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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas y los argumentos abolicionistas: reconsideracin necesaria

    Revista del CESLA, nm. 7, 2005, pp. 63-108,

    Uniwersytet Warszawski

    Polonia

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    Jos Andrs-Gallego

    Los argumentos esclavistas y los argumentosabolicionistas: reconsideracin necesaria

    Debo comenzar por una relectura "argumental" de lo que yo mismo he escritoal hacer balance de la historiografa sobre la esclavitud de los negros 1. Digo que ser

    una relectura porque no me cuidar de si repito o no repito prrafos; me basta la con-fianza en que el resultado final ser distinto a lo que he publicado hasta ahora. Y de-bera ocurrir as si consigo que se trate, en efecto, de una relectura "argumental";porque lo que me interesa en esta ocasin es resaltar, precisamente, lo que tiene quever con la argumentacin de esclavistas y abolicionistas, a favor y en contra de laesclavitud, concretamente de los negros.

    En puridad, se trata de uno de los asuntos ms tratados, con mucho, por losestudiosos de la esclavitud. Se ha puesto de relieve muchas veces el silencio argu-mental de los que deberan haber reaccionado contra la esclavitud de los negros silencio clamoroso en pases cristianos, justamente por ser cristianos- y se ha adver-tido con frecuencia que, muy tardamente, en el siglo XVIII, comenzaron a orse lasprotestas contra la esclavitud entre los philosophes francesesconcretamente Mon-tesquieu- y los protestantes anglosajones, con un particular protagonismo de loscuqueros.

    La lectura ms detenida de lo que otros han escrito sobre ello y mi propia in-vestigacin me inducen, sin embargo, a sugerir algunos cambios en esa visin habi-tual.

    Por qu los negros?Lo primero que querra anotar, de la lectura de esos libros, es la razn, un

    tanto pragmtica, por la que se desarroll, como lo hizo, la esclavitud de los negros.Y, para hacerlo, tengo que comenzar por remitir a la tesis que lanz John D. Fage en

    1Estas pginas son resultado de la Accin EspecialReligin, etnia y nacin (PGC2000-3307-E) y del proyecto de investigacin BHA2003-09878-C02, desarrollado dentro del Plan Nacio-nal de Investigacin, Ministerio espaol de Educacin y Ciencia, y llevado a cabo en el marcodel Instituto de Historia, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, Madrid. Este ltimo

    proyecto que menciono se centra en la cultura espaola de los aos 1936-1965, en los que tu-vo un especial desarrollo el estudio de la temtica de que se habla aqu, aunque de forma que

    no se lleg, precisamente, a las conclusiones que propongo en estas pginas.Por otra parte, al hablar de relectura de lo que he publicado antes, me refiero al libroLa Igle-

    sia y la esclavitud de los negros, Pamplona, Eunsa, 2002, 191 pgs., elaborado en colabora-cin con Jess Mara Garca Aoveros, y algunos estudios menores: "Esclavos de Temporali-dades (El Tucumn, 1768): Posibilidades de una fuente documental": Hispania Sacra, xlviii,nm. 97 (1996), 231-260; "Macro y microhistoria en el estudio de la esclavitud de los ne-gros":Memoria y civilizacin, nm. 4 (2001), 115-147. Cuando se publiquen estas otras pgi-nas, habr aparecido seguramente el CD con los resultados de losProyectos Histricos Tave-ra, que incluir un largo estudio introductorio y un libro sobre Afroamrica, la tercera raz.Con ligeros cambios, este ltimo libro est a punto de publicarse tambin en papel: La escla-vitud en la Monarqua hispnica, Madrid, Ediciones Encuentro y Fundacin Ignacio de La-rramendi, 2005.

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    la Introduction to the history of West Africa (1955)2 segn la cual, en realidad, elorigen del esclavismo negro est en la propia frica; porque eran los negros quienesesclavizaban de antiguo a otros negros y quienes, a partir del siglo XV, nutrieron deellos tambin a los traficantes europeos, sin dejar de disfrutar ellos mismos de escla-vos y de vendrselos asimismo a maghrebes y rabes.

    Segn Fage, la existencia preeuropea de la esclavitud negroafricana era tanimportante que, durante mucho tiempo, la servidumbre trasatlntica fue un rubromarginal en aquel srdido trfico de seres humanos: ni redujo la poblacin del fri-ca negra de manera notable siempre conforme al historiador anglosajn-, ni afectgravemente a sus instituciones sociales. Durante el siglo XVIII, se habran extradodel frica occidental unas cuarenta mil personas al ao, que equivalan prcticamen-te a su crecimiento vegetativo, teniendo en cuenta que la poblaban unos veinticincomillones de almas y que su crecimiento debi ser del 1,5 por mil anual. El esclavis-moconclua Fage- fue seguramente ms destructivo en el frica central y oriental,donde eran maghrebes y rabes los que compraban siervos.

    La tesis de Fage provoc muy duras respuestas. Pero no se puede decir quesucumbiera. Volvi a sostenerla con fuerza C. Duncan Rice en otro libro que causun revuelo notable entre los estudiosos de estas cosas: The rise and fall of Black sla-very (1975); la esclavitud de los siglos XV-XIX insista Rice- no fue ninguna no-vedad; fue mera continuacin de una tradicin tan vieja como la humanidad. Y eso,precisamente, explicaba, segn l, el silencio de los eclesisticos de las diversas con-

    fesiones cristianas. La novedad del siglo XV fue que la esclavitud se centrara en losnegros y que, adems, lo hiciera como ante una raza distinta e inferior. Pero el moti-vo fue econmico: haba que explotar el Nuevo Mundo y ni los indios ni los blancosse adecuaban al clima y a las condiciones laborales deseadas.

    Y, aun as corroboraron otros historiadores-, hasta la primera mitad delXVII, el volumen mayor de personas exportadas del frica negra -sobre todo mu-jeres- iba a parar a Marruecos, Trpoli, Egipto y el sur de Arabia; fue el desarrollodel sistema de plantaciones en Brasil, Barbados, Jamaica, Martinica y otras coloniaslo que hizo que hacia 1650 el comercio trasatlntico superase al norteafricano y aloriental3. Durante el Setecientos, de la costa occidental africana debieron de salirunos seis millones de esclavos, de una poblacin que se estima en los veinticinco en1700. Pero, a finales del XVIII, por otro lado, el agotamiento relativo de la costa oc-cidental del continente negro y el descenso de la demanda americana hicieron queempezase a aumentar el comercio oriental, para abastecer las islas del Indico, el

    Oriente Medio y las propias plantaciones africanas de Kenia y Zanzbar.Y a todo esto haba que sumar -a los efectos de calcular la importancia de-

    mogrfica de esas otras corrientes desde todos los puntos de vista, tambin desde elafricano- el volumen de la esclavitud interior, efectuada por los mismos negros en

    2Volvera sobre ello en "Slavery and the slave trade in the context of West African history":Journal of African history,X (1969), 393-404.3 Vid. R.B. Sheridan, Sugar and slavery, an economic history of the British West-Indies,1623-1775, Baltimore, John Hopkins University Press, 1971, y Schwartz, Sugar plantationsin the formation of Brazilian society, 1550-1835, Nueva York, Cambridge University Press,1986.

