Antología Política, Rómulo Betancourt, APRBVolIV193

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Fundación Rómulo Betancourt Volumen Cuarto 1945 1948 ROMULO BETANCOURT Antología Política Estudio Preliminar y Cronología Naudy Suárez Figueroa Caracas, Venezuela 2006

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Política

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Estudio Preliminar y Cronología

Naudy Suárez Figueroa

Caracas, Venezuela

2006

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ESTUDIO PRELIMINAR Y CRONOLOGÍA: NAUDY SUÁREZ FIGUEROA

COORDINACIÓN DE LA EDICIÓN: VIRGINIA BETANCOURT VALVERDE

© DE ESTA EDICIÓN PARA TODOS LOS PAÍSES

FUNDACIÓN RÓMULO BETANCOURT, CARACAS, VENEZUELA, 2006FONDO EDITORIAL UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR, 2006

DISEÑO DE PORTADA: ARIEL PINTOS

HECHO EL DEPÓSITO DE LEY

DEPÓSITO LEGAL: lf 53919993202 (colección)lf 539200692014.D (VOL. IV)

ISBN: 980-6191-04-8 (colección)980-6191-36-6

PAGINACIÓN Y ARTE FINAL: EDIPLUS PRODUCCIÓN

IMPRESIÓN: BELMONT EDITORES

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Rómulo Betancourt, Caracas, 1946

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La edición de este volumen ha sido posible porel generoso aporte de Herman Sifontes Tovar.

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EL AÑO 1º DE LA DEMOCRACIA VENEZOLANA

Germán Carrera DamasEscuela de Historia, UCV

Con toda seguridad los documentos agrupados en este volumen ganarán el inte-rés de los investigadores en historia y en ciencias políticas y económicas. Con todaseguridad, igualmente, esos investigadores nos revelarán, como ya lo anuncia en elestudio introductorio Naudy Suárez Figueroa, con su habitual penetración, el alcan-ce de los testimonios y de la información en ellos aportados.

Por mi parte, en esta breve presentación del volumen, acatando el deber, en otroscasos formal, de recomendar su lectura y estudio, me limitaré a consignar, sumariamen-te, el hecho de que la oportunidad de realizar una lectura cuidadosa de los textos quelo forman ha despertado en mi algunas inquietudes historiográficas que no vacilo ensometer a la consideración crítica del lector, con la esperanza de que de la confronta-ción así suscitada puedan resultar líneas de investigación sistemática que conduzcan auna comprensión más afinada de algunas cuestiones básicas de nuestra historia contem-poránea.

Advierto de inmediato que mis inquietudes nacen de la correlación de dos proce-dimientos críticos. Uno ha consistido en la ubicación de los acontecimientos de que dantestimonio esos documentos, en el curso seguido por la sociedad venezolana desdecomienzos del Siglo XIX hasta el inicio del trance fundacional inicial de la Primerarepública liberal democrática, ocurrido desde el 18 de octubre de 1945 hasta finales de1946, durante el que denomino “El año 1º de la democracia venezolana”. El otro pro-cedimiento ha consistido en la no menos sumaria identificación de las grandes líneasdel desarrollo propio de esos acontecimientos. De esta correlación resultan las siguientescomprobaciones.

El trance fundacional de la Primera república liberal democrática

La fundación de la Primera República liberal democrática representó el primer in-tento sistemático, –el segundo partió de los acontecimientos del 23 de enero de 1958–,de perfeccionar en la hoy Venezuela la abolición declarativa de la monarquía, realiza-da mediante la aprobación, el 23 de diciembre de 1811, de la Constitución Federal paralos Estados de Venezuela. Para tal efecto se procuró ponerle término a la república li-beral autocrática tradicional, que estuvo más cercana del ejercicio absoluto del poder,característico de la monarquía absoluta, que del régimen republicano liberal moderno.La modalidad republicana autocrática fue una derivación del régimen liberal moder-no definido en la Constitución de la República de Colombia, aprobada por el Congresode los pueblos de Colombia, reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta, el 30 de agostode 1821.

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La república liberal autocrática tradicional estuvo en vigor, con algunos altibajos,hasta alcanzar su descarnado esplendor al abandonar sus propósitos modernizadoresguzmancistas, con los regímenes de los generales Cipriano Castro y Juan VicenteGómez Chacón. Comenzó a admitir algunos cambios institucionales y políticos enfunción de la crisis ideológica, política y militar mundial que se desarrolló entre 1938y 1945, pero preservando sus procedimientos autocráticos en lo concerniente a losmecanismos de formación, ejercicio y finalidad del poder público.

Los documentos recogidos en el presente volumen conforman una suerte de LibroMayor del proceso político y social consistente en echar las bases de la República liberaldemocrática, como consecuencia de la interrupción del régimen republicano liberalautocrático tradicional por la vía violenta, no menos tradicional. En este intento seexpresó la orgánica confluencia de factores internos y externos cuyas resultantes des-encadenaron la transformación del tejido social venezolano, como consecuencia delinicio y desarrollo de la economía petrolera, transformación acelerada y profunda,perceptible con especial intensidad en los siguientes órdenes:

El fortalecimiento del Estado, emancipándolo de la dependencia tradicional res-pecto de caudillos-terratenientes y comerciantes-prestamistas, al dotarlo de recursoscomparativamente cuantiosos que permitieron comenzar a desarrollar las institucionesestatales diseñadas y ensayadas por el General Antonio Guzmán Blanco. Estos desarro-llos institucionales confluían en la dotación básica y la organización nacional de laadministración pública; en la profesionalización incipiente y la modernización del ejér-cito nacional; en la construcción de carreteras y comunicaciones estratégicas, y en unamodesta urbanización. Concomitantemente se vieron estimulados el auge de la clasemedia, en función del desarrollo del sector secundario de la economía., y la formacióny desarrollo modernizador de las clases trabajadoras, urbanas y petroleras.

Estos cambios, todavía incipientes al terminar el régimen del general Juan VicenteGómez Chacón, acentuaron sin embargo la ya grande distancia entre el país urbano yel país rural, sumido este último en un atraso secular.

Las nuevas circunstancias internas estimularon el rebrote de la aspiración al esta-blecimiento de la República liberal democrática, liberándola de la condena bolivaria-na de la democracia, vista por él como una ineludible exacerbación suicida de la liber-tad, y como riesgo cierto para la independencia, tan costosamente conquistada, sobretodo en un siglo XIX en el que, desde muy temprano, eran perceptibles las tendenciasexpansivas imperialistas modernas, europeas y norteamericana.

Cuando en el curso de la denominada Guerra Federal, 1859-1863, comenzó acobrar aliento la aspiración democrática, en función de la confrontación ideológico-política entre liberales reformistas y liberales conservadores, la surgente democracia sedebatió entre dos posiciones, que se correspondían con los términos básicos de esaconfrontación.

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La posición liberal conservadora, que regía la república liberal autocrática, poníaen primer lugar el restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad,gravemente dislocada por la disputa de la Independencia; y por lo mismo procurabaprevenir los efectos sociales de ideologías que eran consideradas susceptibles de estimularesa dislocación. Esta posición está expuesta en el Estatuto Orgánico de la Dictadura,dictado por el general José Antonio Páez el 1º de enero de 1862, en la que se procla-ma que …”justo es y conveniente que la República no carezca por más tiempo de basesconstitutivas, capaces de conciliar esos eternos principios democráticos que formaronsiempre nuestros programas políticos, con la salvación de nuestra amenazada socie-dad”… Vale decir, buscando adaptar esos principios al propósito de apartar el riesgo deuna democracia efectiva, o sea procurando proseguir la abolición selectiva de la monar-quía practicada por el Congreso de Colombia de 1821, una de cuyas expresiones sim-bólicas era la renuencia a la drástica abolición de la esclavitud.

La otra posición correspondía a los liberales reformistas, quienes consideraban quela vía idónea y eficaz para restablecer la estructura de poder interna de la sociedadconsistía en profundizar el ordenamiento liberal, en cuyo extremo aguardaba la demo-cracia, si bien la conveniencia de esta culminación tampoco era compartida por lageneralidad de los liberales reformistas, quienes procuraban, a lo más, una repúblicaliberal autocrática modernizadora. Esta posición está expresada en el Decreto de Ga-rantías expedido por el general Juan Crisóstomo Falcón, el 18 de agosto de 1863:…”triunfante la revolución deben elevarse a canon los principios democráticos procla-mados por ella y conquistados por la civilización, a fin de que los venezolanos entrenen el pleno goce de sus derechos políticos e individuales”. En suma. que los criteriosconstitucionales debían obedecer a los principios de la democracia como orientadoresde la estructura política y social a instaurar en la república liberal autocrática moder-nizadora, al estilo del general Antonio Guzmán Blanco, cuya vigencia fue interrumpidapor los trabajos de instauración de la Primera república liberal democrática.

Pero los principios democráticos entraron en mora, como invocación expresa, desdela aprobación de la Constitución Federal, el 22 de abril de 1864. Y tuvieron una vidaazarosa desde entonces, manifiesta en el hecho de que se luchase contra las dictadurasreivindicando la Libertad y no la Democracia, y sin que se estableciese una clara y activavinculación funcional entre ambas, si bien se rechazaba el caudillismo.

Es posible sugerir que en la vida política de la sociedad venezolana, clausurada porlos gobiernos republicanos liberales autocráticos tradicionales, comenzaron a abrirserendijas con motivo de la tragedia de la República española, vivida intensamente porintelectuales, escritores y profesionales, y compartida por extensos sectores sociales.

Si bien la tragedia de la República española se expresaba en la opinión públicavenezolana, sobre todo mediante la confrontación entre el laicismo del pensamientoliberal democrático y el pensamiento confesional anti liberal, en el fondo el debate erasobre la libertad, y no sólo de pensamiento. En cierto grado, fue ina confrontación entreel fascismo confesional representado por Francisco Franco, y la democracia, si bien ésta

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última más asomada que presente. Resultó ser muy expedita la vía que llevó a la iden-tificación de actores venezolanos de esa confrontación.

La intensidad de la repercusión de la tragedia española en la opinión pública ve-nezolana, y la autenticidad del rechazo del franquismo, quedaron comprobadas por lacircunstancia de que motivaron que la naciente República liberal democrática venezo-lana tuviese en la condena del régimen franquista, –llevada hasta la ruptura de relacionesy la proposición de tenderle un cerco diplomático–, uno de los primeros actos de supolítica exterior.

La evolución de la situación internacional a partir de 1938 suscitó circunstanciasque favorecieron el rebrote de la aspiración de un ordenamiento republicano liberaldemocrático, y despejó la vía para que se diese un salto radical en el que había sido hastafinales de 1945 un proceso de cautelosa apertura política que evolucionaba de mane-ra muy parcial y lentamente, y, sobre todo, sin ofrecer garantías de continuidad y per-durabilidad, puesto que dependía de la personalidad del autócrata gobernante, si con-sideraos las postreras disposiciones electorales:

Con diferencias no substantivas, los regímenes posteriores a la finalización de ladictadura del general Juan Vicente Gómez Chacón mantuvieron los procedimientostradicionales en cuanto a la formación, el ejercicio y la finalidad del poder público, sibien se vieron obligados a introducir algunos signos de tolerancia política por reque-rimientos de la preservación del orden interno, tolerancia también vinculada con elineludible acomodamiento a la situación internacional.

El gobierno del general Eleazar López Contreras tuvo como preocupación primor-dial garantizar la tranquila liquidación de lo más visible de la herencia de odio y resen-timiento dejada por el dictador. De allí su oposición a la penetración y difusión de ideasdemocráticas, tachadas indistintamente de comunismo, consideradas proclives a con-tribuir a la alteración del orden público, y su intento de establecer una República bo-livariana, utilizando el pensamiento de Simón Bolívar como barrera contra las ideastildadas de exóticas, denominación en la que se confundían las democráticas y el co-munismo. De allí también su atención, encomiable, a los problemas sociales. Su gobier-no fue el último acto de la dictadura gomecista, expresada como limitación de la liber-tad, el exilio de opositores, el control de la vida política y el continuismo en losprocedimientos para el manejo de la sucesión presidencial.

El gobierno del general Isaías Medina Angarita fue el epílogo de la dictadura deJuan Vicente Gómez Chacón. Estuvo sobrederminado por el enfrentamiento de lasdemocracias y el fascismo. De allí sus aperturas políticas, nada desdeñables, pero queno llegaron a modificar de manera democrática los mecanismo de formación, ejerci-cio y finalidad del poder público. El haber legalizado el Partido Comunista, y estable-cido relaciones diplomáticas con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, fue pasoineludible luego que el futuro socio de los Estados Unidos en la Carta del Atlántico,

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Winston Spencer Churchill, entró en mejores términos con su visceral adversario, JoséStalin

Los factores internacionales que condicionaron el cambio político interno, en favorde la instauración de la Primera República liberal democrática, si bien tomando la tra-dicional vía del golpe militar-civil, hasta entonces repudiada encendidamente por lospartidarios de la democracia, se manifestaron en la invocación expresa de dos documen-tos fundamentales:

Citado en orden cronológico, el primer documento recoge La doctrina de lasCuatro libertades. Fue expuesta por Franklin Delano Roosevelt en un célebre discur-so pronunciado ante el 77º Congreso de la Unión, el 6 de enero de 1941. Esta doctrina,invocada por Rómulo Betancourt, estableció la plataforma democrática en la luchacontra el fascismo:

La primera es la libertad de palabra y expresión –en todo el mundo.

La segunda es la libertad de toda persona de adorar a Dios a su manera –en todo el mundo.

La tercera es estar libre de penuria– lo cual, traducido en términos mundiales, implica unentendimiento económico que pueda garantizar a los ciudadanos de cada nación una vidasaludable en tiempos de paz –en todo el mundo.

La cuarta es la libertad de no sentir miedo –la cual, traducida en términos mundiales, sig-nifica una reducción de armamentos mundial hasta tal punto y de manera tan completa queninguna nación se encuentre en capacidad de cometer ningún acto de agresión física con-tra ningún vecino –en todo el mundo.

Como para mayor estímulo, el orador sentenció: “Esta no es una mirada hacia undistante milenio. Es una definida base para una clase de mundo que podemos alcan-zar en nuestra época y generación”…

El segundo documento es la “Carta del Atlántico”, luego ratificada en la Confe-rencia de Teherán (28 de noviembre - 1º de diciembre de 1943), fue aplicada en lospaíses que habían formado el EJE. Fue firmada el 14 de agosto de 1941, por W. S.Churchill y F. D. Roosevelt. Este convenio entre los que para los venezolanos eran losdos grandes poderes imperiales petroleros, responsabilizados por la opinión democráticapor el mantenimiento de la interminable dictadura del general Juan Vicente GómezChacón, abrió por mediación de los principios las puertas a la democracia en Améri-ca Latina, y por allí entró la aspiración democrática de los venezolanos. El motivo deeste documento fue explícito. Los firmantes …“juzgan oportuno hacer conocer algu-nos principios sobre los cuales ellos fundan sus esperanzas en un futuro mejor para elmundo y que son comunes a la política nacional de sus respectivos países”. El alcanceprevisto puede apreciarse, en el artículo “3. Los firmantes respetan el derecho que tienentodos los pueblos de escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y desean

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que sean restablecidos los derechos soberanos y el libre ejercicio del gobierno a aque-llos a quienes les han sido arrebatados por la fuerza.” No costaba mucho ver en estoúltimo una condena de las dictaduras y una incitación a luchar por desplazarlas. Tam-poco requería mucho esfuerzo colegir de la introducción un llamado al establecimientode la democracia. Sumados, estos postulados llevaban a creer que había sido disueltala nefasta alianza entre las dictaduras y el imperialismo norteamericano e inglés.

Pero, a la par, y quizás más que los principios pesaron los requerimientos estratégi-cos del Frente de la democracia contra el fascismo, centrados en el abastecimientopetrolero, lo que recomendaba atenuar y canalizar las tensiones sociales. De allí la le-galización del Partido Comunista de Venezuela y la proclamación pública de AcciónDemocrática, el 13 de septiembre de 1941.

Demolición de las bases sociopolíticas de la repúblicaliberal autoritaria tradicional

Parece razonable concluir que al iniciar la demolición, radical y sistemática, de lasbases sociopolíticas de la república liberal autoritaria tradicional, los revolucionarios deoctubre de 1945 completaban la demolición de la monarquía, iniciada de manera se-lectiva por el Congreso de Cúcuta, en 1821, al adoptar una organización constitucionalexpresamente liberal, que derivó en la república liberal autocrática cuando los venezo-lanos rompimos nuestra más alta creación política, la República de Colombia, consti-tuida en Angostura el 17 de diciembre de 1819.

El perfeccionamiento de la demolición efectiva de la monarquía, por la Primerarepública liberal democrática, comenzó por la reestructuración de la sociedad política,conjuntamente con la puesta en práctica de la concepción democrática de la soberaníapopular. Con estas medidas se replantearon, con un sentido genuinamente democrá-tico, los mecanismo de la formación del Poder público.

La reestructuración de la sociedad política comenzó por la insólita renuncia expresade los revolucionarios vencedores a toda aspiración de permanecer en el poder, inclu-so por la vía electoral, promesa que fue cumplida.

Le siguió la decisión de completar la sociedad política reconociéndole a la mujerel derecho al voto, y extendiendo el ejercicio de éste a los mayores de 18 años, supie-sen o no leer y escribir. En contraste con el régimen anterior, que reservaba el derechoal voto a los varones mayores de 21 años, que supiesen leer y escribir, el universo elec-toral ascendió de unas decenas de miles a millón y medio. Cabe observar la insisten-cia puesta en la participación de la mujer, a la que no se le otorgó el voto, si no se lereconoció su derecho a ejercerlo.

Estas significativas decisiones estuvieron acompañadas por la formación de unpoder electoral independiente, en el cual se hallaban representados los diversos parti-

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dos políticos, con soberana competencia en todo los procesos electorales, y respalda-do por la reiterada promesa de no ingerencia de parte del gobierno revolucionario.

La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, electa por votacióndirecta, universal y secreta; manteniéndose los mismos principios para las eleccionespresidenciales, estuvo acompañada de la recomendación de algunos criterios para laelaboración de la Constitución que denotan una clara correspondencia con el Decre-to de Garantías, dado por el general Juan Crisóstomo Falcón el 18 de agosto de 1863.

La instauración de la República liberal democrática se manifestó en una serie demedidas que tendieron a modificar, con sentido democrático, los mecanismos del ejer-cicio del poder, tanto en el funcionamiento de la administración pública como en lapromoción de la participación de los diversos sectores de la sociedad en el diseño depolíticas concernientes a lo social y económico, y en la vigilancia informada de su eje-cución:

Correspondió con una notoria aspiración popular el replanteamiento de las baseséticas de la función pública, desde sus más altos niveles, centrado en la honestidady responsabilidad de quienes la ejercerían. La celebración de Juicios de Responsabi-lidad civil y administrativa quiso ser, a la par que la debida sanción impuesta a quienesse les probase, ante un tribunal especial, que habían cometido el delito de peculado,una advertencia a los funcionarios que continuarían en sus puestos y a los recién in-corporados.

La lucha contra el peculado, considerado por la opinión pública como una de lasmás groseras lacras del régimen republicano autocrático tradicional, combinaba laexecración pública y reiterada del mismo con la obligación de los funcionarios quemanejasen caudales públicos de presentar declaración jurada de bienes al ocupar y aldejar sus cargos.

El respeto de la función pública, entendida como ejercicio pedagógico de la políti-ca, orientado a erradicar vicios de procedimiento y a coadyuvar en la implantación de lademocracia, y como compromiso de empeñarse en responder a las necesidades popula-res, se apoyó en la práctica de la consulta, reiterada y detallada, a los intereses organiza-dos en instituciones y asociaciones, y se expresó en reuniones con Fedecámaras y otrossectores de la actividad económica, y con campesinos y obreros. Igualmente fue reitera-da la rendición de cuentas de actuación, nada formal, ante organismos públicos, traba-jadores, empresarios y público en general, sobre promesas de gobierno y realizaciones.

El replanteamiento democrático de la finalidad del poder, tanto en lo social y eco-nómico, como en lo regional, fue una constante de la acción de gobierno. Pero losobjetivos programáticos de la Revolución de Octubre, tendentes a la instauración dela democracia, estuvieron sobredeterminados por las carencias sociales tradicionales ypor las circunstancias internacionales. Al mismo tiempo, se puso cuidado en erradicarla más notoria injusticia en la finalidad del poder practicado por la república liberal

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autoritaria tradicional desde el ascenso al poder por el General Cipriano Castro, y sin-tetizada en el término andinismo.

Entre las carencias sociales tradicionales destacaba, como correspondía a una so-ciedad predominantemente agraria, el problema de la tierra. Era, por lo tanto, urgen-te formular una política de Reforma agraria, y se procuró que ésta fuese una emanci-pada del agrarismo mexicano y del colectivismo soviético, y que estuviese, por lo mismo,destinada a formar propietarios, desarrollar técnicamente la agricultura y resolver demanera permanente los problemas del abastecimiento básico.

Era obvio el requerimiento de una población alfabetizada para la instauración dela república liberal democrática, al igual que lo era el fomento de la educación, enten-dido como ampliación del acceso a sus diversos niveles y como fomento de la forma-ción técnica, tanto industrial como agrícola.

La crisis de la vivienda, manifiesta como aguda escasez, carestía e insalubridad,figuraba entre los primeros lugares de las carencias sociales tradicionales. No se trata-ba sólo de la vivienda urbana, particularmente de la accesible a la clase obrera, sinotambién de que la reforma agraria diseñada requería la radical transformación de lavivienda rural.

Entre las carencias circunstanciales que debían ser enfrentas por la Revoluciónfiguraba en primer lugar las que conformaban un escenario de escasez y carestía, en elque se reunían la precaria producción nacional con la dificultad del transporte de ali-mentos, las dificultades de acceso a los mercados internacionales y la pobreza de me-dios técnicos: vehículos, tractores, aviones y marina. Felizmente para el régimen demo-crático, se vivía una engañosa bonanza fiscal, que en mucho se debía, precisamente, ala escasez; lo que ahora, terminada la guerra mundial, podía permitir una política deimportaciones que fue tildada por los opositores de “La danza de los millones”.

Estas medidas políticas y administrativas debían corresponderse con un propósi-to de diversificación regional que disipase, mediante la definición e instrumentaciónde auténticas políticas nacionales, un rasgo especialmente chocante de la finalidad delpoder entendida a la manera de los cuatro últimos representantes de la república liberalautocrática tradicional, sintetizada como el andinismo, ya mencionado. En la realiza-ción de este propósito se inscriben las giras, y en particular la del Estado Zulia.

Si bien entendía el gobierno revolucionario que la viabilidad de la República Libe-ral democrática, en cuya edificación de trabajaba con tanto ahínco, radicaba esencialmenteen la capacidad que demostrase de llegar al pueblo, y de ganarlo para la causa de la de-mocracia demostrado solicitud y eficiencia en la toma de decisiones para atender las másapremiantes reivindicaciones populares, pero estaban conscientes también, quienes ejer-cían el gobierno, de que no podía descuidarse la ineludible reacción de los sectores socialesadversos a esa causa, bien fuera por su precedencia política nacional, bien fuera por elcontexto internacional en el que procuraba insertarse el régimen revolucionario.

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En lo nacional es evidente la constante y celosa atención prestada al ahora com-ponente militar de la experiencia democrática. La reiteración con que se enaltece su des-interesada participación, y la confianza que se quiere proyectar de su lealtad al esfuer-zo revolucionario democrático, admite, por decir lo menos, una doble lectura.

También en el ámbito de los nacional sobresale el énfasis puesto en la recomenda-ción de los valores de la nueva política, en contraste con la que se buscaba desplazar.Este nuevo ejercicio de la política, cargada con frecuencia del que fue denominado elestilo Betancourt, no pudo menos que resultar desconcertante para los deudos de larepública autocrática y sus asociados. En suma, a medida que se disipaban los vaporesde la sorpresa recuperaban su arrojo los componentes de conspiraciones y asonadas.

En el escenario internacional se hacía cada día más claro que el término de la con-frontación de la democracia con el fascismo acarreaba consecuencias poco tranquiliza-doras para la democratización en curso. Eran áreas especialmente sensibles, en estesentido, las atinentes a los intereses petroleros, que en los inicios del cambio sociopo-lítico debieron consentir innovaciones en sus relaciones con el Estado, lo que tocabadirectamente a las relaciones con los Estados Unidos de América, en circunstancias enque la naturaleza de esas relaciones condicionaba la capacidad del régimen democrá-tico para atender los requerimientos básicos y urgentes en materia de abastecimientoy de disponibilidades técnicas.

Esta situación se volvía especialmente delicada por cuanto la vinculación concep-tual entre la naciente democracia y un vigoroso nacionalismo modernizador no deja-ba de suscitar reservas y hasta sospechas en centros de poder. La lucha por la extensiónde la democracia, como condición para su supervivencia, despertó reservas al traducirseen una política exterior que daba señales de autonomía, particularmente en lo relacio-nado con los regímenes de Francisco Franco y Rafael Leonidas Trujillo, y sobre todoen la proposición de tender un cordón profiláctico contra los gobiernos no democrá-ticos, al mismo tiempo que se clamaba por el término del colonialismo.

Como parte de la promoción de un frente democrático latinoamericano se pusoen marcha una política exterior de búsqueda de acercamiento, y de posibles alianzasdiplomáticas. Tal ocurrió con la Guatemala, que también iniciaba su marcha hacia lademocracia, y con México, para prevenir los nubarrones que se cernían en el horizontecomo consecuencia de los Acuerdos de Postdam, de 5 de junio de 1945, sobre la ocu-pación de Alemania, al mismo tiempo que se expresaron dudas sobre la conformacióndel Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.

En suma, el giro que tomaba la posguerra, a lo cual pudo haber contribuido elcélebre discurso pronunciado por Winston Spencer Churchil en Fulton, Estados Uni-dos de América, en mayo de 1946 –si bien no se le menciona en los documentos con-sultados–, hizo temer a Rómulo Betancourt que se cernía en el horizonte mundial laamenaza que poco después interrumpiría la marcha de la sociedad venezolana hacia lademocracia, y le hizo recordar, en julio de 1946, el compromiso contraído por las gran-

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des potencias: “Estuvieron nuestros pueblos al lado de las democracias en lucha con-tra la barbarie nazista y creímos en la sincera palabra rooseveltiana cuando proclama-ba la lucha por las Cuatro Libertades como justificación de la guerra contra el fascis-mo. Conceptuamos que la Carta suscrita en un rincón del Atlántico no es un pedazode papel, sino un solemne compromiso contraído por las democracias de occidente por-que aquella fuese la última de las guerras. Por ser consecuentes con esos principios,creemos injusto que pervivan en América, como en el resto del mundo, colonias deninguna clase.”

