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ESTUDIO ARQUEOLÓGICO EN EL PARAJE DE SAN PEDRO DE ATXISPE (GAMIZ-FIKA, BIZKAIA). UN NUEVO ENCLAVE PARA AHONDAR EN LA HISTORIA DE BIZKAIA DESDE LA TARDOANTIGÜEDAD. 75 SERIE PALEOANTROPOLOGÍA Nº36. BIZKAIKO FORU ALDUNDIA-DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA. AÑO 2018 . BILBAO. ISSN 0214-7971 kobie KOBIE SERIE PALEOANTROPOLOGÍA, nº 36: 75-98 Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia Bilbao - 2018 ISSN 0214-7971 Web http://www.bizkaia.eus/kobie ESTUDIO ARQUEOLÓGICO EN EL PARAJE DE SAN PEDRO DE ATXISPE (GAMIZ-FIKA, BIZKAIA). UN NUEVO ENCLAVE PARA AHONDAR EN LA HISTORIA DE BIZKAIA DESDE LA TARDOANTIGÜEDAD. Archaeological study in the area of San Pedro de Atxispe (Gamiz-Fika, Bizkaia). A new enclave to delve into the Bizkaia´s history since Late Antiquity. Román Rodríguez Calleja 1 Leandro Sánchez Zufiaurre 2 Blanca Renedo Villarroya 3 Palabras clave: Ermita. San Pedro. Atxispe. Antigüedad Tardía. Alta Edad Media. Necrópolis. Keywords: Hermitage. San Pedro. Atxispe. Late Antiquity. Early Middle Ages. Necropolis Hitz gakoak: Ermita. San Pedro. Atxispe. Antzinate Beranta. Goi Erdi Aroa. Nekropolia. RESUMEN En los últimos años, los estudios de arqueología están apostando por las relaciones interdisciplinares con el fin de recabar la mayor información posible sobre el yacimiento en cuestión. En el enclave arqueológico donde se erigen actualmente las ruinas de la ermita de San Pedro, en el barrio de Atxispe se ha llevado a cabo un proyecto arqueológico de importante proyección en dicho sentido. Compaginando las labores de excavación arqueológica y lectura de los alzados del templo, se ha podido indagar en el pasado de este balcón de la comarca de Uribe. La labor realizada ha permitido historiar una ocupación en el paraje de San Pedro desde la Antigüedad Tardía hasta el siglo XX, momento en el que sufrió fuertes daños estructurales como consecuencia de la guerra civil española. ABSTRACT In the last years, archaeological researches are betting for interdisciplinary relationships, with the objective of gathering as much as possible information from the site in study. In the archaeological site where now a days are located the ruins of the hermitage of San Pedro, in the district of Atxispe, has been realized an important project with that objective. Combining archaeological works and the hermitage walls reading, has been possible to investigate the past of this balcony of Uribe region. The work carried out, has allowed to know an occupation of San Pedro from Late Antiquity to XX century, moment when the building suffered structural damages, due to the spanish civil war. 1 [email protected] 2 [email protected] 3 [email protected]

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Serie PaleoantroPología nº36.Bizkaiko Foru aldundia-diPutación Foral de Bizkaia.

año 2018 . BilBao. iSSn 0214-7971 kobi

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koBie Serie PaleoantroPología, nº 36: 75-98Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de BizkaiaBilbao - 2018ISSN 0214-7971Web http://www.bizkaia.eus/kobie

ESTUDIO ARQUEOLÓGICO EN EL PARAJE DE SAN PEDRO DE ATXISPE (GAMIZ-FIKA, BIZKAIA). UN

NUEVO ENCLAVE PARA AHONDAR EN LA HISTORIA DE BIZKAIA DESDE LA TARDOANTIGÜEDAD.

Archaeological study in the area of San Pedro de Atxispe (Gamiz-Fika, Bizkaia). A new enclave to delve

into the Bizkaia´s history since Late Antiquity.Román Rodríguez Calleja1

Leandro Sánchez Zufiaurre2

Blanca Renedo Villarroya3

Palabras clave: Ermita. San Pedro. Atxispe. Antigüedad Tardía. Alta Edad Media. Necrópolis.Keywords: Hermitage. San Pedro. Atxispe. Late Antiquity. Early Middle Ages. Necropolis Hitz gakoak: Ermita. San Pedro. Atxispe. Antzinate Beranta. Goi Erdi Aroa. Nekropolia.

RESUMEN

En los últimos años, los estudios de arqueología están apostando por las relaciones interdisciplinares con el fin de recabar la mayor información posible sobre el yacimiento en cuestión. En el enclave arqueológico donde se erigen actualmente las ruinas de la ermita de San Pedro, en el barrio de Atxispe se ha llevado a cabo un proyecto arqueológico de importante proyección en dicho sentido. Compaginando las labores de excavación arqueológica y lectura de los alzados del templo, se ha podido indagar en el pasado de este balcón de la comarca de Uribe. La labor realizada ha permitido historiar una ocupación en el paraje de San Pedro desde la Antigüedad Tardía hasta el siglo XX, momento en el que sufrió fuertes daños estructurales como consecuencia de la guerra civil española.

ABSTRACT

In the last years, archaeological researches are betting for interdisciplinary relationships, with the objective of gathering as much as possible information from the site in study. In the archaeological site where now a days are located the ruins of the hermitage of San Pedro, in the district of Atxispe, has been realized an important project with that objective. Combining archaeological works and the hermitage walls reading, has been possible to investigate the past of this balcony of Uribe region. The work carried out, has allowed to know an occupation of San Pedro from Late Antiquity to XX century, moment when the building suffered structural damages, due to the spanish civil war.

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LABURPENA

Aztergai dugun gune arkeologikoaren inguruan azken urteotan gauzatu diren ikerka arkeologikoek disziplina ezberdinen elkarlanaren aldeko apustua egin dute, ahalik eta informazio osatuena lortzeko asmoz. San Pedro ermitako hondakinak aurkitzen diren gune arkeologi-koan, Atxispe auzoan, aipaturiko helburua oinarri izan duen proiektu arkeologiko garrantzitsua gauzatu da. Lan arkeologikoak eta hormen altxaeraren azterketa uztartuz, Uribe eskualdeko gainetako bat osatzen duen gune honen iraganean arakatu da. Buruturiko jarduerek, San Pedro ermitako inguruaren okupazioa Antzinate Berantiarrean hasi eta XX. mendera artekoa izan zela plazaratu dute, Espainiako gerra zibilaren ondorioz eraikinaren egiturak kalte larriak jasan zituen arte.

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Las actuaciones arqueológicas se desarrollaron en dos campa-ñas. Una primera, en 2016, período en el que se efectuaron labores de desescombro y limpieza del interior del templo, así como exca-vación arqueológica tanto en el espacio interior como en el exterior. La segunda campaña, en el año 2017. En esta última se ejecutaron labores de desbroce y limpieza extramuros, con el fin de realizar la lectura de los muros de manera correcta, sin impedimentos visua-les. Por último, se intervino en el espacio interior con un pequeño sondeo.

Si contextualizamos geográfica e históricamente la ermita de San Pedro, debemos partir de que dicho edificio (actualmente en estado de ruina, conservándose en mejor estado la espadaña y la fachada lateral sur) se sitúa sobre la cresta de la peña de una colina de fuertes pendientes, desde la cual se dominan los valles del arroyo Atxispe y el del río Butrón (figs. 1, 2 y 3).

1. GÉNESIS DE LOS ESTUDIOS EN SAN PEDRO DE ATXISPE

Gracias al interés del Ayuntamiento de Gamiz-Fika en rehabili-tar la actual ermita de San Pedro de Atxispe, y al apoyo del Departamento de Cultura de la Diputación Foral de Bizkaia, se desarrolló un programa arqueológico para la comprensión histórica de este paradigmático enclave vizcaíno.

Para la correcta compresión de un yacimiento arqueológico de las características de San Pedro de Atxispe, es necesario historiar tanto el edificio, como ente arquitectónico, como las fases de ocu-pación, presentes y ocultas bajo el suelo del enclave. La suma de ambos estudios nos ofrecerá con mayor claridad interpretativa la evolución histórica en este interesante paraje.

Figura 1. Localización de la ermita de San Pedro de Atxispe.

Figura 2. Estado de la ermita previo al comienzo de los trabajos. Figura 3. Vista del emplazamiento donde se erige el edificio. Fuente: Iñaki Olabarrieta

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Habrá que esperar al estudio de Iñaki García Camino, “Arqueología y poblamiento en Bizkaia, siglos VI-XII. La configura-ción de la sociedad feudal” (2002), para ocupar un merecido hueco en la historiografía medieval de Bizkaia. En su trabajo, el autor pudo ya distiguir dos fábricas diferentes. Una que la lleva al tránsi-to entre lo gótico y lo renacentista, siendo identificable por un arco apuntado cuyas dovelas aparecen decoradas con bolas y que corresponde al único ingreso al interior del templo. Y una segunda, en la zona de cabecera, que según García Camino correspondería a una ampliación construida en aparejo de mampostería, por Juan de Duo en 1755 (García Camino 2002: 410) (fig. 4)

El mismo investigador señala la posibilidad de un templo primi-tivo, anterior al gótico-renacentista. Para ello se vale se una serie de evidencias: entalladuras y rebajes observados en la roca para encajar travesaños y postes de madera, y sobre todo, por la presencia, en las inmediaciones al templo, de dos sepulturas excavadas en la roca4, con forma de bañera y presencia de reborde perimetral, lo que las sitúa cronológicamente, en torno a los siglos IX-XI (fig. 5).

Para el autor, la originalidad tipológica que representan, su rara presencia en la cornisa cantábrica, así como la escasa superficie de la explanada donde se ubica y las dificultades de acceso a la misma, fruto de una topografía escarpada, le hacen suponer que dicho enterramiento no formaría parte de una necrópolis rural, ya que no parece estar asociada a una población aldeana, sino con otro tipo de entidad de poblamiento como pudiera ser un asenta-miento eremítico, pese a su rareza.

