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.->•;..,* «•'!»*.- APROXIMACIÓN A LAS IDEAS LINGÜÍSTICAS DEL SIGLO DE ORO A TRAVÉS DE ALGUNOS PRÓLOGOS DE OBRAS SOBRE LA LENGUA M. a Nieves Vila Rubio UNIVERSIDAD DE LLEIDA La historiografía lingüística tiene que dar cuenta tanto de las teorías gramatica- les como de las ideas o el pensamiento lingüístico que se ha desarrollado en las diversas etapas históricas. Además, es conveniente, como opinan diversos teóri- cos de esta disciplina -Pierre Swiggers o Konrad Koerner, por ejemplo-, que se atienda a lo que se llama «clima de opinión», «a la hora de proyectar la atmósfe- ra intelectual de un período dado en el que florecen ciertas ideas que bien se aceptan o se rechazan». 1 Swiggers, por su parte, cree que the most profitable and interesting approach in linguistic historiography is a history of problems (and their solutions), techniques and models, in their signifi- cant relation to scientific traditions, to sociocultural contexts and to individual achievements. 2 La revisión de todos estos aspectos en el ámbito hispánico puede ofrecer un panorama amplio y conveniente de la historia de la lingüística española e hispá- nica. Pero para lograrlo hay que ir ofreciendo parcelas de esa revisión histórica que vayan observando y describiendo los diversos fenómenos relacionados con el pensamiento y las teorías lingüísticas que se han ido produciendo a lo largo de la historia, además de los estudios cada vez más abundantes sobre las gramá- ticas o fenómenos gramaticales. Este trabajo pretende insertarse en la corriente historiográfica que observa el contexto lingüístico más que el contenido gramatical. Y para ello hemos recu- rrido a un tipo de fuentes que creemos que pueden ofrecer información valiosa en este sentido. Se trata de los prólogos de algunas de las obras de carácter gra- matical y/o lingüístico producidas durante el Siglo de Oro español. Ha sido también Pierre Swiggers quien ha defendido la necesidad de estu- 1 Konrad Koerner, «Problemas persistentes de la historiografía lingüística», Analecta Malacitana, XIX/1 (1996), pág. 51(41-66). 2 Pierre Swiggers, «Reflections on (Models for) Linguistic Historiography», Understanding the Historiography of Linguistics Problems and Projects, ed. W. Hüllen, Münster: Nodus Publika- tionen, 1990, pág. 26 (21-33) 572

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APROXIMACIÓN A LAS IDEAS LINGÜÍSTICASDEL SIGLO DE ORO A TRAVÉS DE ALGUNOSPRÓLOGOS DE OBRAS SOBRE LA LENGUA

M.a Nieves Vila RubioUNIVERSIDAD DE LLEIDA

La historiografía lingüística tiene que dar cuenta tanto de las teorías gramatica-les como de las ideas o el pensamiento lingüístico que se ha desarrollado en lasdiversas etapas históricas. Además, es conveniente, como opinan diversos teóri-cos de esta disciplina -Pierre Swiggers o Konrad Koerner, por ejemplo-, que seatienda a lo que se llama «clima de opinión», «a la hora de proyectar la atmósfe-ra intelectual de un período dado en el que florecen ciertas ideas que bien seaceptan o se rechazan».1 Swiggers, por su parte, cree que

the most profitable and interesting approach in linguistic historiography is ahistory of problems (and their solutions), techniques and models, in their signifi-cant relation to scientific traditions, to sociocultural contexts and to individualachievements.2

La revisión de todos estos aspectos en el ámbito hispánico puede ofrecer unpanorama amplio y conveniente de la historia de la lingüística española e hispá-nica. Pero para lograrlo hay que ir ofreciendo parcelas de esa revisión históricaque vayan observando y describiendo los diversos fenómenos relacionados conel pensamiento y las teorías lingüísticas que se han ido produciendo a lo largode la historia, además de los estudios cada vez más abundantes sobre las gramá-ticas o fenómenos gramaticales.

