Barioná (JP Sartre)

95
BARIONÁ Sartre escribió Barioná en el otoño de 1940, en campo de concentración nazi en el que estuvo prisionero tras la capitulación de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo a petición de sus compañeros de prisión, en especial de un grupo de sacerdotes que estaban prisioneros con él. Se representó en el campo el día de Navidad de 1940 y Sartre hizo el papel del rey Baltasar. Después, Sartre no permitió su publicación aunque circularon algunas copias piratas elaboradas a partir de las partes de cada actor. Veintidós años después, en 1962, Sartre autorizó una publicación de 500 ejemplares que se agotaron inmediatamente. Acompañando esta edición apareció la siguiente nota del autor. “Si he tomado el tema de la mitología del cristianismo, eso no significa que la dirección de mi pensamiento haya cambiado ni siquiera por un momento durante el cautiverio. Se trataba simplemente, de acuerdo con los sacerdotes prisioneros, de encontrar un tema que pueda hacer realidad, la noche de Navidad, la unión más amplia posible entre los cristianos y los no creyentes” . Jean Paul Sartre 31-10-62 Años más tarde, en 1967, ante la petición de la editora Elisabeth Marescot, 3, rue Joseph Sansboef, Paris (8º), Sartre autorizó una nueva edición de la que no conozco el número de ejemplares y que es casi imposible de encontrar. La editora encabezó esta segunda edición con la siguiente nota: Nota del editor con ocasión de la segunda edición de “BARIONÁ” Desde 1962, los 500 ejemplares de la primera edición de Barioná han seguido su destino... Estudiantes alemanes, americanos, ingleses, franceses, italianos y japoneses que, por su relaciones culturales francesas o por frecuentar la Biblioteca Nacional, descubrieron un Jean Paul Sartre insólito, desearon tener su propio texto de esta obra.

Transcript of Barioná (JP Sartre)

Page 1: Barioná (JP Sartre)

BARIONÁSartre escribió Barioná en el otoño de 1940, en campo de concentración nazi en el que estuvo prisionero tras la capitulación de Francia en la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo a petición de sus compañeros de prisión, en especial de un grupo de sacerdotes que estaban prisioneros con él. Se representó en el campo el día de Navidad de 1940 y Sartre hizo el papel del rey Baltasar. Después, Sartre no permitió su publicación aunque circularon algunas copias piratas elaboradas a partir de las partes de cada actor. Veintidós años después, en 1962, Sartre autorizó una publicación de 500 ejemplares que se agotaron inmediatamente. Acompañando esta edición apareció la siguiente nota del autor.

“Si he tomado el tema de la mitología del cristianismo, eso no significa que la dirección de mi pensamiento haya cambiado ni siquiera por un momento durante el cautiverio. Se trataba simplemente, de acuerdo con los sacerdotes prisioneros, de encontrar un tema que pueda hacer realidad, la noche de Navidad, la unión más amplia posible entre los cristianos y los no creyentes”.

Jean Paul Sartre 31-10-62

Años más tarde, en 1967, ante la petición de la editora Elisabeth Marescot, 3, rue Joseph Sansboef, Paris (8º), Sartre autorizó una nueva edición de la que no conozco el número de ejemplares y que es casi imposible de encontrar. La editora encabezó esta segunda edición con la siguiente nota:

Nota del editor con ocasión de la segunda edición de “BARIONÁ”

Desde 1962, los 500 ejemplares de la primera edición de Barioná han seguido su destino... Estudiantes alemanes, americanos, ingleses, franceses, italianos y japoneses que, por su relaciones culturales francesas o por frecuentar la Biblioteca Nacional, descubrieron un Jean Paul Sartre insólito, desearon tener su propio texto de esta obra.

Entre estos últimos, los hay que esperaban una reimpresión de la obra para terminar la elaboración de una tesis desarrollada a través del existencialismo y su padre.

Si el Sr. J.P. Sartre ha accedido a responder a nuestra solicitud ha sido en parte para ayudar a aquellosa los que la consulta de Barioná suponía un oneroso viaje.

Y damos las gracias al autor de Barioná, tanto más calurosamente cuanto que ha sido a título rigurosamente graciable por su parte, el haber autorizado una segunda y limitada edición de su obra.

Diciembre de 1967

El presente texto está traducido a partir de un ejemplar de esta segunda edición encontrado por la Universidad Francisco de Vitoria en la biblioteca de la Universidad de Indiana.

Page 2: Barioná (JP Sartre)

PROLOGO

(música de acordeón)

El Mostrador de imágenes.Mis buenos señores, voy a contaros las extraordinarias e inauditas aventuras de Barioná, el hijo del Trueno. Esta historia tiene lugar en el tiempo en que los romanos eran dueños de Judea y espero que os interese. Podéis mirar, mientras hablo, las imágenes que están detrás de mí; os ayudarán a representaros las cosas como eran. Y si quedáis contentos, sed generosos. Suene la música, empezamos

(Acordeón)

Mis buenos señores, he aquí el prólogo. Soy ciego por accidente, pero antes de perder la vista he mirado más de mil veces las imágenes que vais a contemplar y las conozco de memoria porque mi padre era mostrador de imágenes como yo y me ha dejado estas en herencia. Esta que veis detrás de mí y que señalo con el bastón, sé que representa a María de Nazaret. Un ángel acaba de anunciarle que tendrá un hijo y que ese hijo será Jesús, Nuestro Señor.

El ángel es inmenso, con dos alas como dos arcos iris. Ustedes pueden verlo, yo no, pero lo veo aún en mi cabeza. Ha penetrado como una inundación en la humilde casa de María llenándola con su cuerpo fluido y sagrado y con su gran vestido flotante. Si miráis atentamente el cuadro, os daréis cuenta de que se pueden ver los muebles de la habitación a través del cuerpo del ángel. Se ha querido remarcar así su transparencia angélica. Está delante de María, que apenas le mira. María reflexiona. El ángel no tiene necesidad de hacer oír su voz, similar a la del huracán. No ha hablado; ella le presentía ya en su carne. En este momento el ángel está delante de María y María es innombrable y misteriosa como un bosque por la noche y la buena noticia se ha adentrado en ella como un viajero de pierde en los bosques. Y María está llena de pájaros y de largos murmullos de hojas. Y mil pensamientos sin palabras se despiertan en ella, pesados pensamientos de madres que sienten dolor. Y mirad, el ángel parece no poder penetrar en esos pensamientos demasiado humanos: siente ser ángel, porque los ángeles no pueden nacer ni sufrir. Y esta mañana de Anunciación delante de los ojos sorprendidos de un ángel, es la fiesta de los hombres porque es el momento en el que el hombre va a ser sacralizado. Mirad bien la imagen, mis buenos señores, y suene la música; el prólogo ha terminado; la historia va a comenzar nueve meses más tarde, el 24 de Diciembre, el las altas montañas de Judea.

(Música – Nueva imagen)

El RecitadorAhora, he ahí las rocas y he ahí un asno. El cuadro representa un desfiladero salvaje. El hombre que viaja sobre el asno es un funcionario romano. Es gordo y fláccido, pero está de muy mal humor. Han pasado nueve meses desde la Anunciación y el romano se apresura a través de las rocas porque la noche va a caer y quiere llegar a Bethaur antes de que oscurezca. Bethaur es un pueblecito de ochocientos habitantes, situado a veinticinco leguas de Belén y a siete de Hebrón. El que sepa leer podrá, cuando vuelva a casa, encontrarlo en

Page 3: Barioná (JP Sartre)

un mapa. Ahora van a ver las intenciones de este funcionario, porque acaba d llegar a Bethaur y ha entrado a casa de Leví, el publicano.

(Se levanta el telón)

PRIMER CUADRO(En casa de Leví, el publicano)

Escena I (Lelius y el publicano)

Lelius (Inclinándose hacia la puerta)Mis respetos, señora, Querido, vuestra esposa es encantadora. ¡Hum! Vamos, tenemos que hablar de cosas importantes. Siéntese. Sí, sí, sentaos y hablemos. Estoy aquí por ese censo...

El publicano¡Cuidado, Señor Superintendente, cuidado! (Se quita su zapatilla y golpea el suelo).

Lelius¿Qué era? ¿Una tarántula?

El publicanoUna tarántula. Pero en esta época del año el frío les atonta notablemente. Ésta, medio se arrastraba, medio dormía.

LeliusEncantador. Y también tenéis escorpiones, por supuesto. Escorpiones igual de dormidos que matarían limpiamente, bostezando de sueño, a un hombre de ciento ochenta libras. El frío de vuestras montañas puede aterir a un ciudadano romano, pero no puede hacer reventar a vuestros sucios bichos. Se debería advertir, en Roma, a los jóvenes que se preparan en la escuela colonial, de que la vida de un administrador de las colonias es un condenado tormento.

El publicanoOh, Señor Superintendente...

LeliusLo dicho: un condenado tormento, querido. Llevo dos días vagando a lomos de mula por estas montañas y no he visto ni un ser humano; ni siquiera una planta, ni tan siquiera una mala hierba. Sólo bloques de piedras rojas, bajo un cielo implacable de un azul helado, y con este frío, siempre este frío, que me pesa como un mineral y, de cuando en cuando, un pueblacho como éste, una boñiga de vaca. Brrr... ¡Qué frío!.. Incluso aquí, en vuestra casa... Por supuesto vosotros, los judíos, no sabéis calentaros; cada año os sorprende el invierno, como si fuese el primer invierno del mundo. Sois verdaderos salvajes.

El publicano¿Puedo ofreceros un poco de aguardiente para haceros entrar en calor?

Page 4: Barioná (JP Sartre)

Lelius¿Aguardiente? Hum... Os diré que la administración colonial es muy estricta: No debemos aceptar nada de nuestros subordinados cuando estamos en gira de inspección. Veamos, tendré que hacer noche aquí. Partiré para Hebrón pasado mañana. Por supuesto, no hay albergue.

El publicanoEl pueblo es muy pobre, Señor Superintendente; nunca viene nadie. Pero si me atreviese...

Lelius...¿me ofrecerías una cama en vuestra casa? Pobre amigo mío, sois muy amable, pero es como siempre: Prohibido hospedarse en casa de nuestros subordinados cuando estamos en gira. Qué queréis, nuestros reglamentos han sido redactados por funcionarios que nunca han salido de Italia y que no tienen ni idea de lo que es la vida colonial. ¿Dónde debería pasar la noche? ¿Al raso? ¿En un establo? Esto no se corresponde con la dignidad de un funcionario romano.

El publicano¿Puedo permitirme insistir?

LeliusSí, amigo mío. Insistid, insistid. Tal vez acabe por ceder a vuestras instancias. ¿Queréis decir, si os comprendo bien, que vuestra casa es la única del pueblo que puede aspirar al honor de recibir al representante de Roma? Bueno... Oh, y en el fondo, en resumidas cuentas, no estoy del todo en gira de inspección... Querido, me quedaré en vuestra casa esta noche.

El publicano¿Cómo podré agradeceros el honor que me hacéis? Estoy profundamente emocionado...

LeliusMe lo imagino, amigo mío, me lo imagino. Pero no vayáis a gritarlo por los tejados: Os incomodaríais más a vos que a mí.

El publicanoNo diré una palabra a nadie.

LeliusPerfecto. (Extiende las piernas). Uf, estoy agotado. He visitado quince pueblos. Decidme una cosa, me estabais hablando de un aguardiente hace un momento... ¡Qué demonios, tengo que beber! Y ya que me ofrecéis alojamiento, sería conveniente que me dieseis también de beber y de comer. Excelente aguardiente, merecería ser romano.

El publicanoGracias, Señor Superintendente.

Lelius

Page 5: Barioná (JP Sartre)

Uf... Querido, este censo es una historia imposible y no sé que cortesano alejandrino a podido sugerir la idea al divino César. Se tata, simplemente, de contar a todos los hombres de la tierra. Daros cuenta, es una idea grandiosa. Pero luego, id a llevarla a la práctica en Palestina: la mayor parte de vuestros correligionarios no saben ni siquiera la fecha de su nacimiento. Han nacido el año del gran crecida, el año de la gran cosecha, el año de la gran tempestad... Auténticos salvajes. No os sentís molesto, por supuesto. Sois un hombre cultivado, aunque seáis israelita.

El publicanoTengo la gran ventaja de haber estudiado en Roma.

LeliusBien hecho. Se nota en vuestras maneras. Veamos, vosotros sois Orientales, ¿captáis el matiz? No seréis nunca racionalistas, sois un pueblo de magos. Desde este punto de vista, vuestros profetas os han hecho mucho daño, os han habituado a la solución perezosa: el Mesías. El que vendrá a arreglar todo, el que liquidará con un toque la dominación romana y establecerá la vuestra en todo el mundo. Y consumís Mesías... Cada semana surge uno nuevo y os cansáis de él en días, como hacemos en Roma con los actores del teatro o con los gladiadores. El último que me han enviado era albino e idiota en sus tres cuartas partes, pero veía en la noche como todos los de su especie: las gentes de Hebrón se maravillaban. Qué queréis que os diga: El pueblo judío es aún muy inmaduro.

El publicanoEn efecto, Señor Superintendente, sería deseable que muchos de nuestros estudiantes pudieran ir a Roma.

LeliusSí. Eso proveería de mandos. Tomad nota que el gobierno de Roma, siempre que fuese consultado con antelación, no vería con malos ojos la elección de un Mesías conveniente. Alguien que viniese de una antigua familia judía, por ejemplo, que hubiese hecho sus estudios con nosotros y que presentase garantías de respetabilidad. Pudiera se incluso que nosotros financiásemos la empresa porque –que esto quede entre nosotros- empezamos a hartarnos de los Herodes y, por otra parte, querríamos, en su propio interés, que el pueblo judío pusiese de una vez un poco de plomo en su cabeza. Nos vendría bien un verdadero Mesías, un hombre que diese pruebas de una comprensión realista de la situación de Judea.

Hum... Brr... Brr... Qué frío hace en vuestra casa. Decidme, ¿habéis convocado al jefe del pueblo?

El publicanoSí, Señor Superintendente, estará aquí en un instante.

LeliusEs necesario que tome a su cargo toda esta historia del censo; debería poder darme las listas mañana por la tarde.

El publicano

Page 6: Barioná (JP Sartre)

A vuestras órdenes.

Lelius¿Cuántos sois?

El publicanoAlrededor de ochocientos

Lelius¿Es rico el pueblo?

El publicano¡Ay...!

Lelius.¡Ah, ah!

El publicanoMe pregunto como la gente puede vivir. Hay algunos pastos ralos; pero hay que hacer varias leguas para llegar a ellos. Eso es todo. La aldea se va despoblando poco a poco. Cada año, cinco o seis de nuestros jóvenes bajan a Belén. La proporción de viejos supera ya a la de jóvenes. Además, la natalidad es baja.

Lelius¿Qué esperáis? No se puede criticar a los que se van a la ciudad. Nuestros colonos han instalado fábricas admirables en Belén. Puede ser que por ahí venga la luz. Una civilización tecnificada, ya sabéis lo que quiero decir, ¿eh? Pero no he venido solamente por lo del censo. Decidme, cuántos impuestos recaudáis.

El publicanoBueno, hay doscientos indigentes que no aportan nada y los demás pagan sus diez dracmas. Contad, año bueno con año malo, cinco mil quinientos dracmas. Una miseria.

LeliusSí. Hm... Bien, sin embargo habría que tratar de sacar ocho mil. El procurador eleva la capitación a quince dracmas.

El publicanoQuince dracmas... Es... Es imposible.

Lelius¡Ah!, he ahí una palabra que no debisteis oír a menudo cuando estuvisteis en Roma. Vamos, vamos, seguro que tienen más dinero del que dicen. Y, además... Hm... Sabéis que el gobierno no quiere meter las narices en los asuntos de los publicanos, pero, de todas maneras, creo que vos no perdéis con ellos, ¿no es así?

El publicano

Page 7: Barioná (JP Sartre)

No digo que no... No digo que no... ¿Son dieciséis dracmas lo que habéis dicho?

LeliusQuince

El publicanoSí, pero el decimosexto es para mis gastos.

LeliusHm... Ah... (se ríe) Este jefe... ¿Qué clase de hombre es?Se llama Barioná, ¿no es así?

El publicanoSí, Barioná

LeliusEsto es delicado. Muy delicado. Se ha cometido un gran error en Belén. Su cuñado vivía en la ciudad, tuvo allí no sé qué embrollada historia de un robo y, finalmente el tribunal judío le condenó a muerte.

El publicanoLo sé. Fue crucificado. La noticia nos llegó hace más o menos un mes.

LeliusSí. Hm... Y, ¿cómo se ha tomado la cosa el jefe?

