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Aspectos Generales de la Relación de Ayuda AMPARO DE MEDINA, Mag. ESPECIALIZACION EN CUIDADO PSICOESPIRITUAL E-mail: [email protected]

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Aspectos Generales de la Relación de Ayuda AMPARO DE MEDINA, Mag.

ESPECIALIZACION EN CUIDADO PSICOESPIRITUAL

E-mail: [email protected]

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Fundación Universitaria Bautista - Cali Septiembre de 2016 Mg. Amparo de Medina

Presentación

"He encontrado el significado de mi vida ayudando a los demás a encontrar en sus vidas un

significado''. (Viktor E. Frankl)

Los presentes apuntes pretenden aprovechar la contribución que han hecho diferentes autores, principalmente

cristianos, al tema de la ayuda psicoespiritual. Aunque no lo dicen directamente, por lo general, abordan los

problemas humanos desde una perspectiva integral, toman aspectos fundamentales de las diferentes

orientaciones psicológicas y los integran con principios espirituales tomados de la Biblia; agregando así, la

dimensión espiritual principalmente desde lo religioso, asunto que fue ignorado por la mayor parte de las

orientaciones psicológicas tradicionales

Gran parte de los libros que se han publicado en español sobre Psicología Pastoral y/o Consejería cristiana,

términos propios del momento en que se escribieron, están dirigidos a los pastores porque se consideraba que

era éstos, los únicos llamados a prestar ayuda a las personas que sufrían; sin embargo, contienen aspectos

válidos para los agentes de ayuda psicoespiritual que vale la pena aprovechar, sin desconocer los

reduccionismos principalmente espiritualistas que caracterizan a algunos autores de orientación noutética.

La importancia de utilizar estos apuntes en el curso radica en el poco tiempo disponible para consultar

diferentes autores y trabajar un tema que se considera de vital importancia en la ayuda psicoespiritual como es

la “Relación de Ayuda”.

Como se puede observar, es solo un breve resumen tomado de diferentes libros, algunos de los temas se han

adaptado a situaciones del presente; el propósito es estimular al estudiante a revisar el material original para

tomar o para hacer las críticas que considere pertinentes y sobre todo desafiarles a vivir plenamente la

experiencia de ayudar a los demás como una experiencia tremendamente enriquecedora.

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CONTENIDO

Presentación 2

1. FUNDAMENTOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA PSICOESPIRITUAL 4

2. CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA RELACIÓN DE AYUDA 6

3. EL AYUDADOR O AGENTE DE AYUDA 9

4. ASPECTOS PRACTICOS EN LA RELACIÓN DE AYUDA 15

5. CONDICIONES ESCENCIALES DE LA RELACIÓN DE AYUDA 19

6. CONDICIONES ESCENCIALES DE LA RELACIÓN DE AYUDA 20

7. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 25

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1. FUNDAMENTOS DE LA RELACIÓN DE AYUDA PSICOESPIRITUAL

¿Cuáles son algunos de los aspectos generales de la

relación de ayuda psicoespiritual?

1.1. Definición

León (2000) señala que los términos psicoterapia, psiquiatría, cuidado de las almas o cuidado del hombre tienen

el mismo significado etimológico. Psicoterapia viene de psiqué que se interpreta como alma o vida, y de

therapeu, cuidar o hacer un servicio. El significado más conocido de este verbo griego es cuidar. Basado en esta

definición etimológica, todo aquel que se ocupa del ser humano y desea servirle es un psicoterapeuta. Por otro

lado, psiquiatra además del antes descrito termino psique, incluye iatros, que significa sanador, es decir, el

psiquiatra es el sanador del alma humana. Ambos, el psicólogo y el psiquiatra tienen el mismo objetivo: trabajar

por la salud del alma humana.

La definición de ambos términos coincide perfectamente con aquella de cuidado psicoespiritual. Tanto el

psiquiatra como el psicólogo y el agente de ayuda tienen el objetivo común de ayudar a las personas en su

integración y realización personal. Collins (1992) define la ayuda psicoespiritual como una relación de cuidado

entre al menos dos personas. Una de ellas, el ayudador, busca ayudar a la otra, el ayudando, a resolver y/o a

anticiparse a los problemas de su diario vivir.

Según Brister1, es una conversación o serie de conversaciones entre un ayudador y un ayudando, en aras de

encontrar alternativas positivas y creativas a su problema, con el fin de modificar los pensamientos, actitudes y

sentimientos que lo están perjudicando.

Integrando las definiciones anteriores, podríamos decir que la relación de ayuda es un proceso de

acompañamiento personal en un marco interpersonal adecuado entre una persona que busca ser ayudada y

otra que está no sólo dispuesta sino capacitada para hacerlo, con el propósito de resolver una situación

problemática.

Estas definiciones aplican a la ayuda intrapersonal, pero también aplica a situaciones en diferentes contextos

grupales que requieren ayuda.

1 Brister, C.W. Profesor de Cuidado Pastoral del Seminario Bautista de Forth Worth, Texas.

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1.2. Propósito de la relación de ayuda psicoespiritual

Algunas terapias se enfocan en los aspectos cognitivos y en los pensamientos; otras hacen énfasis en el papel

de los sentimientos y la experiencia; otras en el aprendizaje y las conductas desadaptativas que se quieren

modificar. Sin embargo, debido que el ser humano es uno, lo que ocurre a nivel cognitivo puede causar impacto

tanto en lo afectivo, como en lo relacional y lo espiritual. Excluir cualquiera de las dimensiones del ser, puede

conducir a proveer una ayuda muy débil o parcial.

En la relación de ayuda con enfoque psicoespiritual se busca aplicar la sabiduría de Dios para dar solución a los

problemas de la vida. La ayuda psicoespiritual puede perseguir muchas metas; pero sólo algunas pueden

aplicarse a cualquier situación de crisis. El ayudador psicoespiritual se ocupará de contribuir a que otra persona

pueda:

Modificar pensamientos, actitudes, acciones o valores

Manejar situaciones conflictivas

Despojarse de emociones autodestructivas

Aprender habilidades, tales como la manera de relacionarse adecuadamente con otras personas, cómo comunicarse, cómo estudiar y/o cómo orar

Reconocer y expresar sentimientos como la ansiedad, el temor, la soledad y/o la ira

Resolver problemas que se presenten

Asumir responsabilidad por sus conductas y actitudes

Si es el caso, reconocer el pecado, confesarlo y experimentar el perdón. Tomar decisiones sabias

Aceptar ayuda o estímulo y algunas veces dar apoyo a otros

Reconocer y tomar alguna acción con relación a futuros problemas que pudieran surgir

Aprender a crecer como un discípulo de Jesucristo.

En síntesis, el propósito final de la relación de ayuda es contribuir al crecimiento integral de la persona mientras

se le ayuda en la resolución del conflicto motivo de consulta.

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2. CARACTERÍSTICAS BÁSICAS DE LA RELACIÓN DE AYUDA

¿En qué se diferencia la relación de ayuda psicoespiritual

de la relación de ayuda secular?

