un nivel Meta-

teórico dentro de la actividad científica, esto es, se encuentran en la plataforma que corona

al “edificio” de generación del conocimiento científico:

Nivel

Metateórico

Principios generales no susceptibles de verificación que conforman

a las Tradiciones de Investigación

Nivel

Teórico

Red de operaciones conceptuales que estructuran mediante sus

componentes y relaciones un ámbito de estudio. En este nivel se

encuentran las teorías científicas

Nivel

Empírico

Cúmulo de observaciones operadas en la Realidad que permiten la

investigación empírica

33

Click para agrandar

En todas las ciencias existen tradiciones de investigación y en ocasiones conviven dentro de

una misma disciplina tradiciones con presupuestos antagónicos, lo que explica las

acaloradas discusiones teóricas que suceden en su interior pero también son un positivo

indicador de la forma multidimensional en que se desarrolla el conocimiento científico.

34

Ruiz, R. (s.f.) Historia y Evolución del pensamiento científico. Recuperado el 8 de octubre del 2012 de: http://www.eumed.net/libros/2007a/257/4.5.htm

35

Historia y evolución del pensamiento científico

Ramón Ruiz Limón

LA CIENCIA Y LA IDEOLOGIA

¿Cuál es la relación que existe entre conocimiento objetivo e ideología?

En las ciencias, fundamentalmente en las sociales, las ideologías no pueden

excluirse - como ya se ha demostrado - del proceso de investigación y de los productos del

quehacer científico ya que en ellos está presente la relación sujeto cognoscente-objeto de

conocimiento. La actividad del investigador se ubica en un contexto social determinado y

responde a un interés de clase que pueda ser la de él o la de otra clase social.

¿Qué es ideología?

Puede decirse que todo hombre tienen una ideología, como concepción del mundo,

de las cosas, y que hay ideologías mas científicas que otras en cuanto se apoyan en los

datos provenientes de las ciencias para tener una visión más completa y correcta de la

realidad, y las cuales orientan a los seres humanos en su práctica diaria, así como dentro de

un campo de la ciencia.

La búsqueda de la verdad objetiva, la reconstrucción precisa, completa y profunda

(en el pensamiento abstracto) de lo real, como único camino para descubrir las leyes del

desarrollo y funcionamiento de la vida social en cada formación social concreta. El

conocimiento critico y objetivo de las contradicciones e instancias fundamentales de una

36

realidad social particular, permitirá servir de base para su comprensión correcta y su

transformación.

También se puede decir que, en un mismo individuo o grupo social se entrecruzan

distintos tipos de ideologías (esferas ideológicas: religiosas, política, artística, etcétera) y

las cuales se encuentran en diferentes planos.102

La ideología de un grupo social está condicionada por los intereses de clase, pero

también las distintas esferas ideológicas pueden influirse mutuamente (por ejemplo, la

ideología política puede recibir influencia de la religiosa) con lo cual se rechaza la postura

reduccionista que consiste en considerar que toda idea es producto necesaria e

ineludiblemente de la relación que se tenga con respecto, aunque el conjunto de ideas sobre

la vida y la sociedad tiene una referencia directa e indirecta en las condiciones materiales

de existencia de cada grupo social. Asimismo, la ideología, como ya se ha mencionado,

orienta la acción de los hombres permitiéndoles mayores o menores posibilidades para

acercarse al conocimiento objetivo de la realidad social.

La ideología es:

a)) Un conjunto de ideas acerca del mundo y la sociedad que

b) Responde al interés, aspiraciones o ideales de una clase

c) Guía y justifica un comportamiento práctico de los hombres acorde

con esos intereses, aspiraciones o ideales.

37

La concepción que se tiene de la sociedad, de su estructura, organización,

procesos, instituciones, relaciones, responde en gran medida a un interés de clase el cual

está presente (en forma de ideología) durante el proceso de investigación y en sus

resultados. La ideología del científico se manifiesta en la selección de los problemas que

estudia, en la concepción teórica a la cual recurre para ubicarlos, en la selección de las

técnicas para acopiar la información empírica, en la interpretación de los datos, en las

recomendaciones que plantea para resolver los problemas, en la forma en que se utilizan los

resultados de las investigaciones.

Las posturas ideológicas influyen en mayor o menor medida en el surgimiento,

contenido y uso de los conocimientos sociales. Su influencia es mayor en su génesis y

formación que en su contenido donde las exigencias de cientificidadd imponen

restricciones a la ideología; mayor influencia ejerce la ideología en el uso o función de la

ciencia social, en el que se pone de manifiesto claramente la subordinación de esta, como

forma de actividad humana, a necesidades sociales.

La ciencia trata, pues, de acercarse a la verdad objetiva a fin de descubrir las

relaciones, dependencias y estructuras esenciales de la realidad como único camino para el

establecimiento de leyes científicas; pero en las ciencias, especialmente en las sociales, los

valores de los individuos (elementos fundamentales de la ideología) están presentes en el

proceso de investigación y en sus productos y pueden dificultar o facilitar el

descubrimiento de la verdad objetiva.

Los valores tienen una influencia prácticamente insignificante en la elaboración del

conocimiento en las ciencias naturales ya que lo que interesa aquí es alcanzar un

38

conocimiento objetivo más completo y preciso como única forma de tener dominio cada

vez mayor de la naturaleza, aunque los valores se encuentran presentes en la selección de

los problemas que se estudian y en la utilización de los productos del quehacer científico,

las cuales responderán en gran medida a los intereses de la dase que represente el

investigador.

