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[119] e u r e tribuna Revista eure (Vol. XXXI, Nº 94), pp. 119-127, Santiago de Chile, diciembre 2005 Ignacio Farías * A la búsqueda del “Urbanismo Europeo”: un reporte desde Berlín E n los últimos años las ciudades europeas han constituido foco de crecientes debates (entre otros, Kazepov, 2004; Le Galès 2002). Un importante eje de discusión, del que participan prin- cipalmente historiadores, arquitectos y urbanistas, refiere a la forma de estas ciudades: ¿existen criterios formales o ideales que distingan a las ciudades euro- peas? ¿Cuáles son los desafíos urbanísticos que en- frentan las ciudades europeas contemporáneas? ¿Pres- ta la idea de “urbanismo europeo” o “ciudad euro- pea” 1 algún tipo de guía para el futuro? Entre los días 8 y 10 de septiembre de 2005 tuvo lugar en Berlín el primer congreso internacional del Consejo de Urbanismo Europeo (CEU), una red de acadé- micos, urbanistas, arquitectos, políticos, representan- tes de asociaciones ciudadanas y movimientos socia- les de distintos rincones de Europa, reunidos por su búsqueda de respuestas a preguntas como éstas. Este artículo busca dar cuenta de éstos, los más actuales movimientos en el urbanismo europeo, así como precisar su trasfondo histórico, teórico y político, pues considera que aun tratándose de debates un tanto lejanos, éstos incentivan la reflexión sobre las premisas –o la ausencia de ellas- en el urbanismo latinoameri- cano. Como punto de entrada en la discusión se revi- sará la campaña “Un futuro para nuestro pasado. Herencia arquitectónica europea”, llevada a cabo por el Consejo Europeo en 1974, de importancia capi- tal para el redescubrimiento del concepto de “ciu- dad europea”, así como la Exhibición Internacional de Urbanismo 1984-1987 de Berlín. Un poco más en extenso se analizarán tres aspectos puntuales de la discusión contemporánea en torno a la “ciudad eu- ropea”: la adecuación histórica de este concepto, su adecuación política y su relación con el Nuevo Ur- banismo. A continuación se describirán los motivos y objetivos del recién creado CEU, así como los aná- lisis, casos de estudio y conclusiones del congreso “Treinta años de ciudad europea. Recuento y pers- pectivas”, realizado en Berlín. Por último, se mencio- narán algunos elementos para una reflexión crítica sobre este “urbanismo europeo” (4). 1. “Un futuro para nuestro pasado” y la reconstrucción crítica de la “ciudad europea” Hace exactamente 30 años la “ciudad europea” fue redescubierta. En 1975 el Consejo Europeo ini- ció uno de los programas de desarrollo urbano más exitosos de su historia. Bajo el lema “Un futuro para nuestro pasado. Herencia arquitectónica europea”, el Consejo Europeo no sólo logró dirigir la atención hacia la herencia cultural de la “ciudad europea”, sino además posicionarla como modelo para una ciu- dad mejor. El redescubrimiento o la reinvención de la “ciudad europea” se concretó fundamentalmente a través de una política orientada a la protección de monumentos (Denkmalschutz). El objetivo último de esta política era proteger a individuos y comuni- dades de un mundo moderno caracterizado por pro- fundas transformaciones económicas y sociales que harían peligrar la vida comunitaria. La creciente mo- vilidad de la población y una excesiva racionalización, así como el efecto normativo de la tecnología, que alcanzaría también a la arquitectura, eran observadas como los principales peligros que enfrentaba la co- munidad urbana. Frente a ello, la protección y recu- peración del tejido histórico y de las estructuras ur- banas se percibía como una cuestión existencial, pues * Estudiante de Doctorado en Etnología Europea, Uni- versidad Humboldt de Berlín; DFG-Fellow en Centro de Investigación Metropolitana, Universidad Técnica de Ber- lín: E-mail: [email protected] 1 En este artículo las referencias al concepto de “ciudad europea” se escribirán siempre con comillas y en singular, mientras que las referencias a las ciudades europeas contem- poráneas serán sin comillas y en plural.

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Revista eure (Vol. XXXI, Nº 94), pp. 119-127, Santiago de Chile, diciembre 2005

Ignacio Farías*

A la búsqueda del “Urbanismo Europeo”: unreporte desde Berlín

En los últimos años las ciudades europeas hanconstituido foco de crecientes debates (entreotros, Kazepov, 2004; Le Galès 2002). Un

importante eje de discusión, del que participan prin-cipalmente historiadores, arquitectos y urbanistas,refiere a la forma de estas ciudades: ¿existen criteriosformales o ideales que distingan a las ciudades euro-peas? ¿Cuáles son los desafíos urbanísticos que en-frentan las ciudades europeas contemporáneas? ¿Pres-ta la idea de “urbanismo europeo” o “ciudad euro-pea”1 algún tipo de guía para el futuro? Entre losdías 8 y 10 de septiembre de 2005 tuvo lugar enBerlín el primer congreso internacional del Consejode Urbanismo Europeo (CEU), una red de acadé-micos, urbanistas, arquitectos, políticos, representan-tes de asociaciones ciudadanas y movimientos socia-les de distintos rincones de Europa, reunidos por subúsqueda de respuestas a preguntas como éstas. Esteartículo busca dar cuenta de éstos, los más actualesmovimientos en el urbanismo europeo, así comoprecisar su trasfondo histórico, teórico y político, puesconsidera que aun tratándose de debates un tantolejanos, éstos incentivan la reflexión sobre las premisas–o la ausencia de ellas- en el urbanismo latinoameri-cano.