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 65frica segn usos que encontraron ya permanentemente impuestos los europeos enel siglo XV. Oliver y Atmore afirmaban que, incluso en la poca de apogeo del co-mercio negrero trasatlntico, en el XVIII, la esclavitud interior africana tena muchoms peso que la causada por ese mismo comercio.4

    Ni que decir tiene que tambin las afirmaciones de Rice fueron replicadascon gran dureza. Pero la verdad es que, llegados a ese punto, lo que se impona erala mera evidencia cuantitativa y sta haba comenzado a ser controvertida tambin

    con la publicacin de la obra de Philip Curtin The Atlantic slave trade: A census, en1969, que dio lugar a otra importante lnea de enconado debate la del nmero decautivos- que todava persiste y que, siendo fundamental en este asunto, no atae sinembargo a la cuestin "argumental" que es el objeto de estas pginas.

    Fueran cuantos fuesen los negros esclavizados, haba que saber por qu pre-cisamente se opt por esclavizar a los negros. Y a ello dio una primera respuestabien articulada el propio Philip Curtin en The rise and fall of the plantation complex:Essays in Atlantic history (1990), con la tesis de la creacin de lo que llam el sis-tema del Atlntico Sur: el hilo conductor fue la propagacin del modelo de explota-cin econmica que fue la plantacin, sobre todo para el cultivo de la caa de az-car; las plantaciones haban nacido en Chipre despus de las Cruzadas, en el sigloXIII, de la mano de comerciantes venecianos y genoveses que pretendan abastecerde esa manera el mercado europeo, nutrido hasta entonces de azcar de Oriente Me-dio y el Maghreb. Desde Chipre, el sistema se extendi hacia el Occidente medi-

    terrneo en el siglo XV: a Creta y Sicilia, luego a Valencia, Mlaga y el Algarbe y,desde aqu, a Cabo Verde y, en el siglo XVI, a Santo Tom.5

    Desde el principio, el cultivo en plantaciones estuvo vinculado a la esclavitudy, en concreto, a la poblacin negra africana, pero no de manera exclusiva hasta me-diar el siglo XV, en que la cada de Constantinopla en poder de los turcos (1453)cerr las puertas de los mercados esclavistas del Mar Negro al mismo tiempo en quelos navegantes portugueses creaban enclaves costeros en el frica negra, descubranla existenciadesde la protohistoria6- de un fluido comercio interior de esclavos, en-tre las tribus africanas, y estructuraban el definitivo mercado esclavista. No hubo

    4Vid. Roland Oliver y Anthony Atmore,Africa since 1800, Cambridge, Cambridge Universi-ty Press, 1967 (varias reediciones revisadas) y The African Middle ages 1400-1800, Cambrid-ge, Cambridge University Press, 1981, 216 pgs.5Sobre los motivos por los que no ocurri as en el archipilago de Madeira, Alberto Vieira,

    "Cinco sculos da histria do acar na Madeira", en Alberto Vieira y Francisco Clode: A ro-ta do acar na Madeira, Funchal, Associaco dos Refinadores de Acar Portugueses, 1996,

    pg. pg. 10-12.6Reuniendo noticias de diversos autores, Claude Meillassoux, Anthropologie de lesclavage:

    Le ventre de fer et dargent, Pars, Presses Universitaires de France, 1988, pg. 351-5, diceque hacia el ao 900 antes de Cristo, aristcratas musulmanes, jefes militares y negreros delMaghreb se pusieron de acuerdo para hacer de ese comercio que ya exista- un verdaderoflujo capitalista y lo proyectaron sobre el frica subsahariana.En cuanto a la importancia de la fecha de 1453, no deja de llamar la atencin el hecho de quela primera noticia que da Jos Luis Corts Lpez, Los orgenes de la esclavitud negra en Es-

    paa, Salamanca, Universidad, 1986, pg. 23, relativa a la presencia de esclavos negros enEspaa sea ligeramente posterior a ese ao.

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    otra razn inicialmente. Luego, en el siglo XVI y sobre todo en el XVII, en las In-dias occidentales francesas y britnicas7, vendra la extensin del rgimen de planta-ciones a Amrica, primeroy siempre- para azcar, pero tambin para el cultivo delarroz, del tabaco y del algodn.

    Y Amrica?: por qu los negros en vez de los indgenas?En puridad, todo esto desviaba el problema hacia otra cuestin: por qu los

    europeos llevaron negros como esclavos a Amrica en vez de hacer esclavos entrelos indgenas americanos. Y la verdad es que nunca se dio que yo sepa- una res-puesta de conjunto, y eso por la sencilla razn de que tena que ser distinta en cadalugar y planteaba problemas de todo orden. En el caso de Espaa, el asunto era claroy lo repitieron hasta la saciedad los historiadores que exaltaron lo que, retricamen-te, se llam la obra de Espaa en Amrica: Coln llev, en efecto, un primer grupode indgenas americanos a Espaa para que los monarcas castellanos comprendieranel enorme negocio que se poda hacer vendindolos como esclavos, la reina Isabeljunt a un grupo de telogos y juristas para que la asesoraran sobre la licitud dehacerlo as, le dijeron que no (alegando que esos indgenas le haban sido atribuidoscomo sbditos por el papa Alejandro VI para que los cristianara, no para que los es-clavizara) y la reina obr en consecuencia; prohibi la esclavitud de los indgenasamericanos y no le dio tiempo (porque muri en 1504) a hacerse cargo de la posibi-lidad de que, a cambio, se llevasen negros (cuya evangelizacin, ciertamente, no le

    haba sido encomendada por papa alguno).En los territorios portugueses de Amrica, sin embargo, los indgenas fueron

    sometidos a esclavitud hasta 1758 en que Jos I lo prohibi; aunque en 1808 lospropios representantes de la corona volvieron a practicar la captura de aborgenescon ese fin. Y lo mismo hacan los anglosajones con los indios de Norteamrica. Y,no obstante, en ambos lugaresLusoamrica y Angloamrica-, tambin se recurri ala importacin de negros. Por qu? No tard en darse la respuesta ms que proba-da, ciertamente- de que los negros eran ms resistentes para las condiciones labora-les y para el universo viral que trajeron los europeos y eso y slo eso disuadi a losdems europeosexcluidos los espaoles por lo dicho- de hacer lo que, en realidad,hubiera resultado ms fcil, que era conformarse con los indgenas como esclavos.

    Aun as, hubo esclavos indgenas, es cierto; pero constituyeron una minoramuy poco significativa y, en general, se justific en que era la nica forma de man-tener a raya algunas tribus especialmente beligerantes, sobre todo entre indgenas

    nmadas. En trminos argumentales, fue pura aplicacin del principio de la guerrajusta, heredado tambin del derecho romano. Si alguien agreda de una u otra mane-ra a otro, hasta el punto de que ste hubiera de defenderse con las armas, se conside-raba lcito que el agredido sometiera al vencido a servidumbre si lo venca- preci-samente porque le haba agredido de forma injusta.