39

Vizer, E. Paradigmas y estilos de conocimiento. Cultivando dominios sociales.Recuperado el 8 de octubre del 2012 de: http://www.labcom.ubi.pt/files/agoranet/05/vizer_paradigmasyestilos.pdf

40

PARADIGMAS Y ESTILOS DE CONOCIMIENTO:

"CULTIVANDO DOMINIOS SOCIALES”

Eduardo A. Vizer

Universidad de Buenos Aires

"Las ciencias sociales producen y legitiman saberes disciplinarios - y construyen sus

objetos de estudio- al costo de fragmentar la realidad. La propia "cultura disciplinaria" de los

investigadores emerge de una división del trabajo intelectual y del tipo de preguntas que se

hacen sobre la sociedad: las transformaciones de la economía (la tecnología y el trabajo), la

política, la cultura, las instituciones y la vida cotidiana" (Vizer, Introduc. a La Trama..) La idea

de que es no solamente posible sino necesario hallar modos de articular disciplinas diferentes

corresponde a una historia relativamente reciente que surge en las postrimerías de la Segunda

Guerra. Por un lado surgían las demandas perentorias para desarrollar aplicaciones

militares para los conocimientos científicos, como la bomba atómica, o la necesidad de diseñar

dispositivos de seguimiento y control sobre las trayectorias de los primeros cohetes alemanes

que caían bastante anárquicamente sobre la poblacion londinense. Se puede considerar que de

esta necesidad -básicamente militar- de contar con dispositivos tecnológicos capaces de

funcionar en forma eficiente y eficaz para el logro de un objetivo (en esos años, básicamente la

destrucción del "objetivo") surge una línea de pensamiento "cibernetista", centrada en el diseño

de máquinas inteligentes, capaces de emitir, recibir y procesar información. El modelo básico

de pensamiento tomaba como referencia al centro nervioso -el "cerebro"- de un organismo

vivo, capaz de computar datos y digitalizarlos en series binarias de unos y ceros, a partir de la

álgebra booleana, e inmediatamente "ordenar" una operación del "robot", de acuerdo a un

programa instalado en el sistema del robot como un servomecanismo de autocontrol. En esta

línea de pensamiento "cibernético", se fueron generando proyectos como los de la Inteligencia

41

Artificial (IA), los desarrollos de la bioingeniería, los ensayos de creación de escenarios de

realidad futuros –futuristasmodelizados como sistemas capaces de controlar sus propios

procesos de acuerdo a programas "inteligentes" de procesamiento de la información y control

sistémico de las variables del sistema. Ciertas versiones futuristas sobre la "Sociedad de la

Información" -ya sean pesimistas o hiperoptimistas- y la imaginación de autores de ciencia

ficción (como Orwell, y Huxley) y el cine de Hollywood nos han brindado ya hace años

ejemplos ilustrativos como "Blade Runner" o "Matrix".

El paradigma tecnológico de la racionalidad instrumental, sólo se halla preocupado por

el rendimiento, la eficiencia y el control: de las máquinas, del medio ambiente, de grupos y

hasta de sociedades enteras sujetas a decisiones e instrumentos de control global (económico,

militar y hasta político en las mentes afiebradas de los estrategistas de los centros de poder

mundial). Si los proyectos basados en el paradigma del pensamiento cibernético comenzaban a

recibir enormes sumas para financiar estrategias y tecnologías militares en los programas

gubernamentales del Primer Mundo, las grandes corporaciones internacionales no se quedaban

atrás buscando desarrollar productos, líneas de producción y nichos de mercado nuevos en

mercados globales. Volviendo a los orígenes del "sistemismo", lejos del pensamiento

cibernético e ingenieril, de los intereses militares y las estrategias de control, comenzaba a

surgir una alternativa de pensamiento sistémico mas "abierto". Gradualmente fueron surgiendo

dos visiones diferentes sobre las concepciones de la ciencia: una más específicamente

científica, asociada a las necesidades de reconstruir puentes y paradigmas comunes entre la

multiplicidad creciente de disciplinas y áreas de conocimiento; todo de acuerdo a un criterio de

división funcional del trabajo en la producción de conocimiento científico. A esta visión,

asociada a lo que podríamos denominar una “economía simbólica” de carácter funcional para el

quehacer científico, se le iba oponiendo una segunda visión: crítica y “humanista” del

42

conocimiento. La ciencia concebida como una práctica de conocimiento asociada a lo que

podemos denominar -a partir de Hüsserl y Habermas-, como el “mundo de la vida”.

Si el modelo ingenieril cibernético propone apostar a una futura sociedad de la

información sujeta al reemplazo de las preocupaciones y decisiones humanas, por un pseudo

control automatizado y naturalizado a cargo de servomecanismos (argumento que esconde las

intenciones y manipulaciones de los reales centros de poder y decisión global); la segunda

visión propone una revalorización de la política. Esta posición alimenta ciertos discursos sobre

la sociedad futura (como Sociedad de la Comunicación o del Conocimiento, Vizer 2003) y

apoya la expresión popular, el control de los instrumentos de decisión por parte de dispositivos

gerenciados por la sociedad civil. Si dejamos de lado una lectura puramente cientificista de los

desarrollos del pensamiento sistémico, y nos ubicamos desde una mirada social, podemos decir

que el modelo cibernético es globalmente centralizador, excluyente, apolítico, asocial y elitista.

El pensamiento alternativo obviamente debe tender a sus opuestos: descentralizador, inclusivo,

"político" (nuevas formas de expresión y organización política); con profundo compromiso

social, y sobre todo participativo.

