Bartleby El Arquitecto

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Bartleby, el arquitecto IÑAKI ÁBALOS 10/03/2007 La sostenibilidad es el concepto de moda en la arquitectura actual. Una función que implica la suma de nuevos especialistas y técnicos en los equipos de arquitectos y constructores para lograr edificios que contemplen sus implicaciones ambientales, económicas y sociales. Teniendo todo esto en cuenta es necesario que la arquitectura examine qué es lo que realmente le interesa de esta noción, sin que merme en ello el sentido de lo estético. Cada década, aproximadamente, los arquitectos sufren la invasión de una palabra mágica ante la que muchos sucumben y a todos afecta en sus modos de trabajar. Todavía la cantinela de los edificios “inteligentes” no ha terminado de apagarse cuando la invasión “sostenible” como quintaesencia de la arquitectura ha inundado ya el lenguaje cotidiano y no hay concejal de urbanismo que no demande sistemáticamente una irreprochable sostenibilidad -eso sí, sin afectar a los presupuestos y sin poner en crisis el modelo de ciudad-negocio-. Los arquitectos se ven obligados a hacer encaje de bolillos y contribuyen a inflar de significados espúreos la palabra hasta vaciarla entre unos y otros de todo sentido. En paralelo a estos abusos semánticos la aprobación del Código Técnico de la Edificación implica una modificación importante de las prácticas constructivas y un esfuerzo técnico por parte de los arquitectos y sus consultores, obligados si desean salirse de la estricta convención a reconsiderar las propias formas de trabajo, forzados a sustituir la “experiencia constructiva” por modelizaciones ambientales parametrizadas que implican la irrupción de físicos, ecólogos e ingenieros en el proceso proyectual, como hace unas décadas aparecieron los calculistas de estructuras e instalaciones. Este desplazamiento desde lo mecánico a lo energético en el coro de expertos que acompaña a la antigua voz solista del arquitecto muestra con precisión el abandono de una concepción moderna de la arquitectura basada en la seriación modular y en la materialidad industrial por una concepción que algunos expertos como Sanford Kwinter no han dudado en denominar “termodinámica”, para describir el abandono del modelo “tectónico” de conocimiento tradicional de la arquitectura (y su enseñanza) por una nueva concepción/enseñanza “biotécnica”, capaz de dar al arquitecto instrumentos para pensar sus edificios como organismos vivos, entidades con intercambios energéticos permanentes con su entorno, dotados de un ciclo limitado de vida, una idea que a pesar de su tono un tanto mesiánico suscita cierta unanimidad al menos en los ambientes académicos, no sólo de España (el avance de esta idea en las universidades americanas -las últimas en llegar a la cultura ambiental posiblemente- es ahora mismo arrasador). El problema surge al comprobar en qué vienen quedando las grandes palabras y sus buenas intenciones cuando la voz de los coristas se transforma en un ruido que empieza a apagar la del solista, azuzados por una industria de la construcción que ha comenzado por fin a ver negocio en la palabra mágica. A pesar de los esfuerzos de distintas instituciones del sector (ETSAM, CSCAE, CENER, etcétera) la sensación que dejan jornadas, congresos y seminarios es que sistemáticamente los ejemplos exhibidos componen un desfile de aparatosas prótesis de gadgets tecnológicos, convirtiendo en drag queens hi-tech edificios antiguos y malos las más de las veces. La banalización de la sostenibilidad que esta concepción seudotécnica y mercadotécnica implica aburre a los arquitectos y mucho más a los estudiantes, tanto como excita a los grandes consultings y a los políticos. Este panorama ha hecho saltar la alarma roja en distintas instituciones norteamericanas con peso cultural y de prestigio que han decidido tomar cartas en el asunto y promover un debate serio, primero con sus consultores internacionales y luego en forma de seminarios, libros o exposiciones, con el objeto de interrogarse sobre la verdadera naturaleza arquitectónica y cultural de la sostenibilidad. La idea central es sencilla: sólo si hay una verdadera idea de belleza escondida entre tanta retórica será posible que la sostenibilidad signifique algo y esté aquí para quedarse. La arquitectura debe dejar de doblegarse ante tanto aparato y preguntarse a sí misma qué es lo que le interesa de esta noción, introduciendo en el debate una dimensión estética. De momento una idea ha calado hondo en los primeros debates entre los expertos. La idea de que Bartleby, el personaje creado por Melville, y su famoso “preferiría no hacerlo” es quien mejor expresa la dimensión estética de la sostenibilidad cuestionando la necesidad misma de toda acción (una idea ya expresada hace años por Cedric Price que, aplicada con sentido común, hoy y aquí, nos habría ahorrado la brutal colonización de la costa española de la última década).

