ASPECTOS DE LA ETNO–ORNITOLOGÍA DE LA PROVINCIA DE …...ASPECTOS DE LA ETNO–ORNITOLOGÍA DE LA...

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64 ARTÍCULOS Revista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78 Unión de Ornitólogos de Chile 2016 EDICIÓN ESPECIAL: ETNO–ORNITOLOGÍA ASPECTOS DE LA ETNO–ORNITOLOGÍA DE LA PROVINCIA DE EL LOA, NORTE DE CHILE Aspects of the ethno–ornithology of the El Loa Province, northern Chile VICTORIA CASTRO 1,2 & JÜRGEN ROTTMANN 3 1 Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago, Chile. 2 Departamento de Antropología, Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile. Dirección Postal: Las Perdices 575, La Reina, Santiago de Chile. 3 Casilla 160, Talagante, Chile. Correspondencia: [email protected]. RESUMEN.– Diversos contextos históricos y sociales dan cuenta de la importancia cultural de las relaciones entre los humanos y las aves. En este trabajo revisamos la relación humano–ave en el mundo andino del norte de Chile. Para ello, analizamos la etno–categorización de las aves, recopilando los nombres vernáculos y los saberes ornitológicos locales en las tierras altas de la Provincia de El Loa, Región de Antofagasta. Este registro reviste significación en un contexto donde los crecientes cambios producidos en el paisaje por la extracción indiscrimi- nada del agua con fines industriales han afectado tanto a las aves, como a los pueblos y sus interrelaciones con la avifauna. PALABRAS CLAVE.– Etno–ornitología, poblaciones andinas, patrimonio biocultural, tierras altas de Antofagasta. ABSTRACT.– Diverse social and historical contexts acknowledge the cultural importance of the relationships between humans and birds. In this paper, we explore the human–bird relationships in an area of the Andean world in northern Chile. To this end, we provide an ethno–categorization of birds, their common names and local ornithological knowledge in the highlands of the El Loa Province, Antofagasta Region. This account is of great significance because increasing changes in the landscape by the random extraction of water for industrial purpos- es has strongly affected birds, local peoples and their relationships. KEYWORDS.– Ethno–ornithology, Andean people, biocultural heritage, highlands of Antofagasta. Manuscrito recibido el 22 de febrero de 2015, aceptado 23 de febrero de 2016. INTRODUCCIÓN Con un acercamiento interdisciplinario y un enfo- que antropológico, desde los años 80 hemos explorado los significados que tienen las aves para las sociedades indíge- nas de la zona andina del norte de Chile. Esta exploración incluyó elementos propios de disciplinas tales como la ar- queología, la etnografía y la etnohistoria. Esta apertura dis- ciplinaria nos permitió generar intereses comunes con zoó- logos y ornitólogos, y mostrarles cómo las ciencias sociales le han dado relevancia a las relaciones entre los humanos y las aves en el mundo andino. Por ejemplo, la arqueolo- gía, por una parte, ha hecho notar el valor de las aves para consumo alimenticio, uso de huesos, tendones y plumas como materia prima la confección de herramientas, ador- nos corporales, usos rituales y su expresión ideológica en el arte rupestre (Valenzuela 2013). Por otra parte, tal como los ornitólogos clasifican a las aves por hábitat, la etnografía ha demostrado que el hombre andino tiene su propia taxo- nomía o etno–categorización de distintos niveles del paisaje como, por ejemplo, la categorías de chacra, campo o cerro (Castro & Aldunate 2003). Del mismo modo, los poblado- res de los Andes frecuentemente se refieren a los animales de acuerdo a sus modos de alimentación y a la utilidad fun- cional o “práctica” para los seres humanos.

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  • 64ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016

    EDICIÓN ESPECIAL: ETNO–ORNITOLOGÍA

    ASPECTOS DE LA ETNO–ORNITOLOGÍA DE LA PROVINCIA DE EL LOA, NORTE DE CHILE

    Aspects of the ethno–ornithology of the El Loa Province, northern Chile

    VICTORIA CASTRO1,2 & JÜRGEN ROTTMANN3

    1Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Santiago, Chile.2Departamento de Antropología, Universidad Alberto Hurtado, Santiago, Chile. Dirección Postal: Las Perdices 575, La Reina, Santiago de Chile.3Casilla 160, Talagante, Chile.

    Correspondencia: [email protected].

    RESUMEN.– Diversos contextos históricos y sociales dan cuenta de la importancia cultural de las relaciones entre los humanos y las aves. En este trabajo revisamos la relación humano–ave en el mundo andino del norte de Chile. Para ello, analizamos la etno–categorización de las aves, recopilando los nombres vernáculos y los saberes ornitológicos locales en las tierras altas de la Provincia de El Loa, Región de Antofagasta. Este registro reviste significación en un contexto donde los crecientes cambios producidos en el paisaje por la extracción indiscrimi-nada del agua con fines industriales han afectado tanto a las aves, como a los pueblos y sus interrelaciones con la avifauna. PALABRAS CLAVE.– Etno–ornitología, poblaciones andinas, patrimonio biocultural, tierras altas de Antofagasta.

    ABSTRACT.– Diverse social and historical contexts acknowledge the cultural importance of the relationships between humans and birds. In this paper, we explore the human–bird relationships in an area of the Andean world in northern Chile. To this end, we provide an ethno–categorization of birds, their common names and local ornithological knowledge in the highlands of the El Loa Province, Antofagasta Region. This account is of great significance because increasing changes in the landscape by the random extraction of water for industrial purpos-es has strongly affected birds, local peoples and their relationships. KEYWORDS.– Ethno–ornithology, Andean people, biocultural heritage, highlands of Antofagasta.

    Manuscrito recibido el 22 de febrero de 2015, aceptado 23 de febrero de 2016.

    INTRODUCCIÓN Con un acercamiento interdisciplinario y un enfo-que antropológico, desde los años 80 hemos explorado los significados que tienen las aves para las sociedades indíge-nas de la zona andina del norte de Chile. Esta exploración incluyó elementos propios de disciplinas tales como la ar-queología, la etnografía y la etnohistoria. Esta apertura dis-ciplinaria nos permitió generar intereses comunes con zoó-logos y ornitólogos, y mostrarles cómo las ciencias sociales le han dado relevancia a las relaciones entre los humanos y las aves en el mundo andino. Por ejemplo, la arqueolo-gía, por una parte, ha hecho notar el valor de las aves para

    consumo alimenticio, uso de huesos, tendones y plumas como materia prima la confección de herramientas, ador-nos corporales, usos rituales y su expresión ideológica en el arte rupestre (Valenzuela 2013). Por otra parte, tal como los ornitólogos clasifican a las aves por hábitat, la etnografía ha demostrado que el hombre andino tiene su propia taxo-nomía o etno–categorización de distintos niveles del paisaje como, por ejemplo, la categorías de chacra, campo o cerro (Castro & Aldunate 2003). Del mismo modo, los poblado-res de los Andes frecuentemente se refieren a los animales de acuerdo a sus modos de alimentación y a la utilidad fun-cional o “práctica” para los seres humanos.

