Automatismos mentales hipersincrónicos -...

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1 Automatismos mentales hipersincrónicos: una innovadora hipótesis psiquiátrica reafirmando su validez durante años Dr. J. Alvarez-Rodriguez, Md PhD Jefe de Servicio de Psiquiatría del CAULE, León, España, [email protected] Abstract Este artículo versa sobre ciertos automatismos psíquicos que generalmente se diagnostican como síntomas psiquiátricos o como crisis parciales simples (CPSs). Dichos automatismos mentales aparecen en muchas obras de místicos, filósofos, escritores, compositores, y grandes artistas y creadores de la historia de la humanidad, sin que ellos le confieran valor patológico alguno a estas experiencias. Tras realizar numerosas revisiones bibliográficas hemos encontrado abundantes argumentos que sugieren que estos automatismos son debidos a redes neuronales fisiológicamente adaptadas para activarse de modo hipersincrónico. A partir de estos datos, planteamos una audaz hipótesis: estas experiencias automáticas son manifestaciones de una función cognitiva cerebral que, hasta ahora, ha permanecido insuficientemente delimitada. Proponemos el término hyperia para denominar esta función cognitiva, a la que consideramos responsable de las cogniciones clrividentes y/o telepáticas. Finalmente, se discuten las consecuencias derivadas de dicha hipótesis, en particular en los campos de la epilepsia, de la psiquiatría y de la neuropsicofarmacología. Key words: trastorno bipolar, glutamato, hipocampo, aprendizaje, potenciación a largo plazo, esquizofrenia, epilepsias reflejas. Introducción Este artículo está basado en otros dos anteriores, el primero publicado como tesis doctoral en medicina hace dieciséis años [1], y el segunda como artículo científico hace trece años [2]. En estas investigaciones previas hemos descrito un innovador enfoque neuropsiquiátrico que postula la existencia de una actividad cerebral nueva o, al menos,

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Automatismos mentales hipersincrónicos: una innovadora

hipótesis psiquiátrica reafirmando su validez durante años

Dr. J. Alvarez-Rodriguez, Md PhD

Jefe de Servicio de Psiquiatría del CAULE, León, España, [email protected]

Abstract

Este artículo versa sobre ciertos automatismos psíquicos que generalmente se

diagnostican como síntomas psiquiátricos o como crisis parciales simples (CPSs).

Dichos automatismos mentales aparecen en muchas obras de místicos, filósofos,

escritores, compositores, y grandes artistas y creadores de la historia de la humanidad,

sin que ellos le confieran valor patológico alguno a estas experiencias.

Tras realizar numerosas revisiones bibliográficas hemos encontrado abundantes

argumentos que sugieren que estos automatismos son debidos a redes neuronales

fisiológicamente adaptadas para activarse de modo hipersincrónico.

A partir de estos datos, planteamos una audaz hipótesis: estas experiencias automáticas

son manifestaciones de una función cognitiva cerebral que, hasta ahora, ha permanecido

insuficientemente delimitada. Proponemos el término hyperia para denominar esta

función cognitiva, a la que consideramos responsable de las cogniciones clrividentes y/o

telepáticas.

Finalmente, se discuten las consecuencias derivadas de dicha hipótesis, en particular en

los campos de la epilepsia, de la psiquiatría y de la neuropsicofarmacología.

Key words: trastorno bipolar, glutamato, hipocampo, aprendizaje, potenciación a largo

plazo, esquizofrenia, epilepsias reflejas.

Introducción

Este artículo está basado en otros dos anteriores, el primero publicado como tesis

doctoral en medicina hace dieciséis años [1], y el segunda como artículo científico hace

trece años [2]. En estas investigaciones previas hemos descrito un innovador enfoque

neuropsiquiátrico que postula la existencia de una actividad cerebral nueva o, al menos,

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hasta ahora insuficientemente delimitada. Hemos propuesto denominar esta actividad

neuronal con el neologismo hyperia .

El presente artículo constituye una actualización de dicha hipótesis. Su objetivo

principal es mostrar la consistencia y/o la validez de la misma. De hecho, en esta nueva

versión hemos incluido más de cincuenta referencias bibliográficas aparecidas en los

últimos años, que aportan recientes hallazgos y evidencias a favor del postulado que

hemos planteado hace ya década y media.

