Autobiografía, didáctica

16
1 Autobiografía Índice: 1. Introducción _ 2 2. Autobiografía_3 2.1 Comparación_9 2.2 Preguntas_10 3. Referencias_12 4. Anexos_13 4.1 Entrevista_13 4.2 Fotografía_ 16 Jennifer Caballero Rodríguez, Grupo1 de pedagogía, 2ª curso.

Transcript of Autobiografía, didáctica

Page 1: Autobiografía, didáctica

1

Autobiografía

Índice:

1. Introducción _ 2

2. Autobiografía_3

2.1 Comparación_9

2.2 Preguntas_10

3. Referencias_12

4. Anexos_13

4.1 Entrevista_13

4.2 Fotografía_ 16

Jennifer Caballero Rodríguez, Grupo1 de pedagogía, 2ª curso.

Page 2: Autobiografía, didáctica

2

1. Introducción:

Por lo general se puede decir que el paso por la escuela es una parte fundamental en la vida de cada

persona. Sea más larga la formación (bachiller, estudios universitarios) o más corta (educación

obligatoria) las vivencias, aprendizajes, amistades, experiencias, que cada uno vive en el periodo de

la educación marcan y forjan su personalidad. Cada una de estas etapas posee anécdotas buenas,

regulares o malas, mayor o menor sacrificio, resultados mejores o peores, pero todas ellas ayudan a

que cada uno se vaya preparando para adentrarse en la sociedad adulta de la mejor manera posible.

Creo profundamente que la educación desde la más tierna infancia es como un cuento para niños

con moraleja final, en el que hasta los juegos infantiles, que parecen diversión sin más, encierran

aprendizajes que uno no alcanza a comprender hasta que es ya adulto.

Esta es, por tanto, la historia de mi paso por ese cuento con moraleja, desde mis primeros pasos en

preescolar hasta llegar a la etapa universitaria en la que me encuentro. Trataré de recordarlo lo

mejor posible, aunque no soy un prodigio memorístico, y contar lo más destacado e importante de

mi educación, según mi criterio claro está. Con todo ello lo que pretendo es que se observe a través

de mi relato la importancia que tiene la educación en la vida de un individuo.

Page 3: Autobiografía, didáctica

3

2. Autobiografia

Nací el 1 de noviembre de 1992 en Santa cruz de Tenerife. Soy la pequeña de dos hermanos

acostumbrada a la atención permanente de mis padres y familiares, cada gracieta que hago provoca

las delicias de cuantos me rodean. Yo era esa niña de tres años que todavía no había comenzado a ir

al colegio, pero mi madre ya me había comunicado que esa etapa de estar bajo sus faldas a todas

horas llegaba a su fin.

Ese primer día de colegio fue horroroso, casi traumático, no dejé de llorar en todo el trayecto desde

que mi madre me bajó del coche hasta que entré en aquel edificio que se me antojaba gigantesco, en

cuyas puertas se amontonaba una infinidad de niños con sus padres, algunos con el mismo disgusto

que yo. Cuando mi madre me dejó a las puertas del aula que me correspondía, una mujer (mi

profesora) me recibió y me invitó a sentarme en una mesa con unas ocho sillas alrededor. Entré

temerosa, aún con una lágrima corriéndome por la mejilla y me senté. Es curioso contemplar como

hoy recuerdo ese momento, y sobre todo la percepción que tiene un niño tan pequeño de su primer

día en la escuela. Quizá sea el acontecimiento que mejor recuerdo de esa etapa de mi infancia, ya

que por mucho esfuerzo que haga no consigo acordarme de cosas concretas de esos años. Por otra

parte pienso que es lógico, ya que era muy pequeña y ya mencioné además que mi memoria no ha

sido nunca espectacular ni mucho menos.

Mi primer colegio fue el "Verodes" de los Gladiolos, era un edificio grande con forma de ele, con

dos plantas si mal no recuerdo, cada planta estaba atravesada por un largo pasillo con aulas

ubicadas a cada lado, y en la parte derecha de la edificación se hallaba el patio. Mi aula en concreto

estaba en la primera planta y era bastante amplia, con mesas redondas donde cabíamos unas ocho

personas. Teníamos un tablón donde colgábamos los dibujos que hacíamos semanalmente.

Recuerdo con especial cariño a dos compañeras llamadas Bárbara y Patricia, siempre que nuestra

profesora planteaba juegos en grupo procurábamos ir las tres en el mismo. Puedo decir por tanto,

que una vez pasados esos primeros días de acoplamiento, disfruté de verdad del colegio. Hacíamos

dibujos, teníamos juguetes, ¿a qué niño pequeño puede no gustarle? Y a eso le sumamos que

cualquier cosa que aprendíamos, como las vocales, se realizaba con juegos, así que sí, fue una

buena época, sin más preocupaciones que jugar, disfrutar e ir asumiendo inconscientemente una

serie de normas básicas de comportamiento.

Poco antes de cumplir los 6 años pasé de preescolar a primaria lo que supuso un cambio de colegio,

de los “Verodes” al “Fray Albino”. Todo cambio suele llevar aparejado un tiempo de adaptación, y

en mi caso más, ya que soy una persona tímida, por lo que llegar una vez más nueva a un sitio y

empezar de cero me costó lo mío.