Consideraciones finales

El estudio de los documentos agrupados en este volumen suscita preguntas pocomenos que obvias, pero que no ayudan a responder: ¿Dónde y cuándo aprendieron agobernar los hombres del 18 de Octubre de 1945, de tal manera que su actuaciónpolítica y conducta ética condujera a la instauración de la República liberal democrá-tica? ¿Cómo fueron capaces de creer que, dados el atraso general del país, su escasa ymaltratada población, la ninguna cultura política de la sociedad, además de encogidapor las prácticas de opresión padecidas por generaciones bajo la autocracia, era viableuna república liberal democrática? ¿De dónde derivaba la confianza que demostrarontener en que una masa de mujeres y hombres mayores de dieciocho años, y por añadi-dura analfabetos, demostrarían una vocación democrática al ejercer la soberanía? Laúnica respuesta a estas preguntas que se me ocurre es la muy acomodaticia de que loshombres que hacen la historia dejan a los historiadores la tarea de comprenderla yexplicarla.

Pero no puedo ponerle punto final a esta presentación sin permitirme una licen-cia que espero reciba la graciosa tolerancia del lector. Al escribir estas líneas tuve lasensación de que trataban de un pasaje de mi vida. No porque yo haya desempeñadoen estos acontecimientos un papel relevante, puesto que ni siquiera pude votar. Ape-nas había cumplido 15 años, pero ya comenzaba a despertar políticamente. Fui sacu-dido hasta lo más íntimo de mi sensibilidad, y de mi naciente inquietud intelectual, porel torbellino del inicio de la era democrática. Para mí fue como si al descorrerse el velode conformismo que había mantenido disimulada una Venezuela avejentada y depri-mida, era posible vislumbrar una Venezuela joven y empeñosa.

Caracas, marzo de 2006

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ESTUDIO PRELIMINAR1945-1948

Naudy Suárez Figueroa

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¿UN FRACASO CON FUTURO?RÓMULO BETANCOURT Y LA “REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA”

DE OCTUBRE DE 1945

“Me ha tentado siempre la idea de escribir el antiVallenilla, demostrando la falsedad de la tesis del‘gendarme necesario’. No sé si la lucha o la vida medejen realizar estos esfuerzos intelectuales que visi-tan mi vigilia”.

Rómulo Betancourt, al intelectual costarricense JoaquínGarcía Monge, en carta fechada en su destierro deSantiago de Chile, el 6 de mayo de 1940.

I. LA INGENIERÍA DE UNA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA

La primera experiencia política venezolana de signo esencialmente democrático seextendió de 1945 a 1948 y se subdividió en dos etapas. Durante la primera, ejerció elpoder una Junta Revolucionaria de Gobierno, de composición cívico-militar, a cuyacabeza figuró Rómulo Betancourt, líder del partido Acción Democrática, de tenden-cia nacional-revolucionaria. La segunda encerró la breve y violentamente truncadapresidencia de Rómulo Gallegos, llegado al poder en virtud del voto universal, ejerci-do por primera vez en la historia por parte de los venezolanos.

Unidas, ambas configuran lo que generalmente se denomina el “trienio democrático”.

Interesa señalar desde ya a propósito de este período político un par de hechos.Uno, que tocó entonces al partido Acción Democrática –agrupación política de muyrica prehistoria– ejercer por primera vez, aunque compartido la mayor parte del tiempocon elementos militares, el gobierno de Venezuela. Otro, el decisivo papel dirigente queBetancourt va a ejercer a lo largo de dicho período político, al punto hacer que el trieniofuese por sobre cualquiera otra consideración, su trienio.

1. “La tragedia de los regímenes caducos...”

El 23 de octubre de 1948, en un mitin de masas de Acción Democrática celebra-do en el Nuevo Circo de Caracas, conmemorativo de los tres años de la Revolución deOctubre, recordó Rómulo Betancourt, en alusión al depuesto régimen del general IsaíasMedina Angarita. lo dicho por el revolucionario francés Conde de Mirbeau sobre

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“... la tragedia de los regímenes caducos de ser incapaces de conceder a los pueblos, por víasevolutivas y pacíficas, derechos que luego le serán arrebatados violentamente”.1

Con el mordaz lenguaje que le era ya entonces característico, Betancourt habíadividido anteriormente en dos períodos la década de transición política venezolanaabierta tras la muerte de Gómez: el “quinquenio socarrón”, a cargo del Presidente generalEleazar López Contreras y la “autocracia con atuendo liberal”, regida por el Presidentegeneral Isaías Medina Angarita.

Un mismo elemento habría servido, siempre según Betancourt, para unir a ambos:

“Ese denominador común era la falta de sinceridad republicana, de audacia creadora, de feen el pueblo, de segura confianza en los grandes destinos patrios, de consecuencia prácti-ca con la tesis teórica de que los gobiernos democráticos son incompatibles con el mando-nismo personalista y absorbente”.2

Un sistema político como el así dibujado por Betancourt entró en crisis definiti-va en la segunda mitad de 1945, al desacordar gobierno y oposición en torno al nombredel sucesor de Medina Angarita.3

2. Un bloqueo por partida doble

Ese año, un sector del ejército nacional venezolano, el de la joven oficialidad, y unpartido político, A. D., habían terminado por confrontar una situación de paralelobloqueo de sus aspiraciones.

El bloqueo militar encontraba su fuente principal en la contraposición surgidaentre quienes pudieran denominarse “militares académicos” y los militares empíricos detiempos de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.

En dicho sentido, la primera de las bases programáticas de la Unión PatrióticaMilitar, agrupación clandestina castrense que creyó encontrar la salida del impasse enun golpe de Estado contra el gobierno del Presidente Medina Angarita, había apuntado:

1 Ver: El Universal, nº 14.137 del viernes 23 de octubre de 1948, p. 2.2 Mensaje dirigido por radio a la Nación, a nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno, el 1° de enerode 1946, en: BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomo I, p. 299.3 Pudo haberlo sido el embajador en Washington, doctor Diógenes Escalante, de quien Betancourt y Leo-ni habrían obtenido, en conversación allí celebrada en julio de 1945, la promesa de unas elecciones demo-cráticas a corto plazo, pero Escalante, de visita al mes siguiente a Venezuela, enloqueció repentinamente. Lasgestiones subsiguientes hechas directamente ante Medina por el liderazgo de Acción Democrática a fin deque el mismo, en calidad de gran elector, escogiera un nuevo candidato aceptable para ambos bandos –porejemplo el empresario Oscar Machado Zuloaga– fracasaron, al decidirse definitivamente el Presidente porel doctor Angel Biaggini, nombre ya inadmisible para el partido de Betancourt.4 PÉREZ, Ana Mercedes: La verdad inédita / Historia de la Revolución de Octubre, p. 37.

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“La finalidad suprema del movimiento es implantar en Venezuela un orden general de cosasdonde imperen la honradez, la justicia y la capacitación”.4

El laconismo militar contrastó con la siguiente más detallada explicación contenidaen este par de párrafos del mensaje leído por Rómulo Betancourt, en condición dePresidente de la Junta Militar de Gobierno, el 20 de enero de 1947, ante la AsambleaNacional Constituyente:

“… el ejército era una víctima del régimen, porque su desarrollo profesional lo entrababala vigencia en su conducción de las prácticas del empirismo, personalismo y desbarajuste enel manejo de los dineros fiscales característicos de toda la Administración. Los hombres cons-cientes de las Fuerzas Armadas sentían, además, cómo gravitaba sobre ellos la tácita acusa-ción colectiva de ser los sustentadores casi únicos de una semi dictadura de aparentes per-files militaristas, cuando en realidad sólo había un régimen autocrático jefaturado porGenerales-Presidentes, en exclusivo beneficio suyo y de las camarillas de intelectuales y detraficantes que les formaban séquito.

Este complejo de causas incubó la Junta Patriótica Militar. La formaron inicialmente algunosoficiales surgidos de las aulas castrenses, militares formados profesionalmente en escuelastécnicas de Venezuela y del exterior. Pronto el grupo extendió su ramificación clandestinaa todos los cuarteles de las más importantes guarniciones de la República...”5

La obstrucción de que era víctima AD, provendría, a su turno, de la vigencia deun régimen político que utilizaba para mantenerse artificios que iban desde la restric-ción del voto al puro y liso fraude electoral.

Ya para finalizar 1944, a raíz de un escándalo de cedulación electoral que dejófuertemente malparado a gobierno y partido medinistas, había escrito Betancourt en unartículo a propósito de la alegada “democracia” –las comillas procedían del propio líderde AD– reinante en el país:

“Dos cuestiones hay (…) en torno de las cuales debe librarse en el país vigorosa lucha, paraasentar sobre bases estables este precario edificio de nuestra vida institucional. Una de ellas,el enérgico reclamo colectivo en torno a la limpieza electoral y a la matización de los orga-nismos electores, a fin de que no continúen totalitariamente controlados por el Partido delGobierno. Y la otra, el planteamiento clamoroso y razonado a las legislaturas estadales, alCongreso y al Ejecutivo de la República, de que la reforma constitucional6 contemple elestablecimiento del sistema de voto directo para la elección del Presidente de la República.

5 Ver: Mensaje dirigido a la Asamblea Nacional Constituyente, en nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno,el día 20 de enero de 1947, en: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit. , tomo II, p. 85.6 Aludía Betancourt a una patrocinada por el gobierno de Medina Angarita y aprobada por el CongresoNacional en 1945 que, entre otras cosas, abría campo a la actividad política legal de los comunistas y al votofemenino en las elecciones municipales.

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Mientras esta conquista elemental y esencial no se logre en Venezuela, será precaria, y siem-pre en trance de naufragio, la vida institucional de nuestra nacionalidad”.7

En un importante discurso político radiado al país el 30 de octubre de 1945 ex-plicó Betancourt, refiriéndose a los sucesos del anterior día 18:

“El procedimiento extremo a que se apelara, fue provocado por quienes se negaron obsti-nadamente a abrir los cauces del sufragio libre, para que por ellos discurriera el vehementeanhelo de los venezolanos de ejercitar su soberanía eligiendo directamente a sus gobernan-tes”.8

Y el 5 de julio de 1946, al abrirse el registro electoral destinado a servir de puntode apoyo a las primeras elecciones venezolanas con ejercicio de una verdadera libertadde sufragio:

“El ejercicio del derecho del voto, esencial en toda democracia responsable, se le escamo-teó siempre. O fué el voto restringido, aristocratizante, censatorio de la república goda, sóloconcedido a los privilegiados por la alcurnia o el dinero; o fué el voto enturbiado por elfraude, la componenda y la imposición oficialista concedido por la oligarquía liberal, uti-lizando métodos cuya vigencia se puso de nuevo a la orden del día a partir de 1936”.9

A quien, tiempo andado, devendría su biógrafo y apologista, el profesor universi-tario norteamericano Robert J. Alexander, expondría Betancourt en julio de 1948, enplan de justificar la alianza tres años atrás concertada entre su partido y los militares paraponer fin violento a la administración medinista:

“No existía método democrático para acceder al poder. La elección no se efectuaba por su-fragio universal, sino por voto muy restringido, controlado por el gobierno, de manera queera imposible para la oposición llegar alguna vez al poder. Solamente de cuarenta a cincuentamil personas votaban en las elecciones pre-revolucionarias, comparadas con el millón dos-cientas mil de nuestros días. El derecho a la insurrección contra un régimen no democrá-tico, cuando no hay otra vía de luchar contra él, es sagrado. La conspiración contra un go-bierno democráticamente electo es un crimen.10

7 BETANCOURT, Rómulo: “Esta ‘democracia’ venezolana…”, en El País, n° 320 del 29 de noviembre de1944, p. 1.8 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo cit., p. 61.9 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo citado, p. 282.10 Conversación con Rómulo Betancourt habida el 2 de julio de 1948, recogida en: ALEXANDER, RobertJackson: Venezuela’s Voice for Democracy – Conversations and Correspondence with Rómulo Betancourt, p. 10.En un texto de 1958 titulado ¿Qué Fue el 18 de Octubre?, el todavía dirigente de A. D. Domingo AlbertoRangel recordó que en Caracas, capital de la República, con 300.000 habitantes para 1945, solamente 20.000ejercían su derecho al voto indirecto para escoger Presidente de la República.Ver: RANGEL, Domingo Alberto: ¿Qué fue el 18 de Octubre?, en diario La Esfera de Caracas, n° 11.296 deljueves 26 de septiembre de 1958, p. 12.

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3. ¿La “hora del hombre”?

Como fuera, la decisión tomada por Acción Democrática –un partido cuyo pro-pio nombre sugería un método (y presumiblemente solamente uno) político de con-ducta: el no violento– de unirse a los militares para derrocar por la fuerza a MedinaAngarita no dejó de ameritar en su momento una explicación, tal vez destinada a ciertasconciencias venezolanas de fuerte inclinación civilista.

Fue en este punto cuando, para tranquilizarlas (¿y para tranquilizarse a sí mismo?),acudió el entonces Presidente del partido, Rómulo Gallegos, a sus propias creacionesliterarias y creyó encontrar que, al proceder así, Acción Democrática no habría actuadosino como el civilizado Santos Luzardo frente a la acometida de la fuerza bruta encarnadaen Doña Bárbara:

“Como el Santos Luzardo de mi ficción literaria –y adviertan que aludo a ella sólo para quedeterminadas personas se expliquen qué clase de actos de mano armada puede justificar, sindenegación de sí mismo, quien con toda su obra, la escrita y la vivida, no ha hecho sinorepudiar y condenar el ejercicio de violencia– como aquel personaje mío, hombre de prin-cipios que después de haber apurado las posibilidades de su disposición a oponerle a losdesafueros de la barbarie las limitaciones de las leyes y los imperativos de la justicia, se re-solvió a vivir su ‘hora del hombre’ ante el atropello, así también Acción Democrática aceptóla dramática responsabilidad de las jornadas de octubre memorable”.11

11 Ver a este efecto el discurso pronunciado por Gallegos, en su condición de Presidente de Acción Demo-crática, ante la V Convención Nacional del partido, en la noche del 19 de enero de 1946, en: El País, nº 731del lunes 21.1.1946, p. 4 (Por una Venezuela Totalmente Responsable de su Propia Suerte).Años más tarde, exactamente en 1955, volvió Gallegos sobre el asunto, esta vez para acuñar en su torno unsingular argumento exculpatorio: “desviarse para enderezar”, expuesto así: “Por eso echamos por aquel ata-jo, seguros de que al tenerlo bajo nuestras plantas, responsablemente asentadas en él, le quitaríamos angosturasy torceduras y a la ocasión eventualmente propicia para nosotros, lo convertiríamos en punto de partida deperdurables felicidad y dignidad de Venezuela. De tal modo que bien puedo y debo agregar ahora, sin quese me atribuya gana de jugar con las palabras, que de esa colaboración nuestra al levantamiento de armas ellema fue éste: desviarnos para enderezar”.Ver: Venezuela Democrática, n° 5, México, septiembre de 1955, p. 1 y 6.Cabría tal vez aquí mismo recordar que el 19 de marzo de 1930, es decir, a escasos meses después de la sa-lida a luz de la más famosa de las novelas de Gallegos, Rómulo Betancourt escribió desde San José de Cos-ta Rica a un universitario compañero de exilio, César Camejo: “Si es que la barbarie de nuestro medio so-cial necesita de hombres bárbaros, renunciemos momentáneamente a nuestras ideas civilizadas. ¿Han leídoUds. a Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos? Ahí, en Santos Luzardo, está troquelado nuestro tipo, o cuan-do menos, el tipo que debemos aspirar a realizar. Demos de escobazos a idolotes militares, si éstos no seavienen a reconocerle beligerancia a la fuerza que representa la juventud”.Ver: BETANCOURT, Rómulo: Antología Política, Volumen Primero, 1928-1935, p. 156-157.

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4. “Revolución”, “peripecia”, “insurrección”, “golpe”…

Probadas explicar de esta suerte las motivaciones de un cambio político como eloperado el 18 de octubre de 1945, tocaría ahora referirse a su naturaleza. ¿Cómo de-bería calificarse al mismo?

Si en este punto se dejara la palabra a sus solos protagonistas, se comprobaría unaausencia de uniformidad en cuanto a respuesta –lo que no ha sido ciertamente obstá-culo para que el mismo se haya ganado para la historia la aparentemente definitivadenominación de Revolución de Octubre–.

Veamos el caso de su líder más prominente, Rómulo Betancourt.

Hombre bien abrevado en lo concerniente a historia y economía, se puede supo-ner con fundamento que Betancourt conocía par coeur las connotaciones sociológicasde la palabra revolución, particularmente a nivel del pensamiento socialista.

Aunque Betancourt la empleó en más de una ocasión para aplicarla a la octubra-da,12 no hizo, sin embargo, de ella un uso exclusivo, puesto que lo compartió con otrasdenominaciones. En el mensaje presentado, en carácter de Presidente de la Junta Re-volucionaria de Gobierno, al Congreso Nacional de 1948, Betancourt se referirá, en elespacio de solamente dos páginas, indistintamente, a la misma como “insurrección”,13

“jornada revolucionaria” 14, “… acción insurgente de Ejército y Pueblo…” 15, “… hecho defuerza” 16, “peripecia” 17 e “insurgencia” 18. Y algo más adelante aludió a “… nuestra evo-lución transformadora”.19

12 El Primer Comunicado del Gobierno Provisional a la Nación, de fecha 19 de octubre de 1945, que puedepresumirse redactado por él, asentó en una de sus líneas: “Los enemigos de la Revolución Popular y Demo-crática triunfante querrán detenerla...” En discurso del 30 de octubre de 1945, el mismo Betancourt se re-firió al movimiento como “… una revolución política y social” y a los gobernadores de Estados reunidos enconvención habló Betancourt el siguiente 18 de noviembre de “... cambio revolucionario.”La definición que por entonces el político Betancourt no dio de lo que entendía por revolución, la propor-cionó, paradójicamente uno de los socios militares del evento y luego miembro de la Junta Revolucionariade Gobierno, el mayor Carlos Delgado Chalbaud, en alocución pronunciada con motivo del Día del Ejér-cito, el 24 de junio de 1946: “Una revolución es el advenimiento en una nación de una dirección nueva, denuevas normas, de nuevas instituciones. Una revolución puede cambiar la forma de Estado sin cambiar laforma de la Sociedad, como también, transformar la Sociedad sin alterar los marcos del Estado”.Delgado no especificó, con todo, cuál de las dos derivaciones posibles de la misma creía estarse cumplien-do en el caso venezolano contemporáneo.Ver: Revista de las Fuerzas Armadas, n° 1, julio de 1946, p. 24. Reproducido también en: El Gobierno Revo-lucionario de Venezuela ante su Pueblo, p. 185.13 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, ob. cit., tomo II, p. 122.14 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., p. citada.15 Ibidem, idem.16 Idem.17 Ibidem, p. 123.18 Idem.19 Ibidem, p. 128.

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Al propio Betancourt se le escapará, sin embargo, hablar también lisa y llanamentede “golpe de Estado” en su mensaje a la Asamblea Nacional Constituyente de fecha 20de enero de 1947.20 Y está el caso de estos términos semejantes empleados por RómuloGallegos en el acto de proclamación de su candidatura presidencial, el 12 de septiembrede 1947: “¿Quién pregunta por el entendimiento para el golpe de octubre?” 21

Pero, ¿por qué preferir entonces la expresión Revolución de Octubre para calificaral cambio político echado a andar por el 18 de octubre?

La voz “revolución” no carecía de tradición –si no de prestigio– en un país particu-larmente cerril en lo político como lo había sido Venezuela hasta la llegada del gene-ral Juan Vicente Gómez a la Presidencia de la República. “Revoluciones” las había ha-bido ad libitum. Habían adoptado nombres de meses (“Revolución de Marzo”,“Revolución de Abril”...) y colores (“Revolución Azul”, “Revolución Amarilla”...) y, segúnel decir humorístico del poeta Andrés Eloy Blanco, las había habido hasta con nom-bres más bien aptos para bautizar a caballos de carrera.

Por otra parte, a nivel de la gente autoproclamada de izquierda –y Acción Demo-crática se tenía a sí misma en 1945 como un partido de esta tendencia–, la revoluciónsoviética de octubre de 1917 no dejaba todavía de hacer impresión como modelo.

Pero sucedió también que, sin acudir a la Rusia de 1917, estuvo por entonces mása la mano un precedente política y culturalmente de mayor afinidad: el de Guatemala.

No sabemos que se haya llamado la atención sobre el grado de influencia que elmovimiento cívico-militar que aventó allí al poder al profesor Juan José Arévalo, en1944 (se le denominó “Revolución de Octubre”, como, un año después, a su homólo-ga venezolana) hubiera podido ejercer en nuestro país.

La misma fue, sin embargo, cierta, como lo demostrarían, entre otros posiblestestimonios, los artículos periodísticos de tono laudatorio escritos a su propósito porBetancourt, de ellos uno de fecha 15 de septiembre de 1945, significativamente titu-lado Guatemala: espejo para mirarse América.22

En un discurso de bienvenida al canciller de la nación centroamericana, de visitaen Caracas, dicho el 6 de diciembre de 1945, Betancourt, ya Presidente de la JuntaRevolucionaria de Gobierno, se expresó sobre el caso de la nación centro-americana enestos significativos términos:

20 Ibid., p. 88.21 GALLEGOS, Rómulo: Antología de …, p. 45.22 Ver El País, n° 605 del sábado 15 de septiembre de 1945, p. 1. Reproducido en BETANCOURT, Rómulo:El 18 de octubre de 1945, p. 248-250.

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“Sería mezquino de nuestra parte negar que la revolución de Guatemala fue acicate y estímulopara la revolución que se realizó en Venezuela en octubre de 1945. Fenómeno similar a aquelde 1810, cuando el grito jacobino surgió en Caracas y se fue extendiendo por encima de lasmontañas y las llanuras por toda América. En esta gesta por la segunda independencia delContinente, Guatemala fué pionera, y su ejemplo repercutió en Venezuela en la revoluciónde octubre, un año después de la revolución de octubre de ustedes, orientada por objetivossimilares, porque allá, como aquí, un grupo beligerante y resuelto de civiles y militares, inter-pretando la angustia y los anhelos de su pueblo, insurgió contra el oprobio político y la inmo-ralidad administrativa; porque allá como aquí, militares y civiles vinimos a rectificar el clási-co esquema del pronunciamiento español y de las cuarteladas latinoamericanas, porque no seha tratado de derrocar gobiernos personalistas y autocráticos para que fueran al poder gobiernosregidos por aprendices de autócratas, de déspotas; porque allá, como aquí, civiles y militaressólo hemos querido restituir al pueblo su soberanía y que sea el pueblo quien escoja, medianteel sufragio universal, secreto y directo, a sus propios gobernantes”.23

Por otra parte, la visita efectuada por Betancourt a Guatemala, en julio de 1946,dio pie a que tanto él como el presidente Arévalo se refirieran

“… al paralelismo impresionante entre las dos revoluciones de octubre”.24

5. Un reclamo de originalidad política

En una carta escrita en San José de Costa Rica el 2 de agosto de 1935 a Raúl Leoni,citó Betancourt una discutida frase del social-demócrata alemán Edouard Bernstein,conforme a la cual para la ideología política de que era connotado portaestandarte “elmovimiento lo es todo; el fin no es nada.” 25

Examinada con escrupulosidad la documentación política de época, uno podríallegar a la conclusión de que Rómulo Betancourt se cuidó poco de asignarle al expe-rimento político por él liderizado de 1945 a 1948 una desembocadura sustentada poruna etiqueta ideológica específica.

En ocasiones, prefirió aclarar lo que el mismo no era. Tal sucedió, por ejemplo,cuando, al hablar en la ciudad San Cristóbal, en diciembre de 1945 de la reforma agrariaque tenía en mente realizar el gobierno, advirtió que la misma no encerraba “... unaposición heterodoxa ni de extrema izquierda radical”26, prevención repetida en un dis-curso del 30 de mayo de 1946 ante la Federación Venezolana de Cámaras y Asociaciones

23 Ver: BETANCOURT, Rómulo: El País, n° 688. del sábado 8 de diciembre de 1945, p. 1. También en:Trayectoria democrática de una revolución, tomo II, p. 185-186.24 Ver: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit, tomo II, p. 171.25 Ver: ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA – SERVICIO SECRETO DE INVESTIGACION: Laverdad de las actividades comunistas en Venezuela, p. 202.Se conoce mejor y ha sido reeditada esta obra como Libro rojo.26 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 20.

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de Comercio y Producción (Fedecámaras) en donde, al disertar sobre el mismo tema,aseguró al empresariado nacional que la intención gubernamental de repartir tierras alcampesinado no era “… un propósito heterodoxo, radical ni bolchevique”.27

Y de visita oficial en México, en julio del mismo año, el mismo Betancourt juzgóoportuno explicar, en un agasajo que le fuera ofrecido por un grupo de organizacionesmexicanas: “… en un país como el nuestro es demagogia hablar de planes de sociali-zación o sovietización.”28

En otras, Betancourt aprovechó, por el contrario, para remachar el carácter originaldel proceso de cambio en marcha bajo su principal conducción.