A lo largo de este documento se describen las siguientes secciones:

1. Carácter gradual del proceso investigador que condujo a la hipótesis de hyperia .

2. Definición y descripción de la función cognitiva hipérica.

3. Debate sobre las consecuencias del paradigma hipérico.

4. Conclusiones.

1. Carácter gradual del proceso de investigación que condujo a la hipótesis de

hyperia

El primer argumento que apoya la validez de esta hipótesis es la manera progresiva y

gradual en que se originó. En efecto, a partir de unos primeros indicios fuimos

encontrando luego nuevas evidencias que daban consistencia a esa conjetura inicial. La

aparición de este espontáneo y creciente flujo de información científica congruente con

hipótesis de la hiperia constituye el primer soporte argumental de la misma. Este

gradual desarrollo del proceso investigador se describe detalladamente en las

publicaciones anteriormente citadas [1-3] y ahora lo resumimos de la siguiente manera:

1.1. Depresión melancólica en el misticismo cristiano

Nuestra investigación comenzó con el análisis del fenómeno místico denominado

purificación pasiva del espíritu por San Juan de la Cruz. Este monje y poeta del Siglo

de Oro español describe en su libro Noche oscura un conjunto de manifestaciones

psíquicas automáticas, es decir, que son experimentadas pasivamente. Estos fenómenos

psíquicos se corresponden exactamente con la descripción psicopatológica de la

depresión melancólica y de la manía, con fases de sufrimiento e inhibición que alternan

con otras de gozosa exaltación, al igual que viran la melancolía y la manía en el

trastorno bipolar [4, 5].

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1.2. Presencia de otros automatismos psíquicos en la mística cristiana, así como en las

principales creaciones intelectuales y artísticas de la humanidad

Tan sorprendente nos pareció esta similitud entre la purificación pasiva del espíritu y el

trastorno bipolar que, a partir de ahí, decidimos realizar un análisis de toda la obra en

prosa de San Juan de la Cruz y también de los escritos de otros místicos, tanto cristianos

como de otras religiones. Descubrimos que muchos místicos, de todas las épocas y

culturas, describen como parte de la fenomenología mística extraordinaria, no sólo fases

de manía y de depresión, sino también otros numerosos automatismos psíquicos [6].

Estas variadas experiencias psíquicas se presentan siempre con las mismas

características fenomenológicas, a saber: son repentinas; la vivencia del tiempo

inmanente está distorsionada resultándole al sujeto imposible calcular el tiempo que

dura las experiencias psíquicas en cuestión; se desarrollan en la mente de forma

completamente o automática; son vivenciadas con enorme intensidad pues la atención

está totalmente concentrada en la manifestación psíquica que en ese momento transcurre

pasivamente por la mente; finalmente, se acompañan siempre de un fuerte sentimiento

de extrañeza como si súbitamente un mundo extraño irrumpiese en el mundo familiar.

Curiosamente, estos rasgos son los rasgos característicos del aura epiléptica [7].

El análisis de déjà vu nos ayudará a comprender el tipo de experiencias al que nos

estamos refiriendo. El déjà vu es una súbita irrupción en la conciencia de la certeza de

que un acontecimiento que estamos viviendo en la actualidad se ha experimentado ya en

el pasado de la misma exacta manera. Según Devinsky y Luciano, la mayoría de las

personas han experimentado este fenómeno que puede ser interpretado como una CPS

cuando hay una trazado electroencefalográfico congruente [8]. Pues bien, esta

paramnesia tiene todas las características fenomenológicas mencionadas anteriormente:

subitaneidad, distorsión del tiempo inmanente, naturaleza automática, gran intensidad

de la experiencia y una fuerte sensación de extrañeza.

Además del déjà vu y otras paramnesias y hipermnesias, los místicos describen los

siguientes automatismos psíquicos: crisis de despersonalización y/o derealization,

incluida esa peculiar forma de despersonalización que es la autoscopia; irresistibles

impulsiones suicidas y de blasfemia; accesos súbitos de inhibición y melancolía, a

menudo alternando con opuestos períodos de exaltación gozosa; alucinaciones visuales

y auditivas o puras cogniciones delirantes que se acompañan siempre de la convicción

de haber adquirido un conocimiento irrefutable, fenómenos que son exactamente

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equivalentes a lo que Jaspers denomina percepciones e ideas delirantes primarias [9].

Todas estas manifestaciones se han descrito detalladamente en nuestras publicaciones

anteriormente mencionadas [1-3].

Este solapamiento entre psicopatología y misticismo nos ha parecido tan llamativo que

suscitó en nosotros una interrogante fundamental: si los espirituales de diferentes épocas

y culturas que han tenido estas experiencias no les han conferido valor patológico

alguno, ¿por qué tenemos que interpretarlas nosotros como algo necesariamente

patológico?

