Apuntes sobre la evolución del concepto de “territorio” en la investigación del Paleolítico...

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El análisis arqueológico del territorio ha sufrido en las últimas décadas una evolución decisiva dentro de la investigación de la Prehistoria Cantábrica, convirtiéndose en la actualidad en una aproximación básica para la comprensión de las formas de vida de las sociedades que pobla- ron este marco geográfico. Ello se ve reflejado en la gran profusión de trabajos que, aunque de forma diferente, han tratado y tratan esta cuestión en detalle, y que conforman en su conjunto el pre- sente estado de conocimiento sobre la noción de territorio para este período. El Paleolítico se nos ofrece como un marco cronológico idóneo para entender este proceso por dos motivos: primero, porque su estudio, en el cual el análisis de la territorialidad debe jugar un papel destacado en los próximos años, continúa siendo de gran actualidad dentro de la disciplina prehistórica cantábrica; y segundo, porque es en períodos tan complejos y todavía desconocidos como éste donde mejor se puede valorar la apli- cabilidad y posibilidades reales de las diversas aproximaciones territoriales que se han propuesto hasta la fecha. MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 59 81-99 SAN SEBASTIÁN 2008 ISSN 1132-2217 Recibido: 2008-09-30 Aceptado: 2008-11-10 Apuntes sobre la evolución del concepto de “territorio” en la investigación del Paleolítico Cantábrico On the evolution of the concept of “territory” in Cantabrian Palaeolithic research RESUMEN El presente artículo tiene por objeto la revisión crítica de aquellos trabajos que desde los inicios de la investigación arqueológica han trata- do, de forma directa o indirecta, el análisis del comportamiento territorial de las sociedades del Paleolítico Cantábrico, a fin de elaborar un breve estado de la cuestión en torno a la validez de los modelos teórico-metodológicos propuestos y la aplicabilidad de los análisis territoriales a este período aún tan ignoto. Como resultado, se observa una evolución en el modo de entender y estudiar los “territorios”, que hay que contextualizar dentro de las pro- pias inercias historiográficas, y que ha derivado en una profusión de visiones parciales que creemos necesario superar en años venideros. ABSTRACT The main aim of this contribution is to make a review of those works that have tried to analyze the territorial behaviour of Cantabrian Palaeolithic societies since the beginnings of the archaeological research, with the object of elaborating a present state of the research concerning the vali- dity of the proposed theoretical-methodological models and the applicability of territorial analysis for this still so unknown period. As a result, we can observe an evolution in the ways of understanding and studying “territories”. This fact, that can be explained in the con- text of the historiographic trends, has led to the appearance of many partial views which researchers must overcome in the next years. LABURPENA Arkeologia-ikerketen hastapenetatik gaur egunera arte Kantabriar Paleolitoko gizarteen lurraldetasuna zuzenean edo zeharka jorratu duten artikuluen lanketa kritikoa egitea da artikulu honen helburu nagusia. Lanketa horrek helburu hau du: proposatu izan diren eredu teoriko eta meto- dologikoak baliagarriak diren eta hain ezezaguna den aro horretan lurraldetasun-azterketak egitea erabilgarria den aztertzea. Azterketa horri esker, urteetan zehar “lurraldeak” ulertzeko eta ikertzeko moduak aldatu egin direla ikus dezakegu. Aldaketa horiek inertzia historiografikoen baitan ulertu behar ditugu. Inertzia horiek direla eta, gai horri buruzko ikuspegi partzialak ugaritu egin dira, eta datozen urtee- tan gainditu egin beharko ditugu ikuspegi horiek. Javier ORDOÑO (1) PALABRAS CLAVES: Prehistoria, Territorialidad, Historiografía, Región Cantábrica, Paleolítico. KEY WORDS: Prehistory, Territoriality, Historiography, Cantabrian Spain, Palaeolithic. GAKO-HITZAK: Historiaurrea, lurraldetasuna, historiografia, Kantabriar eskualdea, Paleolitoa. (1) Becario FPI del Gobierno Vasco (BFI05.431). Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología. Universidad del País Vasco. C/ Francisco Tomás y Valiente s/n, 01006 Vitoria-Gasteiz. [email protected].

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El análisis arqueológico del territorio ha sufridoen las últimas décadas una evolución decisivadentro de la investigación de la PrehistoriaCantábrica, convirtiéndose en la actualidad enuna aproximación básica para la comprensión delas formas de vida de las sociedades que pobla-ron este marco geográfico. Ello se ve reflejado enla gran profusión de trabajos que, aunque deforma diferente, han tratado y tratan esta cuestiónen detalle, y que conforman en su conjunto el pre-sente estado de conocimiento sobre la noción deterritorio para este período.

El Paleolítico se nos ofrece como un marcocronológico idóneo para entender este procesopor dos motivos: primero, porque su estudio, en elcual el análisis de la territorialidad debe jugar unpapel destacado en los próximos años, continúasiendo de gran actualidad dentro de la disciplinaprehistórica cantábrica; y segundo, porque es enperíodos tan complejos y todavía desconocidoscomo éste donde mejor se puede valorar la apli-cabilidad y posibilidades reales de las diversasaproximaciones territoriales que se han propuestohasta la fecha.

MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 59 81-99 SAN SEBASTIÁN 2008 ISSN 1132-2217

Recibido: 2008-09-30Aceptado: 2008-11-10

Apuntes sobre la evolución del concepto de “territorio”en la investigación del Paleolítico Cantábrico

On the evolution of the concept of “territory”in Cantabrian Palaeolithic research

RESUMEN

El presente artículo tiene por objeto la revisión crítica de aquellos trabajos que desde los inicios de la investigación arqueológica han trata-do, de forma directa o indirecta, el análisis del comportamiento territorial de las sociedades del Paleolítico Cantábrico, a fin de elaborar un breveestado de la cuestión en torno a la validez de los modelos teórico-metodológicos propuestos y la aplicabilidad de los análisis territoriales a esteperíodo aún tan ignoto.

Como resultado, se observa una evolución en el modo de entender y estudiar los “territorios”, que hay que contextualizar dentro de las pro-pias inercias historiográficas, y que ha derivado en una profusión de visiones parciales que creemos necesario superar en años venideros.

ABSTRACT

The main aim of this contribution is to make a review of those works that have tried to analyze the territorial behaviour of Cantabrian Palaeolithicsocieties since the beginnings of the archaeological research, with the object of elaborating a present state of the research concerning the vali-dity of the proposed theoretical-methodological models and the applicability of territorial analysis for this still so unknown period.

As a result, we can observe an evolution in the ways of understanding and studying “territories”. This fact, that can be explained in the con-text of the historiographic trends, has led to the appearance of many partial views which researchers must overcome in the next years.

LABURPENA

Arkeologia-ikerketen hastapenetatik gaur egunera arte Kantabriar Paleolitoko gizarteen lurraldetasuna zuzenean edo zeharka jorratu dutenartikuluen lanketa kritikoa egitea da artikulu honen helburu nagusia. Lanketa horrek helburu hau du: proposatu izan diren eredu teoriko eta meto-dologikoak baliagarriak diren eta hain ezezaguna den aro horretan lurraldetasun-azterketak egitea erabilgarria den aztertzea.

Azterketa horri esker, urteetan zehar “lurraldeak” ulertzeko eta ikertzeko moduak aldatu egin direla ikus dezakegu. Aldaketa horiek inertziahistoriografikoen baitan ulertu behar ditugu. Inertzia horiek direla eta, gai horri buruzko ikuspegi partzialak ugaritu egin dira, eta datozen urtee-tan gainditu egin beharko ditugu ikuspegi horiek.

