Bermudez - Ethos

17
3. Un nuevo paisaje epistemológico: retorno de la antigua retórica y su encuentro con una lingüística del discurso La teoría de la argumentación de Perelman tal como la presenta en el Tratado significa tanto una vuelta a la retórica antigua, principalmente a aquello que la restringida había lateralizado, la inventio, como su expansión: otras categorías (i.e.: lo verosímil, lo razonable), otros métodos (i.e.: argumentativo, deliberativo) y otros géneros (i.e.: publicidad, propaganda) ingresan en las reflexiones de esta corriente. La argumentación es estudiada en la obra de Perelman como el conjunto de “técnicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesión de las personas a las tesis presentadas para su consentimiento” (1989: 34); este auditorio, –cuestión medular en esta teoría– es una construcción del orador (ibid.: § 4) que, como también lo enseñaba la retórica antigua, debe adaptarse a él (§ 5). Se puede reconocer en esta zona del trabajo de Perelman, así como en “La consideración de la persona y sus actos” (§ 68) y “El discurso como acto del orador” (§ 72), el examen de problemáticas nada ajenas a las que veníamos observando en relación con la categoría del ethos. Como regla general, y dado que –repetimos– se parte en esta teoría de que todo discurso está orientado hacia un auditorio, Perelman establece en la producción discursiva la primacía de la representación que el orador tiene del público, la construcción que hace de él, al tiempo que subraya el peso que, para el éxito de la actividad argumentativa, tiene la adecuación de esa representación con la realidad: En la argumentación, lo importante no está en saber lo que el mismo orador considera verdadero o convincente, sino cuál es la opinión de aquellos a quienes va dirigida la argumentación (ibid.: 63). Ahora bien, Perelman complementa estas reflexiones reconociendo la trascendencia de la imagen que el orador ofrece de sí mismo. Como sucede con los argumentos, la construcción de esta figura se sostiene sobre un

description

La noción de ethos: historia y operatividad analítica

Transcript of Bermudez - Ethos

3.Un nuevo paisaje epistemolgico: retorno de la antigua retricay su encuentro con una lingstica del discursoLa teora de la argumentacin de Perelman tal como la presenta en elTratadosignifica tanto una vuelta a la retrica antigua, principalmente a aquello que la restringida haba lateralizado, lainventio, como su expansin: otras categoras (i.e.: lo verosmil, lo razonable), otros mtodos (i.e.: argumentativo, deliberativo) y otros gneros (i.e.: publicidad, propaganda) ingresan en las reflexiones de esta corriente. La argumentacin es estudiada en la obra de Perelman como el conjunto de tcnicas discursivas que permiten provocar o aumentar la adhesin de las personas a las tesis presentadas para su consentimiento (1989: 34); este auditorio, cuestin medular en esta teora es una construccin del orador (ibid.: 4) que, como tambin lo enseaba la retrica antigua, debe adaptarse a l ( 5).Se puede reconocer en esta zona del trabajo de Perelman, as como en La consideracin de la persona y sus actos ( 68) y El discurso como acto del orador ( 72), el examen de problemticas nada ajenas a las que venamos observando en relacin con la categora delethos. Como regla general, y dado que repetimos se parte en esta teora de que todo discurso est orientado hacia un auditorio, Perelman establece en la produccin discursiva la primaca de la representacin que el orador tiene del pblico, la construccin que hace de l, al tiempo que subraya el peso que, para el xito de la actividad argumentativa, tiene la adecuacin de esa representacin con la realidad:En la argumentacin, lo importante no est en saber lo que el mismo orador considera verdadero o convincente, sino cul es la opinin de aquellos a quienes va dirigida la argumentacin (ibid.: 63).Ahora bien, Perelman complementa estas reflexiones reconociendo la trascendencia de la imagen que el orador ofrece de s mismo. Como sucede con los argumentos, la construccin de esta figura se sostiene sobre un conjunto de representaciones colectivas comunes indispensables para el intercambio; el orador modela su imagen en funcin de una serie de valores y creencias positivas que le adjudica a su auditorio. Dicho en trminos del anlisis del discurso: la composicin delethospor parte del locutor depende de la imagen que este tenga de sus alocutarios, con ms precisin an, de lo que considere que para aquellos es un locutor fiable y capaz. Personas reales claro est ocupan los polos de la interaccin; es, sin embargo, evidente que para este intercambio, segn Perelman, resulta