Es más, nos hemos encontrado con esos mismos automatismos psíquicos en la obra de

filósofos y pensadores de todos los tiempos, entre ellos Platón, San Agustín,

Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, Jean Paul Sartre, Edith Stein y Emil Cioran;

científicos como Arquímedes, Pascal y Newton; místicos como San Pablo, Casiano,

Santa Hildegard de Bingen, Meister Eckhart y sus discípulos Juan Tauler y Beato

Enrique Suso, la Beata Angela de Foligno, San Ignacio de Loyola, Santa Teresa de

Ávila, San Juan de la Cruz, Jean Joseph Surin y Simone Weil; novelistas como

Dostoiewski, Proust y Hesse; poetas como Walt Whitman, Rabindranath Tagore y Juan

Ramón Jiménez; y los pintores como William Blake, Vincent Van Gogh o Salvador

Dalí.

Por cierto, este paradójico solapamiento entre genialidad y psicopatología ya había

despertado la curiosidad y la atención de eminentes pensadores a lo largo de la historia,

como le ocurrió al filósofo griego Aristóteles hace 2.500 años, pero hasta el presente

nadie ha sido capaz de encontrar una explicación satisfactoria de esta enigmática

imbricación.

1.3 . Automatismos psíquicos de los consumidores de psicotóxicos

Si al listado anteriormente expuesto añadimos los autores célebres que han descrito las

mismas vivencias psíquicas, pero ahora auto-inducidas por el uso de sustancias

psicotóxicas, el número de personajes famosos que describen automatismos psíquicos

sería incontable. Sobre la cuestion de los automatismos psíquicos y el uso de sustancias

psicotóxicas, es necesario destacar dos trabajos: ‘Las puertas de la percepción’ y ‘ El

hachís y alienación mental’, sendas monografías sobre las auto-experiencias

experimentadas con la mescalina y el cannabis escritas por Aldous Huxley [10] y

Moreau de Tours [11] respectivamente. En concreto, el trabajo del psiquiatra francés

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contiene todos y cada uno de los automatismos mencionados anteriormente pero

interpretados aquí como respuesta y efecto del consumo de cannabis.

De hecho, hay innumerables investigaciones científicas que demuestran que las

sustancias psicotóxicas, también llamadas drogas de recreo, producen las mismas

experiencias psíquicas automáticas que vimos aparecer espontáneamente en místicos,

filósofos, científicos y artistas de diferentes períodos de la historia. En los dos últimos

decenios han aparecido muchos estudios, que atribuyen estos automatismos psíquicos a

hipersincronías neuronales glutamatérgicas [12-14].

La información obtenida hasta este momento nos provee de nuevas evidencias con las

que reforzar nuestra débil hipótesis inicial respecto a que no hay ninguna razón para

considerar estos automatismos psíquicos como necesariamente patológicos. En efecto,

si nuestro cerebro dispone de neuroreceptores aptos para responder con automatismos

psíquicos cuando, ya espontáneamente ya bajo la influencia de sustancias psicotóxicas,

actúan los neurotransmisores adecuados, y si estos automatismos psíquicos han servido

para crear las más destacadas obras literarias y artísticas de la humanidad, ¿por qué

entonces seguir interpretando dichos automatismos como patológicos? ¿No sería más

lógico considerar estas producciones psíquicas como el resultado de una función

cognitiva que, hasta ahora, ha permanecido insuficientemente conocida y/o delimitada?

Con esta innovadora hipótesis ya en la mente, el siguiente paso fue tratar de descubrir el

verdadero significado de los diferentes modalidades de hipersincronía neuronal,

enmascaradas todas ellas hasta entonces bajo la genérica denominación de epilepsia.

Para ello fue necesario realizar nuevas búsquedas bibliográficas respecto a las diferentes

formas y variedades de la epilepsia. Como resultado de estas revisiones hemos

encontrado más argumentos a favor de nuestra hipótesis inicial.

1.4 . El enigma de epilepsias reflejas

Se denominan epilepsias reflejas [15, 16] aquellas en las en los que los ataques vienen

desencadenados por un estímulo determinado Los estímulos capaces de provocar

epilepsias reflejas son muy variados, yendo desde simples estímulos físicos, por

ejemplo luz, sonido, calor, etc., a estímulos más complejos como pueden ser realizar

una tarea matemática, un movimiento de ajedrez, pronunciar o evocar una palabra con

fuerte contenido afectivo, etc. [17]. El más común y conocido tipo de epilepsia refleja es

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la epilepsia fotosensitiva [18] cuya prevalencia ha aumentado considerablemente desde

el advenimiento de la televisión.

Para nuestro propósito, hemos centrado el análisis del vasto campo de las epilepsias

reflejas en algunos aspectos específicos de las mismas. En primer lugar, el concepto de

epilepsias reflejas autoprovocadas, en las que el sujeto ha aprendido a manejar el

estímulo adecuado para provocarse voluntariamente los ataques dado que los mismos

son de carácter agradable. Al menos el 25% de los pacientes con epilepsia fotosensitiva

se auto-provocan estas crisis placenteras [19].