Javier ORDOÑO(1)

PALABRAS CLAVES: Prehistoria, Territorialidad, Historiografía, Región Cantábrica, Paleolítico.KEY WORDS: Prehistory, Territoriality, Historiography, Cantabrian Spain, Palaeolithic.GAKO-HITZAK: Historiaurrea, lurraldetasuna, historiografia, Kantabriar eskualdea, Paleolitoa.

(1) Becario FPI del Gobierno Vasco (BFI05.431). Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología. Universidad del País Vasco. C/ FranciscoTomás y Valiente s/n, 01006 Vitoria-Gasteiz. [email protected].

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A pesar de las limitaciones para sintetizar másde 90 años de historiografía en tan poco espacio,la revisión de las principales aportaciones realiza-das desde la disciplina prehistórica al conoci-miento de la territorialidad en el período y ámbitogeográfico elegidos será el objetivo principal delas páginas que siguen a continuación, lo que nospermitirá valorar al mismo tiempo:

a) la evolución de la noción de territorio en el senode esas mismas aportaciones,

b) la repercusión de las diversas herramientas teó-rico-metodológicas empleadas en su estudio,

c) y, por último, la incidencia de todo lo anterior enel estado de conocimiento actual sobre la terri-torialidad en el Paleolítico, desde un punto devista epistemológico.

1. EL CONCEPTO DE TERRITORIO EN LAHISTORIOGRAFÍA DEL PALEOLÍTICO CANTÁBRICO

Han sido varias las propuestas realizadasdesde la disciplina prehistórica para el estudio delcomportamiento territorial de las sociedades pale-olíticas. Éstas se han ido sustituyendo o perfeccio-nando con el paso del tiempo y con la ayuda deotras disciplinas, como la Geografía o la Etnografía,entre otras. Dentro de esta continua evolución, quedifiere de la observada en ámbitos como el anglo-sajón o el francés, sobre todo en lo referente a ladistinta incidencia de ciertas tendencias teórico-metodológicas y, en especial, al diferente ritmo enque se ha manifestado la aparición de nuevosmodelos de análisis territorial (como se puedeobservar en la Tabla I), podemos distinguir tresmomentos principales que han marcado el devenirde la labor investigadora y que se reflejan en losestudios de carácter territorial: el que va desde losinicios de la disciplina prehistórica hasta principiosde los años 70; el período de “revolución” teórico-metodológica comprendido entre 1975 y 1990; y,finalmente, los nuevos aportes y tendencias de lainvestigación surgidos en los últimos años.

1.1. En la “prehistoria” de la noción de territorio.Los trabajos anteriores a 1975

A finales del S. XIX y sobre todo a principios delXX, asistimos a la fase de construcción e institucio-nalización de la disciplina prehistórica en la RegiónCantábrica. Es en este momento cuando se empie-zan a excavar y estudiar numerosos yacimientos de

cronología paleolítica y, más importante, se confor-ma el germen de la posterior investigación delPaleolítico, gracias a la destacada labor de pione-ros como Sanz de Sautuola, Alcalde del Río, Sierra,Breuil u Obermaier en la antigua provincia deSantander, el Conde de la Vega del Sella yHernández Pacheco en Asturias, y el equipo multi-disciplinar liderado por Barandiarán en el PaísVasco, entre otros. Influidos mayormente por lacorriente histórico-cultural de tradición francesa,para la cual la práctica arqueológica descansabasobre el estudio de los tres pilares clásicos ‘crono-logía, estratigrafía y tipología’, éstos comenzaron aelaborar las primeras propuestas interpretativassobre el Paleolítico cantábrico. En ellas, el objetivoprincipal de la investigación era reconstruir, muchasveces de forma sincrónica, la forma de vida de los“pueblos” que establecieron su hábitat en cadayacimiento a través del análisis de los artefactos, losrestos de fauna presumiblemente consumida halla-dos in situ y las excelentes manifestaciones artísti-cas dejadas por aquéllos, obviando generalmenteel reconocimiento del entorno inmediato al yaci-miento y de las posibles relaciones del ser humanocon éste, seguramente por la ausencia de herra-mientas teórico-metodológicas destinadas a talefecto. La existencia de cualquier análisis de tipoterritorial se hacía, por lo tanto, muy difícil en un con-texto donde la ordenación cronocultural y la com-paración entre secuencias de yacimientos diferen-tes (tomando como paradigma las definidas en elámbito francés, como las de Mortillet o Breuil) eranla parte esencial del estudio arqueológico. A losumo, se intentaba explicar la homogeneidad oheterogeneidad cultural observada en el registroarqueológico (esencialmente, en las industrias) delámbito cantábrico a través de la definición de dife-rentes “áreas culturales”, cuya razón de ser se jus-tificaba habitualmente en la diferenciación étnica(por no decir racial) y cuya distribución era explica-da a través de procesos tan clásicamente recurri-dos como la difusión cultural o la migración.

Por el contrario y de manera excepcional, tene-mos que destacar los primeros esfuerzos destina-dos a la reconstrucción paleoambiental a través delanálisis bioestratigráfico de la fauna (VEGA DELSELLA, 1921; ARANZADI y BARANDIARÁN, 1935)y, sobre todo, la formulación de las primeras hipóte-sis sobre las estrategias de caza y pesca, en las quepor primera vez se habla de “territorios de caza”(HERNÁNDEZ PACHECO, 1923), la discusión

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nomadismo-sedentarismo (OBERMAIER, 1925), lospatrones de asentamiento y la estacionalidad, eltransporte de las presas e incluso del posible inter-cambio de materias primas (CARBALLO y LARÍN,1933), si bien son aproximaciones todavía incipien-

tes (a veces sólo meras intuiciones o especulacio-nes tendentes al relato etnográfico) y que no partici-pan de un proyecto de análisis territorial concreto, locual no les resta ningún mérito si tenemos encuenta el contexto en el que se emitieron.

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Lamentablemente, la Guerra Civil española(1936-39) supone una interrupción de la inves-tigación, cortándose de raíz la progresiónobservada en los estudios antes de su inicio.Numerosos proyectos de excavación sonabandonados y se disuelven los prometedoresgrupos de investigación formados en las déca-das anteriores, de los cuales varios componen-tes se ven obligados a exiliarse (caso de J. M.de Barandiarán o Bosch Gimpera) o renunciara sus cargos académicos. En cambio, sonpocos los investigadores que aparecen enescena en estos años y además aportan bienpoco en cuanto a mejoras en la teoría y prácti-ca arqueológica. Podemos decir, por lo tanto,que en la investigación del Paleolítico en laRegión Cantábrica se da una sustitución deprotagonistas, pero no de los principios teóri-co-metodológicos desarrollados en la etapaprevia. Como consecuencia de todo lo anterior,se produce una fase de estancamiento de lalabor investigadora y, posteriormente, la conso-lidación durante la Dictadura de una visión par-ticularista tradicional, amparada por el aisla-miento intelectual que evitó la importación denuevas perspectivas y técnicas de análisis delextranjero, como las que se venían desarrollan-do en Francia y en el mundo anglosajón (p. ej.,las ligadas al Funcionalismo). La Arqueologíaprehistórica del momento, al servicio delRégimen, dirigió muchas veces sus esfuerzosa demostrar la existencia de una “unidad étni-ca hispana” desde el Paleolítico, por lo que elestudio de las secuencias culturales y lasindustrias alcanzó su punto álgido, aunque enla práctica fueron períodos más recientes (casode las culturas célticas e íberas) los más ymejor investigados en estos años. Por contra,se acentuó el abandono de estudios sobretemas sociales o económicos, ocasionalmenterelegados a breves apéndices (ALMAGROBASCH, 1947), excepto por la publicaciónexcepcional (a veces desde el exilio) de algu-nos trabajos donde sí se trataban con mayorprofundidad estos factores e incluso se propo-nía algún modelo de territorialidad y de análisisterritorial (BARANDIARÁN, 1953) cercano alestudio de los “patrones de asentamiento”, quepor entonces comenzaban a tener éxito en lainvestigación anglosajona.