Ciencia, disciplinas y conocimiento

Como cualquier otra actividad humana, la ciencia escapa a toda definición simplista

(del tipo “la ciencia es la búsqueda de la verdad”). La ciencia es una institución y una actividad

plural: desde sus “condiciones sociales de producción”, a su método y sus técnicas, desde el

marco institucional y organizacional en los que se produce (universidades, centros de

investigación públicos o corporativos), hasta las diferentes perspectivas epistemológicas y

procesos cognitivos en que se fundamenta la producción de conocimiento; desde la ficción de

la “ciencia pura”, a la técnica y los dispositivos tecnológicos en los que se asienta

predominantemente la producción científica en nuestros días (las mal llamadas “ciencias

43

aplicadas”). El progreso de las ciencias no se ha basado tanto en acuerdos sino en

confrontaciones dentro y entre comunidades científicas. Lo que se ha llamado “el contexto de

descubrimiento” se asienta en la libertad, la imaginación y la pluralidad de miradas, de

proposiciones, de métodos y de estilos de pensamiento. Pero un problema central de nuestro

tiempo para esta tradición de autonomía de las ciencias, estriba en que los “contextos de

descubrimiento” se hallan día a día mas condicionados por la asociación entre las demandas de

mercados globales competitivos y los intereses corporativos, subordinando todo otro valor y

perspectiva epistemológica o ética a los dictados de la competencia económica.

Originariamente, el “contexto de descubrimiento” suponía la existencia de un interés

genuino por la búsqueda de una explicación plausible a ciertos problemas, la prueba de una

teoría, o el des-cubrimiento de una “verdad oculta” que debía ser revelada. O sea: una visión

romántica e idealista del saber por el saber mismo. Por el valor absoluto de la verdad y el saber.

Este “valor” debía ser expresado (comunicado) en la forma de proposiciones y argumentos

teóricos. En otras palabras: el valor de un descubrimiento solo podía hacerse efectivo mediante

la comunicabilidad, la difusión de un conocimiento. Las teorías deben ser expresadas en algún

lenguaje (natural, o formal). Las teorías son así construcciones de sentido, organizadoras de

áreas, de temas o de problemas de conocimiento. El valor de una teoría se halla en su capacidad

de generar proposiciones significativas en la forma de descripciones exploratorias,

explicaciones o pronósticos.

Y el criterio en las ciencias ha sido siempre la construcción de proposiciones sujetas a

la crítica y la refutación. Así, podemos argumentar que no existen verdades definitivas o

universales, sino argumentos y afirmaciones asociados a proposiciones particulares, que

pueden responder -o contradecir- a una u otra teoría. El valor de una construcción teórica (y

hasta de una ley) se halla determinada por diferentes condicionamientos: desde los dispositivos

empíricos de prueba, pasando por la lógica y el entramado conceptual y epistemológico de una

44

disciplina, hasta el momento histórico y las condiciones sociales e institucionales en que se

generan los conocimientos científicos. No se puede afirmar ni aún que la ley de gravedad es

universal e inmutable. El avance de la ciencia puede subsumir a la ley de gravedad en otra más

general (por ej. la ley de atracción de los cuerpos, o de la masa). Creo importante esclarecer

ciertas confusiones bastante comunes que se hacen sobre las nociones de disciplina,

interdisciplina y transdisciplina. Mientras la noción de teoría (del griego theorein, "ver,

observar") alude al lenguaje, la comunicabilidad y la organización del sentido de las

proposiciones científicas, la noción de disciplina alude a una especificidad, a un área de

diferenciación social. En primer lugar, la disciplina corresponde a una definición de carácter

sociológico sobre las formas de organizar y clasificar prácticas institucionalizadas de

producción de conocimiento, según criterios aceptados sobre sus objetos, sus métodos de

trabajo y sus contenidos conceptuales: física, medicina, geología, sociología, etc. La idea de

disciplina pierde su halo esencialista y cientificista ante una categorización mas sociológica y

práctica sobre las formas de organizar, controlar y "disciplinar" el trabajo de la producción de

conocimiento dentro de los procesos sociales de división del trabajo. La visión tradicional y

decimonónica de las ciencias se basaba en una metafisica positivista de desarrollo permanente,

de jerarquías, especializaciones y concepciones "arquitectónicas" del quehacer científico

(ladrillo a ladrillo, piso a piso, sic itur ad astra, "así se llega a las estrellas"). A partir de la

teoría cuántica, aparentemente -a pesar de las dudas de Einstein sobre el azar y la probabilidad

en el mundo físico -parecía que Dios había efectivamente comenzado a "jugar a los dados". La

metafísica arquitectónica de la ciencia positivista comenzaba a resquebrajarse. Pero no solo por

las fallas epistemológicas, sino por la propia incapacidad de las disciplinas científicas aisladas

para responder a las necesidades y problemas de supervivencia de nuestras sociedades

crecientemente complejas y conflictivas.

45

Comenzaba un viraje histórico en la forma de comprender el quehacer científico. Si las

disciplinas habían argumentado como valor último a la búsqueda de la verdad a ser "develada"

en los laboratorios, profundizando en los misterios del "contexto de descubrimiento", a partir de

la década del sesenta comienza a ser la propia sociedad y los organismos internacionales los

que llaman la atención sobre la necesidad de centrar el trabajo científico en "problemas": la

preservación del medio ambiente, la contaminación y la desertificación, el desarrollo y el

crecimiento, la salud pública y la prevención, el crecimiento de la población, la preservación de

los recursos naturales, etc. En un primer momento, se creyó que la mera formación de equipos

"multi"disciplinarios, iba a permitir coordinar saberes disciplinarios diferentes y especializados.

Como en la Torre de Babel, las diferencias de percepción en los problemas, y la multiplicidad

de lenguajes especializados generó desorganización y diagnósticos incongruentes entre sí. En

un segundo momento, muchos entendieron la necesidad de replantear sus visiones sobre la

ciencia y sobre los modos de abordar los problemas "reales". Por último, el problema de la

epistéme y el lenguaje, así como la imprescindible comunicabilidad científica, llevó a décadas

de reflexión y ensayos sobre los problemas de conformación de equipos de trabajo "inter"

disciplinarios. Por un lado, se centraba el interés hacia procesos de reflexividad sobre el

quehacer y los estilos de pensamiento de los propios científicos. Por el otro, el objetivo del

"contexto de descubrimiento" pasó a ser la investigación sobre la complejidad de la propia

interrelación entre la realidad física ambiental y las realidades sociales, con sus crecientes

conflictos, interdependencias, crisis y transformaciones permanentes.