Efectuando un salto en el tiempo, la información histórica que la ermita nos ha legado, más allá de las sucesivas reformas detec-tadas y documentadas, ha sido la proporcionada por las gentes del municipio. Existe constancia de que fue lugar de romería popular durante el siglo XX, así como enclave activo durante la guerra civil española, evidencias de la cual se han recogido tanto en los alre-dedores, como en el interior del edificio (a modo de restos de proyectiles utilizados durante la contienda), conservándose una pequeña muestra en la actual iglesia de San Martín de Fika (fig. 6). También nos ha llegado, a través de comunicación oral, informa-ción que indicaría que parte del derrumbe actual de la ermita pudo deberse al impacto de un obús. La excepcional ubicación de San Pedro, en lo alto de una peña desde la que se otea una amplia superficie de su entorno inmediato y no tan inmediato, la convirtió en un foco estratégico durante el conflicto armado. A ello habría que sumar su emplazamiento frente al Cinturón de Hierro, lo que la sitúa en la primera línea defensiva.

San Pedro se alza frente a la zona más vulnerable del Cinturón, lo que la convirtió en participante activo cuando la V Brigada de Navarra atacó la línea defensiva que protegía a la capital vizcaína. Finalmente, las defensas del Cinturón de Hierro y las de San Pedro de Atxispe cayeron ante el empuje de las tropas nacionales.

Durante una limpieza del interior de la ermita, previa al comienzo de los trabajos arqueológicos, se pudieron recuperar tanto restos de cubertería, como restos de armamento: casquillos, proyectiles de producción alemana (Magdeburg) o española (Sevilla), así como fragmentos de obús.

4 En la publicación de Iñaki García Camino únicamente se menciona la localización de una sepultura (2002: 410). Durante nuestra visita al yacimiento pudimos contemplar la presencia de dos, de similares características.

La ermita no había sido objeto de una investigación pormeno-rizada hasta nuestra intervención, si bien aparece citada y descrita de manera escueta en varias publicaciones como “Ermitas de Bizkaia” de G. Arregui (1987: 131-132), “Historia General del Señorío de Bizkaia” de E. J. Labayru (1967: 412) o en el “Catálogo de Monumentos de Bizkaia” de Ybarra y Bergé (1958: 257).

Figura 4. Decoración de bolas en las dovelas de la puerta de acceso al templo.

Figura 5. Una de las dos fosas sepulcrales presentes en el enclave.

Figura 6. Material recuperado durante las labores de limpieza del interior del templo. Piezas vinculadas con la fase bélica vivida en San Pedro durante la guerra civil española.

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semillas de mijo/panizo, así como de especies arbóreas como roble y fresno, éste último de manera marginal. Sobre este nivel, y ocu-pando el mismo espacio físico que aquella unidad de carbones, se nos presenta un depósito arcilloso de compactación media y colo-ración amarillenta, con algunas zonas anaranjadas o rojizas (fig. 9). Este depósito es el que nos ofrece el mayor volumen de restos

2. LA EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL PARAJE DE SAN PEDRO DE ATXISPE

2.1. Objetivos y desarrollo de los trabajos de excavación

La actuación arqueológica se fundamenta como la principal herramienta para iluminar las dudas que hay sobre este enclave tan paradigmático de la arqueología vizcaína y poder escribir su histo-ria a través de la evidencia material.

Se puede decir que han sido dos los puntos argumentales para llevar a cabo la intervención arqueológica en el edificio:

Determinar la presencia o ausencia en el subsuelo de cualquier evidencia arqueológica que pudiera corresponder con el mismo tramo cronológico que la configuración arquitectónica de la ermita de San Pedro de Atxispe.

Conocer la evolución particular que cabría referir para el terre-no en el que se erigió, descubriendo un patrimonio arqueológico ligado a momentos previos a la edificación y que pudieran identifi-car el templo previo al edificio y ligado a las sepulturas halladas en el exterior. De tal manera se realizaría una reconstrucción histórica del paraje en el que se enclava.

Para la consecución de los objetivos propuestos se planificó, para una primera campaña, la ejecución de un número determina-do de sondeos que pudieran mostrarnos la evolución ocupacional del enclave. Tras una primera inspección del paraje y ver las posibi-lidades reales que presenta, puesto que aflora la roca en muchos puntos del interior y exterior de la ermita (lo que conllevaría la imposibilidad de obtener resultados estratigráficos), se planteó la realización de tres sondeos: dos en el interior del recinto, con unas dimensiones de 3 x 2 m (uno en la zona suroeste, pegado al muro de cierre por ese lado –Sondeo 1–, otro en la zona de los pies, en el ángulo noroeste –Sondeo 2–), y un tercero en el exterior, junto a la fachada suroeste y en paralelo, extramuros, al Sondeo 1, con unas dimensiones de 2 x 2 m. Este último se situó donde el muro de la ermita presenta un cambio en la fábrica.

Tras los resultados obtenidos en esta primera campaña de sondeos se decidió ampliar en el año 2017 el área adyacente al Sondeo 1. Ello vino motivado por las dudas en cuanto a la interpre-tación de la evidencia material descubierta en dicho sondeo, así como por el interés en conocer con mayor amplitud la estratigrafía descubierta en el enclave (fig. 7).

2.1.1. Sondeo 1

Se documentaron un total de quince unidades estratigráficas, de las cuales, trece corresponden a depósitos, una a una estructura ligada a un muro y la última al sustrato geológico.

Este sondeo es el que nos ha ofrecido la mayor información histórica en el enclave, siendo esto posible gracias a la escasa pero precisa –en lo cronológico– cultura material.

En la fase más antigua, aquella que se encuentra sobre el nivel geológico, se ha hallado un nivel en el que destacan abundantes carbones (fig. 8), impregnándose en el sustrato geológico dejando éste con una coloración negruzca muy difícil de quitar. El estudio antracológico ha revelado una alta presencia en este estrato de

Figura 7. Planta general del edificio con la ubicación de los sondeos realizados.

Figura 8. Unidad estratigráfica donde se localizan los restos de semillas de mijo/panizo.

Figura 9. Depósito arcilloso sobre el que se cimenta la estructura correspondiente a primera edificación en el enclave. En él se han recogido los restos cerámicos más antiguos y sobre el que se cimenta.

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otra ligada con elementos pétreos con similares rasgos a los pre-sentes en la unidad anterior, simplemente que en este caso el depósito pétreo no sirve de cimentación del muro de cierre, sino que rellena un corte rectilíneo que discurre en paralelo al muro de cierre sur. Por encima de estos niveles se documentaron sucesivos estratos de desigual composición pero que definen una superficie regular y horizontal. Se trata de suelos de la ermita y sus sucesivas reparaciones.

2.1.2. Sondeo 2

Situado en el ángulo noroeste del edificio, este sondeo nos ha mostrado una estratigrafía muy vinculada con las tareas de relleno de las abruptas y pronunciadas pendientes con inclinación hacia la base de la espadaña, levantada a partir de la ejecución de una zanja de cimentación bastante rectilínea y en paralelo en todo momento a la construcción (fig. 12). De igual modo, como ocurría en el Sondeo 1, una vez conseguida cierta horizontalidad con esos rellenos (fig. 13), se lleva a cabo la formación de los pavimentos con sus respectivas preparaciones, siendo el suelo de baldosas el último de ellos. Éste embaldosado no cubre toda la superficie del sondeo, quedando libre su esquina noroeste. En este punto en vez de baldosas contamos con una piedra con la única cara regular y plana expuesta a la superficie. Posiblemente se trate de la basa de un pie derecho de gran tamaño, relacionada con el antiguo coro existente en esta área (fig. 14). A esta conclusión llegamos debido a que la piedra, como material duro, presenta menos problemas de conservación que la propia baldosa. De igual modo, el hecho de

cerámicos que nos llevan directamente a períodos altomedievales, y que más adelante trataremos más detenidamente.

Teniendo como base de cimentación esta unidad estratigráfica arcillosa, se documenta la única evidencia constructiva que difiere de los actuales muros perimetrales de la ermita (fig. 10). Se trata de una estructura de piedra arenisca irregular que presenta un eje longitudinal este-oeste, situándose su extremo oeste en el entra-mado de la fachada sur de la actual ermita. El extremo este no presenta un remate claro, no sabiendo con certeza si estamos ante un ángulo de la cabecera, que bien pudiera identificarse con un hombro, o bien nos encontramos ante un muro que ha sufrido el robo de parte de su desarrollo longitudinal.

Las dos caras de este muro presentan un aspecto muy tosco, sin una cara recta a excepción de su extremo occidental. La parte conservada al este presenta tres hiladas como máximo sin una ordenación del material constructivo. Los espacios entre las piedras presentaban un mortero de arena y cal.

Posteriormente se suceden sucesivos cortes y depósitos, algu-nos ligados a fases constructivas como la gran zanja de cimenta-ción, que corta toda estratigrafía anterior incluida el muro, y su relleno, formado por grandes bloques que sirven de cimentación de una parte importante del muro de cierre sur de la ermita (fig. 11). Una vez documentada esta segunda fase constructiva se detectó

Figura 10. Restos conservados de un muro.

Figura 11. Depósito de piedra que rellena la gran zanja de cimentación que sirve para levantar el actual muro de cierre sur. Figura 12. Zanja de cimentación de la espadaña.

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Cubriendo el fondo rocoso de la fosa se localizó una base artificial formada por grava muy apelmazada de tal manera que llegó a confundirnos haciéndonos dudar de si la roca que formaba dicho estrato era el sustrato geológico, o por el contrario, se trata-ba de un depósito echado para regular la superficie irregular del fondo de la fosa. Este depósito creó una superficie con una hori-zontalidad casi perfecta (fig. 16).

De esta sepultura no se pudo documentar toda su longitud. Las dimensiones que nos ofrecía la parte recogida dentro del sondeo son de 1,65 m de longitud, con una anchura que va de los 0,36 m en su extremo sureste a los 0,50 m en el opuesto.

Dentro de la sepultura pudimos documentar otro estrato, del que no podemos saber si se trata de un depósito de relleno de la fosa o de una deposición antrópica posterior al uso de la sepultura. Esta duda creemos que es razonable debido a varios factores. Por un lado, a la ausencia de restos inhumados en el interior de la sepultura. Y por otro, a la también ausencia de una cubierta sepul-cral que nos indicara el sellado de los depósitos habidos en el interior de la fosa.