    7 Vid. B.W. Higman, "The sugar revolution", The Economic History Review, LIII, nm. 2(2000), 213-36.

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 67Del racismo al estigma bblico

    Todo lo dicho hasta aqu eliminaba tcitamente el elemento racista del hechode que se optara por los negros. En la obra pionera del debate historiogrfico nor-teamericano sobre la esclavitud, Capitalism and slavery (1944), Eric Williams yahaba salido al paso de la suposicin de que la esclavizacin de los negros en Norte-amrica fue un resultado del racismo: su tesis era la de que fue un asunto de estrictaconveniencia econmica, que gener luego- racismo. Y lo que se discuti en ade-

    lante fue si era tan grande el peso de la economa que atribua Williams a la esclavi-tud o haba que considerar otros factores. Pero no el racismo.

    Incluso en la primera rplica importante a la tesis de Williams, Slave and citi-zen: The Negro in the Americas (1946) de Frank Tannenbaum, el racismo slo fueun elemento secundario. Tannenbaum insisti en el carcter precisamente "argumen-tal" de la esclavitud en Amrica, pero con el deseo de explicar por qu hubo diferen-cias entre las condiciones a que se someti a los negros en las Trece Colonias y lasque se les impusieron en Iberoamrica y el Caribe espaol. Para Tannenbaum, laclave no se hallaba en el distinto desarrollo econmico, tampoco en una suerte deidiosincrasia nacional, sino en la idea que rega en cada territorio acerca de lo queera el esclavo como realidad humana, moral. Cosa que se apreciaba especialmentebien a travs del prisma de la liberacin de los esclavos por voluntad de sus dueosla manumisin-, entre otras cosas porque la manumisin implicaba una considera-cin precisa de lo que era un hombre libre (desde el momento en que equivala a

    aceptar al que era esclavo precisamente como libre). No en vano escriba Tannen-baum recin terminada la segunda Guerra mundial, sobre el rescoldo, todava hume-ante, del Holocausto, que influy sin duda en sus puntos de vista y en sus preocupa-ciones.

    La manumisin de los esclavos se haba configurado y ejercido en cada lugarconforme a tradiciones (polticas, legales, religiosas) e instituciones (Monarqua eIglesia principalmente) que haban dado lugar a polticas y leyes concretas, diferen-tes en cada territorio. En Portugal y Espaa, la esclavitud era herencia romana y sub-sista en 1492, de manera que lo que se hizo fue extender el derecho romano de es-clavos que estaba vigente en la Pennsula; derecho que consideraba prioritaria laigualdad natural de todos los hombres. La esclavitud se concibi, por tanto, como uninfortunio que afectaba a unos seres humanos, iguales por lo dems a los restantes.Era, pues, una forma de contrato parcial, que no implicaba disminucin alguna en elreconocimiento de la dignidad del siervo como persona. En Hispanoamrica,

    adems, no abundaron las plantaciones y, ni all ni en Brasil, los esclavos padecie-ron, por lo general, una presin semejante a la de la Amrica anglosajona. Se tutellegalmente su matrimonio y se les protegi de cualquier crueldad.

    Aparte de esto, haba en las dos naciones ibricas siete siglos de relacin es-trecha con los musulmanes; relacin cruenta, sin duda, pero tambin marital, y esohaca que su sensibilidad ante los otros, desde el punto de vista de la raza, fuera msbenvola que en los pases del norte de Europa.

    En las Islas Britnicas, por el contrario, la esclavitud haba desaparecido si-glos atrs y, para Angloamrica, se hubieron de crear formas legales nuevas, que,por el inters de los propietarios, abocaron a la consideracin de los esclavos como

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    enseres, bienes, cosas, muy lejos de la mera posibilidad de considerarlos como per-sonas.

    Pero Tannenbaun conclua: eso fue as concretamente con los negros y por-que eran negros; es decir: era un planteamiento plenamente racista.

    Proceda averiguar, por lo tanto, cmo se gener ese racismo.Si, en la poca en que se publicaron los libros de Williams y Tannenbaum

    hubiera habido una mayor relacin interdisciplinar (que tampoco hay hoy en el gra-do suficiente), a lo mejor los exegetas de la Biblia habran permitido acortar el ca-mino. Pero no ocurri as. Y la primera explicacin convincente que conozco subrayo este lmite- surgi de la polmica entre Jaarsveld (1964) y Andr du Toit(1983) acerca del origen del apartheid surafricano8. Comenzaba a decirse que, en lahistoria del frica negra, se haba dado una lenta migracin de gentes de hablabant, que se desplazaron de norte a sur del continente quiz desde el siglo vi hastael XIX; de suerte que, en el desplazamiento que describi A.J. Wills en la primerasntesis notable, An introduction to the history of Central frica (1964)9, an en elsiglo XVII, haban llegado al sur de frica; una regin que, de esa forma, termin deadquirir su primero y decisivo rasgo, que era y es la diversidad tnica de sus pobla-dores. Unos eran los propios bant, agricultores; otros los hotentotes, cazadores queeran mestizos de protobosquimanos y caucasoides, y adems estaban los boers, des-cendientes de colonos de origen holands y francs. Los primeros boers, los holan-deses, se haban establecido desde 1652 con el afn de organizar un punto de escala

    en la ruta de Indias, y los segundos, los franceses, desde 1685, deportados por serhugonotes. Este origen vario y peculiar haba generado formas culturales tambinpeculiares, sobre todo su lengua -el afrikaaner, deformacin del neerlands- y su re-ligin, de un riguroso calvinismo. Se dedicaban mayoritariamente al sector primario(boer, en neerlands, es "granjero"), pero en estrecha relacin con la escala de losbarcos europeos en el puerto de El Cabo, que abastecan de carne y vegetales.

    Los boerseran slo 5.123 en 1756. Pero bastaron para que, aislados de Euro-pa, generasen un planteamiento doctrinal, de cuo bblico, que los imbuy en la ideade que eran el pueblo escogido por Dios, expresamente como nuevo Israel, para lacristianizacin de los negros; planteamiento que caracteriz su primera relacin conlos pobladores de aquellas tierras -los hotentotes- pero que comenz a deteriorarseen el siglo XVIII, hasta dar lugar al empeo de someterlos que concluy con la re-duccin legal de los negros a servidumbre por medidas que promulgaron entre 1809y 1819.

    En parte, el cambio de actitud de los boers ante los negros fue una respuesta ala aparicin de los bant, que, en su desplazamiento hacia el sur, coincidieron con lapenetracin de los boershacia el este. En 1779 comenzaron por eso las guerras ca-

    8 F. A. Jaarsveld, The Afrikaner's interpretation of South frican history (El Cabo, Simon-dium Publishers, 1964), y la rplilca de Andr du Toit, "No chosen people: the myth of theCalvinist origins of Afrikaner nationalism and racial ideology": The American historical re-view, LXXXVIII (1983) 920-952. Tambin, Alton J. Templin: Ideology on a frontier: Thetheological foundation of Afrikaner nationalism, 1652-1910, Westport, Conn., Greenwood,1984, XIII + 360 pgs.9Londres, Oxford University Press, X +386 pgs.

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 69fres (del nombre que los portugueses daban a los bant, tomado del rabe cfrun,"no musulmn") entre boersy bant; se prolongaran hasta 1850.

