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Actas XV Congreso AIH (Vol. II). RAÚL RAMÍREZ ORTIZ. Austin y Gracián: una perspectiva ilocucio... - AUSTIN Y GRACIÁN: UNA PERSPECTIVA ILOCUCIONARIA DE LA AGUDEZA Lo que ayer fue un pasmo hoy viene a ser desprecio; no porque haya perdido de su perfección, sino de nuestra estimación; no porque se haya mudado, antes porque no, y porque se nos haze de nuevo. Redimen esta civilidad del gusto los sabios con hazer refle- xiones nuevas sobre las perfecciones antiguas, renovando el gusto con la admiración B. Gracián Se ha estudiado el concepto de Gracián desde diversas posiciones, y, sin duda, todavía queda mucho por experimentar. Ha sido observado desde el punto de vista lógico-filosófico 1 , retórico 2 , comparativo 3 , etc. Por mi parte, en esta comunicación ofrezco tan solo un matiz, que resulta de la singular unión de dos genios, de dos épocas. Entre Austin y Gracián se hallan coincidencias que disuelven el tiempo. Ambos se ocuparon en la enseñanza de la filosofía moral; ambos disfrutaban de exponer su pensamiento en reuniones privadas, sublimando el poder didáctico de la conversación; pero, ante todo, los dos se detuvieron a contemplar ciertos actos que se realizaban con los signos o al ser emitidas determinadas expresiones. Tanto la enseñanza de Austin como la doctrina de Gracián constituyen un reparo sobre algo común y cotidiano, a saber, el quehacer convencional de los signos. El filósofo inglés aspira a identificar nítidamente la fuerza realizativa del lenguaje y sus formas de actualización; mientras que el escritor aragonés se empeña en desvelar la "esencia" y "accidentes" de un acto que se encuentra enrollado en acciones, pinturas y, por su puesto, en la palabra y la literatura. 1 Cf. EMILIO HIDALGO-SERNA, El pensamiento ingenioso en Baltasar Gracián, trad. Manuel Canet, Anthrophos, Barcelona, 1993. 2 Cf. ANA MARÍA MARTÍNEZ DE LA ESCALERA, Algo propio, algo distinto de sí. Ensayos sobre Dante, Gracián y la astucia del lenguaje, Anthropos, Barcelona, 2001. 3 Cf. MERCEDES BLANCO, Les rhétoriques de la pointe. Baltasar Gracián et le conceptisme en Europe, Librairie Honoré Champion, Paris, 1992. -11- Centro Virtual Cervantes

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AUSTIN Y GRACIÁN: UNA PERSPECTIVA ILOCUCIONARIA DE LA AGUDEZA

Lo que ayer fue un pasmo hoy viene a ser desprecio; no porque haya perdido de su perfección, sino de nuestra estimación; no porque se haya mudado, antes porque no, y porque se nos haze de nuevo. Redimen esta civilidad del gusto los sabios con hazer refle-xiones nuevas sobre las perfecciones antiguas, renovando el gusto con la admiración

B. Gracián

Se ha estudiado el concepto de Gracián desde diversas posiciones, y, sin duda, todavía queda mucho por experimentar. Ha sido observado desde el punto de vista lógico-filosófico1

, retórico2, comparativo3

, etc. Por mi parte, en esta comunicación ofrezco tan solo un matiz, que resulta de la singular unión de dos genios, de dos épocas.

Entre Austin y Gracián se hallan coincidencias que disuelven el tiempo. Ambos se ocuparon en la enseñanza de la filosofía moral; ambos disfrutaban de exponer su pensamiento en reuniones privadas, sublimando el poder didáctico de la conversación; pero, ante todo, los dos se detuvieron a contemplar ciertos actos que se realizaban con los signos o al ser emitidas determinadas expresiones. Tanto la enseñanza de Austin como la doctrina de Gracián constituyen un reparo sobre algo común y cotidiano, a saber, el quehacer convencional de los signos. El filósofo inglés aspira a identificar nítidamente la fuerza realizativa del lenguaje y sus formas de actualización; mientras que el escritor aragonés se empeña en desvelar la "esencia" y "accidentes" de un acto que se encuentra enrollado en acciones, pinturas y, por su puesto, en la palabra y la literatura.

