Antología Poética Charles Baudelaire

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CHARLES BAUDELAIRE LOS FAROS Rubens, río de olvido, jardín de la pereza, fresca almohada de carne, donde amar no se puede, mas la vida ahí afluye y sin tregua se agita, como el aire en el cielo, y la mar en la mar; Leonardo da Vinci, sobrío y hondo espejo, en que hechiceros ángeles, con su dulce sonrisa, cargada de misterio, se muestran en la sombra de glaciares y pinos que cierran sus países; Rembrandt, triste hospital preñado de murmullos, solamente adornado con un gran crucifijo, donde en llanto se exhala la oración de estiércol, y que un rayo de invierno bruscamente atraviesa; Miguel Ángel, lugar incierto en que los Hércules se mezclan a los Cristos, y donde en pie se alzan fantasmas poderosos que al llegar el crepúsculo desgarran su mortaja con los dedos crispados; iras de boxeador, impudores de fauno, tú que supiste ver la belleza canalla, pecho hinchado de orgullo, hombre amarillo y débil, Puget, de los forzados melancólico rey; Watteau, ese carnaval donde, cual mariposas, ilustres corazones resplandeciendo vuelan, ligeros decorados alumbrados por lámparas que la locura vierten sobre le baile que gira; Goya, la pesadilla de ignotas cosas EL ALMA DEL VINO Cantó una noche el alma del vino en las botellas: «¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado, desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos, un cántico fraterno y colmado de luz!» Sé cómo es necesario, en la ardiente colina, penar y sudar bajo un sol abrasador, para engendrar mi vida y para darme el alma; mas no seré contigo ingrato o criminal. Disfruto de un placer inmenso cuando caigo en la boca del hombre al que agota el trabajo, y su cálido pecho es dulce sepultura que me complace más que mis frescas bodegas. ¿Escuchas resonar los cantos del domingo y gorjear la esperanza de mi jadeante seno? De codos en la mesa y con desnudos brazos cantarás mis loores y feliz te hallarás; encenderé los ojos de tu mujer dichosa; devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores, siendo para ese frágil atleta de la vida, el aceite que pule del luchador los músculos. Y he de caer en ti, vegetal ambrosía, raro grano que arroja el sembrador eterno, porque de nuestro amor nazca la poesía que hacia Dios se alzará como una rara flor!» Versión Antonio Martínez Sarrión

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Poemas Baudelaire

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CHARLES BAUDELAIRE

CHARLES BAUDELAIRELOS FAROS

Rubens, ro de olvido, jardn de la pereza,fresca almohada de carne, donde amar no se puede,mas la vida ah afluye y sin tregua se agita,como el aire en el cielo, y la mar en la mar;

Leonardo da Vinci, sobro y hondo espejo,en que hechiceros ngeles, con su dulce sonrisa,cargada de misterio, se muestran en la sombrade glaciares y pinos que cierran sus pases;

Rembrandt, triste hospital preado de murmullos,solamente adornado con un gran crucifijo,donde en llanto se exhala la oracin de estircol,y que un rayo de invierno bruscamente atraviesa;

Miguel ngel, lugar incierto en que los Hrculesse mezclan a los Cristos, y donde en pie se alzanfantasmas poderosos que al llegar el crepsculodesgarran su mortaja con los dedos crispados;

iras de boxeador, impudores de fauno,t que supiste ver la belleza canalla,pecho hinchado de orgullo, hombre amarillo y dbil,Puget, de los forzados melanclico rey;

Watteau, ese carnaval donde, cual mariposas,ilustres corazones resplandeciendo vuelan,ligeros decorados alumbrados por lmparasque la locura vierten sobre le baile que gira;

Goya, la pesadilla de ignotas cosas llena,fetos que se cocinan en medio del sabbat,viejas ante el espejo, nias todas desnudas,que las medias se ajustan tentando a los demonios;

Delacroix, sanguinoso lago de ngeles malos,umbrado por un bosque de abetos siempre verdes,donde extraas fanfarrias, bajo un cielo de penacruzan, como un suspiro sofocado de Weber;

estas blasfemias, estas maldiciones y quejasestos xtasis, gritos, llantos, estos Te Deum,son un eco que mil laberintos repiten;del corazn mortal son un opio divino!

