Autobiografía

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1 Diane Negrón Flores

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Autobiografía Diane Negrón Flores Universidad Interamericana de San Germán Requisito de las clase doctoral 8103 Dr. Raúl E. Acevedo Segarra

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Diane Negrón Flores

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Diane Negrón Flores Sexto Grado

Esc. Elemental de Macún E

T

Aprender sin reflexionar es malgastar la energía.

Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

enía apenas siete años, cuando

aprovechando el descuido de mi madre y mi maestra

me pare frente a la pizarra y comencé a jugar a ser

maestra. Mi maestra se percata de mi juego, me

observa y me pregunta, -tú vas a ser maestra cuando

seas grande, ¿verdad?, mi reacción inmediata fue, -

¡uy, no! – Claro, a los siete años no deseaba pasar

el resto de mi vida en la sala de clases. Aquella

maestra supo identificar mis dotes magisteriales

antes de que yo los descubriera.

Los recuerdos de mi infancia no son totalmente claros. No puedo recordar mi primer día

en la escuela, pero si recuerdo claramente que mi hermana menor, lloro mucho en el

suyo y apenas nos llevamos un año. También recuerdo que me sacaban del salón y

me llevaban a un salón más pequeño para darnos ayuda individualizada, siempre que

la maestra me buscaba, los estudiantes se burlaban de mí, con el tiempo me enteré

que era estudiante de Título I y que ese programa era para niños especiales. ¡Claro

que era especial!, era una niña feliz y no tenía preocupaciones solo, una gran

imaginación.

Vivir en el barrio Macún de Toa Baja me dio la ventaja de vivir en la diversidad. Era

principios de los años 70, cuando mi papá compró casa en el barrio Macún, el dinero

que traía de los Estados Unidos para establecerse en Puerto Rico, no era suficiente

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para comprar en ningún otro lugar. Aunque su deseo era comprar en Aguada no

encontró trabajo en esa área y tuvo que conformarse con vivir en Macún. Muchos años

más tarde me di cuenta que nuestra familia era una de las seis familias blancas que

vivía en una comunidad de raza negra. Por eso, durante mi niñez no diferenciaba un

blanco de un negro, para mi todos eran iguales.

Mi infancia paso sin mayores contratiempos

y mi única preocupación en la escuela era

no llevar a casa notas de D o F. Todavía

recuerdo a mi madre cuando nos decía, -

“aquí no aceptaré menos de C por

notas y MS en conducta”. Portarse bien

y ser responsable en la escuela más

que un deber era una obligación y

con eso mami no negociaba.

¡Qué mucho tarde en despertar! Recuerdo que al llegar a la escuela superior sabía que

quería continuar estudios universitarios y para lograrlo, tenía que sacar buenas notas.

¡Y así lo hice! Me esforcé mucho en la escuela superior y aprendí todo lo que había

dejado de aprender por largo tiempo.

Creo que la huelga de la Universidad de Puerto Rico en el año 1981, que fue

ampliamente televisada, tuvo mucha influencia en mi deseo de estudiar en el sistema

de la UPR. Ver aquellos estudiantes luchando por sus ideales me inspiró admiración

por sus luchas y deseos de superación. Me propuse entrar al sistema de la UPR y lo

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logré. Pero mi vida dio un cambio trascendental, y mis padres deciden dejar Macún

para mudarse a Aguada.

Inicié estudios en la UPR de Aguadilla en el Departamento de Educación. Una vez

inicié, me propuse terminar en cuatro años y así fue. A los dos años pedí traslado a la

UPR en Ponce y terminé el bachillerato en Educación Elemental.

Durante mis estudios universitarios descubrí dos cosas que han sido transcendentales

en mi vida, número uno: me encanta el magisterio y número dos: soy disléxica.