Los enfoques psicoterapéuticos tradicionales, tratando de encajar en el método científico positivista, han caído en

reduccionismos de carácter biológico, emocional/relacional y/o cognitivo conductual, desconociendo la dimensión

espiritual del ser humano. La mayor diferencia entre estos y la ayuda psicoespiritual radica en el hecho que la psicología

tradicional ha desconocido el área espiritual. Por su parte el enfoque espiritual, de carácter religioso, también ha caído en

el reduccionismo de enfocarse solamente en la dimensión espiritual sin dar la atención debida a las otras dimensiones del

ser.

El enfoque psicodinámico centra su atención en el inconsciente. Para el enfoque comportamental cognoscitivo, el principal

foco de estudio son los pensamientos y la conducta los cuales pueden modificarse. El enfoque humanista se centra

principalmente en los sentimientos y en el valor curativo de la relación terapeuta-paciente. Ninguno de los tres enfoques

apunta hacia lo espiritual del ser humano. Recientemente se ha ido estructurando el enfoque de psicología transpersonal

que ve al ser humano como un ser trascendente, resaltando su dimensión espiritual sin identificarse con un enfoque

religioso especifico.

Con el paso del tiempo se han ido desarrollando nuevos enfoques, escuelas o modelos de psicoterapia, algunos de los

cuales difieren notablemente en sus técnicas y muchos se contradicen entre sí, constituyéndose por sí mismos en una

fuente de confusión para los estudiosos del tema. Ante esta multiplicidad de modelos de relaciones de ayuda, en las

últimas tres décadas ha surgido el movimiento integrativo en psicoterapia, el cual maneja un concepto integral de la

persona, con un marco teórico congruente. Como su nombre lo indica, este movimiento integra los aspectos básicos del

ser humano que han sido objeto de estudio e intervención con base en enfoques psicológicos tradicionales, biológicos,

afectivos, cognitivos y espirituales, agrupándolos en cuatro dimensiones: biológica, afectiva relacional, cognitiva y noética

o espiritual. La relación de ayuda con enfoque psicoespiritual se fundamenta en el enfoque integrativo enriquecido por la

cosmovisión cristiana revelada en los principios bíblicos.

De acuerdo con Collins (op cit), la importancia y la efectividad de la relación de ayuda psicoespiritual en los últimos años ha

sido más reconocida que en cualquier otra época. Muy a menudo, los cristianos tienen oportunidades singulares de ayudar

a otros. Generalmente, los miembros de la iglesia y líderes de las congregaciones tienen información sobre los

aconsejados, incluyendo el trasfondo familiar y social, Contrario a muchos psicoterapeutas profesionales, los cristianos

tienen la libertad de visitar hogares y, de ser necesario, puede localizárseles rápidamente. Con frecuencia, son amigos de

confianza de la persona en necesidad y pueden hacer uso de recursos espirituales como la oración y la lectura bíblica, con

bastante libertad.

Debido a que el ayudador psicoespiritual está interesado en asuntos espirituales, puede ser de especial apoyo a las

personas interesadas en conocer acerca de Dios, valores, pecado, culpa y sobre asuntos existenciales como el significado

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de la vida, la muerte y otros aspectos relacionados con la fe. La ayuda psicoespiritual es diferente de la secular al menos

en tres aspectos.

2.1. Cosmovisión cristiana (centrada en Dios)

El cristiano tiene puntos de partida singulares sobre la vida y el universo. Por ejemplo, asumimos que Dios existe y se

comunica con nosotros, que Él ha creado el universo y lo sustenta con su poder, que Él creó al ser humano y le dio la

libertad para pecar y para experimentar el perdón divino y que Cristo, quien murió por nuestros pecados, está ahora vivo

en el cielo, donde es el Mediador entre Dios y nosotros. Debido a nuestros puntos de partida y creencias, los cristianos

tenemos una perspectiva única sobre el mundo y sus problemas. No coincidimos con el famoso psiquiatra Erich Fromm,

quien proclamó que el ser humano “está solo en el universo y es indiferente a su destino”. En cambio, los cristianos

creemos que Dios nos conoce, se ocupa de nosotros, escucha nuestras oraciones y nos ayuda a resolver nuestros

problemas.

En la visión antropológica el tipo de relación de ayuda que se brinda está determinada por el concepto que se tenga del

ser humano. Frankl (1994) señala que no hay psicoterapia sin una concepción del hombre y sin una visión del mundo y de

la vida. Por su parte, los griegos veían a la persona como un ser dividido y, en los diálogos de Platón, aparece la dicotomía

cuerpo-alma como dos partes constitutivas del ser e independientes entre sí.

Por el contrario, la cosmovisión cristiana toma a la persona como un ser holístico, integral. Pablo veía al ser humano

como una totalidad, creado por Dios con una dimensión biológica, cognitiva, afectiva, relacional y espiritual. Por tanto, la

manera en que una persona interpreta un problema afecta todas las dimensiones de su ser. (2 Tesalonicenses 5:13-14).

Cabe anotar que también algunos grupos cristianos han caído en el reduccionismo de sobrevalorar la dimensión espiritual

del ser humano, negando o subvalorando las otras dimensiones del ser. Por esta razón, es muy importante tener

conciencia de que la calidad de la intervención del agente de ayuda está determinada en gran manera por la visión que este

tenga del ser humano.

2.2. Metas de crecimiento integral

Tanto los creyentes como los no creyentes tienen muchas metas en común respecto a la relación de ayuda. Ambos

pretenden ayudar a la persona a afrontar y resolver sus problemas, a llevarse bien con otros, a aprender cómo manejar

las crisis, a cambiar sus actitudes y conductas dañinas y a encontrar mejores formas de vivir. Además de esto, el

ayudador cristiano reconoce y aplica los recursos de la fe cristiana como instrumentos supremamente valiosos en el

proceso de sanidad y crecimiento integral.

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2.3. Recursos espirituales

El ayudador cristiano posee métodos singulares. Tanto los ayudadores cristianos como los seculares estimulan, confrontan

y utilizan entrevistas, cuestionarios, inventarios, tareas y diferentes métodos psicoterapéuticos. Sin embargo, los

ayudadores cristianos no utilizan métodos que puedan ser considerados inmorales o inconsistentes con los principios

éticos presentados en la Biblia. Además, a diferencia de los no creyentes, cuando lo consideran pertinente, los cristianos

hacen uso de la oración, la lectura de la Biblia, la participación en grupos de la iglesia y otras prácticas espirituales que

pueden ser estimulantes y de beneficio a ayudandos que profesen la fe cristiana.

Es muy importante reconocer que en cuestiones espirituales, siempre habrá puntos de vista y valores diferentes los cuales

deben ser respetados por el agente de ayuda. Un principio ético que debe tener muy claro el ayudador es respetar al

ayudando y procurar comprenderlo desde su marco de referencia interno.