Como punto de entrada en la discusión se revi-sará la campaña “Un futuro para nuestro pasado.Herencia arquitectónica europea”, llevada a cabo porel Consejo Europeo en 1974, de importancia capi-tal para el redescubrimiento del concepto de “ciu-dad europea”, así como la Exhibición Internacional

de Urbanismo 1984-1987 de Berlín. Un poco másen extenso se analizarán tres aspectos puntuales de ladiscusión contemporánea en torno a la “ciudad eu-ropea”: la adecuación histórica de este concepto, suadecuación política y su relación con el Nuevo Ur-banismo. A continuación se describirán los motivosy objetivos del recién creado CEU, así como los aná-lisis, casos de estudio y conclusiones del congreso“Treinta años de ciudad europea. Recuento y pers-pectivas”, realizado en Berlín. Por último, se mencio-narán algunos elementos para una reflexión críticasobre este “urbanismo europeo” (4).

1. “Un futuro para nuestro pasado” y lareconstrucción crítica de la “ciudadeuropea”

Hace exactamente 30 años la “ciudad europea”fue redescubierta. En 1975 el Consejo Europeo ini-ció uno de los programas de desarrollo urbano másexitosos de su historia. Bajo el lema “Un futuro paranuestro pasado. Herencia arquitectónica europea”,el Consejo Europeo no sólo logró dirigir la atenciónhacia la herencia cultural de la “ciudad europea”,sino además posicionarla como modelo para una ciu-dad mejor. El redescubrimiento o la reinvención dela “ciudad europea” se concretó fundamentalmentea través de una política orientada a la protección demonumentos (Denkmalschutz). El objetivo últimode esta política era proteger a individuos y comuni-dades de un mundo moderno caracterizado por pro-fundas transformaciones económicas y sociales queharían peligrar la vida comunitaria. La creciente mo-vilidad de la población y una excesiva racionalización,así como el efecto normativo de la tecnología, quealcanzaría también a la arquitectura, eran observadascomo los principales peligros que enfrentaba la co-munidad urbana. Frente a ello, la protección y recu-peración del tejido histórico y de las estructuras ur-banas se percibía como una cuestión existencial, pues

* Estudiante de Doctorado en Etnología Europea, Uni-versidad Humboldt de Berlín; DFG-Fellow en Centro deInvestigación Metropolitana, Universidad Técnica de Ber-lín: E-mail: [email protected]

1 En este artículo las referencias al concepto de “ciudadeuropea” se escribirán siempre con comillas y en singular,mientras que las referencias a las ciudades europeas contem-poráneas serán sin comillas y en plural.

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posibilitaría una mejor comprensión de la identidadhistórica y política de individuos y comunidades.De la misma forma, claras diferencias entre la ima-gen del campo y la ciudad habrían de aumentar laatractividad urbana y fortalecer el vínculo del ciuda-dano a la comunidad.

La nueva perspectiva propagada por el progra-ma “Un futuro para nuestro pasado” requería inclu-so redefinir los conceptos de protección (Schutz) ymonumento (Denkmal). Un ejemplo de ello es laresolución con que el Comité Alemán paraDenkmalschutz (DND) aprueba la campaña: “¿Quédebe ser protegido? La Denkmalschutz apunta al todo:No sólo se aplica a los detalles o a lo documental,sino que busca conservar la plenitud y diversidad delos distintos aspectos de nuestra vida –elentrelazamiento de presente y pasado, la visibilidadde la historia, que afecta nuestras vidas así comonuestro entorno. Materia de la Denkmalschutz es tan-to el objeto particular como el conjunto, la calle comola plaza. Un barrio completo o incluso una ciudadcompleta pueden también requerir protección [...]También edificaciones de los siglos 19 y 20 debenser protegidas hoy, y bajo el concepto de proteccióndel entorno (Umgebungsschutz), también un paisajecultural puede devenir materia de la Denkmalschutz[...] Denkmalschutz no sólo quiere decir conservar enun sentido museal, sino ante todo, en el marco deuna política moderna de desarrollo urbano, integrarnuestra herencia en el mundo de hoy” (DeutschesNationalkomitee für Denkmalschutz, 1974: Apar-tado I, traducción propia).