indispensable la mediacin de esta correlacin de imgenes.No obstante, este juego especular de representaciones no agota la complejidad del fenmeno en cuestin. El problema que Perelman reconoce inmediatamente es, como sucede con otros datos del marco enunciativo, la multiplicidad y heterogeneidad de los auditorios y de los gneros discursivos a los que debe acomodarse el orador[ix]:En esta materia, slo existe una regla: la adaptacin del discurso al auditorio, cualquiera que sea; pues, el fondo y la forma de ciertos argumentos, que son apropiados para ciertas circunstancias, pueden parecer ridculos en otras.No se debe mostrar de igual forma la realidad de los mismos acontecimientos descritos en una obra que se considera cientfica o en una novela histrica (ibid.: 63).La cuestin de los datos previos al discurso datos que pertenecen en parte al orden de la interaccin pblica tampoco es relegada por Perelman cuando atiende al tema de la articulacin de las tcnicas argumentativas. Al describirlas y explicarlas, afirma que la imagen que emana del orador, su figura pblica, funciona como el elemento contextual privilegiado para determinar la adjudicacin de sentido a su discurso por parte del auditorio y, por tanto, para dotarlo de fuerza persuasiva. La importancia de la solidaridad entre el orador y su discurso es tal que, para Perelman, es el rasgo que termina por definir el territorio de lo argumentativo frente a lo demostrativo: poco importa la imagen del locutor cuando se trata de deducciones formales instrumentadas a travs de un lenguaje unvoco, se vuelve, en cambio, primordial cuando el uso retrico vuelve ambiguo al discurso y el contexto[x]y los fines se vuelven importantes. Ahora bien, el mismo Perelman reconoce, al hablar de una interaccin entre orador y discurso, que la construccin discursiva de la persona del orador, es decir, delethos, es un asunto que atae tanto a factores discursivos como sociales. Al servir como contexto, la figura pblica del orador condiciona la eficacia persuasiva de la palabra: El orador, en efecto, ha de inspirar confianza: sin ella, el discurso no merece crdito (ibid.: 489). Adems de considerar as la existencia de unethos prediscursivo, Perelman no ignora que el fenmeno delethosposee una dimensin procedural y que, atado a representaciones colectivas positivamente valoradas o a una doxa comn[xi], se reelabora en el despliegue de los enunciados:Si la persona del orador proporciona un contexto al discurso, este ltimo, por otra parte, determina la opinin que se tendr de ella () A causa de la interaccin constante entre el juicio que se emite sobre el orador y el que alude al discurso, quien argumenta expone continuamente un poco de su prestigio, el cual aumenta o disminuye segn los efectos de la argumentacin (ibid.: 490-491).Es decir: la teora de Perelman se construye, como lo hace una lingstica preocupada por el discurso, dentro del marco de la interaccin discursiva. La conciencia de esta confluencia de paradigmas por parte de las ciencias del lenguaje ha tornado ms complejo su espacio epistemolgico, puesto que le abri las puertas a varias de sus disciplinas para que retomaran y actualizaran nociones de la antigua y nueva retrica. An hoy, representantes de estas disciplinas se interrogan sobre el sentido y la productividad de estas tensiones:Cmo se sitan las ciencias del lenguaje en relacin con un paradigma retrico sometido l mismo a una evolucin compleja? Estamos frente a un regresivoretorno a la retricao a unretorno de la retricaque designara un conjunto de cuestiones no resueltas por las ciencias del lenguaje? (Adam, 2002: 25).A pesar de la omisin de la lingstica en los trabajos de quien se consideraba ante todo un filsofo y un lgico, cabe sostener que la retrica perelmaniana anuncia las grandes orientaciones contemporneas tomadas por las ciencias del lenguaje. Una reformulacin del enfoque ejemplificado por elTratado de la argumentacinpermite as mostrar en qu punto sus posiciones son prximas a los progresos de la lingstica del discurso en sus vertientes enunciativas y pragmticas (...) la (nueva) retrica puede ser plenamente integrada a las ciencias del lenguaje. Entiendo que es posible, sin traicionar su vocacin primera, redefinir la retrica perelmaniana como una de las ramas de la lingstica del discurso, a condicin, por supuesto, de dotarla de las herramientas y los procedimientos necesarios para el estudio concreto de la palabra argumentativa (Amossy, 2002: 153-154).El comentario de Amossy permite enfocar algunos de los puntos de convergencia entre lingstica del discurso y nueva retrica. Ambas plantean como sealamos un mismo marco