Sólo a partir de los años 60 se aprecia unincremento de la producción investigadoracausado por varios factores como son (1) laincorporación de una nueva generación deinvestigadores locales que comienzan a asumirprotagonismo en la investigación delPaleolítico, (2) la introducción de nuevas pers-pectivas teórico-metodológicas muchas vecesimportadas del extranjero, (3) la progresivaespecialización evidenciada en los estudios(industria, arte, fauna, paleoclimatología, antro-pología física), (4) la creación de los primerosequipos de investigación pluridisciplinares conla cada vez más recurrente colaboración deespecialistas foráneos para el estudio de algu-nos yacimientos clave (Cueva Morín, El Otero,cuevas del Monte Castillo, Lezetxiki oAitzbitarte), teniendo por precedente el intentode proyecto multidisciplinar realizado en losaños 50 en la cueva de El Pendo (GONZÁLEZECHEGARAY y FREEMAN –eds.-, 1980), y (5)la consolidación de varias instituciones quehoy en día son referentes en la investigacióndel Paleolítico cantábrico. Como no podía serde otro modo, estos hechos promovieron lareconsideración de temas olvidados como lossociales y sobre todo los económicos, y lo másimportante, se empezó a detectar un incipientey explícito interés por el análisis de la territoria-lidad paleolítica (GÓMEZ TABANERA, 1974) ode factores relacionados con ella como la pale-oecología (BUTZER, 1972), aunque todavíacontinuaba sin definirse un modelo conceptualde territorio.

1.2. La revolución teórico-metodológica del aná-lisis territorial (1975-1990)

No será hasta mediados de los años 70cuando se den los cambios necesarios parasuperar la visión obsoleta y tradicionalmenteanclada en el estudio de los “artefactos” y lassecuencias cronoculturales, que pocos añosantes había recibido además un nuevo impulsogracias a la propuesta de estudio tipológico sis-tematizada por F. Bordes y D. de Sonneville-Bordes al otro lado de los Pirineos. Es en estosmomentos cuando la disciplina arqueológicacomienza a hacerse permeable a la llegada denuevas ideas y perspectivas de análisis prove-nientes principalmente del extranjero que cala-rán dentro de esa nueva generación de arqueó-

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logos, haciéndose perceptible un cambio en losobjetivos principales de la investigación, ya nosólo centrada en ese estudio de secuencias eindustrias, sino también preocupada por cono-cer otros aspectos esenciales como la organiza-ción socio-económica, el paleoambiente y, porprimera vez, la territorialidad. A ello se le uniráasimismo la adquisición de nuevas herramientasmetodológicas que permitirán un acercamientomás analítico a la realidad del registro material,tanto en lo que se refiere a las técnicas de exca-vación y muestreo, como a las analíticas delaboratorio y, en especial, los análisis estadísti-cos, porcentuales y multifactoriales. Como resul-tado de las mejoras alcanzadas, se promoveráampliamente el trabajo de campo, dando pasoen las dos décadas siguientes a una nada des-deñable acumulación de información sobre elPaleolítico cantábrico, que será estudiada ydensamente publicada en monografías, artícu-los de revista y otros trabajos científicos.Entendemos que este cambio experimentadopor la disciplina prehistórica, por las consecuen-cias que ha tenido en el posterior desarrollo dela investigación y en concreto de los análisisterritoriales, se merece con razón el calificativode revolución (si se quiere, teórico-metodológicao analítica).

Ahora bien, ¿de qué manera afectó este pro-ceso al estudio de la territorialidad en elPaleolítico?

Como contexto previo, tenemos que decirque las nuevas vías abiertas en la investigaciónprehistórica anglosajona a partir de los años 50,en su aspiración a un conocimiento cada vez másintegral de las sociedades paleolíticas, veníansubrayando la necesidad de estudiar éstas nosólo en su dimensión temporal (o cronocultural,como se había hecho hasta entonces) si no ahoratambién en la espacial, instando al arqueólogo atrascender los límites (más conceptuales que físi-cos) impuestos por cada yacimiento. Ahora bien,para alcanzar este objetivo hacía falta definir unmodelo de articulación espacial adecuado a lascaracterísticas de los grupos cazadores-recolec-tores, dentro del cual se pudiesen entender lasrelaciones entre éstos y su entorno natural. Paraello, se recurrió a dos fuentes principales: por unlado, a la disciplina de la Geografía, que desdehacía tiempo venía definiendo las diferentes for-mas en que se articulaba tanto el medio físico

como el humano; y, por otro, a los estudios etno-gráficos de poblaciones cazadoras-recolectorasactuales (recordemos los trabajos de LewisBinford), que podían dar una idea aproximada delmodo en que los grupos paleolíticos entenderían,controlarían y organizarían su entorno natural. Esen este instante cuando empezó a adquirir senti-do el concepto de “territorio” como marco con-ceptual óptimo para entender la articulación delas sociedades del Paleolítico. Sólo que ahorarestaba determinar qué tipo de territorio podíainferirse de los datos disponibles para aquéllassociedades. A partir de aquí, la clave la iban amarcar dos factores: por un lado, el propio carác-ter del registro arqueológico; y, por otro, segura-mente más decisiva, la influencia académica decada arqueólogo.

En el caso de la Región Cantábrica, la inves-tigación, un paso por detrás respecto a los traba-jos que se venían realizando en el extranjero, reci-bió desde finales de los 70 las influencias de lavisión ecológico-económica impulsada dentro delProcesualismo anglosajón años atrás. Desde esteámbito se venía insistiendo, a través de obras tanrelevantes como las de J. G. Clark (1952) o el pro-pio Binford (1965, 1983), en el conocimiento de laadaptación de los grupos humanos a su medioambiente como uno de los objetivos primordialesdel arqueólogo (hay que tener en cuenta que enla doctrina procesual ésta era tenida como larazón principal del cambio cultural), dotándose alestudio de la actividad económica, entendidacomo base esencial de esa adaptación, de unaimportancia sobredimensionada. Y es dentro deeste marco conceptual donde se contextualiza laaparición de los primeros modelos territorialespropiamente dichos. A este respecto, J. M.Gómez Tabanera ya entreveía lo que iba a depa-rar el desarrollo en la década de los 80 de los pri-meros análisis territoriales cuando, a propósito deun conocido trabajo, resaltaba que «…quizá seimponga en un próximo futuro, una determinaciónde los territorios de caza fundada en la ecología yque permitan discernir claras unidades regiona-les…» (GÓMEZ TABANERA, 1980: 277). Y lo cier-to es que más razón no podía tener.

Como se puede inferir de lo anterior, las pri-meras propuestas de modelos territoriales debenentenderse dentro de la especial relevanciaadquirida en la investigación del Paleolítico can-tábrico en estos años por los estudios paleoeco-

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1972; STRAUS, 1976) visto el éxito alcanzadoaños antes en ámbitos como el norteamericano oel francés. Si bien este acercamiento no permitíaahondar en la delimitación de territorios más alláde la identificación de los biotopos explotadospor el hombre (lo cual ya era bastante), sí queposibilitaba acceder al conocimiento de cuestio-nes tan relevantes para el comportamiento territo-rial de las poblaciones como la funcionalidad y laestacionalidad de los asentamientos (DAVIDSON,1976), la movilidad anual de los grupos (ALTUNA,1983), las estrategias de caza (GÓMEZ TABANE-RA, 1980), etc.

