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Yonathan Bejarano II filosofía Seminario Mayor san José EL MISTERIO SE DESVELA ANTE TUS OJOS AUNQUE NO LO VEAS La única forma de llegar a donde uno quiere es interpretando bien las señales en el camino. En muchas ocasiones podemos reconocer en nuestro entorno o en nuestra vida misma un sinnúmero de símbolos o signos que de alguna manera nos orientan y nos indican para donde vamos o que está pasando. No quisiera detenerme en la gran diversidad que de éstos encontramos pero si quisiera valerme de algunos para ayudar al lector a descubrir la relación que hallamos con lo que vivimos en una celebración eucarística. Tema que desarrollaré con ejemplos concretos de la vida, donde fácilmente podrás identificarte y reconocer la importancia de vivir o mejor de descubrir lo que tras estos simbolismos se vela. Es común encontrar en las ciudades semáforos que funcionan todo el día y la noche de una u otra forma guiando a la gente o marcando una pauta de conducta. Quizás por sí solo un solo un color verde no nos dice nada, pero cuando reconocemos que hace parte de una convención que me indica que debo avanzar ésta realidad, “la luz verde” toma un sentido diferente. Así mismo con las demás luces del semáforo. Ahora bien, ¿si las personas no interpretan correctamente estas señales que ocurriría? Probablemente habría accidentes, desorden, caos. Con esta imagen del semáforo solo quiero indicar lo importante que es interpretar correctamente una señal para

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SOBRE LA EUCARISTÍA ADMIRABLE SACRAMENTO QUE MUCHAS VECES IGNORAMOS

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Yonathan BejaranoII filosofíaSeminario Mayor san José

EL MISTERIO SE DESVELA ANTE TUS OJOS AUNQUE NO LO VEAS

La única forma de llegar a donde uno quiere es interpretando bien las señales en el camino. En muchas ocasiones podemos reconocer en nuestro entorno o en nuestra vida misma un sinnúmero de símbolos o signos que de alguna manera nos orientan y nos indican para donde vamos o que está pasando. No quisiera detenerme en la gran diversidad que de éstos encontramos pero si quisiera valerme de algunos para ayudar al lector a descubrir la relación que hallamos con lo que vivimos en una celebración eucarística. Tema que desarrollaré con ejemplos concretos de la vida, donde fácilmente podrás identificarte y reconocer la importancia de vivir o mejor de descubrir lo que tras estos simbolismos se vela.

Es común encontrar en las ciudades semáforos que funcionan todo el día y la noche de una u otra forma guiando a la gente o marcando una pauta de conducta. Quizás por sí solo un solo un color verde no nos dice nada, pero cuando reconocemos que hace parte de una convención que me indica que debo avanzar ésta realidad, “la luz verde” toma un sentido diferente. Así mismo con las demás luces del semáforo. Ahora bien, ¿si las personas no interpretan correctamente estas señales que ocurriría? Probablemente habría accidentes, desorden, caos. Con esta imagen del semáforo solo quiero indicar lo importante que es interpretar correctamente una señal para que puedas obtener de estas sus beneficios y que por el contrario no te lleve a conflictos o confusión. Por otra parte entrando en materia, en una celebración eucarística vemos gran cantidad de simbolismos que en muchas ocasiones pasan desapercibidos o simplemente no se entienden. Llegando algunas personas a expresare frases como: “¡Que aburrido esto! ¿Cuándo se acabará?”. Que en realidad no es más que un indicativo de que se está perdiendo el sentido de lo que se hace, que aun siendo algo muy valioso es menospreciado.

Frente a una actitud negativa respecto a una eucaristía, sin duda hay varios factores que impiden que una persona viva activamente la celebración. Uno de ellos el no entender lo que está pasando. Es exactamente lo que pasa cuando dos personas que no hablan tu idioma y se ponen a conversar cerca de ti, quizás por

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un instante te llamará la atención como hablan pero luego te aburrirá por que no entiendes nada de lo que dicen. Así pasa en la Eucaristía debes estar preparado para poder adentrarte a la rica variedad de signos y símbolos que allí se emplean y que llevan a introducir en el misterio de Cristo. Aún más concretamente lo expresa José Cristo García con la siguiente afirmación al respecto del sacramento (entre otros la Eucaristía): “es un elemento corporal o material propuesto externamente de una forma sensible, que representa o actualiza por semejanza la gracia invisible y espiritual…” (García Paredes, 1991, pág. 60) y más adelante dirá respecto al símbolo: que son “aquellas realidades que, poseyendo ya su propio significado, conducen al espíritu hacia otra realidad correlativa, pero escondida.”(García Paredes, 1991, pág. 102).