La campaña del Consejo Europeo contribuyóde manera capital a la imposición en Europa de nue-vos principios de desarrollo urbano: protección deciudades y pueblos históricos, cuidadosa conversióndel tejido urbano y reutilización de viejos edificios,reconstrucción de edificaciones destruidas, limita-ción del tránsito motorizado y promoción del tránsi-to peatonal, recuperación del espacio público, mix-tura en los usos de suelo, promoción de la diversidadsocial, etc. Si bien todavía no se hablaba aquí explí-citamente de “ciudad europea”, este giro en la políti-ca urbana era percibido como una revitalización yreinterpretación de los principios europeos tradicio-nales de desarrollo urbano.

Una importante consecuencia de esta campañafue la emergencia en Alemania del así llamado méto-do de la “reconstrucción crítica” de la ciudad. Entre1979 y 1987, durante la Exhibición Internacionalde Urbanismo (IBA) de Berlín Oeste, se llevaron acabo 28 concursos de arquitectura y urbanismo conel objetivo de recuperar el centro urbano como zonaresidencial, en particular aquellas zonas amenazadasdesde 1961 por la construcción del Muro de Berlín.Entre los principios básicos del método de la “re-construcción crítica” contaba el trato respetuoso depautas y estructuras históricas, la idea de una ciudadcompleja y diversa y la participación ciudadana, peropor sobre todo la restauración de calles históricas, defachadas y de principios de diseño urbano tradicio-nales (como alturas, anchos de calles y de veredas),así como el retorno a estilos y pautas arquitectónicostradicionales (como la fachada continua) (verHoffmann-Axthelm, 1994). La particularidad de la“reconstrucción crítica” queda en evidencia cuandose contrasta con otras tendencias de reconstrucciónque emergieron durante las décadas de 1980 y 1990,como la reconstrucción arqueológica, también lla-mada reconstrucción simple, o la construcción neo-clásica o tradicionalista, ambas defendidas por gru-pos conservadores (Binder, 2001). Durante la déca-da de 1990, el método de la “reconstrucción crítica”de la “ciudad europea”, más que una designaciónacadémica devino un modelo para una mejor ciu-dad futura, y en ciudades como Berlín, un criteriopara la toma de decisiones políticas (Will, 2001;Senatsverwaltung für Stadtentwicklung, 1999;Stimmann, 1994).

2. ¿De qué “ciudad europea” hablamos?

Cuando permanecemos en el ámbito académicoy volvemos los ojos a las formas y funciones de lasciudades de la región al Oeste de los Urales, los con-tornos y tradiciones de esta “ciudad europea” se vuel-ven un tanto difusos, y por lo mismo, objetos dediscusión. En el debate actual en torno al proyectourbanístico “ciudad europea” es posible reconocertres cuestiones clave: primero, la pregunta por laadecuación histórica de este concepto; segundo, lapregunta por los rendimientos que éste puede pres-tar hoy como imagen-guía o idea-fuerza para el de-sarrollo urbano; y tercero, la pregunta por las simili-tudes y diferencias entre un urbanismo europeo y el

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Nuevo Urbanismo norteamericano. La siguiente re-visión del estado del arte en torno a estas preguntaspermitirá evidenciar de qué hablamos cuando ha-blamos de “ciudad europea”.

2.1.

Cuando se trata de inspeccionar detalladamentelos tejidos urbanos europeos, incluso los más acérri-mos partidarios de la “ciudad europea” reconocen laimposibilidad de nombrar principios sustantivos quecaractericen a todas estas ciudades por igual. El his-toriador urbano Dieter Hassenpflug (2002) –quienen la defensa de la “ciudad europea” representa a lafacción más tradicional- reconoce por ejemplo queno es posible encontrar una forma urbana generalque predomine en Europa. Hassenpflug sostiene,sin embargo, que la pregunta correcta no es por launidad de las ciudades europeas, sino por el concep-to de “ciudad europea”. A su juicio, este conceptoremite ante todo a una herencia cultural olvidadapor la primera modernidad europea, a saber, lacentralidad de lo político, de los asuntos comunes ydel espacio público. De esta forma, si bien la idea de“ciudad europea” no se vería reflejada en las ciuda-des europeas contemporáneas, ésta sí designaría unnúcleo cultural duro, al cual todas estas ciudades deuna u otra manera aspiran, o al menos, debieranaspirar. En palabras de Hassenpflug, la “ciudad eu-ropea” encontraría su unidad en torno a un telosparticular: “Este ‘telos’ es la ciudadanía [bürgerlicheGesellschaft] como nexo de individuos (ilustrados).De esta forma, la pregunta por la identidad de la“ciudad europea” se transforma en una pregunta poraquel espacio que la sociedad civil produce y que almismo tiempo requiere. Desde una perspectiva ur-bana, este espacio es ante todo la plaza de mercado[Marktplatz]” (Hassenpflug, 2002, p. 16, traduc-ción propia)