Inexplicablemente nadie me diagnostico. Fue en la clase de Niño excepcional que

escuche por primera vez de la dislexia. Cuando escuche a la profesora describir lo que

era la condición y como se reflejaba en el

aprendizaje, vi pasar toda mi niñez y pude

explicar muchos de mis problemas

académicos. ¡Cuántas cosas pude explicar

después de este descubrimiento! Por eso

era del programa de Título I durante mis

años de escuela elemental y mi relación

con la lectura y los números era de difícil

manejo. Pero me sentí tan feliz de

descubrir que había superado muchos

obstáculos a pesar de mi condición y además ahora sabía que

concentrándome un poquito más podía aprender mejor. Conocer de primera mano la

dislexia me ha ayudado a ser mejor maestra. Cuando estoy explicando alguna destreza

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soy bien específica y utilizo ejemplos concretos. Además, soy sensible con los

estudiantes del Programa de Educación Especial, en especial con los estudiantes con

problemas de aprendizaje porque me identifico con ellos al haber pasado por esa

situación.

El mismo día en que me gradué de bachillerato en Educación, me casé. Sentí la alegría

del matrimonio y el consuelo de haber terminado la universidad pero sin haber asistido

en los actos de graduación. Aunque había concluido los estudios no había puesto

punto final a esa etapa. Muchos años más tarde llegaría a poner punto final en otro

país.

Me inicié en el mundo del trabajo en 1989, pero no en una escuela sino en una

lavandería. Una vez graduada y casada con un maestro, mi padre me propuso que me

quedara trabajando con él en lo que encontraba trabajo como maestra. Aunque

coquetee con la idea de trabajar en un colegio privado, cuando me enteré las

condiciones económicas y las presiones académicas de los maestros en esas plazas

decliné de la idea.

Pasaron 10 años, disfruté de un trabajo flexible

y descubrí el placer de la lectura. Gabriel

García Márquez, Isabel Allende, Margaret

Mitchell y Gordon Thomas fueron algunos

autores que descubrí durante esa época.

También ocupe mi tiempo con la maternidad y

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Esc. Lcdo. Eugenio González Bo. Guaniquilla, Aguada P.R.

traje al mundo a tres hermosos hijos. En esa época mi papá fue mi maestro y su mayor

enseñanza fue sobre las relaciones humanas y laborales.

En febrero del 2000 recibí una llamada que cambió mi vida. La Sra. Hilda Rosa

Superintendente Auxiliar del Distrito Escolar de Aguada, que por cierto es mi cuñada,

me informó que por la nueva Ley de “Class Size Reduction” se estaban abriendo

nuevas plazas por convocatorias. Entonces fue cuando me armé de valor y fui a la

primera convocatoria pero no obtuve la plaza. Lo volví a intentar en una segunda

convocatoria, pero para esta iba mejor preparada, tenía recomendaciones. Recuerdo

que las rodillas me temblaban, el corazón me retumbaba en el pecho y mi miedo fue

tan grande que me tuve que encerrar en el baño del Departamento de Educación de

Mayagüez a rezar. En esa segunda convocatoria fui contratada. Estoy bien consciente

que pesaron más las recomendaciones que cualquier otra cosa que pude haber dicho.

Pero también comprendí que

esa recomendación, más

que una bendición fue un

compromiso, no podía

hacer quedar mal a la

persona que me

recomendó. En este

momento comenzó mi

obligación con la búsqueda

de la excelencia.

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Diez años después de graduada de educación, iba a iniciar como educadora y no

recordaba nada sobre enseñanza y aprendizaje. Los libros de educación que con los

que me había educado yacían en una caja llena de polvo en el sótano. ¡Los métodos,

los enfoques educativos, las técnicas, las estrategias todo se me había olvidado! Pero

había algo que me preocupaba más que todo lo anterior.

No puedo recordar su nombre o apellido pero aquella profesora de educación

sumamente recatada y formal me enseño algo que nunca olvidé, manejo de grupo y

disciplina. “La disciplina es necesaria para que haya aprendizaje”. “Sean maestros

amables, bondadosos y disciplinen con amor”. “Donde no hay disciplina, no hay

aprendizaje.” Todavía 25 años más tarde su enseñanza me retumba en la cabeza y

sus palabras me marcaron como la pintura marca el lienzo de un pintor.

Era 9 de marzo del 2000, cuando

inicié labores con un grupo de primer

grado en la escuela Lcdo. Eugenio

González de Aguada, en la cual

todavía laboro. En aquel momento

sabía a lo que me enfrentaba,

pues en la entrevista me lo

advirtieron, pero no es lo mismo

llamar al diablo que verlo venir. Los pequeños estudiantes de primer

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grado todavía no sabían leer. El grupo se dividió porque su matrícula era de 35

estudiantes y a mí me correspondían los más rezagados. ¡Por supuesto, el reto era

enseñar a leer a 15 estudiantes en dos meses!