El publicanoNo ha dicho nada.

LeliusSí. Malo. Muy malo eso... ¡Ah!, es un grave error. Sí. Entonces, ¿que tipo de persona es el Barioná ese?

El publicanoPoco tratable.

LeliusDe la raza de los pequeños jefes feudales. Me lo temía. Estos montañeses son rudos como sus rocas. ¿Recibe dinero nuestro?

El publicanoNo quiere aceptar nada de Roma.

Lelius¡Lástima! ¡Ah!, eso no huele nada bien. No nos quiere mucho, me imagino.

El publicano

Page 8: Barioná (JP Sartre)

No sé. No dice nada.

Lelius¿Casado? ¿Niños?

El publicanoQuerría, dicen, pero no tiene. Es su mayor preocupación.

LeliusNo me gusta; no me gusta nada. Tiene que tener un punto débil... ¿Las mujeres?... ¿Las condecoraciones?... ¿no? En fin, ya veremos.

El publicanoAquí está

LeliusEsto va a ser duro. (Entra Barioná)

El publicanoBuenos días, señor.

BarionáFuera, perro. Pudres el aire que respiras y no quiero estar en la misma habitación que tú. (Sale el publicano). Mis respetos, Señor Superintendente.

Escena II (Lelius, Barioná)

LeliusOs saludo, gran jefe, y os traigo el saludo del Procurador.

BarionáSoy tanto más sensible a este homenaje cuanto más sé que soy totalmente indigno de él. Soy, en estos momentos, un hombre deshonrado, el jefe de una familia hundida.

Lelius¿Queréis hablar de este deplorable asunto? El Procurador me ha encargado especialmente de deciros cuanto lamenta los rigores del tribunal judío.

BarionáOs ruego que transmitáis al Procurador mi agradecimiento por su graciosa solicitud. Me refresca y me sorprende como una corriente bienhechora en el corazón tórrido del verano. Conociendo el poder absoluto del Procurador y viendo que permitía a los judíos semejante arresto, había pensado que lo aprobaba.

LeliusPues bien, os equivocabais. Os equivocabais de medio a medio. Intentamos presionar al tribunal judío, pero, ¿qué podíamos hacer? Fue inquebrantable y deploramos su celo

Page 9: Barioná (JP Sartre)

intempestivo. Haced como nosotros, jefe: Endureced vuestro corazón y sacrificad vuestro resentimiento a los intereses de Palestina. Decíos que no hay interés más urgente para estos intereses, incluso si conlleva aspectos desagradables para algunos, que conservar sus costumbres y su administración local.

BarionáNo soy más que un jefe de pueblo y me excusaréis si no entiendo nada de esa política. Mi razonamiento es, ciertamente, más obtuso: me digo que he servido a Roma con lealtad y que Roma es todopoderosa. Es necesario que haya dejado de agradarle para que deje a mis enemigos de la ciudad hacerme esta injuria. Por un momento creí ponerme a salvo de sus odios deshaciéndome de todos mis poderes. Pero los habitantes de este pueblo, que han mantenido su confianza en mí, me rogaron que siguiera a su cabeza.

LeliusY Habéis aceptado. En buena hora. Habéis comprendido que un jefe debe poner los asuntos públicos por delante de sus rencores personales.

BarionáNo tengo ningún rencor hacia Roma.

LeliusPerfecto. Perfecto. Perfecto. Hmm... Los intereses de vuestra patria, jefe, son dejar guiar suavemente sus pasos hacia la independencia por la mano firme y benevolente de Roma.

¿Queréis que os dé, en este momento, la ocasión de probar al Procurador que vuestra amistad por Roma está tan viva como siempre?

BarionáOs escucho.

LeliusRoma está involucrada, contra su deseo, en una guerra larga y difícil. Más que como una ayuda efectiva, apreciaría una contribución extraordinaria de Judea a sus gastos de guerra como un testimonio de solidaridad.

Barioná¿Queréis subir los impuestos?

LeliusRoma lo necesita.

Barioná¿La capitación?

LeliusSí

Page 10: Barioná (JP Sartre)

BarionáNo podemos pagar más.

LeliusNo se os pide más que un pequeño esfuerzo. El Procurador eleva la capitación a dieciséis dracmas.

Barioná¡Dieciséis dracmas! Venid a ver. Esos viejos montones de tierra roja, agrietados, hendidos, cuarteados, como nuestras manos, esas son nuestras casa. Se deshacen en polvo; tienen cien años. Mirad a esa mujer que pasa, encorvada bajo el peso de su fardo, a ese tipo que lleva un hacha: no son más que viejos. Todos viejos. El pueblo agoniza ¿Habéis oído el grito de un niño desde que estáis aquí? Puede que quede una veintena de muchachos. Pronto se irán ellos también. ¿Qué podría retenerles? Para comprar la miserable carreta que utiliza todo el pueblo nos hemos endeudado hasta el cuello. Los impuestos nos agotan, nuestros pastores necesitan hacer diez leguas para llevar nuestros corderos a unos pastos miserables. El pueblo se desangra. Desde que vuestros colonos romanos han puesto las serrerías mecánicas en Belén, nuestra sangre más joven corre de roca en roca, como una fuente cálida, en hemorragias y cascadas, a regar las tierras bajas. Nuestros jóvenes están allí, en la ciudad. En la ciudad, donde se les reduce a servidumbre, donde se les paga un salario de hambre, en la ciudad, que les matará a todos como ha matado a Simón, mi cuñado. Este pueblo agoniza, Señor Superintendente, ya apesta. Y venís a apretar más a esta carroña, venís todavía a pedirnos oro para vuestras ciudades, para la llanura. Dejádnos morir tranquilos. Dentro de cien años no quedará ni rastro de nuestra aldea, ni en esta tierra ni en la memoria de los hombres.

LeliusY bien, gran jefe, por lo que a mí respecta, soy muy sensible a lo que tan bien habéis querido decirme y comprendo vuestras razones; pero ¿qué puedo hacer yo? El hombre está de corazón con vos, pero el funcionario romano ha recibido órdenes y tiene que ejecutarlas.

BarionáSí. ¿Y si rehusáramos pagar el impuesto?

LeliusSería una grave imprudencia. El Procurador no admitiría esa mala voluntad. Creo poderos decir que sería muy severo. Confiscaría vuestros corderos.

Barioná¿Vendían los soldados a nuestro pueblo como lo hicieron en Hebrón el año pasado? ¿Violarían a nuestras mujeres y se llevarían nuestros animales?

LeliusSois vos quien puede evitarlo.

Barioná

Page 11: Barioná (JP Sartre)

Está bien. Voy a reunir el Consejo de Ancianos para darle cuenta de vuestras peticiones. Contad con una rápida ejecución. Deseo que el Procurador se acuerde durante mucho tiempo de nuestra docilidad.

LeliusPodéis estar seguro. El Procurador tendrá en cuenta vuestras dificultades actuales, que yo le describiré fielmente. Estad seguros de que si podemos ayudaros no nos quedaremos inactivos. Os saludo, gran jefe.

BarionáMis respetos, Señor Superintendente. (Sale).

Lelius (Solo)Esta súbita obediencia no me dice nada bueno; este salvaje de ojos de fuego medita un golpe bajo. ¡Leví! ¡Leví! (Entra el publicano). Dadme un poco más de vuestro aguardiente, amigo mío, porque tengo que prepararme para grandes problemas.

TELÓN

El recitadorTiene razón este funcionario romano. Tiene razón al desconfiar, porque Barioná, saliendo de casa del publicano, ha hecho sonar la trompeta para llamar a los Ancianos al Consejo.

Page 12: Barioná (JP Sartre)

SEGUNDO CUADRO(Delante de los muros del pueblo)

Escena I (Consejo de ancianos de Bethaur)

El coro de Ancianos (Recitando al modo de los coros de las tragedias griegas)(Sonidos de trompetas entre bastidores, los ancianos van entrando poco a poco)He aquí que la trompeta ha sonado.Nos hemos revestido con nuestros trajes de ceremoniay hemos franqueado las puertas de broncey nos sentamos delante del muro de piedra rojacomo en tiempos pasados.

Nuestro pueblo agoniza y sobre nuestras casasde tierra secaplanea el vuelo del negro cuervo.¿Para qué tener consejocuando nuestro corazón está en cenizasy rondan por nuestra cabezapensamientos de impotencia?

1º Anciano¿Qué se quiere de nosotros? ¿Para qué reunirnos? Antaño, en el tiempo de mi juventud, las decisiones del Consejo eran eficaces y jamás me eché para atrás, ni siquiera ante los propósitos más atrevidos. Pero, ¿de qué sirve hoy?

El coro de ancianos¿Para qué hacernos salir de nuestros agujerosdonde nos enterramos para morircomo bestias enfermas?Desde lo alto de esos muros, en otro tiempo,nuestros padres rechazaron al enemigo,pero ahora están agrietados, se caen en ruinas.Odiamos mirarnos cara a caraporque nuestros rostros arrugados nos recuerdan tiempos perdidos.

2º AncianoSe dice que un romano ha llegado al pueblo y que se ha alojado en casa de Leví, el publicano.

3º Anciano¿Qué quiere de nosotros? ¿Se puede arrear a un asno muerto? No tenemos dinero y seríamos malos esclavos. ¡Que nos dejen reventar en paz!

El coro de ancianosAquí está Barioná, nuestro jefe.Es joven todavía, pero

Page 13: Barioná (JP Sartre)

su corazón está más arrugado que los nuestros.Llega, y su frenteparece arrastrarle a tierra.Anda lentamente, y su alma está llena de hollín.

(Barioná entra lentamente, todos se levantan)

Escena II (Consejo de ancianos de Bethaur, Barioná)

Barioná¡Oh, mis compañeros!

El coro de ancianos¡Barioná! ¡Barioná!

BarionáUn romano ha venido al pueblo trayendo órdenes del Procurador. Parece que Roma está en guerra. Pagaremos, por lo tanto, una capitación de dieciséis dracmas.

El coro de ancianos¡Ay!

1º AncianoBarioná, no podemos, no podemos pagar ese impuesto. Nuestros brazos son demasiado débiles y nuestros animales revientan. Un mal hado se ha cernido sobre nuestro pueblo. No obedeceremos a Roma.

2º AncianoBien. Entonces los soldados vendrán aquí a coger tus corderos, como hicieron en Hebrón el invierno pasado; te arrastrarán por la barba por los caminos y el tribunal de Belén hará que te flagelen.

1º Anciano¿Entonces tú estás por pagar? Estás vendido a los romanos.

2º AncianoNo estoy vendido, pero soy menos estúpido que tú y sé ver las cosas: cuando el enemigo es más fuerte sé que hay que agachar la cabeza.

1º Anciano¿Me escucháis, compañeros? ¿Así de bajo hemos caído? Hasta aquí hemos cedido ante la fuerza, pero ya basta: lo que no podemos hacer, no lo haremos. Iremos a coger a ese romano a casa de Leví y le colgaremos de las almenas de nuestras murallas.

2º AncianoQuieres rebelarte, tú que tienes menos fuerza que un niño. Tu espada caería al primer choque y harías que nos masacrasen.

Page 14: Barioná (JP Sartre)

1º Anciano¿Acaso he dicho que haría la guerra yo mismo? Todavía hay entre nosotros quien no tiene ni treinta y cinco años.

2º Anciano¿Y les predicas la rebelión a ellos? ¿Quieres que ellos luchen para que tú puedas guardar tus cobres?

3º Anciano¡Silencio! Escuchemos a Barioná.

El coro de ancianos¡Barioná! ¡Barioná! ¡Barioná! ¡Escuchemos a Barioná!

BarionáPagaremos ese impuesto.

El coro de ancianos¡Ay!

BarionáPagaremos ese impuesto. (Pausa) ¡Pero nadie, después de nosotros, pagará más impuestos en este pueblo!

1º Anciano¿Cómo podrá hacerse eso?

BarionáPorque no habrá nadie para pagar el impuesto. ¡Oh, mis compañeros!, ved en qué estado nos encontramos: Vuestros hijos os han abandonado para bajar a la ciudad y vosotros habéis querido quedaros, porque sois orgullosos. Y Marcos, Simón, Balarm, Jerevhá, aunque son jóvenes todavía, siguen entre nosotros porque son orgullosos también. Y yo, que soy vuestro jefe, hago como ellos. Así me lo ordenan mis ancestros. Y sin embargo, mirad: el pueblo es como un teatro vacío cuando el telón ha caído y los espectadores lo han abandonado. Las grandes sombras de las montañas han caído sobre él. Os he reunido y estamos todos aquí, sentados ante el ocaso del sol. Sin embargo, cada uno de nosotros está solo, en la negrura, y el silencio nos rodea como un muro. Un silencio muy extraño: El menor sollozo de un niño bastaría para romperlo, pero si nosotros uniésemos nuestras fuerzas y gritásemos todos juntos, nuestras viejas voces se romperían contra él. Estamos encadenados a nuestra roca como viejas águilas sarnosas. Los que todavía somos jóvenes de cuerpo, hemos envejecido en el alma y nuestro corazón está duro como una piedra porque no esperamos nada desde nuestra infancia. No esperamos nada, salvo la muerte. Todo esto era ya así en tiempos de nuestros padres: El pueblo agoniza desde que los romanos entraron en Palestina y aquel de entre nosotros que engendra una nueva vida es culpable de prolongar esta agonía. Escuchad: el mes pasado, cuando me contaron la muerte de mi cuñado, subí a lo alto del monte Sarón; vi nuestro pueblo aplastado bajo el sol y

Page 15: Barioná (JP Sartre)

medité en mi corazón. Pensé: nunca he salido de mi terruño y sin embargo conozco el mundo, porque allí donde se encuentre un hombre, el mundo entero se agolpa a su alrededor. Mi brazo es todavía vigoroso, pero soy sabio como un anciano. Ahora es el momento de dar rienda suelta a mi sabiduría. Con las águilas sobre mi cabeza en el cielo frío, yo miraba nuestro pueblo y la sabiduría me dijo: el mundo no es más que una caída interminable, el mundo no es más que una mota de polvo que no termina nunca de caer. Las personas y las cosas aparecen de repente en un punto de la caída y, apenas aparecidos, son arrastrados por esta caída universal y empiezan también a caer, se atomizan y se deshacen. ¡Oh, compañeros!, mi sabiduría me ha dicho: la vida es una derrota, nadie sale victorioso, todo el mundo resulta vencido; todo ha ocurrido para mal siempre y la mayor locura del mundo es la esperanza.

El coro de ancianos¡La mayor locura del mundo es la esperanza!

BarionáEntonces, mis compañeros, no debemos resignarnos a la caída, porque la resignación es indigna del hombre. Por eso os digo: tenemos que acostumbrar con resolución nuestras almas a la desesperanza. Cuando descendí del monte Sarón mi corazón estaba cerrado como un puño sobre mi dolor, lo apretaba fuerte y duramente, como un ciego aprieta su bastón con su mano. Mis compañeros, cerrad vuestros corazones sobre vuestra pena, apretad fuerte, apretad duro porque la dignidad del hombre está en su desesperanza. Esta es mi decisión: no nos rebelaremos –a un viejo perro tiñoso se le manda a su perrera de una patada. Pagaremos el impuesto para que nuestras mujeres no sufran. Pero el pueblo va a amortajarse con sus propias manos. No haremos más niños. ¡He dicho!

1º Anciano¿Qué? ¿No más niños?

BarionáNo más niños. No tendremos más relaciones con nuestras mujeres. No queremos perpetuar la vida ni prolongar los sufrimientos de nuestra raza. No engendraremos más, consumiremos nuestra vida en la meditación del mal, de la injusticia y del sufrimiento. Dentro de un cuarto de siglo, los últimos de nosotros estarán muertos. Tal vez yo parta el último. En ese caso, cuando sienta llegar mi hora, me revestiré con mi vestido de fiesta y me tumbaré en la plaza mayor con la cara mirando al cielo. Los cuervos limpiaran mi carroña y el viento dispersará mis huesos. Entonces el pueblo retornará a la tierra. El viento golpeará las puertas de las casas vacías, nuestras murallas de tierra se derretirán como la nieve de primavera en las laderas de las montañas, no quedará nada de nosotros sobre la tierra ni en la memoria de los hombres.

El coro de ancianos¿Es posible que pasemos el resto de nuestros díassin ver la sonrisa de un niño,con el oscuro silencio espesándose a nuestro alrededor?¿Para quién, ¡ay!, trabajaríamos?¿Podremos vivir sin niños?

