Aprende a Controlar Tus Pensamientos Obsesivos

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Aprende a controlar tus pensamientos obsesivos

Cuando tienes una discusión, ¿te quedas repitiendo una y mil veces la escena? ¿No puedes dor-mirte, pensando que quizás no te despiertes a horario? ¿Sientes que tu cabeza es tomada por tus propios pensamientos y pierdes el control de su flujo?Considera estos tips y podrás recuperar el control sobre los pensamientos que te inquietan.

Pasos1Activa tu cuerpo sin forzarte a dejar de pensar. Aplica tu energía hacia la realización de alguna actividad física, y tus pensamientos tenderán a reorientarse por sí solos.

2Cambia de ambiente cuando tus pensamientos se vuelvan reiterativos: toma aire fresco en el balcón, camina por el parque, vete a realizar una compra. Al modificar el entorno, tus pensa-mientos tenderán a adaptarse a la nueva situación y se despejará tu mente.

3Desacredita las ideas u opiniones resultantes de pensamientos obsesivos. La obsesión logra que percibas las cosas de manera desproporcionada y tengas una visión deformada de la realidad. No tomes decisiones a partir de ese tipo de pensamientos.

4Respira profundamente varias veces, hasta sentir con nitidez la entrada y salida de aire de tus pulmones. Podrás "correrte" de los pensamientos obsesivos. Tú no eres tus pensamientos, ellos son sólo un subproducto de tu actividad mental.

5Aléjate de los pensamientos obsesivos. Afirma que tú eres su creador y que ellos nada pueden hacer sin tu consentimiento. Imagina que eres un ajedrecista y ellos son piezas que deben obe-decer tus indicaciones.

6Si los pensamientos obsesivos son generados a partir de un problema real, reserva en tu agenda el tiempo necesario para resolverlo. La obsesión puede ser generada por la ansiedad que te cau-sa tal problema, y no por una debilidad de tu pensamiento.

7Morigera tu autoexigencia. No asumas que eres el único responsable de solucionar todos los problemas de tu entorno. Es frecuente que este modelo de pensamiento, sumado a las exigen-cias reales del medio, genere patrones de pensamientos repetitivos.

8En lo posible, evita las situaciones que suelen traerte pensamientos obsesivos. Y nunca partici-pes de ellas cuando te sientas cansado, débil o mal preparado para enfrentarlas.Importante

* Identifica con claridad la fuente real de tus problemas, es decir, las condiciones que gene-ran en ti emociones, pensamientos y acciones obsesivas. No es dejando de pensar como recu-perarás el control, sino desarticulando esas situaciones y reencauzando tu pensamiento hacia la construcción de la realidad a que aspiras.

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* No dudes en buscar ayuda. Consulta con tu médico quien te indicará como proceder, y si es necesario podrá derivarte al especialista adecuado.

¿Piensas demasiado?

¿Te quedas enganchada después de una discusión sobre lo que dijiste mal o lo que podías haber dicho? ¿Te cuesta dormirte por las noches temiéndote lo peor tras un pequeño fallo en el traba-jo o después de pasar por un control médico rutinario? ¿Crees que le das demasiadas vueltas a las cosas?

No eres la única y, de hecho, cada vez es más creciente el número de mujeres que piensan de-masiado, impidiéndose a sí mismas el desarrollo de una vida satisfactoria.

En este informe te mostraremos cómo liberarte de ese exceso de pensamiento nocivo y te plan-tearemos estrategias para recuperar el control de tu vida.

El pensamiento excesivo nos agota.

Pensar está muy bien. Vivir una vida racional y positiva es lo mejor que nos puede ocurrir. Pe-ro cuando nuestra mente se queda dándole vueltas a nuestros pensamientos inútilmente produ-ciendo sentimientos negativos, se da lugar al "efecto levadura", tal como lo denomina Susan Nolen-Hoeksema en su libro "Mujeres que piensan demasiado" (Ed. Paidós).

Se trata de un pensamiento excesivo que tiene lugar a partir de una pequeña idea o problema, que pasa a generar más y más preguntas, nuevas relaciones de ideas (todas con el mismo deno-minador común, problemático y lleno de temores), generando otros pensamientos negativos que se expanden, crecen y acaban por apoderarse de todo el espacio de nuestras mentes.

El resultado es agotador. Lejos de encontrar repuestas o soluciones válidas acabamos en un ca-llejón sin salida presas de sentimientos de victimismo ("no podré salir de ésta", "soy tan inca-paz como siempre lo he sido"), ansiedad ("esto se acaba") y depresión ("mi vida no vale nada").

Pensamos demasiado cuando nos dejamos atrapar por torrentes de pensamientos y sentimien-tos negativos que nos abruman y que interrumpen nuestro funcionamiento diario y nuestro bienestar.

1. ¿Por qué es malo pensar demasiado?

Cuando el pensamiento es constructivo y creativo, y aporta soluciones, nunca es demasiado, ya que se detiene al final del proceso y se relaja inmerso en una sensación satisfactoria de "mi-sión cumplida".

