–Por mí no lo hagas, hace años que lo dejé. · –No son treinta, son veintisiete. –Qué...

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Fue en 1997. En diciembre, cerca de fin de año. Montevideo estaba sufriendo las lluvias de El Niño. Había llovido toda la noche y la casa estaba invadida por esa humedad tibia y pegajosa tan típica de Montevideo. Recién me había levan- tado y estaba abriendo las ventanas que dan al jardín delantero. Una brisa suave que traía olor a salitre llegó mansa- mente y por un instante agitó las cortinas. Entonces vi como un hombre cruzaba la Rambla y se dirigía hacia mi casa. Se detuvo unos instantes mientras se ajustaba los lentes y se alisaba el pelo. Llamó al timbre y esperó. Al no recibir respuesta, al tercer llamado se marchó. Otro mormón que viene a darme la lata, pensé. Me fui a la cocina, preparé el mate y salí al jardín. Desde allí lo vi. Estaba sentado en uno de los bancos de la Rambla, mirando el mar. Al poco tiempo se levantó y se marchó andando despacio. Cuando me pareció que se había alejado lo suficiente como para no verme, crucé hacia la playa para dar mi paseo matinal. Estuve andando cerca de dos horas. Cuando volvía me pareció verlo, sentado en el mismo banco que antes, mirando en la dirección que yo llevaba. No sé por qué tuve la sensación de que me estaba esperando y sentí una sacudida nerviosa. Evidentemente me esperaba, porque a medida que me fui acercando a la Rambla él se puso a andar en la dirección que yo necesariamente tenía que llevar. Llegó antes y se sentó en la escalera, mirándome fijamente. Yo dudé entre seguir mi camino y cruzarme con él o darme la vuelta e irme como si no me hubiera dado cuenta de su presencia. Opté por seguir, acelerando el paso. Cuando pisé el primer escalón me dijo: –¿Qué tal el mate? Después de tantos años habrás aprendido a cebarlo... Me paré en seco y me volví. Ahora era yo el que lo miraba fijamente mientras trataba de recordar a quién pertenecía esa voz que me seguía hablando. – Hace un rato te llamé al timbre y no me abriste. Estarías durmiendo, eran las ocho; me fui y decidí volver, porque te vi salir con el mate y cruzar... –¡No me lo puedo creer! le dije. ¿En serio sos vos? ¿Sos Gustavo? – El mismo, me dijo. Más viejo, pero soy Gustavo, Gustavito... ¿Te acordás...? Nos acercamos y nos dimos un abrazo. Durante unos instantes no nos dijimos nada. –Vení, vamos a mi casa. Vos y yo tenemos que hablar, le dije. – Sí, tenemos que hablar largo y tendido, me contestó. Pero ahora no puedo, estoy de paso por Montevideo. Vamos a tu casa un ratito y quedamos para más adelante, ¿te parece? – No; te quedás a comer, preparo un asado, nos tomamos unos vinos y después te vas... –No puedo, creeme que no puedo. Tengo muchas cosas pendientes y quiero sacármelas de encima lo antes posible, ya sabés como soy. No me gusta dejar las cosas colgando. Además, ya no como carne ni bebo vino... Llegamos a mi casa. Entramos y echó una mirada abarcando el comedor. –Has cambiado los muebles de lugar; el bargueño estaba ahí enfrente y la mesa junto a la ventana. El tocadiscos no estaba junto al sillón, estaba en esta pared... –Sí, y pinté las paredes, cambié las cortinas y enceré el parquet. Han pasado treinta años, Negro, es mucho tiempo. Hace treinta años que estuviste sentado en ese sillón... –No son treinta, son veintisiete. –Qué más me da treinta que veintisiete, hermano, es media vida, media vida oyendo bolazos, media vida aguantando a una manga de tarados que no hacen más que decir boludeces acerca de todo lo divino y lo humano, y para peor sin que nadie reconozca ni un gramo de responsabilidad. Toda la culpa es tuya...me tuviste todo este tiempo sin escribirme, sin mandarme saludos siquiera. –Tenés razón... pero no fue un descuido, lo hice adrede. Pude escribirte, pero quise romper con todo, olvidarme de todo y de todos, no me escribí ni con mi familia, y eso me costó muchísimo. Yo me fui para no volver, ¿sabés? Cuando cru- zamos la frontera ni miré atrás, estaba seguro que no volvería... La Negra sí, se paró y estuvo un rato mirando lo que dejábamos atrás. Además tuvimos que dedicarnos a trabajar y salir adelante, no teníamos otra... tuvimos un hijo a poco de irnos, fue todo muy difícil, creeme. Además, estar conectado era como seguir aquí, seguir con la misma matraca, dale que dale... –¿Y la Negra, qué tal? ¿Seguís juntos? ¿Ensillo el mate?

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Fue en 1997. En diciembre, cerca de fin de año. Montevideo estaba sufriendo las lluvias de El Niño. Había llovido todala noche y la casa estaba invadida por esa humedad tibia y pegajosa tan típica de Montevideo. Recién me había levan-tado y estaba abriendo las ventanas que dan al jardín delantero. Una brisa suave que traía olor a salitre llegó mansa-mente y por un instante agitó las cortinas. Entonces vi como un hombre cruzaba la Rambla y se dirigía hacia mi casa.Se detuvo unos instantes mientras se ajustaba los lentes y se alisaba el pelo. Llamó al timbre y esperó. Al no recibirrespuesta, al tercer llamado se marchó. Otro mormón que viene a darme la lata, pensé.

Me fui a la cocina, preparé el mate y salí al jardín. Desde allí lo vi. Estaba sentado en uno de los bancos de la Rambla,mirando el mar. Al poco tiempo se levantó y se marchó andando despacio. Cuando me pareció que se había alejado losuficiente como para no verme, crucé hacia la playa para dar mi paseo matinal. Estuve andando cerca de dos horas.Cuando volvía me pareció verlo, sentado en el mismo banco que antes, mirando en la dirección que yo llevaba. No sépor qué tuve la sensación de que me estaba esperando y sentí una sacudida nerviosa. Evidentemente me esperaba,porque a medida que me fui acercando a la Rambla él se puso a andar en la dirección que yo necesariamente teníaque llevar. Llegó antes y se sentó en la escalera, mirándome fijamente. Yo dudé entre seguir mi camino y cruzarme conél o darme la vuelta e irme como si no me hubiera dado cuenta de su presencia. Opté por seguir, acelerando el paso.Cuando pisé el primer escalón me dijo:

–¿Qué tal el mate? Después de tantos años habrás aprendido a cebarlo...

Me paré en seco y me volví. Ahora era yo el que lo miraba fijamente mientras trataba de recordar a quién pertenecíaesa voz que me seguía hablando.

– Hace un rato te llamé al timbre y no me abriste. Estarías durmiendo, eran las ocho; me fui y decidí volver, porque te visalir con el mate y cruzar...

–¡No me lo puedo creer! le dije. ¿En serio sos vos? ¿Sos Gustavo?

– El mismo, me dijo. Más viejo, pero soy Gustavo, Gustavito... ¿Te acordás...?

Nos acercamos y nos dimos un abrazo. Durante unos instantes no nos dijimos nada.

–Vení, vamos a mi casa. Vos y yo tenemos que hablar, le dije.

– Sí, tenemos que hablar largo y tendido, me contestó. Pero ahora no puedo, estoy de paso por Montevideo. Vamos atu casa un ratito y quedamos para más adelante, ¿te parece?

– No; te quedás a comer, preparo un asado, nos tomamos unos vinos y después te vas...

–No puedo, creeme que no puedo. Tengo muchas cosas pendientes y quiero sacármelas de encima lo antes posible, yasabés como soy. No me gusta dejar las cosas colgando. Además, ya no como carne ni bebo vino...

Llegamos a mi casa. Entramos y echó una mirada abarcando el comedor.

–Has cambiado los muebles de lugar; el bargueño estaba ahí enfrente y la mesa junto a la ventana. El tocadiscos noestaba junto al sillón, estaba en esta pared...

–Sí, y pinté las paredes, cambié las cortinas y enceré el parquet. Han pasado treinta años, Negro, es mucho tiempo.Hace treinta años que estuviste sentado en ese sillón...

–No son treinta, son veintisiete.

–Qué más me da treinta que veintisiete, hermano, es media vida, media vida oyendo bolazos, media vida aguantando auna manga de tarados que no hacen más que decir boludeces acerca de todo lo divino y lo humano, y para peor sinque nadie reconozca ni un gramo de responsabilidad. Toda la culpa es tuya...me tuviste todo este tiempo sin escribirme,sin mandarme saludos siquiera.

–Tenés razón... pero no fue un descuido, lo hice adrede. Pude escribirte, pero quise romper con todo, olvidarme de todoy de todos, no me escribí ni con mi familia, y eso me costó muchísimo. Yo me fui para no volver, ¿sabés? Cuando cru-zamos la frontera ni miré atrás, estaba seguro que no volvería... La Negra sí, se paró y estuvo un rato mirando lo quedejábamos atrás. Además tuvimos que dedicarnos a trabajar y salir adelante, no teníamos otra... tuvimos un hijo a pocode irnos, fue todo muy difícil, creeme. Además, estar conectado era como seguir aquí, seguir con la misma matraca,dale que dale...

–¿Y la Negra, qué tal? ¿Seguís juntos? ¿Ensillo el mate?

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–Por mí no lo hagas, hace años que lo dejé.

–¡Pero cómo...! no comés carne, no tomás vino ni mate...¿de qué te vas a morir, Negro...?

–De viejo o de asco, son las dos posibilidades más probables. Con la Negra nos separamos en el 90, es una historiamuy larga...pero como no me afecta a mí solo es un tema del que no quiero hablar.

–Te entiendo, pero ¡qué lástima...! una tipa extraordinaria la Negra...pero bueno, cosas de la vida...¿pero está bien?

–Sí, vive con el hijo, está bien... la separación la afectó mucho, más que a mí, lógico...

Se acercó varias veces a la ventana que da al jardín, como esperando a alguien. Yo recordé las últimas horas que estu-vo en ese mismo lugar, mirando hacia afuera, esperando que vinieran a recogerlo y llevarlo a otro enterradero. Nuncavinieron. Recordé las horas, que se hicieron eternas, los dos inmóviles y en silencio. Cuando amanecía nos despedi-mos. No sé si volveremos a vernos, me dijo. Nos abrazamos y se marchó; poco después lo detuvieron. Nunca se suporealmente ni cómo ni dónde. Su detención fue secreto de estado. Y ahí estaba otra vez, moviéndose con calma, con laseguridad que tantos años de clandestinidad le habían proporcionado. Físicamente estaba igual, casi no se le notaba elpaso de los años, aunque los ojos no tuvieran ya aquel brillo mezcla de confianza y determinación.

–Tengo que irme, me dijo. Me están esperando. No sé lo que tardaré en volver, pero seguro que vuelvo; esperame.

–¡Claro que te voy a esperar!

– Acompañame afuera...

Los dos estábamos emocionados y llorosos. Nos dimos la mano y se marchó.

–¡Como en los viejos tiempos... alcanzó a decirme.

–¡Como en los viejos tiempos, le respondí.

Cruzó la Rambla y se fue en dirección a un coche que lo esperaba. Volví adentro y me senté en el viejo sillón que com-partimos veintisiete años atrás, cuando me dijo “estamos jodidos, muy jodidos, ya nos queda poco...” Yo lo conocí cuan-do ambos teníamos doce años, a punto de terminar la escuela. Entonces no se llamaba Gustavo, se llamaba Héctor.Al principio no me cayó bien, no participaba de ninguna de nuestras animaladas y yo pensaba que las rechazaba. Nosmiraba hacerlas con una mirada apagada, como si nos tuviera lástima. Empecé a aceptarlo como amigo cuando supeque la mirada era de envidia y que no participaba por pura timidez. Empecé a quererlo cuando supe de sus problemasfamilares, del escaso cariño con el que se fue criando, con las muchas responsabilidades que tuvo que asumir pese asus pocos años y el escaso apoyo, más bien nulo, que recibía. Lo que lo marcó para siempre fue el suicidio de suabuelo y no haberlo podido impedir. ¡Tenía que haberme dado cuenta y no dejarlo solo! decía cada vez que tocábamosel tema. Fue un niño triste y solitario, pese a tener cinco hermanos. Buscaba cariño y no lo encontró hasta que conoci-mos a la señora Selva, la maestra de sexto. Aquella mujer nos cambió la vida a todos los que fuimos sus alumnos, peroa Gustavo le cambió el carácter, la maneras de ser y de estar. La siguió visitando cuando ya era era un hombre y esta-ba a punto de emprender una de las mayores quijotadas de su vida: casarse con Teresa y hacerse cargo de la hermanamenor, Inés. Teresa lo jodió bien de bien y él dejó de visitar a la maestra. Es que me aconsejó que no lo hiciera, meconfesó una vez. ¿Con qué cara le voy a decir que Teresa me cagó...? Atrás ya habían quedado otras búsquedas ...yotros tantos fracasos.

Después vinieron las luchas sindicales. Y después las políticas. Hasta que se hizo Tupa. Y entonces vino a verme y mepidió ayuda, colaboración.

–¿Estás seguro, Negro? ¿No terminarás como otras veces?

–No, esta vez estoy seguro, me respondió.

–Entonces contá conmigo, le dije.

Yo nunca llegué a ser un militante tupamaro, pero simpaticé con sus ideas. Y Gustavo era mi amigo. Y si mi amigo mepedía ayuda, yo se la daría. Sin embargo, pese a las veces que le conseguí guita, ropa o le dejé pasar algunos díasguardado en mi casa, nunca fue tanto como él me había ayudado a mí cuando al morir mi padre caí en una depresiónque estuvo a punto de acabar conmigo. Pasó a la clandestinidad en enero de 1967, a raíz del tiroteo de la calleBurgues el 22 de diciembre del 66. A partir de allí no había mes que su foto no saliera publicada en los diarios.

–Siempre la misma, no tienen otra, me decía sonriendo.

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–Y espero que sea por mucho tiempo, le contestaba yo.

La primera vez que los diarios cambiaron la foto fue en 1970. Se había dejado crecer el pelo y tenía bigote. Mantenía lamirada a la cámara con firmeza y en sus labios se dibujaba una sonrisa irónica. Golpe mortal a la organización sedicio-sa, decían los titulares. Llevaba el chaquetón McGregor que yo le había pedido a mi hermano “para un amigo que lonecesita”.

–¡Mirá dónde fue a parar el chaquetón!, comentó mi hermano al ver las fotografías.

Pasados unos días alguien dejó en el buzón de casa una billetera que yo le había regalado. Busqué el doble fondo que le había fabricado y de allí saqué unas hojas de papel de fumar escritas con letra diminuta. En la primera hoja mepedía que llevara la billetera y la dejara en el panteón que su familia tenía en el cementerio del Norte, indicándome elsitio exacto donde debía dejarla. En el resto venía un detallado informe de cómo lo detuvieron y daba cientos de deta-lles del interrogatorio, los nombres de quienes lo interrogaron y los nombres y seudónimos del MLN que la policía teníaindividualizados. Esa billetera llegó otras muchas veces a mi buzón y otras tantas veces la llevé al cementerio o se laentregaba a alguien que se acercaba a mí y me daba una contraseña. Cuando lo detuvieron integraba el ComitéEjecutivo y el comando de la Columna 15. Atrás quedaban secuestros, asaltos a bancos y al Casino Carrasco, robos dearmas, la primera fuga de la Cárcel de Mujeres, el incendio de la General Motors, la toma de Pando, el rocambolescoasalto al banco Francés-Italiano y la Financiera Monty. Unos días después de su detención el MLN comenzó una seriede secuestros, entre ellos el de Dan Mitrione, y se planteó el canje de los secuestrados por la libertad de todos los pre-sos políticos. Durante unos días el Gobierno se tambaleó dudando si aceptar o no el canje, mientras era sometido apresiones por parte de las embajadas cuyos ciudadanos ocupaban las Cárceles del Pueblo, hasta que una serie defallos de seguridad propiciaron la caída de toda la Dirección del MLN y de quienes estaban destinados a suplantarlos,en caso de ser necesario. Pacheco Areco se vió fortalecido y se negó a negociar. El MLN ejecutó a Mitrione yMontevideo se convirtió en una ratonera. El MLN era un caos, ya que las detenciones habían provocado el descalabrointerno. Pasados unos días reapareció la billetera. Busqué las instrucciones y las seguí al pie de la letra. Más adelantesupe que la reorganización que se produjo a partir de setiembre de 1970 y el reagrupamiento de los militantes que habí-an quedaron descolgados se debió a mi colaboración.

–Te debemos una medalla, me decía otra vez. Iré a llevártela personalmente.

Un día me la trajo. Habían pasado unos pocos días de la fuga del Penal de Punta Carretas. Traía barba y bigote, elpelo corto y lucía unos lentes neutros pero que aparentaban un gran aumento. Vestía traje con chaleco y tenía unabiblia en la mano izquierda. De la derecha colgaba una medalla.

–He venido a traérsela, hermano. ¿Puedo pasar?

La medalla era una estrella de cinco puntas y en su interior, calada, la letra T. En la parte trasera, pintada con esmaltes,la bandera que él había creado años atrás: la bandera de Artigas con la T incorporada.

–Es aluminio, me dijo. Pero si le das Brasso parece plata. La tenías ganada.

Nos abrazamos y me colgué la medalla. Me sentía feliz y se lo dije.

–Aprovechá estos momentos buenos, me contestó. Ya vendrán tiempos peores.

Mientras mateamos me fue contando detalles de la fuga, como se gestó, se desarrolló y cómo estuvo a punto de fraca-sar un par de veces, la larga espera a la que se vieron obligados por un error de cálculo del desnivel de la calle, cómose hizo la coordinación con el exterior y cómo Almiratti la había bautizado El Abuso, antes de fugarse del juzgado cuan-do lo llevaron a declarar.

–El 26 de mayo del 71, a la hora del rancho, Juancito vino a verme a la ventanilla y me dijo: Gustavito, me llevan al juz-gado. Si me das permiso me la juego. Para El Abuso soy más útil afuera, ¿qué te parece?

–Claro que sí, le respondí. Pero tené cuidado, no te arriesgues inútilmente. ¿Tenés dónde quedarte unos días hasta quete consiga un contacto?

–No hace falta, lo tengo todo preparado. Deseame suerte.

–Pero yo solo no lo puedo decidir. Decíselo a Lucas y al Flaco Zabalza. Deciles que yo estoy de acuerdo. Volvió encinco minutos.

–¡Todo OK, Gustavito. Te esperaré fuera...

–¡Suerte! le dije mientras nos dimos la mano por la ventanilla. Al rato oí el llamado desde la guardia y vi cómo se iba.

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Se había puesto lo mejor que tenía y se había afeitado. Parece que va a un casamiento, pensé para mí. Cuando baja-mos al recreo nos juntamos Lucas, el Flaco Zabalza y yo y decidimos comunicarlo al resto del C1. Nos van a cortar loshuevos, dijo el Flaco. Seguro, asentí con Lucas, pero no le podemos decir a un compañero que no se fugue si tiene unaoportunidad, ¿no te parece? Yo creo que tenemos que agarrarnos a ese argumento, ¿ta? Fue lo que hicimos. Cuandosubíamos del recreo, desde las celdas de los gambusas nos llegó la noticia a gritos: ¡se fugó, Almirati se fugó! ¡Se rajódel Juzgado! Un par de minutos después sonaban las sirenas de la cárcel y la guardia del muro tomó posición apuntan-do sus metralletas hacia nuestra galería. Se formó un tumulto en las escaleras y los pasillos que los botones se empe-ñaban en sofocar, inútilmente. Pasados unos minutos de algarabía nosotros mismos le pusimos fin entrando cada unoen su celda. Antes de la cena el coronel Fortunato citó a Manerass y Marenales para comunicarles que estábamos san-cionados sin recreo durante una semana El botón que hizo el recuento antes de que se apagaran las luces, desde laventanilla nos daba la enhorabuena. Era el mismo al que le financiábamos el estudio de los hijos.

Los recuerdos seguían llegando y llegando. Detalles que creía olvidados volvieron a mí como recién sucedidos. Lasnoticias de que había muerto en la toma de Pando y que tanto me afectaron hasta que llegó el desmentido, su nuevadetención en el 72, en febrero y la nueva fuga en abril, las acciones contra los integrantes de los escuadrones de lamuerte, la tercera detención en mayo, pocos días después de la captura de la Negra, los rumores que se comenzaron adivulgar acerca de él apenas detenido, las acusaciones de agente de la CIA, de infiltrado policial en el MLN... Idioteces,son idioteces, dije como la primera vez que las oí, veintisiete años atrás.

Tardó casi un mes en volver. Amenazaba lluvia y yo estaba sentado en el jardín. Me saludó desde la verja y me pidióque lo acompañara a dar un paseo por la playa. Vestía una guayabera floreada y unos shorts amarillos. Había estado alsol, porque su piel era marrón oscuro. Le destacaban los dientes en contraste con el color de la piel.

–Parecés un turista americano, fue lo primero que le dije.

–Mais nou, vocé istao confundidou. Eu seu um turista brasileiro, me dijo entre risas.

–Bueno, contame ¿resolviste tus cosas?

–A medias, pero lo más importante sí lo hice. Yo he venido con una mujer, mi actual compañera. Quise mostrarleMontevideo, porque aunque se lo he contado, tenía que verlo para creerme. En Europa se habla mucho de la situaciónen Cuba, de que si hay pobreza, prostitución y todo eso y se culpa a Fidel de todos los males y se concluye con que sien Cuba hubiera democracia la situación sería otra. No es cierto, argumento yo, Uruguay es una democracia y la situa-ción es peor y no se dice nada. Y como me decía que no podía ser, la he traído para que lo viera con sus propios ojos.

–¿Y qué opina ahora?

–La impresión ha sido tremenda. Ver la miseria de cerca es hacer una cura de humildad. Aterrizamos en San Pablo, via-jamos en ómnibus hasta Uruguayana y de ahí a Rivera. Alquilamos un auto y vinimos por la Ruta 5 para que viera loscampos despoblados y los miles y miles de vacas pastando solas. Ningún europeo te cree si les decís que aquí losestancieros cuentan las vacas por millares. Me parto de risa cuando me dicen “fulanito tiene ganado, tiene vacas” ¿Así? les pregunto. ¿Y cuántas tiene? Dos, tres y a veces me han dicho cinco. ¿Y a eso les llamás tener ganado? Pasa lomismo con la tierra. Les decís que aquí los campos se miden por hectáreas y te miran como escuchando un ruido. Asíque nos atravesamos de norte a sur y entramos a Montevideo. Hasta yo quedé sorprendido: Montevideo está igual opeor que cuando yo me fui. Los mismos agujeros en las calles, los ómnibus son los mismos, las veredas rotas en losmismos sitios que yo anduve hace un siglo... es increíble... La llevé a ver los cantegriles de Aparicio Saravia para queoliera las calles, que viera a los botijas desnudos corriendo detrás del auto pidiendo limosna...

–¿Y qué te dice? Le parecerá mentira...

–Claro. Hacete a la idea de que viven en un mundo diferente, es distinto al nuestro. Por pobres que sean son ricos silos comparás con lo que tenés acá. Ella es azafata y viaja todas las semanas. Ese es un tema que quiero hablar conti-go. Bueno, viaja todas las semanas pero nunca salió de Carrasco y cuando yo le decía que a quince minutos del centroestaban los cantegriles me decía que exageraba, que no podía ser, que me lo estaba inventando. También quise queviera otras cosas, las playas, La Floresta, Salinas, Piriápolis, porque si no no la voy a poder convencer para venirnospara aquí.

–¿En serio te querés venir? Mirá que aquí la cosa está brava, pensátelo bien.

–Mirá hermano, si vendemos lo que tenemos, nos venimos con guita, bastante guita...

–Sí, te venís con guita, pero la guita se acaba pronto si no la movés; aquí un peso es un dólar.

–Ya lo vimos. En un mes gastamos en comida el doble que en España, es cierto que comemos en restoranes, pero sí,todo está carísimo, pero ahí entrás vos. Quería pedirte que me asesoraras.

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–Contá conmigo Negro. Yo siempre creí en vos y vos nunca me fallaste, contá conmigo.

–Ya lo sé, por eso estoy aquí y no en otro lado, porque cuento contigo.

–¿Y tus hermanos, tu familia?, ellos son bancarios y te pueden decir mejor que yo cómo mover la guita.

–No cuento con ellos. De hecho, hace años que no sabemos unos de otros. Al único que vi fue a mi viejo... y a mi hijo,claro, ah!, y a mi nieto...¿sabías que tengo un nieto?

–No, no lo sabía...

–Pues sí, tengo un nieto y no te imaginás lo raro que suena oirte llamar abuelo. Y vos, ¿qué pasa contigo? ¿Seguíssolo?

–Y sí...sigo solo. Todavía no encontré quien me aguante un mes seguido. Soy un desastre, personalmente soy undesastre. Y el caso es que soy consciente, sé por dónde me vendrán los tiros, pero no hay caso, siempre meto la patacon los mismos asuntos. No tengo arreglo. Y mirá que a veces me digo debe ser lindo compartir la vida con una mujer ycuando digo compartir quiero decir exactamente eso, no pasar unos días juntos y al final sentir que lo único que com-partís es la cama, ¿me entendés? Pero sé que para eso tengo que cambiar muchas cosas....y no tengo ganas...desdeque murió mi vieja vivo aquí, solo, le compré a mi hermano su parte y me quedé aquí, con el jardín y las gaviotas de laplaya. La soledad no me molesta, estoy acostumbrado.

–Pues yo soy todo lo contrario, no sé vivir solo. De botija vivía enamorado...me enamoré de todas las chiquilinas delbarrio. Ninguna me dió pelota, pero yo insistía, insistía, pero no había nada que hacer. Ni Ana María, Lucilda ¿te acor-dás de Lucilda, del Rodó?. Después Beatriz, una piba del barrio que la madre le prohibió verse conmigo, hasta que apa-reció Teresa. Parece mentira...pensar que por ella abandoné todo... para meterme en una historia que terminó de lapeor forma posible. Una cosa que no te conté es que fue a verme a Punta Carretas cuando estuve preso la primeravez. ¿A qué venís? le dije. Entre vos y yo hace tiempo que no hay nada. Andate, no quiero verte...

–¡La puta que la parió...que su madre sería una santa, pero ella te cagó bien de bute!

–Ya lo creo...además en esa época yo y la Negra éramos demasiado...pero antes de eso yo seguía buscando y buscan-do...en fin, Elsa la Gallega, la gorda Estela, Lía, ¿te acordás de Lía?

–¡Claro que me acuerdo! ¡Cómo no me voy a acordar si era la guacha más linda que conocí...y cuando supe que esta-ba contigo casi me da un ataque...¿fue lindo, verdad? A propósito, ¿sabés que la Gallega murió en Buenos Aires?

–Sí, me enteré hace tres o cuatro años, cuando empecé a pensar en volver. Fue un golpe tremendo, por los detalles delas torturas, la situación de sus hijas... tremendo, espantoso...Algunas veces he soñado con ella, un sueño que se harepetido varias veces...ella se acerca a mí, como la primera vez que nos besamos, con sus grandes ojos y aquella son-risa y cuando voy a besarla desaparece...nos conocimos en un mal momento para mí y ella todavía era muy inmadura,nada que ver con la mujer que se fue a la Argentina con el Pata Cataldo, uno de los porteños. Empezamos nuestra rela-ción cuando intentamos rescatar del tren a los cañeros que habían asaltado el banco en Rivera y Arrazcaeta.Viajábamos todos los viernes hasta Artigas en el mismo vagón en que se hacía el traslado de los presos, simulando unarelación amorosa, y creo que los dos lo pasamos tan bien que cuando el rescate se descartó los dos nos encontramoscon que a partir de ese momento nos faltaba algo... la cercanía y las demostraciones de cariño que habíamos simuladoante el resto del pasaje, y de mutuo acuerdo decidimos intentar mantenerla... y no pudimos. La relación con Lía fuediferente. Aparentemente nos nos unía nada más que el sexo, pero era un juego que los dos jugamos sin proponérnos-lo, sin ponernos de acuerdo. Empezó cuando la armería El cazador. Ella me estaba pinchando por mi relación con lasgurisas del grupo, y yo ni me había planteado nada con ella, pero en ese momento se me cruzaron los cables y la invitéa cenar. Aceptó, sin saber adónde iríamos. En esa época yo tenía la Triumph, ¿te acordás?, y la monté atrás. Enfilé laRambla, me metí en la Interbalnearia a 120 y llegamos a Piriápolis. Durante el camino yo sentía como ella se agarrabaa mí y las tetas se apretaban contra mi espalda. Yo me hice el disimulado, la llevé a cenar y la invité a quedarnos. Puessí, nos podemos quedar... creí que no te ibas a atrever a pedírmelo, me dijo. Estuvimos juntos un año y lo vivimos comolocos. Hicimos un viaje en moto por la costa hasta Punta del Diablo, durmiendo y comiendo entre las dunas, viendo salirel sol, la luna, desnudos a la sombra de los pinos. Cuando yo tuve que pasar a la clandestinidad, me dijo que no podríasoportar que yo me jugara para verla, es mejor que lo dejemos, me dijo. Cuando supe que había muerto intentando salirde un cerco cerca de Soriano, casi me muero. Nunca sabré porqué decidió seguir en la Organización sin que yo meenterara y cómo llegó a la columna del interior. Seguro que fue cuando se montó el despelote organizativo del 72...

–Son los misterios que nos rodean, Negro. Yo quiero hablar contigo porque vos sabés la parte que nadie quiere que sesepa, los entretelones de toda esta historia que no sabemos adónde nos lleva. Ya está lloviendo. ¿Por qué nos nosvamos a mi casa, comemos y seguimos hablando?

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–Vamos, pero a las once me vienen a buscar. Quiero que conozcas a Lucía, si estás de acuerdo, para que ella haga deenlace entre nosotros de ahora en adelante. ¿Te parece bien?

–Hermano, lo que te parezca bien estará bien para mí.

–Ya, pero no quería decidir nada sin consultarte. ¿Qué tenés para comer?

–Milanesas que me sobraron del mediodía y podemos hacer una ensalada; tengo helados, dulce de leche, fruta...

–¿Vino no tenés?

–¡Claro que tengo! pero como me dijiste que no tomabas más no te quise decir nada.

–¿San Ramón o Casco Viejo?

–Casco Viejo debo tener alguna botella, el San Ramón ya no existe. Tengo unas botellas que están dabuten de Carrauy otras de Stagnari, ya me dirás algo cuando las pruebes.

–¿Te acordás del vino que hacían los jesuítas ¿cómo se llamaba? Era algo así como Claude de Sant Année, verdad?

– No te lo sabría decir, no me acuerdo. De lo que me acuerdo es del pedo que nos agarramos aquella noche que hici-mos el asado en la casilla de los pescadores junto al faro de Punta Carretas. ¡Qué locura!, yo no sé cómo no nos mata-mos con las motos...estaba aquel pibe que devolvió el millón de pesos que se encontró en la calle, ¡qué gilada!. ¿Teacordás cómo se llamaba? Estaba peor que nosotros...¡que ya es decir! ¿eh?

–Maneiro, Tito Maneiro. Era pescador, ¿y cómo se llamaba el otro, aquel raro que también pescaba?

–Juan, Juan Torradefló. Se divorció y terminó casándose con Doris. ¿Te acordarás de Doris?

–Claro que me acuerdo. Estuve un tiempo viviendo en casa de Teresa Labrocca, en la calle Bompland y ella vivía dos otres casas antes. La veía seguido y nunca me reconoció. ¿Sabés con quien me encontré hace poco, en un super porMalvín: a César Ruiz Díaz, aquel que era pintor. Estuve a su lado mirando las estanterías y al salir le pregunté cómo sellegaba a Avenida Italia. ¡Mirá vos si yo tengo que preguntar por Avenida Italia!

–¿Y por qué le preguntaste?

–Por joder nomás, para comprobar que nadie me reconoce, por nada más.

–Es que nadie espera verte en Montevideo.

–Ya lo sé. En mi situación el sitio más seguro es éste. Mirá, cuando estábamos con la Negra en el 9º de Caballería,teníamos preparado un plan de fuga por si las cosas se ponían peor de lo que estaban. Mi vieja me pasó en una visitaunos metros de tansa de pescar y nos hicimos una cuerda con la tansa y la lana que sacamos de un buzo tejido amano. Nos íbamos a ir un sábado por la noche y los milicos no se enterarían hasta el domingo al mediodía, y el sitiodonde nos íbamos a vestir y salir rajando era mi casa. Si se avivaban antes ¿quién nos iba a buscar en mi casa?Nadie. Al final no lo tuvimos que hacer y la cuerda la llevamos con el equipaje, de recuerdo. Sí, está bueno, pero no mesirvas más. Dejame descansar un poco que no estoy acostumbrado... Cuando sea la hora. tengo que salir a buscarla.Sí, es posible que se quede a cenar...cuando venga que ella decida.

–¿Sabe quien sos?

–Se lo tuve que decir. Al principio no, pero se lo tuve que decir porque ella criticaba cosas de mi carácter y las interpre-taba como defectos y empezamos a tener problemas. Al final un día me dijo que sentía que yo le ocultaba algo y se losolté y le conté mi vida. Al principio se creyó que le estaba contando una novela, hasta que se convenció y aquí esta-mos, haciendo planes para venirnos. A propósito, un encargo que te quiero hacer es que me encuentres una casa,desde Solymar hasta Salinas. No quiero lujos, quiero comodidad. Cerca de la playa, y si desde la casa se ve el mar,mejor. Ese es el único lujo que admitiría, para ver salir la luna y los amaneceres desde casa...¡qué maravilla!

–¿Querés comprar...? ¿Vos sabés lo que cuesta una casa que esté bien?

–Vos buscala y después vemos. Ya te dije que tengo algo de guita y puedo vender cosas que tengo en España. Ya ledejé caer a mi socio que tengo ganas de volverme y si lo hago él está dispuesto a comprar mi parte. No es buenmomento, pero me dijo que sí, que antes de que se la venda a otro me compra él.

–¿Y se puede saber a que te dedicás?

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–Zapatos. Fabrico zapatos. Cuando llegamos a España no conocíamos a nadie; llegamos con 500 dólares, que al cam-bio eran 30.000 pesetas. El viejo Cristi nos dió unos dólares para los pasajes y el jefe del 9º me dió otros 500 que erande los tupas y otros pocos me los consiguió mi Viejo. Al final nos quedaron los 500 que te digo y con eso nos tuvimosque arreglar. No teniamos casa ni conocíamos a nadie, así que nos metimos en una pensión y comíamos en sitios bara-tos. La Negra consiguió un laburo en un despacho de abogados con un diploma que yo le hice y empezamos de cero.Ella estaba embarazada y no lo sabíamos. Eso fue un problema al principio pero lo resolvimos bien porque en Españateníamos medicina por la Seguridad Social que es lo que nosotros llamábamos la socialización de la medicina, que eraun objetivo inalcanzable y allí lo teníamos por el simple hecho de que la Negra tenía laburo.

–¿Pero la Negra terminó Derecho?

–No, le faltaron un par de años, pero en esa época era sencillo revalidar los títulos, así que pasó sin problemas. Y a tra-vés del despacho conoció a un tipo que tenía una fábrica de zapatos y un día le dijo: mi marido dice que en España nohay ningún zapato como los suyos, que los de ustedes son muy duros de suela. El tipo se mostró interesado y un díaquedamos para vernos. Yo le mostré los Gallarate, anchos, de punta cuadrada. ¿te acordás? y el tipo se quedó tarumbacon mis tarros. Me preguntó si yo sabía de qué suela estaban hechos y le dije que suela de vaca, pero que el secretoestaba en el tratamiento que se le daba, que yo lo conocía y era muy sencillo. Me quiso comprar el método y yo le dijeque no, que era muy fácil y que a poco que él se pusiera a pensar lo descubriría y que no le podía cobrar por algo queno valía nada. Para convencerlo le conté el chiste del muerto que está en el cajón y la peluca se le cae. La esposa,doliente, se la arregla tres o cuatro veces hasta que al final llama al de las pompas fúnebres y le dice: a mi marido se lecae la peluca. No se preocupe, señora, le contesta el tipo. Yo se lo arreglo. Al rato vuelve y le dice a la señora: ya está,solucionado. ¿Le debo algo? pregunta la mujer. No, nada, le responde. Y como la señora seguía insistiendo con pagar-le, le dice: señora ¿qué le voy a cobrar por un clavito? Yo creí que se moría de la risa, no podía parar de reir. Al final mepreguntó a qué me dedicaba y le digo organizador, me dedico a organizar personas, a encuadrarlas de acuerdo a unplan de trabajo y que tenía experiencia en eso de unos cuantos años. No le dije qué clase de gente me había dedicadoa organizar ni para qué, pero el tipo se mostró interesado y me propuso visitar la fábrica. Sí, servime otro.

–Mirá que son cerca de las once...

–Entonces dejalo para después, la voy a buscar y seguimos.

Volvieron pasados unos pocos minutos, señal de que Lucía fue puntual. Hechas las presentaciones de rigor Gustavolevantó su vaso y nos propuso un brindis por el futuro. Por el futuro y por nosotros, dijo Lucía. Amén, respondí. Ellaaceptó las milanesas que le ofrecí y Gustavo retomó su relato.

–Como te decía, me llevó a la fábrica, que estaba en la misma provincia donde vivíamos, en Alicante, en una ciudad lla-mada Elche. Más de la mitad de la gente vivía de los zapatos. La fábrica de este hombre era una de las más importan-tes, pero no la que más. La más importante era la de un italiano hijo de una familia que fabricaba maquinaria para elcalzado, maquinaria que llegaba a España por carretera sin pasar aduanas: contrabando puro y duro, con lo que loscostos eran mucho más bajos y además las máquinas eran mejores y más modernas que las nuestras. Me mostró eltaller y me señalaba las máquinas: taloneras, moldeadoras, cosedoras, etcétera, etcétera. Cuando terminó va y medice: ¿Y? ¿Qué le parece? Que no tengo ni idea, le dije. Es la primera vez que veo una fábrica de zapatos. Tendré queenterarme. Abrió un cajón de un armario y sacó unos archivadores y me dijo que me los llevara y los estudiara. En unasemana tenía una idea aproximada del proceso de fabricación y tardé otra más en saber las características de lamaquinaria que teníamos, que por la fecha de los contratos de compra la más nueva tenía quince años. Entremedias leconté el secreto de las suelas: vaselina, se dejan en vaselina caliente un par de horas, luego se dejan secar y ¡salute!¿Qué le voy a cobrar por un clavito? A medida que iba conociendo el proceso le fui preguntando cosas que el tipo melas aclaraba. Resumiendo, que yo veía que el taller trabajaba muy bien pero que se tardaba mucho en cada par dezapatos. El caso es que la gente no se despegaba de las máquinas más que para ir a mear, por lo que el problema erala maquinaria, muy lenta. En la misma zona había fábricas de maquinaria y empecé a interesarme por ellas y así entréen contacto con una que estaba dispuesta a financiar la renovación de las nuestras y así poder entrar a competir.Entonces le presenté el plan que tenía y el tipo me dijo que se lo pensaría. En realidad lo que quería era consultar conla mujer, una alemana tipo Anita Ekberg. Una mañana se presentó en la fábrica (yo no tenía nada que hacer, el tipo mepagaba el viático así que yo estaba allí todas las mañanas) y me dice: ¡usted tiene que ser el que quiere arruinar a mimarido! ¡Qué va!, le respondí. Su marido me ha pedido un informe y yo se lo he preparado, nada más. La decisión essuya. ¡Claro, como el dinero no es suyo...! Señora, si el dinero fuera mío y tuviera el plan que tengo, yo no tendríadudas. Así que al otro día el tipo me dice: estuve hablando con mi mujer y quiero proponerle algo: le vendo una partede la empresa, entre el 30 y el 40% y ponemos su plan en marcha. Usted se hace cargo de la producción y tendrá unsueldo más bajo que el mío en la misma proporción. Con eso puede pagar el crédito que mi banco está dispuesto aconcederle siempre y cuando yo salga de garantía. Si las cosas van bien, como espero, no pierdo nada, al contrario. Ysi van mal, no pierdo más que lo que puedo perder siguiendo como estoy. ¿Qué le parece? Me parece bien, le contesté.Así me hice zapatero, ¿viste?

–¡Qué orto tuviste, hermano! Enseguida de llegar ya estabas colocado...

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–Bueno, colocado no, tenía un trabajo, un sueldo y una deuda de un montón de guita. Yo no quería cagar a un tipo queestaba confiando en mí casi sin conocerme, el asunto era peliagudo y tenía que apechugar.

–Ves, en eso también somos diferentes. Yo nunca me hubiera metido en una aventura como esa.

–Loco, yo me metí y salí de aventuras más jodidas que esa, así que me tenía fe. Ahora, te tengo que reconocer unacosa: tengo un dios aparte. No sé quien es, si es el de los cristianos o el de los chinos, pero lo tengo: yo estoy vivo por-que me detuvo el Florida. Con la fama que tenía, si caigo en cualquier otro sitio soy boleta segura. Pero en el Floridaestaba el gordo Calcagno, un tipo que es primo de la mujer de mi tío Roberto, y yo ni sabía que existía. Cuando memandaron al plantón, me tomé dos tubos de Valium 10, porque estaba convencido de que me harían mierda. Cuandome desperté en la enfermería va un tipo y me dice: soy el capitán Calcagno, y me suelta lo del parentesco. Y despuéspregunta: ¿por qué hiciste eso? Porque soy el que soy y me van a reventar, le dije. Aquí no te va a tocar nadie, me con-testó. Estás bajo mi responsabilidad. Y así fue. No me tocaron nunca.

–¿Vos no jugás a la lotería?

–¿Para qué? Ya me tocaron todos los premios gordos. Sería tirar la guita, ¿no te parece? Bueno, llevo hablando másde cuatro horas. Vamos a concretar lo de Lucía: ella viene y te deja una carta mía en el buzón o te la da en mano siestás. Ella tarda 24 horas en volver, así que si la cosa es urgente, se pone en contacto contigo dentro de esas horas, ysi no hay nada urgente vuelve a la semana siguiente. Tratará de que sea más o menos siempre a la misma hora, entrelas doce y la una, ¿OK los dos?

–OK, le respondimos.

Fui por otra botella de vino. ¿Cómo encontrás Montevideo?, pregunté.

–Un desastre. Es como si no me hubiera ido nunca, todo está igual. Los mismos agujeros en las calles, las mismasveredas rotas, ya te lo dije. Lo único distinto que encontré son la cárcel y las casas que hay donde estaba el Florida. Ledije a Lucía: te voy a mostrar la cárcel y me encontré un centro comercial... Así que lo único que le pude mostrar es lapuerta, lo único que queda de la cárcel. Estuvimos dando vueltas por adentro y no fui capaz de saber por dónde estabami primera celda, la 259, en la tercera planta. Estuve en el aparcamiento, más o menos por donde estaba el hospital ynos fuimos a ver las casas por donde salimos con el Abuso. Está todo igual. Me fui a Rizal a ver el cuartel y no loencontré. Le dije a un vecino que pasaba por allí oiga, ¿el Florida no estaba aquí? Estaba, me dijo, y siguió andando.No me dió más pelota... Otra cosa que hice fue calcular el lugar donde estaba la puerta interior de la cárcel, la que temarcaba para el resto. Todavía me acuerdo del ruido del golpe al cerrarse la primera vez. Recién en ese momento fuiconsciente de que estaba preso. Estaba de espaldas, oí el ruido y no me atreví a darme la vuelta... para mí fue impre-sionante. En una librería que hay en el Shoping, creo que se llama Zahira, vi un librito que se llama Alto el fuego y loestuve hojeando, ¿lo conocés?

–Claro que lo conozco. Yo tengo uno de las primeras ediciones, si querés te lo presto.

Me fui a la biblioteca y se lo traje. ¿Y éstos quienes son? –preguntó refiriéndose a los autores– no los conozco de nada.

–Son dos chantas. El libro en sí es una mierda. Pero vale la pena que te lo leas para hacerte una idea de lo que se dijode vos por estos lares.

–Me lo imagino.

–No, no te lo podés imaginar, tenés que verlo escrito. Leete lo de Fassano.

Se sirvió otro vaso y se puso a leer en silencio. De vez en cuando movía la cabeza negando y otras veces esbozabauna sonrisa. Cuando terminó de leer me dijo “algún día le ajustaré las cuentas, no tengo prisa. Antes tengo cosas másimportantes que hacer” Había tanta determinación en su mirada que no tuve dudas de que algún día lo hará. Me devol-vió el libro y me dijo que lo compraría para leerlo con más calma.

–¿Tenés más?

–Sí, tengo otros de Marenales y de Fernández Huidobro.

Se los di y empezó a leer páginas al azar. Estos no me interesan para nada, me dijo al devolvérmelos. Eran casi lastres de la mañana cuando decidieron irse.

–¿Por qué no se quedan?, hay sitio para dormir.

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–No, mejor nos vamos. Tenemos cosas que hacer y quiero acercarme al cementerio por mi vieja. Después tenemos quevolver a Rivera a devolver el auto y hacer el camino a la inversa. Pasado mañana tenemos que volver a España, que senos acaban las vacaciones.

Los acompañé al auto. Nos dimos un abrazo y nos deseamos suerte. Al despedirme de Lucía le dije: cuidalo mucho,mirá que cuando el Negro nació se rompió el molde. Es un ejemplar único...

A las pocas horas, al despertarme, entre las brumas del sueño y los nubarrones del vino me pareció que la presenciade Gustavo no había sido real, que todo era producto de un sueño. Pero tenía que ser real, porque si no qué hacíanaquellos libros junto a las botellas de vino, quién carajo había compartido su contenido conmigo... Resolví guardar lasbotellas como recuerdo.

Al cabo de dos semanas, cerca de la una, llegó Lucía, muy elegante con su uniforme de verano. Una camioneta deAerolíneas Argentinas la esperaba en la rambla, frente a casa. Me entregó un sobre y me dijo de parte de Gustavo.Tengo que irme, vamos con retraso. Saludos...Rompí el sobre y seguí con el mate. Después de agradecerme nueva-mente servirle de consejero, se refirió al libro de Silva y Caula. No se puede mentir más en tan pocas páginas, medecía. Por ahora no puedo hacer nada, veremos a mi vuelta. Decidí que esa misma tarde iniciaría la búsqueda de lacasa. Pasados dos meses la encontré. Hice unas fotos y junto con las condiciones para la compra se las entregué aLucía a la semana siguiente. A la siguiente, junto con la carta de Gustavo Lucía me entregó otro sobre: los 30.000 de laentrada, me dijo. Fírmala tú y la semana siguiente vendré con más tiempo a firmar el contrato. ¿Vale?

–De acuerdo, le contesté.

Me reuní con el dueño de la casa y empezamos los trámites de la compraventa. Terminados, me entregó las llaves yme fui directamente a la casa, “la casa de Gustavo”, me dije. Aparqué la moto en el jardín y antes de entrar en la casadi una vuelta por los alrededores. El terreno era bastante extenso, lleno de pinos y en un claro había una mesa ampliarodeada de bancos. No está nada mal, pensé. El ambiente era cálido pese al otoño; es por los pinos, me dije. A mediocamino en dirección a la playa ya se oía el mar. Me subí a una duna y contemplé las olas. Me volví en dirección a lacasa, entré y fui recorriendo las habitaciones mientras mentalmente tomaba nota de lo que consideraba que había quereparar o mejorar. Poca cosa, Gustavo, para cuando vuelvas estará todo listo. Desde la planta alta, saliendo a la terrazase oía el ruido de las olas y desde un ángulo se podían verlas barrer la arena. Cientos de gaviotas levantaron vuelo yse lanzaron mar adentro, chillando a más no poder. Le va a gustar, seguro, pensaba. Es cara pero le gustará. Entré algarage y comprobé las llaves generales de la luz y el agua. Todo correcto, nos vamos a casita.

Descorché una botella de Stagnari y comencé a preparar el informe que entregaría a Lucía en su próxima visita. En esemomento tomé consciencia de lo poco que la tenía en cuenta a ella: siempre pensaba o me refería a Gustavo y a ella ladejaba de lado. Tengo que cambiar esto, me propuse. Son una pareja. ¿Cómo se habrán conocido? Una azafata y unex tupa convertido en industrial no se encuentran por casualidad. ¿O sí? Andá a saber cómo se conocieron, ¿y a míqué me importa? me dije al tercer vaso. Por lo menos es veinte años menor que él, pensé cuando el cuarto ya habíadesaparecido.

Cuando llegó Lucía intercambiamos nuestros sobres y le hice un pequeño informe acerca de la casa. A Gustavo le va agustar, bueno, a vos también te va a gustar, le dije. Quedé con el dueño en avisarle cuando venís a firmar. No te olvi-des de avisarme con tiempo. Dale saludos al Negro.