Page 16: Barioná (JP Sartre)

Barioná¿Os lamentáis? ¿Osaríais, entonces, crear vidas jóvenes con vuestra sangre podrida? ¿Queréis refrescar con hombres nuevos la interminable agonía del mundo? ¿Qué destino deseáis para vuestros futuros hijos? ¿Qué se queden aquí, como buitres en una jaula, solitarios y desplumados? ¿O bien que bajen allí, a las ciudades, para convertirse en esclavos de los romanos, trabajar por salarios de hambre para acabar por morir en la cruz? Obedeceréis. Y deseo que nuestro ejemplo sea anunciado por toda Judea y que sea el origen de una nueva religión, la religión de la nada, y que los romanos sean los dueños de nuestras ciudades desiertas y que nuestra sangre caiga sobre sus cabezas. Repetid conmigo el juramento que voy a hacer: Ante el Dios de la Venganza y de la Cólera, delante de Jehová, juro no engendrar nunca más. Y si falto a mi juramento, que mi hijo nazca ciego, que sufra la lepra, que sea un objeto de desprecio para los demás y de vergüenza y dolor para mí. Repetid, judíos, repetid:

El coro de ancianosAnte el Dios de la Venganza y de la Cólera...

Sara (la mujer de Barioná)¡Parad!

Escena III (Consejo de ancianos de Bethaur, Barioná, Sara)

Barioná¿Qué quieres, Sara?

Sara¡Parad!

Barioná¿Qué pasa? ¡Habla!

SaraYo... venía a anunciarte..., ¡oh, Barioná!, me acabas de maldecir: has maldecido mi vientre y el fruto de mi vientre.

Barioná¿No quieres decir que...?

SaraSí. Estoy embarazada, Barioná. Venía a hacértelo saber, estoy embarazada de ti.

Barioná¡Ay!

El coro de ancianos¡Ay!

Page 17: Barioná (JP Sartre)

SaraHas entrado en mí y me has fecundado y yo me he abierto a ti y hemos rezado juntos a Jehová para que nos diese un hijo. Y hoy, que te lo traigo dentro de mí y que nuestra unión ha sido por fin bendecida, me rechazas y ofreces nuestro hijo a la muerte. Barioná, me has mentido. Me has poseído y me has hecho sangrar y he sufrido sobre tu cama y he aceptado todo porque creía que tú querías un hijo. Pero ahora veo que me mentías y que buscabas simplemente tu placer. Y todas las alegrías que mi cuerpo te ha dado, todas las caricias que te he dado y he recibido, todos nuestros besos, todos nuestros abrazos, yo, a mi vez, los maldigo.

Barioná¡Sara! No es verdad, no te he mentido. Quería un hijo. Pero hoy he perdido toda esperanza y toda fe. Es por este niño que tanto he deseado y que llevas dentro de ti por lo que no quiero que nazca. Es por él. Ve al hechicero, te dará unas hierbas y quedarás estéril.

SaraBarioná, te lo suplico

BarionáSara, soy señor del pueblo y dueño de la vida y la muerte. He decidido que mi familia se extinguirá conmigo. Ve. Y no tengas añoranza; hubiese sufrido, te hubiese maldecido.

SaraAunque tuviese la seguridad de que me traicionaría, que moriría en la cruz como los ladrones y me maldijera, incluso así, le traería al mundo.

BarionáPero, ¿por qué?, ¿por qué?

SaraNo lo sé. Acepto por él todos los sufrimientos que va a padecer aunque sé que yo los sentiré también en mi propia carne. No hay una espina en su camino que pueda clavarse en su pie sin clavarse también en mi corazón. Sangraré a borbotones por sus dolores.

Barioná¿Y crees que los aligerarás con tu llanto? Nadie podrá padecer por él sus sufrimientos: para sufrir y para morir se está siempre solo. Incluso si estás al pie de su cruz, estaría solo para sufrir su agonía. Es por tu alegría por lo que le quieres dar a luz, no por la suya. No le amas suficiente.

SaraLe amo ya, tal y como pueda ser. A ti, te elegí entre todos, vine a ti porque eras el más hermoso y el más fuerte. Pero al que espero, no le he elegido y, sin embargo, le espero. Le amo por adelantado, incluso si fuese feo, incluso si fuese ciego, incluso si tu maldición debe cubrirle de lepra, amo por adelantado a este niño sin nombre y sin cara, a mi niño.

Page 18: Barioná (JP Sartre)

BarionáSi le amas, ten compasión de él. Déjale dormir el sueño tranquilo de los no nacidos. ¿Quieres darle como patria una Judea esclavizada? ¿Por morada esta roca helada y ventosa? ¿Por cobijo este tejado desvencijado? ¿Por compañeros estos viejos amargados? ¿Y por familia nuestra familia deshonrada?

SaraQuiero darle también el sol y el aire fresco y las sombras violetas de las montañas y la risa de las niñas. Te lo ruego, deja nacer un niño, deja al mundo, una vez más, una oportunidad.

Barioná¡Cállate! Es una trampa. Siempre creemos que hay una oportunidad más. Cada vez que se trae a un niño al mundo creemos que le damos una oportunidad, y no es verdad. Los naipes están marcados de antemano. La miseria, la desesperanza, la muerte, le esperan en cada esquina.

SaraBarioná, estoy ante ti como una esclava ante su Señor y te debo obediencia. Sin embargo, sé que te equivocas y que haces mal. No conozco el arte de la oratoria y no encontraría ni las palabras ni las razones que pudieran confundirte. Pero tengo miedo delante de ti: ahí estás, rebosante de orgullo y de mala voluntad como un ángel rebelde, como el Ángel de la desesperación, pero mi corazón no está contigo.

(Entra Lelius)

Escena IV (Los mismos, Lelius)

LeliusSeñora, señores.

El coro de ancianosEl romano... (Se levantan todos).

LeliusPasaba por aquí, señores y he sorprendido vuestro debate. Ejem! Permitidme, jefe, apoyar los argumentos de vuestra esposa y exponeros el punto de vista de Roma. La señora, si queréis creerme, demuestra un sentido exquisito de las realidades cívicas y esto debiera avergonzaros, jefe. Ha comprendido que, en este caso, no estáis solo y que hay que considerar en primer lugar los interesas de la Sociedad. Roma, institutriz benevolente de Judea, está involucrada en una guerra que promete ser muy larga y sin duda vendrá el día en que llamará a concurso a los indígenas que protege, árabes, negros, israelitas. ¿Qué ocurriría si no encontrase más que viejos para responder a su llamada? ¿Querríais que el derecho sucumbiese por falta de brazos que lo defendiesen? Sería escandaloso que las guerras victoriosas de Roma debieran detenerse por falta de soldados. Pero, aunque viviéramos en paz durante siglos, no olvidéis que entonces sería la industria la que reclamaría vuestros hijos. En cincuenta años los salarios han aumentado mucho, lo que demuestra que la mano de obra es insuficiente. Y añado que esta necesidad de mantener los

Page 19: Barioná (JP Sartre)

salarios tan altos es una pesada carga para la patronal romana. Si los judíos hacen numerosos niños, con la oferta de trabajo sobrepasando por fin la demanda, los salarios podrían bajar considerablemente, liberándose así capitales que podrían ser más útiles en otra parte. Hacednos obreros y soldados, jefe, ese es vuestro deber. Esto era lo que la señora sentía confusamente y yo estoy feliz de haberle podido prestar mi modesto concurso para explicar su sentimiento.

SaraBarioná, no me reconozco en ese discurso. No es en absoluto lo que quería decir.

BarionáLo sé. Sin embargo, mira quienes son tus aliados y agacha la cabeza. Mujer, este niño que tú quieres hacer nacer es como una nueva edición del mundo. A través de él, las nubes y el agua y el sol y las casas y el dolor de los hombres existirán una vez más. Vas a recrear el mundo, va a formarse como una costra espesa y negra alrededor de una pequeña consciencia escandalizada que vivirá ahí, prisionera en el centro de la costra, como una larva. ¿Comprendes qué enorme incongruencia, qué monstruosa falta de tacto, traer nuevos seres a este mundo fallido? Hacer un niño es aprobar la creación en el fondo del corazón, es decirle al Dios que nos tortura: “Señor, todo está bien y te doy gracias por haber creado el universo”. ¿Verdaderamente quieres cantar ese himno? ¿Puedes asumir decir: si este mundo pudiera volverse a hacer, lo reharía exactamente como es? Déjalo, mi dulce Sara, déjalo. La existencia es una lepra vergonzosa que nos roe a todos y nuestros padres han sido los culpables. Mantén tus manos puras, Sara, y que puedas decir el día de tu muerte: no dejo a nadie detrás de mí para perpetuar el sufrimiento humano. Vamos, vosotros, jurad:

LeliusYo sabré impedir eso.

Barioná¿Y como nos lo impediréis, Señor Superintendente? ¿Nos arrojaréis en prisión? Sería el medio más seguro de separar al hombre de la mujer y de hacerlos morir estériles, cada uno por su lado.

Lelius (Terrible)Voy a... (Calmado) ¡Hmm! Voy a informar al Procurador.. (Sale)

BarionáAnte el Dios de la Venganza y de la Cólera, juro no engendrar.

Coro de ancianosAnte el Dios de la Venganza y de la Cólera, juro no engendrar.

BarionáY si faltase a mi juramento, que mi hijo nazca ciego.

El coro d ancianosY si faltase a mi juramento, que mi hijo nazca ciego.

Page 20: Barioná (JP Sartre)

BarionáQue sea objeto de desprecio para los demás y para mí, de vergüenza y de dolor.

Coro de ancianosQue sea objeto de desprecio para los demás y para mí, de vergüenza y de dolor.

Barioná¡Ya está! Estamos comprometidos. Id, y sed fieles vuestro juramento.

Sara¿Y si, sin embargo, fuese voluntad de Dios que engendrásemos?

BarionáEntonces, que haga un signo a su servidor. Pero que se dé prisa, que me envíe sus ángeles antes del alba. Porque mi corazón está cansado de la espera y no se desprende uno fácilmente de la desesperanza una vez que se ha probado.

TELÓN

El recitadorHe ahí, he ahí a Barioná que pone al Señor en el trance de manifestarse. ¡Ah! No me gusta esto, no me gusta en absoluto... ¿Sabéis lo que se dice en mi tierra? No despertéis al gato que duerme. Cuando Dios está tranquilo todo va mal que bien, pero queda entre humanos. Nos arreglamos, nos explicamos, la vida se mantiene cotidiana. Pero si Dios empieza a moverse, ¡patatrás! Es como un temblor de tierra y los hombres caen boca arriba o sobre sus narices. Es endiablado reencontrarse; hay que empezar otra vez. Y precisamente, en la historia que os estoy contando, Dios ha entrado en el juego. No ha debido gustarle que Barioná le hable así. Se ha dicho: “¿Qué es esto...?” y en la noche ha enviado a su ángel a la tierra, a algunas leguas de Bethaur. Voy a enseñaros el ángel; mirad bien y que suene la música... ¿Veis?, todos esos hombrecillos que se acurrucan, son pastores que apacientan sus rebaños en la montaña. Y, naturalmente, han pintado con cuidado las alas del ángel y el artista ha hecho lo que ha podido para mostrarlo imponente. Pero voy a deciros lo que pienso yo; las cosas no son así. Creí mucho tiempo en esa imagen, mientras veía claro, porque me deslumbraba. Pero desde que no veo, he reflexionado y he cambiado de opinión. Un ángel, sabéis, no muestra sus alas de buen grado. Seguro que habéis encontrado ángeles en vuestra vida. A lo mejor los hay entre vosotros. Y bien, ¿habéis visto alguna vez sus alas? Un ángel es un hombre como vosotros y yo, pero el Señor ha extendido su mano sobre él y le ha dicho: Mira, te necesito; por esta vez, harás de ángel... Y el buen hombre se mezcla entre los demás, completamente asombrado, como Lázaro resucitado entre los vivos, y tiene en su cara una expresión un poco estúpida, una expresión ni carne ni pescado, porque no se acostumbra a ser ángel. Todos desconfían de él, porque es a través suyo como llega el escándalo. Y os voy a decir lo que pienso: Cuando uno encuentra a un ángel, a uno de verdad, empieza por creer que es el Diablo. Para volver a nuestra historia, yo vería más bien las cosas de esta manera: Una meseta, en lo alto de una montaña, los pastores están ahí, alrededor del fuego y uno de ellos toca la armónica.

(Se levanta el telón)

Page 21: Barioná (JP Sartre)

TERCER CUADRO(En la montaña, por encima de Bethaur)

Escena I (Simón, Caifás, Pablo, pastores, otros tres pastores dormidos, el viajero)

Simón(Toca la armónica)

El viajero¡Buenas noches, muchachos!

Simón¡Eh! ¿Quién anda por ahí?

El viajeroSoy Pedro, el carpintero de Hebrón. Vengo de vuestro pueblo.

Simón¡Salud compadre! La noche es tranquila, ¿no?

El viajeroDemasiado tranquila. ¡Esto no me gusta! Caminaba por la oscuridad, sobre la roca dura y estéril y creía atravesar un jardín lleno de flores enormes calentadas por el sol del final de la tarde, ¿sabes?, cuando te dejan en la nariz todo su perfume. Me alegro de haberos encontrado, me sentía más solo en medio de esa dulzura que en medio de un huracán. Además, he encontrado en los caminos un olor espeso como una niebla.

Simón¿Qué tipo de olor?

El viajeroMás bien bueno. Pero me envolvía la cabeza, hubiérase dicho que era un ser vivo, como un banco de peces, como una bandada de perdices o, más bien, como esas densas nubes de polen que planean en primavera sobre la tierra fecunda y que a veces son tan espesas que ocultan el sol. Cayó sobre mí de repente y lo sentí vibrar alrededor de mí; me sentí embebido por completo.

SimónTienes suerte. Tu olor no ha subido hasta nosotros y yo sólo huelo el perfume natural de mis compañeros que evoca más bien al ajo y al macho cabrío.

El viajero¡No! Si hubieses estado en mi lugar, hubieses sentido miedo, como yo. Lo que quiera que fuese crujía, canturreaba, susurraba por todas partes, a mi derecha, a mi izquierda, delante de mí, detrás de mí; hubiérase dicho que miles de capullos florecían en unos árboles invisibles, hubiérase dicho que la naturaleza había elegido esta meseta desierta y halada para darse a ella sola, durante una noche de invierno, la fiesta magnífica de la primavera.

Page 22: Barioná (JP Sartre)

Simón¡Loco de remate!

El viajeroHabía hechicería ahí; no me gusta que huela a primavera en mitad del invierno; hay un tiempo para cada estación.

Simón (Aparte)Se ha vuelto tarumba el pobre... (En alto) Entonces, ¿me decías que venías de Bethaur?

El paseanteSí. Pasan cosas raras allí.

Simón¡Ah! ¡Ah! ¡Siéntate y cuéntanos todo con detalle! Me encanta charlar al lado de un gran fuego, pero los pastores nunca vemos a nadie, salvo a nosotros mismos. Esos duermen y estos otros dos que velan conmigo no tienen conversación. Apuesto a que es Ruth, ¿eh? ¿La ha sorprendido su marido con Chalam? Siempre predije que eso acabaría mal. No se escondían lo suficiente.

El viajeroNo das ni una. Es Barioná, vuestro jefe. Se ha dirigido a Dios y le ha dicho: dame una señal antes del alba. Si no, prohibiré a mis hombres tener relaciones con sus mujeres.

Simón¿Tener relaciones con sus mujeres? Loco de remate, se ha vuelto completamente chiflado. Sin embargo, no hacía ascos a las caricias de la suya, si lo que dicen es verdad. Seguro que ella le ha puesto los cuernos.

El viajeroNo, para nada.

Simón¿Entonces?

El viajeroParece que es por la política.

Simón¡Ah! Si es por la política... Pero, vamos, colega, es una política muy chunga. Yo no hubiera nacido si mi padre hubiese hecho esa política.

El viajeroEso es lo que quiere Barioná: impedir a los niños nacer.

Simón

Page 23: Barioná (JP Sartre)

¡Ouaau! Bueno, si no yo hubiera nacido, lo echaría de menos. No todos los días va como uno querría, no lo discuto. Pero mira: hay momentos que no son del todo malos, se toca un poco la guitarra, se bebe un poco de vino y, además, uno ve alrededor suyo, en las otras montañas, fuegos de pastor como éste que le guiñan el ojo. ¡Eh!, vosotros, ¿oís eso? Barioná prohibe a los hombres acostarse con sus mujeres.

Caifás¿No? Y, ¿con quién se van a acostar?

El viajeroCon nadie.

Pablo¡Pobrecillos! Van a acabar rabiosos.

Simón¡Bah! A nosotros no nos fastidiará mucho. El invierno es una estación muerta para los amores, pero en primavera las chicas de Hebrón vendrán a buscarnos a la montaña. Y, además, si hubiese que descansar una temporada no lo echaría demasiado de menos: para mi gusto me han calentado demasiado.