En segundo lugar, nos interesaba el concepto de epilepsia musicógena puesto que cada

vez hay más evidencias de que en este tipo de epilepsia el verdadero estímulo

desencadenante de la crisis lo constituye la carga emocional contenida en ese fragmento

musical [20-22]. Este punto suscita un tercer concepto de gran importancia de cara a

nuestra hipótesis, a saber, la existencia de las llamadas epilepsias reflejas afectivas [23,

24], en las que el estímulo desencadenante es un afecto o emoción. Pues bien, no dejan

de aparecer nuevos argumentos a favor de la existencia de estas epilepsias reflejas de

naturaleza afectiva [25, 26].

Si prestamos atención a cuanto hemos dicho sobre las epilepsias reflejas autoprovocadas

podemos confirmar que esto es exactamente lo que han aprendido muchos de los

personajes célebres que citábamos al principio de este trabajo, muy especialmente los

místicos, o sea, a utilizar estímulos adecuados para despertar súbitos estados de gozo o

placer en sus mentes, ya sean centelleantes luces de colores, repetitivos sonidos

rítmicos, melodías musicales armoniosas, inciensos u otras sustancias y, por supuesto,

también la pronunciación o evocación de palabras, es decir, mantras o jaculatorias, que

haber sido largamente repetidas y/o meditadas, están muy cargadas de afecto [27].

Por otra parte, ¿quién no ha experimentado alguna vez, escuchando determinada

melodía musical, esos súbitos y vivos sentimientos de alegría que a menudo se

acompañan de lágrimas dulces de naturaleza incontenible? ¿Debemos concluir de ello

que todos padecemos epilepsias musicógenas?

1.5. Kindling, potenciación a largo término y aprendizaje

Hablando de crisis producidas por estímulos repetitivos, vamos a describir brevemente

dos procesos que igualmente se deben a estímulos repetitivos, el kindling y la

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potenciación a largo término (PLT), que constituyen dos modelos clásicos de epilepsia

fisiológica.

Kindling y PLT son dos procesos similares en muchos sentidos. Ambos son inducidos

por aplicación local de impulsos eléctricos de alta frecuencia mediante electrodos

implantados en determinadas áreas cerebrales. Las neuronas así estimuladas

inicialmente no responden pero, si esas tandas de estimulación eléctrica se repiten

suficientemente, las neuronas acaban emitiendo una activación hipersincrónica [28].

Además, en la PLT esta respuesta epileptiforme es estable y de larga duración pues

dicho proceso implica una plasticidad neuronal que supone la aparición de nuevas

estructuras anatómicas en esas neuronas lo que confiere estabilidad a la respuesta

eléctricamente inducida [29]. Esta neurogénesis se ha asociado con el aprendizaje y la

memoria, con una gran cantidad de investigaciones en los últimos veinticinco años

poniendo de manifiesto que los circuitos neuronales más epileptógenos y más plásticos

son también las zonas cerebrales que están más directamente implicadas en el proceso

de aprendizaje y la memoria [30-32].

Entonces, si el aprendizaje y la memoria, dos funciones que son necesarias para la

supervivencia del individuo y de la especie, se hallan tan íntimamente a la PLT, ¿por

qué que considerar patológica la actividad epiléptica que permite a nuestro cerebro

registrar y almacenar datos de las experiencias repetitivas que ocurren a su alrededor?

¿No sería más lógico hablar de diferentes hipersincronías neuronales, entre las que

podemos incluir la hipersincronía del aprendizaje y lamemoria, la hipersincronía del

dormir y del soñar, la hipersincronía sexual, la hipersoncronía epiléptica, etc?

1.6 . De carácter fisiológico epileptogenesis

Llegados a este punto, decidimos llevar a cabo un análisis detallado relativo al estado

actual del conocimiento de la epileptogenesis, conforme al significado que Sloviter [33]

atribuye a este término, es decir: el conjunto de causas y mecanismos que permiten a las

neuronas generar su primera y espontánea manifestación epileptiforme, ya sea que la

misma se acompañe de manifestación clínica alguna o no.

Este análisis nos ha suministrado nueva información que viene a reforzar nuestro

planteamiento. En efecto, muchos de los principales especialistas en epilepsia han

manifestado que las ráfagas iniciales de la actividad epiléptica parecen de naturaleza

fisiológica. A este respecto, Philip Schwartzkroin [34] señala que la epilepsia puede

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reflejar una tendencia de funcionamiento básico del sistema nervioso central. De modo

similar, Massimo Avoli [35] afirma que las ráfagas epileptiformes iniciales generadas

por las neuronas de la corteza cerebral humana parecen ser en la mayoría de los casos de

naturaleza normal.