La formación de equipos de trabajo interdisciplinarios se transformó en una regla

exigida pero incumplida. Los organismos y las fundaciones de financiamiento de ciencia y

técnica cultivaban el lenguaje de la interdisciplinariedad, pero en la práctica la financiación

sólo permitía cubrir las necesidades de pocos investigadores, y las demandas metodológicas

en la presentación de proyectos dificultaba la real articulación de equipos interdisciplinarios.

46

Comenzaba a surgir la práctica de un doble discurso, justificativo de las contradictorias

expectativas generadas. Al mismo tiempo, se iban generando fantasías sobre la posibilidad de

construir formas de conocimiento "trans" disciplinarios. Una especie de meta teoría asentada en

un metalenguaje, accesible y compartido por los diferentes especialistas. Surgieron así

expectativas –generalmente sobredimensionadas- sobre la posibilidad de construir una forma de

conocimiento "total" (a pesar de las advertencias de un "filósofo moldeado por la aspiración

hegeliana a la totalidad" como Adorno, citado por el propio Morin en el prefacio de Ciencia

con conciencia: "la totalidad es la no verdad").

Citando a Morin en Introducción al Pensamiento Complejo: "Estoy a la búsqueda de

una posibilidad de pensar trascendiendo la complicación (es decir las interretroacciones

innombrables), trascendiendo las incertidumbres y las contradicciones... he dicho que la

complejidad es la unión de la simplicidad y de la complejidad; es la unión de los procesos de

simplificación que implican selección, jerarquización, separación, reducción, con los otros

contra-procesos que implican la comunicación, la articulación de aquello que está disociado y

distinguido; y es el escapar de la alternativa entre el pensamiento reductor que no ve mas que

los elementos y el pensamiento globalista que no ve más que el todo".

Evidentemente, el diagnóstico de las limitaciones del pensamiento disciplinario es

correcto, pero surgen dudas sobre el estatuto epistemológico, los objetivos y la caracterización

del "pensamiento complejo" como ciencia, método, filosofía o búsqueda de una comprensión

moralizante sobre el conocimiento que escapa a las posibilidades de comprensión actuales.

Otras dos propuestas teórico metodológicas "trans” disciplinarias han surgido como

paradigmas más promisorios para lidiar con los problemas de la relación entre ciencia y

realidad, y entre los problemas propios de la ciencia y los de las realidades complejas de

nuestros días. Ambas marcan un hito epistemológico, un "antes y un después" en el modo de

concebir tanto los problemas de la construcción de teoría, como la práctica de la investigación.

47

Específicamente en relación con el abordaje y la delimitación de los problemas del

objeto de estudio, que debe ser entendido como una realidad compleja e indivisible. Primero

surgía la Teoría General de Sistemas (TGS), que en el encuadre originario de L. Von

Bertalannfy -marcado por la Biología y la preocupación por los organismos como sistemas

vivos- puede considerarse abierto a preocupaciones humanísticas y filosóficas, derivando

después con Von Neumann hacia un encuadre ingenieril, marcado por la "racionalidad

instrumental" preocupada por el control, la eficiencia, las aplicaciones prácticas y las demandas

tecnológicas de la Guerra Fría. Morin describe muy bien las diferentes líneas "Hay un

sistemismo fecundo que lleva en sí un principio de complejidad; hay un sistemismo vago y

plano, fundado sobre la repetición de algunas verdades asépticas ("holísiticas") que nunca

llegaron a ser operantes; está, finalmente el system analisys, que es el equivalente sistémico del

engineering cibernético... que transforma el sistemismo en operaciones reduccionistas"

La fecundidad del pensamiento sistémico se afirma en las siguientes razones:

a) se supera la visión científica reduccionista, arquitectural y acumulativa que concibe el

conocimiento como una lupa enfocada a una parte aislada del objeto de estudio (ya sea un

organismo, el medio ambiente, una población o un árbol aislado del bosque), por una visión

"telescópica" que observa y analiza una "totalidad" como su unidad de análisis. La expectativa

positivista del siglo XIX suponía que, por ej., la suma de los conocimientos sobre la estructura

de cada órgano del cuerpo humano estudiado sobre cadáveres, algún día permitiría "armar el

rompecabezas" y conocer el funcionamiento del organismo vivo (el arquetipo de Frankenstein

es el mejor representante de esta fantasía sobre la creación de un ser humano -aunque

monstruoso- creado con las partes seccionadas de varios cadáveres).

b) La originalidad que supone reconocer que la ciencia no trabaja sobre "realidades en

sí", sino sobre "modelos de realidad". Se hacen más explícitas las mediaciones y anteojeras de

todo tipo que existen entre el investigador y su objeto de estudio: desde la propia subjetividad y

48

los valores personales, el recorte epistemológico y metodológico del objeto o la explicitación

de las operaciones e intervenciones que se hacen -conciente o inconcientemente- sobre las

condiciones físicas y técnicas de una experimentación. Al trabajar explícitamente sobre un

"modelo" de realidad o de un objeto, se pone el acento en la metodología y no solamente en la

observación simple y naturalista sobre un "objeto en sí". Permanece siempre abierta la

posibilidad de la profundización del análisis del "objeto sistema" desde diferentes ángulos y a

partir de proposiciones que permiten la revisión crítica de las técnicas y la metodología

empleada (Vizer, la "triangulación recursiva", op. cit).

c) El paradigma sistémico, entendido como "un sistemismo fecundo que lleva en sí un principio

de complejidad", y al que podemos agregar también un principio de contradicción, de apertura

crítica y epistemológica, aporta la posibilidad de acercarnos más a los problemas planteados

por las complejas realidades actuales. En tanto metodología, el sistemismo permite rearticular

especialistas y conocimientos especializados; diferentes abordajes disciplinarios, teorías y hasta

proposiciones divergentes. Sin embargo hay que prevenir sobre el "peligro semántico" de crear

un lenguaje puramente formalizado y especializado. Esto sucedió en los primeros tiempos en

que se pretendió aplicar los términos de una cibernética dura de la primera TGS a todos los

campos de investigación. Términos como "transductor, dispositivo de entrada y de salida,

procesamiento de la información, memoria del sistema", y muchísimos otros, pasaron a formar

parte de una especie de pan lenguaje común a biólogos, ingenieros, sociólogos y politólogos.