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    Subyacente a cualquier categorización, hay un orden cos-mológico en el que los animales tienen un “dueño” que puede ser humano o no humano (Castro & Varela 1992, Millones & López–Austin 2012, Millones & Mayer 2012). Asimismo, la etnohistoria profundiza el entendi-miento temporal para los habitantes de los pueblos an-dinos. En esta visión existe un tiempo mítico primigenio donde los antepasados del inka, conocidos como gentiles o chullpa, habitaron la tierra antes de la salida del sol. De acuerdo al saber andino, los chullpa eran seres sabios en íntima comunicación con la naturaleza (Castro & Martí-nez 1996). En aquel tiempo mítico primigenio, humanos y animales eran en alguna forma “lo mismo”. Esa época es también conocida como el “tiempo inquieto”, porque humanos y animales intercambiaban sus formas fácilmen-te (Platt 1976). Este tiempo etnohistórico corresponde a periodos anteriores a los procesos de domesticación de plantas y animales, donde la quínoa y papas de los chu-llpa correspondían a las variedades silvestres actuales y su llama (Lama glama) era la vicuña (Vicugna vicugna) y su gallina, la perdiz de la puna, kíula (Jaramillo 2005) o p’isaqa (Tinamotis pentlandii). Los gentiles entonces es-tán asociados a una situación social previa, donde existía continuidad entre los seres humanos y los animales. De esta forma, la visión de mundo de los pueblos andinos es inclusiva y comprende todas las esferas de la realidad, con funciones de los humanos y animales muy definidas den-tro de un universo que no segrega naturaleza y cultura. Ello permite que las etno–categorías sean paritarias en las referencias a humanos y no humanos. El marco referencial en que descansamos se aso-cia a los trabajos pioneros de Brent Berlin (1992) en el ám-bito de las etno–categorías o el modo en que la gente de un grupo cultural específico nombra, usa y organiza la flora y fauna que hace parte de su paisaje. Los seres humanos se aproximan a la experiencia a través de categorías formales básicas que denotan la forma por la cual las personas dis-tinguen elementos directamente con sus sentidos (forma, color). Las combinaciones de estas categorías básicas, a su vez, generan otras categorías más complejas o con-ceptuales, sobre todo para elementos de nuestro entorno que percibimos como asociados o mutuamente dispuestos formando parte de fenómenos o procesos. El análisis se-mántico de estas asociaciones permiten a los antropólogos acercarse al entendimiento de los dominios y sub–domi-nios de pensamiento tradicional e indígena (Goodenough 1975). Este tipo de trabajos han permitido valorar las re-laciones de los pueblos con el ambiente y con otros suje-tos no humanos, como animales o plantas, y considerarlas como patrimonio biocultural (Castro & Romo 2006, Iba-rra et al. 2012). Dentro de las sociedades tradicionales, los pueblos indígenas han contribuido mayormente con sus

    sistemas de conocimiento y etno–categorización, al punto que hoy podemos nombrar esta sistemática como ciencia indígena (Villagrán & Castro 2004). El propósito de este trabajo es contribuir a la va-loración del patrimonio biocultural andino mediante la presentación de distintos aspectos relacionados al conoci-miento de las sociedades indígenas andinas sobre las aves. Para esto, ofrecemos una síntesis de descripciones de aves basada en informaciones entregadas por expertos locales de la provincia de El Loa, Región de Antofagasta, nor-te de Chile. Posteriormente, exponemos una descripción más amplia centrada en el picaflor (etno–especie represen-tada por Oreotrochilus estella y Rhodopis vesper). Para esta ave, mostramos cómo es posible adentrarse y atisbar la complejidad del pensamiento, ciencia y filosofía andi-na. Finalmente, señalamos el efecto de distintos factores históricos sobre los cambios en el paisaje que, inevitable-mente, han afectado las relaciones entre los seres huma-nos y las aves. Esperamos, a través de esta contribución, construir un espacio para un diálogo interdisciplinario que oriente futuras comparaciones etno–ornitológicas.

    MÉTODOSÁrea de estudio y contexto socio–cultural Este estudio etnográfico se realizó en la cuenca del río Loa Superior (22°S 69°O), particularmente en la zona de río Salado, principal afluente del río Loa. La po-blación con la que trabajamos es auto–subsistente y de-sarrolla una economía agropastoril, distribuida en cuatro pueblos: Caspana, Cupo, Ayquina y Toconce. Cada unidad familiar posee estancias distribuidas en sus territorios de pastoreo entre los 3000 y 4400 m de altitud. Los pastos de vegas y bofedales son humedales de altura de uso comu-nal y cada comunidad respeta los derechos adquiridos y transmitidos por años entre cada familia. Esta población desciende de las sociedades indígenas precolombinas de raigambre andina. Actualmente, el idioma que emplean para comunicarse es el español. Sin embargo, hasta me-diados del siglo XX, sus habitantes fueron mayoritaria-mente quechua y aymara parlantes en algunos casos. En Caspana, la lengua dominante fue el kunza o lengua del Salar de Atacama. El uso de varias lenguas se traduce en la diversa nomenclatura para la toponimia de cerros, pisos ecológicos y también la denominación de otros elementos de la naturaleza, flora y fauna. En lo social, esta sociedad andina está articulada por lazos parentales, los que se re-fuerzan a lo largo del año a través de eventos ordenados en el calendario económico–ceremonial (Castro & Martínez 1996, Castro 2009). La mayor parte de la biogeografía del paisaje del área de estudio corresponde a un altiplano riolítico desde donde emergen los cerros Panire, León y Toconce. El cli-

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    ma sobre los 3000 metros sobre el nivel del mar (msnm) es de estepa marginal de altura. En un sentido amplio, el área de estudio puede categorizarse como un semi–desier-to de altura, con una vegetación dominada por matorrales xéricos, gramíneas y plantas en cojín. Esta vegetación se distribuye en la gradiente altitudinal en cuatro pisos ve-getacionales: a) Piso Pre–Puneño (meseta semiárida a los 2700 msnm) que se caracteriza por una cobertura dispersa de pequeños matorrales que se interrumpe hacia los 3000 msnm, por la vegetación azonal de las vegas de Turi; b) Piso puneño (sobre los 3000 msnm): es el más extenso de los pisos altitudinales y presenta la más alta densidad de plantas (Fig. 1); c) Piso altoandino (sobre los 3850 msnm): se caracteriza por una cobertura de gramíneas (e.g. Stipa venusta, Festuca chrysophylla), y plantas en cojín (Azore-lla compacta) que dominan la vegetación; d) Piso subni-val (entre 4200 y 4350 msnm): marca el límite superior de las plantas vasculares en el área, con una vegetación muy escasa, dominada por hierbas perennes y algunas plantas en cojín (Villagrán et al. 1981). En estas comunidades y contexto ecológico y so-ciocultural, registramos datos en terreno durante los años 1984 a 1994. En los primeros años realizamos el primer trabajo sobre etno–categorización de la fauna andina (Cas-tro 1986) en las localidades de Toconce, Inacaliri y Turi, principalmente (Fig. 2). Estos datos fueron obtenidos de tres yatiri (sabios indígenas que conocen las costumbres ancestrales y las prácticas en favor de la comunidad y de los individuos que la componen) de la localidad de Tocon-ce y del relato de pastoras de las localidades de Turi, Pani-ri e Inacaliri. Para este trabajo extendimos esta etno–cate-gorización con referencias complementarias obtenidas en

    el mismo territorio y otras recopiladas en el área del oasis de San Pedro de Atacama y otras zonas de los Andes cen-trales, entre 1994 y 2015. Consideramos que abordar esta extensión de tiempo es muy relevante, ya que esta sociedad se encuen-tra bajo grandes presiones de cambio cultural, económico y paisajístico. Desde tiempos ancestrales y prácticamente durante todo el siglo XX, por ejemplo, los niños y jóve-nes constituyeron el andamiaje básico para el sistema de pastoreo en la sociedad andina. Hoy en día, el deseo de los padres es que sus hijos se eduquen para que luego puedan lograr un puesto en la sociedad occidentalizada. Se cree que, de esta forma, los jóvenes podrán aportar a la eco-nomía familiar con el circulante necesario para los pro-ductos y bienes que se obtienen por medio de dinero (e.g. café, sal, azúcar, aceite, arroz). Esto produce una paulatina desintegración de la economía agropastoril basada en un sistema de redistribución e intercambio que aún tiene vi-gencia en la sub–región nororiental de la Provincia de El Loa. El sistema educacional actual obliga también a que los niños, una vez cumplido el octavo básico, se movilicen de su comunidad a la ciudad de Calama. Esta emigración infantil genera en las familias la necesidad de mantener una casa en la ciudad y, en caso de que no existan parien-tes residentes en la urbe, uno de los padres o hermanos mayores de la familia también debe emigrar. Esta altera-ción a la estructura familiar afecta el sistema socio–eco-nómico de la sociedad local. Los efectos de esta movilidad en los mismos niños no son fáciles de evaluar, pues mu-chos no se adaptan a la ciudad, dejan de estudiar y vuelven a la comunidad y se dedican nuevamente a la economía tradicional y eventualmente a trabajos generados por el Municipio. Otros niños se quedan en la ciudad, desertan del colegio y se dedican a trabajos mal remunerados y de baja jerarquización social en la ciudad. Entre otros factores aparentemente aculturativos, se encuentran el Servicio Militar. El efecto de éste también sería temporal ya que, por lo general, luego de conclui-do éste los jóvenes vuelven a integrarse a su comunidad.