En relación a la posibilidad de la existencia de una cubierta sepulcral, que por la circunstancia que fuera no ha llegado hasta el momento presente, creemos detectar evidencias que nos hacen

que parte de la pieza, en su base, descanse sobre el zócalo del muro norte, podría venir a reforzar tal uso, ya que ayudaría a man-tener la estabilidad de la losa.

2.1.3. Sondeo 3

El sondeo ubicado en el exterior del edificio ha dado con la localización de una nueva evidencia funeraria, sin restos humanos en su interior (Figura 15). Se trata de una sepultura ejecutada directamente sobre la roca, similar a las dos halladas en diferentes puntos de la topografía de la peña, al sur de la ermita.

La fosa presenta fondo cóncavo y paredes verticales en gran parte de su desarrollo, aunque con diferente altura. La mitad norte presenta menor desarrollo, equiparándose las cotas de su borde a las que presenta la roca localizada en el resto del sondeo. Este dato parece evidenciar que se ha llevado a cabo un rebaje de la roca, de manera generalizada, en este sector del sondeo y que se podría extrapolar fuera de él. El proceso edificatorio en el enclave de San Pedro, y más concretamente la fase de cimentación del actual templo parece estar detrás de estas modificaciones en el terreno. La sepultura presenta un eje longitudinal noroeste-sureste (245° N), no distinguiéndose ningún elemento de cubrimiento (fig. 15).

Figura 14. Pavimento de baldosas que cubre todo el interior de la ermita. En la esquina noroeste del sondeo, pequeña losa cuadrangular.

Figura 15. Fosa excavada en el terreno para su uso como sepultura.

Figura 13. Grandes bloques que ocupan la pronunciada pendiente existente hasta la espadaña levantada.

Figura 16. Depósito para adecuar la fosa para el ritual inhumatorio.

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Los resultados obtenidos de la pequeña ampliación nos han mostrado una secuencia estratigráfica sencilla, pareja a la fase de pavimentación última detectada en el Sondeo 1. Suelo de baldosas que se asienta sobre una base de arena y cal muy fina, no presen-te en toda la superficie de actuación, dado el afloramiento rocoso en algún punto. Es en la superficie de la cresta donde debemos fijarnos. Ésta presenta unos rasgos morfológicos diferentes depen-diendo la zona del sondeo: en la mitad meridional, aquella más próxima al Sondeo 1 se presenta en superficie en un plano que tiende a la horizontalidad, sin irregularidades superficiales destaca-das. Mientras, la mitad septentrional, aquella más próxima al muro de cierre este, muestra una superficie irregular, muy agrietada y con pequeñas crestas que discurren longitudinalmente en la misma dirección que aquella que forma la peña. Esta diferencia, si bien puede ser un rasgo de carácter geológico, también es verdad que puede estar mostrando un trabajo previo en el terreno para usarlo como base para asentar la prolongación de la cimentación del muro documentado en el Sondeo 1, o por qué no, la posibilidad de que haya tenido una funcionalidad de suelo y por ello no presenta las irregularidades detectadas junto al cierre norte (fig. 18).

Ante estos inconvenientes no es posible dar una descripción segura del cerramiento oriental de la primitiva edificación alzada en este enclave. Sin embargo, sí podemos confirmar que existía una cabecera. La ampliación del Sondeo 1 ha permitido documentar, en la cimentación del muro norte, una fábrica diferente que corres-pondería a la esquina noreste de ese primer templo.

2.2. Análisis de la cultura material

Lo primero que hay que reseñar en cuanto a la cultura material documentada durante el transcurso de los trabajos, es que pese a su escasa presencia, es bastante concreta en cuanto a su adscrip-ción cronológica, lo cual nos posibilita historiar parte de la vida en el enclave de San Pedro.

Como consecuencia de la escasa riqueza material que nos ha ofrecido la intervención arqueológica y con el propósito de poder reconocer las cronologías y fases de ocupación en el enclave, nos hemos ayudado de diferentes elementos. En primer lugar, será a través del estudio cerámico; en segundo lugar, gracias a una serie de monedas halladas en el Sondeo 1; en tercer lugar, gracias a la estudio tipológico de la sepultura hallada en el Sondeo 3; y por último, a través de las dataciones radiocarbónicas resultantes del análisis de 14C de semillas de mijo/panizo presentes en el depósi-to más antiguo del Sondeo 1.

Respecto a la cerámica, el Sondeo 1 es el que más aporta al conjunto ceramológico. En él hallamos las evidencias más modernas y las más antiguas, teniendo entre aquellas un fragmento de cuerpo en la UE 7 (Sondeo 1). Éste presenta caracteres morfo-técnicos que parecen apuntar claramente a producciones cerámicas que se han documentado en Bizkaia para los siglos XIV y XV. Estos atributos identificados a este momento hacen relación a procesos formativos donde se acusa una técnica mixta que combina el modelado con un mecanismo de rotación –ya sea torno o torneta–, coloraciones oxi-dantes o presencia dominante de elementos no plásticos como la matriz o la chamota (arcilla cocida y triturada) en la matriz arcillosa. Es el único elemento de este tipo en la intervención realizada.

inclinarnos por su presencia o al menos que pudiera haber una idea preconcebida para el cubrimiento de la fosa. En la zona sureste del sondeo, allí donde aflora claramente la roca y descansa el muro de la ermita, se detecta un bancal destacado e interrumpido por una grieta natural en el sustrato geológico. Este bancal presenta en los pies una horizontalidad con cierta continuidad a lo largo del corte de la fosa, y que bien pudiera tratarse, en verdad, de una entalla-dura en la roca con el propósito de apoyar o encajar una cubierta para la sepultura (fig. 17).

2.1.4. Campaña 2017: ampliación Sondeo 1

El sondeo realizado en la última campaña de 2017 viene moti-vado por las dudas provenientes de la lectura e interpretación del muro descubierto en el Sondeo 1 y que transcurre transversal al actual muro de cierre sur del templo derruido. Atendiendo a la posi-bilidad de que se tratase de la cabecera del templo primitivo, como se vio tras la lectura estratigráfica de los alzados, se creyó oportuno ampliar este sondeo cubriendo todo el ancho de la actual planta del edificio. De esta manera, veríamos si el muro se extiende longitudi-nalmente cubriendo todo el ancho de la actual planta o si por el contrario podría detectarse algún otro indicio que vinculara más la planta del edificio hacia la existencia de una cabecera destacada.

Figura 18. Superficie de la roca en el área intervenida.

Figura 17. Rebajes en la roca, a modo de bancal. Posible asiento para cubierta sepulcral.

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ha resellado para modificarle el valor correspondiente a su prede-cesor en el trono. La fecha en la que pudo ser resellada cabría relacionarla con el resello que mandó realizar Felipe IV en 1636. Carece de la fecha coronada, uno de los elementos que parece ser característico a este tipo de resellos. Pero el valor que consta en el anverso, VI (seis maravedís), parece ligarla a ese resello de 1636, porque parece que en esa fecha es cuando se utiliza ese valor para resellar las monedas de cuatro maravedís (valor que se aprecia claramente en la pieza original que es resellada).

El modelo tipológico de la sepultura descubierta en el exterior del edificio, se suma a las otras dos sepulturas ya conoci-das en el paraje y que se presentan como singulares dentro del modelo, asignado por Iñaki García Camino, de sepulturas de fosa talladas en la roca.

Esta tipología se ha venido interpretando por la literatura especializada como “fruto del proceso de aculturación meridional, cristiana y cerealística que experimentó el norte peninsular en la Alta Edad Media” (García Camino 2002: 219). Si bien su presencia es reducida en la cordillera Cantábrica, al sur de la divisoria de aguas su presencia es habitual, pudiéndose encontrar tanto al interior como al exterior de cuevas artificiales con dataciones entre el s. VIII y el X (Azkarate 1988: 288-331), así como en diversas localizaciones de la Rioja Alavesa y Valdegobia (Llanos 1972: 219-245; Andrio 1987: 273-286). Igualmente, se documentan de manera cuantiosa al norte del Duero (Bohigas 1982: 37-39 y 1999: 405-406; Quiroga y Rodríguez 1991: 61-77 y 1995: 193; Gutierrez 2015: 512-526). Este tipo de manifestación funeraria, además, no son únicas del ámbito peninsular, pudiéndolas encontrar en otras regiones del continente europeo (Durand 1988: 169-170) por lo que no hay que llevarlas obligatoriamente a contextos hispano visigodos o mozárabes (López Quiroga 1990; López Quiroga y Rodríguez Lovelle 1992: 149-151; García Camino 2002: 220; o López Quiroga y García Pérez 2013: 21). Lo que sí que parece claro entre los investigadores es que este modelo de sepulturas se gene-raliza entre los siglos IX-XI.

Según recoge García Camino (2002: 220-221), su datación debería estar sobre el año 1000, ajustando las sepulturas de Atxispe a una modalidad muy presente en la Meseta a la que se le ha otorgado un contexto cronológico de la segunda mitad del siglo X, comienzos del XI, por la existencia de su reborde perimetral. El investigador también señala la ausencia de este modelo tanto en épocas anteriores como posteriores, otorgando a San Pedro de Atxispe una relación con el proceso eremítico. Si bien este investi-gador hacía esta correlación en razón a la presencia de una única sepultura tallada en la roca, indicando que posiblemente fuera el testimonio de un solitario monje que buscó retiro espiritual en las soledades de los montes de Bizkaia nuclear, escasamente poblados todavía a fines del siglo X, antes de la organización parroquial,

En el depósito más antiguo de los hallados en el Sondeo 1, aquél de carácter arcilloso y sobre el que se asienta los restos de un muro existen diversos fragmentos, en concreto un borde y algu-na base plana, cuya morfología nos recuerda a la de las ollas de pequeño tamaño que se han identificado en algunas de las necró-polis medievales de Bizkaia. Ejemplos los tenemos en La Cerrada de Ranes (Abanto-Zierbena), Momoitio (Garai) o Mendraka (Elorrio). También se parecen esas formas a las que aparecen en San Pedro de Berriz. Correspondiendo todas ellas a la modalidad cerámica que se relaciona con las producciones reductoras, ligadas a tecnologías de larga tradición en el territorio (algunos investiga-dores las vienen denominando de tradición indígena) y llamadas a desaparecer poco después al ser reemplazadas por las produccio-nes oxidantes o por otros tipos más evolucionados técnicamente. En el apartado tecnológico, dichas cerámicas indicarían técnicas de fabricación principalmente manuales, pero las pastas no se parecen a esos ejemplares del mundo medieval que se han señalado arriba.