de interaccin, le asignan una importancia equivalente al saber comn y a los presupuestos que autorizan dicha interaccin y consideran constitutivo el papel del alocutario en la produccin discursiva. La confluencia es clara sobre todo en este ltimo eje; elTratado de la argumentacinrecordamos examina cuidadosamente el tema de la adaptacin del orador al auditorio y es esta zona, entre otras, donde de un modo un poco sesgado se hace presente la problemtica delethos. La lingstica del discurso sostiene que el locutor construye suethosdiscursivo atendiendo a lo que piensa que su alocutario sabe o espera de l, es decir, a la imagen que construye del destinatario antes de la interlocucin pero que se puede ir modificando durante la misma[xii]. Kerbrat-Orecchioni, por ejemplo, afirma:El destinatario propiamente dicho, o alocutario (que puede ser singular o plural, nominal o annimo, real o ficticio), se define por el hecho de que es explcitamente considerado por el emisor L (lo que atestigua el empleo del pronombre de segunda persona y/o direccin de la mirada) como su compaero en la relacin de alocucin. Por tanto, las operaciones de codificacin estn parcialmente determinadas por la imagen que de ellas se construye L (1997: 32).El alocutario se halla, pues, presente en el texto donde su imagen queda de algn modo registrada. Para dar cuenta de esa presencia en los casos en que el discurso no le est dirigido o cuando no se encuentre explcitamente descrito o slo lo est sesgadamente, es necesario localizar opiniones, creencias y evidencias que el discurso atribuye al alocutario.El retorno de una retrica en donde prevalece lainventioal universo de las reflexiones sobre el discurso[xiii]no se produjo slo va Perelman. La ampliacin de la variante restringida mucho le debe a la obra de Barthes; este mrito, sin embargo, es tributario de uno mayor: sus reflexiones sobre la retrica antigua balizaron el camino que emprendera ms tarde la lingstica del discurso, al indicar, principalmente, la necesidad de relevar la unidad de anlisis y las herramientas para abordarla:Es evidente que el discurso mismo (como conjunto de frases) est organizado y que por esta organizacin aparece como el mensaje de otra lengua, superior a la lengua de los lingistas: el discurso tiene sus unidades, sus reglas, su gramtica: ms all de la frase y aunque compuesto nicamente de frases, el discurso debe ser naturalmente objeto de una segunda lingstica. Esta lingstica del discurso tuvo durante mucho tiempo un nombre glorioso: la Retrica (citado por Adam, 2002)Antecedente, por tanto, de una lingstica orientada hacia el discurso, la antiguatejn rhetorikes, segn Barthes, un metalenguaje que puede ser pensado como una mquina destinada a producir discurso (1982: 12). En lainventio, una de las operaciones de la mquina retrica, Barthes ubica alethos, caracterizndolo como un proceso de orden discursivo e imaginario. Imaginario, pues pertenece al servicio de la dimensin psicolgico-emotiva[xiv]de la retrica, aunque se trata de una psicologa proyectada (es decir: no de lo que realmente se tiene en mente, sino de lo que se cree que el otro tiene en mente). Esta dimensin se apoya en la tpica, con ms precisin an, en lo que la experiencia califica como el lugar de lo verosmil[xv], premisa pone en juego una serie de datos previos al acto de locucin. Proceso discursivo tambin, ya que los atributos (eht) que componen la imagen que el orador le ofrece al auditorio,lo que quiere ser para el otro, se vehiculizan a travs del discurso, si bien no por medio de lo que informa, sino de lo quemuestra. As pues, elethoses una connotacin: pertenece a la periferia del sentido.Con claridad muestran los trabajos de Perelman y Barthes la necesidad de suturar, sea por la va psicolgica, sociolgica o psicosociolgica, las instancias discursivas y extradiscursivas comprometidas en la nocin deethos. As, la articulacin queda habilitada por el ingreso de nociones que dan cuenta de algn tipo de conceptualizacin y categorizacin de lo real en la cual adviene la construccin delethosdiscursivo, tal comoformaciones imaginarias(conjunto de imgenes que quien ocupa el espacio de locutor tiene sobre el espacio que ocupa y el que ocupa el alocutario, Pcheux, 1978),representacin(conjunto de creencias, conocimientos y opiniones producidos y compartidos por los individuos de un mismo grupo, respecto de un objeto social dado, Guimelli, 1999: 64) y como se verestereotipo(representaciones cristalizadas a travs de las cuales se filtra la realidad del entorno Amossy, 2001: 32)[xvi].En suma, que el regreso de la retrica clsica que tuvo lugar promediando el siglo pasado ensanch