    Figura 1. Camino en la transición tolar–pajonal a los 3800 me-tros de altitud, entre el pueblo de Caspana y el pueblo de Río Grande. Ésta es una ruta tropera que vincula la zona de El Loa Superior con la cuenca del Salar de Atacama, Región de Antofa-gasta, norte de Chile (Fotografía de V. Castro).

    Figura 2. Toconce, localizada en el tolar a 3400 m de altitud, es el pueblo más oriental de la Provincia de El Loa, Región de Antofagasta, norte de Chile (Fotografía gentileza de Fernando Maldonado Roi).

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    Por otra parte, en cada comunidad existe una iglesia ca-tólica, sin cura residente, y desde hace unos 20 años una pentecostal. Como es sabido, esta última doctrina ha sido un fuerte factor de aculturación en toda América Latina. A su vez, el sistema de control fronterizo ha limitado el sis-tema tradicional económico de reciprocidad e intercambio con lugareños de comunidades hoy bolivianas como, por ejemplo, el intercambio de ch’uñu, de huevos de parina por papa y/o carne, y también intercambio de quínoa por maíz.

    Trabajo etnográfico Para investigar la etno–categorización de las aves de El Loa, usamos entrevistas abiertas a los pobladores con el objeto de conocer sus propias categorías concep-tuales de uso y función de la avifauna. De esta forma, los conocedores locales nos mostraron la forma en que estruc-turan el mundo de su experiencia con su entorno y las aves (Guber 2001). Simplemente se pidió a los interlocutores que contaran lo que supieran sobre los animales, respetan-do su ritmo de descripción. Se entrevistó a una veintena de personas, entre los 86 y 14 años, de diferente sexo, edad y localidades. En conjunto con los participantes, se identi-ficaron las especies de aves que habitan el área y se cons-truyó un catálogo que compiló las categorizaciones de las aves por las comunidades humanas del curso superior del río Loa (Tabla 1). Los mayores de 40 años fueron, en general ay-mara–quechua bilingüe, por lo que contar con un lingüista y/o un antropólogo bilingüe sería un gran apoyo para fu-turos estudios (ver Madroño en esta Edición Especial). Sin embargo, como señala Arguedas (1984), el hombre andino logra convertir el castellano en un “instrumento suficiente y libre” para expresarse. En sus relatos, a los pobladores de mayor edad les gusta intercalar nombres, frases, con-

    ceptos, oraciones y hasta canciones en quechua y aymara, donde el apoyo y uso de diccionarios en lenguas nativas resulta de utilidad.

    RESULTADOS Y DISCUSION En la Tabla 2 ofrecemos algunos ejemplos de las descripciones sobre las aves realizadas por los expertos lo-cales. En la Tabla 2, además, ofrecemos comentarios a las descripciones que corresponden a nuestras apreciaciones o precisiones más allá de las definiciones locales. Termi-namos esta sección con un ejemplo centrado en el picaflor (Oreotrochilus estella; Rhodopis vesper) donde mostramos cómo es posible profundizar en la complejidad del pensa-miento, ciencia y filosofía del mundo andino a través del análisis de las relaciones entre las personas y las aves.

    Etno–categorías de las aves de las tierras altas de la Región de Antofagasta Encontramos que, en el mundo andino, el dominio del color orienta fuertemente la descripción de la fauna. Este dominio conforma una categoría básica de reconoci-miento y designación, es usado por los pobladores de El Loa Superior para describir y comparar. El resto de las cate-gorías, a diferencia del color, son usadas por los pobladores para distinguir y clasificar animales sin ser, necesariamen-te, excluyentes entre sí y en muchos casos las cualidades de los animales se combinan según su forma de uso o función. A pesar de esta complejidad de la etno–categorización an-dina, detectamos similitudes entre la sistemática indígena y la zoológica y la ecológica, por lo que utilizamos nombres científicos para ayudar a los ornitólogos a comprender las categorización e identidad de las aves.. Los conocedores locales distinguen entre anima-les “libres” y “criados.” Estas categorías corresponden a

    Nivel Altitudinal Vegetación Categorías del Paisaje

    Zona ecológica Uso de la vegetación

    Nival, (>4500 msnm)

    No hay vegetación Panizo

    Subnival(4500–4200 msnm)

    Vegetación escasa. Plantas perennes y plantas en cojín

    Panizo Cerro Principalmente Medicinal Forraje

    Alto Andino(4200–3850 msnm)

    Gramíneas y plantas en cojín

    Pajonal Cerro Principalmente ritual, medicinal y forraje

    Puna(3850–3000 msnm)

    Matorral siempre verde y cactáceas

    Tolar Campo Principalmente forraje y medicinal

    Prepuna(3000–2700 msnm)

    Planicie semiárida cubierta espaciadamente con pequeños matorrales

    Pampa Campo Medicinal, forraje

    Desierto(< 2700 msnm)

    Sin mayor vegetación

    Tabla 1. Niveles altitudinales, vegetación, categorías del paisaje, categorías de utilización del paisaje y uso de general de la vege-tación en la cuenca del río Loa Superior, Región de Antofagasta, norte de Chile (adaptada de Castro & Aldunate 2003).

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    las occidentales de animales “silvestres” y “domésticos”. Esta categoría alude, en el primer caso, al “cuidado” de los animales y, en segundo plano, a la dependencia que se produce entre las especies y ser humano. De esta forma, los lugareños distinguen entre los animales libres a aque-llos que pueden potencialmente criarse, como las gualla-tas o piuquenes (Oressochen melanopterus). Esta sub–ca-tegoría corresponde a una distinción intermedia entre la cultivación y la domesticación. De la misma forma, existe una sub–categoría para los animales libres que no pue-den criarse, donde destaca la perdiz de la puna (Tinamotis pentlandii). Los interlocutores describieron iniciativas de crianza de esta especie sin éxito, comentando: “ella es li-bre porque no puede criarse” aunque se trate de domesti-car. Por otro lado, las parinas (Phoenicoparrus spp.) y los patos (Anatidae) se clasifican como animales libres que pueden criarse. Otra categorización utilizada por los pobladores andinos es la adscripción de las aves a etno–categorías del paisaje (Aldunate et al. 1983; Tabla 1). Por ejemplo, en-tre las aves libres y criadas, los lugareños nombraron un conjunto de aves pequeñas , pertenecientes a la etno–cate-goría de “chacra”. Entre las aves de chacra encontramos: palomitas (Columbidae), chiriwa (Sicalis sp.), ch’oto (Phrygilus atriceps), picaflores (Oreotrochilus estella; Rhodopis vesper), chiribitos (Sicalis olivascens), tordos (Turdus chiguanco), silbadores (Agriornis montanus) y chingolitos (Zonotrichia capensis). El culi culi (Attagis gayi) es un ave que la gente asocia con la etno–categoría de “cerro”, separándola de otras aves de las “quebradas” como la bandurrilla de pico recto o lucho–lucho (Ochetor-hynchus ruficaudus), el jilguero (Carduelis sp.), el chiri-lelunco y el chunchurrito. Estas dos últimas aves podrían referir a tortolitas del género Metriopelia, incluyendo M. aymara, M. melanoptera y también Zenaida auriculata. Encontramos una cuarta forma de ordenación de tipo cualitativo que llamaremos “cualidad”. La categoría cualidad incluye a varias otras que contienen animales al-tamente significativos en el contexto religioso indígena. Entre ellos se encuentran los “cargueros”, animales usados para los “pagos” u ofrendas y los animales medicinales. La denominación de “carguero de los Mallku” es categoría exclusiva para animales que trasportar la riqueza desde los cerros masculinos o Mallku hacia los cerros femeninos o Mallku t’alla durante la noche. Como en los casos ante-riores, estas nominaciones no son excluyentes de las cate-gorías mencionadas anteriormente. Así, se nombran como “cargueros” a aves como el cóndor (Vultur gryphus) y el águila (Geranoaetus melanoleucus), junto con otros ver-tebrados como la vicuñita (Vicugna vicugna), el guanaco (Lama guanicoe) y el sapo (Bufo spinulosus). También las parinas (Phoenicoparrus sp.) constituyen parte de lo que se

    ofrenda en los pagos. Dentro de los animales para “pagos” se distinguen aquellos que participan como ofrendas para la lluvia, para las “antigüedades” (sus antepasados), para la vida (nacimiento) y para las enfermedades. Esta categoría es compleja y en ella se mezclan, por ejemplo, la ritualidad con la enfermedad. El cóndor (Vultur gryphus) y el lagarto (Liolaemus spp.), por ejemplo, poseen propiedades direc-tamente medicinales que pueden ser separadas de su fun-ción netamente ritual; sin embargo, se producen dualidades con especies de aves como el cóndor, la cual se percibe como perjudicial para el ganado, pero al mismo tiempo be-neficioso para la salud humana como animal medicinal. Otras cualidades claramente discernibles que organizan el pensamiento local son: transporte, contras-te, comestible, belleza, tamaño, movimiento y sonido. La categoría de contraste es una cualidad implícita en las descripciones. Por ejemplo aves de la categoría de “mal agüero” y “buena suerte” se nombran juntas. Cuando se nombra al ave de “mal agüero” chululunka1, por contrapo-sición se nombra al lucho–lucho que es de buena suerte. La categoría de belleza se usa también para la descripción de aves en un lenguaje connotativo.