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3. EL AYUDADOR O AGENTE DE AYUDA

3.1 Rasgos característicos

Para cumplir la misión de restaurar y ayudar a la persona en necesidad, el agente de ayuda, debe poseer al menos los

siguientes rasgos:

Un profundo interés por las personas, viéndolos como individuos y no como objetos de manipulación. Aceptándolas de una manera positiva e incondicional.

Naturalidad y espontaneidad. El agente de ayuda debe ser percibido como una persona dispuesta a ayudar a sus consultantes en un contexto profesional recordando que como humano tiene sus fortalezas y debilidades. Debe estar en capacidad de explicitar que aunque tiene el propósito y la preparación para dar ayuda, no posee soluciones ni fórmulas mágicas y que su tarea implica un continuo aprendizaje.

Calor humano y afectividad Mantener una constante curiosidad y deseo aprender. Brindar confianza y seguridad, manifestando respeto por los asuntos privados del ayudando, de tal manera que

sienta la seguridad que lo expresado en la consulta no trascenderá por ninguna razón ni ninguna circunstancia del ámbito mismo de los participantes.

Capacidad y sentido discriminativo de los valores éticos. Integridad, autocontrol y estabilidad. Una fina percepción acerca de las características de su propia personalidad.

Otras características que un agente de ayuda debe cultivar son:

Mansedumbre

Disposición para ayudar a otros

Paciencia

Hacer el bien

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3.1.1. Mansedumbre

Algunas veces, en la relación de ayuda se deben decir cosas que el ayudando no desea escuchar o admitir; por tanto, los

ayudadores deben tener la sensibilidad para saber cuándo es oportuno confrontar y la humildad o mansedumbre para

mantener la cordialidad y la relación empática. Las personas humildes no se dejan seducir por la arrogancia, sino que

reconocen que quien da la sabiduría y las oportunidades es Dios. Por eso se auto examinan, no se comparan con otros,

están dispuestas a afrontar la responsabilidad por sus propias acciones y disfrutan aprendiendo de los que vienen

buscando ayuda.

3.1.2. Disposición para ayudar a otros

No siempre es fácil tener la disposición para ayudar a otros. A veces ayudar a otros a manejar los problemas de la vida

resulta inconveniente, doloroso y hasta vergonzoso, pero es un firme mandamiento de la Biblia. Si bien es cierto que

hay momentos en los que ayudamos a otros, también lo es que habrá otros en que necesitaremos recibirla. Cuando Jesús

les dio a sus seguidores “el nuevo mandamiento”, los instruyó a amarse unos a otros. Al obedecer esta instrucción,

estamos accesibles y dispuestos a sobrellevar las cargas de los demás con la certeza que Dios puede ayudarnos a cumplir

este mandato.

3.1.3. Paciencia

Es necesario ejercitar la paciencia porque a veces nuestras metas no se logran en el tiempo esperado y no visualizamos los

cambios paulatinos que pudieran estarse dando. Por otro lado, en ocasiones, el ayudando sale de la consulta con un

propósito en mente; pero no se logra ver esa resolución en efecto y pareciera que no avanza. En esos casos, se debe ser

consciente que aparte del hecho que Dios tiene el control de la situación, los cambios se deben dar al ritmo del ayudando y

no al del ayudador. Es fácil que un ayudador se dé por vencido en sus intentos de brindar apoyo a alguien que enfrenta

conflictos, por eso es aconsejable que le pida a Dios que le dé la paciencia para continuar ejerciendo el papel que Él quiere

que desempeñe en ese momento en la vida del ayudando o, en su defecto, que le dé el discernimiento y la sabiduría para

saber cuándo es necesario remitirlo a otro tipo de ayuda.

3.1.4. Hacer el bien

Estamos llamados a hacer el bien en cada oportunidad que se nos presente y a brindar ayuda a todas las personas, aunque

la Biblia instruye sobre dar especial atención a aquellos que son de la familia de la fe. Gálatas 6 fue escrito para creyentes

y aunque muestra que los estándares para los ayudadores espirituales son altos, pueden alcanzarse. A pesar que los

rasgos descritos están al alcance de cualquiera que sea un verdadero seguidor de Jesucristo; no implican que todo cristiano

comprometido pueda ser un buen ayudador.

Algunas personas tiene un don especial en esta área y aún los ayudadores más capaces pueden ser más efectivos

cuando se entrenan en destrezas específicas de consejería. El punto de partida de todo ayudador es su relación con el

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Señor; ya que, los seguidores de Jesús se caracterizan por el amor (Juan 13:34-35) y este es de vital importancia para

emprender la tarea de ayudar a los demás.

3.2. Cómo enfrentar las tensiones que surgen en la relación de ayuda

Aunque por desconocimiento se piense que ayudar a otros siempre dará satisfacción y placer, pronto se descubrirá que

puede ser una tarea difícil, que produce mucha tensión y es emocionalmente agotadora. Para prevenir las tensiones que

esto genera se pueden aplicar los cuatro principios descritos a continuación

3.2.1. Dedique tiempo para usted mismo

Se ha preguntado alguna vez por qué Jesús nunca experimentó desgaste o deterioro a pesar de siempre haber estado

rodeado de personas necesitadas. La Biblia nos muestra a un hombre que siempre estaba preparado y con la disposición

para dar la ayuda necesaria. ¿Cómo lo lograba? Periódicamente Jesús se alejaba de la multitud para pasar tiempo con sus

amigos, relajarse en la casa de María y Martha o para tener un tiempo de oración y meditación, a solas. Tomó tiempo para

descansar y, como resultado, estaba renovado cuando volvía a acercarse a la gente. A veces es difícil separarse, pasar

tiempo uno mismo y descansar; pero es claro que aún Dios lo hizo (Génesis 2:2) y tomaremos una decisión sabia

cuando nos acojamos al mismo modelo.

3.2.2. Aprenda a compartir responsabilidades

Jesús, el Hijo de Dios, pudo haber hecho todo sin ayuda, pero aún Él entrenó a otros y los motivó a ayudarle en la obra

que Dios le había asignado. Nada desgasta tanto a un ayudador o a cualquiera otra persona como el creer que puede

hacer todo solo y que no hay nadie más capaz de ayudarle. Es bien conocido el ejemplo de Moisés, quien, por

recomendación de su suegro, tomo cuidado de no agotarse, buscando la ayuda de personas capacitadas que le apoyaran

en su trabajo. Los profesionales modernos han hecho un descubrimiento similar. Son más eficaces en su trabajo

periódicamente a discutir los problemas para obtener consejo, ayudarse unos a otros y compartir responsabilidades.

3.2.3. Cultive un grupo de apoyo

Todo individuo necesita una relación estrecha con personas que puedan estimularle y darle un punto de vista

diferente, especialmente cuando se encuentra bajo presión. Cuando Jesús estaba en el huerto de Getsemaní, encontró

verdadero consuelo orando y quiso que también sus discípulos se mantuvieran despiertos y cerca de Él mientras se

acercaba la hora de la crucifixión. Frecuentemente, tanto los ayudandos como los ayudadores descubren que pueden

manejar mejor sus problemas cuando hay amigos cristianos accesibles para brindarles cuidado, estímulo y apoyo

emocional.

