Bailes Chinos

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1 bailes chinos, festividades y religiosidad popular del norte chico

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    bailes chinos,festividades y religiosidad

    popular del norte chico

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    Antigua foto coloreada con una formacin incompleta del Baile

    Chino Madre del Carmelo de Monte Patria durante la fiesta del

    Carmen, el 16 de julio de 1975, liderado por su cacique, don

    Rosendo Muoz Salas, con terciado y un cayado. Con dificultad

    se observa que los chinos de la izquierda (en contratapa) llevan

    trajes rosados, color propiamente andacollino, y en otros se

    aprecia la indumentaria no uniformada, que mezclan la ropa

    cotidiana con el traje

    y accesorios tradicionales, como culera, capa y gorro.

    Aparecen en la imagen, de izquierda a derecha: don Benicio

    Casanga (Chato Penoso), una nia, don Mario Muoz,

    don Hugo Campos, el abanderado y cantor don Jos Jimnez,

    don scar Gallardo, una nia, un nio que porta un estandarte

    enlutado que lleva una imagen de la Virgen

    del Rosario de Andacollo y la referencia a un tal cacique Vega,

    luego una nia, atrs don Jos Daz Alfaro, don Carlos Ramos,

    el cacique don Rosendo Muoz, don Roberto Gmez

    y don Conrado Biford.

    Foto Sydal. Archivo familia Ramos de Monte Patria.

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    Presentacin

    En el ao 2008 Chile suscribi la Convencin para la Salva-guardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco, comprometiendo as una poltica pblica orientada al cuidado de nuestros acervos culturales ancestrales, e impulsando al Estado chileno a complementar y ampliar las disposiciones generales en materia de legislacin cultural. A partir de la suscripcin de la Convencin, nuestro pas pas a integrar la comunidad de naciones que han garantizado de modo vincu-lante una gestin permanente para destacar, poner en valor y proteger las tradiciones populares ms arraigadas de sus pueblos, comunidades, colectivos y familias.

    Este nuevo contexto demand el diseo y puesta en marcha de programas y acciones especficas por parte del Estado, confiadas al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, el que ha acometido diversas tareas en el marco de la Convencin. Entre estas, destaca la exitosa postulacin de los bailes chi-nos de Chile a la Lista Representativa del Patrimonio Cultu-ral Inmaterial de la Humanidad, solicitud suscrita y cursada por una treintena de bailes chinos del pas, y la primera que patrocina el Estado chileno frente al organismo internacio-nal. El Comit Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial concedi este reconocimien-to a los bailes chinos el 26 de noviembre del 2014, en Pars, tras una deliberacin en la que participaron 950 representan-tes de 24 pases, que debieron pronunciarse sobre 46 expe-dientes presentados.

    El presente libro, publicado en el marco de la puesta en va-lor de las tradiciones populares que la Convencin prescribe, es una investigacin independiente que aporta de manera

    Por Claudia Barattini ContrerasMinistra Presidenta Consejo Nacional de la Cultura y las Artes

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    decisiva a la historia y la valoracin del estilo de baile reli-gioso ms antiguo del Norte Chico chileno. Esta publicacin es producto de la colaboracin de personas, familias y co-munidades que han participado, organizado y liderado bai-les chinos en poblados y villorrios que se reparten a lo largo de cientos de kilmetros, de la generosidad de los autores, quienes han cedido el producto de aos de estudio e inves-tigacin etnogrfica e histrica sin ms inters que el senti-do de compromiso y restitucin para con los bailes chinos, y del alto nivel profesional de nuestros funcionarios, que han trabajado en la produccin editorial y la edicin cientfica y literaria del libro, para dar forma al trabajo ms extenso que se haya publicado sobre este tema. Su materializacin es, por tanto, un trabajo mancomunado, donde se unen el inters y los esfuerzos compartidos para entender la situacin hist-rica, social y cultural de esta devocin, y del sentido que ella tiene al interior de las comunidades que lo practican.

    La investigacin que aqu presentamos destaca en los bailes chinos aspectos enraizados profundamente en la sociedad chilena y que, por ende, nos distinguen: la delicadeza y sensi-bilidad de lo simple. Estas hermandades que, con una singular expresividad, han dibujado la religiosidad en una extensa regin del territorio nacional por ms de tres siglos, contribuyendo a formalizar un modo de celebrar y de congregarse en torno a un sentimiento esencial de fe y solidaridad, de clase y mestizaje, de pertenencia y trascendencia, lo han hecho sin ms recurso que el de su inventiva, conviccin, voluntad y simpleza.

    En estos gestos se arraiga parte importante de lo que hoy so-mos como pueblo. Tambin, la certeza que nos anima a con-tinuar por este camino, que esperamos ensanchar ao a ao, con la misma resolucin que abordamos la publicacin de este libro, de casi novecientas pginas de historia, esperanza, dignidad, testimonio y devocin populares.

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    Prlogo

    Corra mayo del 2001 cuando los antroplogos Rafael Contreras Mhlenbrock y Daniel Gonzlez Hernndez autores de este libro me acompaaron a un viaje etnogrfico. A la sazn tenan lugar las solemnidades con que la Hermandad de la Santa Cruz de Mayo de Illapel conmemora anualmente aquel mtico y remoto hallazgo de las reliquias del Santo Madero. Un sentido devocional que, de algn modo misterioso e indescifrable, se ha reelaborado y resignificado desde la Jerusaln del siglo IV hasta los recnditos parajes de nuestro territorio actual. Visitbamos esta tierra atisbando en esa intuicin que a muchos antroplogos y etnomusiclogos nos impulsa a inmiscuirnos donde nadie nos llama, para luego inventar interpretaciones acerca de cosas muchas veces ajenas y que tampoco nadie nos pide. En efecto, pocas semanas antes, alguien me haba dado el dato de la existencia de un particular ritual ya casi perdido entre los abanderados o alfreces de bailes chinos: el doble y desdoble de los paos, algo que sin duda se relacionaba con el verbo revelado y la potencia de esa palabra potica por la que durante siglos los bailes chinos han conservado y administrado la autonoma de sus propios rituales. Pero quizs haya sido el desaliento por encontrarnos con un ritual casi desaparecido lo que hizo emerger una reflexin y una posicin ms comprometedora: a pesar del desaparecimiento de expresiones que en s mismas representan un alto inters para el estudio del caso, las comunidades persisten en el mantenimiento de aquella organizacin necesaria que garantiza la participacin ritual y reedita el sentido de la experiencia colectiva. Hablamos de una organizacin que a veces modifica

    Por Agustn Ruiz ZamoraEditor cientficoDepartamento de Patrimonio CulturalConsejo Nacional de la Cultura y las Artes

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    o desecha aquella morfologa que la academia busca, muchas veces, con ansiedad fetichista.

    En la vspera de los festejos fuimos recibidos por el mentor de la fiesta, don Pedro Olivares de quien se hablar en el cap-tulo XX de este libro. Junto a l estaban otras personas de la comisin organizadora. La conversacin, que tuvo lugar en su casa, nos dio algunas pistas acerca de lo que buscbamos. Pero lo cierto es que el tema propuesto no era el centro de inters de nuestro interlocutor. Un dilogo abierto y llano deriv a los linderos histricos de esta festividad, y sin querer nos fuimos adentrando en los desencuentros que la hermandad illapelina tena con las autoridades civiles y eclesisticas, conociendo los conflictos que por periodos han dominado dichas relaciones. Sin esperarlo, nuestra entrevista se moviliz a los aspectos sociales y puntos de tensin que generalmente son omitidos en ese relato a conveniencia al que las entidades de poder nos tienen acostumbrados, relatos en los que generalmente se re-presenta una devocin popular subalterna, sumisa, buclica y exenta de conflictos de inters. Por otra parte, el gesto simple de una conversacin franca nos retrat como continuistas de aquella tradicin acadmica que desde su histrica posicin hegemnica, ha venido posando su mirada sobre ciertos objetos culturales en este caso rituales, a costa de desatender y desconocer la vinculacin de estos cultos con la realidad social, sus problemticas y la permanente tensin de su contingencia. Aunque en esa oportunidad no pudimos presenciar el ritual del desdoble porque ya casi no se hace, nos volvimos a casa con esta reflexin, adems de los ya consabidos mate-riales de campo.

    Pero por qu he querido traer esta retrospeccin a la presen-tacin de este libro? No solo por el gesto didctico de contar ancdotas sino por el sentido que esta encierra. En efecto, este estudio comenz a gestarse en aquel viaje a Illapel. Este largo estudio que aun voluntades, experiencias, enfoques, aos de trabajo y, principalmente, demandas concretas de los cultores con quienes se ha compartido el anhelo de redactar un libro ms transparente. Si bien en aquel primer viaje no se cumpli con el propsito de hallar aquel santo grial del desdoble y doble de los paos, fue entonces cuando los autores comenzaron a prestar atencin a los hechos que son parte del inters de la comunidad, para luego establecer una metodologa que, ms que una indagatoria intrusiva, fuese un dilogo sobre el sentido de mantener viva la fiesta y el baile chino, como una pertenencia local y autnoma. Una mirada de mayor transparencia permiti releer y analizar fuentes que siempre estuvieron disponibles y que hoy, tras aos de investigacin, nos muestran con ms precisin y pulcritud.

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    Por lo anterior, este libro evita en todo momento dar un tratamiento fetichista del objeto-sujeto ritual, como as tambin renuncia a toda elucubracin a ultranza que pueda comprometer nociones interpretativas que no cuenten con el sustento gnoseolgico del contexto estudiado. Ms bien, el presente libro es resumen de todo cuanto se ha trabajado durante ms de diez aos de convivencia entre los autores y decenas de bailes chinos, compartiendo con cientos de cultores. Es este un libro que est trazado en el recurrente y humano acto de visitar personas, en sus fiestas y sus casas. Cada pgina escrita se sustenta no solo en los conocimientos que los cultores aportaron como informacin de base; aqu comparece el gesto de la confianza y la amistad, un tipo de lazo que no todos los investigadores pueden argumentar en sus informes y comunicaciones. Tambin encontramos la palabra esencial de los cultores entrelazada con la esperanza y la demanda de un relato ms verdico. Hay en el libro un decir que deviene de un habla honesto, sincero. Un impor-tante nmero de pginas estn cedidas a quienes nunca fueron considerados parte de una epistemologa aceptable, de un discurso disciplinario, y en ello este libro hace justicia histrica y social para con una parte importante de nuestra sociedad: los humildes que bailan por devocin. Por lo mis-mo, el relato de este libro identifica con nombres y apellidos a tantos protagonistas insignes de un estilo de devocin, cultores identificables, ubicables y abordables que, como veremos, nunca fueron annimos sino proscritos.