    El picaflor: un ejemplo de la complejidad del pensa-miento, ciencia y filosofía del mundo andino Los picaflores (genéricamente quenti en lengua quechua y sotar en kunza), fueron venerados al nivel de deidades en la América precolombina. Hay indicios plau-sibles de que los picaflores anunciaban tiempos de lluvia e incremento de agua. En efecto, la población de Nazca, Perú, representó un picaflor entre sus grandes geoglifos como forma de asegurar la fertilidad de la tierra y la ger-minación de los cultivos, integrando a su vez la trilogía simio–picaflor–araña (Reiche 1982, Castro 1997). ¿Podría este tributo representar los auspicios de agua para las prác-ticas agrícolas del desierto más extremo de los Andes? Los antiguos sacerdotes indígenas otorgaban a los picaflores el poder de mediar entre los seres humanos y los dioses. El picaflor o quenti fue reiteradamente aso-ciado por los cronistas no sólo al Qollasuyu y el barrio del sur en el Cusco del mismo nombre (Castro 2004), sino también al mito del orden inicial del mundo (Ponti 2008). En esta visión, el picaflor fue una deidad asociada al punto cardinal oeste: el lugar de los difuntos. Desde esta ubica-ción el picaflor “renace”. En este marco, la observación del cronista Cobo (1956) es acertada cuando señala que el picaflor, después de seis meses “colgado”, se reanima con el advenimiento de la primavera, haciendo referen-

    1 la identificación del ave Chululunka permanece pendiente.

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    e es

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    quit

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    adit

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    para

    los

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    . Pagos

    para

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    as,

    pagos

    para

    que

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    a,

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    e m

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    Ech

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    . En

    esa

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    u-

    ras,

    cuando

    esta

    ba b

    ien n

    ubla

    do,

    hací

    an p

    agos

    en u

    nas

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    itos

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    lor

    mis

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    esko

    flor

    (Bacc

    hari

    s bol

    ivie

    nsi

    s).

    Con

    cor

    anzo

    nci

    -to

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    vicu

    ña u

    saban.

    Much

    as

    clase

    s de

    chulla p

    ara

    ese

    pago,

    quín

    oa r

    osada.

    Los

    anti

    guos

    habla

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    o de

    quic

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    plu

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    as

    bie

    n b

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    as,

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    adit

    as

    para

    hace

    r el

    pago.

    Plu

    mas

    de

    joto

    to p

    ara

    los

    pagos

    . Tam

    bié

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    l in

    ka lo

    usa

    ba.

    Ahí es

    tán las

    pa-

    rinas

    pues

    tas

    en p

    ago;

    chucu

    ; lo

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    dio

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    ita”.

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    joto

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  • 70ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016

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    que,

    “cu

    ando

    era p

    ast

    or d

    e niñ

    o,

    cuid

    aba e

    l ganado

    de

    los

    buit

    res;

    tam

    bié

    n l

    e gust

    a a

    l có

    ndor

    com

    er c

    arn

    e de

    burr

    o m

    uer

    to.

    Ahor

    a a

    pare

    cen

    casu

    alm

    ente

    . Su

    s hues

    os

    sirv

    en

    para

    hace

    r fl

    auta

    s.

    Cuando

    era ch

    ico,

    co

    mo

    past

    or usa

    ba es

    a fl

    auta

    . El

    papá s

    abía

    hace

    rlas.

    El

    cóndor

    tie

    ne

    muy

    buen

    a v

    ista

    . A

    ndan m

    uy

    alt

    o. L

    as

    plu

    mas

    muy

    lindas.

    Su c

    arn

    e es

    m

    uy

    buen

    a a

    sada. Se

    caza

    . El

    que

    com

    e ca

    rne

    de

    cóndor

    no

    enve

    jece

    tan lu

    ego,

    es

    buen

    o. E

    l cor

    azó

    n d

    e có

    ndor

    es

    rem

    edio

    para

    las

    punta

    das;

    cuando

    uno

    escu

    pe

    sangre

    le

    dan d

    e co

    mer

    cor

    azó

    n d

    e buit

    re a

    sado

    al fu

    ego,

    café

    ”.

    Don

    Juan A

    yavi

    re,

    rela

    ta q

    ue

    “había

    much

    o có

    ndor

    en

    Inaca

    liri

    . Es

    malo

    por

    que

    se c

    ome

    a los

    cuch

    itos

    (llam

    os

    peq

    ueñ

    os).

    Pri

    mer

    o se

    com

    e lo

    s oj

    os.

    La c

    arn

    e de

    bui-

    tre

    es m

    uy

    buen

    a p

    ara

    la p

    unta

    da a

    l co

    razó

    n.

    Los

    de

    Ata

    cam

    a (Sa

    n P

    edro

    ) si

    empre

    lo

    busc

    an y

    anti

    guam

    ente

    pagaban c

    ien p

    esos

    por

    un c

    orazó

    n d

    e có

    ndor

    . Se

    lo p

    re-

    para

    dej

    ándol

    o se

    co c

    omo

    charq

    ui, d

    espués

    los

    tues

    tan

    en u

    n s

    art

    én y

    des

    pués

    se

    lo r

    alla o

    se

    lo m

    uel

    e co

    n p

    ie-

    dra

    . Se

    lo

    tom

    a c

    on a

    gua,

    así

    com

    o un c

    afé

    esp

    eso.

    En

    este

    anim

    al se

    pued

    en r

    econ

    ocer

    nuev

    e cl

    ase

    s de

    carn

    e:

    tien

    e ca

    rne

    de

    per

    ro,

    de

    cabra

    , de

    gato

    , de

    llam

    o, d

    e vi

    zcach

    a,

    de

    buey

    , de

    burr

    o, d

    e co

    rder

    o...

    Su c

    arn

    e es

    m

    anch

    ada y

    tie

    ne

    heb

    ras

    más

    gru

    esas

    y m

    ás

    del

    gadas.

    El

    olf

    ato

    del

    buit

    re e

    s de

    40

    leg

    uas;

    de

    aquí

    de

    Toc

    once

    hast

    a In

    aca

    liri

    , es

    o si

    empre

    que

    el v

    iento

    est

    é a s

    u f

    avo

    r.

    Sus

    hues

    os

    eran

    usa

    dos

    par

    a co

    nfe

    ccio

    nar

    fla

    uta

    s de

    pan

    . A

    su c

    arne

    se l

    e at

    ribuye

    n p

    ropie

    dad

    es m

    edic

    ina-

    les,

    com

    o r

    etar

    dar

    el

    enve

    jeci

    mie

    nto

    (C

    astr

    o,

    19

    86

    ) y

    sus

    plu

    mas

    tam

    bié

    n s

    on m

    edic

    inal

    es. Lo

    s hab

    itan

    tes

    de

    Toco

    nce

    cla

    sifi

    can a

    lgunos

    anim

    ales

    sobre

    la

    bas

    e de

    una

    consi

    der

    ació

    n d

    e si

    gnif

    icac

    ión e

    spec

    ial y

    señal

    an a

    l có

    ndor

    com

    o p

    arte

    de

    los

    “car

    guer

    os”

    de

    los

    mal

    lku o

    ce

    rros

    tute

    lare

    s, q

    ue

    tran

    sport

    an r

    iquez

    as e

    ntr

    e ce

    rros

    mas

    culinos

    y fe

    men

    inos

    (Cas

    tro 1

    98

    6).