En el Sondeo 3, en el depósito de relleno de la fosa, hay un fragmento de cerámica cuyas características macroscópicas recuer-dan más a ese material que se ha citado de las necrópolis medie-vales. Y lo recuerda porque está templado con calcita, la cual se ha disuelto durante el periodo en el que ha estado enterrada, y esa disolución ha creado pequeños vacíos o huecos en la pasta, perfec-tamente visibles en la superficie del fragmento. Esta imagen recuer-da más a la del material citado, que incluso nos evoca al material prerromano, porque éste también incorpora la calcita como ele-mento más relevante.

En relación a las pastas, ese material del Sondeo 1 recuerda algo más a lo que apareció en la excavación de la Inmaculada Concepción de Gorliz, donde se localizó una necrópolis y un núcleo habitacional altomedieval relacionado con aquella, pero al no ser un material publicado no podemos conocer bien sus referentes.

En el terreno de las monedas, de las tres que se han encon-trado, sólo dos son identificables, puesto que una de ellas, localiza-da en el Sondeo 2, no conserva tipos ni leyendas que resulten legibles, al estar muy desgastada y en mal estado de conservación.

Las otras dos se localizan en el Sondeo 1. La más moderna corresponde a un resellado de 8 maravedís de 1641. Pese a su también mala conservación, se aprecian claramente las marcas del resello, tanto la que hace referencia a su valor, como la que le acompaña en el anverso con la fecha de acuñación del resello.

La tercera presenta más problemas en su encuadre cronológi-co. Se leen bastante bien los tipos y leyendas, salvo algunos de los elementos más definitorios como la fecha de acuñación –si es que la tuviera-, el nominal del monarca que la acuñó y el símbolo de la ceca. Se trata, en cualquier caso, de un resellado de 6 maravedís. La leyenda del anverso remite la moneda a un Felipe. Todo parece apuntar a que se trata de Felipe IV, aunque la moneda original se

Tabla 1.

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impide visualizar la topografía original. Dicho rebaje en la roca podría estar relacionado con la existencia en el lugar de algún tipo de estructura de almacenaje como pudiera ser una de fondo rehun-dido. Este tipo de estructuras, pese a que normalmente están aso-ciadas con agujeros o improntas de postes, que pudieran estar mostrándonos algún tipo de construcción tipo cabaña, no es raro que no se documenten, máxime si las dimensiones de éstas son reducidas (que no parece, a priori, que sea nuestro caso). Documentadas en diferentes puntos de la geografía europea y peninsular, encontramos los paralelos más cercanos y numerosos en la provincia de Álava. Cronológicamente se encuadran en el contexto europeo. Si bien presentan su auge se las centurias que van del siglo V al VII, no es extraño encontrarlas en el centro penin-sular en contextos aldeanos a mediados del siglo VIII. Según seña-la Tejerizo García (2014), en torno a los siglos XI o XII se aprecia una reducción importante de este tipo de evidencias constructivas.

Las posibilidades de estar ante este tipo de evidencia constructi-va nos hace preguntarnos si los numerosos restos de quercus locali-zados en el mismo depósito que el mijo/panizo no serían parte de la estructura, bien de un suelo, de la armadura o de la cubierta.

Pese a la problemática interpretativa que suscita este depósito, la abundante presencia de este cereal en el enclave nos muestra con seguridad la explotación de cereal en el paraje actual donde se enclava el templo de San Pedro entre finales del siglo VII y el VIII, cuyo cultivo se llevaría a cabo por unas gentes campesinas afincadas en el mismo lugar o en un área inmediata. Desconocemos por el momento la loca-lización de ese núcleo poblacional.

3. ANÁLISIS ARQUEOLÓGICO DE LOS ALZADOS DE LA ERMITA DE SAN PEDRO DE ATXISPE

3.1. Metodología de trabajo

Explicaremos a continuación los resultados de la lectura estra-tigráfica de los alzados del edificio. Los principios metodológicos de este trabajo tienen su origen en la consideración de los edificios históricos como entidades cambiantes, sujetas a procesos de degradación, adición de materiales, refacciones, cambios de pro-yectos constructivos, modificaciones en los usos, etc. Todos estos avatares hacen que debamos mirarlos como elementos inmersos en un continuum temporal, sin cuya aprehensión difícilmente se llegará a un entendimiento pleno tanto de la estructura edificada como de su secuencia histórica.

Por lo tanto, las edificaciones deben ser consideradas como documentos de pleno derecho, ya que los cambios que se reflejan en sus estructuras guardan información sobre infinidad de aspec-tos, como los conocimientos técnicos de una época determinada, la estructura social de sus constructores, sus posibilidades econó-micas, las redes de intercambio de conocimientos y elementos materiales, etc.

Sabemos, por otra parte, que existe un indudable paralelo entre la formación de los estratos arqueológicos en el subsuelo y las transformaciones, adiciones o demoliciones sufridas a lo largo del tiempo por los elementos arquitectónicos que componen una

ahora, con el conocimiento de la existencia de otra dos más, nos muestra una mayor presencia humana en el lugar –pese a que tres sepulturas siguen siendo escasas–, no pudiendo desechar la posi-bilidad de un mayor número a lo largo y ancho de la cresta sobre la que se asienta la ermita de San Pedro y que permanece enmo-quetada por una densa vegetación arbustiva que impide una observación limpia de la superficie rocosa.

Por último, la información otorgada por el análisis por radio-carbono de las semillas presentes en la unidad estratigráfica más antigua de las documentadas en la excavación, nos ha ofrecido unas fechas sumamente interesantes y que nos llevan directamen-te al primer episodio de ocupación humana en el paraje de la ermita de San Pedro de Atxispe, previo a la primera fase construc-tiva presente en el lugar.

Las fechas radiocarbónicas del mijo/panizo recogido son las siguientes (ver Tabla 1):

Los resultados nos muestran un marco cronológico para la fase previa al primer momento constructivo entre mediados del s. VII y algo más de la primera mitad del VIII. Situándonos directamente en el tránsito entre el la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media

Esto nos lleva a detenernos en esta unidad estratigráfica y analizar más detenidamente este depósito que presenta, todo él, materiales carbonizados.

Son varias y diferentes las lecturas que podemos realizar. Por una parte no tenemos la certeza de si esos restos de mijo/panizo, abundantes en el estrato, se habían sembrado en el lugar o esta-ban simplemente almacenados5. Hay que tener en cuenta que este depósito carbonizado no se localiza en todo el sondeo, únicamente en las zonas donde la roca se presenta rebajada. ¿Por qué no encontramos este nivel de incendio en el resto del Sondeo 1, así como en la ampliación llevada a cabo en el 2017 o en el resto de sondeos? Sabemos que los procesos constructivos en el enclave han actuado en contra de la conservación del sustrato geológico de la zona, así como de evidencias coetáneas al nivel de carbones. También es posible que el tipo de superficie que presenta la roca tanto en el resto del Sondeo 1 como en la ampliación, pueda moti-var más fácilmente la desaparición de restos de este estrato.

Sin embargo, los rasgos físicos que presenta la superficie del terreno sobre la que se encuentran depositados los carbones y la ausencia en el resto de las demás zonas intervenidas, nos lleva a suponer que nos encontramos ante un incendio focalizado.

Ello nos hace pensar que estamos ante un almacenamiento puntual y delimitado de cereal en el sondeo. Esta delimitación responde a su aparente relación con un rebaje en la roca, el cual presenta en planta una forma arqueada, al menos en su mitad oriental. En la mitad septentrional se difuminan esos límites al no existir una barrera física que delimite el depósito. Al sur y suroeste no hay constatación alguna de este depósito debido a la afección sufrida por la excavación de la zanja de cimentación del muro de cierre meridional que arrasó con el depósito de semillas, lo que nos

5 Además de la presencia de mijo/panizo, el análisis arqueobotánico efectuado en los laboratorios del CSIC, nos indica la presencia en el mismo estrato de abundantes restos de Quercus subgénero Quercus y un resto de Fraximus sp. El primero, además de ser el árbol más característico de manera habitual en estos paisajes, presenta unas buenas características para el uso constructivo, aunque su escasa presencia no parece conducirnos a tal hipótesis.

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Figura 19. Plantas del edificio, con las Unidades Estratigráficas y las fases.

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Figura 20. Alzados de la ermita, con las Unidades Estratigráficas identificadas.

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Figura 21. Alzados de la ermita, con las fases constructivas.

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3.2.1.1. Fase 0. Ocupación anterior al templo

Se trata de una serie de acciones registradas en la excavación arqueológica, consistentes en un espacio semirrupestre alargado en sentido este-oeste relleno con un depósito de carbones y semi-llas (UE 14) con evidencias de fuego.

La datación radiocarbónica de este estrato tiene una horquilla de 662-774 dC, por lo que nos encontramos con una ocupación de los siglos VII-VIII.

Estos niveles están incompletos, al estar cortados por las obras posteriores de la iglesia, pero sí podemos ver que el primer edificio construido (Fase 1) se apoya sobre ellos amortizándolos.

Se han registrado abundantes carbones; las especies vegetales identificadas son taxones de roble y fresno entre las especies arbó-reas, y mijo/panizo entre las semillas.

3.2.1.2. Fase 1. Primer templo (siglos IX-XI)

3.2.1.2.1. Las evidencias

Son escasos los elementos que hemos identificado de esta primera fase constructiva. Aun así, han sido claves para el conoci-miento de su estructura.