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3.2.4. Practique la oración constantemente

Marcos 1 habla de un tiempo muy ocupado en la vida de Jesús. Por ejemplo, un día estuvo sanando personas hasta muy

tarde. Probablemente estaba cansado, pero aun así se levantó muy temprano al día siguiente y fue a un lugar muy

solitario para orar; ya que, sabía que necesitaba tiempo con su Padre para recibir nuevas fuerzas y la guía divina para su

ministerio. Jesús hizo un buen trabajo. Algunas veces se encontró con resistencia y frecuentemente pasó largos días

trabajando; sin embargo, supo cómo vivir sin sobrecargarse con las tensiones de otras personas. Como ayudadores,

debemos hacer lo mismo.

3.3. Peligros ocultos en el proceso de Relación de ayuda

En la relación de ayuda existen peligros ocultos y el estar consciente de ellos reduce el riesgo de caer en dificultades que

podrían afectar la efectividad de este ministerio. He aquí algunos de estos peligros:

3.3.1. Basarse en información parcial

En las sesiones de relación de ayuda, generalmente escuchamos una de las partes del problema, aquella presentada por el

ayudando. Sin embargo, ésta puede ser sólo la mitad de la historia. Por ejemplo, en ayuda matrimonial es muy importante

conocer el punto de vista del otro cónyuge sobre la misma situación. Si el ayudador confía sólo en una de las partes puede

obtener un punto de vista distorsionado del problema, tomando partido y reduciendo su propia habilidad para ser de

ayuda.

3.3.2. Sacar conclusiones prematuras

El ayudador debe escuchar atentamente, evitando sacar conclusiones prematuras sobre el problema y sus posibles

soluciones; ya que, al tratar de encontrar respuestas demasiado pronto, puede perder mucho tiempo y energía mental,

debido a que el asunto que el ayudando mencionó originalmente puede ser sólo un síntoma y no el problema real. En la

mayoría de los casos es necesario facilitar el proceso para que el ayudando logre reformular el problema antes de llegar a

resolverlo.

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3.3.3. Sobrevalorar la confrontación

Algunos escritores contemporáneos han concluido que la única forma cristiana de ayudar es confrontar a la persona y

decirle que tiene que cambiar. Sin embargo, la Biblia nos muestra que las personas recibieron ayuda de diferentes

formas. La confrontación es importante en algunas ocasiones y sobre todo cuando la persona está preparada para ser

confrontada; pero también, para que el ayudando pueda sobrellevar sus cargas, son relevantes la enseñanza, la oración, el

consuelo, el apoyo mutuo y la ayuda amorosa. No existe una técnica única en la relación de ayuda.

3.3.4. Dejarse absorber por las personas o problemas

Es muy fácil perder la objetividad debido a la compasión y sensibilidad y llegar a involucrarse demasiado con los

problemas de los ayudados. Esto no solamente puede ser dañino emocionalmente sino que también puede interferir con

otras responsabilidades independientes de la relación de ayuda. Es necesaria la ayuda de Dios para mantener un interés

profundo en el ayudando, sin llegar a abrumarse e inclinarse a apropiarse de sus problemas. Quizás ha tenido la

experiencia de tratar a personas con demandas exageradas e incesantes, que le podrían llevar a descuidar su vida familiar

u otras responsabilidades. A menudo, estas personas le roban la privacidad al ayudador y esperan atención inmediata

cuando llaman. Para poder evitar esto, debe encontrarse algun mecanismo culturalmente apropiado para decir “Yo me

intereso por ti, pero para tu beneficio y el mío, no puedo permitirte que demandes todo mi tiempo. Busquemos otra hora para

vernos”

3.3.5. Intimidad con el sexo opuesto.

El ser cristiano no es garantía de no ser estimulados por personas del sexo opuesto y, aun en algunos casos, del mismo

sexo. Ejercer el papel de ayudador en el contexto de relación de ayuda implica una relación estrecha. Algunas veces el

ayudando comparte asuntos personales y sexuales, así como necesidades experimentadas profundamente. El ayudador

debe ser muy cuidadoso para no involucrarse afectivamente ni llegar a ningún comportamiento que sea inaceptable por

los principios establecidos por Dios O que vayan en contra de los principios éticos de la profesión.

Es común ver a psicólogos, a ministros cristianos, y agentes de ayuda psicoespiritual que han afectado su rol profesional

por darse la libertad de intimar muy profundamente con la persona a quien trataban de ayudar. La relación de ayuda

puede hacer a ambas partes especialmente vulnerables a sus propias fantasías Aún aquel que piensa que es inmune a

este tipo de situaciones, debe cuidarse de no caer (1 Corintios 10:12-13) y recordar que el mismo Espíritu Santo es quien

nos estimula a cuidar de otros, también nos puede proteger de caer en actitudes y acciones inadecuadas en este contexto,

si nos sometemos a su control y protección.

Ocasionalmente, después de una entrevista, el ayudando podrá acusar al ayudador de haber hecho insinuaciones

sexuales. Estas afirmaciones son difíciles de manejar, debido a que las personas tendrán que tomar partido para creerle al

ayudador o al ayudando. En situaciones como ésta, es importante el haber establecido una buena reputación. Ayudadores

que han mantenido normas éticas en sus relaciones interpersonales tendrán mayor probabilidad de que las personas los

respeten y crean en ellos cuando han sido criticados o acusados. Con el propósito la mantener sus normas éticas, una la

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conducta irreprochable y buena reputación, el ayudador debe ser muy cuidadoso del lugar y horarios de consulta, como

también de remitir la persona a otro profesional en el caso de que se sienta atraído sexualmente por ella.

3.3.6. Dificultad para guardar secretos

Cuando una persona busca ayuda para resolver un problema, generalmente espera que se guarde en forma confidencial

toda la información que compartió. A pesar de que el ayudador tenga las mejores intenciones, existe el peligro de que,

por accidente, revele parte de la información. Para evitar esto, se debe tomar la determinación de nunca hablar de los

asuntos de sus consultantes.. Lo que se escucha en una consulta, nunca deberá ser usado en conferencias o ser discutido

informalmente con otras personas. Guardar el secreto profesional es una de las responsabilidades básicas de la ética en la

relación de ayuda.

PREGUNTAS

1. ¿Cuáles son los rasgos que deben caracterizar a la persona que ejerce la relación de ayuda?

2. ¿Cuáles son algunas de la tensiones que se pueden experimentan en la relación de ayuda y cómo afrontarlas?

Reflexione sobre los peligros ocultos a los que se enfrenta el ayudador en la relación de ayuda e identifique el que

representa mayor riesgo para usted.