    Leer este libro trae evocaciones e imaginarios de tiempos remotos, estaciones de las poca mensuradas en la longitud de sus permanencias. Tiempos inmemoriales y pueblos bblicos, haba exclamado muchos aos antes el poeta Luis Andrs Figueroa, al acompaarme en otro viaje etnogrfico y tras conocer la fiesta del Nio Dios de Sotaqu. Y es que este territorio est germinado de gestos atvicos, de modos de pertenecer y trascender, de fiestas donde se reedita la creacin del mundo, de momentos rituales que son como un mundo en s mismo, donde abunda esa primigenia simpleza de estar juntos para continuar siendo ms clan que individuo, ms comarca que condominio. La lectura de este libro es eso: el adentramiento en las formas de un sistema credencial, porque al final del da, lo que funda la experiencia humana es aquello en que la gente cree. Esta es finalmente toda la realidad, y de esto el libro da cuenta cabal.

    A modo de correlato de la realidad observada y participada, el libro est estructurado en tres grandes partes, quizs como un reconocimiento tcito a la coherencia del propio sistema festivo-ceremonial descrito, presentado e interpretado. Una

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    primera parte, la razn de ser, habla de los aspectos fundantes de este sistema ceremonial y sus formas rituales, a saber la fiesta y el baile chino, centrndose en el complejo andacollino como punto de arranque de todo lo que se abordar. Una se-gunda parte, la razn de hacer, presenta al baile chino como unidad operativa que dinamiza la participacin al interior de dicho sistema, tanto en la reedicin del ceremonial festivo, como en la reproduccin de este modelo en parajes cada vez ms remotos. Una tercera parte, o la razn de pertenecer, se aboca a las diversas fiestas que circundan a Andacollo y el modo en que las comunidades y familias se han organizado para dar permanencia y continuidad a la fiesta que, por una parte articula un sentido de pertenencia local y, por otra, reticula una red que comunica territorialidad e integracin solidaria.

    En esta simple ordenacin pareciera que los autores hubiesen querido reivindicar aquel orden propio, aquella inherencia orgnica gracias a la que las comunidades y poblados han logrado permanecer leales a sus celebradas devociones. Y es que durante siglos el baile chino fue en Chile una manifes-tacin de fe que no tuvo ningn tipo de reconocimiento o compresin, como no fuera una suerte de pobre y limitada interpretacin popular de la verdadera fe: cosa de almas in-genuas y algo paganas. As, muchos vieron en estas formas del fervor popular expresiones propias de la superchera y actos vinculados con la idolatra heredados, supuestamente, de nuestros pueblos nativos. Para muchos ms esto no era otra cosa que una suerte de pretexto para expresar barbarie y disipacin. Los menos vieron en el baile chino una expre-sin de real fe y verdadera devocin, aunque con un fervor enfermizo que pona el nfasis ms en lo emocional que en lo propiamente piadoso. Por otra parte, fue un lugar comn describir y explicar los bailes chinos como hermandades o cofradas de la devocin popular, integrada por mineros, campesinos o pescadores, segn sea el nicho ecolgico y la economa de la localidad a la que pertenece el baile. Pero este libro desbarata esta visin estanco, al poner en evidencia una realidad algo ms compleja y transversal. Interesados en una lectura actualizada y diacrnica, los autores nos dicen que hacia comienzos del siglo XX era posible encontrar en las filas de un baile chino desde estudiantes, profesionales y empleados vinculados al mundo urbano, hasta agricultores, jornaleros, comerciantes, mecnicos, panaderos, mineros, zapateros, abasteros y carpinteros (ver captulo XIV La fiesta del Nio Dios de Sotaqu).

    Es notable el desvelo puesto en este texto por destacar la au-tonoma y la autodeterminacin de las familias propietarias

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    de festividades y de bailes chinos, como gesto cultural pro-pio de una sociedad rural que busca su liberacin mediante la administracin ritual en un contexto dominado por la opresin, el expolio, el abuso, el olvido y la muerte. En este sentido, de modo implcito el texto hace una referencia al tan recurrido concepto de patrimonio cultural, toda vez que patrimonio es propiedad y pertenencia cultural o, para el caso, pertenencia devocional. Vale tambin destacar aqu el nfasis puesto por los autores, en destacar la orgnica popular y paralela que durante siglos logr asentar presti-gio, autoridad y respeto en la institucin ms admirada de la tradicin popular: el pichinga. La primera parte del libro hace un importante esfuerzo por dimensionar el respeto del pueblo peregrino y de las autoridades, por quien heredaba la supremaca sobre todos los bailes, modelando con ello un sentido de obediencia y rendicin hacia un cargo propio de la organizacin del mundo popular.

    Por todo lo anterior, el mayor logro del libro que comenzamos a leer sea quizs la voluntad de dar cuenta el alto grado de consciencia con que el pueblo creyente ha construido algo mucho ms importante que todo lo anterior: autoridad. En este punto el libro establece un compromiso tico con la estirpe del baile chino ms antiguo del pas. Es notorio el ingente esfuerzo de los autores por revisar, estudiar y analizar archivos del pasado, documentacin que, junto a los testimo-nios obtenidos mediante la intensa labor etnogrfica, busca la forma de restituir el derecho de autoridad y propiedad que desde siempre tuvo el Baile Chino n 1 Barrera sobre la fiesta Andacollo, derecho consuetudinario que fuera cooptado en 1993 tras un proceso que trajo un quiebre en la tradicin de la fiesta de bailes chinos ms importante de Chile.

    Considerando todos estos aspectos, este es un libro justo, puesto que su escritura fue largamente esperada. En sus pginas no solo se reivindica del anonimato a todos quienes fueron reducidos a olvido y despojo. Las familias de bailarines, los promeseros devotos y obreros, los lderes de hermandades y organizadores natos del mundo popular encuentran en sus pginas parte importante de lo que motiv sus vidas colectivas y personales.

    Por ltimo, tambin vemos en este texto la forma en que los autores han trasmutado su rol de meros investigadores-escri-tores, hasta llegar a encarnar la compaa. Desde el acadmico ajeno y visitante, los autores han aprendido a ser parte de aquella inseparable comitiva de parentelas y amistades que siempre escolta y asiste al baile chino en sus travesas. Es este un planteamiento metodolgico por medio del cual los autores

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    instalan una nueva forma de trato y relaciones: la reciprocidad y la restitucin para con los sujetos estudiados, algo que hoy es una condicin a la hora de instalar un proceso investigativo en el mbito de los patrimonios y pertenencias culturales de el otro. Este libro y sus partes son, por tanto, no solo expresin de conocimiento, descripcin y anlisis de procesos rituales, sino tambin una especial manera de transitar por los lugares de la devocin, aquellos paisajes en los que siempre es posible volverse a encontrar y reeditar la experiencia de estar juntos, y permanecer.

  • Bailes chinos, festividades y religiosidad popular del Norte Chico

  • A los chinos y sus memorias,a sus comunidades y familias,con sus ritualidades, susfiestas y su poder local.

  • Quisiera tener talento Quisiera tener memoria Para hacerte de ellas una historia Y esplicar lo que yo siento

    Francisco Lizardi MonterreyAntiguo jefe, dueo y abanderadodel Baile Chino y Danza Tamayino

    Andacollo, 25 de diciembre de 1912

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    Introduccin

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    Don Hugo Pasten, jefe del

    Baile Chino n 1 Barrera de

    Andacollo, durante la fiesta del

    ao 2009. Su familia, oriunda

    de Andacollo, lleva generaciones

    participando en el baile. l es el

    legtimo heredero de la tradicin

    del pichinga, jefe de los bailes en la

    fiesta de Andacollo.

    Manuel Morales Requena

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    Las cofradas de msicos danzantes conocidas como bai-les chinos cumplen en tanto expresiones de religio-sidad popular un importante rol en la conformacin de la historia, identidad y tradicin del mundo popular del Norte Chico y la zona central de Chile, sosteniendo hasta hoy diversas celebraciones, principalmente en zonas rurales aun-que tambin en reas marginadas y perifricas de las ciudades. Durante cinco siglos, entre continuidades y discontinuidades, estas hermandades se han ido configurando como expresin festiva y ritual del pueblo y los trabajadores, desarrollando su fe y devocin vinculadas a prcticas econmico-productivas, a una organizacin poltica y territorial local, a una estructura de relaciones sociales y familiares, as como a memorias culturales y a una pervivencia indgena medida por un proceso de mes-tizaje que Gabriela Mistral caracteriz como una experiencia de violencia racial. Al vincularse todas estas dimensiones de lo social se generaron significativas formas de culto y devocin popular en el Norte Chico, territorio sin fronteras definidas de manera precisa pero que responde a un espacio geogr-fico y sociocultural con elementos ms o menos comunes (poblacin, ocupaciones productivas, recursos, sociabilidad, prcticas culturales, geografa, paisaje, etc.), y que, visto a nivel poltico-administrativo, abarca las actuales regiones de Atacama, Coquimbo y el rea septentrional de la Regin de Valparaso, con sus valles de Longotoma, Petorca y La Ligua. La dimensin festiva del territorio se observa de manera des-tacadsima en la fiesta de la Virgen del Rosario de Andacollo denominada la Chinita as como en las celebraciones de la Virgen de La Candelaria de Copiap, de San Pedro de Coquim-bo, de San Isidro en La Serena, del Nio Dios de Sotaqu, de la Virgen de La Piedra de Cogot, de la Santa Cruz de Mayo de

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    Illapel, del Seor de la Tierra de Chalinga, de la Virgen de Palo Colorado de Quilimar o de la Virgen del Carmen de Cabildo, por nombrar tan solo las ms multitudinarias. Pero tambin se manifiesta en celebraciones patronales que gozan de una importancia fundamental en el ciclo festivo y productivo de pequeos poblados y familias y que, vistas a nivel ms general, conforman un panorama territorial articulado y heterogneo entre lo festivo, lo ritual, lo cultural, lo social y lo productivo, donde se ponen en juego mltiples tramas e itinerarios in-dividuales y colectivos. Aqu abordaremos una parte de este extenso territorio, prioritariamente el que se conoce hoy como la Regin de Coquimbo.

    Los hombres y mujeres participantes de estas hermandades descienden de mltiples grupos sociales y tnicos, desde in-dgenas locales y forneos encomendados al trabajo minero durante la conquista y la primera colonia hasta mestizos, negros y blancos empobrecidos que se desempeaban como inquilinos, peones, pirquineros, labradores, artesanos, pescadores, etc. En el marco de la evolucin del orden poltico-econmico que va de la Conquista a la Colonia, y de esta a la Repblica, y vinculado al carcter de violencia racial que asumi el proceso de mestizaje, los grupos sociales que sostuvieron las primeras expresiones danzantes y musicales crearon y desarrollaron un culto o sistema ceremonial especfico, el cual tiene uno de sus antecedentes ms antiguos en las cofradas andacollinas del siglo XVI, expresividad ritual y festiva nica en el mundo que se desarrolla y consolida como la tradicin que conocemos hacia fines del siglo XVII y comienzos del XVIII.