En la base del alzado sur, cerca de su zona central, se ha iden-tificado un resto (UE 1001), compuesto por un esquinal que con-serva dos sillares colocados a soga y tizón, a partir de los cuales se desarrolla un muro de mampostería de piezas semiescuadradas de

Figura 22. Planta de la iglesia. En color se marcan los restos conservados de la Fase 1.

Figura 23. Imágenes de la UE 1001. A la izquierda, la estructura desde el interior (UE 12 de la excavación arqueológica). A la derecha foto de detalle donde se destaca esta estructura, apreciándose claramente el esquinal.

Figura 25. Fotografía de detalle destacando esta estructura de la UE 1003; a la izquierda de la imagen, la esquina SW del edificio original.

Figura 24. Lajas sobresaliendo por debajo del muro norte de la ermita, que nos indican la posición de la cabecera del edificio original.

construcción. Por lo tanto, ésta puede ser considerada a su vez como un yacimiento, cuya estratigrafía se refleja en sus muros y es la que permite tener la visión diacrónica de su realidad, de la que hablábamos más arriba. Sabemos, por lo tanto, que se puede apli-car la metodología desarrollada en investigaciones arqueológicas (método estratigráfico) al estudio de la evolución constructiva; y que la actuación para la conservación de edificios es tan destructi-va de datos de cultura material, claves para la interpretación del edificio, como lo es una excavación arqueológica. Es preciso aplicar la metodología de análisis arqueológico con el fin de registrar los elementos o indicios que con posibles acciones de reforma o res-tauración inevitablemente van a desaparecer.

3.2. Resultados

3.2.1. Secuencia constructiva de la ermita

El edificio se articula en 6 fases constructivas, con una fase de ocupación previa. Las fases reconocidas en la ermita de San Pedro de Atxispe son:

Fase 0. Ocupación anterior al temploFase 1. Primer templo (siglos IX-XI)Fase 2. Primera ampliación al oeste (siglo XV)Fase 3. Construcción de la espadaña (siglo XVI)Fase 4. Segunda ampliación al oeste y pórtico (siglo XVII)Fase 5. Ampliación hacia el este, coro, suelo y altar (siglo XVIII)Fase 6. Últimas reformas y ruina de la ermita (siglo XX)

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En el muro sur, más al oeste, se conserva otro resto del muro de mampostería (UE 1003), formando esquina (fig. 25). Tiene una longitud de 3,20 m y solo es visible al exterior.

En el alzado norte, en línea con la estructura vista en el muro sur (UE 1001), documentamos otro resto de muro de mampostería (UE 1021) que también conserva dos piezas escuadradas funcio-nando como esquinal dispuestas a soga y tizón (fig. 26). Se conser-van de dos a tres hiladas de muro y presenta un zócalo. Tiene un grosor de 50 cm; la longitud conservada es de 2,80 m y la altura es de 80 cm.

Hacia el oeste, y alineado con el muro UE 1003, hay otro resto de muro (UE 1028), realizado en mampostería de piezas escuadra-das, con el esquinal colocado en vertical. Se conserva una longitud de 1,40 m y una altura de entre 30 y 50 cm (fig. 27).

3.2.1.2.2. Aspecto del edificio en esta fase y cronología

Por los restos documentados, creemos que se trata de los cuatro esquinales de un primer templo. Su localización, la relación métrica entre ellos y su factura, nos indican que pertenecían a una misma obra; una iglesia más pequeña que la actual, de 7,70 m de longitud y con una anchura de muros de 50 cm. Se aparejaba en mampostería con esquinales de piezas escuadradas dispuestas a soga y tizón y la anchura exterior del templo era similar al actual.

La anchura en torno a la esquina oriental del edificio es de 6 m; en la esquina occidental se ensancha hasta los 6,5 m por lo que se trata de una nave de planta trapezoidal, algo normal en un empla-zamiento tan escarpado que obliga a adaptarse a la topografía.

La excavación sacó a la luz los restos del muro de la cabecera, muy somero al norte y con algo más de desarrollo al sur. Las carac-terísticas del muro, que parece formar una esquina, y las dimensio-nes del conjunto y su cronología, lo hacen compatible tanto con una iglesia con cabecera destacada (fig. 28) como con una de cabecera recta no destacada (fig. 29).

En el estado actual de conocimiento no podemos decantarnos por una de las hipótesis, por lo que dejamos abiertas ambas posi-bilidades.

Tenemos argumentos tanto para una como para la otra hipó-tesis. Por ejemplo, en la iglesia de San Miguel de Montoria (Álava), a pesar de que solo se conservan restos de una fase primitiva en la parte en la esquina entre el ábside y crucero, se puede apreciar que la cabecera era más estrecha que la nave. En este caso estaríamos hablando de una obra anterior al siglo XII (Sánchez Zufiaurre 2007: 180-184). La ermita altomedieval de San Julián y Santa Basilisa de Aistra (Álava) presenta una cabecera que probablemente fuera destacada (Sánchez Zufiaurre 2007: 108-117, Quirós Castillo: 2017). Otro ejemplo es el de la primera fase de Nuestra Señora de la Asunción de Valluerca (Álava), en la que observamos una peque-ña cabecera destacada y que data de los siglos IX y X (Sánchez Zufiaurre 2008). San Clemente de Arbileta (Orduña, Bizkaia), cuen-ta con una fase inicial, anterior al siglo XII, con cabecera destacada, ligeramente más estrecha que la nave principal (Martínez Torrecilla, Plata Montero y Solaun Bustinza 2007).

También encontramos ejemplos de edificaciones de cronología similar que no presentan una cabecera destacada. Por ejemplo, la iglesia altomedieval de Los Castros de Lastra cuenta con una única fase constructiva y presenta una planta rectangular (Sánchez

arenisca. La altura conservada de este elemento es de 70 cm y su anchura de 80 cm.

Esta obra giraba hacia el interior, como se pudo ver en la exca-vación del sondeo 1, siendo un muro norte-sur de aspecto irregular, del que sólo conservamos la base con tres hiladas de mampostería (UE 12, ver fig. 23) de 50 cm de anchura

En la ampliación del sondeo hacia el norte se pudo ver la continuidad de este cierre, en forma de dos lajas de tamaño medio que por su ubicación pertenecen a la esquina en el muro norte de esta estructura (fig. 24).

Figura 27. Foto de detalle donde se destaca esta estructura de la UE 1028, esquina NW del edificio original.

Figura 26. Foto de detalle donde se destaca esta estructura de la UE 1021, creando la esquina NE del edificio original.

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entre los siglos IX y XI. La misma cronología se maneja para los materiales hallados en la excavación del sondeo 1, asociados con la estructura de la posible cabecera destacada.

Y si a eso añadimos la datación radiocarbónica de la ocupación de la fase 0 (siglos VII-VIII), creemos que la fecha de los siglos IX-X para este templo es la adecuada. Formaría parte del importante elenco de iglesias altomedievales vizcaínas, si bien son escasas de las que conservamos restos materiales en pie. La posible forma de la cabecera destacada nos sitúa también en el entorno de las igle-sias alavesas de los siglos IX-X.

Por tanto, y a falta de mayor información, adscribimos los res-tos de este templo a la mencionada cronología, sin saber si perte-necía, tanto él como su necrópolis asociada, a un poblamiento de tipo aldeano o a un asentamiento de tipo eremítico, tal y como afirman algunos autores (García Camino 2002: 410).

3.2.1.3. Fase 2. Primera ampliación al oeste (siglo XV)

3.2.1.3.1. Las evidencias

Como hemos explicado, contamos previamente con los cuatro esquinales de un templo primitivo. En este segundo momento se elimina el muro occidental para ampliar la estructura hacia los pies. Esto se refleja en dos cortes (UE 1006, 1029) en los muros sur y norte.

Zufiaurre 2007: 254-256). Por otro lado, la iglesia de San Pedro de Gorostiza (Zestafe, Álava), que data probablemente de los siglos X-XI, tampoco presenta cabecera destacada en su fase inicial, constituyendo otro ejemplo en este sentido (Sánchez Zufiaurre 2007: 142-148). En Gerrika (Arbatzegi, Bizkaia) encontramos la ermita de Santa Lucía, que no presenta cabecera destacada, en una fase datada entre los siglos X-XI (García Camino 2006: 268-270).

Aunque no se habían realizado hasta el momento estudios exhaustivos de la ermita de San Pedro, los autores coincidían en señalar la existencia de un templo anterior, del que no se habían reconocido restos en sus alzados antes de este estudio.

A esto se añade la existencia en las proximidades de tres sepulcros excavados en la roca, con planta de bañera y reborde perimetral, que según García Camino (2002: 410), podrían datarse

Figura 30. Planta de la iglesia. En color se marcan los restos conservados de la Fase 2. En gris las fases precedentes.

Figura 32. Propuesta de la planta del edificio en esta fase. En color, los elementos añadidos en la fase 2; en gris, los elementos anteriores.

Figura 31. Restos de la ampliación del edificio en fase 2. A la izquierda el muro sur (UE 1005) y a la derecha el zócalo (UE 1024) y el muro (UE 1027).

Figura 29. En color, segunda propuesta de la posible planta del edificio (sin cabecera destacada) en esta primera fase.

Figura 28. En color, propuesta de una de las posibles plantas del edificio (con cabecera destacada) en esta primera fase.

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fase 4) nos llevan a datarla en el siglo XV, que sería la cronología de la fase 2.

3.2.1.4. Fase 3. Construcción de la espadaña (siglo XVI)

3.2.1.4.1. Las evidencias

El tercer momento es la construcción de la espadaña (UE 1010). Esta estructura forma lo que hoy es el muro occidental de la iglesia. En origen se levantó como una espadaña exenta, pero en fases posteriores se amplía la nave y se la une a la espadaña (fig. 34).

Es una estructura realizada en sillarejo de arenisca, con un gran grosor en su parte baja, que va disminuyendo conforme alcan-za altura. Orientada de norte a sur, en su parte superior se abren dos vanos en arco de medio punto formados por tres dovelas cada uno; albergarían campanas, que han desaparecido. Contaba con un remate en frontón triangular, que se perdió seguramente al integrarse en la estructura del templo.