El argumento de Hassenpflug no es nuevo. MaxWeber y Jürgen Habermas también han buscado enla plaza de mercado los orígenes de dos fenómenosespecíficamente europeos: la emergencia de princi-pios modernos de organización social y el surgimien-to de lo público. Los estudios de Weber (1987) so-bre la ciudad destacan dos características específicasde las ciudades europeas: estar estructuradas en tor-no a una plaza de mercado y poseer autonomía po-lítica. A juicio de Weber, estas características harían

de la ciudad un factor clave para explicar por quéjustamente en Europa tiene lugar un proceso deracionalización formal que conduce a la moderni-dad. De hecho, Weber no explica la formación delespíritu del capitalismo sólo a partir de sus famosastesis sobre el protestantismo. En buena parte, mo-dernidad y capitalismo serían consecuencia tambiénde este particular invento europeo: la ciudad bur-guesa. El argumento de Habermas (1994) es am-pliamente conocido. La plaza de mercado constitui-ría una institución total que traería consigo, en for-ma todavía indiferenciada, todos los elementos de lavida burguesa. Fundaría las figuras del burgués ydel ciudadano, y sería medio de la racionalizacióndel mundo de la vida, del surgimiento de la opiniónpública y de la individualización.

El sociólogo urbano Walter Siebel (2005) sos-tiene que la fórmula weberiana (ciudad = mercado +autoadministración) no basta para dar cuenta de laparticularidad histórica de la “ciudad europea”. A sujuicio, la “ciudad europea” encarnaría ante todo unaesperanza de emancipación. Tanto para burguesescomo para otros grupos representaría la búsquedade un reino de libertad más allá del reino de la nece-sidad. En segundo lugar, la “ciudad europea” pro-duciría un estilo de vida urbano particular, basadoen la separación radical de lo privado y lo público,entre lo íntimo, corporal y emocional y un mundohabitado por extraños, el cual exige una puesta enescena de la identidad. Una tercera característica dela “ciudad europea” sería su forma, de la que resalta-rían tres elementos: centralidad, oposición al campoy mezcla funcional y social. Cuarto, la “ciudad euro-pea” sería una ciudad planificada, no comprensiblesin atender a las generaciones de urbanistas que unay otra vez la han remodelado. Por último, la “ciudadeuropea” estaría llena de historia y su cotidianidadestaría cruzada por vestigios materiales de épocaspasadas, característica ante todo relacionada con laexistencia de un grupo adinerado dispuesto a inver-tir en conservación como forma de reproducir suposición e identidad. La tesis de Siebel es que si bienninguno de estos elementos es exclusivo de las ciu-dades europeas, en conjunto sí permiten definir lasparticularidades de la “ciudad europea”.

Por su parte, Wolfgang Kaschuba (2003), des-tacado etnólogo urbano, ha criticado severamente elmodelo habermasiano de espacio público europeo,

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por considerarlo basado en una esencialización queno da cuenta de los contextos políticos y sociales enlos que éste habría emergido, ni del carácter procesuale histórico de lo público. A su juicio, una miradamás acuciosa del tipo de espacio público que emergejunto a la plaza de mercado revelaría que se trata deun espacio tremendamente restrictivo: “Aquella pla-za de mercado de los ciudadanos no se estructurabatan abiertamente frente a los Otros: ni frente a traba-jadores o pobres de la ciudad, ni frente a jóvenes omujeres. Éstos podían, a lo sumo, estrujarse unoscon otros bajo la custodia de los ciudadanos ‘adul-tos’” (Apartado II, traducción propia). Desde estaperspectiva resulta al menos cuestionable que la “ciu-dad europea”, caracterizada de hecho por una signi-ficativa segregación estamental, sea actualmente exal-tada como ejemplo de integración social. En ella pre-valecía, además, una significativa especialización delespacio, la que comenzaba precisamente con este es-pacio público monolítico. Según Kaschuba, la plazadel mercado no sería entonces el modelo de espaciopúblico que permitiría explicar con suficiencia la efec-tiva relación de la ciudad con los movimientos pro-letarios de fines del siglo 19, con los movimientosfeministas de comienzos del siglo 20, con las revolu-ciones estudiantiles de la década de 1960, ni con lasciudades europeas contemporáneas.

2.2.

La pregunta por el concepto de “ciudad euro-pea” no remite sólo al pasado histórico, sino que con-tiene una dimensión eminentemente política, queremite a los principios bajo los cuales debe guiarse eldesarrollo urbano. A juicio de Hassenpflug (2002),por ejemplo, la reconstrucción de la “ciudad euro-pea” permitiría corregir la pérdida de tradicioneseuropeas en la planificación urbana que habría teni-do lugar durante el tránsito hacia el siglo 20. Elreemplazo de calles por vías para automóviles, deplazas y parques por lugares de estacionamiento, defrontis arquitectónicamente ricos por fachadas ho-mogéneas prefabricadas y de espacios públicos porotros funcionales habría conducido a procesos desuburbanización, de contracción (shrinking cities) yde expansión urbana descontrolada (urban sprawl).Desde esta perspectiva, el abandono de los princi-pios europeos de planificación urbana habría signi-ficado la muerte de la ciudad y el abandono masivode las mismas. Hassenpflug apela entonces a las tesis

de la segunda modernidad o modernidad tardía paraseñalar que la sociedad contemporánea sólo puedemodernizarse en el medium de la tradición (verGiddens, 1993). En ese sentido, el futuro no seríasino una imagen que recuerda aquello que la prime-ra modernidad habría negado: la tradición. La uni-dad de la distinción tradición/modernidad justifica-rían teóricamente la reimaginación de la ciudad delsiglo 21 como reconstrucción de la vieja ciudad eu-ropea. Modernización y desarrollo urbano consisti-rían entonces en retradicionalización y protecciónde monumentos (Denkmalschutz).