En el primer curso tenía un profesor al que me resultará difícil olvidar algún día. Era un hombre

Page 4: Autobiografía, didáctica

4

mayor (desde el punto de vista de una niña de 6 años claro), serio en exceso y extremadamente

estricto. No era malo en realidad, pero cada vez que se dirigía a mí con ese semblante serio, con esa

voz grave y fuerte, me moría de los nervios. Ahora bien, tengo que reconocer que sus métodos

educativos funcionaban, por lo menos en lo que respecta a llevar hecha la tarea y a comportarse

bien en clase. Solía poner deberes casi todos los días y yo por lo menos tenía muy claro que no

quería provocar bajo ningún concepto la ira de ese docente. Pero a lo largo de mi estancia en la

educación primaria también conocí profesores que me marcaron positivamente, como fue mi

profesora de música en 3º y 4º de primaria. Era una persona muy cordial, y sobre todo muy cercana

a sus alumnos. No le importaba explicar una y otra vez la lección, jamás perdía la paciencia.

Además se le veía una mujer muy implicada y comprometida con su trabajo. Tengo que destacar

que hace pocos meses me encontré con esta profesora. Me sorprendió descubrir que estaba tal y

como la recordaba del colegio, coqueta y presumida como siempre, y con ese brillo y esa calidez en

la mirada que ofrecen al que trata con ella una paz y una familiaridad infinita.

En cuanto a la relación con los compañeros era realmente buena, hice buenas amistades en este

colegio. Recuerdo que con 10 años aproximadamente éramos un grupo de siete niños (Laura, Angy,

Guillermo, Aarón, Rosa y Adrián) los que mejor nos llevábamos, y solíamos turnarnos para ir a

jugar a casa de uno u otro cuando salíamos de clase, y en ocasiones hacíamos las tareas todos

juntos. Nos encantaba echar partidos de fútbol en la plaza del barrio, siempre íbamos en el mismo

equipo y jugábamos al “equipo fuera” contra los demás. El “equipo fuera” consistía en que el

equipo que ganaba continuaba jugando y el perdedor tenía que salir para dejar paso al siguiente que

quisiese jugar. Se puede decir que éramos bastante buenos, y pocas veces nos tocaba abandonar la

pista.

El colegio “Fray Albino” quería fomentar el aprendizaje de sus alumnos y el buen ambiente entre

ellos organizando excursiones por la isla, como la que se hizo al Teide, y la que mejor recuerdo por

lo bien que me lo pasé: la excursión al Loro Parque. Siempre que había excursión me sentía feliz, y

no solo por ir a conocer sitios con mis compañeros, sino porque era un día sin clase, de romper con

la rutina, distinto en definitiva. El colegio además tenía un coro formado por los alumnos que más

afinaban en la clase de música. Yo formaba parte de él, y en una ocasión, como premio a nuestro

esfuerzo, nos llevaron a cantar al Teatro Guimerá, junto con otros colegios, en lo que fue una

especie de concurso, aunque ni siquiera recuerdo como quedamos clasificados. También existían

diversas actividades extraescolares, mis padres me apuntaron a kárate y a dibujo, aunque a mí

personalmente me gustaba más el fútbol.

En líneas generales fue una etapa feliz, el colegio “Fray Albino” me aportó amistades, educación,

etc… y yo a él el haber sido una buena alumna, sobretodo en comportamiento, ya que no era

charlatana, ni inquieta, sino más bien todo lo contrario. En cuanto a estudiar puedo añadir que

Page 5: Autobiografía, didáctica

5

siempre me ha costado mucho ponerme a ello. Pienso que a la mayoría de los niños, incluso a la

mayoría de las personas en general, no les gusta estudiar, pero es que para mí ya no es que fuera un

esfuerzo sino que rozaba el suplicio. Fui por lo tanto una estudiante más, iba aprobando todo pero

sin destacar, y siempre con la idea en mente de cómo iba a hacer yo cuando cursara secundaria, con

lo difícil que era. Me parecía imposible superar ese escollo con mi memoria de pez y mi

concentración limitada. Además siempre se me ha dado fatal el inglés, y ha sido un quebradero de

cabeza que me ha perseguido en toda mi etapa educativa.

Otra de las anécdotas que permanece en mi mente, que guardo con más cariño, y que ponen fin a

esta etapa, fue el día de la graduación, cuando terminé 6º de primaria. Fue una fiesta en toda regla.

Familiares, alumnos y profesores se juntaron en el salón de actos del colegio para observar unos y

participar otros en el final de este ciclo escolar. Resultó ser una celebración muy emotiva, llena de

experiencias y recuerdos que quedarían para siempre en nuestra memoria. Después del acto todos

bajamos al patio, donde el colegio dispuso unos quioscos con bebidas y comida para la

concurrencia, había también música por lo que la fiesta se alargó hasta la tarde-noche.

El siguiente paso en mi recorrido académico fue la enseñanza secundaria. Como el Fray Albino no

tenía para cursar la secundaria, mis padres decidieron matricularme en el colegio “La pureza de

María” de Santa Cruz de Tenerife.