El viajeroBueno, me voy, que Dios os guarde.

Caifás¿No beberás antes un traguito?

El viajero¡A fe que no! No estoy todavía tranquilo. No sé lo que pasa esta noche en la montaña, pero quiero darme prisa para llegar a casa. Cuando los elementos hacen fiesta, no es bueno estar en los caminos. ¡Buenas noches!

Simón, Caifás y Pablo¡Buenas noches!

(Sale el viajero)

Caifás¿Qué es todo eso que cuenta?

Simón¿Crees que lo sé? Ha olido un olor, oído cierto ruido... ¡Bobadas!

(Un silencio)

PabloSin embargo, este Pedro tiene la cabeza en su sitio.

Page 24: Barioná (JP Sartre)

Caifás¡Bah!... Es posible que haya visto algo. El que está a menudo en los caminos suele tener encuentros extraños.

SimónSea lo que sea lo que ha visto, espero que no llegue hasta aquí.

PabloVenga tú, toca cualquier cosa.

(Simón toca la armónica) (al poco, deja de tocar)

Caifás¿Qué pasa?

SimónNo tengo ganas de tocar

(Un tiempo en silencio)

CaifásNo se que tiene a los corderos inquietos: desde la caída de la noche no he hecho más que oír sus cencerros.

PabloY los perros están nerviosos: ladran a la luna y no hay luna.

(Un tiempo de silencio)

CaifásNo acabo de entenderlo: Barioná prohibiendo a los hombres tener relaciones con sus mujeres. Ha debido cambiar mucho, era un conquistador. Y hay más de una entre las mujeres de los alrededores de Bethaur que debe de acordarse.

PabloEs un mal asunto para su mujer: Es un tiarrón el Barioná.

Caifás¡Y ella! Daría cualquier cosa por tenerla en mi cama.

(Un tiempo de silencio)

Simón¡Eh! Es verdad que hay alrededor de nosotros un olor que no es el nuestro.

Caifás

Page 25: Barioná (JP Sartre)

Sí, huele mucho. Es una noche extraña. Mirad que cerca están las estrellas, se diría que el cielo se ha posado en la tierra. Y sin embargo está negra como boca de lobo.

PabloHay noches como esta. Parece que van a parir algo, de tanto que pesan y, finalmente, no sale más que un poco de viento al alba.

CaifásTú no ves más que viento. Pero las noches como estas son más ricas en signos que la mar en peces. Hace siete años, me acordaré siempre, velaba aquí mismo y era una noche que te ponía los pelos de punta; gritaba y gemía por todas partes; la hierba estaba tumbada como si el viento la hubiese azotado con sus pezuñas y, sin embargo, no había una brizna de viento. Al día siguiente, cuando llegué a casa, mi vieja me dijo que había muerto mi padre.

(Simón estornuda)

¿Qué pasa?

SimónEs este perfume, que me hace cosquillas en las narices. Es más fuerte a cada momento. Se diría que estamos en el bazar de un peluquero árabe. Entonces, ¿crees que pasará algo esta noche?

CaifásSí

SimónSerá un acontecimiento considerable, a juzgar por la fuerza de este olor. La muerte de un rey por lo menos. No me siento nada tranquilo, no necesito que los muertos me hagan señales y pienso que podrían morirse de una vez sin hacerse anunciar en la cima de las montañas. Las muertes de los reyes son historias para ocupar a las gentes ociosas de las ciudades. Pero nosotros no tenemos necesidad de eso aquí.

CaifásShhh... ¡Cállate!

Simón¿Qué pasa?

CaifásSe diría que no estamos solos. Siento como una presencia, pero no podría decir cuál de mis cinco sentidos me avisa. Es algo redondo y suave contra mí.

Simón¡Ay, ay, ay! ¿Qué tal si despertamos a los otros? Hay cerca de mí algo tierno y caliente que se frota. Es como los domingos, cuando cojo el gato de casa en mis rodillas.

Page 26: Barioná (JP Sartre)

(No despiertan a los otros)

CaifásMis narices se desbordan con un olor enorme y suave, el perfume me envuelve como el mar. Es un perfume que palpita, que me roza y que me ve, una suavidad gigante que fluye a través de mi piel hasta mi corazón. Estoy penetrado hasta la médula por una vida que no es la mía y que no conozco. Estoy perdido en el fondo de otra vida como en el fondo de un pozo, me asfixio, estoy ahogado en perfume, levanto la cabeza y ya no veo las estrellas; pilares inmensos de una ternura extraña se elevan alrededor de mí hasta los Cielos y soy tan pequeño como un gusanillo.

PabloEs verdad, ya no se ven las estrellas.

SimónSe está pasando, el olor es menos fuerte.

CaifásSí..., se va, se está pasando. Se acabó. ¡Como están de vacíos la tierra y los cielos ahora! Venga vuelve a tocar la armónica, vamos a seguir con nuestra guardia. Seguramente no será la única maravilla que veremos esta noche. Pablo, pon un tronco en el fuego, para que no se apague.

(Entra el ángel)

Escena II (Los mismos y el ángel)

El ángel¿Puedo calentarme un momento?

Pablo¿Quién eres?

El ángelVengo de Hebrón, tengo frío.

CaifásCaliéntate si quieres. Y si tienes sed, ahí tienes vino. (Un silencio) ¿Has subido por el camino de las cabras?

El ángelNo lo sé. Sí, creo que sí.

Caifás¿Has olido el olor que vaga por los caminos?

El ángel

Page 27: Barioná (JP Sartre)

¿Qué olor?

CaifásUn olor... No, si no lo has olido, no hay nada que decir. ¿Tienes hambre?

El ángelNo.

CaifásEstás pálido como la muerte.

El ángelEstoy pálido porque me han dado un golpe.

Caifás¿Un golpe?

El ángelSí. Me alcanzó como un puñetazo. Pero ahora es necesario que vea a Simón, Pablo y Caifás. Sois vosotros, ¿no es así?

Los tresSí

El ángelTú eres Simón, ¿no es eso? ¿Y tú Pablo? ¿Y tú? ¿Tú eres Caifás?

Caifás¿De qué nos conoces? ¿Eres de Hebrón?

Pablo (Aparte)Tiene aspecto de estar dormido de pie, palabra. (En alto) ¿Y quieres algo de nosotros?

El ángelSí, os he buscado entre vuestros rebaños y vuestros perros han aullado al verme.

Simón (Aparte)¡Ahora comprendo!

El ángelTengo un mensaje para vosotros.

Simón¿Un mensaje?

El ángel

Page 28: Barioná (JP Sartre)

Sí. Perdonadme, el camino es largo y ya no sé lo que tenía que deciros. Tengo frío. (Con ardor). Señor, mi boca tiene un sabor amargo y mis hombros se hunden bajo tu enorme peso. Os llevo, Señor, y es como si llevase la tierra entera. (A los otros) Os he asustado, ¿no? Me he acercado a vosotros en la noche, los perros aullaban a la muerte cuando pasaba y tengo frío. Siempre tengo frío.

SimónEs un pobre chiflado.

Caifás¡Cállate! Y tú, danos tu mensaje.

El ángel¿El mensaje? ¡Ah, sí, el mensaje! Ahí va: Despertaos compañeros y poneos en marcha. Iréis a Bethaur y gritaréis la buena noticia.

Caifás¿Qué noticia?

El ángelEscuchad: es en Belén, en un establo. Atended y haced el silencio. Hay en el cielo un gran vacío y una gran espera, porque todavía no ha ocurrido nada. Y hay un frío en mi cuerpo similar al frío del cielo. En estos momentos, en un establo, hay una mujer acostada sobre la paja. Haced el silencio porque el cielo se ha vaciado entero como un gran agujero, está desierto y los ángeles tienen frío. ¡Ah! ¡Qué frío tienen!

SimónEso no se parece para nada a una buena noticia.

Caifás¡Cállate!

(Un largo silencio)

El ángel¡Ya está! ¡Ha nacido! Su espíritu infinito y sagrado está prisionero en un cuerpo de niño todo sucio y se extraña de sufrir y de ignorar. Ahí está. Nuestro dueño no es nada más que un niño. Un niño que no sabe hablar. Tengo frío, Señor, ¡qué frío tengo! Pero ya basta de llorar sobre la pena de los ángeles y el inmenso desierto de los cielos. Por todas partes en la tierra corren olores ligeros y ha llegado el momento para los hombres de alegrarse. No tengáis miedo de mí, Simón, Caifás, Pablo; despertad a vuestros compañeros.

(Sacuden a los dormidos)

Primer pastor¿Eh? ¿Qué pasa?

Page 29: Barioná (JP Sartre)

Segundo pastorDejadme dormir. Estaba soñando que tenía entre mis brazos a una suave doncella.

Tercer pastorY yo soñaba que me comía...

Los tres¿Para qué nos despertáis?¿Y quién es ese con cara larga y pálida que parece, como nosotros, despertarse?

El ángelId a Bethaur y gritad por todas partes: El Mesías ha nacido. Ha nacido en un establo, en Belén.

Todos¿El Mesías?

El ángelDecidles: Bajad en tropel a la ciudad de David a adorar al Cristo, vuestro Salvador. Le reconoceréis en que encontraréis un niño pequeño en pañales y acostado en un pesebre. Tú, Caifás, ve a buscar a Barioná, que sufre y tiene el corazón lleno de hiel y dile: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

TodosPaz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

SimónVamos todos, démonos prisa y saquemos de su cama a todos los habitantes de Bethaur y nos alegraremos con su sorpresa. Porque nada es más agradable que anunciar una buena noticia.

Pablo¿Y quién guardará nuestros corderos?

El ángelYo los guardaré.

Todos¡Vamos! ¡Vamos! ¡Deprisa! Pablo, coge tu cantimplora y tú Simón, tu acordeón. El Mesías está entre nosotros. ¡Hosanna! ¡Hosanna!

(Salen atropellándose)

El ángelTengo frío...

TELÓN

Page 30: Barioná (JP Sartre)

CUARTO CUADRO(La plaza de Bethaur, al rayar el alba)

Coro de los pastoresHemos dejado la cima de la montañay hemos descendido entre los hombresporque nuestro corazón estaba lleno de alegría.Allí, en la ciudad de techos planos y casas blancasque no conocemos y que a duras penas podemos imaginar,en medio de una gran muchedumbre de hombres que dormíantumbados sobre su espalda,atravesando con su pequeño cuerpo blanco las tinieblas maléficas de la noche de las . [ciudades,de la noche de los cruces de caminos,y subiendo desde las profundidades de la nadacomo un pez de vientre plateado sube desde los abismos del mar,¡nos ha nacido el Mesías!El Masías, el Rey de Judea, el que nos prometieron los Profetas,el Señor de los judíos, ha nacido, trayendo la alegría sobre nuestra tierra.Por eso, la hierba va a crecer en la cima de las montañasy los corderos van a pastar solosy no tendremos que hacer nada,y nos tumbaremos de espaldas todo el día,acariciaremos a las chicas más guapasy cantaremos himnos de alabanza al Señor.Por eso hemos cantado y bebido por el caminoy estamos borrachos, con una borrachera ligera,parecida a la de la bailarina de pies de cabraque durante mucho tiempo ha girado al son de la flauta.

(Bailan. Simón toca la armónica)

Caifás¡Eh, venga! Jerevhá, ciñete la cintura y ven a conocer la buena noticia.

Todos los pastores¡Arriba! ¡Arriba! Jerevhá

Jerevhá¿Qué pasa? ¿Estáis chalados? ¿Es que no puede uno dormir tranquilo? Había dejado mis preocupaciones junto a mis vestidos al pie de la cama y estaba soñando que era joven.

Todos los pastores¡Baja, Jerevhá, baja! Te traemos la buena noticia.

Jerevhá

Page 31: Barioná (JP Sartre)

¿Y quiénes sois vosotros? ¡Ah!, son los pastores del monte Sarón. ¿Qué venís a hacer al pueblo y quién guarda vuestros corderos?

CaifásDios los guarda. Cuidará de que ninguno se extravíe porque está es una noche bendita entre todas, fecunda como el vientre de una mujer, joven como la primera noche del mundo, porque todo vuelve a empezar desde el principio y todos los hombres de la tierra están admitidos a probar suerte otra vez.

Jerevhá¿Es que los romanos se han ido de Judea?

Pablo¡Baja! ¡Baja! Lo sabrás todo. Vamos a despertar a los demás.

Simón¡Shalam! ¡Shalam!

Shalam¿Sí? Acabo de saltar de la cama y no veo nada. ¿Hay fuego?

SimónBaja, Shalam, y ven a unirte a nosotros.

Shalam¿Estáis locos para despertar a un hombre a estas horas? ¿Es que no sabéis con cuánta impaciencia esperamos el sueño en Bethaur, el sueño que se parece a la muerte?

SimónMás a mi favor, Shalam, ya no querrás dormir, correrás como un cabrito por los riscos de las montañas, incluso por la noche, y cogerás flores para hacerte una guirnalda.

Shalam¡Qué tonterías dices! No hay flores en los riscos de las montañas.

SimónLas habrá. Y van a crecer limoneros y naranjos en la cima de los montes y sólo tendremos que extender la mano para coger unas naranjas de oro grandes como la cabeza de un niño. Te traemos la buena noticia.

Shalam¿Habéis encontrado un nuevo fertilizante? ¿Se han revalorizado los productos del campo?

Simón¡Baja! ¡Baja! Te lo diremos todo.

(La gente sale poco a poco de sus casas y se agrupan en la plaza)

Page 32: Barioná (JP Sartre)

El publicano (Aparece en lo alto de su escalera)¿Qué pasa? ¿Estáis borrachos? Hace más de cuarenta años que no oigo esos gritos de alegría por la calle. ¡Y elegís para gritar el día en que tengo un romano en casa! Es un escándalo.

PabloLos romanos serán expulsados de Judea a patadas en el culo y colgaremos a los publicanos por los pies sobre braseros ardientes.

El publicano¡Es la revolución! ¡Es la revolución!

Lelius (En pijama con el casco puesto)¡Hum! ¿Que está pasando?

El publicano¡Es la revolución! ¡Es la revolución!

LeliusJudíos, sabéis que el gobierno...

Caifás¡Ciudadanos y pastores, cantemos y bailemos porque la edad de oro ha llegado!

Todos menos Lelius y el publicano. (Cantando)¡El Eterno reina! ¡Que la tierra se estremezca de alegría, que todas las islas se regocijen!¡Las multitudes y la oscuridad le rodean, la justicia y el juicio son la base de su trono. El fuego va con él y cerca por todas partes a sus enemigos!¡Los relámpagos brillan por todas partes. El mundo y la tierra tiemblan al verle!¡Las montañas se funden como la cera por la presencia del Eterno, por la presencia del Señor de toda la tierra!¡Los Cielos anuncian su Justicia y todos los pueblos ven su gloria!¡Sión le ha oído y se ha regocijado y las hijas de Judá se han estremecido de alegría!¡Que el mar exulte de alegría y la tierra y todos los que la habitan!¡Que los ríos batan palmas y las montañas canten!¡Porque el Eterno viene para juzgar a la tierra: juzgará al mundo con justicia y a los pueblos con equidad!

(Entra Barioná)

Barioná¡Perros! ¿Es que no sois felices más que cuando se os burla con palabras de miel? ¿No tenéis suficiente valor en el pecho para mirar a la verdad cara a cara? Vuestros cantos me destrozan los oídos y vuestras danzas de mujer borracha me hacen vomitar de asco.

La muchedumbre

Page 33: Barioná (JP Sartre)

¡Pero, Barioná, Barioná, el Cristo ha nacido!

Barioná¡El Cristo! ¡Pobres locos! ¡Pobres ciegos!

CaifásBarioná, el Ángel me ha dicho: Ve a buscar a Barioná, que sufre y tiene el corazón lleno de hiel y dile: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.

Barioná¡Ha! ¡La buena voluntad! ¡La buena voluntad del pobre que se muere de hambre bajo la escalera del rico sin quejarse! ¡La buena voluntad del esclavo al que flagelan y que dice: gracias! ¡La buena voluntad de los soldados empujados a la masacre que luchan sin saber por qué! ¿Por qué no está aquí vuestro ángel y no hace sus encargos él mismo? Le contestaría: no hay paz para mí en la tierra; ¿y si quiero ser un hombre de mala voluntad?