    La Biblia pes en todosHoy sabemos que fue as slo en parte. Como he advertido ya, si se hubiera

    consultado a los exegetas, se hubiera averiguado que, desde haca siglos, se cavilabaentre los creyentes de las tres religiones del Libro judos, cristianos y muslimes -

    acerca de quines eran los verdaderos descendientes de Chuz, primognito deCann, hijo a su vez de Cam, el hijo de No que tuvo la osada de rerse de su padrecuando lo vio borracho, de manera que, como castigo, Yahv le impuso el correctivode que su hijo Cann engendrara a aquel hijo negro. Durante mucho tiempo, sepens en que esos negros se haban perpetuado en algunos pueblos cercanos a los te-rritorios judos luego enumeraremos algunos-, pero, cuando se supo, en el fondooriental del Mediterrneo, de la existencia de un continente negro ms all ms aloeste- de las columnas de Hrcules, que cerraban elMare Nostrum, se empez a dis-cutir si no seran esos otros negros los del territorio que, en un principio, se deno-min vagamente Guinea- los verdaderos descendientes de aquel biznieto que pagpor su abuelo.

    No fueron, por lo tanto, los calvinistas boers quienes idearon esa exgesisbblica, sino que estaba hondamente arraigada en la exgesis que se haca en las di-versas confesiones del Libro mucho antes de que los calvinistas fundaran El Cabo y

    antes an de 149210. Sencillamente, los conocedores de la Biblia pensaban as y, delo dicho hasta aqu, podra deducirse nicamente como hiptesis- que debieron serlos comerciantes musulmanes de esclavos, que los acarreaban al Maghreb y luego aArabia, quienes primero actuaron en consecuencia. Los judos y los cristianos vendr-an despus y se limitaron a explotar esa suposicin cuando se cerraron los mercadosdel Mar Negro, a raz de la cada de Constantinopla (1453), y cuando se crearon losmercados de Amrica, mucho despus de 1492.

    De hecho, en relacin con la actividad de los portugueses en las costas "gui-neanas", est documentada esa exgesis mucho antes de 1809. En una obra de teo-loga moral publicada en 1591, el agustino Miguel Bartolom Saln sin asumirlo nirechazarlo- que algunos interpretaban como relato del origen de la servidumbre delos negros el captulo 9 del Gnesis, donde se relata aquel episodio. De Chuz, el biz-nieto de No, descenderan egipcios y negros. (Lo cual querra decir algo muy grave,y es que la esclavitud habra sido, as, imposicin de Dios y, por tanto, de derecho

    divino).A fray Miguel Bartolom Saln le pareca que no: que las palabras de No no

    insinuaban el destino a la esclavitud y que, en todo caso, no tenan el carcter deprecepto, sino el de profeca. Pero, de hecho, otros lo repitieron sin esta precisin ylo que importa mucho- lo vincularon abiertamente con Amrica al preguntarse siproceda que hubiera esclavos negros en la Monarqua Catlica. As, aludi a ello eljurista Solrzano y Pereira en su obra capital (1629) y de l lo tom el jesuita Alo n-

    10Sobre el oscuro origen de este mito, Braude (2002), Benjamin: "Cham et No: Race, escla-vage et exgse entre islam, judasme et christianisme":Annales Hss, LVII, nm. 1, 93-126.

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    so de Sandoval, que lo explic a su vez en Naturaleza, polica sagrada, profana,costumbres i ritos, disciplina y catechismo evanglico de todos los etopes, libro im-preso en 1627 y titulado De instauranda aethiopum salute desde la segunda edicin,que se imprimi en 1647.

    Menos de cuarenta aos despus, un capuchino del Franco Condado sbdito,pues, del rey de las Espaas, fray Epifanio de Moirans, que andaba por Amrica de-dicado a protestar contra la esclavitud de los negros, advertira sobre los argumentosbblicos segn los cuales parafraseo sus escritos

    los negros eran animales vivientes, como bestias, malditos de Dios, de la raza deCam, a quien No maldijo e hizo esclavos de los hijos de Sem, por lo cual no haba necesidadde justificar el ttulo de la servidumbre, ni contra el derecho natural divino o positivo, ni elttulo de posesin como esclavos, sino que segn justa opinin que proceda del Seor Dios,

    podan ser capturados, hechos siervos y posedos como esclavos11,

    lo mejor que caba decir es que desbarraban: incluso con la Biblia en la ma-no, estaba claro que el maldito no haba sido Cam, sino Canan, y que los descen-dientes de Canan, castigados a ser siervos de Israel, eran los heteos, los jebuseos,los amorreos, los gergeseos, los heveos y los araceos, pueblos todos de Palestina, nodel occidente de frica.12

    Los telogos indigenistas espaoles y la esclavitud de los negros

    Lo que acabo de decir lo averiguaron Jess Mara Garca-Aoveros y el quesuscribepor este orden- de la manera que dir (y que vuelve sobre el mrito de Ig-nacio Hernando de Larramendi como impulsor de los estudios sobre Afroamrica).

    Antes de que lo hicieran, en 1982, Lpez Garca haba editado el dictamen deMoirans y, en 1987, el libro de Sandoval fue reeditado por Enriqueta Vila Vilar13,que fue autora, adems, de uno de los intentosque venan efectundose desde hacaaos, pero de tarde en tarde y sin resultados satisfactorios- de responder a la pregun-ta de cmo pudo conciliarse cristianismo y concretamente catolicismo- y esclavi-tud. Llamaba la atencin especialmente la actitud de los catlicos por la sencillarazn de que espaoles y portugueses catlicos- llevaron esclavos negros a Amri-ca antes de que se comenzaran a fundar las colonias holandesas y britnicas protes-tantes en este continente y porque, adems, se daba por supuesto que los protestantesse haban adelantado, aunque fuera tardamente, en el siglo XVIII, a rechazar la ser-vidumbre. Para ms inri, los ltimos territorios donde se aboli la esclavitud fueron

    Cuba (1880) y el Brasil (1888), poblados por catlicos tambin.Al historiador que escribe estas lneas le llam la atencin una cosa ms: du-rante el siglo XX, con el estmulo del desarrollo de los estudios sobre la historia del

    11Cfr.Lpez Garca (1982), Jos Toms: Dos defensores de los esclavos negros en el sigloXVII: Francisco Jos de Jaca Ofm Cap. y Epifanio de Moirns Ofm Cap., Caracas, PontificiaStudiorum Universitas a S. Thomas Aq. in Urbe, pg. 210.12Cfr. Lpez Garca (1982), 213.13 Adems, hay reproduccin digital de esta obra en el CD dirigido por la propia EnriquetaVila VilarAfroamrica, la tercera raz, Madrid, Fundacin Histrica Tavera (Clsicos Tave-ra, nm. 35, II/7), 1999.

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 71derecho espaoly, en l, seguidamente, el derecho indiano-, y tambin con el aci-cate de las concepciones nacionalistas que ganaban terreno en toda Europa y Amri-ca, se conoci an mejor lo que ya se saba, y es que la negativa de Isabel la Catlicaa someter a esclavitud a los indgenas americanos fue seguida de una gigantesca re-flexin filosfica, encabezada por el dominico Francisco de Vitoria y centrada en launiversidad de Salamanca, acerca de los derechos de los pueblos ius gentium y, con-cretamente, los de los pueblos americanos.