La complejidad de la propia realidad pasaba a ser nuevamente reducida a esquemas simplistas y

comparaciones absurdas o irrelevantes.

De todos modos, los antecedentes del sistemismo dieron pié para no abandonar la

expectativa de desarrollar formas de pensamiento transdisciplinarias, así como a la riqueza

promisoria de los planteos de la Teoría de los Sistemas Complejos que aseguró a I. Prigogyne,

principios epistemológicos para construir su teoría de los Sistemas Disipativos. La fecundidad

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de un pensamiento sistémico abierto, no solamente abrió la posibilidad del premio Nóbel de

química, sino que sentó un antecedente fundamental para pensar la investigación social como

procesos de modelización sobre realidades sociales indisolublemente interdependientes,

complejas, contradictorias y conflictivas.

Paradigmas, metodologías y estilos de conocimiento científico

Es interesante observar la relación que se establece entre los términos teóricos que se

construyen -o reconstruyen- para "modelizar", organizar y comunicar el conocimiento

científico, y la existencia de metáforas que "derivan" del sentido común o de otras ciencias. "En

las ciencias sociales, el uso de términos teóricos como metáforas es doblemente útil. Por un

lado la metáfora puede cumplir la función de comunicar y sintetizar conjuntos de términos

teóricos -a veces como imágenes transportadas de otras ciencias o bien tomadas del lenguaje

cotidiano- generalmente bastante abstractos y alejados del uso social; por el otro (la metáfora)

sirve como herramienta heurística para la construcción de hipótesis, proposiciones,

argumentaciones e interpretaciones sobre la realidad social".

En principio, ya no todos los epistemólogos de la ciencia se ciñen a afirmar que

solamente existe "un" método -el naturalista- para las diferentes ciencias. Para algunos,

solamente el método naturalista clásico reúne las condiciones fundamentales para reconocer el

status auténticamente científico para una teoría. Para otros, las ciencias sociales además del

método naturalista (cuanti y cualitativo), precisan de una metodología interpretativa; de

dispositivos y técnicas de interpretación que permitan - reconociendo el legado de la sociología

comprensiva de M. Webercomprender el sentido subjetivo que atribuyen los agentes sociales a

sus acciones. Hay dos diferentes líneas de análisis: una escuela prefiere centrarse en el estudio

de las razones de los sujetos, y la segunda intenta profundizar en el conocimiento y la

comprensión de las motivaciones. Las "razones" evidentemente suponen la existencia de

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procesos concientes y racionales de interpretación y toma de decisiones por parte de sujetos

independientes. Por otro lado, las "motivaciones" aluden a la necesidad de analizar procesos y

mecanismos varios -en especial las emociones- para comprender el sentido que los actores

sociales atribuyen a sus acciones sociales.

Un tercer grupo de epistemólogos (por ej. el argentino Klimovsky), admiten además la

posibilidad de considerar una tercera "escuela": la crítica. Este "conocimiento crítico" sobre la

realidad se basaría sin embargo para este autor, también en una metodología interpretativa, por

lo que haría en cierta medida discutible diferenciar entre ambas escuelas de pensamiento. De

todos modos, considero que el método interpretativo no es siempre ni forzosamente totalizante

u holístico, mientras que los fundamentos de la ciencia crítica siempre presuponen un análisis

totalizante de la realidad social. El marxismo no puede considerarse propiamente "sistémico",

pero evidentemente es una construcción teórica que se basa en la investigación de unidades de

análisis social "totales": ver conceptos como "formación social", "sistema capitalista", "clases

sociales", "división del trabajo", etc.

Llegado a este punto, pareciera que absolutamente todos los científicos y epistemólogos

consideran que se cierra la clasificación de métodos (o "del" método) que traza una clara línea

divisoria entre lo que es ciencia y lo que no lo es (por más que presuma serlo). Las dos

primeras escuelas (la naturalista y la interpretativa) presuponen que en principio el único

objetivo de la(s) ciencia(s) debe ser llegar a conocer la realidad (a objetivarla y representarla).

Actuar, intervenir, o modificar la realidad no entraría específicamente en el campo de

las prácticas de las ciencias ni de la producción de conocimiento. Simplemente, el

conocimiento científico y las prácticas del investigador se deben limitar a construir

conocimiento como un valor autónomo en sí mismo. En teoría, las ciencias se constituyen en un

campo totalmente autónomo, aunque en la práctica nadie es tan idealista -o ingenuo como para

suponerlo. En esta visión de la ciencia se esconde un gran prejuicio (que podemos considerar la

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base de una ideología binaria en la Modernidad): existe una separación inevitable entre el

conocimiento y la realidad; entre el pensamiento y la acción; entre el conocimiento científico

(la doxa) y las creencias de la vida cotidiana; entre el científico como observador y el científico

como actor social.

Sostener que debe existir una frontera, una línea de demarcación clara y explícita entre

el campo de la ciencia y otros campos, es claramente una necesidad de fundamentación

epistemológica para los que se hallan dentro del campo científico, y además favorece en buena

medida la libertad de pensamiento, la crítica y las dinámicas del desarrollo del propio campo.

