Bensaid - Rosa y Lenin

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que ella no es ya un simple sueño compensador sino la finalidad que engloba todas las luchas cotidianas. Así es, justamente como la conci- bió Lenin. En sus primeros escritos, de 1894 a 1898, se dedico a definir la naturaleza de la inmediata revolución: ¿contra qué formación social debe combatir? ¿qué Estado debe ser destruido? ¿qué clase debe ser vencida? Para responder a estos interrogantes y pro- vocar el desencadenamiento de una crisis revolucionaria, Lenin distingue cuidadosamen- te el nivel teórico del nivel político, la compren- sión teórica de la crisis revolucionaria y su manifestación politica. Si se considera el enca- denamiento de las formas de producción como sistemas teóricamente elaborados que impli- can una variedad de formaciones sociales con- cretas, al pasar de una forma de producción a otra habrá una discontinuidad pero no una cri- sis. No pueda haber crisis en un modelo teóri- co, sino en una sociedad política donde están en juego fuerzas reales. La forma de producción capitalista tal como Marx la construyó deduciendo sus leves a par- tir de la formación social ingles del siglo XIX no tiene existencia real. Constituye un objeto abstracto-formal con el cual no coincide abso- lutamente con una formación social concreta. Poulantzas considera una formación socia! cor- no “la superposición específica de distintas for- mas de producción puras”, y agrega que “la formación social constituye en sí misma una unidad compleja en la cual una cierta forma de producción predomina sobre las demás” 1 / . La crisis revolucionaria que estructura el ho- rizonte de la nueva organización no es enton- ces la crisis de una forma de producción, si no la de una formación social determinada en la cual las contradicciones de la forma de pro- ducción se hacen vivas y se actualizan a tra- vés de las fuerzas sociales reales implicadas La corriente antiestalinista que se extiende actualmente entre las nuevas vanguardias, rehabilita a Rosa Luxemburgo como intérprete teórico del movimiento obrero. La crítica a las burocracias obreras toma de sus obras citas y referencias. En realidad, el entusiasmo luxemburguista llega a veces hasta el punto de triturar y tor- turar dichas obras tratando de encontrar en ellas una teoría de la organización como alter- nativa a la teoría leninista. La coincidencia de las preocupaciones explica esta tendencia: los trabajos de Rosa Luxemburgo están, casi todos, escritos bajo el signo de la lucha contra la socialdemocracia alemana como partido muy burocratizado; la necesidad actual de com- prender el fenómeno de las burocracias obre- ras, de su fundamento social, de su cohesión internacional, hace que las tesis luxembur- guistas sean la interpretación mas clara, la teoría liberadora de la energía de las masas. Sin embargo, no se podría encontrar en Rosa Luxemburgo más que una contraposi- ción parcial a la posición leninista: en ella se mezclan los altibajos afectivos y las trivialida- des, y de ello resulta una arlequinada confusa, quizás seductoramente fantasiosa, pero que no podría ser tomada por una teoría de la or- ganización. En un debate en el cual las modas pasajeras perjudican a veces al rigor político, se hace necesario retornar a los textos. Así, sin quitar ningún mérito a Rosa Luxembur- go, se le podrá dar su justo valor. I. La posición leninista 1. Carácter de la formación social Como señala Lukács, la cuestión de la organi- zación se transforma realmente en un pro- blema de actualidad cuando la misma revolu- ción está a la orden del día, en el momento en Daniel Bensaïd y Samy Naïr El problema de la organización Lenin y Rosa Luxemburgo Este texto fue publicado originalmente en la revista de Maspero, Partisans, París, en el número de enero de 1969. Fue vertido al castellano por Lina Mari y Carlos María Gutiérrez (traducción que ha sido la utilizada en esta trascripción) en la obra antológica. El desafío de Rosa Luxemburgo (Buenos Aires, Proceso, 1972), que incluía también textos de Bertram D. Wolfe, Hannah Arendt, Gilbert Badia, León Trotsky, V.I.Lenin, J.P. Nettl, John Knief, Michael Löwy y Paul M. Sweezy También se editó en otra antológica, la de Cuardernos del Pasado y del Presente, con traducción de José Aricó, (Buenos Aires, 1975) titulada Teoría Marxista del Partido Político (Problemas de Organización), y que comprendía igualmente textos de Rosa Luxemburgo, Vladimir Ilich Lenin y George Lukács. “El problema de la organización de un partido revolucionario no puede desarrollarse sino a partir de una teoría de la revolución. Es justamente porque la revolución se ha convertido en un problema actual, que la cuestión de la organización revolucionaria irrumpe con una necesidad imperiosa en la conciencia de las masas y de sus intérpretes teóricos”. Georg Lukács, Historia y Conciencia de Clase 1 1/ N. Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales p. 11. Editorial Masperó (Nota: existe una versión castellana en Ed. Siglo XXI, México).

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que ella no es ya un simple sueño compensadorsino la finalidad que engloba todas las luchascotidianas. Así es, justamente como la conci-bió Lenin. En sus primeros escritos, de 1894 a1898, se dedico a definir la naturaleza de la inmediata revolución: ¿contra qué formaciónsocial debe combatir? ¿qué Estado debe serdestruido? ¿qué clase debe ser vencida?

Para responder a estos interrogantes y pro-vocar el desencadenamiento de una crisis revolucionaria, Lenin distingue cuidadosamen-te el nivel teórico del nivel político, la compren-sión teórica de la crisis revolucionaria y su manifestación politica. Si se considera el enca-denamiento de las formas de producción comosistemas teóricamente elaborados que impli-can una variedad de formaciones sociales con-cretas, al pasar de una forma de producción aotra habrá una discontinuidad pero no una cri-sis. No pueda haber crisis en un modelo teóri-co, sino en una sociedad política donde estánen juego fuerzas reales.

La forma de producción capitalista tal comoMarx la construyó deduciendo sus leves a par-tir de la formación social ingles del siglo XIXno tiene existencia real. Constituye un objetoabstracto-formal con el cual no coincide abso-lutamente con una formación social concreta.Poulantzas considera una formación socia! cor-no “la superposición específica de distintas for-mas de producción puras”, y agrega que “laformación social constituye en sí misma unaunidad compleja en la cual una cierta formade producción predomina sobre las demás” 1/.La crisis revolucionaria que estructura el ho-rizonte de la nueva organización no es enton-ces la crisis de una forma de producción, si nola de una formación social determinada en lacual las contradicciones de la forma de pro-ducción se hacen vivas y se actualizan a tra-vés de las fuerzas sociales reales implicadas

La corriente antiestalinista que se extiendeactualmente entre las nuevas vanguardias,rehabilita a Rosa Luxemburgo como intérpreteteórico del movimiento obrero. La crítica a lasburocracias obreras toma de sus obras citasy referencias.

En realidad, el entusiasmo luxemburguistallega a veces hasta el punto de triturar y tor-turar dichas obras tratando de encontrar enellas una teoría de la organización como alter-nativa a la teoría leninista. La coincidenciade las preocupaciones explica esta tendencia:los trabajos de Rosa Luxemburgo están, casitodos, escritos bajo el signo de la lucha contrala socialdemocracia alemana como partidomuy burocratizado; la necesidad actual de com-prender el fenómeno de las burocracias obre-ras, de su fundamento social, de su cohesióninternacional, hace que las tesis luxembur-guistas sean la interpretación mas clara, lateoría liberadora de la energía de las masas.

Sin embargo, no se podría encontrar enRosa Luxemburgo más que una contraposi-ción parcial a la posición leninista: en ella semezclan los altibajos afectivos y las trivialida-des, y de ello resulta una arlequinada confusa,quizás seductoramente fantasiosa, pero queno podría ser tomada por una teoría de la or-ganización. En un debate en el cual las modaspasajeras perjudican a veces al rigor político,se hace necesario retornar a los textos. Así,sin quitar ningún mérito a Rosa Luxembur-go, se le podrá dar su justo valor.

I. La posición leninista

1. Carácter de la formación social Como señala Lukács, la cuestión de la organi-zación se transforma realmente en un pro-blema de actualidad cuando la misma revolu-ción está a la orden del día, en el momento en

Daniel Bensaïd y Samy Naïr

El problema de la organización

Lenin y Rosa Luxemburgo

Este texto fue publicado originalmente en la revista de Maspero, Partisans, París, en el número de enero de 1969. Fue vertidoal castellano por Lina Mari y Carlos MaríaGutiérrez (traducción que ha sido lautilizada en esta trascripción) en la obraantológica. El desafío de Rosa Luxemburgo(Buenos Aires, Proceso, 1972), que incluíatambién textos de Bertram D. Wolfe, HannahArendt, Gilbert Badia, León Trotsky,V.I.Lenin, J.P. Nettl, John Knief, MichaelLöwy y Paul M. Sweezy También se editó enotra antológica, la de Cuardernos del Pasadoy del Presente, con traducción de José Aricó,(Buenos Aires, 1975) titulada Teoría Marxistadel Partido Político (Problemas deOrganización), y que comprendía igualmentetextos de Rosa Luxemburgo, Vladimir IlichLenin y George Lukács.

