Argucias de La Razon Populista

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  • 8/19/2019 Argucias de La Razon Populista

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    Argucias de la razón populistaPublicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

     

    Argucias de la razón populista

    Enviado por cuneo el Mar, 02/16/2016 - 18:38  Info de la autoría:Sociólogo, autor de 'Matar al chino: entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el Raval de

    Barcelona'

    La teoría de la participación ciudadana nos encandiló y quizás por ello sospechamos que lasprácticas resultaran, en su inmensa mayoría, fraudulentas. Esto lo intuimos desde un principio,cuando el Banco Mundial se ocupó de propagar mediante ingentes informes y programas, laparticipación ciudadana para “mejorar la gobernabilidad en los países en vías de desarrollo”.

    Las críticas a la participación elaboradas sobre casos concretos en Barcelona son numerosas y estánbien contrastadas. Se han centrado en la pirueta semántica de la participación ciudadana. De lamisma y orwelliana manera que el Ministerio de Defensa se ocupa de propagar guerras allá dondeno las haya, la participación institucionalizada se ocupa de desactivar la movilizaciónpopular allí donde se produzca. Esto es lo que hemos aprendido de la participación en Barcelona,

    especialmente en lugares tan deseados por el gran capital como puede ser Ciutat Vella.

    Si a simple vista se pudo pensar que era una herramienta de delegación de la democraciarepresentativa en una más directa, ya sabemos que, en los casos significativos, nunca fue así. Laparticipación ciudadana ha acumulado al menos tres grandes conjuntos de críticas: la relativa a supapel de señuelo de los vecinos, la de ser un instrumento de grupos de poder y la de legitimarintervenciones impopulares convirtiéndose así en verdaderos contramovimientos sociales. Losefectos de esta participación han sido una canalización del entusiasmo colectivo haciaintereses particulares o de gobierno, y la neutralización e incluso criminalización de ladisidencia. Todo ello salpicado por la tendencia intrínseca de estos procesos a la burocratización einstitucionalización, es decir, a la totalización de la política.

    Lo que nos interesa indagar ahora es la esperada conversión de esta trampa de la concertación enmanos de la ‘antigua política’ en un instrumento de ‘empoderamiento de la ciudadanía’, tal y comopropagan los llamados ‘gobiernos del cambio’ en Barcelona o Madrid.

    La economía del orden urbano requiere canalizar el entusiasmo tanto como la indignación,precisamente para desactivar la potencia impugnadora del antagonismo. Tenemos el conocimientode primera mano de los llamados procesos participativos en Barcelona así como de los diseñadospero no practicados en el gobierno de la Revolución Ciudadana de Ecuador. Allí donde laparticipación ciudadana se enarbola, la soberanía popular medra.

    El problema de la participación ciudadana es su voluntad de tutelar el malestar popular. Los nuevos

    gobiernos del cambio no pueden hacer gran cosa con la participación ciudadana, puesto que en ellahabita el desprecio sistemático, constitutivo hacia los gobernados, su voluntad deinstrumentalizar y convertirlos en capital social, en cautivos y subordinados de los deseos del sueñopopulista del gobierno del ‘pueblo’ sin el ‘pueblo’.

    Se trata de la clásica inclusión del otro sin el otro, de la manipulación del mundo de los posiblesy de la atribución de poderes sobrenaturales a los elegidos. El pueblo lleva al poder, y ahí queda elpopulismo; engaños, falsas expectativas, actitud antisistémica, lenguaje anti élite, casi cualquiercosa es válida para alcanzar los resortes del Estado con los que se aspira a transformar radicalmentela sociedad, a llevar a cabo una segunda Transición. La participación antes y ahora, por su condiciónestructural de artefacto diseñado y practicado para la gobernabilidad, establece los temas, loslímites, el método, los participantes… y no ofrece nada a cambio para el pueblo; sí para los que se

    erigen en portavoces del pueblo, de la ciudadanía, de los vecinos. Poco pero algo.

    La soberanía popular medra allí donde la participación ciudadana se enarbola

     Tuvimos que aterrizar en Ecuador para comprobar dos caras de la participación: la popular y la

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    Argucias de la razón populistaPublicado en Periódico Diagonal (https://www.diagonalperiodico.net)

    ciudadana. La anterior a la Revolución, desde abajo, impugnadora, abierta, transversal, autónoma.Esta participación vivió sus años dorados con el gobierno municipal de Cotacachi mediado por elalcalde indigenista Auki Tikuaña, referente de la participación y del presupuesto participativo entodo el mundo. Su fama llegó a superar incluso a la icónica ciudad brasileña de Porto Alegre,estableciendo el 100% del presupuesto participativo. La Revolución Ciudadana de Rafael Correaotorgó formalmente una importancia sin precedentes a la participación en la Constitución de Mon-tecristi de 2008. Siete años después, comprobamos cómo la institucionalización y

    burocratización había conseguido convertir la participación en un espantajo. Las quejasdesde entonces hasta la actualidad se han centrado precisamente en la falta de participación eincluso en su ridiculización por parte del mismo presidente.

    La relevancia institucional que se le otorgó a la participación se convirtió en un arma de doble filo.Consiguió atraer a votantes de la izquierda indígena y radical que fueron los que participaron delproceso de redacción de la función de Participación. Pero tuvo consecuencias mucho más graves: lacooptación de sus líderes y el alentar la confrontación entre movimientos populares desgastados porel ciclo de luchas. De hecho, lo peor de todo fue que la participación se convirtió en el gran ardidcontra estas organizaciones populares. A partir de la nueva Constitución, la movilización críticaen Ecuador devino traición e irresponsabilidad. Allí estaban los canales de la participaciónobturados, manipulados, menospreciados y desubstancializados.

    El populismo, su razón de ser, no deja a nadie indiferente. Los tertulianos de la derecha recalcitrantepretenden deslegitimar a los ‘nuevos partidos’ acusándolos de querer convertirse en lo que ellos yason: acróbatas de la política de papel y de titular, es decir populistas en su sentido más amplio. Lospodemitas reivindican a Laclau y Mouffe y su razón populista obviando –o no– el riesgo implícito deproducir amplias mayorías a costa de discursos meditados para todos los gustos y lo que es másinquietante, a la construcción de un liderazgo carismático que tradicionalmente se vuelvecontra la estrategia de emancipación colectiva.

    Hoy nos encontramos en Barcelona y en Madrid ante una oportunidad de oro para materializar lasesperanzas que surgieron de las plazas y han llegado a los gobiernos de las ciudades másimportantes del Estado.

    En este cambio la llamada participación ciudadana debe ponerse, no al servicio de la gobernabilidad,sino de la crítica y de la agitación por un lado. Por el otro, se debe contemplar a los implicadosen un proceso de participación, no como cuerpos a través de los cuales imponer los criterios de lostécnicos, expertos o gobernantes. Se debe proveer de instrumentos clave que, descubriendo laperogrullada, son la vinculación de las decisiones tomadas en asambleas vecinales contransformaciones estructurales, así como recursos materiales que liberen y permitan a la mayorcantidad de gente posible involucrarse en ellos.

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    Sección principal:La Plaza Tematicos:número 264participación ciudadanainstitucionesMovimientosPosición Media:Cuerpo del artículoCompartir:

    Autoría:

    Miquel Fernández González 

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