Pero sostener que la autonomía se asienta en derechos y valores absolutos sobre quién puede

ser considerado como dueño legítimo de los criterios para definir que es verdad y que no lo es,

debe ser considerado más una bravata intelectual que una afirmación valiosa y objetiva. De

todos modos, las mismas fundaciones (públicas o privadas) que financian las investigaciones,

se encargan de echar por tierra cualquier fantasía sobre el grado de autonomía de las ciencias y

los científicos. Los autores críticos siempre denunciaron las visiones binarias e ingenuas que

sostienen la separación absoluta entre el conocimeinto y la práctica, entre el saber y el hacer,

entre el científico como observador neutro e imparcial y el científico como actor social

comprometido. Las fortalezas de la visión crítica se manifiestan especialmente por medio de los

análisis que operan en función del diagnóstico. El diagnóstico crítico sobre situaciones,

procesos, conflictos y contradicciones. Pero el diagnóstico -aún en caso de ser correcto- no

implica conocer las respuestas adecuadas, ni menos aún permite arrogarse el derecho a ser el

único portador de la verdad. Las falencias de la práctica fueron expuestas claramente a lo largo

de las breves ocho décadas del "siglo mas corto de la historia" (1917 a 1989, según

Hobsbawm). Se han hecho evidentes las contradicciones de la visión binaria de la ciencia: la

articulación exitosa entre pensamiento y realidad y entre teoría y acción; entre el diagnóstico

crítico de la realidad y el desarrollo de una metodología de la práctica de la intervención

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democrática en la política y la economía; entre el Estado totalitario y la sociedad, etc...las que

no pudieron superarse (las contradicciones) solamente en base al voluntarismo político de una

"minoría ilustrada" que se consideró la dueña absoluta de la verdad histórica. Sin embargo, no

podemos cerrar con estas tres escuelas (con estos tres paradigmas y estilos de construcción de

conocimiento), las posibilidades y alternativas epistemológicas de la construcción de

conocimiento. Aproximadamente en la década del sesenta, comenzaba a surgir -especialmente

en América Latina y luego en otros continentes- una escuela que asociaba educación con

conocimiento, aprendizaje con "toma de conciencia". Llámese humildemente Educación

Popular, Comunicación Comunitaria y Alternativa, etc., estas prácticas -más allá de su

modestia intelectual- comenzaron a abordar precisamente un camino de articulación crítica de

las contradicciones y los binarismos señalados más arriba. Su valor específico consiste

precisamente en aunar procesualmente el conocimiento con la intervención, la acción con la

evaluación de la propia acción (recursivamente), el saber abstracto con los saberes de la

experiencia, y además, "la ciencia con conciencia" (parafraseando nuevamente a Morin).

Ciencias "blandas" como la etnografía, la psicología social, la educación y hasta la

medicina (con el método diagnóstico), proveyeron los primeros recursos de una metodología

modesta basada en los principios de la observación y posteriormente de la observación

participante y de la Investigación-acción. No me ocuparé de desarrollar aquí los principios de

esta versión "micro" social del paradigma crítico, y de otras escuelas (americanas y francesas)

que han asociado el análisis con la intervención social e institucional. He expuesto sobre este

tema en otro escrito, donde además presento un modelo de investigación-acción-

intervenciónevaluación- investigación en forma circular, al que denominé triangulación

recursiva (cap. V del libro cit., Investigación-acción: aportes y reflexiones). Un gran aporte de

esta escuela del "saber de la intervención participativa" consiste en articular diferentes modos

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de construir y abordar el conocimiento y su articulación con las experiencias y los saberes de la

vida cotidiana, la cultura y los "mundos de la vida". Podemos acordar con el comunicólogo

portugués A.D. Rodrigues que sostiene que hay dos tipos de racionalidad que fundamentan a

los saberes en todas las culturas: una racionalidad técnica y una epistémica. La primera surge

del mundo de la experiencia, y por lo tanto es "particular y total" (holística). La segunda es

"simbólica y universalista". Podemos agregar a esa tesis, que la primera es un "saber hacer,

situado y concreto", un saber que "cultiva" la relación con el mundo; y la segunda es un "saber

abstracto y formalizante" que surge de un distanciamiento que objetiva y separa al hombre de

su realidad inmediata.

La problemática de lo que podemos llamar el "binarismo epistemológico" no solamente

ha sido abordada por las escuelas críticas, sino también por las de "orientación administrativa".

Las escuelas de la "Administración y de la organización científica", recibieron el apoyo

inmediato de corporaciones privadas interesadas en las "aplicaciones" de estos saberes a la

empresa y la administración, ya sea pública o privada. Aunque sus cultores nunca pretendieron

arrogarse la categoría de científicos, más bien por el contrario, ya que en los ámbitos de la

empresa y la política, ser considerado un científico representa más bien una desventaja

operativa, una especie ambigua de "marginal semi integrado". Por último, es posible referirse a

la modelización como un paradigma metodológico estratégico para construir "modelos

complejos" de realidad que permiten abordar la investigación de problemas, estructuras y

procesos sociales evitando esquematismos y reduccionismos. Esto permite el análisis de un

"sistema" como proceso de organización, y la integración de las partes que lo conforman y

articulan en forma dinámica como un "todo", como una totalidad en funcionamiento, tanto en

sus relaciones internas como externas, con respecto a otros sistemas o entornos.