    Hoy sabemos que fue la conquista del Per, concretamente, lo que indujo a lareaccin condenatoria de aquellos telogos y juristas. La consideraron guerra com-pletamente injusta y, adems, no slo continuaron insistiendo en que no era lcitosometer a servidumbre a los indgenas americanos, sino que hubo quien aadipblicamente que lo que haba que hacer era evangelizarlos y, despus, marcharsede los reinos de Indias porque los reyes de Espaa no tenan poder sobre ellos sinopor va de pacto y mientras llevaran a cabo el trabajo evangelizador que les habaencargado Alejandro VI.

    Como es ms que sabido, uno de esos telogos y juristas espaoles, fray Bar-tolom de las Casas, haba dicho antes, sin embargo, que, como era ilcito someter alos indgenas americanos, la solucin estaba en llevar negros.

    Luego rectific y tambin le pareci monstruoso esto ltimo. Pero lo cierto esque, durante ms de un siglo, se elabor en Espaa y en Amrica- una teologa mo-ral indigenista en la que la condenacin de la esclavitud de los indgenas america-

    nos no era ms que el punto de partida de una reflexin mucho ms extensa sobresus derechos civiles-; teologa moral que, sin embargo, no pareca haberse fijado enque se esclavizara a los negros. Era una esquizofrenia que no tena sentido y, durantemuchos aos, tuve ese asunto en esa trastienda del cerebro donde vamos almacenan-do las cosas que no entendemos y que, no obstante, necesitamos o queremos enten-der y sabemos que, alguna vez, tendremos que dedicarnos a ello.

    Porque no lo resolva precisamente el recurso a mirar a los papas, en vez depreguntarse sobre los reyescatlicos ciertamente- de las Espaas. Cmo poda serque un papa del siglo XVI Paulo III- saliera valedor de los indgenas en 1537 como hizo en efecto- y hubiera que esperar trescientos aos para que otro pontficeGregorio XVI en 1839- hiciera lo mismo a favor de los negros?

    Ciertamente, en los siglos de los que hablamos, XVI, XVII, XVIII, en parteel XIX, los papas no solan intervenir pblicamente con la frecuencia en que lo har-an desde finales del Ochocientos, de Len XIII en adelante. No es extrao, por eso,

    que a la condena de Gregorio XVI siguieran once aos de silencio, hasta 1850, enque Po IX aludi al problema del esclavismo en la bula de beatificacin del futurosan Pedro Claver14. y hubiera que esperar a 1888 para que precisamente Len XIII

    14Vid. Sez (1994), Jos Luis:La Iglesia y el negro esclavo en Santo Domingo: Una historiade tres siglos, Santo Domingo, Patronato de la ciudad colonial de Santo Domingo, pg. 106-10. En realidad, en este texto, el papa no habla del presente, sino de la situacin de los escla-vos en el siglo XVII. De todas formas, debe verse el estudio de John F. Quinn: "Three cheersfor the abolitionist pope!: American reaction to Gregory XVIs condemnation of the slave trade,1840-1860": The Catholic Historical Review, XC, nm. 1 (2004), 67-93.

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    tomara cartas en el asunto y comenzar as una cadena de referencias condenatoriasque llegaran a la de Po X en 191215.

    Pero, aun as, seguan en pie los trescientos aos que corren entre la toma depostura a favor de los indgenas en 1537 y la de 1839 a favor de los negros.

    Pues bien, la ocasin para empezar a aclarar este asunto me la brind IgnacioHernando de Larramendi en 1992, al invitarme a coordinar los que acabaron siendoProyectos Histricos Tavera e incluir entre ellos Afroamrica, la tercera raz, con-forme al ttulo que nos sugiri la obra de Luz Mara Martnez Montiel. En el proyec-to previmos la existencia de una monografa sobre La Iglesia y la esclavitud de losnegros, de la que iba a encargarse Enriqueta Vila Vilar monografa que no pudoacabarse-, pero, a la vez, abordamos de frente el problema teolgico (entendiendopor tal el del silencio de los telogos catlicos). Por aquellos das, Jess Mara Garc-a Aoveros, que haba ido orientando su investigacin hacia el estudio de algunosde aquellos telogos indigenistas de la Espaa del siglo XVI, haba decidido iniciaruna investigacin sobre el problema de la esclavitud de los indgenas en esa teolog-a. No se propona repetir simplemente lo que llevaba dicindose muchos aos sobrelo que escribieron aquellos telogos desde Las Casas y Vitoria, sino que se propon-a, primero, recuperar lo que dijeron todosincluidos los de otros pases catlicos- y,segundo, rehacer el corpus de fuentes en que se basaron para sacar conclusiones;corpus que, previsiblemente, le obligara a releer a los clsicos griegos y romanos yuna gran parte de la teologa moral de los siglos siguientes, hasta enlazar con la del

    siglo XVI. Lo que pretenda, en definitiva, no era slo completar lo que ya se saba la oposicin de aquellos telogos y juristas a la esclavitud de los indgenas america-nos-, sino "rehacer" el mundo mental de esos telogos y juristas saber lo que ellossaban y tenan en cuenta, desde Herdoto en adelante si haca falta- e intentar com-prender, as, por qu dijeron lo que dijeron.

    Ahora bien, lo que acabo de decir supona no slo examinar las reflexionessobre los indgenas americanos, sino, primero, conocer qu pensaban de la esclavi-tud en s misma y por qu, a partir de esta concepcin de la esclavitud, rechazaron lade los indgenas. Me pareci, por tanto, que era la ocasin para preguntarse tambinpor qu guardaron silencio sobre los negros y, sobre esta base, propuse a GarcaAoveros incorporar su investigacin al proyecto Afroamrica, la tercera raz. Elresultado fue el libro que edit en el ao 2000, del que se hizo versin en papel y enCD.

    Y el hallazgo fue sorprendente. En el pensamiento, tantas veces citado pero

    nunca ledo del todo, de algunos de aquellos telogos, claro que se hablaba de la es-clavitud africana.

    Tambin en este caso hay que decir que hubo tres precedentes principales(junto a otros de menor envergadura pero no desdeables): el ya mencionado deLpez Garca sobre los capuchinos Jaca y Moirans (1982), la rectificacin del pen-samiento inicial de Las Casas recopilada y editada por Isacio Prez con el ttulo deBrevsima relacin de la destruccin de frica, preludio de la destruccin de las In-dias: Primera defensa de los guanches y negros contra su esclavizacin (1989) y un

    15Sobre estas condenas posteriores a 1888, Sez (1994), 27-8.

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 73primer examen del pensamiento del dominico Domingo de Soto que haba publicadoJean-Pierre Tardieu incluido en el seno de una de sus modlicas obras, en 1993.

    Faltaba, sin embargo, un estudio completo y con intencin de que fuera ex-haustivo y eso fue lo que hizo Jess Mara Garca Aoveros.