3.2.1.4.2. Aspecto del edificio en esta fase y cronología

La iglesia sería igual que en la fase anterior, pero se añade al oeste la espadaña exenta. Sería una espadaña rematada en frontón triangu-lar en la que se abren dos arcos de medio punto para las campanas.

Este tipo de espadaña era habitual en los siglos XV-XVI. En el valle alavés de Kuartango encontramos numerosos casos de espa-

Luego se construye la ampliación hacia el oeste, de la que se conservan restos en los muros sur (UE 1005) y norte (UE 1024, 1027). El del sur se ubica al este de la portada, y el del norte cuen-ta con un zócalo (UE 1024). Se realizan en mampostería con pre-dominio de piezas semiescuadradas, junto con otras menos elabo-radas y algunas lajas acomodando las piezas (fig. 31). Tienden a formar hiladas, aunque de manera irregular, y su argamasa es blanca y de poca dureza.

3.2.1.3.2. Aspecto del edificio en esta fase y cronología

En este momento se produce una ampliación del templo. Inicialmente (Fase 1) teníamos una estructura de 7,70 m de longi-tud, con un grosor de muros de 50 cm y una anchura de entre 6 y 6,50 m. La nueva obra ampliará la nave en más de tres metros. Para ello eliminan el muro occidental original, creando la nueva estructura de la que nos quedan las evidencias descritas. Aumenta el grosor de los muros a 65 cm, aspecto que nos ayudará a enten-der elementos de fases posteriores.

Contamos con un elemento que nos ayuda a datar esta fase. La portada del templo, situada en la actualidad en el alzado sur, está claramente remontada; es decir, no se localiza en su lugar original. Creemos que esta portada estaría en origen en el hastial occidental de esta primera ampliación (muro que se eliminará en fases posteriores). Este acceso desde los pies es usual en numero-sas iglesias. Las características de dicha portada (ver descripción en

Figura 33. Planta de la iglesia. En color se marcan los restos conservados de la Fase 3. En gris las fases precedentes.

Figura 36. Planta de la iglesia. En color se marcan los restos conservados de la Fase 4. En gris las fases precedentes.

Figura 35. Propuesta de la planta del edificio en esta fase. En color, los elementos añadidos en este momento; en gris, los elementos anteriores.

Figura 34. Vista de la espadaña desde el NW.

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dañas exentas, coetáneas a la que encontramos en Atxispe, y que en algunos casos han sido unidas posteriormente al edificio princi-pal. En la iglesia de San Román en Arriano encontramos una espadaña en línea con la fachada oeste y adosada por uno de sus lados, al muro norte, fechada a finales del siglo XV o principios del XVI. La iglesia de Santiago, en Etxabarri-Kuartango, presenta una espadaña exenta fechada en el siglo XV que también se adosa a la iglesia por uno de sus lados. San Pedro de Catadiano se asemeja mucho a nuestra ermita. En este caso la espadaña es exenta, cons-truida en el siglo XV-XVI, al igual que en Atxispe.

En la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (Valluerca, Álava), observamos la construcción de una espadaña exenta en el siglo XII, a partir de un pequeño campanario anterior, también exento (Sánchez Zufiaurre: 2008). Este elemento es de cronología considerablemente anterior al tratado en este trabajo; sin embargo, sufre el mismo proceso. En ambos casos, este elemento originaria-mente exento, es anexionado al edificio principal mediante amplia-ciones posteriores. Si bien la construcción del elemento exento en ambos casos no es coetánea, si lo es la unión de este elemento al edificio principal, como comentaremos más adelante.

Las características formales y el estudio estratigráfico nos per-miten datar esta estructura, cuya construcción podemos situar en el siglo XVI como espadaña exenta.

3.2.1.5. Fase 4. Segunda ampliación al oeste y pórtico (siglo XVII)

3.2.1.5.1. Las evidencias

Se producen importantes cambios en el templo, destacando su ampliación, una vez más, hacia el oeste. Se elimina el cierre occi-dental de la nave, quedando como evidencia los cortes verticales en los muros norte (UE 1026) y sur (UE 1008). Como hemos dicho, al oeste estaría la puerta añadida en la fase 2.

Adosando a estos cortes se construyen los extremos occiden-tales de los muros norte y sur (UE 1009, 1025), adosándolos a la espadaña y convirtiéndola así en el cierre occidental de la iglesia como en la actualidad.

Estas nuevas estructuras se realizan en mampostería de piezas escuadradas reutilizadas, formando hiladas muy irregulares. En las juntas hay ripios sin trabajar y abundantes trozos de teja, siendo estos últimos los que caracterizan a la obra y la hacen muy distin-guible del resto de fábricas del templo. Tienen entre 65 y 70 cm de grosor y una altura que va desde el suelo hasta casi la cumbrera del templo. Por sus características, creemos que se trata del mismo material que se emplea en la ampliación de Fase 2, reutilizado, y a la que se añaden piezas nuevas y ripios de teja.

En la parte central del muro norte de esta ampliación se crea un vano recto con jambas de sillería, seguramente una puerta hacia el norte (hoy cegada y arruinada). En el muro sur se abre la porta-da del templo, claramente remontada; creemos que procede del muro occidental de la primera ampliación (Fase 2), que en estos momentos es eliminado. Esta portada es en arco apuntado, con dovelas de desarrollo medio y decorada en las aristas exteriores de cada una de las dovelas con semiesferas talladas (fig. 37).

La unión de la espadaña con el edificio supone reformas en ella; se desmocha, para adaptarla a la nueva obra. Se corta (UE

Figura 38. Vista desde el exterior de la UE 1007. Para su edificación se realizaron dos cortes, las UEs 1002 (en amarillo) y 1004 (en rojo).

Figura 39. Vista de la espadaña, con los mechinales del oeste (UE1041) para una estructura de madera.

Figura 37. Vista de la portada.

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1031) su remate para alcanzar la altura del templo, y se coloca un nuevo remate (UE 1030) en los extremos norte y sur, de forma triangular irregular. Esta obra incluye también el extremo superior del remate del muro sur de la iglesia, de mampostería irregular con una viga de madera ensamblada uniendo la estructura.

Junto a esta obra se reconstruye una parte importante del muro sur de la nave primitiva, que tenía un grosor de 50 cm frente a los 65 de las obras nuevas. Este muro (UE 1007) es de mampos-tería, combinando piezas escuadradas, seguramente reutilizadas, con piedras más pequeñas sin trabajar y lajas, además de gran cantidad de ripios de teja (fig. 38). En él se abre una ventana rec-tangular. Al interior engrosa la anchura del muro original, y por ello deja de verse la obra primitiva en esta zona, siendo visible sólo al exterior.

En el extremo del muro sur se construye un pórtico; hoy está desaparecido, pero podemos ver los mechinales realizados para su construcción (UE 1013, 1011, 1015, 1016). Por su localización y características sabemos que era un pórtico sustentado por vigas de madera y tornapuntas, que tendría al menos dos aguas: una hacia el sur y otra hacia el este.

Hay además un pequeño corte junto a la portada (UE 1043) que podría corresponder con un aguabenditera.

En el alzado occidental de la espadaña se documenta una serie de seis cortes (UE 1041), a diferentes alturas y de unos 10 cm de anchura, que hemos relacionado con el añadido de una estructura de madera encima de la espadaña una vez desmochada (fig. 39).

3.2.1.5.2. Aspecto del edificio en esta fase y cronología

El edificio sufre uno de sus mayores cambios, ya que se amplía hasta el oeste convirtiendo a la espadaña en el hastial occidental. Se reconstruye gran parte del muro sur, y seguramente parte del norte (pero esta zona está desaparecida). Se refuerzan los muros da la nave.

La portada, que estaba al oeste, pasa al sur a su emplazamiento actual; y el edificio contaba, además, con una puerta hacia el norte.

La portada se protege con un pórtico de madera, y la espadaña recibe una estructura de madera en su parte superior, seguramente para albergar las campanas que se quitan de los arcos al quedar parcialmente ocultos por la iglesia. Esta estructura se menciona en la documentación del siglo XVIII que veremos más adelante, como el chapitel de las campanas.

En cuanto a su cronología, sabemos que es posterior a la espadaña del siglo XVI (fase 3). La fase siguiente se corresponde con obras realizadas en el siglo XVIII, por lo que la fase 4 se reali-za en torno al siglo XVII.

3.2.1.6. Fase 5. Ampliación hacia el este, coro, suelo y altar (siglo XVIII)

3.2.1.6.1. Las evidencias

Las obras recogidas en esta fase se caracterizan por una nueva ampliación, esta vez en la zona oriental de la iglesia, y por reformas realizadas en su interior.

Comenzamos con la construcción de una nueva cabecera en la zona oriental, para lo que se elimina la cabecera original, que aún

se conservaba; esto se ve en sendos cortes al sur y al norte (UE 1019, 1022). En el caso del muro norte no solo cortan para cons-truir la cabecera, sino que eliminan casi la totalidad de muro origi-nal de la iglesia para engrosarlo.

Esta obra nueva (UE 1020) se apareja en mampostería con piezas semielaboradas de entre 15 y 20 cm de lado, bastante regulares y buscando seguir hiladas; el muro tiene un grosor de 65-70 cm.

Esta estructura se desarrolla también por el alzado N, represen-tada por la UE 1023; en realidad se trata del mismo muro, que la ruina posterior ha separado. Esta obra constituye la reconstrucción y engrosamiento del muro N de la nave, del que actualmente que-dan pocas hiladas y presenta las mismas características estructura-les que la cabecera.

También se haría la rampa de acceso al templo por el sur (UE 1040), en mampostería irregular con piezas de buen tamaño y tejas en las juntas a modo de ripio.

Dentro de esta fase se ciegan parcialmente los huecos de campana de la espadaña, dejando libres los arcos, con dos muretes (UE 1032, 1033) de mampostería irregular, con tejas en las juntas y algún ladrillo (fig. 42).

Se elimina el pórtico de la fase anterior, quedando la amortiza-ción de sus mechinales (UE 1012, 1014, 1017).

También se amortiza la puerta que daba acceso desde el N de la nave (UE 1034), con un sillar de gran tamaño y mampuestos.