Antes de un mes estaba concretada la documentación. Hicimos unas copias para que yo pudiera encargarme de hacerlos cambios necesarios para los recibos de la luz, el agua y los impuestos municipales. Todos los fines de semana iba ala casa, abría las ventanas y dejaba que el olor a pino y agua salada inundaran las habitaciones. Encendía la estufa yme sentaba a imaginarme las tardes y las noches de invierno charlando y charlando. ¡Tenemos mucho que hablar,Gustavito, a ver si te venís pronto... Tardó tres años. Tres años durante los cuales intercambiamos cartas, libros y bote-llas de vino. Lucía llegaba puntual cada semana y se marchaba tan rápidamente como había llegado. Estamos tardandomucho en vender aquí, me decía Gustavo. No es buen momento para vender y no quiero vender en malas condiciones.Mi socio se está haciendo el remolón y me ha ofrecido la mitad de lo que habíamos acordado. Ya veremos... En marzode 2001 por fin Lucía me dijo nos venimos el mes que viene. Aunque yo voy a seguir trabajando Gustavo tiene todo apunto. El mes que viene, si Dios quiere.

–¿Y si no quiere, qué pasa?, le dije.

–Pues lo tendrá que arreglar Gustavo, me contestó.

Llegamos el 12 a las 13,00. ¿Nos podés ir a buscar? Gracias. Gustavo. Así de cortita fue la última carta. Por la mañanalavé la camioneta, le pasé la aspiradora y llené el tanque. Impaciente, aunque faltaba más de una hora, me fui aCarrasco. Me metí en el aparcamiento y me fui a comprar el diario. Un libro me llamó la atención: La piel del otro, poníaen la tapa. La novela de Héctor Amodio Pérez. Agarré uno y empecé a leer: “El caso Amodio es quizás el suceso másenigmático, contradictorio y tabú de la historia de los tupamaros....Hugo Fontana emprende en este libro un asedio al

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misterio...la piel del otro es reconstrucción histórica...” ¡Vaya puta casualidad! me dije. Me lo quedo, le dije al librero.Mientras esperaba me puse a leer al azar: más de lo mismo, pensé. Otro que hace negocio con la vida del Negro...Loenvolví con el diario y miré la hora. Ya no pueden tardar...pero pasaban los minutos, los pasajeros fueron saliendo yGustavo no aparecía. De pronto reconocí a Lucía. Empujaba una silla de ruedas y en la silla venía un hombre que portodas las señas era ciego. Se acercaron a mí y Lucía me extendió un formulario para que lo firmara. Me los quedémirando mudo de asombro y por fin pude decir: ¿Negro, qué te pasó?

–No me pasa nada, no seas boludo, firmá y sacame de aquí de una vez.

Nos fuimos al aparcamiento y en el recorrido hasta la camioneta todo el mundo se apartaba y nos cedía el paso. Unpolicía de uniforme que estaba de guardia se acercó a nosotros y me ofreció ayuda. Yo no supe qué decir ni qué hacerhasta que oí a Gustavo darle las gracias al policía. Salimos en silencio del aparcamiento y apenas unos cientos demetros fuera se quitó los lentes y dobló el bastón.

–Es que es la primera vez que aterrizo en Carrasco, me tenía que asegurar.

–No te hubiera reconocido ni tu madre, le dije. Con ese pelo y la barba estás muy bien.

–¿Y qué me decís de los ojos? preguntó mientras giraba la cabeza.

–¡Qué hiciste!!! ¿te operaste los ojos?

–Son lentillas, también tengo otras verdes. Vamos a tu casa directo. Lucía viene luego con las valijas. ¿Creés que pode-mos ir a la casa hoy mismo? Tengo ganas de comer asado, ¿no te dije que como carne otra vez?

–Vamos a la carnicería, lo compramos y lo hacemos después en la casa. Tiene un parrillero macanudo, ya verás... Apropósito, mirá lo que compré mientras te esperaba en el aeropuerto...está con el diario...abrilo y mirá...

–¿Y este Fontana quién es?, me preguntó.

–Otro chanta, pero un poco más serio, me parece. Lleva años escribiendo, es lo que te puedo decir. Parece que fue deaquí para allá preguntando sobre vos y publica lo que le dijeron, creo, por lo que estuve leyendo mientras te esperaba.

–Parece interesante, por lo menos está mejor impreso y se puede leer...ya veremos...lo que dice al principio se parecebastante a la realidad...habrá que ver el resto...

Como a las cuatro salimos hacia la casa. En el puente Carrasco compramos la carne, los chorizos y unos chinchulines.¿Y eso qué es? preguntó Lucía.

–No te lo decimos porque si no no los comes, le respondió Gustavo.

Unos kilómetros más adelante le dije es esa, señalando la casa. ¿Qué te parece?

Durante un rato se mantuvo callado, mirando la casa, el jardín y los árboles que la rodeaban. Por fin abrió la puerta dela camioneta y se bajó. Hundió los pies en la pinocha que bordeaba el camino y esperó a que bajáramos Lucía y yo.

–¿Qué esperás para abrir?

–Antes tengo que enchufar la general, le dije. Tengo cortada la luz...

Cumplido el trámite entramos. Vamos a empezar por arriba, quiero saber qué te parece el panorama, le dije mientrasenfilaba la escalera. Salió a la terraza; el sol, a pesar de ser de abril la había calentado con fuerza y todavía guardabacalor. El aire era limpio y el mar se veía azul, con la espuma de las olas brillantes por la luz, la brisa movía las ramas delos pinos y se oía el silbido del aire. Lucía y yo esperábamos impacientes. Por fin nos dijo ¡ésto es lo que quería! ¡yacon ésto me conformo!

–Esperá a ver el resto antes de hablar, no sea que no te guste, le dije.

–Me gusta, ya creo que me gusta, sabía que podía confiar en vos. Los muebles no están mal del todo pero los cambia-remos, ¿verdad niña? Lo pondremos más funcional, más moderno, ¿te parece? Sobre todo la cocina, necesitamos unacocina cómoda, como las de antes, cuando las casas eran casas y no cajas de zapatos. Mientras podemos tirar untiempo con lo que hay. Tenemos que mejorar los armarios...mirá estas sábanas, que tela más rara...

–Es tela de paracaídas, me lo dijo el dueño, piloto militar...

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–¿Así que piloto militar? Mirá qué casualidad, me persiguen los militares, pero nunca tuve trato con la fuerza aérea... sihay algo que a vos te venga bien, te lo llevás sin problemas, nosotros lo vamos a cambiar todo.

–Vení a ver el parrillero qué te parece...

–Esto en España vale una fortuna. Mirá vos, la mesa y los bancos de pino macizo...y qué lujo el parrillero, aquí podésasar lo que quieras y además está muy bien hecho... pero mirá vos...la leña es de coronilla...de lo mejor. Bueno, a ver sime acuerdo y lo estrenamos luego...

–Apurate, le dije. Ya son más de las seis, y a este paso no comemos ni a las once...

–Ahora no me vengás con apuros, que las cosas llevan su tiempo. Dejamos el fuego preparado y nos vamos a dar unpaseo por la playa. Llevo treinta años esperando este momento.

Cuando volvimos las brasas estaban casi listas. Las desparramó con cuidado, colocó la parrilla a la altura conveniente ysobre ella los chinchulines, después los chorizos y por último la carne. Con la cadena le dio a la parrilla la inclinaciónque necesitaba. ¡Sólo me falta una caña, como en los viejos tiempos, me dijo. Me levanté y de la camioneta traje unabotella de Espinillar.

–Tomá, la traje para vos, tiene diez años...¡como en los viejos tiempos!

–Hermano, sos un fenómeno, no se te escapa una...

Mientras el asado se iba haciendo lentamente nos bebimos un par de cañas. A Lucía le pareció demasiado fuerte y dejósu vaso sin terminar. Hemos dejado la guita colocada en España, nos parece más seguro. Hemos traído algo de efecti-vo en euros, la moneda nueva, y los dos tenemos tarjetas de crédito, empezó diciendo. Por ahora no vamos a empezarnada acá. Primero quiero aclimatarme y conocer las cosas más de cerca. Lucía va a seguir trabajando, y aunque laguita es de los dos, la tenemos en cuentas separadas, por las dudas. No estamos casados, pero para nosotros eso notiene ninguna importancia ¿ta?

–¿Y si algún día te pasa algo? le pregunté.

–La casa estará a su nombre y por la guita ya tenemos los papeles preparados. Ella y su hijo lo heredarán todo.

–No sabía que Lucía tenía un hijo. También se viene...?

–Por ahora no. Se lo dijimos pero prefirió quedarse con los abuelos. Mi relación con él no es todo lo buena que quisiera,pero es la que hay. Espero que con el tiempo esa relación mejore. Ahora tiene quince años y sigue siendo un niño...noentiendo a la juventud actual, yo a su edad tenía ilusiones, planes de futuro, luchaba por las cosas que quería...

–¿Y de qué te sirvió, Negro? Mirá cómo terminaste...vos hiciste tu vida y en el camino fuiste abandonando cosas, lafamilia, tu hijo, los amigos...tenías una ilusión y por una ilusión te cargaste la vida. ¿Alguna vez te preguntaste si te valióla pena?

Lo que decís es cierto, me contestó. Y más de una vez, en los momentos de bajonazo me arrepentí de muchas cosas ysi hubiera podido darme patadas en el culo te aseguro que me las hubiera dado. Pero yo lucho por conseguir las cosas,no por ambición, sino porque si no luchás estás liquidado. Es un problema de cabeza y de carácter...ya sé que más deuna vez eso me trajo más males que beneficios, pero soy así...una vez el viejo Cristi me estaba chantajeando, bueno,me chantajeó más de una vez, él sabía que yo tenía un acuerdo con los milicos, sí, tuve un acuerdo, ya te lo contaré,pero el jefe era él, yo podía tener acuerdos con cuarenta, pero el jefe, el capo era él y me lo estaba dando a entender.Fue cuando la conferencia de prensa en el IMES, ¿te acordás? Trabal me trajo unos papeles de parte del viejo paraque los leyera. Eran unos disparates: que yo había pedido la baja del MLN porque no quería ser cómplice de asesinos,que mis ex compañeros eran unos malos uruguayos, que estaban hundiendo el país, ¡qué se yo, imaginate lo que unmilico como Cristi podía decir...yo no leo esto, le dije a Trabal, que venga y lo lea él. Pues al general no le va a gustar,me dijo. Lo redactó personalmente. Pues que se limpie el culo, le respondí. Al rato viene y me dice que me ponga alteléfono, y es cuando Cristi empieza a chantajearme, que si tal que si cual pero que el jefe era él y yo no era más queuna rata de cloaca. Y usted un hijo de puta, le dije. Y no leí los putos papeles... me jugué la vida, pero no los leí. Vamosa comer y después seguimos, ¿te parece?

Cuando retomamos el tema ya habíamos dado cuenta de los chorizos, los chinchulines y parte del asado.

–Mirá hermano, yo estoy de vuelta de muchas cosas. Cuando yo era un botija, lo que quería era crecer y hacerme inde-pendiente, lo mismo que vos ¿o no? ¿sí? bueno, ¿qué hicimos?: trabajar. Otros, que querían lo mismo que nosotros,estudiaron. ¿Y para qué estudiaron?: para poder trabajar. El trabajo siempre estuvo presente en nuestras vidas: lomamamos desde chicos. Nos criamos en la cultura del trabajo.Y si queríamos algo lo teníamos que ganar, sabíamos

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que era así y nunca nos molestó, al contrario, era un orgullo saber que vos te lo habías trabajado. Hoy es al revés:hemos acostumbrado a nuestros hijos a tenerlo todo, que se merecen todo, que no hace falta luchar por nada porquepapá y mamá ya se sacrificaron para que el nene de la casa no tenga que hacerlo. Y eso es una soberana cagada.Trasladá eso mismo a los países y decime si no tengo razón: ¿qué nos dejó el viejo Batlle? Nos dejó la idea de queteníamos que esperarlo todo de papá Estado, que no teníamos que laburar demasiado porque el Uruguay nos daría loque necesitáramos. Como dice una canción de Manuel Picón, “si hasta dios era uruguayo”. Acordate cómo criticábamosa los gallegos que venían a trabajar acá porque trabajaban como burros. Pues te digo una cosa: yo hice lo mismo quelos gallegos aquí. Trabajé como un burro: más de diez horas todos los días durante años. Y cuando mi socio me pusode jefe de producción ¿sabés lo que hice? A las primeras de cambio les aumenté el sueldo a los empleados y les mejo-ramos las condiciones de trabajo. ¿Y sabés lo que pasó? ¡Que la producción bajó un cuarenta por ciento! Al final tuvi-mos que echarlos a todos: nos costó un montón de guita mi gilada sindicalista. Los tipos pensaron: si a nosotros, queno hicimos nada por conseguirlo nos aumentan el sueldo, ¡éstos se están haciendo de oro!

–Tenés razón en parte, pero la gente tiene derecho a vivir mejor, a vivir de su trabajo, tiene derechos que se ganaronhace muchos años y que costó mucho conseguirlos, y que los quiere mantener. Tienen derecho, ¿no?

–¡Claro que tienen derecho!; pero también tienen obligaciones ¿o es que no tienen obligaciones? Imaginate una familiacualquiera, labura el padre, la madre se encarga de la casa y aporta lo que puede y los hijos, que están en condicionesde trabajar, no lo hacen. El padre labura más horas, pero por más que labura no alcanza: hijos, les dice, hay que poner-se a trabajar. ¡Ah no! le dicen los hijos, es tu obligación darme lo que necesito, vos sos el padre...¿absurdo, verdad?Pues con los países pasa igual. Es uno de los errores que cometimos en el MLN. La gente se dijo: si éstos van a hacerla revolución para que yo viva mejor, ¡que la hagan! ¡vivan los tupas! ¿Para qué se iban a comprometer si existían unosgiles que estaban dispuestos a morir por ellos?

–Pero hubo mucha gente que ayudó, que colaboró y que también se lo jugó todo, incluso la vida. No es mi caso, yo mequedé aparte, me dije hasta aquí puedo llegar y no más. Pero mucha gente dio pasos más allá, vos lo sabés bien y nolo podés negar. Los tupas decían que eran la avanzadilla, que detrás de los tupas vendrían las masas, acordate de lacanción de Los Olimareños, “de todas partes vienen los orientales”, decían.

–Sí, y nosotros nos lo creímos, pero no era cierto.

–¡¿Cómo que no era cierto?! ¡¿Y para qué carajo se creó la 70 y el 26 de marzo entonces!? ¡Decime para qué!

–Para crecer, para tener más medios, más casas, más autos, más médicos, más carpinteros, más militantes, más detodo...para el aparato armado, porque era en lo único en quien confiábamos.

–¿Y entoces la debacle del 72 viene por eso? ¿Me querés decir entonces que los que hablan del militarismo tienenrazón?

–Pues sí y no. La debacle viene por culpa del Ejecutivo de esa época, que desató una serie de acciones sin prever lasconsecuencias y de las que hoy nadie quiere hacerse cargo. Incluso Zabalza llegó a decir que el Hipólito era ideamía...de locos, vamos.... Cuando se habla del militarismo se refieren siempre a la 15, para achacarnos a nosotros loserrores de conducción del MLN. Pero es que el MLN era militarista, sólo por las armas conseguiríamos el poder, acor-date qué decían los documentos. En la 15 lo único que hicimos fue cumplir con la línea establecida, nunca actuamospor nuestra cuenta, nunca actuamos autónomamente, nunca hicimos nada que se apartara de lo establecido. Lo quepasó es que estábamos mejor formados, mejor capacitados, era la columna más fuerte y por lo tanto la que más actua-ba y eso se notaba, nada más. También tuvimos más presos y más muertos que las demás columnas. Eso fue así, yecharle la culpa del militarismo a la 15 es para salvaguardar al Ñato y al Bebe, que gozan de fama de políticos y quefueron tan militaristas como yo. Ni más, ni menos. Es así, por más que digan otra cosa, es así.

–Bueno, vos tenés más información que yo para poder estar tan seguro. Pero lo que llama la atención es que todo seviniera abajo tan rápidamente, tan de golpe. Un día el MLN se carga a la plana mayor del escuadrón de la muerte, justodos o tres días después de la segunda fuga tuya y a partir de allí el ejército entra a dar y se acabó todo en cuestión deun par de meses. ¿Qué pasa? nos preguntábamos entonces y ¿qué pasó? te pregunto hoy.

–La cosa viene de lejos, tan de lejos que es anterior al Abuso. El Abuso lo que hace es sacar a la superficie las contra-dicciones que habían en ese momento. No nos dimos cuenta que había dos organizaciones dento del MLN: el Interiorpor un lado y del otro lado, el resto. Yo empecé a darme cuenta después del 14 de abril, cuando el Ruso Rosencofandaba por el interior intentando sin éxito parar al Bebe y Marenales decía que al Bebe había que cortarle la cabeza,que dejarlo sin control era un peligro. ¿Y sabés lo que hicieron para controlarlo? Lo metieron en el Comité Ejecutivo, ledieron más poder todavía. Anda por ahí una carta mía al ejecutivo diciendo que es mi pedido de baja del MLN.¿Cuándo pedí la baja? ¡Nunca! Cualquiera que se lea la carta con objetividad verá que por el tono y por la forma mesiento dentro del MLN, que lo que estoy haciendo es una crítica a la forma de conducirnos. También se dice por ahí queyo me había vuelto pesimista. De pesimismo nada, a menos que se llame pesimismo a señalar con claridad y sinceri-dad una serie de elementos que estaban ahí, que sólo se podían ignorar o soslayar por el desprecio hacia lo organizati-

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vo, sustituído por un voluntarismo absurdo y suicida del que eran portavoces tanto Sendic como Marenales.

–Lo que estás diciendo es muy jodido, ¿sabés? Me estás tirando abajo algunos mitos...¿Tenés esa carta?

–Claro que la tengo, pero ahora no, la tengo que buscar y es muy tarde. Nos tomamos la última y lo dejamos paramañana, ¿te parece?

–Lo dejamos para mañana, sí, pero temprano, me dejás con una espina clavada.

Me serví lo que quedaba. ¡La puta! me dije, no vale la pena dejar tan poquito. Además, en la camioneta tengo dosmás...pero no pude dormir. Lo que Gustavo me estaba contando no tenía nada que ver con lo que se había dicho.Además, ¿quién que no tuviera argumentos podía meterse con dos figuras como Marenales y Sendic, considerados dospersonajes clave de la historia reciente. Sobre todo el Bebe...si bien es cierto que poco antes de morir ya se le estabancuestionando algunas cosas...puteríos políticos, me dije entonces. Fui anotando mentalmente preguntas cuyas respues-tas me tendría que dar Gustavo. Me levanté, me dí una ducha y preparé el mate. Por la segunda cebadura aparecióGustavo en la cocina. ¿Madrugaste? me preguntó. No pude dormir, le dije. Lo que me contaste anoche es muy duro yno hago más que darle vueltas...

–Tomá, esta es la carta. Hace tiempo, cuando me enteré que la habían publicado, la transcribí sin las abreviaturas, paraque se pueda leer con más claridad.

–Hacete cargo del mate, pero no me des. Tomá vos, si querés. Y me puse a leer:

Estimados compañeros: En una oportunidad un compañero me definió como “un perdedor de discusiones tácticas yganador de las estratégicas”. Personalmente, y créanme que sin pedantería creo que tenía razón. Muy larga sería lalista que podría marcar reseñando los hechos y los momentos que corresponden a esas discusiones tácticas, así comoabiertas son las razones por las que en esas discusiones no supe o no pude convencer: falta de claridad en la discu-sión, y falta de voluntad para defender cosas de las que estaba profundamente convencido. Sé que muy larga tambiéndebe ser la lista de errores que ustedes puedan confeccionar. Hace unos cuarenta días planteé al compañero Gastónuna serie de dudas ante el momento que estábamos viviendo, algunas de las cuales se referían a la integración delSecretariado Ejecutivo del Estado Mayor de Montevideo y del similar del Interior, así también como el procedimientoque se siguió para las respectivas integraciones. Lo hice porque, aun sin integrar esos Organismos, recibí en esos díasparte de la información que el Estado Mayor de Montevideo manejaba, y en algunos casos se requirió mi opinión. Yo nopodía entonces pretender, como tampoco lo pretendo hoy, dar una discusión sobre esos puntos, pero tampoco me lospodía callar. El jueves cuatro en una reunión con Octavio que quedamos en continuar el domingo siete lo poco que con-versamos ha servido para convencerme de la inutilidad de esa discusión ya que las cosas se han decidido y yo no soyquién para pretender que ante mis dudas estas discusiones sean rediscutidas, así como tampoco me creo en el dere-cho de restarle a Uds. el tiempo que la discusión de esas dudas les insumiría. Pero como tampoco puedo dejar dedecirles lo que pienso, he decidido hacerles esta nota que trataré de hacer lo más breve posible. Máxime teniendo claroque las dos razones antes expuestas, surgen hoy más firmes que nunca.

1) Creo que fue un error la integración del Secretariado Ejecutivo con tres Compañeros que a mi juicio tenían propen-sión a alejarse de la realidad interna de la Organización. Dos de ellos, Ñato y Leonel, vieja característica, y Rodolfo, enun proceso iniciado en Punta Carretas y reafirmado luego, con su labor en la 70. No creo que sea deshonesto hoy,cuando ni el Ñato y Rodolfo pueden participar en esta discusión, porque ya lo he manifestado a Compañeros (Nepo yMauro) que me requirieron opinión al respecto, hace ya varios meses.

2) Creo que fue un error el trasiego de Compañeros de un organismo a otro en la forma masiva en que se hizo, y enalgunos casos con designaciones totalmente incorrectas: Mauro, del Comité de Asuntos Internacionales a la 70, Rodolfode la 70 al Secretariado Ejecutivo y rebancar al Sector Militar de Montevideo, Leonel de la 70 a bancar el interior, Nepo,cuestionado para integrar el Secretariado Ejecutivo al Estado Mayor de Montevideo a bancar la 15. Debe haber otroscasos, pero estos son los más importantes. Todos sabemos el esfuerzo y el tiempo que le lleva a cualquier compañero,incluso a los más experientes, adecuarse al medio en que se encuadra, “agarrar la manija”, como le llamamos en gene-ral a esa situación. ¿Cómo no pensar entonces en que esa situación repetida varias veces, que afectó a todos losOrganismos de Dirección tendría como consecuencia un trastocamiento interno de envergadura? ¿Cómo explicar quese cuestione a Nepo por razones X, que hasta hoy nadie ha sabido explicarme, y se le designe para un organismocomo el Estado Mayor de Montevideo a bancar una columna como la 15, tarea para la cual la actuación dejaba muyserias dudas en el Comando General de Montevideo anterior? ¿Cómo explicar que para atender el interior, cuyo másserio déficit es el aspecto organizativo (punto en el que hasta hoy nadie ha discrepado), se designe a Leonel, cuyo másserio déficit es precisamente el mismo en el que teóricamente debería colaborar?

3) Cuando Mauro planteó en el Comando General de Montevideo la necesidad de reorganizar los Organismos deDirección, lo fundamentó sobre la necesidad de atender mejor los distintos frentes de trabajo. Por lo anterior, creo quela solución buscada no fue acertada. Pero lo que nunca se mencionó, es el argumento dado por Octavio, que desdeSetiembre-Octubre del 71 el Comité Ejecutivo había perdido su espíritu y calidad de equipo. Si esto fue así, creo que

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Mauro se equivocó al plantear sólo una parte de la fundamentación, y se habría equivocado todo el Comité Ejecutivo alno buscar las razones por las que se llegó a esa situación, habiendo caído en un error que no es nuevo en laOrganización, pero ese mismo compañero me había convencido que se había eliminado: la autocrítica a nivel delComité Ejecutivo y de los Organismos de Dirección en general.

4) Creo que fue un error de método haber obviado la discusión con respecto a Nepo y su situación con los compañerosdel Interior o viceversa.

5) Creo que fue un error de responsabilidad de todos los compañeros de Dirección la ida al monte de los compañerosdel Interior, no como aspecto táctico en sí, sino en su faz organizativa y de apoyo.

6) Se dieron a partir del 14/4 una serie de caídas humanas y materiales que afectan (a mi juicio de forma fundamental)toda la actividad y los planes organizativos. Totalmente debilitada la infraestructura, sin armas ni municiones, con pocospesos, en momentos en que los pocos locales que nos van quedando se ven también afectados, nos proponemos ini-ciar una serie de acciones que hace una semana se consideraban equivocadas. Todo el Estado Mayor de Montevideo,incluyendo a Gastón y Octavio, yo incluido, consideramos equivocadas esas acciones en el interior y se vio la necesi-dad de pararlas, cosa que no se pudo hacer por problemas prácticos, pero que todos entendemos debían discutirsemuy a fondo con los compañeros del Interior, fundamentalmente con el compañero Rufo. Hoy estamos entonces funda-mentando favorablemente algo que hace siete días se criticaba con vehemencia, y dejando de lado una situación inter-na que todos conocíamos era muy problemática. Y como error de método se integra a Rufo al Secretariado Ejecutivoaun antes de discutir a fondo el problema del interior. Todas estas marchas y contramarchas, dadas en estos pocos últi-mos días, me llevan a creer que en estos momentos no hay dirección en la Organización. Por eso creo que es equivo-cada la línea en estos momentos:

A) Por la situación interna.

B) Porque ya sea por maniobras, por oportunismo o por temor, hemos quedado aislados. Salir otra vez al enfrentamien-to (cuando además serán sin duda muy aislados y casi indiscriminados) será no sólo fortalecer la derecha (si nos golpe-an), sino terminar de aislarnos dándoles a nuestros “aliados” Frente Amplio la excusa que esperan para darnos la espal-da. Si la situación interna nos fuera favorable, el punto B no tendría importancia por lo que entiendo que la situacióninterna es la cuestión fundamental.

P.D. Al plantearle mis dudas a Gastón él creyó que de ser posible, era mejor discutir mis dudas, dado que estaba alfrente de un servicio, y era difícil rendir bien en esas condiciones. Evidentemente que es así, pero yo fui capaz de cum-plir con las tareas en momentos en que mis dudas eran tantas y tan profundas como las de hoy. Sin embargo, creo quela decisión con relación a mi encuadre debe depender de ustedes. Cualquier decisión en ese sentido creo que convienetomarse antes que se entre a funcionar.

–¡La puta! Negro. ¿De cuándo es esta carta?

–De primeros de mayo del 72. ¿Te quedan claros los personajes?

–Algunos sí y otros no: decime...

–Gastón: Marenales; Octavio: Henri Engler; Ñato: Eleuterio Fernández Huldobro; Rodolfo: Candán Grajales; Nepo:Adolfo Wasen; Mauro: Donato Marrero; Leonel: Mauricio Rosencof; Ruffo: Raúl Sendic. ¿Te parece que estoy pidiendola baja?

–No, es evidente que no...

–¿Y sabés qué servicio iba a comandar? El de Inteligencia. El día antes que lo mataran, Candán se reunió con laDirección en el local donde estaba yo. Salió de la reunión y me dijo: Negro, acabamos de tomar una decisión y te laquiero plantear: estamos manejando una cantidad de información de todo tipo que no podemos procesar y pensamosque sos el tipo ideal para hacerlo. ¿Qué me decís?

–¿Y me lo tenés que preguntar? le dije.

–No hacía falta, ya lo sabía...

–¿Y entonces...?

–Entonces, todo eso que se dice, lo dicen Caula y el otro imbécil de Silva, bueno, no lo dicen ellos, lo ponen en boca deSendic y Marenales de “que desde hacía tiempo se tenían dudas acerca de su honestidad”, “de que se quedaba conparte del dinero de las acciones”, “que no soportó verse apartado de los puestos de reponsabilidad” son mentiras.Simples y puras mentiras. ¿Si se sospechaba de mí en tantos aspectos “desde el principio”, dicen, y supongo que el

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principio es el inicio de mi integración, que se produce en 1962, cómo se entiende que en 1968 Sendic y el Ñato meintegran al Ejecutivo? ¿Y de qué puesto de responsabilidad fui apartado? ¿En qué fecha y por qué? Te lo voy a decir:¡nunca!!! ¡Jamás de los jamases!!! ¡Si hasta fui el responsable de la segunda fuga, a expreso pedido de Zabalza!!! ¿Y lode las libras, sabés qué pasó? Me las dio Sendic en una bolsa en un encuentro que tuvimos en avenida Italia yComercio. La Negra y yo, junto con una mujer del Cerro y dos hijos suyos vivíamos en la chacra de Pando que habíasido de Sclavo, ¿me seguís? En la chacra había un berretín en el dormitorio, pero yo me había dejado la bolsa con laslibras en el Land Rover y no me había acordado de ellas para nada. Por la mañana, Teresa, como se llamaba la mujerdel Cerro me dijo que estábamos sin agua, que la bomba no funcionaba. Así que me puse a arreglarla y se me hizotarde. Yo tenía una reunión con el Comando de la Columna 1, la Petisa, el viejo Cultelli y Elida Baldomir. Recién le habí-amos hecho la boleta a Morán Charquero, me acuerdo bien. El caso es que la reunión era a las dos de la tarde y yoestaba en Pando a la una y cuarto. Cuando subo al Land Rover veo la bolsa ¡y no me las iba a llevar de paseo aMontevideo! ¿no? No tenía tiempo de meterlas en el berretín, así que agarré la bolsa y las escondí dentro de un murode bloques medio caídos de unas conejeras. Me voy a la reunión y cuando paso por delante de la comisaría que estabaen San Martín y Vilardebó, un tira me reconoce y a mí me perdió la confianza. En vez de abandonar San Martín y per-derme por allí, seguí derecho, San Martín dirección Boulevard. Y alli me cazaron, como a un angelito. Lo primero quehice cuando llegué a Punta Carretas fue mandar el plano del lugar donde estaban las libras. Y nunca más supe delasunto, hasta que cuando caen el Nepo y Nando en junio-julio del 71, un año después, me entero que las libras nohabían aparecido. Nosotros ya teníamos el Abuso en marcha y le dije al Nepo: cuando salgamos las voy a buscar.Salimos y un sábado por la tarde me recogen en 8 de Octubre y me llevan a Pando. Entro en la chacra y no me lopodía creer: el terreno estaba arado y de los cobertizos no había ni rastros, se habían llevado hasta el molino. Así quenos volvimos, informé del asunto y nunca más se habló del tema. ¿Quién se las quedó? Hay tres posibilidades: la gentede la casa, porque Teresa me vió esconder algo, la policía cuando allanó la chacra o la gente que las fue a rescatar.¡No hay otra!

–¡La puta que te parió, Negro! ¡Lo que me contás es una bomba! ¿Y qué pasó con la carta?

–Yo estaba grabando las cintas con las declaraciones de Bardesio, porque hizo dos declaraciones: una, que creo quefue con Rosencoff y la última, conmigo. Conmigo fue el día que se simuló el secuestro de Gutiérrez Ruiz para que oyerael interrogatorio. Por el enlace que teníamos nos llegó la comunicación de que vendrían al local Marenales y el Bebepara discutir con Mercedes y conmigo el tema de la carta. Nos tiramos toda la tarde discutiendo. El Bebe decía que nose podía dar marcha atrás porque qué iban a decir las otras organizaciones, que si habíamos iniciado una escalada queno supimos controlar, que nos iban a acusar de aventurerismo, y el Viejo a lo suyo, a decir que si no teníamos localesactuaríamos desde las cloacas, que si no teníamos fierros usaríamos granadas y que hasta que la sangre no corrierapor las calles al nivel de las veredas no había nada que hacer.

–¿Y ustedes?

–Nosotros a decir que eso era un disparate. Que evidentemente habíamos desatado una escalada que no pudimos con-trolar y que había que abandonar la calle, tratando de salvaguardar lo que se pudiera. Se estaban decidiendo accionesy adjudicándoselas a grupos que no sabíamos si existían o si estaban presos, pero ni con esas los convencimos. ElTino hacía una semana que había caído, con él media Organización y no nos habíamos enterado...y no quisieron nihablar de la reorganización porque nunca fueron conscientes del valor que lo organizativo tenía. Porque siempre pasa-ron, porque nunca le dieron valor. A nosotros, en la 15, los locales nos duraban años, porque nos procupábamos de lacobertura y de la seguridad. Para que te hagas una idea: tuvimos un local en Veracierto y avenida Italia, un apartamen-to en un segundo piso. Pusimos una chapa en la puerta que decía Se dan clases de primaria y secundaria. Piso talnúmero cual. Y venían los niños y niñas de los alrededores y les dábamos clases. El Ulpiano funcionó en ese local, asíque está de testigo. Otra vez, en Sanguineti casi 8 de Octubre, vivíamos con Candán la Negra y yo. La casa era un qui-lombo, porque el Hugo para eso era un desbolado tremendo y la Negra estaba todo el día fuera. Así que el que sepasaba todo el día ordenando y limpiando era yo, porque atenti al carro, resulta que el general Francese, que era minis-tro del interior, se le ocurrió sacar una circular para identificar los locales, ¡y era clavada con nuestra casa! Una mañanallaman a la puerta, abre el Hugo y zás, la policía haciendo un rastrillo en la zona. Los dejamos pasar, todo en su sitio, elbaño limpio, las camas hechas, la cocina ordenadita, nos dan las gracias, piden disculpas y se van. Mientras nos des-pedíamos de la cana, en el pasillo común vimos que se llevaban a dos mujeres que vivían en el apartamento de al lado,dos hermanas que recibían tipos en el apartamento. ¡Negro, ya sé lo que estás pensando! me dijo el Hugo. Y para ter-minar, porque me quiero ir a la playa: ¿sabés lo que hacía Sendic para la cobertura de sus locales? Tenían dos o tresuniformes de soldados y otros de monjas. Alquilaban un local y ese local lo hacían visitar por un soldado o por unamonja, et voilá, ya estaba la cobertura. Y la última: una vez descubrimos una inmobiliaria que se llamaba Ardillita. La lle-vaba una mujer de unos cincuenta años, de una ingenuidad que daba lástima. Yo le presenté documentos chilenos yestuvimos hablando de bueyes perdidos un rato largo, hasta que firmamos el contrato de alquiler. La mujer cerraba laoficina y tenía que salir, así que bajamos a la calle juntos. ¿Podés creer que me dijo esta calle es muy peligrosa, esmejor que me dé la mano para cruzar? Mirá si se creyó el cuento que le hice...bueno, se lo conté al Bebe como unaanécdota y ¿sabés lo que hizo? Mandaba a toda su gente a alquilar en la Ardillita y nos quemó el negocio. Empezarona caer locales y todos de la misma inmobiliaria. Nos tuvimos que rajar. No hablo más, vamos a la playa...

Paseamos un rato casi sin hablar, pero a mí las preguntas se me amontonaban. Ya ni me acordabade de las que no me

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habían dejado dormir, porque cada vez que Gustavo decía algo surgían otras, y después otras, hasta que yo mismome perdía y preguntaba por cosas que en ese momento no venían a cuento.

–¿Así que vos decís que todo empezó cuando el Abuso?

– Un poco antes, quizás. El Abuso lo que hizo fue agudizar las diferencias y discrepancias existentes, porque nos obligóa absorber una cantidad de gente de un plumazo y meterla a presión en los locales. No teníamos bastantes locales yempezaron a surgir problemas de convivencia. Tuvimos un intento de violación de uno de los porteños, Nell Tachi, quequiso violar a Bárbara, la dueña de la casa y lo tuvimos que mandar a la Argentina.

–¿Vos ya habías tenido problemas con los porteños, verdad?

–No, con los porteños no, sólo con Nell. Cataldo era un buen tipo, lo más parecido a nosotros, Rodríguez Primónaguantó poco y se piró enseguida, en cuanto vió que la mano venía grossa y con Baxter apenas tuve trato. Por desgra-cia tuve que bancar a Nell un tiempo, hasta que él mismo se metió en cana y tuvimos que abandonar todo lo que había-mos reconstruído.

–Y pensar que cuando la fuga todos creímos que era una muestra del poder que se había alcanzado...

–Si, y nosotros también lo creímos. Nunca a nadie se le ocurrió pensar que las consecuencias serían nefastas, pero fueasí. Después de la fuga empezamos a comprobar las grandes diferencias que existían en la formación de las columnas,de los distintos grados de disciplina interna, de las distintas concepciones que se tenía acerca de la seguridad. Muchosfugados creyeron que en cuanto salieran iban a verse envueltos en acciones espectaculares y se negaron a aceptar larealidad: no nos podíamos mover. Estábamos indigestados. Nos habíamos indigestado de gente, muchos de los cualeste decían que para estar quietos preferían seguir presos. Fue así, como te lo digo...

–Recuerdo que enseguida muchos de los fugados empezaron a caer...

–Sí, estábamos en una situación como de claustrofobia, y para salir de ella se decidió realizar una serie de pequeñasacciones de pertrechamiento, que hoy pueden sonar ridículas, como robar tiendas de ropa...de comida...teníamos platapara abstecernos de eso, pero creímos que matábamos dos pájaros de un tiro: nos abastecíamos de cosas que necesi-tábamos y dábamos salida a la inquietud de mucha gente...

–La acción por la acción...

–¡Clavado! la acción por la acción. Quisimos matar dos pájaros de un tiro y mucho tiros nos los dimos en los pies.Muchas acciones se planificaron mal por las prisas y la gente empezó a volver a Punta Carretas. Una verdadera lásti-ma, porque gente muy valiosa cayó en acciones que se hubieran evitado gastando unos pocos pesos, que hubierandado unos resultados fabulosos si los hubiéramos podido encuadrar a tiempo.

–Me acuerdo que cuando la gente empezó a caer echábamos cuenta y decíamos han caído quince: 106 -15, todavíaquedan 91...

–Pero eso era un error; muchos de los fugados no eran del MLN, eran de otras organizaciones y a otros se los sacó porrazones que nada tenían que ver con el aporte que podían hacer. Recuerdo las discusiones: que si fulano no y este sí yeste otro también...Ah, no, yo no estoy de acuerdo que salga ese... tardamos mucho en ponernos de acuerdo, aunqueen lo fundamental coincidimos siempre. Lo que pasaba era que Sendic quiso hacer de la fuga una muestra de solidari-dad revolucionaria y nos cargamos con gente que no debimos sacar y sacrificamos a algunos que se lo merecían más.

–Bueno, tenés que entender que nosotros veíamos las cosas de afuera. Se estaba jugando un partido y cada cuál erade un cuadro o de otro, como un partido de fútbol.

–Te entiendo, el caso es que como en un partido de fútbol el espectador, el hincha, no se puede explicar por qué taljugador hace tal cosa o la otra y por qué el entrenador mueve a uno o mueve a otro...si no estás adentro, en la pomada,no te enterás de nada...y muchos de los que estábamos adentro, incluso en la Dirección o como en mi caso en elComando General, que sólo tenía por encima al Comité Ejecutivo tampoco nos enterábamos, y eso sí que fue lo real-mente grave.

–¿Y de qué no te enteraste?

–De que el MLN estaba dividido; por lo menos estaba partido en dos: el interior por un lado y el resto por otro, creo queya te lo dije. El último Comité Ejecutivo que yo integré éramos Sendic y Mansilla por el Interior y el flaco Efraín y yo porMontevideo. A propuesta de Sendic cada uno de nosotros habíamos elegido a nuestro sustituto para que si uno caíapreso, el “fantasma” ocupara nuestro lugar. Para eso, lo teníamos que mantener al tanto de todas las cosas, le tenía-mos que descompartimentar mucho aspectos que eran propios de la Dirección y nada más. Yo estuve dudando entre

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elegir al Hugo Candán o a la Negra Mercedes. Al final me decidí por Mercedes, porque ella era mucho más valiosa paramantener los criterios organizativos y había sido fundamental para el desarrollo a partir de 1968, cuando cae presoMarenales y el Ñato y el Bebe me llevan al Ejecutivo. Es cuando llevamos adelante el plan de descentralización que tanbuenos resultados dio a nivel general, aunque esos resultados no fueron homogéneos, que ya tendremos tiempo dehablar de eso. Además, el Hugo Candán era producto del trabajo de Mercedes más que mío. Cuando lo planteo en elEjecutivo, el Bebe, que organizativamente era un desastre pero tenía el olfato de un galgo, trata de convencerme paraque elija a Candán, y me lo argumentaba y me lo argumentaba. Al final le dije: mirá, vos no tenés que convencerme delo que vale el Hugo porque yo lo sé. Prefiero a Mercedes porque a vos hay que controlarte, porque si yo caigo, Lucasse queda solo, porque el Flaco todavía está muy verde... Se puso hecho una furia, hasta que el propio Mansilla se pusode mi parte y se lo dijo: Gustavo tiene razón, desde hace tiempo está claro que los métodos de la 15 han demostradoque son los mejores, y aunque yo trato de convencerte para ir en esa misma línea, no puedo porque vos no me dejáshacerlo, palabras más, palabras menos. Es cuando Mansilla me dice que soy el perdedor de las discusiones tácticas...lástima que después el tiempo te da la razón.

–¿Así que fue Mansilla el que te lo dijo?

–Sí, después en la cárcel lo repetía muchas veces. Era un tipo reflexivo, de lo mejor que tuvo el interior, junto conPicardo. Era un tipo que era capaz de razonar y hacerte razonar a vos. Fue fundamental en el Abuso, el trabajo quehizo con Dálbena y con los gambusas fue increíble. Era un tímido que aparentaba no serlo, y adoptaba actitudes hos-cas cuando lo que quería era darte un abrazo. Nada que ver con Zabalza o con Bidegain, por ejemplo, era de otrapasta.

–Zabalza se ha convertido en el azote ideológico...

–Está en su derecho ¿no?. A lo que no tiene derecho es a mentir para defender lo que piensa. Pero si me pongo ahablar de él me desvío del tema...

–Perdoname, no te quise interrumpir...

–No es que me importe, es que si salto de un tema a otro corro el riesgo de dejar cosas en el tintero. Como te decía, mi“fantasma” fue Mercedes y de los demás ni me acuerdo. Entonces, cuando en agosto del 71 cae Almería, cae laDirección al completo y varios de los “fantasmas”. Estábamos descabezados completamente. En esos momentos, tenía-mos secuestrados a unos cuantos, entre ellos a Mitrione, como consecuencia de la campaña iniciada por sugerencia delos presos de Punta Carretas. Esa campaña se discutió estando yo en el Ejecutivo, quedó aprobada y también llegué aparticipar en las discusiones acerca del objetivo de la campaña. Pocos días después caigo en cana y ya en el penalinformo a la dirección interna de la marcha del MLN y por supuesto de todo lo acordado acerca de los secuestros, fun-damentalmente sobre el punto en el que los compañeros estaban más interesados y que era el canje de los secuestra-dos por la libertad de los presos. En esa época se habían realizado algunos canjes similares, pero por organizacionesde “inferior categoría” que nosotros y hasta lo que yo sabía esa posibilidad la habíamos descartado por considerarlainviable. Imaginate la sorpresa cuando el MLN propone el canje no sólo por los presos tupamaros, sino por todos lospresos políticos...eso incluía a los detenidos por las Medidas Prontas de Seguridad y a los huelguistas militarizados...era un planteo inaceptable para Pacheco Areco. Sin embargo, como se aumentó la presión sobre el gobierno y lasembajadas brasileña y norteamericana con otro secuestro, el de Claude Fly, pareció que el gobierno estaba a punto deceder. El padre de Zabalza, que estaba en el senado por el grupo de Ferreira Aldunate nos tenía informados y más deuna vez nos dijo “el canje es un hecho”.

–Murió hace unos años, seis o siete...

–No lo sabía. Pero bueno, cae Almería y ahí todo se va al carajo, ni canje ni la puta que lo parió. El único de los presosque era consciente de la gravedad de lo que había pasado era yo y así lo informé al resto de los integrantes del C1, ladirección interna en el penal. Esto es gravísimo, les decía, y las consecuencias pueden ser catastróficas.

–Ya lo creo que lo fueron. Me acuerdo de tus primeras cartas...

–Claro, en esos momentos nos quedamos aislados. Pacheco se sintió fuerte y anunció que no habría ni canje ni nego-ciaciones, los caídos en Almería aislados en Jefatura y nosotros en Punta Carretas El problema para el gobierno eraque nosotros seguíamos teniendo a los secuestrados y se dijera lo que se dijera, había que negociar, y se negoció,claro...Por ese entonces el responsable de penales era Fleitas, que había sido compañero de estudios de Sendic y fueel que tomó la iniciativa. Se entrevistó con Sendic en Jefatura y le planteó la necesidad de negociar la libertad de lossecuestrados a cambio de levantarnos la incomunicación a que estábamos sometidos. Pero resulta que dice que es atítulo personal, que no es nada oficial. El Bebe le dice que él no puede resolver nada y que tiene que hacer consultascon otros presos. Fleitas autoriza las consultas y el Bebe habla con Mercedes en Jefatura y en Punta Carretas conManerass, que llevaba tres años preso, con Marenales, que llevaba dos y con El Ñato, preso desde hacía diez meses.Conmigo, que llevaba un mes y conocía mejor que nadie la situación, no. El propio Fleitas lo acompañó a la cárcel, conFontana y Panizzolo de custodias.

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–Te dejó de lado...

–Me dejó de lado por la sencilla razón de que maniobró en el Ejecutivo para sacar a la Negra Mercedes de la Direcciónmandándola de enlace con Erro y Wilson y así incorporar al Hugo al Ejecutivo, porque Mercedes lo había elegido a élcomo “fantasma”.

–¡Qué lo parió al Bebe...!

–Como esa hizo muchas... pero yo no me enteré hasta que los trasladaron a todos a Punta Carretas, allá por septiem-bre. El caso es que a Manerass, Marenales y al Ñato les plantea que la situación es muy jodida, que ha caído muchagente, tanta que pueden peligrar los locales donde están los secuestrados, que para aliviar la tensión es mejor liberarlosa cambio de las medidas que propone Fleitas, que es urgente establecer contacto con el exterior, fundamentalmentecon Mansilla, que es el único del Ejecutivo que no cae. Ni Maneras ni Marenales ni el Ñato tenían la más puta idea decómo hacerlo, pero él se reunió con ellos...¿me seguís?

–Claro que te sigo. Era consciente de que la había cagado y prefirió no dar la cara contigo...

–¡Clavado otra vez...! porque lo primero que le dijeron fue que ellos no tenían ninguna posibilidad de contactar con elexterior, que el único en todo caso era Gustavo, y le dicen que le proponga a Fleitas la creación de una comisión depresos para estudiar la situación y ver qué se podía hacer, ya que estábamos incomunicados. El Bebe habla conFleitas, que estaba esperando en el despacho del coronel Fortunato, y acuerda dos o tres cosas: el nombramiento de lacomisión, setenta y dos horas de plazo para dar una respuesta y que se nos asigne una celda para reunir la comisión.Pero no consigue el permiso para integrar él esa comisión y toda la responsabilidad nos la dejó a los presos de PuntaCarretas. Mansilla también estaba aislado y se puso en contacto con Artucio para que mi abogada, la petisa InésCapucho fuera de inmediato a visitarme y a través de ella se rehicieron los contactos.

–Y la abogada era la que dejaba la billetera en el buzón de mi casa...

–Sí, era una tipa con una sangre fría extraordinaria y teníamos en ella una confianza ilimitada. No era como muchosabogados que tuvimos que andaban por ahí yéndose de la lengua cada dos por tres. Hizo de enlace con la Cárcel deMujeres y mientras yo fui el responsable de las comunicaciones con el Ejecutivo fuera de la cárcel ella fue el correo ofi-cial. Nunca falló en nada.. Además de la billetera sacaba las cartas en las cápsulas de los antibióticos y cuando abulta-ban demasiado yo preparaba un rollito envuelto en plástico y sellado al calor que me metía en la boca y se lo pasaba alsaludarla, como si le diera un beso. Los botones de guardia me miraban besarla y pensarían este desgraciado la suerteque tiene...imaginate, con la mentalidad de aquellos años y lo bonita que era.

–Lo sigue siendo, pese a los años. Estuve con ella hace poco, en un acto de homenaje a Carlos Quijano. Nos saluda-mos de lejos. Estaban el Flaco Chiflet, Galeano, el Tano Vitale y otros tantos de aquellos tiempos. Pero no te pares,seguí contando...

–Yo en la comisión no participé mucho, porque estaba más preocupado tendiendo líneas para los contactos. Desde elprincipio se vió que la mayoría quería seguir con el planteo del canje, fundamentalmente porque los troncos con máspeso se inclinaban para ese lado, como El Ñato y Marenales, pero el que armó el rollo teórico del no a la liberación fueEl Ñato, que sabés que era capaz de venderle una heladera a un esquimal. Cuando me tocó opinar, después de decirque por los nombres de los que habían caído toda la organización estaba tocada en mayor o menor medida, yo estabaen la misma línea que Sendic y Mercedes, y que si ellos estaban por la liberación, era mejor eso y no que los encontra-ra la policía, que eso sí sería una derrota y un retroceso en toda línea. Sólo Maneras estuvo de acuerdo conmigo. Perono hubo caso y el Beto Falero, Bassini, el Coco Rodríguez Recalde, el hermano de Efraín, Leonel y otros que norecuerdo en este momento se sumaron a la mayoría. Redacté una carta y vos la llevaste al Cementerio del Norte. Norecuerdo quien la recogió...era la mujer de un compañero, pero no recuerdo si era la mujer de Pablo Blanco o la deFalero Montes de Oca. Bueno, en la carta les contamos lo del Bebe, lo de Fleitas, la comisión, etcétera, etcétera y alfinal dábamos nuestra opinión: pensamos que hay que seguir exigiendo el canje, siempre y cuando las condiciones per-mitan tener a los chanchos encerrados. Podemos apretar la negociación dándoles un plazo y decir que si no hay canjeaplicaremos la justicia revolucionaria, y cosas por el estilo. A los dos días el MLN sacó un comunicado dando un plazo,no recuerdo si de dos o tres días, no hubo canje ni nada que se le pareciera y Mitrione apareció muerto con tres bala-zos. A los pocos días cae Mansilla, debe haber sido una de sus últimas decisiones, sino la última... El resto delEjecutivo en ese momento eran Bolita Blixen y Marx Menéndez.