1 Cf. EMILIO HIDALGO-SERNA, El pensamiento ingenioso en Baltasar Gracián, trad. Manuel Canet, Anthrophos, Barcelona, 1993.

2 Cf. ANA MARÍA MARTÍNEZ DE LA ESCALERA, Algo propio, algo distinto de sí. Ensayos sobre Dante, Gracián y la astucia del lenguaje, Anthropos, Barcelona, 2001.

3 Cf. MERCEDES BLANCO, Les rhétoriques de la pointe. Baltasar Gracián et le conceptisme en Europe, Librairie Honoré Champion, Paris, 1992.

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Lo que aquí comparto con ustedes es una reflexión acerca de la probabilidad que tienen las expresiones "conceptistas" de ser interpretadas de una manera distinta a la enunciación, a la moción estética o, inclusive, distinta a la función poética del lenguaje, según la define J akobson4

• En otras palabras, presento una perspectiva ilocucionaria de la Agudeza y arte de ingenio5

Austin implanta el término "performative" o 'realizativo', dentro de un ciclo de conferencias dictadas en la Universidad de Harvard, que fueron compiladas bajo el título-de acuerdo con la edición castellana-: Cómo hacer cosas con palabras. Con dicha voz -''performative"- da nombre a las expresiones que implican una acción, una "realización" de algo, de suerte que:

Cuando, con la mano sobre los Evangelios y en presencia del funcionario apropiado, digo "¡Sí, juro!", no estoy informando acerca de un juramento; lo estoy prestando".

Es cierto que la poesía o el discurso oratorio o los cuentos, chistes y fábulas -géneros todos con los que Gracián ejemplifica la agudeza- no pueden interpretarse, por ellos mismos, como un "uso del lenguaje" en el sentido de "acto ilocucionario"; esto es, como una expresión que, en ciertas circunstancias, importa el hecho de hacer algo; por ejemplo, el hecho de comprometerse, advertir, protestar o rendir un informe7

• Cuando aquellas expresiones acarrean consecuencias en el auditorio o el receptor, de suerte que lo hagan conmoverse, sorprenderse, reír o persuadirse, tales efectos por ningún motivo se consideran como realizados al pronunciarse el discurso o decir el chiste, etcétera. Pueden ser consecuencia de la palabra, y en todo caso se concebirían como actos ''perlocucionarios"; es decir, efectos

4 ParaJakobson la función poética consiste en "la tendencia hacia el mensaje como tal", esto es, cuando los signos se refieren a sí mismos (en HELENA BERISTÁIN, Diccionario de retórica y poética, Porrúa, México, 2000, p. 225).

5 En adelante citaré como AA la Agudeza y arte de ingenio, ed. Evaristo Correa Calderón, Castalia, Madrid, ·1987; y como AITA el Arte de ingenio. Tratado de la Agudeza, ed. Emilio Blanco, Cátedra, Madrid, 1998. Anotaré, luego de la abreviatura, el tomo, "discurso" y páginas, en este orden. Dado que AITA está editada en un solo volumen, se exceptúa la indicación del tomo.

6 J. L. AUSTIN, Cómo hacer cosas con palabras, trads. Genaro R. Carrió y Eduardo A. Robossi, Paidós, Barcelona, 1998, p. 47.

7 Cf. ibid., pp. 147-149.

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o actos producidos por la locución8• Lo que hace que una expresión sea

tenida por "realizativo" -''perfarmative"- es, justamente, que al decir algo estemos haciendo algo, y no enunciando alguna cosa; además -observa Austin-:

Debemos advertir que el acto ilocucionario es un acto convencional; un acto hecho de conformidad con una convención9

En ese sentido, el "realizativo" es tal, y produce tales consecuencias, debido a la existencia de un acuerdo, antes que a una reacción natural1°.