Así, en la ocasión ya mencionada del discurso de San Cristóbal, Betancourt hizosaber a los tachirenses que la Revolución de Octubre proseguiría su rumbo “... dentrode moldes nacionalistas”.29

Y a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente de 1946-1947 se cuidóde advertir, refiriéndose a la Carta Fundamental cuya redacción tenían encomendada:

“Ensayar fórmulas de trasplante, ir a Europa o a otros países de América de estructura so-cial y evolución histórica diferentes de las nuestras en solicitud de trajes constitucionales delance, para tratar de superponerlos a lo intransferible nacional, sería una aventura pocorecomendable”.30

Tal como lo explicó al Congreso Nacional de 1948, Betancourt pareció habercontemplado, en definitiva, la transformación iniciada el 18 de octubre como una que,imposibilitada de saltar etapas, se ceñiría a

“… abandonar las formas absolutistas de gobierno y administración para sustituirlas por lasde un Estado moderno y democrático”.31

27 Ibidem, tomo cit., p. 126.28 Ibid., tomo II, p. 168.29 Ibid., tomo I, p. 24.30 Ibid., tomo II, p. 113.31 Ibid,, tomo cit., p. 126-127.En verdad, apenas, que hayamos podido averiguar, si un líder juvenil de A. D., Domingo Alberto Rangel,sobrepasando a Betancourt, distinguió por entonces entre un momento contemporáneo, democrático, y otrofuturo, socialista, de la Revolución de Octubre. Conforme a su punto de vista era la misma: “… fundamen-talmente, un experimento tendiente a acreditar la procedencia de los ideales que aspiran a reedificar la vidaamericana sobre bases autóctonas, divorciadas de la servil imitación. Sin negar la universalidad de los pro-cesos históricos, los hombres que comandan la revolución venezolana, han querido instaurar una etapa de-mocrática, pero sin copiar los patrones europeos, pues ya desapareció la intangibilidad del liberalismo y el pre-dominio de la burguesía. Ahora la revolución democrática, la experiencia de América, ha de realizarse por elproletariado y las clases medias conforme a normas materialistas, adueñados ambos estamentos del Poder ydisponiendo de instrumentos de intervención económica para proteger el bienestar de las grandes masas po-

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En cualquier caso, de fines del trienio dató esta esclarecedora explicación suminis-trada por Betancourt a Robert J. Alexander sobre la naturaleza del partido que empu-jaba el “nuevo orden” nacido en octubre:

“Acción Democrática no es, hablando en propiedad, un partido socialista. En vez de ello,a Betancourt le gusta llamarla un partido nacional-revolucionario. Está en el molde de es-trictamente organizaciones latinoamericanas como los Auténticos de Cuba, los Apristas delPerú y la gente de Arévalo en Guatemala, que han sobrevenido como respuesta a los pecu-liares problemas de esta parte del mundo. Ellos no son como el Partido Socialista de Chi-le, que es doctrinario y habla mucho de Marx y Rosa Luxemburgo”.32

6. Concertación nacional en torno a octubre

Hay una característica digna de destacar a propósito de la revolución venezolanade octubre de 1945: su condición de haber sido una iniciativa acogida inicialmente porla mayor porción del universo político, económico y social venezolano.

Tal afirmación tiene el respaldo de dos observaciones contemporáneas de Betan-court que estimamos, por nuestra parte, suficientemente documentadas. La una, sobrela debilidad de la base social de apoyo al gobierno medinista. La otra, sobre la recepti-vidad que, en un sentido contrario, habría despertado en los más diversos estratos so-ciales del país el cambio de octubre.

A dicho primer propósito están estas palabras pronunciadas por Betancourt en unaoportunidad que hemos ya citado y citaremos aún más adelante: su muy importantediscurso político de San Cristóbal del 14 de diciembre de 1945.

Inmediatamente luego de referirse críticamente al gobierno venezolano pre-octu-brista, Betancourt expresó

“Contra ese régimen insurgieron unidos Ejército y Pueblo el 18 de octubre, y como ya hetenido oportunidad de decir en otra ocasión, la rapidez con que se desmoronó ese régimenrevela cómo no tenía ninguna clase de asideros en la opinión, cómo no tenía ninguna cla-se de sustentáculos en las bases productoras del país; apenas los sectores parasitarios de Ve-nezuela, los sectores que no son la burocracia eficaz, sino los parásitos de la administraciónpública, le prestaban respaldo y por eso se desmoronó en 24 horas”.33

bladoras. De la democracia iremos al socialismo que habrá de realizarse también de acuerdo con nuestra vo-cación nacional y con elementos extraídos de nuestra intransferible realidad económica”Ver: RANGEL, Domingo Alberto: Explicación histórica de la realidad venezolana, artículo fechado en Ca-racas, enero de 1947, y publicado en Cuadernos Americanos de México, nº 3, mayo-junio de 1947. La citase toma de las p. 19-20.32 ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 13.33 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 16.

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Y también estas otras, tomadas del discurso pronunciado por Betancourt ante laAsamblea Nacional Constituyente, el 20 de enero de 1946:

“El caudaloso respaldo de todas las clases sociales productoras al movimiento de octubre hizoposible que el régimen se derrumbase sin pena ni gloria, como castillo de naipes que aba-te el viento”.34

La segunda observación se contiene en un lugar del mensaje de término de gobier-no rendido por Betancourt al Congreso Nacional de 1948, destinado a responder a lapregunta de si era justificable “…la jornada revolucionaria del 18 de octubre de 1945”.35

Expuso allí Betancourt:

“El análisis de las causas que incubaron esa acción insurgente de Ejército y Pueblo ha sidohecho, con confesa intención esclarecedora, en más de un documento oficial. Allí se hademostrado cómo la Nación, en todos sus estratos sociales, era ya incompatible con aquelestado de cosas”.36

Punto de vista ratificado por Betancourt en una oportunidad ya citada, la conver-sación sostenida en Caracas el 2 de julio de 1948 con el norteamericano Alexander. Dijoentonces el primero a su confidente:

“De hecho, la mayoría de las clases sociales se oponían al antiguo régimen, y pocos díasdespués de la Revolución, desfilaron ante la radio, en apoyo del nuevo régimen, gentes delas más diversas maneras y formas de vida –agricultores, líderes sindicales, industriales, co-merciantes, etc”.37

7. Los pilares sociales del “nuevo orden”

“Difícil sería (...) señalar otro gobierno en la historia republicana de Venezuela queestuviera tan sólidamente asentado como el actual sobre cimientos de inamoviblefirmeza”,38 se ufanó de proclamar Rómulo Betancourt en el mensaje de Año Nuevo ala nación del 1º. de enero de 1946.

Ciertamente el elenco de los soportes que tuvo a su favor en sus inicios la Revo-lución de Octubre no pudo ser más envidiable en cuanto a su amplitud y capacidad deinfluencia.

Nos limitaremos aquí a decir algunas palabras sobre los que juzgamos másrelevantes:

34 Ibidem, idem, p. 88.35 Ibid., tomo II, p. 122.36 Ibid., idem.37 ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 11.38 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 62.

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• el ejército,• el partido Acción Democrática;• el sindicalismo obrero y• el empresariado económico privado.

Producto como había sido la Revolución de Octubre de una alianza entre un par-tido y un sector castrense, el de la joven oficialidad, Acción Democrática, en general,y Betancourt, en particular, se cuidaron frecuentemente de enfatizar sobre el carácterpermanente de la misma, así como sobre el consecuencial respaldo a ella brindado porparte de un cuerpo que habría iniciado una nueva etapa en su historia.

“Somos un pueblo cuyo Ejército no sirve ya a hombres, sino que está dispuesto arespaldar las Instituciones”,39 pretendió Betancourt en una conferencia dictada a ungrupo de maestros en preparación para trabajos de alfabetización, el 29 de diciembrede 1945 alfabetizadores.

Y apenas dos días más tarde, el 1° de enero de 1946, dijo el mismo Betancourt alpaís en su mensaje de Año Nuevo en carácter de Presidente de la Junta Revoluciona-ria de Gobierno:

“Dos pilares graníticos le suministran sustentación al Gobierno Revolucionario de Venezue-la: la lealtad del Ejército; y el apoyo de pueblo que desde la calle se le está presentando, tanespontánea como fervorosamente”.40

En un primer tiempo pareció haber sido realmente así. En la ocasión del Día delEjército del mismo año, el 24 de junio, el entonces mayor Carlos Delgado Chalbaud,miembro de la Junta Revolucionaria de Gobierno y titular del Ministerio de la Defensa(se había dado este nuevo nombre, después de octubre, al antiguo Despacho de Gue-rra y Marina) afirmó:

“En Venezuela existe una ética profesional y el ejército, que hoy apoya a este Gobierno,mañana apoyará con igual fervor, con igual fuerza, al Gobierno que sea proclamado comoresultado de libérrimas elecciones a las que la Junta Revolucionaria llevará a Venezuela”.41

En segundo lugar, el gobierno de octubre contará a lo largo de su curso con elapoyo indeclinable del partido Acción Democrática, sobre el cual pudo escribir Betan-court el 13 de septiembre de 1945, cuarto aniversario de su fundación:

“No hay aldea venezolana sin que en ella actúe, con mística afincada en lo mejor de su con-ciencia, un núcleo partidista. En talleres y en fábricas, en haciendas y en clínicas, en Uni-

39 Ibidem, idem, p. 16.40 Ibid., id., p. 62.41 Ver: Revista de las Fuerzas Armadas, n° 1, julio de 1946, p. 16.

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versidades y Colegios, forman legión quienes portan su carnet de militantes del Partido delPueblo como signo de compromiso irrenunciable de contribuir a la conquista de una Ve-nezuela lograda”.42

Esa militancia, si numerosa y socialmente variada antes del ascenso al poder delpartido, se habría multiplicado vigorosamente, una vez operado el mismo.

A pesar de su pase al gobierno, Betancourt siguió ejerciendo un liderazgo indiscu-tible sobre el mismo y el partido respondió en todo momento a cuanto llamado se le hizode parte del gobierno para manifestarle la solidaridad en momentos juzgados necesarios.43

Vayamos ahora al caso de los sindicatos. La óptica con que Betancourt se mane-jó frente al mundo obrero y empresarial durante el trienio democrático estuvo bienexpresada por estos términos del discurso hecho por Betancourt a la III asamblea anualde Fedecámaras el 14 de marzo de 1947:

“… democracia política y agrupación de patronos y trabajadores en sus organismos propioses característica de nuestro tiempo…”44

Y todavía, quizás, mejor, por estos otros con que se dirigió a los delegados nacio-nales reunidos en Caracas para constituir, en noviembre de 1947, la Confederación deTrabajadores de Venezuela:

“Nosotros asignamos una extraordinaria importancia al movimiento obrero organizado,porque sabemos que si algo caracteriza la vida social contemporánea, es la presencia orga-nizada del pueblo en sus partidos políticos y en sus organismos de resistencia económica(Nutridos aplausos). Ya pasó la época de los pequeños grupos oligárquicos; ahora son lasfuerzas económicas organizadas, bien en Federaciones de Cámaras de Comercio y Produc-ción, bien en Centrales Obreras, las que enrumban y orientan a las naciones. Pasó la horadel clan minúsculo y advino la hora de la multitud organizada”.45

Nadie debería extrañarse, en consecuencia, del hecho de que, apenas estabilizadoel gobierno de octubre, el propio 22 de dicho mes, Betancourt recibiera, una tras otra,en Miraflores, las visitas de los Presidentes de las principales empresas petroleras extran-jeras activas en el país, de los directivos de Fedecámaras y de los de una treintena de im-

42 Ver: BETANCOURT, Rómulo: El 18 de octubre de 1945 / Génesis y realizaciones de una revolución demo-crática, p. 118.43 Fue el caso por ejemplo, de las movilizaciones populares ejecutadas con motivo de la debelación de suble-vaciones armadas o de la confrontación sobrevenida con motivo del discutido decreto 321 sobre exámenesescolares, promulgado por la Junta el 30 de mayo de 1946.44 BETANCOURT, Rómulo Trayectoria democrática de una revolución, tomo I, p. 138.45 Ver: Versión taquigráfica de las palabras pronunciadas el día 19 de noviembre de 1947 con motivo del agasa-jo ofrecido por la Junta de Gobierno a los Delegados que asistieron al II Congreso de Trabajadores de Venezuela,en: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 163-164.

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portantes sindicatos, virtualmente controlados todos ellos por militantes de Acción De-mocrática.

En el caso de los últimos, se efectuó en la ocasión lo que pudiéramos denominarun intercambio de promesas.

A los sindicalistas dijo Betancourt

“En relación con el movimiento obrero, estamos plenamente definidos en el sentido de quese le rodee de toda garantía; que el derecho de sindicalización sea respetado, que se estimulela organización de los trabajadores en sus sindicatos de resistencia económica, porque con-sideramos que el obrerismo y el campesinado organizados son una garantía de estabilidadpara un gobierno democrático”.46

Y también:

“… las puertas de Miraflores y de todos los Ministerios estarán abiertas a los trabajadoresde Venezuela, pues nosotros queremos hacer un gobierno realmente popular, y un gobier-no popular tiene que oír en forma atenta y comprensiva a los trabajadores organizados, queen todos los países constituyen su soporte más firme y más sólido”.47

A lo que Augusto Malavé Villalba, Presidente de la Federación de Trabajadores delDistrito Federal y Estado Miranda, y quien hizo entonces de vocero de los dirigentessindicales, respondió de esta manera:

“Respecto de lo que acaba de manifestar el compañero Rómulo Betancourt, nosotros vemoslos puntos siguientes: Primero, que se mantengan las condiciones que actualmente están ri-giendo en los contratos de trabajo de los patronos con los obreros. Hasta podríamos llegar afijar un plazo, o no fijar ninguno, sino que, hasta que se estabilice el gobierno, sigan rigien-do esas condiciones de trabajo, no permitiendo nosotros, como dirigentes responsables, quela demagogia venga a restarle apoyo a este movimiento, que se vengan a presentar pliegos dereivindicaciones que los patronos no están actualmente en condiciones de concederlas, paraque entonces se presenten conflictos y se eche la culpa al gobierno provisional porque éste nolas resuelve en forma favorable a los trabajadores. En esto nosotros le prometemos a la Jun-ta que seremos responsables; pero quiero advertirles las condiciones en que se han venido des-envolviendo los trabajadores durante el régimen del general Medina. (...) En esta situaciónquiero hacer una promesa a la Junta de que tendrá el respaldo de todos los trabajadores, aunde aquellos organismos sindicales cuyos líderes se habían manifestado contrarios...”48

46 Ver diario El Universal, n° 10.060, Caracas, martes 23 de octubre de 1945, p. 4.47Ibidem, idem.48 Ver El Universal, en su número antes citado. El uso hecho del término “compañero” por Malavé Villalbapara con Betancourt no haría sino testimoniar la marcada relación simbiótica entonces existente entre par-tidos y sindicatos.

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Para la “fuerza económica organizada” representada por los empresarios tuvo tam-bién el 22 de octubre Betancourt ofrecimientos halagadores. Los principales de ellosconcernieron, de un lado, a la creación de un Consejo de Economía Nacional, en dondeestaría representado el sector patronal, y un Banco Pecuario, y del otro, a la intencióngubernamental de procurar armonizar las relaciones entre capital trabajo.

Tiempo andado, en carta del 27 de agosto de 1947, Oscar Augusto Machado,Presidente de Fedecámaras, creyó útil recordar a Betancourt cómo el empresariado na-cional había apoyado, por su parte, los postulados octubristas:

“Nuestros objetivos son diáfanos y nuestra línea de conducta ha sido siempre recta, deter-minada e inspirada invariablemente, en el progreso de nuestro país. Por ello, apoyamos lospostulados de la revolución de Octubre, facilitándole así el camino a los nuevos mandata-rios, cuyos dirigentes nos ofrecieron, desde el primer instante y espontáneamente, invitarla cooperación de todas las fuerzas vivas del capital y del trabajo para solucionar los prin-cipales problemas económicos”.49

8. Realismo, antidemagogia y una estrategia política a la inglesa bajo la manga

Si para 1945 era ya bien nutrido el catálogo cronológico de invocaciones de Ró-mulo Betancourt al “realismo” a la hora de justificar posiciones políticas teóricas, laRevolución de Octubre le ofreció la oportunidad de ejercitarlas esta vez ya con deci-siones políticas prácticas.

No hubo, por cierto, ramo importante de la política del trienio en que Betancourtno manifestara guiarse en su conducción por un criterio que no lo contuviera como guía.

Sobre la económicamente más determinante de sus políticas, la petrolera, explicó,por ejemplo, en 1947, Betancourt a la Asamblea Nacional Constituyente que ella habíasido “...realista y previsora”.50

En parecida línea a la del líder sindical, afirmará el primer Presidente de la Confederación de Trabajadoresde Venezuela, Pedro Bernardo Pérez Salinas, en un artículo de fines de 1948 titulado: Los trabajadores seorganizan, luchan y triunfan / La Revolución de Octubre y su Profundo Sentido Social: “… Sería larga la enu-meración de los efectivos y cuadros sindicales, masas que no solamente atienden a la lucha por la defensa desus intereses económicos y profesionales, sino que sabedores de lo que ello significa para la marcha y el as-censo del movimiento sindical, son los más eficaces sostenedores del régimen democrático y han sido losprimeros en asumir su defensa”.Ver: El País, n° 1.714 del lunes 18 de octubre de 1948.49 En carta de presentación del folleto Problemas nacionales / Apuntes Sobre la Situación Económica y NuestroAbastecimiento, p. 8.50 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 109.En plan de exponer a sus copartidarios, pero ya en 1958, las políticas puestas en práctica durante el trienio,evocaría Betancourt: “… revisamos las relaciones del Estado-Empresas en la industria petrolera con un sentidode anti-imperialismo realista y no palabrero…”Ver: BETANCOURT, Rómulo: Posición y doctrina, p. 162.

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Y en cuanto a la internacional, el propio Betancourt dijo estar apoyada en “con-sideraciones realistas” la posición “occidentalista” asumida por su gobierno en los ini-cios de la Guerra Fría.51

Y todo habría sido por una convicción definitivamente albergada en él desde tiem-po atrás: la de que, en política, resistirse a los hechos conlleva a estrellarse contra lapared.

En ese orden de ideas, al hacer en 1948 balance de la obra cumplida por la JuntaRevolucionaria de Gobierno bajo su conducción, se permitió decir Betancourt alCongreso Nacional:

“…aquí no tendremos inconveniente en reconocer cómo la terca realidad de los hechosaconsejó pausas en ambiciosos proyectos ya en marcha, e impuso rectificaciones de teme-rarios rumbos, trazados al calor de generosos entusiasmos y con la ingenua inexperiencia detodo aquel que se inicia en el intrincado y arduo manejo de los negocios públicos”.52

En conexión con lo escrito, habría anidado también en el Betancourt del trienioun designio, explicitado igualmente en más de un discurso público: el de no emplearla demagogia como método de ganar popularidad y adhesión, bien para el gobierno,bien para Acción Democrática, el partido que a éste sostenía.

“Nosotros no somos demagogos sino hombres responsables”, aseguró Betancourten su discurso de San Cristóbal del 14 de diciembre de 1945.53 Lo que repitió de estamanera en un discurso a sus “conciudadanos” de La Victoria (Estado Aragua):

“... nosotros no somos demagogos sino gente responsable, que quiere hacer las cosas bien”.54

En el último mitin de conmemoración del 18 de octubre, insistió de este modoBetancourt en el concepto:

“… somos un partido antidemagógico. Nunca hemos prometido el Paraíso Terrenal, ni elotro... (risas) Siempre hemos dicho que luchamos por objetivos definidos y concretos, per-fectamente demarcables, perfectamente señalables y seamos consecuentes con esta tesis…”55

Ya reemplazado por Gallegos en el poder, en febrero de 1948, Betancourt se per-mitió confiar que la estrategia política empleada por el régimen octubrista si a algunase asemejaba, sería a la de “aproximación indirecta” empleada por los políticos ingleses

51 BETANCOURT, Rómulo Trayectoria democrática de una revolución, tomo II, p. 144-145.52 Ibidem, tomo cit., p. 128-129.53 Ibid., tomo I, p. 21.54 Ibid., id., p. 30.55 El Universal, n° 13.991, Caracas, sábado 29 de mayo de 1948, p. 7.

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(aunque no lo dijo expresamente Betancourt, se puede imaginar que, al expresarse así,tenía en mente a los laboristas):

“… esta aproximación indirecta ha sido característica del régimen. De una cierta manera,ha sido más bien británico en ésto: primero ha hecho las reformas y luego las ha llevado aley. Esto es lo que ha hecho, por ejemplo, en la reforma agraria. La reforma agraria – divi-dir las propiedades de Gómez hasta un grado, el establecimiento de comunidades agrarias,etc., han ido caminando desde el 18 de octubre, pero es ahora cuando ellas están cobran-do la forma de una Ley de Reforma Agraria.” 56

9. Las líneas maestras del “nuevo orden”

Como gobernante que se estrenaba, Betancourt se tomó muy a pecho, y desde unprimer momento, el trabajo de explicar las pretensiones de la Revolución de Octubre. Ycomo tales pretensiones no carecían de ambición, una que otra vez se le habría hechopatente –según propia confesión– la precariedad del tiempo disponible para alcanzarlas.

De su discurso varias veces citado de San Cristóbal de diciembre de 1945 fueron,verbigracia, estas palabras:

“¿Cuáles son los objetivos del equipo de hombres que hoy está en el Gobierno? Voy a sin-tetizarlos en lo político, en lo administrativo y en lo económico, en una forma esquemáti-ca y apresurada…

En lo político, aspiramos fundamentalmente a descentralizar el gobierno, a transformarel concepto de mando personalista e imperioso, en el de la gestión impersonal de la cosapública; a darle autonomía a los gobernantes regionales y a los ministros del Despacho paradesenvolver sus actividades, dentro de un plan de política general articulado nacionalmen-te. Y sobre todo, primero que todo y antes que todo, devolver al pueblo su soberaníausurpada.

(…………………………………………………………………………………………)

En lo económico-administrativo, la orientación de este gobierno será fundamentalmente lade humanizar la gestión de la cosa pública, la de preocuparnos más de la gente que de losanimales y de las cosas…

Educar, sanear, alimentar y domiciliar mejor y más racionalmente al pueblo: este es nues-tro objetivo fundamental”.57

56 ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 14. Traducción nuestra.57 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit. tomo I, p. 16 y 18.

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Mayor elevación conceptual revelarían, sin embargo, a dicho mismo propósito, lassiguientes, extractadas de un discurso pronunciado en la conmemoración patriótica del5 de julio de 1946:

“Realizar lo que otros soñaron y antevieron; trajinar con pasos seguros la ruta que otrosdesbrozaron, con su áspera labor de muchas décadas, son oportunidades invalorables parauna generación. Pero llevan implícitos compromisos abrumadores. La historia hará justi-cia a cuantos cayeron en la lucha contra los factores de atraso que entorpecían la marcha as-cendente de Venezuela republicana; y aun podrá ser benévola con quienes carecieron de fibraheroica para combatir esos factores. Ni uno y otro tratamiento podría esperar de la poste-ridad nuestra generación si fallamos ahora en la obligación de imprimirle a la Nación elseguro rumbo definitivo hacia la conquista de una democracia decente, de una libertaddecorosa, de una justicia social a nadie regateada.

Todo eso, y junto con ello una producción de riqueza abundante que garantice a la Naciónsu independencia económica y bienestar material a los venezolanos de todas las clases so-ciales, puede y debe ser alcanzado”.58

10. Por encima de todo, “reintegrar al pueblo su soberanía”

Las trascritas y otras citas que inmediatamente insertaremos servirían para ponerde relieve que, en la jerarquía de prioridades asignadas por Betancourt al “nuevo orden”iniciado en octubre, ocupó el primer lugar jerárquico un claro designio político: esta-blecer un sistema de elección de autoridades que conllevara en sí mismo el ejercicio delprincipio de soberanía popular.

58 Ibidem, tomo II, p. 43-44.También, por cierto, en este capítulo, las metas asignadas por Domingo Alberto Rangel al proceso políticoincoado en octubre de 1945 apuntarán más alto. En un texto publicado a mitad de 1947, Rangel reformularála pregunta arriba citada de Betancourt de la siguiente manera:¿Cuál es la esencia de esa revolución y qué ob-jetivos persigue?, para pasar a responderla así:“La Revolución de Octubre aspira fundamentalmente a crear en Venezuela una democracia popular, susten-tada sobre los soportes de la transformación agraria y de la liberación económica del país. Dentro del devenirhistórico de la revolución venezolana le correspondería la misión que se asignó la revolución francesa, rea-lizada aquella, desde luego, con distintos instrumentos e inédita sensibilidad social. El Partido que la empuja–Acción Democrática formado por la alianza de la clase obrera, del campesinado y de la clase media urba-na con las capas más progresistas de la burguesía industrial– no desconoce las directrices de la dialéctica ma-terialista que no propician en un país como Venezuela, sin capitalismo avanzado y ayuno de una clase obreranumerosa y preparada, una revolución de raigambre socialista. Para Venezuela, y en general para la Améri-ca latina, no ha llegado la hora del socialismo porque todavía no se han agotado las posibilidades de la de-mocracia. Nuestra revolución ha de comenzar por la liquidación del caudillismo que niega la democracia eimpide el desarrollo armonioso y sistemático de la economía nacional. En lo político es necesario devolverleal pueblo el ejercicio de la soberanía mediante la difusión del sufragio, para que sean sus hombres y muje-res quienes señalen los rumbos colectivos.”Ver: RANGEL, Domingo Alberto: ob. cit., p. 15-16.

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“Este Gobierno Provisional tendrá como misión inmediata la de convocar el país a eleccionesgenerales, para que mediante el sistema de sufragio directo, universal y secreto, puedan losvenezolanos elegir sus representantes, darse la Constitución que anhelan escoger el futuroPresidente de la República”59

se había puntualizado ya en el primer Comunicado del Gobierno Provisional a la Nación,de fecha 19 de octubre de 1945.

Tal punto de vista fue reforzado de este modo en la importante alocución dirigi-da al país por Betancourt, el posterior día 30:

“Esta Revolución ha sido hecha para devolver al pueblo su soberanía. Falsearíamos, en con-secuencia, la razón de ser histórica de este movimiento si pretendiéramos prolongar artifi-cialmente el orden político provisional existente en el país. Y es porque nos anima tal con-vicción que anunciamos hoy la próxima promulgación del Decreto mediante el cual se crearála Comisión encargada de redactar un Código electoral democrático, que permita la elec-ción por sufragio directo de una Constituyente”.60

El 5 de julio de 1947, antecedidas el año anterior las primeras elecciones con usodel voto universal, reincidirá Betancourt en la idea con motivo de promulgar el nue-vo Estatuto Electoral sancionado por la Asamblea Nacional Constituyente:

“En el proceso histórico de la Revolución de Octubre es éste de hoy uno de los estadiosdecisivos. Esa Revolución la hicieron Ejército y Pueblo, fundamentalmente, para que laresidencia de la soberanía pasara de las manos usurpadoras de los clanes oligárquicos a lasde la Nación soberana. Por eso sus etapas determinantes están señaladas con actos de ejer-cicios de soberanía, en función electoral unos, y otro de ella resultante”.61

Y estaría, finalmente, la siguiente afirmación con data de 1948, referida a lo deoctubre de tres años atrás:

“… los tres objetivos fundamentales de aquella insurgencia: reintegrarle al pueblo su sobe-ranía, despersonalizar el ejercicio del Poder y moralizar los negocios públicos”.62

11. Una batalla en forma contra los “sociólogos del pesimismo”

Para Betancourt la práctica exitosa de elecciones democráticas en Venezuela rea-lizada durante el trienio habría entrañado, aparte de otras posibles victorias, una de granrelieve: la ganada contra cierto punto de vista conceptual, corrientemente manejado

59 Primer Comunicado del Gobierno Provisional a la Nación, de fecha 19 de octubre de 1945, en: El Gobier-no Revolucionario de Venezuela ante su Pueblo, p. 25.60 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 7.61 Ibidem, tomo II, p. 49-50.62 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 123.

