Bendicion de La Bandera Nacional en Jujuy

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Bendicion de la Bandera Nacional en Jujuy 25 de Mayo de 1812 Desde el amanecer del 25 de Mayo de 1812, la pequeña ciudad de Jujuy mullía de rumores y movimientos inusitados. El frenético replicar de los templos y las rotundas salvas de artillería resonando entre las montañas que circuyen el valle, saludaban jubilosos el alba de las efemérides. Despertaba la población entre aquella música de campanas y de armas, y se echaba a la calle apercibida para el festival que comenzaba. Saludábanse los vecinos en el nombre de la Patria, sagrado para aquellos aldeanos, como el Ave María de sus portales. Por la calle de las Zegadas y por la calle de San Francisco, iba creciendo con la mañana el gentío d militares, indios, esclavos y artesanos que se encaminaban a la plaza capitular. La mañana, estaba como las almas, gloriosa de azul sobre las calles limpias y las paredes blanqueadas del caserío. Los cañonazos eran las salvas con que la tropa anunciaba la salida de la Bandera Nacional, desde la casa del Gral en Jefe. Corrió la muchedumbre, por la calle adyacente hacia la posada donde se alojaba Belgrano, y se oyó el último cañonazo, de los quince que prescribía la ordenanza, cuando entre los ponchos rojos de los indios y las casacas azules de los militares, vieron al barón de Holmberg que avanzaba en la mitad de la calle, seguido por su escolta de honor, conduciendo la Bandera hacia el edificio del cabildo. Apareció el barón en sus balcones, y haciéndola flamear al son de dianas la dejó en la baranda entregada a la contemplación y el aplauso de aquel muchedumbre, que la veía por primera vez. Todos los naturales de las haciendas vecinas; los indios de Palpalá, de Reyes, de Yala, de la Almona, de Cuyaya, llegaban a Verla Pronto comenzaron a llegar también los amos y las Damas pues se acercaba la hora de las misas solemnes y del Tedeum, a la cual asistiría el Cabildo, justicia y regimiento, y con ellos el prop creador de la Bandera. Pronto, en efecto, apareció Belgrano bajo el arco central del cabildo, y empezó a andar sobre la matriz, con su paso pausado. Un rumor de curiosidad afectuosa y admirativa electrizó a la muchedumbre. Abriéronle todos respetuoso camino, y así al cortejo que lo acompañaba. Cuando penetraron en la iglesia, que dista a pocos pasos del cabildo, la misa solemne iba a comenzar. Concluía la misa cuando Belgrano mandó a traer a la matriz la Bandera que, conducida por el barón de Holmberg, había tremolado toda la mañana en el balcón central del cabildo. Al ver que la sacaban para llevarla a la iglesia, hubo gran agolpamiento y rumor de pueblo en la gente que, por ser estrecho el templo, aguardaba en la plaza. Y dentro de la iglesia hubo en la concurrencia gran emoción y expectativa,

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Bendicion de la Bandera Nacional en Jujuy 25 de Mayo de 1812 Desde el amanecer del 25 de Mayo de 1812, la pequea ciudad de Jujuy mulla de rumores y movimientos inusitados. El frentico replicar de los templos y las rotundas salvas de artillera, resonando entre las montaas que circuyen el valle, saludaban jubilosos el alba de las efemrides. Despertaba la poblacin entre aquella msica de campanas y de armas, y se echaba a la calle apercibida para el festival que comenzaba. Saludbanse los vecinos en el nombre de la Patria, sagrado para aquellos aldeanos, como el Ave Mara de sus portales. Por la calle de las Zegadas y por la calle de San Francisco, iba creciendo con la maana el gento de militares, indios, esclavos y artesanos que se encaminaban a la plaza capitular. La maana, estaba como las almas, gloriosa de azul sobre las calles limpias y las paredes blanqueadas del casero. Los caonazos eran las salvas con que la tropa anunciaba la salida de la Bandera Nacional, desde la casa del Gral en Jefe. Corri la muchedumbre, por la calle adyacente hacia la posada donde se alojaba Belgrano, y se oy el ltimo caonazo, de los quince que prescriba la ordenanza, cuando entre los ponchos rojos de los indios y las casacas azules de los militares, vieron al barn de Holmberg que avanzaba en la mitad de la calle, seguido por su escolta de honor, conduciendo la Bandera hacia el edificio del cabildo. Apareci el barn en sus balcones, y hacindola flamear al son de dianas, la dej en la baranda entregada a la contemplacin y el aplauso de aquella muchedumbre, que la vea por primera vez. Todos los naturales de las haciendas vecinas; los indios de Palpal, de Reyes, de Yala, de la Almona, de Cuyaya, llegaban a Verla Pronto comenzaron a llegar tambin los amos y las Damas pues se acercaba la hora de las misas solemnes y del Tedeum, a la cual asistira el Cabildo, justicia y regimiento, y con ellos el propio creador de la Bandera. Pronto, en efecto, apareci Belgrano bajo el arco central del cabildo, y empez a andar sobre la matriz, con su paso pausado. Un rumor de curiosidad afectuosa y admirativa electriz a la muchedumbre. Abrironle todos respetuoso camino, y as al cortejo que lo acompaaba. Cuando penetraron en la iglesia, que dista a pocos pasos del cabildo, la misa solemne iba a comenzar. Conclua la misa cuando Belgrano mand a traer a la matriz la Bandera que, conducida por el barn de Holmberg, haba tremolado toda la maana en el balcn central del cabildo. Al ver que la sacaban para llevarla a la iglesia, hubo gran agolpamiento y rumor de pueblo en la gente que, por ser estrecho el templo, aguardaba en la plaza. Y dentro de la iglesia hubo en la concurrencia gran emocin y expectativa,