La tarea que Gracián emprende, en las dos versiones de su tratado ( 1642 y 1648), es la de mostrar el concepto con sus variedades de agudeza, a la vez que educar y erigir un arte sobre ese acto. En ambas versiones se inscribe este subtítulo: En que se explican todos los modos, y diferencias de Conceptos11

• Por ende, cabe sostener que nuestro jesuita no teoriza sobre los géneros discursivos y literarios; que no enseña a hacer discursos oratorios o históricos, ni poemas o cuentos o chistes, etc., y menos a pintar o a dibujar un jeroglífico. De la misma manera en que no expone técnicas para pintar, tampoco para escribir un soneto o una alegoría. Gracián, antes que enseñar a hacer esa clase de composiciones, instruye sobre el concepto y la agudeza. Sobre esto versa su técnica, cuyo objeto es diverso del de las preceptivas retóricas y poéticas12

• De ahí que aquello que atañe a los géneros ejemplares no implica que afecte al concepto. Éste, como se sabe, es "un acto del

8 Cf. ibid., pp. 154-161. 9 !bid., p. 149. Para dar un sentido claro al presupuesto convencional del

"realizativo", cito algunas condiciones enumeradas por el filósofo inglés: "A. 1) Tiene que haber un procedimiento convencional aceptado, que posea cierto efecto convencional; dicho procedimiento debe incluir la emisión de ciertas palabras por parte de ciertas personas en ciertas circunstancias ... " (p. 56).

10 Un acto perlocucionario, a la inversa, implica consecuencias no convencionales, sobre las que falta un acuerdo de que tales consecuencias se generen. Sería absurdo pensar en la existencia de reglas que prescribieran y dieran por realizada mi persuasión ante ciertos discursos o mi risa ante ciertos chistes. Estos efectos podrían ser descritos como una reacción "natural"; pero nunca convencional, como los que produce un juicio (en sentido jurídico).

11 AA, p. 37; y AITA, p. 126. 12 He aquí una razón por la que sería inexacto, incluso falaz, afirmar que la

Agudeza es una retórica o una poética. En esa obra hay una filosofía del lenguaje y una poiesis del sentido, en efecto; pero los procedimientos se ubican en la acción correlativa del concepto, y no en los géneros discursivos per se, ni siquiera en la argumentación.

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entendimiento, que exprime la correspondencia que se halla entre los objectos"13

• Las reglas, efectos y "convenciones" que lo regulan conllevan, entonces, una especial forma de interpretación.

El concepto está condicionado por las circunstancias especiales de la ocasión en que se asienta la expresión emitida14

• Pero estas condiciones no son naturales, sino convencionales, puesto que provienen de un acuerdo, de una convención, tales como el nombre, la escritura, la acentuación, el valor y sentido de las tradiciones y de los hechos, las reglas de conducta, etc., y todo lo que representa el "sujeto" y sus "adjuntos", de donde echa mano el conceptista para formar las "correspondencias" 15

• De esta suerte, las circunstancias especiales, a pesar de constituir un hecho, no son ajenas a la convención y al lenguaje.

Austin, por su lado, explica que al introducir la terminología de la ilocución, traza una alusión a las "convenciones de la fuerza ilocucionaria" -el poder de hacer al decir- que descansan, precisamente, sobre las circunstancias especiales. Cito a la letra:

Lo que introducimos mediante el uso de la terminología de la ilocución... es... una referencia a las convenciones de la fuerza ilocucionaria en cuanto gravitan sobre las circunstancias especiales de la ocasión en que la expresión es emitida!(;.