Esos fueron los meses más tormentosos en mi carrera como educadora. Era una

mezcla de enseñanza y aprendizaje desde dos frentes. Tenía que aprender a enseñar

y enseñar a aprender. En esos días deje de dormir con placer. Durante el día ponía en

práctica todo lo que mis maestras mentoras me enseñaban y durante la noche no

dormía preparando materiales, planes y recursos audiovisuales. Gracias a Dios, mi

esposo que también es maestro me ayudó en el área administrativa, procesos, cartas

circulares y memos. Además, a mi lado tenía dos excelentes maestras mentoras que

me enseñaron técnicas de enseñanza, estrategias y sobre todo métodos para la

enseñanza de lectura.

Fui maestra de primer grado tres años y durante esos años adquirí la pasión por la

enseñanza de lectura. Descubrí que muchos maestros no dominaban estrategias para

fortalecer los métodos para la enseñanza de lectura y que había, y todavía hay, una

necesidad apremiante de adiestrar maestros de todos los niveles en esa área.

Una de las cosas que llamó mi atención cuando llegue a la escuela fue que a pesar de

que hacía más de 15 años que me había graduado de la escuela, encontraba las

mismas condiciones en la sala de clases; pupitres, pizarra verde y tizas. Solo algo

había cambiado, los juegos electrónicos habían invadido los planteles escolares. Los

estudiantes esperaban con ansias la hora del almuerzo para sentarse en los pasillos a

jugar con el “Gameboy”. Sentía que no podía competir con los juegos electrónicos

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con sus excitantes y coloridas pantallas. Por más esfuerzo que hacía para crear

recursos audiovisuales atractivos la competencia me estaba destruyendo.

Entonces fue cuando decidí comenzar a jugar rudo, le envié una carta a la Cooperativa

de Ahorro y Crédito de Aguada proponiendo un Proyecto de integración de la

tecnología en la sala de clases y solicitando el donativo de una computadora para

iniciar el proyecto. La solicitud fue aprobada y en noviembre del año 2002, llegó la

primera computadora a la sala de clases y comencé con la tarea diseñar actividades

educativas en “Power Point” para reforzar las destrezas. El éxito fue instantáneo los

niños se esforzaban por terminaban cualquier tarea para hacer turno para usar la

computadora, comenzaron a quedarse en el salón a la hora del almuerzo para usar los

programas de la computadores y reforzar las destrezas del día jugando.

Un domingo encontré en el periódico una convocatoria para que los maestros

sometieran propuestas para fondos federales por Título V parte A. Decidí arriesgarme y

redactar el proyecto usando como base el proyecto de integración de la tecnología a la

sala de clases que tenía implementado en el salón. Tardé un año en redactar la

propuesta y tuve que esperar al próximo año escolar para someterla porque entre la

convocatoria de orientación y la fecha para someter la propuesta, es de apenas dos o

tres semanas y no pude terminarla a tiempo.

Redactar una propuesta federal no fue nada fácil, tuve que conseguir información

relevante sobre la escuela, leer y comprender el Marco Curricular del DEPR para

conocer sus metas y objetivos, investigar sobre la integración de la tecnología en la

sala de clase entre muchas otras cosas. Después de conocer esta información

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comenzó la ardua tarea de desarrollar y justificar el uso de la tecnología en la sala de

clases, para mejorar el aprovechamiento académico de los estudiantes. Fueron

muchos meses de aprendizaje y ardua labor en la que muchas veces me sentí perdida

y sola porque no tenía asesoramiento o apoyo de algún experto en el área. Durante la

redacción de la propuesta desarrollé y fortalecí las habilidades del lenguaje escrito.

Esto se convirtió en un beneficio colateral que ha facilitado mi desempeño a nivel

personal y profesional.