Se caracteriza porque es un colegio dirigido por la orden religiosa “La pureza de María” la

directora y muchas de sus profesoras eran monjas. Es un colegio concertado por lo que mis padres

tuvieron que pagar por primera vez por mi enseñanza. Valoro enormemente este esfuerzo porque

son personas que no estudiaron en su juventud, pero a pesar de ello decidieron gastar en su hija el

dinero que fuera necesario para lo que ellos consideraron la mejor opción de educación posible en

ese momento. Por mi parte me costó acostumbrarme a otro colegio con unas normas tan rígidas y

diferentes, además con la peculiaridad de que por aquel entonces era femenino.

Note una gran diferencia entre mi anterior etapa y la secundaria, ya que para aprobar las

asignaturas no era suficiente con hacer las tareas y atender en clase sino que empezaba a ser

necesario ser muy constante y memorizar lo que para mí era una gran cantidad de datos. Los

profesores de este centro tenían fama de estrictos y de exigir un nivel educativo elevado, lo que

pude comprobar en primera persona a lo largo de mi estancia en este centro. Entre algunas de las

normas más llamativas estaba el no poder ir maquillada, los “piercing” estaban prohibidos, no se

permitían pendientes que superasen el lóbulo de la oreja, la falda del uniforme no podía ir por

encima de la rodilla. En Educación Física, con el chándal del colegio, era obligatorio llevar calzado

de color blanco. Llegar tarde a clase suponía ser penalizado con lo que los profesores llamaban un

“retraso”, y si se acumulaban tres en una semana el alumno era castigado yendo al colegio una tarde

de las que tenía libres. Una de las cosas que más me llamó la atención fue que cuando comenzaba el

Page 6: Autobiografía, didáctica

6

año cada clase tenía que escoger una frase y con ella realizar un mural1 que la representara. Después

se hacía una especie de concurso en el que votaban todos los alumnos y se elegía el mejor mural.

Tanto me costó acoplarme a esta nueva forma de estudio que recuerdo como si fuera hoy mi

primera clase de inglés en la Pureza. La profesora comenzó repasando el verbo “To Be”, un verbo

del que yo no había oído hablar en mi vida, por lo que me pase toda la clase agobiada pensando en

cómo iba a ser capaz de superar esa asignatura, la que si ya de por si se me daba mal, encima iba

notablemente retrasada. A todo esto se unía que soy una persona sumamente vergonzosa lo que me

hace rememorar una anécdota graciosa para mis compañeras pero muy embarazosa para mí. Creo

que fue por tercero de la ESO, en clase de religión. Mi profesora, una monja de mediana edad y

cara de poco amigos, me dijo que me pondría un positivo si era capaz de nombrarle un país que

empezase por la letra “E”. En ese instante toda la clase se giró para mirarme, la profesora tampoco

me quitaba ojo, yo me quede fría, se me nubló la mente y fui incapaz de pensar algo con claridad, la

clase seguía mirándome y la profesora me apremiaba para que contestara, por lo que toda decidida

respondí:” Alemania”. Mis compañeras estallaron en carcajadas, y la cara de mi profesora era un

poema, totalmente desencajada. Evidentemente me quede sin el positivo y pasé el peor rato de mi

vida.

En cuanto a las amistades forjadas a lo largo de estos años destaco sobre todo la de Yesenia, a la que

conocí en preescolar pero no había vuelto a saber de ella hasta que entré en la Pureza, y aún hoy en

día la considero mi mejor amiga. Junto a ella estaban también Beatriz, Laura y Ana, las cinco

formábamos una pandilla que se mantuvo unida durante los años que estudié en la Pureza. Con ellas

viví los mejores momentos en este colegio.

La Pureza de María no solo destacaba por sus estrictos métodos de estudio y de comportamiento,

también fomentaba la tolerancia, el respeto, la convivencia y el buen ambiente entre alumnos y

profesores con diversas actividades que se celebraban anualmente. Entre estas actividades estaban

las convivencias que se realizaban en el colegio de la Pureza de María de los Realejos. Duraban un

fin de semana entero, y el profesorado organizaba juegos que iban desde partidos de fútbol hasta la

visualización de películas. Otro día especial era lo que llamaban “el retiro”, que consistía en ir hasta

un complejo que cedían al colegio para pasar allí la mañana entera. Al igual que en las

convivencias se organizaban juegos, y al final del día antes de volver, nos ponían por grupos y nos

daban una hoja con un relato sobre un tema determinado y unas preguntas a las que debíamos

responder. Los temas de los relatos eran muy variados pero todos ellos trataban de inculcar a los

alumnos valores importantes como la tolerancia, el respeto, la amistad, la generosidad, etc…

Entre el resto de celebraciones destacadas estaban el día de navidad y de carnaval. En navidad cada