(La muchedumbre gruñe)

¡La mala voluntad! He blindado mi corazón con una triple coraza; contra los dioses, contra los hombres y contra el mundo. No pediré compasión ni diré gracias. No doblaré mi rodilla delante de nadie, pondré mi dignidad en mi odio, llevaré cuenta exacta de todos mis sufrimientos y de los demás hombres. Quiero ser el testigo del dolor de todos; lo recogeré y lo guardaré en mí como un blasfemo. Quiero elevarme contra el cielo como una columna de injusticia; moriré solo e irreconciliado y quiero que mi alma suba hacia las estrellas como un gran clamor de metales, el clamor de la ira.

Caifás¡Ten cuidado Barioná! Dios te ha dado una señal y tú rehusas oírla.

BarionáAunque el Eterno me hubiese mostrado su rostro entre las nubes, rehusaría oírle porque soy libre; y contra un hombre libre, ni el mismo Dios puede nada. Puede reducirme a polvo o incendiarme como a un arbusto, puede hacer que me retuerza en mis sufrimientos como el sarmiento en el fuego, pero no puede nada contra este pilar acerado, contra esta columna inflexible: la libertad del hombre. Pero lo primero, imbéciles, ¿de dónde sacáis que me ha dado una señal? Ahí estáis, crédulos. Apenas éstos os han contado su historia y os revolcáis en la credulidad como si se tratase de depositar vuestros ahorros en las arcas de un banco de la ciudad. Vamos a ver, tú, Simón, el más joven de los pastores, acércate, tienes aspecto más ingenuo que los otros y me darás cuenta de los hechos con más fidelidad, tal y como han pasado. ¿Quién os ha anunciado la buena noticia?

Simón¡Eh!, señor, era un ángel.

Barioná¿Por qué sabes que era un ángel?

Page 34: Barioná (JP Sartre)

SimónPor el mucho miedo que he tenido. Cuando se acercó al fuego creí que me caía de culo.

Barioná¿Sí? ¿Y cómo era el ángel? ¿Tenía grandes alas desplegadas?

SimónPor mi vida, no. Tenía el aspecto de haberle dado un aire y vacilaba sobre sus piernas. Y tenía frío. ¡Ah! El pobre, ¡qué frío tenía!

BarionáBonito enviado del cielo, seguramente. ¿Y qué prueba os ha dado de lo que os anunciaba?

SimónBueno... él nos... él nos... no nos dio ninguna prueba en absoluto.

Barioná¿Qué? ¿Ni siquiera un pequeño milagrito? ¿No cambió el fuego en agua? ¿Ni tan solo ha hecho florecer el extremo de vuestros cayados?

SimónNo pensamos en pedirle ningún milagro y lo siento porque tengo un mal reumatismo que me hace polvo en el muslo y hubiera debido rogarle, mientras estaba con nosotros, que me lo quitase. Hablaba con dificultad. Nos dijo: Id a Belén, buscad el establo y encontraréis un niño envuelto en pañales.

Barioná¡Pardiez! Bonito asunto. Hay en estos momentos una muchedumbre en Belén por el censo. Los albergues no dan abasto, rechazan a mucha gente y muchos duermen bajo las estrellas y en los establos. Os apuesto a que encontráis más de veinte recién nacidos en los pesebres. Sólo tendréis el problema de elegir.

La muchedumbreEs verdad.

Barioná¿Y luego? ¿Qué hizo luego vuestro ángel?

SimónSe fue.

Barioná¿Se fue? ¿Quieres decir que desapareció, se evaporó en una humareda como suelen hacer sus semejantes?

Simón

Page 35: Barioná (JP Sartre)

No, no. Se marcho andando sobre sus dos pies, cojeando un poco, de una forma muy natural.

Barioná¡He ahí vuestro ángel, cabezas huecas! ¿Basta que unos pastores borrachos de vino encuentren en la montaña un simple de espíritu que les cuente no sé qué sobre la venida del Cristo para que os pongáis a babear de alegría y a lanzar vuestros sombreros al aire?

1º Anciano¡Ay, Barioná! ¡Hace tanto tiempo que lo esperamos!

Barioná¿Y a quién esperáis? A un rey, a un poderoso de la tierra que aparecerá en toda su gloria y atravesará el cielo como un cometa, precedido de una explosión de trompetas. Y, ¿qué os dan? Un niño miserable, sucio, gimiendo en un establo, con briznas de paja clavadas en su lengua. ¡Ah! ¡Bonito rey! Id, bajad, bajad a Belén, seguramente vale la pena el viaje.

La muchedumbre¡Tiene razón! ¡Tiene razón!

BarionáVolved a casa, buena gente, y mirad al futuro con más discernimiento. El Mesías no ha venido y, que queréis que os diga, no vendrá nunca. Este mundo es una caída interminable, lo sabéis bien. El Mesías sería alguien que parase esta caída, que invertiría de repente el curso de las cosas y haría rebotar el mundo en el aire como una pelota. Entonces veríamos los ríos subir desde el mar hasta sus fuentes, las flores crecerían sobre las rocas y los hombres tendrían alas y naceríamos viejos para empezar a rejuvenecer hasta nuestra más tierna infancia. Es el universo de un loco el que os imagináis. Sólo tengo una certidumbre, y es que todo seguirá cayendo siempre; los ríos hacia el mar, los pueblos viejos bajo la dominación de los jóvenes, las empresas humanas en la decrepitud y nosotros en la infame vejez. Volved a casa.

Lelius (Al publicno)

No creo que nunca ningún funcionario romano se haya encontrado en una situación tan embarazos. Si no me equivoco, van a bajar en masa a Belén y montar allí un guirigay que me traerá problemas. Y si les desengaño, perseverarán, con más fuerza que nunca, en el error de ayer y no harán más niños. ¿Qué puedo hacer? ¡Ejem! Lo mejor es no decir nada y dejar que los acontecimientos sigan su curso natural. Entremos y finjamos no haber oído nada.

Jerevhá¡Vamos, volvamos a casa! Tenemos todavía tiempo de dormir un poco. Soñaré que soy feliz y rico. Y nadie podrá robarme mis sueños.

(Amanece poco a poco. La gente va abandonando la plaza)

Page 36: Barioná (JP Sartre)

(Suena música)

Caifás¡Esperad! ¡Esperad! ¿Qué música es esa? ¿Y quiénes vienen hacia nosotros con tan maravilloso séquito?

JerevháSon reyes de Orienete, todos vestidos de oro. Nunca he visto nada tan maravilloso.

El publicano (A Lelius)He visto reyes parecidos en la exposición colonial en Roma, hace casi veinte años.

1º AncianoApartaos para abrirles paso. Su cortejo viene para aquí.

(Entran los Reyes Magos)

MelchorBuenas gentes, ¿quién está al mando aquí?

BarionáYo.

Melchor¿Estamos todavía lejos de Belén?

BarionáEstá a veinte leguas.

MelchorEstoy contento de haber encontrado, por fin, alguien que me pueda dar indicaciones. Todos los pueblos de los alrededores están desiertos porque sus habitantes han partido a adorar al Cristo.

Todos¿El Cristo? Entonces, ¿es verdad? ¿Ha nacido el Cristo?

Sara (Que está mezclada con la multitud)Ah, decidnos, decidnos que ha nacido y dad calor a nuestro corazón. Ha nacido el niño divino. ¡Hay una mujer que ha tenido esa suerte! ¡Ah, mujer doblemente bendita!

Barioná¿También tú Sara? ¿ también tú?

Baltasar¡El Cristo ha nacido! Hemos visto su estrella elevarse en Oriente y la hemos seguido.

Page 37: Barioná (JP Sartre)

Todos¡El Cristo ha nacido!

1º Anciano¡Nos estabas engañando, Barioná, nos engañabas!

JerevháMal pastor, nos has mentido, querías que reventásemos, ¿eh?, sobre esta roca estéril, y mientras tanto los de las tierras bajas hubieran gozado a su gusto de Nuestro Señor.

Barioná¡Pobres idiotas! Creéis todo eso porque están revestidos de oro.

Shalam¿Y tu mujer? ¡Mírala, mírala!, y dinos si ella no cree también. Porque la has engañado como a nosotros.

Lelius (Al publicano)

¡Ja, ja! Esto se pone feo para nuestro buitre oriental. He hecho bien en no inmiscuirme.

La muchedumbre¡Sigamos a los Magos! ¡Bajemos con ellos a Belén!

Barioná¡No iréis! Mientras sea vuestro jefe, no iréis.

Baltasar¿Qué? ¿Vas a impedir a tus hombres ir a adorar al Mesías?

BarionáNo creo más en el Mesías que en todas vuestras fábulas. Veo claro el juego de los ricos y los reyes como vosotros. Tomáis el pelo a los pobres con engaños para que estén tranquilos. Pero os digo que a mí no me tomaréis el pelo. Habitantes de Bethaur, ya no quiero ser vuestro jefe, porque habéis dudado de mí. Pero os lo repito una última vez: mirad vuestra desesperanza cara a cara, porque la dignidad del hombre está en su desesperanza.

Baltasar¿Estás seguro de que no está más bien en su esperanza? No te conozco de nada, pero veo en tu cara que has sufrido y veo también que te has complacido en tu dolor. Tus rasgos son nobles, pero tus ojos están medio cerrados y tus oídos parecen taponados. Veo en tu rostro la gravidez que se percibe en los ciegos y los sordos; te pareces a uno de esos ídolos trágicos y sanguinarios que adoran los pueblos paganos. Un ídolo iracundo, con el ceño fruncido, ciego y sordo a las palabras de los hombres y que no oye sino los consejos de su orgullo. Sin embargo, míranos: nosotros hemos sufrido también y somos sabios entre los hombres. Pero cuando esta estrella nueva se ha elevado, hemos dejado nuestros reinos sin dudarlo, la hemos seguido y vamos a adorar a nuestro Mesías.

Page 38: Barioná (JP Sartre)

BarionáBien: id a adorarle. ¿Quién os lo impide y qué hay entre vosotros y yo?

Baltasar¿Cuál es tu nombre?

BarionáBarioná. ¿Y?

BaltasarTú sufres Barioná.

(Barioná se encoge de hombros)

Sufres y, sin embargo, tu deber es esperar. Tu deber de hombre. Es para eso para lo que el Cristo ha bajado a la tierra. Para ti más que para cualquier otro, porque tú sufres más que cualquier otro. El Ángel no espera nada, porque goza de su alegría y Dios le ha dado todo por adelantado y la piedra tampoco espera, porque vive estúpidamente en un presente perpetuo. Pero cuando Dios dio forma a la naturaleza del hombre, fundió juntas la esperanza y la preocupación. Porque el hombre, ¿sabes? es siempre mucho más de lo que es. Ves a este hombre, apesadumbrado por su carne, enraizado en su sitio por sus dos grandes pies y dices, extendiendo la mano para tocarle: Está aquí. Y no es verdad: esté donde esté un hombre, Barioná, está siempre en otra parte. En otra parte, más allá de las cimas violetas que ves desde aquí, en Jerusalén; en Roma, más allá de este día helado, mañana. Y todos estos que te rodean, hace tiempo que no están aquí: están en Belén, en un establo, alrededor del pequeño cuerpo caliente de un niño. Y todo este porvenir en el que el hombre está imbricado, todas las cimas, todos los horizontes violetas, todas las ciudades maravillosas que le deslumbran sin haber puesto nunca en ellas sus pies, todo eso, es la Esperanza. La Esperanza. (Dirigiéndose a los prisioneros del público). Mira a los prisioneros que están delante de ti, que viven en el barro y el frío. ¿Sabes lo que verías si pudieses seguir su alma? Las colinas y los dulces meandros de un río. Y viñas, y el sol del sur. Sus viñas y su sol. Es allí donde están. Y las viñas doradas de septiembre, para un prisionero aterido de frío y cubierto de piojos, son la Esperanza. La Esperanza es lo mejor de ellos mismos. Y tú quieres privarles de sus viñas y de sus campos y del brillo de las colinas lejanas, tú no quieres dejarles más que el barro y las pulgas y las chinches, tú quieres darles el presente desorientado de los animales. Porque esa es tu desesperanza: rumiar el instante fugaz, mirarte el ombligo con una mirada rencorosa y estúpida, arrancar de tu tiempo el futuro y encerrarlo en un círculo alrededor del presente. Entonces ya no serás un hombre, Barioná, no serás más que una piedra dura y negra en el camino. Las caravanas pasan por ese camino, pero la piedra permanece sola y rígida como un mojón en su resentimiento.

BarionáNo haces más que chochear, viejo.

Baltasar

Page 39: Barioná (JP Sartre)

Barioná, es verdad que somos muy viejos y muy sabios y que conocemos todo el mal de la tierra. Sin embargo, cuando hemos visto esa estrella en el cielo nuestros corazones han palpitado con una alegría como la de los niños. Nos hicimos como niños y nos pusimos en camino porque queríamos cumplir con nuestro deber de hombres, que es esperar. El que pierda la esperanza, Barioná, ese, será expulsado de su pueblo, será maldito y las piedras del camino serán más duras para él y los espinos más hirientes. La carga que lleve le resultará más pesada y todas los infortunios se abatirán sobre él como abejas irritadas y cada persona se burlará de él gritándole. Pero, para aquél que espera, todo serán sonrisas y el mundo le será dado como un regalo. Vosotros, los demás, ved si debéis quedaros aquí o decidiros a seguirnos.

TodosTe seguimos.

Barioná¡Parad! ¡No os vayáis! Aún tengo algo que deciros.

(Salen todos empujándose)

Tú Jerevhá, tú fuiste antaño mi compañero y siempre creías en mi palabra. ¿No tienes ya confianza en mí?

JerevháDéjame: nos has engañado.

(Se va)

BarionaY tú, Anciano, tú eras siempre de mi opinión en los Consejos.

El AncianoEntonces eras el jefe... Hoy no eres nadie. Déjame pasar.

Barioná¡Bueno, idos! Idos, pobres locos. Ven, Sara, nos quedaremos aquí, tú y yo, solos...

SaraBarioná, voy a seguirles.

Barioná¡Sara! (Un silencio). Mi pueblo está muerto, mi familia deshonrada, mis hombres me abandonan. Creía que no podía sufrir más y me equivocaba. Sara, es de ti de donde me ha venido el más duro golpe. Entonces, ¿no me amas?

SaraTe amo, Barioná. Pero compréndeme. Allí hay una mujer feliz y plena, una madre que ha dado a luz por todas las madres y es como un permiso lo que ella me ha dado: El permiso

Page 40: Barioná (JP Sartre)

para traer a mi hijo al mundo. Quiero verla, verla, a esta madre feliz y sagrada. Ella ha salvado a mi hijo. Nacerá, ahora lo sé. ¿Dónde?, poco importa. Al borde de un camino o en un establo, como el suyo. Y sé también que Dios está conmigo. (Tímidamente). Ven con nosotros, Barioná.

BarionáNo, haz lo que quieras.

SaraEntonces, ¡adiós!

(Sale Sara)

BarionáAdiós. (Un silencio). Se han ido. Estamos solos, Señor, tú y yo. He conocido muchas penas, pero ha hecho falta que viviese hasta este día para sentir el amargo sabor del abandono. ¡Ay, qué solo estoy! Pero no oirás, Dios de los judíos, una sola queja de mi boca. Quiero vivir mucho tiempo, abandonado sobre esta roca estéril. Yo que nunca pedí nacer, yo, voy a ser tu remordimiento.

TELÓN

Page 41: Barioná (JP Sartre)

QUINTO CUADRO(Delante de la casa del hechicero)

Escena I

Barioná (Solo)¡Un Dios transformarse en hombre! ¡Que idiotez! No veo qué podría tentarle en nuestra condición humana. Los Dioses viven en el cielo, ocupados en gozar de ellos mismos. Y si decidiesen descender entre nosotros, lo harían bajo alguna forma brillante y fugaz, como una nube púrpura o un relámpago. ¿Se cambiaría un Dios en hombre? El todopoderoso, en el seno de su gloria, ¿contemplaría a estas pulgas que pululan sobre la vieja costra de la tierra y que se revuelcan en sus excrementos y diría: quiero ser uno de esos gusanos? No me hagas reír. ¿Un Dios rebajarse a nacer, a vivir nueve meses como una fresa de sangre? Llegarán allí a primera hora de la noche porque las mujeres que van con ellos les harán ralentizar la marcha... ¡Bueno! Que vayan a reír y a gritar bajo las estrellas y a despertar a Belén de su sueño.. Las bayonetas romanas no tardarán en pincharles las nalgas y enfriarles la sangre.

(Entra Lelius)

Escena II(Lelius, Barioná)

Lelius¡Ah! Aquí está el jefe Barioná. Me alegro de veros, jefe. Sí, sí, me alegro mucho. Puede que las diferencias políticas nos hayan separado, pero, en este momento, no quedamos más que nosotros dos en este pueblo desierto. Se ha levantado el viento y golpea las puertas. Las hay que se abren solas sobre grandes agujeros negros. Esto da escalofríos. Debemos apoyarnos, por nuestro propio interés.