dos campos: el de la misma retrica, que ya no se vio restringida a lo que de ella haba sobrevivido, es decir, a laelocutio,y el de la lingstica, puesto que el contacto con ese paradigma le permiti repensar de modo radical el fenmeno discursivo. Es en este marco que la nocin deethosvuelve a ocupar un espacio importante entre las categoras involucradas en el anlisis de la produccin discursiva, como parte de una apropiacin y resignificacin de muchas de las categoras retricas por parte de las ciencias del lenguaje[xvii].4. Elethosen la pragmtica y el anlisis del discursoSi bien ubicbamos en las dcadas del 50 y 60 del pasado siglo el retorno de la retrica al que nos venimos refiriendo, la pragmtica y la lingstica del discurso se apropiaron tardamente del concepto deethos. Las primeras observaciones de M. Le Guern (1978) fueron recin retomadasDucrot, enEl decir y lo dicho, publicado en 1984, y por D. Maingueneau en varios de sus trabajos.Sealemos primero que Ducrot integra la nocin clsica deethosen su teora polifnica de la enunciacin con el objetivo de ilustrar la distincin entre locutores L y [xviii]. Es suyo tambin el mrito de ser el primero en pensar la cuestin delethosdentro de una teora de la enunciacin que distingue como lo haca Barthes lo mostrado de lo dicho, separando cuidadosamenteser en el mundo(locutor , elemento de la experiencia) ysujeto hablante(locutor L) al que se le atribuye elethos.Acudiendo a mi terminologa, dir que elethoses atribuido a L, el locutor como tal: por ser fuente de la enunciacin se ve ataviado con ciertos caracteres que, por contragolpe, tornan aceptable o rechazable esa enunciacin. Lo que el orador podra decir de s mismo en cuanto objeto de la enunciacin, concierne en cambio a , el ser en el mundo, y no es ste quien est en juego en la parte de la retrica a que me refiero (1986: 205).El anlisis de este locutor L, permite ligar elethostanto a lainventio, como a laelocutio(eleccin de las palabras) y a laactio(cadencia, entonacin).Maingueneau (2002), por su parte, instala elethosen la enunciacin como parte de la construccin de la identidad. Lo define como una corporalidad: una instancia enunciativa caracterizada por tener un cuerpo y una carcter especficos (e independientes del cuerpo del hablante), cuerpo y carcter a los cuales se arriba a travs de una voz, un tono presente en todo texto, sea oral o escrito, a los que est asociado. Ese enunciador encarnado cumple el papel degarante, fuente legitimadora que certifica lo que es dicho.Cuerpo y carcter delgaranteson tributarios de las representaciones colectivas: para identificarlos, el alocutario debe apoyarse en un acervo poco preciso de estereotipos asociados a ciertos comportamientos que el proceso enunciativo ir confirmando o transformando. Por otra parte, Maingueneau afirma que esta identificacin no se limita a un cuerpo y un carcter, sino que implica tambin el reconocimiento de unmundo ethicoadyacente algarantey que involucra cierto nmero de situaciones estereotpicas que se corresponden con esos comportamientos.Considerando especialmente nuestro corpus de anlisis, conformado por textos de tipo acadmico, surge inmediatamente un interrogante cmo determinar elethosde un enunciado que, al menos en prinicipio, no muestra marcas de enunciador? cmo identificar ungaranteen textos desprovistos de marcas de subjetividad? Maingueneau llama aqu la atencin sobre los gneros. En una situacin de desinscripcin enunciativa absoluta, el peso de la activacin de los estereotipos se desplaza hacia otras instancias discursivas, como puede ser el gnero, con mayor grado de univocidad y eficacia creemos en espacios o comunidades donde se comporten como formas instituidas o directamente institucionalizadas. Es este el caso de la mayora de los textos que nos ocupan, en donde a pesar del borramiento de las huellas de subjetividad, resulta posible hablar delethosque emana de ungarantepara caracterizar la fuente enunciativa. El lector de un artculo de investigacin o de una ponencia en acta, por ejemplo, reconoce, a partir de la identificacin del gnero, el cual moviliza ciertos estereotipos, que elgarantehabla en nombre de un colectivo (i.e.: los cientficos, los sabios, los investigadores) que, a su vez, representa una entidad abstracta (i.e.: el conocimiento, la ciencia) con un mundothicoasociado fcilmente reconocible y caracterizable (i.e.: investigadores en bibliotecas, sabios de guardapolvos blancos en laboratorios).Extendiendo el tema de las representaciones a la instancia de locucin, hay que reconocer que el destinatario puede construirlas incluso antes de que hable el locutor, lo que, para Maingueneau, justificara