En este momento se crea un coro alto, situado a los pies de la iglesia y del que quedan pocos vestigios, principalmente un grupo de mechinales. Algunos se ubican a diferentes alturas en el muro occidental de la iglesia, que en realidad es la espadaña (UE 1035), que soportarían la escalera. Otros dos mechinales (UE 1036) alber-gan una viga (UE 1037) con una escuadría de 25 a 27 cm y una longitud de 5,70 m que sustentaría la estructura del coro (fig. 43).

La última reforma de este momento es la creación del suelo y el altar de la iglesia (UE 1039). El primero se distribuye en cinco alturas con la cota más baja en el extremo occidental. La separa-ción entre las alturas se realiza por peldaños de piedra; el suelo se forma con baldosas cerámicas de 20 cm de lado y ladrillos macizos de 25 x 13 cm (fig. 44).

El presbiterio es estrecho y da acceso, a través de tres escalones, a la zona más alta de la iglesia, el altar. El altar se ubica contra el muro oriental, adaptándose a la roca natural; está realizado en mampostería y rematado con una hilera de sillares, que tiene la misma anchura que el templo y seguramente serviría como base para el apoyo de un retablo. Sobre esta estructura se apoya en su parte central otra estructura rectangular de mampostería irregular, que identificamos con los restos del altar preconciliar del templo (fig. 45).

3.2.1.6.2. Aspecto del edificio en esta fase

Con las obras llevadas a cabo en este momento cambia com-pletamente el aspecto de la iglesia, tanto en el exterior como en el interior. En el exterior se vuelve a registrar una ampliación, esta vez hacia el este, con la construcción de una nueva cabecera. La anchu-ra del templo no varía, pero el muro N se levanta en parte nuevo, adecuando el grosor de los muros al conjunto de la iglesia. En el interior se edifica un coro alto en el extremo occidental y se coloca un nuevo suelo de baldosa y ladrillo con escalones de piedra, ade-

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Figura 44. Imagen del suelo de la iglesia (UE 1039) desde el W.

Figura 45. Vista de la zona del altar (UE 1039).

Figura 46. Propuesta de la planta del edificio en esta fase. En color, los elementos añadidos en este momento; en gris, los elementos anteriores (no se incluye el suelo).

Figura 42. Muretes que ciegan parcialmente los los vanos de la espadaña.

Figura 43. Alzado interior sur de la ermita, donde se marcan los mechinales (UE 1036) y la viga de madera (UE 1037) pertenecientes a un coro alto.

Figura 41. Planta de la iglesia. En color se marcan los restos conservados de la Fase 5. En gris las fases precedentes.

Figura 40. Propuesta de la planta del edificio en esta fase. En color, los elementos añadidos en este momento; en gris, los elementos anteriores.

Figura 47. Planta de la iglesia. En rojo se marca la zona afectada por la ruina de la fase 6. En gris las fases precedentes.

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El 14 de agosto de 1754, por fin, se otorga la licencia para las obras a cuenta de la fábrica de la parroquia. El 16 de febrero de 1755 se manda hacer el remate de las obras, que se hará en marzo.

Obligación de obrasEl mismo 16 de marzo de 1755 se hace un documento de

obligación de obra, en el que se refiere el precio de 362 reales para Juan de Duo, para realizar las siguientes obras:

-Reparar la pared del mediodía.-Cerrar la puerta norte de la ermita a cal y canto.-Cerrar la ventana del oeste para seguridad del coro, dejando

lucero, igualando con la ventana ya existente.-Romper a pico y poner igual con la tarima “la peña que se

halla en el altar” del lado de la epístola.-Arreglar los “pasos” caídos en la escalera de la entrada de la

ermita.-Arreglar el suelo del interior.El 17 de marzo de 1755 hay otra escritura, para regir las obras

de carpintería a nombre de Francisco de Barua, que había recibido el traspaso del remate.

Condiciones de la obra:-Arreglar el sitio y chapitel de campanas.-Asegurar y componer el coro.-Quitar el antepecho del coro.-Hacer nueva la escalera del coro, de tabla nueva.-Que allí donde esté rota, deshecha o podrida la bóveda y

“cimbre” de la ermita.-Retejar el tejado, chapitel y tejavana con 1000 tejas nuevas.-Hacer los asientos laterales del presbiterio, ya que la ermita

carecía de ellos, de ocho pies de largo en cada lado.Como vemos, son numerosas las obras necesarias. Se ve que

sobre la espadaña había un chapitel, con una importante obra de madera (que documentamos en la fase 4). A los pies de la nave había un coro. En la cabecera, el altar estaba condicionado a la forma de la roca, que se pide tallar para igualar. El suelo tenía fallos, y había que repararlo. Se manda cerrar la puerta del norte, que veían en ese momento como innecesaria. Y de los dos huecos de campana del oeste (antigua espadaña), sólo uno estaba ya cegado. Se manda cegar a medida el otro, igualando ambos.

Lamentablemente no contamos con los pagos de las obras, no constando si las obras se ejecutaron tal como se presupuestaron. Pero al parecer, las obras de la mitad oriental de la ermita fueron bastante más importantes que lo que parecía, ya que se reconstru-ye casi por completo el contorno de la iglesia.

Creemos que en este momento se elimina el pórtico y se reconstruye el acceso a la ermita, ya que tras esta importante contrata no hay más información sobre obras en Atxispe. Se trata-ría, por lo tanto, de las últimas obras de envergadura.

Un dato interesante de las obras es la diferencia entre las necesidades de carpintería y de albañilería: 1812 reales de coste para el carpintero y 487 reales para el albañil. Esto nos muestra una vez más la necesidad de comprender las obras de carpintería a la hora de analizar estructuras de piedra que han perdido la madera, ya que muchas veces la piedra no es más que el contene-dor de una importante obra de madera.

En este caso, lamentablemente, casi no conservamos restos de las estructuras de madera: altares, coro, bancos y hasta una bóve-

más de crear un nuevo altar. Pero lo que más afecta al aspecto de la iglesia es la desaparición de la cabecera destacada que pudo haber pervivido desde la construcción original del templo.

3.2.1.6.3. Análisis de la documentación relativa a las reparaciones realizadas en la ermita durante los años 1754-1755

Antes de continuar con la cronología de esta fase, analizare-mos brevemente parte de la documentación que nos ayuda a ello. Se trata de documentación obtenida del Archivo Provincial de Bizkaia, con las siguientes referencias:

A.H.P.V.: Notariado 5487. Juan Bautista de Gangoiti, ff. 46-50. 16 de abril de 1754.

A.H.P.V. Notariado 5487. Juan Bautista de Gangoiti, ff. 15-44. 16 de febrero de 1755.

Necesidad de obras tras la visita del obispadoEl 16 de abril de 1754 se reúnen los responsables de la parro-

quia para analizar la situación de la ermita tras el paso del visitador del obispado de Calahorra, realizada el 5 de enero de 1753.

Se dice que las puertas están rotas por ser muy antiguas, hay partes de las paredes caídas, y las restantes amenazando ruina. Estaba caído el chapitel donde estaban las campanas. Necesitaba pronta reparación ya que corría riesgo de que se “aplane”, siendo “el único santuario que esta república tiene”.

La ermita no tenía más renta que lo que le rinde la sisa de vino, siendo de 800 reales cada dos años como mucho. Lo que no llega para su arreglo, motivo por el cual no se hicieron reparos en los años anteriores, si no es con el dinero de la parroquia.

Pero los reunidos comunican al obispo que la ermita sí contaba con ingresos propios, procedentes de unos robledales, que habían sido cedidos a la parroquia con la condición de que se hiciera el mantenimiento de la ermita. Y que los ingresos de la explotación del carbón de los robledales eran más que suficiente para hacer frente al arreglo necesario.

Piden que se proceda a tasar las obras necesarias, y que el obispado mande a la parroquia a asumir el coste.

Relación de daños de la ermita tras la visita del obis-pado y nombramiento de peritos

El 1 de julio 1754, los responsables de la anteiglesia de Fica, con el párroco de la anteiglesia a la cabeza, redactan un documen-to relativo al mal estado de la ermita, tras la visita del visitador general del obispado.

En el texto se dice que las puertas están rotas y muy maltrata-das por su antigüedad, con porción de sus paredes caída y las restantes amenazando ruina, y por consiguiente derribado el capi-tel y sitio “en que se ponen las campanas, y que por esta razón se hace preciso (…) inmediatamente a su composición y reparo, pues de lo contrario está mui expuesta dicha hermita a aplanarse toda ella en mui breve tiempo, en lo que se han de seguir muchos gastos y perjuicios graves (…) partes, por ser el unico Santuario que tie-nen”.

Al margen aparece el nombramiento de los peritos por parte del párroco (Manuel de Mantuola): nombra como cantero a Juan de Duo y a Pedro de Aburto como carpintero.

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vegetación invade progresivamente el templo con el deterioro que esto supone. Afortunadamente, en los últimos meses se ha proce-dido a la limpieza del templo.

La ermita de San Pedro sufrió importantes desperfectos duran-te la guerra civil española; las informaciones consultadas hablan de la caída de un obús en el templo, lo que provocó su ruina. La cubierta terminó por caer, amontonándose escombros, vigas y teja tanto en su interior como en los alrededores inmediatos.

Por tanto, desde la contienda civil la ermita fue abandonada deteriorándose progresivamente hasta alcanzar el aspecto general que contemplamos hoy.

4. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Debemos señalar una serie de inconvenientes a la hora de describir el proceso histórico en el enclave, pudiendo afectar en la interpretación final de la evidencia arqueológica.

Por una parte partimos de la condición de que el espacio sobre el que se ha actuado no conduce a la total comprensión estratigrá-fica del yacimiento, aunque sí a su evolución cronológica. Por todo ello las lecturas interpretativas que se han extraído de los trabajos llevados a cabo pueden ser claras o en algunos casos parciales, y siempre tomadas de manera rigurosa a la hora de hacer lecturas interpretativas.

Los análisis procedentes tanto del estudio de la estratigrafía descubierta en el proceso de excavación como el de la lectura de los alzados, nos han posibilitado comprender históricamente el paraje donde se enclava la actual ruina de la ermita de San Pedro de Atxispe.