1 Ver parte Anexos, 4.2 Fotografía.

Page 7: Autobiografía, didáctica

7

clase tenía que inventarse un villancico y cantarlo en el salón de actos ante el resto del colegio. En

carnaval cada clase escogía a cuatro alumnos que eran sus representantes, para hacerles entre todos

un disfraz. Los disfraces no podían ser de tela sino que se empleaba papel, cartón y materiales

semejantes y normalmente eran de un personaje de dibujos animados. Pero la festividad que más

gustaba a todos los alumnos era la que tenía lugar en el mes de abril, y que se conoce con el nombre

de “Día de Kafacumba”2. Este festejo era siempre un sábado, cada curso tenía que hacer un baile y

actuar después delante de todo el colegio y de los familiares asistentes. Yo bailé un par de años ya

que era obligatorio hasta 3º de la ESO, a partir de ahí era optativo por lo que decidí ser espectadora

únicamente. Las horas para inventar aquel baile y ensayar se sacaban de la asignatura de Educación

Física generalmente. El “Día de Kafacumba” duraba todo ese sábado, empezaba por la mañana

temprano con las actuaciones de baile y continuaba a mediodía en el patio, en el que el colegio

organizaba diferentes actividades para entretener a los asistentes y había quioscos para el que

quisiera comer o beber algo. Se trataba de pasar allí todo el día, el colegio incluso contrataba a una

orquesta. Era una forma espléndida de fomentar el acercamiento entre los alumnos, las familias de

éstos y el profesorado. Los familiares que participaban en esta fiesta pagaban simbólicamente un

euro, que era donado por el colegio a una ONG, de la que no recuerdo el nombre.

En cuanto al estudio en sí, puedo decir sin avergonzarme que me resultó duro e incluso difícil

aprobar toda la secundaria. Es cierto que había asignaturas que se me daban especialmente bien

como Educación Física y Matemáticas, aunque ésta más bien a partir de 3º de la ESO, pero otras

como el Inglés o Física y Química, me tuvieron en vilo hasta el final de la ESO. Pienso que mi peor

momento fue el año que repetí curso, concretamente 3º de la ESO. Puede que fuera falta de

constancia o bien de dedicación lo que provocó este suceso, pero lo que sí es cierto es que me sirvió

como periodo de madurez y valoración de la importancia del estudio.

Después de este bache tonto y de aprobar 4º de la ESO, llegó el momento de decidir si continuaba

estudiando o no. En un principio mi idea era hacer un grado superior relacionado con la educación

infantil, para esto te pedían el Bachiller o en su defecto realizar unas pruebas de acceso, así que

pensé que sería mejor terminar el bachiller y después hacer el grado.

Comencé el Bachiller en el IES. Teobaldo Power de Santa Cruz de Tenerife. Tengo que decir que no

continué en La Pureza de María porque esos dos años de Bachiller suponían al mes una cantidad de

dinero considerable para los ingresos económicos de mis padres. El Teobaldo era un instituto

público y muy familiar. Se veía que los profesores estaban muy unidos entre ellos, daba la sensación

de que había muy buen ambiente, y eso se transmitía a sus alumnos. Además puedo decir que

2 “Día de Kafacumba”: Esta fiesta se celebra todos los años en honor a la primera misión de Pureza de María que fue

fundada en la región de Kafacumba, en el Congo, en abril de 1975.

Page 8: Autobiografía, didáctica

8

siempre estaban dispuestos a ayudarnos en cuantas dudas o problemas tuviésemos. La primera

decisión importante para mi futuro académico fue la de escoger la opción de letras o ciencias. Mi

elección fueron las letras, ya que pensaba que tenían más que ver que las ciencias con el grado que

quería realizar cuando pasasen esos dos años.

Primero de Bachiller sirve, en mi opinión, para que uno se introduzca en una nueva etapa de

independencia, por decirlo de alguna forma, ya que por ejemplo, ir a clase o no es una decisión

personal, no existía el control exhaustivo como sucedía en La Pureza, y debe ser el propio alumno,

al que de repente se le dota de una libertad de la que carecía, el que decida ser responsable con sus

estudios. Yo elegí ser responsable y saqué el curso con menos dificultad de la que esperaba en un

principio, sin contar con Inglés, como no, que me tuvo unas cuantas noches en vela y supuso una

vez más un hueso duro de roer.

El primer año de bachiller, supuso para mí otra vez ser la nueva. No era la primera vez que llegaba

nueva a un sitio, pero como siempre, sufrí debido a mi vergüenza aunque no me costó tanto

adaptarme a este entorno, tan diferente al anterior de la Pureza de María.

Una de las cosas que cambiaba con respecto a la Pureza fue volver a tener compañeros chicos en

clase. Allí conocí a Eduardo, el chico que sería mi pareja durante los dos siguientes años. Todo

comenzó al poco tiempo de empezar el curso, surgió de manera natural, con esas miradas fugaces

pero cargadas de contenido en clase. Como yo soy muy vergonzosa agradecí que fuera él el que dio

el primer paso invitándome a tomar algo. A partir de ahí fuimos inseparables. Íbamos a clase juntos,

hacíamos las tareas, estudiábamos. A pesar de no estar hoy en día con Eduardo me siento

agradecida por el tiempo que pasamos juntos, creo que nos aportamos ambos muchas cosas

positivas. Él era un chico estudioso, que sacaba buenas notas, y yo, que era un poco más regular en

los estudios, resulté beneficiada en este aspecto. Preparamos juntos todos los exámenes, incluida la

PAU.