“El problema de la organización de un partido revolucionario no puededesarrollarse sino a partir de una teoría de la revolución. Es justamente porque larevolución se ha convertido en un problemaactual, que la cuestión de la organizaciónrevolucionaria irrumpe con una necesidadimperiosa en la conciencia de las masas y de sus intérpretes teóricos”.Georg Lukács, Historia y Conciencia de Clase

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1/ N. Poulantzas, Pouvoir politique et classes sociales p. 11. EditorialMasperó (Nota: existe una versión castellana en Ed. Siglo XXI, México).

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De esta manera resulta claro el camino seguido. Teniendo en cuenta que el objetivodefinido es siempre la derrota del capitalismo,forma dominante de la estructura social rusa,los social-demócratas contraen una alianzacon el campesinado, alianza temporal, con elfin de destruir el despotismo y liquidar las se-cuelas del feudalismo. Los distintos progra-mas agrarios de Lenin se esfuerzan por defi-nir el fundamento correcto de esta alianza.Pero la lucha contra el feudalismo y la auto-cracia no constituyen más que una etapa, noaislada, de la lucha anticapitalista, que essiempre el objetivo principal.

2. Definir el sujeto históricoEn El Cenital, Marx señala que el proceso deproducción capitalista considerado en su con-tinuidad o como proceso de reproducción, noproduce sólo mercancías, ni sólo plus-valía,sino que “produce y reproduce la relación capi -talista: por un lado el capitalista, por el otroel asalariado”. El sistema que se reproduce así mismo engendra sus propias crisis y suspropias contradicciones, y suscita puntos deruptura que pueden manifestarse bajo la forma de crisis económicas. Pero una crisiseconómica no es forzosamente revolucionaria:puede ser uno de los mecanismos de autorre-gulación del sistema, puede tener sólo unafunción “purgativa”. Después de la crisis – losstocks aumentados, las empresas arcaicas eli-minadas – la economía capitalista prosiguesobre una base saneada. Lukács insiste sobreeste aspecto de la crisis: “sólo la conciencia delproletariado Puede mostrar cómo salir de lacrisis capitalista. Mientras no se dé esta con-dición, la crisis permanece, vuelve a su puntode partida, repite la situación” 5/.

La crisis económica de una estructura social eminentemente capitalista, abre enton-

que luchan los revolucionarios rusos. En 1894esto no era evidente en absoluto. Lenin se pre-ocupó de señalarlo poniéndolo como primerpunto del proyecto de programa del POSDR:“La producción de mercancías en Rusia se des-arrolla aceleradamente, la forma de produc-ción capitalista adquiere allí una posicióncada vez más dominante” 3/.

Es si como desde los primeros años de lucha. Lenin definió cuál era el adversario quehabía que enfrentar. Esta claridad teórica servirá siempre de guía a los métodos de aná-lisis y a las decisiones tácticas. Los revolucio-narios rusos combaten el capitalismo: su estrategia en lo que a las alianzas se refiere,tiene en cuenta el desarrollo desigual de lasformas económicas presentes en la sociedadrusa: pero jamás olvidarán que la crisis queellos preparan es la del capitalismo. Los aná-lisis del joven Lenin se encuentran ya en losorígenes de su interpretación de la revoluciónrusa, en La revolución proletaria y el renega-do Kautsky: “Todo se desarrolló exactamentecomo lo habíamos previsto. El curso de la revolución confirmó la exactitud de nuestrorazonamiento. Primero, con todo el campe -sinado, contra la monarquía, contra los terra -tenientes, contra el feudalismo (y por esto larevolución no pasa de ser burguesa, democrá-tica pero burguesa). Luego, con el campesina-do pobre, con el semi-proletariado, con todoslos explotados, contra el capitalismo, incluidoslos campesinos ricos, los kulaks, los especula-dores; y la revolución se transforma por elloen socialista. Querer erigir artificialmenteuna muralla china entre la primera y la se-gunda, querer distinguirlas por otro motivoque no sea el grado de preparación del prole-tariado, significa desnaturalizar monstruosa-mente el marxismo, envilecerlo, sustituirlopor el liberalismo” 4/.

en ella. Esta distinción elemental no carecede consecuencias en el debate entre Lenin yRosa Luxemburgo.

Lenin se preocupé de definir con precisiónla naturaleza y las características dominan-tes de la formación social rusa. Hacia 1890 seconsagró a su estudio metódico, hurgando conpaciencia en las estadísticas de los zemstvos.

Desde sus primeros trabajos, Lenin definióel punte do referencia del cual dependeríantodas las variables estratégicas y tácticas, enparticular su actitud de principio sobre el pro-blema de la organiza El desarrollo del capita-lismo en Rusia es el testimonio de este enor-me trabajo, cuyas consecuencias constituyenpara el futuro el punto de referencia y el fun-damento sobre el cual Lenin se basa en todaoportunidad.

En Quienes son los amigos del pueblo, de1894, anterior a El desarrollo…, están ya fir-memente enunciadas: “La explotación de lostrabajadores en Rusia es en todo sentido capitalista, excepción hecha de los vestigios –en vías de desaparición – de la economía basada sobre el vasallaje”. Lenin extrae de dichas conclusiones todas sus consecuencias,en particular el hecho de que es imposible “en-contrar en Rusia una industria, aún a nivelartesanal, que no esté organizada según el mo-delo capitalista” 2/.

Estas conclusiones sirven desde entonces debase a toda la estrategia política: es justamen-te contra una formación social predominante-mente capitalista, y no feudal (aún cuando losvestigios feudales tenían cierta importancia),

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2/ Lenin: Œuvres, tomo 1, p. 324 y 257. Ed. de Moscú.3/ Lenin: Œuvres, tomo y, p. 20, ed. de Moscú.4/ Lenin: Œuvres, tomo 28. p. 310, ed. de Moscú.5/ Lukács: Histoire et conscience de Classe, p. 101, Ed. de Minuit(Nota: existe una versión castellana en Grijalbo que fue traducida porManuel Sacristán).

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de resolver las contradicciones de una socie-dad de ese tipo. Jamás, en las alianzas o enlos proyectos de programa olvida reafirmar elpapel independiente del proletariado. Ya en1894 dijo: “sólo los burgueses pueden olvidarque detrás de los intereses solidarios del pue-blo entero contra las instituciones medievalesy feudales, existe, en el seno de ese mismo pue-blo, un antagonismo profundo e irreductibleentre la burguesía y el proletariado”.

En la misma obra, Lenin plantea como “te-sis esencial” que “Rusia es una sociedad bur-guesa, que su forma política es un estado cla-sista, y que el único medio de poner términoa la explotación del trabajador es la lucha declases del proletariado”.

Es más, agrega que “el período del desarro-llo social de Rusia en que el liberalismo y el so-cialismo formaban una unidad indisoluble, haconcluido para siempre” 7/.

Un año más tarde, en “las tareas de los so-cialdemócratas rusos”, Lenin recuerda el prin-cipio según el cual “sólo son fuertes los quecombaten apoyándose sobre los intereses rea -les, bien comprendidos, de una clase determi-nada”. En nombre de este principio, Lenincompromete a los socialdemócratas a tenersiempre presente que el proletariado es unaclase aparte, que mañana puede encontrarseen una posición opuesta a la de sus aliados dehoy. Gracias a una definición tan precisa dela revolución a realizarse y de su sujeto teóri-co, toda confusión queda excluida de los pro-gramas; en el proyecto de 1899 Lenin propone“sostener al campesinado… en la medida enque éste es capaz de llevar adelante una lu-cha revolucionaria contra los vestigios del va-sallaje e general y contra el absolutismo enparticular”. En el mismo proyecto, insiste:“hoy, en la campaña rusa se entremezclan dosformas esenciales de la lucha de clases:

al proletariado “en sí”, dominado económica,política e ideológicamente, sino el proletaria-do “para sí”, consciente del lugar que le corres-ponde en el proceso de producción y de suspropios intereses de clase.

Esta es una de las ideas claves de Qué Ha-cer, donde Lenin distingue “espontaneidad yespontaneidad”. En la espontaneidad ve “elelemento embrionario del consciente”; nero seexpresa con poca habilidad sobre los gradosde conciencia. Distingue una espontaneidadconfusa y dominada de una espontaneidad li-berada y fecundada por las luchas de la van-guardia una experiencia espontánea de ma-sas que queda sobre el campo del sistema deuna experiencia práctica queextrae su sentidode la existencia de una vanguardia, Afirmaque la conciencia socialdemócrata sólo ruedellegar a los trabajadores desde afuera, desdelos intelectuales revolucionarios portadoresdel conocimiento y de la comprensión globaldel proceso de producción. Por sus propios me-dios, la clase obrera no puede llegar sino a laconciencia “trade-unionista”.