A juicio de Siebel (2000), esta apología a la “ciu-dad europea” constituye una utopía retrógrada, in-capaz de ofrecer un modelo de desarrollo sustenta-ble para las ciudades de hoy. Los defensores de la“ciudad europea” serían incapaces de reconocer cuá-les fueron las condiciones que hicieron posible laciudad compacta del siglo 19: pobreza, servidum-bre, dependencias personales, sistemas de transpor-te deficientes, etc. La tendencia al desmoronamien-to de la ciudad compacta, señala Siebel, tiene en esesentido fundamentos infra y socioestructurales, yno es por lo mismo controlable políticamente. Dehecho, la obsolescencia del modelo de la “ciudadeuropea” habría comenzado junto con la emergen-cia de la sociedad industrial y se habría vistoradicalizada con el largo proceso de suburbanizaciónque ha caracterizado la historia de las ciudades euro-peas del siglo 20.

Los apologistas de la “ciudad europea”, añadeSiebel, serían además incapaces de reconocer las ga-nancias asociadas a la vida suburbana. Tal como hamostrado soberbiamente Robert Fishmann (2004),las formas contemporáneas de expansión urbanadeben entenderse menos como estructuradas en tor-no a un centro urbano, y más como una nueva for-ma de ciudad con su propia ecología, economía ycultura. Aunque a una escala mucho menor, la ten-dencia a la descentralización y a la suburbanizaciónha primado también en Europa (para el caso Berlín,Reif 2002), produciendo un declive significativodel centro de la ciudad y con él, del espacio público.Sin embargo, tal como argumenta Kaschuba (2003),lo que desaparece es una forma específica de lo pú-blico caracterizada por estar estructurada en torno ala plaza de mercado y por ubicarse al centro de lamancha urbana. En las ciudades europeas contem-

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poráneas, lo público habría cambiado de forma y sereproduciría en torno a nuevos espacios locales,híbridos y fragmentados. La ciudad actual contaríacon una red de espacios públicos, en cierta medidadespolitizados y desprovistos de dinámicas centrí-petas, y en ella la oposición entre lo público y loprivado dejaría de hacer el mismo sentido que en laciudad del siglo 19.

A juicio de sus críticos, la única alternativa paraconstruir la “ciudad europea” en las ciudades euro-peas contemporáneas sería en cuanto isla, la cual “de-bería ser mantenida a salvo de visitantes indeseadosy de aspectos indeseados de la vida urbana a travésde medios estéticos, técnicos, jurídicos y policialescada vez más complejos” (Siebel 2000, p. 30, tra-ducción propia). La reconstrucción de la “ciudadeuropea” sólo sería posible en cuanto paisaje urbanoorientado al consumo y a la producción de ambien-tes para estilos de vida determinados. Se trataría en-tonces más de una burbuja o enclave turístico (Judd,1999) que de una estructura sustentable de asenta-miento humano.

2.3.

Hassenpflug (2002) es radical y no está dispues-to a comparar el proyecto “ciudad europea” con lasestrategias de ficcionalización y escenificación de lourbano características del Nuevo Urbanismo (NU)norteamericano, el cual adolecería de una visión es-tratégica de la vida social: “Se trata de puraescenificación o envoltorio [...] Marcuse tiene razóncuando señala que se trataría de una visión senti-mental, antidemocrática y antiurbana de la pequeñaciudad antigua para clases medias de alto ingreso yhomogéneas social y étnicamente” (p. 13, traduc-ción propia). A su juicio, el NU sería expresión de lanueva industria de lugares e imágenes urbanas quehabría emergido para cubrir el vacío urbano dejadopor la ciudad industrial, automovilística yfuncionalmente diferenciada. Se trataría sin embar-go sólo de una ficcionalización de la centralidad ur-bana y de la mezcla social, tal como lo muestraCelebration, la ciudad escenario construida porDisney y mayor ejemplo de esta forma inversa deciudad, completamente privada y escenificada. Latesis defendida por Hassenpflug es que, a diferenciade lo que sucedería con el NU, la crecientecentralidad política y cultural de la “ciudad euro-

pea” no sería simplemente escenificación, produc-ción estratégica de experiencias o puro préstamo deservicios. Detrás de las imágenes “se oculta la esenciade la ciudad europea, su específica urbanidad. Ellaes la que le presta fuerza a las imágenes que la hacenatractiva para su explotación medial, consumista yteatral” (p. 42, traducción propia).