    En lo que nos concierne, sus conclusiones principales fueron stas:1) los telogos catlicos de la escolstica del siglo XVI y XVII empezaron por valo-rar moralmente la institucin de la esclavitud en s, y lo hicieron a partir de Aristte-

    les, que haba admitido la existencia de esclavos naturales adems de esclavos quelo eran por ley;2) todos los telogos que hablaron de ello y que Garca Aoveros encontr- eranespaoles o portugueses; ninguno francs (salvo Jean Bodin, que no conden sinembargo la esclavitud) ni de ningn otro pas;3) los telogos mencionados rechazaron por unanimidad la idea de que hubiera es-clavosnaturales (personas que, por naturaleza, estuvieran destinadas a ser esclavos);4) con la excepcin de Bartolom Fras de Albornoz -primer profesor de Instituta (osea derecho civil) de la universidad de Mxico y autor de un Arte de los contractos(1573) donde hablaba de ello y rechazaba sin miramientos (pero tambin sin argu-mentos) lo que haba escrito Aristteles-, todos los dems telogos dichos admitie-ron la esclavitud legal con tal que se diera alguna de las condiciones contempladaspor el propio Aristteles y reelaboradas en el derecho romano: (a) que se tratara devencidos que hubieran hecho una guerra injusta a los vencedores; (b) que se fuera

    hijo de esclava o (c) que se tratara de un hijo vendido por su padre por una necesi-dad extrema;5) todos sin excepcin afirmaron que, por los informes que tenan, no haba seguri-dad sobre la licitud de mantener como esclavos a casi ningn negro de los que seimportaban de frica;6) pero se dividieron entre los que afirmaron que, por tanto, era ilcito mantener co-mo esclavo a alguien la legitimidad de cuya servidumbre no estuviera probada yquienes, por el contrario, sostuvieron que eso slo se poda exigir de quienes adquir-an los esclavos en frica, pero no al segundo o al tercer comprador (mucho menosa los sucesivos), que no tenan medios para averiguar el origen de la esclavitud delesclavo concreto que adquiran;7) todos coincidieron, desde luego, en que el buen trato de los esclavosllevado has-ta los trminos en que se haba expresado San Pablo en la carta a Filemn- era, entodo caso, moralmente exigible con la mayor contundencia.

    Un paso ms allLos resultados de la investigacin de Garca Aoveros suscitaban en realidad

    nuevas dudas: la principal, cmo es que, en la Amrica hispana subsisti, pese a eso,la esclavitud; as que, con la documentacin que l haba acopiado, tom yo mismoel relevo y llegu a redactar el libro La Iglesia y la esclavitud de los negros (2002),que firmamos los dos puesto que de los dos era la investigacin cuando la dimos poracabada (en lo que pudimos hacer).

    Las conclusiones de ese segundo libro pueden resumirse as:

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    1) en el siglo XV cuando los navegantes portugueses abrieron los mercados escla-vistas de la costa occidental africana, la cada de Constantinopla hizo que creciera lademanda de negros y el descubrimiento de Amrica abri nuevos mercados-, la es-clavitud era una institucin que "se perda en la noche de los tiempos" y que existaen la mayora de las culturas, de manera que no hay que preguntarse cmo arguye-ron los cristianos europeos para imponerla, sino cmo es que no arguyeron para aca-bar con ella;2) en un principio (siglo XV), lo nico que se valor concretamente en Roma yPortugal- fue que la esclavitud de los negros era una forma de hacerles el bien; por-que se les sacaba de una situacin infrahumana y se les haca catlicos;3) sta ltima justificacin fue abierta y claramente rechazada por los telogos es-colsticos del siglo XVI, que recordaron hasta la saciedad que toda conversin ha deser libre;4) todos ellos, sin excepcin segn la conclusin de Garca Aoveros-, afirmaronque, por los informes que llegaban de frica muchos, recabados por esos mismostelogos-, la captura que se haca de negros era completamente ilcita;5) durante el siglo XVI, la mayora de los telogos que trataron de ese asunto fuerondominicos y casi todos concluyeron que, por tanto, era ilcito mantener como escla-vo a alguien la legitimidad de cuya esclavitud no estuviera probada y no se podancomprar ni retener esclavos negros de procedencia africana;6) desde los ltimos aos del mismo siglo, la mayora de los telogos jesuitas, desde

    Luis de Molina, concluyeron en cambio que eso era exigible a los que adquiran losesclavos en frica, pero no al segundo o al tercer comprador (mucho menos a lossucesivos), que no tenan medios para averiguar el origen de la esclavitud del escla-vo concreto que adquiran;7) a finales del siglo XVII, algunos frailes capuchinos volvieron a la carga con la te-sis de los dominicos y consiguieron que el asunto llegara a Carlos II, rey de las Es-paas en aquellos momentos, y a la Congregacin Romana de la Inquisicin; a Car-los II lo engaaron sus asesores mencionndole slo la posicin de los telogos je-suitas-, en tanto que la Inquisicin fall a favor de la postura de los capuchinos ycontra la compraventa de negros, tal como se llevaba a cabo; lo hicieron llegar a Es-paa pero las autoridades optaron por mantener la esclavitud;8) los telogos catlicos se adelantaron, pues, a los protestantes en condenar la es-clavitud de los negros; pero, para entenderlo, hay que tener en cuenta, entre otras,dos razones: una, que el Mediterrneo occidental y los primeros pobladores europe-

    os de Amrica fueron catlicos y no protestantes (quienes, por tanto, no tenan porqu preguntarse sobre la licitud de algo que no llevaron a cabo hasta que se empeza-ron a fundar las futuras Trece Colonias de Norteamrica;9) la segunda razn radica en que la Reforma protestante fue una reaccin en partecontra la teologa aristotelicotomista y una vuelta a la Biblia, de manera que es lgi-co que fueran los telogos catlicos que se mantuvieron fieles a la tradicin aristote-licotomista quienes primero valorasen la nueva situacin y la condenasen;10) que lo hicieran como lo hicieron afirmando la licitud de la institucin en s,como consecuencia del pecado, que induca a algunas personas a hacer el mal a otrasy a stas las obligaba a defenderse- se entiende por el peso que tena precisamente el

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 75pensamiento de Aristteles y su cristianizacin por el Aquinate; la esclavitud no era,para ellos, una institucin perversa, sino una forma ms aunque extrema- de casti-gar a los culpables (o, en el caso del padre que venda a su hijo, de resolver un pro-blema grave, que, por otra parte, poda llegar a resolverse porque a ese padre se lereconoca el derecho a recuperar a su hijo, comprndolo de nuevo);11) en las conclusiones sobre los negros, no pude sino apurar todo lo posible lo queya haba concluido Garca Aoveros: que condenaron sin excepcin lo que se haca

    con ellos, pero disintieron sobre si eso conllevaba la condena de toda compra o, enla duda, caba retener al esclavo.

    En el punto en que lo dej, el asunto planteaba an varias dudas de cierto peso:1) una, por qu, a pesar de todo, no se adoptaron en Roma medidas ms expeditivascontra los reyes de las Espaas y los de Portugal (y el Cristiansimo, o sea el deFrancia, seor de Hait), por permitir lo que en la Inquisicin se haba condenado.Tengo para m que no ser fcil hallar respuesta documental. Pero es probable que,en los archivos de la Congregacin Romana para la Defensa de la Fe, queden huellasde expedientes que no se han estudiado (ni yo tengo fuerzas para estudiar);2) la otra duda principal est en por qu callaron los telogos y los juristas franceses,siendo as que, de toda Amrica, fue en Hait posesin francesa- donde alcanz ni-veles ms altos la densidad de esclavos negros en el conjunto de la poblacin (msincluso que en las colonias britnicas del South y que en el Brasil). Si se recuerdaque el tomismo del siglo XVI germin sobre todo en las universidades de la penn-

    sula ibrica, mucho ms que en las francesas, se entender que comenzaran espao-les y portugueses. Pero no se entiende el silencio posterior.