En la crisis revolucionaria están implícitoslos dos sujetos. El sujeto teórico porque repre-senta la condición que posibilita el nuevo orden social y el sostén de la estrategia revo-lucionaria; el sujeto político, es decir el parti-do, porque es el que elabora y adopta la tácti-ca de dicha estrategia. Lenin se obligó a ladoble tarea de definir el sujeto teórico de larevolución que preparaba yde proporcionar aésta el sujeto político capaz de encarnarla.

Definir y presentar al proletariado como laclase social investida de la misión históricarevolucionaria, es la preocupación constantede sus primeros escritos. Al mismo tiempo quecaracteriza como capitalista la formación social rusa, pone en claro, la autonomía delproletariado como clase social, la única capaz

ces una posibilidad pero no tiene una funcióndecisiva. Constituye el punto de apoyo desdedonde se puedo bosquejar un nuevo sistema,pero participando todavía de la autorregula-ción del sistema inicial. Dicha crisis puede a losumo ser el origen de una situación revolucio-naria: pero no se transforma en revolucionaria– es decir, no alcanza ese sentido – sino pormedio de un sujeto que asume la responsabi-lidad y se encarga del proceso de transforma-ción social. También sobre este aspecto Lukácsse expresa con claridad, en su réplica a todoslos fatalistas que esperan la salvación de laúltima crisis del capitalismo: “la diferenciacualitativa entre la última crisis capitalista,su crisis decisiva, y las crisis anteriores, no re-side en una simple metamorfosis de su exten-sión o de su ‘profundidad, en resumen, de sucantidad o calidad. Más bien, esta metamor-fosis se manifiesta en el hecho de que el pro-letariado deja de ser el simple objeto de la cri-sis y despliega abiertamente el antagonismoinherente a la sociedad capitalista” 6/.

La crisis afecta entonces a una formaciónsocial determinada; pero no se transforma enuna situación revolucionaria sino cuando unsujeto provoca su desenlace atacando al Esta-do, blanco estratégico, cerrojo que custodia lasrelaciones de producción, convertidas en cami-sa de fuerza para los sectores productivos. Unavez determinada la naturaleza de la revolu-ción que se avecina. Lenin se dedica a definirsu sujeto, para desatarla victoriosamente.

A este respecto, Lenin distingue cuidado -samente el sujeto teórico-histórico de la revo-lución (el proletariado como clase, que reem-plaza la forma de producción) y su sujetopolítico-práctico (la vanguardia, que reempla-za la formación social) que representa, no ya

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6/ Lukács: Ibid., p. 281.7/ Lenin: Œuvres, t. 1, pp. 273-290-294, ed. de Moscú.

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les no intervienen giro como agentes privile-giados deesta disolución de la organizaciónque lleva implícita el principio de descentra-lismo.

El problema reside en que respecto de estetema Lenin y Rosa Luxemburgo no hablen elmismo idioma; no obstante, esto no impideque ella se exprese sobre la organización detino leninista agitando la bandera inmacula-da de la “libertad” y de la “democracia” contralas posiciones “extremas” de Lenin. No cabeninguna duda de que en efecto, la organiza-ción “blanquista” preconizada por Lenin notendrá ninguna relación con las masas, ya queel “ultra centralismo” leninista la conduciráal conservadurismo, a la inhibición. Es más,la centralización acentúa, según Rosa la “esci-sión entre el empuje de las masas y las vacilaciones de la socialdemocracia” 10/ y porconsiguiente: “lo que realmente interesa esmantener viva en el partido la correcta apre-ciación política de las formas de lucha que co-rresponden a cada circunstancia, el sentidode la relatividad de cada fase de la lucha y dela necesidad de agravar las tensiones revolu-cionarias” 11/.

Esta crítica la lleva a rechazar el sistemade organización propuesto por Lenin y a con-venir un acuerdo sobre el principio de organi-zación. Además de que la separación estable-cida por ella entre centralismo y democracia,su oposición mecánica, evidencia más un hege-lianismo mal digerido que una dialéctica marxista, Rosa Luxemburgo se confundelamen tablemete al admitir el principio de organización sin aceptar el sistema. Y estoadolece de un mismo pecado; es una metafísi-ca empedrada de buenas intenciones La teoríaleninista de la organización tiene justamentela característica de que el sistema propuestoes necesariamente, lógico con relación al prin-

Esto no fue captado por Rosa Luxemburgo;y es debido a ello que su comprensión de la or-ganización no se sitúa en el mismo nivel: esmucho más trivial, a veces emocional, con fre-cuencia infra-teórica. En varias ocasiones loha demostrado la naturaleza misma de lasmetáforas que utilizó; que revelan un vitalis-mo ingenuo, un concepto naturalista de la or-ganización:

“Conteniendo las pulsaciones de un organis-mo sano, se debilita su cuerpo y se disminuyesu resistencia... Un movimiento obrero tan ple-tórico de energía…” 8/. Paralelamente, a la vi-talidad natural del movimiento obrero, oponela opacidad académica de sus direcciones:“ninguna fórmula rígida puede bastar...; elpuntero de un maestro de escuela...; el ultra-centralismo de Lenin aparece como impregna-do, no ya de un espíritu positivo y creador, sinodel espíritu estéril de un guardián. Toda suinquietud reside en controlar la actividad delpartido, pero no en fecundizarla; en restringeel movimiento más que desarrollarlo; en es-trangularlo en vez de unificarlo” 9/.

En su simplicidad entusiasta, alimentadapor la polémica contra la socialdemocraciaalemana, Rosa Luxemburgo llega al extremode desnaturalizar o tergiversar los argumen-tos de Lenin. Como lo demuestra al decirleque si quiere evitar la influencia perniciosay disolvente de lo intelectuales sobre el parti-do, con la fórmula bolchevique conseguirá locontrario de lo que en realidad es su objetivo,pues coloca al frente del partido una “corazaburocrática” compuesta por una “élite intelec-tual sedienta de poder”. En realidad, jamásfueron esos los términos del razonamiento deLenin. El no se refirió abstractamente a la in-fluencia nefasta de los intelectuales, sino alprincipio de descentralismo organizativocomo principio entorpecedor Los intelectua-

a) la lucha de los campesinos contra los terratenientes y los vestigios del vasallaje;b) la lucha del naciente proletariado rural con-tra la burguesía rural.

Para los socialdemócratas, esta segunda lu-cha es, evidentemente, la más importante,pero deben por fuerza librar la primera, en lamedida en que no contradiga los intereses deldesarrollo social”.

Es esta comprensión sólidamente adquiri-da, pacientemente elaborada, de la naturale-za de la formación social rusa y de las clasesque en ella están en juego, la que permite aLenin en sus Tesis de abril, interpretar lo queen realidad está en juego en la crisis revolucio-naria de 1917: “Lo original de la situación ac-tual en Rusia, es latransición de la primeraetapa de la revolución, que concedió el podera la burguesía como comprensión del proleta-riado, a su segunda etapa, que debe concederel poder al proletariado y a las capas más po-bres de la clase campesina”.

3. Construir el sujeto políticoEste repaso de la posición leninista podría pa-recer superfluo si no fuera que es esta posiciónla que sostiene toda la teoría leninista de laorganización. Lenin concibe los principios deorganización, refiriéndose siempre a estos aná-lisis. Estos principios definen cómo debe seruna organización que lucha contra un aparatoestatal, burgués y centralizado, con el propósi-to de destruirlo. En relación a estos principios,todo sistema de organización no puede sinoconstituir una derogación. Los principios cons-tituyen la estrategia de la organización, cuyosistema no es más que la aplicación táctica.

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8/ Rosa Luxemburgo: Marxisme contre dictature.9/ Rosa Luxemburgo: Ibid.10/ Marxisme contre dictature.11/ Ibid.

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sino contra la clase capitalista en su totalidady contra el gobierno que la sostiene” 15/.

Admite que las organizaciones socialdemó-cratas locales constituyen el fundamento detoda la actividad del partido, pero si no pasade ser la actividad de “artesanos aislados”, nopodrá llamarse “socialdemócrata” puesto queno organizará ni dirigirá la lucha de clase delproletariado.

Contra los mencheviques desde 1903, con-tra la teoría de la organización proceso desde1905, contra los liquidadores en 1907, Lenindefiende siempre estos principios, siempre lamisma idea del partido. Este es el instrumen-to por el cual la fracción conciente de la claseobrera tiene acceso en la lucha política y pre-para el enfrentamiento con el Estado burguéscentralizado, punto de apoyo de la estructurasocial capitalista.

La organización así concebida como sujetopolítico no es ya una forma pura: es el crisolde una voluntad política colectiva que se ex-presa por medio de una teoría en perpetuaevolución y un programa de lucha. La selec-ción de los militantes y el centralismo consti-tuyen, en esta concepción, dos normas funda-mentales. No por gusto sino por necesidad:una necesidad que no se llega a comprendersino confrontando la organización con su obje-tivo: la revolución.