–¿Así que la decisión de ejecutar a Mitrione se tomó en la cárcel?

–En buena medida sí. No fuimos capaces de darnos cuenta de lo condicionados que estaban los compañeros de afueray nuestra opinión pesó demasiado, me lo dijo Mansilla más adelante. Fue una cagada que nos mandamos todos.

–Todos no, vos opinabas otra cosa...

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–Sí, pero una vez que se tomaba una decisión yo apoyaba a la mayoría, no iba por ahí diciendo yo opino esto y estootro...no, yo acataba las resoluciones y las defendía aunque no estuviera de acuerdo. Siempre lo hice así, era la disci-plina consciente. Yo era un hombre de la Organización y la organización opinaba que el equivocado era yo...y después,si el tiempo me daba la razón tampoco iba por ahí diciendo ¡viste! yo tenía razón...me la envainaba, a menos quealguien viniera a tocarme las pelotas...entonces saltaba, ya lo creo que saltaba...

–El viejo rollo del centralismo democrático...

–De rollo nada. Vos tenés todas las posibilidades de discutirlo todo, pero a nivel interno. Una vez que una decisión estátomada tu opinión te la metés por el culo y tenés que dar la cara y pelear por sacarla adelante y si no...

–...y si no te vas...

–Claro, y si no te vas vos también sos responsable, para lo bueno y para lo malo. Es así. Lo que pasó fue que en elMLN hubo gente, mucha gente, que no actuó así...y nos dimos cuenta cuando ya era demasiado tarde...y las tatucerasy el plan Tatú son el resultado de eso...

–Y el 14 de abril...

–No, el 14 de abril no. El 14 es fruto de otra desviación que empezó en Punta Carretas y fue consecuencia de que algu-nos compañeros se creyeron Lenin y otros Trosky... se miraban demasiado el ombligo y se empezó por dejar en sus-penso la seguridad y se terminó por caer en el aventurerismo. El ejemplo más claro fue Candán, y terminó arrastrandoa otros como a Nepo, a Octavio...¡qué sé yo! a muchos...pará un poco, ¿no te parece que es hora de volver?, tengo unhambre que me muero.

Nos dimos la vuelta, hablando poco durante el regreso. Yo meditaba lo que Gustavo me había contado y él se limitó ahacer comentarios acerca del paisaje, pero era evidente que él, igual que yo, seguía con la cabeza ocupada por lasmismas cosas. A lo lejos se veía la casa. Atravesamos las dunas en diagonal, acortando el camino. Antes de llegar oli-mos la comida. Lucía había preparado un arroz con pollo que ofrecía un aspecto fantástico y tenía dispuesta la mesacercana al parrillero. Se saludaron como si hiciera una semana que no se veían.

–¿Queréis beber algo? nos preguntó. En la nevera hay cervezas y vino blanco. Salí a dar un paseo y encontré una tien-da al otro lado de la carretera. Tenemos que organizar la compra, porque si nos vamos a quedar aquí necesitamoscosas...tendríamos que ir hoy mismo.

–Iremos luego, sí, le contestó Gustavo. Además tenemos que encontrar un cajero cerca por el dinero.

–El más cercano tiene que ser en el aeropuerto, le dije. Terminamos las cervezas y nos fuimos sirviendo nuestras racio-nes.

–¿Al final vendiste bien, le pregunté?

–No, me contestó. Aunque si lo miramos desde otro ángulo, se puede decir que sí, porque vendimos por un preciosuperior al de compra, pero no sacamos lo que habíamos pensado en un principio. No sé si aquí también pasó, pero sefueron al carajo una cantidad de empresas que se montaron tratando de aprovechar el tirón de la informática, internet ytodo eso, y el mercado se contrajo mucho.

–Hablás como un podrido capitalista...

–Es que en cierta medida lo soy. Si quiero defender lo que es nuestro me tengo que mover como un podrido capitalista,aunque sin robar a nadie, ¿eh? Bueno, a nadie no. Te tengo que contar lo de mi socio. Resulta que el tipo desde elprincipio me dijo que él me compraba mi parte, el 40 por ciento de la fábrica. Durante años estuvimos derivando guitade las ganancias fuera de España, que se depositaban en Suiza. Parte de ese dinero era mío, y el hijo de puta, cuandovió que era en serio que yo me quería venir, me ofreció lo mismo que me correspondía de las ganancias. ¡Entonces nome comprás!, le dije. Me estás dando lo que es mío y vos te quedás con todo...¡bruto negocio...! Entonces empezó quesi no hubiera sido por él yo no habría hecho nada, que él me había ayudado desinteresadamente, y que tal y quecual...lo de siempre, ¿entendés? Bueno, resulta que al principio, el que llevaba la guita a Suiza y la traía de vueltacuando se necesitaba, era él. Y una vez me dice: necesitamos equis millones y no puedo viajar. ¿Qué te parece si tehago un poder y vas tú? De esto hace siete u ocho años. Yo fui, traje la guita y le devolví el poder. Así dos o tres vecesmás. Cuando empezamos el tira y afloja para que me comprara y yo ví que el tipo me quería joder, me hice una copiadel poder, y en vez de devolverle el original, le devolví la copia. Yo me hice el dolido por venderle tan mal, pero acepté.El tipo me dió un cheque por lo que era mío en Suiza, lo ingresamos en una cuenta mía y enseguida lo traspasamos auna cuenta de Lucía. Dos días antes de venirnos, me fui al banco en Suiza y retiré lo que yo consideré un precio razo-nable por mi parte...lo pude dejar en pelotas, pero no lo hice...saqué lo justo y me fui a París. Saqué un pasaje a Río de

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Janeiro y allí embarqué en el avión de Lucía, y aquí estamos...¿qué te parece...?

–De pelicula, qué me va a parecer, de película...pero eso no es un robo...¿y te viniste disfrazado de ciego desde París?

–No, Lucía me metió en uno de los baños y me vestí allí. Embarqué en Río. Todavía no se debe haber enterado...megustaría verle la cara...

–Negro, te lo creo porque sos vos, si no pensaría que me estás contando un cuento...

–Dejaros de cuentos, nos dijo Lucía. Vayamos a la compra, que pasado mañana tengo vuelo y quiero dejaros la comidaorganizada.

–Gracias, pero creo que Gustavo y yo nos podemos arreglar...

–No le discutas los temas de la cocina, me dijo Gustavo. Si no cocina se pone enferma...

Fuimos a la compra. Hay un Disco aquí cerca en Solymar, les dije. Si quieren vamos allí, les ofrecí.

¿Los Disco siguen existiendo? preguntó Gustavo. Yo iba a uno que había por el Cordón, en Arenal Grande y Rivera, deésto hace muchos años. Vamos al de Solymar y echamos un vistazo...y si no nos convence nos vamos a Montevideo.

–Tienen lo mismo en todos lados y los precios son iguales. El asunto es que los de Montevideo tienen mayor varie-dad...podés elegir más y los productos frescos los reponen todos los días...hay uno en el Shopping, vos me dirás...

–Vamos al Shopping, dijo Lucía. Es una horterada pero creo que una vez más lo soportaré...

–Al Shopping, corroboró Gustavo. No me importa darme otro paseo por allí.

Dirigiéndome a Lucía le pregunté cómo había llamado al Shopping.

–Horterada, de hortera, ordinario, de mal gusto, me contestó Gustavo.

–¡De acuerdo!, respondí, pero nunca había oído horterada...pero que es de mal gusto tenés razón.

Fuimos por la Rambla despacio, contemplando el mar y el cielo. Las nubes son diferentes, dijo Lucía. ¿Recién ahora tedas cuenta? le dijo Gustavo. Sí, le respondió; es que todas las veces anteriores estuve de paso, miraba sin ver...tengoque aprender a ver...Tienes que a aprender a sentir, aquí sentimos diferente, ya lo verás, insistió Gustavo. Pues tú tam-bién tendrás que aprender, le dijo ella. Es posible, le respondió Gustavo. Han pasado tantos años...

Hicimos la compra. Por los comentarios que hicieron, el aceite de oliva que nos vendían como español en España nose conoce. No lo compramos, decidieron. Lo traigo yo, una garrafa cada quince días nos alcanza, ¿verdad?, preguntóLucía. Sí, respondió Gustavo, pero no te olvides del jamón. Tienen un jamón que es fabuloso, ¿sabés? me dijo. Escomo la bondiola italiana, le respondí. No, lo que vos decís es lomo; el jamón es otra cosa, hasta que no lo pruebes...ya verás, aguantate hasta el sábado que viene... Lucía, tenés que traernos unas botellas de amaretto, dijo volviendo delescaparate de las bebidas...está muy bueno, dijo dirigiéndose a mí; huele a dinamita, es el olor clavado de la dinamita...Mirá la yerba, más cara que en España, dijo Lucía. Es cierto, corroboró Gustavo, pero esta es otra cosa, esta no tienepalo, como las argentinas, no se puede comparar. Es la que estamos tomando, les dije: la Nobleza Gaucha de toda lavida...

Volvimos ya de noche. Atravesamos el puente Carrasco y enfilamos por la costanera. No había luna y las estrellas sedistinguían claramente. Apagá las luces, me pidió Gustavo. Seguimos avanzando al ralentí y en el silencio sólo se oía elruido del pedregullo aplastado por las ruedas. Ladraron perros y en algunas casas se encendieron luces. ¡Como cuandoandaba clandestino! comentó al fin. Pero no es lo mismo. Sigo clandestino, pero no es lo mismo, concluyó. Encendí lasluces y a ambos lados del camino iluminado reinaba la oscuridad más absoluta. Anduvimos los quilómetros que faltabanen silencio. Llegados a la casa y cuando estábamos en plena descarga de la camioneta, oímos que Gustavo nos llama-ba: ¡vengan, vengan, no se demoren...! Fuimos adonde él estaba y lo vimos señalando en dirección a la playa. ¡Vamos,vamos!! Se había adelantado unos metros, corriendo entre las dunas o subiéndolas a tropezones. Lo vimos correr haciala orilla y cuando llegamos a su lado nos señalaba un punto luminoso hacia la izquierda. ¡Es la luna¡ nos dijo. Aquelpunto luminoso fue creciendo y a medida que lo hacía las estrellas fueron desapareciendo. En el horizonte apareció unarco de luz que en pocos segundos se convirtió en una bola rojiza, tiñendo las aguas de púrpura. Cuando se alzó sobreel horizonte la luz era de plata y llegó hasta la orilla en ancas de las ondas. Gustavo se había descalzado y arremanga-do los pantalones hasta las rodillas y dejaba que la luz y el agua le bañaran los pies. Estuvo así unos minutos, mientrasnosotros lo contemplábamos absortos. Me acordé de Lía, me confesó más tarde.

Después de cenar y recoger la mesa nos fuimos al salón. ¿La querés con hielo? le pregunté. Bueno, la primera con

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hielo, me dijo mientras se sentaba. Traía el Alto en fuego en sus manos y lo abrió decidido. El de Fontana permaneciócerrado, aunque por poco rato.

–Página 227. Desde aquí hasta la 274. Me dedican nada menos que 47 páginas para intentar demostrar que el queconspiraba con los oficiales del Florida era yo. Y ¿para qué conspiraba? Si le hacemos caso a Ferreira Aldunate, en lapágina 237 dice “para conjuntamente destruir el sistema político” y sigue más abajo “para realizar un golpe militar quecomenzaría por la disolución del Parlamento” Voy a empezar por aquí, aunque antes hay opiniones de Marenales,Sendic y Rosencof que no tienen desperdicio y que algunas se contradicen con el fin último del libro, que es achacarmea mí y a nadie más que a mí, la responsabilidad de la debacle.

–Bueno, a vos y a la Negra y parte al Tino Píriz Budes...

–Sí, pero de refilón nomás. Aquí el traidor soy yo, y basta. Cuando yo me fui de tu casa porque no me vinieron a bus-car, me fui al Santiso, con una contraseña que me había dado Wolff ¿te acordás de él?. Bueno, unas horas antes habí-amos rajado del local de la gorda Teresa su hija, Mercedes, que hacía un par de días le habían quitado el yeso de lapierna derecha, Mujica, Wolff, creo que Rodríguez Ducós y puede que alguno más. Huíamos por las cloacas en direc-ción a la rambla de Pocitos. El guía era yo, porque las conocía muy bien. La intención era encontrar un lugar seguropara dejar al grueso de los que huíamos y llegar al Santiso a pedir ayuda. El Santiso estaba conectado con las cloacas,pero yo no sabía el camino. Cuando llegamos a Pocitos, la Negra ya iba muy mal. No podía andar y avanzaba gatean-do a cuatro patas. Yo la ayudaba lo que podía y lo mismo hacían los demás. Pero llegó un momento en que vimos queasí no podíamos seguir. La Negra tenía las manos y las rodillas en carne viva, así que nos reunimos todos y les dije:siguiendo por este caño, tres caños más adelante hay una curva y empieza un ramal más alto, por donde se puedeandar mejor. Siguiendo ese ramal se llega a una explanada bastante amplia, donde se pueden quedar, porque ya esta-mos bastante lejos de donde salimos. Wolff y yo vamos a salir a buscar ayuda. No se muevan de ahí, porque si no nosabremos dónde están. Le di un beso a Mercedes y nos quedamos viendo cómo se alejaban. La imagen de Mercedesarrastrándose por el caño no me la he borrado hasta el día de hoy. Sí, pero sin hielo. Sigamos, Wolff y yo salimos frenteal Kibon, en pleno Pocitos y en medio de un montón de gente. Levantamos la tapa de la cloca y salimos. En el raje nosdejamos las armas y el dinero en lo de Teresa y estábamos de agua hasta las orejas. Apretamos un taxi como pudimosy Wolff me llevó a una casa que nunca supe dónde estaba ni de quién era. Recuerdo que bajamos al taxista, que Wolffsiguió con el auto un buen rato y yo me pasé al asiento trasero, boca abajo. En determinado momento Wolff me dice,¡bajate!, yo me bajo y espero mirando al suelo. Estacionó el taxi y empezamos a andar. En un momento me dijo ¡ya lle-gamos!, esperamos un minuto y nos abrieron la puerta. Entramos y Wolff explicó lo sucedido, deliberamos un poco ydecidimos que a esa hora era un disparate salir a buscar ayuda porque además el Santiso estaba cerrado. Comimosalgo, nos bañamos y nos cambiamos de ropa. Yo tengo un colaborador que no está quemado y nos puede ayudar, ledije a Wolff, por vos. Mañana temprano me puedo acercar a su casa a ver qué tal, le dije. Quedamos en eso y en que élpasaría a buscarme a las once. Esperame en Amsterdam y la Rambla, le dije. Esa mañana, poco después de las siete,el dueño de casa me dejó en la esquina de Rivera y Comercio y yo me fui en el 60 hasta tu casa. No sé si te acordás.

–¿Cómo no me voy a acordar, hermano. Mirá, se me pone la carne de gallina todavía. Eras la imagen de la derrota ysin embargo seguías dándole vueltas y vueltas...

–Es que habíamos dejado a un montón de gente esperándonos, no les podíamos fallar. Yo todavía creía que algo de laOrganización se mantenía en pie, pero no, ya no quedaba nada. Ya no había nada que hacer...

–Recuerdo que me dijiste que estábamos muy jodidos...

–Te lo habré dicho, seguro, pero no tenía ni idea de lo jodidos que estábamos. Cuando Wollf no vino a buscarme me fuiandando por la Rambla hasta Pocitos y desde allí en el 191 hasta Cuñapirú y General Flores. Me bajé y anduve hastael Santiso.

–¿Por qué se llamaba Santiso?

–¿Y yo qué sé? Era una especie de fonda frente al mercado agrícola y se llamaba así, pero internamente se lo conocíacon otro nombre, porque si no no hubiera aguantado nada. Wolff me orientó un poco por donde caía y me dio la contra-seña, llego, en el mostrador digo algo, que no recuerdo qué era, pero era la contraseña, y el compañero que me atien-de me hace pasar a la parte de atrás. Le dio a una señal y entonces se abre una puerta en el suelo. De la puerta salemedio cuerpo del flaco Efraín, que me hace señas de que baje. Bajo y al pie de la escalera me abraza; estaba llorando.¿Qué pasa? le pregunté. La Negra, me dijo. La detuvieron en las cloacas por Pocitos. ¡No puede ser!!! si la dejé allí conlos demás...¿qué pasó con el resto?. No sabemos nada más, están dando las noticias por la radio. Efectivamente, lapolicía, alertada por la salida nuestra en Pocitos, entró en las cloacas y detuvo a la Negra, no decían nada más. ElSantiso era un hervidero de gente, a esa altura debía ser si no el único, unos de los pocos locales que nos quedaban.Se formó un grupo con Eraclio, Efraín y alguno más que no recuerdo y salimos a buscar al resto de los compañeros.Anduvimos unas ocho o diez horas hasta que llegamos a la explanada que yo les había indicado. No había ni rastrosde los compañeros, así que decidimos volver. Cuando llegamos de vuelta al Santiso, nos enteramos que estaban allí,todos a salvo y que había una compañera herida en la espalda. Poco después, Mujica me cuenta lo sucedido: cuando

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Wolff y yo salimos a la calle, comienzan a oir voces que vienen de distintas direcciones. Nosotros hasta ese momentocreíamos que la policía no se atrevería a entrar en las cloacas, pero se atrevieron y entraron. Un grupo acertó con elcaño por el que huían y se fue acercando a ellos, y comenzaron a disparar. No los mataron a todos de puro milagro,porque el caño era muy estrecho. La Negra era un lastre para todos, y decidió entregarse para que los demás se salva-ran...

–¿Vos me decís que la Negra se entregó para salvar al resto...?

–...se lo dijo a Mujica y se detuvo en el caño, con las balas silbándole alrededor...Mujica me lo contó delante de varioscompañeros, entre ellos Tabaré Rivero, Efraín, Eraclio... muchos... Mujica lloraba con más desconsuelo que yo. Por esome da asco que en el libro de Fontana la traten de cobarde, y que el mismo Mujica, ¡como puede ser tan hijo de puta!!!porque es él el que está hablando, aquí, en la misma página, no diga una sola palabra de que él estuvo de acuerdo enque Mercedes se entregara para salvarlos a ellos...

–¿Estás seguro que es Mujica? Mirá que hoy es uno de los que tienen más prestigio...y lo que vos me estás contandolo pinta como un hijo de puta de los pies a la cabeza... es que entonces, toda la parafernalia acerca de la autocríticaque dicen que se hizo es todo mentira...

–No sé que autocrítica dicen que hicieron, pero el que habla es Mujica: ves, aquí dice “Amodio me traslada su inquietudpara que la traslade al Ejecutivo”. Efectivamente, yo hablé con él y le conté la carta enviada y la posterior reunión conSendic y Marenales. No me queda más remedio que irme, le dije, pediré la baja. La inquietud de la que habla es esa,pero no lo cuenta todo, se calla lo que le interesa. Por alguna razón él iba a ser trasladado a un local que estaba conec-tado con lo que en ese momento era el Ejecutivo: Sendic, Marenales y Octavio y yo le pedí que trasladara mi pedido debaja, que me sacaran del país, que me mandaran a Chile o a la Argentina...¿Para vos solo? me preguntó. ¡Para mísólo!, le respondí. Mercedes no sabe nada de ésto... Pero claro, él está apoyando la línea oficial, que es cargarme a mítodo el fato, y cuenta las cosas como le conviene...

Gustavo se levantó para llenar los vasos y yo aproveché para quitarle el libro de Fontana. Era evidente que llevabatiempo leyéndolo, porque lo tenía señalado con meticulosidad y en cada párrafo indicaba quién era el el que hablaba:Edith Moraes, Sendic, Marenales, Alba Bordoli, Zabalza... Me llamó la atención unas señales en rojo, y me puse a leeralgunos párrafos así señalados. Deben ser los que cree más importantes, me dije.

–No sabía que la fractura de Mercedes fue por una caída... hace un rato me decías lo del yeso pero nunca supe lascausas...

–Hoy no me acuerdo por qué, pero ella iba en una Vespa que conducía un compañero, Danilo, y tuvieron una caída.Mercedes se fracturó la tibia y el peroné de la pierna derecha por dos sitios distintos, uno por debajo de la rodilla y elotro unos diez centímetros por encima del tobillo. Danilo la quiso llevar a un hospital, pero ella no quiso. Danilo enton-ces la llevó al local donde vivíamos entonces, un apartamento en la calle Nicaragua. Para llegar al apartamento habíaque recorrer un pasillo bastante largo y Mercedes lo recorrió andando, con la pierna derecha colgando, rota en trespedazos. Yo no estaba, y cuando volví la encontré sedada, la gente de la casa le había dado unos calmantes y Danilofue a buscar a los médicos. El accidente había sido a media mañana, y recién a la noche la vinieron a buscar para seratendida.

–¿Estuvo horas con esa fractura...?

–Sí, estuvo horas con esa fractura. Yo traté de calmarla, pero era inútil...los calmantes no le hacían ningún efecto. Parasalir a la calle tuvo que recorrer otra vez el pasillo...imaginate...y para operarla la llevaron a un sitio, un taller mecánico,que tenía un berretín en el subsuelo. Como la puerta era muy estrecha, la ataron a una tabla para poderla bajar, porqueel dolor ya era insoportable y no era capaz de moverse. El médico que la atendió le puso los huesos más o menos ensu sitio sin dormirla, porque creo que dijo que en el estado en que estaba anestesiarla era un peligro. Tenemos que col-garle la pierna, dijo el médico. ¿Sabés cómo? Le hizo un agujero en el talón con un taladro del taller mecánico...

Yo sentí un dolor como si el taladro me estuviera haciendo el agujero a mí. Gustavo seguía hablando y contándomemás detalles, ...al final estuvo así un mes, antes de que la enyesaran, fue lo último que le oí. Me levanté y salí al por-che. La última vez que había visto a Mercedes fue en un encuentro con su madre y una hermana, y yo conduje el autoen que se trasladó a la cita. La recordaba como una mujer extremadamente delgada, muy morena y de pelo lacio colorazabache. Físicamente no daba muestras de la fortaleza psíquica que supo mostrar...¿cómo es posible que alguien lapudiera tachar de cobarde...? Increíble, me dije antes de abandonar el porche. Gustavo estaba con la mirada perdida,pero en cuanto me vio a su lado retomó la conversación.

–Bueno, ya ves, de Ferreira Aldunate y el Caula y compañía a Fontana y el Ulpiano...¡vaya salto!!! El que montó todo elcacao fue Fasano. Todavía hoy no me puedo creer que haya recurrido a Fasano. No sé cómo se me pudo ocurrir, debíestar loco. La verdad que un poco tengo que haber estado, porque cuando me empezaron a llegar los rumores de queyo estaba largando todo lo que sabía, que cada uno que era detenido decía que era yo el que lo había delatado y des-

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pués veo que esa bola no se para y sigue y sigue, estaba rematadamente mal. Para peor, un día mi padre me dice quela señora Selva estaba muy apenada por lo que se decía de mí, y eso terminó de hundirme. Ella en esos momentos erala maestra de mi hijo y mi padre la veía casi a diario. Le escribí una carta en la que le decía que no hiciera caso de loque se rumoreaba, que todo se aclararía en cuanto yo pudiera ponerme en contacto con los demás presos y...

–¿Pero vos no estabas dado de baja?

–¡No, a mí nadie me dio de baja nunca! La pedí en el Santiso, pero nunca me la dieron.

–Pero eso se dijo muchas veces, que vos te pusiste a largar porque estabas resentido por la baja...

–Sí, y también se dijo que mi actitud era previsible, y se pusieron a echar cuentas de en qué momento empecé a cola-borar con la policía, después con el ejército. Y alguno se atrevió a decir que era de la CIA desde el principio, es que loque se dijo no tiene gollete, hermano. Si esto hubiera sido cierto no digo ya en su totalidad, sino en la tercera parte, yotenía que haber sido boleta hacía tiempo. Pero dejame seguir con lo de Fasano, porque sino me pierdo. Mi viejo le llevóla carta a la maestra y ella me respondió diciéndome que no me hundiera, que fuera fuerte y que no aflojara. Al rato ledigo a mi viejo ves: si pudiera escribir un libro quedaría todo claro. ¡Hacelo!, me contestó. Así que me puse a escribir, aescondidas de todos, porque era consciente de que lo que iba a decir quemaba gente que todavía no había caído. Enrealidad yo no iba a decir nada nuevo, porque el Tino fue el primero en caer, en abril del 72 y yo caigo alrededor del 22-23 de mayo. Antes cayeron el Ñato, Rosencof y Maneras y todos en sus declaraciones habían dicho más o menos lomismo. Es cierto que el Tino fue el primero ...

–¿Qué opinás del Tino y su actitud?

–Yo no opino nada. Cada cual tuvo sus circunstancias...y él habrá tenido las suyas. A pesar de estar siempre en micolumna, yo no lo traté nunca personalmente. Creo que una vez participé en una reunión donde estaba él. Yo lo cono-cía a través de Mercedes y Candán, de Nepo y sobre todo de Mauro. Todos lo tenían por un gran militante, y lógica-mente, yo también. Cuando me detienen, para hacerme ver todo lo que sabían sobre nosotros, me entregan las decla-raciones suyas, docenas y docenas de hojas, algunas a máquina y otras de su puño y letra. Ahí estaba todo el MLN...historias personales, datos íntimos de relaciones entre nosotros, puteríos varios, las relaciones sentimentales deSendic, sus mujeres, con quienes había tenido hijos y con quién no, los contactos con Erro, Ferreira Aldunate, Michelini,Gutiérrez Ruiz, Seregni, los bolches, las relaciones internacionales con Allende y los cubanos, todo. De mí decía cosasque eran ciertas, pero que habían sucedido tanto tiempo atrás que ni yo mismo me acordaba, pero el Tino sí.

–¿No habrá sido él el infiltrado?

–¿Pero qué carajo querés decir? En el MLN no hubo ningún infiltrado. Nos autodestruimos, nos hicimos mierda nos-otros solitos, nos había comido la carcoma...

–¡Pero no me negarás que la tortura les dio resultado y que mucha gente no la aguantó...! porque si me negás eso...

–Esperá un poco. No te calientes y no caigas en lo mismo que cayó la mayoría de la gente. Desde los primeros días dela clandestinidad sabíamos que la tortura existe y existirá siempre. Y también sabíamos que éramos seres humanos,que unos la podrían soportar y otros no. Y decíamos que las únicas armas que teníamos para luchar contra la infiltra-ción y la tortura era la compartimentación, es decir, la seguridad interna. Nadie tiene que saber más de lo necesario,conocer más de lo imprescindible, etcétera, etcétera. ¡Y eso se había acabado!!! Nos cargamos a Morán Charquero portorturador, y como en Inteligencia y Enlace no nos tocaban, creímos que eso sería así para siempre...y empezamos aaflojar. Cuando se vota el Estado de Guerra con los votos de la mayoría de los políticos que estaban en contacto con elMLN y el ejército entra a dar, no nos dimos cuenta que la situación había cambiado. Y entonces, ante un enemigonuevo y desconocido, nos encontramos desarmados. Cuando en marzo de 1972 se reorganizan todos los equipos dedirección se está firmando el acta de defunción del MLN. Yo se los dije en la carta famosa, pero nadie me hizo caso.¡Era la hora de seguir adelante!!! me dijeron Sendic y Marenales. Y cuando en el Santiso los llamé hijos de puta a losdos y le dije a Octavio que él también era responsable, ya estaba todo el pescado vendido...Claro que faltaban localespor caer y compañeros por morir o ser detenidos, pero tampoco me hicieron caso...hay testigos, porque el local estaballeno de compañeros y la discusión fue a gritos. Es cuando dicen que me dieron la baja...qué baja ni que niño envuel-to...si como dicen ya estaban convencidos que iba a traicionar, lo que tenían que hacer es lo que se hizo con Arteche...yo no podía haber salido con vida de ese local... pero salí y me mandan a un local quemado para que cayera pronto ytenerme de cabeza de turco, para salvarse ellos...

–¡Pará un poco, Negro, paráaa!!! Yo te quiero más que a un hermano, pero lo que me estás diciendo es muy pero quemuy jodido. ¿Vos pensás que todo fue premeditado, que se te acusó para salvarse ellos, los capos, los dirigentes...?

–Sí. Lo pienso así. Quizás no haya sido premeditado, o premeditado un poquito, una idea que surge y se olvida peroque después aparece otra vez y entonces se dice ¡y por qué no!!! Te lo voy a demostrar a medida que vayamos leyen-do... ¿qué acusaciones se me hacen? que entregué gente...¿a quiénes, no se dice... se insinúa... ¿qué locales cayeron

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por mí?... en un primer momento se dijo la Cárcel del Pueblo... hoy se sabe que fue Wassen...pero no reconocen elerror, como no fui yo a Nepo lo disculpan. El propio Marenales lo ha dicho... y lo saben desde el principio, porque elNepo se los dijo cuando las negociaciones en el Florida... El Nepo y yo éramos como hermanos y nunca me hubieracargado una responsabilidad suya, estoy seguro... El Bolita Blixen, que ha escrito sobre todo y sobre todos, de mí dicecuatro estupideces sobre la ambición personal...¿por qué no ha escrito nunca la historia de Amodio dentro del MLN...?porque sabe que habré cometido errores, que a lo mejor no fui todo lo bueno que yo me pueda creer, pero no mepuede acusar de lo que ma han acusado siempre: de traidor.

–Quiero hacerte una pregunta: ¿cómo es que te guardaste todo esto durante tanto tiempo? Porque desde que te fuisteen...

–1973.

–Desde que te fuiste en 1973 tuviste tiempo de sobra para hacerlo.

–¿Y qué te creés, que no lo intenté? Media docena de veces, por lo menos. Sólo los fachas me ofrecieron guita parapublicarme, una operación política, dijeron. No quise su guita... no escribía por dinero... del resto nadie me quiso publi-car... mirá que está buena esta caña, ¿eh?

–¿Querés que lo haga yo? Vos lo supervisarías todo, para que no tuvieras dudas...y otra pregunta ¿cómo pudiste vivircon este entripado dentro...? no sé, no me puedo imaginar metido en una situación como la tuya: vivir, trabajar, formaruna familia, tener hijos, superar todo lo pasado...

-¿Y quién te dijo que lo he superado? Andá, vamos a dormir, mañana seguimos.

Sí, era mejor irse a dormir. Yo lo hice muy mal. Lo que Gustavo me estaba contando era tremendo. Según él, toda lahistoria oficial del MLN era una burda mentira. Las figuras más reconocidas del movimiento, las que gozaron del favorpopular durante treinta años, los que basaron su prestigio en una actuación aparentemente ejemplar, los que se rodea-ron de una aureola de heroicidad y a partir de ella se forjaron una brillante carrera política, eran unos falsarios. Habíanmentido, a sabiendas de que mentían, para ocultar sus propios errores. ¿Y Fasano, qué había pasado con ese perso-naje que se hizo famoso por una actuación aparentemente impoluta y desinteresada, convirtiéndose en el adalid en ladefensa de la democracia?

–Me tenés que terminar de contar lo de Fasano, le dije apenas terminar el saludo matutino.

–Como te dije, yo escribí un libro en el que trataba de explicar qué había sucedido y cuyo primer objetivo era defender-me. Yo ya tenía un acuerdo con los militares que involucraba a Mercedes, pero eso lo dejamos para después, para nodesviarnos de Fasano. Cuando lo tengo escrito, se lo entrego a mi viejo con el encargo de que viajara a Buenos Airespara intentar que lo publicara Siete Días. Por las razones que fuera, Siete Días no lo quiso publicar. ¿Por qué no inten-tás publicarlo acá?, me dice mi padre. Entonces me acordé de Fasano. Yo lo había conocido en el BP Color, él habíallegado con el equipo de Sajón y en lo que hoy sería un comité de empresa, representaba a un sector de la redacción.En esos momentos yo era delegado de la sección de fotomecánica del diario y representaba al sector del sindicato queencabezaban los Gatti, Mauricio y Gerardo. Todavía estaba afiliado al Partido Socialista y aunque el partido tenía genteen el sindicato, yo no trabajaba con ellos. Trabajaba con los anarcos, los de la lista 3. ¿Por qué? Muy sencillo: porquelos Gatti y yo estábamos en el Coordinador, que es la semilla de donde nace el MLN. El papel que yo jugué, bien, mal oregular lo hice siguiendo las directivas que teníamos acordadas fuera del sindicato, el sindicato era un instrumento máspara la lucha política, y la lucha política la enfocábamos a través del Coordinador. Yo no buscaba protagonismo comodirigente sindical...mi función era otra, la de reclutar gente, y para eso debía mantenerme en un segundo o tercer plano.Esa etapa vos la viviste bastante de cerca, aunque todavía no estabas conectado...

–No, yo empecé a colaborar contigo en el 67, vos ya no estabas en el sindicato...

–Ya estaba clandestino, y el que me habló de vos fue Alfredo Rivero, el hermano de Tabaré Rivero, Ismael...

–Mirá vos, ese detalle no lo sabía... yo creía que había sido Busacre...

–No, fue Alfredo Rivero... bueno, ahí empezó mi relación con Fasano. Sindicalmente él estaba en la línea del PartidoComunista, mucho más tibia, pero coincidíamos en lo interno del BP Color, acordate que fuimos los primeros en impedirla salida de un diario y los primeros que hicimos una asamblea en el propio local del diario... en el libro de Fontanaalguien cuenta mi agarrada con Sajón, ¿te acordás?, cuando lo leí sentí vergüenza... Sajón me estaba hablando deunas páginas del diario y como por el ruido yo no lo oía me puso una mano en el hombro para hablarme más de cercay...

–Y vos empezaste a los gritos ¡quíteme las manos de encima!!!

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–Fue una cagada que le hice a Sajón, no se lo merecía... era un facha pero un facha honesto. En todas esas cosasFasano iba por libre, porque la gente del Partido era más conciliadora. El caso es que le escribí la nota que después sehizo tan famosa y se la envié junto con el original del libro, no tenía copia. Todo lo que dice Fasano de que si se reuniócon este y con aquél y con el de más allá debe ser cierto, no tengo forma de comprobarlo, y además no me serviríapara nada. Pero lo que sé es que se leyó el libro de cabo a rabo y le dijo a mi padre que tenía serias dudas acerca delefecto que el libro podía causar y que le interesaría hablar conmigo directamente. Y ahí nos mandamos la cagada másgrande que nunca nos pudimos imaginar, tanto yo como los oficiales del Florida, que antes se habían mandado otra yque fue la entrevista con el Flaco Efraín y el Bebe Sendic en el propio cuartel...yo les digo a Camacho y al PescadoGonzález que un periodista amigo me quiere hacer una entrevista para escribir un libro y...

–¿No les dijiste que el libro era tuyo?

–No, no se los dije, no quería que pensaran que los había engañado cuando hicimos el acuerdo ...es que en el libro yodecía cosas que a ellos les había dicho que yo no sabía... ¿me entendés? El caso es que la entrevista se hace, traen aFasano al Florida y lo primero que me dice es que si no quito lo de los políticos él no quiere saber nada de nada, quelos puteríos internos del MLN lo tienen sin cuidado, que él no sabía si lo que yo decía era verdad o no, pero que sipodía hacer negocio con el libro lo haría, pero que las condiciones las fijaba él...¿te das cuenta?, a esa altura yo yaestaba vendido, porque no podía aceptar sus condiciones y el libro lo tenía él, de mi puño y letra...y le dije que no, queno lo podía aceptar y que me devolviera el manuscrito... se lo daré a tu padre, fue la despedida.

–¿Entonces todo lo que contó por ahí acerca de lo que habló contigo del golpe, de los milicos, no es cierto?

–Hay parte de verdad, pero envuelta en una gran mentira. El necesitaba un pedestal para subirse encima, como el sal-vador de la democracia, y yo le di el pedestal acabado, se lo dí lustradito, inmaculado... se leyó las declaraciones delTino, y de los otros, de Wassen, Rosencof y el Ñato, él se fue del Florida con la seguridad de que lo que yo decía eracierto y se propuso hacer ver que era mentira...

–Y Wilson lo ayudó...cuando Wilson dice que vos te reunías con militares para conspirarar sabía que no eras vos, queeran los otros...

–¡Claro que lo sabía!, si el ególatra se llevó del Florida los nombres anotados de mi puño y letra...lo que pasó fue queen ese momento se montó una entente MLN-clase política para salvarse juntos, usándome a mí...me hacían aparecer amí como el impulsor del golpe que todos sabíamos que un día se daría, cuando era la plana mayor del MLN la que lohacía, ¿te das cuenta del tamaño del embuste? ¡Y yo claro que me reunía con militares...! para tomar mate y jugar a laconga, para eso me reunía... porque cuando los oficiales del Florida empezaron las reuniones con los tupas para los ilí-citos económicos y vinieron entusiasmados a contármelo, que iban a detener a todos los corruptos yo les dije que si secreían que los iban a dejar hacerlo estaban mal de la cabeza, y entonces me dejaron de lado, se cabrearon conmigo...andaban encandilados con la verborrea del Ñato y los datos de Cámpora, Pierri y compañía... cosa de locos...y efectiva-mente, no los dejaron y les pararon los pies. ¡Hasta aquí! les dijeron. Ustedes están para acabar con la sedición...¿queya acabaron?...¡muy bien! muchas gracias y a casita...estaban desilusionados, se creían que ellos, con el grado decapitán iban a tener poder para acabar con la corrupción ¡qué giles, mama mía!!!

–Pero en Alto el fuego tanto Fasano como Wilson dicen que sabían que no eras vos, se refieren a varios tupamaros...

–Eso lo dicen trece años después ...no es lo que dijeron en 1972. Otro sainete que se montó fue en el IMES, cuando lacomisión del Senado se entrevistó conmigo. No sé por qué razón Cristi negaba la existencia del manuscrito. Porque yose lo dije claramente a todos: el libro existe y lo escribí yo y todo lo que digo es verdad. Por eso no me importó escribirla nota que me pidió Dardo Ortiz para cotejarla con la nota de Fasano, yo nunca negué la entrevista con Fasano, no séde qué se asombran de que la letra es la misma, es la mía, les dije. No recuerdo quién fue, si Carlos Julio Pereyra o elmismo Dardo Ortiz que dijo muy honorable él, en plan pavo real “no nos podemos guiar por las palabras de un dela-tor...” ¿y quién le dijo a usted que yo soy un delator...? porque si lo fuera ustedes tendrían que hacerme un monumento,estaría acabando con su principal enemigo, ¿o no es así? A todos les interesaba acusarme a mí, unos por una causa yotros, por otra, pero a todos los unía la misma consigna. Todos pretendían salvarse acusándome a mi... es lo que hicie-ron.

–Negro, decime una cosa...¿cómo fue lo del Bebe en el Florida?

–Fue el 25 de agosto del 72. Me acuerdo perfectamente la fecha porque ese día era el cumpleaños de mi madre y elgordo Calcagno me había prometido llevarme a su casa para verla. Mirá, el gordo Calcagno era un tipo primitivo, entodo lo bueno y todo lo malo que significa esa palabra y era capaz de actuar tanto en un sentido como en otro... afecti-vamente era un hombre muy vulnerable... sí, lo creo así, yo no sé si hizo todo de lo que se le acusa, no, eso estoyseguro que no, lo de la calle Amazonas y lo de Pérez Gomar fueron Castiglioni y Campos Hermida, el ejército no entróen las casas, fueron los Departamentos de Inteligencia, el 4, de Campos Hermida y el 5 de Castiglioni. Ellos fueron losque mataron a Martirena y su mujer, al Hugo, a Nando y a Joaquín... el ejército no entró en las casas hasta que no lesmatamos a los cuatro soldados de guardia en la casa del general Gravina, el 18 de mayo del 72. No teníamos ni idea

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de lo que desatábamos, no teníamos ni idea del ejército ni de su gente...bueno, yo me quedé esparando que Calcagnome fuera a buscar, pero no apareció ni me mandó a buscar por nadie ni nada. Era raro que no apareciera nadie, porquetodos sabían que iría a ver a mi madre. A la mañana siguiente aparecen Méndez y Camacho, los dos con una cara desueño que se caían y yo les hago unas bromas sobre eso y pregunto por Calcagno. Estuvo de guardia, me dijeron.¿Cómo de guardia si había quedado conmigo?, les digo. Ellos no sabían nada. Al rato aparecen el propio Calcagno yGonzález. Calcagno era evidente que recién se despertaba y traía la ropa de fajina puesta, pero muy desarreglada. Unacara de pedo de los buenos...yo estaba tomando mate y al tercer o cuarto mate que le sirvo me dice que no quiere más“me voy a churrasqear una naranja...” me dice. Eso es de Sendic, le digo yo...claro, me dice González, se tomaron ano-che una botella de grapa entre los dos. Después supe que Efraín lo había acompañado y que entre los presentes seacordó un pacto de no agresión, si se encontraban donde fuera cada uno miraría para otro lado. Poco después uno delos capitanes, me he olvidado completamente del nombre, sólo recuerdo que era de Rivera me dijo que yendo de patru-lla por Larrañaga y Ramón Anador se encontró al Flaco Efraín y se habían saludado. El capitán es el mismo que iba almando del grupo que detuvo a Marenales.

–Marenales dijo que vos lo señalaste por la calle...

–Y lo seguirá diciendo mientras viva... ya que estamos te lo cuento ahora, porque en el libro de Fontana también lodice. Cuando las negociaciones por lo ilícitos, el Ñato salía del cuartel acompañado por Calcagno y se reunía con gentedel MLN en la casa de un tal Brando de apellido, hermano de una mujer que había estado casada con Galeano. Deesta casa hablaremos más adelante, porque el mismo Marenales habla de ella en el libro de Fontana. A esa casa, entrelos militares y los tupas se le puso a partir de esas reuniones el nombre de La Paraguaya, en recuerdo de LaParaguaya de Artigas. Esa casa, sus habitantes y todos los que pasaron por ella en esas reuniones eran intocablespara el Florida. Pero el Ñato era un boludo que no se aguantaba sin hablar y un día le contó a Calcagno unas palabrasde Engler...

–Octavio, el Alemán..

–El mismo. Resulta que en una de las reuniones, el gordo Calcagno se quedó dormido y Octavio le dijo al Ñato: lepegamos un tiro a ese hijo de puta y vos no volvés al cuartel... se lo habrá dicho en serio o en broma, andá a saber, elcaso es que el Ñato se lo contó a Calcagno, y el gordo estaba cabreadísimo con Octavio, y el resto de los oficiales delFlorida también. No sé cómo, alguien confundió a Marenales con Octavio. Hay que tener en cuenta las divisiones quehabía entre los milicos y seguro que un sector opuesto al del Florida montó una operación de seguimiento y les debenhaber hecho fotos incluso. El tema es que los confundieron a los dos. Muy honestas no serían las negociaciones ya quesi no este capitán que te digo no debería saber cómo eran uno o el otro. El caso es que varias veces dijo: ayer vi alAlemán en tal sitio, o en tal otro, no lo detuve porque tiene inmunidad...y siempre era por Larrañaga desde MonteCaseros a 8 de Octubre. Una tarde viene a mi habitación y me dice: tengo que ir a mi casa –vivía por Sayago– si que-rés ver a tu vieja te llevo y te recojo a la vuelta...

–¿No me digas que funcionaban así?

–Claro que funcionaban así. Pero no sólo conmigo, lo hicieron con muchos más, incluso con algunos a los que les habí-an dado como adentrun gorro: al Nepo, a Mauro, al flaco Dubra y a su hermano... tené en cuenta que eran milicos, peromilicos uruguayos, eran distintos... a algunos después de darles la biaba les pidieron disculpas... vamos, le dije. Ibamospor Propios y al llegar a 8 de Octubre me dice “son las cinco, te voy a mostrar al Alemán” Le ordena al chofer doblar en8 de Octubre y al llegar a Larrañaga, a la derecha, le dice. Agarramos Larrañaga y al llegar a Emilio Raña me dice“miralo, ahí viene”. Hace parar el camello para decirle al Alemán te salvás porque yo quiero, o algo así, me dijo mástarde, y no me oyó cuando yo le dije “no es el Alemán, es Marenales...te van a matar”. El que me oyó fue el sargentoque iba del lado de la calle, ¿te acordás que no tenían puertas? y se tiró al medio de Larrañaga. Cuando Marenales vioal sargento en mitad de la calle, intentó sacar un arma del portafolios que llevaba, pero en vez de sacar la pistola o loque fuera, sacó una granada casera y se la tiró al milico... la granada no explotó y al sargento le dio tiempo de tirarleuna ráfaga. No lo mató de puro milagro...es cierto que en el Florida le dijeron que yo iba en el camello y que lo habíareconocido, pero no que lo hubiera señalado. Le dieron la versión correcta, que es la que te cuento, pero él la cuentamodificada... él tiene que quedar bien, no va a reconocer que en plena represión él se seguía moviendo como si nopasara nada...¡faltaría más!

Durante unos minutos permaneció callado, mirando por las ventanas el efecto del viento que soplaba desde el mar.

–Con este viento se acabó el calor, seguro...es una lástima, pero tiene que ser así, algo se acaba y empieza otra...¿yvos decías que este tal Fontana es más serio que los otros dos chantas...?

–Bueno, por lo menos tiene más prestigio como escritor, eso es lo que te quise decir...no lo conozco como persona...ycomo periodista estuvo en algunos sitios con cierto renombre...

–Será como vos decís, pero como escritor no lo puedo juzgar por este libro, por la sencilla razón de que él no ha escritonada más que la nota del autor, en la última página. Unas pocas líneas...el resto es un pastiche que monta para seguir

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con la línea oficial del MLN, eso está claro, pero podría haber disimulado un poco, o por lo menos haberlo intentado. Yesto te lo digo por una razón muy sencilla: cuando quiere hacer creer que soy yo el que habla, no soy yo, porque utilizaparte de lo que yo dije en 1972, pero adulterado, le cambia el sentido...y me hace gracia lo del anonimato, ¿anonimatopara quién? Para mí no, por supuesto. Te admito que hay algunos a los que no logro reconocer, pero a los más recalci-trantes los reconozco a todos, verás... Mirá, aquí, en la página 13, la que dice que me conoció en el centro Caramellaes Alba Bordoli, mi querida Estela. La de la página siguiente, la que se refiere a la prehistoria del MLN y termina con elasunto de Tabaré Rivero, es Edith Moraes. Voy a empezar por ella, porque Alba Bordoli aparece en páginas siguientes yquiero dedicarle una atención preferente, porque creo que se la merece. Bueno, retomemos lo de Edith. El hecho quemenciona, lo de la cobranza de los afiliados del partido, debe ser de 1962, 63. En esos momentos el Partido Socialistaestaba dividido en tres grandes sectores: el oficialista y mayoritario, liderado por el senador José Pedro Cardozo, quepropugnaba seguir con los planteos electorales, un sector al que podríamos llamar progresista, liderado por ViviánTrías, que no negaba los planteos electorales pero que era partidario de profundizar las luchas sindicales para ganaradeptos para el Partido y un sector claramente minoritario que es el que luego forma el MUSP, liderado por un miembrode la dirección de las Juventudes Socialistas, Luján Molins y que abandonará el Partido arrastrando a un amplio sectorde las juventudes, entre ellos a la propia Edith. El padre de Edith, Arnoldo, con el que mantuve siempre una relación demutuo respeto, estando yo sin trabajo me propuso ayudarle en la cobranza de los afiliados. En esos momentos yo esta-ba en el Centro Caramella, cuyo secretario era Gualberto Damonte, que pertenecía al sector “oficialista”, igual que elpadre de Edith. Un detalle que Edith no menciona, seguramente porque ella también cuando se refiere a mí prefiereaplicar la memoria selectiva, es que en el sector que lideraba Vivián Trías estábamos Sendic, Manerass, el Tano Vitale,Gargano, José Díaz, el pelado Bassini, Tabaré Rivero, Lerena, Alicia Rey, otros tantos que ya no recuerdo y yo...

–Te olvidás del viejo Julio, Marenales...