Muchas veces me he preguntado por qué nos distraemos tanto en la Eucaristía y descubro que uno de esos factores es éste mismo, la falta de compresión de los signos de la celebración. Es más fácil distraerse aun cuando te esfuerzas por no hacerlo, cuando no hallas sentido a lo que sucede. Otra imagen concreta de esto sería como comer algo sin sabor, yo sé que me va alimentar, pero no le hallo sentido. En otras palabras no me sabe a nada, así nos pasa muchas veces en la Eucaristía, no le sentimos sabor y por ello se vuelve en algo tedioso, que en el fondo sé que es bueno y me quedo pero con el sinsabor, el sinsentido.

Frente a esta situación encontraba que desde hace un tiempo apenas y se va recuperando la sociedad de reconocer los símbolos como algo con validez, pues por un tiempo se posesiono un pensamiento racionalista que negaba estos simbolismos, negaba todo aquello que está más allá de lo verificable científicamente (García Paredes, 1991, pág. 101). Con esto queda claro porque es tan difícil para algunos entrar en este misterio admirable que nos ofrecen a través de los signos y símbolos en la liturgia de la Iglesia. Es sin duda un fuerte distractor que puede ser eliminado si se hace una verdadera catequesis mistagógica sobre la Eucarística principalmente. Desde luego es algo que requiere tiempo y dedicación pero será una actividad valiosa para recuperar el sentido de lo sagrado expresado en los símbolos de la celebración.

Consciente de esta realidad en la c del Concilio Vaticano II se pide a los fieles una participación consciente, activa y fructuosamente, además de una recta disposición de ánimo (SC 11). Para poder llevar a cabo tal pedido es necesario instruir a los fieles en lo que se vive en una Eucaristía, tanto en cada una de sus partes como en cada detalle que está puesto allí cuidadosamente para ayudar al fiel a introducirse en el misterio que celebra, para que sea consciente. De esta forma el creyente participará con más gusto de la celebración y contemplará así el gran Misterio de salvación que obró nuestro Señor Jesús. ¡Qué maravilloso es acercarse a la vida de tantos santos que lograron llegar tan afondo en esta

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realidad que pudieron contemplar concretamente el sacrificio de Cristo en la cruz durante la consagración! Era tanto su amor y la profundidad a la que lograban llegar que quedaban como suspendidos en el aire contemplando la gloria de Dios; tal como le pasaba a san Pio de Pietrelcina que quedaba extasiado contemplando la sagrada hostia una vez consagrada, hasta que lo hacían volver en sí y proseguir la celebración.

Con todo lo mencionado he recogido buena parte de elementos que nos pueden ayudar a reconocer la necesidad de desear comprender los signos de la Eucaristía, anhelando adentrarse en el gran Misterio de Dios. Por tanto son importantes tres cosas: la primera reconocer que los signos nos conducen a una realidad más allá de la que percibimos a simple vista y especialmente la Iglesia se vale de ellos para ayudar a los creyentes a reconocer el Misterio; la segunda es buscar recibir una formación adecuada que nos ayude gradualmente a reconocer la riqueza de signos y símbolos en cada celebración eucarística y poder así disfrutar de ellos activamente; finalmente invitarlos a desear ahondar cada vez más en el Misterio admirable de Cristo, especialmente en cada sagrada Misa disponerse a vivir el más grande acontecimiento de sus vidas como lo experimentaban los santos en sus vidas, después de haber recorrido un gran camino de conversión al amor de Dios. Solo resta decir que las catequesis mistagógicas en las cuales podemos aprender acerca de los simbolismo de las celebraciones, no es suficiente para alcanzar lo que los santos alcanzaron sino que también es requerido pureza de corazón es decir una vida abierta a la conversión que va creciendo en fe y en amor a Dios gradualmente. Tal como lo consiguieron los santos.

Una vez recorrido el camino interpretando correctamente los signos y símbolos que se nos presentan logremos llegar al tan anhelado lugar de nuestro descanso.

BibliografíaGarcía Paredes, J. C. (1991). Teología fundamental de los sacramentos. Madrid: San Pablo.