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  • Bartleby, el arquitecto

    IAKI BALOS 10/03/2007

    La sostenibilidad es el concepto de moda en la arquitectura actual. Una funcin que implica la suma de nuevos especialistas y tcnicos en los equipos de arquitectos y constructores para lograr edificios que contemplen sus implicaciones ambientales, econmicas y sociales. Teniendo todo esto en cuenta es necesario que la arquitectura examine qu es lo que realmente le interesa de esta nocin, sin que merme en ello el sentido de lo esttico.

    Cada dcada, aproximadamente, los arquitectos sufren la invasin de una palabra mgica ante la que muchos sucumben y a todos afecta en sus modos de trabajar. Todava la cantinela de los edificios inteligentes no ha terminado de apagarse cuando la invasin sostenible como quintaesencia de la arquitectura ha inundado ya el lenguaje cotidiano y no hay concejal de urbanismo que no demande sistemticamente una irreprochable sostenibilidad -eso s, sin afectar a los presupuestos y sin poner en crisis el modelo de ciudad-negocio-. Los arquitectos se ven obligados a hacer encaje de bolillos y contribuyen a inflar de significados espreos la palabra hasta vaciarla entre unos y otros de todo sentido.

    En paralelo a estos abusos semnticos la aprobacin del Cdigo Tcnico de la Edificacin implica una modificacin importante de las prcticas constructivas y un esfuerzo tcnico por parte de los arquitectos y sus consultores, obligados si desean salirse de la estricta convencin a reconsiderar las propias formas de trabajo, forzados a sustituir la experiencia constructiva por modelizaciones ambientales parametrizadas que implican la irrupcin de fsicos, eclogos e ingenieros en el proceso proyectual, como hace unas dcadas aparecieron los calculistas de estructuras e instalaciones.

    Este desplazamiento desde lo mecnico a lo energtico en el coro de expertos que acompaa a la antigua voz solista del arquitecto muestra con precisin el abandono de una concepcin moderna de la arquitectura basada en la seriacin modular y en la materialidad industrial por una concepcin que algunos expertos como Sanford Kwinter no han dudado en denominar termodinmica, para describir el abandono del modelo tectnico de conocimiento tradicional de la arquitectura (y su enseanza) por una nueva concepcin/enseanza biotcnica, capaz de dar al arquitecto instrumentos para pensar sus edificios como organismos vivos, entidades con intercambios energticos permanentes con su entorno, dotados de un ciclo limitado de vida, una idea que a pesar de su tono un tanto mesinico suscita cierta unanimidad al menos en los ambientes acadmicos, no slo de Espaa (el avance de esta idea en las universidades americanas -las ltimas en llegar a la cultura ambiental posiblemente- es ahora mismo arrasador).

    El problema surge al comprobar en qu vienen quedando las grandes palabras y sus buenas intenciones cuando la voz de los coristas se transforma en un ruido que empieza a apagar la del solista, azuzados por una industria de la construccin que ha comenzado por fin a ver negocio en la palabra mgica. A pesar de los esfuerzos de distintas instituciones del sector (ETSAM, CSCAE, CENER, etctera) la sensacin que dejan jornadas, congresos y seminarios es que sistemticamente los ejemplos exhibidos componen un desfile de aparatosas prtesis de gadgets tecnolgicos, convirtiendo en drag queens hi-tech edificios antiguos y malos las ms de las veces. La banalizacin de la sostenibilidad que esta concepcin seudotcnica y mercadotcnica implica aburre a los arquitectos y mucho ms a los estudiantes, tanto como excita a los grandes consultings y a los polticos.