–No, Marenales viene después... o sea, el grupo del partido que poco más tarde colaborará en la fundación del MLN.Pero en ese momento yo ya estaba actuando siguiendo las directrices que habíamos discutido en casa del Tano Vitale yde Marucha Lorenzo no recuerdo en qué playa cercana y fui a cobrar las cuotas atrasadas porque entendíamos que eralo que se debía hacer para fortalecer la presencia de ese sector en el congreso. Suponiendo que esa actitud haya sidocriticable, ¿la responsabilidad fue sólo mía? ¿Vos qué decís?

–Y no, por lo que vos me contás seguiste una directiva, una resolución o ponele el nombre que quieras que respondía aun planteo más amplio, no fue una resolución tuya para llevarte algún beneficio...

–No, claro que no fue una decisión mía, yo ya estaba encuadrado en una estructura que era muy desdibujada, muy ele-mental, pero que trascendía al propio Partido Socialista. Y lo que dice acerca de mi enfrentamiento con Rivero es prue-ba de que le falla la memoria o está actuando con una mala fe exagerada...

–¿Es por eso que me decías el otro día lo del entrenador y los equipos de fútbol?

–No lo recuerdo bien, pero viene al caso, efectivamente, muchas veces caemos en la crítica facilonga por desconocercosas que ignoramos, valga la redundancia, pero es así...pero en lo de Ismael, Tabaré Rivero, no se puede aducir igno-rancia porque ella vivió todo el proceso desde la primera fila, porque ella integró el sector que criticó a Ismael conmayor dureza... como ya te dije en alguna otra ocasión, a finales de 1963 o principios de 1964 yo conocí a la gallegaElsa Garreiro, cuando desde el Ejecutivo del Partido se me nombra Secretario del Centro Caramella, desplazando aGualberto Damonte y a otros viejos afiliados...

–¿Viejos por edad o por antigüedad?

–Por las dos cosas... para mí fue una situación difícil, porque yo sabía primero que nadie que me faltaba cancha paraocupar ese puesto, que la elección estaba motivada por razones ajenas al partido, porque entre otras cosas el resultadodel congreso no nos había sido favorable del todo, aunque conseguimos un gran avance...y encontrarme con 26 añosen esa situación, imaginate...

––Como perro en canchaebochas...

–Exacto, no contaba con el apoyo de los viejos, aunque Damonte trató de apoyarme y su mujer Iride Caramella tam-bién, y pese a que los dos siempre se manifestaron contrarios a la línea de Sendic lo hicieron siempre dentro de loscauces orgánicos y cuando había que llevar adelante una resolución lo hicieron como personas y militantes honestosque eran, y enseguida viene la ruptura de la gente del MUSP, muchos de cuyos integrantes formaban parte de la juven-tud del Caramella... perdoname si me alargo mucho, pero te lo quiero contar completo, para que lo entiendas bien, sino...

–Seguí como te parezca y contámelo como vos lo creas mejor, yo soy todo orejas...

–Bueno, entonces sigo... los viejos afiliados se fueron del Caramella y buscaron otros centros, algunos rompieron con elPartido y de los jóvenes quedaron Yamandú Nieves, Elsa Garreiro y Alba Bordoli, después volvió Eraclio Recalde y la

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propia Edith... la mayoría siguió a Molins y al Flaco Julio Louis...durante ese tiempo yo discutí muchas horas con todosellos acerca de la situación política... tené en cuenta que apenas hacía tres o cuatro años de la revolución cubana, yaactuaban algunos grupos fachas...

–Los que tatuaron a Soledad Barret...

–...sí, y ya se había producido el robo de armas del Tiro Suizo. Yo estaba sin trabajo, separado de Teresa y aunquevivía en casa de mis padres, mantenía alquilado el apartamento de la calle Justicia aunque el alquiler no lo pagaba yo,sino que era Maneras, el hombre de confianza de los Sendic, Vitale, Díaz, Gargano, etcétera, el que me daba lospesos...

–Maneras fue el que te reclutó a vos...

–El que me reclutó y me enseñó a dar mis primeros pasos en la Organización; después nos fuimos separando, él cayópreso muy pronto, yo ocupé su lugar en la Dirección y llevé adelante la descentralización, que era un sistema de trabajototalmente contrario al que él y Marenales habían seguido durante años.

–Pero eso no pudo ser motivo de separación...

–No, claro que no...nos fuimos separando porque cada cual estaba en un sitio distinto, con responsabilidades distintas ycon enfoques distintos, pero siempre nos llevamos bien y nos respetamos hasta que la prisión nos llevó a cada uno porsu lado...pero ese es otro tema...

–Sos un barril sin fondo, Negro.

–Sigo. Estamos entonces en 1963, nosotros en el Caramella y varios en otros sitios ya estábamos hablando de luchaarmada y revolución, ¡casi nada!!! y estuvimos planificando pequeñas cosas aunque algunas no tan pequeñas como elfallido rescate de Vique, Santana y Castillo... En esas cosas participaron Elsa y los demás integrantes del grupo del queya se había separado Yamandú, aunque todavía no estábamos constituidos como células, pero sí teníamos cierta disci-plina como tales. Cuando estuvimos planificando el rescate, la Gallega y yo viajamos durante tres o cuatro meses todoslos viernes en el tren que iba a Artigas, fingiendo ser una pareja de novios. Teníamos una cantidad de horas de tren, porlo que tuvimos tiempo de conocernos mejor que con el resto. Hablábamos de todo, de cuestiones personales y de otrasque no lo eran, de cine, de teatro, de nuestras carencias afectivas, de todo...y cuando el rescate fracasa, los dos nosencontramos con que nos falta algo, que esas horas nos habían acercado mucho...y ¡se terminó el noviazgo! le dije.¿Por qué no lo seguimos? me contestó. A mí no me importaría, agregó a continuación. Así que empezamos una rela-ción afectiva que duró muy poco, apenas dos o tres semanas, no lo recuerdo con exactitud.

–¿Qué pasó?, si se puede saber...

–Claro que se puede...estábamos en el apartamento de Justicia, junto con Alba Bordoli y alguien que se me dijo habíasido su novio y querían reiniciar la relación. No estábamos los cuatro juntos: Elsa y yo en una habitación, la de adelan-te, y Alba y su novio en la del fondo. Elsa y yo nos besamos durante cierto tiempo y cuando quise ir más adelante ellase negó: no estoy preparada, me dijo.

–¿Era mucho más joven que vos, verdad?

–Cuatro o cinco años, nunca llevé la cuenta. Ella tenía veintiuno o veintidos años y yo veintiseis o así...Pero no creoque esa haya sido la causa, el caso es que después nos hicimos muy amigos, incluso cuando la clandestinidad vivimosmeses bajo el mismo techo y nunca mencionamos el tema...cada cual rehizo su vida y punto. Pero volvamos a lo queinteresa: un día Maneras me plantea que el grupo de Ismael necesita una compañera para un relevamiento y si yo lepodía recomendar a alguna de mi grupo. Mirá si seríamos cuidadosos de la seguridad que Maneras era el responsablemáximo de la operación de rescate ¡y de mi grupo sólo me conocía a mí! Bueno, yo le dije que sí, que estaba la compa-ñera que me había acompañado a mí en el tren y se la presenté. Yo hacía pocos días que había conocido a Ismael,porque junto con Maneras empezamos a estudir el robo de la dinamita de la cantera de Pan de Azúcar.

–Pero eso ya es en el 64, ¿no?

–Sí, abril del 64, pero empezamos el estudio mucho antes. El caso es que Elsa e Ismael se hicieron pareja casi enseguida y a través de Maneras se me planteó la conveniencia de que ella se quedara en el grupo de Ismael. Durante untiempo la relación entre ellos funcionó bien, pero un día dejó de funcionar y empezaron los problemas dentro de laOrganización. Se había roto el coordinador, con el abandono de la FAU y el MIR y los que quedamos dentro, la genteque venía del MRO, los del MAC y los del Partido Socialista más uno o dos del MIR que se quedaron habíamos elegidoal primer Comité Ejecutivo: Sendic, Maneras e Ismael por los socialistas y Fernández Huidobro por el MAC.

–Ustedes coparon la dirección...

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–No se trataba de eso, era el fiel reflejo de la militancia: éramos más y estábamos más comprometidos, eso era...enton-ces Ismael, valiéndose de la superioridad que tenía dentro de la Organización, empieza a acosar al Elsa, creándoseuna situación muy jodida, máxime teniendo en cuenta que éramos una manga de románticos inexpertos que nos creía-mos puros, sin mácula... o sea, éramos unos giles totales. Yo por lo menos era el más gil de todos, ni me imaginaba lacantidad de puteríos que tendría que bancar más adelante...

–Los putiferios de los que habla Mujica...

–Bueno, él los llama putiferios pero no se refiere a los que yo tuve que bancar, se refiere a otros casos, para adjudicár-melos a mí y a la Negra, claro está...el caso es que a nivel interno empieza a crearse una atmósfera bastanta jodida,porque aunque se tratara de que internamente la compartimentación fuera cerrada, eso no era posible en un grupo quevenía junto desde la legalidad: éramos amigos, compañeros de estudios, compañeros de trabajo a veces y a veces másde una cosa. Ya teníamos el local de José L. Terra y Larrañaga y allí empezamos a funcionar varios grupos, tanto de losnuestros como del MAC. Entonces se empezó a hablar de la situación de Elsa y de Ismael, como siempre al principiocon cierta timidez, pero al final era un tema de conversación habitual. Yo era responsable de mi grupo y seguramentedebí tomar cartas en el asunto de forma decidida, plantear el tema al Comité Ejecutivo aunque el tema involucrara auno de sus miembros, pero el caso es que no lo hice. Hasta que una noche el Ñato Fernández Huidobro, que habíasido puesto al corriente de la situación por su mujer, Graciela Jorge, cita a una reunión del Ejecutivo, ampliado con lapresencia de Marenales y mía. Evidentemente la mujer del Ñato no conocía más que una parte del problema, porqueignoraba las razones por las que Ismael era criticado. Así que el Ñato cita a la reunión para hacer una crítica hacia elfuncionamiento interno, diciendo que es inadmisible que un miembro del Comité Ejecutivo sea criticado sin fundamentopor miembros de los grupos de base y...

–¿Así que el Ñato se plantea la defensa de Ismael?

–Claro, con los elementos que tenía sí, es lo que se plantea. Yo he discrepado mucho con el Ñato y creo que es uno delos mayores responsables de la debacle del MLN, pero en ese momento él está convencido de que eso es lo que tieneque hacer y lo hace. Sendic no está en la reunión y tanto Manerass como Marenales apoyan al Ñato. Yo estaba callado,rumiando qué hacer y de qué manera, hasta que fue el propio Ismael el que me hizo decidir. Fue cuando dijo que élconocía las críticas que se le hacían y no lo había planteado al Comité Ejecutivo para que no se pensara que lo hacíapor tratarse de él, precisamente. Hice un informe de lo que sabía acerca de las actitudes de Ismael, de la forma violentaen que la trataba, los golpes en las mesas y en las paredes como diciéndole ¡mirá, esto te lo puedo hacer a vos!, didatos de los acosos en presencia de otros compañeros, y al final, el propio Ismael reconoció que lo que yo decía eracierto. Todos los presentes, en ausencia de Sendic, resolvimos separarlo del Comité Ejecutivo, e Ismael aceptó la san-ción. Cuando Sendic conoció la sanción se opuso a ella, argumentando que no eran motivos suficientes. Así que lo quedice Edith de que yo tomé ese tema como una cuestión personal y alejado de los cauces orgánicos, nada de nada.Reconozco que no fui yo el que planteara el tema, ya que lo conocía, pero los demás, Edith incluída, tampoco hicieronnada para resolverlo. Y Alba Bordoli, que se proclama amiguísima de Elsa, tampoco hizo nada. Pero para peor, y poresto es que digo que obran de mala fe, es que todos los grupos de la Organización fueron informados de la sanción aIsmael, y nadie, absolutamente nadie, se opuso a ella.. Y con Edith durante cuatro o cinco años seguimos militando jun-tos, y ya te digo, a veces bajo el mismo techo y nunca mencionó el tema. No sería porque le faltaron oportunidades...porque Ismael fue reincidente en casos de divisionismo tratando de manejar a gente para arrimarla a su posición. Peroya habrá tiempo para eso. Vamos a comer, yo me arreglo con un churrasco y un poco de vino...

–Pará un poco, ¿qué pasó con Ismael?...porque él siguió en el MLN...

–Claro que siguió, y a nivel interno cumplió con todas las tareas encomendadas. Pasó a ser un militante de base perotrabajó como el mejor, lo tengo que reconocer porque es así, salvo cuando intentó arrimar el fuego a su sardina...

–¿Y en lo personal...?

–En lo personal nunca volvimos a ser como antes...pero cuando se trataba de trabajar juntos lo hicimos como si nadahubiera pasado...

–Pero estaba claro que habían pasado cosas...

–Ya lo creo... En cuanto a lo que dice Alba Bordoli, la verdad es que no sé por donde entrarle, pero tengo que hacerlo.Durante el desarrollo del libro se me acusa de muchas cosas que se tratan de justificar o fundamentar en cuestionesideológicas o políticas. Las menos, aunque las hay, se basan en cuestiones personales. Pero Alba, mi querida gordaEstela, resuma resentimiento por los cuatro costados. Nadie, ni siquiera Marenales o Zabalza se expresan con tantaferocidad acerca de mí. Es cruel, yo creo que es la palabra que mejor la define. Cruel. Te clava el cuchillo y después loretuerce, sin dejar de sonreir, eso sí. Siempre tuvo una sonrisa muy dulce, o al menos a mí me lo parecía. Sus opinio-nes se transcriben en varias páginas, señal de que tenía mucho material o que Fontana supo alargarlo conveniente-mente. Pero se calla muchas cosas...como todos, larga lo que le interesa y sobre el resto echa un manto de olvido...así

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que no tengo más remedio que refrescarle la memoria, sin dejar detalle, porque quiero aplicarle el mismo rasero queella me aplica a mí. Pasaré de largo por la página 13, ya que carece de interés, haré lo mismo por la página 14, ya quelo que dice son una serie de sandeces que no llevan a ningún lado, y además, me confunde con Sebastián, el ingenieroManeras, que era el que fumaba en pipa. Yo fui al Pinela a dar clases de defensa personal, que recibí en un gimnasiode una organización judía de izquierdas, junto con un grupo del Partido Socialista, entre ellos Eduardo Caetano, quienfuera durante un corto período de tiempo destacado militante de las Juventudes del Partido y fue el que consiguió quenos dieran esas clases. El contacto con la comunidad judía era suyo, no mío. Luego se marchó con el MUSP y nuncamás supe nada de él ni de la gente de la comunidad judía.

–Entonces ¿lo que se dice de Cukurs y del Mossad no es cierto?

–Claro que no es cierto. Al autor del meticuloso informe le han colado un farol grande como una casa. Lo único ciertoque se dice es que por 1961, a raíz del atentado a Soledad Barret y durante aproximadamente un año, tanto EduardoCaetano como yo realizamos una serie de vigilancias a personas que los judíos que nos daban las clases de defensapersonal tenían señaladas como activistas nazis en toda la zona que iba desde el barrio Reus a Boulevard Artigas, lazona de La Comercial, Miguelete, Justicia, etcétera. Yo me reunía con Eduardo en mi apartamento y a alguna de esasreuniones acudieron Yamandú Nieves y Edith, pero su participación en las vigilancias fue escasa. El Partido Socialistatambién estaba preocupado por las actividades nazis y tenía su propio equipo, que dirigía Félix Batista, con el que mereuní varias veces, tanto en su casa como en la mía, para intercambiar información.

–¿Entonces por qué se hace tanto hincapié en lo de Cukurs?

–Supongo que es para rellenar páginas...y para ahondar en el misterio, como dice Fontana. La verdad es que lo deCukurs fue un caso que ocupó las primeras páginas durante un tiempo, y lo tuvimos que comentar entre los integrantesde nuestro grupo. Yo trabajaba en el BP y tanto Alfredo Rivero como yo hablamos del tema con el cronista policial deldiario, pero no lo hicimos con el único interés del caso Cukurs: pensábamos que a través de él podíamos acceder a lainformación policial que no se daba a conocer a través de la prensa o la radio, y por él supimos de algunos detalles conantelación a que fueran publicados. Seguro que algunos de esos detalles los debo haber comentado con alguien y seles ha adjudicado una importancia que no tenían. Pero eso sí, el fabulador era yo. Otra cosa que me asombra de todoeste proceso es que existe una cantidad de gente que dice conocerme y que se cree con derecho a decir lo que se leantoje y a los que todo el mundo cree, por disparatadas que sean las opiniones. Lo de Cukurs evidentemente lo es,pero hay muchas más. Bueno, mirá vos como de la gorda Estela saltamos a Cukurs, así que recapitulemos. Mirá, aquí, en la página 27, Alba Bordoli vuelve sobre mi relación con la gallega Elsa, si querés te lo leo...

–No, no, no hace falta, en todo caso lo leo después y si necesito alguna aclaración te lo digo; seguí no más, que teescucho...

–Sigo, entonces...según dice, Alba y Elsa eran muy amigas. No lo dudo que lo fueran, pero no porque lo diga ella, sinoporque Elsa ya me lo había manifestado y yo pude corroborar durante el tiempo que militamos juntos. Lo que dice acer-ca de las guardias es otro infundio más. Había razones muy válidas para que fuera Elsa y no otra de las mujeras delgrupo las que participara conmigo: era la que disponía de más tiempo, ya que sus padres trabajaban en un hotel y lle-gaban tarde a casa, Edith las hacía con Eraclio –eran novios– y Alba vivía con su madre y a veces le era difícil justificarlas ausencias. Dudo mucho que Elsa le haya ocultado que la iniciativa de nuestra fallida relación partiera de ella y loque dice acerca de sus padres no puedo ni afirmarlo ni negarlo. Lo cierto es que Elsa me los había presentado y habíaquedado claro cuál era mi situación personal y familiar. De la misma forma que nuestra corta relación la inició Elsa fueella que la cortó, y entre nosotros no pasó nada más... incluso un poco antes del 22 de diciembre Elsa y el Pata Cataldovivieron conmigo y con Mercedes en el apartamento de Justicia, cuando ella ya había roto con Ismael...

–Por lo que veo las relaciones de Elsa duraban poco...

–En el caso de Ismael las causas están claras: Ismael tuvo con ella unos comportamientos violentos, de gritos y golpesque eran inadmisibles... la misma Alba Bordoli lo reconoce, pero el tono que emplea es para justificar esa violencia...antes de que ella y el Pata se marcharan a la Argentina hablé con los dos muchas veces, porque ellos estaban viviendouna clandestinidad muy complicada. Vivíamos hacinados en Marquetalia en unas condiciones más que precarias, losdos habían sido arrastrados por las charlas de Nell Tachi, lo que los llevó a enfrentarse con la Negra y conmigo y noveían claro qué porvenir podíamos tener como Organización en esas condiciones. Elsa sobre todo me reconoció losmuchos errores cometidos, fruto, me dijo, de su credulidad acerca de las personas y sus actitudes y su escasa expe-riencia de vida. Con el Pata la relación fue más sencilla, más natural...él ya venía muy baqueteado de la Argentina yestaba de vuelta de muchas cosas...Por lo que dice Alba una de las razones por las que la relación con Elsa no funcio-nó fue mi condición de casado, y otra mi escaso nivel intelectual, a lo que se han agarrado muchos para intentar desca-lificarme tanto política como personalmente. Lo que no dice es que cuando Elsa inicia su relación con Ismael éste nosólo estaba casado, sino que seguía viviendo con su mujer, pero lo que no vale para mí se acepta para otros. En cuan-to a mi nivel intelectual ya he reconocido haber sido un mal estudiante, lo que no quiere decir que no me interesaran lostemas culturales...el cine, el teatro, la música o la literatura...lo que pasó es que yo no iba por ahí dando charletas cultu-rales, pero he “discutido” con Manerass porque él era mozartiano y yo prefería a Beethoven, y con el pelado Bassini

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compartíamos el gusto por Vivaldi y el Barroco, y no te digo nada acerca de Pirandello...pero en fin, desprestigia quealgo queda... Como dice Alba Bordoli, ella y yo empezamos a hacer guardias juntos y que yo en algún momento “me ledeclaré” porque se decía así ¿verdad? Tal como lo cuenta, parece que fue así, de un día para otro, pero habían pasadoun par de años, por lo menos. Durante ese par de años yo la fui conociendo mucho más, y supongo que ella también amí. Lo que me extraña es que ahora dice cosas que antes no dijo, o por lo menos no me las dijo a mí, que se suponeera el primer interesado en saberlas. Dice que yo sentía un odio cerrado hacia Tabaré pero después cuenta lo del viajea Rivera y dice que la relación era buena y amistosa. ¡Ya lo creo que lo era...! Tabaré y yo nos empezamos a distanciarbastante más adelante y por razones de ética política y no por razones personales, ¿te queda claro?

–Sí, meridianamente claro. Lo que no entiendo es la necesidad de mezclar las cosas...no entiendo que para criticartesea necesario falsear los hechos y...

–Y ocultar otros.

– Yo no puedo decir si hay hechos que se ocultan si no los conozco. Pero de los que conozco puedo comprobar queme estás diciendo la verdad, porque los viví de primera mano, como lo del plano de las libras, porque yo lo ví, venía laprimera vez que me enviaste la billetera...

–Mirá vos, ni yo mismo me acordaba de ese detalle; bueno, el caso es que hicimos el viaje a Rivera y pasa lo que ellacuenta y alguna otra cosa que oculta. En otra página se refiere a mis gustos refinados en el vestir y hace referencia aunas prendas de cuero que usaba yo con la moto: pues Elsa, Alba e Ismael ¡las tenían iguales, nos las había regaladola misma persona!!! pero la memoria selectiva hace que solamente se diga lo que me pueda perjudicar a mí. Y ocultauna conversación que tenemos ella y yo, durante una noche entera, sentados en la entrada de la estancia de eseamigo. Antes ella ya me había hablado de su padre y de las malas relaciones que mantenía con él. Un trauma, decíaella y a continuación decía que ese trauma era lo que le impedía relacionarse con los hombres. Relacionarse en gene-ral, no sólo en lo físico, en lo sexual, en todos los aspectos. me decía. Nunca me lo dijo con claridad, pero yo al menoslo entendí así, el padre había sido lo que hoy se llama un maltratador familiar. Si no es así, que me disculpe el hombre,pero es lo que yo entendí. Por la misma época se había producido la primera marcha de los cañeros y con ellos veníaun personaje singular, un tal Alberto Giménez, que después caerá preso en un fallido asalto a un banco, junto conManeras y Marenales. Este Alberto venía rodeado de una fama, aparentemente bien ganada, de hombre andarín yaventurero. Era de una fortaleza física impresionante. Tenía una moto Zundapp de 750 de cilindrada y para una repara-ción bajó el motor del cuadro y lo movió a mano, con los brazos...había que verlo...Yo lo concí también en esa etapa, yestuve viviendo en una pieza que él tenía alquilada en el conventillo de Gaboto. Estaba casado y además tenía muchasamigas que lo visitaban allí, además de la que era su mujer.

–Es el que fue compañero de Violeta Parra...

–El mismo, pero eso fue dos o tres años después, él se va a Chile después de estar preso en la carcel de Miguelete,por 1965 o así...como te digo, llamaba la atención verlo: moreno, de facciones muy armónicas, pelo castaño muy clarocon mechones casi rubios, tenía otras dos característcas que lo hacían un ejemplar único: los ojos y el hablar. Los ojoseran azul claro y el hablar era una mezcla de todos los idiomas y dialectos que conocía de su deambular americano...hacía la bandera agarrado a un palo como quien se toma un vaso de agua. Bueno, resulta que Alba estaba enamoradade él. Tan enamorada que no concebía otro amor. Yo la había escuchado con suma atención y era evidente su desga-rro, su dolor por un amor que no era ni sería nunca correspondido. Yo intenté hacerle ver que la vida nos ofrece otrasoportunidades de querer y ser querido y que lo que hoy nos parece imprescindible a la vuelta de la esquina te esperauna nueva razón de vivir. Seguramente me puse a mí mismo de ejemplo de eso. Seguramente que cuando habló conFontana y le dijo que yo llorisqueaba mucho no recordó lo mucho que lloraba ella ni lo mucho que lloró esa noche.Cuando Ismael y Elsa regresaron a la casa nos encontraron a los dos donde nos dejaron al irse, la diferencia es queella se había dormido recostada en mi hombro. A partir de ese momento tuve más claro que nunca que la tenía queayudar; me dí cuenta que su estado anímico era muy malo, que no se apreciaba ni como persona ni como mujer y mepropuse...

–Otra de tus quijotadas, seguro...mujer joven y bonita necesitada de apoyo psicológico y ahí estabas vos para dárselo...

–Sí, me propuse ayudarla, ¿por qué no? Nunca tuve en cuenta si eran jóvenes o bonitas o las dos cosas juntas....no teimaginás la cantidad de mujeres a las que ayudé en momentos difíciles para ellas... Alba era joven, pero no bonita si yoaplico los conceptos de belleza con el sentido que ella me describe a mí, con tanto rencor guardado durante tantosaños... a ella le cabe bien el dicho que dice “escupirás la mano que te dio de comer”. Evidentemente no había superadolos cánones pequeñoburgueses que decíamos combatir...

–Evidentemente no los ha superado treinta años después...

–No, evidentemente. Ella necesitaba trabajar, tener un dinero que fuera de ella, no el que le proporcionaba su madre,así que hablé con José Díaz para que le diera un empleo por las tardes en el despacho en que él trabajaba... el sueldose lo pagaba yo... no recuerdo durante cuánto tiempo lo hice, porque ella dejó el despacho al no sentirse realizada, me

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dijo una noche en que nos habíamos enchufado cuatro o cinco espinillares entre pecho y espalda...minga de vino blan-co... trasegaba Espinillar como una campeona...a propósito, ¿no creés que va siendo hora ...?

–Claro que sí, pero no quería distraerte...¿la primera con hielo..?

–Sí, como siempre...cuando ella dice que “me declaré” estábamos ya al final de 1965. No fue una declaración de amorcomo las de las novelas, que es lo que parece que traslucen sus palabras, no. Le propuse irnos a vivir juntos y juntosayudarnos uno al otro a superar nuestas respectivas carencias, ¡te das cuenta de lo imbécil que pude llegar a ser...!!!

–Otra Teresa, te ensartabas con ella como te ensartaste con Teresa...

–Sí señor, me iba a ensartar yo solito... me monté el anzuelo y cuando me iba a ensartar me salvó la campana...la cam-pana fue mi hijo, porque ella dijo no cuando me preguntó qué pasaría con mi hijo...vivirá con nosotros, le dije... fue unamañana, en la playa Pocitos. Ibamos todas las mañanas y lo llevábamos a él, que tenía tres o cuatro años... dejamepensarlo, me dijo, luego por la noche te contesto. Nos vimos en el local de Larrañaga y nos fuimos a comer asado auna parrillada que estaba de camino a su casa, por Larrañaga y Monte Caseros. Antes de empezar a comer me lo dijo:me lo estuve pensando y va a ser que no, la clandestinidad te está rondando y yo quiero hacer mi vida... no puedocomprometerme por tu hijo, espero que me entiendas... es tu hijo pero no es mío, no puedo decidir hoy, con los añosque tengo, hipotecar mi vida por él... no quiero hacerte sufrir, pero te lo tenía que decir... ves lo que dice aquí...

–Sí, que te apreciaba mucho pero que físicamente no eras una persona que la atrajeras, que eras horrible y chiquito...

–Pará hermano, no sigas a ver si me vas a despertar los complejos otra vez...sí, eso es lo que dice ahora, pero no loque me dijo entonces, ¿qué te parece...?

–¡Que te salvaste, Negro, que te salvaste...! Y esta tipa es la que te trata a vos de hijo de puta...

–La misma, pero esperá que falta lo mejor. Yo la seguí tratando como si nada hubiera pasado, y muchas veces ella meiba a buscar al BP Color cuando yo salía a las nueve de la noche y nos íbamos de espinillares al Hispano, que estabaen San José y Río Negro. ¿Te acordás, no? Ahí vos y yo nos tomamos también unas cuantas...

–Sí, pero del boliche que más me acuerdo es del que estaba más abajo, por San José y Río Branco creo queera...tenemos que darnos una vuelta por ahí...nos veíamos a las tres de la mañana, cuando vos salías del diario...¡quétiempos, mamma mía...! ¿Te acordás cuando le hicimos empanar a Carratú un cacho de esponja y se lo servimos comosi fuera una milanesa...?

–Cómo no me voy a acordar...si fue para mearse...cuando consiguió arrancar un pedazo empezó a masticar y estuvodale que dale como cinco minutos, hasta que nosotros no aguantamos más y nos empezamos a reir.. si no nos reímostodavía está masticando...

–Mirá que montamos jodas en ese taller,¿eh? Te acordás del polaco, ¿cómo era que se llamaba?

–Polaco no, lituano. Algerdas Paulaskas Rakenaite, se llamaba. Creo que era un buen tipo, ¿no te parece?

–Es posible, no te lo puedo asegurar...

–Pero tenía un gran sentido del humor... un día estaba leyendo la crónica de un partido de fútbol y había un jugador quese llamaba Betiato, y el lituano dice muy serio: ¡Betiato...!!! ¡¡¡hay que llamarse Betiato... y lo decía él, AlgerdasPaulaskas Rakenaite. Y tiene otra: ¿te acordás el calor que hacía abajo, en la fotomecánica? Bueno, resulta queAlgerdas, al que lo llamábamos Tito, para simplificar, trabajaba desnudo y se ponía una túnica que le llegaba más abajode las rodillas. Un día tuvo que subir a la Redacción para aclarar no sé qué cosa por un titular y una de las componedo-ras se fue a quejar a Chaparro, el administrador, porque al Tito se le veían las piernas de las rodillas para abajo. A partirde ese día se hizo unas perneras con unos pantalones viejos y se las ataba con unos elásticos... seguía tan desnudocomo siempre, pero las piernas las llevaba tapadas...cuando había cualquier duda, a la redacción subía él... Pero siga-mos con Alba Bordoli. Una noche en el boliche me dice que la noche anterior había soñado que hacía el amor conmigo.Yo me la quedé mirando y me dió lástima. Ya te dije que no era bonita, pero lo que a mí me gustaba era su sonrisa y lamirada cuando sonreía, y estaba tratando de sonreir y lo que le salió fue una mueca... estaba a punto de llorar... le díun pellizcón en un cachete y traté de hacerla razonar. A mí no me importaba irme con ella a la cama si a ella le apete-cía, pero le pedí que si lo hacíamos ella estuviera absolutamente segura del paso que íbamos a dar, ella fundamental-mente, dados los problemas que existían.

–¿Era virgen?

–No lo sé, nunca se mencionó el tema... por lo que habíamos hablado supongo que hubo intentos que acabaron en fra-casos, y a mí no me gustó la idea de ser un facaso más, no por mí, sino por ella...

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–¿Y qué pasó?

–Nada, seguimos hablando de otras cosas, la llevé hasta su casa y nos despedimos hasta el día siguiente. A los pocosdías me dijo que había tenido un encuentro con un amigo y me describió una habitación del Villa Belver, el muebleaquél que estaba por la zona de Canal 5, una habitación que tenía una pecera... yo la conozco, le dije, estuve allí unpar de veces... era cierto, la conocía... Entonces creí que ella me estaba dando a entender que había superado sustraumas, pero yo me hice el oso... además, ya estaba Lía de por medio... Pasaron unos días y supimos que estabaindispuesta; siempre que le pasaba algo me llamaba por teléfono para avisarme e incluso yo iba a su casa para verla, ira la farmacia por medicamentos o simplemente hablar con ella y con su madre. Por algo yo era su mejor amigo... peroesa vez no me llamó. El que me llamó fue un compañero que había conocido a través de Ismael y Maneras, Lerena deapellido y al que conocíamos como Moro, Moro Lerena. Me citó en el local de Larrañaga, nos subimos a un altillo quehabía para estar alejados del resto de la gente y nos sentamos frente a frente. El Moro era muy serio y aunque cordial,siempre adoptaba actitudes un poco grandilocuentes. Poniéndome una mano en el hombro, me dijo: ¡hermano, hacometido usted un disparate enorme, a ver si lo podemos solucionar entre usted y yo! ¿Qué pasa, le pregunté? ¡Puesque ha dejado usted embarazada a la compañera Estela, y ella quiere abortar. Pues yo no he sido, le respondí, si estáembarazada yo no sé nada. ¿Y por qué pensás que fui yo, le dije. Hermano, todos sabemos la especial atención que lededicás, así que cuando me dijo que no quería que vos te enteraras, mi mujer y yo pensamos que vos eras el hombre yella no quería que lo supieras. Pues no, no soy yo, le dije. Pero razones para ocultármelo tiene bastantes, agregué. Alpoco tiempo el Moro me dijo que “aquello terminó bien”. Alba nunca mencionó el tema y yo menos, como comprende-rás. Es lo único que le faltaba, me dije. Después, algunas veces la vi en el café de General Flores y Larrañaga con unex militante de las Juventudes Socialistas, Carlos Lederman, que junto con Pablo Recagno y otros formarían lo que sellamó la Micro, por microfracción, un engendro que el Ñato nos metió en el MLN y que también tuve que bancar. La pri-mera vez que los ví juntos no pude evitar preguntarme ¿habrá sido éste? Después nunca más me lo pregunté. Ella diceque por suerte nunca más me acordé de ella... pero me tuve que acordar, ¿sabés? Yo estaba en el Florida, y el GuachoMéndez era el oficial que hacía de enlace con la OCOA, pese a que era teniente segundo, nada más, pero era el únicoque tenía la cabeza para pensar. Pablo Recagno había estado preso en el Florida, le habían dado bastante pero laresistió. Detuvieron entonces al que daba la cobertura en la calle Garibaldi y éste mencionó otra vez a Recagno; lo fue-ron a detener otra vez y entonces no la resistió y media micro fue en cana. Méndez me mostró la lista de los detenidosy los que faltaba detener por la declaración de Recagno, y entre los que faltaba detener leí: Alba Bordoli, vive cerca deCentenario y camino Cibils, estudiante de Humanidades, de aproximadamente 30 años, gorda, con pecas... Esta no, ledije. Estuvo vinculada pero se abrió antes de 1966, estuvo un tiempo pero se fue enseguida, no le gustó el ambiente...telo aseguro porque fue medio novia mía, borrala...no tiene nada que ver... Méndez la tachó de la lista del Florida y yo ledije no te olvides de sacarla de la OCOA, si no la borrás de ahí la pueden detener en otro lado... Méndez me miró y medijo: ¿todavía la querés, eh? No le respondí.

–¿Y por qué lo hiciste?, vos no podías saber si ella estaba conectada o no, si era una tupa militante o no...

–Lo hice con varios, con gente que había colaborado al principio, que nos había dado alguna ayuda, gente del Partido ydel barrio, poca cosa, si les podía evitar la biaba, lo hacía... y a ella con más razón...a lo mejor el guacho Méndez teníarazón y todavía la quería... Otro al que salvé de la paliza fue un pibe al que Lucía señaló en la calle, el día que la detu-vieron en la puerta del Sindicato Médico. Tenían el dato de que al hermano del Goyo lo había matado un tal Carlos ycoincidió que el pibe se llamaba así...

–¿Y Lucía por qué lo señaló?

–Porque le estaban dando y pensó que así se los quitaría de encima, aunque fuera por un rato, pero fue una cagada,no podés involucrar a alguien que vos sabés que es inocente, fue una cagada tremenda... cosas que pasaron...

Después de comer fuimos a dar un paseo por la playa. Estaba nublado y no se divisaba el horizonte, la orilla tenía aúnlos restos de la marea y cientos de gaviotas picoteaban entre ellos. Esto no cambiará nunca, me dijo Gustavo, señalan-do la orilla y las gaviotas. Hace treinta años, con Mercedes teníamos nuestros contactos en la zona del puente deCarrasco y el recorrido desde Solymar lo hacíamos a pie, entre las gaviotas, como ahora. Cuando veíamos a alguien enla costa enfilábamos al monte y nos íbamos entre los pinos. Una vez que la Negra volvía sola, dos tipos le salieron alpaso; ella los había visto de lejos, pero como se había retrasado tenía prisa en volver y en vez de tirar al monte siguiópor la orilla...en cuanto uno de ellos le dijo si no le daba miedo andar solita por la playa les desenfundó un Star 32 quellevaba y los tipos todavía deben estar corriendo...

–La experta tiradora, decía la policía...

–Esa fue una leyenda que se creó cuando las detenciones primeras después del 22 de diciembre... nunca tuvimos posi-bilidades de practicar tiro de forma seria, llevábamos armas sin haberlas probado previamente, tenías asignada un armay la munición para un par de cargas y pará de contar...

–Pero eso no habrá sido siempre así...en algún momento eso habrá cambiado...

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–Eso fue siempre así, no cambió nunca...una vez los cubanos nos mandaron unas carabinas M15 que les habían quita-do a los gusanos de Bahía de Cochinos y resulta que cuando las quisimos usar descubrimos que se encasquillabantodas, no servían para nada...y las Browning aquellas de trece tiros tenían los caños picados...eran un peligro...

–Si eso era así ¿cómo surge la idea del Segundo Frente, el plan Tatú y todo lo que se quiso hacer en el interior..?

–Que te lo explique Zabalza... en su momento yo dije que eso era un disparate y vaya si lo fue... para hacerle caso alBebe se desarmó a la gente en Montevideo... pero mirá, ese es un tema que me gustaría tratarlo con calma, porque elSegundo Frente y el Tatú son la causa del desbarajuste organizativo que se decide en marzo del 72, cuando yo caigopor segunda vez y entonces...

–Lo dejamos, de acuerdo... contame lo del televisor de Violeta...

–Eso fue en 1964. Es importante recordar la fecha, porque según mis ex compañeros es el primer caso en que se meacusa... pero por lo visto, pese a estar acusado, no impidió que siguiera siendo miembro de la Organización ni que par-ticipara en cuantas acciones protagonizamos, ni que fuera responsable directo de muchas de ellas y que luego llegara ala Dirección ni nada de nada...

–Otras veces mencionaste la Organización...te estás refiriendo al MLN, ¿verdad?

–No, el MLN surge después del 22 de diciembre, en enero de 1967, en una reunión que se hizo en una casa que teníaRosencoff, en la calle Feliciano Rodríguez. A esa reunión asistimos Sendic, Maneras, Marenales, el Ñato FernándezHuidobro, Germán Vidal, creo recordar que Mario Navillat estuvo presente y yo.

–Te falta Rosencoff...

–No, por esa época Rosencof era colaborador, todavía estaba en el Partido Comunista. En esa reunión se resolvióempezar a llamarnos MLN, y dejar de usar el término tupamaros, aunque después usaremos los dos indistintamente.Cuando usamos la palabra Organización nos referíamos al conjunto de la militancia, incluso después de la adopción delnombre MLN; era una cuestión semántica, pero de uso interno, no sé si me explico bien...

–Por lo menos te entendí, seguí con lo del televisor...

–Sigamos. Violeta Setelich tenía un apartamento en Rivera y Arrazcaeta, creo que era un segundo piso. Debajo estabael banco que asaltaron los cañeros Vique, Santana y Castillo. Violeta fue la primera mujer que yo le conocí al Bebe... yome reuní con él y con otros miembros de la Dirección en esa casa. Violeta trabajaba y rara vez coincidí con ella; mepareció una mujer con un carácter fuerte y difícil pero ya te digo que en esa época nos tratamos muy poco; ella meconocía por Ernesto y no tuvimos una relación fluida. Después sí, porque ya en el 67 vivimos en el mismo rancho, juntocon la Negra y el Bebe. Ya habían tenido un hijo, que también vivía con nosotros. Y ahí nos hicimos compañeros, en elsentido más amplio de la palabra. Ismael, Alba y yo, algunas veces comíamos en casa de la Gallega, en la calle SanJosé...la Gallega nos invitaba y nosotros íbamos, en un buen ambiente siempre...eso del odio que dice Estela que yotenía al Ismael son mentiras de resentida... El caso es que uno de esos días, Ismael, que era un crack con las ganzúas,abrió la puerta del apartamento de una vecina de la Gallega y le robó el televisor. No me preguntes ni cómo ni cuándopero el televisor fue a parar al apartamento de Violeta. y un día que en casa de Violeta no había nadie, unos ladronesse llevan el televisor, una máquina de coser portátil, una grabadora de aquellas antiguas con cintas kilométricas, sába-nas y frazadas... casi le dajan el apartamento vacío. Como a los cinco o seis meses Teresa y yo acordamos irnos a vivirjuntos, porque nuestro hijo lo estaba pasando mal en casa de mis padres, así que yo alquilé un apartamento en PérezGomar cerca de Comercio y lo amueblé con unos trastos que compré en una casa de remates en Tristán Narvaja. Porun anuncio de El Día compré una heladera y un televisor... lo de Teresa fue otro timo que me hizo, se quedó con losmuebles y yo puse un anuncio para vender la heladera y el televisor. ¿Me seguís o voy muy rápido?

–No!, no! seguí que vamos bien...

–Bueno, apareció por Pérez Gomar un tipo que tenía una casa de compraventa y me compró las dos cosas. Yo vendícon mi nombre y apellidos, dirección de mi casa, todo legal, yo no tenía nada que ocultar...y claro, el tipo revendió eltelevisor, un día el televisor se estropea y el nuevo dueño llama al servicio técnico de la marca, creo que era un Zenith,y zás, el servicio técnico descubre que el televisor había sido robado, pero yo todavía no sé que es el de la calle SanJosé. Se hace la correspondiente denuncia y tirando del hilo llegan a la casa de mis padres, porque yo le había dejadoa una vecina de Pérez Gomar la dirección y el teléfono para que me llamara para el pago de los recibos del agua y laluz, porque el apartamento yo lo mantuve como local para reuniones. Los policías de la Seccional 3ª me van a buscar acasa de mis padres –yo ya estaba trabajando en el BP Color– y yo llamo para avisar que no voy a ir a trabajar y digolas causas: he comprado un televisor robado y tengo que ir a declarar a la comisaría. El tira que me lleva a la seccionales el que me dice la procedencia del televisor, yo le dije cómo lo había comprado y nos fuimos al archivo de El Día. Eltira me ayudó a buscar el aviso hasta que lo encontramos, me llevó de grapas por varios sitios y me invitó a ir a un bar

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de camareras en la Ciudad Vieja, todo pagado, me recalcó. No, no fuimos, pero alguna grapa sí me tomé... Bueno,pasé la noche en comisaría, mi viejo me llevó el desayuno y la comida, el Partido Socialista me envió de abogado aAlberto Caymaris y el juez me puso en libertad sin siquiera tomarme declaración. Lo primero que hice fue ir a la calleLarrañaga y le conté a Ismael todo lo sucedido, comentamos las casualidades que se habían dado y ahí se terminó elasunto. Nunca más se habló del tema. Estaba todo claro...años después, en 1972, lo traen a colación para intentaraumentar los indicios en mi contra, pero no dicen por qué me mantuvieron durante esos ocho años... incluso Marenalesdice que fui ocupando puestos de mayor responsabiliadad por mis méritos...

–Creo recordar que lo dice en Alto el fuego...

–Sí, es ahí... a lo mejor, dentro de mis méritos estuvo engañarlos a todos durante ocho largos años... ¿Qué te parece sinos vamos a casa y prendemos la estufa?... está refrescando mucho...

Comenzamos la vuelta a casa; todavía nos quedaba un buen trecho, así que le pregunté por Marenales.

–Cuando estaba en el Partido Socialista sólo lo conocí por referencias; seguramente debemos haber coincidido en elúltimo Congreso y es probable que defendiéramos las mismas posiciones. Sendic me indicó que fuese a verlo para con-seguir su integración y así lo hice. De ahí que se diga que fui yo quien lo reclutó, pero ese hecho carece de importan-cia... si no hubiese sido yo lo habría hecho otro... a mí me lo señaló Sendic. Tenía fama de hombre fuerte y combativo yse contaban de él muchas anécdotas de enfrentamientos suyos con grupos de pegatineros rivales en las campañaselectorales. Cuando intentamos nuestro primer atraco a un banco él iba en el grupo que hacía la entrada en el local,junto con Alberto Giménez. Manerass era el conductor del auto y yo estaba de campana. Era nuestro primer banco y ...

–El primero fue el de los cañeros...

–Sí, pero estoy hablando de la gente que estábamos en el Coordinador...debemos haber cometido algunos errores, por-que el portero del banco se avispó y dio la alarma. En algún sitio Marenales cuenta que él se percató de lo que pasabapero que siguió adelante para que no pensáramos que él se había asustado... lo cierto es que no teníamos experiencianinguna y actuamos como lo hacían los asaltantes comunes, por la fuerza... después vendrán los atracos ingeniosos,originales y limpios. Alguien podría pensar que con más experiencia Marenales hubiera visto que era más rentable unamarcha atrás que seguir adelante con una acción condenada al fracaso, con todas las consecuencias que un fracasoacarrea. Pero lamentablemente no fue así y muchas veces antepuso su propia imagen a los resultados. Se convirtió ensu propio personaje y cultivó sus aspectos más radicales hasta llegar a la caricatura. Compitió consigo mismo y si undía había dicho un exabrupto al día siguiente decía otro mayor. Fue un individualista que se creyó que tenía la verdadde su parte y despreció siempre lo organizativo hasta cotas increíbles. Sin embargo, detrás de su aparente firmeza, si lediscutías sus supuestas razones retrocedía, no aceptaba tus razones pero se achantaba rápidamente...eso le pasó enlos últimos meses, cuando ya la situación era irreversible... él nunca fue culpable de nada, todo lo que le pasaba erapor responsabilidad de otros. No fue el único que actuó así, pero él es el paradigma del hombre que tirapalante, aembestidas. Por eso se adhirió tan firmemente a la teoría de la traición, porque es una forma de decir yo siempre hicelas cosas bien... es que tuve mala suerte... nunca formó a nadie porque no sabía transmitir, pese a que era un granartesano. Fue muy importante en la fuga llevando el rumbo del túnel, según las directrices de Maneras, pero él trabajómucho y bien. Siempre necesitó a su lado a alguien con método y con capacidad para frenarlo en sus embestidas, poreso la dupla que formó con el Bebe fue letal, porque los dos eran iguales de voluntaristas y coincidieron en el Ejecutivocuando ya no quedaba nadie con criterios organizativos claros y Octavio no tuvo peso político para enfrentarlos.

–En el libro de Fontana dice que la Negra se acostó con Rivero Cedrés...

–Sí, ya lo leí...es un infundio que no hay por donde agarrarlo y es la muestra de lo que te dije antes. Se está haciendoun lío porque alguien le ha dicho que la Gallega y yo tuvimos algo que ver afectivamente hablando y él vincula a laNegra que no tuvo nada que ver con Rivero. Cuando se sancionó a Rivero fue por la forma en que él condujo sus rela-ciones como militante, no porque Elsa y él mantuvieran relaciones sexuales. Fue por su actitud cuando Elsa, cansadade violencias, dijo hasta aquí hemos llegado, esa es la causa... y él acompañó la sanción. La anécdota que cuentaacerca de la ducha lo describe mejor que nadie. Y otro punto en el que miente de forma descarada es en la menciónque hace acerca del local de documentación...

–El local de Collins, en Pocitos...

–No, ese local apareció después. Yo te digo uno que estaba por El Reducto, cerca de la estación, a una cuadra de SanMartín. Era un local muy antiguo que había servido para todo, desde depósito de armas hasta base de operaciones. Lotenía alquilado el hermano de Ismael y aparentaba ser un tallercito de publicidad. Cuando empezamos a trabajar enserio en la falsificación de documentos yo me fui a vivir allí, así que cuando el taller cerraba yo tenía que estar en silen-cio, porque la dueña del local vivía en la casa de arriba. El responsable del servicio era el hermano de Ismael, yo meincorporé porque ya había hecho mis pinitos con algunos documentos y necesitábamos acelerar la producción de cédu-las de identidad. Uno de los problemas que teníamos eran los fondos de las cédulas, con las letras en líneas curvas.Uno de los Martínez Platero me pasó el contacto de dos estudiantes de arquitectura, un matrimonio, que fue el que

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resolvió el tema. En un panel que medía unos dos metros de largo por uno y pico de ancho, utilizando Letraset, lo dise-ñaron. El panel estaba concebido para poderlo desmontar para su transporte y volverlo a ensamblar. Durante unos díasestuvimos con Alfredo Rivero haciendo pruebas para reproducirlo al tamaño necesario hasta que lo conseguimos.Alfredo trabajaba en el BP Color, por lo que la mayoría de las pruebas las hice yo: ponía unas cortinas que tapaban losvidrios de la ventana a la calle y una manguera de goma debajo de la puerta para que no se filtrara la luz. Y ahí mepasaba las horas... porque cuando conseguimos el negativo matriz en condiciones, tuvimos que resolver el tema de laimpresión. Alfredo era un experto en serigrafía, un experto en planograf, había trabajado mucho en estampación detelas y tenía la teoría para imprimir los fondos, pero había que hacer las pruebas correspondientes: lineatura de lamalla, color adecuado de la tinta, su viscosidad, etcétera, etcétera. No sé cuántas horas trabajaba al día, porque parabanada más que para comer y dormir algunas horas. Cuando estuvimos con el billete de 100 dólares, dormía mientras lacámara seguía con la exposición fotográfica, porque eran exposiciones de horas... Después tuvimos que resolver eltema del plastificado... y no te digo nada el tiempo que tardamos en resolverlo, con dos planchas de las de planchar laropa de toda la vida y un sistema de presión, ambas cosas diseñadas por Maneras... bueno, todo esto te lo cuento paraque tengas presente la mentalidad de aquellos años... trabajo, trabajo y más trabajo...