Algo similar ocurrirá con los estudios paleoe-cológicos, que parecían olvidados desde casimedio siglo atrás salvo por algún excepcionalestudio de caso (Morín, Lezetxiki, Otero), peroque debido a ese afán por reconstruir el medioambiente al que se adaptaron los grupos huma-nos serán ahora promovidos ampliamente.Gracias a ello se desarrollarán las bases concep-tuales y metodológicas de disciplinas como lasedimentología, la arqueozoología o la paleopali-nología (otras, como por ejemplo la paleoantraco-logía, deberán esperar más tiempo), tan esencia-les por otra parte en los estudios arqueométricosactuales, y no menos importante, se fomentará laformación de un buen número de especialistas enestas materias. A parte de los estudios arqueozo-ológicos, que como hemos visto fueron emplea-dos para establecer interpretaciones más paleo-económicas que paleoambientales, son paradig-máticos trabajos como los de Boyer-Klein (1984),Dupré (1985), Iriarte (1986) o Sánchez Goñi(1987) en el estudio del polen fósil (sin olvidar losprecursores trabajos de Arl. Leroi-Gourhan en lasdécadas de los 60 y 70) o los de Butzer (1981),Hoyos (1981) o Laville (1983) en materia geoar-queológica, cuya aplicación al estudio delPaleolítico cantábrico ha sido muy relevante, sos-layando en cierto modo (ya que todavía es evi-dente hoy en día) el vacío de información sobre elmedio natural que existía en nuestro territorio conanterioridad.

A la par que se difundía este interés por laeconomía y la ecología, no podemos olvidar enestos años la influencia, aunque en el caso de laRegión Cantábrica fuese muy puntual, de los aná-lisis espaciales, cuyas bases conceptuales ymetodológicas se venían desarrollando igualmen-te bajo los auspicios del Procesualismo, en este

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nómicos, uno de cuyos objetivos principales seráel estudio de los “territorios económicos”, en loque supone la primera formulación clara de unmodelo de territorio con características muy con-cretas: será aquél cuyos límites y característicasvariarán en función de las necesidades económi-cas del grupo humano que lo controla. Hay quedecir que dentro de este ámbito se dieron dosvariantes o tendencias, diferenciadas más por losmétodos empleados y por los influjos académi-cos que por los objetivos:

- Por un lado, bajo la influencia de los trabajosde la conocida Escuela Paleoeconómica deCambridge, deudora de la obra de Clark y repre-sentada por autores como Jarman, Vita-Finzi,Higgs, Jochim o Davidson, llegarán a nuestroterritorio propuestas centradas en la delimitacióny el análisis de los llamados “territorios de capta-ción” o “de explotación” a través de modelosexplicativos tan conocidos como el SCA (SiteCatchment Analysis) o SET (Site ExploitationTerritory), que permitían establecer los límites delsupuesto territorio controlado por un grupo huma-no desde cada yacimiento (atendiendo a un cál-culo de los costes de desplazamiento) e identifi-car los recursos potenciales que podían serexplotados en éste, que después eran puestos enrelación con los recursos explotados de los quese tenía constancia en el registro material delyacimiento. En algunos casos, incluso se llegabaa proponer una supuesta distribución de territo-rios que no entraban en competencia económicaunos con otros, lo que supone una de las prime-ras propuestas sobre la lógica de articulaciónterritorial de los grupos del Paleolítico (BAILEY,1983), se pueda estar de acuerdo o no. A partede éste, disponemos de algún otro ejemplo des-tacado, como el de Bahn (1984), que a pesar decentrarse en el Pirineo francés, incluimos en tantoque los yacimientos más occidentales entraríandentro del ámbito de la Región Cantábrica.

- Mayor crédito tuvieron en la investigaciónlocal, en cambio, los análisis de las pautas desubsistencia y/o aprovechamiento de la fauna,que tenían como objetivos principales conocer lafunción económica de la fauna hallada en elregistro arqueológico y establecer una evolucióndiacrónica en los patrones de explotación de lamisma a través de los estudios arqueozoológicos,que desde principios de los años 70 se comen-zaron a incorporar en nuestro territorio (ALTUNA,

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movilidad estacional y/o jerarquización de asen-tamientos).

Sin embargo, lo cierto es que este tipo deestudios no tuvo el desarrollo deseado en nues-tro ámbito1, apareciendo ocasionalmente concarácter complementario a otros trabajos y casisiempre sin participar de propuestas teórico-metodológicas concretas (éstas comenzarán adesarrollarse en el seno de la arqueología espa-ñola a partir de mediados de los años 80). Comoexcepción, encontramos algunos trabajos pione-ros (tanto por su carácter como por su tempranafecha de aparición) en el estudio de esas rela-ciones espaciales tipo macro, ya fuese desdeuna visión cercana a la geografía social, como enel caso del Solutrense y Magdaleniense cantá-bricos (UTRILLA, 1977; CONKEY, 1980), desdeuna perspectiva económica (BUTZER, 1986), odesde el análisis de la distribución espacial delos asentamientos (ARAMBURU-ZABALA, 1984).En casi todos ellos se hipotetizaba sobre la fun-cionalidad y la jerarquía de los yacimientos cono-cidos (ej: campamentos permanentes o centra-les, ocasionales, estacionales, especializados,santuarios, etc.) y su plasmación en posiblesredes o modelos de ocupación del territorio casisiempre ligados a la supuesta movilidad estacio-nal de los grupos paleolíticos y en cuya configu-ración, por otro lado, no se tenía en cuenta laenorme dificultad por demostrar la coetaneidadreal entre diferentes contextos.

En otro orden de cosas, es también en estosaños (sobre todo a partir de finales de los 80)cuando el análisis de las industrias, que veníasiendo tanto por el carácter parcial intrínseco delregistro material como por tradición académicaun objetivo primordial en los estudios sobre elPaleolítico, sufrirá un cambio sustancial con laaplicación de los análisis tecnológicos y funcio-nales, permitiendo trascender la visión meramen-te tipologicista extendida en el marco de laarqueología del Sudoeste Europeo a lo largo detantos años. Su repercusión en los estudios decarácter territorial, sobre todo en el caso de losprimeros, se hace evidente en tanto en cuantoesta clase de análisis posibilitaban reconocer las

caso con origen en la citada Escuela deCambridge, desde mediados de los 70 (HOD-DER y ORTON, 1976; CLARKE, 1977). Como sumismo nombre indica, este tipo de análisis secentraba en conocer la dimensión espacial de lacultura material, estudiando cada una de lasrelaciones que pudiese establecerse entre obje-tos y asociaciones de objetos (o estructuras)pertenecientes a un mismo contexto arqueológi-co, entre ese contexto y su entorno inmediato, eincluso entre diferentes contextos. Estas diferen-tes escalas de análisis serían agrupadas bajodiversas denominaciones de carácter arbitrario(GARCÍA SANJUÁN, 2005:201), como los cono-cidos niveles micro, semi-micro o macro defini-dos por el propio Clarke, o la distinción, en estecaso dual, entre los análisis de tipo intrasite ointersite; denominaciones que pretendían dife-renciar el ámbito de análisis (y como conse-cuencia, la necesidad de emplear una metodo-logía bien distinta), pero que provocarían aveces cierta confusión terminológica.