Este trabajo pretende insertarse en la corriente historiográfica que observa elcontexto lingüístico más que el contenido gramatical. Y para ello hemos recu-rrido a un tipo de fuentes que creemos que pueden ofrecer información valiosaen este sentido. Se trata de los prólogos de algunas de las obras de carácter gra-matical y/o lingüístico producidas durante el Siglo de Oro español.

Ha sido también Pierre Swiggers quien ha defendido la necesidad de estu-

1 Konrad Koerner, «Problemas persistentes de la historiografía lingüística», Analecta Malacitana,XIX/1 (1996), pág. 51(41-66).

2 Pierre Swiggers, «Reflections on (Models for) Linguistic Historiography», Understanding theHistoriography of Linguistics Problems and Projects, ed. W. Hüllen, Münster: Nodus Publika-tionen, 1990, pág. 26 (21-33)

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diar, además de los grandes textos del pasado, las fuentes que él llama «margi-nales» o «menores», como gramáticas escolares, diccionarios prácticos, etc. Amenudo, dice, aportan luz sobre la ideología institucional y el contexto personalde las perspectivas lingüísticas y de las teorías.3 Aunque él no lo menciona ex-plícitamente, los prólogos entrarían en esta categoría de fuentes, marginales qui-zá, pero dignas de estudio, seguro.

Otros autores sí se refieren explícitamente a los prólogos como fuentes a lasque hay que prestar atención en el estudio historiográfico. Y. Malkiel y M.Langdon, por ejemplo, al comentar la antología de necrológicas compilada porTh. A. Sebeok en Portraits of Linguists,4 ofrecen un inventario tipológico de lasvariedades de lo que ellos califican como «material primario» para el historiadorde la lingüística. Entre estas variedades se hallan, dicen, las notas autobiográfi-cas, las memorias, la correspondencia, así como los:

Author's prefaces, introductions, and, more sparingly, epilogues to their ownwritings, insofar as they contain statements highlighting the -sometimes drama-tic- history of the given research prqject, its relation to earlier spade-work andconceivably, to rival undertakings as well as the writer's prognosis as the presu-mable future course of events. Particularly valuable, in this context, are prefacesto radically revised editions, because they may accurately record (or, at least, im-ply) changes in the surrounding intellectual climate.5

E. Alcaraz Varó, en una obra dedicada a la metodología de la investigaciónlingüística, insiste en ello al afirmar, asimismo, que, a pesar de que en lingüísti-ca los modelos o paradigmas no se sustituyen unos a otros sino que conviven encompetencia,

se puede comprobar cuál es el paradigma dominante en un momento dado, [...]observando las justificaciones, concesiones o disculpas que se hacen en los pró-logos o en los capítulos iniciales de las publicaciones.6

Pero si tratamos de aplicar estos planteamientos a épocas un tanto remotascon respecto de nosotros, tendremos que ser prudentes: no podemos hablar deun concepto como «paradigma» en el Siglo de Oro; sería un anacronismo. So-mos, pues, conscientes de que las reflexiones de los autores citados se dirigen aser aplicadas a unas etapas de la historia de la lingüística en las que ya se hablade teoría y ciencia lingüística -siglo XX, pues-, y no de saber lingüístico7 o

3 lbid., pág. 28.4 Thomas A. Sebeok (ed.), Portraits of Linguists. A Bibliographic Source Bookfor the History of

Western Linguistics, 1746-1963, 2 vols., Bloomington and London, Indiana University, 1966.5 Yakov Malkiel y Margaret Langdon, «History and Histories of Linguistics», Romance Philology,

22 (1969), pág. 541(530-574).6 Enrique Alcaraz Varó, Tres paradigmas de la investigación lingüística, Alcoy: Editorial Marfil,

1990, pág. 13.Georges Mounin decía que la lingüística era, a la vez, «un saber muy antiguo» y «una ciencia muy

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ideas lingüísticas simplemente, como hemos de aceptar que ocurre en la épocaen la que nos sumergimos8. Sin embargo, pensamos que el principio, salvandolas convenientes distancias, es aplicable a textos de esa época. Se trata de des-cribir, en definitiva, la forma y la función, es decir, el valor del prólogo en lasobras de carácter gramatical y/o lingüístico producidas durante el Siglo de Oroen España, destacando las ideas de que son portadores.