Por otra parte, si bien es cierto que estas ráfagas iniciales tradicionalmente han venido

siendo considerados pro-epilépticos y precursores de los ataques, hay indicios de que las

mismas y la posterior difusión en forma de ataques son actividades opuestas y

excluyentes que aparece en diferentes áreas cerebrales. En este sentido, Karen Gale [36]

afirma que estos dos momentos de comienzo y generalización de la actividad

epileptogénica, no sólo son distintos, sino que ocurren en áreas cerebrales igualmente

diferentes, y que la capacidad que posee una zona del cerebro para dar lugar a un

encendido hipersincrónico local no se corresponde para nada con la capacidad de esa

misma zona para la propagación de la descarga. Wilson y Bragdon [37: 380] expresan

con mayor claridad si cabe esta franca y chocante dicotomía entre ambas actividades:

Nos hemos sentido fascinados al encontrar ráfagas epileptiformes y ataques

electrográficos que tenía diferentes puntos de comienzo […]. Estos datos

sugieren un posible nuevo principio relacional entre las ráfagas y los ataques,

puesto que unas y otros pueden ocurrir por separado. Es más, aunque las ráfagas

epileptiformes pueden desencadenar ataques electrográficos, su principal efecto

parece consistir en suprimir los ataques que tienen lugar en sus propias áreas.

Por tanto, la puntas interictales en los hombres parecen desempeñar un papel

sorprendente con respecto a las descargas epilépticas.

Además, durante las dos últimas décadas se han acumulado numerosas evidencias de

que las ráfagas iniciales podrían ser debidas a los receptores iónicos no-NMDA,

concretamente los receptores AMPA los cuales son capaces de activarse con

extraordinaria rapidez. En cambio, la actividad de propagación posterior parece

determinada por los receptores NMDA [38-40].

2. Definición y descripción de la función cognitiva hipérica

Disponemos ya de suficiente información para desarrollar y describir en detalle nuestra

hipótesis. Hay muchas pruebas que indican que, después de una primera hipersincronóa

inicial y local aparece después una hipersincronía propagada a otras áreas que sería

reactiva y tendría por objetivo esencial regular la intensidad de la primera o, incluso,

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suprimirla cuando se ha vuelto demasiado intensa. Proponemos denominar hyperia al

primer tipo y reservar el término epilepsia para el segundo. El vocablo hyperia proviene

de la partícula griega hyper y significa por encima de, más allá de [41]. Este término se

refiere a la excesividad [42] implícita en este modo de funcionamiento cerebral: una

excesiva sincronización neuronal; un exceso de conciencia; un exceso de estesia de la

experiencia, etc. Creemos que este neologismo es útil para separar y distinguir

claramente las hipersincronías fisiológicas y de las patológicas o epilépticas. Por otra

parte, el uso de un solo término y siempre el mismo, hyperia, evita la confusión que se

genera con las diferentes denominaciones aplicadas a la actividad epileptiforme inicial:

potenciales excitadores postsinápticos gigantes, ráfagas iniciales, puntas interictales, etc.

La hiperia, al igual que el resto de las funciones cerebrales cognitivas, es educable, o

sea, su funcionamiento puede ser reforzado a través del uso repetido. Además, al igual

que todas ellas, alcanza su máximo grado funcionamiento al final de la pubertad o

principios de la edad adulta y, a continuación, va disminuyendo con la edad. Sus

manifestaciones son, por tanto, más frecuentes e intensas en los jóvenes que en las

personas de edad avanzada.

Las experiencias psíquicas de la hiperia implican siempre una repentina cognición

clarividente que se acompaña de convicción telepática. El diccionario online Merriam-

Webster incluye dentro del término clarividencia fenómenos tales como la capacidad de

comunicarse con otras mentes, incluidas personas muertas, o de predecir eventos

futuros, o conocer hechos que ocurren a distancia [43]. Por lo tanto, el término

clarividencia implica diferentes fenómenos paranormales y clarividencia y telepatía son

conceptos casi sinónimos.

Una vez más el análisis del déjà vu nos ayudará a comprender mejor lo que estamos

tratando de explicar. Durante esta paramnesia el sujeto tiene la sensación de estar

reviviendo una escena ya ocurrida con anterioridad pero es completamente incapaz de

asociarla con recuerdos anteriores, por lo que tiende a interpretarlo como algo ajeno a su

propia mente y, por lo tanto, de procedencia externa a él. Esta interpretación del déjà vu

como un fenómeno telepático es más evidente cuando esta paramnesia se acompaña de

percepción extrasensorial de acontecimientos ocurridos a distancia, fenómeno que se se

asocia con relativa frecuencia al déjà vu [44].