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4. ASPECTOS PRACTICOS EN LA RELACIÓN DE AYUDA

¿Cómo realizar un trabajo de relación de ayuda psicoespiritual con

mayores probabilidades de ser efectivo?

A continuación se presentan algunas sugerencias adaptadas del libro el Ministerio del Pastor Consejero.

4.1. Identifique las metas que espera lograr

Las metas al asesorar a alguien varían según las necesidades de la persona que busca ayuda, lo que puede ser una meta

para un caso, tal vez no lo sea para otro. Además, el nivel de cumplimiento de dichas metas, depende en gran medida

de la naturaleza y complejidad del problema, del grado de motivación del asesorado y de la habilidad, preparación y

experiencia del ayudador

No es sorprendente que no se alcanzan todas las metas completamente; ya que estas son fines que se procuran alcanzar

al menos en alguna medida. Algunas metas potenciales se incluyen a continuación.

a. Reducir las emociones destructivas, tales como la ansiedad, hostilidad, enojo o angustia, de modo que la persona pueda dirigir su energía hacia la solución del problema en vez de malgastarla en alimentar la emoción.

b. Contribuir a que el ayudando vea su problema con objetividad y a que pueda utilizar tanto sus recursos personales como espirituales para enfrentar la situación que le aqueja.

c. Lograr que el ayudando se comprenda y valore a sí mismo, para que pueda reconocer los motivos que impulsan sus comportamientos e identificar sus fortalezas y debilidades y así aceptar su situación, sin orgullo ni auto compasión.

d. Desarrollar, en el asesorado, la disposición de aceptar sus responsabilidades sin excusas ni quejas.

e. Mejorar las relaciones interpersonales del ayudando enseñándole a asumir su responsabilidad , dominar su

hostilidad, perdonar a los demás, entender las falencias de otros, aprender a amar y ser amado y a relacionarse

saludablemente con los demás.

f. Ayudar a la persona a cambiar su actitud y aun a redefinir sus valores, para lograr cambios en su conducta,

reconociendo que habrá casos que tendrá que remitir a otros niveles de psicoterapia o psiquiatría.

g. Apoyar al asesorado en momentos de crisis o de angustia; cuando en la familia haya una desgracia, enfermedad

grave o el fallecimiento de un ser amado, es muy conveniente el apoyo familiar, pastoral y congregacional.

h. Ayudar al asesorado a descubrir y utilizar sus recursos interiores y a aprovechar los recursos divinos, en los

momentos de crisis. No debe promoverse la dependencia del ayudador, sino que debe aprender a vivir su propia

vida. La sobreprotección es contraproducente, por eso debe evitarse tomar las decisiones que sólo el ayudando

debe tomar.

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i. Desarrollar en el asesorado una perspectiva realista de la vida para que se dé cuenta que los problemas, las

ansiedades y desilusiones no son exclusivas de él sino que todo individuo tiene sus propias dificultades que

afrontar y debe aprender a manejarlas, pues son parte de la vida

j. Desarrollar en la persona una creciente confianza en sí misma para enfrentar el futuro.

k. Ayudar a la persona a superar sus falencias espirituales, tales como sus dudas sobre la disponibilidad de la ayuda

divina, la eficacia de la oración y las peculiaridades de la manera en que Dios obra.

l. En caso de tratar con personas que no practican la fe cristiana, el ayudador debe ser muy respetuoso, en el sentido

que, de ninguna manera, debe usar el poder que le concede la relación terapéutica para presionar al ayudando a

aceptar el evangelio.

m. Contribuir al crecimiento y madurez del asesorado en el conocimiento de Dios, desarrollo de su personalidad y servicio a los demás.

4.2 Esté alerta a las oportunidades.

En ambientes institucionales (escuelas, cárceles, iglesias, hospitales) el ayudador debe estar alerta para identificar las

diferentes oportunidades de ayuda, respondiendo así a las múltiples necesidades que se presentan.

4.3 Diagnostique con cuidado

Las enfermedades se clasifican como orgánicas y funcionales. Si el medico descubre que el problema que una persona

tiene se basa en el mal funcionamiento de un órgano del cuerpo, esta es considerada una enfermedad orgánica.

Cuando el medico no descubre ninguna base orgánica para una enfermedad o el mal funcionamiento de algún órgano, se

considera que la enfermedad es funcional. Es decir, que el problema no es causado por el mal funcionamiento del

cerebro, los neurotransmisores, el sistema endocrino o algún otro desequilibrio hormonal, sino que se debe a los

pensamientos, emociones u otra perturbación que traiga dolor al ayudando, se toma como un problema funcional.

Las enfermedades psicosomáticas tienen sus bases en dificultades que vienen por causas de conflictos emotivos, la

tensión y/o la ansiedad, como es el caso de algunas clases de ulceras, algunos casos de asma, algunos ataques cardíacos, el

resfrío crónico y muchas otras enfermedades se ocasionan o son intensificadas por algún conflicto emocional que tiene

el paciente. Muy frecuentemente, en los hogares o en los hospitales se visita a personas que han desarrollado úlceras,

hipertensión o problemas cardíacos resultado del enojo reprimido o por la tan intensa presión que viven en su trabajo.

Ayudar a la persona a ver la relación entre las dificultades de salud y la presión en la que está y enseñarles a vivir sin tanta

presión son tareas del ministro, pues su fe en el Dios soberano será su mayor recurso espiritual y se constituirá en la mejor

medicina para estas personas.

4.4 Concéntrese en la experiencia espiritual de la persona

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En el capítulo sobre las normas de diagnóstico pastoral, Pruyser (Citado por Giles, 2006) menciona siete factores, que

afectan a la persona:

a) Su percepción de lo sagrado que incluye lo que la persona valora como sagrado y la manera cómo ve su humanidad frente a Dios y el prójimo.

b) El concepto que se tiene de la Providencia, especialmente en lo que se refiere al por qué de su tormento en la condición específica en que vive. Esto además resalta la capacidad del individuo para confiar en Dios y el prójimo.

c) ¿Qué es la fe para la persona? ¿Es una cobija de seguridad? ¿Es un código de leyes, es un ancla o un escudo protector?

d) ¿Cuál es el significado de la gracia? ¿Puede aceptar una dádiva gratis? ¿Puede aceptar el perdón?

e) ¿Cuál es el significado del arrepentimiento? ¿Puede asumir responsabilidad por lo que ha hecho? ¿Hasta qué punto es remordimiento o es realmente arrepentimiento?

f) ¿Qué entiende la persona por “comunión”? ¿Se siente la persona asimilada o aislada en el grupo? ¿Puede la persona sentirse libre o como una esclava en el mundo? ¿Puede estar en contacto o aislado de los demás, unidos o separados?

g) ¿Cuál es el sentido de vocación? Esto incluye la voluntad de la persona para ser un participante gozoso en el plan de la creación y la providencia, de tal manera que el sentido de su propósito se adhiere a sus acciones, lo cual valida su existencia bajo el Creador y, así puede dedicarse a su trabajo con vigor, celo, entusiasmo y dedicación

Además, Pruyser (op. Cit.) invita al ayudador a permitir que el ayudando coopere con él en el diagnóstico y rechaza la

tendencia a “encajonar” al ayudando en una categoría de problema religioso o emocional, y no ver a la persona como

individuo integral. El siente que en la medida que nosotros permitimos a las personas progresar en su propio

diagnóstico del problema, ellas también lucharán con mayor intensidad para buscar solución positiva a su dificultad.