El pensamiento excesivo, por el contrario, resulta nocivo porque afecta a nuestra capacidad pa-ra obtener respuestas y soluciones a nuestros problemas, produce desmotivación y genera nue-vos problemas, nos bloquea en una posición repetitiva que acaba alejando a nuestras amistades y familiares (que aun apoyándonos en un principio acaban siendo presas del mismo agotamien-to impotente) y, finalmente, puede arruinar nuestra salud física y emocional. El pensamiento excesivo puede llegar a arruinar relaciones.

Según Nolen-Hoeksema, "la mujer tiene el doble de probabilidades que el hombre de caer en una depresión profunda o de sufrir ansiedad, y parece que una de las razones de que esto sea así es precisamente nuestra tendencia a pensar demasiado".

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Efectos negativos del pensamiento excesivo.

- Te hace la vida más difícil. Las tensiones a las que te enfrentas te parecen mayores; resulta más difícil encontrar soluciones adecuadas y es más probable que tus reacciones sean más vehementes y de efectos contraproducentes.

- Perjudica tus relaciones. Puedes molestar a otras personas con tus reacciones desproporcio-nadas, pero además, incluso tus mejores amigas pueden acabar aburridas por la repetición in-cansable del mismo problema e impotentes ante tu falta de receptividad y actitud para solucio-nar decididamente el problema.

- Puede llegar a provocar trastornos físicos y mentales serios, como gastritis, dolores de cabe-za, hipertensión, o bien depresión y ansiedad, así como el abuso de drogas como el alcohol, ca-fé o tabaco.

¿Eres de las que piensan demasiado?

Test para evaluar si piensas demasiado.

Cuando estás disgustada, triste, deprimida o nerviosa, ¿cómo sueles reaccionar?

Responde a las siguientes preguntas con las respuestas: "nunca", "casi nunca", "de vez en cuan-do", "a menudo", "casi siempre" o "siempre".

Presta atención a tus respuestas para que éstas definan honestamente lo que sueles hacer en esas situaciones de tristeza o disgusto, no lo que crees que deberías hacer.

1. Pienso en lo sola que me siento. 2. Pienso en que me siento cansada y dolorida. 3. Pienso en lo mucho que me cuesta concentrarme. 4. Pienso en que me encuentro sin energía y desmotivada. 5. Me culpabilizo o me doy pena porque no puedo ponerme en marcha y hacer algo positivo. 6. Le doy vueltas y más vueltas a una situación reciente con el deseo de que hubiera ido me -jor. 7. Pienso en lo triste y angustiada que me siento. 8. Pienso en todos mis defectos, fracasos, culpas y errores. 9. Me siento impotente y culpable por no hacer nada. 10. Pienso: soy un fracaso, ¿por qué no sé llevar mejor mi vida?

Si has respondido "nunca" o "casi nunca" a todas ellas, o bien "de vez en cuando" solo a unas pocas: ¡Felicidades! Has desarrollado estrategias excelentes en tu propia lucha contra el pensa-miento excesivo.

Si has respondido "a menudo", "casi siempre" o "siempre" a varias de las preguntas, puede que seas propensa a preocuparte por tus sentimientos y por tu vida en lugar de lidiar de un modo eficaz con tu vida mental y emocional.

¿Por qué le damos más vueltas a las cosas las mujeres?Si bien es cierto que las mujeres sufrimos más las consecuencias del pensamiento excesivo (de-presiones, ansiedad, preocupación excesiva), de momento, no hay pruebas de que la causa resi-da en algún rasgo biológico como las hormonas femeninas o la organización de nuestro cere-bro.

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Hoy por hoy, las investigaciones apuntan a causas de tipo social, cultural y psicológico.

1. Las mujeres piensan más porque tienen más cosas en que pensar. Las cargas demoledoras que acompañan al exceso de responsabilidades familiares, sociales, profesionales y personales, así como (paradójicamente) el menor poder social, político y económico hace que se establez-can tensiones crónicas que perpetúan un hábito de pensamiento y resolución de conflictos constante. 2. Las mujeres tienen más relaciones sociales y se implican más personalmente. Esto hace que estén permanentemente preocupadas (por sus parejas, sus hijos, sus padres, sus amigas) y angustiadas por las consecuencias que puede tener en sus relaciones el más insignificante de los cambios. Lo peor es que tienden a basar su autoestima y su bienestar en cómo funcionan sus relaciones y en lo que las demás personas piensen de ellas, haciendo que, a veces, y con la intención de contentar a otros, opten por hacer lo que no desean y tomar decisiones equivoca-das en sus vidas. 3. El apoyo moral que buscan las mujeres en otras mujeres puede crear círculos viciosos de pensamiento excesivo y victimismo. El sentido de lealtad y empatía puede hacer que muchas mujeres se dejen arrastrar por el pensamiento excesivo-corrosivo de la amiga que necesita ser escuchada, evitando cuestionar su pensamiento y poner freno a su distorsión exagerada de las cosas por temor a que no se sienta comprendida o, más aún, a que se sienta traicionada.

El pensamiento excesivo crea estados de ánimo negativos que pueden teñir la calidad de tus pensamientos hasta tal punto que acabas teniendo una visión distorsionada de los hechos.