Harald Bodenschatz (2003 y 2001), sociólogoy urbanista, considera en cambio que el urbanismoeuropeo tiene mucho que aprender de lo que sucedeal otro lado del Atlántico. A su juicio, la compara-ción del NU con Disneyland, habitual entre mu-chos críticos europeos, es demasiado simple y tienecomo causa un profundo desconocimiento de laspropuestas y logros del NU. Más que una simplecampaña antimodernista, este movimiento urbanís-tico sería el principal portador de profundas críticasa la ciudad norteamericana y a su expansióndescontrolada. Entre sus propuestas para contrarres-tar la desintegración de la ciudad no sólo contaríauna forma de planificación basada en los principiosde la ciudad histórica –esto es, incentivando la mez-cla social, densidad urbana y variedad arquitectóni-ca-, sino que además la priorización de la planifica-ción urbana por sobre la arquitectura. Si bien mu-chos proyectos del NU son severamente criticadospor abandonar la ciudad central, Bodenschatz seña-la que esta orientación a los suburbios se explica por-que se busca también su reestructuración. De estaforma, el NU busca superar la alternativa “ciudad osuburbio” y aspira a mejores ciudades y a mejoressuburbios, tal como habría quedado establecido en2001 con la publicación de The regional city.Planning for the end of sprawl, de Calthorpe y Fulton.La lucha, explica Bodenschatz, no es contra el su-burbio, sino contra la expansión urbanadescontrolada.

Si bien en términos sociales, superación de laghettización o producción de mezcla social, los éxitosamericanos no resultarían exactamente revoluciona-rios para ojos europeos, quienes “tienen una mayorexperiencia en la regeneración de las ciudades interio-res, en particular en el desarrollo urbano de ciudadesen contracción en antiguas regiones industriales”(Bodenschatz, 2003, p. 278, traducción propia), labúsqueda de alternativas que vayan más allá de ladicotomía ciudad/suburbio, como la ciudad regional,son movimientos de los cuales Europa tendría mu-

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cho que aprender. Sin embargo, a juicio deBodenschatz, la cuestión de mayor interés para Euro-pa sería el movimiento mismo del NU. Especialmen-te revolucionario para la realidad europea, sería el en-cuentro de múltiples actores de distintas tendencias –arquitectos neotradicionalistas y críticos de la arquitec-tura, grandes inversores y grupos ecologistas, políticosde alto nivel e iniciativas ciudadanas locales, etc.-, entorno a una misma instancia institucional de reflexión,exposición y discusión de los nuevos desarrollos delurbanismo norteamericano.

En la Europa de hoy, argumenta Bodenschatz,se habría perdido la capacidad de formar redes deintercambio de información y de propagación dereformas en planificación urbana. Los medios tradi-cionales de discusión europea –exposiciones inter-nacionales y megaeventos como Olimpíadas o FeriasMundiales- habrían perdido la centralidad que al-guna vez tuvieron. Por esta causa, las herramientasde evaluación y el nivel de debate sobre proyectosclave de desarrollo urbano –como la regeneracióndel centro de Bolonia a fines de la década de 1970,los resultados de la Exhibición Internacional de Ur-banismo 1984/1987 en Berlín Oeste o la transfor-mación de Barcelona durante la década de 1990-serían sumamente pobres. Los únicos grupos orga-nizados en Europa serían los representantes de undesarrollo urbano neotradicional, a través de redestales como A Vision of Europe o INTBAU, cuyopotencial programático Bodenschatz cuestiona se-riamente: “¿Tienen estas redes neotradicionales al-gún efecto significativo? ¿No son acaso las organiza-ciones de neo-tradicionalistas europeos un grupo dearquitectos auto-referentes dedicados a felicitarsemutuamente? ¿Hacen alguna distinción entre arqui-tectura y planificación urbana? ¿Están realmenteluchando por el establecimiento de una redprogramática y supra-profesional que persiga activa-mente un diálogo promisorio con otros grupos quetambién buscan mejorar las condiciones de las ciu-dades europeas?” (Bodenschatz, 2003, p. 272, tra-ducción propia).

3. Consejo de Urbanismo Europeo

Impulsado entre otros por Harald Bodenschatz,el CEU fue fundado en 2003 en Estocolmo poractores sumamente heterogéneos y de diversa rele-