4.5 Concéntrese en las emociones más que en los hechos.

- Responda para despertar emociones.

- Utilice palabras cargadas de emoción.

- Utilice al grupo cuando sea posible.

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- Identifique el sentido de las lágrimas.

4.6 Sea específico al ofrecer sugerencias

- Sea realista acerca de la necesidad de la persona.

- Aprenda a estar cómodo con la ambivalencia.

- Ayude a planear sabiamente el futuro.

- Sea un facilitador que ayude al ayudando a tomar y asumir sus propias decisiones.

4.7 Afirme lo positivo:

Existe una gran necesidad de acentuar lo positivo en el proceso de intentar ayudar a otros. La connotación positiva es

uno de los recursos valiosísimos. A continuación, algunas recomendaciones de aspectos que se deben valorar

positivamente, pero eso si, hay que hacerlo en el momento adecuado.

a) Deseos de ayudar. b) Fe en la gente. c) Capacidad para pensar honestamente. d) Valor para confiar. e) Sensibilidad. f) Disposición de aprender. g) Sentido del humor. h) Flexibilidad. i) Tolerancia para resistir la frustración. j) Aceptación de las limitaciones personales.

4.8 Maneje la transferencia.

Este término viene del psicoanálisis y es un enfoque en el que se se conceptúa que durante el proceso de ayuda, el

ayudando revive y proyecta inconscientemente en el agente de ayuda conflictos que no resolvió en su infancia. Se habla de

transferencia positiva cuando esos sentimientos que transfiere el ayudando son sentimientos de afecto. La transferencia

negativa, por su parte, es aquella en la que le transfiere al ayudador sus sentimientos de agresión.

4.9 Controle la contratransferencia

Como una reacción a la transferencia de la que está siendo objeto el agente de ayuda, inconscientemente se pueden

activar en él situaciones emocionales no resueltas de su pasado. A esta reacción se le llama contratransferencia, es

necesario aclarar la situación y resolver estos sentimientos para que avance el proceso normal de la relación de ayuda.

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5. CONDICIONES ESCENCIALES DE LA RELACIÓN DE AYUDA

Investigadores como Carkhuff (1993) y Repetto (1977; 1992), entre otros, se han dado a la tarea de estudiar las variables

que afectan la relación de ayuda, estos estudios han validado lo que Rogers (1981) considera que son “Las condiciones

necesarias y suficientes para que la ayuda sea eficaz”, las cuales se enumeran a continuación.

5.1. Actitudes del agente de ayuda que facilitan la relación como son:

a. La Autenticidad: entendida como naturalidad, congruencia, espontaneidad. b. La empatía terapéutica o comprensión empática, que no se queda sólo en comprender como se siente la persona

y como está experimentando la situación, sino que incluye las destrezas de escuchar empáticamente para captar, como lo dice Madrid (2014), el mundo íntimo de la otra persona desde su marco de referencia y la respuesta empática, o sea la capacidad para expresar lo que ha captado en un lenguaje que permite al ayudando sentirse realmente comprendido.

c. La aceptación positiva incondicional acompañada de respeto y cordialidad

5.2. La percepción del consultante sobre la relación de ayuda y el ayudador.

A continuación se listan algunas variables relacionadas con el consultante que facilitan notoriamente el proceso de ayuda.

a. Cuando el ayudando busca la ayuda porque tiene un problema que no ha podido resolver y espera lograr algún cambio.

b. Cuando el consultante asiste voluntariamente a la consulta sin ningún tipo de coerción c. Cuando el consultante tiene buenas referencias del agente de ayuda y confía en que él puede ayudarle.

5.3. Actitud de autoexploración de parte del ayudando

El ayudando progresa en la autoexploración de sí mismo y de su problemática, sólo cuando a través de las respuestas

comprensivas, tanto verbales como no verbales del ayudador, se siente aceptado y comprendido positiva e

incondicionalmente.

Los tres factores antes mencionados están orientados a generar una relación interpersonal caracterizada por la confianza y

la seguridad, con el fin de facilitar la autoexploración y auto revelación del ayudando para avanzar a la resolución del

problema motivo de consulta.

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6. CONDICIONES ESCENCIALES DE LA RELACIÓN DE AYUDA

¿Cuáles son las etapas identificadas en un proceso

de relación de ayuda?

La entrevista de ayuda debe constituirse en una experiencia no sólo profesional sino altamente humana que enriquezca

significativamente al sujeto de la ayuda. Debe iniciar con la convicción plena de que es más importante conocer sobre la

persona que sobre el problema; por tanto, el foco de atención debe ser conectar con la persona. Es necesario entender que

a la mayoría de las personas se les hace muy difícil exponer su intimidad o asuntos privados ante un extraño, como

inicialmente lo es el agente de ayuda. Una de las metas de la entrevista es precisamente construir un escenario en el que el

ayudando se sienta comprendido y aceptado positiva e incondicionalmente para poder expresarse abiertamente y trabajar

en busca de respuestas a su problemática.

De acuerdo con Collins y Mansilla (1982), por lo general se identifican cuatro etapas en la entrevista de ayuda, a saber:

6.1 Etapa inicial

El objetivo principal en esta etapa es conocer a la persona y por tanto se debe:

3.1.1. Dejar hablar al entrevistado.

Esta es una de las mejores formas de obtener información. La tarea inicial del ayudador es generar un espacio donde se

expliciten las características de personalidad y el contexto del ayudando para entender mejor la problemática. Así que, la

observación de los comportamientos verbales como los no verbales es la vía para iniciar el proceso de conocimiento

poniendo especial atención a los aspectos emocionales que acompañan la expresión verbal. Es importante reconocer que

la observación en la fase inicial es mutua. El agente de relación de ayuda está observando al ayudando, pero también éste

está observando al ayudador para ver si puede confiar en él, si lo va a entender, si lo va a juzgar. O si esta dispuesto a

ayudarlo.

3.1.2. Establecer y solidificar la relación

El lugar donde se lleva a cabo la entrevista debe ser agradable, un sitio limpio, tranquilo y sin interrupciones. Al saludar a

la persona debe hacerlo por su nombre. Al principio es muy importante establecer una relación cómoda de mutua

confianza entre el ayudador y el ayudando. Este clima de confianza que facilita la apertura y baja la ansiedad del

consultante se le llama rapport.