BarionáNo me dan miedo los golpes de las puertas y vos tenéis a Leví, el publicano, para haceros compañía.

LeliusAh, no, os vais a reír: el viejo Leví ha seguido a vuestros hombres llevándose mi asno. Estoy obligado a volver a pie. (Barioná se ríe) ¡Sí, ejem! Es muy cómico en efecto. Pero... ¿qué pensáis de todo esto, jefe?

BarionáSeñor Superintendente, yo iba a haceros la misma pregunta.

Lelius¡Oh! Yo... os han jodido, ¿eh?

BarionáSería el último que les siguiese. ¿Vais a continuar vuestro viaje , Señor Superintendente?

Page 42: Barioná (JP Sartre)

Lelius¡Bah! No vale la pena porque parece que todos los pueblos de la montaña se han quedado vacíos. La montaña entera está de visita en Belén. Voy a volver a casa a pie. ¿Y vos? ¿Vais a quedaros aquí?

BarionáSí.

LeliusEs una aventura increíble.

BarionáNo hay nada increíble en la estupidez de los hombres.

Lelius¡Sí, ejem! ¿Vos no creéis en este Mesías? (Barioná levanta los hombros) No, evidentemente. Yo tengo, aún así, ganas de ir a dar una vuelta por ese establo. Nunca se sabe: esos Magos parecían tan convencidos.

Barioná¿Entonces vos también, vos también os dejáis impresionar por los uniformes? Sin embargo vosotros, los romanos, deberíais estar acostumbrados.

Lelius¡Ejem! Vos sabéis, tenemos en Roma un altar para los Dioses desconocidos. Es una medida de prudencia que siempre he aprobado y que me dicta mi actitud presente. Un Dios más no puede hacer daño, ¡tenemos tantos! Y hay en nuestro Imperio bueyes y cabras suficientes para todos los sacrificios.

BarionáSi un Dios se hubiese hecho hombre por mí, le amaría con exclusión de todos los demás, habría como un lazo de sangre entre él y yo y no tendría suficiente vida para demostrarle mi agradecimiento: Barioná no es un ingrato. Pero, ¿qué Dios sería lo suficientemente loco para eso? No el nuestro, desde luego. Siempre se ha mostrado más bien distante.

LeliusEn Roma se dice que Júpiter, de cuando en cuando, toma forma humana cuando se fija, desde el Olimpo, alguna gentil muchachita. Pero no necesito deciros que yo no lo creo.

BarionáUn Dios-Hombre, un Dios hecho de nuestra carne humillada, un Dios que aceptase conocer este sabor amargo que hay en el fondo de nuestra boca cuando todos nos abandonan, un Dios que aceptase por adelantado sufrir lo que yo sufro ahora... Venga, es una locura.

Lelius

Page 43: Barioná (JP Sartre)

Sí, ¡ejem! De todas maneras yo iré a dar una vuelta por allí. Nunca se sabe. Y además, vamos a tener necesidad de los Dioses nosotros dos porque, en fin, vos habéis perdido el puesto y yo me juego el mío.

Barioná¿Vos os jugáis el vuestro?

Lelius¡Sí, pardiez! Imaginaros esta avalancha de montañeses de cortas piernas deambulando por las calles de Belén. Sólo de pensarlo me hace daño. El Procurador no me lo perdonará jamás.

BarionáDesde luego, será cómico. ¿Y qué haréis si os ponen en la calle?

LeliusMe retiraré a Mantua, mi ciudad natal. Os confieso que lo deseo; me llega un poco antes de lo que pensaba, pero eso es todo.

BarionáY Mantua es, seguro, una gran ciudad de Italia, rodeada de fábricas, ¿no?

Lelius¿Creéis eso? Al contrario, es una ciudad muy pequeña y muy blanca, en un valle, al borde de un río.

Barioná¿Sí? ¿Sin fábricas? ¿Ni siquiera una pequeña serrería mecánica? Os vais a aburrir a muerte. Echaréis de menos Belén.

Lelius¡Por Dios, no! Mirad, Mantua es célebre en Italia porque allí criamos abejas. Muchas abejas. A mi abuelo le conocían tan bien las suyas que no le picaban cuando iba a coger su miel. Volaban a su encuentro y se posaban en su cabeza y en los pliegues de su toga; no llevaba ni guantes ni máscara. A mí mismo me conocen bastante, lo confieso. Pero no sé si me reconocerán cuando vuelva a Mantua. Hace seis años que no voy por allí. Hacemos una miel muy buena, ¿sabéis?, verde, castaña, negra y amarilla. Siempre he soñado con escribir un tratado de apicultura. ¿Por qué os reís?

BarionáPorque pienso en el discurso de ese viejo loco: el hombre es un perpetuo más allá, el hombre es Esperanza. También vos, Señor Superintendente, tenéis vuestro Más Allá, tenéis vuestra Esperanza. ¡Ah! La encantadora florecita azul, y ¡cómo os sienta! Bien, Señor Superintendente, idos a hacer miel a Mantua. Saludos.

LeliusAdiós.

Page 44: Barioná (JP Sartre)

(El hechicero sale de su casa)

Escena III(El hechicero, Lelius, Barioná)

El hechiceroOs saludo, mis señores.

Barioná¿Estás aquí, viejo crápula? ¿No te has ido entonces con los demás?

El hechiceroMis viejas piernas están demasiado débiles mi señor.

Lelius¿Quién es este?

BarionáEs nuestro hechicero, un hombre cabal que conoce su oficio. Predijo la muerte de su padre con dos años de antelación.

LeliusOtro profeta más. No tenéis más que eso aquí.

El hechiceroNo soy un profeta ni estoy inspirado por los Dioses. Leo en el tarot y en los posos de café y mi ciencia es totalmente terrestre.

LeliusBien, pues dinos quién es este Mesías que vacía todos los pueblos de la montaña como un aspirador eléctrico.

Barioná¡Pardiez, no! No quiero volver a oír hablar de ese Mesías. Es asunto de mis compatriotas. Me han abandonado y yo les abandono a mi vez.

LeliusDejadle, querido, dejadle hacer. Puede que nos de informes interesantes.

BarionáComo queráis.

LeliusVenga, cuenta tu historia. Y te daré esta bolsa si me gusta.

El hechicero

Page 45: Barioná (JP Sartre)

Lo que pasa es que estoy un poco incómodo cuando se trata de cosas divinas: no es mi tema. Preferiría que me preguntaseis por la fidelidad de vuestra esposa, por ejemplo, eso sería más de mi cuerda.

Lelius¡Ejem! Mi esposa me es fiel, hombrecillo. Es un artículo de fe. La esposa de un funcionario romano no debe estar bajo sospecha. Además, si la conocierais, sabríais que el bridge, los roperos y las presidencias de Comités femeninos ocupan toda su actividad.

El hechiceroPerfecto, mi señor. En ese caso me esforzaré para hablaros del Mesías. Pero excusadme, conviene que primero entre en trance.

Lelius¿Tardará mucho?

El hechiceroNo. Es sólo una pequeña formalidad. El tiempo de bailar un poco y de emborracharme con el tam-tam.

(Baila mientras toca el tam-tam)

LeliusAuténticos salvajes.

El hechicero¡Ya veo! ¡Ya veo! Un niño en un establo.

Lelius¿Y luego?

El hechiceroY luego, crece.

BarionáEvidentemente.

El hechicero (Molesto)No es tan evidente, Hay mucha mortandad infantil entre los judíos. Camina entre los hombres y les dice: yo soy el Mesías. Se dirige sobre todo a los niños de los pobres.

Lelius¿Les predica la rebelión?

El hechiceroLes dice: “Dad al César lo que es del César”.

Page 46: Barioná (JP Sartre)

LeliusMira, eso me gusta mucho.

BarionáY a mí no me gusta en absoluto. Es un vendido vuestro Mesías.

El hechiceroNo recibe dinero de nadie. Vive muy modestamente. Hace algunos pequeños milagros. Convierte el agua en vino en Caná. Yo lo haría igual de bien: es cuestión de unos polvitos. Resucita a uno llamado Lázaro.

LeliusUn colega. ¿Y luego? Un poco de hipnotismo, sin duda.

El hechiceroSupongo. Hay una historia con unos panecillos.

BarionáMe imagino el género. ¿Y luego?

El hechiceroEso es todo como milagros. Parece que los hace contra su voluntad.

Barioná¡Pardiez! No debe saber arreglárselas. ¿Y qué más? ¿Qué dice?

El hechiceroDice: El que quiera ganar su vida, la perderá.

LeliusMuy bien.

El hechiceroDice que el reino de su Padre no está aquí abajo.

LeliusPerfecto, eso desarrolla la paciencia.

El hechiceroDice también que le es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los cielos.

LeliusEso es menos bueno. Pero le excuso: si se quiere triunfar con el pueblo llano hay que decidirse a arañar un poco al capitalismo. Lo esencial, por otra parte, es que deje a los ricos el reino de la tierra.

Page 47: Barioná (JP Sartre)

BarionáY después, ¿qué pasa?

El hechiceroSufre y muere.

BarionáComo todo el mundo.

El hechiceroMás que todo el mundo. Es arrestado, arrastrado ante un tribunal, desnudado, flagelado, despreciado por todos y, al final, crucificado. La gente se agolpa alrededor de su cruz y le dice: “Sálvate a ti mismo si eres el Rey de los judíos”. Y no se salva. Grita con una voz fuerte: “¡Padre mío! ¡Padre mío! ¿Por qué me has abandonado?” Y muere.

Barioná¿Y muere? ¿Quién? ¿El maravilloso Mesías? ¡Hemos tenido otros más brillantes, y todos han caído en el olvido!

El hechicero¡Este no será olvidado tan deprisa! Al contrario, veo una gran cantidad de naciones reunidas alrededor de sus discípulos. Y su palabra es llevada más allá de los mares hasta Roma y más lejos. Hasta los bosques tenebrosos de las Galias y de Germania.

Barioná¿Y qué es lo que les regocija tanto? ¿Su vida fracasada o su muerte ignominiosa?

El hechiceroCreo que es su muerte.

Barioná¡Su muerte! ¡Pardiez! ¡Si fuese posible evitar eso!... Pero no, que se las arreglen. Ellos lo han querido. (Silencio) ¡Mis hombres! Mis hombres juntando sus gruesos dedos nudosos y arrodillándose ante un esclavo muerto en la cruz. Muerto sin siquiera un grito de rebelión, exhalando como un suspiro un suave reproche de extrañeza. Muerto como una rata en la trampa. Y mis hombres, mis propios hombres, van a adorarle. Venga, dadle su bolsa y que desaparezca. Porque supongo que no tienes nada más que decirnos.

El hechiceroNada más, mis señores. Gracias, mis señores.

(Sale el hechicero)

Lelius¿De dónde os viene esta súbita agitación?

Barioná

Page 48: Barioná (JP Sartre)

¿Es que no veis que se trata del asesinato del pueblo judío? Si vosotros, los romanos, hubierais querido castigarnos, no hubieseis podido hacerlo mejor. Vamos, hablad francamente: ¿Es de los vuestros este Mesías? ¿Le paga Roma?

LeliusTeniendo en cuenta que tiene apenas doce horas de vida, parece un poco demasiado pronto para que se haya vendido ya.

BarionáRecuerdo a Jerevhá, el Sólido, el Brutal Jerevhá, aun más guerrero que pastor, antaño mi lugarteniente en nuestra lucha contra Hebrón y me lo imagino perfumado, untuoso, por esta religión. Va a balar como un cordero... ¡Ah! Basta de risas, hay que darse prisa... ¡Hechicero! ¡Hechicero!

El hechicero¿Mi señor?

Barioná¿Dices que una muchedumbre adoptará su doctrina?

El hechiceroSí, mi señor.

Barioná¡Oh, Jerusalén humillada!

LeliusPero, ¿qué es lo que os ha dado?

BarionáSólo conozco una crucificada, y es Sión, Sión, a la que los vuestros, los romanos de cascos de cobre han clavado con sus manos en la cruz. Y nosotros, nosotros habíamos siempre creído que llegaría el día en que ella misma arrancaría del leño sus pies y sus manos torturadas y que marcharía contra sus enemigos ensangrentada y soberbia. Esta era nuestra fe en el Mesías. ¡Ah! Si hubiese venido este hombre de mirada irresistible, cubierto de fulgurante hierro, si hubiese puesto una espada en mi mano derecha y me hubiese dicho: “¡Ciñe tu cintura y sígueme!” ¡Cómo le hubiera seguido al estrépito de las batallas, haciendo saltar las cabezas romanas, como se decapita en el campo a las amapolas. Hemos crecido con esta esperanza y si, por ventura, un romano pasaba por nuestro pueblo, le seguíamos con la mirada y murmurábamos a su espalada porque su vista alimentaba el odio en nuestros corazones. Estoy orgulloso de no haber aceptado la esclavitud y de no haber cesado jamás de atizar en mí el fuego tórrido del odio. Y estos últimos días, viendo que nuestro pueblo exangüe no tenía ya fuerzas para la rebelión, ¡he preferido que se aniquilase para no verle plegarse bajo el yugo de los romanos!

Lelius

Page 49: Barioná (JP Sartre)

¡Encantador! He ahí el tipo de discurso al que se expone un funcionario romano cuando se le envía de gira a un pueblo perdido. Pero no veo que pinta este Mesías en todo él.

Barioná¡No queréis comprender! Esperábamos un soldado y se nos envía un cordero místico que nos predica la resignación y nos dice: “Haced como yo, morid en vuestra cruz, sin quejaros, con dulzura, para evitar escandalizar a vuestros vecinos. Sed dulces. Dulces como niños, Lamed vuestro sufrimiento despacio, como un perro pegado lame a su amo para hacerse perdonar. Sed humildes. Pensad que habéis merecido vuestros dolores, y si son demasiado fuertes, soñad que son pruebas y que os purifican. Y si sentís crecer en vosotros una cólera de hombre, asfixiarla bien. Decid gracias, siempre gracias. Gracias cuando os abofeteen. Gracias cuando os den de patadas. Haced niños para preparar nuevos culos para las patadas del porvenir. Hijos de viejos que nacerán resignados y rumiarán sus antiguos pequeños dolores marchitos con la humildad que conviene. Niños que nacerán expresamente para sufrir como yo: nacidos para la cruz. Y si sois suficientemente humildes, si habéis hecho resonar vuestro esternón como una piel de asno, golpeando vuestra culpa con aplicación, entonces, tal vez, tendréis una plaza en el reino de los humildes, que esta en los Cielos”... ¿Mi pueblo llegar a ser eso? ¿Una nación de crucificados consentidores? Pero, ¿qué has llegado a ser, Jehová, Dios de la venganza? ¡Ah! Romanos, si eso es verdad no nos habréis hecho ni la cuarta parte del daño que nosotros mismos nos vamos a hacer. Vamos a secar las fuentes de agua viva de nuestra energía, vamos a firmar nuestra sentencia de muerte. La Resignación nos matará y yo la odio, Romano, más aún de lo que os odio a vosotros.

Lelius¡Eh, eh, eh! ¡Alto ahí! Habéis perdido vuestro buen sentido, jefe. Y en vuestro desvarío, pronunciáis palabras lamentables.

Barioná¡Cállate! (Para sí mismo) Si pudiera impedir eso... Conservar en ellos la llama pura de la rebelión... ¡Oh, mis hombres! Me habéis abandonado y ya no soy vuestro jefe. Pero, por lo menos, haré esto por vosotros: Bajaré a Belén. Las mujeres retrasan vuestra marcha y conozco atajos que no conocéis. Llegaré allí antes que vosotros. ¡Y no hace falta mucho tiempo, imagino, para retorcer el frágil cuello de un niño, aunque sea el Rey de los judíos!

(Sale Barioná)

LeliusSigámosle. Temo que pueda llegar a los peores extremos. He ahí lo que es la vida de un administrador colonial.

TELÓN

Page 50: Barioná (JP Sartre)

El Mostrador de imágenesMis buenos señores, me he abstenido de aparecer durante las escenas que acabáis de ver para dejar que los acontecimientos se encadenasen por sí mismos. Y ya veis cómo la intriga se ha complicado enormemente porque ahí tenemos a Berioná atravesando a la carrera las montañas para matar al Cristo.

Pero tenemos ahora un corto instante de respiro porque nuestros personajes están de camino, unos habiendo tomado caminos de mulas, otros, senderos de cabras. La montaña hormiguea de hombres llenos de felicidad y el viento lleva los ecos de su alegría hasta lo alto de las cimas.