–¡La puta, hermano...! si todavía me acuerdo la bronca que me echaste una vez que te dije eso me va a dar mucho tra-bajo...

–¡Es que vos eras flor de boludo... bueno, al principo, después cambiaste mucho ¿a que no te acordás por qué fue labronca...?

–¿Y cómo querés que me acuerde?, me quedó la bronca nomás, eso no se me olvidará nunca...

–Andá, olvidate, ya pasó...fue por un repuesto para una moto...¿te acordás ahora...?

–La verdad que no, pero será así...no se te olvida una... mirá, encargate de la bebida que yo entro la leña...juntaré unaspiñas para encender...

Cuando el fuego estuvo encendido arrimamos un sillón y nos sentamos frente a la estufa. Gustavo cortó unos trozos dequeso que ensartados en unas ramitas de pino fue derritiendo al calor de la lumbre. Durante unos minutos estuvimoscallados, contemplando el juego de las llamas mientras saboreamos el queso fundido mojado con la Espinillar con hielo.

–No me acuerdo dónde nos quedamos, dijo al fin.

–Estabas hablando sobre el plastificado de las cédulas...

–Eso me dio mucho trabajo, porque cada plástico necesitaba una temperatura distinta y una presión adecuada, y ade-más el calor desteñía la tinta de los fondos, fue un laburo de locos...pero lo fui consiguiendo... un viernes por la nocheme pasan a buscar cerca del local para llevarme a Marquetalia, el local de Pajas Blancas ¿sabés que estuve viviendoallí como un año y no sabía dónde quedaba? A lo mejor después te lo cuento, es para mearse de risa... todos se habíandescompartimentado la ubicación y el único gil que miraba al suelo cuando se corría la cortina era yo... bueno, que mepierdo, a la mañana siguiente traen al Ñato y éste me plantea qué posibilidades habrían de que Mercedes se quedara avivir en el local de documentación... todas, le respondí. Es que Mercedes tiene varios grupos a su cargo y pierde muchotiempo yendo y viniendo, si se queda allí ganaría una barbaridad de tiempo y correría menos riesgos. Por mí encanta-do, le dije. No voy a ser yo el que te ponga problemas... y así quedamos. Mercedes fue a ese local por iniciativa delÑato, y no mía. En cuanto a la esposa de Alfredo, si se hubiese querido integrar no hubiese habido ningún problema,porque Mercedes no iba allí a trabajar en la falsificación, iba allí para atender los grupos que tenía en Montevideo. Esuna mentira más para aumentarnos el prontuario, lo mismo que la supuesta sanción que dice se nos aplicó, que noexistió más que en su imaginación. Servime otra, que voy por más queso.

Mientras volvió estuve mirando el libro de “cabecera”, como Gustavo empezó a llamarlo. Encontré el relato que hacealguien a quien nunca logré identificar sobre una supuesta aparición suya durante una ocupación en De Frente, ocupa-ción en la que participé y puedo dar fe de que lo que se relata es mentira. ¿Quién habrá sido? le pregunté. No tengo niidea, me respondió, pero lo que importa no es que alguien se lo inventara, lo grave es que alguien que se consideraserio publique tamaño disparate, seguramente creyendo hacer méritos ante quienes me descalifican. Pero dejalo, novale la pena, andate a la página 64, para seguir con Marenales.

–Pero en esta página el que habla sos vos, le señalé después de leer el último párrafo.

–No soy yo, es una de las múltiples adaptaciones que Fontana hace de palabras mías de 1972, pero el tema de fondoes real: tanto Sendic como Mercedes habían enviado al Ejecutivo sendas notas de pedidos de baja, fundamentados enrazones distintas para cada uno, evidentemente. Las razones del Bebe quedaban resumidas en una fundamental, queera la negativa del resto de la dirección a que él participara de las acciones consideradas militares.

–¿Y esa negativa existió realmente?

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–Sí, existió y la apoyábamos todos, menos Sendic, claro. Estamos a principios de 1968 y recién estábamos asimilandolos beneficios políticos de algunas acciones, fundamentalmente el secuestro de Pereira Reverbel... es más te diría quefue más beneficiosa la liberación que el propio secuestro, porque la liberación se dio en momentos en que Montevideoestaba copado por la policía con el apoyo de la Metropolitana y la Guardia Republicana. En ese entonces Manerasestaba en Cuba y Fernández Huidobro, en ausencia de Sendic, que estaba en el interior, como ya era costumbre llamóen consulta a Marenales, Bassini, Falero Montes de Oca, Mercedes, yo y algún otro, como Eraclio, los MartínezPlatero... Marenales casi permanentemente actuaba junto al Ñato, por lo que todos lo considerábamos un miembro másde la Dirección. Si la renuncia de Mercedes era importante, imaginate lo que significó la renuncia del Bebe...

–Un terremoto...

–Sí, lo definís muy bien...máxime teniendo en cuenta que el propio Sendic se había encargado de que su malestarhacia la Dirección fuera conocido con anterioridad, presionando no sólo a sus compañeros de dirección sino también ala base... entonces se citó a un Simposio en el que participamos todos los clandestinos y la presencia de algún militantelegal, como Andrés Cultelli y Alfredo Rivero. Ese Simposio resultó muy movido y aunque estaba previsto desarrollarlodurante dos días, un sábado y un domingo, al final fue necesario reunirnos el fin de semana siguiente. Sendic funda-mentó su renuncia en dos aspectos para él claves: el primero, y más importante, que un dirigente revolucionario no par-ticipara en las acciones militares era una contradicción con la línea del MLN, que preconizaba la lucha armada perodejaba al margen a uno de sus dirigentes y el segundo que se sentía marginado de las decisiones importantes. Cuandoel Ñato contestó las palabras de Sendic recién empezamos a darnos cuenta de que lo que estábamos discutiendo noera si un dirigente tenía que participar o no en las acciones armadas, sino que lo que estaba en el trasfondo era elmétodo de trabajo del Ejecutivo, cerradamente centralizador de las responsabilidades. En eso, pero nada más que eneso, los planteos de Sendic y Mercedes eran concidentes. A Mercedes se le criticó que fuera ella, precisamente, queera la mujer que más responsabilidades tenía asumidas (en la práctica casi todo el crecimiento en esos momentosdependía de ella) fuera la que planteara que las mujeres estaban postergadas.

–¿Y lo estaban realmente...?

–Claro que lo estaban... nosotros éramos parte de una sociedad machista que relegaba a las mujeres a papeles secun-darios... yo mismo, que apoyé la posición de Mercedes, tardé un tiempo en entender y aceptar que la crítica estaba fun-damentada y me agarraba a argumentos paternalistas para defender un sistema de trabajo que era incorrecto por insu-ficiente y marginador...Nos cayeron por todos lados... nos dieron no sólo quienes eran los responsables de un métodocentralizador que no formaba a los militantes, sino también los marginados por ese sistema de trabajo... es que no esta-mos formados, es que no estamos capacitados, cómo se nos van a dar responsabilidades... no podían entender queeso era así porque no se les daban responsabilidades, no se daban cuenta...

–... que estaban en un círculo vicioso...

–¡Eso es!... un círculo vicioso que era necesario romper para poder crecer... y ahí es donde se vieron las diferenciasentre las tres posiciones: la de la mayoría, Marenales, el Ñato y casi la totalidad de los presentes, que creían que tenía-mos que seguir con el sistema de trabajo imperante, el del Bebe, que pedía que se estableciera una línea de acción yluego se diera autonomía a los grupos para llevarla adelante y la nuestra, que acompañaron Alfredo Rivero y FaleroMontes de Oca, que consistía en ir dando responsabilidades de forma paulatina y controlada a los militantes, con unplan de trabajo que fuera capaz de desarrollar la Organización a todos los niveles, tanto militar como de servicios y dereclutamiento, para no depender de un núcleo central que tenía que controlarlo todo, lo que en la práctica terminaba enque tres o cuatro compañeros cuya capacidad nadie discutía eran los que sostenían todo el aparato.

–La famosa descentralización...

–Sí señor, la famosa descentralización... cuando se dicutió esa propuesta, en un momento María Elia Topolanski...

–La Tronca...

–No, la Tronca era Lucía, que todavía no sabíamos de su existencia... María Elia es la hermana mayor, la Parda... resul-ta que en un descanso de la discusión le dijo a Mercedes que ella compartía su planteo y sus propuestas, pero que nolas votaría porque le habían prometido que se le daría un grupo nuevo para trabajar con ellos, en fin, una actuaciónoportunista como tantas que tuvo... iba dando bandazos de aquí para allá según le interesara a ella y acompañó aIsmael en todo planteamiento crítico hacia los equipos de Dirección...

–Pero estaba permitido, ¿no?...

–Claro que estaba permitido, pero siguiendo los cauces que estaban establecidos, no en los corrillos de ruedas de mateo en las sobremesas... nadie hizo más críticas a las distintas Direcciones que Mercedes y yo, pero se las planteamosdirectamente a ellas, y después de planteadas seguíamos lo establecido...

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–Otra vez el Centralismo Democrático, de abajo a arriba y de arriba a abajo... nunca me convenció demasiado...

–Pues no hay otra forma de funcionar, y menos en una organización clandestina, donde la información necesariamentees restringida... cuando se dejó de lado, sólo hubo problemas. El caso es que el Simposio se cerró con una propuestade síntesis realizada por Cultelli, que contemplaba la descentralización como meta y que animaba a los miembros de laDirección a trabajar en ese sentido, “siempre que fuera posible”. Ese siempre que fuera posible dejaba la descentraliza-ción al criterio de la Dirección, y los miembros de la Dirección habían manifestado su opinión contraria. El caso es quecomo consecuencia de esa propuesta, el MLN queda dividivo en dos columnas a cargo de dos equipos distintos, inte-grados por compañeros elegidos sobre la marcha: Aníbal de Lucía, Leonel Martínez Platero y Elia Topolanski como res-ponsables de la Columna 1 y Falero Montes de Oca, Ismael Bassini y Graciela Jorge Pancera como responsables de lacolumna 2. Desde el Ejecutivo Marenales atenderá la 1 y el Ñato y Sendic la 2. De todos los responsables, sólo Faleroera partidario de la descentralización. Los impulsores de la medida, Mercedes y yo, no aparecemos en el organigrama.Se decide que de alguna manera nuestra proposición sea llevada adelante pero que los encargados de hacerlo seanotros, aunque no compartan la medida. Pero bueno, el caso es que esa decisión abrió las puertas a otro sistema de tra-bajo que luego se demostró fundamental para el desarrollo del año 1969. Lo triste es que una persona comoMarenales, que tuvo en sus manos durante mucho tiempo el devenir del MLN, sólo se refiera a ese Simposio pararecordar alguna de sus célebres frases, tan grandilocuentes como vacías de contenido... resulta que la crítica era pro-ducto del odio que sentíamos por él, es lo que te dije antes, él estaba antes que todo, su imagen era lo más importan-te... Para llevar a cabo esa descentralización se necesitaba dinero –la verdad es que sin descentralización también– yse encargó a Falero el estudio de una acción de finanzas. Falero no tenía entre la gente que le había sido asignada anadie con bastante experiencia, por lo que me señaló a mí como corresponsable. Yo había participado con él en otrasacciones y siempre habíamos coincidido en lo fundamental. Yo sigo creyendo que El Grandote era un tipo honesto quesiempre dio de sí todo lo que pudo, sin importarle las prebendas o perjuicios que su conducta le pudiera acarrear.

–A él no lo conocí nunca, conocí a su mujer, por el tema de la correspondencia...

–A ella la traté poco... también por temas de la correspondencia. Se casaron estando presos...¡qué épocas aquellas!!!.En esos momentos teníamos alguna información para atracar el casino de Carrasco, y elegimos a la gente para estu-diar, planificar y realizar la operación. Recibimos una cantidad de críticas venidas de todos lados, porque la gente elegi-da era la misma de siempre, ¿dónde quedaban nuestras ideas acerca de la formación de gente nueva? Nos cayeronpor todos lados... unas críticas se hacían acompañadas de alguna fundamentación pero otras eran simplemente burlo-nas, como las recibidas por el Ñato.. .resulta que los que iban a formar gente nueva recurren a los mismos de siempre,si ya te lo decía yo... Pero mirá por donde, el 8 de octubre del 68 es detenido Marenales junto a Leonel MartínezPlatero y Carlos Rodríguez Ducós. Los tres iban en el equipo seleccionado, pero lo peor es que queda como clandesti-no Candán Grajales, que tenía un relevamiento fotográfico del Casino. Yo todavía no conocía a Candán Grajales y elGrandote tampoco. Integraba un grupo de gente legal conectada por Leonel Martínez Platero. Enterados del detalle delrelevamiento, le pedimos a Candán que se pusiera en contacto con su mujer y por ella nos enteramos que las fotos delrelevamiento estaban en su sitio; la policía, aparentemente, no las había encontrado. Pero esa fue una estratagema delcomisario Otero, que después supimos tenía individualizada la camioneta en que cayó Marenales desde mucho tiempoatrás y le venía siguiendo el rastro. Por eso cae Marquetalia y llegan a la casa de Candán.

–¿Otero lo encontró y lo dejó en su sitio...?

–Sí, Otero era bastante listo... prefería seguir a detener... si no nos hizo más daño fue porque la gente que lo rodeabaera de segunda o tercera categoría, y empezó a vigilar el Casino, tanto de día como de noche. Y nosotros nos dimoscuenta de eso... yo iba con Teresa Labrocca al Casino dos o tres veces por semana para comprobar si la vigilanciaseguía o no, nos sentábamos en el bar y pedíamos fuego a los mismos tiras que estaban de vigilancia... fue muy intere-sante... ahí comprobé que Labroca tenía una cualidad que a nosotros nos faltaba: tenía clase. Hija de un militar, prove-nía de familia más que acomodada y sabía moverse en esos ambientes. A su lado aprendí muchísimo acerca de laimportancia de aparentar lo que querías representar. Estás equivocado, me decía. Vos no tenés que aparentar seralguien... tenés que serlo. Si sos profesor, no podés andar en zapatillas por la calle, si sos albañil no podés ir con lospantalones planchados y menos ir de corbata; tenés que estudiarte al personaje. Ella fue una de las que promovimosenseguida... fue una pena que cometiéramos algún error y la chapa de su auto quedó registrada y después del asalto latuvimos que pasar a la clandestinidad. Para ella fue un trance muy duro, pero se repuso rápido. Yo no supe ver lo difícilque la clandestinidad le resultaba y se lo puse peor aún. Pero participó en el Francés Italiano y se portó con una sangrefría extraordinaria. ¿No sabés que ha sido de ella?

–Por el nombre no la recuerdo. Tengo una lista de gente que estuvo presa y otra de muertos o desaparecidos, podemosbuscarla por ahí.

–Espero que esté bien... bueno, la policía un día decidió levantar la vigilancia y entonces hicimos el atraco. Nos lleva-mos unos seis millones de la época, y con eso iniciamos el plan de desarrollo. Nos costó la clandestinidad de Teresa,pero poco después por una serie de fallos de seguridad caen unos locales que estaban bajo responsabilidad de Sendic,y el propio Falero cae preso. Hasta el Ñato, siempre tan cuidadoso con las críticas a Sendic, le cayó con todo. Un poco

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antes es que se me plantea integrar el Ejecutivo. Con el dinero que nos correspondió del casino, Mercedes y yo alquila-mos el local de avenida Italia y en ese local el Ñato me lo planteó. Yo no quise integrar el Ejecutivo; soy demasiadoresistido por la mayoría, le dije. La prueba fue el último simposio, agregué, pero el Ñato afirmó que contaba con su con-fianza y con la del Bebe, y entonces acepté integrarme de forma provisional hasta que Maneras regresara de Cuba.Maneras fue detenido a poco de llegar, por lo que nunca volvió al Ejecutivo y yo seguí en la Dirección. Lo que me extra-ña es que quienes me acusan no hayan dicho que en mi ambición hice detener primero a Marenales y después aManeras... el Ejecutivo éramos entonces el Ñato Fernández Huidobro, Sendic y yo... ya habíamos formado cuatrocolumnas desgajando las dos iniciales, para hacerlas más manejables y les dimos como denominación 5, 10, 15 y delInterior. El Ñato atendía las 5 y la 10, Sendic la del interior y yo la 15. En la 10 estaba Efraín Martínez Platero, quepasará al Ejecutivo como responsable de dicha columna cuando vimos que era necesario dividir la 5, que se había con-vertido en un verdadero quilombo, con incorporaciones masivas de gente que provenía del sector estudiantil y que seráel germen de la microfracción, pero eso lo dejamos para cuando hablemos del desarrollo de las columnas, ¿te pare-ce...?

–Como a vos te parezca, aunque hay un tema que ya mencionaste y que alguien menciona otra vez como de pasada, yque es el tema de las mujeres de Sendic.

–No lo iba a tratar porque creía que estaba claro... es un tema antiguo, que por lo menos ya había causado problemasen 1967. En esa época fuimos llamados un grupo de clandestinos y los legales más antiguos para tratar un tema derelaciones de pareja que afectaba a la convivencia en uno de los locales. Teníamos muy pocos locales y muchos clan-destinos, por lo que en cada local el hacinamiento era evidente. Además, eran los primeros tiempos de clandestinidad yestábamos aprendiendo a convivir... fueron tiempos muy difíciles, teníamos lo estrictamente necesario para vivir y lo quea uno le parecía suficiente a otro le parecía escaso y a otro superfluo... las tareas domésticas había que realizarlas, y ala mayoría de los hombres les costó muchísimo aceptar que tenían que realizarlas como cualquier militante, hubo queredactar un reglamento, dividiendo los trabajos, la cocina, en fin, quedó todo reglamentado... pero ya sabés que no hayreglamento que pueda contemplar todas las vicisitudes que la vida en común de diez o quince personas pueda plante-ar...

–Y las relaciones de pareja no estaban reglamentadas...

–¡Claro que no... no se le podía haber ocurrido a nadie que hubiera que hacerlo...! Se había intentado que las parejasde clandestinos convivieran bajo el mismo techo y dábamos por supuesto que los que no tuvieran pareja no manteníanrelaciones sexuales...

–Pero ese era un planteo arcaico, ¿no te parece?

–Sí, con la mentalidad de hoy, sí, claro, pero en 1967 éramos unos pacatos... qué querés que te diga... lo sexual notenía importancia, o al menos no se la dábamos, por lo menos en apariencia... como dice Marenales en una entrevista,no éramos una secta pero éramos muy parecidos... pero claro, éramos seres humanos, cada cual con sus traumas ysus complejos pero seres humanos al fin y al cabo ...

–Y la carne es débil...

–Vos te lo tomás a risa, pero a los problemas de convivencia que teníamos sumale el hecho de que un clandestinocasado con su mujer en la legalidad se acueste con la mujer de otro clandestino que por razones de militancia vive enotro local, ¿te das cuenta del problema?

–Claro que me doy cuenta...

–El caso es que se resolvió por vía administrativa que ese tipo de relaciones estaban fuera de la disciplina interna y quehabía que cortarlas... y se cortaron, claro.

–Pero las del Bebe se toleraron...

–Efectivamente, se toleraron... se habló del tema pero se toleraron en la medida que al Bebe no se hizo ninguna obser-vación en ese sentido.

–Injusto, verdad?

–Sí, completamente de acuerdo... y como dice ese compañero, fue un mal ejemplo que debimos intentar resolver, perono lo hicimos. Años después tuve que enfrentar un problema parecido entre uno de los presos comunes fugados en elAbuso y la compañera de un preso en el Penal... cuando informé en el Ejecutivo sobre el tema el Bebe intentó minimi-zar la importancia de esas cosas, y el tema se quedó por esas.... fue un fallo por mi parte. Entre el queso y las cañasse me fueron las ganas de cenar, pero algo habrá que meterse al buche, ¿no te parece?

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–Mirá la hora que es, tendrá que ser algo liviano, si no vamos a tener pesadillas...

–Hacemos una ensalada, yo me encargo, vos arreglá la estufa, que no se apague.

Nos comimos la ensalada y tomamos unos vinos. Mañana seguimos con el tema, me dijo Gustavo.OK, le respondí. Me llevé al libro a a la cama y antes de dormirme estuve leyendo varios párrafos adjudicados a Mujica.Pese a que me levanté temprano, cerca de las siete, Gustavo ya no estaba en la casa. Preparé el mate y seguí leyen-do; también tomé notas acerca de lo que me parecía más relevante. Volvió como a las nueve, vestía ropa deportiva yestaba empapado en sudor. Vengo de correr, me dijo. Hacía meses que no corría y tengo que ir de a poco... tengo quevolver a estar en forma... ahora me voy a duchar...

–¿Alguna vez perdiste la forma?, le pregunté.

–Muchas, pero siempre trabajo para mantenerme, a mis 65 hago la marathon en tres horas, pero cada año que pasame cuesta más... tardo dos o tres días en recuperarme...

–Pues yo tardaría un mes, si es que consigo hacer los mismos kilómetros...

–Porque sos un vago, un vago total... aunque no hagas los kilómetros que hago yo, ¿por qué no salís conmigo un parde veces por semana? Te sentirás mejor... por lo menos sudarás la Espinillar.

–Estás loco, le dije. Rematadamente loco, salir a correr, con el frío que hace...

–Pensátelo, me contestó.

Yo no tenía nada que pensar. Que corriera solo, si quería masoquearse. Después de la ducha le pedí que me hablarade Mujica.

–Ah, Mujica, Mujica, el compañero Ulpiano. Hay varios Mujicas... de cuál querés que te hable? ¿Del Mujica espontáneoo del Mujica filósofo? ¿Del Mujica que yo conocí, al que yo saqué en la segunda fuga agarrado a mis pantalones o delMujica desmemoriado de la actualidad?

–Me imagino que siempre será la misma persona, ¿no?

–Sí, pero interpreta personajes distintos... si se hubiera dedicado al teatro habría sido más grande que Candeau, que yaes decir... en verborrea no lo supera ni el Ñato. He leído por ahí que es un personaje importante en el Frente Amplio,que tiene muchos seguidores...

–Sí, sobre todo en la juventud, es el único político que les habla con claridad...

–Bueno, entonces la juventud uruguaya es de las más formadas, porque si lo entienden a Mujica es que son muy espa-bilados... no te niego que a veces ha dado en el clavo analizando algún problema, pero la más de las veces le ha erra-do por interpretar alguno de sus personajes.

–Aquí tenés señalado este párrafo con su nombre...

–Claro, con los datos que da no tengo forma de equivocarme, es él... y lo que dice me confirma que todavía no haentendido nada. Mirá, aquí habla de la dupla Sendic – Fernández Huidobro y los pone como ejemplos de tipos geniales.Dice que el Bebe era genial porque pensaba veinte años adelante, aunque no se entendiera lo que quería decir y que elÑato era genial porque ponía las ideas del Bebe al alcance de los niños. Ni una cosa ni la otra. El Bebe planteabacosas que eran realizables a corto, medio y largo plazo; su fallo fue que no entendió nunca que las ideas, por buenasque fueran, necesitaban de algo tan prosaico como real que es un grupo de gente que sea capaz de llevarlas adelante.Ni lo uno ni lo otro, por sí solos, van a ninguna parte. Y el Ñato era exactamente igual: terminó convertido en un ególa-tra que se pasó de rosca leyendo libros metiendo con calzador lo que leía en la realidad uruguaya, y lo mismo te funda-mentaba una idea que la contraria. Hoy resulta que hasta Zabalza, que fue durante mucho tiempo un panegirista suyolo acusa de charlatán. Cuando se dice que yo me enfrenté a Sendic por ambición personal, por odio o por otras tantasestupideces, lo único que intentan es mantener la línea oficial que dice eso, pero nadie da fundamentos, nadie aportapruebas. Cuando tuve que apoyar a Sendic, lo hice, y cuando tuve que discutir con él, también lo hice. Sendic necesita-ba a su lado gente con criterios organizativos claros... fundamentalmente la tuvo conmigo y algo con Mansilla. Todo esoque se dice que Sendic era político y yo militarista es falso: yo trabajaba para llevar adelanta las ideas que Sendic plan-tea, después de haberlas discutido a fondo con él y con quienes las apoyaran. Y yo apoyé muchas... vaya si lasapoyé... pero no tomaba sus ideas como palabra divina y a todo decía amén... y la mayoría decía amén... yo, si teníaque oponerme, me oponía.

–¿Te convenció alguna vez?

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–Claro, muchas veces. Lo que pasó fue que yo me creí lo de la crítica constructiva y todo lo demás... y cuando me con-venció, yo trabajé para llevar esas ideas adelante, y cuando no me convenció pero yo quedé en minoría en la Dirección,trabajé como el primer convencido, no como hizo él en muchas ocasiones y como hicieron otros después del Abuso,cuando ya tenían en mente llevar al Ejecutivo Histórico a la Dirección, uno de los errores más grandes que se puedenhaber cometido...

–¿A quiénes te referís, concretamente?

–Al Ñato Fernández Huidobro, a Zabalza y al propio Sendic en primer lugar, y a Marenales y Mujica como comparsas,porque fueron de comparsas, no me cabe duda ninguna... los usaron como colaboradores necesarios para el desastre...les hicieron creer que iban a pasar a la historia rescatando al MLN de las manos de unos pocos que se querían quedarcon el MLN... payasos, no fueron más que payasos...

–No te calentés, que perdés objetividad...

–¿Pero cómo no me voy a calentar, si treinta años después dice que “me tocó en suerte conducir la relación con unacolumna muy eficiente desde el punto de vista militar...” Es la prueba más palpable de que no se enteró de la misa lamitad. A mí no me tocó en suerte conducir la relación con la Columna 15. No me tocó en una rifa. La Columna 15 lahicimos entre todos los que la integramos, pero yo estaba en su dirección. Pero también estaba Alicia Rey, con la quees de cajón que compartía los objetivos de fondo, pero discutíamos mucho acerca de los detalles prácticos de lascosas, de todas las cosas, hasta que nos poníamos de acuerdo, y a partir de ese momento, los dos trabajábamos nosólo para conseguir los mismos objetivos, sino que empleábamos los mismos criterios. Claro que en la Columna 15estuvo Candán, y otros muchos, como Coco Pérez, Becca, Blanco Katras, Schoeder Orozco, Wassen, Engler, LucíaTopolanski, Wolff, Pablo Blanco, Peralta Ramos, Alberto Cía, Marx Menéndez, Da Rosa, el gallego Más y tantos otroscuyos nombres nunca conocí, como Francisco, Danilo, Douglas, el Negro Alejandro, etcétera. ¿Qué eran cada uno deellos antes de llegar a la 15? ¿Qué eran cada uno de ellos aislados del resto? ¿Es que todavía no se se entiende queel mayor valor de la Columna 15 fue el trabajo en equipo? Claro que teníamos discrepancias, pero de ahí, precisamen-te, extraíamos la fortaleza interna. Nunca ocultamos que teníamos puntos de vista diferentes en montones de cosas,pero no rehuíamos la discusión. Al contrario, la alentábamos. Y la gente fue creciendo, fue comprendiendo que la orga-nización era lo fundamental, que el trabajo aislado, por meritorio que fuera nunca alcanzaría el nivel del trabajo en equi-po. Y eso fue lo que nos hizo diferentes. Yo nunca sembré ninguna supuesta visión de caos de la Columna del Interior,que no tenía nada de supuesta. Que era real. Y cuando Mujica vino a la 15, las discrepancias que hayamos podidotener nos enriquecieron a todos. Las discrepancias no son, en sí mismas, malas. Lo malo fue ocultarlas o lo que espeor, una vez discutidas y adoptado un acuerdo, llevar a la práctica no lo que se había acordado, sino la posición per-sonal que se mantenía. Cuando en el Ejecutivo de esa época se decidió que Mujica fuera a la Columna 10, fue paraapoyar al Flaco Martínez Platero. Nunca he intentado dominar a nadie, al contrario, siempre he aprendido de los queme rodearon. El apego que dice que existía entre los miembros de la columna no fue por ser lameculos, sino porquetodos se sentían partícipes de un proyecto común. Además, más adelante, hay un pasaje en que menciona a Candán...

–En la página 81, concretamente, lo tenía anotado...

–No lo recuerdo, dejame ver... sí, es aquí, en este pasaje que dice que “Candán era un compañero brillante del grupode acción de la 15 al que Amodio promueve al comando pero con el que también va a empezar a tener discrepancias,también desde el punto de vista político, sobre todo acerca de su forma de vida. Nosotros formamos una cultura. La cul-tura de los primeros núcleos clandestinos era de una democracia primitiva, muy igualitaria. Fue toda una época, detener una férrea disciplina y un sentido muy afinado de la hermandad y de la igualdad en todas las formas de vivir. Eléxito de esto a veces se ponía en duda por la saludable enfermedad del crecimiento, por la incorporación de elementospertenecientes a sectores sociales mucho más amplios. Y en alguna medida a veces veíamos en Amodio conductaspersonales bastante heterodoxas de acuerdo a aquel modelo muy idealizado. Por ejemplo: nosotros estábamos en esecantón y tomábamos agua; Amodio tomaba vino. Una pavada, pero ofendía aquel acervo cultural. Son pequeñeces.Usaba calzados buenos, pilchas buenas, y lo justificaba por un problema de cobertura. Parecía un señor. Por ese ladose empezaban a dibujar algunas cosas que no quedaban claras. Pero no había problemas. Cuando uno mira a un cua-dro de campito jugar el fútbol, se ve al que pone el alma, al que va para adelante, al que calcula; se ve todo lo quecompone la peripecia humana. Y el tipo que piensa, se precisa. El problema es el siguiente: el que más pensaba eraSendic, pero no parecía. Y una cosa es pensar en el partido y otra en el campeonato. Amodio era importante para elpartido, pero el Bebe era fundamental para el campeonato, era un tipo somáticamente enfermo de estrategia. Más: enalgunos momentos pienso que no había nadie en la izquierda uruguaya que viera tan lejos. La suma del mejor ComitéCentral del mundo no sustituye a un tipo genial”.Perdoname la lectura tan larga, pero es que no tiene desperdicio lo que dice, porque si de lo que se trata es de analizarqué pasó en el MLN para extraer las consecuencias que se deriven y que cada uno asuma la parte de responsabilidadque le corresponda, cosa en la que hasta Zabalza está de acuerdo, lo que dice Mujica no contribuye en lo más mínimoa ello. En primer lugar, porque lo que dice no es cierto, y en segundo lugar porque treinta años después sigue afirman-do como válidos criterios que la misma experiencia ha demostrado que no fueron correctos. ¿Qué discrepancias tuvecon Candán? Las mismas que mantuve con cualquier otro compañero que se pueda mencionar. Pensábamos distinto

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en muchas cosas, pero como dije antes, eso era lo positivo. Nunca hicimos cuestión fundamental de las diferencias,porque esas diferencias nunca fueron de fondo, es decir que siempre estuvimos de acuerdo en lo fundamental. Conrelación a mi forma de vida, hay que recordarle a Mujica y a todos que dicen lo mismo que él, que éramos una organi-zación clandestina, la ciudad es nuestra selva, decíamos, y en la ciudad teníamos nuestro campo de fútbol, para emple-ar la misma similitud. Ahora bien, eso exigía determinadas condiciones. Si nuestras actividades las realizábamos conestudiantes, con profesionales, con gentes que eran ciudadanos, es decir, habitantes de una ciudad, debíamos compor-tarnos como tales. Hubiera sido absurdo que la cobertura de los locales la diéramos como empleados de banco, profe-sores, médicos, maestros o comerciantes y viviéramos y vistiéramos como albañiles. Los locales no habrían resistido loque resistieron, algunos durante años. Por cierto, Candán y yo convivimos durante muchos meses en los mismos sitiosy usábamos la ropa como una herramienta más. Y quien dice la ropa dice los zapatos, las camisas y las corbatas si eranecesario. Unas veces las comprábamos y otras las conseguíamos a través de nuestros periféricos. La ropa era nues-tro equipo de camouflage. Es absurdo usar argumentos que en su momento se consideraron como aciertos para inten-tar justificar cosas que se han dicho y nadie ha podido fundamentar. ¿O será que no existen los argumentos? Quéhacía Sendic para dar cobertura a sus locales: tenía dos uniformes de soldado y dos hábitos de monjas. Se alquilaba ocompraba un local y a los dos días ese local era “visitado” o por dos soldados o por dos monjas. ¡Ya estaba dada lacobertura! Esto creo que ya te lo dije...y en cuanto a lo del agua y el vino, recordarles a Mujica y al resto de los queusan el mismo argumento, que el primero que defendió el consumo del vino en las comidas fue Sendic, en la primeraetapa de la cladestinidad, viviendo en los ranchos de los balnearios. Y se consumía vino cuando se podía y cuando nose podía, no se consumía. Y así fue incluso en la propia Marquetalia, ejemplo de proletarización donde los haya. Claroque cuidaba la ropa y mi aspecto personal. Era mi obligación. Eramos los mismos clandestinos los que dábamos cober-tura a los locales y nos jugábamos mucho si no lo hacíamos bien. Lo realmente grave de lo que dice Mujica está en lasúltimas nueve líneas. Nunca nadie ha cuestionado el papel que Sendic tuvo como elemento aglutinador y como adelan-tado a su tiempo. Pero las ideas valen cuando es posible llevarlas a la práctica. Y el valor del MLN era que había sabi-do sumar los aportes de cada uno. Y así aporté cosas yo y así lo hicieron otros, Mujica incluido. Pero de ahí a decir quetodo lo que Sendic pensaba era correcto, media un abismo. Sendic tuvo aciertos y errores en lo estratégico y casinunca acertó en lo táctico. Cuando tuve que estar de acuerdo con él, lo estuve, y cuando tuve que discrepar, discrepé.El gran acierto de la Columna 15, sobre todo en sus inicios, fue que éramos un equipo de mediocres, no sé si recordásque esa era la palabra que yo empleaba, pero que éramos un equipo. De mediocres, pero un equipo. Si tuviera razónen su afirmación, las mejores fuerzas del MLN habrían sido las que Sendic condujo, y eso todos sabemos que no fueasí.

–En la página 84 tenés otra vez señalado a Marenales...

–De memoria no recuerdo, leeme algunas líneas o mejor pasame el libro...sí, es Marenales...recuerdo el tema estecomo si hubiera ocurrido ayer...no sabía que este compañero también haya muerto... le decíamos Metralleta, porque eraalgo tartamudo... de ella ya te hablé algo, creo que a propósito de Cukurs, pero no me hagas mucho caso porque aveces se me mezclan las cosas... esta mujer, Silvia Brando, vivía con su hija Verónica y con su compañero, CarlosTickas Plechas en una casa que es la que luego servirá de lugar de encuentro del Ñato y Calcagno con Engler cuandolas negociacioes por los ilícitos...

–La Paraguaya....

–Exacto, la Paraguaya... allí vivimos la Negra y yo cerca de un año y además teníamos instalados los paneles y lasluces para las fotos de los documentos. Este compañero del que habla Marenales era un coloborador muy comprometi-do, a tal punto que el contrato de alquiler de la casa estaba a su nombre y por lo que dice Marenales ponía guita todoslos meses, pero él estaba en la casa poco tiempo, seguramente por su trabajo, pero yo nunca supe en qué trabajaba.El motivo de la reunión fue otro muy distinto al que Marenales se refiere y cuyas intenciones quedarán al descubierto encuanto te cuente la realidad. La presencia constante de dos clandestinos en una casa pequeña como era esa causabaen Silvia un estado de nerviosismo permanente, máxime si tenemos en cuenta la presencia de la niña, que por esaépoca debería tener unos diez años... la niña era además muy inquieta y una vez, jugando, le prendió fuego a un fajode billetes... por otro lado, Silvia tomaba unas pastillas para adelgazar, que le aumentaban el nerviosismo, y una veztuvimos una discusión porque la Negra y yo nos lavábamos la ropa nuestra con un jabón en escamas que ella habíacomprado para su uso personal y nosotros creíamos que era para uso general...

–¡Vaya motivo para una discusión!!!

–¡Qué querés que te diga... y para que no lo usáramos lo escondía. Discutimos por el jabón, pero detrás había mar defondo. Carlos Tickas, el Pelos, no sabía donde meterse y me dijo que hablaría con Maneras para buscarle a Silvia unlugar en el que ella pudiera colaborar, argumentando que sus actitudes respondían a su escasa integración. Maneras yMarenales fueron a vernos para recabar nuestra opinión al respecto y les dijimos lo que pensábamos, que creíamosque lo mejor era que nosotros dos nos fuéramos de allí y si Silvia podía hacer algo que lo hiciera, pero que en el estadode estrés permanente en que vivía no lo creíamos posible. Para terminar con el tema Marenales, decirte que yo nopodía hacer ni bien ni mal uso del dinero del local, porque el que lo administraba era Carlos Tickas. Yo no pude nuncani gastar más ni gastar menos, estábamos a lo que Carlos decidiera... y sí, es posible que ya fumara en pipa en esaépoca, y que fumara tabaco holandés, tabaco que compartía con Carlos Tickas, que era el que se encargaba de reco-

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gerlo de un colaborador cercano al hospital Militar y cuyos informes venían en el interior de los paquetes. Era el mismotabaco que fumaban Maneras y Marenales, porque Carlos y yo no dábamos a basto y a veces se nos acumulaban lospaquetes. Por cierto, tengo con Carlos Tickas una deuda moral que quisiera reparar. No sé qué habrá sido de él... en1969, en un momento de auge del MLN, en el Ejecutivo de ese momento, recibimos un informe del Ñato acerca delPelos. Según ese informe, el Pelos estaba causando problemas internos porque no tenía una visión positiva del MLN, loque le hacía moverse en un estado de permanente desconfianza hacia los demás. El Pelos había sido un buen militan-te, participó en el primer secuestro de Pereira Reverbel conduciendo la camioneta en la que íbamos el Beto Falero y yopara cubrir la huída del equipo y durante dos o tres años ocupó un cargo importantísimo, aunque los ignorantes puedancalificarlo de segundo o tercer orden: fue el encargado del Intercolumnas...

–¿Y eso qué era...?

–El Intercolumnas es la continuación de un sistema de comunicación entre los grupos en la primera etapa de la clan-destinidad, en 1967, creo que fue Maneras quien lo puso en práctica o por lo menos fue el que me enseñó cómo funcio-naba. Se elegía una esquina, en aquella época la de Garibaldi y Ceibal y cada grupo tenía una señal, en ese momentocreo recordar que era un número... o una letra, no estoy muy seguro y asignado un lugar de encuentro. Si algún grupotenía necesidad de conectar de forma urgente, fuera de los cauces normales establecidos, escribía su señal en laesquina y concurría al lugar de encuentro a unas horas determinadas y así podía comunicar cosas urgentes o imprevis-tas que pudieran afectar a la seguridad interna. El Intercolumnas era eso, poco más o menos... cada columna tenía unenlace que acudía a diario a lugares prefijados de antemano, siempre diferentes, que servía para lo mismo que en1967, y servía también como lugar de intercambio de materiales... y el Pelos lo coordinó con éxito, ya te digo, durantedos o tres años.Y era el único miembro de la organización que podía conectar con el Ejecutivo las 24 horas del día...

–Vaya confianza y vaya responsabilidad para el compañero...

–Lo hizo muy bien, siempre vestido de forma adecuada a los sitios en que tuviera que moverse, discreto y alerta...sabía distinguir a un tira con los ojos cerrados.... fue uno de mis mejores proveedores de ropa, ya que estaba vinculadoa gente del teatro que vestía muy bien; los lentes neutros que usamos tantas veces los conseguía él, barbas y bigotespostizos, pelucas, lo que se te ocurriera... fue el enlace con muchas familias, la mía por supuesto... cuando el Ñatohace el informe se resuelve que yo me entreviste con él. El caso es que me entrevisté con él, quedamos en BoulevarArtigas y Garibaldi y mientras caminábamos me dio su punto de vista. Tanto él como yo éramos dos obsesionados conla seguridad, pero yo había ido a la reunión condicionado por el informe recibido, y me pareció que exageraba.

–¿Qué te planteó...?

–Me dió un informe acerca de los fallos en la seguridad que él había percibido y que había comunicado a los responsa-bles de cada columna y que no se corregían pese al tiempo transcurrido, descompartimentaciones de locales y vehícu-los producidos innecesariamente, extravío de documentación, etcétera. Concretamente, me informó acerca del extravíode unas fotos de clandestinos de la columna del interior que yo les había hecho, extravío que tres años después sequiere hacer aparecer como un ejemplo de delación por mi parte...

–Y vos no le diste ni minga de pelota, seguro...

–Tenés razón, mi informe fue negativo para el Pelos, coincidiendo con el Ñato. Antes de que pasara un año, las críticasdel Pelos se me fueron apareciendo más que correctas, pero ya era difícil corregirlas, nos creíamos fuertes e intoca-bles, y así lo empezamos a pagar ya en 1970, con la caída de Almería para llegar al ¡crac ! definitivo con la llamada“reestructuración” de marzo de 1972, en la que tanta responsabilidad tienen Sendic, Zabalza y el Ñato, fundamental-mente, acompañados por las marionetas de Marenales y Mujica

–¿Qué pasó en Pando?

–Lo primero y fundamental, fue una operación que nos quedó demasiado grande... nos jugamos todo lo que teníamos...fue un riesgo exagerado. Se decidió en una reunión del Ejecutivo allá por julio de 1969. Primero se planteó como unaposibilidad, no quedó planteada de forma definitiva, así que se resolvió que Mansilla y yo estudiáramos qué posibilida-des reales de sacarla adelante teníamos.

–Mansilla y vos estaban en el Ejecutivo...

–Sí, junto con Efraín y el Bebe, la idea surge del Bebe...

–Como homenaje al Che...

–De ninguna manera... que se hiciera el 8 de octubre fue pura chiripa... estaba prevista para setiembre y hubo algunascaídas que la postergaron.

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–Como la de Zabalza...

–Eso dice Zabalza, yo no lo puedo asegurar, pero debe ser cierto porque seguro que él estaría dentro del grupo de ele-gidos para participar, que según él estaba bastante bien preparado y es ahí, dice, que se incorpora un grupo de jóve-nes, y menciona a los tres compañero muertos, cuando de su columna sólo era su hermano; los otros dos, Cultelli erade la 1 y Salerno de la 15, no sé a qué viene la mezcla... pero hay dos cosas que dice que son totalmente falsas: una,que se reunía conmigo una vez a la semana y dos, que el papel de coordinador lo ocupo yo porque él es detenido.

–Así de tajante lo decís...

–¿Y cómo querés que lo diga? Cuando él es detenido, finales de julio de 1969, todavía la operación no está decidida,por lo que mal podía ser él ni nadie el coordinador de una operación que no se sabe si se va a realizar o no, y él y yonos conocemos en Punta Carretas un año más tarde, la primera vez que voy preso. ¿Así que vos sos el Flaco Zabalza?le dije, y ¿vos sos el Negro Amodio?, me respondió.

–También dice que llegaste tarde y que no coordinaste la operación correctamente...

–Y dice también que levanté el control de la policía Caminera... lo dice para achacarme las muertes de los compañeros,para achacarme el fracaso... pero nada de eso es cierto. No llegué tarde; es cierto que llegamos más tarde de lo queteníamos previsto, pero llegué con tiempo suficiente para dejar a Marx Menéndez en el lugar que su grupo tenía asigna-do y recorrer los otros objetivos para que todos los grupos me vieran. Me esperaban en una moto y aparecí con unauto, pero en el auto lucía el pañuelo de señal que servía para identificarme...

–¿Por qué fue el retraso...?

–Porque me negué a emplear una violencia inusitada para robar una moto; después de varios intentos me decidí por elauto, un Peugeot 206. En cuanto al control de la Caminera, la verdad es que el coche de la policía no estaba en elmomento que empezó la acción; llegó cuando ya estaba todo terminado y estábamos a punto de irnos. En nuestros pla-nes teníamos pensado neutralizarlo, ¿pero cómo lo ibas a neutralizar si no estaba? El grupo asignado para eso quedóestacionado cerrando el acceso desde la carretera a la calle principal y fue el último en la caravana en el intento derajar.

–Con respecto al raje, tenés señalado que Mujica miente...

–Miente dos veces en menos de diez líneas: la primera, que hay una columna que lidera la operación y segunda, que lapropuesta del raje la propongo yo. La verdad es que cada columna tenía un objetivo asignado y para tomar ese objetivocada columna tuvo autonomía. Pero ninguna columna tenía la posibilidad ni la capacidad de convertirse en líder denada. Cada objetivo tenía unas determinadas dificultades, y en ese aspecto, tengo que decirte que la columna que tomóla comisaría fue la 15, y la 10, que según Mujica lideró la operación, la central de teléfonos.... que como todo el mundosabe sus empleados trabajan armados hasta los dientes.... Pero dejando de lado las ironías, eso fue así. Ahora bien, enel aspecto huída, raje o desbandada, que en definitiva fue lo que se produjo, había una directiva general, que era utili-zar el camino más corto y todos juntos, para poder enfrentarnos a la policía, si llegaban a tiempo...

–Y llegaron...

–Claro que llegaron... les dimos tiempo a llegar, pero antes de nada tengo que decir que el plan general en sus líneasbásicas, fundamentales, contó con la aprobación del Ejecutivo y de los comandos de todas las columnas intervinientes;cuando la acción se decide la responsabilidad es colectiva, ya había dejado de ser un plan elaborado por Mansilla yAmodio... ¿entendés?

–Claro que te entiendo, por lo que vos decís Mujica miente o no cumplió el plan...

–Acertó, amigo mío, acertó...o miente o no cumplió el plan...

–No cumplió el plan pero se salvaron...

–Candán, Pucurull y yo cumplimos el plan y también nos salvamos, y le salvamos la vida a Pucurull, que iba con unbalazo en el estómago... cuando dice que se fueron por otro camino, de ser cierto, habrían violado una de las normasmás elementales, como es aceptar un plan general en el que todos están de acuerdo pero tiene una alternativa particu-lar que el resto desconoce. Alternativa particular que no fué discutida; es más, los servicios médicos estaban montadospor el lado elegido para la retirada, ¿o es que también tenía un servicio médico propio, de la columna 10. Creo queMujica se inventa la retirada tal como la cuenta para sumarse al coro en mi contra. Como de pasada habla de la lentituden la retirada, pero no da más detalles. ¿Y sabés lo que pasó? Que la gente se desbandó y se metió en coches que nole correspondían y en eso perdimos algunos minutos preciosos, uno de los autos del cortejo no arrancó y yo rompí eleje delantero del Peugeot, que se quedó atravesado impidiendo el paso. Así y todo casi zafamos. Otro factor al que me

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agarro para demostrar que tanto Zabalza como Mujica mienten es que durante los años que compartimos cárcel nunca me dijeron ni una sola palabra sobre todo lo que se atreven a largar treinta años después.

–Vos le adjudicás a Zabalza mucha responsabilidad en todo lo ocurrido durante 1972...

–No, estás equivocado, su responsabilidad empieza antes, antes del Abuso incluso...pero él no actúa solo, estánSendic, que es el cabeza del grupo, Picardo, Mansilla, gente de Colonia y de Treinta y Tres, gente de Salto y de cuyosnombres me he olvidado, pero alguno irá surgiendo con el paso de los días. Pero decime una cosa, ¿en esta casa nose come...?

Comimos, nos tomamos el café frente a las ventanas viendo cómo las nubes iban cubriendo el cielo rápidamente traí-das por el viento sur y los pinos se sacudían a su paso. Cuando empezó a llover y el agua golpeó los cristales, como sifuera una señal esperada, Gustavo retomó el relato.

–Lo que no entiendo de quienes me acusan es por qué razón las acusaciones son tan genéricas. Por qué no se diceentregó tal local y tal otro, por su culpa cayeron fulano y mengano, y en el caso de Zabalza qué necesidad tiene dementir... si mis fallos eran tan evidentes, atenerse a ellos y no inventarse razones tan absurdas como si era ordenado ome lavaba demasiado seguido para su gusto. Cuando me detienen la segunda vez yo iba a un local para reunirme conun grupo que participaría en la segunda fuga. A pedido de los presos yo había sido elegido para dirigirla.

–¿Por qué lo pidieron si dicen que existían tantas dudas con relación a vos...?

–Eso son macanas, lo pidieron porque tenían en mí una confianza total, absoluta...Era la primera vez que iba a eselocal... la policía lo había allanado dos o tres días antes y nadie se enteró... fallaron los controles de seguridad; como elenlace de ese local faltaba a los encuentros con cierta frecuencia, a nadie le llamó la atención su falta en los últimosdías. El motocarro que me condujo me dejó cerca del local y desde un teléfono público llamé para que me dieran lacontraseña... me la dieron y entonces fui... caí como un angelito...