    Las

    dos

    per

    sonas

    que

    nos

    com

    unic

    aron e

    stas

    des

    crip

    -ci

    ones

    fuer

    on y

    atir

    i, s

    abio

    s del

    mundo a

    ndin

    o q

    ue,

    en-

    tre

    much

    os

    conoci

    mie

    nto

    s her

    edad

    os

    ance

    stra

    les,

    son

    quie

    nes

    inte

    rmed

    ian e

    ntr

    e el

    mundo d

    e la

    nat

    ura

    leza

    repre

    senta

    da

    en s

    us

    dei

    dad

    es (ti

    erra

    , ag

    ua,

    cer

    ros)

    y los

    sere

    s hum

    anos

    y no h

    um

    anos.

    Los

    aym

    ara

    de

    la c

    om

    unid

    ad d

    e Is

    luga,

    en l

    as t

    ierr

    as

    alta

    s de

    Iquiq

    ue,

    consi

    der

    an “

    sagra

    dos”

    a l

    os

    cóndore

    s y

    los

    conse

    rvan

    em

    bal

    sam

    ados.

    Se

    les

    rinde

    cult

    o e

    l D

    om

    ingo d

    e T

    enta

    ción,

    día

    de

    cier

    re d

    el C

    arnav

    al,

    en

    el q

    ue

    se h

    ace

    una

    mes

    a, e

    spec

    ie d

    e al

    tar

    con o

    bje

    tos

    ritu

    ales

    , un c

    óndor

    y un q

    uir

    quin

    cho (

    Chaet

    ophra

    ctus

    nati

    oni),

    adorn

    ados

    con c

    hay

    a (p

    apel

    pic

    ado d

    e co

    lore

    s de

    form

    a ci

    rcula

    r de

    no m

    ás d

    e 1

    cm

    de

    diá

    met

    ro)

    de

    carn

    aval

    y b

    ille

    tes

    en s

    u p

    ico u

    hoci

    co.

    Este

    rit

    ual

    busc

    a m

    ejora

    r la

    s re

    cipro

    cidad

    es y

    tra

    nsa

    ccio

    nes

    com

    erci

    ales

    (G

    rebe

    19

    84

    ). U

    na

    amplia

    des

    crip

    ción d

    el v

    alor

    bio

    cul-

    tura

    l de

    esta

    esp

    ecie

    se

    encu

    entr

    a en

    Ibar

    ra e

    t al. 2

    01

    2.

    Reg

    istr

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    n T

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    19

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    .

    Pajo

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    38

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    hay

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    urr

    i” P

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    a k

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    uli y

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    e últ

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    a la p

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    .V

    ega

    de

    Turi

    30

    00

    11

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    m

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    Silb

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    ro q

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    silb

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    Ante

    s se

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    or I

    naca

    liri

    ”, e

    n e

    l pa-

    jonal.

    Vari

    as

    esp

    eci

    es,

    au

    nq

    ue lo

    más

    pro

    bab

    le e

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    eci

    e e

    n c

    uest

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    tan

    us.

    La

    desa

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    n d

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    ran

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    e d

    el

    sist

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    ofe

    dale

    s

    Veg

    a (b

    ofe

    dal

    es)

    y Pa

    jonal

    30

    00

    –45

    00

    38

    50

    – 4

    20

    0

  • 71 ARTÍCULOS Castro & Rottmann

    #N

    om

    bre

    ci

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    tífi

    coN

    om

    bre

    lo

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    Cit

    as

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    les

    Ob

    serv

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    on

    es

    de l

    os

    invest

    igad

    ore

    sZ

    on

    a

    eco

    lóg

    ica

    Alt

    itu

    d

    (msn

    m)

    alto

    andin

    os

    del

    alt

    ipla

    no i

    nte

    r–m

    onta

    no e

    n e

    sta

    zona

    ha

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    irad

    o c

    ontr

    a el

    ase

    nta

    mie

    nto

    hum

    ano y

    no h

    u-

    man

    o e

    n t

    odo e

    l se

    ctor

    de

    Cab

    ana

    (por

    la i

    nst

    alac

    ión

    de

    una

    pla

    nta

    azufr

    era)

    , C

    ola

    na,

    Inac

    alir

    i y

    Ojo

    s de

    San

    Pedro

    (deb

    ido a

    cap

    taci

    ones

    de

    agua

    con f

    ines

    urb

    anos

    e in

    dust

    rial

    es).

    Es

    te pro

    ceso

    ha

    conve

    rtid

    o ex

    tenso

    s tr

    amos

    unid

    os

    de

    bofe

    dal

    es a

    lto–a

    ndin

    os,

    esp

    acio

    s pre

    -fe

    ridos

    por

    cam

    élid

    os

    silv

    estr

    es y

    dom

    ésti

    cos

    par

    a pas

    -ta

    r y

    beb

    er a

    gua,

    anta

    ño s

    iem

    pre

    verd

    es,

    en v

    erdad

    eros

    sala

    res.

    12

    Rhea

    pen

    nata

    Suri

    (Ave

    stru

    z)

    Se n

    ombra

    con

    las

    pari

    nas.

    “V

    a a

    los

    ojito

    s de

    la v

    ega a

    to

    mar

    agua.

    Des

    pués

    tod

    as

    vuel

    ven a

    subir

    pa’

    arr

    iba

    alt

    iro.

    Baja

    n e

    n t

    odo

    tiem

    po.

    En n

    ovie

    mbre

    est

    án p

    onie

    n-

    do

    huev

    os. Pon

    en e

    n la o

    rilla d

    e la

    veg

    a, en

    las

    paja

    s. E

    l su

    ri b

    aja

    a T

    uri

    . Tam

    bié

    n c

    uando

    lluev

    e por

    est

    e ca

    mpo

    hay

    suri

    en P

    unta

    Neg

    ra (lo

    ma c

    erca

    na a

    Toc

    once

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    one

    huev

    os p

    or los

    rin

    cones

    y t

    am

    bié

    n a

    rrib

    a e

    n e

    l pajo

    nal.

    En l

    a v

    ega c

    ome

    “alt

    ega”.

    Cada h

    uev

    o eq

    uiv

    ale

    a m

    edio

    kilo.

    Dos

    huev

    os u

    n k

    ilo.

    Más

    gra

    nde

    que

    los

    huev

    os d

    e pari

    na,

    con o

    tro

    gust

    o que

    el d

    e pari

    na y

    per

    diz

    ”. S

    e en

    cuen

    tra e

    n las

    lagunas

    de

    alt

    ura

    ; ta

    mbié

    n b

    aja

    a T

    uri

    a t

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    agua y

    des

    pués

    vuel

    ven a

    subir

    pa’

    arr

    iba a

    lti-

    ro.

    Baja

    n e

    n t

    odo

    tiem

    po.

    En n

    ovie

    mbre

    est

    án p

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    aja

    , a l

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    de

    gust

    o es

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    o, c

    omo

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    allin

    a”

    Turi

    es

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    0 m

    snm

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    ega

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    y Pa

    jonal

    30

    00

    – 4

    50

    03

    85

    0–4

    20

    0

    13

    Met

    riop

    elia

    aym

    ara

    Palo

    ma

    “Palo

    mit

    a d

    el c

    am

    po.

    Se

    convi

    erte

    n e

    n r

    ató

    n y

    por

    eso

    cu

    ando

    hay

    much

    as

    palo

    mas

    en e

    l ca

    mpo

    se s

    abe

    que

    ese

    año

    será

    malo

    para

    las

    cose

    chas,

    por

    que

    se l

    as

    co-

    mer

    á e

    l rató

    n. La

    s palo

    mas

    se m

    eten

    en e

    l nid

    o del

    rató

    n

    y pon

    en s

    us

    huev

    os a

    llí. E

    s por

    eso

    que

    esos

    rato

    nes

    ti

    enen

    com

    o plu

    mit

    as

    en v

    ez d

    e pel

    os”.

    (R

    egis

    tro

    en C

    upo

    19

    86

    ). “

    Hay

    much

    a p

    alo

    ma e

    n T

    uri

    , una c

    lase

    no

    más.