Lo peor de todo es que puedes tomar decisiones equivocadas basándote en esos pensamientos negativos.

Atención:Cuando te veas presa del pensamiento excesivo, no tomes decisiones.

Déjalas para más tarde, cuando te sientas más relajada y con un pensamiento más global y po-sitivo.

2. Pienso demasiado. ¿Cómo puedo liberarme de este hábito?

El primer paso hacia la liberación consiste en romper las ataduras: observar nuestros pensa-mientos y saber detectarlos cuando están empezando a rumiar demasiado y demasiadas cosas, de una manera inútil y cansina; nos desidentificamos con esos pensamientos, los definimos co-mo algo malo para nosotras y decidimos pararlos para evitar que nos hundan.

El segundo paso consiste en arrastrarnos fuera del fango y situarnos en una distancia que nos permita ver las cosas una mayor claridad y perspectiva para poder tomar las decisiones adecua-das.

El tercer paso requiere atención y acción para evitar caer en las trampas que nuestro hábito de pensamiento excesivo nos guarda para el futuro -ya sea a los pocos minutos, con el regreso al mismo problema, o bien en cuanto surja el próximo conflicto.

Romper ataduras con el pensamiento excesivo.

Este primer paso consiste en concentrar todos nuestros esfuerzos en evitar los pensamientos contraproducentes, por muy arraigados que estén.

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1. Comprender que el pensamiento excesivo es tu enemigo. Aunque en medio de tu secues-tro mental y emocional te parezca percibir una cierta lucidez ("ahora me doy cuenta de que nunca me ha querido", "debo ser realista: nunca he realizado bien mi trabajo"), lo cierto es que en realidad se está reduciendo notablemente tu visión de modo que sólo eres capaz de ver las cosas negativas de tu vida. El pensamiento excesivo, repetitivo y absorbente no te proporciona visiones profundas, sino que en realidad te hace perder el control de tus pensamientos y senti-mientos. Te miente y te seduce para que pienses y hagas cosas que no te benefician. 2. Tómate un respiro. ¿Te has encontrado de repente atrapada en ese pensamiento traicione-ro? Date un respiro, literal y metafóricamente. Respira profundamente -primer paso para la desconexión- y dedícate a otra cosa. Puedes distraerte haciendo cualquier cosa que te resulte agradable: dar un paseo, cocinar, salir a hacer la compra, leer un libro, jugar con tus hijos... Ayudar a otras personas resulta una distracción excelente que, además, da solidez a tus valores y sentido de utilidad a tu vida. 3. Muévete. La actividad física tiene ciertos efectos bioquímicos -como la segregación en el cerebro de sustancias químicas como la norepinefrina y la serotonina- que repercuten positiva-mente en el estado de ánimo y el modo de pensar. 4. Atención y firmeza. Presta atención y proponte parar el pensamiento de una manera con-tundente y asertiva. A veces te asalta el "mono loco" del pensamiento cuando estás en una si -tuación de la que no puedes marcharte o distraerte. En cuanto detectes ese tipo de pensamiento circular y corrosivo muestra tu autoridad de una manera contundente, como lo harías con un ni-ño pequeño que se está poniendo en peligro: "¡Basta ya!", "¡Para!" o cualquier otra expresión que surta efecto contigo misma. Tómatelo en serio. 5. No dejes que tus pensamientos te venzan. Recuerda que no eres tus pensamientos, y que tú llevas la vara de mando de tu vida. Tú puedes. 6. Anótalo en tu agenda. Cuando observes que tu pensamiento es circular, inútil y agotador, o simplemente que no es el momento para dedicarte a ello, haz un sitio en tu agenda para tratarlo en el momento oportuno, en las condiciones adecuadas. No se trata de ignorar o evadir proble-mas, sino de afrontarlos de una manera eficaz y en las mejores circunstancias. 7. Delega tus preocupaciones. Si no depende de ti, hazte un lado y deja los problemas en ma-nos de quien dependa. Si depende de ti, ciertas actitudes espirituales como la esperanza o la confianza, y prácticas como la meditación pueden ayudarte a distanciarte de tus obsesiones. 8. Apóyate en otras personas. Hablar con amigas o personas de confianza puede ayudarte a organizar tus pensamientos y desenmascarar los temores infundados. 9. Escribe un diario. Anotar tus pensamientos te ayuda no sólo a organizarlos, sino a com-prender más tarde tus errores de planteamiento, tus tendencias nocivas y tus miedos. 10. Descubre lo que te gusta y úsalo para cargarte de energía y alimentar tu autoestima. Busca actividades que te proporcionen emociones positivas: ve a darte un masaje o al gimnasio, escu-cha tu música preferida, ve al cine, sal a cenar con tu pareja o amigas.

Distráete y dale la espalda al pensamiento obsesivo.

Qué hacer.Sal a pasear, haz ejercicio físico, lee un libro, escucha la música que te guste, ve al cine, de-dícate a cualquiera de tus aficiones (como pintar, tocar el piano, hacer manualidades), pon or-den en la casa, juega con tus hijos, ayúdales a hacer los deberes, sal de compras, haz trabajos voluntarios o ayuda a otras personas...