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Constructos teóricos y "modelos" de realidad.-

La forma en que construimos un campo de conocimiento -ya sea disciplinario, co-

disciplinario o interdisciplinario- no depende obviamente de la realidad en sí sino de las

preguntas y problemáticas que nos planteemos: hipótesis, proposiciones, presupuestos teóricos,

recortes del campo, asociaciones conceptuales y decisiones empíricas. Lo que pesquemos en el

mar de la realidad dependerá de nuestra “red de pesca”, y ésta –en las ciencias sociales- es

fundamentalmente una red conceptual, una modelización generalmente de considerable nivel de

abstracción. Estas redes deben ser a la vez válidas para la “pesca en profundidad”, así como

para la “extracción” de explicaciones y proposiciones aceptables científicamente. Esto es

fundamental en las ciencias sociales, porque es en ellas que la centralidad de los procesos de

construcción de sentido y de valor se constituyen en el fundamento de la búsqueda de

conocimiento sobre los procesos y las formas de la vida social. En la teoría social, la búsqueda

de explicaciones significativas inevitablemente transforma a las percepciones, las actitudes y

los valores culturales de la propia sociedad en las que se generan. La metodología es también

una construcción epistemológica a partir de determinados a priori (de naturaleza lógica y

formal, a diferencia de la técnica de carácter experiencial o cultural, en el sentido que lo

entiende la tradición epistemológica). La metodología responde a fines estratégicos; debe tratar

en forma sistemática, y dentro de lo posible fundamentando a la experiencia, -aunque ésta no

sea forzosamente empírica-. La metodología "construye" una relación lógica entre el mundo de

los hechos y el de las proposiciones que han sido desarrolladas a partir de los marcos

conceptuales (proposiciones sobre las unidades de análisis, y las relaciones complejas entre

variables y dimensiones). Esta relación entre ambos “espacios”: el de la experiencia (sobre los

hechos) y el espacio simbólico (de los conceptos), es precisamente la que siempre debe ser

expuesta al análisis crítico y epistemológico. En la modelización, la unidad de análisis es el

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"modelo o sistema". Las variables teóricas se traducen como proposiciones e hipótesis sobre

relaciones internas y/o externas del sistema.

Por otro lado, la temporalidad -la perspectiva histórica- de un proceso social siempre

puede ser considerada como una exploración, como un proceso de des-cubrimiento y

reconstrucción (permanente y recursiva como en la historia general). Una exploración

interpretativa sobre los contextos y procesos “reales, simbólicos e imaginarios” (parafraseando

a Lacan) que constituyen la realidad en estudio. Siempre existe una combinación compleja de

factores (históricos, políticos, institucionales y culturales) que determinan las condiciones

objetivas de existencia de los hechos de la realidad que estudiamos. Ya sea que se trate de

acontecimientos, de procesos sociales, o de la posibilidad objetiva de surgimiento de ideas

innovadoras, de escuelas de pensamiento, o de pensadores interesados en construir

“combinatorias intelectuales”, o modelizaciones teóricas que funcionen como artilugios

metafóricos o constructos interpretativos. En fin, el conocimiento se construye como una

articulación de proposiciones, argumentaciones, dispositivos, conceptos y experiencias

capaces de “crear sentido” para un ámbito de problemas y de temas que la comunidad

científica o la sociedad consideran como reales, o bien simbólicos y discursivos, o aun

meramente "objetos” imaginarios. El dispositivo de interpretación (modelo o teoría) debe

ajustarse a ciertas reglas de correspondencia lógica y simbólica con el discurso

institucionalizado de la disciplina (términos, proposiciones aceptadas, etc.); también debe

proponer ciertas reglas de correspondencia con hechos o procesos de la experiencia, -

generalmente considerada como experiencias sobre “lo real”-, preferiblemente observable de

modo directo o indirecto (precepto ideal de la metodología "naturalista" a la que me referí).

Finalmente, debe dar respuesta a los interrogantes e inquietudes del imaginario de una época,

un ámbito intelectual o académico, o también la institución de pertenencia o de apoyo

financiero (en América Latina, este fué un tema irritante y clásico para los investigadores de las

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décadas de los sesenta y setenta, ya que la financiación generalmente provenía de grandes

fundaciones norteamericanas).

Parafraseando a ciertos constructivistas radicales (H. Atlan, Von Foerster entre otros),

se va del caos al orden, y viceversa. La percepción de una problemática “real y objetiva”, o

bien en el orden simbólico del discurso, lleva a la tendencia racional de crear un conjunto real

simbólico, un campo problemático de hechos e hipótesis interrelacionados que puede ser

percibido como caótico, o incongruente. La creación y delimitación conceptual de este conjunto

permite comenzar a analizar las relaciones lógicas que lo articulan, ponerlas a prueba,

permutarlas, someterlas a un análisis detenido de las proposiciones y expectativas que lo

constituyen como un conjunto -un "sistema complejo"-. Finalmente, el investigador intenta

recrear un sentido, una interpretación coherente, un “orden dentro del caos” que permita poner

el conjunto problemático “en discurso”, en los términos de un lenguaje y una construcción

simbólica (ya sea en un lenguaje natural o artificial, matemático o nó), y en lo posible sujeto a

la observación, a un tratamiento experiencial directo o indirecto (aunque en los procesos

sociales, tiende a producirse una conflictiva relación con la experimentación, y una valoración

positiva de la observación social y del análisis de las condiciones en que se produce la

experiencia cotidiana).

“”El científico social “modeliza” la realidad en una compleja y sutil trama simbólica

constituida por términos de diverso nivel de abstracción, asociados en proposiones (muchas

veces en meras argumentaciones, por más elaboradas que éstas pretendan ser). Esta

modelización se constituye no solamente a partir del discurso científico (o pretendidamente

científico), sino de las diversas fuentes de la experiencia personal, de la cultura, de los

imaginarios particulares de un momento histórico, de una creencia (de los grandes o pequeños

relatos de un grupo social particular, o hasta de una época histórica). Las fuentes del

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conocimiento y los implícitos epistemológicos, provienen tanto del estrecho mundo de las

ciencias como de las experiencias personales particulares, así como de la infinita riqueza de la

cultura de los pueblos"”.(“Ciencia, objeto y sentido”, Vizer 1998)”.