    Palo

    mas

    bon

    itas,

    ori

    to.

    Le d

    icen

    tupu.

    Chiq

    uit

    itas

    con

    plo

    mit

    o, b

    lanquit

    as.

    Tie

    ne

    tupit

    o. C

    omo

    orit

    o so

    n.

    Se

    sien

    tan a

    sí,

    todas

    tien

    en t

    upit

    o..

    Cabec

    ita b

    onit

    a.

    Bon

    ita la p

    alo

    mit

    a”

    El t

    upu e

    s un a

    lfiler

    lar

    go q

    ue

    usa

    n las

    muje

    res

    andin

    as

    par

    a su

    jeta

    r su

    Acs

    u (

    vest

    ido l

    argo t

    ejid

    o).

    “Es

    tos

    tupu

    tien

    e la

    cab

    eza

    en f

    orm

    a de

    med

    ia l

    una”

    . Se

    alu

    de

    así

    a la

    form

    a de

    un p

    enac

    ho d

    e plu

    mas

    en la

    cabez

    a del

    ave

    . La

    condic

    ión e

    spec

    ial de

    algunas

    ave

    s de

    conve

    rtir

    se e

    n

    otr

    o h

    um

    ano o

    no h

    um

    ano,

    hac

    e ev

    iden

    te e

    l hec

    ho d

    e que

    esta

    s ta

    xonom

    ías

    no s

    on n

    eces

    aria

    men

    te c

    erra

    das

    .

    Reg

    istr

    o e

    n T

    uri

    19

    86

    .

    Pam

    pa,

    ch

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    30

    00

    –38

    50

    3

    00

    0–

    38

    50

    14

    ?C

    hir

    ilel

    unko

    Nom

    bre

    gen

    éric

    o p

    ara

    aquel

    las

    aves

    que

    se e

    ncu

    entr

    an

    entr

    e Toco

    nce

    y K

    arum

    , y q

    ue

    se c

    om

    en (e

    .g. l

    uch

    o lu

    cho,

    com

    etoci

    no, pal

    om

    a par

    ecid

    a a

    la t

    orc

    aza

    y to

    rtolit

    a)

    Kar

    um

    es

    una

    queb

    rada

    que

    se e

    ncu

    entr

    a ag

    uas

    abaj

    o

    de

    Toco

    nce

    y q

    ue

    form

    a par

    te d

    el t

    erri

    tori

    o d

    e pas

    tore

    o

    de

    la c

    om

    unid

    ad a

    33

    00

    msn

    m

    Queb

    rada

    30

    00

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    15

    Agri

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    m

    onta

    na

    Guai

    cho

    Se lo

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    bra

    tam

    bié

    n c

    omo

    “gauch

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    lo e

    ncu

    entr

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    n

    Toc

    once

    . “E

    s peq

    ueñ

    o co

    mo

    una p

    alo

    mit

    a.

    Canta

    en l

    a

    mañana y

    silb

    a ü

    icho

    üic

    ho.

    Est

    a a

    ve s

    olía

    ser

    una p

    er-

    sona,

    un a

    rrie

    ro,

    es p

    or e

    so q

    ue

    silb

    a e

    n la m

    añana.

    Así

    so

    lían d

    ecir

    . A

    sí s

    abía

    n c

    onta

    r” (

    sus

    abuel

    os). “

    La g

    en-

    te n

    o se

    los

    com

    e. E

    l guaic

    ho

    se a

    limen

    ta d

    e ot

    ras

    ave

    s co

    mo

    las

    sucs

    uri

    tas

    (nom

    bre

    loc

    al) y

    de

    lagart

    ijas.

    Tie

    ne

    la c

    ualid

    ad d

    e se

    r un c

    arg

    uer

    o de

    los

    mallk

    u”.

    “G

    uaic

    ho

    Apar

    ece

    en u

    na

    condic

    ión e

    quív

    oca

    de

    per

    sona

    y de

    ave

    (sie

    mpre

    com

    o a

    rrie

    ro),

    en e

    l co

    nte

    xto

    de

    un r

    ela-

    to s

    obre

    los

    anim

    ales

    car

    guer

    os

    lagar

    to y

    vic

    uña.

    Par

    a es

    te c

    aso,

    par

    te d

    el r

    elat

    o d

    ice:

    “A

    rrie

    ro e

    stá

    dic

    iendo

    que

    des

    carg

    ue

    los

    carg

    uer

    os.

    Al otr

    o d

    ía,

    la v

    icuña

    está

    ec

    had

    a co

    n s

    u c

    arguit

    a de

    pla

    ta.

    Esta

    ba

    cinch

    ado c

    on

    una

    cule

    bra

    , es

    a er

    a la

    soga

    par

    a ap

    reta

    rlo. Baj

    ó la

    car

    ga

    y la

    ech

    ó s

    obre

    el hom

    bro

    . V

    ario

    s guai

    chos.

    .. E

    l ar

    rier

    o

  • 72ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016

    #N

    om

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    os

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    a

    bla

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    . Si

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    gen

    te.

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    mal agüer

    o. S

    abe

    que

    una p

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    na v

    a a

    mor

    ir,

    ento

    nce

    s se

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    senta

    por

    aquí. Q

    uie

    re e

    ntr

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    a la p

    ieza

    , en

    tonce

    s m

    uer

    e alg

    uie

    n.

    Gra

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    ito

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    Wic

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    ice.

    Es

    arr

    iero

    por

    que

    es

    carg

    uer

    o de

    los

    mallku.

    Una s

    ola c

    lase

    . Ig

    ual

    será

    la

    guaic

    ha”.

    “Es

    de

    colo

    r bla

    nco

    gri

    s, e

    l cu

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    y su

    col

    a

    es b

    lanca

    . C

    ome

    lagart

    ijas

    y es

    de

    mal

    agüer

    o. C

    uando

    anunci

    a la m

    uer

    te e

    n u

    na f

    am

    ilia

    chif

    la y

    sus

    plu

    mas

    se

    pon

    en t

    rist

    es y

    dec

    aíd

    as”

    .

    iba

    muy

    pes

    ado,

    llen

    o d

    e pla

    ta.

    Así

    sab

    en c

    onta

    r”.

    Serí

    a el

    gau

    cho o

    mer

    o.

    Efec

    tiva

    men

    te s

    e al

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    ta d

    e la

    gar

    tija

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    aves

    .

    Reg

    istr

    o e

    n C

    upo T

    uri

    19

    86

    .

    Reg

    istr

    o e

    n T

    oco

    nce

    .

    16

    ?Ilap

    allito

    “Canta

    dor

    , es

    ch

    iquit

    ito.

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    afe

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    , co

    ronit

    a

    am

    ari

    lla.

    Chiq

    uit

    ito.

    Es

    del

    cam

    po.

    Cuando

    sale

    el

    cebol

    lín,

    se l

    o co

    me”

    Cam

    po

    30

    00

    – 3

    85

    0

    17

    Falc

    o per

    egri

    nus

    Hal

    cón

    “Había

    hart

    o. C

    ome

    maíz

    . Es

    muy

    jodid

    o es

    e anim

    alito

    ” R

    egis

    tro e

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    .T

    ola

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    00

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    ílguer

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    once

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    egro

    ”T

    ola

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    38

    50

    19

    Ger

    anoa

    etus

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    chro

    us

    Jucu

    “Hay

    en T

    ocon

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    Es u

    n p

    ája

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    rande,

    así

    igual

    que

    el

    carc

    anch

    o, p

    ero

    es o

    tro;

    de

    otra

    cla

    se.

    Canta

    en l

    a n

    o-

    che.

    Le

    gust

    an l

    os c

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    anale

    s (p

    edre

    gale

    s, a

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    am

    ien-

    tos

    roco

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    . D

    e día

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    olando

    arr

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    e lo

    s ca

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    sie

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    De

    noc

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    anta

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    Reg

    istr

    o e

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    38

    50

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    rito

    “Son

    chiq

    uit

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    rito

    s. D

    e re

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    Reg

    istr

    o e

    n T

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    n s

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    Reg

    istr

    o e

    n T

    uri

    – A

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    00

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    .

    Chac

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    22

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    Chin

    golito

    “Ave

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    a.

    Pasa

    com

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    ” T

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    e dic

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    ra3

    .00

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    .60

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    msm

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    23

    Sica

    lis

    oliv

    ace

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    Chir

    ibit

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    ve d

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    a. A

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    edio

    pare

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    al l

    oro.