al ver que entraba el nuevo estandarte, al sitio donde antes no llegara sino el estandarte del rey; y que tomndolo Belgrano por el asta, se adelant hacia el altar en que don Juan Ignacio de Gorriti terminaba su misaquien volviendo la cara hacia el pueblo, traz en el aire la seal de la cruz; y como si todos fuesen ritos de un mismo culto, bendijo, en el nombre de Dios, aquella ensea de la patria naciente. En la nave y las almas, rein entonces un silencio eterno. Subi Gorriti al plpito y desde lo alto de aquella ctedra que su elocuencia hara histrica, explic la significacin del smbolo que acababan de consagrar. Belgrano volvi a entregar la bandera al barn de Holmberg, para que tornase a ponerla en el balcn del Cabildo. El pueblo, al verla salir presidiendo el cortejo, estall, de un ngulo a otro de la plaza, en vivas estruendosas y aclamaciones. La tropa seal aquel momento con otras quince salvas de sus caones. Con ellas promediara la jornada; y pas la fiesta entre comentarios y desfile de pueblo ante los balcones del ayuntamiento. Por la tarde, vino Belgrano hasta la casa del Cabildo, donde le esperaban sus miembros, y las familias de Jujuy, aguardaban, ahora en los balcones de las casas cercanas, para asistir a la nueva escena. La plaza estaba decorada de guirnaldas y de arcos. El pueblo asistiendo en las bocacalles y las aceras, de todos aquellos pechos viriles volvi a elevarse un vtor resonante, cuando vieron a Belgrano salir del Cabildo con la Bandera en sus brazos, cruzar la calle silenciosamente, caminar hacia el centro de la plaza, y subir a una tribuna, agitando su ensea en alto. Belgrano tena la voz velada, pero tal fue aquel da su necesidad de ser odo, tal en su auditorio el ansia de orlo, que la voz de su arenga lleg hasta el cuadro de sus soldados, lleg a las damas de las aceras, lleg a la muchedumbre de las esquinas: "Soldados, hijos dignos de la Patria, camaradas mos: dos aos a que por primera vez reson en estas regiones el eco de la libertad y l contina propagndose hasta por las cavernas ms recnditas de los Andes; pues que no es obra de los hombres, sino del Dios Omnipotente que permiti a los Americanos que se nos presentase la ocasin de entrar al goce de nuestros derechos: el 25 de Mayo ser para siempre memorable en los anales de nuestra historia y vosotros tendris un motivo ms de recordarlo, cuando veis en l por primera vez, la bandera nacional en mis manos, que ya os distingue de las dems naciones del globo, sin embargo de los esfuerzos que han hecho los enemigos de la sagrada causa que defendemos, para echamos cadenas y hacer ms pesadas que las que cargaba...Ea, pues, soldados de la Patria, no

olvidis jams que nuestra obra es de Dios; que el nos ha concedido esta Bandera, que nos manda que la sostengamos, y que no hay una sola cosa que nos empee a mantenerla con el honor y el decoro que le corresponde. Nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros conciudadanos, todos, todos fijan en nosotros la vista y deciden que a vosotros es a quienes corresponder todo su reconocimiento si continuis en el camino de la gloria que os habis abierto. Jurad conmigo ejecutando as, y en prueba de ello repetid: Viva la Patria!". El j Viva la Patria! Que Belgrano peda, a la sombra de su propia Bandera, fue contestado por la tropa, y a su voz unise el coro de las mujeres y los nios, que asistan desde los balcones, y el rugido del pueblo que se apiaba en las aceras. Aquel clamor brotado unnime de la plaza de Jujuy, como de una boca de la tierra, se concret despus en msica heroica, y ascendi desde los pfanos y atabales del ejercito hasta subir a las torres de los templos, donde fundido con el repique de las jubilosas campanas, vol como una rfaga de gloria, hacia las cimas de los Andes tutelares, que almenan y hermosean la ciudad armoniosa del Xivi-Xivi. Creaba en ese momento, para su propia gloria, la actitud en que habra de verlo la posteridad. Creaba en aquel momento para su propia patria, el smbolo con que habra de perpetuarla en los siglos. "Nuestra sangre derramaremos por esa Bandera", exclamaba el pueblo al verla pasar...pocos meses ms tarde, la sangre del juramento fue derramada... .Belgrano estaba ante la escena henchido de esperanzada emocin. No se podr dudar que se jur y se bendijo La Bandera Nacional en Jujuy el 25 de Mayo de 1812