Dichas "convenciones de la fuerza ilocucionaria" son las que hacen interpretar que una expresión es un realizativo. Decir "el enemigo se acerca" en cierta circunstancia puede ser advertencia. Así, pues, las reglas del concepto también forman "convenciones de la fuerza ilocucionaria", porque antes de regular el sentido de las expresiones, encaminan a interpretar si una expresión dada y en determinadas circunstancias es o no "un acto del entendimiento, que exprime la correspondencia que se

13 AA, 1, 2, p. 55. 14 Escribe el jesuita: "Especialmente se ha de atender a la ocasión y a sus

circunstancias, de la materia, del lugar, de los oyentes ... " (AA, 2, 38, p. 94). 15 Al abordar la primera especie de conceptos en la Agudeza, Gracián expone la

regla general que debe seguir el conceptista: "Es el sujeto sobre quien se discurre y pondera .. ., de quien reparte el discurso, líneas de ponderación y sutileza a las entidades que lo rodean; esto es, a los adjuntos .. ., como son las causas, sus efectos, atributos ... y cualquier otro término correspondiente; valos careando de uno en uno con el sujeto, y unos con otros, entre sí" (AA, 1, 4, p. 64).

16 J. L. AUSTIN, op. cit., p. 160.

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halla entre los objectos". Anoto un ejemplo de la Agudeza, consistente en una alusión sola:

Alabándole a Nerón el plato de los hongos, muy validos entonces en Roma, dijo él en confirmación: "Al fin son comida de dioses"; aludió al hongo envenenado con que mataron al emperador Claudia, su antecesor, y después le repusieron entre los dioses, según sus ciegos y vanos ritos. No tiene este pensamiento otra agudeza más que la alusión a la historia17

La expresión "[los hongos] son comida de dioses", emitida en la circunstancia adecuada y por la persona justa puede ser más que una simple enunciación; de hecho, es la realización de un concepto. No es gratuito el modo con que Gracián constantemente se refiere a ese acto: "hacer concepto". Mediante esta forma denota una auténtica ejecución, con palabras u otros signos, justamente de la agudeza

Austin desmonopoliza el uso común de la terminología de los actos que hacen referencia a las acciones físicas no convencionales 18

. El término "acto" adquiere una aplicación más extensa, que comprende tanto aquellas acciones físicas que tienen un sentido convencional como los actos intangibles (mas igualmente convencionales), que se realizan al emitir determinados signos. Así, al levantar la mano se ejerce el voto en una asamblea, y al decir "te prometo que mañana vendré" se está constituyendo un compromiso. El concepto, a la par que el ejercicio del voto o la constitución del compromiso, no es el acto físico o la palabra; pero no cabe duda de que se realiza al efectuarse el acto físico o al emitirse la expresión. Completo esta paridad con un fascinante ejemplo de la Agudeza, de ingeniosas acciones:

Discurrió a lo griego el tebano Ismenías, en la embajada al persiano. Era inviolable ley entre los persas, el hincar la rodilla en llegando a la real presencia; era infamia entre los griegos hacer tal. Astuto él, para desmentir encontradas obligaciones, dejó caer al entrar un anillo, e inclinóse para recogerle, equivocando desta suerte la cortesía con la contingencia 19

17 AA, 2, 49, p. 158. 18 Cf. J. L. AUSTIN, op. cit., pp. 155-157. 19 AA, 2, 45, p. 136.

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El concepto aprehendido por la definición graciana -e inferido por los ejemplos- aparece pleno de intención. Si el jesuita lo define como "un acto del entendimiento, que exprime la correspondencia que se halla entre los objectos", es porque desea enunciar la acción volitiva de "sacar jugo", de "sacar provecho" de la presencia de dicha correspondencia. Esto es lo que hace Nerón al pronunciar "Al fin son [los hongos] comida de dioses", e Ismenías al tirar el anillo e inclinarse para recogerlo ante la embajada al rey de Persia. En forma concreta, "sacar provecho" de la correspondencia equivale a, por un lado, equivocar el sentido del "sujeto", y, por otro, a significar ocasionalmente al "sujeto" mismo20

• Ambas son acciones transitivas de sentido; es decir -aunque la primera se perfecciona con la actualización de varios significados-, las dos afectan la normal aprehensión -mejor dicho-, el texto y contexto normal del "sujeto".