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desde décadas atrás por una parte importante de miembros de la inteligentsia venezo-lana, negativo en lo que atañía a las capacidades políticas del pueblo venezolano.

En un cáustico artículo periodístico anónimo de 1936, insertado en el semanariopolítico ORVE a raíz de la muerte del notable sociólogo Laureano Vallenilla Lanz, ar-tículo que, por diversos argumentos –para comenzar, el de un estilo de escritura incon-fundible– creemos que debió proceder de la pluma de Betancourt, apareció sintetiza-do de esta manera dicho pensamiento, tal cual lo habría expuesto el desaparecido:

“Según su tesis, Venezuela, y como ella todas las naciones de su misma formación étnica yde su mismo origen histórica (sic), estaban condenadas a vivir siempre bajo esa paz odiosay mecánica, impuesta por las bayonetas. Pueblos mestizos, anárquicos por naturaleza, im-posibilitados de modificarse porque la geografía, el clima y la heterogeneidad racial así lopredeterminaron, vivirían eternamente gobernados por el puño fuerte del gendarme, del‘gendarme necesario”.63

Desde los inicios de su carrera política, en Rómulo Betancourt habría anidado, encontraposición, un profundo y perseverante optimismo en torno al pueblo venezola-no, lo que, de modo ineluctable, le llevó a enfrentar a quienes el propio joven políti-co llamaría “los sociólogos del pesimismo”. E inclusive a hacer del escribir “… el anti-Vallenilla, demostrando la falsedad de la tesis del ‘Gendarme necesario’” 64 un tema deconsideración intelectual.

Ya en el poder, Betancourt creyó encontrar en el curso de carácter democráticocumplido por la Revolución de Octubre una vindicación del carácter bien fundamen-tado de su optimismo político.

No escasean los testimonios que sustentarían esta última afirmación.

A un grupo de maestros que estaban siendo adiestrados en el Instituto Pedagógi-co de Caracas para la alfabetización de adultos les expresó Betancourt el 29 de diciembrede 1945, en la parte final de una por muchos conceptos interesante conferencia sobre“las posibilidades históricas de Venezuela”:

“... se equivocaron en absoluto los sociólogos pesimistas. Venezuela, como Colombia, Brasil,Chile, Cuba y todos los demás pueblos de Hispano América, tiene perfecta capacidad paraorganizarse en el orden económico, político y social. Somos un pueblo que puede ser go-bernado impersonalmente, no por régulos imperiosos, no por gente despótica, sino por

63 BETANCOURT, Rómulo: Vallenilla Lanz, máximo exponente de la prostitución intelectual, ha muerto (ar-tículo anónimo publicado en el semanario caraqueño ORVE, n° 30, del domingo 2 de noviembre de 1936,pp. 1 y 3).64 Carta de Rómulo Betancourt desde Santiago de Chile, el 6 de mayo de 1940, al intelectual costarricenseJoaquín García Monge, recogida en: BETANCOURT, Rómulo: Antología Política / Volumen Segundo / 1936-1941, p. 447.

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hombres que en la gestión de la cosa pública actúen apegados a textos legales. Somos unpueblo cuyo Ejército no sirve ya a hombres, sino que está dispuesto a respaldar las Institucio-nes”.65

Cinco meses después, señaló el mismo Betancourt en un discurso público pronun-ciado en la ciudad de Valencia:

“Se ha dicho por los sociólogos del pesimismo, por los enemigos del pueblo de Venezuela,que ésta es una colectividad inapta para el ejercicio de la vida civil; que somos un puebloprimitivo que sólo puede ser gobernado con el rebenque del autócrata. Nosotros sabemosque ésto es una mentira; nosotros sabemos que este pueblo es perfectamente apto para ejercerel sufragio...”66

El 5 de julio del mismo año de 1946, insistirá de esta forma en el argumento:

“Los sociólogos de la antipatria sostuvieron siempre que Venezuela debía ser gobernada porhombres fuertes, por ásperos caudillos con mentalidad de jefe de tribu, porque nuestropueblo carecía de la capacidad de otros para el pacífico ejercicio de sus derechos ciudada-nos, entre ellos el del sufragio. Era un pueblo –según la tesis de esos doctrinarios de los des-potismos– indisciplinado, inepto para la vida civil, capaz sólo de escuchar y de atender alrebenque de los capataces. Esa teoría, profundamente deprimente de nuestro orgullo nacio-nal, es falsa e injusta para con el pueblo venezolano”.67

Y todavía en 1948, el 12 de febrero, ante el Congreso Nacional:

“La sofística literatura de encargo de los teóricos de las autocracias acuñó el dogma de queen el trópico turbulento el Poder se expresaba fatalmente con nombre y apellidos propios,y siempre en función de un hombre, signado de atributos providenciales. La historia repu-blicana de Venezuela parecía confirmar esa aberración sociológica, con el discurrir trágicoen su contenido y monótono en su uniforme envoltura formal– de nuestras periódicas in-surgencias de montoneras, bautizadas una y otra vez con el sugerente rótulo de ‘revolucio-nes’. Todas habían desembocado en un nuevo caudillismo, usufructuado por un hombrearmado, en provecho suyo y de su clan político. Pero advino Octubre y fue posible ensayaren nuestra Venezuela uno como trasplante del Consejo federal suizo, integrado el Ejecuti-vo colegiado por siete ciudadanos (…) y al término del mandato de ese gobierno pluralprovisorio (…) no es ninguno de sus miembros el Presidente electo de la República, sinoun admirable ciudadano ejemplar, en quien las mayorías nacionales depositaron la pleni-tud de su confianza: Rómulo Gallegos”.68

65 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomo II, p. 16.66 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 66.67 Ibidem , tomo II, p. 45-46.68 Ibid., idem, p. 124.En vista de lo escrito, no es de extrañar esta confesión de Betancourt con data de 1955: “El día más rego-cijante en su carrera política fue el día de las elecciones de 1946 para una Asamblea constituyente. Esta era

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En un sentido antitético, manifestó Betancourt, en su mensaje de enero de 1947a la Asamblea Nacional Constituyente, a renglón seguido de referirse al “caos con apa-riencia de orden” 69 que, a su juicio, habría encarnado el medinismo:

“Los escépticos, y los avenidos fatalistamente a ese doloroso orden de cosas, olvidaban queen las sociedades existen reservas dinámicas, impulsos de transformación y mejoramiento,soterrados en la conciencia colectiva. Por debajo de la superficie indecorosa corría una vi-gorosa onda renovadora, que sacudía los más profundos estratos sociales de la Nación”.70

12. Una lección de repulsa a la tradición nacional del poder personalizado

Hay un largo período de la historia política de Venezuela que es en simultaneidaduna historia del poder encarnado en los caudillos. En esa condición, Betancourt habíaconsagrado espacio en su Plan de Barranquilla a explicar el origen y los efectos de estecomplejo fenómeno socio-político y también a proponer, para enfrentarlo, una consig-na: la de “Hombres civiles al manejo de la cosa pública”. 71

Aunque uno de los efectos políticos más reconocidos del largo gobierno de JuanVicente Gómez fue el de haber domado a esta clase de hombres de guerra, de modo dehaber devenido él mismo un caudillo único, 72 el caso fue que, aunque esta modalidadtradicional de detentación del poder incontrolado no alcanzó a ser trasmitida a susherederos inmediatos en el mando, los Presidentes López Contreras y Medina Anga-rita, el eclipse del caudillismo en Venezuela a partir de 1936 no habría entrañado, contodo, la desaparición simultánea del personalismo político.

la primera elección con sufragio universal en la historia de Venezuela, en la cual votó millón y medio depersonas. Primero que todo, era una réplica a las ideas expresadas por psicólogos y sociólogos al servicio delas anteriores dictaduras, quien habían sostenido que el pueblo venezolano era innatamente incapaz para lademocracia. Apenas hubo un solo acto de violencia durante las elecciones. La fecha era también de regoci-jo porque reivindicaba la actuación de Acción Democrática al tomar parte en octubre de 1945 en el derro-camiento violento del régimen del general Isaías Medina Angarita. Betancourt tuvo que participar en estealzamiento, pero él había tenido acerca del mismo –pero la participación del partido fue reivindicada por suhabilidad para administrar las primeras elecciones honestas y con sufragio universal.”Ver: ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 40. Traducción nuestra.69 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 84.70 Ibidem, idem, p. 84-85.71 Ver: ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA – SERVICIO SECRETO DE INVESTIGACION: ob. cit.,p. 294.72 “La Patria es el trasunto del bosque de Erimanto, / por donde el Caudillismo, jabalí fanfarrón, / con susgruñidos broncos siembra inquietud y espanto / i a colmillo y pezuña daño y desolación. (…) Mas Juan Vi-cente Gómez, sin temor ni molestia, / con mano recia i pronta de cazador triunfal, /caza, trofeo vivo, la va-gabunda bestia, / i después abandónala, inerme para el Mal”, asentará el P. Carlos Borges en un poema lau-datorio de época: En la gesta de Gómez / Los trabajos de Hércules.Ver: MOSQUEDA SUÁREZ, Miguel: Vida y obras completas de Carlos Borges, p. 660.

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Desde los propios días iniciales de la Revolución de Octubre, Rómulo Betancourtse exhibió de modo particular hostil hacia este último. Y, en un sentido opuesto, especial-mente interesado en abrir caminos a una institucionalización de la función de gobierno.

La prueba más contundente de lo dicho la suministraría un singular decreto expe-dido por la Junta Revolucionaria de Gobierno el 22 de octubre de 1945, vale decir,apenas a tres días de su ascenso al poder.

Se le llamó humorísticamente “el decreto del hara kiri”, y en su virtud la mismaJunta,

“… acatando el imperativo compromiso de antipersonalismo que tiene contraído con laNación, y convencida de que gobernar es también educar con el ejemplo…”73

inhabilitó a sus miembros para presentarse como candidatos a la Presidencia de laRepública en las elecciones de carácter democrático que habían sido objeto de anun-cio el día mismo del triunfo de su movimiento.

Betancourt, quien más adelante dejará constancia de que dicho decreto había sidoredactado de su puño y letra,74 explicó, a comienzos de 1947, de esta forma la moti-vación de la iniciativa:

“Nos pronunciamos contra el personalismo desorbitado y ambicioso que había frustrado lasotras empresas políticas con programa de superación nacional que en la Venezuela republi-cana también nacieron rodeadas del fervor colectivo. Dijimos que veníamos a negar, en loshechos, la tesis de que los pueblos sólo se salvan por la acción providencial de hombres in-substituibles. Y para dar demostración objetiva de consecuencia con ese criterio y afianzar anteel país una actuación deslastrada de la obsecada (sic) pasión del mando, promulgamos elDecreto mediante el cual quedaban inhabilitados los miembros de la Junta para postular susnombres como aspirantes a la Presidencia de la república en el próximo período constitucio-nal. Algunos han calificado esta conducta como desplante romántico. Nosotros creemos, porlo contrario, haber procedido con patriótico realismo. Comprendimos que Venezuela esta-ba urgida, para recobrar su vacilante fe en los hombres públicos, de una impresionante lec-ción de honestidad y desprendimiento ciudadanos. Por animarnos es íntima e irrenunciableconvicción es por lo que venimos hoy a decir a este soberano Cuerpo, con el acatamiento yrespeto que nos merece, que si hay algún decreto de la Junta en cuya expresa ratificaciónlegislativa estamos expresamente interesados, es ése que nos incapacita para lanzar nuestrosnombres a la palestra del público debate, cuando vayan a postular los venezolanos las can-didaturas para Jefe de Estado durante el período de plena constitucionalidad”.75

73 CONGRESO DE LA REPUBLICA: Pensamiento político venezolano del siglo XX / Documentos para suestudio / Gobierno y época de la Junta Revolucionaria / Pensamiento oficial / 1945-1948, tomo 50, p. 29.74 BETANCOURT, Rómulo: Venezuela política y petróleo, p. 249.75 Mensaje dirigido a la Asamblea Nacional Constituyente, en nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno,el día 20 de enero de 1947, en: BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomoII, p. 89- 90.

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Y con un optimismo que a poco se revelaría por desgracia escasamente fundamen-tado, luego de recordar al Congreso Nacional de 1948 como “los tres objetivos funda-mentales” de la “insurgencia” de octubre habían sido“… reintegrarle al pueblo su so-beranía, despersonalizar el ejercicio del Poder y moralizar los negocios públicos”76,asentó de seguidas:

“Nadie podrá honestamente desconocer cómo en la actualidad es el pueblo venezolano quiendecide en los comicios la suerte de la República; y cómo el tradicional concepto del man-do autocrático ha devenido impersonal función de gobierno, arquitecturado ya el Estadonuevo según las normas de una Constitución que sin hipérbole, es de las más democráti-cas de América...”77

13. Un importante efecto político de octubre: la renovación del sistemavenezolano de partidos

Surgido de un hecho de violencia, el gobierno del trienio dio, no obstante, tem-pranas muestras de su disposición de instaurar un régimen de corte liberal en lo rela-tivo a libertades públicas y también de legitimar su desempeño por la vía de convocarrápidamente a un proceso electoral destinado a escoger representantes a una AsambleaNacional Constituyente cuya principal responsabilidad fuera la de elaborar una nue-va Carta Magna.

Al cobijo de esta ventajosa situación, se operó un verdadero remue-ménage en elcuadro político nacional, en particular a nivel de los partidos.

Contaba hasta entonces el país con un partido gubernamental –que en esencia noera otra cosa que uno de funcionarios–, el Partido Democrático Venezolano (PDV),otro de oposición, AD, y un tercero, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) que,siguiendo los bandazos estratégicos de la política de Moscú, había pasado de la condi-ción de fuerza opositora al gobierno de Medina Angarita, a quien en un comienzohabían calificado de “pro fascista”, a otra de apoyo entusiasta. En cuanto a la corrien-te política demócrata cristiana, aparecida en 1936, había probado organizarse como par-tido, pero hasta entonces sin mayor fortuna.

Octubre conllevó para AD la nueva condición de partido de gobierno, para elP.D.V., su desaparición del escenario político y para el PCV, la continuación del dis-frute de la situación de legalidad de que le había dotado el gobierno medinista. Pero elcuadro de partidos se enriqueció con el surgimiento de dos nuevas fuerzas políticas deimportancia futura: Unión Republicana Democrática (URD), aparecida en diciembrede 1945 y autodefinida como liberal, y el Comité de Organización Política ElectoralIndependiente (Copei), doctrinariamente social-cristiano, que lo hizo, a su turno, en

76 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo cit., p. 123.77 Ibidem, idem, p. 126.

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enero de 1946. A los dos últimos, y particularmente al Copei tocará cumplir con laardua tarea de hacer oposición a un partido, AD, entonces en su apogeo político.

14. Un vasto encargo para la Asamblea Nacional Constituyente

El nuevo gobierno se dio prisa a constituir el 17 de noviembre una ComisiónPreparatoria a la cual fue confiada la redacción de un Proyecto de Estatuto Electoral,conforme a cuyos términos pudieran elegirse los representantes a una Asamblea Nacio-nal Constituyente y el Presidente de la República.

Ya electa y en funciones dicha Asamblea, no fueron pocas las sugerencias que el 20de enero de 1947 le hizo Betancourt en lo atinente a los contenidos de la ConstituciónNacional que debería entrar a discutir. En el hecho, abarcaban cuanto el propio líderconcebía como desideratum de un movimiento de transformación a la vez político,económico y social como el que se había puesto en marcha:

• …la consagración del principio de elección del Presidente de la República y del Con-greso Nacional, así como de los demás organismos parlamentarios del Poder Públicopor sistema de sufragio directo, universal y secreto…

• … una suerte de Carta del Trabajo donde se señalen y definan las conquistas socialesmás sentidas y más justas que reclama ese denso y laborioso sector humano, constituidopor el proletariado de las ciudades y por el campesinado irredento…

• … normas generales que aseguren al campesino la realización de la reforma agraria,pero sin dejar margen en ellas para que pueda ser evadido el ya inaplazable compro-miso del Estado venezolano de dotar de tierra suya y de modernos medios de produc-ción al paria rural de nuestro país…

• … enunciación de normas que comprometan al Estado a ser el dinamo que impulsela industrialización de Venezuela, que agencie el progresivo rescate de sus fuentes fun-damentales de riqueza y que contribuya, con terca perseverancia, a la diversificacióny desarrollo de una economía propia, agrícola, pastoril minera…

• … pautas que obliguen al Estado a garantizar el incesante progreso técnico, materialy moral de las Fuerzas Armadas…

• …fórmulas que aseguren la defensa de la salud pública, la salvaguarda de la riquezahumana del país y la valorización cultural del pueblo venezolano, mejorando la escuelay dignificando al maestro…

• … determinación de ventajas y de posibilidades para el inmigrante, a fin de que afluyansin recelo, hacia nuestra vasta tierra despoblada, los hombres de otras razas y de otraslenguas…

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• … enunciación de la tabla de derechos del niño y de la mujer, porque el primero espromisor almácigo de futuro y la segunda el más valioso sector humano de esta tierra,ganando la República en sentido de humanidad y en decoro ciudadano en la medidaen que ella sea incorporada más activamente en la vida política, administrativa y so-cial de la Nación…

• … consagración del moralizador principio de la incompatibilidad entre las funcionesejecutiva y legislativa, para que ya no pueda ser escenificada jamás en este país, pororganismos deliberantes, la bochornosa comedia de miembros de la Administración Pú-blica dictaminando acerca de su propia gestión…

• … imperativas, rigurosas disposiciones acerca de la responsabilidad de los funciona-rios públicos y enumeración de las más amplias facultades fiscalizadoras para la Con-traloría General de la Nación…

• … bases que posibiliten la realización de una gran política del mañana, capaz de con-ducir algún día a la confederación de los pueblos emancipados por el genio de Bolí-var, depositario de un patrimonio histórico común y con perspectivas futuras de inelu-dible coincidencia…

• … y por último, aun cuando en estricta escala jerárquica debió ocupar esta sugeren-cia sitio de prioridad, concretas indicaciones de la forma como haya de encausarse unjusticiero proceso de descentralización económica y administrativa del país, coordinadotécnicamente por el Estado y a favor de la Provincia empobrecida, con sus TesoreríasGenerales asistidas a medias por los periódicos aportes del Situado Constitucional y consus rentas municipales paupérrimas. 78

Se puede adelantar que el órgano legislativo atendió de la manera más amplia alllamado de Betancourt, de modo que éste pudo jactarse de que incluso algún adversariopolítico suyo no había escatimado afirmar que la de 1947 constituía una Constituciónprogresista. Pero no constituyó, sin embargo, la misma una Constitución de consen-so, porque en materias tales como el régimen educativo, la propiedad privada o el es-tatuto jurídico de la Iglesia Católica se escenificaron en la Asamblea Nacional Cons-tituyente duros enfrentamientos entre las fracciones de AD y Copei que condujeron avotos salvados a la hora de la sanción de aquélla.

15. Iniciativas para romper con una vieja historia nacional de corrupciónadministrativa

“La ‘honradez’ administrativa de los Monagas y de Falcón” fue uno de los subtítulosde un polémico panfleto político de combate, titulado Con quién estamos y contra quién

78 BETANCOURT, Rómulo: Mensaje dirigido a la Asamblea Nacional Constituyente, en nombre de la JuntaRevolucionaria de Gobierno, el día 20 de enero de 1946, recogido en: ibid. id., p. 83-116. Se toma la cita delas p. 111-112.

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estamos, que Rómulo Betancourt publicó en 1932 en un periódico de exilados antigo-mecistas, Venezuela Futura. Su tema: la práctica en los gobiernos venezolanos del sigloXIX del peculado, a cuya cabeza habían figurado los nombrados mandatarios.79

La citada constituiría una de las primeras manifestaciones importantes del perennecombate que el entonces joven político iba a librar contra uno de los vicios más difun-didos y pertinaces de la historia de la administración pública nacional.

Más de una década después, la Revolución de Octubre le suministró a Betancourtoportunidad para hacer de la honestidad administrativa una de sus más preciadas ban-deras.

El propio Primer Comunicado del Gobierno Provisional a la Nación, datado el 19de dicho mes, se había adelantado a afirmar:

“Este Gobierno constituido hoy hará enjuiciar ante los Tribunales, como reos de peculado,a los personeros más destacados de las administraciones padecidas por la República desdefines del pasado siglo. (…) Severo, implacablemente severo será el Gobierno Provisionalcontra todos los incursos en el delito de enriquecimiento ilícito, al amparo del Poder”.80

Y en su discurso del siguiente día 30, se expresó ya Betancourt así:

“Ofrecimos usar agua y jabón en el manejo de los dineros públicos. Ya ha comenzado en losDespachos Ministeriales, en los Gobiernos estadales y de ambos Territorios y Distrito Federal,una inexorable labor profiláctica. Por Decreto que publica esta misma noche la Gaceta Oficialhan sido eliminados el Capítulo VII y la partida 909 del Capítulo XX del Presupuesto deRelaciones Interiores, desaguaderos ocultos por donde corrían hacia el patrimonio particu-lar de los amigos y usufructuarios del régimen, muchos millones de bolívares, extraídos através de una red de impuestos exactores, al empobrecido pueblo venezolano. Yendo aún máslejos en esta pedagógica tarea de demostrar cómo se puede gobernar sin prevaricar; y cómose puede administrar el erario colectivo sin confundirlo con el peculio privado, la Junta Re-volucionaria de Gobierno impondrá a todos los funcionarios públicos de determinadas ca-tegorías, comenzando por los Ministros y por los miembros de la propio Junta, la obligaciónde hacer en plazo perentorio, una declaración jurada de sus bienes ante un Juez y de reali-zar acto semejante al resignar sus funciones. Todo ciudadano podrá acudir ante dichos jue-ces, a estudiar tales declaraciones, que tendrán carácter de instrumento público”.81

79 El 20 de enero de 1947 señalará Betancourt a la Asamblea Nacional Constituyente: “Con señeras y con-tadas excepciones, la historia de todos los gobiernos de la República era la del saqueo de las arcas fiscales, yla de la proliferación de negociados indecorosos efectuados por funcionarios públicos, prevalidos de suposición influyente. Habíase perdido, en ese vórtice de la concupiscencia administrativa, toda noción de queservir con austero desinterés material a la Republica es la mejor ejecutoria que pueda exhibir un gobernan-te para afrontar el veredicto de la historia”. Ver: Ibid., id., p. 90.80 Ver: El Gobierno Revolucionario de Venezuela ante su Pueblo, p. 25-26.81 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 8.

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A poco luego, el 27 de noviembre, atendido

“… a que uno de los principales propósitos de la Revolución que derrocó al régimen degobierno anterior es el de establecer la moralidad administrativa”,82

se decretó por parte de la Junta Revolucionaria de Gobierno, la creación de un Jura-do de Responsabilidad Civil y Administrativa,

“… para establecer la responsabilidad de las personas, naturales o jurídicas, que por sí o porintermedio de terceros, directa o indirectamente, hayan cometido, con intención o pornegligencia o por imprudencia, actos o hechos perjudiciales a la cosa pública, o se hayanenriquecido sin causa en beneficio propio o ajeno, prevalidos de la influencia indebida dequienes ejercieron funciones públicas”.83

En San Cristóbal explicó en diciembre de 1945 Betancourt a los tachirenses:

“Esta labor de democratización del Estado, esta labor que haga del Presidente de la República,no una especie de monarca sin corona, como ha sido en Venezuela, sino un funcionario si-tuado en el más alto escalafón administrativo, pero sometido al control del Congreso y so-metido al control de la opinión pública; esta reforma que democratice los órganos del poder,tiene que ir aparejada con una obra recia, depuradora, que moralice la administración pública.En Venezuela, la función de gobernar había llegado al último grado de descrédito. En Vene-zuela se sentía vergüenza cuando se ostentaba el carácter de hombre público, el carácter depolítico; porque político y traficante con el Erario Nacional, político y hombre venal, eransinónimos en nuestra patria. Nosotros venimos resueltamente a ponerle el termocauterio dela sanción, a esa lacra purulenta de la Administración Pública que se llama peculado”.84

Dos decretos de distinta naturaleza despedirán el año político venezolano de 1945.De uno de ellos, que modificaba el sistema de recaudación fiscal en el caso de compañíaseconómicas privadas con grandes ingresos, se tratará más adelante. Nos interesa aho-ra un segundo, aquel del 31 de diciembre mediante el cual se estableció la obligatoriedadpara determinados funcionarios públicos de ejecutar una declaración jurada de susbienes, dado que eran propósitos declarados de la Junta

“… depurar la Administración Pública de vicios y corruptelas contrarios al interés y el buennombre de la República…”,

y

“…restablecer la confianza de la ciudadanía en que los bienes y dineros públicos serán

82 CONGRESO DE LA REPÚBLICA: ob. cit., tomo citado, p. 103.83 CONGRESO DE LA REPÚBLICA: ob. cit., ibidem, idem. Se puede adelantar que las futuras actuacio-nes del Jurado despertarían ardorosas polémicas.84 BETANCOURT, Rómulo: ibidem, idem, p. 163.

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administrados con absoluta honradez e invertidos en sus propios y exclusivos fines de be-neficio social…”85

Apenas un día después, en su mensaje de Año Nuevo de 1946, informará, a supropósito, Betancourt al país:

“Como una fianza más de la pulcritud extrema con que ahora se administra el peculio pú-blico hemos dictado anoche un Decreto obligando a todos los funcionarios de la Adminis-tración que tengan contacto, siquiera remoto, con dineros del pueblo a hacer una declara-ción jurada de sus bienes ante un juez. Todo ciudadano podrá tener en sus manos una copiacertificada de tales declaraciones juradas, y constituirse en celoso fiscal de la honradez de losfuncionarios”.86

El siguiente 15 de enero, Betancourt, que más de una vez por ese tiempo se ma-nifestaría un firme creyente en las virtudes pedagógicas del ejemplo, marcó pauta aldeclarar ante un tribunal ad hoc constituido en Miraflores sus propios (y, por demás,muy escasos, casi risibles) bienes.87

Y el 9 de marzo aseguró Betancourt a sus oyentes en un mítin popular celebradoen Maracaibo:

“No vamos a negar el derecho que puede tenerse al disentimiento de la práctica de hacercomparecer ante el tribunal del pueblo a quienes sean sospechosos de haber comerciado conel peculio público; pero ese respeto no significa que nosotros vayamos a arriar la banderamás limpia de la Revolución de Octubre, la bandera de la recuperación moral de la Repú-blica, la bandera del saneamiento y de la profilaxia administrativa, la bandera de la erradi-cación definitiva del concepto de que ser hombre público no es la oportunidad de servir asu país, sino la oportunidad de enriquecerse a costa de su país”.88

16. Primeras expresiones de una “doctrina Betancourt” en materia de políticainternacional venezolana

El 18 de octubre de 1946, en un mitin de masas conmemorativo del primer ani-versario de la Revolución de Octubre, y en discurso destinado a suministrar cuenta dela obra cumplida durante el lapso por parte del gobierno por él presidido, afirmóRómulo Betancourt, entre aplausos:

85 CONGRESO DE LA REPUBLICA: Pensamiento político venezolano del siglo XX / Documentos para suestudio / Gobierno y época de la Junta Revolucionaria / Pensamiento oficial / 1945-1948, tomo 50, p. 29.86 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 65-66.87 El documento figura trascrito in extenso por Manuel Caballero en la p. 295 de su obra: Rómulo Betancourtde donde se ha extraído para integrar el presente volumen.88 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 37.