En bachiller empiezas afrontando los dos cursos que te esperan con la palabra PAU grabada a fuego

en la mente. Desde el primer instante que comienzan las clases profesores y compañeros te

recuerdan casi constantemente esa prueba de acceso a la que debes hacer frente si finalmente

decides estudiar una carrera universitaria. Cuando empecé el bachiller tenía claro que quería hacer

el grado superior de educación infantil, pero a medida que avanzaba el 2º curso de bachillerato,

alentada también por Eduardo, fui abriendo la puerta a otra posibilidad, hacer Magisterio en

Educación Primaria, por eso decidí que haría la PAU, y con esa decisión marqué sin saberlo el

camino que me ha llevado hasta donde estoy hoy.

Así pues, terminé segundo de bachiller con muchísimo esfuerzo y en junio llegó el momento de

afrontar ese obstáculo en el que llevaba pensando los dos años anteriores, la PAU. Los días

anteriores al examen estuvieron cargados de nervios y tensión, pero al final obtuve mi premio

Page 9: Autobiografía, didáctica

9

aprobando la prueba. Si bien estaba loca de contenta por haber aprobado, la sensación se tornó

agridulce ya que la nota no me llegaba para estudiar Magisterio en Educación Primaria. Tras

informarme un poco del resto de carreras ofertadas por la Universidad de la Laguna de la rama de

educación, decidí finalmente matricularme en Pedagogía.

De este modo llegó el momento de afrontar la etapa universitaria. La primera vez que fui a la

Universidad de La Laguna, a la presentación del curso 2011-2012 de Pedagogía, me impresionaron

aquellas instalaciones. El conjunto de edificaciones que corresponde al módulo B donde yo asistiría

a mis clases se me antojó gigantesco en comparación con mi antiguo instituto. Las enormes puertas

de acceso, los infinitos pasillos, las escaleras y la amplitud en general que mostraba su interior

repleto de gente ese día, hizo que me sintiera muy pequeña, me recordó a aquella niñita de tres años

que tanto tiempo atrás se alteró sobremanera en su primer día de colegio.

Cuando empecé las clases fui descubriendo poco a poco los objetivos de la carrera y sobre todo qué

es y a qué se dedica en concreto un pedagogo. Así fue transcurriendo el curso con suerte dispar en

las diferentes asignaturas, aunque la valoración global del año fue aceptable. Suspendí dos

asignaturas de primero, por lo que este curso me va a tocar esforzarme mucho más, especialmente el

primer semestre, en el que tendré que ir a clase todos los días por la mañana y por la tarde.

En definitiva este es el relato de mi vida académica, he tratado de redactarlo según lo recuerdo,

destacando los acontecimientos más importantes y curiosos que me han sucedido en estos años, que

me han llevado a ser lo que soy y a estudiar esta carrera. A partir de aquí la historia no está escrita

pero sé que el futuro, mi futuro, depende de mí y de lo bien que aproveche la formación que estoy

recibiendo.

2.1 Comparación3:

Antes las niñas y los niños eran separados en aulas diferentes y a partir de cierta edad recibían

además una educación distinta, a la mujer se le formaba para ser ama de casa y al hombre para

trabajar fuera de ella, sin embargo la educación de hoy en día busca inculcar los mismo valores y

enseñanzas a los niños y a las niñas, formarlos por tanto igualitariamente para que sean ellos los

que decidan en el futuro a qué quieren dedicarse. Es obvio que otra diferencia se basa en los

numerosos cambios que ha sufrido el sistema de estudios, desde el antiguo bachiller elemental y

superior con reválidas, pasando por la LOGSE y la LOE, ya más actuales. La figura del docente de

hace años dista mucho también de lo que representa hoy en día, se ha pasado de un maestro

autoritario, rígido y recto que imponía los conocimientos al alumno por las buenas o por las malas,

empleando incluso los castigos físicos, a un profesor más abierto, más tolerante y que imparte las

materias de una forma menos drástica. Por otra parte en la actualidad los niños tienen para cada

3 Ver parte Anexos, 4.1 Entrevista.

Page 10: Autobiografía, didáctica

10

materia un libro de texto, mientras que antes se conformaban con una especie de gran enciclopedia

que reunía todos los conocimientos necesarios para que el docente impartiese las diferentes

asignaturas. En cuanto a la forma y al contenido de las materias a estudiar, antaño se le daba más

importancia a la memorización por encima del entendimiento, mientras que ahora los alumnos

tienen infinidad de clases prácticas, unidas eso sí a las también necesarias teóricas. Años atrás la

educación no era obligatoria, los padres podían tomar la decisión de no llevar a sus hijos al colegio

con total impunidad, pero en el presente la educación es obligatoria hasta los 16 años y los padres

deben enviarlos al colegio como mínimo hasta esa edad. A pesar de todo esto existen similitudes

entre la enseñanza de antes y la de ahora, por ejemplo se mantienen las asignaturas básicas como

Matemáticas, Geografía, Historia, Lengua, etc. También se puede decir que la educación tenía y

tiene los mismos objetivos, formar al alumnado de la mejor manera posible para introducirse en la

sociedad adulta, lo que cambia en realidad al respecto es la sociedad en sí, ya que ésta evoluciona

constantemente y no se puede comparar el pensamiento, los valores, ni siquiera las circunstancias

que vivía nuestro país hace aproximadamente 50 años, con las de nuestros días.