Pero no debe confundirse la acción conceptuosa de significar con el acto de enunciar. La enunciación se describe como un uso locucionario del lenguaje, y, por ende, la expresión que se emite con este ánimo de uso, puede interpretarse como falsa o verdadera. Distintamente, en la expresión realizativa no caben esas interpretaciones, sino, de otra manera, se juzga por cuanto si ha sido afortunada o no la frase emitida o la acción efectuada; esto es, si se ha realizado o no algo, según las "convenciones de la fuerza ilocucionaria". En este orden, se puede juzgar si lsmenías ha logrado equivocar o no el sentido de la acción con su estratagema, mas no si ésta es verdadera o falsa; y, del mismo modo, si Nerón ha logrado significar a la ocasión con la expresión emitida, pero no su veracidad. En caso afirmativo, si realmente han aprovechado la presencia de la corresponden-cia, ya equivocando o ya significando, sus actos son afortunados.

Para pasar a otra cuestión, subrayo que el concepto es el acto que se realiza o la realización -performance-, equivalente a advertir o protestar, etc., al desarrollarse un acto físico o emitirse una expresión realizativa -performative-21

• Sin ir más lejos, el lenguaje de un poema, de un discurso sacro o histórico, de una conversación, puede describirse en el sentido del acto ilocucionario, si ese lenguaje comporta la realización de un concepto.

20 Los realizativos del concepto suponen una referencia, un "sujeto", el cual es precisamente aquello que sufre la afectación en forma convencional, y que equivale a la referencia del realizativo, por ejemplo, "bautizo este barco con el nombre de Berta". El indicador de la deixis que construye el contexto debe considerarse a la hora de interpretar el realizativo para su perfección.

21 No descarto las pinturas y dibujos como realizativos del concepto al no haber ejemplificado con ellos. Los incluyo en la medida que se usan para sacar provecho de la correspondencia que se halla entre los objetos.

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La terminología apropiada para referirse a aquel particular acto ilocucionario, sería la de "expresión realizativa del concepto" -con base en la necesidad de analizar literatura-. Sin embargo, me parece más apropiado simplificarla, empleando un solo término que tenga la marca de la intención del realizativo específico. Así, llamaré a aquel uso ilocucionario del lenguaje en particular, sencillamente, y por metonimia, "concepto".

No obstante parezca poco serio esta vuelta al término original, con ello dejo asentada la idea de que Gracián, cuando emplea dicho vocablo, conscientemente supone que el acto del entendimiento es distinto del mero lenguaje, pero que se realiza al emitirse la expresión, por ejemplo, metafórica, entimemática o antitética. Tal conciencia se deja ver en afirmaciones como: "Los Retóricos reduzen esta Agudeza [por contradic-ción de proposiciones] a su Antítesi, pero ella es sutileza que passa los límites de figura Retórica, porque es concepto de los más sutiles, y que no para en sola la contraposición y ornato de palabras"22

• Esto significa que la antítesis no es concepto23

, sino cuando al emitirse esa figura se saca provecho de la casual correspondencia -contradicción- que se ha encontrado entre dos proposiciones; de ahí se entiende el porqué la antítesis rebasa los límites de la tropología. También en la siguiente cita se refleja la conciencia referida; aunque esta vez, Gracián habla de la agudeza compuesta por metáforas:

La semejanza o metáfora ... , por lo sublime a veces del término a quien se transfiere o asemeja el sujeto, suele ser la ordinaria oficina de los discursos, y aunque tan común, se hallan en ella compuestos extraordinarios, por lo prodigioso de la correspondencia y careo24

Otra forma de evidenciarse aquel conocimiento del jesuita reside en el hecho de que él mismo propone manifestaciones distintas al lenguaje, con las que se "hace concepto".