SURTEN MÁS EFECTO COMO DISTRACCIONES, AS ACTIVIDADES QUE REQUIEREN MUCHA CONCENTRACIÓN Y EL EJERCICIO FÍSICO.

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Qué no hacer.En ningún caso recurras a la comida: no te des atracones o te pongas frente al televisor a comer helado o comida basura. La sensación de pérdida de control que te obsesiona se haría mucho más fuerte todavía, además de los efectos contraproducentes para tu salud.

No recurras al café como estimulante, porque hará aún más hiperactivo tu pensamiento loco.

No bebas alcohol para anestesiar el dolor. El alcohol actúa en el sistema nervioso central como un depresivo. Necesitas energía positiva, no más pérdida de control.

Más difícil todavía: parar el pensamiento en medio de la noche.

¡Atención! Si en mitad de la noche empiezas a cavilar durante más de quince minutos, no cai-gas en la trampa de pensar que dándole vueltas a los problemas los resolverás o los entenderás mejor, ni te convenzas a ti misma de que en un par de minutos conseguirás dormirte. Pensar en mitad de la noche casi siempre va acompañado de angustia y miedo. Por otra parte, si pierdes horas de sueño al día siguiente estarás cansada y con menos capacidad para concentrarte y afrontar las situaciones más conflictivas.

Levántate, ve a algún lugar tranquilo y haz algo que te distraiga. Cuando empieces a tener sue-ño, vuelve a la cama.

Te llevará menos tiempo y resultará más reparador que la ansiedad producida por el insomnio del pensamiento excesivo.

Recuperar la perspectiva.

Una vez frenado el hábito del pensamiento obsesivo, aún hay que resolver el problema. Es pre-ciso colocarse en una posición mental que permita tener una cierta perspectiva del problema, para afrontarlo de manera eficaz.

1. Enfoca bien. Evita que tus miedos distorsionen tu visión. Interpreta las cosas de la manera más realista posible. 2. Reconoce tus emociones y sigue adelante. Acepta tu depresión, tristeza u otras emociones negativas, pero no dejes que saboteen tus planes. Sigue adelante con tu vida. 3. Simplifica. No siempre las causa de tus problemas son profundas y complicadas. Puedes estar de mal humor simplemente porque has dormido mal, estás cansada o incubas un catarro. 4. Deja de compararte con otras personas. En circunstancias diferentes las cosas son diferen-tes. 5. No esperes a que te rescaten. Toma las riendas de tu vida y cambia las cosas por ti misma. 6. Deja que fluyan las soluciones. Haz un repaso a todas las alternativas y elige las más ade -cuadas para ti. 7. Apunta más alto. Define lo que quieres y ve a por ello, a veces cuesta el mismo esfuerzo dirigirse a otros objetivos que consideramos "intermedios". 8. Basta con que hagas algo. Cuando tu objetivo requiere tiempo y paciencia, además de mu-cha energía -con la que no cuentas- basta con realizar una acción modesta que te dé confianza y te cargue las pilas. 9. Inténtalo. Aun no estando muy segura de que funcione, prueba esa solución que tienes al alcance de las manos. Nunca se sabe y no pierdes nada con intentarlo. 10. Rebaja tus expectativas cuando las cosas no dependen de ti. No sirve de nada sufrir por que las cosas no son como te gustaría que fueran. Son como son.

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11. Comprende que las demás personas también tienen sus problemas y limitaciones, como tú. Hallarás más paz si no acumulas resentimientos y odios. A veces te hacen daño actitudes de otras personas que, simplemente, no han sabido hacerlo de otra manera. 12. Que no guíe tu vida las expectativas de otras personas. Identifica cuándo tu pensamiento obsesivo responde a la voz de otras personas, a las que les has dado poder para controlar tu vi-da. Y quítales ese poder.

Cómo evitar volver a caer en la trampa.Enhorabuena. Por esta vez has conseguido silenciar la voz interior de la duda y la preocupación y has podido resolver el problema satisfactoriamente. Pero un día, sucede algo (un conflicto con una amiga, una crítica en el trabajo) y es como un resorte que te devuelve a las arenas mo-vedizas del pensamiento excesivo. ¿Cómo controlarlo?

1. Evita las situaciones que pueden convertirse en obsesivas. Reduce o haz más breves las visitas a tu madre si ello significa semanas de pensar demasiado. 2. Elimina los objetivos que te perjudican. Puedes renunciar a perder 20 kilos matándote de hambre y aspirar a adelgazar la mitad con un régimen sensato. 3. Trátate con cariño. Puedes tomarte tu tiempo para ir al gimnasio, meditar o tomarte un té en medio de la mudanza, aunque alguien te critique por no "estar disponible" o "ser egoísta". 4. Crea una nueva imagen de ti misma. Aprende a observar lo mejor de ti misma, descubre tus potencialidades y confía en ti.

Los pensamientos repetitivos más frecuentes.