Es por mil centinelas un grito renovado,una orden que mil pregoneros propagan;en un faro encendido sobre mil ciudadelas,grito de cazadores en la selva perdidos!

Pues, Seor, es sin duda el mejor testimonioque podramos dar de nuestra dignidadeste ardiente sollozo que rueda por los siglos,y que muere en el borde de vuestro ser eterno!CORRESPONDENCIAS

La creacin es un templo donde vivos pilareshacen brotar a veces vagas voces oscuras;por all pasa el hombre a travs de espesurasde smbolos que observan con ojos familiares.

Como ecos prolongados que a lo lejos se ahoganen una tenebrosa y profunda unidad,inmensa cual la noche y cual la claridad,perfumes y colores y sonidos dialogan.

Laten frescas fragancias como carnes de infantes,verdes como praderas, dulces como el oboe,y hay otras corrompidas, gloriosas y triunfantes,

de expansin infinita sus olores henchidos,como el almizcle, el mbar, el incienso, el aloe,que los xtasis cantan del alma y los sentidos.

Versin de Ignacio CaparrsEL ALMA DEL VINO

Cant una noche el alma del vino en las botellas:Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,desde mi vtrea crcel y mis lacres bermejos,un cntico fraterno y colmado de luz!

S cmo es necesario, en la ardiente colina,penar y sudar bajo un sol abrasador,para engendrar mi vida y para darme el alma;mas no ser contigo ingrato o criminal.

Disfruto de un placer inmenso cuando caigoen la boca del hombre al que agota el trabajo,y su clido pecho es dulce sepulturaque me complace ms que mis frescas bodegas.

Escuchas resonar los cantos del domingoy gorjear la esperanza de mi jadeante seno?De codos en la mesa y con desnudos brazoscantars mis loores y feliz te hallars;

encender los ojos de tu mujer dichosa;devolver a tu hijo su fuerza y sus colores,siendo para ese frgil atleta de la vida,el aceite que pule del luchador los msculos.

Y he de caer en ti, vegetal ambrosa,raro grano que arroja el sembrador eterno,porque de nuestro amor nazca la poesaque hacia Dios se alzar como una rara flor!Versin Antonio Martnez Sarrin

EL MUERTO ALEGRE/

EL MUERTO JUBILOSO

En una tierra grasa, de caracoles llena,yo quisiera cavar una profunda y solafosa, donde dejar mis huesos fatigadosdurmiendo en el olvido como el pez en la ola.

Odio los testamentos como las sepulturas,antes que mendigar una lgrima al mundo,preferira, vivo, invitar a los cuervospara que se cebaran en mi esqueleto inmundo.

Gusanos! Silenciosos y ciegos compaeros,mirad cmo hoy un muerto gozoso viene a veros,hijos de podredumbre, filsofos despiertos,

moveos sin escrpulos aqu en mi sepultura,decid si todava le falta una torturaa este cuerpo sin alma, ya muerto entre los muertos.

SPLEEN (IV)Cuando el cielo bajo y grvido pesa como una losasobre el espritu gimiente vctima de largos enojos,y que del horizonte abrazando todo el crculonos depara un da negro ms triste que las noches;Cuando la tierra est cambiada en un calabozo hmedo,donde la esperanza, como un murcilago,se va batiendo los muros con su ala tmiday golpendose la cabeza contra los techos podridos;Cuando la lluvia extendiendo sus inmensos reguerosimita los barrotes de una vasta prisin,y que un pueblo mudo de infames araasviene a tender sus hilos en el fondo de nuestros cerebros,Las campanas de sbito saltan con furiay lanzan hacia el cielo un horrsono aullidocomo los espritus errantes y sin patriaque se ponen a gemir obstinadamente.Largos coches fnebres, sin tambores ni msica,desfilan lentamente en mi alma; la esperanza,vencida, llora, y la angustia atroz, desptica,en mi crneo abatido planta su bandera negra