    Los philosophesAun as, lo que habamos encontrado me pareci suficientemente importante

    como para preguntarnos si el abolicionismo de protestantes y philosophes, ya en elsiglo XVIII, fue o no continuacin de esa teologa moral espaola y portuguesa delos dos siglos anteriores.

    Lo primero que hice era lo ms elemental- es releer los textos que solan in-vocarse, empezando porEl espritu de las leyes de Montesquieu. Y todava no he sa-lido de mi asombro:1) tal como adelant en La Iglesia y la esclavitud de los negros, Montesquieu escri-bi sobre la esclavitud en s en el libro XV De lesprit des lois(1748) y concluyque era una institucin contraria en s misma al derecho natural (que era lo que hab-

    an dicho los escolsticos del XVI y XVII, sin excepcin. Slo que estos telogos noconsideraban el derecho natural como algo que no pudiera ser corregido por el dere-cho positivo, si se daban circunstanciascomo la agresin blica injusta- que lo jus-tificaban;2) Montesquieu no acert a replicar a esto; su refutacin de las razones de Aristte-les y el derecho romano inducen ms bien a concluir que no conoca bien esas razo-nes. Razona, en suma, contra argumentos que ni Aristteles ni los juristas romanos

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    haban empleado. Y, de facto, manifest en su obra una actitud de tolerancia hacia laesclavitud16;3) en cuanto a los negros, se descolg con el ms brutal y racista de los sarcasmos.Al preguntarse si el relativo rechazo de la esclavitud tena que ver con ellos, se apre-sur a ironizar sobre las narices de los negros que le parecan grotescamente cha-tos- y concluy que no era posible que Dios, siendo tan sabio, hubiera dotado de al-may sobre todo de alma buena, bondadosa- a unos cuerpos de ese color. En ltimocaso, deca que no estaba seguro de que fueran seres humanos17;4) la insistencia de no pocos historiadores en afirmar que Montesquieu fue pioneroen la lucha contra la esclavitud de los negros slo sirve para mostrar que hay quevolver a las fuentes y releer lo que se cita como cosa sabida. El sinsentido se explicaquiz porque, en 1755, el caballero de Jaucourt tuvo la generosidad de tapar las ver-genzas de Montesquieu18: en el artculoEsclavage de laEncyclopedie de Diderot y

    16Al comenzar el libro XV, Montesquieu se mostraba contrario a la esclavitud: Dans le paysdespotiques, o lon est dj sous lesclavage politique, lesclavage civil est plus tolrablequailleurs. Chacun y doit tre assez content dy avoir sa subsistance et la vie. Ainsi la condi-tion de lesclave ny est gure plus charge que la condition du sujet.

    Mais, dans le gouvernement monarchique, o ils est souverainement important de ne pointabattre ou avilir la nature humaine, il ne faut point desclaves. Dans la dmocratie, o tout lemonde est gal, et dans laristocratie, o les lois doivent faire leurs efforts pour que tout le

    monde soit aussi gal que la nature du gouvernement peut le permettre, des esclaves sontcontre lesprit de la constitution: ils ne servent qu donner aux citoyens une puissance et unluxe quils ne doivent point avoir (livre XV, chap. I).17Si javais soutenir le droit que nous avons eu de rendre les ngres esclaves, voici ce que

    je dirais:Les peuples dEurope ayant extermin ceux de lAmrique, ils ont d mettre en esclavageceux de lAfrique, pour sen servir dfricher tant de terres.

    Le sucre serait trop cher, si lon ne faisait travailler la plante qui le produit par des esclaves.Ceux dont il sagit sont noirs depuis les pieds jusqu la tte; et ils ontle nez si cras quilest presque impossible de les plaindre.On ne peut se mettre dans lesprit que Dieu, qui est un tre trs sage, ait mis une me, su rtoutune me bonne, dans un corps tout noir.

    Il est si naturel de penser que cest la couleur qui constitue lessence de lhumanit, que lespeuples dAsie, qui font des eunuques, privent toujours les noirs du rapport quils ont avecnous dune faon plus marque.On peut juger de la couleur de la peau par celle des cheveux, qui, chez les gyptiens, les

    meilleurs philosophes du monde, tait dune si grande consquence, quils faisaient mourirtous les hommes roux qui leur tombaient entre les mains.Une preuve que les ngres nont pas le sens commun cest quils font plus de cas dun collierde verre que de lor, qui, chez des nations polices , es dune si grande consquence.

    Ils es impossible que nous supposions que ces gens-l soient des hommes, parce que, si nousles supposions des hommes, en commencerait croire que nous ne sommes pas nous mmeschrtiens.

    De petits esprits exagrent trop linjustice que lont fait aux Africains: car, si elle tait tellequils le disent, ne serait-il pas venu dans la tte des princes dEurope, qui font entre eux tantde conventions inutiles, den faire une gnrale en faveur de la misricorde et de la piti?(Montesquieu, livre XV, chap. V).18Lo que sigue, en Jaucourt (1755).

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 77dAlembert, mencion al autor Del espritu de las leyes como si lo glosara, siendoas que guardaba silencio sobre todo lo que deca aqul de los negros en trminosbrutalmente racistas. Jaucourt dedicaba, como Montesquieu (y como algunos de losjuristas y telogos cuyo pensamiento hemos examinado), una primera parte de su ra-zonamiento a la historia de la esclavitud, no sin decir, para empezar, lo mismo quedeca Aristteles y haban repetido aquellos tericos de los dos siglos anteriores: quelos hombres nacieron libres. Haban sido la ley del ms fuerte, le droit de guerre in-

    jurieux la nature, entre otras cosas semejantes, los que haban introducido la es-clavitud, para vergenza de la humanidad ( la honte de lhumanit): una realidadque era contraria al derecho natural y al derecho civil; de manera se deduca- queno poda salvarse por derecho de gentes (lo mismo que afirmaba Fras de Albornozun par de siglos antes).

    Pero el francs lo arga mejor: la esclavitud era contraria al derecho naturalporque la libertad estaba ntimamente unida al hecho de ser hombre:

    Cette libert [...] est unie si troitement avec la conservation de lhomme, quelle nenpeut tre spare que par ce qui dtruit en mme temps sa conservations & sa vie." Era, portanto, inalienable. "Non-seulement on ne peut avoir le droit de proprit proprement dit surles personnes; mais le plus il rpugne la raison, quun homme qui na point de pouvoir sur

    sa vie, puisse donner un autre, no de son propre consentement, ni par aucune convention, ledroit quil na pas lui-mme.

    Pero tambin era contraria al derecho civil, porque la ley civil, que haba per-mitido a los hombres repartir los bienes terrenos, no poda incluir en stos lo que sereparta- a algunos de los propios hombres que deban hacer ese reparto.

    No caba, por ello, hablar de derecho de gentes, ni de derecho de guerra, ni denacimiento, ni de compra. Ni mucho menos justificarlo en la evangelizacin de losesclavos:

    Cest donc aller directement contre le droit des gens & contre la nature, que de croireque la religion chrtienne donne ceux qui la professent un droit de rduire en servitudeceux qui ne le professent pas, pour travailler plus aisment a sa propagation. Ce fut pourtantcette maniere de penser qui encouragea les destructeurs de lAmrique dans leurs crimes:

    brindis, sin duda, a los espaoles, cuyos telogos, sin embargo, pensaban to-do lo contrario de lo que supona Jaucourt, segn hemos visto.