La primera ocupación humana atestiguada en la intervención arqueológica corresponde a un espacio rehundido que alberga restos de mijo/panizo, fresno y roble. Lo que sabemos de este momento es que habría cultivo de mijo/panizo, y se almacenaría en la zona donde se ubica la ermita. La funcionalidad original del enclave la desconocemos, pero la aparición de roble y fresno nos podría indicar la existencia de una estructura relacionada con el almacenamiento cerealístico, datada en los siglos VII-VIII.

Posterior a este primer momento de ocupación, hemos podido documentar por primera vez estructuras que nos certifican la exis-tencia de un templo desde época altomedieval. Aunque los diferen-tes investigadores apuntaban esta posibilidad, sobre todo por la presencia en las inmediaciones de sepulcros hechos en la roca, hasta este momento no se habían reconocido en su estructura restos de esta cronología.

Tenemos un primer momento constructivo, evidenciado por la presencia de restos que se identifican con las cuatro esquinas de la iglesia primitiva. Los esquinales estaban realizados con piezas bien escuadradas, siendo sus alzados seguramente de mampostería. Presentaba una longitud de 7,70 m y una anchura exterior de entre 6 y 6,50 m; la anchura de sus muros era de 50 cm.

Su cabecera podría ser recta o destacada, característica com-patible con los sondeos estratigráficos que se realizaron en el año 2016-2017 y que pusieron al descubierto un pequeño resto de muro cuya morfología nos hizo pensar en este tipo de cabecera. Desafortunadamente, la escasez de evidencias y el afloramiento de la roca natural nos ha impedido certificar este hecho.

da, que han desaparecido y sólo conocemos por los huecos que dejaron sus encastres en la pared.

3.2.1.6.4. Interpretación y cronología

Se producen una serie de reformas, siendo la más importante la obra de la nueva cabecera del templo y muro N de la nave. Se amplía de nuevo en longitud, esta vez hacia el este eliminando la cabecera destacada, y eliminando la obra primitiva al N, que pre-sentaba un grosor de muros menor; se edifica, junto con la cabe-cera, un nuevo muro ya con un grosor igual que el resto de la fábrica del templo.

Creemos que estas obras están motivadas en parte por problemas estructurales de la fábrica primitiva que se conservaba al este y al norte, tal como se ve en la documentación de las obras contratadas.

En cuanto a la cronología de estas reformas, la morfología de los elementos que las componen y las fuentes documentales nos ayudan a fijar su fecha. Contamos con los documentos fechados en 1754 y 1755 que nos mencionan obras contratadas en San Pedro, quién las debe ejecutar y su coste. Adscribimos las obras descritas en esta fase, es decir, creemos que se ejecutan en la década de 1750.

3.2.1.7. Fase 6. Últimas reformas y ruina de la ermita (siglo XX)

3.2.1.7.1. Las evidencias

Esta última fase constructiva registrada en la ermita de San Pedro se caracteriza más por la eliminación y amortización de ele-mentos existentes que por la adición de elementos nuevos. Al haberse eliminado el pórtico en la fase anterior, suponemos que es ahora cuando se retira el elemento (quizás un aguabenditera) situado en el lado oriental de la portada, por lo que se amortiza el mechinal que se había abierto para su sujeción, con un relleno de argamasa de gran dureza (UE 1044).

También se ciega la ventana de la parte central del muro sur, con ladrillo macizo y argamasa blanca (UE 1038).

La última acción que se registra es la ruina. Durante la Guerra Civil sufre importantes desperfectos, la cubierta colapsa y se derrumban parte de sus muros, al parecer por la caída de un obús. Esta ruina (UE 1018) se aprecia sobre todo en la coronación de los muros de la iglesia, en todo su perímetro. En la fachada sur y en la cabecera esta rotura mantiene prácticamente la coronación origi-nal, pero en el N los muros se arruinan casi hasta la base de las tres cuartas partes del alzado, y solo se conserva hasta la cumbrera la zona de la cabecera y parte de la primera ampliación de la igle-sia. El resto de los alzados presentan diferentes porcentajes de ruina, llegando en algunos casos a su casi completa eliminación.

3.2.1.7.2. Aspecto del edificio en esta fase y cronología

En esta última fase el aspecto de la ermita es de completa ruina. Las estructuras se mantienen parcialmente en pie, sobre todo en el alzado sur. El alzado N está muy afectado y en algunos de sus tramos casi ha desaparecido. La cubierta está completamente desaparecida y las vigas y tejas que la forman, se encuentran esparcidas tanto en el interior como en el exterior del edificio. La

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Para las fases iniciales de Atxispe, no podemos determinar si su cabecera era destacada o no. Encontramos varios ejemplos compa-rables a esta ermita como la iglesia de San Miguel (Montoria, Álava), la ermita altomedieval de San Julián y Santa Basilisa de Aistra (Álava), Nuestra Señora de la Asunción (Valluerca, Álava) y San Clemente de Arbileta (Orduña), que presentan una cabecera que probablemente fuera destacada y ejemplos como la iglesia altomedieval de Los Castros de Lastra (Álava), la iglesia de San Pedro de Gorostiza (Zestafe, Álava) y Santa Lucía de Gerrika (Arbatzegi, Bizkaia), que no la presentan.

Si atendemos a la advocación de San Pedro, conocemos 11 lugares en Duranguesado, Arratia y la Bizkaia nuclear de la Edad Media dedicados a este santo, documentadas a partir de textos o de la arqueología (García Camino 2002, Betanzos et al. e.p). En el caso de Abrisketa, por ejemplo, se conservan restos de los siglos VII-VIII y en Apatamonasterio, Sarazua, Arta, Mungia, Deusto y el caso de Atxispe que nos ocupa, sepulcros datados en torno al siglo X. También contamos con otros emplazamientos con templos dedi-cados al apóstol como Aranzazu, Lumo o Munguia (García Camino: 2002). Según García Camino, este culto debió extenderse muy pronto en la Península, como atestiguan varios sepulcros del siglo IV y V encontrados en Zaragoza. En el segundo tercio del siglo IX se difundiría por el País Vasco, distribuyéndose indistintamente por todo el territorio vizcaíno, sin apreciarse concentraciones comarca-les. Todo ello es consistente con las dataciones propuestas para la primera fase de San Pedro de Atxispe.

AGRADECIMIENTO:

Queremos agradecer a Iñaki Olabarrieta su constancia en la defensa del patrimonio cultural del municipio de Gamiz-Fika, así como a los vecinos que colaboraron en la limpieza y acondiciona-miento de las ruinas de San Pedro. Sin ellos, no habría sido posible llevar a cabo el estudio arqueológico en este excepcional paraje. Ellos son un ejemplo de la lucha por mantener viva la Historia, su Historia.

BIBLIOGRAFÍA

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Azkarate, A.

1988 Arqueología cristiana de la Antigüedad Tardía en Álava, Guipúzcoa y Vizcaya. Diputación Foral de Álava.

Este primer templo, cuya cronología se sitúa entre los siglos IX y XI, sufrió una ampliación hacia el oeste en torno al siglo XV. Se amplió la nave en longitud, aumentando ésta en más de tres metros. Creemos que el acceso al interior de la ermita se realizaba por el nuevo muro occidental, a través de un vano en arco apunta-do adovelado. Esta ampliación tenía muros de entre 65 y 70 cm de ancho, es decir, más anchos que los originales.

En la centuria posterior se creó la espadaña, estructura situada al oeste de la ermita, exenta. En aparejo de sillarejo, presenta dos arcos de medio punto en altura.

La siguiente fase constructiva reconocida tiene que ver con una nueva ampliación del templo, que ahora unen con la espadaña, formando una única estructura. Para ello eliminan el hastial occi-dental y levantan dos muros a norte y sur de la ermita, con una anchura de entre 65 y 70 cm. La diferencia de anchura entre las obras de ampliación y la obra primitiva quizás conllevó problemas estructurales, por lo que en este momento eliminan casi por com-pleto el muro sur de la ermita original, construyendo otro con la misma anchura que las obras de ampliación. En el extremo occi-dental del alzado sur recolocan la portada que anteriormente estaba situada a los pies de la iglesia, y crean un pórtico cobijando dicha portada. La espadaña se remata con una estructura de madera a modo de chapitel para las campanas.

A mediados del siglo XVIII la ermita vuelve a sufrir una impor-tante reforma, esta vez hacia el este, con la construcción de una nueva cabecera, eliminando la original. Pero con la obra de la nueva cabecera también rehacen el muro N, eliminando en este caso el primitivo (de anchura menor) y levantando otro con una anchura de entre 65 y 70 cm. A esta importante ampliación se suma un nuevo suelo en el templo y la construcción de un coro alto en los pies. En el exterior se elimina el pórtico y se crea una rampa de acceso.

Las últimas acciones registradas tienen que ver con la ruina del edificio. En la Guerra Civil parece que fue alcanzada por un obús, siendo afectada su estructura gravemente. Por ello se abandonó, se produjo el derrumbe de su cubierta y parte de sus alzados. Su deterioro definitivo vino dado por la invasión de vegetación.

En cuanto a las estructuras más antiguas registradas de la iglesia, existen casos de algunas ermitas vizcaínas en los que se observan desviaciones entre la orientación de los basamentos y de los muros que se levantan sobre ellos, que pueden corresponder con vestigios de las cimentaciones de las construcciones antiguas (García Camino 2002). Entre estos ejemplos encontramos Santa Lucía de Gerrika, San Cristóbal de Elgezua, Santa Lucía de Alzusta, Santa Marina de Memaia (Memaia II) o San Martín de Amatsa. Sin embargo, en el caso de San Pedro de Atxispe, el templo original se ve envuelto por otros de cronología posterior y sufre ampliaciones manteniendo la ubicación original. Existen otros ejemplos en los que se da esta situación, como en los casos de San Juan de Momoitio o San Martín de Finaga (García Camino 2002: 61-67 y 78-85).

En el caso de Atxispe, el templo sufre diferentes ampliaciones, aumentando el área de su planta y obteniendo así mayor espacio útil. Este fenómeno es habitual y responde probablemente a la adaptación del templo a las necesidades del ritual y de la población del entorno.

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