Otro punto de partida para nuestro estudio fue la consideración del prólogocomo elemento independiente, hecho por el cual, se ha contemplado, incluso,como género literario.9 Según el profesor Porqueras Mayo, los prólogos nacenpara acompañar a una obra, pero lo cierto es que no necesitan de ella para so-brevivir. El hecho de que puedan desgajarse de la obra a la que pertenecen ypresentarse individualmente o en recopilaciones como las de Pastor, Bleiberg,10

o las que realiza el propio profesor Porqueras," por ejemplo, es muestra de queposeen y conservan una independencia de sentido. Ese es otro aspecto que con-vierte a los prólogos en piezas muy interesantes para ser analizadas.

Gerard Génette, por su parte, llevó a cabo un exhaustivo estudio de los ele-mentos-umbrales («seuils») de la obra literaria, es decir, de aquellas partes dellibro marginales al texto-núcleo de la obra, entre los que destacan, obviamente,los prefacios y dedicatorias.12

Pero lo cierto es que los prólogos de los que más se han ocupado éstos yotros críticos y estudiosos han sido los que preceden a obras de carácter litera-rio. Los que figuran en los tratados gramaticales o sobre cualquier otro aspectolingüístico no han merecido la misma atención. Los prólogos alfonsíes,'3 los delos diccionarios académicos,14 y algún otro, ineludible, como el de la Gramática

joven»: Claves para la lingüística, Barcelona, Anagrama, 1969, pág. 22.8 Lo cual no quiere decir que la labor desarrollada en esos momentos sea de menor trascendencia.

J.M. Lope Blanch dice que no por ser precientífico, un conocimiento tiene menor calidad:«Como si el constante progreso de la ciencia permitiera, en algún momento, negar la calidad de'científico' a lo alcanzado en momentos anteriores de su historia.» (Estudios de Historia Lin-güística Hispánica, Madrid: Arco Libros, 1990, pág. 7).

Cfr. Alberto Porqueras Mayo, El prólogo como género literario. Su estudio en el Siglo de Oro es-pañol, Madrid: CSIC, 1957.

10 Cfr. José Francisco Pastor, Las apologías de la lengua castellana en el Siglo de Oro, Madrid,Compañía Iberoamericana de Publicaciones, 1929, y Germán de Bleiberg, Antología de elogiosde la lengua española, Madrid: Ed. Cultura Hispánica, 1951. Es cierto que estas recopilacionesno sólo incluyen prólogos, pero no lo es menos el hecho de que éstos componen una buenaparte de tales antologías. De ahí su mención aquí.

" Cfr. Alberto Porqueras Mayo, El prólogo en el Renacimiento español, Madrid: CSIC, 1965 y Elprólogo en el Manierismo y Barroco españoles, Madrid, CSIC, 1968.

12 Gerard Génette, Seuils, París: Éd. du Seuil, 1987.13 Cfr. Rafael Cano Aguilar, «Los prólogos alfonsíes», Cahiers de Linguistique Hispanique médié-

vale, 14-15 (1989-90), págs. 79-90.14 Cfr. Manuel Alvar Ezquerra, «Los prólogos del Diccionario académico. Nomenclatura específica

y microestructura». Revista de Filología Española, 63 (1983), págs. 205-22, y «El Diccionariode la Academia a través de sus prólogos: los planteamientos y el vocabulario general», Philolo-

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de Nebrija,15 componen la nómina de los prólogos lingüísticos comentados.16

Pensamos, pues, que sería buena idea reunir algunas muestras de estos textosy, a la vez que esbozar una clasificación, tratar de encontrar los tópicos e ideasprincipales que ahí aparecen con el fin de contribuir al panorama de la historio-grafía lingüística antes mencionado.