el acuerdo con la distincin entreethos discursivoyprediscursivo. Y aqu tambin es posible contemplar los casos en que el alocutario no dispone de representaciones previas delethosdel locutor (i.e.: al abrir una novela). La opcin que toma Maingueneau es volver a subrayar la importancia de los gneros:De todas maneras, incluso si el destinatario no conoce bien el ethos previo del locutor, el solo hecho de que un texto pertenezca a un gnero del discurso o a un cierto posicionamiento ideolgico induce a expectativas en materia de ethos (2002: 58).Otra ventaja explicativa de la nocin deethos prediscursivo: permite zanjar, por la va de la consideracin de las representaciones activadas en el intercambio, una polmica sobre la eficacia discursiva entre posiciones tericas que aparecen como irreconciliables: la de la sociologa de las instituciones tal cual la prctica Bourdieu y la de la pragmtica anglosajona. Recordemos que para esta ltima corriente, el xito de la fuerza ilocucionaria de un enunciado proviene, siempre que las circunstancias de su enunciacin sean las apropiadas, del mismo enunciado. Bourdieu, en cambio, ha insistido sobre la necesidad de entender la eficacia ligada al ejercicio de la palabra como producto de una posicin de autoridad dentro de un grupo. Para l, la competencia lingstica esLa capacidad estatutariamente reconocida a una persona autorizada, a una autoridad, para emplear en las ocasiones oficiales la lengua legtima, es decir, oficial (formal), lengua autorizada que crea autoridad, palabra acreditada y digna de crdito oPerformativa, que pretende (con las mayores posibilidades de xito) producir efecto (1985: 43).As pues, segn Bourdieu la eficacia discursiva dependera de una autoridad sustentada en la posesin de cierto capital por parte del locutor. Es posible superar esta polmica, sosteniendo que, en realidad, existe una relacin de complementariedad y no de exclusin entre ambos factores: configuracin discursiva y autoridad institucional actan de modo simultneo e implicndose mutuamente para cimentar la eficacia de la identidad discursiva. Para fundamentar esta complementariedad resulta necesario echar mano a la nocin deethos prediscursivo. Segn Amossy, el juego de representaciones que dan lugar alethos prediscursivoest sustentado en la autoridad institucional del locutor, en su nivel de legitimidad dentro del campo (1999: 147). En suma, adems de la imagen que, en trminos generales, se hace el alocutario del locutor con anterioridad al acto de locucin, elethos prediscursivoinvolucra tambin la consideracin del estatuto institucional del locutor, su posicin en el campo de donde proviene, en parte, la legitimidad de su decir. Para el anlisis de textos acadmicos, esta preocupacin por la institucin universitaria nos parece clave.5. Un anlisisPresentamos ahora un anlisis no exhaustivo en el que abordamos uncorpusde ponencias con la categora deethostal como la entiende Maingueneau. La ponencia es un gnero que est poco caracterizado y mucho menos lo est su secuela escrita: la publicacin en actas. En tanto perteneciente al conjunto de los gneros acadmicos, puede afirmarse que genera en el destinatario expectativas similares a los otros gneros de ese grupo, aunque especificadas por la posibilidad de encontrase con marcas de la comunicacin oral, aunque esto es relativo, puesto que los textos que integran este grupo suelen ser de oralidad secundaria: escritos para ser ledos. En definitiva, atenderemos aqu al registro escrito de estos textos y a este registro, y no al oral, deber remitirse la nocin de voz que utilizamos. Los ejemplos, producidos para el mismo congreso y para las mismas actas de se inscriben en la misma disciplina. Por otra parte, fueron tomados de la seccin Introduccin de los trabajos; esta eleccin no es azarosa, pues la Introduccin es el momento inicial de constitucin de la identidad enunciativa, en relacin con el cual el texto la va a seguir trabajando.Veamos el primer texto del ci.INTRODUCCIN.Este trabajo exponealgunas reflexiones acerca de experiencias realizadas en el marco de la investigacin denominada: xxxxxxxxxxxxxxxxxx (UBACyT Uxxxx, dirigido por la Dra. Xxxxx xxxxxx), centrada en las producciones argumentativas de estudiantes del Ciclo Bsico Comn de la U.B.A.En el transcurso denuestrainvestigacin hemos evaluado la calidad de las producciones de los estudiantes y, a partir denuestrascomprobaciones de su bajo nivel,hemosdiseado estrategias de aprendizaje que los condujeran a:a)la expresin de opiniones en una discusin a partir de la formulacin de preguntas crticas,b)la justificacin y/o refutacin de puntos de vista o argumentos