–Y entonces te agarran los papeles del secuestro de Bordaberry...

–No, esos papeles estaban en el local... yo caigo limpio y se puede continuar con la fuga. A partir de ahí, la responsablede la fuga desde el exterior es Mercedes y yo lo seré desde adentro.

–Aquí dicen que cuando te llevaron al Penal tu aspecto llamó la atención...

–Sí, es Zabalza el que lo dice... llevaba la ropa con que me habían detenido, que era un uniforme como el que llevabanlos pilotos de Pluna, de verano, muy clarito, casi blanco, pero estaba sin afeitar porque en la Cárcel Central no teníacon qué, lavado seguro que sí, me las habré ingeniado para hacerlo... nunca me gustó molestar con mis olores. Encuanto a que en Jefatura no me tocaran no sé por qué se asombra, no tocaban a nadie, ni hombre ni mujer, todavíaestaba fresco el recuerdo de Morán Charquero. Y decime una cosa, ¿a quién le importa si hacía bromas o no, si partici-paba de las jodas o no, si ordenaba la celda o no, y si hacía arroz con leche o sémola con caramelo? Que yo recuerdemuchos presos no participábamos de las jodas.... ahora me vienen los nombres de Manerass, Marenales, Mansilla,pero éramos muchos más...yo por lo menos tenía cosas más importantes que hacer y las hice...

–También lo reconocen...

–Bueno fuera... nos íbamos a fugar y cada uno tenía que cumplir con sus obligaciones, yo cumplía con las mías y con-trolaba que los demás cumplieran con las suyas... era mi responsabilidad, siempre lo hice... después que cada cualhiciera con su vida lo que quisiera... y si querían jugar a Papillón que jugaran, metiéndose por el culo papeles sin impor-tancia ninguna...

–¿Y la guita...?

–Con la guita igual, tenías muchas formas de esconderla... lo que pasaba es que como se sabía que la guardia el culonunca te lo iba a revisar, se convirtió en el sitio más fácil... pero fue un juego, no una necesidad.

–¿Esto del informe qué es?

–Era como un ritual, todo preso informaba al llegar al Penal de lo que podía, según fuera su grado de responsabilidad.Un compañero de base daba un informe y un compañero que como yo había participado de la Dirección hasta que seme encomienda la fuga daba otro tipo de informe, y yo lo di, pero no era mi informe, era el informe que el ComitéEjecutivo había enviado a los comandos de columnas. En ese entonces yo estaba en la columna 10 y había renunciadoal comando de la columna, pero no lo digo, porque la dirección interna no tiene por qué saberlo...

–¿Y por qué habías renunciado al comando?

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–Porque se habían decidido una serie de acciones que la columna 10 no podía realizar. A esa altura la Organización seestaba fragmentando, la dirección estaba siendo cuestionada y yo no podía hacerme cargo de esas acciones, pero esees otro tema... y se informaba al equipo que ejercía la Dirección interna, no a todo el mundo... Si el informe les gustabao no, no tengo noticias, porque en ese momento nadie dijo nada. Yo no doy detalles de dónde está uno u otro, peroellos sabían más que yo, porque ya manejaban información acerca de lo que se estaba gestando fuera, y el mismoZabalza lo dice con todas las letras: “y apenas cae, el Ñato y el Bebe se reúnen y el MLN empieza a retomar los hiloshistóricos”.

–Estaban esperando que cayeras...

–Es evidente, lo dice clarito clarito... sólo le falta decir que lo celebraron...

–¿Y eso por qué?

–Porque desde la caída de Almería todo el peso de la reorganización, los equipos de dirección y los intermedios empie-zan a ser ocupados mayoritariamente por gente de la Columna 15 y como los presos se creían con derecho a participarsugiriendo planes a la gente del exterior, planes que yo discutía dentro y mis opiniones coincidían con los de afuera, secreyeron que formábamos una tendencia en su contra, cuando lo único que había era una coincidencia fruto de la apli-cación de los mismos criterios políticos y organizativos. Lo dice Mujica: Amodio era un tipo con tropa, manejaba la guitay los recursos... estaban obsesionados con eso, cuando lo evidente es que yo no manejaba nada ni a nadie, bastantetenía con intentar salvar lo que quedaba porque sentía que nos íbamos al carajo, de a poquito, pero que nos estábamosyendo. Pero dejame que continúe con la fuga. Dice Zabalza que el orden para salir era Mujica el primero y después él“porque estaban todos baleados” y dice que debía ser así porque “presumíamos que los de adelante podíamos necesi-tar ayuda de los que venían detrás”. Lo único cierto que dice es que Mujica estaba muy mal físicamente, tanto que yo lollevé agarrado a mi cinturón durante cuadras y cuadras hasta que le pedí que se agarrara a otro. El caño por el quesalimos era un caño de los llamados chicos, de unos 60 centímetros de diámetro y efectivamente, cada uno de los fuga-dos tenía un carrito para deslizarse cuesta abajo. Zabalza se encargó de la toma del hospital y el encargado del sótanoy posterior evacuación fui yo, y el orden de salida era en función de la pena pendiente: por lo tanto, el primero en aban-donar el hospital, era yo, mal que le pese a Zabalza. Obviamente, no contábamos con que se nos agregaran presoscomunes, y esa fue la razón por la que él llegó tarde al sótano, porque tuvo que resolver ese problema, y cuando llegó,ya estábamos en el caño de abajo más de la mitad de los fugados, no yo solo, como quiere hacer creer. Otra cosa queafirma como si fuera cierta, es que nos fuimos por el caño de debajo de la Rambla. Parece una bobada discutir estascosas, pero es que estas bobadas son las que demuestran que miente. Habla de los caños como si fuera un experto,cuando ese día de la fuga fue la primera y última vez que entró en uno. Nos fuimos por el caño que corre por debajo dela calle Guipuzcoa, cuyo diámetro es de un metro con veinte centímetros y tiene los desaguaderos precisos para que elvolumen no pase de los sesenta centímetros, es decir, teníamos que caminar encorvados, muy encorvados, pero elagua nos llegaba a la cintura como mucho, y todo el mundo sabe, incluso los más burros, que la mierda se va al fondo,por cuestiones de densidad. Así que de chapotear entre la mierda, rien de rien...él, al ser más alto iba peor que yo, por-que tenía que encorvarse más... pero qué le vamos a hacer, alguna ventaja tenemos que tener los bajitos, ¿no? Y otracosa que dice como si supiera del tema y que sirve para demostrar que miente, es el asunto de las ayudas. Si algunotuviera problemas en su desplazamiento sólo lo puede ayudar el de adelante, tirando del que tiene dificultades, el quevaya por detrás, por más que empuje no lo moverá ni un centímetro. Por eso iba yo el primero, porque era el que másconocía los caños y para sacarlos a ellos dos, que estaban todos baleados...

–Parece mentira... este Zabalza me caía bastante bien, porque mantiene una posición crítica en relación con FernándezHuidobro y Mujica, que es evidente han dado un giro bastante amplio en sus posiciones... pero si vos me decís quemiente en las cosas más elementales, ¡cómo mentirá en las complicadas...!

–Yo en eso no entro ni salgo... ni voy a opinar a favor de uno o de otro. Yo me fui, encarrilé mi vida en otro país y hevuelto para vivir los años que me queden de la mejor forma posible... no voy a opinar ni de fútbol, para que te hagasuna idea, pero una cosa es no meterte donde no te llaman y otra cosa es dejar que te la claven impunemente. Anda porahí, la tengo que buscar, una carta de Zabalza a un tal Carlos Caillabet, ¿lo conocés?

–De nombre, nada más. Es otro plumilla, como se decía antes... escribe de encargo...

–Pues resulta que este plumilla hace poco, tengo que buscarlo, escribió un artículo acerca del 14 de abril de 1972.

–Lo leí, se llama Una fecha de plomo...

–Bueno, entonces sabés de lo que estoy hablando... el tipo este prácticamente dice que el 14 de abril se hizo sin laaprobación del Comité Ejecutivo... imaginate vos , un sector del MLN decide que se va a cargar a la mitad del escua-drón de la muerte y la Dirección está in albis... patético, pero lo mejor está en la respuesta que le da el propio Zabalzaque le dice...

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–De eso no tengo ni idea...

–Claro, es que no tenés internet... tenemos que instalarlo, es un chismerío fabuloso... pues Zabalza le dice algo así quesi queremos que la verdad histórica resplandezca tenemos que confrontar distintas opiniones, consultar diversas fuen-tes, que la historia no es sólo memoria, sino también verdad y análisis... ¡la puta...! qué razón tiene Zabalza, si hasta amí se me caen las lágrimas de emoción cada vez que lo leo.... ¿y qué hizo él para que resplandezca la verdad si casitoda su argumentación está basada en hechos falsos...? Te pongo otro ejemplo de crítica basada en hechos falsos:“Sendic una vez me contó una cosa que pasó en el apartamento de la calle Almería. Cuando va al Penal en setiembre del70, una de las cosas que me cuenta es algo que siempre le había llamado la atención. En aquella época el Negro era unpoco el secretario del Bebe en muchas cosas. Y un día fue a Almería, cuando Amodio usaba el seudónimo Silva, y fue ahablar con él, entra a la casa, tienen una reunión. Estaban en el lugar, en pleno Malvín, todo muy bien puesto, Amodiodecía que era parte de la cobertura y se hacía pasar por ingeniero y que por eso tenía que andar muy bien vestido –leencantaba andar bien vestido–. Y bien: tienen la reunión, todo fenómeno, y el Bebe se va. Cuando va a tomar el ómnibusse da cuenta de que se olvidó de algo, vuelve, y cuando entra lo encuentra tomando su whiskicito, picadillo... ¡Habían teni-do una reunión diez minutos antes! Por un lado estaba mal porque estábamos todos comiendo arroz, todos tratábamosde llevar una vida personal de la forma más austera posible. Pero bueno, si a él le gustaba tomarse un whisky...Nosotrostomábamos algún vino, una grappita con limón, tampoco era una cosa de tener el prurito de marcar demasiado. Una vezque te tomes un whisky... El tema es que te lo tomás a los diez minutos que el otro se va, como que estás esperando paraservirte el whisky con el picadillo y todo eso, ¿no? Cuando llegó el Bebe, quedó un poco azorado. O sea: había datos deese tipo, de que él ya tenía ideas distintas o gustos distintos o concepciones distintas que nunca las expresó. El nuncaexpresó una diferencia política, nunca lo oí hablar de diferencias políticas. Le oía hablar de que quiero que fulano esté ental lado y mengano en tal otro. Y la crítica de él era tal compañero o tal otro, o en tal acción o en tal otra”. Perdoname quealargue tanto el asunto, pero ¿a que es bonito?, contado así, con un lenguaje tan llano, tan accesible, tan de paisanorecién llegado a la gran ciudad... pues son todas mentiras. Para empezar, nunca estuve en la calle Almería. Por lo tanto,nunca pude reunirme con Sendic en ese local y mucho menos tomarme el susodicho whisky allí. Yo me reunía con Sendicen la calle Aconcagua. Seguramente Zabalza, al relatar la historia, o quizás el autor del meticuloso informe dirán que seequivocan de calle. Pero no, ni Sendic ni ninguno de los miembros del Ejecutivo que nos reuníamos en la calle Aconcaguapodían acceder al apartamento sin que yo los condujera, por la sencilla razón de que ignoraban su ubicación. Por lo tanto,Sendic nunca pudo dirigirse al apartamento a recoger lo que se “había olvidado”. Conocían el edificio, pero no sabían conexactitud en qué apartamento nos reuníamos. Entraban conmigo en el Land Rover al garage y de ahí, por el ascensor, ami casa. Por cierto, para concurrir a ese local, los compañeros del Ejecutivo iban vestidos como correspondía, y nadie losha criticado por eso. Con relación al estado del orden y limpieza de nuestros locales, fui siempre un defensor de esas doscosas, como ya te lo dicho varias veces, con anécdotas incluidas, por lo que en el futuro, trataré de no mencionar esostemas, igual que el tema de la higiene, porque a estas alturas creo que a nadie le importe si yo me bañaba más o menosque otros.

–Ni que tus baños hayan influido en tus opiniones políticas...

–Que por lo visto nunca tuve... es gracioso, durante ocho años estuve mudo... o casi... y te cuento otra, para que veas laimportancia de la ropa... teníamos pocos locales y estábamos viviendo en hoteles todo el comando de la 15, pero no tení-amos dónde reunirnos, así que lo hicimos en un restoran que estaba por La Unión, de bastante caché, por cierto. Nos pre-sentamos allí por separado, todos vestidos de primera, hombres y mujeres porque era un comando ampliado... teníamosvarias cosas que tratar. A poco de empezar la comida, irrumpió en el restoran un grupo de la Metropolitana armado hastalos dientes y nos rodean. Ninguno perdió la calma, presentamos nuestro documentos, los hombres fuimos cacheados ylas mujeres mostraron el contenido de los bolsos. Todo en orden. Se marchan. A los pocos minutos entra otro grupo, perono se acerca a nuestra mesa, nos miran desde el mostrador y otros desde las ventanas... muy dignamente y con aire deofendido me levanto, pregunto por el jefe del grupo y poniendo como testigos a los empleados del restoran le hice saberque hacía unos pocos minutos habíamos sido cacheados e identificados, tanto yo como mis amigos, mis invitados, y quesi no podíamos comer tranquilos nos tendríamos que marchar, y le refregué por las narices mi carnet de médico, lea, lea,doctor Gustavo Casares Sienra...

–El nombre me suena un montón...

–Claro, te suena del BP Color, estaba en el directorio del diario...

–¡Por eso me sonaba! ¿era el pelirrojo, verdad?

–No, ese era el hermano, pero no tiene importancia... así que pedimos la cuenta, pagamos y nos fuimos delante de susnarices... no volvimos nunca más ... ni tampoco supimos quién nos denunció, tenía que estar en el restorant... vamos achurrasquear unas costillas, ¿te parece?

–Voy por vino... hoy le vamos a dar al Stagnari...

Mientras asaba las costillas en la estufa retomó el relato. Abrí el libro en la 184, me dijo, y leete el párrafo señalado enrojo. Es un poco largo pero vale la pena... Zabalza sigue tratando de arrojar mierda sobre mí, pero lo único que logra es

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corroborar las maniobras divisionistas en las que él y otros estaban involucrados. Empecé a leer...

“La del 14 de abril era una operación que estaba planificada de antes, en marzo se produce el cambio de Dirección,que es cuando vuelven el Ñato y el Bebe, e igual se larga la operación porque ya venía en marcha, venía rodando, unacosa de no creer. En seguida de la vuelta del Ñato y del Bebe, cuando se produce el cambio en el Ejecutivo del MLN, elNegro se pone desesperado. En la celda está desesperado. Y nos dice: “no puede ser, esto”. “Y a la Negra Alicia,¿dónde la metieron? Y Mauro, ¿dónde fue a parar? Y fulano, y mengano..” Está desesperado, y entonces nos hace unapropuesta. Yo ahí, realmente, uno medio paisano, nosotros con Pedro le hablábamos casi como que lo escuchábamos,¿no? Y lo estábamos escuchando. Y nos terminó invitando a juntarnos después de la fuga del 12 de abril, nos estabainvitando a comer un asado después y juntarnos, ya nos veía en el grupo de él. Yo era un poco la mano derecha delBebe en todo el interior, en esa época era el “fantasma” de Sendic. Cada miembro del Ejecutivo tenía un “fantasma”,por lo que, si caía preso, el “fantasma” lo sustituía de inmediato. Desde el punto de vista militar, yo había estado enCuba y desde el punto de vista operativo nos entendíamos muy bien con Amodio. Trabajamos juntos en la comisión “A”,en la comisión “Aspirina”, que éramos él, el Pocho Arbello –que falleció–, Mansilla y yo, la comisión que hizo la fuga delAbuso. Trabajábamos bien juntos, había una sintonía en el trabajo, y él creía que eso podía tener otras consecuen-cias... Cuando me hace ese planteo yo escribo una carta a mi compañera en ese momento, la madre de mi hija, queestaba en el Collar, en el mismo grupo del Ñato. Y le mando a decir: “esto es el informe, esto es esto...” Y ahí es que unpoco ya se toma una definición sobre Amodio. El 14 de abril fue un plan de Amodio. El Ñato alcanza a detenerlo unpoco y transaron al final que salía eso pero que enseguida se iban a dedicar a recomponer la Dirección y estudiar unnuevo plan de lucha. Pero el 14 de abril tiene una repercusión desmedida, se les escapó de las manos. No creo que elNegro haya vendido lo de Martirena, en la calle Amazonas, donde en la misma tarde cae el Ñato y otra gente; sencilla-mente era un local muy quemado. Pero me da la impresión de que el 14 de abril aceleró su pase, al ver que se caíatodo abajo”.

–Y, ¿qué te parece?

–Que a confesión de parte, relevo de prueba, como diría cualquier juez... la verdad que si no lo leo es difícil de creer...te adjudica lo del 14 de abril, vos estabas preso, te fugás dos días antes y dice que el plan es tuyo... que el Ñato tratóde pararlo...

–Para eso tiene que decir que el plan venía de antes... antes quiere decir antes del mes de febrero del 72, cuando yotodavía estaba en el Comando General de Montevideo y bancaba al comando de la columna 10. En esa época se hablóde un plan de acciones pero no llegó a definirse nada y si se hizo yo no me enteré porque caigo preso enseguida... escuando digo que la 10 no puede participar en ese tipo de acciones, por lo menos no bajo mi responsabilidad y pido quese me sustituya en el Comando General, cosa que a estas alturas él no puede ignorar... además, en la respuesta al artí-culo de Caillabet, exculpa a Mujica diciendo que no es responsable del Hipólito porque estaba preso y “se olvida” dóndeestaba yo... y efectivamente, debí estar desesperado. Recibí el informe de Inés Capucho y a medida que se los leía, enuno de los pasillos del recreo, iba tomando conciencia de la gravedad de la situación. Recuerdo que después en lacelda le manifesté que creía que esas medidas eran un error tan grande que era imposible medir las consecuenciasque tendrían. Zabalza no hizo un solo comentario. Hoy sé que no podía hacerlo porque él estaba al tanto de todo.Sabía que esas medidas se tomarían y por qué. Lo paradójico del asunto es que era yo, precisamente, al que se estabaacusando de ir contra la organización, el que estaba afuera de todo. Lo del asado y demás es algo tan burdo que nomerece comentario alguno. Hay unas líneas que redondean la actitud de Zabalza: yo recibo el informe y le doy mi opi-nión sobre las medidas, confiando en él y en su actitud no hacia mí, hacia el MLN. ¿Qué hace Zabalza? Informa aFernández Huidobro, a través de su mujer, saltándose los canales establecidos para la correspondencia... si hacésmemoria, cuando ya en plena debacle discuto con Marenales y con Sendic acerca de la situación en que estábamos,los argumentos que uso son los mismos que Zabalza dice que manejé dos meses antes... lo que pasó a partir del cam-bio de Dirección del mes de marzo y la forma suicida con que se condujo la organización no es responsabilidad mía, yono tenía capacidad política ni visión de conjunto ni capacidad de análisis ni podía entender una estrategia... me habíaquedado sin plan. Los que tenían todo eso, los Sendic, Engler, Fernández Huidobro, Marenales, Rosencof y Candánfueron los artífices y responsables de la debacle que se desata en mayo... pero que venía de antes... desde el 16 demarzo.

–Sabés lo que pienso de todo lo que me has estado contando: que no es real, que estoy rematadamente loco, que vosno viniste nunca de vuelta, que es un sueño... es como si recordara una cinta vista hace muchos años y un día la vuel-vo a ver y resulta que lo que veo no es lo mismo, que la historia es otra...¿me entendés...?

–Claro que te entiendo... precisamente para que no se supiera lo que pasó realmente es que se montó toda la campañade desprestigio personal primero y luego de desprestigio político...

–Y la gente se lo creyó...

–Se lo tenía que creer... todo estaba pensado para que fuera así...mirá, hace poco leí que las sociedades primitivas, enmomentos de desconcierto o terror reaccionan de modo unitario, seleccionando y asesinando a un chivo expiatorio...poné los datos que faltan...

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–Mayo de 1972 y Héctor Amodio...

–...porque en el ritual de la violencia, las ilusiones se unifican y renuevan con la esperanza de que eliminada la encar-nación personalizada del desastre todo volverá a la normalidad... ¿conclusión?

–Eliminado el chivo expiatorio los demás quedan eximidos de culpa...

–Exactamente eso... yo he tenido la virtud, si se puede llamar virtud, de unir contra mí tanto a la dirección tupamaracomo a la clase política, una clase política que para salvarse ante los milicos me acusa de traidor para desprestigiarmey negarle validez a lo que diga...

–Y la dirección tupamara te acusa de lo mismo para salvarse ante los suyos...

Otra vez se nos echó encima la madrugada. Necesito descansar un poco, me dijo. Tengo la cabeza como si estuvierarellena de trapo... luego saldré a correr y después voy a ir de compras, si me llevás vos. Pasado mañana viene Lucía yno quiero que se encuentre con la heladera vacía y la casa desordenada. Para el domingo voy a hacer ravioles contuco, si querés venir a comer, estás invitado.

–Gracias, pero yo también necesito un descanso... vendré después que Lucía se haya marchado. ¿Sabés dónde com-prar los ravioles?

–Donde siempre, en La Romagnola...

–Negro, ¿qué te pasa? ¡Se te paró el reloj! ¡Han pasado treinta años, loco...! ¡La Romagnola cerró hace cien años...!!!Tenés que ir a La Especialista, General Flores entre Colorado y Garibaldi. Hacemos una cosa: vamos juntos a la com-pra, venimos, descargamos acá tus cosas y me vuelvo con la camioneta a casa ¿ta?

–De acuerdo... vamos por el del estribo...

Durante el largo fin de semana que pasé en mi casa no pude dejar de pensar en todo lo que Gustavo me había dicho, yaunque mi confianza en él había sido absoluta nunca hubiera podido imaginarme el tamaño de la maniobra que lo defe-nestró. Y el círculo de silencio que se tendió a su alrededor le impidió defenderse... personajes que a la vista de todosse presentaban como líderes políticos no eran más que simples mercachifles... Cuando volví a casa de Gustavo meestaba esperando con el artículo de Caillabet y la respuesta de Zabalza. Lo de Caillabet ya lo conozco, le dije.Leelo mientras preparo el mate, me contestó, así te refrescás la memoria.

14 de abril de 1972 . Una fecha de plomo. Carlos Caillabet.

Treinta y tres años atrás comenzaba la derrota militar del MLN, luego de que en una jornada la guerrilla ejecutara a cua-tro personas acusadas de pertenecer a los escuadrones de la muerte y en respuesta el Ejército fusilara a ocho militan-tes tupamaros. Horas después el Parlamento declaraba el estado de guerra interno, dejando a las Fuerzas Armadas elterreno libre. Las emboscadas, las ejecuciones y los enfrentamientos se precipitaron el 14 de abril de 1972 como consecuencia de unproceso de acumulación de información tanto por parte de los tupamaros como de los servicios de información de lasfuerzas militares y policiales. Ya en marzo de ese año el MLN había logrado identificar a integrantes de los grupos para-militares denominados genéricamente Escuadrón de la Muerte. La Policía, por su parte, había detectado y manteníavigilados por lo menos dos locales de la organización guerrillera a partir de la delación de uno de los tupamaros másconnotados de entonces, Héctor Amodio Pérez, capturado el 9 de febrero de ese año. La principal fuente de informa-ción de los tupamaros fue Nelson Bardesio, un ignoto agente y fotógrafo policial secuestrado por la guerrilla el 24 defebrero. Pocos días antes de que Juan María Bordaberry sustituyera como presidente de la República a Jorge PachecoAreco, los medios de comunicación no dieron mayor destaque al secuestro de Bardesio. Sin embargo, la caída del fotó-grafo en manos de los tupamaros causó nerviosismo en altos círculos del gobierno, entre integrantes de los servicios deinformación militares y policiales y en civiles de reconocida militancia en organizaciones de ultraderecha. Los tupamarosestaban seguros de haber elegido al hombre adecuado para obtener información directa y precisa sobre varios de loscrímenes y atentados cometidos por efectivos paramilitares (véase recuadro). El 9 de marzo de 1972 la revistaCuestión, vocera del Movimiento 26 de Marzo –en la época brazo político del MLN–, denunció la presencia enMontevideo de Sergio Fleury, presentado como “inspirador y brazo ejecutor” de los escuadrones de la muerte brasile-ños, y alertó que los paramilitares en Uruguay se inscribían en “la nueva estrategia pautada por la necesidad de enfren-tar a los grupos insurgentes clandestinos en un plano igualmente clandestino, subterráneo. La descentralización dealgunos cuadros policiales hacia locales no directamente vinculados a San José y Yi (la Jefatura de Policía) se estimaque cumple necesidades de mayor autonomía de movimientos e impunidad para detener e interrogar, fácilmente com-prensibles de acuerdo al desarrollo alcanzado por las organizaciones revolucionarias. Sin perjuicio de este cometidocentral, la actividad de los grupos terroristas de derecha cumple una función de intimidación hacia los militantes deizquierda, grupos frentistas y del movimiento popular que no puede ser liderada más a fondo dentro de los marcos ofi-

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ciales de la represión”, señalaba la revista. El Escuadrón ya había atentado contra dirigentes frenteamplistas, abogadosdefensores de presos políticos y asesinado a militantes que actuaban legalmente desde organizaciones y movimientosde masas y que a lo sumo podrían ser colaboradores de la guerrilla. Mientras sobre los atentados y asesinatos de losparamilitares –uno de ellos perpetrado cuatro días después del secuestro de Bardesio– el gobierno y la Policía nadarevelaban, las direcciones del Frente Amplio y del MLN, cada cual por su lado, obtenían información que les permitíasacar sus propias conclusiones a partir de dos policías. Uno, Bardesio, prisionero en la “cárcel del pueblo”, confesaba asus captores –sin apremios de ningún tipo, según él mismo admitiera– su participación en actividades terroristas y dela-taba a sus cómplices y jefes. El otro, el subcomisario Mario Benítez, que había operado a las órdenes de Bardesio, sereunía el 2 de marzo de 1972 con el senador democristiano Juan Pablo Terra y le revelaba nombres de los integrantesdel Escuadrón, entre los que figuraban conocidos políticos, militares y policías. Terra le trasmitió la información recaba-da de Benítez al entonces ministro de Educación y Cultura, Julio María Sanguinetti. El Escuadrón estaba desarticulado,aseguraba entonces quien luego fuera por dos veces presidente de la República. “Hay personas que han sido enviadasal interior del país; alguno ha sido enviado al exterior y otro fue embarcado y ha salido a navegar”, agregaba. Poco des-pués Benítez era procesado y recluido en una celda del sexto piso de la Jefatura de Policía de Montevideo acusado deentregar información al MLN. Por consejo de Terra, el subcomisario había decidido presentarse a la Policía –acompaña-do de su abogado– tras haber recibido amenazas de muerte. Las informaciones de Benítez y Bardesio coincidían: elEscuadrón actuaba en coordinación con el ministro del Interior Santiago de Brum Carbajal y el subsecretario de esa car-tera coronel Vigorito, ambos luego sustituidos en sus respectivos cargos por el brigadier Danilo Sena y por el profesorde secundaria Armando Acosta y Lara. Entre los miembros más activos del grupo paramilitar aparecían también los civi-les Miguel Sofía y Pedro Crossa Cuevas, los comisarios Hugo Campos Hermida y José Pedro Macchi, el inspectorVíctor Castiglioni y los subcomisarios Raúl La Paz y Oscar Delega.

EL DIA D. El 16 de marzo de aquel año, importantes dirigentes tupamaros celebraban una tumultuosa reunión. De ellasaldría lo que se conocería como Plan Hipólito, que consistía básicamente en un ataque concebido como fulminantecontra el Escuadrón de la Muerte. El plan, preparado a partir de las confesiones de Bardesio, debía esperar para serejecutado a que se concretara la segunda fuga colectiva de presos del penal de Punta Carretas, producida con éxito el12 de abril. El 13 tiene lugar un paro general convocado por la central sindical CNT, seguido de una multitudinaria mar-cha por 18 de Julio. Y el 14 los tupamaros lanzan su ofensiva contra los paramilitares. La decisión de tal “ofensiva” fueobjetada y hasta fuertemente rechazada por algunos de los dirigentes del MLN, pero predominaron las posiciones de lacolumna 15, la más desarrollada militarmente. Alberto Candán Grajales, que resultara muerto el 14 de abril, llegó a sos-tener en aquella reunión que las ejecuciones planificadas no implicarían un aumento cualitativo de la represión. En laotra punta, Mauricio Rosencof, que había interrogado a Bardesio, sostenía que con la difusión de las actas del interro-gatorio bastaba, al tiempo que José Mujica insistía en que entrar en guerra con el Escuadrón era un error político. RaúlSendic, a su vez, anunció a uno de sus compañeros en los montes de Queguay que el MLN no contaba con cuadroscombatientes suficientes para resistir el muy probable embate del Ejército. Eleuterio Fernández Huidobro, que integrabala dirección tupamara, fue uno de los más críticos: “El garrafal error contenido en el plan que produjo los hechos del 14de abril desató un proceso totalmente distinto (...), previsible aunque fuéramos ciegos ante tanta evidencia. Tan ciegosque desde unos días antes estaba previsto que esa misma noche, la del 14 de abril, nos entrevistaríamos con WilsonFerreira para discutir con él aspectos referidos al futuro a la luz de las enormes novedades políticas”, recordó años des-pués el actual senador. Durante la mañana del 14 de abril mueren ametrallados por comandos tupamaros el subcomisa-rio Oscar Delega y su chofer el agente Carlos Leites, el ex subsecretario del Ministerio del Interior Armando Acosta yLara y el capitán de corbeta Ernesto Motto. Pasado el mediodía la Policía toma por asalto una casa en la calleAmazonas y otra en la calle Pérez Gomar. En la primera fusilan a la pareja de tumaparos Luis Martirena e IvetteGiménez y capturan a Fernández Huidobro y David Cámpora. En el segundo operativo efectivos policiales fusilan aAlberto Candán, Horacio Rovira, Gabriel Schroeder y Armando Blanco. Otros dos militantes mueren en enfrentamientos.La derrota del MLN había comenzado.

–Me ha venido bien leerlo, no me acordaba lo de que los locales de Martirena y Candán los habías entregado en febre-ro...

–No tiene importancia... una vez más, fuegos artificiales para distraer la atención. Que este señor afirme, sin aportarninguna prueba que los dos locales fueron entregados por mí ya en el mes de febrero a esta altura es lo de menos, yaque esa ha sido la tónica general. Hoy sabemos que el teléfono estaba intervenido, como tiene que haber estado inter-venido el del local cuando a mí me detienen la segunda vez. Lo que es más grave es la intención que subyace detrásde toda la palabrería que utiliza. Por lo que he leído, Carlos Caillabet perteneció en algún momento al MLN.Desconozco su militancia, grado de integración, puestos que ocupó, etc., pero presumo que ha sido bastante superticialporque ignora cómo se tomaban las decisiones en el seno del MLN. El 16 de marzo del 72, la reunión que se celebratiene como primer objetivo designar al Comité Ejecutivo –se le llamó Secretariado Ejecutivo– y que un grupo de inte-grantes del MLN, teniendo como voceros principales a Fernández Huidobro, Raúl Sendic y Jorge Zabalza, ha elegidopara retomar la “línea histórica” luego de una campaña de acoso y derribo del Comité Ejecutivo integrado por Wassen,Marrero, Engler y Rossencof, campaña que iniciaron prácticamente de inmediato a la fuga del Abuso y que se da abso-lutamente fuera de todos los mecanismos internos de discusión...

–Ellos mismos lo reconocen...

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–Sí y contaron con la complicidad por acción u omisión de otros connotados militantes, como Marenales, MujicaCordano y Candán. Pues bien, el Secretariado Ejecutivo elegido: Fernández Huidobro, Rossencof, Engler y Candán,aparte de elegir a los organismos de dirección intermedia, en los que incluyen a los defenestrados Wassen y Marrero,designan a Marenales, Sendic y Zabalza para puestos clave, como dice Zabalza, y aprueban el plan llamado de reorga-nización, que ya te mencioné en otros sitios y que se convirtió en la mayor aberración organizativa, que unido al des-censo que se produjo en materia de seguridad, será campo abonado a partir del 14 de abril. Pero además, apruebanlos famosos Tatú e Hipólito...pero ésto se niegan a reconocerlo. Todos los mea culpas entonados con posterioridad sue-nan a falsos, porque ninguno de ellos reconoce la autoría. Este señor dice que el Ñato fue uno de los más críticos y esmentira... porque la crítica la hace cuando escribe En la nuca, en el 2001, echá la cuenta cuántos años después de queél mismo lo aprobara...

–Casi treinta, veintinueve, para ser exactos...

–Y como Zabalza, que en Fontana, para desviar la atención sobre la responsabilidad de Fernández Huidobro y deSendic, dice que el “Hipólito” venía de antes, y que fue obra de Amodio Pérez. Y este señor Caillabet, si tuviera algomás de conocimiento del MLN, no podría decir que se impusieron las posiciones de la Columna 15, ya que ésta, nece-sariamente estaba subordinada a las directrices emanadas de los organismos superiores. Pretende que eso fue así por-que Candán Grajales, que aprobó todo lo que se trató el 16 de marzo, había pertenecido desde 1968 a la Columna 15.Pero desde 1971 ya ocupaba otros cargos y fundamentalmente en la Columna 70... ¿te queda claro?.

–Absolutamente...dame la respuesta de Zabalza.

Sobre el14 de abril. Para Carlos Caillabet.

Quisiera hacer unas brevísimas y apuradas precisiones sobre tu artículo acerca del 14 de abril. La enorme mayoría delos tupamaros compartimos la valoración histórica de que el Hipólito nos metió en una guerra de aparato contra aparato,que no conducía, a mi actual entender, a ninguna victoria popular ni apuntaba al desarrollo de un poder revolucionariodel pueblo. En particular, en 1995 escribí El Tejazo, uno de cuyos capítulos reflexiona en ese sentido. Pero, ahora esmuy fácil tenerlo claro... Veinte años después teníamos herramientas de análisis y elaboración de las que carecimos en1972, cuando la enorme mayoría estábamos totalmente de acuerdo con la ofensiva contra quienes habían asesinado aAyala, Castagnetto, Ramos Filippini e íbero Gutiérrez. En rescate de la verdad histórica –y también para no mentirnos anosotros mismos– te mando algunos datos que vos podrías confirmar por ahí. Raúl Sendic, el “Bebe”. No participó de lareunión del 16 de marzo por estar en los montes del río Queguay. Sin embargo, pocas semanas antes, en una opera-ción de su grupo en Paysandú, se hizo pública una declaración de guerra a la oligarquía y su brazo armado.Declaración escrita de su puño y letra que nos permite inferir todo lo contrario de la opinión que a ti de dieron (“que elMLN no contaba con cuadros suficientes para resistir el muy probable embate del Ejército”). Más aun, Carlitos, te cuen-to que apenas salidos el 12 de abril en la segunda fuga de Punta Carretas, reunido el Estado Mayor del Interior, al queme reincorporé en ese momento, dispusimos junto con el Bebe la salida de un grupo hacia el departamento de Colonia,conducido por Raúl Bidegain, para continuar la ofensiva del 14 de abril. Y más aún, allá por el 10 o 12 de mayo llegó aPaysandú Armando Blanco (padre) con la orden directa de Raúl de que les tiráramos unos granadazos a los milicos delpuesto de “La Lata”, que tú bien conocías. Aníbal de Lucía y Augusto Gregori (Comando de Paysandú) junto a JuanCarlos y conmigo, tomamos la decisión de contestar negativamente a la orden. No porque no compartiéramos la con-cepción, sino porque entendíamos que la “orga” sanducera era un tembladeral que se desplomaría en dos minutos. Noestábamos tan equivocados, ¿no? Intentamos un reajuste para el cual no tuvimos tiempo. Nada permite inferir que Raúlse opusiera frontalmente al Hipólito. Eleuterio Fernández Huidobro, el “Ñato”. Acá puede asistirte más razón pero, sinembargo, mientras se excavaba El Abuso, el Ñato producía los faraónicos planes llamados “Hipopótamo” y “Del 72”que, sin dudas, proponían multiplicar y desarrollar el aparato del MLN para enfrentar sus fuerzas con el de las FuerzasArmadas. En esos planes el desarrollo de la lucha popular estaba relegada a un plano secundario, y por eso nos que-damos sin estrategia, como dice la “Carta de los presos” (1972). Como compartíamos la celda los dos, junto al inolvida-ble Carlitos Rodríguez Ducós, recuerdo sus largas exposiciones sobre la necesidad de hacer una “noche de SanBartolomé” con los miembros del Escuadrón parapolicial. O sea, que en el fondo compartía la concepción del Hipólito.Recuerdo perfectamente que pensaba que ése no era el momento más adecuado. De cierta maneras, su exuberanciadialéctica es autora ideológica del 14 de abril. Jorge Alberto Candán Grajales, el “Hugo”. Desde setiembre de 1971 esta-ba en el Comando de la Columna 70, el sector político que subyacía y vertebraba la acción del Movimiento deIndependientes 26 de Marzo y, a través suyo, la del espacio tupamaro en el Frente Amplio, la CNT y los gremios estu-diantiles. Ese lugar lo ocupó por sus cualidades políticas más que por las militares, que también las tenía... y abundan-tes. José Mujica Cordano, el “Pepe”. No participó de la reunión del 16 de marzo. Primero porque nunca estuvo en elComité Ejecutivo del MLN y, segundo, por la razón del artillero: se encontraba recluido en el penal de Punta Carretas. ElPepe era tan ferretero como el que escribe. Fijate que la segunda fuga, la del Hospital Penintenciario, pudo realizarsegracias a la operación Corcho, pensada y solicitada desde el penal por los miembros de su C-I (José Mujica, ÁngelYoldi, Efraín Martínez Platero y Jorge Zabalza), pero ejecutada por un grupo de acción de la Columna 15, que siemprefueron al frente y eran sumamente respetados por todos nosotros, por su coraje y capacidad operativa. Carlitos, herma-no, fraternalmente termino con un par de reflexiones. En primer lugar, los dos compartimos el criterio de que la historiano es sólo memoria, sino también verdad y análisis de las condiciones que propician los hechos. Lo uno sin lo otro sepresta a la construcción de historia oficial, que más que reconstruir el pasado le presta un servicio al presente y sus

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necesidades políticas. Y, hermano, no soy quién para decirte a vos, que lo sabés mejor que yo, que para conocer la ver-dad sobre aspectos polémicos del pasado hay que investigar diversas fuentes y sobre esa base estudiar las condicio-nes que ampararon virtudes y errores. En segundo lugar, el militarismo fue una desviación de todo el MLN. No es leal,ni corresponde a la verdad histórica, desligarse y echarle la culpa a la Columna 15. Fenómenos como el militarismo noson responsabilidad de uno o varios personajes. Fuimos militaristas porque no supimos concebir el desarrollo de unaguerra de todo el pueblo, empleando métodos de lucha popular, como, por ejemplo, se había ensayado en La Teja el 6de setiembre de 1971 y venía desarrollando la Columna 70. En lugar de eso, nuestro pensamiento pasaba por engrosarlas filas del aparato militar. Ese fue nuestro fracaso y ahí estuvimos todos juntos, los que estamos excomulgados por elpapado por seguir con intenciones de hacer una revolución social y los viejitos buenos que parece que nunca agarraronun fierrito. Cocacola, un emocionado abrazo de alguien que vos sabés que te quiere, que espero trasmitas a quienescompartimos tantas cosas en tierras sanduceras y... como ésto que hay ahora no es la sociedad por la cual murieron yfueron torturados tantas tupamaras y tantos tupamaros, ¡habrá patria para todos o para nadie!

Jorge Pedro Zabalza Waksman

– ¡Vaya cambio de opinión, si parece que lo hubieras escrito vos...

–¿Verdad que sí? Es muy interesante la reflexión de Zabalza... lástima que no sea más explícito. Por ejemplo, cuandoCaillabet se refiere a los locales donde se producen los asesinatos de los compañeros, él podría recordar lo que dice enFontana, acerca del local donde muere Martirena. “No creo que el Negro haya vendido el local de Martirena... era unlocal muy quemado”. Cuando dice que es muy fácil analizar las cosas que sucedieron en 1972 con los elementos quese tienen 20 años después, se sigue equivocando: el plan Hipólito no metió al MLN en una guerra de aparato contraaparato. Eso lo consiguieron Sendic y Marenales cuando hicieron oídos sordos a mi opinión de que deberíamos retirar-nos de la calle y salvaguardar lo que quedara (que ya era muy poco) y que Mujica sostiene en el libro de Campodónicoque hubiera sido lo correcto. El Hipólito fue un plan de represalia/justicia revolucionaria del que no se previeron las con-secuencias. Y de eso son responsables todos los que ocupaban los organismo de dirección, y por lo que dicen Mujica,Zabalza y Fernández Huidobro, me adelanté 20 años. Al plan Tatú ni lo nombra, igual que al segundo frente. Quizás seapara no tener que reconocer que no sólo la “orga sanducera” era un tembladeral, sino toda la organización en el interior.Es tardío el reconocimiento a la Columna 15. Si en 1970-1971, tanto Sendic como Zabalza hubieran tenido esa opiniónno habrían acosado a los organismos de dirección como lo hicieron “porque estaban dominados por gente de la 15”.Pero a su afirmación le falta la guinda: Zabalza, junto con Mujica y otros, solicita desde el penal que sea yo quien seencargue de la responsabilidad de la segunda fuga. Entonces, ¿confiaban o desconfiaban de mí? Me conmueven dosafirmaciones que se hacen: “En rescate de la verdad histórica –y también para no mentirnos a nosotros mismos– temando algunos datos ...” “En primer lugar, los dos compartimos el criterio de que la historia no es solo memoria, sinotambién verdad y análisis de las condiciones que propician los hechos. Lo uno sin lo otro se presta a la construcción dela historia oficial, que más que reconstruir el pasado le presta un servicio al presente y a sus necesidades políticas. Yhermano, no soy yo quién para decirte a vos, que lo sabés mejor que yo, que para conocer la verdad sobre aspectospolémicos del pasado hay que investigar diversas fuentes y sobre esa base estudiar las condiciones que ampararon vir-tudes y errores”. Completamente de acuerdo. Hago mías, por primera vez, palabras de Zabalza que reflejan que losaños no pasan en balde y se está haciendo mayor.

– Habría que invitarlo a aplicarse la letra y ponerse a la tarea... ¿no te parece...?

–Sí, pero quién le pone el cascabel al gato...?

Después de dos cebaduras completas nos fuimos al playa. El día era frío y el viento soplaba con tal fuerza que la arenanos golpeba en la cara, aunque estuviera mojada. Nos fuimos en dirección a los pinos con la intención de buscar ciertoabrigo, y al no encontrarlo iniciamos el camino de regreso. ¿Qué tal Lucía? pregunté. Muy bien, ha traído aceite yjamón, así que tenemos la comida resuelta: huevos revueltos con jamón... la verdad es que se pasa más tiempo enEspaña que aquí, así que no creo que eche en falta a la familia.

–Sabés una cosa, siento curiosidad por saber cómo la conociste y no te quería preguntar para que no pensaras que..

–Viejo, estoy acostumbrado... no te imaginás la cantidad de veces que me lo han preguntado: misterio, respondía siem-pre. Pero a vos te lo voy a contar. La conocí por casualidad, esa es la verdad. Yo viajaba todos los años a Madrid a unaferia del calzado y siempre viajaba en coche; pero resulta que un año, por el lumbago, viajé en avión, y allí estaba ella,con su uniforme de Iberia para ayudarme con mi maletín de mano...

–Yo creía que es de Aerolíneas Argentinas...

–Eso en los internacionales, en los interiores es de Iberia... me ayudó con el maletín para guardarlo en esos cajonesencima de los asientos, le di las gracias y le dije no se olvide de mí, voy a necesitar su ayuda cuando lleguemos aMadrid. Descuide, vendré en su ayuda. Efectivamente, cuando el avión tocó tierra, ahí estaba para ayudarme, me bajóel maletín y nos despedimos. Yo me alojaba en un hotel que está muy cerca del aeropuerto, y resultó que en el mismohotel se alojaban la mayoría de las tripulaciones... así que nos encontramos en la cafetería. Nos saludamos, le dije a

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qué había viajado a Madrid, y la invité a cenar. En la cena le mostré el catálogo que tenía para la feria y como algunosmodelos le gustaron mucho, le pedí el teléfono para regalarle el que más le gustara una vez que la feria terminara, y asífue como la conocí...

–Bueno, ¿y después...?

–Misterio, viejo, misterio...

–Me lo tengo merecido, le dije. Disculpame...

Ya en la casa nos fuimos a la cocina y nos servimos un par de espinillares. Me dijo: ahora que ya calenté el pico, voy aseguir con la historia...

–Desde el primer momento de mi detención pude comprobar que el conocimiento que el Ejército y sus grupos de inteli-gencia tenían sobre el MLN era prácticamente nulo. Se movían con la información que Inteligencia y Enlace les habíapasado de manera abultada pero fragmentaria. Ese detalle, unido a la despolitización de los oficiales, a su desconoci-miento de los matices, sutiles a veces, que nos diferenciaban de otras organizaciones o grupos políticos, hacía quetuvieran que moverse en un marasmo de papeles y declaraciones confusas, que habían conseguido mediante tortura,amparados en las prerrogativas que el Estado de Guerra Interno les había dado.

–Prerrogativas que salvo honrosas excepciones, habían votado las dos cámaras en pleno.

–Sí,este es un detalle que conviene no olvidar: las fuerzas armadas estaban legitimadas por el mandato del parlamento,que no los autorizaba expresamente a torturar, pero que miró para otro lado cuando la tortura tomó estado público.

–Los mismos políticos que te acusaban a vos de traidor al MLN no movieron ni un dedo para detener la tortura...

–No, claro que no... acusándome a mí, trataban de anular lo que decía acerca de ellos, pero antes que yo ya lo habíandicho Píriz Budes y después Maneras, el Ñato y Rosencof, pero sólo se me menciona a mí, los demás no existen...

–Bueno, en el libro de Campodónico Mujica dice que Píriz Budes hizo mucho más daño....

–Es cierto, lo dice... y entonces ¿por qué se carga contra mí toda la artillería? Te lo contesto ¿o sos capaz de hallar larespuesta vos solito?

–Porque vos fuiste el único que vaticinó el final...

–Sí mi amigo, es por eso...durante los primeros días, cuando yo todavía despertaba la curiosidad de los oficiales que depronto se vieron convertidos en fuerzas represivas sin ellos quererlo, tuve oportunidad de hablar con docenas de ellos,acerca del papel que el MLN, las Fuerzas Armadas y el Ejército en particular estábamos jugando en esos momentos.Así me enteré de algo que me puso en evidencia el desconocimiento que teníamos de lo que considerábamos “el ene-migo”. Cuando el Parlamento les otorga potestades ilimitadas en materia de represión, las fuerzas armadas se dividenentre quienes están dispuestos a matar y morir, si es necesario y quienes toman la nueva situación como una tareamás, como una obligación que tienen que cumplir porque es una orden que les viene impuesta y que se encuadra en eljuramento de fidelidad a la constitución. Este último sector era mayoritario y se limitaba, en los procedimientos, a darleapoyo a los grupos de Inteligencia y Enlace, acordonando las calles.

–Pero los que hacían los procedimientos eran los mismos de siempre, nuestros viejos conocidos de Jefatura...

–Eso es, quienes mataron a Martirena y a su mujer, los que mataron a Candán, a Schoeder, a Rovira y a Nando Blancoeran miembros de Inteligencia y Enlace.

–Eso ya lo reconoció Sendic en el libro que escribió Blixen....

–Sí, lo dice ahí, pero el MLN manejaba en 1972 una información falsa y responsabilizaba al Ejército de esas muertes.Es cierto que un grupo minoritario de militares en esos momentos ya actuaba con extrema dureza contra los detenidosy esa dureza les dio resultados. Fue lo que posibilitó las caídas de locales y militantes que se produjeron antes del 18de mayo de 1972. Pero nuestro desconocimiento de la situación interna de las Fuerzas Armadas nos hizo creer que eracontra el Ejército que teníamos que actuar y se atentó contra los soldados de guardia en la casa del Gral. Gravina.

–Pará un momento: ¿de dónde sacó el MLN la información...?

–Vino del lado de los militares vinculados a Seregni, como Montañés y Castelao.

–Pero el MLN dijo que el ataque era contra el general Gravina...

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–Eso se dijo para intentar contrarrestar la mala imagen que dieron las fotos después del atentado. Teníamos que“ablandar” a las fuerzas Armadas, para usar las palabras de Sendic y conseguimos todo lo contrario. Se los dije yo enmi carta y en la reunión que tuvimos a principios de mayo. Hoy, los supervivientes del MLN, para no reconocer que esasmuertes fueron un tremendo error, dicen, mintiendo una vez más, que el objetivo era el propio general Gravina, lo quees totalmente falso.