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“Venezuela no tenía desde hace años una política exterior. Los hombres del gomecismo, ylos hombres de los nueve años posteriores a la muerte de Gómez tenían una consigna cuandoactuaban en política externa: la consigna de contar hasta ciento antes de hablar en cualquierCongreso Internacional, y la consigna de seguir siempre dócilmente la tesis y los puntos devista de las grandes potencias. Venezuela, con el régimen revolucionario, ha inaugurado unnuevo estilo en política exterior que entronca con las mejores tradiciones venezolanas, queentronca con aquella audaz manera de comportarse ante las potencias prepotentes de laEuropa de entonces, del Libertador Simón Bolívar. Al llegar al Gobierno, sin consultar a lasgrandes potencias, rompimos relaciones con el régimen de Francisco Franco, porque con-ceptuamos que si la recién concluida guerra de pueblos se había librado para erradicar de-finitivamente de la faz del planeta las concepciones totalitarias de política y de administra-ción, gobiernos democráticos y decentes que habían suscrito el Pacto de las Naciones Unidas,no podían mantener relaciones diplomáticas con esa excrecencia del fascismo que desgobier-na en Madrid.

Rompimos también relaciones con la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo. Y sabe a cosa pin-toresca que haya lanzado la Cancillería de Santo Domingo un Libro Blanco dedicado ademostrar ante América cómo no es el régimen de Trujillo aquel en torno del cual debecrearse un cordón profiláctico por la naciones democráticas, sino el Gobierno de Venezuela.Hemos sostenido la tesis de que las pequeñas naciones tienen un papel que cumplir sobreel escenario político universal; y por eso somos opuestos del derecho del veto para los cuatrograndes, por considerar que la paz y la seguridad de los pueblos no pueden estar garantizadasmientras sean cuatro potencias las que decidan sobre los destinos universales”.89

Un examen de la política internacional puesta en práctica durante los dos gobiernosdel trienio mostraría que algunas de las metas principales por ellos promovidas las cons-tituyeron, según palabras de Betancourt en 1948,

“… la sinceridad democrática continental y el respeto efectivo de las libertades y de la dig-nidad del hombre; la eliminación, por vía de pacíficos entendimientos, del anacrónico ré-gimen del coloniaje; la justicia económica interamericana y la seguridad social de las mul-titudes laboriosas del Continente”.90

Aquí hemos escogido destacar la primera de ellas, puesto que en la misma se in-cardinaría un aporte betancuriano, con marca de originalidad personal y proyección enel tiempo: la llamada política del “cordón profiláctico”, aplicada por Betancourt, comoantes se acaba de leer, desde los propios inicios del trienio, a las dictaduras de Españae Hispanoamérica. Más adelante se hará común nombrarla “doctrina Betancourt”.

¿De qué se trataba?

89 Ibidem, tomo II, p. 83-84.90 Discurso en la sesión plenaria de la Novena Conferencia Internacional Americana, el 6 de abril de 1948,en Bogotá, recogido en: BETANCOURT, Rómulo: Hacia América Latina democrática e integrada, p. 212.

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Tal vez su mejor resumen lo constituya esta frase de tono lapidario empleada porBetancourt al explicar al país el 30 de octubre de 1945 las incidencias que habían lle-vado a la reciente interrupción de relaciones diplomáticas entre Venezuela y el gobiernodictatorial dominicano del general Rafael Leonidas Trujillo:

“Los Gobiernos libres no pueden mantener relaciones con los victimarios de la libertad”.91

Frase que encontraría una suerte de glosa en estos conceptos vertidos por Betan-court en su alocución de Año Nuevo de 1947:

“La democracia no la consideramos como un producto para el privativo uso doméstico.Conceptuamos que un elemental deber de solidaridad de pueblos nos obliga a insurgir, enel terreno de las relaciones internacionales, contra los regímenes que oprimen y subyuganpatrias”.92

En condición de jefe de la delegación venezolana a la IX Conferencia InternacionalAmericana, reunida en Bogotá, Betancourt volvió así sobre el asunto, el 6 de abril de 1948:

“Resulta evidente que América no puede adoptar una actitud de distraída indiferencia anteel auge de los regímenes totalitarios en otros continentes y frente a la posibilidad de unatercera guerra mundial. Sus aportes a favor de la universalización de la democracia y de lapreservación de la paz deben y pueden ser de alcance muy importante. Y quienes por egoístainhibición no sientan amenazada su propia libertad, cuando sucumbe la libertad ajena oimaginen protegida su seguridad frente a un estallido bélico de vastas proporciones por elhoy tan endeble parapeto constituido por la fórmula jurídica de la neutralidad olvidan dosverdades de universal vigencia. La primera, que la instauración y pervivencia de los sistemasdictatoriales en cualquier país del mundo conspira activamente contra la estabilidad de losmodos de ser y de actuar de los Estados cuya organización encarne lealmente la forma re-presentativa de gobierno…”93

Y, algunos párrafos más abajo:

“Mientras no haya sinceridad democrática y efectividad del régimen representativo de go-bierno en todos los países del continente, el sistema panamericano carecerá de la total ad-hesión colectiva. Democratizado en continente, sí podría contraponerse eficazmente unmodo de vida americano, armonioso y libre, a la brutal concepción del Estado-policía quehoy se enseñorea en extensa porción de Europa”.94

Un segundo punto de interés, pero ya en positivo, lo constituyó para la diplomaciadel trienio el cultivo de relaciones privilegiadas con los países latinoamericanos. Betan-

91 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, I, p. 11.92 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 72.93 BETANCOURT, Rómulo: Hacia América Latina democrática e integrada, p. 196-197.94 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., p. 200

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court encabezó en julio de 1946 una gira gubernamental Venezolana a México y Cen-troamérica que le suministró ocasión para “… renovar la fe en la unidad espiritual” 95 delos pueblos latinoamericanos y manifestar la urgencia de que los países de la misma áreadejaran de ser

“… un archipiélago de repúblicas afónicas en el concierto internacional”.96

Y fue en este campo mismo regional donde el gobierno del trienio promovió y llevóa término una primera interesante iniciativa integracionista de carácter económico: laconstitución de la Flota Mercante Grancolombiana, llamada así porque tuvieron par-ticipación en ella los países que, en su momento histórico, habían compuesto la muybolivariana República de Colombia: Venezuela, Colombia y Ecuador.

Por último, pero siempre dentro del campo de la política internacional, los gobier-nos del trienio, en ejercicio de un anticomunismo que no escatimaron hacer patente lomismo en el medio nacional que en el internacional,97 adoptaron una alineación po-lítica pro-occidental cuyo fundamentó explicó Betancourt con palabras ya trascritasparcialmente en otro lugar de este estudio y contenidas en su mensaje de 1948 alCongreso Nacional:

“Responsable, por ponderada y discreta, ha sido la manera de comportarse este Gobiernoque toca a su fin ante la tensa y compleja situación internacional. Evidente es que dos blo-ques de poderosos imperios están dirimiendo una interminable disputa diplomática, aca-so anticipo de una tercera guerra mundial. Ante esa perspectiva ha creído el Gobierno quenuestro pequeño pero decoroso país no debe apresurarse a definir actitudes que puedan serconfundidas con el simple desplante. Sabido nos tenemos todos los venezolanos cómo porrazones económicas y geográficas estamos ubicados en el llamado frente del Oeste, y que nin-gún nexo material o de simpatía ideológica nos acerca al llamado bloque Oriental. Estas con-sideraciones realistas las concilió el Gobierno con su propósito de mantener a Venezuela dis-cretamente al margen de las agrias disputas de las grandes potencias”.98

Conviene agregar, finalmente, que a Betancourt tocó, además, ya fuera del gobier-no, a solicitud del Presidente Gallegos, encabezar la delegación nacional que asistió ala IX Conferencia Interamericana realizada en abril de 1948 en Bogota, ocasión en la

95 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomo II, p. 155.96 Ibidem, idem, p. 156.97 A este respecto son dignos de consulta ciertos discursos de Betancourt, ya fuera del poder, como los pro-nunciados en Caracas el 24 de mayo de 1948 o en Nueva York, el posterior 30 de agosto, ante un grupo dehombres de negocios de los Estados Unidos. Y antes, las declaraciones por él mismo hechas en agosto de 1946a un periodista norteamericano, con motivo de una carta mediante la cual un grupo de comerciantes nor-teamericanos habría manifestado al Departamento de Estado de su país su alarma en torno a los supuestosavances comunistas conocidos entonces por Venezuela.98 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo cit., p. 144-145.

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que presentó, en su más importante discurso allí dicho, lo que él mismo denominó un“enfoque realista de los problemas americanos” y llegó a ser coautor99 de la Carta del or-ganismo que, a partir de allí, sustituyó a la Unión Panamericana: la Organización deEstados Americanos (OEA).

17. Crítica de Babilonia o la gente antes que las cosas

Una de las diferencias que más se empeñó Rómulo Betancourt en destacar entrelos regímenes políticos anteriores a octubre –en particular, el de Medina Angarita– yel entonces incoado concernió a las prioridades de inversión de los ingresos fiscales dela nación. Para Betancourt, el “centro de gravitación” del suyo, antes que “el hormigóny el cemento armado”, habría buscado ser, a lo largo del trienio, “la riqueza-hombre”.

A dicho propósito merecería citarse, en primer lugar, su alocución nacional del 30de octubre 1945, donde anunció:

“Ya en el terreno de definir nuestra política administrativa, diremos que ella se orientará fun-damentalmente a descentralizar la obra del Estado y a cambiar radicalmente su centro degravitación. La política suntuaria, ostentosa, la del hormigón y del cemento armado fue gra-ta al régimen, como lo ha sido a todo gobierno autocrático que en piedras de edificios haquerido siempre dejar escrito el testimonio de su gestión, no pudiendo estamparlo en el co-razón y en la conciencia del pueblo. Nosotros, por lo contrario, haremos de la defensa de lariqueza– hombre del país el centro de nuestra preocupación. No edificaremos ostentosos ras-cacielos, pero los hombres, las mujeres y los niños venezolanos comerán más, se vestirán másbarato, pagarán menos alquileres, contarán con más escuelas y con más comedores escolares”.100

De otro discurso varias veces citado, el pronunciado en San Cristóbal (EstadoTáchira) el 14 de diciembre de 1945 fueron estas palabras:

“En lo económico-administrativo, la orientación de este gobierno será fundamentalmen-te la de humanizar la gestión de la cosa pública, la de preocuparnos más de la gente que delos animales y de las cosas…”101

Y un año justamente después de la Revolución de Octubre, convencido Betancourtde que tenía base concreta para anunciar a una multitud que le oía que se estaba tran-sitando con éxito el camino así marcado, expresó:

“Dijimos que íbamos a modificar el centro de gravitación de la política del Estado: que íba-mos a hacer eso tan simple que consiste en preocuparse más por la gente que por las cosas;de interesarnos más porque el pueblo comiera mejor, porque hubiera mejores servicios

99 ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 58.100 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 9.101 Ibidem , idem, p. 18.

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públicos, más escuelas y comedores escolares, que por construir nuevos edificios espectacu-lares, apoteosis del concreto y del cemento armado. Y lo hemos cumplido”.102

De 1947, cuando el gobierno de la Junta Revolucionaria cumplía más de un añode ejercicio del poder y puesto en ejecución un presupuesto de gastos sustancialmen-te mayor que el último de los aprobados bajo el medinismo, es una más argumentadaconsideración al propósito. La formuló Betancourt en estos términos en el mensaje ala Asamblea Nacional Constituyente:

“La gente, sobre todo cuando es suspicaz, se pregunta en qué ha gastado el Gobierno tan-to dinero, porque no se ven las obras de granito y cemento por ningún lado. Así tambiénreflexionaba, seguramente, la gente en Babilonia, y por eso los sátrapas construían espec-taculares jardines colgantes; así pensaba también la gente de Egipto y por eso los faraonesdejaban pirámides como testimonio de su paso por el Poder. Aquí, ya lo sabemos, se abu-só siempre de la política del cemento y del hormigón. ‘Administrar es construir’, es frase es-tampada en la fachada de algún edificio capitalino, como impronta reveladora de su men-talidad que allí quiso dejar el régimen.

La Junta Revolucionaria no pretendió engañar a nadie acerca del nuevo rumbo que iba aimprimírsele a la Administración. Íbamos a interesarnos más por las gentes que por las cosas,y agregamos: ‘No edificaremos ostentosos rascacielos, pero los hombres, las mujeres y losniños venezolanos, comerán más, se vestirán más barato, pagarán menos alquileres, tendránmejores servicios públicos, contarán con más escuelas y con más comedores escolares’”.103

En ese mismo orden de ideas, el 29 de agosto del mismo año, expresó Betancourta un auditorio de trabajadores:

“… a quienes nos preguntan por qué nosotros no construimos una obra espectacular comoEl Silencio de Caracas, les contestamos: “Nuestro Silencio es El Cenizo, en el Estado Tru-jillo”.104

Por último, estaría lo dicho por Betancourt al sector obrero reunido en el congresoconstitutivo de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, en noviembre de 1947,ya en tono de balance de obra cumplida:

“La política de este Gobierno, que toca a su fin, ha sido diáfanamente orientada hacia lapreocupación por los intereses y las necesidades de las grandes masas del país. Dijimos en

102 Ibid., id., p. 80.103 Ibidem , tomo II, p. 102.104 Ver: El País, n° 1.312 del sábado 6, p. 1. (El Presidente Betancourt Da Cuenta de la Gestión del / Gobier-no Revolucionario Ante el Pueblo de Venezuela).Pretendía aquí Betancourt contrastar la más importante iniciativa de urbanismo realizada bajo el gobiernomedinista con lo que eran los inicios por el suyo de un plan de colonización agraria centrado en una zonade ese nombre en el Estado andino citado.

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una frase sencilla el 30 de noviembre de 1945, cuando definíamos la política de la JuntaRevolucionaria de Gobierno, que nos preocuparíamos más por las gentes que por las cosas.Por eso, se nos ha podido imputar que no hayamos construido obras espectaculares; pero,en cambio, nos hemos interesado, no solamente en garantizarle a los trabajadores del paíslas más amplias libertades políticas y sindicales, sino también por atender sus necesidadesfundamentales”.105

18. ¿Una otra manera de “sembrar el petróleo”?

En conexión con lo últimamente escrito, vale la pena, a nuestro juicio, historiar lasuerte corrida en el trienio por una consigna: “sembrar el petróleo”, seguramente la me-táfora política de mayor atractivo jamás inventada en Venezuela.

Producto de la imaginación de Arturo Uslar Pietri,106 insinuaba la misma que, dadoel carácter efímero de los recursos petroleros en proceso de extracción del subsuelonacional, era urgente el empleo de los beneficios fiscales derivados de su explotaciónen campos económicos como la agricultura y la industria, de modo de preparar al paíspara el momento del previsible agotamiento minero.

Cargada de abrumador buen sentido, su acogida fue nacional.

No deja de causar, con todo, cierto asombro el uso hecho por Betancourt en eltrienio de la misma consigna, si se toma en cuenta que, funcionario como había sidoel autor de Las lanzas coloradas de los gobiernos de Gómez, López Contreras y Medi-na Angarita, figuró, primero, entre los expulsados del país, y después, entre los conde-nados por el Jurado de Responsabilidad Civil y Administrativa de 1945.

Pero Betancourt, hay que decirlo, se cuidó de marcar distancia respecto de lo quehabría sido, según su juicio, el discutible uso que sus antecesores en el gobierno del país–y en particular los medinistas–, habrían hecho de una consigna que juzgaba “…apa-sionante y justísima”.107 Y procuró, entonces, hacer conocer, y, más aún, llevar a la prác-tica política concreta, su propia idea de la mejor manera de “sembrar el petróleo”.

En este orden de ideas, advirtió al país el 30 de octubre de 1945:

“Sembrar el petróleo fue la palabra de orden escrita, demagógicamente, en las banderas delrégimen. Nosotros comenzaremos a sembrar el petróleo. En créditos baratos y a largo pla-zo haremos desaguar hacia la industria, la agricultura y la cría, una apreciable parte de esosmillones de bolívares esterilizados, como superávit fiscal no utilizado, en las cajas de la

105 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de la revolución, tomo I, p. 163.106 Sembrar el petróleo fue el título de un artículo anónimo, pero reconocidamente de autoría de Uslar Pie-tri, aparecido en el diario caraqueño Ahora, en su número del 14 de julio de 1936.107 Empleó tales términos para con ella en su mensaje al Congreso Nacional de 1948. Ver: BETANCOURT,Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 131.

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Tesorería Nacional. Será creado el Instituto Permanente de Fomento de la Producción, queconceda créditos sin favoritismos discriminadores”.108

A la Asamblea Nacional Constituyente, por su parte, expresará el 20 de enero de1947:

“El Gobierno Revolucionario, en un solo año de existencia, duplicó las cuotas del dinerofiscal destinables a vitalizar la agricultura, la cría y la industria. Así hemos entendido la siem-bra del petróleo y la realización de una política proyectada hacia el futuro, ambiciosamente.Otra manera de sembrar el petróleo es transformando una cuota apreciable del producidoque deja el fisco en posibilidad de albergue suyo para obreros y gente de clase media, víc-timas del dramático problema de la vivienda”.109

E igualmente:

“Y ha sido también otra manera, la mejor, de sembrar el petróleo, la decidida política re-volucionaria de defensa de la salud de la gente venezolana, especialmente del niño venezo-lano. En 26 millones de bolívares fue aumentado, en 1946-47, el presupuesto del S.A.S.,en comparación con el (del) año precedente a la Revolución”.110

Encima de ello, a los delegados al II Congreso de Trabajadores de Venezuela diráel propio Betancourt en 1947:

“… el petróleo es una riqueza transitoria y perecedera. Necesitamos sembrarlo, como tantasveces se ha dicho, a fin de que podamos auto-abastecernos en artículos esenciales y quecuando llegue el momento en que desaparezca de nuestro subsuelo esa riqueza o que seasustituida por un producto sintético, las generaciones futuras, la de nuestros hijos y la denuestros nietos, no encuentren una Nación devastada, desde el punto de vista económico,sino una Nación plena de pujanza, de vitalidad, de fuerza creadoras”.111

19. “Si el pueblo es el soberano, hay que educar al soberano”

En 1931, Rómulo Betancourt había asentado en su Plan de Barranquilla:

“El balance de un siglo para los de abajo, para la masa, es éste: hambre, ignorancia y vicio.Esos tres soportes han sostenido el edificio de los despotismos”.112

Década y media después, la celebración de una Semana Nacional de la Alfabetiza-ción, en febrero de 1946, dio pie para que Rómulo Betancourt dirigiera un discurso al

108 Ibidem, tomo I, p. 10.109 Ibid., tomo II, p. 105.110 Ibid., id., p. 106.111 Ibid., tomo I, p. 164.112 ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA SERVICIO SECRETO DE INVESTIGACION: ob. cit., p. 290.

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país el día 7, en el cual, luego de hecha mención de la que juzgaba ignorancia calculadacon que los gobiernos autocráticos de Venezuela habrían mantenido al país, prosiguió así:

“Este drama del atraso cultural sufrido por una gran cantidad de compatriotas se expresa,con dolorosa evidencia, en las cifras de los censos demográficos. De acuerdo con las del censode 1941 había en Venezuela más de dos millones de habitantes entre las edades de 14 a 59años. Dentro de esa que pudiera definirse como población activa del país el número deanalfabetos alcanzaban la cifra de un millón doscientas mil personas, o sea el 56 %. Esta yaaterradora cifra alcanza un índice aún mayor en las zonas rurales, habitadas por la gentecampesina secularmente desasistida de la preocupación estatal. Escogido al azar un Estadode predominante característica agraria, el Estado Portuguesa, se aprecia que el número deanalfabetos se eleva al 77% de la población activa”.113

Como consecuencia de lo expuesto, probablemente no haya habido otro género detrabajos acometido con tanto fervor por el gobierno de octubre como lo fue el educativo.

En lo que atañe a Betancourt, parece haberle inspirado en este punto una mante-nida convicción: el nexo existente entre educación y civilidad, educación y democra-cia, educación y soberanía popular. Convicción derivada de la lectura de pensadoresamericanos que iban de Bolívar114 al argentino Sarmiento.

“En materia de educación, hemos recordado la frase de Domingo Faustino Sarmiento, quenunca supieron deletrear los gobernantes de Venezuela: ‘Si el pueblo es el soberano, hay queeducar al soberano’. Siempre nos ha dolido con el más íntimo dolor, con la mayor vergüenzavenezolana, el que un ochenta por ciento de los hombres y mujeres de nuestra patria nosepan leer y escribir. Ahora, como hombres de gobierno, hemos declarado una guerra amuerte a la ignorancia, una santa cruzada por la culturización del país. Esta noche, desdeestos micrófonos, a nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno, de sus miembros enviaje por tierras andinas, saludo a los doscientos y tantos venezolanos que hoy mismo haniniciado en Caracas el curso de alfabetización de adultos; jóvenes llegados a la capital de laRepública, de los cuatro costados del país, y que saldrán de allí dentro de dos meses, conlas manos llenas de semillas de luz para regarlas por todos los caminos de nuestra ancha, denuestra dolorosa, de nuestra grande y amada Venezuela”,115

explicó Betancourt en su discurso de San Cristóbal del 14 de diciembre de 1945.

Conforme a ese dictado, difundir la educación, a través del incremento de las ins-tituciones escolares –desde la primaria a la universidad, sin descuidar las escuelas téc-

113 Ibidem, tomo II, p. 28.114 En un discurso pronunciado por Betancourt el 7 de febrero de 1946, con motivo del inicio de la Sema-na de la Alfabetización, recordará, por ejemplo, la conocida frase de Bolívar conforme a la cual “un puebloignorante es el instrumento ciego de su propia destrucción”. Ver: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II,p. 28.115 Ibidem , tomo I, p. 26. No será, por cierto, la sola vez que, durante el trienio, traiga Betancourt a cola-ción la frase trascrita del pedagogo y político argentino.

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nicas– y de los docentes, así como alfabetizar el amplio sector de población en edadextraescolar privada de la mínima instrucción, devino un renglón privilegiado de ac-ción gubernamental durante el trienio.

Para efecto de este último designio, se creó el 6 de febrero de 1946, por decretoejecutivo el Patronato Nacional de Alfabetización, a cuyo cargo corrieron campañas quetenían como caballo de batalla un texto de enseñanza de la lectura aún hoy digno deatención: Abajo cadenas…! 1 1 6

Como consecuencia, el gasto educativo sufrió un notable incremento. Pero delpropio Betancourt había sido esta declaración audaz, hecha en un mitin en Maracai-bo el 9 de marzo de 1946:

“Dije que contábamos con recursos cuantiosos. (…) esos recursos fiscales no los vamos aatesorar. Nosotros sostenemos la tesis de que debe empobrecerse el Estado para que se en-riquezca la nación?”117

Bien andado el trienio, Betancourt aprovechó una convención nacional de docen-tes, celebrada en la ciudad de Mérida a mediados de agosto de 1947, para señalar enun interesante discurso el tipo de educación que, en su opinión, convenía impartir enun país extensamente atrasado en dos géneros de cultura: la escolar y la cívica.

De tal discurso vale la pena, para efectos de la materia de que se trata, rescatar trespárrafos.

Este es el primero:

“Lo que pide el Gobierno a los maestros de Venezuela es que sean en todo momento apa-sionados defensores de la tesis de que la soberanía reside en el pueblo y no en las minoríasoligárquicas y egoístas que venían usufructuándola desde los mismos días del nacimientode nuestra nacionalidad”.118

Este el segundo:

“Lo que pide el Gobierno a los maestros de Venezuela es que enfrenten sus tesis optimis-tas, su fe en nuestro país y sus grandes posiilidades a las que están esgrimiendo los sembra-dores de cenizas, los profetas de la desesperación. Que en el niño y en el adulto, porque elmaestro de escuela en nuestro país no sólo enseña párvulos sino también enseña hombresy mujeres, el maestro de escuela contrarreste esta prédica derrotista, diciendo en todo mo-mento que dentro de sus cauces y dentro de las formas de la democracia, pueden solucio-

116 Su redacción habría estado a cargo de los profesores Antonio Seijas V. y Navea Acevedo, chileno este último.117 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 35.118 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 32-33.

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narse y se solucionarán todos los grandes problemas fundamentales del país, y que quienespredican impaciencia, que quienes niegan la obra cumplida es porque están tratando dedemostrar que la democracia es ineficaz y que solo era eficaz la autocracia”.119

Y este el tercero y último:

“Necesitamos también la colaboración de ustedes, maestros de Venezuela, para el empeñonuestro de venezolanizar nuestra educación, de orientarla hacia el encuentro con el puebloy su raíz; de darle la espalda al intelectualismo libresco en que se ha debatido nuestra edu-cación, para orientarla hacia los problemas de Venezuela”.120

20. El DDT, “una deidad reverenciada”

Se ha hablado antes de “educar, sanear, alimentar y domiciliar” como los cuatrotérminos de una promesa de atención preferencial hecha por el gobierno del trienio alos venezolanos por boca de Betancourt. Tocado como ha sido el tópico educativo,digamos algunas palabras sobre el segundo de ellos: “sanear”.

Como en el caso de la educación, la situación de la salud para el momento dela Revolución de Octubre no podía ser más desmedrada. La conciencia de ella lle-vó, en consecuencia, al nuevo gobierno a ocuparse en forma de atenderla. Hacerloformaría también parte, según se ha visto, de los trabajos dirigidos a hacer verdad ellema de “sembrar el petróleo”.

Hubo, sin embargo, en el ámbito de las preocupaciones sanitarias del gobierno deltrienio una que hizo particular buena historia. Nos referimos a la lucha antimalárica.

Alguien inventó la chanza de que, hasta 1935 gobernaban Venezuela dos genera-les: el general Gómez y el “general” paludismo. Y esto último sería porque, como eldictador, también el paludismo sería “general”.