en forma oral y escrita, yc) la posibilidad de aprendizaje autorreflexivo de estrategias argumentativas mediante apelaciones de metacognicin ()En este fragmento se enuncia desde el comienzo el objetivo de la ponencia y se instala en primer plano la pertenencia grupal (es un UBACyT[xix]) e institucional que ampara a la investigacin y al investigador. El macroacto comunicativo est caracterizado como exponer reflexiones. Evaluar, investigar, disear son las acciones, todas de carcter intelectual, que dice desplegar el locutor y que evocan a aquellas que esterotpicamente cabe asignarles a los cientficos en ciencias duras. Una sintaxis simple, un lxico que se asienta sobre el eje de la objetividad, aunque tiene cierta especificidad tcnica (autorreflexivo, metacognicin). La inscripcin enunciativa es mnima y de naturaleza convencional (la primera persona del plural), o directamente se prefiere el uso de la tercera persona (Este trabajo expone). En definitiva, muestra este texto la presencia de ungaranteidentificado con la comunidad (el mundo ethico) de los cientficos.ii.INTRODUCCIN. La problemtica quenoslleva a presentar esta exposicin no es nueva ni desconocida. Es casi un lugar comn hablar de lo mal que escriben los integrantes al nivel superior ya sea universitario o terciario. Ms an, este tema ha sido repetidamente fuente de preocupaciones oficiales. Lo nico que sorprende es que se repite el discurso que aos atrs se refera a los chicos que ingresaban en el secundario. Ydecimossecundario y no EGB o Polimodal. Y no es mera casualidad ().El tema es casi unclsico. Todos sabemos que lectura y escritura son las prcticas de mayor presencia en estos niveles y de modo esencial- en los institutos de formacin docente.Nosotrasnosdesempeamosprecisamente- en un Instituto de formacin docenteyhacetiempo que empezamos a preocuparnos. La primera pregunta quenossurgi ante el problema fue cundo empez a masificarse la carencia? Dnde? Y casi inmediatamente empezamos a preguntarnos por el porqu.Nosomosespecialistas. Nos avala la experiencia deenfrentara diario, desdenuestras ctedrasxxxxxxxxx xxxx, en elInstitutoxxxxxxxxxxxxxx, una problemtica que da a da se convierte en una nueva forma de exclusinEl segundo caso es casi el opuesto del anterior. Elgaranteconstruido ostenta rasgos y valores que lo alejan de aquellos de un mundo ethico cientfico o academicista, y antepone la actividad corporal a la intelectual. La estrategia puesta en funcionamiento aqu apunta a una mxima visibilidad de la instancia autorial (el nosotras remite a las dos autoras de la ponencia) y a la elaboracin de ungaranteque no se pliega a unethoscientfico, sino ms bien a otro totalmente distinto, cuyas coordenadas son su contacto, a travs de la experiencia directa, con los problemas de la realidad cotidiana; unethosque se construye trabajando sobre el estereotipo particularmente significativo en las representaciones que circulan en la sociedad argentina de un agente con experiencia directa y aprovechada en zonas desfavorecidas del mbito educativo. Esto resulta patente desde la presentacin misma de la comunicacin: la exposicin surge de una problemtica (no de la mera actividad reflexiva) y se refuerza en el plano de la evidencialidad, puesto que se explicita la circulacin social del problema y el contacto directo que tienen las autoras con l. A diferencia del anterior, los verbos de este texto realzan la dimensin corporal de la actividad docente: nosdesempeamosen un instituto, desde nuestras ctedrasenfrentamosa diario unas problemticasDe este mnimo anlisis nos gustara mantener, primero, que la nocin deethostal como la define Maingueneau se muestra eficiente para dar cuenta de las distintas estrategias activadas por un locutor en la construccin de la identidad enunciativa y, por tanto, en la vinculacin que establece con el alocutario o, como lo muestra nuestrocorpus, con una comunidad discursiva (aqu, la acadmica). Segundo, la nocin permite asimismo establecer inferencias acerca de las representaciones que tiene el locutor sobre la comunidad y su posicin dentro de ella. Otro tipo de datos por supuesto permitiran abrir el juego de variables y adjudicarle otros sentidos a estas estrategias (i.e.: capital cultural del locutor, tradicin disciplinar en la que se inscribe, etc.).6. ConclusionesEl anlisis del discurso y la pragmtica han ampliado significativamente la nocin deethos, aunque lo han hecho bajo el riesgo cierto de volverla inestable y poco til para dar cuenta de un fenmeno de modo consistente. Sin embargo, para concluir, quisiramos insistir sobre algunas cuestiones bosquejadas antes, a fin de balizar los elementos