Hay momentos en la vida en que no se puede identificar como sucedieron las cosas o

que hecho transformó nuestra vida. Afortunadamente, puedo reconocer la fecha exacta

en que mi vida comenzó a cambiar. Marzo del 2005, marco un giro intenso a mi vida

profesional. A principios del mes de marzo entregue la propuesta en la Oficina de

Asuntos Federales. Estaba tan emocionada y nerviosa porque por fin salía de mis

manos la propuesta después de un año de trabajo intenso.

En esos días me eligieron Maestra de Excelencia de la escuela, asunto que conllevaba

la responsabilidad de prepararme para competir a nivel de Distrito. Nuevamente asumí

el reto y me dispuse a evidenciar mi labor magisterial y los proyectos que realizaba

para ofrecer una educación de calidad a la comunidad escolar. Estaba sumergida en

esa tarea cuando mi maestra mentora me llama para invitarme a lo que ella denomino

“La Gran Tortura”.

Un maestro tiene sobre sus hombros una gran responsabilidad, educar. Esta

responsabilidad implica mantener altos niveles de educación, compromiso y sobre todo

mantenerse actualizado en las nuevas tendencias educativas y los nuevos

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descubrimientos sobre la enseñanza y aprendizaje. La sola idea de continuar estudios

conducentes a la maestría en educación me rizo la piel. A esta aventura la

denominamos “La Gran Tortura”, porque mientras discutíamos las posibilidades de

estudios y ofrecimientos académicos nos dimos cuenta de que lo único que nos

lanzaba a continuar estudios era nuestro

compromiso y pasión con la educación.

Acepte, comenzaría estudios de

maestría en agosto de 2005 en

Cambridge College.

Llego mayo, me encontraba en la

sala de espera para la entrevista de

Maestra de Excelencia, mis manos

no dejaban de sudar, mi corazón latía con intensidad y una sola interrogante ocupaba

mi mente, ¿Por qué estoy aquí? Sabía que era una buena maestra, estaba consciente

del compromiso y la pasión que manifestaba como educadora, pero el proyecto más

importante que había realizado hasta el momento todavía no se había materializado, la

aprobación de la propuesta federal, el Proyecto Aprendemos Jugando.

Los maestros por naturaleza tendemos facilidad para la expresión oral, así que no fue

tan difícil enfrentar al jurado y contestar sus preguntas. Además, tengo que admitir que

siempre que inicio una presentación me siento sumamente nerviosa pero una vez entro

en el calor de la actividad me relajo y lo disfruto. Fue durante la Semana Educativa que

recibí la noticia, ¡gané el premio de Maestra de Excelencia del Distrito Escolar de

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Aguada! Estaba feliz pero todavía no me sentía totalmente satisfecha. Quizás me

exigía demasiado, pero saber que existía la posibilidad de que no me aprobarán la

propuesta, me hacía sentir como si hubiera hecho alguna trampa. En la entrevista

establecí claramente que había sometido la propuesta pero todavía no había recibido

respuesta. Para el jurado, eso entre otras cosas fue suficiente, pero para mí no. Esa

tarde cuando llegué a mi casa me encontré con una fiesta sorpresa todos celebraban

mi logro. Había música, comida y sobre

todo mi familia estaba muy orgullosa de

mí. Estábamos en la celebración

cuando llegó a mí casa la

Superintendente del Distrito Escolar

de Aguada con la carta de la Oficina

de Asuntos Federales. Mi cara se

transformó, paso de la alegría al terror. Tenía a

medio pueblo en mi casa celebrando mi logro como Maestra de Excelencia y con ellos

de testigo me entregaron la carta que podía echar al piso lo que debía ser uno de mis

mayores logros. Todos me rodearon para conocer la noticia, no escuche más la

música, el silencio era sepulcral, mis manos sudorosas abrieron la carta y la leí en

silencio. Levante la vista y comencé a gritar de alegría, ahora si sentía que la fiesta

valía la pena.