En cuanto a la interpretación en sentido ilocucionario o locucionario de los conceptos, pareciera que vacila nuestro escritor, incluso que llegara a cuestionar su propia conciencia. Pareciera que no cuaja del todo la forma en que debe juzgar los actos que se le ponen límpidamente a la vista, y para los que, sin embargo, carece de una teoría adecuada. Así concibe el valor de la agudezaparadoxa: "Piden estos discursos gran fundamento para

22 A/TA, 38, p. 349. 23 En el sentido de expresión realizativa del acto. 24 AA, 2, 53, p. 179.

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no dar al traste de falacias: menos inconveniente ser un Concepto falto que falso" 25

• El escollo de Gracián -por demás comprensible- consiste en no tener muy claro que una expresión puede ser valorada de una manera diferente a la enunciación, si tal expresión es emitida conforme a ciertas circunstancias especiales. Esto es, no le queda muy claro si hay otros modos fuera de la verdad o mentira para calificar el lenguaje. Sobre todo su fluctuación teórica se percibe al tratar con expresiones que conforman sentencias, entimemas, adagios y demás expresiones que normalmente se agrupan entre las aserciones: "Hay unas verdades plausibles y gustosas, que participan igualmente de la agudeza y de la prudencia, como aquella de Marcial a Emiliano, cuando le dice: «Si eres pobre, siempre serás pobre, porque las dádivas no se hazen sino a los ricos»"2

ü. Marcial, para hacer concepto, inventa el entimema basándose sobre lo plausible. Esto complica las interpretaciones del jesuita, dado que es normal que el entimema se valore, si no como verdad, por lo menos como probabilidad. Pero en idéntica forma que un dicho o adagio folklórico emitido en determinada circunstancia es concepto, y, por ende, un acto afortunado; un entimema, una verdad inventada, si se emite conforme a las reglas que hacen describir la expresión en el sentido del concepto, constituirán este acto. Su interpretación, entonces, tenderá a valorar su suerte. En efecto, nuestro jesuita, al dilucidar acerca de la aplicación de la erudición en dichos, adagios y sentencias, lo confirma: "Es de notar, que unas veces discurre el ingenio por invención; otras, por elección, así que no siempre se inventa"27

; incluso: "Hay también aplicación de la aplicación; esto es, el hecho que estaba aplicado en común se puede singularizar a una ocasión especial "28

Gracián tiene dentro del campo de su visión diversas y distantes expresiones que, bien miradas, todas confluyen en un mismo punto de apreciación: se logró o no se logró, es afortunado o no el concepto. Si no, ¿de qué manera se interpretarían las ingeniosas transposiciones? Escribe nuestro jesuita en 1648: "Consiste su artificio en transformar el objeto y convertirlo en lo contrario de lo que parece; obra grave de la inventiva y una pronta tropelía del ingenio"2

!i.

25 AITA, 18, p. 233. 26 AA, 2, 28, p. 251. 27 AA, 2, 59, p. 228. 28 !bid., p. 227. 29 AA, 1, 17, p.179.

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En el concepto rutila el espíritu lúdico del Barroco, y debe describirse e interpretarse, con toda justicia, como "una pronta tropelía del ingenio", como un acto que ingeniosamente muda la apariencia de las cosas, "por más que el rígido Gracián lo censure juguete de la trac;:a en su más sutil que provechosaArte de ingenio"30

, según censura el otro Gracián, el de 1651.

RAúL RAMÍREZ ÜRTIZ

Universidad Nacional Autónoma de México

30 BALTASAR GRACIÁN, El Criticón, 7• ed., ed. Santos Alonso, Cátedra, Madrid, 2000, p. 63.

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