    Este panorama ha hecho saltar la alarma roja en distintas instituciones norteamericanas con peso cultural y de prestigio que han decidido tomar cartas en el asunto y promover un debate serio, primero con sus consultores internacionales y luego en forma de seminarios, libros o exposiciones, con el objeto de interrogarse sobre la verdadera naturaleza arquitectnica y cultural de la sostenibilidad.

    La idea central es sencilla: slo si hay una verdadera idea de belleza escondida entre tanta retrica ser posible que la sostenibilidad signifique algo y est aqu para quedarse. La arquitectura debe dejar de doblegarse ante tanto aparato y preguntarse a s misma qu es lo que le interesa de esta nocin, introduciendo en el debate una dimensin esttica. De momento una idea ha calado hondo en los primeros debates entre los expertos. La idea de que Bartleby, el personaje creado por Melville, y su famoso preferira no hacerlo es quien mejor expresa la dimensin esttica de la sostenibilidad cuestionando la necesidad misma de toda accin (una idea ya expresada hace aos por Cedric Price que, aplicada con sentido comn, hoy y aqu, nos habra ahorrado la brutal colonizacin de la costa espaola de la ltima dcada).

  • Se podr decir que una idea as implica el suicidio de la arquitectura ms que su renovacin esttica pero hay ejemplos como el del estudio francs Lacaton&Vassal que muestran que no es as. Formados en frica -donde ecologa y economa significan supervivencia- decidieron que preferiran no hacerlo ante el encargo de remodelar la plaza de Lon Aucoc de Burdeos (1996), agradable para sus usuarios y suficientemente urbanizada, dedicando parte del presupuesto a renovar su gravilla, reparar sus bancos, sustituir algn bordillo -por qu hay que hacer algo espectacular, qu culpa tienen los ciudadanos?, se preguntaban-. No era gran cosa pero la satisfaccin de los vecinos era enorme, como lo es ahora aos despus, la de los artistas invitados a desarrollar sus propuestas plsticas en el Palais de Tokyo (2001), tambin remodelado por ellos, dejndolo prcticamente desnudo, disponible para la accin en vez de terminado y maquillado para ser contemplado y disputar el protagonismo al artista (invito a quien viaje a Pars a cruzar el Sena y visitar el mismo da el Palais de Tokyo y el Museo de Quai Branly donde la firma de Jean Nouvel ha logrado que haya colas para ver -o intentar ver- una coleccin interesante pero donde todas las decisiones, formalistas y banales, y su derroche ponen en evidencia una incomprensin o indiferencia obscena de las culturas que exhibe).

    No por casualidad el rechazo hacia la manipulacin tecnolgica de la sostenibilidad implica un intento de volver a empezar desde el principio, de devolver una cierta naturalidad o normalidad al papel de la arquitectura y del diseo en la ciudad y la vida cotidiana. Supernormal es la palabra con la que el diseador Jasper Morrison, junto con Naoto Fukasawa, promueve en el universo del diseo -seguramente todava ms afectado por la necesidad de originalidad, por la demanda de espectacularidad, que el de la arquitectura-, un entorno de objetos bien diseados, a menudo annimos y reconocibles, que muestran con intencin educativa un ambiente vagamente familiar (la exposicin Supernormal se inaugur el 9 de junio de 2006 en Tokyo y viajar esta primavera a Europa, comenzando su itinerancia en la Trienal de Miln). An est por construir un mapa creble de la sostenibilidad pero no hay duda de que otras dimensiones ya ensayadas han agotado su credibilidad. Es tiempo para Bartleby como arquitecto, y todo el aparato acadmico-cultural se ha puesto a ello.

    Iaki balos es arquitecto y consultor del Centro Canadiense de Arquitectura para temas de sostenibilidad.

    Fuente: El Pas de Madrid