    Esta tradicin de los bailes chinos fue permendose en otros territorios, especialmente en aquellos sectores del Norte Chico, la zona central y allende los Andes en los que confluan los factores tnicos, sociales, culturales, productivos y expre-sivos necesarios para su formacin, o en los lugares donde, existiendo una significativa poblacin indgena y mestiza, algunos habitantes encomendados a trabajar en las minas

    Manuel Morales Requena

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    de Andacollo hubiesen participado en las conmemoraciones de la Chinita, o bien en aquellos lugares donde se conocieron imgenes relativas a su culto y festividad, para luego ser repli-cadas en sus localidades de origen. As es que Andacollo fue ganando importancia en tanto centro minero y ceremonial hasta constituirse, desde mediados del siglo XVIII, en la celebracin ms concurrida del antiguo Corregimiento de Coquimbo, la Capitana General e incluso de las provincias trasandinas de San Juan y Cuyo. Desde esa fecha hasta la actualidad los bailes chinos y las comunidades celebrantes han sobrevivido en el contexto de una sociedad en permanente cambio modernizador. Su mis-ma existencia como colectividades, ayer y hoy, nos habla de una actualizacin permanente de la tensin producida entre el orden tradicional de un culto organizado en funcin del parentesco, la vecindad, la afinidad y lo comunitario, frente a las mediaciones institucionales, normativas, mercantiles y jerrquicas que la Iglesia, el Estado, el mercado y la clase domi-nante imponen a aquellas prcticas rituales locales.

    Hoy esta tensin entre tradicin y modernizacin se ve in-fluenciada y agravada an ms por el proceso de globaliza-cin cultural y econmica, el cual supone resignificaciones e innovaciones que afectan a todos los mbitos de la vida en sociedad, incluidos aquellos territorios que parecen es-tar tan apartados, y tradiciones que asoman con un arraigo casi atvico. Por ello, prcticas culturales como los bailes chinos, que por siglos permanecieron y se reprodujeron culturalmente vinculados a actividades econmicas y rela-ciones sociales particulares en el territorio, son tensiona-dos y presionados por cambios de la matriz econmica del capitalismo mundial mucho ms radicales e integrales que los vividos con anterioridad, los que a su vez desencadenan transformaciones culturales, desplazamientos poblaciona-les, flujos financieros y actividades econmicas desrregula-das, agotamiento y sobreexplotacin de recursos naturales como el agua y el suelo, y otros complejos procesos que ac-tualmente someten a estas tradiciones a una crisis de con-tinuidad y de sentido ritual. As, este trance est marcado por la disminucin considerable de bailes, por una merma y envejecimiento de los integrantes, por la dificultad en las relaciones y el recambio intergeneracional, por una educa-cin formal que no reconoce esta prctica ni su valor, por las injerencias de la Iglesia y organismos externos que no valo-ran la importancia ritual de chinos, abanderados, alfreces y cantores, por imaginarios culturales y representaciones sociales que estigmatizan estas prcticas populares, entre muchas otras consecuencias.

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    Frente a este escenario, y entendiendo que las prcticas y tra-diciones religiosas del mundo popular son producto histrico del vnculo entre la expresividad devocional, la sociabilidad y el contexto territorial del acontecer productivo de un pueblo, se requiere hoy de un anlisis de esta tradicin cultural que desde la antropologa y la historia ponga a dialogar la observa-cin etnogrfica, la memoria y el testimonio de los chinos, con la informacin disponible en los archivos, fuentes secundarias y literatura especializada, de forma que se pueda dar cuenta, a nivel explicativo y no meramente descriptivo o explorato-rio, de las profundas transformaciones sociales, econmi-cas, territoriales y culturales que afectan al complejo contexto ritual y festivo del mundo popular del Norte Chico.

    En este sentido es necesario entender lo popular no como un bloque petrificado de lo social algo as como tradicio-nes arcaicas folclorizadas sino como un movimiento que abarca tanto lo tradicional como lo moderno, que serpentea a travs de distintas prcticas y objetos, casi como un ejer-cicio de corte y enmienda, donde se recupera todo lo que est a la mano y nos ha entregado la historia. As, entonces, no hay que repetir el tpico y frvolo discurso del costum-brista que ve en las prcticas rituales y festivas de los bai-les chinos solo esfuerzos vetustos y empobrecidos de una cultura lejana y, en su tiempo, quizs gloriosa. Una mirada

    De blanco y con traje ritual, don

    Jos Castillo, cacique general,

    durante la vigilia de la fiesta de la

    Virgen de La Piedra de La Isla de

    Cogot, 1 de mayo del 2010.

    Manuel Morales Requena

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    que impone una distancia social clasista, y muchas veces racista, entre quien reflexiona y escribe y quienes son ob-jeto de dicha observacin. Para nosotros la tradicin de los bailes de chinos no es algo arcaico, y menos todava una pie-za inmvil y tradicionalista de museo al servicio de un pas anterior al Estado, primer paso de un proyecto nacionalista de corte fascista y oligrquico. Esta tradicin es ms bien una herencia contempornea, moderna, dinmica, contra-dictoria a veces, que responde a los poderes del momento y atraviesa diversos mbitos de la cambiante vida social.

    Hasta ahora hemos encontrado una escasez de miradas que permitan pensar crtica y dinmicamente estas manifesta-ciones de la cultura popular, aunque con notables excepcio-nes histricas, como las de Domeyko, Albs y Uribe Eche-varra. Esta pobreza de perspectivas creativas de anlisis ha dificultado el establecimiento de herramientas conceptuales eficaces en el tratamiento del tema y, con ello, una estrategia de intervencin que contribuya a mantener y preservar prc-ticas culturales en los mismos grupos sociales con quienes se investiga, intentando adems que dicha estrategia venga a reforzar la discusin y promocin de estas temticas en es-pacios educativos, acadmicos y de la ciudadana en general.

    El problema es que, en su generalidad, los trabajos realizados en las ltimas dcadas sobre la dimensin ritual y festiva del Norte Chico, y en especial de Andacollo, no han estado a la altura del desafo, movindose entre aportes parciales, mera divulgacin de datos incontrastados, mitologa intelectuali-zada, poco sustento documental y etnogrfico y baja calidad editorial, todo aderezado con una escassima llegada de los productos a los participantes de estas tradiciones y a la misma gente de las localidades en las que se celebra, aunque tampoco a las instituciones y organismos culturales y educativos acce-sibles al pblico interesado.

    En sntesis, los anlisis producidos hasta aqu no han logrado trazar un itinerario del desarrollo histrico de esta tradicin cultural que tanto caracteriza a la zona; tampoco han alcan-zado una buena descripcin y explicacin de su situacin presente, todo lo cual ha conspirado contra la necesaria re-flexin sobre nuestra historia cultural. Esto es muy extrao, porque las expresiones rituales de msicos danzantes fueron histricamente analizadas por curas, cronistas y autoridades desde la Colonia, y en el caso de Andacollo, las primeras refe-rencias datan del siglo XVII, cuando a propsito de las visitas eclesisticas y de otras magistraturas ya se consignaban es-tas manifestaciones, aunque casi siempre para condenarlas y sancionarlas, accin disciplinaria que prolifer durante los

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    siglos XVIII y XIX al ser el poblado asiduamente visitado por obispos, sacerdotes y hagigrafos, aunque tambin por cro-nistas y viajeros.

    Hoy debemos estar a la altura de retomar un camino de re-flexin crtica de estos procesos sociales, siendo esta obra nuestra primera estacin para recorrer dicha ruta de cono-cimiento de los bailes chinos, la historia de esta tierra y la memoria de su pueblo. A partir de un estudio que combina observacin, testimonios, imgenes y documentos, nos apro-ximamos a esta realidad social para investigar la relacin que, como fenmeno cultural, tiene su expresividad ritual y festi-va con las diferentes dimensiones de lo social. La motivacin central de esta publicacin es indagar y profundizar sobre el sentido y el rol que tuvieron y tienen los chinos y sus celebra-ciones en la conformacin de esta historia social, de su iden-tidad regional y su tradicin local.

    Perspectiva metodolgica

    En esta introduccin no hemos querido destacar solamente los mbitos temticos, los contenidos y las problemticas que se desarrollarn en la discusin sobre el fenmeno reli-gioso popular del Norte Chico. Nos interesa establecer tam-bin aqu la manera en que hemos llevado a cabo este estudio y, a travs de ello, abordar las motivaciones que nos han mo-vilizado no solo a nivel reflexivo sino que adems en lo que se refiere a una determinada vocacin por el dilogo, concepto y prctica que hizo confluir nuestra preferencia por el estudio de la cultura y la historia con las demandas comunicativas del mundo popular.

    As, tanto los sujetos con que interactuamos, las fuentes consultadas, las estrategias utilizadas para pesquisarlas y analizar la informacin resultante, como el soporte mate-rial de la publicacin y su diseo editorial y concepto visual, buscaron complementar las herramientas del estudio his-trico y las ciencias sociales, con las necesidades culturales y comunicativas de los grupos y sujetos con quienes inves-tigamos, de manera de acoger sus continuas demandas por conocer y compartir con la base social sus historias, esto es, construir conjuntamente sus relatos y ponerlos en comn con ellos, dos sentidos que en el latn tiene la palabra comu-nicacin: comunis facere, hacer juntos.

    La vocacin al dilogo se manifiesta entonces en este trabajo en una disposicin preferencial por la historia, por lo visual, por la etnografa y por el testimonio, aunque lo

    Virgen del Carmen de El Tebal

    mira durante su procesin

    a la Raja de Manquehua en

    el valle de Chalinga (Salamanca)

    el domingo 25 de julio del 2010.

    Rafael Contreras Mhlenbrock

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    especfico de cada una de estas dimensiones metodolgicas del dilogo intentado se distribuye en los distintos captulos de forma inequitativa y desigual, heterognea diramos, pues algunos son ms profundamente abordados que otros en tal o cual seccin, sea porque se dispuso de ms fuentes, de ms tiempo, o por la profundidad y asertividad de los anlisis e interpretaciones. Pero este desajuste en la densidad y extensin entre los segmentos del libro est tambin dado por la realidad misma a que nos enfrentamos, pues de algunas fiestas y bailes pudimos encontrar un importante grupo de documentacin y testimonios, incluso de cuatro y hasta cinco siglos, mientras de otros lugares solo contbamos con la memoria dialogada de algunos integrantes, cultores o herederos de dichas tradiciones, por lo que es claro que el despliegue metodolgico no tiene una distribucin normal a lo largo de los apartados del libro. Pasemos a revisar ahora nuestra disposicin por la historia, las imgenes, la etnografa y el testimonio.