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Algo similar puede decirse de la autoscopia, una experiencia en la que el individuo tiene

la impresión de que la mente está saliendo del cuerpo y, por tanto, que es capaz de verlo

desde el exterior. Este fenómeno psíquico es también generalmente interpretado por el

sujeto que lo experimenta como algo ajeno a su propia mente [45-47].

Lo mismo ocurre con las crisis de repentina inhibición melancólica [48] o, por el

contrario, de gozo extático [49]. Estos episodios, que se corresponden exactamente a la

descripción psicopatológica de la manía y la melancolía, son experimentados por el

sujeto como algo extraño a su propia mente. La fase de exaltación maníaca suele ir

acompañada de sentimientos de omnipotencia y comunión con el Absoluto. Por su

parte, la fase melancólica suele acompañarse de ideas de culpa o pecado que también se

atribuyen a una mente externa, por ejemplo, un castigo divino. Esta convicción

telepática es todavía más evidente en las psicosis agudas de tipo paranoide, en las que

se produce lo que Jaspers [9: 103] denomina ‘conciencia delirante’ y que describe en los

siguientes términos: ‘Los pacientes tienen conocimiento de la inmensidad del Universo

y de la totalidad de los acontecimientos, a menudo sin que disponga de vestigio

perceptivo alguno acerca de ellos.’ Por ejemplo, Aldous Huxley [50: 5] describe este

estado de conciencia, en su caso desencadenado por la ingesta de mescalina, en los

siguientes términos:

La Visión Beatífica, Sat Chit Ananda, Ser-Conocimiento-Bienaventuranza. Por

primera vez comprendía, no al nivel de las palabras, no por indicaciones

incoadas o a lo lejos, sino precisa y completamente, a qué hacían referencia estas

prodigiosas sílabas.

Hermann Hesse [51: 19] aporta una descripción similar, aunque esta vez el estímulo

desencadenante de la cognición clarividentes es un fragmento musical:

Tocaba una antigua música magnífica. Entonces, entre dos compases de un

pasaje pianísimo tocado por oboes, se me había vuelto a abrir de repente la

puerta del más allá, había cruzado el cielo, y vi a Dios en su tarea.

Por su parte, Ignacio de Loyola [52: 57] narra en su autobiografía el siguiente caso de

múltiples cogniciones clarividentes que parecen provocadas por los estímulos luminosos

y acústicos que percibe al contemplar el fluir de la corriente del río Cardoner:

Y yendo así, en sus devociones, se sentó un poco con la cara hacia el río, el cual

iba hondo. Y estando allí sentado, se le empezaron a abrir los ojos del

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entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo

muchas cosas, tanto de cosas espirituales como de cosas de la fe y de letras; y

esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas.

Como acabamos de indicar hace unos momentos, estas experiencias clarividentes están

presentes en muchos trastornos psiquiátricos. De hecho, los delirios implican

clarividencia y/o telepatía. En todas estas irrefutables convicciones intuitivas el yo

experimenta un agrandamiento de sí mismo. Este megalomaniforme ensanchamiento del

yo se acompaña siempre de convicción telepática Esto es muy evidente en las psicosis

agudas y en las fases agudas de la esquizofrenia paranoide (difusión del pensamiento,

robo del pensamiento, eco del pensamiento, etc.) y menos nítido, pero también siempre

presente, en las psicosis crónicas en las que estas convicciones telepáticas suelen

consistir en ideas de auto-referencia y/o el control, en las paranoias, o vivencias de

fusión con la Mente Universal, en las parafrenias.

Las investigaciones científicas sobre estos fenómenos los incluyen generalmente en el

campo de la parasicología bajo el término genérico fenómenos psi [53-56], y aunque no

hay resultados concluyentes sí que parece claro que estos fenómenos están relacionados

con las áreas cerebrales que hemos descrito como más propensas a la hipersincronía

hipérica, concretamente con el hipocampo [57-59].

3. Debate sobre las innovadoras consecuencias de la hipótesis hipérica

La hipótesis de hyperia tiene importantes implicaciones en diferentes campos de las

neurociencias. Por razones de claridad, vamos a dividir esta sección en dos partes:

1. Hechos que hasta ahora eran confusos o contradictorios y que la hipótesis de la

hiperia aclara de modo lógico y natural.

2. Cambios que conlleva la hipótesis de la hiperia con respecto al modelo actual de

trastornos psiquiátricos.