Si bien es cierto que cada persona tiene sus propios temas obsesivos, hay cuestiones que preo-cupan a todo el mundo y que ofrecen mucha leña para el fuego del pensamiento obsesivo.

Cuestiones de pareja: No todas las relaciones deben ni pueden salvarse, pero es importante evi-tar viejos hábitos obsesivos y sobreprotectores, establecer distancia para ver la situación de la forma más realista posible (si es necesario, con la ayuda de terapia) e intentar negociar para evitar en lo posible las situaciones más conflictivas.

Problemas de familia: Es importante comprender y aceptar que tus familiares no ven el mundo exactamente igual que tú. Haz lo posible por evitar las polémicas repetitivas que no conducen a ninguna parte ni convencen a nadie.

Preocupaciones con los hijos: Aun la madre menos sobreprotectora suele hacerse cargo de la mayor parte de la responsabilidad de criar y educar a sus hijos. Aunque desees que les vaya bien en la escuela, no se metan en problemas, estén sanos y se lleven bien con los demás niños y niñas, no siempre va a ser así. La superación de sus problemas les hará más fuertes así que da la bienvenida a los conflictos que tengan que superar. Desdramatizar tus preocupaciones no só-lo te ayudará a ti sino que les ofrecerá un espejo valiosísimo para que ellos mismos eviten futu-ros pensamientos obsesivos.

Trabajo: Sacar adelante la casa o cómo promocionarse profesionalmente son fuente continua de pensamientos obsesivos. Frenar las tendencias perfeccionistas o los impulsos victimistas nos ayuda a afrontar los conflictos de una forma más eficaz. Criticar o echar la culpa de lo que no funciona a otras personas es una engañosa manera de proteger la autoestima.

En cualquier caso, no olvides tus objetivos reales: el trabajo. Cuando te toque sentir el dolor (frustración, rabia, celos o tristeza porque las cosas no son como desearías), limítate a sentirlo mientras te concentras en el trabajo que es importante hacer en ese momento. Acabará pasando y tú lo habrás superado y olvidado mientras haces algo útil y productivo.

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La salud: Las personas hipocondríacas tienen muchos más riesgos de enfermar que las que simplemente se cuidan. Obsesionarse con posibles enfermedades sólo consigue bloquear el funcionamiento natural del cuerpo y producir disfunciones reales. Utiliza técnicas de relajación y, en caso de que consideres seriamente tener alguna enfermedad, hazte un chequeo y aclara tus dudas. Una vez tranquilizada, actúa en positivo: una actitud positiva y feliz es la mejor ma-nera de proteger tu salud, además de una alimentación adecuada y ejercicio físico.

Preocupaciones y obsesiones: Cómo superarlas

Preocuparse de manera exagerada no sólo no conduce a nada bueno, sino que además produce un gran malestar, interfiere en el trabajo y no te deja dormir. Sin embargo, puedes utilizar algu-nas técnicas sencillas para combatirla. Llegas a casa después de un día difícil. Ha habido algu-nos problemas en el trabajo y, aunque parece que todo está solucionado, no eres capaz de olvi-dar lo sucedido.

Se te ocurren un montón de cosas que tenías que haber dicho en esa reunión y no dijiste, la sen-sación de haber cometido algún error te pone nervioso y tienes miedo de quedar mal ante tu so-cio o superior. Repasas mentalmente una y otra vez todo lo sucedido, cada palabra dicha, cada decisión tomada; encuentras fallos, analizas, recuerdas una frase concreta y te preguntas qué quiso decir realmente uno de tus compañeros con eso. Al final el cansancio te vence, y decides ver un rato la tele y no pensar más en eso por el momento, pero llega la hora de dormir y, mientras estás en la cama, empiezas de nuevo a darle vueltas y vueltas al mismo tema, incansa-blemente. Se te ha quitado el sueño y te mueves inquieto en la cama. Tal vez en ese momento empieces a preocuparte también por ese insomnio que hará que no estés despejado a la mañana siguiente. Deseas dormir, olvidar, dejar de torturarte y hundirte en un sueño profundo... Pero parece tan difícil....

El peso de la razón.

Cuando piensas demasiado.La persona preocupada tiene un predominio del lado intelectual sobre el emocional; vive más en su cabeza que en sus sentimientos. Analiza, piensa constantemente y en su cabeza hay una continua cháchara mental. "A veces me dan ganas de golpearme la cabeza contra la pared para que pare", dicen algunos. Es como si todo lo que llegara a la mente de estas personas fuera im -portante y digno de ser tenido en cuenta. Cada idea, cada recuerdo, cada imagen que surge en su cabeza. Nada se puede desechar y no son capaces de separar lo que verdaderamente importa de lo secundario. No es raro que padezcan de dolor de cabeza, generalmente localizado sobre los ojos. A nivel mental estas personas son poderosas y tienen una energía mental desbordante, pero, por desgracia, no saben cómo utilizarla o la usan de manera incorrecta y agotadora.