vancia pública con el objetivo de generar una ins-tancia crítica y programática para las políticas de pla-nificación urbana europea contemporánea. Los pro-blemas y desafíos que el CEU observa en las ciuda-des europeas muestran un panorama desolador. Lasciudades europeas estarían siendo destruidas a ma-nos de “la exclusión y aislamiento social, la expan-sión urbana descontrolada, el desperdicio de tierra yde recursos culturales, el desarrollo mono-funcional,la falta de competitividad y la pérdida de respetopor la cultura local y regional” (Council for EuropeanUrbanism, 2003, p. 1, traducción propia). El espa-cio público estaría en crisis, desintegrado de la fun-ción comercial y localizado en espacios residuales. Lapolítica de transporte estaría orientada al automóvil,con excesivo énfasis en el diseño de calles y carreterasintraurbanas, y poco orientada al peatón. La políticahabitacional no pondría freno a la expansión en bajadensidad, dejando importantes infraestructuras ur-banas vacías y fomentando desarrollos urbanos concortos ciclos de vida. Centros históricos de ciudadesy villas se verían además amenazados por unazonificación disfuncional, una ausencia de regula-ciones para la construcción y una edificacióndisruptiva (Council for European Urbanism, 2005).En este contexto de crisis urbana, el CEU proponeunos principios de desarrollo urbano sumamentecercanos a los del NU, basados como ya está dichoen la lucha contra la expansión urbana. A pesar deello, el CEU está lejos de comprenderse como laextensión europea del Consejo de Nuevo Urbanis-mo (CNU) e intenta, por el contrario, invertir larelación de prioridad entre ambos movimientos. Losprincipios urbanísticos que defiende no son consi-derados en absoluto “nuevos”, sino como tradicio-nalmente europeos. En palabras de George Ferguson,del Instituto Real de Arquitectos Británicos, “lo queha devenido Nuevo Urbanismo es de hecho un an-tiguo urbanismo, tal como ha sido practicado enEuropa por milenios” (Parham, 2005, p. 7, traduc-ción propia).

Durante los días 8, 9 y 10 de septiembre de2005, representativos de Suecia, Noruega, Gran Bre-taña, Italia, Polonia, Austria, Bélgica, Holanda,Eslovenia, Suiza, Irlanda, Portugal, España, Canadá,Israel, Estados Unidos y una significativa mayoría ale-mana se reunieron en Berlín para discutir tres pre-guntas centrales para este nuevo-viejo urbanismo eu-

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ropeo: ¿Cuáles son la tradiciones del urbanismo euro-peo? ¿Cómo debe desarrollarse un urbanismo euro-peo hoy? ¿Cuáles son las tendencias y métodos de bestpractice contemporáneas? El tema general propuesto,“Treinta años de ciudad europea. Recuento y pers-pectivas”, analizado especialmente a la luz de las polí-ticas de reunificación y regeneración urbana de la ciu-dad de Berlín, debía servir precisamente para dar res-puesta a algunas de estas preguntas.

La perspectiva urbanística defendida por el CEUquedó en evidencia desde la primera sesión del con-greso, titulada “Adiós al desarrollo urbanomodernista en el Berlín dividido” y dedicada a re-memorar las primeras formas de resistencia ciudada-na a las políticas urbanas modernistas predominan-tes en ambos Berlines. El barrio de Kreuzberg, enBerlín Oeste, fue destacado como pionero de unanueva modernidad urbana en la cual primaría reha-bilitación sobre demolición, mientras que la recons-trucción del barrio histórico Nikolaiviertel, así comola oposición de grupos ciudadanos a la construcciónde vivienda social prefabricada (Plattenbauten) fue-ron destacadas como ejemplos de que el giro en lapolítica urbana hacia la ciudad compacta tambiénhabría alcanzado Berlín Este. En estas discusiones sesostuvo que la “reconstrucción crítica” iniciada hace30 años no consistía en la reconstrucción nostálgicade la ciudad histórica, sino en la reconstrucción de laciudad moderna. Se enfatizó además que este movi-miento surgió de los habitantes de la ciudad y de lasrevueltas estudiantiles, y que se trata, todavía hoy,de un proyecto de izquierdas.

El desarrollo urbano en Berlín desde 1990 fueanalizado a través de cinco ejemplos emblemáticos:la “reconstrucción crítica” del Potsdamer Platz, la “cui-dada renovación” del Hackescher Markt, la transfor-mación creativa de vivienda social prefabricada(Plattenbauten) de Alemania del Este, la elaboraciónde un nuevo concepto de parque regional Berlín-Brandenburgo y la creación de un suburbio,Kirschsteigsfeld, inspirado por la imagen de la “ciu-dad europea”. Las discusiones giraron, sin embargo,en torno a una misma pregunta general: ¿cuáles sonlos elementos arquitectónicos, urbanísticos, econó-micos y sociales que en cada uno de estos casos hancontribuido para el éxito de la regeneración y con-versión urbana? En este contexto, Berlín fue anali-zado como ejemplo de best-practice en la política ur-

bana. Dos elementos destacarían la transformaciónurbana de Berlín. Primero, los objetivos de la políti-ca urbana berlinesa apuntarían al futuro y no a pro-blemas del siglo 19 ya solucionados, como vivienda,higiene, transporte, infraestructuras sociales, etc. Eldesafío actual no sería infraestructural, sino locacional,menos cantidad y más calidad. Segundo, en condi-ciones en que la política ha perdido su capacidad decontrolar procesos urbanos, Berlín sería un ejemplode un acoplamiento exitoso de política y mercadoen torno a la transformación urbana.