    La historia nos permite conocer, analizar, relevar y recopilar documentos y archivos, institucionales y familiares, trayen-do al presente informacin que, entre otras cosas, se hace p-blica y representativa por la referencia misma, aunque esta sea siempre seleccin de una subjetividad oficializada tem-poral e institucionalmente en el pasado y validada en el pre-sente. En el caso de esta investigacin, analizamos las fiestas y los bailes chinos desde la profundidad documental de sus desarrollos particulares (en su diacrona), a la vez que los re-gistramos en la multiplicidad y simultaneidad irremediable del presente (en su sincrona), poniendo a dialogar la histo-ria con la antropologa para identificar nuevos problemas y analizar otros antiguos desde nuevas perspectivas, lo que se logra, como deca el gran historiador ingls E.P. Thompson, reexaminando el material antiguo, recogido hace mucho tiempo, hacindoles preguntas nuevas y tratando de recu-perar las costumbres perdidas y las creencias que las inspira-ron.1 Por ello es que en esta bsqueda intentaremos lo que L.P. Hartley entendi, a mediados del siglo XX, deba ser la forma de ejercer la historia de la cultura, donde el pasado, y quizs tambin la memoria que de l se tiene, es un pas extranjero, lugar en que se hacen las cosas de otro modo, de manera tal que la historia cultural logra su mximo grado de coherencia y alcanza su mximo sentido cuando se conci-be como una suerte de etnografa retrospectiva.2

    Realizar una historia de las tradiciones culturales populares en base a la articulacin de fragmentos y vestigios documen-tales de hombres y mujeres reales del pueblo requiere, como bien ha sealado el profesor Leonardo Len para un perio-

    1. Edward Palmer Thompson, Folclore, antropologa e historia social, Revista Historia Social, no. 3 (1989), 67.

    2. Citado en: Peter Burke, Qu es la historia cultural? (Barcelona: Paids, 2006), 59.

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    do particular de nuestra historia (el de la Independencia), desterrar esa imagen nefasta que se ha construido de los pobres, los que aparacen en los libros de historia y relatos oficiales solo como inquilinos o campesinos ignorantes que seguan los mandatos de sus patrones, obedeciendo ciega-mente sus rdenes [] sin opiniones, sin voluntad, sin prin-cipios. Para este historiador nacional, se trata de entender que el ejercicio de la historia de las clases populares debe compreder que estas contienen un inmenso acervo, baga-je cultural y sabidura cotidiana que, al ser sumados a sus complicados sistemas laborales, de parentesco y patrones de sociabilidad, construyen una cultura que se nos muestra mucho ms rica, esplndida e intrincada que la caricatura elaborada por quienes insisten en ignorar su existencia.3

    Adems, lo declaramos, la bsqueda histrica tiene una incli-nacin a la recopilacin. Pero a la recopilacin no como ejer-cicio de aquel coleccionista que atesora extravagancias y reli-quias para s y su espacio privado, transformando patrimonio de otros en herencia y legado personal. Menos en el sentido del folclorista aventurero, aquel que dirige un safari cultu-ral de recaudacin compulsiva de vestigios, rasgos, objetos, descripciones, clasificaciones, puestas en escena y esencias varias. Entendemos nuestra prctica recopilatoria como un despliegue por hacer pblico y poner en comn archivos y documentos, por comunicar y compartir informacin y datos, nombres y apellidos, lugares, territorios e imgenes, situacio-nes y contextos, testimonios y memorias. Todas ellas tomadas de una serie de fuentes, publicadas e inditas, institucionales y populares, y que disponemos en cada captulo para apoyar la construccin de relatos que fortalezcan las historias locales y regionales, y, ojal con ello, la participacin ritual y el poder local de las comunidades en y sobre el territorio.

    Para lograr esta tarea recopilatoria revisamos exhaustivamen-te todo tipo de documentos, archivos y fuentes primarias fueran escritas, visuales, sonoras o audiovisuales, las que fueron reunidas desde instituciones pblicas y privadas, as como con hermandades, familias e individuos. Tambin siste-matizamos y analizamos bibliografa sobre el tema y la zona, lo cual nos permiti contextualizar una serie de anlisis y argu-mentaciones, para hacer frente a la complejidad que implica afrontar diacrnica y sincrnicamente esta problemtica. En este sentido, fue fundamental relacionar y poner en contexto nuestra informacin con la de otros investigadores, estudiosos y cultores que antes observaron y analizaron estos temas, lo que no solo otorga utilidad cientfica a datos que muchas veces no fueron recopilados con ese sentido, sino que adems coloca a esta informacin nuevamente en su contexto total, como

    3. Leonardo Len Sols, Ni patriotas ni realistas. El bajo pueblo durante la Independencia de Chile 18101822 (Santiago: Centro de Investigaciones Diego Barros AranaDIBAM, 2011), 7273.

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    dira Thompson, quitndoles su carcter fragmentario o de reliquias, convirtiendo la fosilizada informacin propia del anticuario en un ingrediente activo de la historia social.4

    El propsito visual y, si se quiere, tambin audiovisual del estudio ha buscado que los relatos e historias compartidos sean complementados con un lenguaje ms adecuado a los in-terlocutores populares y masivos con quienes trabajamos, y a quienes est destinado tambin este libro. Aqu las imgenes acompaan, complementan y se remiten al texto escrito, pero tambin se propone una secuencia visual para cada captulo que permite una lectura independiente, pues de alguna ma-nera lo visual remite a una accin que comienza en la lectura, evocacin y conversacin que estas imgenes posibilitan, y en las nuevas memorias que aportan al sostn de la tradicin, contribuyendo con ello al desarrollo y fortalecimiento de una memoria popular de las comunidades y familias.

    Para ello es que registramos fotogrfica, y en muchos casos audiovisualmente, las fiestas y la puesta en prctica de los bailes chinos, a la vez que digitalizamos fotografas y docu-mentos de las hermandades, familias y chinos de las distin-tas localidades que visitamos, muchas de las cuales estn distribuidas a lo largo del libro. Y estas imgenes no funcio-nan solo o prioritariamente como complemento del texto, sino que sobre todo son recursos que vivifican una historia social del Norte Chico y su pueblo, en el entendido de que por una parte son referentes del imaginario sociocultural de aquellos sujetos que celebran en el territorio, por otro lado el lenguaje de la imagen es sin duda ms pertinente y ade-cuado para parte importante de los destinatarios del libro, y finalmente porque las imgenes provocan conversaciones y dilogos, los que a su vez llevan a la actualizacin de los relatos y memorias de la tradicin.

    As, el uso del lenguaje de las imgenes fijas en el libro, como tambin la utilizacin del video durante la investiga-cin, fue una salida metodolgica a un cuestionamiento de ndole sociopoltica. Y este cuestionamiento dice relacin con la permanente demanda del mundo popular por cono-cer los resultados del trabajo de investigadores, folcloristas, gestores culturales y/o productores audiovisuales que se pa-sean registrando y preguntando por las fiestas, prometien-do devolver algo, aunque las ms de las veces defrauden en el silencio cmplice de una ausencia permanente. Es por ello que incluimos aqu mltiples registros visuales, etno-grficos y de archivo, como una manera de dar respuesta a esta exigencia popular por que le sean restituidas al menos las representaciones festivas de s mismos. Lo cual junto a

    4. Thompson, Folclore, antropologa, 7072. Cabe destacar que este historiador marxista fue pionero en sealar la necesidad de incorporar a la investigacin de las sociedades histricas la batera metodolgica que la antropologa social y cultural haba desplegado en el estudio de las sociedades grafas (no occidentales o mal llamadas primitivas), ideas que expres en distintas obras.

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    la inclusin de informacin de contexto de las fotografas, permite poner en comn con el mundo popular una digna memoria visual de las fiestas, con sujetos, santos, fiestas, bailes y lugares.5

    Asimismo, hoy el uso permanente de fotografas e imgenes digitales por los medios masivos como por redes comple-mentarias de articulacin informativa, hace circular ingen-te informacin visual en archivos digitales multisoporte. Es ms, actualmente son muchos los bailes y hermandades del Norte Chico y la zona central que comparten libremente co-mentarios, fotos y audios por ellos mismos producidos, man-teniendo foros y espacios de conversacin de amplia parti-cipacin en las virtuales redes sociales como Facebook y otras similares. Por ello, no podemos seguir haciendo lo mis-mo de siempre si queremos contribuir a una discusin que se desarrolla en un escenario novedoso. Si buscamos darle valor de uso social al conocimiento cientfico aqu desplega-do, si queremos que tenga utilidad para un conjunto amplio de destinatarios, debemos sumar a esta informacin acad-mica generada y organizada para investigar una serie de imgenes que reflejen, al menos en parte, este conjunto de conocimientos as como complementan las diversas dimen-siones de las manifestaciones festivas del mundo popular y del territorio. Esto permiti traducir y ordenar de otra mane-ra, visualmente, los contenidos del libro, compartiendo as parte del conocimiento con los participantes de estas tradi-ciones celebrantes. Estas imgenes son capaces de vehiculi-zar y aunar un conjunto de informacin relevante sobre las historias, las fiestas, los sujetos, las familias, los lugares en un lenguaje compartido y con cdigos comprensibles. As se podr reposicionar e impulsar la memoria representada, re-cuperando en parte algo de la importancia de las personas y sujetos sencillos, de sus familias, vecinos, poblados y fiestas. En sntesis, se trata de desarrollar una etnografa visual que entienda la imagen como recurso y producto para la comuni-cacin, pero tambin para el reconocimiento y la validacin social de prcticas culturales.

    La preferencia etnogrfica se debe a que este mtodo, a la vez que enmarca el trabajo testimonial, el registro y la descrip-cin cultural de otros, permite vincular y unir los fragmentos de lo social para narrar los testimonios e historias desde una mirada particular, otorgndole al relato un sentido cultural especfico, pues, de no ser as, si estas experiencias fueran solo entendidas como mera diversidad, seran apenas ejem-plos de un extico crisol multicultural y no ayudaran a com-prender la densidad y complejidad del tejido intercultural, social y econmico del mundo popular del Norte Chico.

    5. Es importante sealar que ms all de las imgenes del libro, durante la realizacin de la investigacin realizamos mltiples registros fotogrficos y audiovisuales para documentar entrevistas, fiestas y lugares, materiales que en parte compartimos durante el estudio y que actualmente seguimos entregando a personas y comunidades de distintos lugares del territorio, proceso que se lleva a cabo al alero de iniciativas de investigacin y produccin audiovisual de Etnomedia.

