Apreciaciones Sobre La Importancia de La Duda en Los Principios de La Filosofía de Descartes

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Apreciaciones sobre la importancia de la duda en Los Principios de la Filosofía de Descartes. Este breve comentario sobre la teoría del conocimiento de Descartes ha de centrarse en su obra Principia philosophiae (1644). La más grande en extensión, y compuesta a la manera de las tradicionales sumas medievales trataba de ser un recuento definitivo de su filosofía en general y todas las filosofías precedentes. La primera parte de esta ingente manifestación de portento cartesiano es la que trataremos de resumir en algunas ideas principales. Los principios del conocimiento humano, a pesar de la rigurosidad de su titulo, tienen como peculiaridad el fundamentar además del afamado método cartesiano, la existencia de Dios de un modo incesante. Es así, que se conjugan en este primer apartado, dos de los centrales problemas de la filosofía de Descartes: El cómo llegar a un conocimiento de la naturaleza y cómo salvar junto a ésta la existencia de Dios. Tomaré así, tres numerales, que a criterio propio, considero de suma importancia en el texto y daré paso a su debido desarrollo. En el primer numeral se lee una recurrente sentencia del cartesianismo: “Para examinar la verdad es preciso, una vez al menos en la vida poner en duda todas las cosas y hacerlo en tanto sea posible”. 1 Esta idea, se encontraba ya presente 1 Descartes. Los principios de la filosofía. Alianza Editorial.p.21

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Apreciaciones sobre la importancia de la duda en Los Principios de la Filosofía de Descartes.

Este breve comentario sobre la teoría del conocimiento de Descartes ha de centrarse en

su obra Principia philosophiae (1644). La más grande en extensión, y compuesta a la

manera de las tradicionales sumas medievales trataba de ser un recuento definitivo de su

filosofía en general y todas las filosofías precedentes.

La primera parte de esta ingente manifestación de portento cartesiano es la que

trataremos de resumir en algunas ideas principales. Los principios del conocimiento

humano, a pesar de la rigurosidad de su titulo, tienen como peculiaridad el fundamentar

además del afamado método cartesiano, la existencia de Dios de un modo incesante. Es

así, que se conjugan en este primer apartado, dos de los centrales problemas de la

filosofía de Descartes: El cómo llegar a un conocimiento de la naturaleza y cómo salvar

junto a ésta la existencia de Dios. Tomaré así, tres numerales, que a criterio propio,

considero de suma importancia en el texto y daré paso a su debido desarrollo.

En el primer numeral se lee una recurrente sentencia del cartesianismo: “Para examinar la

verdad es preciso, una vez al menos en la vida poner en duda todas las cosas y hacerlo en

tanto sea posible”.1 Esta idea, se encontraba ya presente tanto en el Discurso del

método (1637), como en las Meditaciones metafísicas (1644). Aquí, si bien se exhibe de

un aspecto mucho más sencillo que en las dos anteriores obras, vale la pena resaltar

algunas consideraciones.

Descartes pone énfasis, como en el discurso del método el guiarnos de lo que se nos

presenta a la razón como completamente verosímil, es decir partiendo de la duda, fuente

vital de la certeza. No podríamos manifestar que no somos mientras dudamos de la verdad

de todas las cosas.2Sería absurdo ser partícipe de la idea que lo que piensa no es

verdaderamente al mismo tiempo que piensa.

1 Descartes. Los principios de la filosofía. Alianza Editorial.p.212 Ibíd.p.25.

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El numeral séptimo hace referencia a esto: “No se puede dudar sin existir y éste es el

primer conocimiento cierto que se puede adquirir”3. Esta certeza tiene una importancia

invaluable en la concepción moderna de la filosofía. Podríamos decir tal vez que bajo este

magnífico razonamiento el temible escepticismo de la antigüedad quedaba rechazado.

Podía una vez más confiarse en la razón. En lo particular, en la racionalidad moderna.

Partiendo de este capital principio, el conocimiento para Descartes debe quedar

fundamentado; y lo expuesto en el octavo numeral, trata de ser la primera conclusión en

esta enorme hilar científico. “También se puede conocer a continuación la distinción que

existe entre alma y cuerpo.4”

La duda, como hemos visto, certifica el alma, es decir la existencia de Dios (como a llega a

concluirse en Las meditaciones metafísicas) y ésta la existencia del mundo, tal como

podemos percibirlo. Pero a través de esto se ha llegado hacia una infalible conclusión

para nuestro pensador; la evidente disolución entre la res extensa y la res pensante.

El siguiente y último punto a considerar se presenta en la existencia de Dios. EL alma

humana, nos dice Descartes, podría persuadirse de la verdad de la existencia de Dios si

estuviera libre de prejuicios. 5 La perfección alegada a la naturaleza, se entiende así como

una manifestación de una causa más perfecta. La res Divina, entendida como Dios es el

gran aval del conocimiento humano; un Dios epistemológico en la medida que a

certificado todo conocimiento posible a través de su existencia. La duda ante la

naturaleza, en Dios, se torna una verdad inamovible.

Así, podemos llegar a concluir nuestras puntuales consideraciones sobre las ideas

centrales de la primera parte de la obra de Descartes.

3 Ibíd. Numeral 7.4 Ibíd. Numeral 8.5 Ibíd.31.