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Es recomendable romper el hielo hablando por corto tiempo sobre asuntos que no sean amenazantes, como por ejemplo,

el clima, el tráfico, o cualquier otro tema irrelevante. De esta manera se ha ido preparado el ambiente para preguntar

sobre el motivo de la consulta, usando diferentes expresiones como: ¿Qué le trae por aquí? ¿Cómo puedo ayudarle? ¿En

qué puedo servirle?

En síntesis, se puede decir que no hay una forma única de iniciar la relación. Como cada profesional tiene su propio estilo,

lo importante es que se haga espontáneamente.

3.1.3. Empezar a conocer el problema.

¿Por qué no se inicia la entrevista preguntando cuál es el problema y luego se dedica el tiempo a encontrar alguna

solución para el mismo? Pareciera razonable que el principio de toda relación de ayuda fuera que el ayudando expresara

su problema y, en conjunto con el ayudador, comenzaran a trabajar para encontrar soluciones; sin embargo, esto no es

tan simple como parece.

Algunas veces, las personas están suficientemente desconcertadas, sienten el malestar o la inadecuación pero no

identifican su problema. Con frecuencia saben que algo les está molestando, pero ignoran cuál es el verdadero problema.

En la mayoría de los casos el problema que inicialmente presenta el consultante se va reestructurando a través de las

intervenciones del ayudador, reestructuración que se convierte en la solución o parte de ella. En otros casos, se descubre

que el problema presentado inicialmente no es el principal. En todo caso la tarea del ayudador es escuchar, observar y

animar al aconsejado. Además, deberá hacer comentarios o preguntas breves que le ayuden a obtener más

conocimiento sobre el entrevistado: sus problemas, formas de ver el mundo y sus intentos previos para solucionar el

problema.

Esta exploración contribuirá a que el ayudando se sienta mejor, al ir adquiriendo una perspectiva más clara del problema

y liberándose de emociones y frustraciones que hasta el momento no habían sido expresadas. Durante este período, el

ayudador debe también plantearse a sí mismo las siguientes preguntas: “¿Podré trabajar con esta persona? ¿Será este

un problema que sobrepasa mi entrenamiento o habilidad de manejarlo?” Es probable que al mismo tiempo, también el

ayudando se esté preguntando: “¿Puedo confiar en este ayudador? ¿Podrá verdaderamente ayudarme? ¿Deseo

someterme a un proceso de ayuda?

En algún punto, generalmente cerca del final de la primera entrevista, después de hacer un breve resumen de la situación

presentada, se puede hacer preguntas como, ¿le gustaría a usted trabajar con el propósito de resolver esta situación?,

tendríamos que llevar a cabo varias sesiones, ¿Está usted dispuesto? Este tipo de comentarios se conocen como

estructurando y es un proceso de decisión acerca de si el proceso continuará o no y cómo; se establecen acuerdos de las

responsabilidades mutuas, horarios, costos y cualquier otro asunto que sea parte del contrato terapéutico.

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6.2. Segunda etapa: Clarificación y reestructuración del problema

Ningún ser humano tiene la capacidad de entender a cabalidad a otro. Es solamente con la ayuda de Dios que lo agentes

de relaciones de ayuda pueden empezar a interactuar con sus ayudandos de una manera que conduzca a su crecimiento

personal y resolución de su problemática.

Es importante que veamos el proceso de relación de ayuda con una actitud de humildad y oración; ya que, con la ayuda de

Dios y de la observación cuidadosa de las expresiones verbales y no verbales, el ayudador podrá ir obteniendo elementos

para formularse hipótesis de trabajo, las cuales serán sometidas probadas a lo largo de del proceso. Algunas técnicas útiles

al ayudador en esta etapa del proceso son escuchar empáticamente, reflejar los sentimientos y hacer preguntas

adecuadas.

En algunas ocasiones, es posible llegar a conocer el problema después de sólo unos breves minutos; pero en otras pueden

pasar semanas antes que llegue a saber lo que está afectando realmente al entrevistado. En la mayoría de los casos, el

entrevistado no entiende qué es lo que ha generado y mantenido el problema porque tiene una percepción distorsionada

del mismo y necesita revisarla y reconsiderarla, para llegar a una posible reestructuración.

Los ayudadores novatos frecuentemente se preocupan de no poder dar respuestas que solucione los problemas

rápidamente. Esto normalmente se debe a la concepción errónea de que los agentes de ayuda deben tener todas las

repuestas y que el proceso es igual a la relación médico-paciente, en la cual el paciente hace una lista de síntomas y el

médico provee el diagnóstico y la medicina. Sin embargo, no sucede así en la relación de ayuda psicoespiritual porque el

entrevistado presenta el problema y ambos, ayudador y ayudado, tratan de encontrar una solución. Debido a su

entrenamiento y experiencia, el ayudador creará las condiciones y hará los aportes pertinentes para que el ayudado

resuelva la situación.

El ayudando puede necesitar que se le confronte por sus actitudes auto-destructivas u otras conductas que pueden estar

causando o agravando el problema. Pueden hablar para descubrir si hay situaciones o enseñanzas del pasado que le están

afectando y cómo manejarlas en el presente. De acuerdo con la hipótesis de trabajo que tenga, el ayudador pueden

orientar el diálogo a explotar si hay situaciones estresantes que puedan estar agravando la situación, como dificultades

familiares, económicas, laborales, relacionales, que estén poniendo demasiada tensión sobre el ayudando, que estén, por

lo tanto, acentuando el problema o que hasta puedan ser el problema real.

Uno de los aspectos más importantes en esta etapa es ser muy específico. Para poder clarificar y reestructurar el problema

se necesita concretar cuál es la situación particular que está generando malestar. Es necesario hacer preguntas concretas y

buscar respuestas igualmente concretas. Evite caer en explicaciones vagas o ambiguas que en muchos casos pueden ser

una resistencia o una manera de evadir el asunto o la responsabilidad sobre el mismo. Por esta razón, se sugiere pedir

ejemplos específicos, detalles concretos con palabras interrogativas como qué, quién, cuándo, dónde, cómo.

Esto se aplica no sólo a los asuntos observables y medibles como ¿a qué hora regresó su esposa a casa?, sino a ¿qué

significó para usted el hecho que hubiera regresado a dicha hora? Es decir, es necesario ser concreto no sólo en los

aspectos conductuales sino también en los valorativos y en la perspectiva con que la persona ve la situación. Este proceso

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le llevará a trabajar tanto en la reestructuración del problema como en la búsqueda de posibles soluciones. En muchos

casos la sola reestructuración resuelve la situación.

Diseñar al menos una meta específica es otra parte fundamental en el proceso de ayuda. La meta es una declaración seria

y realista de lo que la persona se compromete a hacer para resolver el problema o parte de él. El ayudador y el ayudando

deben trabajar juntos en la elaboración de dicha(s) meta(s), las cuales deben ser muy concretas, las metas vagas raramente

funcionan. Por ejemplo, si una pareja está teniendo problemas en su matrimonio y su meta es “llevarse mejor”,

descubrirán que está es muy vaga para darles solución. Será de más ayuda buscar metas que sean específicas y

evaluables. Por ejemplo, la pareja puede escoger decirse un cumplido cada día o pasar cinco minutos diarios

escuchándose. Estas podrían parecer metas insignificantes, pero como son específicas, claras y factibles de cumplirse, le

permiten a la pareja saber sin ninguna duda si se están cumpliendo o no.