2.2 Preguntas:

¿Qué cambia y que permanece en la experiencia de la escolaridad?

En la experiencia de la escolaridad permanece primordialmente que la escuela es fundamental para

un niño, bien para fomentar una serie de valores y normas que más adelante, cuando sea adulto,

pueda desarrollar en la sociedad (relacionarse debidamente con los demás), bien para formarse

adecuadamente y sobrevivir de forma autónoma en la etapa adulta (ser capaz de encontrar un

trabajo). Permanece también que la escuela intenta inculcar la ideología del momento histórico en

que se desarrolla, es decir, lo que vive la sociedad en ese momento concreto, pero claro está, eso

provoca cambios en sí mismo, ya que por ejemplo en la época de nuestros abuelos era impensable

educar a una mujer para que llegara a ser una importante empresaria, simplemente porque era una

sociedad machista en la que el hombre debía ser el cabeza de familia y llevar dinero a casa, y por

contra la mujer dedicarse a las tareas del hogar y a criar a los hijos, cosa que hoy en día no sucede.

No obstante cambia la forma de enseñar de los profesores, ya que ahora tratan de conseguir que el

alumno sea más autónomo, que piense por sí mismo, en definitiva que se pregunte el porqué de todo

lo que le dicen. Esto se consigue a través de clases más prácticas, inclusive de las excursiones y

visitas que organizan los colegios, porque aunque para el alumno sean una manera amena de pasar

un día en la escuela, en realidad encierran enseñanzas y aprendizajes importantes.

¿Hasta qué punto nuestra percepción de la educación hoy está condicionada por la experiencia que

Page 11: Autobiografía, didáctica

11

hemos vivido?

La experiencia vivida por cada uno en la etapa escolar puede hacer que cambie notablemente, y de

hecho cambia, la percepción que tenemos de la educación a día de hoy. Es decir, no es lo mismo la

percepción de una persona que haya tenido una mala experiencia, desde malos profesores o

docentes que pasan olímpicamente del alumnado, compañeros crueles, malas instalaciones en el

colegio que no permiten desarrollar bien las actividades físicas o los juegos en el recreo, malos

consejos o información pobre a los alumnos acerca de qué hacer cuando se termine la enseñanza

obligatoria, hasta Gobiernos que cambian sin ton ni son el sistema educativo, recortan en ayudas

para estudiantes y centros docentes, o radicalmente no se preocupan de lograr una enseñanza

pública de calidad; que otra persona que haya tenido una experiencia satisfactoria y placentera al

respecto. Evidentemente todos vivimos buenas y malas experiencias a lo largo de nuestra etapa

educacional, pero al terminarla, una vez hecho el balance final, que pesen más las cosas positivas o

negativas va a condicionar totalmente la percepción que tengamos de la educación.

¿Hasta dónde llega la influencia de la experiencia de la escuela en la sociedad y en nosotros

mismos?

La influencia de la experiencia de la escuela en la sociedad es muy profunda, ya que se da por

hecho que la escuela pretende preparar a cada alumno para que se desenvuelva como pez en el agua

en la sociedad de su época. Por tanto las enseñanzas que reciben los alumnos no son conocimientos

sin más, no son meros datos para memorizar, son los conocimientos necesarios para que formen

parte de su sociedad, son auténticas normas de comportamiento para convivir con los demás seres

sociales, y marcan el futuro de cada uno, y de la sociedad en general, pues queda patente que cuanto

mejor se formen las personas en la escuela mejor se adaptarán a las pautas de la sociedad y ésta

evolucionará en consecuencia mucho más. Para uno mismo la influencia de la escuela es

enriquecedora, se aprende a relacionarse con los demás, a convivir, a solventar los conflictos

mediante el diálogo, a adquirir conocimientos tanto prácticos como teóricos para aplicarlos en la

vida diaria y en el futuro, de esta forma cuanto mejor sea la experiencia personal de cada uno en la

escuela, cuanto más se aproveche positivamente su paso por ella, más posibilidades hay de

desenvolverse bien y de ocupar un escalón importante en la sociedad.

Page 12: Autobiografía, didáctica

12

Referencias:

Link de: La Autobiografía. Conceptos, características, ejemplos.

http://reglasespanol.about.com/od/tiposderedaccion/a/Autobiograf-Ia.htm

Link de: Autobiografía de Gloria Fuertes (escritora de literatura infantil):

http://www.gloriafuertes.org/autobio.htm

Link de: Autobiografía escolar:

http://residenciadeartes.blogspot.com.es/2009/11/biografia-escolar.html

Link de: Didáctica. Biografía escolar:

http://enladidactica.blogspot.com.es/2011/05/biografia-escolar.html

Link de: Día de Kafacumba:

http://es.slideshare.net/ats54/las-misiones-de-pureza-de-maria

Page 13: Autobiografía, didáctica

13

Anexos:

2.1 Entrevista:

Manuel Merillas Almazán, Inspector Jefe del Cuerpo Nacional de Policía, leonés de nacimiento y

actualmente afincado en Galicia, es el padre de una buena amiga, y se prestó gustosamente a

contestar a las preguntas de esta entrevista para ayudarme en este trabajo, gracias a que se

encontraba disfrutando de unos días de vacaciones en nuestra isla.