La Propuesta Federal del Proyecto Aprendemos Jugando fue aprobada por tres años

consecutivos, se aprobaron en total $148,000 dólares para la integración de la

tecnología en la sala de clases, impactando estudiantes de kínder a tercer grado. Los

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Personal del Departamento de Educación

instalando el equipo para el proyecto

Aprendemos juagando.

salones de kínder a tercer grado se prepararon con equipo de alta tecnología que iba

desde computadoras y proyectores hasta pizarra electrónica. Los maestros fueron

adiestrador sobre el uso de la tecnología y como integrarla adecuadamente a las

materias académicas. Además, dediqué largas horas a diseñar una página web para la

escuela, www.freewebs.com/dnegron, en la cual se colocaban enlaces de páginas

Web de juegos educativos que los estudiantes podían usar para desarrollar las

destrezas de las materias básicas como español, matemáticas, ciencias e inglés.

Indiscutiblemente con este proyecto la escuela Lcdo. Eugenio González de Aguada fue

una de las primeras escuelas en colocarse a la vanguardia de la tecnología en el

Distrito de Aguada.

Durante todo ese proceso aprendí

mucho sobre el proceso de compras

en el DEPR y lo más importante fue

que entendí que el maestro que

desee tener los recursos educativos

adecuados en la sala de clases para

beneficio de sus estudiantes, debe

buscarlos y no esperar por el DEPR.

Por otra parte, los estudios conducentes

a la maestría en Educación continuaban su curso. Estaba en un terreno educativo

nuevo. Toda mi educación universitaria fue presencial, hasta ese momento no había

incursionado en clases a distancia. El programa de Maestría de Cambridge College era

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a distancia y representaba un reto que al inicio me estremeció. Aunque tenía la

oportunidad de aplicar a programas presenciales en la Universidad Interamericana o

en el Sistema Ana G. Méndez no lo hice porque mis hijos estaban pequeños y no

deseaba estar fuera de mi hogar por largas horas. Mi esposo y yo siempre hemos

compartido tareas en el hogar, pero las responsabilidades académicas de nuestros tres

hijos, recaían mayormente sobre mí. Con esto en mente, decidí tomar las clases a

distancia.

No fue fácil la transición de estudiante presencial a estudiante virtual, pero estaba

receptiva al cambio. La enseñanza basada en la noción de auto estudio, la ausencia

de un profesor presencial y no tener una hora establecida para las clases fueron los

primeros obstáculos que me estremecieron. Pero como buena planificador después de

las primeras semanas caí en tiempo y comencé a establecer rutinas de estudio.

Después del primer semestre de estudio descubrí las ventajas de los estudios a

distancia y más que nada me di cuenta que la época en que me había tocado vivir

estaba enmarcada en grandes cambios educativos en la enseñanza y el aprendizaje.

La globalización iba acompañada de un amplio y vigoroso cambio tecnológico que

permitía y promovía un cambio radical en la concepción de la educación.

Era el momento de la adaptación, de la misma manera en que trabajaba para que mis

estudiantes tuvieran acceso a las nuevas tecnologías de la educación, también yo tenía

que moverme como estudiantes a la nuevas tendencias educativas. Realmente estaba

bien consciente del cambio y no cree resistencia al contrario cada vez disfrutaba más

conocer nuevas tecnología.

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Una época de rápidos cambios tecnológicos impacto tanto mi existencia que decidí que

las clases electivas fueran de tecnología educativa y así podría contribuir a manejar

con calidad y eficiencia los proyectos de tecnología en la sala de clases.

Terminados los estudios de maestría en Educación llegan los actos de graduación los

cuales se celebrarían en el campus de Boston, Massachusetts. Esta fue la oportunidad

para poner punto final a mis estudios universitarios. Sentía que al fin cerraría la puerta

que había dejado abierta al concluir el bachillerato. Viaje a los actos de graduación y

conocí a otros boricuas que al igual que yo habían viajado a graduarse en un lugar

desconocido, un mar de egresados deseosos de tirar el birrete y concluir esta etapa

estaban frente a mí.

Luego de concluir la maestría, llegue a pensar en varias ocasiones continuar estudios

doctorales pero realmente sentía que necesitaba un descanso mental. En apenas seis

años había completado

muchas metas

profesionales.

Curiosamente ninguna de

ellas había sido

planificada, todas eran

puertas abiertas en el

camino por las que decidí

entrar. Una vez dentro

asumía el reto y luchaba

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para completarlo. Algunas personas planifican y establecen metas, en mi caso no

podría decir que sucedió así. Ahora me sentía totalmente feliz en la sala de clases, ya

no tenía que dividir las responsabilidades entre la enseñanza y los estudios. Disfrutaba

apasionadamente de enseñar a mis estudiantes. Le dedique más tiempo a los

proyectos e incorpore nuevas estrategias, definitivamente disfrutaba una nueva etapa.