La modelización puede adoptar generalmente dos estrategias posibles: la sistemática y

la histórica, y en casos excepcionales, una combinación entre ambas. R. Aron, en su análisis de

la sociología alemana halla sumamente sugestivo clasificar los autores como “nomotéticos”,

orientados a la búsqueda de generalizaciones empíricas, leyes y regularidades, de acuerdo al

paradigma de las ciencias físicas y las experimentales, o bien como autores “historicistas”. La

ya centenaria subdivisión de las ciencias elaborada por Windelband y Rickert halla así sustento

actual en lúcidos autores como Aron en Francia, I. Wallerstein en los Estados Unidos, para

quien la economía, la sociología y las ciencias políticas representan desde comienzos del

presente siglo el paradigma de las disciplinas sociales nomotéticas. Cada una de ellas,

analizadas a partir de su desarrollo histórico, surge en asociación directa con la importancia

creciente de la formación objetiva de una realidad social (óntica) nueva. Con el surgimiento del

Estado centralizado, surge el “objeto intelectual sobre el que se funda” la ciencia política

moderna. La ciencia económica surge en relación con el predominio de la industria y la

construcción de un mercado internacional. Por último, la ambigua noción de “sociedad” emerge

como la categoría más general e inclusiva, y se constituye como el objeto central del análisis

sociológico. En la ciencia social, las teorías y los sistemas de pensamiento que han logrado

reunir proposiciones sobre una sistemática del funcionamiento y la organización de un

"sistema", con argumentos sólidos sobre la procesualidad temporal y el desarrollo del propio

sistema, han llegado a ser los constructos y modelos más fructíferos para el análisis

sociohistórico.

Una disciplina puede originarse tanto a partir de “insumos externos”, reproblematizados

y reprocesados según perspectivas originales, como de la focalización teórica hacia hechos

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nuevos o aún no “problematizados”. Pero la historia de una disciplina “exitosa”, lleva hacia una

fundación acumulativa –y generalmente contradictoria– de un núcleo propio y específico,

cultivado por discípulos de un fundador, o bien por un conjunto creciente de autores en una

relación de cooperación crítica (la que puede ser o no consiente, pero que objetivamente lleva

al crecimiento de un campo intelectual que tiende a la legitimación y la institucionalización

progresiva). En otras palabras, una disciplina surge de condiciones históricas y sociales

particulares, pero tiende inevitablemente hacia un discurso implícito que la legitime como

universal. En este sentido, ninguna ciencia puede escapar a las limitaciones institucionales y

epistemológicas que la asimilan a cualquier hecho histórico: tiene una historia propia, y surge

en un contexto sociohistórico particular que la pone en entredicho con los valores y los

pretendidos principios de una “ciencia universal”.

Las teorías sociales que logran articular proposiciones sistemáticas con una perspectiva

histórica, o -en otras palabras- un conjunto de hechos relacionados entre sí, estructurados y

asociados a un encuadre temporal, no sacrifican precisión metodológica sino que más bien

agregan “sentido y profundidad” al análisis. Además aumentan la posibilidad de someter la

proposición (o un modelo teórico) a una diversidad de situaciones y de niveles de análisis que

aumentan su significación y productividad teórica. Y para las proposiciones y las hipótesis es

válida la alegoría que -desde la historia- Braudel propuso para los modelos teóricos:

construírlos como si fueran botes, echarlos al agua y observar: si logran permanecer a flote,

bien; pero si se hunden bajo la marea de los hechos...desecharlos! También vale la pena

recordar el consejo del brillante sociólogo Wright Mills, hace ya cuarenta años: no dejarse

amilanar por las “inhibiciones metodológicas”. El investigador científico es un actor social

posicionado en actitud de “observador”. Esta posición -rol- se halla social y culturalmente

construida, y sujeta a reglas particulares establecidas histórica y sistemáticamente en la

Modernidad por una comunidad muy particular: la comunidad científica, con sus instituciones,

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su praxis, sus reglas y sus discursos. Esta afirmación, aunque a primera vista parezca un

reduccionismo sociológico, no lo es. La ciencia tiene su historia, sus instituciones, sus prácticas

y sus “discursos”. Y estos son hechos bastantes claros, sujetos a estudio, comprobación o

refutación empírica, con los que cualquier científico “duro” estaría de acuerdo. Lo que puede

ser materia de discusión son los criterios de valor que se adjudiquen a los “constructos” de las

ciencias. Son auténticos des-cubrimientos sobre verdades y realidades ontológicas

desconocidas, o son construcciones intelectuales legitimadas por siglos de éxitos

experimentales, por el desarrollo de tecnologías revolucionarias de transformación y control de

procesos y hechos de la realidad? En este aspecto, el status ontológico de los descubrimientos

de las ciencias todavía se debate en el dilema platónico de la alegoría de la caverna. Todas las

ciencias sociales deben construirse -en forma implícita o explícita– sobre presupuestos que

articulan proposiciones tanto ontológicas (ónticas) como epistemológicas sobre lo universal y

lo particular, lo histórico y lo sistemático. La “materia social”, ya sea concebida como

conducta, como institución, como praxis, como organismo o como flujo de información,

siempre se presenta “ontológicamente” bajo las cuatro dimensiones (histórica y sistemática,

particularista y universalista). Su “lectura” permite descubrir tanto los rasgos permanentes

como los cambios, los procesos y hechos particulares así como ciertas propiedades y categorías

universales (o al menos "universalizables", a partir de la observación, la comparación y el

análisis entre hechos y procesos sociales diferentes). Las grandes teorías sociales son aquellas

que precisamente han logrado crear modelos interpretativos que integran estas diferentes

“dimensiones epistemológicas” como estrategias de análisis (Marx, Weber entre otros pocos).

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Bibliografía

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