Era evidente que esta clase de análisis debíajugar un papel fundamental en el estudio delcomportamiento territorial de las poblacionespaleolíticas, sobre todo gracias al empleo de losanálisis de tipo macro o intersite, si se prefiere.Herederos en buena parte de la famosaArqueología de los Patrones de Asentamientoque había tenido tanto éxito en la Norteaméricade los años 60, su objetivo principal era explorara escala regional la relación entre los asenta-mientos (según sus cualidades, situación y fun-cionalidad), y entre éstos y su medio ambiente.Así, se pretendía inferir posibles patrones y redesde asentamiento, relaciones intergrupales e inclu-so posibles articulaciones territoriales que eranexplicadas (y la mayoría de las veces “concebi-das”) por medio de modelos teóricos preestable-cidos (recordemos clásicos como la Teoría delLugar Central, los Polígonos de Thiesen, el mode-lo del “Vecino Más Próximo”, etc.), cuya adecua-ción era diferente según el período histórico aanalizar (en el caso de las sociedades de caza-dores-recolectores fue habitual recurrir a modelostipo SCA o a otros relacionados con pautas de

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1 Por el contrario, sí que encontramos un mayor (que no amplio) número de trabajos que trataban de analizar las relaciones espaciales a nivelmicro o intrasite, es decir, estudiando la disposición y relaciones entre objetos y estructuras dentro de cada yacimiento con vistas a identificarposibles áreas de actividad e inferir la funcionalidad y organización interna del asentamiento, destacando los llevados a cabo en Cueva Morín,Liencres, Erralla, Lezetxiki o Abauntz, entre los más conocidos.

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convergencias y/o divergencias dentro de lavariabilidad tecnológica interterritorial de laRegión Cantábrica y, por ende, su implicación enla definición de áreas de influencia cultural, locual venía a superar aquéllas interpretaciones enlas que la sola presencia de varios ejemplares deun “tipo” característico en yacimientos distintosjustificaba la definición de territorios culturales(STRAUS, 1977). Del mismo modo y por primeravez, se empezaba a investigar desde una visiónfuncional si esa variabilidad tecnológica no seríaproducto de la adaptación diferencial de los gru-pos humanos a medios y necesidades diferentes,lo que provocaría el desarrollo de un utillaje espe-cífico en cada asentamiento (CLARK, 1983). Sinembargo, y pese al éxito generado por los estu-dios tecno-tipológicos en la investigación delmomento (de los cuales creemos innecesariocitar ejemplos), habrá que esperar hasta la déca-da siguiente para que observemos un desarrollomayor de esta clase de aproximaciones relacio-nadas con la territorialidad, como veremos.

De manera complementaria a todo lo anterior,no debemos olvidar la aparición en este períodode algunas aproximaciones destacadas en lo querespecta al conocimiento del comportamientoterritorial en el Paleolítico Cantábrico que, si bienno parecen participar específicamente de losmodelos de análisis principales que hemos cita-do anteriormente, son de especial interés porincluir bien una propuesta metodológica concretade análisis territorial casi siempre en términoseconómicos o ecológicos (BERNALDO DEQUIRÓS, 1980; DE LA RASILLA, 1982), o bienhipótesis precursoras sobre la organización espa-cial-territorial de los grupos humanos de laRegión Cantábrica (GÓMEZ TABANERA, 1980;BARANDIARÁN MAESTU, 1981; FERNÁNDEZERASO, 1985; BUTZER, 1986), algunas de lascuales se han mantenido vigentes hasta hace nomuchos años.

1.3. Las nuevas propuestas (1990-Actualidad)

La herencia dejada por las dos décadasanteriores es clave a la hora de entender los últi-mos años de la investigación sobre la territoriali-dad en el Paleolítico cantábrico. Se da, por lotanto, una relativa continuidad en los trabajos,

pero a la vez van a surgir propuestas novedosasque matizan la forma de acceder al conocimien-to del comportamiento territorial a través de laintroducción de nuevos objetivos y materias deanálisis (sobre todo en el seno de los estudioseconómicos y tecnológicos) o que promovidaspor la aparición de nuevas corrientes de pensa-miento (entre ellas, las posprocesuales) abordanotras formas de análisis territorial nunca realiza-das hasta entonces. Si a esto le unimos la cadavez mayor difusión de los estudios interdiscipli-nares e interregionales, y la aplicación de nue-vas tecnologías (véase la informática) y técnicasde análisis, encontramos el caldo de cultivo per-fecto para entender la diversidad de aproxima-ciones existente dentro de la ArqueologíaTerritorial actual.

En primer lugar, se observa que la importan-cia de los estudios paleoeconómicos sigue sien-do destacada dentro de los análisis territoriales.Aunque con bastante menos énfasis que en ladécada anterior, continúan definiéndose “territo-rios económicos”, si bien el análisis de los“patrones de subsistencia” ha alcanzado unmayor rango dentro de los estudios dedicados ala fauna arqueológica gracias a trabajos repre-sentativos (QUESADA, 1997; MARTÍNEZ MORE-NO, 1998; YRAVEDRA, 2005), algo normalteniendo en cuenta su mayor tradición en lainvestigación de la Región Cantábrica, sin olvi-dar la creciente importancia de los estudios tafo-nómicos (YRAVEDRA, 2002).

Sin embargo, ya desde mediados de los 90y ante la necesidad de relativizar “la importanciareal de la caza, probablemente sobredimensio-nada tanto por motivos de índole “literaria” e ide-ológica como por la escasez de datos relativosa otras prácticas de subsistencia” (MOURE,1992:11), se intuye un interés cada vez mayorpor estudiar otra clase de recursos económicosque seguro jugaron un papel esencial en la vidade los grupos cazadores-recolectores, sobresa-liendo entre ellos las materias primas líticas2. Losanálisis de procedencia, aprovisionamiento,transporte y utilización de éstas, por otra parteclaves para entender la movilidad y el control delos recursos de las poblaciones del Paleolíticocantábrico, han alcanzado un gran desarrollo en

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2 Si bien contamos con trabajos previos, aunque incipientes, desde mediados de los 80 (SARABIA, 1985; STRAUS y CLARK, 1986).

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los últimos años, impulsados por la aplicaciónde los análisis petrográficos, con sorprendentesresultados. A este respecto trabajos como los deSarabia (1999) o Tarriño (2001), entre otros, hanpermitido conocer la importancia de las mate-rias primas no locales para los grupos paleolíti-cos del Cantábrico (al menos a partir delPaleolítico medio y en su mitad oriental), paracuya adquisición se requeriría de largos despla-zamientos a las fuentes de materia prima, lo querompe con la visión tradicional de explotacióneconómica de un entorno inmediato a los asen-tamientos por parte de éstos. Asimismo, el avan-ce en el estudio de otros recursos, como losvegetales o las materias combustibles, comien-za a ser palpable en los últimos años, aunqueestamos todavía lejos de un conocimiento sufi-cientemente significativo de estos aspectos.

En segundo lugar, la importancia de los aná-lisis paleoecológicos, grande para la recons-trucción del paisaje paleolítico y por ende de losterritorios humanizados, no ha perdido fuerza,con la ya citada continuidad en los estudiosarqueozoológicos y especialmente con el des-pegue de los paleobotánicos (ZAPATA e IRIAR-TE, 1996; RAMIL-REGO et alii., 2005). Delmismo modo, se mantiene la importancia de losestudios en Geoarqueología, si bien práctica-mente restringidos al análisis individualizado deyacimientos y casi siempre ligados a laSedimentología, aunque recientemente hancomenzado a incorporarse otras aproximacio-nes como la Micromorfología o, sobre todo, laGeomorfología, esencial para la reconstrucciónpaisajística de los territorios prehistóricos.

En lo que respecta a los análisis espaciales,éstos han sufrido pocos cambios en los últimosaños, observándose la continuidad de algunasviejas propuestas sobre la jerarquización y redesde asentamiento (CONKEY, 1992; UTRILLA,1994), a las que se han sumado algunos intentosde síntesis en torno a los modos de ocupación delterritorio desde un punto de vista económico(QUESADA, 1997) o geográfico (GONZÁLEZSÁINZ, 2003). Lo mismo ocurre con los estudiosrealizados a nivel micro, que en cambio son yaaplicados en la mayoría de los contextos estudia-dos en la actualidad, a pesar de estar condicio-nados por la práctica inexistencia de excavacio-nes en extensión. Sin embargo, es necesario des-tacar el gran avance alcanzado en años recientes

desde el punto de vista metodológico gracias a laintroducción de nuevas tecnologías, principal-mente las relacionadas con el tratamiento infor-mático de los datos espaciales, tanto a nivelmicro como macro, destacando la reciente apli-cación de los Sistemas de InformaciónGeográfica (SIG) al análisis arqueológico del terri-torio, que han permitido gestionar los datosarqueogeográficos de modo eficaz y obtenerinformación muy valiosa para el conocimiento delos territorios prehistóricos.