3.1. Hechos confusos o contradictorios que son aclarados por la hiperia

En primer lugar, la hiperia aclara la paradójica relación entre epilepsia y psicosis, un

enigma que Starr [60: 160] expone en los siguientes términos:

Una de las más grandes controversias médicas del siglo XX que permanece

todavía sin resolver, concierne a cuál es la verdadera naturaleza de las relaciones

existentes entre epilepsia y psicosis. Hay fuertes evidencias de que las

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estructuras del sistema límbico se hallan íntimamente involucradas en la

patofisiología de ambos procesos (Nielsens and Kristensen, 1981), pero después

de más de cien años de investigaciones, los médicos no han sido capaces de

ponerse de acuerdo respecto a si estos dos trastornos se hallan fuertemente

asociados entre sí, o bien no están relacionados, o, incluso, si son mutuamente

antagónicos el uno respecto al otro.

En efecto, por un lado es un hecho evidente que la epilepsia y las psicosis son

trastornos altamente comórbidos. Por otro lado, estas dos actividades son incompatibles

al mismo tiempo, como se deduce de la observación clínica que las convulsiones

generalizadas poner fin a un estado de psicosis aguda, por ejemplo, las convulsiones

generalizadas provocadas con la terapia electroconvulsiva. Esta paradójica relación

entre epilepsia y psicosis resulta naturalmente explicada con nuestra hipótesis porque,

conforme a la misma, la hipersincronía epiléptica tiene por objetivo regular o suprimir

una hipersincronía hipérica que ha alcanzado una intensidad indeseada. Es decir, la

hiperia es a la epilepsia lo que el fuego de un incendio al agua del bombero: se

encuentran muy a menudo juntos pero son excluyentes al mismo tiempo.

La hipótesis hipérica ayuda también a explicar algunas de las preguntas que surgen de

los avances psicofarmacológicos de los últimos decenios:

- ¿Por qué todos los medicamentos antiepilépticos, que en psiquiatría se usan con el

nombre de estabilizadores del humor, resultan eficaces para el tratamiento de los

síntomas psiquiátricos que en la presente investigación hemos denominado

"automatismos psíquicos"?

- ¿Por qué hay cada vez más pruebas de que el efecto final producido por los

diferentes medicamentos psicofarmacológicos sobre el sistema nervioso central es

una disminución de excitabilidad neuronal?

La primera vez que postulamos el papel anticonvulsivante de los psicofármacos, hace

dieciséis años [2], esta propuesta se enfrentaba al posicionamiento general de la

psiquiatría vigente por aquel entonces, que tradicionalmente venía defendiendo el papel

proconvulsivante de dichas sustancias, tesis que podía leerse en cualquiera de los

manuales de psiquiatría al uso en aquella época [61] . Desde entonces han aparecido

numerosos e importantes argumentos a favor del rol anticonvulsivante de estos

fármacos. Estas evidencias no sólo se refieren a los ISRSs y los antidepresivos

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tricíclicos [62-64], sino también de los antipsicóticos, como se deduce de la cada vez

más consistente teoría glutamatérgica de la esquizofrenia, y de la igualmente abundante

información sobre las diferentes funciones que los receptores no-NMDA y los NMDA

juegan con respecto a excitabilidad neuronal [65-67].

Por último, la hiperia permite explicar de manera lógica el enigma planteado por

Aristóteles [68: 79]en el Problemata XXX hace ya más de 2.500 años:

¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres de excepción, bien en lo

que respecta a la filosofía, o bien a la ciencia del estado, la poesía o las artes,

resultan ser claramente melancólicos, y algunos hasta el punto de hallarse

atrapados por las enfermedades provocadas por la bilis negra?

Conviene recordar en este momento que melancolía era un término polisémico en la

medicina hipocrática, que era el paradigma médico vigente en la época del filósofo

estagirita. En efecto, el vocablo melancolía servía no sólo para referirse a las

enfermedades mentales causadas por el exceso de humor negro, sino también a las

enfermedades físicas, entre ellas la epilepsia [69]. Curiosamente, esta dicotomía

melancolía/epilepsia de la medicina hipocrática tiene un fuerte paralelismo con la

dicotomía actividad AMPA/actividad no-NMDA de la medicina actual, En cuanto a la

genialidad presente en todos esos personajes a los que se refiere Aristóteles, se explica

de forma natural teniendo en cuenta que todas ellas experimentan estados de hiper-

consciencia durante los cuales su mente se abre a mundos desconocidos para el estado

de conciencia normal.

3.2. Cambios que conlleva la hipótesis hiperica respecto al actual modelo psiquiátrico

En primer lugar, sobre el concepto de epileptogenesis: no parece apropiado continuar

usando este nombre (estrechamente relacionado con el término epilepsia y, por

consiguiente, con connotaciones patológicas fuerte) para describir las diferentes formas

de hipersincronía neuronal, algunas de las cuales parecen de carácter claramente

fisiológico. Estas hipersincronías se explican mejor como cambios momentáneos del

equilibrio de metaestabilidad a gran escala, por ejemplo, a favor de un estado de hiper-

procesamiento ordenado, como sugieren Fingelkurts y Fingelkurts y [70].