II. La prueba de la organización en la crisis revolucionaria

1. Las tentativas de definiciónEn repetidas oportunidades, especialmente enEl fracaso de la II Internacional y en La en-fermedad infantil del comunismo, Lenin se es-forzó en definir la noción de crisis revolucio-naria. Enumera los criterios descriptivos cuyaapreciación no deja ser subjetiva; delimita una

completamente distinto, que Lema puntuali-za con claridad: “la camarada Luxemburgodice que en mi libro se manifiesta fuerte y ne-tamente la tendencia hacia un centralismo queno tiene nada en cuenta. La camarada Luxem-burgo presume así que yo defiendo un deter-minado sistema de organización contra otro.Pero la realidad es otra. A lo largo de todo el li-bro, de la primera a la última página, yo de-fiendo los principios elementales de todo siste-ma de organización del partido, sea cual fuere.Mi libro analiza la diferencia no entre un sis-tema y otro de organización, sino la forma enque se debe sostener, criticar y corregir todosistema, sin contravenir a los principios delpartido” 14/.

Una vez dilucidado el problema de sabercuál es el sujeto teórico de la revolución – noya el “pueblo” sino el proletariado – Lenin con-sagra toda su energía militante a proporcio-narle el sujeto político indispensable. Sin ce-sar se esfuerza en delimitar la vanguardia yen reagruparla en el partido socialdemócrata.Dar al proletariado el papel motor en la revo-lución era luchar contra los populistas; estosignificaba comprender la naturaleza de la re-volución sin llegar, sin embargo, a darle losmedios. Entre los que entonces admitieron elpapel histórico del proletariado, ninguno com-prendió cual era el arma que en la práctica leera necesaria para “convertirse en lo que es”:una clase.

Contra los economistas, Lenin demuestraque, espontáneamente, el proletariado no llegaa superar el terreno de la lucha económica.Afirma que “la lucha de los obreros no se trans-forma en lucha de clases sino cuando todos losrepresentantes de vanguardia del conjunto dela clase obrera de todo el país tienen concien-cia de formar una sola clase obrera y comien-zan a actuar, no ya contra tal o cual patrón,

cipio, y de este principio deriva necesariamen-te este sistema de organización.

Por lo tanto, es evidente que toda critica so-bre el “sistema” lleva el sello de un desacuer-do sobre el principio de organización, des-acuerdo que existe entre Rosa Luxemburgo yLenin. El hecho es que Rosa, lógica consigomisma, plantea el problema del partido enfunción de un análisis propio de la sociedadcapitalista. Según ella, el capitalismo se diri-ge inevitablemente hacia la catástrofe. Lascontradicciones, que se agravan sin cesar, enbeneficio de “una ínfima minoría de la burgue-sía reinante” 12/ hacen que, por una parte, elproletariado sea espontáneamente revolucio-nario y por otra que su partido sea “el puntode reunión organizador” 13/ de todas las capassociales que esta evolución pone en movimien-to contra la burguesía.

Dentro de esta problemática – clase revolu-cionaria orgánicamente determinada contraclase reaccionaria –, el partido es el productde la crisis revolucionaria y no un elementonecesario, como lo demuestra Lenin, en el con-texto de la formación social capitalista. Es asícomo esta imagen simple y tragica del capita-lismo conduce a Rosa a sobreestimar el movi-miento de masas y a subestimar la necesidady el papel del partido en el sistema capitalistala lleva a abitar un empirismo organizativo in-sensato, y a relativizar la cuestión de la orga-nización circunscribiendo las tesis leninistasal caso particular de Rusia: “en Rusia se tratade una primera tentativa; es dudoso que unestatuto Pueda pretender la infalibilidad: esnecesario que antes experimente la prueba defuego”. Rosa no comprende que se trata de algo

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12/ Ibid.13/ Marxisme contre dictature.14/ Lenin: Qeuvres, tomo VII, p. 494, Ed. de Moscú.15/ Lenin: Œuvres, tomo IV, p. i7, Ed. de Moscú.

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tarse como una acumulación fluida de indivi-duos, sino como un cuerpo constituido, cohe-rente, con un peso suficiente como para que-dar atravesado en el camino de la burguesía.Ella deja de ser una simple pieza que ocupauna casilla vacía en el tablero político; su solapresencia modifica toda la relación de las fuer-zas. Si un simple peón puede hacer esto, conmayor razón lo podrá hacer un rey.

2. La crisis revolucionaria como criterio de verdadLa crisis revolucionaria ilumina con una luznueva la lucha de clases y vuelve a dar a susprotagonistas su justo valor. Entre los desga-rramientos de la crisis, se vislumbra fugaz-mente la verdad: “la guerra abate y desgarraa muchos hombres, y engaña o ilumina a otros,como lo hace por otra parte toda crisis en lavida de un hombre o en la historia de un pue-blo” (Lenin).

a) Para la organizaciónLenin recuerda en toda ocasión que la social-democracia es la fusión del movimiento obre-ro y del socialismo. “Separado de la socialde-mocracia el movimiento obrero degenera y seaburguesa. Se podría agregar que, separadode las luchas obreras, el socialismo pierde piéy también se aburguesa; él toma de ellas el“instinto” de clase revolucionaria. El partidoconstituye un puente entre la conciencia inci-piente del proletariado y el papel que le estáteóricamente asignado. El es el intermediarionecesario entre el concepto de clase obrera ysu realización práctica, alienada en la socie-dad capitalista. Es por esta razón que “la ta-rea del partido no es imaginar nuevos méto-dos de ayuda a los obreros, sino apoyarlos enlas luchas en las que ya están empeñados (…)desarrollar su conciencia de clase”.

garantías, la intervención de un último factor,que unifique los otros y concrete su interac-ción, disminuye los riesgos. Trotsky consideraesta intervención como la condición última enorden, pero no en importancia, para la conquis-ta del poder: “el partido revolucionario cornovanguardia y participe de la clase”. Lenin, porsu parte, hace de esta última condición el pun-to de diferenciación entre la situación revolu-cionaria y la crisis revolucionaria, que soloexiste en el caso en que a todos los cambios ob-jetivos enunciados se agregue un cambio sub-jetivo, a saber: “la capacidad de la clase revolu-cionaria de llevar a cabo acciones de masa losuficientemente ‘vigorosas como para debilitaral gobierno, cuya caída no se producirá jamás,aún en época de crisis, si no se la provoca”.

De esta, manera, la organización revolucio-naria supera los tanteos de los diferentes cri-terios, los enlaza y unifica, constituyéndo ensu punto de intersección y eliminando la yux-taposición La debilidad de la clase dominante,la adhesión de las clases medias, y la impa-ciencia de las bases, representan su fuerza. Lacondición para el éxito de la crisis no resideya en uno u otro de los elementos objetivos,sino en el corazón mismo del sujeto que lossintetiza absorbiéndolos. El nudo de la cues-tión no está más en la diversidad imposiblede medir que bosqueja la situación revolucio-naria, sino en la organización que unifica estadiversidad y la supera.

Gracias a la organización, el proletariadodeja de ser un dato más, cuyas variacionesprevé el cálculo burgués de las probabilidades,para convertirse en una voluntad que se ex-presa; no es más un simple objeto en el cam-po social; es un sujeto, un desconocido que hi-poteca para siempre los planes de la clasedominante. Para jugar realmente este papel,la organización revolucionaria no debe presen-

noción más que fundar un concepto. Estos cri-terios los enumera por primera vez en el fra-caso; allí Lenin se empeña en definir los “indi-cios de una situación revolucionaria”:a) la imposibilidad para las clases dominan-tes de conservar el poder bajo una forma in-variable; ...las bases no quieren vivir máscomo antes, y las clases altas ya no lo puedenhacer;b) la agravación al máximo de las condicionesde angustia y miseria, en que viven las clasesoprimidas;c) La acentuación de la actividad de las ma-sas”.

Lenin estimó también “el conjunto de loscambios objetivos que constituyen una situa-ción revolucionaria”. El impresionismo no estáexcluido de la apreciación de una situación re-volucionaria así definida, tanto menos que loscriterios enunciados no deben considerarseaisladamente, sino en su interdependenciapues ellos se condicionan recíprocamente. EnLa enfermedad infantil, Lenin insiste más,como segundo criterio, en la adhesión de lasclases medias al proletariado. Esta adhesiónno debe considerarse como un fenómeno en sí,sino en su relación con otros fenómenos nece-sarios: la adhesión de las clases intermedias,es tanto o más resuelta cuanto mas determi-nado se encuentra el proletariado en su lucha.La definición leninista de la situación revolu-cionaria hace Intervenir, por lo tanto, un jue-go de elementos en interacción compleja y va-riable, al que no se podría aplicar un análisisrigurosamente objetivo. La posición de Trotskyen La historia de la revolución rusaes análo-ga; allí adopta los criterios leninistas insistien-do explícitamente sobre “la reciprocidad con-dicional de las premisas”.

Si la estimación objetiva de una situaciónrevolucionaria no parece ofrecer demasiadas

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diciones para la estabilidad necesaria –. Nopuede constituirse en un cuerpo absolutamen-te extraño al sistema. En su propio seno librasiempre una lucha permanente contra las des-viaciones oportunistas, es decir, contra la “he-rencia del capitalismo”.