Combatir este mal endémico histórico habría asumido caracteres de una cruzadaque, bajo los gobiernos del trienio, tuvo en el doctor Arnoldo Gabaldón su más desta-cada cabeza médica. Y en un insecticida, el D.D.T., lo que Betancourt denominó en1947 “… una nueva deidad de la provincia esperanzada”. 121

En una conferencia ya aludida, la dictada por Betancourt el 29 de agosto de 1947,por invitación de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal y Estado Miran-da, conferencia que adoptó la forma de una detallada rendición de cuentas de gobierno,el líder político consagró un capítulo al asunto que resulta, en nuestra opinión, deinteresante lectura en nuestros días. Dijo Betancourt:

119 Ibidem, idem, p. 33.120 Idem.121 El País, n° 1.315 del martes 9 de septiembre de 1947, p. 1.

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“Acaso muchos de los que aquí están son provincianos, gente que durante bastante tiem-po ha permanecido en Caracas, sin volver a sus pueblos natales, y por lo tanto no sabencómo el D.D.T. ha llegado a ser en el interior del país, una deidad reverenciada. Se pregun-tarán ustedes de que se trata. Se trata de una campaña que se está adelantando en forma arra-sadora, contra el terrible flagelo del paludismo. Han sido cubiertas ya 179 poblaciones conun total de 60 mil habitantes; y en el año en curso, mediante el gasto de 4 millones de bo-lívares, 90.000 casas y medio millón de venezolanos no tendrán que sufrir la fiebre perió-dica del paludismo. Recuerdo en este momento la emoción con que me decía un médicoen Chaguaramal de Monagas, llamada la ‘capital del paludismo’, en una media noche deagosto, en un alto de una jira por la carretera, cómo en este año, por primera vez en mu-chos, no se había presentado un solo caso de defunción por paludismo. (Aplausos). La cam-paña realizada contra el paludismo, y en la cual invertiremos este año 10 millones de bo-lívares, permitirá que dentro de pocos años desarraiguemos definitivamente de nuestra tierrael terrible flagelo de la malaria”.122

21. En materia petrolera resultaba preferible, según Betancourt, la acción a lapalabra

En la historia venezolana, Rómulo Betancourt tiene un mérito irrefutable: su con-dición de revelador político del petróleo.

Tal condición puede remontarse a su propia mocedad política. En el Plan de Ba-rranquilla de 1931, escrito cuando contaba solamente 23 años, asentaba ya Betancourtcómo el caudillismo, el latifundio y la penetración del capital extranjero a través de laexplotación petrolera constituían los tres mayores problemas que tendría que enfren-tar un cambio nacional de signo revolucionario.

De un año después, 1932, fue, además, esta prevención a un compañero de luchaspolíticas de destierro, Valmore Rodríguez:

“Es necesario que nos penetremos bien de que nuestro mayor enemigo será el yanqui pe-trolero. Necesitamos darnos perfecta cuenta de lo que significa para Venezuela el rol que jue-ga n la producción mundial del petróleo. Por eso, es imprescindible que dediquemos unaatención especialísima a este aspecto de la lucha”.123

Seguirán artículos sobre el tema petroleros, ya en su primer exilio –prolongadohasta después de la muerte de Gómez–, polémicas, como la que en 1936 año le enfrentóal abogado petrolero Alejandro Pietri, y la publicación, al año siguiente, de un opús-culo primerizo en la materia: Una república en venta (“Entrega de una gran porción delsubsuelo nacional a los consorcios extranjeros del petróleo por el despotismo de Juan Vicen-

122 Ibidem, idem, p. 1-2.123 Betancourt en carta confidencial a Valmore Rodríguez, San José de Costa Rica, de fecha 15 de agosto de1932, recogida en: ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA – SERVICIO SECRETO DE INVESTIGA-CION: ob. cit., p. 185.

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te Gómez: 1908-1935”), cuyo solo título sugería el espíritu con que entonces contem-plaba el joven político el “affaire” histórico petrolero venezolano.

De una ajetreada siguiente etapa política, la de su vida clandestina escalonada entre1937 y 1939, habría datado una primera redacción, perdida en los ajetreos del 24 denoviembre de 1948124, de la que llegó a ser su obra fundamental en la materia: Vene-zuela política y petróleo.

Como el adagio latino conforme al cual “los tiempos cambian y nosotros cambiamoscon ellos” no excluye a la política, si el petrolero siguió siendo un tema apasionadamenteseguido por Betancourt, el inicial radicalismo de sus posiciones frente a su explotaciónpor compañías extranjeras parece haber ido cediendo en Betancourt en la medida enque el mismo sufría los efectos de los trabajos de una suerte de lima de radicalismos dela que hemos hablado como de algo profundamente incrustado en Betancourt: el rea-lismo político.

Ello habría hecho posible el que, operada la nacionalización petrolera mexicana porel Presidente Lázaro Cárdenas, Betancourt, entonces redactor anónimo de la colum-na Economía y finanzas del diario caraqueño Ahora, hubiera escrito que una acciónhomóloga no estaba en el orden del día venezolano contemporáneo.125 Pero no impe-dido, sin embargo, el que, a la hora en que el Congreso Nacional de 1943 sancionarauna Ley de Hidrocarburos, producto de la negociación entre el gobierno de MedinaAngarita y las compañías petroleras y que le daba sello jurídico a la que Betancourtllamará “la danza de concesiones” 126 ejecutada bajo las dictaduras de Castro y Gómez,el propio Betancourt escribiera el voto salvado presentado en el Congreso Nacional porel doctor Juan Pablo Pérez Alfonso, en condición de diputado por el partido AcciónDemocrática.

La historia de la política petrolera de los gobiernos del trienio (algunos de cuyostemas de incidencia principales fueron el incremento fiscal que dio forma al llamadosistema del “fifty-fifty” 127, el cese de las concesiones de hidrocarburos, la mediacióngubernamental entre obreros petroleros y compañías explotadoras, a fin de que las

124 Los detalles los suministra Betancourt en el Prólogo de la Primera Edición de su Venezuela política y petróleo.Ver: ob. cit., p. 7.125 He aquí su argumento de entonces: “No planteamos la cuestión de que sea nacionalizada la industria entrenosotros. Sería clamar en el vacío. Medida de tal envergadura no sería capaz de adoptarla sino un Gobier-no de categórica filiación anti-imperialista, de profundo arraigo en la opinión mayoritaria del país, de fir-me política económica”. Ver: La política petrolera mexicana y su repercusión en Venezuela, en el diario caraqueñoAhora, número del 24 de marzo de 1938, reproducido en: La segunda independencia de Venezuela / Compi-lación de la columna “Economía y Finanzas” del diario “Ahora” / 1937-1939, tomo II, p. 110.126 BETANCOURT, Rómulo: Venezuela política y petróleo, p. 40.127 Betancourt preferirá llamarlo en la época “participación 50-50”, como por ejemplo, en su mensaje de 1948al Congreso Nacional. Ver: BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomo II,p. 141.

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últimas atendieran en la mayor medida posible a las reivindicaciones sindicales y lasgestiones hechas para que ellas invirtieran en campos nacionales distintos de los has-ta allí probados), por encontrarse recogida en fuentes nacionales a la manera de algu-no de los documentos que aquí se compilan, en Venezuela política y petróleo, el impres-cindible libro temático de Rómulo Betancourt128 o en papeles diplomáticosnorteamericanos parcialmente publicados –papeles que demuestran la simbiosis deintereses entonces operada entre empresas petroleras y gobierno estadounidense129– nova a ser contada en este estudio.

Pero, dirigiremos, a cambio, la atención a un aspecto del asunto que no hemos vistoparticularmente señalado: el empeño puesto entonces por Betancourt en hacer delpetrolero un asunto de Estado, vale decir, úno, en lo posible, no sujeto a polémicapública.

El 14 de diciembre de 1945 había advertido Betancourt en San Cristóbal:

“Somos un país al borde de la monoproducción, un país que se acerca aceleradamente almomento en que no produzca sino aceite mineral, un país en el cual el 91% de las divisasextranjeras que circulan son divisas petróleo; un país en que más de las dos terceras partesde los ingresos fiscales son derivados de la renta petrolera”.130

A nuestro modo de ver, habría sido una conciencia agudizada de tal situación laque sirvió de base a la línea maestra de la política betancuriana del trienio en lo relati-vo a hidrocarburos: obtener los mayores provechos económicos del recurso, a fin deaplicarlos al financiamiento de sus programas de reformas económicas y sociales.

Vital como era lograr ese objetivo, Betancourt prefirió conseguirlo por la vía deentremezclar, según conveniencia, la decisión inconsulta, con el otorgamiento de se-guridades gubernamentales a los “barones del aceite”.

De esta manera uno puede encontrar cómo a la promulgación del decreto del 31de diciembre de 1945 sobre incremento de impuestos a las grandes compañías –que loeran fundamentalmente las petroleras– siguió el 19 de enero de 1946 una declaracióntranquilizadora, formulada por el mismo Betancourt, en el sentido de que el gobier-no a cuya cabeza figuraba no tenía en mente invalidar el acuerdo entre el Estado vene-zolano y las compañías explotadoras del petróleo que había cobrado forma jurídica en

128 En especial, en su capítulo V, titulado “Una política de petróleos responsable, enérgica y nacionalista”, dondeel autor se dio a enumerar los por él mismo allí denominados “lineamientos” del programa de “aprovechamientoy defensa” petrolera puesto en práctica durante la administración trienal.129 A este efecto son interesantes libros de referencia los publicados por Simón Alberto Consalvi y Marga-rita López Maya, bajo títulos de Auge y caída de Rómulo Gallegos y EE.UU. en Venezuela: 1945-1948 / (Re-velaciones de los Archivos Estadounidenses), respectivamente.130 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 18.

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la Ley de Hidrocarburos medinista de 1943, cuestionado en su momento por el pro-pio líder político acciondemocratista.

A este propósito explicaría Betancourt, dos años después, al Congreso Nacional:

“Fue reconocida la situación jurídica, creada por los Gobiernos anteriores, manteniéndo-se la Ley de 1943 y las concesiones convertidas, así como las nuevas concesiones otorgadasen 1944 y 1945. Eludimos las controversias de índole jurídica y adoptó el Gobierno las me-didas para alcanzar, en los beneficios de la renta petrolera, la más alta participación que sehabía considerado como razonable y equitativa desde tiempo atrás”.131

Hemos encontrado una primera expresión de la idea de la inconveniencia de lle-var a la pública palestra la política petrolera en la conferencia dictada el 29 de agostode 1947 por Betancourt a un auditorio de trabajadores reunido para escucharle explicarlos puntos más resaltantes de la actividad hasta entonces cumplida por la Junta Revo-lucionaria de Gobierno:

Al mismo explicó Betancourt:

“Gracias a su política fiscal y al desarrollo de nuestra producción petrolera, los ingresos fis-cales, que fueron de 2.313 millones de bolívares entre los años 38 y 45, es decir, un promedioanual de 401 millones de bolívares, pasaron a ser de 805 millones en 1.946; y el promedioanual de la renta petrolera que fue en el mismo lapso de 161 millones de bolívares, se ele-vó a 488 millones de bolívares. Sin que realizáramos concentraciones en Los Caobos132, sinhacer alharacas de prensa ni de radio (aplausos), sin hacer demagogia política en torno dela cuestión petrolera, considerando que la industria de hidrocarburos no es un explosivoelectoral, sino un álea industrial del país, el Gobierno actual de Venezuela incrementó laparticipación en los ingresos petroleros de 5 bolívares con 45 céntimos por metro cúbico,que existía para 1.944, a bolívares 7,41 en 1.945 y a bolívares 8,10 en 1946, mediante elDecreto sobre utilidades extraordinarias que dictamos en diciembre de 1.945 y a la refor-ma de la Ley de Impuesto sobre la renta, que presentamos y fue aprobada por la SoberanaAsamblea Nacional Constituyente en diciembre de 1946”.133

Y a los congresistas de 1948 repetirá, al ocuparse de la política petrolera llevada ala práctica por el gobierno de la Junta Revolucionaria en trance de finalizar:

131 Ibidem, idem, p. 141.132 Aludía en este lugar Betancourt a un mitin convocado por el P.D.V. en dicho lugar de Caracas el 17 deenero de 1943 con el fin de apoyar la política petrolera del Presidente Medina que desembocaría en la Leyde Hidrocarburos de 1943, evento en el cual, dicho sea de paso, había intervenido, en representación de AD,el propio Betancourt.133 El País, n° 1.310 del jueves 4 de septiembre de 1947, p.1 (El Presidente Betancourt Da Cuenta de la Ges-tión del / Gobierno Revolucionario Ante el Pueblo de Venezuela).

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“Clara y firme ha sido esa política, Ciudadanos Congresantes. En torno de ella no hemosdifundido literatura oficial, porque cuando se tienen responsabilidades de Gobierno e ins-trumentos de ejecución en las manos, resulta preferible la acción a la palabra. Pero ha lle-gado la oportunidad de hacer una síntesis, ante los representantes del pueblo y de la Nación,de los lineamientos centrales de nuestra política petrolera”.134

22. Una reforma agraria tecnificada (y, encima de ello, apadrinada por elpropio Bolívar)

En la “…revolución social y no meramente política” 135 propuesta en el Plan de Ba-rranquilla de 1931 por Betancourt en calidad de corolario de un análisis del decisivopapel de rémora histórica cumplido en la Venezuela por la alianza anudada entre cau-dillismo y latifundio, figuraba entre los objetivos por conquistar

“… un pedazo de tierra, sin capataces y sin amos, para el campesino desposeído por la vo-racidad de los terratenientes”.136

El estudio del latifundio,137 el espacio consagrado a su análisis y las propuestas re-formistas en su torno contenidas en las tesis y programas políticos de la izquierda na-cional a partir de 1936, su denuncia como “lacra social” 138 integra un rico tema de lahistoria de las ideas políticas, económicas y sociales venezolanas del siglo XX.

En ese mismo capítulo, Betancourt ocupa un estimable lugar. Aparte del muy im-portante antecedente representado por el Plan de Barranquilla, ya evocado, probaríansu interés sobre la materia agraria múltiples textos periodísticos suyos –por ejemplo, eltitulado El problema agrario en Venezuela, publicado en el número de noviembre de1937 de la revista política colombiana Acción Liberal o los varios insertados en su co-lumna Economía y finanzas del diario Ahora–, la tesis política y el programa del Parti-do Democrático Nacionalista (PDN), cuya redacción habría procedido fundamental-mente de su mano, o discursos como el del mitin fundacional del partido AcciónDemocrática, el 13 de septiembre de 1941, trabajos todos en donde se mezclaron, a supropósito, el análisis, la denuncia y las proposiciones reformistas.

En el evento político últimamente aludido, estuvo Betancourt en capacidad de ex-poner así el punto de vista de su naciente partido en torno al problema agrario vene-zolano:

134 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 141.135 ESTADOS UNIDOS DE VENEZUELA - SERVICIO SECRETO DE INVESTIGACION: ob. cit., p.291.136 Ibidem, idem.137 Lo ejecutó, entre otros, Miguel Acosta Saignes, en un libro homónimo, Latifundio, publicado en Méxi-co, en 1938.138 Tales habrían sido los términos usados en el Congreso venezolano por el diputado Andrés Eloy Blanco,de acuerdo con un artículo anónimo de Rómulo Betancourt en el diario Ahora del 16 de mayo de 1939. Ver:BETANCOURT, Rómulo: La segunda independencia de Venezuela… tomo III, p. 222.

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“… nutrido de dinero el fisco, debería darse al esfuerzo de estimular la producción, espe-cialmente la de la tierra. Empero, para producir la tierra se necesita de la tierra. Esta es unaverdad de Perogrullo…

(…) Y tierra está necesitando y esperando este pueblo. Según los censos de la dirección Na-cional de Estadística, en toda la República hay apenas 70 mil propietarios de tierra. De esos70 mil propietarios, la mitad se encuentra en los Estados de la cordillera, dándose el casode que en el Estado Táchira, una de las escasas entidades federales del país donde existe di-fundida la propiedad parcelaria, haya menor139 número de propietarios que en los Estadosdel Centro y Oriente de la República, tomados en conjunto. Es interesante precisar quenuestro partido no considera necesario para realizar un ensayo de parcelación agrícola,confiscarle la tierra a nadie. Nuestro programa señala la forma cómo puede y debe el Estadoproveer de parcelas –y con ellas del crédito barato y del implemento agrícola– al hombre denuestros campos. Ahí están las tierras confiscadas a la sucesión de Gómez, casi todas regen-tadas malamente por administradores que se parecen un poco a los ‘coroneles’ de ayer. (Ri-sas). Ahí están las tierras ejidales y baldías, usurpadas por personajes influyentes de otrasépocas, esperando la recensura que las rescate para la nación y permita ser mejor utilizadas.Ahí están las innumerables haciendas abandonadas por sus dueños, quienes viven en lasciudades, convertidas en barbecho infecundo y aptas para ser transformadas en surco pro-misor de riqueza, cuando el Estado las adquiera a su justo precio, y las ponga entre las manoscallosas de los agricultores que sueñan con una parcela laborable…”140

Y, un par de años después, en una entrevista periodística, afirmará:

“Como fórmula básica nos seduce la alianza de la pequeña propiedad y el Estado produc-tor; que todos tengan derecho a un pedazo de tierra familiar, que les dé refugio, alimento:independencia, en una palabra, sin llegar al minifundismo que impide el empleo de maqui-naria moderna. Pero que al mismo tiempo el Estado ponga a producir las tierras baldías éinmóviles y organice en ellas la energía sobrante, o lo que aconsejen las conveniencias de lacomunidad… A esto puede llegarse sin violencias, sin perjuicio para nadie, y aún sin hacerdaño a los terratenientes que modernicen sus sistemas y cumplan con las leyes de trabajo…Convendría, eso sí, catastrar todas las tierras particulares para lograr el rescate de los baldíosy ejidos que se apropiaron indebidamente muchos favoritos del régimen gomecista… As-piramos a la vez a un impuesto territorial progresivo sobre tierras no cultivadas, para quesea mejor negocio entregarla que conservarlas ociosas”.141

No va a cambiar ya Betancourt en lo esencial este modo de pensar. Y una vez cum-plida la Revolución de Octubre, lo puso de manifiesto su interesante discurso de SanCristóbal del 14 de diciembre de 1945, del que formaron parte estos párrafos que es-clarecerían en amplia medida la política seguida en materia agraria a lo largo del trienio:

139 Sic en el texto consultado, pero pensamos que debe leerse “mayor”.140 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA: Documentos que hicieron historia, tomo II, p. 312-313.141 OSORIO, Luis Enrique: Democracia en Venezuela, p. 165-166.

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“…para que la tierra pueda producir, es necesario que la tierra esté en manos de quien la hagaproducir. Es necesario que esté en manos del campesino. Cuando sostengo esta tesis æex-poniéndola a nombre del Gobierno Revolucionario que tiene un concepto definido depolítica agraria– no estoy sustentando una posición heterodoxa o de extrema izquierda ra-dical. La tesis de que el campesino debe ser dueño del surco que fecundó con su sudor,enraíza en nuestras mejores tradiciones. Fué Bolívar el primero que habló en Venezuela dereforma agraria.

(…………………………………………………………………………………………)

Hoy está planteada en Venezuela con urgencia la necesidad de la reforma agraria, como estáplanteada en el Japón, donde recientemente el General Mac Arthur, quien no puede sercalificado de extremista, le señaló perentoriamente al gobierno del Mikado la necesidad demodernizar las relaciones de producción y de trabajo en el campo, aboliéndose el latifun-dio. En Venezuela, sin necesidad de mucha demagogia, sin necesidad de estar hablando acada momento de la reforma agraria, como lo hacía el régimen depuesto el 18 de octubre,puede realizarse la aspiración del campesinado, muy lógica y muy legítima, a disponer detierra suya. El Estado venezolano es el primer latifundista del país. Dispone de extensaspropiedades, pero las ha venido explotando, después de la muerte del dictador, con un cri-terio latifundista.

(…………………………………………………………………………………………)

Es nuestro propósito parcelar todas las tierras pertenecientes a la Nación en todos los Es-tados del país, incluyendo en esas tierras las que seguramente vendrán a aumentar el patri-monio nacional cuando los acusados de peculado, a quienes ha enjuiciado el gobierno delpueblo, sean condenados a devolver a Venezuela lo que le arrebataron.

Esas tierras serán parceladas, pero no en forma empírica. Nosotros no somos demagogos,sino hombres responsables. No queremos, para ganar simpatías entre el campesinado, lanzartítulos de propiedad a voleo. Esas tierras serán parceladas conforme a planes técnicos coor-dinados por el Instituto de Inmigración y Colonización y el Ministerio de Agricultura y Cría.Los métodos de cultivo no serán los empíricos métodos atrasados, coloniales, de la chícu-ra y de la azada; serán el tractor moderno, la sembradora moderna, la segadora moderna,manejados por los obreros calificados, los que desbrozarán esas tierras y permitirán explo-tarlas en forma científica. No se tema, pues, que un gobierno como el nuestro, que ha ve-nido demostrado tener sentido de responsabilidad, vaya a adoptar una política demagógi-ca en materia del reparto de tierras. Las tierras serán repartidas, pero en el momento en queel gobierno cuente con los planes y ordenamientos técnicos que permitan la explotaciónracional y reproductiva de esas tierras; y no en beneficio del Estado, ni mucho menos deburócratas aprovechadores, sino de la economía nacional y del campesino venezolano”.142

142 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomo I, p. 19-21.

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Puntos de vista como los expuestos llevaron a Betancourt a manejarse prudente-mente en un asunto de por sí propenso a generar conflictos, de modo que las prime-ras medidas gubernamentales en la materia se limitaron, en lo más relevante, a undecreto que prohibía los desalojos arbitrarios de campesinos en los predios rústicos, laconcesión de préstamos a ciertas cooperativas agrícolas y la parcelación de algunosfundos agrarios nacionales.

La explicación de tal mesura la dio Betancourt en un discurso pronunciado duranteuna visita hecha a México –país con larga trayectoria en luchas agrarias–, mediado1946. Al tocar el tema agrario venezolano, confesó que en dicho campo era escaso lohecho por su gobierno, pero lo justificó con el argumento de que ello había sucedidoporque se pensaba,

“…utilizando experiencias aplicadas en otros países, que el reparto de tierras que no respon-da a un plan técnicamente elaborado, a la larga es contraproducente para el propio campe-sinado”.143

Del 1° de enero de 1947 fue este otro pronunciamiento de Betancourt a dichopropósito:

“También habrá de ser este año que alborea hoy aquel en que la reforma agraria adquieraun matiz de realizaciones más efectivas. Más de cincuenta mil hectáreas fueron puestas enproducción, trabajándolas callosas manos campesinas para su propio beneficio, en el cur-so de 1946. Pero esto fué apenas anticipo en mínima proporción de esa profunda transfor-mación de nuestro agro, realizada sin demagogias espectaculares y sin trasplantes apresura-dos, por la que está clamando las dos terceras partes de la población nacional. Reformaagraria que no puede significar despojo, sino apoyo crediticio y técnico, para el hacenda-do que cultiva su tierra y no la mantiene yerma e improductiva”.144

A la hora de darle forma legal a la consigna de la reforma agraria, el artículo que,en la Constitución Nacional de 1947, legisló sobre el asunto adoptó, comprensivamen-te, este tenor:

“Art. 69. El Estado realizará una acción planificada y sistemática, orientada a transformarla estructura agraria nacional, a racionalizar la explotación agropecuaria, a organizar y dis-tribuir el crédito, a mejorar las condiciones de vida del medio rural y a la progresiva eman-cipación económica y social de la población campesina.

(…) Una ley nacional determinará las condiciones técnicas y las demás acordes con el in-terés nacional, mediante las cuales hará efectivo y eficaz el ejercicio del derecho que la Naciónreconoce a las asociaciones de campesinos y a los individuos, aptos para el trabajo agrícola

143 Ibidem, tomo II, p. 167.144 Ibidem , idem, p. 72.

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o pecuario y que carezcan de tierras laborables o no las posean en cantidad suficiente, a serdotados de ellas y de los medios necesarios para hacerlas producir”.145

La ley nacional de reforma agraria prometida se dilató hasta el 18 de octubre de1948.146 Como, un mes después, el gobierno de Gallegos, que la había promulgado, fueechado del poder, corrió ella la misma malhadada suerte que su homóloga medinista de1945: no llegó a ser ni siquiera iniciada su puesta en práctica.147

23. “Que no haya capital ocioso en Venezuela”

En julio de 1937, había escrito Rómulo Betancourt, en un artículo sin firma titu-lado Tendencias parasitarias del capital nacional:

“Nuestro capital es de franca tendencia parasitaria. No tenemos capitanes de industria, sinorentistas y usureros. La empresa audaz y de envergadura, que supone riesgo y aventura, nola enfrenta la docena escasa de nuestros millonarios. Tienden a la inversión segura ciento porciento cuando son muy audaces. Los más prefieren colmar con sus depósitos improducti-vos las cajas fuertes de las instituciones bancarias del país o extranjeras”.148

Avanzada la administración medinista, ocurrió, en julio de 1944, la reunión fun-dacional de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción (Fe-decámaras), un acontecimiento que puede y debe ser considerado como una señal dela madurez ya alcanzada por el sector económico privado venezolano. Y en contrastecon la aparente indiferencia mostrada hacia tal evento por el gobierno, Betancourt apro-vechó la coyuntura de haberse debatido en una de las sesiones de la organización na-

145 MARIÑAS OTERO, Luis: Las Constituciones de Venezuela, p. 54146 Del espíritu que impregnó a la misma darían fe estás líneas de su Exposición de motivos, redactada con unlenguaje que en ciertos lugares evoca al muy personal de Betancourt: “Nuestro proyecto no sustenta, de nin-guna manera, un criterio ortodoxo, unilateral, con respecto a la estructura agraria que deba crear la reforma. Nonos anima ningún prejuicio agrarista: no somos colectivistas, ni minifundistas, ni cooperativistas, ni capitalistasa ultranza. Podríamos resumir en una frase la finalidad perseguida por este Proyecto: ‘Democratización de lapropiedad rural’”. Ver: Exposición de motivos del Proyecto de Ley Agraria, en: El País, n° 1.565 del sábado 26de mayo de 1948, p. 4.147 Siete años después, en 1955, explicaría Betancourt a Robert J. Alexander: “Acción Democrática fue cri-ticada por no empujar la reforma agraria suficientemente rápido cuando estuvo en el poder. Esta crítica pro-vino de igual manera de los comunistas y de alguna gente misma de AD misma. Sin embargo, el gobiernoBetancourt – Gallegos quiso moverse poco a poco, no intentar una reforma agraria sin planificación. Elloshabían tenido un número de proyectos de reforma agraria que estaban ya en marcha antes del fin del períodode AD. En la región entre las montañas y el Lago de Maracaibo, tenían un proyecto de 200.000 hectáreas,donde cierta porción de tierra había sido destinada a amplias explotaciones, donde podía ser utilizada la me-canización, otra a pequeñas granjas individuales, y fueron establecidas algunas granjas cooperativas.” Ver:ALEXANDER, Robert J.: entrevista hecha a Rómulo Betancourt en Isla Verde, Puerto Rico, el 5 de septiem-bre de 1955 y recogida en: ob. cit., p. 38-39. La traducción de la cita es nuestra.148 Ahora , n° 514 del sábado 24 de julio de 1937, p. 10. Reproducido en BETANCOURT, Rómulo: Pro-blemas venezolanos, p. 344.