Voy a aprovechar este respiro para enseñaros al Cristo en el establo, porque no le veréis en la obra: No aparece en la pieza, como tampoco lo hacen José ni la Virgen María. Pero como hoy es Navidad, tenéis derecho a que se os enseñe el pesebre. Helo aquí.

He aquí a la Virgen, y he aquí a José y, he aquí al niño Jesús. El artista ha puesto todo su amor en este dibujo, pero es posible que lo encontréis un poco ingenuo. Ved, los personajes tienen bonitos vestidos, pero están completamente rígidos: se diría que son marionetas. Seguramente no eran así. Si estuvieseis ciegos como yo... Pero, bueno: no tenéis más que cerrar los ojos para oírme y yo os diré como los veo dentro de mí.

La Virgen está pálida y mira al niño. Lo que habría que describir de su cara es una reverencia llena de ansiedad que no ha aparecido más que una vez en una cara humana. Y es que Cristo es su hijo, carne de su carne y fruto de sus entrañas. Durante nueve meses lo llevó en su seno, le dará el pecho y su leche se convertirá en sangre divina. De vez en cuando la tentación es tan fuerte que se olvida de que Él es Dios. Le estrecha entre sus brazos y le dice: ¡mi pequeño! Pero en otros momentos, se queda sin habla y piensa: Dios está ahí. Y le atenaza un temor reverencial ante este Dios mudo, ante este niño que infunde respeto. Porque todas las madres se han visto así alguna vez, colocadas ante ese fragmento rebelde de su carne que es su hijo, y se sienten exiliadas de esa vida nueva que han hecho con su vida, pero donde habitan pensamientos distintos. Mas ningún niño ha sido arrancado tan cruel y rápidamente de su madre como este niño, pues Él es Dios y sobrepasa por todas partes lo que ella pueda imaginar.

Y es una dura prueba para una madre tener vergüenza de sí y de su condición humana delante de su hijo.

Aunque yo pienso que hay también otros momentos, rápidos y resbaladizos, en los que siente, a la vez, que Cristo, su hijo, suyo, es su pequeño, y es Dios. Le mira y piensa: “Este Dios es mi hijo. Esta carne divina es mi carne. Está hecha de mi. Tiene mis ojos, y la forma de su boca es la de la mía. Se parece a mi. Es Dios y se parece a mi.

Y ninguna mujer jamás ha tenido así a su Dios para ella sola. Un Dios muy pequeñito al que se puede coger en brazos y cubrir de besos, un Dios calentito que sonríe y que respira, un Dios al que se puede tocar; y que sonríe. Es en uno de esos momentos cuando pintaría yo a María si fuera pintor. Y trataría de plasmar el aire de atrevimiento tierno y tímido con

Page 51: Barioná (JP Sartre)

que ella adelanta el dedo para tocar la piel pequeña y suave de este niño-Dios cuyo peso tibio siente sobre sus rodillas y que le sonríe.

Eso en cuanto a Jesús y la Virgen María.

¿Y José? A José no le pintaría. Plasmaría sólo una sombra, al fondo del establo, y dos ojos brillantes. Porque no sabría qué decir de José y José no sabe qué decir de sí mismo. Está en adoración y está feliz de adorar y se siente un poco exiliado.

Creo que sufre sin confesarlo. Sufre porque ve cuánto se parece a Dios la mujer que ama y hasta qué punto está ya al lado de Dios. Porque Dios explota como una bomba en la intimidad de esa familia. José y María están separados para siempre por este incendio de claridad. Y toda la vida de José, imagino, será aprender a aceptar.

Mis buenos señores, ahí está la Sagrada Familia. Ahora, vamos a conocer la historia de Barioná, porque sabéis que quiere estrangular al niño. Corre, se lanza veloz... ya ha llegado. Pero antes de enseñároslo, oigamos un villancico.

Que suene la música.

SEXTO CUADRO(En Belén, delante de un establo)

Escena I(Lelius, Barioná, con faroles)

Lelius¡Uf! Tengo las piernas rotas y estoy sin aliento. Habéis corrido como un fuego fatuo en plena noche, a través de las montañas y sólo tenía para alumbrarme este miserable farol.

Barioná (Para sí mismo)Hemos llegado antes que ellos.

LeliusMil veces creí romperme la crisma.

BarionáPluguiera a Dios que estuvierais en el fondo de un precipicio con todos los huesos rotos. Os hubiera empujado con mis propias manos si no tuviera otras preocupaciones más importantes en que pensar. (Un silencio) Entonces es aquí. Se ve una rendija de luz que se filtra bajo la puerta. No se oye ni un ruido. ¡Ahí está, al otro lado de esta portezuela, el Rey de los judíos! Ahí está. El asunto estará arreglado en un momento.

Lelius¿Qué vais a hacer?

Barioná

Page 52: Barioná (JP Sartre)

Cuando lleguen, encontrarán un niño muerto.

Lelius¿Es posible? ¿Caviláis realmente esta abominable empresa? ¿No os basta con haber querido matar a vuestro propio hijo?

Barioná¿No es la muerte del Mesías lo que deben adorar? Pues bien, yo adelanto esa muerte treinta y tres años. Y le evito las afrentas ignominiosas de la cruz. ¡Un pequeño cadáver violeta sobre la paja! ¡Que se arrodillen ante él si así lo desean! Un pequeño cadáver amortajado. Y se acabaron para siempre esas bonitas prédicas sobre la resignación y el espíritu de sacrificio.

Lelius¿Estáis completamente decidido?

BarionáSí

LeliusOs ahorraré entonces mis discursos. Pero dejad al menos que me vaya. No soy lo suficiente fuerte como para evitar este asesinato; con toda seguridad, me cortaríais el gañote y no es conforme a la dignidad de un ciudadano romano pasar la noche tirado en un camino de Judea con el cuello cortado. Pero tampoco puedo sancionar con mi presencia semejante abominación. Aplicaré el principio de mi jefe, el Procurador: dejad a los judíos destrozarse entre ellos.

(Sale; Barioná se queda solo; se acerca a la puerta)(Barioná va a entrar; aparece Marcos)

Escena II(Marcos, Barioná)

Marcos (Con un farol)Hola buen hombre, ¿Qué venís a hacer aquí?

Barioná¿Es vuestro este establo?

MarcosSí

Bariona¿No albergaréis aquí a un hombre llamado José y a una mujer por nombre María?

MarcosUn hombre y una mujer vinieron anteayer a pedirme hospitalidad. Duermen ahí, en efecto.

Page 53: Barioná (JP Sartre)

BarionáBusco a mis primos de Nazaret que debían venir aquí por el censo. La mujer está esperando, ¿no?

MarcosSí. Es una mujer muy joven de aspecto modesto con sonrisa y reverencias de niña. Pero tiene en su modestia un señorío como no he visto a nadie. ¿Sabéis que ha dado a luz anoche?

Barioná¿De verdad? Me alegro, si es mi prima. ¿El niño ha nacido bien?

MarcosEs un chico. Un pequeño muy hermoso. Mi madre me dice que yo me parecía a él cuando tenía su edad. ¡Como parecen quererle! La madre, apenas nacido el niño, lo lavó y lo puso sobre sus rodillas. Ahí está, muy pálida, apoyada en una viga, y le mira sin decir palabra. Él, el hombre, no es tan joven, ¿verdad? Sabe que ese niño pasará por todos los sufrimientos que él ha conocido ya. Y me imagino que debe pensar: Tal vez él tenga éxito allí donde yo he fracasado.

BarionáNo lo sé. No tengo hijos.

MarcosEntonces sois como yo. Y me dais pena. Nunca tendrás esa mirada. Esa mirada luminosa y un poco cómica del hombre que se mantiene en segundo plano, incómodo con su corpachón, que añora no haber pasado por su hijo los sufrimientos del parto.

Barioná¿Quién eres tú? ¿Y por qué me hablas así?

MarcosSoy un ángel, Barioná, Soy tu ángel. No mates a ese niño.

Bariná¡Vete!

MarcosSí, me voy. Porque nosotros, los ángeles, nada podemos contra la libertad del hombre. Pero piensa en la mirada de José.

(Sale)

Escena III

Barioná (Solo)

Page 54: Barioná (JP Sartre)

¡No tengo otra cosa que hacer que discutir con los ángeles! Se hace tarde, los otros estarán pronto aquí. Esta será la última proeza de Barioná: estrangular a un niño. (Entreabre la puerta). La lámpara humea, las sombras llegan hasta el techo, como si fueran grandes pilares en movimiento. La mujer está de espaldas y no veo al niño. Imagino que está sobre sus rodillas. Pero veo al hombre. ¡Es verdad! ¡Cómo la mira! ¡Con qué ojos! ¿Que puede haber detrás de esos dos ojos claros, claros como dos ausencias en una cara dulce y a la vez curtida. ¡Qué esperanza! Y yo no traigo esperanza. Qué nubes de horror subirían desde lo más profundo de sí mismo para oscurecer esos dos retazos de cielo, si me viese estrangular a su hijo. No he visto todavía a ese niño y ya sé que no voy a tocarle. Para reunir el valor con el que apagar esa pequeña vida entre mis dedos, no tendría que haberme fijado antes en los ojos de su padre. Estoy vencido. (Gritos de la muchedumbre). Aquí están. No quiero que me reconozcan. (Se tapa la cara con la punta de su capa y se pone aparte).

Escena IV(Bariona, la muchedumbre)

La muchedumbre¡Hosanna! ¡Hosanna!

CaifásAquí está el establo.

(Un largo silencio)

SaraEl niño está ahí, en ese establo.

CaifásEntremos, arrodillémonos delante de él para adorarle.

PabloY anunciaremos a su madre que detrás nuestro viene el cortejo de los reyes magos.

ShalamYo besaré sus mofletes y rejuveneceré como si hubiese bañado mis viejos huesos en la fuente de la juventud.

Caifás¡Eh! ¡Vosotros! Juntemos nuestros regalos y preparémonos a dárselos para honrar a su Santa Madre. Yo le traigo leche de oveja en mi cántaro.

PabloY yo dos grandes balas de lana que he esquilado yo mismo del lomo de mis corderos.

1º AncianoY yo esta vieja medalla de plata que ganó mi abuelo en un concurso de tiro.

Page 55: Barioná (JP Sartre)

El publicanoY yo le daré el asno que me ha traído hasta aquí.

1º AncianoNo te ha salido muy caro tu regalo, porque es el burro del romano.

El publicanoRazón de más. Al que viene a liberarnos de Roma, no le disgustará un asno robado a los romanos.

PabloY tú, Simón, ¿que le regalarás a Nuestro Señor?

SimónPor hoy no le regalo nada porque me ha cogido desprevenido, pero he compuesto una canción para enumerarle todos los regalos que le haré más adelante.

Mi dulce Jesús en vuestra fiesta...

La muchedumbre¡Ay! ¡Ay!

1º Anciano¡Silencio! Entremos en orden y con el sombrero en la mano. Si el viento y la carrera han desaliñado vuestros vestidos, ajustároslos.

(Entran uno detrás de otro)

Barioná (Mientras van entrando)Sara está ahí, con todos. Está pálida... Mientras esta larga marcha no la haya agotado. Sus pies sangran. ¡Ah! ¡Que felicidad respira! No queda detrás de esos ojos luminosos ni el más pequeño recuerdo de mí.

(La muchedumbre termina de entrar en el establo)

Escena V(Barioná solo)

¿Qué hacen? No se oye ni un ruido, pero este silencio no es como el de las montañas, como el silencio helado y vacío que reina entre las moles de granito. Es un silencio más profundo que el de un bosque. Un silencio que se eleva hacia el cielo y que acaricia las estrellas como un inmenso árbol con la copa mecida por el viento. ¿Estarán arrodillados? ¡Ah, si pudiera estar entre ellos sin que me vieran! Porque, verdaderamente, el espectáculo no debe ser nada corriente; todos esos hombres, duros y austeros, resistentes al dolor y a la ambición, arrodillados delante de un niño que gime. El hijo de Shalam, que le dejó a los quince años por haber recibido demasiados mamporros, se hartaría de reír al ver a su padre adorar a un niño de teta. ¿Será esto el reino de los hijos sobre los padres? (Un silencio) Ahí

Page 56: Barioná (JP Sartre)

están, ingenuos y felices, en el establo tibio después de su gran caminata en el frío. Han juntado sus manos y piensan: Algo acaba de comenzar. Y se equivocan, por supuesto. Han caído en una trampa y lo pagarán caro más tarde; pero, incluso así, siempre tendrán este minuto; tienen suerte de poder creer en un nuevo comienzo. ¿Que hay más conmovedor para el corazón de un hombre que el comienzo de un mundo y la ambigua juventud y el comienzo de un amor, cuando todo es todavía posible, cuando el sol, antes del amanecer, flota en el aire y en las caras como un fino polvo y cuando se presienten en la frescura agria de la mañana las grandes promesas de un nuevo día?

En este establo empieza una nueva mañana... En este establo habita la mañana. Y aquí, fuera, es de noche. Noche en los caminos y en mi corazón. Una noche sin estrellas, profunda y tumultuosa como el alta mar. ¡Ay!, la noche me zarandea con sus olas como a un tonel y el establo, detrás de mí, luminoso y cerrado, navega como el Arca de Noé a través de la noche encerrando en él la mañana del mundo. Su primera mañana. Porque el mundo nunca había tenido una mañana. Había huido de las manos de su indignado creador y caía en un horno ardiente, en la oscuridad. Y las inmensas lenguas ardientes de esa noche sin esperanza pasaban sobre él, cubriéndole de ampollas y regalándole escorpiones y tarántulas. Y yo, yo, habito en la inmensa noche terrestre, en la noche tropical del odio y la desgracia. Pero –¡oh poder engañoso de la fe!- para mis hombres, millones de años después de la creación, se levanta, en este establo, en la tenue claridad de un pábilo, la primera mañana del mundo.

(La muchedumbre canta un villancico)

Cantan como peregrinos que se han puesto en camino en la fresca noche con la calabaza, las sandalias, el bordón y ven aparecer a lo lejos la primera palidez grisácea del día. Cantan, y ese niño está ahí, entre ellos, como el pálido sol del Oriente; el sol de la primera hora, al que todavía se puede mirar de frente. Un niño desnudo del color del sol naciente. ¡Ah, qué bella mentira! Daría mi mano derecha por poder creer en ella, aunque sólo fuese un instante. ¿Es acaso mi culpa, Señor, si me habéis creado como una bestia nocturna y si habéis grabado en mi piel este terrible secreto?: Jamás habrá una mañana. ¿Es acaso mi culpa si sé, yo, que vuestro Mesías no es sino un pobre paria que reventará en la cruz, si sé que Jerusalén será siempre esclava?

(Segundo villancico)

¡Ay!, ellos cantan y yo me encuentro solo en el umbral de su alegría, como un búho que hace guiños deslumbrado por la luz. Me han abandonado y mi mujer está entre los que se regocijan. Han olvidado hasta mi existencia. Estoy en el extremo del camino de un mundo que termina y ellos están en el extremo en que comienza. Me siento más solo al borde de su alegría y de su oración que en mi pueblo desierto. Y lamento haber bajado en medio de los hombres, porque ya no encuentro en mí suficiente odio. ¡Ay!, ¿por qué el orgullo del hombre es como la cera, y bastan los primeros rayos de la aurora para reblandecerlo? Querría decirles: camináis hacia la infame Resignación, hacia la muerte de vuestro valor, seréis parecidos a las mujeres y a los esclavos, y cuando os abofeteen en una mejilla, pondréis la otra. Pero me cayo y me quedo quieto. No tengo tripas para quitarles esa confianza bendita en la virtud de la mañana.

Page 57: Barioná (JP Sartre)

(Tercer villancico)

(Entran los tres reyes magos)

Escena VI(Barioná, los tres reyes magos)

Baltasar¿Estás aquí, Barioná? Sabía que te encontraría.

BarionáNo he venido para adorar al Cristo.

BaltasarNo, has venido para castigarte a ti mismo y quedarte solo al margen de nuestra feliz multitud. Lo mismo harán un día los hombres que esta noche han acudido a su cuna de paja; le traicionarán como te han traicionado a ti. Hoy le cubren con sus regalos y su ternura, pero no hay ni uno solo entre ellos, ni uno, me oyes, que no le abandonase si conociese el porvenir. Porque les decepcionará, Barioná, les decepcionará a todos. Esperan de él que expulse a los romanos, y los romanos no serán expulsados, que haga crecer flores y árboles frutales sobre las rocas, y la roca permanecerá estéril, que ponga fin al sufrimiento humano, y dentro de dos mil años la humanidad sufrirá como lo hace ahora.

BarionáEso es lo que les he dicho.