En sus luchas cotidianas, aún sus victoriasson frutos amargos; cada terreno conquistado“se transforma al mismo tiempo en un bastióncontra los progresos ulteriores de mayor en-vergadura”.

En realidad la organización no es nuncauna hoja inmaculada de acero templado. Esmás bien diferencial. Esta ocupa el lugar quele corresponde que es el que separa la clase,como sujeto teórico, de su espontaneidad prác-tica y dominada. El principio del centralismodemocrático es el signo de esta posición con-tradictoria de la organización enraizada en elsistema que debe destruir y superar. El cen-tralismo democrático es la expresión concilia-dora y a la vez contradictoria de la adaptaciónde la espontaneidad revolucionaria (de los mi-litantes’ en la red centralizada de la organi-zación. También es evidente que jamás la co-hesión de la organización revolucionaria estal como para permitirse atravesar sin dificul-tad la crisis, como si se tratara de un cuerpohomogéneo. La crisis revolucionaria no afec-ta sólo el sistema que hace bambolear, sinotambién a la organización que allí se ha cons-tituido. La crisis es para la organización lahora del gran examen y del ajuste de cuentas.

El partido bolchevique no se libró de esteproceso: los artículos publicados por Zinóvievy Kamenev contra la insurrección empujan aLenin a pedir su exclusión en el otoño de 1917:en abril Lenin era minoría contra el ComitéCentral. La crisis revolucionaria actúa sobrela organización como un revelador; descubresus defectos y delimita la fracción capaz de

amplitud. Ella se remonta a la situación mis-ma de la organización revolucionaria en la sociedad capitalista: la defensa de los privile-gios o el contagio de las costumbres parlamen-tarias no bastan para explicar el oportunismo.Rebusca el origen de las transformaciones dela organización en una contradicción funda-mental que expresa en varias oportunidades,por ejemplo, en Marxismo contra Dictadu-ra: “El movimiento universal del proletariadocomo lucha por su emancipación integral esun proceso cuya particularidad reside en que,por primera vez desde que la sociedad envile-cida existe, las masas hacen valer su voluntadconcientemente, contra todas las clases gober-nantes, mientras que en realidad la realiza-ción de esta voluntad no es posible sino exce-diendo los límites sociales en vigor. Ahora bien,las masas no pueden adquirir y fortalecer estavoluntad sino por medio de la lucha contra elorden constituido, es decir, dentro de los lími-tes de este orden. Por una parte, la masa delpueblo, por la otra, una finalidad ubicada másallá del orden social existente; por una parte lalucha cotidiana y por otra parte la revolución,tales los términos de la contradicción”.

En Reforma y Revolución, señala los dosriesgos que corre el movimiento socialdemó-crata: “…entre renunciar a la condición demasa y renunciar al propósito final, entre recaer al estado de secta y volcarse hacia elmovimiento reformista burgués, entre la anar-quía y el oportunismo”.

De esto resulta, en el seno de la organiza-ción, revolucionaria, la existencia de corrien-tes rivales, una fiel a la revolución, las otrasexpuestas a tentaciones sectarias u oportunis-tas. Es así como la organización revoluciona-ria no debe solamente fortificarse para el ata-que – puesto que en esta perspectiva ciertaforma de conservadorismo es una de las con-

La tarea del partido es atender adecuada-mente los dos polos entre los cuales trabaja:la comprensión teórica del proceso de produc-ción, del papel del proletariado, es decir, de larevolución, por una parte, y el contacto direc-to con las luchas cotidianas de los obreros porla otra. En este doble apoyo, el partido basasu estrategia. Además de ser “la encarnaciónvisible de la conciencia de clase del proletaria-do”, el partido es el testimonio vivo de la bre-cha que existe entre el papel teórico del prole-tariado y su conciencia mistificada por laideología dominante.

Así concebida, la organización no es un dia-mante puro, del mismo modo que la teoría noes una ciencia pura. La organización absorbelas contradicciones del sistema en el cual estáenraizada. Una prueba de ello es el fenómenodel oportunismo en la Segunda Internacional.Las tesis de Lenin y de Rosa Luxemburgo so-bre el análisis de las bases sociales de esteoportunismo coinciden ampliamente. Ambosinsisten sobre el legalismo parlamentario delos largos períodos de paz relativa, el cual pro-voca la aparición de una capa de representan-tes profesionales de la clase obrera, con ambi-ciones ministeriales y sensibles a los devaneosde la burguesía. Este grupo político se apoyasobre la aristocracia obrera y la pequeña bur-guesía intelectual, cebadas con las migajas delos pillajes coloniales.

Pero Rosa Luxemburgo desarrolla un razo-namiento mucho más sutil que hace a la exis-tencia misma de la organización: el fenómenodel conservadorismo. Lenin había ya entrevis-to este fenómeno en El fracaso, pero sin llegara su desarrollo teórico: “Los partidos grandesy fuertes han tenido miedo de ver sus organiza-ciones disueltas, sus cajas saqueadas, sus di-rigentes arrestados”. Rosa va mucho más le-jos para captar el problema en toda su

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termedias. Durante la crisis, la formación so-cial tiende asintóticamente hacia su forma deproducción dominante, que constituye su vela-da verdad. En La acumulación del capital,Rosa Luxemburgo insiste en que el desarro-llo del capitalismo entraña la desintegraciónde las clases y capas intermedias. Cuanto másla formación social capitalista elimina los ves-tigios del feudalismo, mayor es su tendenciahacia la forma de producción capitalista – mo-delo abstracto concebido por Marx – y más di-cha desintegración toma características impe-tuosas. De la estructura aparentemente sólidade la sociedad burguesa, se separan capascada vez más importantes, desencadenandomovimientos que pueden acelerar, por la vio-lencia con la cual estallan, el hundimiento dela burguesía. La crisis revolucionaria acelerael proceso, destaca las contradicciones, dejan-do frente a frente sólo al proletariado y a laburguesa, al capital y al asalariado, tal comoMarx los había teóricamente distinguido, esdecir, como los dos polos necesarios e irreduc-tiblemente antagónicos de la forma de produc-ción capitalista.

Este es el motivo por el cual, al desencade-narse la crisis, la formación social tiende a reducirse a su modo de producción dominante.

Una vez estudiadas con precisión las leccio-nes de 1905, Lenin repite constantemente que“Los Soviets constituyen un nuevo aparato deEstado”. Ataca con violencia a Martov, quienacepta los consejos como órganos de combate,pero sin reconocerles la misión de convertir-se en aparato de Estado. Durante la crisis, semodifican las relaciones entre la vanguardiay los rusos. El proletariado llega violentamen-te a tomar con ciencia de su condición. En elcurso de la crisis las masas aprenden en po-cas horas más de lo que pudieron aprender enveinte años. Su espontaneidad dominada y

de un enfoque teórico no deja sin embargo derecurrir al correctivo de la imaginación revo-lucionaria; él encuentra allí otro puente, sibien menos racional en su arquitectura queel que le proporciona la teoría. Con todo, en-tre la ideología y la verdad, el camino de lafantasía corre a veces paralelo al de la teoríay revela la existencia de atajos no previstospor un trazado riguroso. Esta es una imagende Lenin muy diferente a la del pedagogo aus-tero y frío que se complacía en desairar a RosaLuxemburgo.

“Es necesario soñar!” “Es necesario soñar” re-pite Lenin, y traza en pocas líneas el cuadro bur-lesco de las barbitas y de los monóculo parla-mentarios, agrediendo a Rosa por estaincongruencia. El evoca a los Martinov y a losKritchevsk que lo perseguían con sus ataques:“¿tiene un marxista derecho a soñar?” El les res-ponde con una extensa cita sobre la dialécticafecunda del sueño y la realidad, para concluir:“de sueños de este tipo hay desgraciadamentedemasiado pocos en nuestra organización!”

Del mismo modo que la crisis revoluciona-ria es la hora de la verdad para la organiza-ción, así también ella es la hora de la verdadpara la teoría. Queda por saber el porqué.

c) Para la formación socialHemos indicado que la crisis revolucionariano afecta la forma de producción sino la for-mación social. Las contradicciones de la estructura de la forma de producción consti-tuyen el resorte de dicha crisis. El segundo cri-terio leninista de la situación revolucionariademuestra que la crisis es en realidad la cri-sis de la formación social. Mediante la adhe-sión de las capas medias al proletariado, la es-tructura social reabsorbe la superposición delas formas de producción, cuya consecuenciaes, justamente, la existencia de esas capas in-

concluir la crisis por medio de la revolución.Sirve de patrón, sobre el cual se bosqueja la or-ganización provisoria, ajustándose a la magni-tud de su tarea histórica. Es por esta razónque en 1905, Lenin abre de par en par laspuertas del partido...

b) Para la teoríaAsí como la organización no es de acero puro,la teoría no es una ciencia pura. En los perío-dos de estancamiento revolucionario apare-cen, en el movimiento obrero, tendencias cien-tificistas. Sería riesgoso considerar que lateoría dice la verdad, claramente y excedien-do los alcances de la historia. Lenin se de-muestra más prudente después de la insurrec-ción de 1905: “La práctica, corno siempresupera a la teoría”; lo cual no le impide recor-dar constantemente que “la teoría de Marx espoderosa porque supera a la verdadera” 16/.

