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Con el cerebro al aula.Cuando termin mi ltima frase en aqul
castillo junto a la playa de Rada Tilly, provincia de Chubut,
Argentina, y vi el rostro iluminado de los directivos y docentes
que me haban acompaado esos tres das de seminario, sent que deba,
finalmente, escribir todas estas experiencias educativas que, a lo
largo de quince aos constituyeron mis afanes y esperanzas
docentes.Al recibir un recuerdo de manos de esos docentes sureos,
la dedicatoria grab mi compromiso: GRACIAS POR HACERNOS VER MS ALL
DE NUESTRO REPTILIANO.Por ello asum el desafo de dar a conocer mis
experiencias basadas en la investigacin y la experiencia del aula,
compartiendo con otros profesores y otros padres esta nueva mirada
que la ciencia nos exige del acto educativo.Porque, Quin es mi
alumno? Qu lo condiciona? Qu lo determina? Hasta dnde es libre? Cmo
puedo ayudarlo a encontrar su felicidad? Cun responsable soy de
ayudarlo a moldear su futuro? Cul es el sentido de mi misin? Y un
milln de interrogantes ms son los que a diario encarna todo
educador, y los responde segn la imagen paradigmtica de su
concepcin educativa. En los viejos libros de pedagoga, cuando an
los tecnicismos y las palabras no nos enredaban el sentido comn,
apareca entre los elementos constitutivos del hecho educativo, el
concepto de paradigma. ste se describa como un encuentro
pneumatolgico, es decir, un encuentro de dos pneumas (espritu para
los antiguos) que se asociaban en la creadora tarea de forjar el
espritu del ms dbil. Lo definan como modelo ejemplar presente en la
mente del maestro, que guiaba su accin educativa para conseguir la
concrecin de esa idea en el alma de su discpulo. El paradigma era a
la vez modelo, idea ejemplar y fin. Y aqu empezamos a descubrir que
lo que hoy nos plantean como un hecho contundente la neurociencia,
y es que el estmulo del medio ambiente modela y expresa el
componente gentico de la conducta humana, era ya una idea presente
en los ms profundos tratados de la pedagoga. Y es algo que los
verdaderos educadores siempre han comprendido.La ciencia est
tratando de desentraar este misterio, este encuentro nico, en un
universo entre una materia finita y casi escasa, de 1400 o 1500
gramos, y la actividad inmaterial e infinita del espritu humano. Es
ste el desafo que hoy debe hacernos repensar nuestra tarea, porque
ya no es una metfora la gastadsima frase, formamos al nio para un
mundo mejor. Hoy sabemos que S lo formamos anatmica y
funcionalmente, y quizs si lo comprendemos a tiempo, S ser para un
mundo mejor.Porque la ciencia hoy nos fundamenta que educar no es
simplemente evaluar exmenes y promediar decimales para ver si el
chico llega o no al preciado 5 ( cinco qu???), ni las largas
reuniones de departamento, o cumplir con exactitud un programa
anual, sino enfrentarnos a una persona con la clara conciencia de
que nuestro paso por su vida indefectiblemente lo dejar marcado, es
descubrir que cuando enseamos letras y nmeros, le estamos abriendo
el mundo de las ideas, y con ello las opciones para elegir ser
feliz o no serlo.Todo lo dejamos grabado en su cerebro, material y
concretamente, y nuestra tarea no solamente afecta su psiquismo,
que por inmaterial no nos delata, sino que forma o deforma las
estructuras cognitivas de su cerebro. Esto, no puede dejarnos
indiferentes. Descubrir este milagro cotidiano que vivimos en el
aula, debe transformar nuestra tarea y ayudarnos a enfrentar esta
misin en toda su profundidad.
Beatriz Pizarro de Zulliger