La personalidad del preocupado.Se trata de personas concienzudas, dedicadas al trabajo, al cual dedican mucha energía, y tie-nen un gran sentido de la ética y la moral. Se esfuerzan siempre en hacer lo correcto de la ma-nera correcta, lo que la mayoría de las veces quiere decir "a su manera", ya que suelen tener bastante claro cómo hay que hacer las cosas. Son perfeccionistas y detallistas. Les gusta el or-den y la limpieza, la planificación y la rutina, catalogar, hacer listas. Nunca cometen impruden-cias ni excesos y no les gusta tirar las cosas, ya que en un momento dado pueden llegar a nece-sitarlas. Les gusta trabajar y esforzarse y no les atraen las cosas fáciles de hacer. Debido a que se rigen por el intelecto y no por sus emociones o deseos, les cuesta perdonarse los pequeños errores que toda persona puede cometer y es entonces cuando aparece la culpa y la preocupa-ción.

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La dudaLa toma de decisiones les resulta difícil. Quieren tomar la decisión correcta, la mejor alternati-va posible y cuando se encuentran con opciones similares, donde no hay ninguna opción mejor ni peor, aparecen las indecisiones y las dudas. Como jamás se permiten guiarse por impulsos, pueden quedarse estancados analizando la misma cuestión una y otra vez.

Las emociones.Como pareja son fieles y responsables, pero poco románticos. Es la persona capaz de regalarte una plancha por tu cumpleaños, aunque puedes tener la seguridad de que a su lado nunca habrá facturas sin pagar. Es el tipo de persona que rara vez dice "te quiero" y no suele demostrar cari-ño a su pareja, a pesar de que puede quererla de verdad, pero no le molesta que su pareja le ex -prese su afecto. Suelen ser reservados y no muestran fácilmente sus emociones. De hecho, cualquier situación en la que puedan aparecer emociones profundas les resulta molesta y pre-fieren evitarla.

El estrésSu excesiva preocupación les lleva a estar bastante más estresados que la mayoría de las perso-nas. Se llevan el trabajo a casa, se toman pocas vacaciones y siempre tienen que estar ocupados en algo. Quedarse sin trabajo es un golpe tremendo para ellos, aunque en seguida se ponen en marcha y no paran hasta encontrar uno nuevo.

Los atormentados: el trastorno obsesivo de la personalidadCuando todos estos rasgos se exageran, nos encontramos con el llamado trastorno obsesivo de la personalidad. Se trata de personas tan preocupadas por los pequeños detalles que es posible que hasta llegue a perderse el sentido inicial de la tarea que se traen entre manos o que no sean capaces de terminarla nunca, porque leen una y otra vez lo que han escrito para asegurarse de que no han cometido ningún error, se ahogan en posibilidades interminables e incluso pueden dedicar más tiempo a hacer listas u horarios que a realizar la tarea en sí. Están tan dedicados al trabajo que no tienen tiempo para las amistades o el placer. Son rígidos e inflexibles en cuanto a la ética y la moral, pudiendo llegar hasta el fanatismo. Son incapaces de desprenderse de ob-jetos sin valor y jamás delegan tareas a nadie. Nunca reconocen que están equivocados. En mu-chas ocasiones, pueden resultar insoportables para los demás, a quienes no perdonan ni el más mínimo fallo. Viven continuamente atormentados por las preocupaciones, el miedo al trabajo y por estar dándole vueltas siempre a lo mismo. No pueden tomar decisiones ni terminar el traba-jo porque nunca está perfecto del todo.

De la preocupación a la obsesión: el trastorno obsesivo compulsivoQuienes tienen una personalidad obsesiva son los más propensos a desarrollar este tipo de tras-torno. Cuando esto sucede, ya no estamos hablando de preocupaciones molestas e insistentes, sino de obsesiones. La principal diferencia es que las obsesiones se centran en un mismo tema o idea que se repite continuamente, incluso durante años, causando una gran ansiedad o hasta vergüenza, mientras que las preocupaciones insistentes cambian de un día para otro y causan un menor malestar que las obsesiones.

Las obsesiones pueden consistir en ideas, imágenes o impulsos a hacer algo que no queremos y nos resulta aterrador (como matar a alguien). Aparecen como intrusos en la mente y producen una gran angustia, miedo o vergüenza. Intentas sacarla de tu mente pero es imposible. Entonces te ves impulsado hacer algo para combatirla y sentirte mejor (la compulsión).

El resultado catastrófico: "algo terrible sucederá".La gran preocupación o angustia que acompaña a una idea obsesiva refleja la posibilidad de que suceda una catástrofe: "si no me aseguro bien de que todas las puertas están cerradas puede

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que entre alguien, haga daño a mis hijos y se lleve todo lo que poseo". "Si toco algo contamina-do con gérmenes y no me lavo podré enfermar y morir o contagiar a otra persona". Para evitar que sucedan esos resultados temidos, se lavan sin descanso o verifican una y otra vez que todo es correcto.

Por tanto, se trata de personas que se centran excesivamente en todo lo malo que puede suce-der, no soportan la incertidumbre ni el hecho de no poder controlar todos los acontecimientos y tienen gran propensión a sentir culpa o vergüenza, lo que significa que cometer un error les ha-rá sentirse sumamente ridículos, asustados o avergonzados; algo demasiado terrible para ellos que hay que evitar a toda costa

Seis tipos de obsesivos.