En general, el prólogo, en sus diversas modalidades, responde a la tendenciaa realizar preliminares en cualquier manifestación humana. Como afirma el pro-fesor Porqueras,

el prólogo es algo que pertenece a un fenómeno tan amplio como la función in-troductiva radicada en los últimos resortes de la vida humana. Hacemos prólogoso preparaciones para todo. Para comprar, para vender, para hacer el amor. Siem-pre «preparamos» para «algo». De aquí que la expresividad humana está llena deprólogos.17

Como sabemos, esta función introductiva se vio tempranamente formalizadagracias a la retórica, en la parte del discurso llamada exordio cuya finalidad erala presentación de la causa ante el receptor y, consecuentemente, la obtención desu disposición favorable hacia el planteamiento del orador;18 así, desde la épocaclásica, la oratoria y también el teatro, si bien de otra forma,19 establecen y con-forman distintos tipos de prólogo que darán lugar, a lo largo del tiempo, a lasdiversas formas y funciones que ha tenido y tiene esa pieza introductoria.

Pero a pesar de tal diversidad, puesto que comparten esa característica básicaque sirve a la función introductiva, en los prólogos se han desarrollado los tópi-cos como quizá en ningún otro tipo de texto. No entraremos aquí en las cuestio-nes retóricas; autores más autorizados lo han hecho ya,20 y, por otra parte, tam-poco es nuestra finalidad. Sirvan únicamente estas pinceladas como punto departida para situar el concepto de prólogo antes de proceder al análisis de nues-tros textos. Sí insistiremos, sin embargo, en que es la retórica la que da pie a lostópicos al establecer los principales objetivos del exordio: la captatio benevo-

gica Hispaniensia in honorem Manuel Alvar, II, Madrid: Gredos, 1985, págs. 33-44.15 Cfr. E. Asensio, «La lengua, compañera del Imperio», Revista de Filología Española, XLIII

(1960), págs. 399-413, y J. M. Solá-Solé, «Villalón frente a Nebrija», Romance Philology, 28/1(1974), págs. 35-43.

16 Ha sido también objeto de comentario el prólogo de la Minerva de El Brócense (cfr. J. M. Maes-tre Maestre, «Barbaíos Perotos: los tópicos del prólogo-dedicatoria de la Minerva», Actas delSimposio V Centenario de la publicación de la Minerva, Cáceres, 1989, págs. 203-32; y «ElBrócense contra Nebrija: nuevos datos del prólogo-dedicatoria de la Minerva», Alor Novísimo,16-18 (1988/90), págs. 22-32; por no tratarse de una obra dedicada a la lengua vulgar, no lahemos considerado en nuestro estudio.

17 Cfr. A. Porqueras Mayo, El prólogo en el Renacimiento español, Madrid: CSIC, 1965, pág. 4.18 Cfr. Tomás Albaladejo, Retórica, Madrid: Ed. Síntesis, 1989, pág. 82.

Vid. la explicación que realiza A. Porqueras Mayo con respecto a la formación del concepto«prólogo» en su obra El prólogo como género literario, Madrid, CSIC, 1957, págs. 21-43.

20 Cfr., entre otros, H. Lausberg, Manual de Retórica Literaria, Madrid: Gredos, 1966/68.

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lentiae y el iudicem attentum parare. Básicamente en torno a estos fines gira lautilización de tópicos como: la dedicatoria a alguien, sea personaje notable osimplemente el lector; la novedad de lo que se va a leer y, en consecuencia, lanecesidad imperiosa de atención por parte del receptor; la obligación, por partedel que sabe, de divulgar los conocimientos; etc.21 Todo ello, y algo más, apare-cerá en los textos estudiados.