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    En el contexto especfico de esta investigacin, la etnografa supuso una predileccin por la escritura sobre grupos socia-les diferentes, por el viaje y la experiencia de estar en terreno, por la descripcin cultural y por la traduccin, pues escribir una experiencia que se vive en un mundo diferente al del autor supone altos grados de interpretacin en la escritura. Pero aqu hacer etnografa no ha sido solo unir tpicos como estos, sino que ms bien ha supuesto un proceso dirigido y sistemtico de observacin, conversacin, produccin de testimonios, conocimiento territorial y descripcin cultural de los bailes chinos y la cultura popular del Norte Chico, iti-nerario que se enmarc cientficamente mediante la formu-lacin de una problemtica que motiv el proceso, de manera de contribuir a la comprensin de esta determinada realidad social, festiva y ritual del territorio.

    Nuestro quehacer etnogrfico ha supuesto entender que este se desenvuelve simultneamente en al menos tres dimensio-nes o instancias, y que un correcto uso de su batera meto-dolgica implica saber combinar e implementar cada cual en su justa medida, y en su debido momento. La primera que reconocemos es la dimensin fenomenolgica, aquella que remite a la experiencia misma de la investigacin etnogrfi-ca, del estar en terreno, y que incluye por tanto la vivencia del viaje, la otredad y el extraamiento, as como muchas otras que se posibilitan con el recorrido y estada en el terri-torio durante periodos prolongados aunque intercalados en el tiempo, a los cuales se agrega en nuestro caso el hecho de ser de origen urbano pero residir desde hace una dcada en el territorio mismo que investigamos. El estar all se tradu-ce entonces en una vivencia cotidiana que permite recorrer y reconocer de manera permanente y en el tiempo el terri-torio, su gente y prcticas culturales, y no solo aquellas que remiten al tema ritual o religioso, sino que sobre todo el con-texto social en que dichas manifestaciones se desenvuelven: la ocupacin econmica de la gente, las rutas y los ciclos de circulacin y migracin poblacional, el paisaje y la geografa, la distribucin de poblados y familias en el espacio regional, las complejidades de los oficios y los vaivenes productivos, el escenario socioecolgico y de recursos naturales, el contexto de intervencin estatal y municipal, los actores locales del poder poltico y econmico, la contaminacin de las indus-trias mineras y agrcolas, las prcticas socioculturales urba-nas y la segregacin de los barrios perifricos, entre muchas otras dinmicas de la vida social.

    De alguna manera la experiencia de un origen diferente, el venir de la ciudad, incluso es ms, de la capital, sumado a esta permanencia cotidiana en el territorio, permite parti-

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    cipar de la realidad social pero desde un espacio de diferen-cia, practicando una forma de investigacin que el antro-plogo Pierre Clastres denomin una etnografa salvaje, y que facilita a los investigadores ir ms all de las superficies de los significados, para observar y reflexionar sobre la reali-dad social desde una posicin de diferencia, haciendo posi-ble el cuestionamiento y la comparacin, la observacin y la sorpresa.6

    En una segunda dimensin de la etnografa estn los aspectos que llamaremos descriptivos o enunciativos. Esta instancia debe entenderse como aquella en donde se ejerce la tarea in-telectual por excelencia y que consiste en la generacin mis-ma del conocimiento, pudiendo establecerse a partir de una prctica etnogrfica una serie de explicaciones, descripciones, inducciones, deducciones, teorizaciones, o reflexiones sobre el mtodo, proceso que acompaamos permanentemente de consultas y revisin documental, sistematizando y analizando las informaciones recopiladas en las actividades de terreno en relacin al conocimiento disponible sobre el tema, en la litera-tura de las ciencias sociales y las humanidades.

    Y se encuentran tambin los aspectos comunicativos de la etnografa, que son sin duda los que ms nos ha interesado desarrollar durante la investigacin, pues si entendemos que parte importante de este oficio consiste en producir textos (contenidos escritos, archivos sonoros o visuales, registros audiovisuales), nuestra prctica nos posiciona como comu-nicadores, posibilitando acciones de enunciacin y relacio-nes de interlocucin como dilogos y testimonios que son base sustantiva de esta publicacin.

    Finalmente, esta investigacin tiene tambin un propsito testimonial porque, mediante la oralidad, puede volverse y volcarse a la memoria de las prcticas culturales, al recuer-do y remembranza que se construye y reconstruye desde la intimidad del dilogo sobre las creencias, vivencias e ideas, procesos de memoria que invocan experiencias que son tanto individuales como colectivas, y que permiten adentrarse en la ntima profundidad de la cultura popular.

    Y es precisamente la dimensin comunicativa de la etnogra-fa la que permite implementar no solo una estrategia de in-sercin, observacin y participacin con las colectividades y comunidades celebrantes, sino que convocarlas a una accin testimonial, entendida esta bsicamente como un proceso de interlocucin. En este libro queremos recrear un dilogo con la memoria popular de las fiestas, encontrar una voz que permita exhibir aquella experiencia donde el sujeto mismo

    6. Pierre Clastres, Investigaciones en antropologa poltica (Barcelona: Gedisa, 2001). Consultar especialmente el captulo Una etnografa salvaje: 33 a 43.

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    parece ser su nico testigo histrico. Con esta vocacin por el dilogo y el testimonio hemos querido revivir una o ms vo-ces acerca de los ritos, sus prdidas y sus cambios, y tambin, por supuesto, de sus grandezas y de la dignidad presente de aquellos que los forjan, de sus genialidades individuales y las promesas familiares que los sostienen.

    Pero llegar a la construccin testimonial de un relato no es f-cil. Un testimonio no es una simple entrevista en profundidad. No es tampoco una biografa. Es ciertamente un dilogo, el re-lato de una experiencia individual e ntima, pero abierta a la comunicacin con los dems. Esa experiencia es casi inasible, apenas relatable y que una publicacin no permite desarro-llar en toda su envergadura. Muchas veces es una experiencia oculta, olvidada, no reproducida, por eso cuesta configurarla, arrancarla de la voz y del cuerpo de quienes hablan.

    No en todos los dilogos entablados con los chinos y cultores para esta investigacin hemos logrado exponer, encontrar y construir esa palabra testimonial. Quizs tambin porque la escritura y la exigencia editorial la economa que impone un libro atentan contra esa voz testimonial extendida y es-cuchada en todos sus ires y venires. Pero en las conversacio-nes que aqu compartimos creemos, al menos, haber encon-trado y desplegado una o mltiples voces que en conjunto nos permiten construir una o muchas memorias.

    Este convocar a un testimonio para encontrar y posibili-tar una o ms voces, si bien ha sido gratificante y aceptado en casi todos los casos, no ha estado exento de problemas, dudas, desconfianzas, temores y rechazos, lo que se expli-ca, como leeremos a lo largo del libro, por la presin social y cultural constante que histricamente ejerci la clase do-minante (el clero, las autoridades, las instituciones) contra esta expresividad ritual, quienes por medio de mltiples ac-ciones han buscado institucionalizar y masificar las fiestas de chinos locales y regionales para, de esta forma, controlar bu-rocrtica y diocesanamente sus celebraciones. Y tambin sus significativos bolos y donaciones, permisos e impuestos.

    Frente a este resquemor debimos esclarecer entonces ante cada interlocutor no solo la modalidad o metodologa de nuestro trabajo sino que tambin transparentar nuestras motivaciones y puntos de vista, de manera de hacer posible dicho dilogo no sobre la base de la imposicin clasista de nuestras visiones o la fuerza colonial de nuestras disciplinas, sino de su reconocimiento por parte de los interlocutores como una lectura posible de la realidad, intentando evitar o al menos evidenciar nuestra imposicin cultural como

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    investigadores, y la objetivacin derivada de ello que se pro-duce en las entrevistas y posteriores anlisis, cuestin tan presente y pasada por alto en muchos de los estudios cultu-rales contemporneos. Por ello, intentamos ser estrictos con los sentidos y contextos de enunciacin de los testimonios recopilados, tratando de exponerlos y editarlos de la forma ms extensa posible, a la vez que relacionarlos y complemen-tarlos con otro tipo de informacin documental, visual, et-nogrfica e histrica.

    Esta preferencia por lo testimonial, y la consecuente rigurosi-dad en su tratamiento, se debe a dos motivos, o ms especfi-camente a dos motivadores: la disposicin a atender el testi-monio como forma de expresin de conocimientos populares se la debemos a nuestro colega y amigo Manuel Calvelo Ros, comunicador y pedagogo audiovisual gallego que con su tra-bajo y experiencia de terreno ha contribuido a entender a los destinatarios de un proceso de desarrollo, comunicacin y/o investigacin como interlocutores que portan una sabidura tra-dicional y no meros receptores o beneficiarios pasivos de accio-nes cientfico-tcnicas. Reflexin esta que implica quitarle a las personas el estatuto de objetos de estudio para pasar a consi-derarlos sujetos, sea que compartamos con ellos mensajes o que estudiemos alguna dimensin de su realidad social.7

    En cuanto a la rigurosidad necesaria para el tratamiento edi-torial de lo testimonial, atendemos lo dicho por el socilogo Pierre Bourdieu, quien da cuenta de los riesgos que acom-paan a la publicacin de testimonios en la investigacin social, al sealar que la transcripcin de este es en s mismo una reescritura que impone con el cambio de soporte, cier-tas infidelidades que son, sin duda, la condicin de una ver-dadera fidelidad. Transcribir tal o cual cosa que alguien dijo no es realmente dar la palabra a quienes habitualmente no la tienen, pues el habla y en este caso sobre todo el habla campesina se desarrolla con idas y vueltas, con tropiezos y saltos, disgresiones y ambigedades, reiteraciones y refe-rencias mltiples, interrupciones, pausas y cortes, adems de gestos, miradas, suspiros o exclamaciones que le dan contexto y sentido. Entonces, muchas veces esta compleji-dad del relato testimonial se rompe con la transcripcin, so-bre todo si se sujeta a las prcticas de publicacin de las casas editoriales. Es por ello que Bourdieu propone publicar desde una mirada prolongada y acogedora, para as impregnar-se de la necesidad singular de cada testimonio, lo cual sera una manera de considerar estas posiciones de interlocucin como igualmente relevantes en relacin a cualquiera de los grandes textos literarios o filosficos. Agrega el pensador francs que por una especie de democratizacin de la postura her-

    7. Para revisar en profundidad su prolfica propuesta en los mbitos de la comunicacin y el desarrollo ver: Manuel Calvelo, Los dos lados de la moneda. El valor de uso del conocimiento para la prctica empresarial (Lima: CASIKonrad Adenauer Stiftung, 1998); El papel y las funciones de la informacin en el desarrollo equipotencial de la mujer (Roma: FAOONU, 1999); Documentos de Trabajo de la Carrera de Especializacin en Comunicacin para el Desarrollo, 2 tomos (Manuscrito, Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional de Tucumn, 2002); Comunicacin para el cambio social (Roma: FAO, 2003); Popular Video for Rural Development in Per, en Alfonso Gumucio-Dragn y Thomas Tufte (eds.), Communication for Social Change. Anthology: Historical and Contemporary Readings (United States: CFSC Publisher Denise Gray-Felder, 2006), 367369; Communication for Social Change, en Gumucio-Dragn y Tufte, Communication, 825827; Documentos de trabajo del Diplomado de Comunicacin Audiovisual para el Desarrollo, 3 tomos (Manuscrito, Instituto de la Comunicacin e Imagen de la Universidad de Chile, 2006); Televisin y comunicacin para el desarrollo, en Francisco Gedda (ed.), El reto de la TV digital. Tecnologas de la informacin y la comunicacin ciudadana (Santiago: Editorial Universitaria, 2007), 2333; Comentarios sobre los modelos y la prctica de la comunicacin para el desarrollo, en Carmen Castillo et al. (eds.), Comunicacin y desarrollo en la agenda latinoamericana del siglo XXI Tomo I (Mrida: Ediciones de la Universidad Autnoma de Yucatn, 2013), 85117; y: Manuel Calvelo y Julio Wohlgemuth, Video Rural (Porto Alegre: Sinal Comunicaes, 1997).