Era principios del año 2007, una compañía educativa que brinda servicios al

Departamento de Educación, convoca

a los maestros a adiestrarse para

integrar tecnología a la sala de

clases, tema que me apasiona, así

que inicié adiestramientos y talleres.

Como requisito final teníamos que

diseñar un proyecto de integración de

la tecnología en alguna materia

básica. Buscando cumplir con el

requisito, pero también cubrir una necesidad en la sala de clases, diseñé el proyecto

Lector Mágico. Este proyecto tiene como objetivo mejorar la fluidez y velocidad lectora

en los estudiantes de tercer grado. Esta es una dificultad con la cual había estado

luchando en la sala clases y aunque había intentado varias estrategias ninguna había

sido totalmente efectiva. Diseñar el proyecto me dio la oportunidad de analizar y

establecer estrategias más concretas y asertivas.

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Una vez diseñado el proyecto se entregaba la propuesta y la compañía escogía

algunos para que se presentaran en una competencia final. Jamás imagine que el

proyecto Lector Mágico llegaría a la competencia final. Me sorprendió enormemente

cuando me llamaron para que me preparara para la presentación del proyecto. Al

principio tuve dudas, porque nunca había realizado una presentación en público y esa

competencia sería en el Centro de Convenciones de Puerto Rico con

aproximadamente 400 maestros participantes, de solo pensarlo se me estremecía el

hasta el alma. Estaba punto de rechazar la oportunidad cuando mi esposo me

confronto, recuerdo que me dijo, “algunas oportunidades solo se dan una vez en la

vida, no la rechaces”. Me arme de valor y acepte el reto.

Tenía apenas unas semanas para prepararme, ya el proyecto Lector Mágico lo había

implantado en la sala de

clases y había demostrado

ser exitoso. El proyecto

aumento la velocidad lectora

entre los estudiantes en un

30% en solo de dos meses,

siendo los estudiantes de

Educación Especial los más

beneficiados.

Cuando llegue a la tarima estaba sumamente nerviosa, cuando inicié la presentación

entre en calor y me convertí en maestra. Me olvidé de las personas y me concentre en

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presentar los hallazgos del proyecto y sus beneficios. El proyecto ganó un honroso

segundo lugar y yo descubrí que cuando estaba nerviosa era cuando más hablaba.

Después de esta primera presentación la compañía me invito a presentar el proyecto

en varias actividades educativas a nivel estatal. Todas con mucho éxito. Además, en el

año 2013, la compañía me solicito que le prestara el Proyecto Lector Mágico para

implantarlo en varias escuelas del área Este del país. El Proyecto impactaría 1,423

estudiantes a lo cual accedí, con la condición de que al terminar me entregaran

evidencia de los resultados. Desde el inicio del proyecto he recopilado todos los datos,

del proyecto que con el pasar de los años se ha convertido en un trabajo de

investigación en acción en la sala de clases. Lamentablemente la compañía no supo

recopilar adecuadamente los datos

y se perdió información valiosa

que hubiera servido para validar

resultados del Proyecto en otra

población. Hace ya siete años

que se implanto el proyecto

Lector Mágico en el tercer

grado de la escuela Lcdo.

Eugenio González y todavía

los resultados en la sala

de clases son

extraordinarios.

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Desarrollar e implantar proyectos en la sala de clases se convirtió en una parte valiosa

de mi labor educativa en la escuela. Cada proyecto desarrolla un aspecto educativo

diferente y ofrece hallazgos importantes para mejorar la calidad educativa. Además, los

proyectos bien desarrollados les establecen metas claras a los estudiantes y los

motivas a conseguirlas. Otro Proyecto del cual asumí responsabilidad en la escuela

fue el Proyecto CENIT. Este proyecto que tiene como objetivo la integración de la

tecnología en la sala de clase en los estudiantes del 4to al 6to, fue uno de grandes

retos. Este proyecto me brindo la oportunidad de un año de talleres sabatinos a través

de toda la Isla y de adiestrar a mis compañeros maestros sobre los temas en que nos

habían adiestrado.