Agradezco enormemente su colaboración, su paciencia y el esfuerzo que supone recordar una etapa

que para él quedó tantos años atrás. Manuel es un hombre culto, de buen carácter, ese tipo de

personas con las que nada más entablar conversación te da la sensación que conoces de toda la vida.

Nació el 2 de octubre de 1949 en Navianos de la Vega, León, en los años de la posguerra de la

Segunda Guerra Mundial y aporta en esta entrevista una visión de la educación muy diferente a la

que tiene la gente de mi generación.

-Yo: Hola Manuel, buenas tardes.

-Manuel: Hola, buenas tardes. (Manuel se muestra tranquilo).

-Yo: A continuación voy a hacerte algunas preguntas y me gustaría que me relataras tu etapa

educativa y cómo la viviste.

-Manuel: Sí, por supuesto, tú pregunta lo que quieras (sonríe).

-Yo: ¿Cómo se organizaba el sistema educativo de tu época, es decir la educación primaria,

secundaria, etc.?

-Manuel: Si mal no recuerdo la educación primaria comprendía desde los seis años hasta los doce.

A los seis años se empezaba en la escuela y los niños y las niñas recibían clases en aulas diferentes.

Los primeros años, hasta los 12 más o menos la educación que se daba a niños y a niñas era igual. A

partir de esa edad las niñas tenían asignaturas enfocadas al mantenimiento del hogar y de la familia,

como corte y confección. Los niños sin embargo recibían clases sobre la falange. La educación

secundaria iba de los 12 hasta los 18 y se dividía a su vez en bachiller elemental, que tenia de

primero a cuarto curso, y en bachiller superior, con dos cursos, quinto y sexto.

Después del bachiller elemental los alumnos tenían que pasar una reválida. Al terminar el sexto

curso del bachiller superior se hacia otra revalida, de quinto y sexto. Los alumnos que aprobaban la

reválida podían acceder directamente a ciertas carreras universitarias, y los que quisieran hacer una

carrera superior, como medicina o arquitectura, debían estudiar lo que se llamaba el

preuniversitario, que consistía en un curso de un año.

-Yo: Manuel, ¿podrías explicarme que era la reválida?

-Manuel: La reválida era un examen que se hacía después de pasar los cuatro cursos de bachiller

elemental, y al terminar el bachiller superior. La que se hacía después de bachiller elemental

Page 14: Autobiografía, didáctica

14

comprendía preguntas de los cuatro primeros cursos y la reválida del superior era un examen sobre

lo que se había dado durante quinto y sexto curso, una especie de selectividad vamos.

-Yo: ¿Cuál es la historia de tu paso por la escuela?

Manuel: Empecé la escuela en Navianos de la Vega, el pueblo en el que nací, con seis años. Se le

llamaba escuela rural por aquel entonces. Teníamos un maestro único que daba todo tipo de

asignaturas como escritura, lectura, matemáticas, historia, etc. (Ante la mención del maestro de

escuela rural, decido preguntarle a Manuel cómo eran esos docentes).

-Yo: ¿Cómo eran los maestros de las escuelas rurales?

-Manuel: Por lo general, o por lo menos el mío era así, muy estricto y aplicaba la máxima de “la

letra con sangre entra” (en este instante me quedo descolocada porque no sé el significado del

refrán, Manuel ve mi cara de desconcierto y me lo explica sin necesidad de que le haga la pregunta).

Es decir que utilizaban la violencia física para castigar al niño que no se sabía la lección o que se

portaba mal. Algún niño recibió autenticas palizas pero en esa época a ningún padre se le ocurría ni

de broma cuestionar la autoridad y los métodos del maestro. (Tras la explicación Manuel retoma su

historia).

Como libro de texto se usaba una especie de enciclopedia que contenía la materia que había que

estudiar de todas las asignaturas. Me parece que solo era ese libro, que era muy grueso, el que se

usaba en todo el periodo de primaria. A los nueve años mis padres decidieron enviarme junto a mi

hermano Teo, un año mayor que yo, a la escuela preparatoria para el seminario, que estaba en

Astorga. En aquella época aunque los padres quisiesen que los niños estudiasen, no era habitual que

una familia de ambiente rural mandara a sus hijos a estudiar fuera. Pero mis padres, y sobre todo

mi madre, siempre tuvieron la ilusión de que sus hijos llegasen a ser algo en la vida, y por mi parte

me apetecía emprender esa etapa con mi hermano, del que no me separaba nunca, aunque al mismo

tiempo iba un poco temeroso porque no sabía que nos íbamos a encontrar.

En Astorga vivíamos en una especie de pensión con la familia que la regentaba. Teníamos derecho a

una habitación, y la mujer del dueño nos hacia la comida. En la escuela preparatoria se daban la

mismas asignaturas que en primaria. Allí estuve hasta los once años que, también con mi hermano,

ingresé en el seminario de La Bañeza, donde estudié hasta los catorce años. Los estudios en el

seminario no estaban bien homologados por lo que al pasar al instituto tuve que repetir un año.