–Pero sí es cierto que los cuerpos de los soldados fueron manipulados para que en las fotos aparecieran como toman-do mate...

–Eso es cierto, se le ocurrió a un coronel que había hecho un cursillo de guerra psicológica... creo que se llamabaArrondo y que es el que cuando soy detenido hace decir en los comunicados que “el dirigente sedicioso está a las órde-nes del Alto Estado Mayor” y después añaden coletillas de ese tipo para dar a entender que estoy dando información...Es el mismo que le dice a Cristi que es mejor que se diga que la Cárcel del Pueblo la entregué yo y no Wassen.

–El único que dijo que había sido Wassen fue “El Diario”.

–Sí, pero lo dijo una sola vez, después se la envainaron. El caso es que desde el 18 de mayo ningún oficial consideróque la lucha contra el MLN era un asunto burocrático que lo afectaba mientras estaba de servicio y nada más: las muer-tes de esos cuatro soldados convirtieron a la casi totalidad de los militares en perros de presa. Reunieron a la tropa yles dijeron que no tenían que tener miedo porque ellos iban a dar su vida para defenderlos.

–Me los imagino en sus arengas...

–Y se encontraron con un MLN deshecho, con sus militantes desmoralizados, aniquilados moralmente y estupefactosante el viraje que los hechos dieron en unos pocos meses: desde febrero a junio el MLN dejó de ser una organizaciónen “ofensiva”, como les gustaba decir a Sendic y a Marenales y se convirtió en una organización en franca desbandada.La habían deshecho en marzo. La base estaba pagando en su propia carne, con su propia sangre, los errores y lasoberbia de sus dirigentes. Mirá, en agosto de 1970, como consecuencia de la caída de Almería fueron detenidos deforma sucesiva tres Comités Ejecutivos y varios comandos de Columnas, pero la Organización como tal, pasados losprimeros días de desconcierto, se recompuso por sí sola, aplicando los mecanismos internos de encuentro, aplicandomedidas de salvaguardia de las estructuras que no habían sido tocadas o lo habían sido en menor cuantía.

–Tuve el honor de colaborar en ese momento.

–De acuerdo, pero en mayo de 1972, los miembros de organismos de dirección que son detenidos son menos que en1970, tanto en cantidad como en el peso específico que tenían dentro del esquema organizativo. En mayo de 1972existía un Comité Ejecutivo integrado por Sendic, Marenales y Engler. Según mis ex compañeros del MLN, los dos pri-meros tenían la categoría de “líderes”, tenían capacidad política y de análisis amplia y profunda. Cuentan además conuna característica personal que los hace insuperables: son hombres duros, que no han llorado por la muerte de loscompañeros, pero a su vez son hombres afables, bromistas, descuidados en el aseo y en el vestir, seguramente habíandejado de beber vino e incluso Marenales, al carecer del tabaco holandés que yo le proporcionaba, estaría fumandoPuerto Rico o como mucho Cerrito, con lo que su capacidad organizativa debe haber alcanzado cotas inimaginables...

–Eso es seguro... ironías aparte...

–Y Engler, el tercer integrante de la dirección, es un hombre que se formó en la Columna 15. Tenía, por tanto, una seriede valores que lo diferenciaría de sus dos compañeros de Dirección: tenía necesariamente que valorar los aspectosorganizativos, tenía que valorar como correspondía la íntima relación que existe, que debe existir, entre la decisión deprocesar una acción y las posibilidades reales que existen de realizarla. Nunca trabajé directamente con Engler y apartede las dos o tres veces que vino al local donde yo pasaba las horas entretenido dibujando billetes de 5.000 pesos oduplicaba las cintas con las declaraciones de Bardesio, toda la información que tenía sobre él, fue a través de Candán yde la Negra Mercedes. La idea que yo tenía de él es de que era un hombre reflexivo, cauto y meticuloso. Quizás dema-siado joven para asumir las responsabilidades de ese momento, a la sombra de los dos monstruos políticos comoSendic y Marenales.. Le cabe a él parte de la responsabilidad acerca de las decisiones que se tomaron en ese momen-to, sobre todo porque no fue capaz de actuar como él había aprendido que se debía actuar: diciendo en cada momentolo que honestamente se opinaba, independientemente de quien fuera el que manifestara opiniones distintas. O lo quesería peor, que hubiese coincidido conmigo en que había que retirar a la militancia de la calle y le faltaron agallas paraenfrentarse a dos “líderes” de la talla de Sendic y Marenales.

–Históricamente le tocó ocupar un sitio para el que no estaba capacitado, por inmadurez personal, lógica, pero nadie loautorizaba a actuar por seguidismo.

–Cuando yo terminé de llamar “hijos de puta” a Sendic y a Marenales le reproché a Engler que ocupara un sitio en laDirección haciéndose cómplice, con su presencia, de tanto desastre. En esos momentos lo acusé de ser cómplice del

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precio que en vidas de compañeros estábamos pagando, lo acusé de ser cómplice en la destrucción del MLN. Hanpasado casi 30 años y si se les siguen adjudicando a Sendic y a Marenales unos valores políticos de los que objetiva-mente carecieron, ¿cómo iba a poder Engler, con sus veinte y pocos años modificar en algo las actitudes de sus com-pañeros de dirección? Cuando yo le dije: Octavio, ¿qué hacés aquí?, ¿dónde está lo que aprendiste?, Octavio no dijouna sola palabra. Se limitó a meter la cabeza entre las manos, doblarse sobre las rodillas y callar.

–Bueno, pero el hecho de que existiera un Comité Ejecutivo no quiere decir que la Organización, que el MLN, tuviesemejores condiciones de supervivencia que las que tuvo en 1970...

–No, claro que no, y eso fue así porque el Comité Ejecutivo no cumplió con su función dirigente. La primera obligación,la primera responsabilidad de un órgano de dirección es salvaguardar la Organización. Y ese Ejecutivo no sólo no lohizo, sino que todas las decisiones que adoptó eran, objetivamente, contra la organización, contra el mismo MLN. ¿Ypor qué? Por dos razones muy simples pero que están relacionadas entre sí: la primera porque nunca, ni Sendic niMarenales valoraron lo organizativo. Eran dos individualistas incapaces de trabajar en equipo, aspectos en los queEngler debió influir y no lo hizo, por las carencias que te apunté antes. Y la segunda fue que por la carencia de análisisse siguió adelante, esa era la palabra que empleaban, cuando en realidad se iba hacia atrás. Se negaron a retroceder yel argumento que empleaban era ¿”qué se va decir de nosotros? que iniciamos una ofensiva ¿para qué? y se contesta-ban: “para nada, para tener que pararnos por los golpes”. Y concluían: “no nos queda más remedio que seguir adelan-te”. Se negaron a aceptar que el MLN se había equivocado, porque aceptar eso era reconocer la responsabilidad que aellos les cabía en todo el proceso. A ellos tres y a quienes les habían acompañado en la toma de las decisiones.Hubiese sido reconocer que toda la reorganización efectuada, que hoy sabemos, porque lo reconocen mis ex compañe-ros del MLN estaba dirigida contra un enemigo inexistente, contra Amodio y Alicia Rey. Y que esa reorganización y fun-damentalmente los planes Hipólito y Tatú eran las causas fundamentales del desastre. Pero claro, los mismos que decí-an que había que frenarme, que había que darme la baja, que había que eliminarme, no podían reconocer que una vezmás ese ser tan absolutamente despreciable tenía razón y que ellos, los lúcidos, estaban equivocados.

–Con otras palabras y según su estilo después de varios circunloquios, Mujica llega a la misma conclusión que vossegun lo que publica Campodónico, conclusión por cierto cuidadosamente ocultada por Fontana. En el mismo libro deCampodónico tanto Mujica como Fernández Huidobro, achacan la caída del MLN al desarrollo alcanzado, que se habíacrecido demasiado...

–Mirá, esa afirmación es una falacia para ocultar sus responsabilidades personales. Y una vez más recurren a experien-cias ajenas: como parece que Grivas nunca tuvo más de cien hombres y nosotros tuvimos muchos más, eureka!!!., yatenemos la explicación Es como decir que si tenemos un hombre enfermo del corazón y el corazón no bombea sangresuficiente y se le pueden gangrenar las piernas, ¡lo que tenemos que hacer es cortarle las piernas!!! Siguen sin enten-der qué es la organización. No tienen nada que ver las condiciones objetivas de Chipre e Israel con las de Uruguay. EnUruguay no había condiciones para la guerrilla rural, ni semi ni entera, y ellos quisieron hacerla. Como los vietnamitashicieron agujeros para combatir a los yankis ¡hala! a cavar tatuceras, como si las condiciones se pudieran comparar...

–Seguramente hubiésemos sido derrotados igual, pero no es lo mismo luchar contra un ejército invasor y contar con elapoyo o la complicidad de toda una población que la situación en el interior del Uruguay, donde la gente del campo erapariente o vecino o amigo de los soldados de los destacamentos...

–Y las tatuceras dependían del apoyo de la gente de las ciudades, de los núcleos urbanos, y tenían que hacer movi-mientos que fueron fácilmente detectables, entre otras razones porque la gente de la que dependía el apoyo estabamás que quemada...

–No estoy seguro, pero creo que ninguna llegó a ser operativa nunca... y una que hubo por Paysandú dependía para lacomida de la gente de Aníbal Sampayo, que llevaba la estrella grabada en la frente... pero de eso, ni una palabra.

–¿Te acordás que una vez te dije que tengo un dios aparte? Te voy a contar otra vez que se me apareció y quedemuestra bien a las claras el grado de desinformación en que se movían las FF.AA. Cualquier parecido con “Los par-tes de don Menchaca” es casual. Hacía pocos días que estaba detenido, a lo mejor quince, porque Wassen ya habíanegociado la Cárcel del Pueblo, yo estaba terminando de cenar, cuando llegó Calcagno y me dijo que un detenidohabía informado que se preparaba una nueva fuga de Punta Carretas, que el general Cristi en persona me esperaba alfrente de un procedimiento que se estaba montando en las inmediaciones de la cárcel, y que el detenido aseguraba queyo conocía la ubicación de ese túnel. Este asunto, contado de otra maneras y adjudicándome a mí la supuesta dela-ción, se menciona en varias publicaciones. No puede ser, Gordo, eso es una tomadura de pelo que me estás hacien-do... Que sí, vestite que te llevamos de inmediato. Con Calcagno yo tenía una deuda moral y mirá por dónde esa nochequedamos en paz. Estaba bastante pedo, cosa que le solía suceder las noches que estaba de guardia y mientras yo mevestía, él se terminó una botella de grapa que guardaba en el armario de la habitación, que por cierto, es la misma en laque me entrevisté con el hijoputa de Fassano. A esa altura yo la única ropa que tenía era con la que había sido deteni-do: camisa y pantalón, los calzoncillos los lavaba cada dos o tres días y los secaba en el radiador de la calefacción...

–Siempre tan aseado...

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–Siempre, siempre...no tenía medias y andaba en alpargatas... hacía mucho frío esa noche y el asistente de Calcagno,un soldado que creo era Gómez de apellido, que vivía por el Cementerio del Norte me dejó una guerrera suya y metrajo unos calcetines y unos zapatos de gamuza de los que se traían de los procedimientos...

–De los que robaban en los procedimientos, querrás decir...

–Es cierto, hubo un momento en que arramblaban con todo, después se dieron cuenta que eso iba en su contra yhecharon pa’tras. A mí me devolvieron el reloj, tiempo después... fué lo único...Bueno, en el camello íbamos Calcagnode chofer y un soldado de custodia, nadie más, no había gente para completar la dotación, una joda... durante el reco-rrido del cuartel hasta la cárcel no dejé de decir que eso era imposible, que el MLN no estaba en condiciones de organi-zar ninguna fuga, pero la única respuesta que recibí fue que era una orden superior. Cuando llegamos me llevaronhasta un coche en el que estaban Cristi y Trabal, quienes me dijeron lo mismo que ya me había dicho Calcagno. Losescuché lo más atentamente posible, porque lo que oía era de risa y de la forma más comedida que pude les dije quelo que estaban buscando era un túnel que no existía, que ni siquiera se había empezado cuando la policia descubrió lospreparativos del Gallo, por lo menos dos años antes. ¿Te acordás la que se montó?

–¿Cómo no me voy a acordar...? Subió la marea como nunca y sacó de los caños todas las herramientas, que queda-ron desparramadas por la orilla. Yo estaba en la casa de Blixen, que vivía a cien metros de Punta Carretas y vimos todoel procedimiento.

–Mirá vos, otra casualidad. La sensación que me quedó es de que Trabal se dió cuenta de lo ridículo de la situación,pero a Cristi no había quien lo convenciera del asunto. Estaba toda la zona iluminada por grandes reflectores, los fotó-grafos de los diarios haciendo fotos de las tapas de las cloacas, un oficial de bomberos me estaba esperando –tiempodespués me enteré que era el mismo jefe de bomberos, el general Walter Inzaurralde– para acompañarme hasta el sitioque usted conoce!!! enfatizó Cristi y yo les decía que el túnel no existía... La actitud de Cristi no permitía más argumen-tos y me dispuse a acompañar al bombero al interior de uno de los caños cuya tapa ya se había levantado. Dicho bom-bero me ofreció un impermeable y botas de goma, y mientras me las ponía, le dije:

–Mirá, esto es ridículo. Nos vamos a llenar de mierda para buscar un túnel que no existe, que no se empezó nunca. Hetratado de convencerlos, pero ya tienen todo montado así que te propongo bajar, nos fumamos un par de cigarros ysalimos.

–Vos estás loco si creés que me voy a jugar el puesto por no lIenarme de mierda. Mañana o pasado hay otra fuga y mecortan los huevos... así que vamos a hacer lo que tengo encomendado.

–¿Y qué tenés encomendado?

–Ir contigo hasta donde empieza el túnel.

–¿Pero estás en pedo? ¿No te estoy diciendo que no hay túnel?

–Ya lo veremos, me dijo, así que no tuve más remedio que seguirlo escaleras abajo. Cuando terminamos de bajar laescalera nos encontramos ante dos caños, uno más estrecho, que bajaba hacia la rambla y por el que difícilmentepodía entrar el bombero de grande que era y otro más amplio, por el que se podía andar, si lo hacíamos encorvados.

–Mirá, le dije, no podemos quedamos aquí, porque nos están viendo desde arriba. Vamos por este caño más grande,por ahí, en dirección a Villa Biarritz, y en el primer ensanche que encontremos, ahí nos quedamos.

–¿Estás seguro? Mirá que si hay otra fuga me van a caer con todo...

–Creeme, yo me juego más que vos.

Así que fuimos avanzando por aquel caño y a unos doscientos metros encontramos un sitio para pararnos. Sacó unacajilla de cigarrillos y nos pusimos a fumar, a la luz de las linternas y en silencio. Sólo se oía, de vez en cuando, el ruidode alguna rata que corría a ciegas, sorprendida de nuestra presencia.

–Poné atención, le dije. Cada tanto, si seguimos por este caño, aparecerá un sitio como éste. Hacia la rambla hay quebajar por los caños chicos, arrastrándose, así que andá pensando lo que les vas a decir cuando salgamos. Yo creo quelo mejor es decirles algo sencillo, que no te complique demasiado y mantenerte en que no viste nada anormal y queda-te tranquilo porque es la pura verdad.

–Sí, creo que será lo mejor, pero el general estaba tan convencido de que estaba desbaratando otra fuga que segurono me cree...

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–Te tiene que creer, no tiene otra alternativa. Además, yo ya se lo dije varias veces. Que consulten con la policía y lesconfirmen la fecha en que lo descubrieron... ahora, si te quedás más tranquilo, volvemos atrás y bajamos por el cañochico hacia la Rambla, pero una vez que empecemos a bajar tenemos que seguir hasta el final del caño, porque nopodremos retroceder, así que nos podemos tirar aquí adentro horas y se van a creer que nos perdimos o que yo merajé y te dejé tirado... Eso fue lo primero que les dije, me contestó. Ustedes tienen que saber que ese hombre puedeintentar fugarse y yo no puedo hacerme responsable de que eso no ocurra. ¿Y sabés lo que me dijeron? Pues le pegástres tiros y ya está. Pero mirá, traigo la pistola, pero está descargada. Efectivamente, llevaba una 45 sin balas y se ladevolví

–¿Qué pasó con el MLN si puede saberse...? me preguntó.

– Se han hecho muchas cagadas, nos metimos en un callejón sin salida y no se quiso rectificar cuando todavía sepodía, y el cabeza de turco soy yo. Es muy largo de contar, pero por extraño que parezca, es así.

–Las vueltas que da la vida, me dijo el bombero. Quién iba a decir, hace unos meses, que todo acabaría así, tan rápida-mente y que yo iba a estar aquí, hablando contigo de todo esto como si nos conociéramos desde hace años... ¿Qué teparece si nos volvemos? Ya está haciendo mucho frío.

Emprendimos el camino de regreso y cuando íbamos a subir la escalera me dijo que quería despedirse de mí sin que lovieran, así que nos dimos la mano y nos deseamos suerte mutuamente. Apenas llegamos a la calle los fotógrafos de losdiarios trataron de hacernos fotos, mientras sus compañeros querían saber los resultados de la incursión. Cristi y Trabaltambién nos esperaban. Fue Trabal el que se dirigió al bombero y éste le respondió con un escueto nada!, no hay nada!Cristi escuchó esas palabras y se marchó, el bombero saludó a Trabal y se marchó, Trabal me dijo algo así como “elGeneral creía que la información era buena” y a mí me sonó como que me estaba diciendo “yo te creí, pero él no” y semarchó. Y yo, el preso, me encuentro solo en mitad de la calle, sin que nadie, nadie, se ocupara de mí. Así que mequité el impermeable, lo dejé sobre un muro bajo y me puse a buscar entre cientos de oficiales y soldados al GordoCalcagno, que en teoría estaba encargado de mí. Mientras lo buscaba pude comprobar que nadie me daba la menorimportancia. Me movía entre soldados, oficiales, policías y fotógrafos como si estuviera libre y vestido de soldado nadieme reconocía. Cuando encontré el camello, en su interior estaban el custodia y el Gordo Calcagno que dormía comoun bendito, ajeno a todo. El custodia me dijo que tenía orden de despertarlo cuando todo acabara.

–¿Ya se acabó? ¿Lo despierto?, me preguntó.

–Y yo que sé!!!, le respondí. Esto es un quilombo que no hay quien lo entienda!!! El portazo que di al cerrar despertó alGordo, quien dijo una sola palabra: ¿y?

–Nada, no hay nada. Podés seguir durmiendo tranquilo, le contesté.

–Bueno, entonces nos vamos, dijo el Gordo y se acomodó lo mejor que pudo en el asiento trasero. Yo estaba duro defrío y nos miramos con el custodia, sopesando la situación. El hombre no sabía manejar ni conocía las claves ni teníaidea de nada. Era un soldado que llevaba unos pocos días en el cuartel. Le dije: me parece que me toca manejar... Sepasó a la parte de atrás y se hizo sitio, porque Calcagno estaba bastante despatarrado. Ocupé el sitio del conductor, yle di al arranque. Encendí las luces, puse la marcha atrás e inicié la maniobra para salir. El pedal del embrague iba unpoco largo, pero conseguí sacarlo sin que se ahogara.

–Es mejor ir por la rambla, me dijo el soldado.

–Pues vamos por ahí, le dije. Cuando llegamos al cuartel, me detuve en el primer puesto de control, obedeciendo lasórdenes que me dieron. Se acercaron un sargento y dos o tres soldados, quienes me pidieron la contraseña.

–¡A mí la contraseña! ¡Despertalo y que te la dé él! les dije, señalando al gordo Calcagno. Entonces el soldado dijo “elcapitán está indispuesto y yo vengo de custodia”. Nos dieron paso y me dirigí hacia la puerta de entrada, donde medetuve, me bajé del camello y entré a pie.

–Llevame al jefe de guardia, le dije al primero que me encontré, un soldadito que me saludó como si yo fuera el jefe.

–Ahí te dejo el camello en la puerta, no sea cosa que lo roben y me echen a mí la culpa..., le dije al jefe de guardia, elcapitán Castro.

–¿Qué pasó, algún problema? me contestó como si todo se estuviera desarrollando normalmente y me pidiera unainformación rutinaria.

–No, nada. Me voy a dormir.

–Me doy cuenta de lo ridículo de la situación, buscaban algo que la policía había desbaratado dos años antes. ¿Por qué

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no levantaron el teléfono y llamaron a Jefatura? ¿Y vos por qué no te fuiste?

–Porque en esos momentos no tenía adónde ir, ni guita, ni documentos, ni nada... además ya circulaba la versión deque estaba colaborando... ¿quién me iba a creer si contaba lo sucedido...? Además. Méndez ya me había dejado caerlo del acuerdo y yo no quería dejar a La Negra en cana. Me encontraba en el jardín del Florida. Miré al cielo, nubladopero iluminado por los reflectores que lo partían en pedazos, tratando de encontrar la respuesta a mi situación. Habíaventanas iluminadas en las plantas de arriba, al fondo del patio se veía la luz mortecina de la entrada a los barracones,donde en esos mismos momentos, decenas de hombres que hasta unos días antes compartían conmigo anhelos, ilusio-nes, estarían tratando de dormir, estarían tratando de escapar de una situación insoportable. Algunos de los que allíestaban eran responsables de la situación en que el MLN había caído, pero la mayoría eran víctimas de sus propioscompañeros, más allá de que otros hombres fueran sus verdugos, sus carceleros. De pronto me acordé de Alicia ytomé conciencia de lo poco que había pensado en ella. Mentalmente le prometí que intentaría tomar contacto con ella.Me fui acercando a una puerta desde la que empezaba una escalera y reconstruí los minutos en los que lIegué al cuar-tel por primera vez. Si subía esa escalera llegaría a un pasillo que atravesaba el edificio de un lado a otro. La primerapuerta daba acceso a la cocina y Ia segunda al comedor de oficiales. A partir de allí cada puerta correspondía a un dor-mitorio, por el lado izquierdo. Por el lado derecho, alguna puerta daba acceso a oficinas. Mi dormitorio estaba hacia eselado, y las ventanas daban a la calle. AIguna vez, al principio, muy al principio, un principio que me parecía lejano,había pensado que por esas ventanas podía huir. Hoy había entrado por la puerta del cuartel, conduciendo un cochemilitar, supuestamente al mando de un oficial dormido, porque no tenía sitio donde ir, porque yo, el cabecilla sediciosomás buscado de los últimos años, como habían dicho las crónicas de los diarios, había llegado a la conclusión que elmejor sitio para conservar mi vida era seguir preso. ¿Qué te parece?

–Me parece una novela, eso me parece...

–Es que es una novela, toda mi vida es una novela...

–¿Y por qué decís que saldaste la deuda con Calcagno?

–Porque si me voy lo defenestran, los oficiales del Florida, sus compañeros, lo cagaron a bromas durante días... imagi-nate la situación para los mismos Cristi y Trabal, que quedaban culo pa’rriba. Me lo dijo Méndez al día siguiente, quefue cuando yo empecé a tomarme en serio lo del acuerdo.

–Un tema que me interesa bastante es la caída de Almería. En su momento y en el libro de Fontana se relaciona lacaída de tu casa en Aconcagua con la caída de Almería... ¿es posible?

–No, nunca esos dos locales estuvieron vinculados. Nadie de un local fue nunca al otro... y además Aconcagua cae por-que cuando soy detenido se publican los datos del contrato, y la gente que me lo alquiló es la que da el aviso. Por cier-to, en Aconcagua quedó una mesa con doble fondo, donde había dinero, armas y documentación y la policía ni se ente-ró. A los pocos días unos compañeros se presentaron en la inmobiliaria con carnets policiales, pidieron las llaves y larecuperaron. Ahora bien, en el libro de Fontana se maneja, para desviar la atención, la posibilidad de que Almería hayasido delatada o que cayó por simple mala suerte. No dice por quién pudo haber sido delatada. Algunos han dicho que ladelaté yo, pero la verdad es que ni siquiera sabía que ese local existía. Después dice que no es lícito hablar de buena omala suerte cuando se juegan cosas tan importantes, pero lo hace para ocultar las verdaderas razones: Almería caeporque todos, sumidos en la vorágine de un momento que los desborda, transgreden y violan las normas de seguridad.Internamente nunca se analizó esta caída y las consecuencias que tuvo... lo que yo opino son las conclusiones a quellegué hablando con unos y con otros. Algún error debemos haber cometido y la policía, explotando un dato menor, casirutinario, allana el apartamento de la calle Almería, domicilio de Candán y donde esa tarde, a las 14, se reunirá elEjecutivo para analizar la situación.

–La situación es el estado de las negociaciones con el Gobierno.

–Así es, el Ejecutivo era la primera vez que se reuniría allí, por lo que aunque el local es conocido por Mansilla, Sendic yMartínez Platero no conocen la señal de alarma. Así que Candán los esperará en la esquina, para darles el OK. Primerfallo. En el local ya habían sido detenidos los ocupantes, Asdrúbal Pereira y Edith Moraes, quienes alcanzan a colocar laseñal de alarma, que fue vista por Candán a las 13.45 y decide apostarse en la esquina para esperar al resto del Ejecutivoy avisar de la caída del local. Segundo fallo. A las 13.55 Candán es reconocido y herido en un tiroteo al intentar huir,momento en el que pasan por el lugar Picardo y Bidegain, quienes al ver a un hombre joven con un arma en la mano, locreen un compañero y le ofrecen ayuda. Tercer fallo. No era un tupamaro. Pocos minutos después llegan Sendic yMartínez Platero, quienes ven la camioneta que antes ocupaban Bidegain y Picardo y notan movimientos extraños en lazona, por lo que piensan que si los ocupantes de la camioneta han sido detenidos, se puede realizar un rastrillo en la zona,por lo que deciden ir al local a dar el aviso. Cuarto fallo. Poco después llegan Alicia Rey y Graciela Jorge, quienes vienende entrevistarse con Manuel Flores Mora y Wilson Ferreira Aldunate para recabar información acerca de la posición delgobierno. Ambas, para entrar al local, tenían que efectuar una llamada telefónica, pero esa contraseña había sido descar-tada sin que ellas lo supieran, por lo que hacen la llamada, la policía bloqueó el teléfono y como pensaron que era unaavería, van al local. Sexto fallo. El único que escapó fue Mansilla, que observó movimientos extraños y decidió lo que

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debía: irse. Unico acierto. Fue así de sencillo.

–Me imagino la sorpresa de la policía al tener en sus manos a tantos y tantos clandestinos...

–Sí, no se lo esperaban, señal de que el local no estaba vigilado de antemano... sabían que la gente detenida tenía queser importante, pero los secuestrados en poder del MLN frenó la posibilidad de que los detenidos fueran maltratados...

–Ganas no habrán faltado...

–Seguro que no, pero no se atrevieron, y eso, a la larga y pese a las caídas posteriores nos permitió la reconstrucción yel auge posterior...

–Vos en algún momento mencionaste que a partir de Almería se acordó formar una dirección compartida, ¿no?

–Sí, se había formado un Ejecutivo con Mansilla, Wassen y Rosencof. Cuando cae Mansilla, su lugar lo ocupa Berreta,otro compañero del Interior. Ese Ejecutivo es el que plantea a los que estamos en Punta Carretas la formación de unadirección compartida.

–¿Y eso por qué?

–Hay que tener en cuenta que la nueva Dirección asume la responsabilidad de dirigir una organización caótica, rota y des-concertada siendo, la mayoría de ellos, casi inexpertos y resistidos por amplios sectores. Asumen la responsabilidad desacar al MLN del tembladeral en que estaba metido.

–Salvo Mansilla, que ya llevaba tiempo en el Ejecutivo.

–Sí, pero cae muy pronto y cuando va a Punta Carretas me dijo que la situación lo desbordó. Se dieron muchas circuns-tancias muy jodidas... teníamos metidos a la Microfracción que se propuso copar algunos puestos claves aprovechandola caída de “las vacas sagradas”, como nos llamaban, contando con la complicidad de algunos militantes, como ElidaBaldomir, del comando de la columna 1 y la Parda Topolansky, que luego será expulsada, junto con el resto de la Micro...

–Vos ya habías planteado expulsarlos bastante tiempo antes ¿verdad?

–Sí, cuando todavían estaban en las columnas 5 y 25, que estaban bajo la responsabilidad del Ñato. Cuando el Ñato esdetenido en Pando es que se me encarga atender yo esas dos columnas, y el panorama era desolador. Tenían armas,locales, tenían todo y no eran capaces de acometer una acción por simple que fuera. Se reunían para discutir en los loca-les del MLN los problemas sindicales y estudiantiles... un verdadero desastre. Para peor, tuvieron a su custodia a PellegriniGiampietro, y mientras yo negociaba con los Manini Ríos su liberación ellos amenazaban con matarlo.

–La liberación fue a cambio de la publicación en La Mañana de un manifiesto del MLN...

–¿Sólo en La Mañana o en El Diario también?

–Sólo en La Mañana, porque al ser la misma empresa, El Diario fue clausurado para evitar la publicación...

–Ves, de ese detalle no me acordaba... bueno, hacia el 20 de agosto, Rosencof, en carta firmada Leonel y en nombre delEjecutivo, informa sobre la situación interna, informe que trasunta un optimismo exagerado, que bien podía responder,dadas las circunstancias, a un desconocimiento de la situación real o a un intento de mantener alta la moral de todos, pin-tando paisajes floridos.

– También tenemos que tener en cuenta las características personales de Rosencof, que le llevaban a ver las cosasmucho más fáciles de lo que eran en realidad.

–Sí, pero en esa misma carta plantea las dificultades que como Dirección tienen, proponiendo que los presos de PuntaCarretas actúen como “asesores”. Eso se dio fundamentalmente entre septiembre y finales de 1970, haciendo que el MLNcometiera gruesos errores y forzara marchas y contramarchas. Esa asesoría que en principio parecía lógica y hasta indis-pensable, se transformará en dependencia total por parte de los compañeros del exterior y llevará a algunos de los pre-sos a erigirse en los conductores “morales” del MLN, y será el inicio de la división interna, irreversible y total que sufriráel MLN a partir del Abuso.

–Es una afirmación muy grave, desde mi punto de vista...

–Claro, ¿pero por qué puedo hacer esta afirmación? Porque cuando los compañeros de la Dirección en el exterior comien-zan a romper esa dependencia y los planteos de Punta Carretas no son seguidos al pie de la letra, muchos de los ex diri-gentes intermedios como Zabalza, Bidegain y Picardo y algunos ex de la Dirección, como Sendic y Mansilla...

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–Todos miembros de la columna del Interior, casualmente...

–Sí, pero casualmente no es una casualidad....como te decía, comenzaron a mirar con desconfianza a “los nuevos”, dis-creparán más adelante y aunque no lo manifestaron nunca, terminaron por no confiar en ellos... dentro del marco de“Dirección compartida” se elaboró en el Penal un documento que desarrollaba la línea que a juicio de los presos debía lle-varse adelante y se concretaba en un plan de acciones que se dio en llamar “Plan Cacao”. Ese documento se elaboró fun-damentalmente con el aporte de Fernández Huidobro y contó con la aprobación de Manerass, Marenales, Falero, Bassini,Leonel Martínez Platero, Mujica y Blanco. No apoyé ese plan por dos razones fundamentales: la primera, porque se apar-taba de la línea política que apoyaba las acciones del MLN y la segunda, tan importante o más que la primera, porque noexistían posibilidades materiales de concretarlo. El MLN era demasiado débil todavía... no hacía ni un mes de la caída deAlmería. Ese documento se envió antes de que llegaran a Punta Carretas los miembros de las direcciones que estabandetenidos en Jefatura. Con el “Plan Cacao” se trata de convertir al MLN, se dice en el documento, en una organizaciónofensiva, luego de los golpes recibidos, y como objetivos a largo plazo se plantea la dualidad de poderes y la posibilidadde que el “Cacao” sea la futura base del canje.

–Había como una obsesión por el canje... ¿o me lo parece a mí?

–No, yo creo que no... el problema fue que el canje significó un objetivo desmesurado y...

–Al fracasar, también fue un fracaso desmesurado...

–Ahí está la respuesta... y entonces el canje se convierte en un objetivo más.... Mirá, en estas notas dice textualmente lafundamantación del Cacao: “Es evidente que los rehenes no les resultaron suficientes para el canje o la amnistía. Puesbien, agreguemos a los rehenes el caos y se lo negociamos todo junto. Si no les alcanza y no negocian, no perdemosnada. Habremos avanzado en la línea de hostigamiento y habremos dado una condigna respuesta al régimen”. En esaslíneas se sintetiza toda la fundamentación del “Plan Cacao” y sobre ellas se planteó la discusión dentro del penal. Yo con-sideraba que era un error replantearse el canje como objetivo, después de la experiencia del “Plan Satán” y del induda-ble fortalecimiento del gobierno de Pacheco, los medios por los que se plantea llegar al caos son impolíticos, ya que lasacciones que se proponen, tales como sabotajes a las líneas de alta tensión, voladuras de puentes y vías férreas, incen-dios de locales de empresas extranjeras, voladuras de centros de reunión de la oligarquía, etcétera, terminarán por ena-jenar el resto de apoyo popular que se haya podido mantener. La influencia que en dicho plan tuvo el libro “Argelia año B”fue innegable, ya que las acciones que se proponen para el Uruguay 1970 son las mismas que en dicho libro se indicacomo las realizadas por los guerrilleros argelinos en sus inicios.

–Se hacía así un paralelismo entre dos situaciones políticas que no eran totalmente idénticas.

–Claro, en ese momento no fuimos conscientes, pero esa fue una tendencia que se empieza a aplicar: trasladar al Uruguayexperiencias de luchas que responden a realidades distintas....sea como sea, el Ejecutivo aprobó dicho plan y lo puso enpráctica. Los resultados fueron desastrosos. La quema de Sudamtex trajo aparejada una campaña propagandística nega-tiva y creó a nivel popular un gran desconcierto, a tal punto que los simpatizantes del MLN a nivel sindical pensaban queel incendio había sido provocado por la policía, se llegó al uso de explosivos, lo que provocó la muerte de un compañeropor inexperiencia y desaprensión en su utilización, muchos objetivos fallaron por la baja preparación de quienes intentabanllevarlos a cabo, lo que hizo pensar que el aparato militar del MLN estaba absolutamente liquidado.

–O cuando las bombas explotaban se ponía en grave riesgo la vida de inocentes, muchas veces los trabajadores de laspropias empresas o locales atacados; recuerdo perfectamente las discusiones que se dieron... yo estaba en el lado de losque creíamos que eran acciones fruto de provocadores...

– Es que fue lo que parecían... no tenían nada que ver con el MLN, que nunca habíamos buscado provocar daños indis-criminados... el caso es que se vislumbran los resultados negativos del “Plan Cacao”, dentro y fuera del MLN. Dentro delMLN se comienza a notar que dicho plan es una desviación metodológica, lo que aumentó la desconfianza que muchostenían acerca de la capacidad del nuevo Comité Ejecutivo, quien no tuvo más remedio que admitir que dicho plan se habíaelaborado en Punta Carretas, lo que hizo que algunos sectores se sintieran tranquilizados pero otros tuvieran motivos másque suficientes para ver su desconfianza patentizada. Este fue un hecho que “los sindicalistas”, un grupo existente en lascolumnas 5 y 25 supieron aprovechar, en ese momento encabezados por María Elia Topolanski, que aspiraba integrar elComité Ejecutivo.

–Vaya panorama.... y nosotros desde afuera creyendo que el MLN era el no va más...

–Perdoname, pero esa creencia hizo que mucha gente no decayera y se mantuviera en sus puestos... es lamentable, peroes la realidad, no hay una sola organización que se mantenga impoluta... ninguna, y el MLN no iba ser una excepción...

–De acuerdo, pero hay que pensar más en la gente, tanto en el que arriesga su vida como en el que no la arriesga peroque compromete todo lo que puede dar, sea lo que sea... por poco que parezca.

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–Completamente de acuerdo. Hubo un momento en el desarrollo del MLN que la vida pierde valor... y hasta cierto puntoes lógico que no aprecies la vida de los que has señalado como enemigos... Mitrione, la gente del Escuadrón de la Muerte,los torturadores.... pero es que se perdió el valor de la vida de los compañeros.... fue terrible... yo recuerdo que lloré lamuerte de Candán, de Nando Blanco, de Joaquín Schoeder delante de un grupo de compañeros que me miraban extra-ñados, que no entendían mi dolor...

–Te habrán dolido también la muerte de Martirena y su mujer, la de Rovira....

–Sí, me dolieron, pero el dolor no podía ser igual, y creo que lo podés entender. Candán...

–Candán, Nando y Joaquín los habías criado vos, eran como tus hijos...

–Eran como los hijos de un grupo que me trascendía a mí, y estaban muertos... yo había oído sus voces, sus risas en losbuenos momentos y los había consolado en los malos... pocos me entendieron...

–Y siguen sin enterderte, ya que te critican por llorar...

–Sí, había que ocultar los sentimientos, había que fingir una fortaleza que no tenías, ni personal ni organizativamente,había que ser duro.... o al menos aparentarlo.

–¿El paradigma de esa forma de ser o de actuar fue Zabalza?

–No, fue Marenales. A su lado Zabalza fue un simple imitador... hace poco leí algo suyo acerca del descubrimiento delamor y se lamentaba de los años vividos sin sentirlo... lo compadezco, haber vivido tantos años como dice sin querer aquienes te rodean, debe haber sido muy jodido... se está haciendo viejo.... terminará reconociendo muchas otras metidasde pata...

–¿Estás seguro?

–Segurísimo, es cuestión de darle carrete, como a las tarariras... ya verás... pero sigamos, cuando a finales de setiembrellegan al penal todos los detenidos en Jefatura, lo primero que se hizo fue un intercambio de información, sin llegar nuncaa realizar un análisis de lo sucedido desde el inicio del Satán hasta la caída de Almería. Cuando Sendic conoció el “PlanCacao” propuso realizar una reunión para analizarlo ya que creía observar en él fallos políticos graves, pero pide tiempopara estudiarlo en profundidad. Lo hizo junto con Candán y a los dos o tres días nos reunimos Sendic, Candán, Mansilla,Fernández Huidobro, Maneras, Marenales, los dos Martínez Platero, Blixen, Mujica y yo. El ataque que Sendic hizo alplan, a su fundamentación y a su realización me sorprendió por su dureza, ya que él siempre buscaba, antes de realizaruna crítica, contemporizar con el destinatario de la crítica. Pero en este caso no lo hizo así. Yo ya le había pedido expli-cación acerca de lo sucedido en la reunión con el ministro Fleitas y cuando atacaba cada uno de los fundamentos del“Cacao” se dirigía a mí, o a mí me lo pareció. Lo curioso es que la crítica que Sendic realiza, poco a poco es compartidapor todos, incluso por los que lo habían elaborado directamente. Es entonces cuando Candán dijo que le “extraña que elNegro lo haya apoyado”. Yo nunca me sentí en la obligación de aclarar cuáles eran mis aportaciones o las opiniones quedaba en las discusiones, las daba y luego acataba las resoluciones. Nunca anduve por allí diciendo “eso es lo que seresolvió, pero yo opinaba que...”. Si lo hubiera hecho, quizás hubiera gozado de las simpatías que otros gozaron. Pero enese momento tuve que hacerlo y emitir una crítica muy dura hacia quienes no compartieron mis opiniones antes y ahoraapoyan las críticas de Sendic. Mi explicación va dirigida a Candán, que fue el que me mencionó, y que se da por satisfe-cho con mis explicaciones. Pero también propuse analizar la conducción y realización del “Plan Satán” a lo que Sendic seopuso por considerar “que las prioridades son considerar el plan Remonte”, que él ya tiene elaborado para contrarrestaral Cacao y que “lo que el Negro quiere es discutir posiciones personales”. El tono y las palabras empleadas en la discu-sión fueron muy duras y yo estaba francamente molesto... se me quería hacer aparecer como aprobando un plan al que mehabía opuesto, sin éxito, utilizando los mismos argumentos que empleaba S e n d i c .

–Estarían mejor fundamentados, andá a saber. . .

– Yo creo que no... fue más contundente, eso sí...destrozó el Cacao punto por punto, lo pulverizó... la discusión había toma-do unos derroteros impensables y se resuelvió suspenderla y proseguirla por la tarde. Pero después de la comida se pro-dujo una requisa de la guardia y en la planchada, a mi lado, en el suelo, vi una “pastilla” y traté de recogerla, sin éxito,porque al mismo tiempo que yo, la vio uno de los funcionarios que estaba más cerca y llegó antes.

–¿La pastilla es uno de de los rollitos de papel de fumar?

–Sí, esa pastilla era de Zabalza y quedó como que era mía...había entrado al penal por un conducto que no era ningunode los oficiales y que yo controlaba, como responsable de todas las comunicaciones con el exterior y con la Cárcel deMujeres, cuya responsable era Mercedes. La Dirección del Penal me castigó con cinco días sin salir al patio, por lo queno participé de la reunión suspendida. Pero eso no fue lo peor. Tampoco participé de las reuniones del Plan Remonte por-

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que el C1, a iniciativa de Sendic me “castigó” con ocho días de suspensión en el funcionamiento a partir del día en querecobrara los recreos, por no haber “defendido como correspondía los intereses de la organización por alguien que habíaocupado puestos de responsabilidad”.

–Es evidente que Sendic quiso dejarte fuera de las discusiones...

–Sí, pero no porque yo no fuera a apoyarle en su plan alternativo, sino que lo que quiso evitar fue que se discutiera elSatán y la forma en que se condujo... eso fue lo más jodido, nunca se analizó nada de lo que pasó, y eso que las conse-cuencias fueron gravísimas... cuando vence el castigo que me aplica el Penal yo planteo mi baja del funcionamiento inter-no y que se informe a la Dirección afuera, lo que no se acepta “para no aumentarles los problemas”. Si hasta ese momen-to las diferencias con Sendic eran fundamentalmente metodológicas, a partir de ahí también se convertirán en enfrenta-mientos de tipo personal.... de todas manerass, lo propuesto por Sendic fue aprobado y se envía como “sugerencia” paraque se inicien una serie de acciones simpáticas a nivel popular, como repartos de leche y alimentos en cantegriles, se alla-nen domicilios de patrones que mantengan conflictos, etcétera. La fundamentación del Remonte la hizo FernándezHuidobro, con la misma seguridad y convicción con la que realizó la del Cacao, cosa de no creer...

–De ahí la afirmación de Mujica acerca de lo bien que se complementaban los dos...

-Sí, seguramente vendrá de allí.

–¿Y qué pasó después...?

–Poco a poco la gente de afuera consolidó su posición, expulsó a la gente de la micro y terminó logrando la reorganiza-ción, rehizo el sector servicios.... en fin, se independizaron de los presos y se limitaban a tenernos informados. Pero desdeadentro no nos resignábamos a dejar de “aportar ideas”, hasta que un día nos lo dijeron claramente: ustedes tienen las24 horas del día para pensar, nosotros además de pensar tenemos que ocuparnos del trabajo interno y no podemos aten-der tantas aportaciones. O sea, nos dijeron que nos dejáramos de romper las pelotas...

–Sin embargo, yo creo que desde adentro se podía contribuir, al tener más tiempo para pensar...

–Esa es la teoría, la práctica es otra cosa... el preso pierde contacto con la realidad y termina por no ver más allá delmuro... termina por creer que la Organización es como él la dejó el último día de militancia antes de ser detenido... le pasacomo cuando dejás de ver a alguien, lo seguís recordando como la última vez que lo viste y un día te lo encontrás y veslo mucho que ha cambiado... y esos cambios se van produciendo todos lo días, sin que nadie los note, pero se producen.

–Entonces se dejó de romperles las pelotas...

–Bueno, eso fue así porque desde afuera se empezó a espaciar la información y seguro que se hizo de forma delibera-da, para no darnos excusas y opinar acerca de todo. Eso no les gustó a algunos, como ya te dije, especialmente a la gentedel Interior, que eran los que enviaban “sugerencias” con mayor frecuencia y se molestaron por la escasa receptividadmostrada por la Dirección. Y eso se acentuó cuando de los cuatro miembros del Ejecutivo tres eran de la columna 15 y elrestante, Rosencof, venía de la 10.

–¿Y quién los eligió...?

–Los eligieron los comandos de columnas, los eligieron los militantes que trabajaban con ellos, lógicamente.

–Y eso no les gustó a los presos...

–A la gente del Interior, claramente no.

–¿Y qué hicieron, se la envainaron...?

–Pues no, no se la envainaron... crearon su propio sistema de correspondencia, montaron sus propios enlaces, aparte delos que estaban establecidos orgánicamente y las “sugerencias”, en vez de recibirlas la Dirección, las recibían los gruposde base, sus grupos de base... éstos recibían las “sugerencias” y trabajaban para llevarlas a la práctica, muchas vecesentrando en contradicción con la línea de trabajo establecida por la Dirección.

–Eso se llama divisionismo, en cualquier partido político te echan por hacerlo. ¿Qué pasó, si es que pasó algo...

–No pasó nada... el resto de los presos no nos dimos cuenta de lo que estaba pasando delante de nuestra narices y lagente del exterior, los que habían sacado al MLN del marasmo recibido a partir de agosto del 70 tuvo que enfrentarse conlos militantes de la columna del Interior para que trabajaran en el mismo sentido que el resto de las columnas.... pero nohicieron ninguna crítica a los presos por cuya inicitiva el MLN tenía líneas de trabajo que no eran concidentes... pero aun-que no lo hicieron, fueron conscientes de que desde Punta Carretas se les estaba moviendo el suelo, pero lo tomaron

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como un exceso de celo, como un deseo justificable de aportar ideas, nunca pensaron que eran acciones destinadas adesestabilizarlos como Dirección, a tal punto que nunca nos dijeron absolutamente nada, ni una tenue crítica, lo que veníade Punta Carretas no podía tener efectos nocivos...

–Pero los tuvo, los tenía que tener...

–Dividió al MLN... ¿te parece poco? En ese momento no nos enteramos, pero hoy sabemos que fue así, ellos mismos lodicen... recuerdo que cuando empezamos a hablar de fugas los compañeros de afuera nos dijeron sí, vamos a intentarsacarlos, pero antes vamos a sacar a las compañeras, porque internamente nos va mejor... y no te imaginás la que searmó... y para peor cuando se empieza con la nuestra viene lo de la inundación y se va todo al carajo... entonces a Sendicse le ocurrió que lo que teníamos que hacer era meter armas en la cárcel, para salir a tiros... y se estuvo sopesando volarel muro que daba a la calle por el fondo del campo de fútbol... verdaderos disparates ... hasta que a Almiratti se le ocurriólo del túnel desde adentro... el Abuso. Antes de empezar la fuga son detenidos Wassen y Nando Blanco, que se integraronal equipo, incluso se decidió que los pusieran en mi celda. Wassen estaba en el Ejecutivo y Nando en el comando de la 15.Wassen conocía todas las dificultades a que se habían tenido que enfrentar por los planteos de la gente del Interior, pero nohizo una sola mención a todo eso. Yo sabía que él estaba en el Penal discutiendo mucho con Sendic y su gente acerca deplanes de trabajo y condiciones organizativas, pero nunca me hizo partícipe de ellas. Sin embargo, algunos días antes deconcretarse la fuga, me plantea que Sendic le había decepcionado en esas dicusiones y me confió una resolución que elEjecutivo había adoptado si la fuga se concretaba: renunciar en bloque a la Dirección para que ella fuera asumida por “losviejos” como nos llamaban. Mi respuesta fue que me opondría a que alguien de “los viejos” ocupara puestos de Direccióny le di mis razones: hasta la fecha era evidente que quienes estaban dirigiendo el MLN tenían un saldo altamente positi-vo a su favor; muchos de “los viejos” llevaban más de dos años en prisión y se habían formado en una organización dis-tinta a la de ese momento, con métodos de trabajo diferentes y que necesariamente deberían sufrir un período de adap-tación, como Maneras y Marenales, cuya concepción centralista del trabajo todavía se mantenía; que algunos comoCandán y Fernández Huidobro habían derivado hacia un teoricismo que los apartaba de la realidad del MLN y del país,por una tendencia a asimilar nuestras circunstancias a experiencias que nos eran ajenas; que en el caso de Sendic yFernández Huidobro debían analizarse los errores cometidos en la conducción de sus columnas; que en mi caso perso-nal sólo me creía capaz de trabajar en el sector Servicios, pero lejos de los puestos de Dirección.

– En esos momentos tu relación con Wassen era buena, ¿verdad?

–No entiendo qué querés decir con en esos momentos...

–Pues eso, que en esos momentos estaban de acuerdo, que no había discrepancias....

–Pará un momento, que me parece que no me estás entendiendo... ya lo dije otras veces, pero no me cansaré de repe-tirlo: discrepar no es llevarse mal; discrepar es discutir un tema, un asunto, hasta que se llega a un punto en común yentonces ya no hay más discrepancias.... hasta que surja otra... y entonces volvés a discutir y ya está. Vos no podésllevarte mal con alguien que a vos te parece que está equivocado pero que es capaz de sostener sus puntos de vistacon sinceridad, hasta con vehemencia si es necesario e intenta convencerte él... eso era lo grandioso de la 15... fue loque mejor hicimos...