En segundo lugar, nuestra hipótesis implica consecuencias y cambios importantes en el

modelo psiquiátrico actual, especialmente en lo que respecta a las clasificaciones

actuales de los trastornos psiquiátricos. En efecto, la hiperia constituye una única y

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misma explicación de síndromes psiquiátricos clasificado actualmente como diferentes.

El hecho de que todas estas condiciones clínicas compartan la misma etiología,

patogenia y respuesta terapéutica sugiere que estas clasificaciones, que las ubica en

apartados nosológicos diferentes, no se corresponden con la realidad.

En este sentido, la polaridad psicótico versus no-psicótico pierde gran parte de la

importancia taxonómica que se le venía confiriendo hasta ahora puesto que la hiperia

incluye manifestaciones tanto psicóticas como no-psicóticas y a todas ellas se les

atribuye una misma naturaleza. Sin embargo, la dicotomía síntomas positivos versus

síntomas negativos adquiere una gran relevancia clasificadora dado que los principales

síndromes psiquiátricos pueden clasificarse según este criterio.

Tal vez la consecuencia más importante y significativa de nuestra hipótesis se refiere a

la alternativa terapéutica que, a partir de ahora, habrá que aplicar a las manifestaciones

de automatismos psíquicos de origen hipérico. Hasta el presente eran considerados

como patológico y tratados como tales. A partir de esta nueva hipótesis, en principio, no

necesitan ningún tratamiento porque son expresión de una función productiva de

nuestro cerebro. Sin embargo, han venido considerándose durante milenios como

expresión de una enfermedad por lo que no es posible asimilar esta nueva concepción de

repente. Será, pues, necesario llevar a cabo tareas psico-educativas para que este

importante cambio conceptual puede ir asimilándose progresivamente. Habrá que

enseñar a los jóvenes que experimentan estos fenómenos hipéricos a familiarizarse con

ellos. Sus familias, los maestros y los psicopedagógos también tendrán que

concienciarse de esta nueva concepción de los automatismos mentales. Las numerosas

ventajas de este nuevo enfoque se pueden resumir en una sola frase: es preferible decirle

a un niño o a un adolescente: "Estás muy bien dotado para la hiperia", que decirle:

"Tienes un trastorno psiquiátrico o una epilepsia".

Hemos afirmado que, en principio, las manifestaciones hipéricas no son patológicas. Sin

embargo, en algunos casos pueden constituir una enfermedad. Cuando la hipersincronía

hipérica da lugar a comportamientos con consecuencias sociales o morales indeseables

o bien es de tal intensidad que el sujeto no es capaz de integrarla positivamente en su

personalidad sino que acaba produciendo un deterioro psicosocial, en esos casos deberá

ser conceptuada como un trastorno psiquiátrico [71, 72, 73].

15

Por lo tanto, en oposición al modelo categorial de enfermedad propuesto por las actuales

clasificaciones de los trastornos mentales (CIE-10 y DSM-5), el modelo hipérico aboga

por un modelo dimensional con manifestaciones psíquicas que van desde la normalidad

a lo patológico. Esta concepción probablemente contribuirá a solucionar dos

importantes problema del actual paradigma psiquiátrico: el alarmante aumento de la

prevalencia de los trastornos mentales, con una prevalencia de padecer un trastorno

psiquiátrico a lo largo de casi el 50% en la población estadounidense o en la holandesa

[74], y la alta e comorbilidad de trastornos psiquiátricos [75], la cual merma y desvirtúa

el valor de esos diagnósticos.

4. Conclusiones

La hiperia es una función cerebral cognitiva que se expresa en forma de automatismos

psíquicos que se deben a la despolarización simultánea de un gran número de neuronas

que están fisiológicamente preparados para operar de esta manera. El resultado de estos

automatismos es la adquisición por parte del sujeto que los experimenta de cogniciones

clarividentes y/o telepáticas.

Esta propuesta permite aclarar informaciones pertenecientes a diferentes campos de las

neurociencias (neurofisiología, neurología, psiquiatría, psicofarmacología, etc.), las

cuales hasta el presente eran confusas y/o contradictorias. En este sentido, este enfoque

puede considerarse como un nuevo paradigma de acuerdo con el significado de este

término: por un lado, permite encajar entre sí fenómenos que el actual paradigma

psiquiátrico no había sido capaz de integrar hasta ahora, y por otro nos obliga a rechazar

algunos enunciados que hasta el presente venían siendo considerados válidos y fiables

por la comunidad neurocientífica.

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