de esta ampliacin que aparecieron como analticamente productivos.Primero, la recuperacin de laactio. Olvidada con el avance de la retrica sobre los textos escritos, es recuperada tanto por Ducrot como por Maingueneau a travs de la consideracin de la entonacin implicada por su antropomorfizacin delethos.En segundo lugar, la nocin deethosque manejan el anlisis del discurso y la pragmtica no tiene, como sucede en su uso retrico, ninguna especificacina priorims que la de remitir a un cuerpo y a un carcter: ni honestidad, ni carcter moral, ni decoro. Anclada a las representaciones que circulan socialmente, la nocin es descriptivamente neutra y corresponde al analista determinar qu indicios lingstico-discursivos y paratextuales va a considerar para el anlisis delethosen un texto concreto (i.e.: eleccin del registro de lengua y de las palabras a la planificacin textual, pasando por el ritmo y la facilidad de palabra, etc.). As, se ha ampliado el uso prctico de esta nocin, aunque, como bien seala Mainguenau (2002: 67), cobra entonces importancia definir por intermedio de qu disciplina la movilizamos, con qu perspectiva, y dentro de qu red conceptual.Cabe resaltar, por ltimo, cmo elethostambin se muestra sensible a la posicin central que, para el anlisis del discurso, adquiri la nocin de gnero discusivo en el estudio de la comunicacin. Al menos en los textos escritos, la configuracin enunciativa no puede escapar al espacio instituido de los gneros, donde los roles de los participantes se encuentran preestablecidos y siguen rutinas ms o menos reconocibles. As, como ya lo sealamos suceda en el caso de la recepcin, el locutor debe trabajar suethosen funcin del papel determinante de los gneros antes y durante la produccin discursiva.BibliografaADAM, J.-M., De la grammaticalisation de la rhtorique la rhtorisation de la linguistique. Aide-mmoire, en KOREN, R. y AMOSSY, R.,Aprs Perelman. Quelles politiques pour les nouvelles rhtoriques? Largumentation dans les sciences du langage, Pars, LHarmattan, 2002, 23-55.AMOSSY, R., Lethos au carrefour des disciplines, en AMOSSY. R. (ed.),Images de soi dans le discours. La construction de lethos. Lusanne, Delachaux et Niestl, 1999.AMOSSY, R.,Largumentation dans le discours. Discours politique, littrature dides, fiction, Pars, Nathan, 2000.AMOSSY, R., Nouvelle Rhtorique et linguistique du discours, en KOREN, R. y AMOSSY, R.,Aprs Perelman. Quelles politiques pour les nouvelles rhtoriques? Largumentation dans les sciences du langage, Pars, LHarmattan, 2002, 153-172.AMOSSY, R., y HERSCHBERG PIERROT, A.,Estereotipos y clichs, Buenos Aires, EUDEBA, 2001.ARISTTELES,El arte de la retrica, Buenos Aires, EUDEBA, 1979 (Traduccin de E. Granero).BARTHES, R., Introduction, enLangages, 12, 1968, 3-10.BARTHES, R., La linguistique du discours, enSigne, langage, culture, La Haya, Mouton, 1970, 580-584.BARTHES, R.,Investigaciones retricas I. La antigua retrica. Ayudamemoria, Barcelona, Ediciones Buenos Aires, 1982 (1970).BENVENISTE, ., Los niveles de anlisis lingstico, enProblemas de lingstica general I, Mxico, Siglo XXI, 2001 (1966), 118-130.BOURDIEU, P.,Qu significa hablar? Economa de los intercambios lingsticos, Madrid, Akal, 1985.CICERN, T. M.,El orador, Madrid, Alianza, 1991.DUCROT, O.,El decir y lo dicho. Polifona de la enunciacin, Barcelona, Paids, 1986.De SAUSSURE, F.,Escritos sobre lingstica general, Barcelona, Gedisa, 2004.EGGS, E., Ethos aristotlicien, conviction et pragmatique moderne, en AMOSSY, R. (compil.),Images de soi dans le discours.La construction de lethos, Pars, Delachaux et Niestl, 1999, 31-60.GENETTE, G., La retrica restringida, enInvestigaciones retricas II, Barcelona, Ediciones Buenos Aires, 1982.GRUPO ,Retrica general, Barcelona, Paids, 1987 (1970).GUIMELLI, C.,La pense sociale, Pars, PUF, 1999.KERBRAT-ORECCHIONI, C.,La enunciacin. De la subjetividad en el lenguaje, Buenos Aires, EDICIAL, 1997.LAUSBERG, H.,Elementos de retrica literaria, Madrid, Gredos, 1993 (1963).LE GUERN, M., Lethos dans la rhtorique franaise de lge classique, enStratgies discursives, Lyon, PUL, 1978.MAINGUENEAU, D.,Le Contexte de luvre littraire. nonciation, crivain, socit, Pars, Dunod, 1993MAINGUENEAU, D., Problmes dethos, enPratiques, 113/114, 2002, 55-68.PCHEUX, M.,Hacia el anlisis automtico del discurso, Madrid, Gredos, 1978 (1969).PERELMAN, Ch. y OLBRECHTS-TYTECA, L.,Tratado de la argumentacin.La nueva retrica, Madrid, Gredos, 1989 (1958).RASTIER, F., Tropes et smantique linguistique,Langue Franaise, 101, 1994, 80-101.RICUR, P.,La metfora viva, Madrid, Ediciones Europa, 1980.VOLOSHINOV, V.,El marxismo y la filosofa del lenguaje, Madrid, Alianza, 1992.