En referencia al estudio de las industrias, sehan generalizado los análisis tecno-tipológicosen la investigación del Paleolítico cantábrico(SÁENZ DE BURUAGA, 1991; GONZÁLEZSÁINZ, 1992; ARRIZABALAGA, 1995;CARRIÓN, 2002; MAÍLLO, 2003; GONZÁLEZSÁINZ y GONZÁLEZ URQUIJO, 2004; DE LARASILLA y SANTAMARÍA, 2005). Ello, unido alos novedosos estudios sobre la gestión de lasmaterias primas, ha posibilitado una mejora enel conocimiento de la variabilidad tecnológicainterregional por períodos, observándose enocasiones ciertas convergencias entre contex-tos de territorios distintos, como por ejemplo enel caso del Auriñaciense de la RegiónCantábrica y el Norte de los Pirineos (BON,MAÍLLO y ORTEGA, 2006; ARRIZABALAGA etalii., 2007). Los análisis funcionales, en cambio,no han tenido tanto éxito como se esperaba,siendo muy pocos los trabajos realizados al res-pecto (IBÁÑEZ y GONZÁLEZ URQUIJO, 1996;GUTIÉRREZ, 2006).

Por otra parte y al igual que en la fase ante-rior, encontramos también en los últimos añosalgunos trabajos de carácter ecléctico que reco-gen un intento por tratar de manera específica elasunto de la territorialidad en el Paleolítico can-tábrico y que sintetizan en su interior las pers-pectivas teórico-metodológicas predominantesen los tres últimas décadas, destacando entreellos los realizados por Bernaldo de Quirós(1992), Straus (1996) o Cabrera (CABRERA,PIKE-TAY y BERNALDO DE QUIRÓS, 2004), enlos cuales se valoran conjuntamente aspectoscomo los modos de ocupación, los patrones desubsistencia, la movilidad, la estacionalidad, lasredes de asentamiento, etc.

Pero, sin duda alguna, lo más destacado enestos últimos años es el desarrollo de nuevasaproximaciones promovidas en el seno de nue-

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vas corrientes de pensamiento que hacen suaparición en el mundo de la Arqueología desdefinales de los 80, que van a posibilitar un aumen-to progresivo, aunque todavía lento, de nuestroconocimiento sobre la territorialidad en tiemposprehistóricos.

En este sentido, no podemos obviar lainfluencia de las tendencias posprocesualesque comienzan a tomar protagonismo en la dis-ciplina arqueológica, precisamente desde den-tro del propio Procesualismo y como crítica a suvisión nomotética, determinista y materialista, apartir de finales los años 80, y que derivarán enel nacimiento de la denominada ArqueologíaContextual (HODDER, 1986). Por primera vez,se establece la necesidad de acceder al cono-cimiento de aspectos no tratados desde la pers-pectiva ecológico-económica que venía siendoun referente desde los años 70, sobre todo deaquello relacionado con el mundo de la simbo-logía, la mentalidad, las relaciones sociales, etc.,elementos que seguro jugaron un papel esencialen las decisiones tomadas por las sociedadesprehistóricas y que son tan difíciles de interpre-tar a través del exiguo registro material que nosllega. Las consecuencias directas de estereplanteamiento de objetivos en lo que al estu-dio de la relación hombre/medio ambiente serefiere, se concretarán en la aparición de unanueva preocupación por conocer la plasmacióndel simbolismo y las relaciones sociales en losterritorios prehistóricos y, viceversa, la inciden-cia y representación del comportamiento territo-rial en el simbolismo y mentalidad de aquéllosgrupos humanos. Y para ello qué mejor, enton-ces, que acudir a la fuente que más informaciónnos puede ofrecer al respecto: el registro orna-mental, artístico y funerario.

Fruto de todo lo anterior, se van a impulsarestudios como los protagonizados por la deno-minada Arqueología del Paisaje (TILLEY, 1994),heredera de la Arqueología Contextual tanto enel extranjero como en la Península Ibérica, quese ha centrado en trascender la visión simbólicaque las sociedades del pasado tenían de suentorno (del paisaje) y en determinar la existen-cia de supuestos “territorios simbólicos” o“sagrados” (SANTOS, PARCERO y CRIADO,1997). Esta concepción del territorio ha sidoaplicada a materias como el Megalitismo penin-sular, que sin duda puede ser un marco óptimo

para analizar esta clase de concepciones sim-bólicas del paisaje. Sin embargo, se nos hacemás difícil pensar en la utilidad que este tipo deestudios pueda tener para períodos como elPaleolítico, por lo menos a día de hoy.

Respondiendo a este planteamiento, el estu-dio del espacio artístico del Paleolítico cantábri-co ha marchado por otros derroteros, debido ala dificultad para aplicar ese modelo de “territo-rios simbólicos” a las sociedades cazadoras-recolectoras que habitaron nuestro entorno, yaque nada o casi nada sabemos todavía sobre lamentalidad y al simbolismo inherente a éstas.Así, el estudio formal y detallado del ArtePaleolítico cantábrico y de su distribución espa-cial, sobre todo en lo que al arte rupestre serefiere, ha permitido observar la presencia deconvergencias en la técnica, el estilo y la icono-grafía de manifestaciones artísticas halladas enyacimientos de cronología similar pero de marcogeográfico diferente, lo que fue justificado en unprimer momento por la supuesta existencia dediferentes grupos de autores o “escuelas artísti-cas” en la Región Cantábrica (APELLÁNIZ,1980), y que más recientemente ha sido puestoen relación con la existencia de diferentes terri-torios gráficos (GONZÁLEZ SÁINZ y SANMIGUEL, 2001; GARCÍA DÍEZ y EGUIZÁBAL,2003), que quizás puedan ser explicados por lapresencia de una serie de códigos simbólico-culturales y tradiciones técnicas compartidosentre grupos humanos diferentes y transmitidosa través de contactos intergrupales probable-mente promovidos por la movilidad económicade éstos. Las mismas convergencias han sidoidentificadas para el arte mueble, permitiendoen ocasiones atribuirlas a una misma realidadterritorial (MOURE, 1994; MENÉNDEZ yGARCÍA, 1999).

También en relación con la manifestación delsimbolismo, aunque desde otra perspectiva, seha intentado recientemente inferir un modeloque relacione el espacio funerario con los espa-cios gráfico/artístico y de habitación dentro delas cavidades de la Región (DE BALBÍN yALCOLEA, 2005), el cual permita interpretar laestructuración mental del espacio por parte delas sociedades paleolíticas. Sin embargo, suaplicación a una escala territorial que trasciendael marco individual de cada yacimiento se hacecomplicada, si además le unimos el desconoci-

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miento existente en torno a estructuras funera-rias en el Paleolítico cantábrico.

Finalmente, llama la atención el novedosoestudio de ciertos elementos singulares presen-tes en el registro material de los yacimientoscantábricos, como pueden ser los moluscos deprocedencia lejana (ÁLVAREZ, 2005), los crista-les de cuarzo o el ámbar, que nos pone en avisosobre la existencia de una estrategia decididapor parte de los grupos humanos para la obten-ción y ocasional transformación de éstos (aveces como elementos ornamentales), quizásdebido a su valor simbólico-estético, pudiendodelimitarse áreas concretas en las que se mani-fiestan estas preferencias, como en el caso delmismo ámbar para el período Auriñaciense(ORDOÑO y ARRIZABALAGA, en prensa).