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    menutica se hace necesario contribuir a publicar los relatos corrientes de aventuras corrientes.8 Agregaramos nosotros que estas publicaciones tienen un alto valor performativo, pues la publicacin misma, el objeto libro, contribuye a valo-rar y reconocer a los sujetos y colectividades que son herede-ros de estas prcticas, a la vez que a posicionar pblicamente distintas voces individuales y colectivas del pueblo llano en la discusin intelectual sobre nuestra cultura popular.

    En sntesis, es para hacer frente a estos desafos y riesgos que implementamos una investigacin donde combinamos el anlisis histrico con las imgenes, la etnografa y el testi-monio, de forma que se pueda complementar el papel de la historia con el de la memoria en la construccin de relatos sobre la cultura popular del Norte Chico, buscando destacar el rol que asumen los chinos en la construccin del saber y de la expresividad ritual.

    Por ltimo, hemos querido aqu salir de las discusiones emi-nentemente conceptuales y tericas de acadmicos embele-sados en su propia posicin y estatus, pero sobre todo de las aspticas superficialidades propias de comentaristas y opi-nlogos, para sumergirnos en la carne de la propia sociabili-dad popular, en sus prcticas y miradas, en sus sonidos, m-sica y voces, interpretando estas expresiones culturales des-de la propia historicidad que otorgan las acciones del mundo popular, queriendo entender y comprender a los chinos en el permanente movimiento de su construccin histrica, en la dinmica misma de su cultura. En su ir, venir y decir.

    Esperamos que al desplegar estas imgenes, memorias e his-torias de prcticas rituales y festivas, este libro contribuya a fortalecerlas, que facilite la participacin de la comunidad en ellas al disponer de un documento escrito que aporta imge-nes e informacin tiles a la tradicin (una suerte de caja de herramientas foucaltiana), que aporte un interesante material para la formacin pedaggica, la investigacin cientfica y su divulgacin a nivel escolar y universitario, y que, con todo ello, proyecte a futuro nuestra cultura popular.

    8. Pierre Bourdieu, La miseria del mundo (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 1999), 540542. El destacado es del original.

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    Derrotero de la publicacin

    La situacin y desarrollo de estas cofradas de msicos dan-zantes presentes en el Norte Chico y la zona central ha sido desde hace aos nuestra principal preocupacin de investi-gacin. Por esto es que hemos querido, en el momento donde quizs ms se han cambiado y transformado las estructuras locales y rituales de estas festividades, elaborar una mirada que analice gran parte del desarrollo histrico de la religio-sidad popular, considerando sus caractersticas antropolgi-co-culturales, los testimonios y memorias populares de sus cultores y practicantes, las descripciones de documentos y archivos, as como las imgenes que a lo largo de la historia se han registrado y producido sobre la fiesta y los chinos, amn de las registradas por nosotros.

    Pero no es una bsqueda total que venga ahora a finalizarse. Al contrario. Entendemos este libro como el debut editorial de un camino interpretativo que iniciramos hace ya ms de una dcada en nuestros primeros pasos profesionales, cuan-do la etnografa y la historia de nuestra cultura popular se abran a nosotros como campos de libertad, de conocimien-to inagotable, como fuentes de donde fluan saberes que, en una poca pasada que algunos quisieran enterrar en lo ms hondo de la desmemoria, haban sido sistemticamente ne-gados, conculcados y expropiados a punta de violencia pol-tica, ideolgica y militar institucionalizada.

    Ya en nuestros primeros aos universitarios, a fines de los no-venta, este tema surga reiteradamente en diversos trabajos de terreno y ensayos. Pero no es sino desde el ao 2002 que venimos trabajando sistemticamente este tema al alero de nuestra productora Etnomedia. En dicha poca iniciamos un proceso de investigacin y produccin audiovisual sobre religiosidad popular en Chile, en especial aquella de la zona central, Norte Chico y Norte Grande, tarea que ha tenido mu-chas facetas, iniciativas, proyectos y productos, siendo ms de una docena los trabajos audiovisuales sobre el tema y an ms las iniciativas de investigacin y divulgacin cientfica. De estas experiencias, tres destacan de manera especial como antecedentes de esta obra. La primera fue la realizacin del documento etnogrfico audiovisual Este Baile de Cay Cay, que en un librillo, un disco de audio y una triloga documental realizados entre 2004 y 2009, trata la historia y expresividad de este baile de chino de Olmu, Regin de Valparaso, y que permiti profundizar en los aos siguientes una especial relacin con muchos chinos y alfreces de dicha regin. La segunda experiencia fue la investigacin antropolgica Dis-curso y ritual. Fragmentos desde la religiosidad popular, la

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    cual nos permiti indagar tericamente el fenmeno ritual de los bailes chinos, a la vez que generar el marco conceptual para enfrentar el proceso interpretativo de este libro. La ter-cera experiencia fue la investigacin etnogrfica e histrica Pueblos del Norte Verde. Cinco siglos de historia y cultura, desarrollada entre 2008 y 2009 para la serie de documentales Pueblos originarios dirigida por Francisco Gedda, y emitida por Televisin Nacional de Chile (TVN) en el contexto del Bicen-tenario, estudio que nos permiti pesquisar la historia ind-gena regional, la fiesta de Andacollo y compartir durante me-ses con decenas de chinos y participantes de diversos bailes y comunidades celebrantes del Norte Chico.

    De ambas experiencias se obtuvo la base informativa necesa-ria para postular y adjudicarnos en 2009 el estudio Fiestas religiosas tradicionales de la Regin de Coquimbo, el cual cont con financiamiento del Concurso Ideas Bicentenario del Gobierno Regional de Coquimbo y de Etnomedia. Du-rante el trabajo de dicho proyecto, que se extendi hasta el 2011, intentamos siempre reconstruir y recolectar la mayor cantidad de datos del desarrollo histrico de diversos bailes chinos y festividades religiosas del Norte Chico.9 Revisamos fuentes primarias y secundarias (archivos, documentos, bi-bliografa), recopilamos imgenes de archivos pblicos regio-nales y de la capital, a la vez que durante dos aos recorrimos de lado a lado sinuosas y polvorientas rutas de la zona, regis-trando audiovisualmente fiestas y testimonios, capturando fotografas de sujetos, procesos y contextos, digitalizando imgenes y documentacin de decenas de familias, restitu-yendo y devolviendo fotos, videos y documentos en papel, discos de audio y video (CD y DVD), entre otras muchas ac-tividades. Todo esto permiti crear una estrecha relacin con decenas de comunidades, bailes y personas, vnculos que se han fortalecido en todos estos aos y que son de alguna ma-nera nuestra principal motivacin para publicar este libro y retribuir un poco lo mucho que nos han dado todos quienes han colaborado con nosotros.

    A partir de este quehacer generamos un importante banco de datos etnogrficos, histricos y documentales, el cual debi-mos clasificar y ordenar, para luego iniciar la tarea de proce-sar, sistematizar y analizar todo, labor que concluy a fines del 2011 con una versin diseada de un extenso informe que exceda las cuatrocientas imgenes. Son los resultados de este informe, titulado Fiestas religiosas tradicionales de la Regin de Coquimbo. Siglos XVI al XXI, los cuales han servido de base para comenzar a escribir el libro que ahora tiene usted, inquieto lector, en sus manos.

    9. En particular trabajamos en las localidades de La Higuera, La Serena, Coquimbo, Guayacn, Andacollo, Ovalle, Limar, Tamaya, Barraza, Salala, Sotaqu, Monte Patria, El Maqui y Tulahun (Monte Patria), Cogot (Combarbal), Carquindao, Yerba Buena y El Chilcal (Canela), Illapel, El Balcn y Huintil (Illapel), El Tambo, El Seor de la Tierra y El Tebal (Salamanca), Los Vilos, Quilimar, y Valle Hermoso (La Ligua).

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    Pero finalizar el texto signific mucho trabajo adicional, pues los resultados del informe del 2011 requeran ser revisados y reestructurados en sus contenidos, ya que todo estaba escri-to en una red de continuas referencias cruzadas. Para llegar al manuscrito preliminar trabajamos desde comienzos del 2012 hasta mediados del 2013, lo que fue posible gracias al apoyo del proyecto Conservacin de Archivos Etnogrficos y Patrimoniales de la Zona Central pertenecientes a la Colec-cin Mara Ester Grebe del Departamento de Antropologa de la Universidad de Chile, financiado por el Fondart Regio-nal y ejecutado por Etnomedia, con Mauricio Pineda como responsable, el cual consider tiempo para escribir esta ver-sin final, a la vez que facilit valiosa informacin, audios e imgenes de bailes chinos de la zona central y el Norte Chico, as como una entrevista indita al ltimo pichinga barrerino de la tradicin andacollina, don Rogelio Ramos, todo lo cual fue registrado en las dcadas de los sesenta y setenta por esta destacada etnomusicloga, recientemente fallecida.