Entendemos entonces que en “como siem-pre”... debió precisar: en época de crisis. La teoría es también el signo de una diferenciaentre la ideología y una verdad hipotética. Esdel orden de la “verdad relativa” que Lenintoma de Engels. Durante la crisis revoluciona-ria se revela la ruptura entre ideología y ver-dad, hasta allí intrincadamente mezclada y lateoría pasa a ser “el criterio de la práctica”.

La teoría es entonces una medida posiblepor esa ruptura entre verdad e ideología; perono es la única que puede volver a ligarlas deun salto. Si bien representa un medio paracontener el conservadorismo organizativo unateoría tomada demasiado seriamente, que pre-tende forzar a la historia a colocarse en losmoldes que ella misma le destina, no deja deconstituir, llevada al extremo, un peligro.

Este es el motivo por el que Lenin, aúncuando ataca a priori cualquier problema des-

816/ Lenin: Œuvres, tomo XI. p. 172, Ed. de Moscú.

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frecuencia al problema del partido revolucio-nario. En su mayor parte para sugerir inno-vaciones, proponiendo “un tipo nuevo de par-tido”, o más simplemente para denunciar elanacronismo del Partido abandonado a la pa-noplia anticuada del bolcheviquismo.

En realidad, so pretexto de la novedad y dela actualidad, se trata de un viejo problema delmovimiento obrero que vuelve a aparecer. ¿Quédicen hoy los innovadores en la materia? El edi-torial de Temps Modernes de mayo-junio del 68asigna como única función al aparato del par-tido “coordinar las actividades de los dirigen-tes locales por medio de una red de comunica-ciones e informaciones; elaborar perspectivasgenerales…“ En cuanto a Glucksmann, descom-puso las diversas funciones del partido (teóricapolítica y económica). El afirma que unmovi-miento revolucionario “no tiene necesidad deorganizarse como un segundo aparato de esta-do, su tarea no consiste en dirigir sino en coor-dinar...” La afirmación es, o bien una falacia,ya que el partido no debe erigirse jamás en apa-rato de estado, o bien un error, ya que la claseen lucha debe mirar a la constitución de unadualidad de poder, a la creación d sus propiosórganos de poder centralizado, su propio esta-do. El término, mal definido, de movimiento re-volucionario, conserva la ambigüedad; se llegaasí a una concepción de la organización en lacual son necesarios los centros, “no para hacerla revolución, sino para coordinarla”, y donde elrol de los “estados mayores” se esfuma en pro-vecho de los “equipos de trabajo formados porlos especialistas”.

Algunos grupos fundamentan esta renun-cia al partido de “tipo leninista” en el hechode que la ideología dominante, en escala mun-dial, no sería más la de la burguesía, sino ladel proletariado. La revolución china, en par-ticular, habría invertido la relación de fuerzas

dar razón de todas las imágenes y metáforasmarxistas referentes a los trabajos ocultos, en-tre las cuales “el viejo topo” es la más célebre.De aquí que la percepción de la sociedad osci-la entre dos alcances. El primero es descripti-vo, recuenta y registra los fenómenos sociales,compara las reivindicaciones y los resultadoselectorales de los partidos. El segundo es deorden estratégico; no se limita a alinear lasclases sino que indaga, más allá de las apa-riencias, en sus conflictos profundos y decisi-vos “La estadística, dice Glucksmann, encuen-tra su clave en la lucha de clases, pero no a lainversa”. Para proseguir con una expresiónanáloga propia de Lenin podemos decir quela política reemplaza a la aritmética por el ál-gebra, usa las matemáticas superiores másque las elementales. Los burócratas se obsti-nan en repetir que tres es más que dos, peroen su ceguera electoralista no alcanzan a verque “en las viejas formaciones del movimien-to socialista se integré una sustancia nueva;es así como aparece un nuevo signo, el signomenos, delante de las cifras, mientras los sa-bios continúan persuadiéndose que menostres es más que menos dos” 17/.

Esta algebraización en el momento de la lu-cha de clases que de por sí da acceso a la es-trategia, es característica del campo político.La crisis revolucionaria se diferencia de lasimple crisis económica purgativa del siste-ma, en que ella es de orden político. Es dentrode este orden que se establece sólidamente lateoría leninista de la organización.

III. La organización como vía, de acceso a la política

1. Los problemas posteriores a mayoLas discusiones que sucedieron a los aconteci-mientos de mayo del 68 se refieren con

mistificada se transforma en espontaneidadrevolucionaria, fertilizada por la actividad dela vanguardia. Son los Soviets, “la formaciónmás pujante del Frente Único Obrero”(Trotsky), y no el partido, los órganos del po-der de la clase proletaria. Contrariamente alo que creen los ultraizquierdistas, y a diferen-cia del partido y del sindicato, los consejos noson una organización permanente de la clase.Su concreta posibilidad de existencia superael contexto de la sociedad burguesa, y su solapresencia significa, de por sí, la lucha por latoma del poder, es decir, la guerra civil.

La crisis revolucionaria constituye enton-ces el punto de ruptura donde el proletariadoirrumpe realmente en la historia en su cali-dad de clase, donde “las masas toman en susmanos su propio destino” y comienzan a des-empeñar el papel principal. Este es el motivopor el cual durante la crisis revolucionaria laformación social tiende a coincidir con sumodo de producción dominante, y la organiza-ción y la teoría sufren la prueba de la prácti-ca frente al proletariado que, por primera pez,se conmueve y se expresa como clase. Sin com-prender el carácter específico de la crisis re-volucionaria, la teoría de la organización seextravía y delira. No siempre Rosa Luxembur-go se sustrae a este delirio.

La crisis actúa como un catalizador por elcual se ponen de manifiesto las diferencias:“La importancia de las crisis, escribe Lenin,reside en el hecho de que manifiestan lo quehasta ese momento se mantenía latente, re-chazando todo lo secundario y superficial, sa-cudiendo el polvo de la política, poniendo aldesnudo las causas verdaderas de la lucha declases, tal como ella se despliega en la reali-dad”. Basta este doble fondo, revelado por lairrupción violenta de procesos latentes, para

917/ Lenin: Œuvres, tomo XXXI, p. 99, Ed. de Moscú.

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momentos necesarios en el proceso de realiza-ción del concepto. De aquí resulta, con enteraevidencia, el papel totalmente secundario quejuega la organización de vanguardia: “el úni-co sujeto al cual incumbe hoy el papel directi-vo es el no colectivo de la clase obrera, que re-clama resueltamente el derecho de cometerella misma los errores.

b) Confusión de lo teórico u lo políticoEsta concepción cripto-hegeliana de la histo-ria se manifiesta bajo otro aspecto. Rosa Luxemburgo señala en La acumulación delCapital una depuración progresiva de la for-mación social que hace visible la forma de pro-ducción. Y constata una polsriación crecientede las clases alrededor de la burguesía y delproletariado. De esta evolución ella deduce di-rectamente el desarrollo de la conciencia delas clases enfrentadas.

Confunde así el nivel teórico de análisis y elnivel político, al deducir el segundo del prime-ro: es lo que Lukács llama la sobrestimacióndel carácter “orgánico” de las luchas de clases.Si la formación social coincide con la forma deproducción, la política, se disuelve en la teo-ría, la táctica en las estanterías. En la épocadel imperialismo no hay más guerras de libe-ración nacional; en la época de la revoluciónproletaria no hay concesiones hacia el campe-sinado. En realidad, allí está la dimensión po-lítica que falta a Rosa Luxemburgo. Ella creeen el “refuerzo creciente de la conciencia declase del proletariado”; existiría una evolucióngradual de la conciencia de clase, durante lacual la autonomía organizativa del partidosólo es necesaria en un momento dado dentrodel proceso de desalienación del proletariado(el tiempo que este último necesita para per-cibir el papel histórico que encarna).

A causa de esta confusión de niveles, Rosa

pudiendo más pretender la dirección, se con-tenta con ser el simple intérprete de las aspi-raciones del proletariado.

2. Los errores del luxernburguismo a) El pecado de hegelianismoEn resumen: debido al desarrollo histórico delproletariado, la clase en sí se transformaráprogresivamente en la clase para sí; el sujetoteórico de la revolución tenderá a coincidir consu sujeto político. Esta tesis se basa sobre laproblemática hegeliana del en sí y del para sí.La definición de Marx respecto de esta tesis esla que Poulantzas califica como histérico-ge-nética: masa indiferenciada en sus comienzos,la clase social se organizará como clase en sípara llegar a clase para sí. Esta problemáticacomete el error de concebir la clase como suje-to práctico de la historia. El autodesarrollohistórico de la conciencia de clase anuló el pa-pel del partido. Ahora bien, según Poulantzas,“si la clase es realmente un concepto, éste noindica una realidad que pueda ser ubicada enlas estructuras”. Dicho de otra manera, la po-lítica, que es el orden al que pertenece el par-tido, es irreductible en lo social: la clase, comoconcepto, permanece como sujeto teórico y nopráctico de la historia; la mediación del parti-do, por la cual ella tiene acceso a la política,le sigue siendo indispensable.