Lejos de nuestro ámbito de estudio quedan,en cambio, otras aproximaciones que se vienenproponiendo de manera reciente y excepcionaldesde la investigación (sobre todo en el extran-jero) en torno a aspectos tan novedosos pero ala vez tan delicados como el análisis de la inci-dencia del lenguaje en la conformación de losterritorios paleolíticos (D’ERRICO et alii., 2003) ola inferencia de éstos a través del registro gené-tico de las poblaciones actuales (RENFREW yBOYLE –eds.-, 2000; SEMINO et alii., 2000);ambos aspectos profundamente mediatizadospor la penuria de datos fiables en lo concernien-te al lenguaje (y, por ende, al simbolismo) y la nomenos escasa existencia de restos humanos siatendemos al período del Paleolítico, en espe-cial en el ámbito cantábrico. Sin duda hay queconfiar en que las futuras investigaciones sobretodos estos asuntos procuren más informaciónal respecto.

2.- ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN: LANOCIÓN DE TERRITORIO Y EL ANÁLISIS TERRI-TORIAL EN LA ARQUEOLOGÍA DELPALEOLÍTICO CANTÁBRICO

Entrado el siglo XXI, se puede observar cómolas posibilidades del Análisis Territorial se hanmultiplicado cuantitativa pero sobre todo cualita-tivamente gracias a los numerosos esfuerzosrealizados desde la investigación del Paleolíticocantábrico. Sin embargo, analizando la evoluciónde las diferentes propuestas y su repercusión enel mundo de la investigación, podemos decir que

el conocimiento actual de la territorialidad paleo-lítica está construido sobre visiones parciales deuna misma realidad, promovidas por el interésparticular de cada corriente intelectual por pri-mar ciertos factores en la explicación del com-portamiento territorial y, sobre todo, por la utiliza-ción del concepto de territorio de una maneraarbitraria, sin detentarse una definición delmismo sustentada en una reflexión que entende-mos necesaria. Estas visiones se han plasmadoen la aparición de diferentes modelos tradicio-nalmente no contrastados unos con otros, querepresentan perspectivas restringidas (y, por lotanto, distorsionadas) de lo que en nuestra opi-nión es la territorialidad:

- En primer lugar, los modelos económicos,que han detentado el mayor éxito dentro de lainvestigación, impulsados por la influencia delProcesualismo a partir de los años 70 y sosteni-dos por el optimismo existente en torno al cono-cimiento de la organización económica de lassociedades paleolíticas. En ellos se ha priorizadoel conocimiento y la delimitación de territorioseconómicos (o quiérase de caza, de explotación,de subsistencia, etc.) en base al estudio casiexclusivo de las relaciones económicas de losgrupos humanos con su medioambiente (estoes, la explotación de los principales recursosnaturales). Éstos han sido habitualmente conce-bidos como articulaciones territoriales fuerte-mente dependientes de la configuración biogeo-gráfica y climática de la Región Cantábrica (tra-dicionalmente adscritos a los valles cantábricos),visión que refleja a la perfección la fuerte influen-cia del determinismo ecológico-económico eneste tipo de aproximaciones y que comienza aser hoy en día superada gracias a aportes taninteresantes como los análisis de procedenciade materias primas líticas.

- Los sociales, con poco reflejo en la inves-tigación del Paleolítico debido a la dificultadpara interpretar la organización social en elregistro de este período, se han canalizado através de los estudios espaciales. A través deellos, se ha intentado conocer la reparticiónsocial de las actividades llevadas a cabo encada yacimiento por medio de los análisismicroespaciales y, al mismo tiempo, a escalamacroespacial, las implicaciones de la distribu-ción y jerarquización de los asentamientosobservada en la Región Cantábrica en la orga-

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nización social de los grupos paleolíticos, sindemasiado éxito, por otro lado.

- Los culturales, auspiciados por la prolifera-ción de trabajos referidos a aspectos como lasindustrias o las manifestaciones artísticas, se hancentrado en el estudio de la manifestación cultu-ral de la territorialidad en base a la observaciónde convergencias o divergencias en el seno delregistro material (p. ej. en la tecnología o en elgrafismo) entre regiones distintas, delimitándoseen ocasiones lo que podrían ser áreas de deter-minada influencia cultural (en cierto modo territo-rios culturales), si bien queda por contrastar siesas convergencias también se dan en otrosámbitos.

- Finalmente, los simbólicos, condicionadospor el desconocimiento existente en torno a laconcepción mental de la territorialidad por partede los grupos prehistóricos, que hace muy difícilla delimitación de territorios simbólicos o deespacios sagrados, salvando las posibles inter-pretaciones sobre la distribución y significado desímbolos en el Arte Paleolítico, sobre los objetossingulares y ornamentales, o sobre el ignotomundo funerario.

Como contrapunto a estas formas diferentesy exclusivas de entender y analizar la territoriali-dad, algunos autores creemos en la complemen-tariedad y compatibilidad de la mayoría de estaspropuestas (o, al menos, de sus aspectos máspositivos) dentro de un mismo análisis territorial(OREJAS, 1998:14; GARCÍA SANJUÁN,2005:185), el cual, por otro lado y como yahemos dicho, debe sustentarse en una reflexiónprevia y pensada sobre el significado del con-cepto de territorio.

En relación con lo anterior, proponemoscomo primer paso una definición integral delterritorio, entendido como el medio natural socia-lizado3 por un grupo humano, concebido como elresultado de la suma de una serie de interaccio-nes de distinto carácter (aprehensivo, económi-co, social, cultural, simbólico, cognitivo etc.)entre éste y su entorno (ORDOÑO, 2007). Frutode esta concepción, se hace evidente la necesi-dad de conocer las características principales

de los dos protagonistas (es decir, el grupohumano y el entorno natural) y posteriormenteentrar a valorar en conjunto (puesto que estánintrínsecamente relacionadas) esas interaccio-nes ocurridas entre ambos (las cuales sintetiza-mos en la Tabla II), si de verdad queremos acce-der al conocimiento integral de la territorialidad,siendo todo ello la base de lo que entendemosdebe ser un análisis arqueológico del territorio.

En principio, esta propuesta no parece plan-tear demasiadas pegas a nivel teórico. El proble-ma surge a la hora de confrontarla en la prácticacon el registro arqueológico, sobre todo en loreferente a períodos tan controvertidos como elPaleolítico. Es entonces cuando se observan lasdiferentes limitaciones con las que se encuentrael especialista al llevar a cabo un proyecto deestas características en contextos como éste yque por lo tanto habrá que valorar en un futuropróximo.

Entre esa serie de limitaciones4 la parcialidaddel registro juega un papel fundamental. A pesardel relativamente amplio registro con el quecuenta la Región Cantábrica para el período delPaleolítico (sobre todo si lo comparamos conotras regiones europeas), no debemos olvidar elamplio vacío existente en lo relativo al conoci-miento de los contextos al aire libre o los des-aparecidos por el paso del tiempo y en especialpor la acción humana, por no decir el hecho deque una gran parte (quizás la mayor) de los yaci-mientos del período se encuentran bajo lasaguas del Cantábrico debido a la trasgresiónmarina acaecida en el Holoceno, a lo que hayque unir la existencia de regiones poco o malestudiadas. En el mismo lado de la balanzadebemos incluir la pérdida de información pro-vocada por la cualidad de las investigaciones lle-vadas a cabo en contextos bien conocidos, yasea porque muchos de ellos fueron excavadoshace bastantes años siendo las coleccionesextraviadas, los resultados del estudio del yaci-miento no publicados o porque las analíticasnecesarias para la obtención de ésta no existíano no se pusieron en práctica en los tiempos enlos que se realizó el estudio. En tercer lugar, niqué decir tiene que la propia naturaleza del

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3 Otros autores han hablado de un espacio “culturizado” (PROUDFOOT, 1981) o “culturalmente inventado” (BOURGEOT, 1991:698).4 A las que, por otra parte, debe enfrentarse cualquier proyecto de análisis territorial.