    Tam

    bié

    n m

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    ver

    dec

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    Chac

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    36

    00

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    Sica

    lis

    sp.

    Chir

    iwa

    “Es

    med

    io v

    erdec

    ita,

    chic

    a y

    canta

    cuando

    está

    salien

    do

    el s

    ol.

    Andan a

    mon

    tonadas

    cuando

    sale

    el vi

    ento

    ”.Pu

    ede

    trat

    arse

    de

    Sica

    lis

    oliva

    scen

    s ch

    lori

    s.R

    egis

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    19

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    00

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    25

    Phry

    gilus

    atr

    icep

    sC

    om

    etoci

    no

    Com

    etoc

    ino

    de

    la p

    una o

    Chot

    o o

    t'ch

    oto.

    “Su

    nom

    bre

    es

    C'h

    oto,

    su n

    ombre

    ver

    dader

    o. S

    e lo

    encu

    entr

    a e

    n T

    ocon

    -ce

    y C

    hulq

    ui. E

    n e

    l ve

    rano.

    De

    cabec

    ita n

    egra

    y c

    uer

    pit

    o así

    am

    ari

    llit

    o. E

    s gra

    ndec

    ito,

    neg

    ro c

    on n

    ara

    nja

    . Es

    muy

    jodid

    o. T

    odo

    com

    e es

    e pája

    ro;

    fruta

    , to

    do.

    Muy

    jodid

    o es

    e anim

    al”

    .

    Tam

    bié

    n p

    odrí

    a tr

    atar

    se d

    e T

    hra

    upis

    bonar

    iensi

    s.C

    hac

    ra3

    00

    0–3

    60

    0

    26

    Zen

    aid

    a

    auri

    cula

    taPa

    lom

    a to

    rcac

    ita

    “Hay

    otra

    s palo

    mit

    as

    más

    gra

    ndes

    , a es

    as

    palo

    mas,

    rtol

    as

    le d

    ecim

    os.

    Esta

    palo

    ma a

    nda p

    ara

    el

    cam

    po

    y ch

    acr

    a”

    Reg

    istr

    o e

    n T

    oco

    nce

    .C

    hac

    ra y

    ca

    mpo

    27

    00

    –38

    50

    27

    Ast

    hen

    es s

    p.

    Juez

    de

    agua

    Este

    pája

    ro t

    iene

    un n

    ido

    en f

    orm

    a d

    e ca

    nast

    o. E

    stá c

    er-

    ca d

    el a

    gua e

    n las

    queb

    radas

    y vi

    gila”

    Info

    rmac

    ión d

    e la

    s ve

    gas

    de

    Turi

    , si

    tuad

    a a

    30

    00

    msn

    m,

    vast

    o t

    erri

    tori

    o d

    e pas

    tore

    o d

    e lo

    s pueb

    los

    de

    Ayq

    uin

    a y

    Cupo

    Hoya

    da

    (Queb

    rada)

    27

    00

    –38

    50

    28

    Och

    etor

    hyn

    chus

    rufi

    caudus

    Luch

    o–l

    uch

    o“S

    e en

    cuen

    tran e

    n la q

    ueb

    rada d

    e C

    hulq

    ue,

    cer

    ca d

    e la

    s ri

    ber

    as.

    Son

    de

    colo

    r ca

    fé y

    exc

    ava

    n e

    n e

    l su

    elo.

    Es

    lindo

    y ti

    ene

    su c

    ola p

    ara

    da”

    Reg

    istr

    o e

    n T

    oco

    nce

    .H

    oya

    da

    (Queb

    rada)

    27

    00

    –38

    50

  • 73 ARTÍCULOS Castro & Rottmann

    #N

    om

    bre

    ci

    en

    tífi

    coN

    om

    bre

    lo

    cal

    Cit

    as

    loca

    les

    Ob

    serv

    aci

    on

    es

    de l

    os

    invest

    igad

    ore

    sZ

    on

    a

    eco

    lóg

    ica

    Alt

    itu

    d

    (msn

    m)

    29

    Met

    riop

    elia

    m

    elanop

    tera

    Pulluca

    “Cuando

    lluev

    e hay

    much

    o pája

    ro. U

    nas

    bandadas

    gra

    n-

    des

    de

    palo

    mas.

    Plo

    mit

    as

    son.

    Sabía

    n h

    aber

    much

    as.

    Pulluca

    s, p

    alo

    mit

    a d

    e ca

    mpo”

    Reg

    istr

    o e

    n T

    oco

    nce

    .C

    ampo

    27

    00

    – 3

    85

    0

    30

    Cin

    clod

    es s

    p.

    Luch

    ito,

    luch

    o–

    luch

    ito

    “Su c

    ola e

    s cu

    adra

    da y

    peq

    ueñ

    a.

    Es a

    mari

    llo

    y el

    col

    or

    am

    ari

    llo

    es d

    e buen

    a s

    uer

    te.

    Se l

    o en

    cuen

    tra e

    n l

    a c

    ha-

    cra p

    ero

    es d

    e la

    s ri

    ber

    as.

    Tam

    bié

    n e

    stá e

    n l

    a c

    hacr

    a.

    Es d

    e queb

    rada n

    o m

    ás.

    Tam

    bié

    n s

    e ve

    en C

    hulq

    ui en

    el

    vera

    no.

    Hay

    un l

    ugar

    en T

    ocon

    ce q

    ue

    se l

    e dic

    e Lu

    cho

    Luch

    o lo

    mas,

    por

    que

    en e

    sa l

    oma s

    e ju

    nta

    n m

    uch

    o en

    la

    s abri

    tas

    bla

    nca

    s, L

    lora

    j K

    'asa

    , que

    van a

    Cop

    aco

    yo”.

    Copac

    oyo

    es

    una

    loca

    lidad

    en las

    tie

    rras

    alt

    as d

    e T

    oco

    n-

    ce,

    y er

    a par

    te d

    e su

    anti

    guo s

    iste

    ma

    de

    esta

    nci

    as d

    e pas

    tore

    o d

    istr

    ibuid

    as a

    lo lar

    go d

    e la

    gra

    die

    nte

    alt

    itudi-

    nal

    . A

    bra

    es

    un c

    once

    pto

    que

    alude

    a un e

    spac

    io a

    mplio

    y des

    pej

    ado e

    ntr

    e m

    onta

    ñas

    ; “a

    bri

    ta”

    su d

    imin

    uti

    vo.

    Chac

    ra y

    Q

    ueb

    rada

    27

    00

    –38

    50

    31

    Phalc

    oboe

    nus

    meg

    alo

    pte

    rus

    Car

    canch

    o o

    ca

    ranch

    o“H

    ay

    dos

    cla

    ses:

    col

    or c

    afé

    y c

    olor

    neg

    ro. Tie

    ne

    las

    pata

    s bla

    nca

    s. E

    stán e

    n t

    odos

    lados

    y c

    omen

    carn

    e”.

    “Cuando

    ves

    un á

    guila c

    erca

    tuyo

    , es

    por

    que

    te v

    ino

    a v

    isit

    ar

    uno

    de

    tus

    abuel

    os (

    ante

    pasa

    dos

    )”

    Car

    anch

    o c

    ord

    ille

    rano. C

    onoce

    n a

    las

    aves

    rap

    aces

    gen

    é-ri

    cam

    ente

    com

    o “

    águilas

    ” (G

    eranoa

    etus

    mel

    anol

    eucu

    s).

    Reg

    istr

    o:

    Kar

    en L

    uza

    en S

    an P

    edro

    de

    Ata

    cam

    a a

    M.

    Arr

    atia

    , ve

    trer

    inar

    ia,

    com

    unic

    ació

    n p

    erso

    nal

    .

    Reg

    istr

    o e

    n T

    oco

    nce

    19

    86

    .

    Pam

    pa

    30

    00

    –30

    00

    32

    Geo

    sitt

    a s

    p.

    Chum

    pilo

    “Anda e

    n l

    a v

    ega,

    pare

    ce p

    alo

    ma y

    es

    colo

    r vi

    cuña.

    Es-

    carb

    a e

    n las

    chol

    ule

    ras”

    La

    s ch

    olu

    lera

    s so

    n las

    mad

    riguer

    as d

    el r

    oed

    or

    “cholu

    lo”

    (Cte

    nom

    ys s

    p.)