La posición de Rosa Luxemburgo no es cla-ra, su vocabulario y su sintaxis traicionan confrecuencia al hegelianismo, como lo hace jus-tamente notar Robert París en su prefacio a laRevolución Rusa. En el curso de la historia, elconcepto de proletariado, inicialmente aliena-do, se realiza progresivamente. Por lo tanto,la revolución se plantea como un sujeto ocul-to, y las alternativas de la lucha de clases noson más que sus manifestaciones. Cada derro-ta, cada error, cada revés, se interpretan como

de modo tal que es el proletariado el que encie-rra y asedia a la burguesía 18/ en resumen, laideología proletaria es ahora la que domina,lo que hace superfluo la delimitación estrictade la vanguardia. Es la hora del intercambioentre diversas corrientes de vanguardia quecomparten desde el principio una ideologíamarxista ambiental. En realidad, todas estashipótesis renuevan una problemática de lacual Rossana Rossanda, en su artículo deTemps Modernes, se revela como lúcida intér-prete: “El centro de gravedad se des plaza delas fuerzas políticas a las fuerzas sociales”.

Una de las sistematizaciones más riguro-sas de esta problemática es debida a ArthurRosenberg (Historia de bolchevismo), paraquien la teoría del partido es función del es-tado de desarrollo del proletariado. En la épo-ca en que el proletariado estaba débilmentedesarrollado, un puñado de intelectuales fun-da organizaciones conspirativas reducidas, in-térpretes de la conciencia de clase del prole-tariado todavía somnoliento. Así es el caso deMarx y Engels, que en algunas oportunidadesconsideraron que el partido se limitaba a suspropias personas físicas. Según Rosenberg, Le-nin adopté para Rusia, cuyo proletariado esta-ba aún débilmente desarrollado, el mismo tipode partido. En una etapa ulterior, el proletaria-do, desarrollado como consecuencia del augede la gran industria, se apropia de la teoríamarxista y se compenetra con ella, pero las or-ganizaciones copian de ella la justificación desu propia existencia y de las luchas reivindi-cativas básicas que llevan a cabo; es la épocade la II Internacional. Por último, en un tercerperíodo, el proletariado, educado por sus lu-chas, se convierte en clase revolucionaria; elpapel del partido se encuentra disminuido: no

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18/ Cf. el artículo de los militantes de los C. A. Vincennes-Sorbona: Aprés mai, Ed. Masperó, pp. 21, 23 y 28.

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estatutos tiene por finalidad la distinción cla-ra y neta entre clase y partido. La amplia di-fusión de la afiliación al partido “comportauna idea de desorganización,la confusión dela clase y del partido”.

Más adelante, Lenin retorna la fórmula uti-lizada por Martov, según la cual “el partido esel intérprete consciente de un proceso incon-ciente”, para concluir: “esto está bien porquees un error querer que cada huelguista pue-da titularse miembro del partido; puesto quesi cada huelga no fuera la expresión simple yespontánea de un poderoso instinto de clase,sino la expresión conciente del proceso que lle-va a la revolución social., entonces nuestropartido se identifica inmediatamente de unsolo golpe, con toda la clase obrera, y en con-secuencia terminaría de un solo golpe contoda la sociedad burguesa”. Sólo en la crisisrevolucionaria el partido y la clase tienden afusionarse, porque en ese momento la clasetoma parte en forma masiva en la lucha polí-tica. El partido es el instrumento por el cualla clase revolucionaria mantiene su presenciaen el nivel político como una amenaza perma-nente para la burguesa y su estado. Pero lacrisis revolucionaria, al abrir el campo políti-co a la clase como tal, transforma cualitativa-mente la vida política. Es por ello que las or-ganizaciones ven llegar a la crisis como suprueba de fuego, y que en la crisis, la prácticatiene prioridad sobre la teoría.

La política leninista se instaura en esta re-lación dialéctica entre clase y partido. Ningu-no de los dos términos es reducible al otro. Losque minimizan el papel de la organización nola conciben sino en función de coyunturas pre-cisas, del mismo modo que los que proponennormas organizativas diferentes para los pe-ríodos de legalidad e ilegalidad, Lenin la con-cibió de una manera diferente, determinando

lógica, en plantear la organización como unproducto histórico: “también en el movimien-to socialdemócrata, la organización es un pro-ductohistórico de la lucha de clases en el cualla socialdemocracia simplemente introduce laconciencia política”. En otra oportunidad elladefinió la socialdemocracia como “el movimien-to propio de la clase obrera”. Insistiendo sobrela agresión de las contradicciones del capita-lismo, y confiando en el proletariado y en suespontaneidad revolucionaria, ella sólo conci-be la organización como la confirmación delestado de desarrollo de la clase, y como elagente susceptible de catalizar su condensa-ción. En esta perspectiva, la dimensión orga-nizativa no tiene densidad. Definir la social-democracia como el movimiento propio de laclase, revela una concepción mecanicista másque política. Si los bolcheviques hubieranadoptado semejante concepción, habrían teni-do que esperar la autorización del Congresode los Soviets para desencadenar la insurrec-ción. Sin embargo, sólo la vanguardia organi-zada podía comprender que la fecha de la in-surrección debía anticiparse al congreso ydesencadenarla efectivamente.

Todos los esfuerzos de Lenin en materia deorganización están, precisamente, consagra-dos a evitar la confusión entre el partido y laclase. En el ¿Qué Hacer? él insiste sobre el he-cho de que el movimiento puramente obreroes incapaz de elaborar por sí mismo una ide-ología independiente, y que todo empequeñe-cimiento de la ideología socialista implica unfortalecimiento de la ideología burguesa; que“el desarrollo espontáneo del movimiento obre-ro termina por subordinarlo a la misma”, loque significa “la dominación ideológica de losobreros por la burguesía”. Más precisamente,en Un paso adelante, dos pasos atrás, toda ladiscusión con Martov sobre el párrafo 1 de los

Luxemburgo subestima los factores políticose ideológicos y su función. No es suficiente quelas clases estén polarizadas al extremo paraque sus intereses revolucionarios se expresenespontáneamente; ellas pueden permaneceraún mucho tiempo bao el encanto de la ideo-logía burguesa, cuya función es, precisamente,enmascarar las relaciones de producción. Sólola crisis revolucionaria disuelve esta ideolo-gía y pone al descubierto los mecanismos. Enla crisis, la ideología burguesa revela su des-nudez; los intentos autojustificativos de la bur-guesía, y las tentativas para hipostasiar lahistoria terminan en el fracaso. En mayo, laburguesía francesa sólo tiene como disfraz lamediocridad de las ampulosidades académi-cas, y la prosa gris y brutalmente reacciona-ria de un Papillón. Pero si ella consigue man-tenerse en el poder después de la crisis, sepresenta con una nueva fachada, y vuelve aponer en acción sus mecanismos de seducciónideológica, que actúan como un disolvente dela cohesión de la clase obrera.

Quienes hoy hacen de los sucesos de mayoun acta de nacimiento (de la espontaneidadrevolucionaria del proletariado que sucede asu espontaneidad dominada), no hacen másque extrapolar un momento político preciso:el de la crisis revolucionaria Ellos teorizan supropia sorpresa y su propia maravilla, tantomás grandes porque no imaginaban la posibi-lidad de una crisis semejante. Al hacer esto,dejan el terreno de la política para entrar enel de la nieta política, posición que los acercaa la de Rosa Luxemburgo.

c) La teoría de la organización-procesoLa teoría luxemburguesa de la organización-proceso es la consecuencia de los residuos delhegelianismo y de la confusión de lo teóricocon lo político. Rosa se obstinará, fuera de toda

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El corrige la Rabotchaiü Myal para quien“lo político sigue siempre a lo económico”; élfustiga el Rabotchéje Dielo que “deduce los ob-jetivos políticos de las luchas económicas”.

Pero más allá de esta posición, Lenin, másque definirlo, habla de lo político. En realidad,el terreno político no se forma de golpe, sinoque se constituye con la estructuración de lasmismas fuerzas políticas. Es por eso que “laexpresión más vigorosa, más completa, y laque mejor define la lucha de clases políticas esla lucha de los partidos”. Por medio de esta lu-cha cuyo objetivo es el Estado, se instaura laespecificidad de lo político, que es el punto enque irrumpe la crisis revolucionaria.

Esta especificidad permite definir el sujetopolítico con mayor precisión excluyendo tododeterminismo riguroso de la economía. Leninpermanece siempre vigilante al papel originalque pueden desempeñar ciertas fuerzas polí-ticas, sin proporción, a veces, con sus verdade-ras bases sociales. Este papel no depende sólode las raíces sociales sino también del lugarocupado en la estructuración específica delcampo político. De esta manera resulta com-prensible, con total ortodoxia leninista y sinrecurrir a extrapolaciones sociológicas, el pa-pel jugado en mayo por los estudiantes. En unartículo sobre Las tareas de la juventud revo-lucionaria, Lenin ya determinaba que: “La di-visión en clases es con toda seguridad el cimiento más profundo de la agrupación polí-tica; evidentemente es siempre esta divisiónde clases que al fin de cuentas determina estaagrupación. Pero éste al fin de cuentas lo establece la lucha política sola”.