Los lavadoresUna de las ideas obsesivas más frecuentes es la de contaminación, que empuja a estas personas a lavarse una y otra vez o a limpiar la casa compulsivamente para librarse de una suciedad o gérmenes que no parecen irse nunca. Algunos se lavan las manos durante horas, hasta que has-ta llegan a sangrarles.

Los verificadoresPara Nacho, conducir se convertía en un calvario. Pensaba que podría haber atropellado a al-guien, tal vez le dio un pequeño golpe que apenas notó pero que habría dejado a esa persona ti-rada en el asfalto. Esa posibilidad le resultaba tan aterradora y era tan persistente que al final tenía que volver sobre sus pasos para comprobarlo. Cuando seguía su camino, después de ha-ber hecho la comprobación, pensaba que tal vez no miró bien, que podría estar inconsciente tras unos matorrales, y seguía dándole vueltas y más vueltas angustiado y llegando tarde a don-de quiera que fuese, sobre todo si, cuando regresaba a hacer esa verificación, encontraba algún bulto en la calzada y pensaba en otro posible atropello.

El orden perfectoOtros están obsesionados con el orden. Las cosas tienen que estar justo en su sitio y no un cen-tímetro más allá. Puede que incluso ordenen sus pastillas colocándolas formando un diseño de-terminado que nunca puede variar o de lo contrario se sentirán terriblemente mal. La mayoría de las veces no pueden explicar porqué las cosas tienen que estar ordenadas de ese modo, sim-plemente sienten que ese es el orden correcto, que tienen que estar así y no de otra forma. La ropa de los armarios, los zapatos, los libros, los adornos sobre la mesa..., todo tiene que estar en su debido orden, lo cual requiere una gran cantidad de energía y tiempo.

El coleccionistaUn tercer grupo acumula cosas. Nuria tenía tantas revistas , papeles y periódicos en su casa que ella y su familia tuvieron que abandonarla y comprarse otra donde poder vivir. Ya apenas que-daba nada más que estrechos pasillos laberínticos entre montones de papeles que llegaban hasta el techo. Pero no podía dejar de hacerlo, obsesionado con la idea de que en algún momento po-dría hacerle falta alguno de los artículos.

El diálogo obsesivoOtros se limitan a un diálogo obsesivo, una charla consigo mismos en la que tratan de combatir el pensamiento obsesivo diciéndose cosas tranquilizadoras. "Murió por tu culpa", dice una voz en su mente. "Eso no es cierto", responde otra voz, hice todo lo que pude". "Pero tendrías que haber hecho más, tendrías que haber actuado más rápido, que haber estado allí". "Sin embargo, yo no podía saber lo que estaba sucediendo... ¿O tal vez sí?"... De esta forma, el diálogo in-terno puede durar años, yendo y viniendo continuamente varias veces al día, sin detenerse nun-ca, sin poder evitarlo...

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El obsesivo puroEstas personas no hacen nada para tratar de eliminar la angustia provocada por su pensamiento obsesivo (como las comprobaciones de los verificadores, el lavado de manos, ordenamiento de objetos, etc). A veces puede tratarse de ideas o imágenes violentas, como matar a su hijo. Te preguntas si podrías llegar a volverte loco y apuñalarlo y le das vueltas y vueltas aterrorizado ante esta posibilidad, incluso aunque la veas muy lejana y adores a ese hijo. Otros se obsesio-nan con la idea de cometer algo vergonzoso de manera incontrolable, o por preocupaciones co-tidianas, como la posibilidad de ser despedido y todas sus consecuencias catastróficas ("si me despiden no tendré bastante dinero para pagar la hipoteca, perderé el piso, me vendré abajo, no podré encontrar otro trabajo...").¿Cómo librarse de obsesiones y preocupaciones insistentes?

En primer lugar, cada vez que aparezca ponle una etiqueta: preocupación absurda u obsesión irracional. El siguiente paso será aceptar esos pensamientos, después controlarlos voluntaria-mente y, por último, librarse de ellos. Veamos estos pasos con más detalle.

A. Acepta tu obsesiónCuando estas ideas, imágenes o impulsos aparecen en tu mente te resultan sumamente desagra-dables y quieres librarte de ellas, resistirte, luchar y sacarlas de tu cabeza para siempre. Pero no puedes; es algo que escapa a tu control y si no puedes controlarlo tampoco puedes eliminarlo. Pero, ¿cómo controlar lo que parece incontrolable? Lo primero que tienes que hacer, aunque resulte paradójico, es aceptarlo y no tratar de combatirlo. Deja que esos pensamientos prosigan libremente. No los juzgues ni los analices. De este modo los estás transformando en volunta-rios, (ya que has decidido libremente que está bien tener ese pensamiento y está bien que sea obsesivo), aumentando así tu dominio sobre ellos.