El punto de referencia por antonomasia para el estudio de la historia de lasideas lingüísticas durante el Siglo de Oro, en España y con el español como len-gua base es, sin duda, la obra de Antonio de Nebrija. El prólogo a su Gramáticade la lengua castellana (1492) ha sido objeto de comentario en varias ocasio-nes.22 No nos detendremos, pues, en él, pero sí lo consideraremos como tal refe-rencia obligada. Hemos acudido, además, a las siguientes obras, que consigna-mos según áreas temáticas y por orden cronológico:

Ortografía:Alejo Venegas (1531), Tractado de orthographia y accentos en las tres lenguas

principales.Bartolomé Jiménez Patón (1614), Epítome de la ortografía castellana.Gonzalo Correas (1630), Ortografía Kastellana nueva iperfeta.

Gramática:Anónimo de Lovaina (1555), Vtil y breve institvtion para aprender los principios y

fundamentos de la lengua hespañola.Cristóbal de Villalón (1558), Gramática castellana.Bartolomé Jiménez Patón (1614), Instituciones de la gramática española.Jerónimo de Texeda (1619), Gramática de la lengua española.Gonzalo Correas (1627), Arte Kastellana.Gonzalo Correas (1635), Arte de la lengua española castellana.

Etimología /Lexicografía:Francisco del Rosal (1601), Diccionario etimológico.Bernardo de Aldrete (1606), Del origen y principio de la lengua castellana o ro-

mance que oi se usa en España.Sebastián de Covarrubias (1611), Tesoro de la lengua castellana o española.

El tema central de este conjunto variado de obras es, desde diversas perspec-tivas, la lengua española, a pesar de que, en ocasiones, ésta aparezca en compa-ñía de otras lenguas vulgares y clásicas. Entre las gramáticas, hay dos que estánclaramente dirigidas a la enseñanza a extranjeros (Lovaina y Texeda); las res-tantes, podemos decir que trascienden ese empeño, si bien, lo contemplan.

Antes de pasar al contenido de los prólogos, veamos qué formas toman y quédenominaciones utilizan nuestros autores para designar los textos con los que,

21 Cfr. E. R. Curtius, Literatura Europea y Edad Media Latina, México: FCE, 1981, vol. I, págs.131-36. Cfr., también, A. Porqueras Mayo, ops. cits. y G. Génette, op. cit.

22 La mayoría de estudios sobre la Gramática de Nebrija inciden sobre las ideas del prólogo. Cfr.,además, n. 14.

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mediante diversos recursos, presentan sus respectivas obras. Así, según la es-tructura, los prólogos estudiados pertenecen, en general, al tipo de «prólogo-dedicatoria». Para el profesor Porqueras Mayo, este tipo, normalmente, carecede importancia literaria pues solo pretende cumplir «un fin de servicio y acata-miento del que redunda una protección».23. Para nosotros, en cambio, sí tieneimportancia, pues, aparte de que se da ampliamente en nuestro ámbito, no po-demos olvidar que el famoso prólogo de Nebrija a su Gramática de la lenguacastellana es, precisamente, una dedicatoria a la reina Isabel, y el valor de esapieza, desde todos los puntos de vista, nos parece incuestionable. Por su parte,Génette destaca el hecho de que las dedicatorias muchas veces invaden el terre-no de los prefacios, puesto que, aparte del elogio al dedicatario, pueden incluirinformaciones sobre las fuentes y la génesis de la obra, así como comentariossobre su forma y su significación.24

La estructura del prólogo-dedicatoria, en nuestro conjunto, se resuelve de di-versas formas, englobadas en dos grandes grupos, según el destinatario. En pri-mer lugar, encontramos las dedicatorias, muy usuales, dirigidas a algún perso-naje notable, que puede ser un rey o reina como Isabel (Nebrija), Felipe III(Aldrete) y Felipe IV (Correas, Ortografía Kastellana y Arte Kastellana); prín-cipes, como Baltasar Carlos, hijo de Felipe IV (Correas, Ortografía Kastellana);o bien algún noble como don Enrique Guido de la Trimulla, aristócrata francés,a quien dedica su obra Texeda. Incluso, se da la posibilidad de dedicatoria a otroautor, como es el caso de Jiménez Patón, quien ofrece su gramática a Covarru-bias y a su obra, Tesoro de la lengua castellana o española, por la que sentía, ajuzgar por las palabras que emplea en su texto, una gran admiración.