Así resulta que, contrariamente a todo fa-talismo, la iniciativa del sujeto político contri-buye al desencadenamiento de una, crisis revolucionaria cuyo desenlace aún dependeen parte de él. La lección correlativa es que la

el hecho de que en una formación social capi-talista, no habría clase “para sí” como realidadsino sólo como proyecto, si no fuera por la me-diación del partido. Lukács lo destacaba vigoro-samente en su artículo sobre Lenin: “sería for-jar vanas ilusiones contrarias a la verdadhistórica, imaginar que la conciencia de la cla-se, genuina y susceptible de conducir a ésta ala toma del poder, pueda nacer en el seno delproletariado, sin choques ni regresión, como siel proletariado pidiera ideológicamente compe-netrarse poco a poco de as vocación revolucio-naria según una línea clasista”. Por otra parte,esta es la razón por la cual la crisis revolucio-naria, según la misma Rosa Luxemburgo, nose produce nunca demasiado pronto y siempredemasiado pronto. Nunca demasiado prontoporque las premisas económicas y la existen-cia del proletariado están necesariamente reu-nidas; siempre demasiado pronto porque laspremisas políticas y la plena conciencia de sídel proletariado no está nunca cumplidas total-mente. Así resulta que el partido pueda estararmado para derrocar al estado burgués, peroesto no le basta para afrontar las responsabili-dades posteriores a la crisis.

3. La especificidad de lo político¿En qué consiste para Lenin la lucha políticasobre la que insiste incesantemente? Antetodo, él se empeña en explicar qué no es: “Esinexacto afirmar que la realización de la liber-tad política es tan necesaria al proletariadocomo el aumento de los salarios... Su necesi-dad es de otro orden, no es la misma, es de unorden mucho más complejo”. Este es el cam-po del álgebra al que se refirió en un pasajeanterior. Sin cesar, Lenin lucha contra la re-ducción del orden político al orden económico,contra todo lo que pueda restar interés a lalucha de clases.

así una continuidad de los principiosorgani-zativos relativos a la tarea del partido: la lu-cha por el derrocamiento del estado burgués,punto de apoyo de la formación social capita-lista Este objetivo sitúa también al partido enel orden de lo político; es el Estado, como regu-lador de las relaciones de producción, lo queestá fundamentalmente en juego en la luchapolítica, En este contexto invariante, el parti-do dispone de un margen de adaptación en loque respecta a sus tareas inmediatas, peronunca está definido en relación a estas, sinosiempre en función de su tarea fundamental.

Toda revisión de los principios leninistas dela organización procede, en uno u otro aspec-to, de un deslizamiento fuera del campo polí-tico, mientras que en realidad es sólo en estecampo que se arman y se enfrentan los prota-gonista de la crisis revolucionaria y donde seencuentra su objetivo: el Estado. Rosa Luxem-burgo ilustra con frecuencia su concepción dela evolución histórica del proletariado por unpasaje de la inconciente a lo conciente; “lo in-conciente precede a lo conciente y la lógica delproceso histórico objetivo precede a la lógicasubjetiva de sus protagonistas”. En realidad,más allá del esquema simplista del concientey el inconciente concebidos como atributos res-pectivos del partido y la clase, la problemáti-ca leninista alcanza la reinterpretación freudiana donde la oposición conciente-incon-ciente está sustituida por la oposición “yo co-herente” ”elementos rechazados”, en la que elinconciente es un atributo común a los dos tér-minos. De esta manera, en la problemática le-ninista de la organización no hay un trayectocontinuo del en sí al para sí, del inconciente alconciente.

El partido no es la clase en pie de guerra, élpermanece expuesto a las incertidumbres, a losbalbuceos teóricos y al inconciente. El expresa

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sino que manifiestan la existencia de dos pro-blemáticas diferentes donde se enfrentan ladialéctica marxista y la dialéctica hegeliana.Una es política, la otra metapolítica. Para nos-otros, aún reconociendo que Rosa ha contri-buido en muchos aspectos al enriquecimientode la teoría revolucionaria, únicamente la pro-blemática leninista permite plantear realmen-te los problemas de la organización. De aquíresultan para el futuro inmediato dos puntosfundamentales:1. No se puede disociar la elaboración de unaestrategia revolucionaria de la estrategia dela estructuración de una organización revolu-cionaria. Ambas se condicionan recíprocamen-te. La estrategia revolucionaria es la condi-ción de efectividad de la organización, pero laorganización es la condición de existencia dela estrategia. Si es cierto que la validez de unaconsigna depende de la relación de las fuer-zas que la sustentan, la existencia de la orga-nización y su desarrollo transforma las condi-ciones de formulación de las consignas.2. Todo trabajo de organización debe tendera la construcción de un partido. Esto no signi-fica que la existencia de un partido cuidado-samente organizado deba ser una condiciónprevia a la lucha revolucionaria. Pero, en vir-tud de los principios leninistas, se debe ten-der a la constitución de ese partido, Sí no se lotoma como un fin exterior a la práctica inme-diata, sino como un horizonte que orienta ycondiciona esta práctica, ningún sistema deorganización quedará suspendido en el vacíosino que tenderá a adaptarse a los principios.Así como en la lucha revolucionaria, en la es-tructuración de la organización el movimien-to no lo es todo; el fin que se le asigna vuelvea actuar sobre el carácter y la evolución delmismo movimiento.

túa a nivel de lo económico: “la dominacióneconómica lo es todo para la burguesía, mien-tras que la forma de dominación política esuna cuestión de último orden”. Mantenersesobre el terreno de la lucha económica es in-tentar derrotar a la burguesía en su propiocampo es por esto que Lenin insiste repetida-mente en el ¿Qué hacer?, que “la política tra-deunionista de la clase obrera es precisamen-te la politica burguesa de la clase obrera.”

Por el contrario, el lugar estratégico del pro-letariado es el terreno político. Las estructu-ras políticas burguesas concentran y reprodu-cen todas las formas de esclavitud delproletariado el cual, como lo subraya el Mani-fiesto, es la primera clase en la historia domi-nada bajo todos los aspectos (económico, ideo-lógico y político), cuando, en la época de suevolución política, la burguesía ya poseía elpoder económico. En consecuencia, las luchasestratégicas del proletariado en su condiciónde clase, son luchas políticas. Que es justamen-te lo que entrevió Rosa Luxemburgo cuandoseñaló en varias oportunidades que no se pue-den separar artificialmente las luchas reivin-dicativas de las luchas políticas, y que no hayhuelga de masas puramente económica. Contodo, ella no extrae de estas consideracionestodas sus consecuencias, quedando tambiéncon relación a este punto rezagada con respec-to a la comprensión táctica de Lenin. Refirién-dose a su crítica de la sustitución de la Asam-blea Constituyente en el invierno de 1917,Lukács sugiere que ella concibió la revoluciónproletaria bajo las formas estructurales de larevolución burguesa.

ConclusiónLos malentendidas entre Lenin y Rosa Luxem -burgo no son simples escaramuzas aisladas

riqueza de lo político mezcla las cartas: sucomplejidad hace que el desencadenamiento,es decir, el pretexto de la crisis, no se da casinunca donde se lo espera “lógicamente”. Poresto el partido debe vigilar todo el horizontesocial, “cultivar todos los terrenos, aún los másviejos, los más estériles, los máscorrompidosen apariencia”, convencido de que “si se cierrauna salida, se podrá siempre encontrar otrocamino, a veces el nula imprevisible”. Estosvuelcos, estas explosiones repentinas, inespe-radas, que pueden tomar desprevenida la or-ganización revolucionaria víctima de sus an-teojeras y prejuicios, constituye lacaracterística política cuando la crisis revolu-cionaria aflora donde nadie la prevée.

Los sucesos de mayo ilustraron su estructu-ración específica, ofreciendo una imagen des-alienada y sin mutilaciones de la política, unaimagen seductora para todos los que la imagi-na con un rostro austero. Amputada por lospartidos tradicionales, truncada por la luchasindical, política y antiimperialista, política,descuartizada y saqueada no era más que unlamentable títere. Nanterre inició la recompo-sición del rompecabezas y restituyó a la políti-ca su función totalizadora, por la cual la crisispuede herir y minar el conjunto de contradic-ciones. Cuando la política está hecha trizas, lacrisis revolucionaria está dividida, cargada bre-cha a brecha, dominada frente tras frente.

4. Estrategia del proletariado y de la burguesíaPara la burguesía, las formas de la domina-ción política son secundarias en relación a sudominación económica. El poder político de laburguesía puede tomar la forma del fascismo,del bonapartismo o de la democracia parla-mentaria. Pero, estratégicamente, ella se si-

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