B. Controla tu obsesiónUna vez que estos pensamientos son voluntarios puedes empezar a controlarlos. Para ello pue-des hacer dos cosas:

1. Déjalo para más tarde.Si estás trabajando y empiezas a preocuparte con algo, posterga tu preocupación para dentro de un rato, eligiendo una hora determinada para obsesionarte. Pueden ser 5 minutos después, o una hora o incluso por la noche, dependiendo de la severidad de tu problema y lo insistentes y frecuentes que sean tus pensamientos obsesivos. Si has decidido dejarlo para cinco minutos después, por ejemplo, trata de posponerlo de nuevo cuando hayan pasado esos cinco minutos y así sucesivamente.

2. Cambia tu forma de preocuparte.Otra manera de adquirir mayor control sobre tu pensamiento es cambiando la forma que tienes de responder a la obsesión. Para ello puedes hacer varias cosas:

Anota tus pensamientos exactos en una libreta cada vez que aparezcan, incluso si aparecen unos minutos después de haberlos anotado y tienes que volver a escribir lo mismo una y otra vez. Esto te ayudará a darte cuenta de lo absurdos que son y el esfuerzo de escribirlos continua-mente disminuirá su aparición por puro aburrimiento.

Cambia la situación. Si tu obsesión o preocupación consiste en una imagen mental, trata de modificar esa imagen. Por ejemplo, si consiste en ver tu casa ardiendo, ponle un marco a esa imagen y luego imagina que dicho marco se encoge poco a poco hasta ser demasiado pequeño como para distinguir lo que hay en su interior. Si tu pensamiento obsesivo consiste en imaginar que golpeas a alguien con un martillo, transfórmalo en un enorme martillo de goma espuma in-capaz de hacer daño a nadie.

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Page 12: Aprende a Controlar Tus Pensamientos Obsesivos

Canta tu obsesión: elige una música alegre y canta: "me van a despedir", "no llegaré a fin de mes", "voy a matar a mi hija" o cualquier frase que resuma tu preocupación. Esto hará que dis -minuya tu ansiedad, ya que el hecho de cantar es incompatible con ella y te ayudará a distan-ciarte de esas emociones desagradables. Cuando te sientas mejor deja de cantar y centra tu atención en otra cosa.

C. Librarse de la obsesiónHasta aquí has conseguido aceptar esos pensamientos y controlarlos. Ahora llega el momento de librarse de ellos.

Un tiempo para preocuparse.

Dedica cada día un periodo de 15 ó 30 minutos para preocuparte y durante ese tiempo céntrate sólo en tus preocupaciones y en todo lo malo que podría suceder, intentando sentirte lo más an-gustiado posible. La mayoría de las veces no resulta fácil llenar un periodo de 10 ó 30 minutos con preocupaciones cuando no tratamos de combatirlas, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría consisten en una idea específica, lo que significaría pasar esos 15 minutos repitiendo lo mismo una y otra vez de forma voluntaria. Esta técnica te ayudará también a posponer tus preocupaciones cuando aparecen en un momento inadecuado.

Graba tus preocupaciones.Selecciona una frase que resuma tu preocupación, grábala en una cinta de corta duración de las que repiten una y otra vez su contenido y escúchala cada día durante un periodo de 30 minutos. Si cuando aparece ese pensamiento espontáneamente te produce cierto grado de ansiedad, al escucharla tienes que sentir exactamente lo mismo, o no servirá de nada. Escúchala sin desviar tu pensamiento hacia otros temas. Descubrirás que al cabo de un tiempo tu ansiedad ha dismi-nuido debido a que te has habituado a esa situación y ha dejado de producirte angustia. Si al ca-bo de 30 minutos tu ansiedad no ha disminuido al menos a la mitad sigue escuchando la graba-ción o no surtirá efecto.

No huyas.Afronta las situaciones que pueden provocar tus obsesiones o preocupaciones y que tiendes a evitar para no sentirte mal. Por ejemplo, si te preocupa demasiado el hecho de cometer un error es posible que eludas hacer determinadas tareas. Deja de huir, métete de lleno en la situación y cuando en tu mente empiecen a dar vueltas y vueltas las ideas desagradables, utiliza las técni-cas antes expuestas.

Aprende técnicas de relajación.La más sencilla consiste en la respiración profunda. Aspira por la nariz llenando los pulmones de aire por completo. Después expulsa el aire lentamente mientras imaginas cómo tu cuerpo se va relajando cada vez más. Cuenta cada espiración empezando por el número diez hasta llegar a uno. Repite esto varias veces al día para practicar y para que te sea más fácil utilizar la relaja-ción en los momentos de tensión que suelen acompañar a tus preocupaciones.

Utiliza frases tranquilizadorasSe trata de frases que te ayuden a relajarte o a posponer tus obsesiones, como "cálmate"; "no voy a preocuparme ahora por esto; lo haré más tarde"; "sé que mis pensamientos son exagera-dos"; "tiendo a centrarme demasiado en el lado malo de las cosas y en todas las catástrofes que podrían suceder"; "está bien cometer errores"; "está bien que haya tenido este pensamiento; no tengo por qué darle mucha importancia"; "esto no es una emergencia, aunque yo esté pensando en ello como si lo fuera".

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