–Es que yo estaba pensando en el tema de la caída de la Cárcel del Pueblo, que te la endilgaron a vos y fue Wassen.

–Ya, pero no es él quien me la encaja, estoy seguro que el Nepo fue el primero en decir “he sido yo”, por estas y estasrazones... el Nepo era un tipo honesto al que le dieron de forma exagerada... cometió muchos errores, como cometimostodos, pero estoy convencido que era honesto. Estoy segurísimo de que por lo menos en ese caso él asumió su res-ponsabilidad y no me acusó... la versión oficial siguió siendo la misma, con el Nepo en desacuerdo...seguro... años des-pués de su muerte Marenales sale a reconocer que lo de la cárcel fue el Nepo: ¿se lo comunicó desde el más allá o losupieron desde el principio?

–Quizás sea desde el principio.

–No te quepa la menor duda, un día el viejo Julio se irá de la lengua y lo largará... después dirá que se lo contó unpajarito... alrededor del 10 de septiembre, citados por el Comité Ejecutivo, acudimos a una reunión Sendic, FernándezHuidobro, Candán, Wassen y yo. Por el Ejecutivo concurrieron Rosencof, Marrero y Engler, ya que Píriz Budes no esta-ba en Montevideo. Rosencof informó del estado del MLN, de las carencias que como Dirección tenían y propuso ennombre del Ejecutivo que se formara una nueva Dirección a elegir entre los allí presentes, además de proponer, perosólo a título personal, algunos cambios organizativos. Sendic y Candán se mostraron partidarios de la fórmula tal comose presentaba, mientras que Fernández Huidobro la compartía pero adelantó que no aceptaría ser designado, habidacuenta de la autocrítica que dijo había realizado en los últimos meses y a la luz del resultado de los planteos de otroscompañeros. Sólo yo me manifesté contrario a la fórmula y expuse los mismos argumentos que le había manifestado aWassen días antes, lo que él corroboró. “Sólo Nepo”, dije, “está en condiciones de volver al Ejecutivo ya que estuvo dosmeses preso y en cuanto a los cambios organizativos no creo que estemos, salvo él, en condiciones de opinar demaneras seria y objetiva teniendo como única base un informe escueto como el recibido. Conocer el informe no es

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conocer el MLN”. Mis apreciaciones no gustaron a Sendic quien trató de argumentar sobre las bondades de la fórmulapero sin discutir mis argumentos. Sobre los cambios organizativos propuestos opinó que debían tenerse en cuenta yaque habían salido del penal muchos compañeros valiosos que sólo necesitaban el apoyo de gente con experiencia“como vos”, dijo, señalándome a mí. No hubo más opiniones ni argumentos y el Comité Ejecutivo resolvió que “por elmomento vamos a dejar las cosas como están”. Mientras esperábamos al auto que debía recogerme, comentamos conWassen y Rosencof el buen tono de la reunión, y me dijeron que se habían visto sorprendidos por la forma en queFernández Huidobro y Sendic se habían manifestado, sobre todo después del informe que Wassen había dado alEjecutivo sobre su experiencia de Punta Carretas. Creo que nos marchamos de esa reunión convencidos de que elMLN entraba en una nueva etapa, una nueva etapa que había que mirar con optimismo. Pocos días después, elEjecutivo decidió reincorporar a Wassen y me encuadró en el Comando General de Montevideo como responsable delSector Servicios. El Comando General de Montevideo estaba formado por Mercedes, Gabriel Schoeder y Wassen comomiembro del Ejecutivo. Mi función será la de coordinar los servicios en Montevideo. Procedimos a encuadrar enMontevideo a un número de fugados considerados imprescindibles para paliar algunas carencias y destinar así al inte-rior al grueso de los militantes con experiencia asentada, tanto en lo militar como en lo organizativo, ya que se conside-raba prioritario volcar en el Interior el máximo esfuerzo para sacarlo del estancamiento en que se encontraba. Creímosentonces que encuadrando en el Interior a la gente que tradicionalmente había militado en ellas, como Sendic, Picardo,Mansilla, Zabalza, Melo, Bidegain, etcétera, con gente que provenía de la Columna 15 con gran capacidad organizativay de formación, se lograría superar ese estancamiento.

–O sea que nunca se dudó de las carencias del interior en lo organizativo...

–No, nunca, ¿por qué lo preguntás...?

–Porque Mujica dice varias veces que vos eras muy organizado y te aprovechaste de los fallos del Bebe para criticarlo,como si fueran cualidades personales y no del grupo...

–No, no, yo era capaz organizativamente y formaba gente capaz organizativamente, Sendic era un desbolado total yformaba gente desbolada total, eso era una realidad, y por eso las diferencias entre una columna y otra... pero te reiteroque la 15 no era mía, entonces no me puedo adjudicar todo lo bueno que tuvimos, como tampoco se me pueden adjudi-car todos los fallos y errores que hayamos cometido... mirá, nosotros en la 15 tuvimos un compañero, creo que se llaba-ba Ferrer, que vino del Partido Socialista, un hombre que en esa época nos doblaba en edad y que nos aportó muchísi-mo, nos enseñó un método de análisis de los problemas, sopesando bien los pro y los contras de las diversas alternati-vas, con pizarrón incluído, lo que motivó que yo le pusiera de apodo Ondino, por Ondino Viera, el entrenador deNacional, ¿te acordás de él? Bueno, Ondino nos hizo mejores... creo que nunca se le hizo justicia...

–Habrá muchos en la misma situación, seguro... gente que ha pasado desapercibida, que ha quedado a la sombra delos grandes personajes....

–Sí, seguro que es así... me vienen a la memoria imágenes de mujeres, algunas de las cuales no supe nunca su nom-bre, una veterana profesora del liceo de Malvín que hizo de telefonista en el Francés-Italiano, la compañera que dabacobertura en el local de Brito del Pino, la gente del apartamento de la calle Nicaragua cuando Mercedes se fracturó lapierna.... mucha gente... el Flaco Fernando Rodríguez...pero sigamos, mientras eso se pensaba para el Interior, enMontevideo se ponía el acento en el fortalecimiento interno, evitando procesar acciones que propiciaran un Golpe deEstado, estábamos en proceso electoral, con todo el lío que se montó con el apoyo crítico al Frente Amplio, ya que sino había elecciones debía ser responsabilidad de los sectores golpistas, pero no del MLN, para no enajenarnos la opi-nión de ese amplio sector de la población que veía el proceso electoral con esperanzas. También se enfocó un plan dedesarrollo del frente de masas, de lo que estaba encargado un sector al que se llamó Columna 70, quien tenía comoresponsable a Rossencof por el Ejecutivo y a cuyo Comando se integró a Candán. Muy rápido nos dimos cuenta que elaluvión de clandestinos si bien constituía un aporte, en otros sentidos eran causas de múltiples conflictos organizativos,de infraestructura y de funcionamiento. Si a eso le sumamos el individualismo que la cárcel crea naturalmente, indivi-dualismo que casi nadie estaba en condiciones de admitir, se podrá tener una idea aproximada del desorden interno.Hoy sabemos que ni Fernández Huidobro había hecho autocrítica ni Sendic quería “ir a enfrentarse con la realidad”como se dijo en algún momento. Necesitaban estar libres de las ataduras que un puesto de Dirección tiene necesaria-mente. Nadie tiene sus movimientos más controlados que un miembro de dirección. Y lo que ellos necesitaban era liber-tad para moverse, para contactar con la gente que desde antes de la fuga tenían encuadradas en sus planes.

–Lo que me parece una soberana bobada es la que tenés señalada como dicha por Mujica, cuando dice que quienesprovenían del movimiento sindical estaban en mejores condiciones para procesar el cierre de Montevideo... eso suena abroma. Si eso hubiese sido así, nuestros camaradas del Partido Comunista habrían sido los más capacitados.

–Ya, pero bobadas Mujica ha dicho muchas: qué me diferenciaba a mí de Mujica o de Fernández Huidobro ¿el origen oel concepto de la organización? ¿Por qué ser un hombre que proviene del Partido Socialista es malo para mí y no lo espara Marenales o Sendic? En cuanto a lo que dice que “el que gane históricamente ganará políticamente se lo propon-ga o no”, ¿qué tiene eso de malo? Se supone que en toda lucha política se imponen las mejores ideas, y en una luchapolítico-militar, se imponen las mejores ideas llevadas adelante por las mejores fuerzas, independientemente de quien

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sea el portavoz de esas ideas y esas fuerzas. ¿No te parece?

–Te acusaron de ambicioso, de conspirador...

–Y de derrotista, de desmoralizado, de estar quebrado, de muchas cosas... a mí y la Negra... pero no explican por quénos mantuvimos dentro del MLN, dando la cara todas las veces que lo creímos necesario, coincidiendo y discrepandoalternativamente con los distintos grupos que estuvieron al frente del MLN. Por otro lado, deberían explicar cómo un tipotan deshonesto, peligroso y manipulador, que mantuvo hasta febrero de 1970 el control del dinero del MLN y del servi-cio de falsificación de documentos insistió tantas veces en cambiar la orientación política y militar en vez de tomarmelas de Villadiego.

–¿Y por qué no lo hiciste...? por idealismo, por escrúpulos políticos, por honradez personal...

–La respuesta te la da Zabalza en su carta a Caillabet: desconocía lo que conozco treinta años después... Como ya tedije, cuando me detienen me doy cuenta de que las FFAA no tienen ni idea del MLN, y estaban actuando sobre la mar-cha usando las declaraciones del Tino. Tino estaba en el Ejecutivo, atendiendo a la gente del Interior. Llevaba en el elMLN unos cuatro años, desde un grupo que vino de la facultad de Medicina. que estaba en la columna 15. Había pasa-do por todos los estamentos ... tenía un prestigio dentro de la 15 excepcional. Desde la reorganización después deAlmería había pasado por todos los organismos de Dirección y conocía demasiadas cosas, muchas de ellas de formainnecesaria. Su paso por los distintos organismos coincide con la bajada en las normas de seguridad, y a juzgar por susdeclaraciones, tuvo un conocimiento casi absoluto del MLN.

–Pero un miembro de la Dirección tiene que estar enterado de todo...

–Una cosa es saber con qué medios contás y otra cosa es saber dónde están ubicados esos medios.... no necesitássaber los nombres de los integrantes de un grupo de acción, lo que necesitás es saber qué cosas puede hacer esegrupo y cuáles no... son matices, pero esos matices son los que cuentan, al fin y al cabo...

–Y el Tino usó lo que conocía para buscar una salida personal...

–Las declaraciones del Tino fueron hechas en un momento muy especial... casi enseguida después del 14 de abril y pormás que lo intenté no he podido saber cuál fue su posición acerca de esas operaciones... cuando es detenido el MLNtardó más de una semana en enterarse, y esa tardanza fue muy importante...

–Un miembre de la Dirección cae y nadie se entera...

–El MLN era un caos total y el Tino rellenó muchas páginas con información importante y se produjo un efecto dominó...del Interior no quedó nada en pie en menos de un mes...

–¿Y en ese mes no se tomaron medidas para resguardar lo que el Tino conocía?

–No, no se tomó ninguna... en los primeros tiempos de la clandestinidad, cuando alguien era detenido, se evacuabanlos locales que el detenido conocía y la gente pasaba a la clandestinidad, aunque fuera de forma preventiva, pero enesos momentos no se hizo ninguna de las dos cosas.

–Y esa actitud se repitió en cada una de las sucesivas caídas...

–Sí, se repitieron en casi todas... el Tino desarrolló el organigrama del MLN y les puso en bandeja más de mediaOrganización... y después de él cayeron Manerass y Rosencof y el Ñato después del Hospital Militar también fue inte-rrogado...

–Interrogados bajo tortura.

–Efectivamente, no sabían hacer otra cosa y tuvieron carta blanca para hacerlo... al principio con ciertos escrúpulos,pero después del 18 de mayo esos escrúpulos desaparecieron, y cada detenido fue aportándoles cosas que por peque-ñas que fueran, sumadas una a una ... tené en cuenta que los detenidos eran docenas todos los días, legales, clandes-tinos, colaboradores, integrantes de grupos de acción, de los servicios... gente que había estado en la 15 había pasadoa la 10, conocía gente y locales de las dos columnas, otros habían pasado al Interior, y conocían gente y locales delInterior y de la columna de origen... cada detenido sabía que el MLN tenía cada día menos fuerza y eso influyó muchísi-mo en la actitud personal... no es una crítica, es una realidad.

–Entre la caída del Tino y la tuya hay un mes escaso...

–Menos de un mes.... y en ese tiempo se liquidó más de medio MLN, ya te lo dije antes.

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–Ya lo sé, iba a las palabras de Mujica cuando dice que el Tino hizo mucho más daño...

–Es de las pocas cosas en que coincido con Mujica. El Tino desarrolló el organigrama, puso en su sitio a cada respon-sable, a cada encargado de todos y cada uno de los rincones que él conocía... fue muy explícito...

–Y además informó acerca de cada uno de ustedes en lo personal...

–Sí, a mí en ese informe me pone bastante bien, en el sentido que habla de mí con objetividad. Les dice todo lo quehice, en qué acciones participé y en cuáles no, los contactos que mantuve con políticos y militares... todo, pero tambiéndice que desde antes de febrero del 72 estoy sin encuadre debido a mis discrepancias con la Dirección y me excluye detodas las decisiones tomadas entre febrero y abril de ese año...

–Te dejó afuera de lo más jodido...

–Dijo la verdad, yo no tuve nada que ver con todo lo que se hizo o se dejó de hacer... pero no sólo en esos meses, notuve nada que ver con lo resuelto desde octubre del 71, cuando empecé a ser dejado de lado.... me estaba dedicando afalsificar los billetes de cinco mil pesos... desde el punto de vista legal me echaba encima docenas de años, pero desdeel punto de vista del interés operativo me puso bastante bien, es más, yo diría que muy bien... y desde el punto de vistalegal a los milicos no les intersaba un carajo si había asaltado un banco o diez, si había secuestrado a Pereira Reverbelo a Pellegrini Giampietro, si había organizado la fuga tal o la cual... ¿me entendés?

–Los milicos no estaban para resolver atracos, encontrar culpables....

–No, el interés de los milicos era acabar con el MLN y sobre todo con el entorno que lo rodeaba.... tuvieron un interésespecial en el entorno legal, los contactos con los políticos y el poder judicial... eso fue lo que me puso el acuerdo alalcance de la mano, cuando comenzaron las negociaciones para la tregua, a mediados de junio del 72. Yo llevaba casiun mes detenido en el Florida, pasó lo que pasó el primer día de mi detención, lo del Valium y todo eso y dado quedesde el primer día todos los detenidos decían que yo estaba delatando todo lo que conocía o no conocía, Calcagnome propuso sacarme del barracón donde estaba alojado...

–¿Vos estuviste en los barracones ?

–Claro, estuve con Wassen, Wolff, Arturo Dubra, Busacre, no, el del BP no, su hermano, y otros que desconozco losnombres.... cuando nos llevaron a Wassen y a mí para negociar la entrega de los compañeros de la Cárcel del Puebloestábamos en el mismo barracón... cuando los partes de prensa del estado Mayor dijeron que la Cárcel la había entre-gado yo, estábamos en el mismo barracón... al principio yo creí que eran cosas que tenían que pasar, que todo se acla-raría... pero pasaron dos o tres días y cada detenido venía con la lección aprendida... yo estaba largando y largando...hablé con Calcagno y se lo dije: el Estado Mayor me está cagando, está diciendo lo de la Cárcel y dando a entenderque todo lo que cae es por mi culpa.... yo no puedo hacer nada, me dijo Calcagno, pero voy a hablar con el enlace conla Región... lo que voy a hacer es mandarte a un calabozo y ponerte un guardia en la puerta, por las dudas... volviócomo en una hora y me dijo que había hablado con el jefe del Florida y que entre los dos habían decidido que lo mejorera sacarme del barracón y llevarme a la habitación del Calcagno... cuando le pregunté qué pasaba me respondió queyo estaba muy jodido, que se me acusaba de estar provocando todas las caídas, detenciones, etcétera y queFernández Huidobro decía que estaba condenado a muerte desde la fuga del Abuso...

–Te sacaron del barracón para protegerte...

–Efectivamente... dejame hablar con Wassen, le dije y puedo aclararlo todo. Yo creía que con que Wassen dijera a loscompañeros que la Cárcel la había entregado él mi situación cambiaría...

–¿Todavía pensabas que el MLN podía dar marcha atrás en las acusaciones?

–Claro, era eso lo que pensaba... era todo tan absurdo que no me entraba en la cabeza que se me acusara a mí cuan-do no era responsable de nada...

–¿Entonces en esos momentos todavía te sentías dentro del MLN...? sos más gil de lo que parecés...

–Es posible, pero en esos momentos yo estaba dispuesto a comerme los años de cárcel que me cayeran encima, toda-vía no era consciente que no podía ir a ningun penal, cuartel o lo que fuera porque era boleta segura...

–¿Y a partir de cuándo te diste cuenta...?

–Cuando conocí al entonces teniente segundo Armando Méndez.

–¿Y éso cuándo fue?

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–El mismo día que me subieron a la pieza de Calcagno... se me presentó un tipo joven, ya te digo, un teniente segundoque me dice que es el coordinador del Estado Mayor de los Servicios S2... ¿éso qué es? le pregunté y me dijo que eranlos servicios que coordinaban la información a nivel operativo.... o algo parecido a eso, no tiene mayor importanciaahora. Bueno, este tipo me dijo su cargo, su nombre y su grado y nos pusimos a hablar de todo un poco.... yo a ladefensiva, tratando de ver por dónde vendrían los tiros.... hasta que abrió un carterón que traía y sacó unas carpetas yme las entregó.... leelas, me dijo. Vuelvo después de comer. Al rato vino un soldado con un mate y un termo con aguacaliente... llamó a la puerta, no se metió para adentro y chau, no, llamó y esperó a que yo le abriera la puerta... se lomanda el capitán Calcagno, me dijo, la yerba está en el armario. Le di las gracias, abrí el armario para buscar la yerbay me encontré una metralleta Uzzi, una Colt 45 y una carabina M1, con sus cargadores correspondientes. Preparé elmate y me puse a leer las declaraciones del Tino. Cuando llevaba leyendo un par de horas, llegó Calcagno con otro uni-formado. Este último me dijo ¿así que usted es el famoso Amodio Pérez?, yo soy el teniente coronel Carlos Legnani,soy el jefe de esta cuartel y me dijo lo mismo que ya me había dicho Calcagno acerca de mi situación. Me preguntó quéeran las carpetas que tenía y se lo dije: las declaraciones de Píriz Budes. A esa altura Calcagno había ordenado quetrajeran más agua caliente, habíamos ensillado otro mate y el teniente coronel me dijo que era un legalista, era como sellamaba a quienes defendían la Constitución y que se debatía, como tantos otros militares, entre lo que ellos llamaban“el deber” y la repugnancia que sentían personalmente por el trato que los presos estaban recibiendo, repugnancia, medijo, que se vieron obligados a dejar de lado por las muertes que el MLN había provocado. Mire, le dije: de todo estome enteré al día siguiente de mi fuga, porque todo se decidió mientras yo estaba preso y desde octubre del año pasadono integro ningún organismo de dirección. Es más, pedí la baja unos días antes de que sus hombres me detuvieran.Otra vez el teniente coronel: entonces usted no cree en el MLN... Creo que los objetivos del MLN son justos y que esnecesario un cambio profundo en este país. No estoy de acuerdo en la forma que se está conduciendo, le respondí,mientras le alcancé el mate...

–¿Y lo aceptó?

–Claro que lo aceptó.... a mí se me ocurrió dárselo en un impulso que me dio, me pareció que dejarlo de lado no eraconveniente...

–Porque Calcagno ya estaba tomando desde antes...

–Claro, ya sabés que en una rueda de mate si dejás a alguien afuera es de mala educación... entonces, si le entiendobien, me dijo, usted no está de acuerdo con los asesinatos de Acosta y Lara.... mire, sé que lo que voy a decir sepuede volver en mi contra, pero ya se lo dije a Calcagno: teníamos información de que esa gente era integrante delEscuadrón y que como tales eran responsables de las torturas y muertes de compañeros y de otros que ya no lo eran.Se los mató por eso, por asesinos y torturadores... pero ustedes también matan, me dijo. Ustedes no torturan peroesperan en una esquina y matan a traición, sin dar tiempo a defenderse, a gente desarmada. Usted sabe lo que pasaaquí... y mañana un miembro del MLN puede pensar que yo o un oficial cualquiera de mis hombres tiene que ser ejecu-tado... Sí, le dije. Usted y sus hombres saben que ese es el riesgo que corren... todos sabíamos que podíamos morir...Entonces, si a usted en vez de detenerlo lo hubiésemos matado... estaría justificado...Justificado no, le dije yo. La obli-gación de su gente era detenerme y ponerme en manos de la justicia. Hoy, por el Estado de Guerra, eso no se da. Peroa mí sus hombres no me mataron porque creían que les valía más vivo que muerto, no porque no me tuvieran ganas...Y yo también se las tenía, usted qué se cree? Hemos estado años oyendo hablar de sus hazañas, que si estuvo aquí,que si estuvo allá, que al final uno se hace una idea equivocada. Yo me lo imaginaba distinto... incluso físicamente... yahora hablando así, frente a frente, me parece que no tiene mucho que ver la idea que tenía... aceptó un par de matesmás y se marchó.

–¿Y Calcagno?

–Estás loco, me dijo. ¿Cómo le hablás así al Jefe... estás aquí por él... la idea fue suya...

–Pues la próxima vez le daré las gracias, le contesté, pero lo que dije es la verdad... entonces me contó lo del 14 deabril y cómo él, al oir los tiros en lo de Martirena levantó el cerco y se volvió al cuartel... pero nunca debieron matar alos cuatro soldados... eso nunca debieron hacerlo... abrió el armario, se enfundó la 45 y se marchó con la carabina....volvió en segundos... vení, me dijo desde la puerta y me llevó hasta el cuarto de baño. Cuando tengas que usarlo, yasabés dónde lo tenés... no hace falta que llames a nadie. Abrís la puerta y ya está... te mandaré la comida... al rato vinoel mismo soldado que había traído el termo con una fuente de asado al horno, papas y boniatos... orden del capitán, medijo.

–Te lo habrás zampado todo...

–Todo no...¿sabés cuánto hacía que no comía asado al horno...? como dos años, así que comí todo lo que pude... porla tarde vino Méndez y me preguntó por las actas del Tino: tenés a todo el MLN, le dije. Todo no, me dijo, todavía faltamucho... de eso quiero hablar contigo. El Tino ya no está detenido... a cambio de eso le dejamos irse... y pienso quevos podé hacer lo mismo...

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–¿Te lo dijo así, directamente...?

–No, tan directamente no... primero me contó lo de Fernández Huidobro, te traeré la cinta, me dijo, lo tengo grabado.Tomalo como lo que es: vos ya no estás en el MLN, te han cagado, te han hundido en la puta mierda, te acusan de serel responsable de todas las caídas y vos seguís pensando en esa gente como si fueran tus amigos, tus hermanos, tuscompañeros. Mirá, te bajo a los calabozos y no durás cinco minutos... y el hijo de puta que te mate no vale ni la mitadque vos... No seas imbécil Negro, agarrá viaje.Te aseguro que cualquiera de tus compañeros agarra viaje en seguida.

–Pero yo no soy el Tino, no tengo información que darte a cambio... él mismo te lo dice... y te dice quién sabe una cosao la otra y a mí me deja fuera...

–No necesito información, me dijo. Tenemos tanta que no damos a basto para procesarla... allanamos el mismo localdos o tres veces, montamos ratoneras y nos matamos entre nosotros... mirá la lista de operaciones pendientes...

–¿Y te dijo cuáles eran...?

–No me lo dijo, me dejó las listas: interminables, todo mezclado, el MLN con la OPR, con los FARO, con la micro, lagente detenida y la que iban a detener... cientos, miles... hay muchos nombres repetidos, le dije y algunos que ya noestán...

–Es ahí cuando lo de Alba Bordoli?

–Sí, fue ahí... si querés le hecho un vistazo y te elimino los repetidos, pero no te servirá de mucho, no conozco los nom-bres de la gente... si los eliminás me hacés un favor, pero lo que necesito es que me informes de las conversacionescon los politicos, me respondió. Eso es lo que realmente me interesa.... pero si ya tenés lo del Tino, que te lo dicetodo.... pero el Tino ya no está, me dijo él. Fue un error dejarlo ir tan pronto, y están los testimonios de otros, Maneras,Rossencoff y el Ñato, pero estos lo van a negar todo en cuanto puedan. Con un testimonio no arreglás nada, necesitásdos, por lo menos, le dije. Ya conseguiré el otro, me respondió muy seguro. Si me prometés el mismo acuerdo, yo lopuedo conseguir, le respondí... lo puedo conseguir ya. Se lo dije pensando en Mercedes...

–Me lo imaginé... ¿y qué te respondió Méndez?

–Que lo tenía que consultar...

–¿Qué tal el tal Méndez.... porque sabrás la fama que tiene, no?

–De torturador, como todos, pero era el único que trató de usar la cabeza, de usar la inteligencia para resolver proble-mas, un tipo muy capaz. Pero ya lo dijo Mujica antes que yo: hay dos tipos de torturadores, los del tipo 1, que torturaronpara sacar información en lo inmediato y después tomaron mate con los torturados o te llevaban a visitar a la familia ylos del tipo 2, que torturaron cuando ya no había información que conseguir, por puro placer de hacer daño y destruir alpreso...

–Como los que mantuvieron a los rehenes...

–Exactamente, esos son los peores... esos son los que no se merecen ninguna consideración, lo único que perseguíanera la destrucción física y mental de los detenidos... por más diferencias que hayamos tenido en ese aspecto estoy dellado de los presos... las condiciones en que resistieron fueron inhumanas, y en esa resistencia es en lo único que estoyde su lado, en lo único... yo a Méndez lo conocí en el tipo 1, ignoro qué hizo después de 1973. No puedo hablar de loque no conozco. Lo que sí te puedo decir es que cuando las negociaciones por la tregua el Ñato y Wassen le quisierontender una trampa y hacerle la boleta ...

–¿Estaban negociando la tregua y se plantean hacerle la boleta a un tipo con el que están negociando?

–Sí, eso fue lo que hicieron. En realidad Méndez no estaba en la negociación directamente, no se sentaba en la mesade la negociación, pero vos no te planteás liquidar a alguien que forma parte de un sector que está negociando conti-go... fue una cagada... lo quisieron engañar y llevarlo a una falsa entrevista con Michelini y hacerlo desaparecer...lomismo que la muerte de Artigas Alvarez cuando la negociación fracasó... no podían matar al Goyo Alvarez y le matan alhermano...

– Esa sí que fue grande... además un tipo que era legalista, que estaba en contra de la línea de su hermano...

–Lo mataron porque era un objetivo fácil, eso es responsabiliad de Engler, Marenales y Sendic. Yo me pasé toda unanoche limpiando las listas que Méndez me dejó, pero pasaron varios días y no apareció. Calcagno sí, porque tenía enla habitación los uniformes y las armas. Decile a Méndez que tengo las listas depuradas, le dije un par de veces, pero

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las listas seguían ahí, sobre la mesa. Calcagno se hizo traer otra cama, para no dormir por ahí, me dijo, así que lasnoches que estaba de retén dormíamos en la misma habitación, después de hablar un par de horas o tres acerca demuchas cosas. El caso es que después de tantos años de no pensar en mí más que como un engranaje del MLN repa-saba cada una de las palabras de Méndez. Lo que me planteaba era bastante claro y no admitía dudas. Había pedidola baja del MLN sin que nadie me dijera que estaba aceptada o no, se me había hecho aparecer como entregando laCárcel del Pueblo y los detenidos decían que afuera se manejaba la información de que yo estaba colaborando con elEjército. Entonces, ¿por qué no hacerlo si lo que se me pedía era tan poco? Si se me había condenado con una acusa-ción falsa, ¿por qué no llegar a un acuerdo si con eso conseguía mi libertad? De pronto me vino a la cabeza la imagende Mercedes la última vez que la vi, andando a gatas por la cloaca, cuando ya su rodilla le empezaba a impedir lahuida.

–A esas alturas ya sabías que ibas a decir que sí, yo habría hecho lo mismo...

–Sí, pero no quería dejar a la Negra en la estacada... no estaba seguro de cuál sería su actitud, pero lo quería intentar.Otro día me llevaron al despacho de Legnani, que no estaba solo; su acompañante era Luis Vicente Queirolo que seidentificó como el Segundo Jefe de la Región Militar Nº1. Este hombre me manifiesta que por expreso encargo delgeneral Cristi venía a conocerme, ya que habían dos cosas que les llamaban la atención y que quería aclararlas perso-nalmente: una, que el teniente coronel Legnani le había comentado algunas opiniones que yo había mantenido en lasconversaciones con él y que las había fundamentado pese a que podían perjudicarme en mi situación como detenido yla otra era saber por qué razones había pedido mi baja del MLN. No le oculto que esa es una razón muy importante, yaque el teniente Méndez nos ha planteado su posición acerca de un posible acuerdo con usted, como se hizo con PírizBudes.

–Venía a hacerte un examen, estaba claro...

–Sí, yo me di cuenta que del resultado de esa reunión dependía mi vida. Ante la primera cuestión, le dije que no teníaempacho en reconocer que aunque seguía considerando que los objetivos del MLN eran correctos y que la vía electoralestaba cerrada para una organización que realmente quisiera cambiar la sociedad, los errores que se habían cometidoconvertieron al MLN en una organización desquiciada y mal dirigida, a tal punto que dos días antes de ser detenidohabía pedido la baja, convencido de que ya nada podía hacer para rectificar en algo la línea establecida. Mi pedido debaja estaba fundamenteado en que no podía pertenecer a una organización que había abandonado los métodos queme habían mantenido unido a esa organización durante diez años, fundamentalmente el respeto por la vida y la seguri-dad de los compañeros, haciendo prevalecer las posiciones personales antes que el bien de la Organización.

–¿Y no vieron que lo que vos pretendías era hacer un MLN más fuerte o por lo menos preservarlo para continuar lalucha?

–Claro, no eran imbéciles.... Queirolo me lo dijo bien clarito: usted lo que quería no era cambiar los objetivos, lo quequería era cambiar la organización interna para conseguirlos, quería mejorar el MLN, hacerlo más fuerte, para darnosmejor...

–¿Y vos qué le dijiste...? porque la cuestión no era sencilla...

–Le dije lo mismo que le había dicho a Legnani, que los objetivos eran válidos, que la legislación electoral no permitíallegar al gobierno más que a los dos partidos tradicionales y que esos partidos eran los responsables de la situación delpaís, que la situación que estábamos viviendo era fruto de esa misma situación y que las fuerzas armadas estabanhaciendo el trabajo sucio que esos mismos partidos necesitaban para mantenerse en el poder.

–Le tocaste la fibra patriotera...

–Mirá loco, en esos momentos yo no me podía poner a pensar la diferencia entre fibra patriotera y fibra patriótica... ledije lo que pensaba... a ellos les habían comido el coco con el cuento de la defensa de la patria para que mantuvieranlos privilegios de la clase dominante, y ellos eran milicos, la mayoría nunca se había puesto a pensar que la políticatenía razones económicas...

–Entonces, Ferreira Aldunate tenía razón... vos les estabas comiendo el coco...

–No, estás equivocado... yo les estaba dando respuesta a lo que ellos me preguntaban, intentando salvarme yo y salvara Mercedes, porque ya me habían dicho que mi situación era realmente insostenible desde todo punto de vista, que meesperaban muchos años de cárcel a cumplir con gente que me estaba acusando de traidor y si no había pensado enlas connotaciones que esas acusaciones tenían. Ha solicitado la baja, los ha llamado hijos de puta, sus compañerosdicen que está condenado a muerte, no lo hemos matado nosotros y se va a hacer matar por ellos? Yo estuve presentecuando Fernández Huidobro dijo que usted salió condenado cuando la fuga, porque se lo consideraba un hombre peli-groso por sus ambiciones personales, me dijo Queirolo. Lo conozco a usted muy poco, pero me parece que su forma deactuar y de pensar se acerca más a lo que nosotros podemos pensar aunque no podemos compartir sus métodos...

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seguro que compartimos alguno de sus objetivos. Yo que usted lo pensaría.

–Y no estaba equivocado don Vicente, ¿verdad?

–No, no tengo mucho que pensar, le dije. Sus razonamientos son correctos y si no los he pensado más a fondo es por-que no he querido enfrentarme con la realidad. He preferido pensar en otras cosas para no tener que reconocer quesoy el más jodido de todos los presos, que no tengo donde apoyarme...yo no tengo nada para darles... Ya veremos, dijoQueirolo; según tengo entendido se le ha hecho un planteo en ese sentido. Es cierto, le dije. Pero he planteado unacondición y hasta hoy no tengo respuesta.... y mirando a Legnani le dijo ya ves, nos pone condiciones... Pasaron unosdías, pocos, tres o cuatro, sin que se hablara del tema... yo no quería sacarlo a colación para que no pareciera queestaba demasiado interesado, tomaba mate con Méndez y Calcagno, otras veces vinieron a verme oficiales de otrasunidades que me miraban como un bicho raro, igual que el que va al zoológico a ver los monos...

–Nunca mejor dicho, según tu querida Alba....

–No te mando a la mierda porque sos mi amigo... ella nunca dijo que yo fuera un mono...

–No, peor, dijo que eras horrible... seguro que ve un mono y dice mirá... qué gracioso es, mirá que lindo... andá. dejatede joder y vamos por hielo, que debés de tener la garganta seca...

Salimos al porche y al sol del mediodía nos tomamos tres o cuatro espinillares. Después comimos y nos fuimos a darun paseo por la playa ... yo estaba ansioso por conocer el final... mejor dicho, el final ya lo conocía, Gustavo estaba ahí,a mi lado, andando descalzo sobre la arena mojada, con los pies morados de tanto aguantar el frío del agua... me falta-ba por conocer un lapso de tiempo que seguro él había vivido con angustias... vislumbrar la libertad pero al mismo tiem-po sentir que no llegas a ella.... mejor no lo pienses, me dije. Volvimos a la casa y encendimos la estufa, ya empezabaa anochecer y Gustavo retomó el relato.

–Bueno, como te dije pasaron tres o cuatro días, Méndez se había llevado las listas que yo le había limpiado y unamañana, muy temprano, hacía un frío treemendo, yo estaba tomando mate con una frazada sobre los hombros a modode poncho, cuando Gómez, el asistente de Calcagno me vino a buscar y me llevó a una planta más arriba, la oficina delS2. Tenían allí de todo, libros, carpetas con apuntes, libros de música, de pintura, máquinas de escribir, cajas con relo-jes, con anillos, pulseras, ropa, de todo...

–La feria de Tristán Narvaja, la cueva de Alí Babá, seguro....

–Sí, cuando me mostraron la caja de los relojes les dije ¡ahí debe estar el mío...! Después lo puede buscar, me dijoLegnani. Pero lo que debería hacer es buscarse algo de ropa... está usted medio desnudo... pero ahora no, después...lo hemos traído aquí porque queremos hablar con usted, necesitamos saber su opinión acerca de unas negociacionesque estaban planteadas entre el MLN y el estado Mayor de las Fuerzas Armadas. Me pidió que olvidara mi condición depreso y que él era el jefe de la unidad y le dijera con total sinceridad lo que pensaba. Estaban presentes Calcagno,Camacho y Méndez...

–La barra brava del Florida....

–Sin comentarios... bueno, el caso es que Legnani me dice que quiere que sepa que él cree que es necesario buscarun acuerdo que termine con “esta guerra que puede durar años”, pero que él es sólo un oficial del ejército y que acatarálo que sus superiores decidan.

–¿Y vos qué le dijiste...?

–Que hasta que no se me diera una respuesta definitiva acerca de llegar a un acuerdo, acuerdo que plantearon uste-des, no yo, no tengo nada que decir... Se miraron entre ellos y Legnani me dijo ¡tiene usted mi palabra!

–¡No me alcanza!, le dije. Usted es un mandado, cumple órdenes, yo quiero la palabra de Cristi. Eso es imposible, medijo. El general no va a negociar nada con usted, lo que acordemos será sagrado para él, porque somos sus represen-tantes... entre militares la palabra es lo que vale, y él es un hombre de palabra. Si usted insiste en eso tendremos quebuscar otro hombre...

–¿Te apretó bien, verdad?

–Claro, no tenía salida... o aceptaba su palabra o todo se iba a la mierda... así que acepté... pero antes le hice repetir lode que él daba su palabra... delante de sus oficiales, le dije... delante de mis oficiales, me contestó.

–Negro, eso me lo hacés a mí y te saco a patadas en el culo....

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–De acuerdo, pero ya te dije que no tenían ni idea del MLN y se creían que me necesitaban... que me necesitaban paranegociar cuando no había nada que negociar... el MLN estaba kaputt!!!

–Pero ellos no lo sabían...

–No, y aunque se los dije, no me creyeron...primero les pregunté acerca de las condiciones de la negociación y me dije-ron que era innegociable la entrega de las armas y locales, así como la entrega de los dirigentes en ese momento...

–Negro, pero ¿vos estabas asesorando a los oficiales del Florida o al Estado Mayor?

–A los oficiales del Florida, que integraban un sector más amplio que creía que podía incidir en el Estado Mayor...

–Pero esos tipos estaban cagando fuera del tarro...

–Claro, eso quedó en evidencia cuando formaron la comisión de ilícitos económicos con los presos. Yo les dije mi opi-nión: en primer lugar, me extraña que los dirigentes del MLN estén considerando seriamente una negociación, más bienpienso que es una maniobra para ganar algo de tiempo, recomponer la organización en lo que se pueda sin dar ante labase la sensación de que lo hecho hasta el momento no es más que un error enorme, monstruoso. Por otro lado, lascondiciones son inaceptables: si lo que se quiere realmente es acabar la guerra, la negociación tiene que ser política,con lo que se estaría avalando, con el simple hecho de que esa negociación se plantee, la razón de ser del MLN y nocreo que el Estado Mayor esté autorizado para llevar a cabo esa negociación. Y si esa negociación política no se llevaadelante los dirigentes del MLN no le van a poner bandera de remate a su organización, aunque no haya ni armas nilocales para proseguir la lucha. Si yo fuera dirigente del MLN estaría haciendo lo mismo que están haciendo ellos, en laseguridad de que ellos serán los únicos beneficiados.

–Lógicamente, Legnani creía que el poder del MLN era mucho mayor de lo que tus palabras dejaban entrever.

–Efectivamente, me dijo que si yo tenía razón no se debió iniciar una ofensiva como la llevada a cabo. Ahí está el pro-blema, le dije, no se inició una ofensiva. Se decidieron una serie de acciones de las cuales no se calibraron las conse-cuencias. Ni siquiera se consideraron las posibilidades que el MLN tenía de procesarlas y aguantar el chaparrón que sele vino encima, porque ni siquiera se pensó en que el chaparrón se podía dar. Fue una irresponsabilidad colectiva, dequienes decidieron y de quienes aceptaron procesar las acciones. Hoy, negociar, para los dirigentes del MLN, es untriunfo. Yo conozco a Sendic y Marenales, y ustedes no. Seguimos hablando de temas diversos, hasta que quedó claroque lo que querían saber eran las características personales de los posibles negociadores. Ya tenían bastante clara suopinión acerca de Wassen, pero estaban intrigados acerca de Fernández Huidobro, porque las veces que habían habla-do con él les había parecido una personalidad contradictoria. Les dije claramente lo que pensaba en esos momentos:Fernández Huidobro era unos de los responsables de los errores del MLN, pero, si esto tiene solución, es el único quepuede intentar convencer a Sendic y a Marenales. Es el único que puede tener un cierto ascendiente sobre ellos.Cuando ya se terminaba la reunión les dije: ¿Y, qué pasa con el segundo testimonio? se me ha prometido que entra enel acuerdo pero no lo concretamos. Se miraron entre ellos y al final Méndez me dijo decime quién es porque lo tengoque resolver yo.

–Y vos le dijiste es Alicia Rey Morales, la Negra Mercedes...

–¿Pero vos estuviste en la reunión? Sinceramente, no te vi... Traete la botella, vamos a arreglar la estufa. Antes deempezar las reuniones los milicos permitieron que los presos se reunieran para elegir a los que negociarían y designa-ron a Manerass, Fernández Huidobro, Wassen, Rosencof y a Mercedes. Hasta ese momento la figura de Mercedeshabía pasado completamente desapercibida. Estaba en Jefatura desde el día en que fue detenida, el 19 de mayo de1972.

–Otra que tuvo un dios aparte...

–Efectivamente, se salvó en los caños y después porque nadie la acusó de nada... bueno, los presos la eligieron paraintegrar la delegación de los tupas, era lógico, porque Mercedes tenía una capacidad de razonamiento y conocimientodel MLN superior a la mayoría.... los superaba a todos. Cuando Legnani y Méndez me informaron quienes formarían ladelegación ya se habían olvidado del nombre de Mercedes.... aquí tenés el segundo testimonio, le dije a Méndez, latenés que traer de Jefatura. Como buenos machistas que eran, sólo les interesaban los tupas macho, y sobre ellos mepreguntaron con insistencia, pero mi prioridad era Mercedes, así que hasta que no quedó organizado su traslado alFlorida no me quedé tranquilo. Después sí, les dije todo lo que querían saber sobre la personalidad de la delegación,incluyendo a Mercedes... recién ahí se empezaron a dar cuenta de la importancia de la Negra en el MLN... me pareceque nos clavaste una de las grandes, me dijo Méndez...

–¿No la conocían por nada.... ni siquiera por los informes de la policía...?

–No, además esos días eran de caos total... un detenido podía pasarse días en los barracones sin que nadie se acorda-

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ra de él... hasta que otra unidad iba a detenerlo y se encontraba con que estaba preso desde una semana antes... eltraslado de Jefatura al Florida lo hicieron en las peores condiciones posibles, un traslado de los de todos los días, man-daron un camión con un montón de soldados, la Negra encapuchada tirada en la caja del camión, verdugueada portodos, ignorando el motivo del traslado... se creyó que la llevaban al matadero, que era lo que los soldados le dijeron...en el Florida la llevaron directamente al barracón de las mujeres y ahí la dejaron, hasta que Méndez se enteró que elcamión estaba de vuelta y la hizo subir a la pieza de Calcagno, donde la estábamos esperando... llegó con la capuchapuesta, cagada de miedo, imaginate... la capucha se la quité yo y nos dimos un abrazo como de cinco minutos... nuncame podré olvidar la mirada que traía ni lo flaca que estaba... era puro hueso... la pierna fracturada ya no le dolía, pero elno haber hecho nada de ejercicio y que la colocación de los huesos fracturados se hizo a ojo, le quedó curvada, máschueca que la izquierda... le conté lo sucedido desde su detención, la búsqueda por las cloacas, mi encuentro conMujica, mi reunión con Sendic y Marenales, mi detención y todo lo que se había dado en ese tiempo, el interés que elejército tenía en nuestras declaraciones acerca de los contactos con los políticos, el acuerdo al que yo había llegado yque se podía ampliar a ella si estaba de acuerdo y por fin que estaba elegida por los presos para participar en las nego-ciaciones. Méndez escuchó sin intervenir ni una vez y se marchó para que nosotros sopesáramos la situación.Ella en Jefatura había estado prácticamente aislada, pero sabía de cosas que se comentaban en los pasillos y losbaños, así que la versión que ella tenía era la oficial del MLN, achacándome a mí todos los males. La puse al corrientede todo, estuvimos como una hora hablando, Legnani y Calcagno subieron a conocerla y al final ella decidió que meacompañaría en la nueva etapa... ella tampoco tenía nada que hacer por el MLN y lo que se nos pedía era a nuestrojuicio algo insignificante, conocido por todos... casi un regalo. Así que llamamos a Méndez y se lo dijimos: acuerdo total.

–¿Así que la Negra participó de la negociación?

–De toda no, de las dos o tres primeras reuniones, nada más, hasta que de afuera vino la orden de quitarla de la comi-sión... era lógico, después de todo era mi compañera... pero las reuniones en las que participó fueron suficientes paraconfirmar mi vaticinio de que la negociación era una maniobra para ganar tiempo... y para salvarle la vida a Méndez.Desde que la quitaron de la comisión yo exigí que la trasladaran del barracón, y como no había otra posibilidad, lasubieron conmigo. A partir de esas negociaciones un sector de los milicos creyó que tenía fuerza suficiente para com-batir los ilícitos económicos y un par de meses después se formaron las famosas comisiones mixtas tupas-militares.Estaban muy entusiasmados con la idea, se creyeron que los iban a dejar. Están locos, les dijimos nosotros y les dimosuna cantidad de argumentos por los que no tendrían ninguna posibilidad de seguir adelante. Pero ellos estaban tanentusiasmados que no había forma de hacerlos entrar en razón, hasta Trabal vino a vernos...

–¿Trabal estuvo metido en lo de los ilícitos...?

–No, Trabal los quería parar porque decía que esas medidas sólo se podían tomar desde el poder, y la única forma queellos tenían de llegar al poder era mediante un golpe de estado, y en esos momentos un golpe era imposible...

–¿Qué pasó con Trabal entonces?

–Coincidimos con él totalmente... él y Méndez fueron los únicos que nos escucharon...

–¿Y el resto?

–El resto estaba deslumbrado por la verborrea del Ñato, de Cámpora, de Pierri... al Ñato lo tenían por las nubes...entraban y salían de los cuarteles a todas horas y todos los días, a buscar documentación en los archivos de Epoca, enel Palacio Legislativo... al principio nos comentaban la marcha de las comisiones, después dejaron de hacerlo y estuvi-mos días sin hablar con ellos....

–Cuando decís ellos ¿te referís a la gente del Florida o hablabas con otros?

–Me refiero a la gente del Florida, de Legnani para abajo. Sabíamos que esas comisiones se formaron en otras unida-des, paro aparte de Trabal nadie vino a vernos nunca... Trabal vino varias veces...

–¿Y qué tal Trabal?

–Coincidimos siempre... él sabía que los ilícitos existiían, el SIM los conocía y conocía a los autores, pero tambiénsabía que no podía hacer nada... también sabía que el golpe era inevitable, que algún día las fuerzas armadas lo daríany él no estaba de acuerdo, era un legalista total y absoluto... y que las comisiones estaban dividiendo a los milicos entrejóvenes y viejos...

–¿Y él con quién estaba?

–De corazón con los jóvenes, jerárquicamente con los viejos. No se puede admitir que estas comisiones formadas congente que con la ley en la mano tiene que estar veinte años en la cárcel esté marcando la línea a seguir por las fuerzasarmadas, nos decía... y tenía razón. También tenía razón cuando nos reconocía que si no se eliminaba la corrupción,

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tanto la política como la económica, el Uruguay no tenía salida...

–Lo mismo que decía el MLN.

–Sí, se lo dijimos varias veces: vos estás más cerca del MLN que lo que te animás a reconocer... es cierto, lo admitía....pero todo dentro de la ley, que quede claro, contestaba.

–Por eso lo mataron...

–Es posible... pero Trabal tenía enemigos por todos lados, tanto dentro como fuera del ejército... cualquiera lo pudomatar...

–El MLN dijo que no tuvo nada que ver..

–Precisamente por eso es que lo pienso... además entra en la mentalidad de los tupas de aquellos años y había sido eljefe del SIM o del SIDE o de como se llamara lo que él dirigió.... pero también pudieron ser algunos ex compañeros....Trabal era un objetivo para muchos y por lo que sé, un objetivo fácil, al alcance de cualquiera. Lo que me extraña esque aceptara el cargo en la embajada en París, pienso que en Montevideo hubiera estado más seguro. Yo tuve mucharelación con él, sobre todo a partir del caso Fassano. Fue al primero que tuve que convencer de que Fassano mentía ya través de él a Queirolo y a Cristi. Nos trasladaron del Florida al 9º de Caballería y allí fueron a verme Méndez y gentede su generación para que les explicara lo que había sucedido. Tanto Trabal como Méndez nos ayudaron mucho enesos momentos, porque Cristi me tenía entre ceja y ceja y nos quería dar salida.... después pasó lo de la comisión delSenado y si no hubiese sido por los apoyos que mantuvimos no sé qué hubiera pasado. En el 9º estuvimos hasta el 13de octubre de 1973, casi un año, fecha en la que nos marchamos. Tres meses antes se había dado el golpe de estadoy no fueron necesarios nuestros testimonios. Así que esto es lo que hay...

–¿Y qué pensás hacer de ahora en adelante, no te vas a quedar metido en casa ...

–No, voy a empezar con algunos arreglos en la casa, cambiaré el jardín, voy a pintar... tengo mucho para entretener-me... además, ya te dije que tengo varias visitas que quiero hacer y algunas cuentas que saldar... pero sin prisas.