Jamás deje de estudiar, los talleres y los adiestramientos sabatinos eran frecuentes,

especialmente en el área de tecnología educativa. La educación es dinámica y exige

que el maestro se mantenga a la

vanguardia de la educación. Así

que me mantenía actualizada en

los nuevos cambios educativos, esto

debería ser obligatorio para los

maestros. Los maestros al igual que

los médicos y otros profesionales

deberían de cumplir con horas de

educación continua anualmente. Mantener horas de educación continua no debería ser

una opción, sino una obligación para el maestro.

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En mi búsqueda del aprendizaje, llego a mis manos una solicitud para el Internado Pilar

Barbosa, auspiciado por la Oficina de Asuntos Legislativos de Puerto Rico. Después de

completar varios requisitos entre ellos, redacción de ensayos y entrevistas, fui

seleccionada para ser parte de Internado Pilar Barbosa 2007. Esta fue una experiencia

enriquecedora, que me abrió nuevos horizontes y me ayudo a ver la educación desde

otras perspectivas.

Dicho Programa tiene como propósito proporcionar a educadores puertorriqueños

(maestros, directores, superintendentes escolares y profesores universitarios) la

oportunidad de familiarizarse con los recursos y programas educativos disponibles en

Washington,D.C.

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Esta es una experiencia única por la cual se reciben múltiples beneficios que son de

provecho para los profesionales en la educación. El internado tiene una duración de

cuatro semanas y se seleccionan veinticinco (25) participantes cada verano. Son cuatro

semanas intensas de talleres, reuniones y orientaciones sobre procesos educativos y

leyes federales sobre la educación.

A raíz de esta experiencia

educativa entendí como los

cambios educativos del

Departamento de Educación

de Estados Unidos y su

política educativa impactaba

directamente la del

Departamento de Educación

de Puerto Rico. Conocí maestros comprometidos y apasionados que día a día aportan

a mejorar la calidad educativa de nuestro país. Esta experiencia fortaleció mis

destrezas docentes y me dio nuevos bríos.

Con el tiempo llegaron nuevos retos educativos, entre ellos incursione en enseñar a los

estudiantes el arte de la declamación, la oratoria y la poesía coreada. ¡Me encanta!

Disfruto ver como los estudiantes van dominando la técnica y puliendo sus habilidades

hasta brillar. No es fácil dividir todas las tareas educativas para sacar el tiempo para

ensayar, pero cuando se ve el producto terminado, ¡qué orgullo se siente!

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Durante todos estos años he disfrutado cada una de las experiencias educativas, cada

una ha sido única. Pero mi mayor logro ha sido en la sala de clases. A pesar de llevar

14 años en el Sistema de Educación disfruto cada día el proceso de enseñar. Vivo

apasionadamente mi profesión e intento trasmitirles esa pasión a mis estudiantes a

través de cada lección. Siempre estoy buscando nuevas estrategias de enseñanzas y

todos los años planifico nuevas actividades extracurriculares, nuevos proyectos y

nuevos retos. Quizás mi realidad es diferente a los de otros docentes porque

disfruto de un salón con todas las

comodidades y no tengo que dividir

mi energía entre la enseñanza y la

búsqueda constante de material

educativos que lamentablemente,

es la realidad de muchísimos

educadores de nuestro país. En

esa búsqueda pierden la energía

y caen en la monotonía.

Las puertas en el camino hacia la educación de excelencia siguen apareciendo y se

presentó la oportunidad de trabajar en una compañía privada como recurso

conferenciante. Esta oportunidad me abrió una dimensión diferente, enseñar a mis

pares. La experiencia de enseñar a otros docentes fue fascinante, escuchar diversas

experiencias educativas, diversos enfoques y sobre todo aprender sobre la realidad

educativa del país a través de las experiencias de otros educadores me planteó

muchas interrogantes sobre la educación puertorriqueña.