Algunos ayudadores estimulan a sus ayudandos a hacer una lista de acciones específicas, las cuales pueden usarse para

cambiar actitudes y conductas. Ayúdelos a decidir cuándo y cómo se pueden cumplir cada una de estas metas y luego

pida la intervención de Dios mientras el ayudando trabaja en sus metas en las diferentes sesiones. En la lista se debe

escribir solamente los aspectos en que la persona se compromete a cambiar en sí misma, no lo que espera que cambie el

otro.

6.3. Tercera etapa: Búsqueda de soluciones

¿Se ha propuesto usted alguna vez cambiar alguna conducta, pero luego se dio cuenta que no podía alcanzar las metas

propuestas? La mayoría de nosotros conocemos fumadores que deciden que quieren dejar de fumar, pero continúan

haciéndolo por años debido a que nunca tomaron las medidas necesarias para abstenerse.

Con frecuencia, los ayudadores se encuentran con situación similar. Un aconsejado puede discutir un problema o según él

creerá haber encontrado una o varias posibles soluciones, pero se demora para empezar a trabajar en ellas, lo cual no es

difícil de entender, ya que es fácil tener buenas intenciones, pero es difícil trabajar para alcanzar las metas propuestas.

Por lo tanto, el ayudador tiene el reto de animar a las personas que son objeto de su intervención a realizar la acción,

aceptándolos e incentivándolos a “intentar de nuevo” cuando han fallado. También deberá hacer sugerencias acerca de

nuevas formas de actuar en cualquier lugar donde la solución antigua no haya funcionado y guiarle mientras trabajan en la

solución del problema. En algunas ocasiones, el ayudando reconocerá que la situación problemática no puede cambiarse,

pero puede aceptarla y adaptarse a ella. Una viuda que ha perdido su esposo, por ejemplo, no podrá traerlo de regreso,

pero se le puede ayudar a ajustarse a su viudez o nueva vida. A través de todo esto, el agente de ayuda mantiene un

interés acerca del bienestar espiritual del ayudando y dará una guía realista y práctica de cómo Cristo puede hacer una

gran diferencia en una vida con problemas.

Cada posible solución debe probarse y luego evaluarse en la sesión de consulta. Si algo no funciona, debemos ver el

problema de nuevo discutirlo otra vez, re-evaluar las ideas y tareas pasadas e intentarlo de nuevo.

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6.4. Cuarta etapa: Cierre

Cuando el ayudador y el ayudando poseen un entendimiento del problema, han hablado acerca de él, han alcanzado metas

funcionales y comenzaron a encontrar soluciones, entonces ha llegado el tiempo de finalizar el proceso de ayuda. Si la

relación ha sido placentera, puede que sea difícil terminarla. Algunas veces es difícil decir adiós y por este motivo, tanto el

ayudador como el ayudando quizás intentarán continuar la sesiones, aún después de que ya no sean necesarias, lo cual no

es saludable.

Cuando el agente de ayuda concluye que el proceso debe terminar, será de ayuda para el ayudando darle la señal de que el

final está próximo. Llegará el momento de hablar concretamente sobre la finalización de la relación de ayuda y el

ayudando debe saber que, de ser benéfico para él, “la puerta siempre estará abierta” para un futuro contacto. También

pueden discutir cómo puede el ayudando manejar el problema con un mínimo de ayuda externa. La meta real de la

relación de ayuda es apoyar y fortalecer a la persona para manejar más efectivamente los problemas de la vida.

La terminación del proceso no es el final, sino que es el punto en donde el ayudando se lanza a una fase de su vida donde

con la ayuda de Dios, debería poder tratar los problemas con mayor seguridad.

Como ayudador, usted puede hacer contacto con su ayudado algunas semanas después y preguntarle cómo está. Esto

comunicará interés y le permitirá evaluar el trabajo realizado, dándole además la oportunidad de compartir eventos

recientes en su vida o consultar sobre asuntos que hayan surgido después que el proceso de ayuda se termina. La meta no

es crear una futura dependencia ni traer de regreso al ayudando, sino darle una muestra sincera del interés por su

bienestar.

Escrito en el papel, todo esto suena muy conciso y fácil; sin embargo, la realidad es que es mucho más difícil ponerlo en

práctica. Esto nos recuerda, que el ayudador no es responsable de solucionar el problema. El propósito del proceso es

establecer una relación en la cual por lo menos dos personas están trabajando juntas en un problema. Vale la pena aclarar

que las etapas de la relación de ayuda no siempre siguen el mismo orden. Por ejemplo, establecer la relación es

importante durante todo el proceso de consejería y no solamente al principio.

PREGUNTAS

1. Expliqué en que consiste cada una de las etapas del proceso de relación de ayuda 2. ¿En qué aspectos se beneficia el ayudador al estudiar las diferentes etapas del proceso de relación de ayuda? 3. ¿Qué elementos que no había considerado antes le aportó esta lectura?

4. Que tu vida y práctica como agente de ayuda sea una fuente de agua de vida que refresque y sane a quienes están heridos

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7. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

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Cook, M. 2007 ¡Necesito ayuda! ¿Podemos hablar? Editorial Mundo Hispano

Collins, G. 1992. Consejería Cristiana efectiva. Editorial Portavoz, Michigan.

Cortes, F. y Crane, R.. 2003. Psicología, Conceptos Psicológicos prácticos para el obrero cristiano. Facultad Latinoamericana de Estudios Teologicos.

Frankl, V. 1994. El hombre en busca de sentido. Ediciones Paidós

Giles, J E. 2006. El ministerio del pastor consejero. Casa Bautista de Publicaciones

Hoff, P. 1993. Al pastor como consejero. Editorial Vida, Florida..

León, J. 2000. Psicología pastoral para todos los cristianos. Editorial Kairos.

Madrid, J. 2014 Manual de relación de ayuda integrativa. Editorial Punto Rojo.

Mansilla, A. 1982. Cómo entrevistar. Análisis sistemático de las técnicas, el procedimiento y los procesos psicológicos en la entrevista. Graficas Iberia. 116 pp.

Repetto, E. 1977. La empatía en el cambio constructivo de comportamiento y de personalidad. Revista de Psicología General y Aplicada, 32 (144).

Repetto, E. 1992. Fundamentos de orientación: la empatía en el proceso orientador. Ediciones

Morata. 252 pp.

Rogers, Carl. 1981. Psicoterapia centrada en el cliente: Practica, implicaciones y teoría. Paidós Ibérica Ediciones. 459 pp

Stamateas, B. 1997. Técnicas de aconsejamiento pastoral. Editorial Barcelona.