Así empecé segundo curso de bachiller elemental en el instituto de Astorga con catorce años.

Recuerdo que las asignaturas que mejor se me daban eran la Historia, las Ciencias Naturales y la

Química, es curioso porque la asignatura era Física y Química, y la física me costaba aprobarla

mientras que en la parte de química tenía muy buenos resultados. Las Matemáticas se me daban

horrible pero al final siempre las aprobaba. Y así termine el bachiller elemental y empecé el

superior. Después hice la reválida de quinto y sexto curso y la aprobé también.

Page 15: Autobiografía, didáctica

15

-Yo: ¿Qué decidiste hacer una vez terminado el bachiller superior?

-Manuel: Pues cuando termine el bachiller superior decidí hacer una carrera universitaria. A mí

siempre me han gustado mucho los niños y la enseñanza, y por eso me fui a León y me matriculé en

Magisterio para el que solo pedían el bachiller superior.

-Yo: ¿Cómo era Magisterio en esa época, tenia especialidades como infantil, primaria...? y ¿Cuantos

años duraba la carrera?

-Manuel: La carrera de Magisterio en mi época no tenia especialidades, era una única carrera que

servía para trabajar de maestro. La carrera era de dos años y salíamos titulados como maestros. Los

que consiguieran una media de siete puntos obtenían una plaza directa, y los mandaban al pueblo

donde hiciera falta un maestro.

-Yo: ¿Cuál fue su calificación y por qué no termino siendo maestro?

-Manuel: La calificación exacta no la recuerdo pero durante los dos cursos de Magisterio me costó

horrores la asignatura de música, de hecho la suspendí en los dos cursos y no la aprobé hasta la

siguiente convocatoria. Por eso no conseguí la media que hacía falta para tener plaza directa y

después de eso pedían una reválida para conseguirla, así que decidí preparar la oposición, en 1972,

para el Cuerpo General de Policía.

-Yo: Para un hombre como usted al que le gustaba la enseñanza ¿qué tiene que ver la policía con ser

maestro? ¿Cómo decidió hacer algo tan diferente?

-Manuel: La primera opción era la de maestro, pero desde muy pequeño también me gustaba mucho

todo lo relacionado con el ejército y la policía. Recuerdo incluso la primera vez que fui al cine con

mi hermano Teo a ver una película en la que el protagonista aparecía en el cartel con un uniforme y

lo que nosotros creíamos que era una escopeta (sonríe), pensamos que se trataba de una película

sobre un policía, pero resultó que la escopeta era una guitarra y la película de acción un musical en

el que nos aburrimos muchísimo (se ríe abiertamente)

-Yo: ¿Recuerdas alguna anécdota de tu época escolar? (Manuel se mantiene serio y pensativo

durante un momento).

-Manuel: Recuerdo que cuando empecé en la escuela rural de mi pueblo había mucha necesidad de

alimentos en España ya que la Segunda Guerra Mundial había terminado unos años atrás, y los

americanos por un acuerdo con el Gobierno aportaban alimentos. Por este motivo en la escuela nos

obligaban a tomar un vaso de leche por la mañana y un trozo de queso en la merienda. Era un queso

amarillo, de sabor fuerte, que a muchos niños no les gustaba y por eso me lo daban a mí que me

encantaba y todas las meriendas comía tres o cuatro trozos (se ríe).

También me acuerdo de otra que siempre les contaba a mis hijos cuando eran pequeños. Un día en

el recreo del colegio me subí a un árbol que tenía una especie de hueco donde parecía, por los

graznidos que se oían, que un pájaro había hecho su nido. Con la ayuda de mi hermano Teo y de

Page 16: Autobiografía, didáctica

16

otro niño de la escuela me encaramé a una de las ramas superiores del árbol y vi que efectivamente

había un nido con dos polluelos dentro, por lo que decidí meter la mano para cogerlos, pero no

calculé bien, ya que cuando traté de retirar la mano con el pajarito no fui capaz de sacarla y cuanto

más tiraba más se me atrancaba la mano y más nervioso me ponía yo. Mi hermano tuvo que avisar

al maestro para que me rescatara, el hombre fue a una de las casas de los alrededores y volvió con

una escalera, pero cuando tiró de mi mano ésta no cedía ya que yo seguía agarrando con fuerza el

pájaro. Estuvimos un buen rato el maestro y yo intentando sacarme la mano del hueco hasta que él

se dio cuenta de que yo no soltaba al animalito y por eso no me salía el brazo. Al final solté el bicho

y conseguí retirar la mano dolida, hinchada y toda arañada. Me llevé encima un castigo del maestro,

unos azotes que me dejaron el culo más rojo que la mano lesionada (ambos reímos a carcajadas).

-Yo: Bueno Manuel, muchas gracias por atenderme tan pacientemente.

-Manuel: De nada, la verdad que he pasado un buen rato recordando algunos momentos de mi

infancia.

-Yo: Hasta pronto.

-Manuel: Adiós.

4.2 Fotografía:

*Mural Pureza de María.