El resto del congreso fue dedicado a la presenta-ción de diversos casos de estudio a partir de los cua-les se discutieron cinco tesis fundamentales. Prime-ro, el poder destructivo de las estrategias modernistassería algo que une a Europa con el resto del mundo.John Norquist, CEO del CNU, comparó las distin-tas oleadas de demolición de Berlín con la demoli-ción de Detroit, y enfatizó la similitud de los proble-mas urbanos en ambas costas del Atlántico. Los ca-sos de Tel Aviv, con su herencia de arquitecturaBauhaus, y de Varsovia, con su herencia arquitectó-nica comunista, mostrarían también las consecuen-cias perversas del modernismo. Segundo, tal comoenseña la “Nueva Varsovia”, la crítica al modernismohabría surgido a partir de la década de 1970 simul-táneamente en Europa del Este y del Oeste. Tercero,las transformaciones urbanas de Lisboa, Bilbao y dealgunas ciudades holandesas serían testigos de que elllamado ‘”efecto guau” de la arquitectura no es sufi-ciente para construir una ciudad sustentable y que,tal como Drijver y Bosse mostraron para la ciudadperiférica holandesa, el nuevo objetivo sería mas bien“crear arquitectura más invisible en cuanto objeto”(Parham, 2005, p. 6, traducción propia). Cuarto, laintegración de todos los actores locales relevantes enel proceso del diseño urbano y en la toma de decisio-nes, a través de procesos como el charretté, sería deimportancia capital para crear mejores ciudades. Porúltimo, incorporar nuevas tecnologías, menos de-pendientes de recursos como el petróleo, sería unode los grandes desafíos para la ciudad del futuro.

4. Coda: ¿Premio al “Logro Urbanístico”a la Ciudad Sin Forma?

En su primera edición, el premio al “Logro Ur-banístico” del CEU fue concedido al Dr. Hans

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Ignacio Farías

Stimmann, Director de Desarrollo Urbano de Ber-lín desde 1992, creador del Plan Maestro para laCiudad Interior (Planwerk Innenstadt), férreo de-fensor de los principios de la “reconstrucción crítica”y figura clave en la trasformación urbana del Berlínreunificado. El otorgamiento de este premio no sólosupone un positiva valoración de las transformacio-nes berlinesas, sino ante todo distinguirlas como ejem-plo de y para el urbanismo europeo; una perspectivaun tanto inquietante. Una pequeña revisión de laliteratura relevante (Bodenschatz, 2005; Zohlen,2002; Strom, 2001; Becker y Binder, 2001;Häußermann, 1999; Wise, 1998; Marcuse, 1998)revela una situación menos ejemplar. En cualquiercaso, si Berlín ha de constituir ejemplo de algo, pare-ciera que antes que de un urbanismo europeo, Ber-lín ejemplificaría un “urbanismo automático”(Oswalt, 2000), para el cual no hay política, tradi-ción o planificación posible.

Tal como propone Philip Oswalt en su maravi-lloso libro Berlín. Ciudad sin forma, “Berlín es unexperimento sin hipótesis [...] No hay una sola idea,un solo concepto, una sola geometría, que puedacaracterizar a esta ciudad por completo” (Oswalt,2000, p. 28, traducción propia). Berlín sería unaciudad de estructuras urbanas superpuestas y en lacual todo intento por imponer orden, coherencia yhomogeneidad sería absorbido por su trama urbanadiversa, múltiple, compleja. Su heterogeneidad seríael resultado de una compleja red de relaciones, con-flictos y oposiciones producidas por las sucesivasgeneraciones de planificadores, que una y otra vez sehan levantado contra las obras de la generación an-terior y procedido a su destrucción ritual. En esteaspecto, el urbanismo contemporáneo no habría sidoexcepción. La herencia arquitectónica del socialismoha sido liquidada –¡en los años noventa se demolie-ron anualmente hasta un millón de metros cuadra-dos de superficie construida! (Oswalt, 2000)- y losespacios públicos de Berlín Este han desaparecido.La política urbana es aquí política de demolición y lademolición, crítica de arquitectura.

En esta ciudad sin forma, argumenta Oswalt, la“reconstrucción crítica” iniciada por Stimmann hasido absorbida automáticamente por la ciudad y re-integrada a unos principios urbanos anteriores queno se dejan planificar. Así, la reconstrucción de calles

históricas o la recuperación de fachadas continuasno habría conducido sino a aumentar la heteroge-neidad de este entramado urbano complejo y diver-so llamado Berlín. A juicio de Oswalt, se trata sinembargo de una heterogeneidad creativa, que pro-duce algo nuevo, una plusvalía, un urbanismo au-tomático, una identidad plural y reflexiva, una ciu-dad para la segunda modernidad. Berlín sería en-tonces “un espacio de posibilidades, sin estructura,forma o dirección. Donde nada hay, todo es imagi-nable” (Oswalt, 2000, p. 62, traducción propia).

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