    Una vez finalizado el manuscrito, se desarroll, durante el se-gundo semestre del 2013, un proceso de edicin cientfica de la investigacin a cargo del etnomusiclogo Agustn Ruiz Za-mora, profesional del Departamento de Patrimonio Cultural del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), cuyas contribuciones fueron sustantivas para concretar un texto contundente, riguroso y validado cientficamente. Esta ver-sin del editor cientfico fue sometida a la debida correccin de estilo, a cargo del editor Miguel ngel Viejo, profesional del Departamento de Comunicaciones del CNCA, quien lide-r el proceso para consolidar un edicin definitiva del estudio y el posterior desarrollo de un cuidado diseo editorial. La edicin final fue revisada y discutida por los autores duran-te gran parte del ao 2014, trabajo que viabiliz el proyecto Fiestas de Bailes Chinos del Norte Grande, el Norte Chico y la zona central. Una descripcin antropolgica e histrica de su patrimonio, investigacin ejecutada por Etnomedia y financiada por el Fondart Nacional, y que consider el tiem-po para que los autores revisaran, corrigieran y validaran los cambios y propuestas del proceso editorial.

    As, con acciones y reflexiones que se han venido desarrollan-do por ms de una dcada, y como resultado de un proceso histrico y colectivo de produccin intelectual, alcanzamos la publicacin de este libro, tributario de cada una de las per-sonas que apoyaron y aportaron a nuestro equipo durante todo este tiempo.

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    Esquema del libro

    El libro est dividido en tres partes que abordan una mirada a Andacollo, los bailes chinos del Norte Chico y las fiestas de la zona. Todo el texto se acompaa de imgenes de gran valor et-nogrfico e histrico que buscan ofrecer una grata experiencia al lector, facilitando su acercamiento a esta expresin cultural.

    La primera parte, denominada Andacollo: una mirada cultu-ral e histrica a su culto, fiesta y bailes, se dedica a analizar, en base a una perspectiva histrica y antropolgica, la mane-ra en que Andacollo, su fiesta y las hermandades de chinos se constituyen en una expresividad caracterstica y central del territorio, generando un culto o sistema ceremonial especfico y nico, un ciclo festivo regional y una cartografa que permite establecer los vnculos y relaciones con otras celebraciones pa-tronales presentes en el territorio, con sus comunidades y sin-gularidades locales. Esta discusin la abordamos en cuatro ca-ptulos. El primero da cuenta de los elementos y del contexto histrico que inciden en el origen, desarrollo y caractersticas del culto andacollino, transcribindose adems una entrevista al importante pichinga Laureano Barrera que en 1895 realiza-ra el cronista Francisco Galleguillos, donde podemos leer las profundas palabras que este jefe transmite sobre su herencia consuetudinaria y el poder que portenta. Asimismo, al final del captulo inicial se incorpora un apndice documental con un listado de festividades en honor de la Virgen del Rosario de Andacollo que se celebran en el Norte Chico y la zona central, lo cual permite hacerse una idea de la profunda difusin y ex-tensin de este culto en el pas. El captulo II aborda los porme-nores de la historia del Baile Chino n 1 Barrera de Andacollo, iniciador, patrono y valedor de esta tradicin nortina. El tercer captulo trata el derrotero histrico del Baile Chino n 8 Anda-collino a partir del testimonio de su jefe, don Juan Len, cuyo relato nos deja ver los pormenores de un culto que por gene-raciones ha ido vinculando a los habitantes de la regin. Algo similar hacemos en el captulo IV, donde revisamos el caso del Baile de Danza n 5, nica hermandad de este tipo que trata-mos en el libro, y donde don Marcelino Vega, su jefe, recuerda la historia familiar y de la hermandad, as como la rudeza del trabajo de los mineros que rinden culto en la montaa.

    En la segunda parte del libro, titulada El Norte Chico y sus bailes chinos, se abordan las caractersticas particulares de una serie de hermandades de la zona. Complementando fuentes y perspectivas metodolgicas, estos captulos reflejan el surgimiento de voces populares de las distintas localidades, voces que son parte de los sujetos sociales del Norte Chico. Por ello nos volcamos al anlisis y descripcin cultural de

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    la historia de bailes de las localidades de La Higuera, Santa Luca (La Serena), La Pampa (La Serena), Coquimbo, Limar, Tamaya-Ovalle, Monte Patria y Valle Hermoso (La Ligua).

    La tercera parte, El Norte Chico y sus festividades, trata acerca de las celebraciones que se llevan a cabo en Guayacn, Sotaqu, Barraza, La Isla de Cogot (Combarbal), Choapa, Carquindao y Yerba Loca (Canela), Illapel, Quilimar y El Tebal (Salamanca). Tambin agregamos un escrito de Barto-lom Ponce sobre la procesin de la Virgen de las Mercedes de Tulahun, quien autoriz su incorporacin en este libro.

    En cada apartado se despliegan testimonios, imgenes y do-cumentos recopilados entre los sujetos, hermandades e ins-tituciones culturales y eclesiales, siendo tratados todos los captulos segn una pauta compartida de contenidos, que considera entre otros temas la historia y contexto de las lo-calidades (territorio, actividades productivas, poblacin), la tradicin de las imgenes patronales, la fiesta (poniendo atencin sobre los cambios), los bailes (relevando a las fami-lias fundadoras y participantes, a los jefes ms destacados) y otras situaciones especficas.

    Las palabras finales, al cierre del libro, funcionan como una convocatoria a reevaluar el marco interpretativo desplegado a lo largo del texto, y a pensar acerca de la situacin actual de estas tradiciones para analizar el presente y las posibilidades de continuidad que tienen estas prcticas en sus comunida-des de cara al futuro.

    Por ltimo, incorporamos cuatro secciones que complemen-tan la investigacin: un listado con los bailes chinos vigentes al momento de editar este libro, un ndice de nombres, una serie de referencias cronolgicas y un ndice de historias. La lista de bailes chinos permite al lector conocer una cantidad aproximada de las cofradas de este tipo en el territorio. Con el ndice de nombres buscamos visibilizar a los hombres y mujeres del pueblo llano del Norte Chico que, cumpliendo un rol en estas historias, no lo hacen en tanto hazaa nacional o patrimonialista sino como una contribucin desde lo par-ticular y local a sus propias tradiciones. Las referencias cro-nolgicas aportan un contexto y una secuencia histrica de hechos que permiten, aunque precariamente, asistir la com-prensin de los procesos analizados en el libro. Finalmente, el ndice de historias busca resaltar la dimensin personal y social de la fe y la devocin, aspectos credenciales que le dan motivo y sustento a la religiosidad popular estudiada.

  • Primera parte

    Andacollo: fiesta, bailes chinos y devocin popular de un sistema ceremonial regional

  • Litografa Andacollo. 26 de

    diciembre de 1836, realizada por

    F. Lehnert para el Atlas de la historia

    fsica y poltica de Chile de Claudio Gay

    de 1854, que se ha transformado

    en una de las imgenes ms

    profusas sobre la fiesta de la Madre

    de la Montaa.

    Coleccin del Museo Histrico Nacional

  • Gnesis y desarrollo de un sujeto social y un culto popular: la fiesta de Andacollo y los bailes chinos

    I.

    Este captulo fue escrito en coautora con Agustn Ruiz Zamora y Sergio Pea lvarez

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    Chinos danzando frente a la baslica

    de Andacollo en el ao 1904.

    Coleccin del Museo Histrico Nacional

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    La devocin y el culto de las diversas hermandades de bai-les chinos de la zona tienen su antecedente ms antiguo en el ceremonial andacollino de fines del siglo XVI, fecha en la cual msicos danzantes de ascendencia indgena con-formaron la primera fraternidad de flauta y tambor.10 Ms tarde, la expresividad de estas manifestaciones devociona-les se asoci esttica y simblicamente a los bailes chinos que hacia fines del siglo XVII apareceran en Andacollo y en los valles del Limar y del Elqui. La aparicin de los bailes chinos fue coetnea con la organizacin de la Cofrada de Nuestra Seora del Rosario de Andacollo. Este hecho que no fue casual sino vinculante comenzara a cobrar una mayor dimensin en las dcadas venideras, cuando a me-diados del XVIII se intensificara la formacin, reproduc-cin y multiplicacin de estas hermandades, tal como las conocemos hoy a lo largo del territorio del Norte Chico. Los bailes chinos que estaban integrados por hombres de tra-bajo duro y esforzado, al igual que ahora constituyeron durante este tiempo el eje central de la vida ceremonial y ritual de los valles, el secano y la costa.

    Pero cul fue el proceso de surgimiento y desarrollo de esta particular expresividad ritual que tan animadamen-te ha pervivido durante siglos? Qu elementos permitie-ron que esto ocurriera? Podramos hablar de un territorio que articula su historia desde los aspectos festivo-rituales? De ser as, cules seran los factores que habran incidido en la construccin de esta particular religiosidad popular? Cmo se expresa esta ritualidad a nivel esttico, cultural, social e individual?

    Desentraar la profundidad, magnitud y relevancia que tuvo la organizacin de estas y otras hermandades como danzas

    10. La referencia documental ms antigua sobre la presencia de bailes chinos en Andacollo corresponde a la lista de agrupaciones que hacia fines del siglo XIX venan en peregrinacin hasta la fiesta andacollina, desde diversas zonas de los valles del Elqui y del Limar. Esta misma lista es suscrita por el pichinga don Laureano Barrera en su afamado y desaparecido Libro de informes de 1895, del cual se puede leer una transcripcin en: Francisco Galleguillos Lorca, Una visita a La Serena, Andacollo y Ovalle (Valparaso: Tipografa Nacional, 1896), 50-52. Al final de este captulo se reproduce dicha lista y una entrevista al autor (ver pginas 176 a 193).

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    Jefes de bailes chinos y danzas durante la fiesta de

    Andacollo de diciembre de 1974. Aparecen, de izquierda

    a derecha: seor Fritis (Baile Chino de La Candelaria

    de Copiap), mujer, don Agustn Araya (Danza Juan

    Pablo II de Andacollo), el pichinga don Rogelio Ramos

    (Baile Chino n 1 Barrera de Andacollo) y don Orlando

    Gutirrez (Baile Chino de La Higuera).

    Archivo familia Ramos de El Tambo (Vicua)

    y turbantes permitir poner en perspectiva la constitucin histrica de estas colectividades rituales, principalmente en su rol de orientar y modelar la produccin de sentido cultu-ral, tanto en la escala regional como local.11

    11. Para la confeccin de este captulo sirvieron de referencia tres trabajos inditos del equipo de investigacin: Sergio Pea lvarez, Andacollo. Su historia y tradicin religiosa (Manuscrito, Ovalle, 2008); Rafael Contreras Mhlenbrock, Daniel Gonzlez Hernndez y Sergio Pea lvarez, Fiestas religiosas tradicionales de la Regin de Coquimbo. Siglos XVI al XXI (Manuscrito, 3 tomos, EtnomediaComisin Ideas Bicentenario del Gobierno Regional de Coquimbo, 2011); y Agustn Ruiz Zamora, Redes de sentido en la prctica musical de los bailes chinos: Anlisis sistmico en la diferenciacin estilstica y construccin de territorialidades (Manuscrito, Valparaso, 2013).