La dedicatoria era, por lo general, un elogio recompensado, bien monetaria-mente, bien por medio de algún tipo de protección; ello, naturalmente, si se tra-taba de personajes poderosos política y/o económicamente. Con el paso deltiempo y el cambio en las estructuras sociales y en las mentalidades, la dedicato-ria meramente elogiosa con fines interesados iría desprestigiándose;25 pero, enaquellos momentos, es plenamente vigente. Por otra parte, en el caso de este ti-po de obras, esa práctica se tiñe de una consistencia especial, al tratarse de untema peliagudo en el momento: la valoración de la lengua vulgar; a ello se lesuma algo que no podemos olvidar y es el hecho de que la lengua siempre ha si-do un instrumento político.

En el caso de Jiménez Patón, la dedicatoria tiene otro tinte: el de la relaciónintelectual entre autor y destinatario. La admiración de aquél por el autor del Te-soro le hace invocar la protección de Covarrubias, como ser superior, no eco-nómica, sino intelectualmente, y no sin una cierta y eficaz -diríamos- utiliza-ción, al mismo tiempo, del tópico de la modestia. En cualquier caso, la

23 Cfr. A. Porqueras Mayo, El prólogo como género literario, pág. 112.24 Gerard Génette, op. cit., pág. 116.25¡bid. pág. 115.

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dedicatoria conlleva la implicación de su destinatario por parte del autor; aquélresulta ser parte en la realización de la obra, o, como mínimo, es responsable deella en cierta medida.26 Este hecho es el que el autor trata de aprovechar paraconseguir un favor, una remuneración, protección para su obra o sus propues-tas27 o, más sutilmente, para quedar bajo la estela intelectual del objeto de admi-ración, ya que en el fondo subyace el afán por igualarle:

Vna milicia profesamos, vna empresa pretendemos, aunque ocupando diferentesplacas, V.m. de general, yo de mínimo soldado; con tal capitán puedo prometer-me buenas esperances y asegurar buen suceso: [...] Que quando es león el capitán,no se duda de la gloria, aunque sea el soldado cieruo.28

En segundo lugar, aparecen las dedicatorias y menciones al lector, que pue-den presentarse de diversas formas: simplemente con un «Al letor/lector» (Co-varrubias, Jiménez Patón, Villalón), o bien mediante las fórmulas «Al benignolector» (Venegas, Anónimo de Lovaina) o «Al lector salud» (Texeda). Es tam-bién bastante habitual que estas obras incluyan ambas posibilidades: una dedi-catoria a un personaje notable y una nota dirigida al lector (Covarrubias; Texe-da; Correas, Arte Kastellaná). Todas estas formas, además, pueden ir precedidasde la denominación que el autor dé a su texto presentador, que aquí son «Prólo-go» (Venegas), «Prohemio» (Villalón), «Dedicatoria» (Jiménez Patón) y «Avi-so» (Correas, Arte Kastellaná).

Aparte de estos prólogos-dedicatoria mencionados, también hallamos,entre los estudiados, un breve «Prólogo del autor»29 de Del Rosal y una am-plia «Introduzión a la arte castellana» en el Arte de la lengua española ocastellana de Correas.

Con respecto al contenido de los prólogos, diremos que, obviamente, enellos aparece el elogio y la defensa de la lengua castellana, tal y como se hamencionado en numerosas ocasiones.30 Por supuesto, hay elogios más o menos

26 Génette habla del dedicatario como una especie de inspirador ideal que sostiene la obra a la vezque participa de ella; op. cit., pág. 126.