    Luego vendra, como en una cascada, el abolicionismo que contenan el bre-ve artculo Traite des ngres de la misma Encyclopdie (ya en 1765)19, los de Du

    Pont de Nemours en 1768 en el peridico fisicrata phmrides du citoyen queexaminaron el problema en una perspectiva econmica,en fin la Histoire philoso-phique et politique des tablissements et du commerce des Europens dans les deuxIndes, de Guillaume Raynal en 1770, incluso el opsculoReflexions sur lesclavagedes ngres, atribuido al marqus de Condorcet, en 1781. En 1791, comenzaba en elParlamento de Londres la cruzada de Wilberforce en pro de la abolicin, primero dela trata y despus de la esclavitud en s misma.

    La verdad es que este primer corpus abolicionista no tena la envergadura ni

    19Vid. Jaucourt (1765). Se le atribuye a Jaucourt. En realidad el artculo lo firma D.J.

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    la calidad intelectual, filosfica y antropolgica, del corpus teolgico de los siglosXVI-XVII. Con la excepcin del artculo Esclavage de Jaucourt, el rigor del razo-namiento brillaba por su ausencia; lo propiamente antropolgico era pobre y escaso,por no decir nulo. Raynal, el mejor de los mencionadossiempre con la salvedad deJaucourt-, no pasaba de glosar las brutalidades que, de facto, padecan injustamentelos negros, sin aadir un solo argumento estrictamente doctrinal en contra o a favorde la existencia de la esclavitud en s misma. 20Y las Reflexions sur lesclavage desngresfirmadas por un cierto Schwartz, pasteur du Saint Evangile- no hacan sinoinsistir en el tono condenatorio.21

    Los protestantesEn los ltimos aos, he procurado precisar mejor la posicin de los otros pio-

    neros del abolicionismo del siglo XVIII los protestantes- y he llegado a estas con-clusiones:1) los primeros textos que se conocen de protestantes que se manifestaron contra lasituacin de los esclavos proceden de la pluma de pastores calvinistas holandeses,anglicanos, puritanos britnicos, moravianos y cuqueros de Inglaterra y de Norte-amrica. De lo que se quejaban no era de que se tuviera a los negros como esclavos,sino del abandono en que se les dejaba, sin procurar siquiera evangelizarlos. Losprimeros textos que se conocen, de esas diversas procedencias, sin excepcin ape-nas, datan de la segunda mitad del siglo XVII;

    2) cuando comenzaron a arremeter contra la esclavitud en s (as el cuquero inglsGeorge Fox en una prdica desarrollada en Barbados en 1671, su compaero el cu-quero irlands William Edmundson en 1676, los seguidores del apstata GeorgeKeith en Filadelfia hacia 1692, el puritano bostoniano chief justice Samuel Sewallen The selling of Joseph, 1700, y muy pocos ms), predicaron en el desierto. Entrelos propios cuqueros, esas posturas siguieron siendo marginales hasta el entorno de1776 y, en algunos estados de la Unin, incluso entrado el siglo XIX;

    20Vid. Raynal (1774), IV, libro 11, que es el que dedica a la trata de los negros africanos. Laparte que podemos considerar doctrinal est en los captulos XXIII-XXXI principalmente. Pe-ro lo que dice en ellos, en sntesis, es que la esclavitud es injusta en s misma sin explicar porqu- pero lo es mucho ms en el momento en que escribe, estando como est corrompida porel tipo de trata que se lleva a cabo. Las guerras para hacer esclavos se suscitan por cualquierrazn; se les transporta de mala manera; el trato es brutal. La esclavitud repugna a la humani-

    dad, a la razn y a la justiciase limita a insistir al comenzar el captulo XXXI- y, como en elcaso de Jaucourt, la disculpa para Montesquieu, en este caso sin ocultar aunque sea tcita-mente- la sorna con que ste haba tratado la servidumbre de los negros:Montesquieu na pu

    se rsoudre traiter srieusement la question de lesclavage (pg. 223).21Vid. Schwartz (1788),passim: a diferencia de Montesquieu, Condorcet (o Schwartz) igno-raba los "justos ttulos" aristotlicos y se reduca a rechazar que se pudiera comprar, como es-clavos, condenados a muerte, as como a recordar aquello de que la esclavitud fomentaba in-directamente las guerras entre negros. Le era ms fcil, obviamente, rechazar que un recinnacido, por el hecho de ser hijo de esclava, fuese esclavo. Entre los pocos argumentos estric-tos de su opsculo, estaba la idea elemental de que un legislador no puede legislar contra la

    justicia y la de que no es posible adquirir derechos sobre una persona, aunque s el de que tra-baje para uno (p. 5).

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    Jos Andrs-GallegoLos argumentos esclavistas... 793) ninguno de estos textos esboza siquiera un sistema teolgico moral de la enverga-dura de los mencionados entre los telogos catlicos de los siglos XVI-XVII. Sonmeras exhortaciones a ser consecuentes con Cristo, que redimi tambin a los ne-gros (y es evidente la fuerza de este argumento, por sencillo que sea);4) pero, por lo dicho, no se puede seguir diciendo que hubiera adelanto ni mayorasiquiera entre los protestantes a la hora de condenar la esclavitud. Y es lgico quefuera as por aquella misma razn que veamos antes: la recuperacin de la Biblia.

    El peso que tuvo entre ellos la Biblia bastante mayor que entre los catlicos, espe-cialmente entre los laicos- no slo hizo que disminuyera el peso de la teologa (y quese generase una teologa nueva, de cuo precisamente bblico), sino que, de entrada,lo que hizo fue que, entre ellos, tuviera mucho ms peso que entre los catlicosaquella exgesis segn la cual los negros descenderan del hijo de No que se permi-ti rerse de su padre borracho. Este argumento an se sopesaba explcitamente me-diado el siglo XIX entre algunos jueces protestantes del South norteamericano: lle-garon a plantearse el problema de si la manumisin de los esclavos negros conlleva-ba la adquisicin de derechos civiles, dado que la manumisin no borraba su origenespreo;5) para entonces, acababan de proponerse las tesis evolucionistas que, al desterrar noslo a No, sino tambin a Adn y a Eva, abrieron la puerta a la posibilidad de quelos hombres y las mujeres procedamos de la evolucin de animales distintos y, portanto, no pertenezcamos a una misma especie.

    Pero esta es ya otra historia. Que hizo que la abolicin de la esclavitud noresolviera la marginacin de los negros.

    Abolicin de los negros en los territorios que eran o haban sido de jurisdic-cin europea? Las lecturas van obligndome a ampliar las excepciones que anot enel libro de 2002 que he mencionado: en el frica occidental francesa, se permiti laesclavitud hasta 1905 y se mantuvo el trabajo forzado hasta 1946. En la Kenia brit-nica, la abolicin no se decret hasta 1907.22

    Referencias bibliogrficas

    Lo que sigue es una mera relacin de bibliografa que se refiere a aspectos tratados enlas pginas anteriores y he podido consultar personalmente. No debe acudirse a ella, por tanto,como a una bibliografa seleccionada por su mayor calidad en relacin con las obras que no semencionan.

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