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    Acerca de los elementos constituyentes de la religiosidad popular en el Norte Chico

    [] soy de los que llevan entraas, rostro y expresin con-turbados e irregulares, a causa del injerto; me cuento entre los hijos de esa cosa torcida que se llama una experiencia racial, mejor dicho, una violencia racial.Gabriela Mistral

    En esta seccin entregaremos una referencia breve sobre algunos de los elementos principales que permiten caracterizar a los bailes y fiestas del Norte Chico. Se abordan aqu manifestaciones que se celebran en casi todos los poblados y ciudades de la zona, las que, dadas sus caractersticas comunes, constituyen en muchos aspectos una religiosidad popular con rasgos especficos y distintivos. Nos adentraremos en un territorio con una presencia ceremonial desbordante, sobre la cual buscaremos una respuesta interpretativa a partir de los hechos histricos y procesos sociales que han tenido injerencia en la articulacin de un circuito festivo-ritual que en el transcurso de varios siglos ha consolidado un sentido y una expresividad ritual nica. Por tal motivo, este trabajo ha tenido por inicial motivacin dilucidar en qu medida la presencia masiva de bailes chinos permite hablar de un territorio (el Norte Chico) que culturalmente se ha articulado en base a una ritualidad festiva, sobre la cual se estructur desde muy antiguo la construccin de su identidad. Hablamos de un territorio que, pese a estar conformado por poblados y asentamientos ubicados en diversos ecosistemas la costa, el secano y los valles, ha marcado sus propias trazas. Un territorio cuya identidad es la resultante de la interaccin de fuerzas histricas que se han relacionado por cinco siglos, como son la fuerza del culto mariano centrado en la devocin por la Virgen del Rosario de Andacollo, que entre los siglos XVI y XVIII y por accin de la cofrada andacollina se desarroll, difundi y propag hacia zonas colindantes y remotas, generando un sentido cultural regional propio del Norte Chico.12 Est presente la fuerza de los cultos patronales locales con antecedente en el culto a las deidades tutelares del orden prehispnico que contribuyeron a la produccin de un sentido cultural local profundo, principalmente como

    12. Entre los siglos XVI y XVIII la influencia del culto andacollino alcanzaba hasta los valles del Elqui y del Limar. Ms tarde su influjo lleg hasta Choapa por el sur, Huasco y Copiap por el norte, Cuyo, San Juan, La Rioja y Catamarca (Argentina) por el este. En lo sucesivo le seguirn territorios ms meridionales: Petorca, La Ligua, Aconcagua y el sistema cordillerano costero de Valparaso, as como en el sur de Argentina. La expansin territorial de Chile a fines del siglo XIX y comienzos del XX y la consiguiente industria salitrera, facilitaron la creacin de unos cuantos bailes chinos en Antofagasta e Iquique.

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    expresin del carcter asociativo, autnomo y de base que alcanz un nivel familiar y vecinal. Tambin la fuerza represiva de control venida de los constantes intentos de dominacin cultural y social que la institucionalidad administrativa territorial ejerci sobre el mundo popular, fuerza que ha venido de parte del clero, las entidades polticas ya sea el Reino de Espaa o la Repblica de Chile y las clases dominantes patriciado, autoridades judiciales, polticas y policiales, comerciantes, hacendados, intelectuales, etc. Sobre esta ltima y determinante fuerza podemos advertir que sus tentativas se manifiestan en al menos dos grandes mbitos: por una parte, se ha formalizado una creciente institucionalizacin de los cultos andacollinos y locales, como un recurso para controlar el espacio pblico que convoca el mbito ritual y festivo; el devenir de los tiempos actuales tiende nuevamente hacia un relacin impositiva de la jerarqua clerical por sobre la expresin popular. Por otra parte, histricamente se observa un ambiente dominado por la constante explotacin y expoliacin de la plebe como cuestin socioeconmica estructural, en la bsqueda de un imaginado proyecto seorial que en primera instancia someti primero a siervos y esclavos y, en una segunda instancia, busc ser un instrumento disciplinante del bajo pueblo, vindose la fiesta y los ritos definidos y enfrentados entonces a estas formas soberana y disciplinaria de ordenar el trabajo.13

    En este punto resulta pertinente realizar una digresin acerca de la explotacin y expoliacin, vinculadas de modo estruc-tural al sistema devocional que nos proponemos tratar en este trabajo. Ambos mecanismos (explotacin y expoliacin) han afectado negativa y positivamente los intereses de uno y otro sujeto de la accin econmica. La expoliacin no es sino el despojo violento e ilegtimo que hace un actor dominante sobre un otro oprimido en un contexto de relaciones de pro-duccin. Para el caso histrico que tratamos aqu, el expolio se ha traducido en usurpacin, en prdida de lo propio ac-ceso al capital, la tierra y otros factores productivos me-diante un acto ilegal, lleno de injusticia. Esta situacin se vio agravada por otros actos de abuso, como la aplicacin crediti-cia con tasas de inters usureras, concentracin del circulan-te monetario y aumento gravoso de los cnones de arriendo, entre otros ejemplos. Por su parte, la explotacin acta ya no sobre el capital o la tierra sino que sobre la propia fuerza de trabajo y la apropiacin abusiva y unilateral de su excedente. Sin querer hacer un anlisis puramente materialista histri-co, veremos que la situacin que se desarroll en Andacollo es un clsico ejemplo de plustrabajo que, al ser apropiado por el capital, se transforma en plusvala (valor adicional de un producto o bien que surge del resultado entre lo que genera

    13. El sentido de lo soberano y lo disciplinario aqu se entienden a partir de las reflexiones que el filsofo francs Michel Foucault ha realizado sobre las distinciones histricas que existen entre un orden monrquico y uno moderno. Ver, entre muchas otras obras: Michel Foucault, El poder psiquitrico (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 2005).

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    el trabajo y lo que se paga por l al trabajador). Para nues-tro estudio, que busca mirar ms all de la devocin, resulta sustancial realizar este tipo de vinculaciones interpretativas, donde se relacionen los sistemas devocional y productivo. Nuestro propsito es hacer presente que el surgimiento del baile chino y su permanencia en el tiempo articul la coexis-tencia de modelos de participacin devocional y de concen-tracin de los beneficios generados por la mano de obra que sus participantes, los chinos, representaban. Ya fuese bajo las modalidades de encomienda, peonaje, artesanado, pro-letariado y/o empleado, el baile chino siempre devino de ese mundo que, por una parte, aportaba un tipo de mano de obra sometida y, por otro, alcanzaba su mxima autonoma en la gestin de su expresividad devocional y cultural.

    La integracin de estas tres fuerzas histricas, la del culto mariano, la de los distintos cultos patronales locales y las fuerzas represivas de institucionalizacin y sus respuestas populares, trajo como dinmica social la propagacin del modelo festivo-ritual andacollino, que trasunt su experiencia local a remotas geografas de un territorio extenso. Con ello se cre un mapa de cdigos y expresiones de significacin local y regional tensionados por la colonizacin primero y la modernizacin despus. Por un lado encontramos la heterogeneidad, diversidad y excepcionalidad que aportan las fiestas en cada lugar, contribuyendo a la articulacin de espacios particulares y autnomos, eminentemente experienciales y singulares que producen sentido cultural, al ser expresin de una historia e identidad familiar y vecinal; nos referimos a un espacio humanizado donde se articulan formas de vida social dotadas de un conjunto de sentidos, entre estos, el sentido histrico de la memoria.14 Por otro lado, el culto andacollino que, con una ritualidad y expresividad tambin particular especialmente referido a los bailes chinos, pero tambin a las danzas, modula un sistema festivo y devocional comn que integra, une y sintetiza un sentido cultural especfico del Norte Chico y una determinada cultura popular regional con vocacin de hegemona,15 aunque no necesariamente unificadora o totalizante. La actual Regin de Coquimbo escenario primigenio de esta prctica ceremonial ha resultado ser un territorio cuyo mapa cultural est constituido desde unas singularidades locales que, en mayor o menor intensidad, se encuentran relacionadas con y significadas por el culto regional popular que representa la tradicin andacollina, en sendas dinmicas que han resistido los embates de una modernizacin que desde hace siglos golpea a nivel local, regional y nacional, ya sea por la injerencia de la Iglesia catlica, el Estado o la clase dominante, o bien

    14. Agustn Ruiz Zamora, Aflicciones, conflictos y querellas: testimonios desde la marginalidad (Manuscrito, Valparaso, 2003). Es importante aclarar aqu que este artculo no ha sido publicado aunque por un error de anticipacin apareci referenciado en: Milton Godoy Orellana, Chinos. Minerosdanzantes del Norte Chico, siglos XIX y XX (Santiago: Ediciones Universidad Bolivariana, 2007), 33. Este texto deba aparecer en la revista Valles. Revista de Estudios Regionales proyecto editorial dependiente del Museo de La Ligua, pero nunca vio la luz debido a que dicha revista fue clausurada antes de que saliera a circulacin el nmero en que se haba programado la publicacin, aspecto que Milton Godoy no alcanz a rectificar antes de la impresin de su obra Chinos. Mineros-danzantes.

    15. Utilizamos el trmino hegemona segn se utiliza en: Ernesto Laclau, La razn populista (Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica, 2008).

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    por procesos complejos donde estos mbitos de injerencia se han combinado en proporciones diversas. Esta zona del Norte Chico fue en el pasado un escenario social conformado por una serie de factores que fueron la base contextual de una expresin ritual que no solo defini eficientemente su particular y bien definida fisonoma estilstica, sino que adems logr impregnar otras reas geogrficas ms distantes y que, aunque diferentes en algunos aspectos fsicos, obedecen a condiciones y factores generales similares a la zona donde esta expresin ceremonial tuvo su origen. De modo que la especificidad de esta forma de religiosidad popular puede ser considerada uno de los aspectos determinantes para definir los lmites culturales del territorio llamado Norte Chico.

    Entre los factores determinantes detectados podemos sealar, a modo de resumen, los siguientes:

    a) Una mayoritaria composicin tnica indgena y mestiza que da sustento a lo popular como el nuevo espacio social donde confluyen los sujetos sometidos a servicios laborales.

    b) Un sistema productivo que combina y complementa actividades mineras, agrcolas y ganaderas en los valles y el secano, agregando en las zonas costeras la pesca y la recoleccin.

    c) Una sociabilidad y cultura popular entendidas como experiencia construida en base a un modo especfico de habitar el territorio, constituir familias, relacionarse socialmente y formar colectividades.

    d) El alcance territorial y jurisdiccional de Andacollo que permite, primero con la doctrina (desde 1580 hasta 1668) y despus con la parr