La aventura de los molinos de viento: Innovación técnica ...
AVENTURA CON LOS MOLINOS DE VIENTO
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Decidió entonces volver a su casa para encontrar un
escudero y coger camisas y dinero, pero en el
camino se cruzó con unos mercaderes que se rieron
de su locura. Entonces Don Quijote empuñó la
adarga y se abalanzó sobre ellos. Pero una piedra en
el camino hizo que Rocinante tropezara y su amo
salió despedido. Mientras intentaba ponerse en pie,
uno de los mercaderes cogió la lanza y la hizo
pedazos en sus costillas. Un labrador y vecino de
Don Quijote llamado Sancho Panza, pasaba por allí
y corrió en su auxilio. Lo subió en su burro y lo
llevó al pueblo donde el ama de Don Quijote, la
sobrina, el licenciado Pedro Pérez el cura y maese
Nicolás el barbero ya estaban preocupados por la
ausencia del hidalgo, que ya duraba tres días.
Intentaron entonces entre todos quemar todos esos
libros que habían hecho enloquecer a Don Quijote.
AVENTURA
CON LOS
MOLINOS
DE VIENTO
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Decidió entonces que Sancho Panza fuera su
escudero y le acompañara en sus aventuras, cosa que
éste acepto de buen grado y abandonando a su
familia se fue con él.
Ya por los caminos, descubrieron unos molinos de
viento que Don Quijote confundió con un puñado de
malvados gigantes con los que decidió entrar
en batalla. Sancho le advirtió de que lo que sus ojos
veían no eran gigantes sino molinos de viento pero
sus advertencias no le sirvieron. Don Quijote se
abalanzó sobre ellos. Se levantó de pronto un poco
de viento y las grandes aspas empezaron a moverse
haciendo que la lanza de Don Quijote se hiciera
pedazos y el caballero y su caballo acabaron
rodando por los suelos. Sancho Panza acudió en su
auxilio y como pudo le ayudó a subirse en
Rocinante. Don Quijote como buen caballero
andante aguantó el dolor como pudo. Pasaron la
noche entre unos árboles aunque Don Quijote se la
pasó toda pensando en su amada Dulcinea.