27 En este sentido, Correas, por ejemplo, es explícito en su Ortografía Kastellaná, al decir al reyque si éste «hace común» la ortografía propuesta por él, los beneficios serán la «onrra de la na-ción» y la fama eterna para el propio rey. Insiste en ello con palabras parecidas en la 'Intro-duzión a la arte castellana'.

28 B. Jiménez Patón, Epítome de la ortografía latina y castellana. Instituciones de la gramática es-pañola, A. Quilis y J.M. Rozas, eds., Madrid, CSIC: 1965, pág. 90.

29 Sin embargo, en el interior del texto, hay una apelación directa al destinatario-lector: «...hallarás,lector prudente...», con lo cual creemos que puede considerarse, asimismo, una dedicatoria.

Cfr. L. Terracini, «Alabanza de lengua, menosprecio de gente, en la cultura lingüística españolade los Siglos de Oro», Actas del X Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas, A.Vilanova, ed., Barcelona, PPU, 1992, págs. 55-76. Por otra parte, también el profesor Porque-ras, en su obra de 1965, incluye entre los tópicos de los prólogos que revisa el elogio a la len-gua castellana (págs. 10-14).

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directos: cuando Correas, en su «Introduzion a...», utiliza términos como flore-cer, cumbre, o inperio, aplicados a la lengua castellana, está sin duda ensalzán-dola de forma directa, en la estela nebrisense, pero con una novedad con res-pecto al autor de la Gramática de 1492, ya que Correas, en 1635, se congratulade la notable cantidad de libros que existen en castellano, algo que Nebrija nopodía celebrar con la misma intensidad. Pero también es un elogio, si bien másoblicuo, el hecho de considerar esta lengua vulgar como capaz de ser reducida aarte (esa era una de las «capacidades» más celebradas de las lenguas clásicas:precisamente por ello habían permanecido), y en ello inciden, tras Nebrija, unVillalón combativo, en el prólogo a su Gramática castellana de 1558 y Cova-rrubias, en su Tesoro, cincuenta y tres años después, con mayor tranquilidad,31

la que puede dar el haberse hecho casi «normal» algo que antes no lo era: la pu-blicación de gramáticas vulgares. Por otra parte, el paralelismo con el latín yotras lenguas clásicas no queda simplemente en eso, y así, en algunos de estostextos vemos cómo los autores (Correas, Covarrubias y, sobre todo, Aldrete) seesfuerzan por equiparar el español con el latín, el griego e, incluso, el hebreo,dependiendo, claro está, de la corriente en la que cada uno de ellos se inserta enlo que respecta a la cuestión del origen de la lengua española.

Otro aspecto digno de destacarse es el que se refiere a las alusiones a la no-vedad del tema y/o de la obra. Estas alusiones presentan diversas implicacionesinteresantes. Partimos del hecho retórico de querer llamar la atención del públi-co con un recurso habitual («¡Atención: lo que voy a decir y hacer nadie lo hadicho ni hecho antes!»); pero en estos casos, hemos de reconocer que el tema,en sus diversas vertientes, era realmente nuevo. ¿Quién antes de Nebrija se ha-bía ocupado de la lengua vulgar con los planteamientos que todos conocemos?Por otra parte, y a pesar de esa temprana incursión en el asunto -sabemos que laGramática nebrisense no fue precisamente un best-seller-, desde una perspecti-va de ideario general, el tema no sólo no se había agotado sino que ni siquiera sehabía dado por iniciado. Con mayor o menor honradez,32 el tópico de «soy elprimero en hacer esto» se va a repetir durante bastante tiempo. Pero, insistimos,quizá éste es el ámbito en el que está más justificado o, dicho de otra forma, esen el que el tópico es menos tópico.