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registro arqueológico del Paleolítico tampocoayuda mucho al respecto, ya que éste ha resisti-do de modo diferencial el paso de los milenios,llegando a nosotros una parte muy pequeña yparcial de la cultura material generada por el serhumano en vida. Todo ello resta, sin duda, una

ingente y sobre todo necesaria cantidad de infor-mación de gran importancia para el conocimien-to de la territorialidad, problema que confiamossea progresivamente menor conforme se des-arrollen nuevos trabajos sobre el Paleolítico can-tábrico en años venideros.

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Tabla II: Elementos que influyen en la configuración de un territorio (ORDOÑO, 2007:111).

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Como consecuencia de esta parcialidad, esnecesario plantearse la cuestión de la represen-tatividad de la información que poseemos paraanalizar la territorialidad durante el Paleolítico.¿Son significativos los datos que disponemoscomo para elaborar modelos territoriales fiables?La respuesta a esta cuestión no es, ni muchomenos, fácil. Actualmente, el corpus de informa-ción con el que se trabaja se amplía considera-blemente de año en año. Sin embargo, los esfuer-zos realizados desde la investigación tienden acentrarse en una parte del registro, como puedenser actualmente los estudios tecnológicos, faunís-ticos o de gestión de las materias primas (que,por otro lado, ofrecen mucha información de tipoterritorial), quedando un cierto vacío en el conoci-miento de otras facetas de la territorialidad (pale-oclimatología, simbolismo, etc.). Es por ello quese hace necesaria la difusión de proyectos inter-disciplinares que procuren abarcar e integrartodos estos ámbitos de análisis desde el eclecti-cismo. Sólo así se podrá llegar a elaborar mode-los, aunque sean provisionales, de territorialidad.

Más controvertido se ofrece en cambio el pro-blema de la interpretación de los datos, a la pos-tre la tarea más complicada para el arqueólogo.Hay que entender que nuestras capacidadesinterpretativas son bastante limitadas en muchosaspectos (p. ej. la delimitación de los posiblesterritorios, la reconstrucción del paisaje, la organi-zación mental del espacio, o temas tan resbaladi-zos como la citada influencia del lenguaje o de laetnicidad en la conformación de territorios) y quela mayoría de las veces éstas limitaciones nopodrán ser resueltas ya que están condicionadaspor la parcialidad del registro y por el distancia-miento histórico y temporal que nos separa deaquéllas sociedades. Tradicionalmente se harecurrido a la comparación etnográfica para sub-sanar estas carencias e inferir tanto modelos terri-toriales como pautas en el comportamiento de laspoblaciones, algo que ha condicionado mucho lavisión que actualmente poseemos de las socie-dades del Paleolítico. Sin embargo, es necesariocomprender la etnografía no como una fuentedirecta de información, sino como una base apro-ximativa que puede ayudar (será necesario vercuánto) en la comprensión del registro arqueoló-gico, el cual debe ser la base de la interpretación.

Finalmente, encontramos además una seriede lastres en la investigación del Paleolítico can-

tábrico que afectan al desarrollo de proyectos deanálisis arqueológico del territorio, como son lamencionada preferencia de la investigación porcentrarse en determinados aspectos del registro(industrias, fauna, arte), la práctica ausencia deproyectos de carácter interregional que trascien-dan el tradicional estudio aislado de cada yaci-miento y, en especial, la aún incipiente interdisci-plinariedad en la investigación, los cuales espe-ramos que sean superados gracias a la actualdiversificación de los estudios y a la promocióndel diálogo entre especialistas en materias dife-rentes y de regiones distintas.

Como se puede apreciar, las limitaciones delanálisis territorial son importantes en la actuali-dad. Sin embargo, también es necesario desta-car, por lo positivo, las amplias posibilidades queofrece la Región Cantábrica al respecto, como elya citado importante registro con el que conta-mos, su propia situación y configuración geográ-fica, la gran tradición investigadora representadapor la proliferación de trabajos en torno alPaleolítico y, por último, la difusión de las técnicasde análisis arqueométrico, necesarias para elcorrecto estudio de la información arqueológica yespacial. Todo ello nos hace ser optimistas con elfuturo de esta herramienta, que tantos frutospuede dar al estudio de las sociedades delPaleolítico. La potenciación y difusión de proyec-tos de investigación que traten el asunto de laterritorialidad desde una visión lo más integralposible, como la propuesta, unido a un aumentosignificativo de la información disponible, debenser la clave para avanzar en el conocimiento delcomportamiento territorial de las poblaciones delPaleolítico cantábrico.

3. CONSIDERACIONES FINALES

El análisis arqueológico del territorio se haconvertido en la actualidad en una de las apro-ximaciones más interesantes a la hora de cono-cer la vida de las sociedades del pasado. Suaplicación al estudio del Paleolítico Cantábricoes el resultado de un largo proceso marcadopor la aparición de propuestas que se han idoperfeccionando progresivamente y que hanpretendido dar sentido a la noción de territorio.

Ésta ha sufrido una evolución significativa,sobre todo a partir de la década de los 70,cuando se empieza a hablar de “territorios” en

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sí, y se generan los primeros modelos de terri-torialidad. El desarrollo posterior ha hecho quese concreten diferentes vías desde las queacceder al conocimiento del territorio (laPaleoeconomía, la Paleoecología, los análisisespaciales, la tecnología, el estudio del com-portamiento simbólico, etc.), promoviendo unamultiplicidad de visiones parciales y no con-trastadas entre sí que, aunque constituyen pun-tos de partida para el conocimiento de la terri-torialidad tanto desde una perspectiva teóricacomo metodológica y podrían ser compatiblesdentro de un mismo proyecto (¿por qué no?),no se ajustan por separado a lo que actual-mente entendemos por territorio.

Por ello, se ha propuesto una definición deterritorio más actual e integradora que creemosrecoge los elementos principales que influyenen la configuración de los territorios y quedeben ser analizados en conjunto si queremosobtener una imagen de la territorialidad prehis-tórica más completa y fidedigna. Entendemosque el futuro desarrollo de proyectos de análi-sis territorial debería girar en torno a esta idea.

Lamentablemente, son varias las limitacio-nes encontradas a la hora de llevar a cabo unproyecto de este tipo, entre ellas la parcialidaddel registro, la discutida representatividad de lainformación, los problemas en la interpretaciónde ésta o ciertos lastres propios de la investi-gación. Su solución, difícil por otra parte,requiere la mejora de las propuestas teórico-metodológicas existentes y una potenciaciónde los estudios de carácter territorial. En estesentido, la generalización de visiones sintéticasbasadas en un estudio interdisciplinar y a serposible, interregional, debe ser la punta delanza de los análisis arqueológicos del territoriodel futuro.

AGRADECIMIENTOS

Quisiera agradecer en primer lugar elapoyo prestado por mi director el Dr. ÁlvaroArrizabalaga, sin cuyos consejos y correccio-nes no habría sacado adelante el Trabajo deInvestigación Tutelado (ORDOÑO, 2007) cuyasconclusiones han sido sintetizadas en la pre-sente contribución. Asimismo, me gustaría darlas gracias a todos los miembros del Grupo deInvestigación Consolidado y de Alto

Rendimiento de Prehistoria de la Universidaddel País Vasco (9/UPV 155.130-14570/2002),del cual formamos parte, por sus siempre apro-vechables sugerencias.

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