    .

    Reg

    istr

    o e

    n T

    uri

    19

    86

    .

    Pam

    pa

    30

    00

    –30

    00

    33

    Psi

    lopsi

    agon

    auri

    fron

    sC

    aturr

    o“E

    n P

    anir

    i hay

    much

    o lo

    ro c

    atu

    rro”

    . La

    loca

    lidad

    de

    Panir

    i se

    loca

    liza

    a 3

    20

    0 m

    snm

    , en

    los

    fald

    eos

    del

    volc

    án d

    el m

    ism

    o n

    om

    bre

    y a

    unos

    8 k

    m d

    e T

    uri

    . És

    te e

    s te

    rrit

    ori

    o d

    e pas

    tore

    o y

    agrí

    cola

    baj

    o u

    n

    pat

    rón e

    stan

    cier

    o,

    par

    a co

    muner

    os

    de

    los

    pueb

    los

    de

    Ayq

    uin

    a y

    Cupo.

    Se r

    econoce

    com

    o “

    cam

    po”

    y su

    veg

    e-ta

    ción c

    orr

    esponde

    a to

    lar

    con c

    actá

    ceas

    .

    Pam

    pa

    y C

    ampo

    30

    00

    –38

    50

    34

    ?C

    hir

    u“E

    s m

    edio

    ver

    dec

    ita,

    chic

    a y

    canta

    cuando

    está

    salien

    do

    el s

    ol.

    Andan a

    mon

    tonadas

    cuando

    sale

    el vi

    ento

    ” C

    hir

    u y

    Vis

    ula

    n s

    on n

    om

    bre

    s lo

    cale

    s par

    a dos

    aves

    par

    a la

    s que

    aún n

    o c

    onta

    mos

    con la

    iden

    tifi

    caci

    ón c

    ientí

    fica

    . El

    pat

    o r

    eal se

    tra

    tarí

    a de

    Anas

    sibilatr

    ix.

    Reg

    istr

    o e

    n T

    uri

    19

    86

    .

    35

    ?C

    hulluru

    nka

    “Paja

    rito

    . Su

    ca

    bec

    ita

    bie

    n

    puntu

    dit

    a

    pa'a

    rrib

    a.

    Mal

    agüer

    o. S

    e pre

    sien

    te a

    vec

    es,

    com

    o que

    quie

    re e

    ntr

    ar

    a

    la p

    ieza

    . D

    e re

    pen

    te e

    ntr

    a y

    es

    malo

    36

    ?C

    hulu

    lunka

    “Es

    peq

    ueñ

    o y

    da m

    ala

    suer

    te.

    Es m

    alo

    . Es

    mej

    or n

    i m

    i-ra

    rlo.

    Es

    chiq

    uit

    ito,

    de

    mal agüer

    o”Po

    drí

    a tr

    atar

    se d

    e la

    mis

    ma

    ave

    que

    chulluru

    nka

    37

    ?C

    hunch

    urr

    ito

    Es n

    ombra

    do

    con o

    tras

    ave

    s co

    mo

    el L

    uch

    o lu

    chit

    o y

    chulu

    lunka.

    38

    ?C

    huyu

    runka

    “Paja

    rito

    . Pare

    cido

    a L

    uch

    o Lu

    cho.

    Del

    cam

    po.

    No

    anda

    en la c

    hacr

    a”

    Podrí

    a se

    r la

    mis

    ma

    ave

    que

    las

    dos

    pre

    ceden

    tes.

    39

    Ore

    ssoc

    hen

    m

    elanop

    teru

    sG

    ual

    lata

    Una e

    spec

    ie d

    e pato

    . “S

    i uno

    las

    pilla

    peq

    ueñ

    as,

    las

    pue-

    de

    cria

    r. V

    uel

    an a

    lto,

    son

    bla

    nca

    s. H

    ay

    much

    as”

    Es

    tam

    bié

    n c

    onoci

    do c

    om

    o p

    iuquén

    , un g

    anso

    silve

    stre

    .R

    egis

    tro e

    n T

    oco

    nce

    .

    40

    Bubo

    virg

    inia

    nus

    Juco

    tucu

    cara

    “Est

    e pája

    ro a

    pare

    ce d

    e noc

    he

    y ti

    ene

    cara

    de

    gato

    . La

    s plu

    mas

    son c

    omo

    orej

    itas.

    Es

    mal

    agüer

    o por

    que

    avi

    sa

    la m

    uer

    te.

    Com

    e la

    gart

    ijas

    y ra

    tones

    Reg

    istr

    o e

    n T

    uri

    .

    41

    Chro

    icoc

    ephalu

    s se

    rranus

    K'e

    llua

    “Gavi

    ota. C

    abez

    a n

    egra

    . Bandadas

    en lagunas,

    gri

    tando”

    Podrí

    a se

    r la

    mis

    ma

    ave

    que

    queu

    lla

    (gav

    iota

    ).

  • 74ARTÍCULOSRevista Chilena de Ornitología 22(1): 64-78Unión de Ornitólogos de Chile 2016

    #N

    om

    bre

    ci

    en

    tífi

    coN

    om

    bre

    lo

    cal

    Cit

    as

    loca

    les

    Ob

    serv

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  • 75 ARTÍCULOS Castro & Rottmann

    cia al fenómeno de sopor o letargo estacional durante el invierno. Según Mires Ortiz (2000), los picaflores eran considerados embajadores divinos de la primavera, en que se abren los capullos y empiezan a germinar las plantas, de modo que contienen todo un sentido de la fertilidad (Castro 2004). El colibrí concentra representaciones de profunda significación. Esta ave evoca, por ejemplo, la riqueza y colorido de los metales y su capacidad de trans-formación; su energía y vitalidad denotan la luz, el relám-pago, el arcoíris. En los Andes, y particularmente en la zona de El Loa, el picaflor alcanzó una dimensión social como So-tar Condi o “el picaflor de la gente” (Castro 1997, Castro 2004). El Sotar Condi está descrito en un texto de extirpa-ción de idolatrías del siglo XVII como aquel a quien “todos los indios de estas Provincias teniamos por Dios tenien-dolo nuestro Padre en la mano bestido de cumbe con su pillo [cintillo] y plumas en el de oro y pájaro flamenco...” (Castro 1997). Sotar Condi da lugar al inicio del ciclo anual reproductivo “poco más o menos, y en comenzado por la primavera a florecer las plantas torna él a cobrar vida o despertar de aquel largo sueño” (Cobo 1956, Castro 1997). El culto al picaflor estuvo vinculado con la repro-ducción, fecundidad y fructificación de la tierra. De acuer-do a lo anterior, parece seguro que Sotar Condi representa mitos de origen prehispánico que confirmarían la propuesta cronológica del registro de un petroglifo con un diseño de picaflor identificado por el ornitólogo cusqueño Dr. José Luis Venero (Comunicación personal 2009; Fig. 3). Al igual que las narrativas del quenti y el Sotar Conti, las etnografías del picaflor se vinculan en distin-tos espacios de los Andes a la productividad agrícola. En

    la Región de Puno en Perú, se dice que cuando este ave aparece súbitamente en los campos de cultivos las plantas florecerán a tiempo y que su llegada “trae buena cantidad de alimentos de regiones muy lejanas” (Condori 1991). Además, el color del plumaje del picaflor está asociado a la abundancia de hortalizas específicas; si es verde–pla-teado, se esperan cosechas óptimas de habas y si es azul–verde y plateado, la cosecha de tubérculos será abundante. Por otro lado, la forma alongada del pico del picaflor es asociada con la abundancia de alimentos en general. Por el contrario, si el picaflor no aparece, será un año agrícola pobre con eventos naturales adversos como heladas y gra-nizadas (Condori 1991).

    Cambio cultural en el mundo andino: potenciales im-pactos sobre las relaciones entre humanos y aves en el mundo andino La naturaleza parcial de los datos con que hemos construido este trabajo limita la posibilidad de evaluar procesos de cambio cultural en la relación de las personas con las aves. Sin embargo, queremos llamar al desarrollo de trabajos etnográficos que aborden los impactos de fac-tores socioculturales de cambio sobre la sociedad andina en general. Por ejemplo destacam