[i]Sostiene Barthes (1982: 44) que lainventioremite menos a una invencin que a un descubrimiento, sera una nocin caracterizada por lo extractivo antes que por lo creativo. De hecho, la tpica es un lugar de donde se pueden extraer los argumentos. Un corolario fundamental tiene esta remisin: la certidumbre en el poder de lo metdico y de esa tcnica,tejn, que es lainventio.[ii]Nos pertenecen tanto esta como las otras cursivas que aparecen en las citas de la obra de Aristteles.[iii]As, por ejemplo, fue el excesivo privilegio otorgado al polo dellogosuno de los costados por donde recibi ms crticas la obra de Perelman.[iv]Como en todos los casos en los que la edicin de la obra citada no sea en espaol, la traduccin nos pertenece.[v]Segn Amossy (2000: 62) es, sin embargo, el ateniense Iscrates (436-338 a.C.), contemporneo de Aristteles, quien ya plantea en el mundo griego la preeminencia argumentativa de la reputacin; en suAntidosisse pregunta Quin puede ignorar, en efecto, que el discurso de un hombre bien considerado inspira ms confianza que el de un hombre desprestigiado y que las pruebas de sinceridad que resultan de toda la conducta de un orador tienen ms peso que las que provienen del discurso?. En el ao 392 a.C., fund una escuela de oratoria que se volvi clebre no slo por la calidad de su instruccin, sino tambin porque inclua en su programa de estudios la formacin tica del ciudadano, distinguindose as claramente de sus competidores, los sofistas.[vi]La prudence, la vertu et la bienveillance (citado por Eggs, 1999: 35).[vii]El representante ms reputado de una corriente filosfica dentro de la retrica restringida, Paul Ricur, discute con esta explicacin de corte estructuralista sobre la reduccin del campo de la retrica. Para l, el ocaso de la retrica se explica por el papel dominante que se le concedi a la palabra dentro de la teora de los tropos (1980: 71-84).[viii]Cristianizacin fundada, en parte, en la idea de que Antiguo y Nuevo testamento estn repletos de figuras.[ix]Por esto mismo, va a consagrar muchas pginas de la primera parte deEl tratado de la argumentacina tipologizar auditorios. Este ordenamiento an hoy no deja de suscitar comentarios entre los estudiosos de la obra de Perelman. Al respecto, puede considerarse sintomtico el artculo de E. Danblon Nouvelle Rhtoriquede Perelman et la question de l auditoire universel, publicado en Meyer, M. (coord), 2004,Perelman. Le renouveau de la rhtorique, Pars, PUF, as como la mayora de los textos publicados en esa obra.[x]Aqu tambin Perelman subraya la importancia de ciertas situaciones, ciertos gneros discursivos e, incluso, ciertos tipos textuales: Cuando se trata de comunicar hechos, la persona del orador parece estar mucho menos comprometida que cuando se trata de emitir apreciaciones (1989: 493).[xi]As, por ejemplo, Perelman recomienda evitar en general el elogiarse a s mismo, dado que la doxa comn lo considera ridculo y fuera de lugar (ibid.: 491).[xii]La primera reflexin discursiva sistemtica de este juego especular corresponde a M. Pcheux,a travs, fundamentalmente, de la introduccin de la nocin deformaciones imaginarias(1978: 49).[xiii]Dado el enfoque terico en el que nos posicionamos, esta lectura slo comprende el campo epistemolgico en el que se inscribe el anlisis del discurso francfono. Muy distinta fue la suerte de la retrica en los pases anglosajones; en Estados Unidos, por ejemplo, nunca se interrumpi la reflexin sistemtica sobre esta disciplina (cf. Adam, 2002).[xiv]Dimensin que elethoscomparte con elpathos(atributos del auditorio).[xv]Para designar este fenmeno, Perelman va a optar por el trmino preferible: acuerdos que pueden funcionar como premisas y que engloban valores, jerarquas y lugares (1989: 120).[xvi]Claro que esta no es una dimensin que se cia nicamente a la construccin del ethos, sino que se extiende al intercambio y a la produccin argumentativa en general: topoi, doxa, preconstruido, ideologema son aristas del mismo fenmeno, aunque elaboradas desde enfoques diferentes.[xvii]Lo que con claridad est indicando esta ampliacin es el proceso de conformacin de un campo transdisciplinario, el de una translingstica; esbozada por Voloshinov (1992: 167), Benveniste (2001: 127-130) y Barthes (1970: 580-584), ya haba sido reconocida por el mismo Saussure: Semiologa = morfologa, gramtica, sintaxis, sinonimia, retrica, estilstica, lexicologa, etctera,pues todo esto es inseparable (2004: 48).[xviii]Para el orador afirma, uno de los secretos de la persuasin, segn se la analiz a partir de Aristteles, es dar de s mismo una imagen favorable, imagen que seducir al oyente y captar su benevolencia. Est imagen del orador, designada comoethoso carcter, en ocasiones tambin es llamada expresin rara pero significativa costumbres oratorias. Con ellos se alude a las costumbres que el orador se atribuye a s mismo por la manera en que ejerce su actividad oratoria. No se trata de las afirmaciones jactanciosas que puede emitir sobre su propia persona dentro del contenido de su discurso, afirmaciones que por el contrario arriesgan chocar al oyente, sino de la apariencia que le confieren la cadencia, la calidez o severidad de la entonacin, la eleccin de las palabras, de los argumentos [] (1986: 205).[xix]Nombre con el cual se conoce a los proyectos de investigacin pertenecientes a la Secretara de Ciencia y Tcnica de la UBA (Argentina).