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ciente si era procedente un saludo a los trabajadores para escribir otro artículo de prensaen donde esta vez asentó:

“La discusión puso de resalto que hay más de un empresario inteligente, más de un industrialcon visión, más de un comerciante de moderna mentalidad, que ve en las clases obreras noa la facción enemiga, sino a la colaboradora en la obra de forjar una economía autónomay próspera”.149

Cuando, algo más de un año después, Betancourt subió al gobierno del país encircunstancias sobre las cuales se ha abundado, una de sus primeras actividades fue lade recibir en Miraflores a los representantes de los organismos económicos nacionales,a fin de hacerles conocer el interés que el régimen apenas instalado tenía en un acuer-do mutuo. Y todo ello porque, aunque Betancourt sabía bien que el negocio petrole-ro le había conferido al Estado venezolano la posibilidad de desempeñar un primerpapel en materia económica nacional y desde tiempo atrás se había personalmente pro-nunciado por una economía dirigida frente a una liberal150, también creía igualmenteya, con firmeza, que en el mismo campo le cabía jugar un importante segundo al sec-tor capitalista privado.

Que, superadas las puras intenciones, Betancourt estuvo dispuesto a contribuir paraque ello fuera así, lo demuestran, entre varias, dos iniciativas: el Consejo Nacional deEconomía y la Corporación Venezolana de Fomento, creadas ambas en 1946.

Con el Consejo de Economía Nacional, de formación anunciada en el texto de laConstitución Nacional reformada de 1936, pero nunca hasta entonces creado, y de unamuy amplia integración multisectorial, en la cual se incluía de manera destacada alempresariado privado (banca, comercio, industria, transporte, agricultura, cría, pesca,hidrocarburos y minería), se pretendía por el gobierno del trienio disponer de un or-ganismo que contribuyera a “…orientar la política del Estado en materias fiscales y eco-nómicas”.151

Y con la Corporación, en cuya importante contribución al desarrollo del país poníaBetancourt especiales esperanzas, otro que tenía por objeto

“… incrementar la producción nacional, aprovechando el alto potencial de riquezas natu-rales del país, aún no utilizadas eficientemente; procurar nuevas formas de producción y tam-

149 BETANCOURT, Rómulo: LA ASAMBLEA DE LA PRODUCCIÓN Y LOS TRABAJADORES, en: ElPaís, n° 187 del miércoles 19 de julio de 1944, p. 1.150 Tomado pie en la publicación por el gobierno de López Contreras del llamado Plan Trienal, Betancourthabía manifestado ya tal preferencia en un artículo de comienzos de 1938 de su columna periodística Eco-nomía y Finanzas precisamente titulado: Economía dirigida frente a economía liberal. Ver el diario Ahora,número del 15 de enero de 1838, p. 10.151 CONGRESO DE LA REPÚBLICA: Pensamiento político venezolano del siglo XX / Documentos para suestudio / Gobierno y época de la Junta Revolucionaria / Pensamiento oficial / 1945-1948, tomo 50, p. 227.

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bién mejorar y racionalizar las que actualmente se explotan, auxiliar técnicamente y financie-ramente al Estado y a los particulares en el estudio de las existentes, ajustando unas y otrasfinalidades a las normas que se establezcan en el Plan General de Fomento de la Produccióny a los Planes periódicos que elabore el Consejo General y el Directorio Ejecutivo”.152

Invitado Betancourt por Fedecámaras “… a que expusiera públicamente el crite-rio oficial acerca de los problemas económicos del país”153, lo hizo por la vía de unaextensa y aplaudida conferencia escenificada en el Teatro Municipal de Caracas el 30de mayo de 1946, en la cual expuso:

“Era necesario articular, coordinar la producción nacional conforme a un plan. De ahí surgióla idea en el Gobierno de acoger el viejo clamor venezolano de que se constituyera unConsejo de Economía Nacional donde estuvieran representadas las fuerzas del capital y deltrabajo, las profesiones liberales, el Ejecutivo, y que de allí pudiera planificarse anualmen-te lo que vaya a hacerse; concatenar y organizar las labores que vayan a realizarse, a fin deque armoniosamente se incremente la producción agrícola, se incremente la producción pe-cuaria, se incremente la producción minera y se incremente la producción industrial. Peroera necesario no sólo el organismo planificador; era necesario también el organismo ejecutorde esa política grande, de esa política ambiciosa que nos permitirá construir una naciona-lidad, que nos permitirá forjar una patria fuerte, una patria organizada, una patria que seaespejo donde puedan verse las otras patrias de América. Y entonces dictamos el Decretocreando la Corporación Venezolana de Fomento. Tanto para la elaboración de uno comode otro Decreto, solicitamos la cooperación de hombres de negocios, de hombres de la calle,escuchamos la opinión del hombre medio, del venezolano que no forma parte de los cua-dros administrativos…”154

Como lo demuestran diferentes textos recogidos en esta antología, Betancourt noescatimó, por otro lado, incitar al capital nacional a invertir con mayor audacia que lahasta entonces exhibida.

Rescatado su punto de vista de 1937, Betancourt dirá, por ejemplo, a los presen-tes en el acto de clausura de la II convención anual de Fedecámaras, reunida en Mara-caibo:

“… quiero concluir diciéndoles que con la mayor confianza, con la mayor fe, realicen us-tedes, hombres de empresa, la obra de invertir capitales en industrias reproductivas; quedisminuyan los depósitos en los bancos; que no haya capital ocioso en Venezuela; que tientemenos a determinados inversionistas la adquisición con su dinero de fincas urbanas, decasas para alquilarlas, y que se interesen más en la inversión en las industrias dinámicas ycreadoras; que a este impulso que está dispuesto a darle el Gobierno a la producción na-

152 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA: Documentos que hicieron historia ….., tomo II, p. 359-360.153 BETANCOURT, Rómulo: Trayectoria democrática de una revolución, tomo I, p. 111.154 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo cit., p. 128.

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cional, correspondan todos los sectores de la economía, impulsando ellos también esta pro-ducción nacional”.155

Pero, todavía más que eso, mostró disposición de hacer del rico Estado venezola-no un financista de proyectos económicos privados en campos como la agricultura, lacría y la industria.

De hecho, las cuentas rendidas por Betancourt a fines del trienio mostraron las muyimportantes erogaciones ejecutadas por la naciente Corporación, al que en la oportu-nidad calificara el propio Betancourt como “… el organismo mejor capacitado paradarle contenido de realidad a la apasionante y justísima consigna de ‘sembrar el petró-leo.’”156:

“En el lapso relativamente corto que lleva de funcionamiento, la Corporación Venezolanade Fomento ha prestado más de ciento veinte millones de bolívares a empresarios particu-lares dedicados a actividades avícolas, industriales, mineras y pecuarias”.157

Todo ello habría captado para el gobierno, y en particular, para Betancourt, unaacogida en el medio empresarial de que dio fe el homenaje que le fuera tributado el 1°de marzo de 1948 por “… no menos de doscientas importantes figuras del mundo delos negocios”,158 comprendidos “… banqueros, comerciantes, industriales, empleadosde empresas…”159

De por medio estaría, al decir de uno de los oferentes del agasajo, el Presidente delBanco Unión, señor Salvador Salvatierra, una buena razón:

“… era un hecho cumplido como en los años 46 y 47 las utilidades obtenidas habían sidosuperiores a las ganadas por el mundo de los negocios en todos los años anteriores”.160

155 BETANCOURT, Rómulo: Versión taquigráfica de las palabras pronunciadas la noche del sábado 9 de marzode 1946, con motivo de la clausura de la Segunda Convención Nacional de Cámaras y Asociaciones de Comer-cio y Producción, celebrada en Maracaibo, Estado Zulia, en: ibidem, idem, p. 109-110.156 Ver mensaje al Congreso Nacional de 1948 en: ibidem, tomo II, p. 131.157 Ibid., idem. En un párrafo del resumen hecho por Robert J. Alexander de su primera conversación conBetancourt, efectuada, como se ha apuntado en otro lugar, en 1948, se asienta: “En lo relativo a las realiza-ciones actuales del régimen, Betancourt considera a la Corporación de Fomento como la mayor realización indi-vidual. Ella ha hecho un gran trabajo. Ha dado prestado mucho dinero a la clase terrateniente, con la finalidadde ayudarla a poner de pie la agricultura. De hecho, ella ha virtualmente salvado a porciones de esta clase, comoa los cultivadores de caña”. Ver: ALEXANDER, Robert J.: ob. cit. , p. 12. Traducción nuestra.158 Ver: Prominentes Hombres de Empresa Agasajaron / Antenoche al ex Presidente Betancourt”, en El País, n°1.488 del miércoles 3 de marzo de 1948, p. 1.159 Ibidem, idem. Hay que decir que ello no fue óbice para que ciertos gremios económicos privados nomanifestaran en 1947-1948 creciente inquietud en torno a la agitación nacida en los medios campesino eindustrial nacionales, estimulados, el primero, por la promesa de una reforma agraria y, el segundo, por lasimpatía exhibida por los gobiernos del trienio hacia el sector laboral.160 Idem.

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24. Una bienvenida condicionada a las inversiones extranjeras

En un título específico anterior de este estudio se ha tocado el tema de la políticaempleada durante su gestión del trienio por Rómulo Betancourt en en un negocio, elpetrolero, a cargo de compañías foráneas. Tal vez resulte conveniente decir ahora ciertaspalabras en torno a la aplicada al capital extranjero en general, del cual el sector de loshidrocarburos, aunque determinante, no era, con todo, único componente.

Sensiblemente nacionalista como se había exhibido en escritos y discursos ¿cuál fuela posición de Betancourt frente a ese tipo de inversiones en el trienio?

Contra lo que pudiera haberse pronosticado, no fue una de hostilidad, sino másbien de invitación sub conditione.

La primera manifestación pública específica de intención en su torno la habríaefectuado Betancourt en un discurso múltiples veces citado, el del 30 de octubre de1945. Fue ésta:

“Respetaremos las concesiones y contratos otorgados a inversionistas extranjeros. Venezuelanecesita aporte de capitales importados para desarrollar sus veneros inéditos de riqueza y paracontinuar la normal explotación de los que están en pleno desarrollo. Es compatible estadecisión con la otra de procurar, con serena firmeza, un trato equitativo en las relacionesentre el Estado y los inversionistas. En Venezuela no deberán obtenerse sino utilidades ho-nestas, y no sobrebeneficios exagerados, por quienes son concesionarios de fuentes nacio-nales de riqueza. Estamos seguros, por las conversaciones hasta ahora realizadas con perso-neros de poderosas empresas inversionistas, de que en ellos existe ánimo conciliador y anhelode entendimiento con el Gobierno en los planes que éste proyecta”.161

A esta primera seguirán otras, siempre en un tono de dar seguridades, siempre enun tono de hacer acompañar tales seguridades por advertencias cautelares como lascitadas.

El sistema de inversiones extranjeras tradicional conoció, sin embargo, una inno-vación en 1946-1948, cuando se dio inicio a un experimento que implicaba un inte-resante cambio en punto a renglón de actividad y condiciones de contrato de las mis-mas. Nos referimos al convenio celebrado, bajo el estímulo directo de Betancourt, entrela Corporación Venezolana de Fomento y el capitalista norteamericano Nelson Roc-kefeller, destinado dar forma a una cooperación de capital extranjero y nacional.

A sindicalistas adictos a su partido explicó Betancourt en agosto de 1947 detalla-damente el origen y camino hasta entonces andado por la iniciativa:

161 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 10-11.

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“Cuando llegamos al poder convocamos en mesa redonda a los Gerentes de las CompañíasPetroleras, para plantearles la conveniencia y la necesidad de que reinvirtieran parte de susutilidades en el incremento de la producción del país, especialmente en desarrollar la pro-ducción de artículos esenciales en las vecindades de los campos petroleros. Les hicimos verque una de las consecuencias del desarrollo del aceite negro en el país, era la decadenciapaulatina y visible de la agricultura y de la cría, pero agregamos que esas inversiones debíanrealizarse, no con fines de obtención de beneficios exagerados, sino con fines dirigidos ha-cia el bienestar de la colectividad. Estas gestiones nuestras coincidieron con la organizaciónpor el Sr. Rockefeller de una Corporación de Economía Básica, con la cual se propone estecapitalista norteamericano demostrar que produciendo más y más barato, pueden obtenerseutilidades lícitas, que no sean exageradas. Se constituyó entonces una asociación en la cuallas Compañías Petroleras aportan varios millones de bolívares sin tener voz ni voto en las de-liberaciones de la empresa, en acciones preferidas que devengan un interés fijo del 4%, y conaportes de Rockefeller y sus asociados. La Corporación de Fomento ha aceptado, en prin-cipio, asociarse con la Corporación de Economía Básica en todas las empresas orientadashacia el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo venezolano y muy especialmentecon las productoras de artículos esenciales. Cuando esas empresas estén dando utilidades,tanto la Corporación Venezolana de Fomento, como la Corporación Rockefeller, están obli-gadas a vender sus acciones a particulares y, en todo caso, dentro de 10 años, la totalidad delas acciones de las empresas tendrán que estar en manos del capital venezolano”.162

El 14 de mayo de 1947 había presentado Betancourt así el asunto ante la III asam-blea nacional de Fedecámaras:

“…cree el Gobierno que es necesario y útil el aporte del capital extranjero al desarrollo denuestra economía. Por eso propició la venida al país del señor Nelson Rockefeller, represen-tante de importantes corporaciones inversionistas de los Estados Unidos. Pero entiendeperfectamente que ese aporte debe realizarse en forma tal que no se repita ya nunca más enVenezuela la peligrosa situación de que una rama cualquiera de nuestra economía quedemonopolizada por capitales que no sean venezolanos. El capital importado debe venir encondiciones de cooperador, y no de colonizador. Esta idea se abre paso en los grupos inver-sionistas más inteligentes de otros países y por eso creemos perfectamente posible que pue-dan concurrir capitales y expertos a Venezuela, sin aspirar a lo que ya no podrán obtener:

162 Ver: El País, n° 1.319 del sábado 13 de septiembre de 1947, p. 2. Y también a Robert J. Alexander, el 2de julio de 1948: “El gobierno estaba deseoso de que las compañías petroleras invirtieran más de sus bene-ficios en este país para levantar industrias en él. En ese mismo tiempo, Nelson Rockefeller estaba ocupadoen los primeros pasos de la Corporación Brasileña de Economía Básica, sobre la cual el gobierno oyó hablar.Así es como ellos se acercaron a Rockefeller con la idea de que él debía hacer algo similar aquí, y que coope-raran las compañías petroleras. Y así fue como las cosas echaron a andar. Por supuesto, no se trata de unaempresa filantrópica, está destinada a hacer dinero, pero es, sin embargo, un método de cooperación. Fina-lizados diez años, el control del negocio debe pasar a manos venezolanas. Si no hubiera inversionistas pri-vados que quisieran meterse en el negocio y levantar este capital, Betancourt piensa que la Corporación deFomento estaría en su derecho de hacerlo”.Ver: ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 13. Traducción nuestra.

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el control excluyente de toda concurrencia competitiva de una industria o de un grupo deindustrias”.163

Y, al anunciar el 26 de junio de 1947 a Rockefeller la disposición de su gobiernode entrar en un trato como el citado, el mismo Betancourt había empleado, entre otraspalabras, las siguientes:

“Asigna el Gobierno de Venezuela una gran importancia a este tipo de colaboración entrela técnica y el capital importados y la iniciativa y posibilidades venezolanas. Tenemos el con-cepto claro de que Venezuela necesita el aporte de experiencia administrativa, de instrumen-tal técnico y de capitales que le sean aportados por países con mayor desarrollo económi-co que el nuestro.

Pero ese aporte debe realizarse con fines de colaboración para el negocio lícito y no de co-lonización monopolizadora. Contra los monopolios existe en nuestro país una activa resis-tencia y de ello se han dado cuenta quienes comprenden que el régimen de libre empresano puede ni debe conducir a la extorsión de los pueblos”.164

La tentativa echó a andar,165 aunque no libre de controversia. Algunos políticosopositores del gobierno la tildaron de anti-nacionalista y ello llevó a que el propio Be-tancourt se creyera en la obligación de defenderla hasta el último momento de su go-bierno.166

Hubo más en este capítulo. Los viajes realizados a los Estados Unidos por Galle-gos, ya Presidente de la República, en julio, y Betancourt, como particular, en agosto-septiembre de 1948, fueron ocasión para que ambos hicieran repetidos llamados a loscapitalistas norteamericanos para invertir en Venezuela.

“Venezuela está abierta al concurso y auxilio que pueda llevarle el capital extran-jero”, “El Presidente Gallegos excitó al capital extranjero a prestar su colaboración, afin de crear futura Venezuela próspera” y “Gallegos invitó a la industria de EE. UU. aestablecerse en Venezuela y manifestó también que garantizaría las inversiones”, fuerontitulares periodísticos167 que permiten entrever cómo las manifestaciones de interéshacia las inversiones extranjeras en nuestro país fueron plato fuerte del viaje del man-datario que no llegaría a completar un solo año de gobierno.

163 A la III asamblea anual de FEDECAMARAS, reunida en Caracas.Ver: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo cit., p. 143.164 Ibidem , tomo II, p. 242.165 En dicha condición estaría al ser derrocado el gobierno de Gallegos, en noviembre de 1948.166 Ver, por ejemplo, los términos empleados a dicho efecto en el mensaje presentado al Congreso Nacionales12 de febrero de 1948, en nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno, en: BETANCOURT, Rómu-lo: ob. cit., tomo cit., p. 132-134.167 Aparecieron en primera plana del diario caraqueño El Universal entre el 9 y el 13 del mes citado.

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En cuanto a Betancourt, ejecutó el mismo llamado, en un banquete que le fueradado en Nueva York por hombres de negocios el 30 de agosto de 1948. A los mismosles explicó el político venezolano cómo debía entenderse la política venezolana de “puer-tas abiertas” practicada por los gobiernos del trienio frente al capital foráneo:

“… les hablaré del interés que tenemos nosotros en Venezuela de que lleguen más capitaly más técnica extranjeras (sic) a nuestro país. Nosotros estamos produciendo mucho petró-leo, estamos batiendo todas las semanas todos los “records” mundiales en cuanto a la pro-ducción de este artículo que es esencial para el mundo. Estamos produciendo diariamen-te un (sic) 1.300.000 barriles de petróleo. Pero no queremos producir sólo petróleo. Hayotras fuentes de riqueza en nuestro país que están siendo explotadas en una forma deficienteo que no se están explotando del todo; y como aquí están representados todos los sectoresimportantes de la economía de los Estados Unidos por banqueros, industriales, presiden-tes de corporaciones, quiero decirles que nuestro país tiene las puertas abiertas para el ca-pital extranjero. Pero pensamos que debemos hablar claro. Nosotros fijamos condiciones yofrecemos no se establecen (sic) diferencias entre el capital extranjero y el capital nacional.

(…) Ni en las leyes ni en la práctica se discrimina a favor del capital importado, porque so-mos una Nación con clara consciencia de su soberanía y para la cual resulta inadmisible laidea de que se le pretenda dar trato de colonia”.168

25. Apología de una concordia obrero-patronal

Desde, cuando menos, 1944, Rómulo Betancourt había lucido como un conven-cido de que, para el desarrollo económico del país, era imprescindible un entendimientoentre empresa privada y trabajadores. Por entonces escribiría a este sujeto:

“Vivimos en una nación llegada con retraso a la liza de la competencia económica interna-cional. Tenemos una producción endeble, desmantelable sin dificultad y con toda una es-tructura económica y fiscal girando en torno de un eje minero. En estas condiciones, em-presarios y obreros, capitalistas y trabajadores manuales o intelectuales, tienennecesariamente que coincidir en el planteamiento de problemas que les son comunes. Pro-blemas que desbordan la tregua obrero-patronal y adquieren carácter de cuestiones nacio-nales, venezolanas.

Si así se piensa, realista y patrióticamente, deben buscarse todos los puntos de avenimien-to posible entre capitalistas y trabajadores”.169

Los días del trienio –dentro o fuera del poder– le suministraron la oportunidad dedifundir la idea.

168El País, n° 1.669 del viernes 3 de septiembre de 1948, p. 1 y 15.169El País, n° 187 del miércoles 19 de julio de l.944 (LA ASAMBLEA DE LA PRODUCCIÓN Y LOS TRA-BAJADORES).

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Del 22 de octubre dataron –se ha escrito antes– sendas reuniones sucesivas conpatronos y sindicalistas.

Una síntesis apretada de la primera hecha por el diario El Nacional permitió saberque la misma fue ocasión aprovechada por el Presidente de la Junta Revolucionaria deGobierno para explicar a los hombres de empresa que por parte del nuevo gobierno setrataría

“…de armonizar las relaciones entre el capital y el trabajo”.170

Se dispone, en cambio, del texto completo del diálogo sostenido durante la segundaentre las partes gubernamental y obrera. Aquí importaría rescatar la siguiente parte delo dicho entonces por Betancourt:

“A los patronos les hemos dicho, en la reunión de esta mañana (…) que nosotros no veni-mos, como gobierno, a fomentar artificialmente una especie de guerra civil entre los factoresde la producción; que creemos que los problemas obrero-patronales bien pueden ser resueltoscon espíritu de equidad, cuando hay un Ejecutivo interesado en la vigencia de esa equi-dad”.171

Un acontecimiento como el descrito no habría sido sino el inicio de un insistentetrabajo destinado a lograr un “entendimiento patriótico”, “pacto de concordia obrero –pa-tronal”, “avenimiento” o “acuerdo patriótico” –que de todos estos nombres usará Betan-court para referirse a él– mutuamente ventajoso para empresarios y trabajadores.

Buscada fuerza argumental, a nivel interno, en el ejemplo de un acuerdo de trabajoen ese mismo día coincidencialmente firmado entre compañías petroleras y sindicatos,y, en el foráneo, el de otro reciente logrado en México, lo sugirió formalmente Betan-court con carácter de conveniente para la economía venezolana como un todo al sec-tor patronal de esta manera, el 30 de mayo de 1946:

“… poco podremos lograr si continúan aguerrillados los espíritus; si no se logra un enten-dimiento patriótico entre los industriales y trabajadores venezolanos.

Auspicioso anticipo de un posible pacto de concordia obrero-patronal en torno a estas doscuestiones: desarrollo vigoroso de la producción nacional y defensa y vitalización del capitalhumano del país, es ese acuerdo suscrito esta tarde entre los representantes de los treinta miltrabajadores del aceite mineral y los industriales del petróleo. No tendría la virtud de lanovedad ese pacto sobre cuyas ventajas me pronuncio públicamente, a nombre del Gobierno

170 El Nacional, no. 799 del martes 23 de octubre de 1945, p. 1 (Representantes de los Organismos Económi-cos en Miraflores).171 El Universal, n° 10.060 del martes 23 de octubre de 1945, p. 4 (Los Trabajadores Prometen No SuscitarReclamaciones Mientras Dure el Gobierno Provisorio).

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de la República. Acaba de celebrarse en México el primer aniversario de un pacto similar.Hablaron en un gran acto el Presidente Avila Camacho, el dirigente laborista LombardoToledano y el Presidente de la Cámara de Industriales de México. Ese pacto consistía en lacreación de un tribunal de conciliación o avenimiento, formado por representantes de lospatronos, de los trabajadores y por personeros del Gobierno que intervendrían en todo di-ferendo obrero-patronal, para procurar solucionarlo por la vía del avenimiento conciliatorioe impedir que se llegue a la crítica situación conflictiva de la huelga. Estoy seguro de quela mayoría de los trabajadores y de los patronos conscientes de Venezuela están de acuerdocon esta idea patriótica, capaz de darle vitalización e impulso a la economía del país, y queapenas podrá ser aislado un pequeño grupo de empresarios recalcitrantes y un pequeño gru-po de trabajadores irresponsables, que ni uno ni otros están pensando en Venezuela, sinoque los primeros atienden a sus egoístas intereses y los otros están obcecados por pasionessubalternas”.172

E insistirá ante igual organización el 14 de marzo de 1947, en la coyuntura de lacelebración de su III asamblea anual:

“El patriótico entendimiento entre obreros y patronos, realizado sobre bases que garanti-cen al trabajador un salario decente y prestaciones sociales justas y al empresario un mar-gen halagador de utilidades en sus inversiones, es una necesidad urgente para el país. Y todosnuestros esfuerzos los seguiremos empleando para impedir que llegue hasta las costas vene-zolanas esa tumultuosa ola de huelgas y de conflictos sociales violentos que se ha desatadoen el mundo como secuela de la recién concluida guerra mundial”.173

Fue un importante empeño de Betancourt que no alcanzó a cuajar durante el tiem-po que el mismo presidió la Junta Revolucionaria de Gobierno. Su convencimiento dela bondad y urgencia de darle forma concreta le llevó, no obstante, a insistir con obs-tinación sobre el mismo, ya fuera ya del poder, el 18 de octubre de 1948:

172 BETANCOURT, R.: Trayectoria Democrática de una Revolución, tomo I, pp. 132-133.En el discurso tenido cuatro meses después, el 24 de julio de 1946, por Betancourt ante un auditorio mexi-cano del cual formaba parte destacada el nombrado líder sindicalista Vicente Lombardo Toledano, manifes-taría Betancourt a dicho propósito: “También estamos empeñados nosotros en una labor similar a ésta quese adelanta en México: en buscar un entendimiento sobre términos claros, entre los sectores industrialesvenezolanos y los obreros venezolanos (…) nosotros tenemos la seguridad de que lograremos un entendimien-to obrero patronal en Venezuela, que signifique la coincidencia de todos los sectores de la producción parael desarrollo y el fomento de nuestra producción y para el establecimiento de un nivel de sueldos y salariosfavorable a empleados y obreros”.Ver: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 169.173 Ibidem, tomo I, p. 139.Fue un pensamiento que compartió Gallegos, quien, como hombre público, hizo siempre de la “concordia”un leit-motiv político. Lo evidencian dos discursos de candidatura presidencial: el pronunciado el 23 de marzode 1941 en Barquisimeto y el del 12 de septiembre de 1947 en el Nuevo Circo de Caracas, y un tercero: elde la toma del poder del 15 de febrero de 1948.