BaltasarLo sé. Y por eso te hablo a ti ahora, porque tú estás más cerca del Cristo que todos ellos y tus oídos pueden abrirse para recibir la verdadera buena noticia.

Barioná¿Y cuál es esa buena noticia?

BaltasarEscucha: El Cristo sufrirá en la carne porque es hombre. Pero es también Dios y toda su divinidad está más allá del sufrimiento. Y nosotros, los hombres, hechos a la imagen de Dios, estamos también más allá de nuestros sufrimientos en la medida en que nos parecemos a Dios. ¿Ves?, hasta esta noche el hombre tenía los ojos cegados por el sufrimiento como Tobías por el excremento de los pájaros. No veía más allá de él y se tenía por un animal herido y loco de dolor que galopa a través de los bosques para huir de su herida y que lleva su dolor con él a todas partes. Y tú, Barioná, tú eres el hombre de la antigua ley. Has considerado tu dolor con amargura diciéndote: estoy herido de muerte. Y querías tumbarte sobre tu costado y consumir el resto de tu vida en la meditación de la injusticia que se te había hecho. Pero hoy, el Cristo ha venido para redimirnos; ha venido para sufrir y para enseñarnos como hay que tratar al sufrimiento. Porque no hay que rumiarlo, ni poner el honor en sufrir más que los demás, ni tampoco resignarse a él.

Page 58: Barioná (JP Sartre)

El sufrimiento es una cosa completamente natural y corriente y conviene aceptarla como algo que nos fuese debido. Es malsano hablar demasiado de él, aunque sea con uno mismo. Ponte en regla con él lo antes posible; instálalo cálidamente en el hueco de tu corazón, como un perro tumbado junto al hogar. No pienses nada sobre él, sino que está ahí, como esta piedra está en el camino, como la noche está ahí, alrededor de nosotros.

Entonces descubrirás esta verdad que el Cristo ha venido a enseñarte y que tú ya sabías: tú no eres tu sufrimiento. Hagas lo que hagas y lo afrontes como lo afrontes, le sobrepasas infinitamente, porque no puede ser más que lo que tú quieras que sea. Tanto si le arropas con tu cuerpo, como una madre que se acuesta sobre el cuerpo helado de su niño para calentarlo, como si, al contrario, le das la espalda con indiferencia, eres tú quien le da su sentido y le haces ser lo que es. Porque, en sí mismo, no es nada sino materia humana. Y el Cristo ha venido a enseñarte que eres responsable ante ti mismo de tu sufrimiento. Es de la naturaleza de las piedras y de las raíces, de todo aquello que tiene gravidez y que tiende naturalmente hacia abajo. Es él el que te enraíza en la tierra, es por él por el que te aplastas pesadamente sobre el camino y presionas el suelo con la planta d tus pies. Pero tú, que estás más allá de tu propio sufrimiento y que le das forma a tu voluntad, tú eres ligero, Barioná. ¡Ah!, si supieras cuan ligero es el hombre. Y si aceptas tu ración de sufrimiento como el pan de cada día, entonces estás más allá. Y todo lo que está más allá de tu dote de sufrimiento y más allá de tus preocupaciones, todo eso, te pertenece. Todo. Todo lo que es ligero, es decir, el mundo entero. El mundo y tú mismo, Barioná, porque todo tú eres un don gratuito a perpetuidad.

Sufres, y no tengo ninguna compasión de tu sufrimiento: ¿por qué debieras no sufrir? Pero tienes alrededor tuyo esta bella noche de tinta y tienes esos cantos en el establo y tienes este frío seco y duro, hermoso, implacable como la virtud. Y todo esto te pertenece. Esta bella noche henchida de tinieblas y de fuegos que la atraviesan como los peces hienden el mar, te está esperando. Te espera al borde del camino, tímida y tiernamente, porque el Cristo ha venido para regalártela. Lánzate hacia el cielo y serás libre –¡oh! criatura superflua entre todas las criaturas superfluas– libre y palpitante, asombrada de existir en pleno corazón de Dios, en el reino de Dios, que está en el Cielo y también en la tierra.

Barioná¿Es eso lo que el Cristo ha venido a enseñarnos?

BaltasarTengo también un mensaje para ti.

Barioná¿Para mí?

BaltasarPara ti. Ha venido a decirte: deja nacer a tu hijo. Sufrirá, es verdad. Pero eso no te incumbe. No te compadezcas de sus sufrimientos, no tienes derecho. Sólo él tendrá que tratar con ellos y hará de ellos exactamente lo que quiera, porque es libre. Lo mismo si es cojo, si tiene que ir a la guerra y pierde sus piernas o sus brazos, incluso si la mujer que ame le

Page 59: Barioná (JP Sartre)

traiciona siete veces, es libre, libre de regocijarse eternamente de su existencia. Me decías hace un momento que Dios nada puede contra la libertad del hombre, y es verdad. ¿Entonces? Una nueva libertad va a lanzarse hacia el Cielo como un pilar etéreo ¿y tú tendrás la osadía de impedirlo? El Cristo ha nacido para todos los niños del mundo, Barioná, y cada vez que un niño va a nacer, el Cristo nacerá en él y por él, eternamente, para ser golpeado con él por todos los dolores y para escapar en él y por él, eternamente, de todos los dolores. Viene a decir a los ciegos, a los parados, a los mutilados, a los prisioneros de guerra: no debéis absteneros de hacer niños. Porque incluso par los ciegos, para los parados, para los prisioneros de guerra y para los mutilados, existe la alegría.

Barioná¿Es todo lo que tenías que decirme?

BaltasarSí.

BarionáEntonces, está bien. Entra en ese establo y déjame solo, porque quiero meditar y hablar conmigo mismo.

Baltasar¡Hasta la vista Barioná, primer discípulo del Cristo...!

BarionáDéjame. No digas nada más. Ve.

Escena VII(Barioná solo)

BarionáLibre... ¡Ah!, corazón crispado en tu rechazo, deberías aflojar tus dedos y abrirte, deberías aceptar... Debería entrar en ese establo y arrodillarme. Sería la primera vez en mi vida que lo hiciese. Entrar, quedarme aparte de los demás, que me han traicionado, de rodillas en un rincón sombrío... entonces el viento helado de medianoche y el empíreo infinito de esta noche sagrada me pertenecerían. Sería libre. Libre. Libre contra Dios y para Dios, contra mí mismo y para mí mismo... (Da algunos pasos hacia la puerta del establo; coro en el establo). ¡Ah! ¡Qué duro resulta...!

TELÓN

Page 60: Barioná (JP Sartre)

SÉPTIMO CUADRO(En el camino, al lado del establo)

Escena primera(Barioná, Jerevhá, Pablo, Caifás, Shalem, Simón, Sara, la muchedumbre)

JerevháNo podrán huir. Las tropas vienen por el sur y por el norte, encerrando Belén en una mordaza.

PabloPodríamos sugerir a José que subiese por nuestras montañas. Allí arriba estarían a salvo.

CaifásImposible. El camino de las montañas sale de del principal a más de siete leguas de aquí. Las tropas que vienen de Jerusalén llegarán allí antes que nosotros.

PabloEntonces... a menos que ocurra un milagro...

CaifásNo habrá milagro: el Mesías es todavía demasiado pequeño. Aún no es capaz de comprender. Sonreirá al hombre cargado de hierro que se asome sobre su cuna para atravesarle el corazón.

ShalemEntrarán en todas las casas, cogerán a los recién nacidos por los pies y harán estallar su cabeza contra las paredes.

Un judío¡Sangre, siempre sangre! ¡Ay!

La muchedumbre¡Ay!

Sara¡Mi niño, Dios mío, mi niño! Tú, al que amaba ya como si fuese tu madre y al que adoraba como tu sierva. Tú, al que hubiera querido dar a luz en el dolor, ¡oh, Dios!, que te has hecho mi hijo, ¡oh hijo de todas las mujeres! Eras mío, mío, me pertenecías todavía más que esta flor de carne que se desarrolla en mi carne. Eras mi niño y el destino de este hijo que duerme en el fondo de mí, y he aquí que se han puesto en marcha para matarte. Porque son siempre los machos los que desgarran al amparo de su apetencia y los que hacen sufrir a nuestros pequeños. ¡Oh Dios Padre, Señor que me ves!, María está en el establo, todavía feliz y llena de bendiciones, pero no puede pedirte que salves a su hijo porque todavía no sospecha nada. Y las madres de Belén también están felices y en sus casas, bien calientes, sonríen a sus hijos pequeños ignorantes del peligro que avanza hacia ellas. Pero a mí, a mí que estoy sola en el camino y que no tengo todavía a mi hijo, mírame, ya que me has

Page 61: Barioná (JP Sartre)

escogido en este instante para padecer la agonía de todas las madres. ¡Oh, Señor!, me desgarro de sufrimiento y estoy destrozada como una copa rota. Mi angustia es enorme, tan inmensa como el Océano. Señor, yo soy todas las madres y te digo: ¡tómame, tortúrame, reviéntame los ojos, arráncame las uñas, pero sálvale! Salva al Rey de Judea, salva a tu hijo y salva también a nuestros pequeños.

(Un silencio)

Caifás¡Vámonos! Tenías razón, Barioná. Todo ha sido siempre para mal y ahora sigue siendo así. Apenas se vislumbra una débil luz, los poderosos de la tierra soplan sobre ella para apagarla.

Shalam¿Entonces, no era verdad que los naranjos iban a crecer en la cima de las montañas y que no tendríamos que hacer nada y que yo iba a volver a la juventud?

BarionáNo, todo eso no era verdad.

Caifás¿Y no era verdad que la paz iba a venir sobre la tierra para los hombres de buena voluntad?

Barioná¡O sí! ¡Eso sí es verdad! ¡Si supieseis hasta qué punto eso es verdad!

ShalamNo comprendo lo que quieres decir. Pero sé que tenías razón anteayer cuando nos decías que no tuviésemos más niños. Nuestro pueblo está maldito. Mira: las mujeres de la llanura han dado a luz y vienen a degollar a sus recién nacidos en sus brazos.

CaifásDeberíamos haberte escuchado y no haber bajado a la ciudad. Porque lo que pase en las ciudades no nos incumbe.

JerevháVolvamos a Bethaur y tú, Barioná, guía duro pero previsor, perdona nuestra ofensa y vuelve a ponerte al mando.

Todos¡Sí, sí! ¡Barioná! ¡Barioná!

Barioná¡Oh, hombres de poca fe! Me traicionasteis por el Mesías y mirad cómo al primer soplo del viento, traicionáis al Mesías y volvéis a mí.

Todos

Page 62: Barioná (JP Sartre)

Perdónanos, Barioná

BarionáEntonces, ¿soy de nuevo vuestro jefe?

TodosSí, sí.

Barioná¿Ejecutaréis mis órdenes ciegamente?

TodosTe lo juramos.

BarionáEntonces, escuchad mis órdenes: tú, Simón, ve a prevenir a José y a María. Diles que ensillen el asno de Lelius y que sigan el camino hasta el cruce. Tú les guiarás. Tú les llevarás por el atajo de las montañas hasta Hebrón. Que luego vuelvan a descender hacia el norte: el camino está libre.

PabloPero Barioná, los romanos estarán antes que ellos en el cruce.

BarionáNo, porque nosotros, escucháis, nosotros, vamos a salir a su encuentro y les haremos retroceder. Les ocuparemos durante el tiempo suficiente para que José pueda pasar.

Pablo¿Qué dices?

Barioná¿No queríais a vuestro Cristo? Y bien, ¿quién podrá salvarle si no sois vosotros?

CaifásPero nos van a matar a todos. No tenemos más que cayados y navajas.

BarionáAtad vuestras navajas a vuestros cayados y usadlos como lanzas.

ShalemNos masacrarán.

Barioná¡Por supuesto que sí! Estoy seguro de que nos masacrarán a todos. Pero escuchad. Ahora creo en vuestro Cristo. Es verdad; Dios ha venido a la tierra. Y en este momento reclama de vosotros este sacrificio. ¿Se lo negaréis? ¿Impediréis a vuestros hijos recibir su enseñanza?

Page 63: Barioná (JP Sartre)

PabloBarioná, tú, el escéptico, tu que te negaste a seguir a los Reyes Magos, ¿crees realmente que este Niño...?

BarionáEn verdad, en verdad os digo: este niño es el Cristo.

PabloEntonces, yo, te sigo.

Barioná¿Y vosotros, mis compañeros? A menudo echabais de menos las sangrientas batallas de nuestra juventud contra los de Hebrón. He aquí que vuelve el tiempo de combatir, el tiempo de las cosechas rojas y las grosellas de sangre que perlan los labios de las heridas. ¿Rehusaréis el combate? ¿Preferiréis morir de miseria y de vejez en vuestro nido de águilas allá arriba?

Todos¡No! ¡No! Te seguiremos, salvaremos al Cristo. ¡Hurra!

Barioná¡Oh!, mis compañeros. Os reencuentro y os quiero. Vamos, dejadme solo unos instantes para que medite un plan de ataque. Recorred la ciudad y coged todas las armas que podáis encontrar.

Todos¡Viva Barioná!

(Salen todos menos Barioná y Sara)

Escena II(Barioná, Sara)

SaraBarioná...

Barioná¡Mi dulce Sara!

Sara¡Perdóname, Barioná!

BarionáNo tengo nada que perdonarte. El Cristo te llamaba y tú has ido hacia él por el camino real. Y yo, yo he seguido caminos más retorcidos. Pero hemos acabado por encontrarnos.

Sara

Page 64: Barioná (JP Sartre)

¿Es que quieres realmente morir...? El Cristo exige, al contrario, que vivamos...

BarionáNo quiero morir. No tengo ningunas ganas de morir. Querría vivir y disfrutar de este mundo que me ha sido descubierto y ayudarte a educar a nuestro hijo. Pero quiero impedir que maten a nuestro Mesías y estoy convencido de que no tengo elección: no puedo defenderle más que dando mi vida.

SaraTe quiero, Barioná

Barioná¡Sara! Sé que me quieres y sé también que quieres a tu futuro hijo más todavía que a mí. Pero no tengo ni una gota de amargura, Sara, vamos a dejarnos sin lágrimas. Al contrario, tienes que alegrarte, porque el Cristo ha nacido y tu hijo va a nacer.

SaraNo podré vivir sin ti...

Barioná¡Sara! Es necesario, por el contrario, que te agarres a la vida con avaricia, con rabia, por nuestro hijo. Edúcale sin ocultarle nada de las miserias del mundo y ármale contra ellas. Y te doy un mensaje para él. Más tarde, cuando haya crecido, no en seguida, no con la primera pena de amor, no a la primera decepción, mucho más tarde, cuando sienta su inmensa soledad y abandono, cuando te hable de un cierto sabor a hiel en el fondo de su boca, dile: tu padre sufrió todo eso que tú sufres ahora y murió en la alegría.

SaraEn la alegría...

Barioná¡En la alegría! Me desborda la alegría como una copa rebosante. Soy libre, tengo mi destino entre mis manos. Voy contra los soldados de Herodes y Dios está a mi lado. Soy ligero, Sara, ligero. ¡Ah, si supieras cuan ligero soy! ¡Oh, Alegría, Alegría! Llora de alegría, Sara. Adiós, mi dulce Sara. Levanta la cabeza y sonríeme. Tenemos que estar felices: te quiero y el Cristo ha nacido.

SaraSeré feliz. Adiós, Barioná.

(La muchedumbre entra de nuevo)

Escena III(Los mismos, la muchedumbre)

PabloEstamos listos para seguirte, Barioná.

Page 65: Barioná (JP Sartre)

TodosEstamos listos.

BarionáMis compañeros, soldados de Cristo, tenéis aspecto feroz y resuelto y sé que combatiréis bien. Pero quiero de vosotros algo más que esta resolución sombría. Quiero que muráis en la alegría. El Cristo ha nacido, ¡oh!, mis hombres, y vosotros vais a culminar vuestro destino. Vais a morir como guerreros, como soñabais en vuestra juventud, y vais a morir por Dios. Sería indecente hacerlo con esas caras crispadas. Vamos, bebed un pequeño trago de vino, os lo permito, y marchemos contra los mercenarios de Herodes, marchemos, ebrios de cantos, de vino y de Esperanza.

La muchedumbre¡Barioná! ¡Barioná! ¡Navidad! ¡Navidad!

Bariona (A los prisioneros)Y vosotros, prisioneros, aquí termina nuestro auto de Navidad que ha sido escrito para vosotros. No sois felices y puede que haya más de uno entre vosotros que haya sentido este sabor de hiel, este sabor acre y salado del que hablo. Pero creo que también para vosotros, en este día de Navidad –y en todos los demás días- ¡existirá, todavía, la alegría¡

TELÓN

FIN