Y es que no hemos de olvidar que en materia ortográfica, por ejemplo, noexistía norma, sólo tendencias según los diversos criterios de uso, pronunciacióno etimología. El resultado de tal situación, hace decir a quien propone una solu-ción -en este caso, Correas-, que es el primero que se atreve a hacerlo y, enconsecuencia, defiende su postura: de ahí las críticas a quienes temen la nove-dad. Introduce asimismo la idea de que lo que se ha aprendido antes no es «in-

«y esto todo está advertido por algunos autores modernos que han reduzidonuestra lengua a método, haziendo arte de gramática española», op. cit., pág. 20.

32 Cfr. Solá-Solé, art. cit., quien compara los prólogos de Villalón y de Nebrija, escudriñando el hi-potético plagio por parte de Villalón.

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violable», es decir, que hay que saber romper con lo anterior para introducir esanovedad necesaria que mejorará lo previo. Podemos, pues, encontrarnos, asi-mismo, con la idea de que sí puede haber algo antes, pero se trata de algo de-fectuoso. En consecuencia, el autor que llama la atención sobre este hecho seconvierte, a su vez, en el primero, porque, evidentemente, lo que éste presentaen su obra sí está perfectamente resuelto; se trataría, pues, de un planteamientocomo sigue: «No soy el primero en hacer algo, pero sí lo soy en hacerlo así». Deesta forma justifican su trabajo el propio Correas, Villalón, Del Rosal, Aldrete yCovarrubias. No sólo, pues, en el ámbito de la ortografía se defiende esta idea,sino también en el de la gramática y en el del tratamiento del léxico, en los cua-les, ciertamente, el trabajo de estos autores representó, una verdadera novedad.

Finalmente, otra idea que nos parece destacable es la que incide en los pro-vechos que se derivan de la obra presentada, en sus múltiples vertientes. Una deellas es la política: en clara alusión al personaje dedicatario, con poder políticosi se trata de reyes, reinas o príncipes, los autores encarecen el beneficio para elimperio o reino que se seguirá de la aceptación de sus propuestas (Nebrija, Co-rreas). Hay quienes prefieren hacer hincapié en la utilidad de la obra desde unpunto de vista más pragmático: es el caso de las gramáticas claramente orienta-das a la enseñanza de extranjeros, como el Anónimo de Lovaina o la Gramáticade Texeda, quien destaca en su obra la utilización de ejemplos para un mayoraprovechamiento. Pero también las gramáticas no únicamente concebidas paratal fin, como las de Nebrija, Villalón o Correas, inciden en este aspecto. Ade-más, algunas de las obras estudiadas muestran un afán pedagógico claro: se tratade que los niños españoles aprendan a escribir y a pronunciar correctamente elespañol, o bien que, a través del conocimiento de la gramática de lo que les esmás próximo, su lengua materna, puedan acceder a lo que les es más ajeno, lagramática del latín. Ésta es una idea que se repite también en estos textos: loprimero es lo primero; hay que empezar por lo más fácil y asequible para pasarluego a lo más difícil. Y esto se aplica en la enseñanza de las lenguas y de lasestructuras gramaticales, como hemos visto, pero también en la de la ortografía:tanto Correas como Jiménez Patón valoran el hecho de que hay que empezar porlo más nimio, las letras, para ir siguiendo el proceso, lento pero lógico, de avan-zar en el orden natural de las cosas. Para los autores citados, eso es lo más con-veniente y pedagógico.

Hasta aquí hemos querido mostrar algunas de las ideas -sabiendo que quedamucho por decir- que aparecen en estos textos, los prólogos de obras lingüísti-cas del Siglo de Oro, de los que hemos revisado unos pocos, llegando a la con-clusión general de que, en esta materia lingüística, algunos de los tópicos utili-zados, en realidad, no lo son tanto, pues está claro que la labor de los gramáticosque prestaron su atención a la lengua vulgar en aquellos momentos constituyóuna revolución epistemológica notable que se aprecia claramente en las ideascomentadas.

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Teoría literaria

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