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“Es necesario que aceleremos la producción y para obtenerlo se llegue a un acuerdo patrió-tico entre las llamadas fuerzas económicas y las fuerzas de los trabajadores”.174

Fue estimulada por esta insistencia cómo, en los días siguientes a esta nueva repo-sición de la idea, la misma pareció, por fin, echar a andar. Empresarios agrupados enFedecámaras y líderes sindicales de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, laorganización obrera cupular creada justamente un año antes, empezaron el 15 de no-viembre de 1948 a dialogar en torno al tema devocional de Betancourt.175 Pero ya paraentonces el gobierno que presidía Gallegos tenía la suerte echada en su contra y, conél, una iniciativa de Betancourt que pudo merecer mejor suerte.

174 El Universal, n° 14.137 del viernes 22 de octubre de 1948 p. 2 (Discurso de Rómulo Betancourt Pronun-ciado en la Plaza Urdaneta de El Silencio, la Noche del 18 de Octubre con ocasión de la celebración del TercerAniversario de la Revolución de Octubre).El mismo acontecimiento ofreció ocasión para que el entonces Presidente de la C.T.V. y militante de ADPedro Bernardo Pérez Salinas expresara en su turno oratorio estos conceptos de claro paralelismo con otrosde Betancourt ya puestos de relieve: “Es un fenómeno a todas luces evidente que en Venezuela, por obra delcambio político iniciado el 18 de octubre de 1945, se ha acelerado el proceso de integración de los trabaja-dores y de los patronos en sus sindicatos y federaciones de defensa gremial, y admitida esta realidad histó-rica, el Estado venezolano bajo su actual comando, definió claramente su actitud reconociendo que entreobreros y patronos existen siempre, dentro de la democracia capitalista, elementos de fricción, pero la acti-tud del Estado ha sido correcta en sus intervenciones, porque ni estimuló demagógicamente los conflictos,ni se cruzó de brazos ante ellos, en el dulce dejar hacer de los liberales del siglo diecinueve”.Ver: El País, n° 1.715 del martes 19 de octubre de 1848, p. 16, 15 y 14 (El discurso de Pérez Salinas).175 Representantes del Capital y del Trabajo se Reunieron Ayer Tarde en la Asociación de Productores fue el títu-lo de una información insertada en las páginas 1 y 9 del n° 14.162 del diario El Universal, edición corres-pondiente al martes 16 de noviembre de 1948, en donde se reseñaba el primer encuentro obrero-patronaldestinado a atender al llamado anterior de Betancourt. Primero y último, por la interposición del golpe deEstado militar del siguiente día 24.Betancourt, por su lado, dejó explicado con estas palabras este postrer movimiento en beneficio de su idea:“La Confederación de Trabajadores tomó la iniciativa de proponerle a la Federación de Cámaras y Asocia-ciones de Comercio y Producción un razonado y responsable plan ‘destinado a salvaguardar la paz social ya defender la industria y el capital humano de la nación’, de acuerdo con atinada síntesis hecha por la Mi-sión de la OIT. Esa misma Misión recogió en su informe los puntos básicos de la propuesta obrera: a) pro-tección a la industria nacional; b) contratos colectivos de larga duración, como base de buenas normas con-tractuales, económicas y sociales; c) introducción en los contratos colectivos de una cláusula garantizandoempleo preferencial a los afiliados a la C.V.T. (sic); y d) creación de un organismo central mixto para diri-mir las diferencias que surgieran entre patronos y trabajadores y asegurar así la paz social.Las asociaciones patronales aceptaron con visible interés la proposición obrera. Delegados de uno y otro sectordiscutían dentro de un clima de mutua comprensión el que iba a ser un pacto de insospechadas proyeccio-nes para el país. Pero el golpe de cuartel del 24 de noviembre echó por tierra, dramáticamente, no sólo eseesfuerzo constructivo hacia un mayor desarrollo económico nacional y una mejor armonía entre los facto-res de producción, sino las esperanzas depositadas por los venezolanos en su primera experiencia seria yprofunda de régimen democrático”.Ver: BETANCOURT, Rómulo: Venezuela política y petróleo, p. 362-363.

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21. El país por construir: reincidencia imaginativa de un paisaje nacional confondo de humo de tractores y fábricas

Destacado como ha sido en otro capítulo de este estudio el sobresaliente lugarocupado por el realismo en el quehacer político de Rómulo Betancourt, se podría pensarque en él no alentaría ninguna descollante nota idealista.

No resultó, con todo, así, y en el Betancourt del trienio hizo irrupción más de unavez una clase de soñador: el que vislumbraba para el país un futuro de modernidad. Aesos atisbos los denominó Betancourt “antevisiones” y se afanó en hacerlos conocer y,hasta donde fuera posible, compartir con los más diversos auditorios.

Había sido el caso, por ejemplo, del trasmitido a los enfervorecidos asistentes almitin que marcó la salida al ruedo político público de Acción Democrática, el 13 deseptiembre de 1941, a quienes dijo, transportado:

“Imagino la escena, que sucederá entro de cincuenta años, en una población agraria de losAndes, forjada al arrimo de una potente planta hidroeléctrica, en una población donde envez de los garages para autos de lujo que se multiplican en Caracas, habrá garages para trac-tores; o bien, en una ciudad industrial de la Gran Sabana, construida en la vecindad de laschimeneas de los altos hornos, donde obreros venezolanos estén transformando en mate-ria prima para las fábricas venezolanas de máquinas esos mil millones de toneladas de hie-rro que en sus entrañas guarda, hoy inexplotadas, la Sierra del Imataca”.176

Puede que el ambiente del trienio fuera propenso para que las mismas se multiplicaran.

Del día de Año Nuevo de 1946 habría sido una primera. En su alocución al país,la abonó la noticia dada a sus “conciudadanos” de la pronta puesta en marcha de unorganismo en el que Betancourt pondría crecidas esperanzas: el Instituto de Fomentode la Producción, luego denominado Corporación Venezolana de Fomento:

“El Instituto de Fomento de la Producción, con un capital no menor de cincuenta millo-nes de bolívares, aportados por el Estado, comenzará a funcionar dentro de perentorio lapso.El crédito a largo plazo, la maquinaria y la técnica modernas, irán sin más dilaciones sui-cidas a vitalizar la anemiada (sic) economía nacional. El trepidar de los tractores en el campo;el humo de las chimeneas de las fábricas; el empresario y el obrero y el campesino, desarro-llando sus industrias, manejando la máquina y explotando la tierra, gozosos de su buenafaena productora de riqueza general y de bienestar propio; he ahí el panorama que anteve-mos, y que no será espejismo de ilusos sino viva realidad, cuando un Instituto como el quese proyecta esté funcionando a pleno rendimiento. Complemento lógico de ese Instituto,y necesidad inaplazable de nuestra debilitada economía autóctona, será el Banco Hipote-cario, que también auspiciará el Estado”.177

176 PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA: Documentos que hicieron historia, tomo II, p. 305.177 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 63-64.

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El fenómeno se repitió en la misma oportunidad, pero en 1948, y expresado conalguna pizca más de lirismo y de condición invitadora:

“Construir un gran país, sembrada la tierra de un extremo a otro de su vasta geografía, conhumos de fábricas decorando todos los cielos de la Patria, con resuelto y vigoroso impul-so de brazos manejando máquinas en ciudades, pueblos y aldeas: esa es la recia, la tentadoratarea que debemos emprender, hombres y mujeres de Venezuela”.178

Y estuvo presente, por último, en un discurso político de Betancourt que hizo decanto del cisne en su género por lo que concernió al experimento democrático octubris-ta: del 18 de octubre de 1948. A la masa popular acciondemocratista que le oía, y queno estaba quizás al tanto de las nubes ominosas que se cernían sobre el apenas inicia-do gobierno de Gallegos le dirá, ya en trance de clausurar su discurso, el jefe del partido:

“… nos falta conquistar la independencia económica, y esa es la tentadora tarea, la hermosatarea de los venezolanos de este tiempo y de esta época, de los que no tienen dinero y de losque tienen, de los industriales y de los trabajadores, de los campesinos y de los agriculto-res. Vamos, compatriotas, a forjar una Venezuela donde por todas partes se vea el humo delas chimeneas y se escuche el ruido de las maquinarias fabriles y de tractores roturando latierra y de la gente empeñosa y resuelta en la armoniosa alegría de quienes están labrandosu propio bienestar y la grandeza de la Nación. (Gran ovación)”.179

II. ¿UN FRACASO CON FUTURO?

A partir, sobre todo, de los inicios de 1947, Betancourt se creyó en capacidad detrasmitir al país sus opiniones personales sobre las realizaciones concretas del gobier-no autoproclamado revolucionario. Suerte de balances de acción en caliente, se podríaafirmar con lenguaje muy de hoy.

Debe decirse a favor del líder político que, en una que otra de tales oportunida-des, no escatimó la autocrítica: gobernar tenía sus dificultades para quienes queríanejecutar cambios reales y de ello no parece haber tenido entonces Betancourt intenciónde hacer un secreto.

Alguna vez dicha autocrítica fue de ámbito general como cuando, el 12 de febre-ro de 1948, expresó al Congreso Nacional un punto de vista arriba parcialmente citado:

178 Ibidem , idem, p. 79.179 Ver: El Universal, n° 14.137 del viernes 22 de octubre de 1948, p. 2 (Discurso de Rómulo Betancourt Pro-nunciado en la / Plaza Urdaneta de El Silencio, la Noche / del 18 de Octubre).Un libro de texto para la alfabetización popular del que ya hemos dicho algo y diremos todavía alguna cosamás adelante, Abajo cadenas…! habría recogido, a través de imágenes de tractores y fábricas humeantes, mejorque ningún otro medio este rasgo del espíritu del trienio en general, y de Betancourt, en particular.

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“Extraordinario dinamismo creador fué insuflado a todas las ramas de la AdministraciónPública, y acaso no exista otra etapa de nuestra vida de República comparable a ésta encuanto al número y variedad de iniciativas y de empresas creadoras emprendidas por elEstado. Y aquí no tendremos inconveniente en reconocer cómo la terca realidad de los he-chos aconsejó pausas en ambiciosos proyectos ya en marcha, e impuso rectificaciones de te-merarios rumbos, trazados al calor de generosos entusiasmos y con la ingenua inexperien-cia de todo aquel que se inicia en el intrincado y arduo manejo de los negocios públicos”.180

Otra fue más específica: aquí cabría el ejemplo de la contenida en el discurso deMéxico, ya reseñado, en donde Betancourt aceptó, motu proprio, que la reforma agrarianacional emprendida por su gobierno marchaba más bien a paso lento.

Pero privaron, comprensiblemente, en Betancourt las rendiciones de cuentas im-pregnadas de un espíritu a un tiempo satisfecho y animador.

La contenida en el mensaje de Año Nuevo de 1947, verbigracia, puso el acento enla trascendencia de las elecciones para Asamblea Nacional Constituyente, celebradas enel mes de octubre anterior. Expresó en la ocasión Betancourt:

“Las elecciones para representantes a la Asamblea Nacional Constituyente significaron algomás fundamental aún que la validación jurídica y la justificación histórica de la Revoluciónde Octubre. Fueron un mentís a la supuesta incapacidad del pueblo para el total ejerciciode la vida democrática. Desde el culto letrado hasta el ignaro analfabeto, peyorativamenteacusado de apenas conocer la ‘o’ por lo redonda, concurrieron masivamente a las urnas,transidos de una unción filiable en las místicas religiosas. Ni un solo hecho de sangre, ni unsolo desorden, se registró en ese día en el vasto ámbito venezolano; y la presencia austera delas Fuerzas Armadas Nacionales en casi todos los sitios donde se congregaron votantes, pusorúbrica de imparcialidad y de garantías para todas las corrientes políticas en pugna, a lamagnífica demostración de su aptitud para asimilar las más modernas y audaces fórmulaspolíticas de la democracia representativa de que dió decidora manifestación el pueblo ve-nezolano. Liquidada quedó ese día, y ya para siempre, la sofística e interesada tesis quenegaba al hombre y a la mujer de nuestra Patria capacidad para el ejercicio de funciones desoberanía, inherentes a todas las colectividades libres de las Naciones civilizadas”.181

El 20 de enero de 1947, será a la propia Asamblea a quien le exprese un juicio quese puede tener como profético:

“Dijimos que íbamos a devolver al pueblo su soberanía usurpada. La forma limpia comohemos cumplido esta histórica promesa constituye el mejor aporte de la Revolución de Oc-tubre a la dignificación de la República. Sea cual fuere, adverso o favorable, el juicio de laposteridad ante este movimiento político, nadie podrá regatearle el honor de haber propi-ciado presidido los primeros sufragios auténticamente democráticos de toda la historia ve-

180 BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo II, p. 128-129.181 Ibidem, idem, p. 68.

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nezolana. Si vanidad, pero con hondo orgullo, afirmamos haber sido consecuentes el 27 deoctubre de 1946 con el compromiso esencial asumido por nosotros apenas llegados al Go-bierno y que oficialmente ratificado el 5 de julio del mismo año”.182

Del mensaje de fin de gobierno de Betancourt son, finalmente, dos párrafos dela naturaleza de que se trata y encuadrados dentro del designio que Betancourt ha-bía tempranamente trazado al gobierno bajo su conducción de “desbrozador” de ca-minos.183

Fue el uno:

“Nadie podría honestamente desconocer cómo en la actualidad es el pueblo venezolanoquien decide en los comicios la suerte de la República; y cómo el tradicional concepto demando autocrático ha devenido impersonal función de gobierno, arquitecturado ya el Es-tado nuevo según las normas de una Constitución que sin hipérbole es de las más demo-cráticas de América; y cómo se le ha ofrecido a las generaciones presentes y futuras del paísal tonificador ejemplo de hombres que abandonan Miraflores y los Despachos Ministeriales,o en éstos últimos continúan, sin haber cambiado la decorosa pobreza de ayer por el súbi-to enriquecimiento de hoy; y como en Venezuela todas las tesis políticas y todas las posicio-nes ideológicas pueden ser abiertamente defendidas desde la tribuna y la prensa, sin que anadie se hostilice por sus ideas ni se le coarte su libre difusión”.184

182 Ibid., id., p. 93.Fue el mismo mes, por cierto, en el cual Domingo Alberto Rangel, un poco el Danton acciondemocratistadel trienio, firmaba en Caracas el texto de un extenso artículo destinado a aparecer en una importante revistaextranjera, Cuadernos americanos, de México.Lo tituló: Explicación histórica de la revolución venezolana y sus palabras devinieron particularmente optimistascuando entró a enumerar quiénes eran los beneficiarios sociales de la Revolución: “La obra revolucionariaha coincidido (…) con el interés de las clases mayoritarias de la población. La clase obrera se ha identifica-do con la Revolución porque ésta ha elevado enérgicamente todos los salarios, instituyendo además, pres-taciones sociales que eran letra muerta en la legislación del país. Mediante contratos colectivos que el Mi-nisterio del trabajo ha generalizado, los trabajadores han obtenido en un año mayores ventajas que en todoslos período anteriores. La clase media urbana se siente estimulada por la supresión de los monopolios y porlas medidas tomadas contra el alto costo de la vida. El campesinado retribuye el reparto de las tierras, el créditoy la ayuda técnica, con el apoyo político a la revolución. Y la burguesía industrial observa cómo las medi-das de signo popular, ensanchan la posibilidad de sus fábricas, alentadas por el auge del poder adquisitivode las masas. Salvo una minoría de terratenientes y de burócratas cesantes, el país entero tiene puestas susesperanzas en la carta de la revolución”.183 El 30 de octubre de 1945. Estas fueron palabras suyas de la ocasión: “… en el corto lapso de ejercicio dela dirección de la cosa pública que nos corresponderá desempeñar no podremos abordar, con ánimo solu-cionador, los problemas fundamentales de Venezuela. Desbrozaremos apenas, eso sí, con ánimo resuelto ydecisión de hacer obra útil, el camino que habrá de recorrer el Gobierno constitucional que moldeará el pue-blo venezolano con sus propias, limpias manos”.Ver: BETANCOURT, Rómulo: ob. cit., tomo I, p. 8.184 Ibidem, II, p. 126.

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Y el otro:

“Nuevos rumbos, buenos o malos –y nosotros estamos sinceramente convencidos de queson los más coincidentes con el interés nacional– se le han trazado a la acción gubernamen-tal. Ellos podrían resumirse en estos tres sencillos enunciados: incremento y diversificaciónde una economía propia, porque la ruina y el coloniazgo son la obligada meta de los pue-blos cuyo destino se vincula exclusivamente a una industria minera, manipulada por capitalextranjero; desplazamiento del centro de gravitación del Estado, de las cosas hacia las gentes,mediante el aumento, por vía inmigratoria, del potencial humano de la Nación y la defensaintensiva de la riqueza-hombre del país, procurándole al pueblo salud física, seguridad so-cial y cultura intelectual; proyección a todo el ámbito nacional de las labores gubernativas,ya que se extienden de un extremo a otro de nuestro vasto territorio y no se polarizan ex-clusivamente hacia la capital de la República u otros escasos centros urbanos densamentepoblados”.185

* * *

En su alocución al país del 1° de enero de 1947, argumentó Betancourt

“… no hemos negado nunca que las vías de la asonada no son las que deba trajinar unaNación civilizada para substituir por otros a los equipos humanos que la gobiernan. Por eso,nuestro más decidido empeño lo pusimos en que se cumpliera lo más rápidamente posibleel hondo anhelo soterrado en la conciencia colectiva de ejercitar el derecho de elegir a susmandatarios en libres comicios”.186

Si, en esa dirección, las pasadas elecciones de octubre de 1946 significaron un triun-fo, lo habrían constituido también las que, el 14 de diciembre de 1947, dieron comoresultado la elección de Rómulo Gallegos, candidato por A. D., en competencia de-mocrática contra dos candidatos opositores, Rafael Caldera, del COPEI y GustavoMachado, del PCV.

El ascenso de Gallegos al poder, efectuado en febrero de 1948, no había represen-tado poca cosa: el dilatado, pero, al fin, logrado triunfo histórico nacional de la inte-ligencia, de la educación y de la civilidad. Y también una promesa de concordia, queel propio hombre de letras se había encargado de formular repetidamente187 a un paísen el cual la dinámica misma de transformación desatada a partir de octubre habíaservido de abono para una agria pugnacidad partidista.

185 Ibidem , idem, p. 131.186 Ibid., id., p. 67-68.187 El 12 de septiembre de 1947, Gallegos había dicho, por ejemplo, en el mitin de proclamación de su can-didatura presidencial, en el Nuevo Circo de Caracas: “… yo querría ser el Presidente de la concordia nacional”.Ver: Antología de Rómulo Gallegos, p. 50.

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A pesar de su fundamental oficio de hombre de letras, Gallegos se había, sin em-bargo, interesado de alguna manera por la política desde los días de la instauración deJuan Vicente Gómez en el poder, cuando escribió sobre temas de dicha naturaleza enla revista La Alborada. Y aunque había rechazado en 1931 una senaduría que le fueraofrecida por la dictadura, ocupó, si bien por breves meses, el Ministerio de InstrucciónPública bajo López Contreras, en 1936, y luego un escaño parlamentario.

Más adelante, y ya en calidad de candidato puramente simbólico a la Presidenciade la República en 1941 contra el delfín del Presidente López Contreras, el general IsaíasMedina Angarita, el propio Gallegos había dado una interesante muestra de compren-sión de la ciencia y arte de la política, al afirmar en dicha coyuntura:

“… la política (…) reclama (…) ideas precisas y claras, estudio, aplicación desinteresada yconstante a la meditación sobre fórmulas que contengan el remedio de los males públicosy, por añadidura, cierta destreza para sortear las dificultades en el ejercicio práctico de esasfórmulas”.188

Pero, así como había escrito ésto, el propio Gallegos, en alguna otra ocasión hubode usar, para resaltar la distancia que hay de la teoría a la práctica, un verso popular quepudiera haberse cumplido retrospectivamente consigo mismo, conforme al cual

El pintar una palomaEs mucha facilidad.

Abrirle el pico y que comaAhí está la dificultad.189

Y fue el caso que un número de demonios desatados por octubre y que Gallegosno supo conjurar, a pesar de su innegable buena voluntad –el sectarismo político, laagitación obrera y campesina, la desconfianza de la Iglesia Católica, el malestar crecientede la alta oficialidad del ejército…– contribuyeron a dar al traste, a escasos 9 meses deprincipiado, con un ensayo político hasta entonces único en la historia republicana deVenezuela.

Betancourt, de quien se puede adivinar, a distancia, que debió tener una parte de-cisiva para que Gallegos fuera electo candidato presidencial de Acción Democrática190,explicó de doble manera, años andados, y en condición de exilado político, a un per-sonaje ya conocido, Robert J. Alexander, las raíces del 24 de noviembre de 1948.

188 En su discurso de Barquisimeto del 23 de marzo de 1941. Ver: ob. cit., p. 32.189 Discurso pronunciado en el Cuarto Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana,efectuado en la Universidad de La Habana, en abril de 1949. Ver: Ibidem, p. 211.190 Mucho debió haber pesado a tal efecto, según nuestra impresión, la suerte de compromiso moral anudadoentre ambos a partir del momento en que Gallegos había aceptado ser candidato simbólico de AD, en laelección presidencial de 1941.

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El 1º. de septiembre de 1952, en entrevista habida en San José de Costa Rica, fue así:

“La razón básica del éxito del golpe de 1948 fue la inhabilidad de Gallegos como Presidente.Betancourt advirtió a Gallegos una y otra vez sobre lo que estaba pasando y le dijo de ac-tuar y arrestar a Pérez Jiménez y otros complotadores. Sin embargo, Gallegos dijo que él erafilosóficamente opuesto a la violencia y a la fuerza y no las usaría en este caso. Entonces dejóa la gente de Acción Democrática con la alternativa de derrocar ellas misma a Gallegos odejar que lo hicieran los militares rebeldes. Ella no podía aceptar la primera alternativa, asíes que tuvieron que esperar la llegada de la segunda”.191

Y en otra de su mismo género, que tuvo igualmente como escenario dicha ciudadcentroamericana, algo más de un año después, el 11 de noviembre de 1953:

“Acción Democrática cometió un error al elegir a Gallegos. Este error era uno común enLatinoamérica. En los países dominados por dictadores, el pueblo se vuelve, como a sus sal-vadores, hacia quienes han parecido hablar por ellos. Justamente lo mismo pasó en Espa-ña con Azaña. Gallegos era un Azaña. Gallegos no era un buen gobernante”.192

* * *

A distancia de sesenta años, el trienio luce para el investigador de la historia polí-tica de Venezuela como una parcela de ella caracterizada por cambios acelerados, pornuevos protagonismos sociales, por una distinta jerarquía del gasto público y, encimade todo, por un importante lote de fe en las posibilidades de lo que, con lenguaje ac-tual, se llamaría el crecimiento político del pueblo venezolano.

¿No se celebraron, entre 1946 y 1948, tres disputados procesos electorales?

¿No ocuparon por primera vez curules parlamentarias mujeres y líderes obreros, deéstos últimos uno con jerarquía de Vicepresidente de la Asamblea Nacional Constitu-yente de 1946-1947?

¿No obtuvieron preferencia gubernamental las inversiones en educación y salud?¿No empezó a gestarse en Venezuela el tránsito que el más destacado de los pedagogosde entonces de AD, Luis B. Prieto Figueroa, llamaría, en 1951, “de una educación decastas a una educación de masas” 193?

¿No apareció entonces, como punta de lanza para el combate contra el analfabe-tismo, Abajo cadenas…!, un libro en cuya portada, de pie sobre un mapa de Venezue-la, se dibujaban, uno al lado del otro –en muestra del protagonismo social de natura-

191 ALEXANDER, Robert J.: ob. cit., p. 21. Traducción nuestra.192 Ibidem, p. 28. Traducción nuestra.193 Tal fue el título dado por Prieto a su más conocido libro de tema educativo, salido a luz por primera vezen el exilio habanero de 1951.

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leza policlasista a que aspiraba para sí la Revolución betancuriana de Octubre– un sol-dado, un campesino, un obrero, una maestra, una mujer común, un profesional libe-ral, un empleado…?194 ¿Ese mismo texto donde, páginas adentro, se amalgamaban es-cenas de elecciones políticas, de campesinos manejando tractores (fue durante el trieniocuando se fundaron las primeras escuelas de tractoristas agrícolas en Maracay, Barqui-simeto y Nirgua) y de fábricas humeantes (estaba de por medio la política de impulsode la industrialización pública y privada, para cuyo logro, recordemos, había puesto en-tonces Betancourt sus más firmes esperanzas en la flamante Corporación Venezolana deFomento)?

Para un futuro, atravesado el puente de fuego que representaría la década dictatorialmilitar, quedaría el volcarse, pero esta vez con espíritu de unidad nacional y hechoautocrítica de los errores del trienio, sobre ciertos asuntos de vital importancia, en cuyaconsecución Betancourt, Gallegos y los hombres de octubre de 1945 habían fracasa-do o apenas obtenido éxitos parciales: una Constitución Nacional de consenso, unasrelaciones inter-partidistas libres de pugnas que distaran de las comunes en un régimendemocrático, un ejército institucionalizado y apolítico, un estatuto jurídico de convi-vencia entre Estado e Iglesia Católica y un avenimiento obrero-patronal que cimentarala paz laboral.

194 Valdría decir, en esencia, los mismos grupos sociales para cuyo beneficio se haría –conforme a este párrafodel ácido panfleto político Con quién estamos y contra quien estamos, escrito por Betancourt en el ya relati-vamente lejano 1932– el futuro cambio revolucionario: “Con ellas estamos. Con las clases explotadas, conel camisa-de-mochila, con el pata-en-el-suelo, con las peonadas de los hatos, con los siervos de los latifun-dios cafetaleros, con los obreros de las petroleras, con los dependientes de las pulperías, con los medianerosde los ingenios, con el pequeño comerciante arruinado por la competencia capitalista, con el pequeño pro-pietario absorbido por la gran propiedad, con el maestro de escuela y demás intelectuales proletarizados quea precios miserables venden su ciencia o sus cuartillas, con los soldados reclutados en leva forzosa, con el em-pleado público subalterno, con toda clase, en síntesis, integrada por nuestros hombres de músculo o depensamiento que por salarios de hambre entregan su fuerza de trabajo al Gobierno o a los patronos parti-culares, nacionales o extranjeros”.BETANCOURT, Rómulo: Con quién estamos y contra quién estamos, en: Antología política, Volumen Primero,1928-1935, p. 399-400.

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