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A través de esta experiencia confirme una de mis teorías. Una de las lagunas más

grandes en el sistema educativo es la enseñanza y continuidad de las destrezas de

lectura y comprensión de lectura. Esta era una de las quejas constante de los maestros

de todos los niveles de enseñanza, “los niños no quieren leer y los jóvenes no saben

leer”. Siempre durante la conferencia había un espacio en el cual los maestros

desahogaban sus frustraciones abiertamente contra el sistema y expresaban sus

preocupaciones y esta era una de sus mayores preocupaciones.

Pasar por esta experiencia me hizo reflexionar sobre la posibilidad de continuar

estudios conducentes al grado Doctoral en Educación. No porque me proponga como

futuro profesional trabajar en instituciones de educación superior, sino porque

comprendí que todavía hay muchas posibilidades de aprender otros campos de la

educación. En la vida nada está descartado, cualquier cosa puede suceder, lo

importante es saber escoger las puertas por las que vas a entrar.

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Jamás imagine que pasaría gran parte de mi vida estudiando, pero me ha tocado vivir

una época de grandes cambios tecnológicos. Además, la globalización y la educación a

nativos digitales, exige un docente actualizado y comprometido.

En estos momentos, además de los estudios doctorales también participo en un grupo

que escogió la Asociación de Maestros para desarrollar líderes sindicales. Este

proyecto tiene duración de un año y nos reunimos todos los sábados de 8:00 a. m. a

5:00 p. m. en las oficinas de la Asociación de Maestros en Mayagüez. Los talleres son

ofrecidos por el Lcdo. Víctor García San Inocencio. Los sábados durante la mañana,

estoy en la clase de Líderes Sindicales y en la tarde en la clase doctoral EDUC 8160.

Cuando salgo de la clase EDUC 8160 regreso a la Asociación de Maestros para

participar de la última hora del taller.

Las experiencias vividas, las

lecciones aprendidas y las

dificultades vencidas marcan

huellas en nuestra existencia. Esas

marcas se ven reflejadas en

nuestra ejecución diaria en la sala

de clases y marcan la filosofía educativa

del docente. Enseño de la misma manera en que aprendo, construyendo el

aprendizaje.

“Si la realidad es cambiante, la experimentación es contrastante”, este es uno de los

postulados del Pragmatismo, filosofía educativa con la cual me identifico y practico en

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el salón. La experimentación es parte importante en el aprendizaje, ofrecerles a los

estudiantes la oportunidad de aprender haciendo o experimentando ayuda a que el

estudiante construya su propio aprendizaje.

El filósofo y educador John Dewey es el mayor exponente del Pragmatismo y sostiene

que toda la enseñanza se lleva a cabo por experiencias, por lo tanto la escuela debe de

ser un taller. Además, postula que la escuela es activa y ve la educación como un

proceso de vida en la cual su mejor arma es la experimentación. El currículo en una

filosofía pragmática es funcional y unitario, y se revisa frecuentemente para adaptarlos

a los cambios sociales.

Este recorrido autobiográfico me dio la

oportunidad de reflexionar sobre la

labor docente que realizo. En la

agitada vida en que vivimos, muy

pocas veces nos podemos dar el

lujo de hacer una pausa para

pensar, ¿qué he hecho?, ¿qué

hago? y ¿qué haré? El tren de la vida nos lleva por los rieles

en una carrera continua, necesitamos parar el tren para mirar el camino recorrido, mirar

el horizonte que se avecina y el pasado que ha quedado atrás. Esta reflexión me ayuda

a evaluar la velocidad y las cargas que llevo.

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De esta reflexión puedo concluir que he disfrutado cada instante de estos 14 años de

labor docente. Disfruto cada reto educativo, cada innovación, cada nueva enseñanza y

cada nuevo aprendizaje. Pero sobre todo, disfruto ver el brillo en los ojos de un niño

cuando aprende algo

nuevo. Esa expresión de

inocencia, agradecimiento

y de admiración me

penetra el alma y

estremece mi corazón.

Aspiro colocar un granito

de arena en la calidad

educativa de mi país y preparar a mis estudiantes para que forjen una nueva patria.

Quiero caminar por las calles de mi pueblo con la seguridad de que aporte algo bueno

a la sociedad.

El porvenir está en manos del maestro de escuela.

Victor Hugo (1802-1885) Novelista francés.

Facultad Esc. Lcdo. Eugenio González

Aguada, P. R

Año Escolar 2013-2014