BLANCA PONS-SOROLLA

10
Sorolla THE MASTERWORKS BLANCA PONS-SOROLLA

Transcript of BLANCA PONS-SOROLLA

Page 1: BLANCA PONS-SOROLLA

SorollaTHE MASTERWORKS

BLANCA PONS-SOROLLA

Page 2: BLANCA PONS-SOROLLA

SorollaTHE MASTERWORKS

Page 3: BLANCA PONS-SOROLLA

SorollaTHE MASTERWORKS

BLANCA PONS-SOROLLA

E D I C I O N E S E L V I S O

Page 4: BLANCA PONS-SOROLLA

6

INTRODUCCIÓN

FORMACIÓN Y CONSOLIDACIÓN (1880-1903)

PLENITUD ARTÍSTICA (1904-1911)

MADUREZ CREATIVA (1912-1920)

DOCUMENTACIÓN

Índice

Page 5: BLANCA PONS-SOROLLA

9

MADUREZ CREATIVA

1912-1920 La tercera etapa de la vida artística de Sorolla, que tiene lugar entre 1912 y 1920, se inicia en la plenitud de su madurez creativa y en la cima de su prestigio y consagración internacional, y la dedica en buena parte a realizar la decoración de la biblioteca de la Hispanic Society of America de Nueva York –que acabamos de comentar–, un proyecto colosal que acepta por el reto que le supone, y que condiciona de forma importante al artista, pues le obliga a viajar continuamente para documentarse adecuadamente sobre los tipos, costumbres y trajes de las diferentes regiones españolas, así como para conocer los paisajes y luces en las que ha de ambientarlas. Es lo que él llama la “búsqueda de impresiones” que llevar luego a sus enormes lienzos. La valentía y honradez con la que Sorolla afronta esta ingente empresa pictórica supuso tal esfuerzo emocional y físico al artista, que acabaría minando de forma determinante su salud. Es una etapa en la que aún crece más como hombre y como pintor, pues llevó al límite su postulado de lo que él creía que debía ser su pintura: el reflejo de su apasionada y sentida visión de la naturaleza. En estos años pinta también repetidamente los jardines de su casa y algunas de sus mejores obras de playa, quizás las obras de mayor sensibilidad y calidad pictórica, que no tienen relación alguna con la decoración. Dice Sorolla:

Mi único afán desde que ingresé en la Academia de Bellas Artes de Valencia, fue crear una pintura franca, una pintura que interpretase la naturaleza tal como es verdaderamente, tal como debe verse... y creo ¿eh?... que he conseguido lo que me propuse. Ahora es cuando mi mano obedece por completo a mi retina y a mis sentimientos.

Los trabajos de la decoración de la Hispanic Society of América le ocupan de 1912 a 1919. El primer año viaja sin descanso para realizar in situ y directamente del natural, estudios previos de gran tamaño en diversas regiones españolas que le servirían para posteriormente componer los paneles definitivos. En los

Atribuido a Arthur Byne, Joaquín Sorolla pintando en el jardín de su casa. Fotografía. Madrid, Museo Sorolla [inv. 80197]

Page 6: BLANCA PONS-SOROLLA

10 11

tres años siguientes realiza un total de once paneles dedicados a Castilla, Andalucía, Aragón, Navarra, Guipúzcoa, Galicia y Cataluña, desplazándose en cada ocasión a la región correspondiente y pintando siempre al aire libre.

La salud de Sorolla se empieza a resentir. En 1915 empieza a manifestar en sus cartas los temblores que sufre cuando se emociona pintando, temblores que tardan más de una hora en remitir. Solía decir: “Mi mano y mi vista se cansan, pero las ganas de pintar, no se me quitan nunca!”.

Tardará cuatro años más en pintar los cuatro paneles que le quedan para completar la decoración, los dedicados a Valencia, Alicante, Extremadura y Ayamonte.

La gran sensibilidad de Sorolla, que tantos gozos y sufrimientos le proporciona, queda reflejada en esta carta que envía a su mujer en 1916 cuando está pintando uno de los paneles dedicados a Valencia, Las grupas, labor muy emotiva pues se trata de su tierra:

Hoy como ayer he trabajado la mañana en mi cuadro, ignoro si es que tengo debilidad o exceso de sensibilidad, pues noto que hoy me emocionó más que ningún día la contemplación del natural, hoy hice montar les banderoles y mis lágrimas se asomaron a mis ojos al contemplarlos junto a las grupas y sobre el cielo bonito de Valencia, todo ello tiene tal alegría, es tan hermoso, que yo no recuerdo haber hecho nada tan emocionadamente como esto, quizás por ello será lo peor; al mismo tiempo alguna criada de la casa de al lado cantaba cosas valencianas... en fin, la chochez, que como la humedad se apodera de mis pobres nervios.

En 1918 pintando El palmeral de Elche escribe Sorolla de nuevo a su mujer:

Yo lo que quisiera es no emocionarme tanto, porque después de unas horas como hoy, me siento deshecho, agotado, no puedo con tanto placer, no lo resisto como antes, es que la pintura cuando se siente es superior a todo; he dicho mal, es el natural lo que es hermoso.

No le faltan en estos años tristes acontecimientos familiares –la muerte de sus suegros, las etapas depresivas de su hijo o la tristeza de su hija Elena al romper una relación amorosa–, que sumado a no poder estar siempre con su Clotilde, le quitan la paz para pintar: “Yo no puedo ni con la pintura ni con la vida, cuando presumo lágrimas en los míos”.

Sorolla, en su estancia en Ayamonte en 1919, con la sensibilidad a flor de piel, llora con más frecuencia de lo quisiera las penas que sufren los suyos. Sin embargo, como vemos en sus cartas, no deja de pintar:

El cuadro es hermoso y nada ha perdido con este lío de pequeñas o grandes penas morales... él está tan sereno, como si nada pasara al autor de él, cuántas obras de los hombres que admiramos tanto, habrán sufrido más tremendas contrariedades... en fin alma de mi vida, por Dios tú no

pierdas la serenidad; sin ti todo esto se desmoronaría, tu tienes más talento que nosotros todos, más energías, tú no lloras, tú tienes fibra.

Este último panel, el dedicado a Ayamonte, sin duda el más brillante de todos, lo termina el 29 de junio de 1919. De esa fecha es la carta en la dice a su mujer:

Hoy día de San Pedro, habré terminado no mi cuadro sino mi obra de más de seis años de trabajo, de luchas y penas, donde tanto malo y bueno he sufrido, sobre todo en esta última etapa; yo mismo me extraño que en unas 30 sesiones mal contadas, he podido hacer este cuadro tan complicado...

Sobresalen en estos años los lienzos de playa realizados en Valencia los veranos de 1915 y 1916, especialmente los de

este último, realmente excepcional, en el que decide hacer un alto en su trabajo de la decoración, para pintar de acuerdo con su propio gusto. De ese verano proceden obras como: La bata rosa, Madre e hija, Niños en la playa...

Terminada su “visión de España”, y sin hacer caso a sus médicos que le aconsejan descansar, viaja con su mujer y su hija Elena a Mallorca e Ibiza para cumplir con un encargo que Thomas Fortune Ryan hacía años le había hecho: Los contrabandistas, que lleva a cabo en los acantilados de Ibiza. En las islas Baleares, fascinado con su luz y con su mar, pinta, sin saberlo, su última visión del Mediterráneo.

A pesar de que la idea de Sorolla era viajar a Estados Unidos lo antes posible para llevar “su visión de España” a la Hispanic Society of America y participar en su colocación, esto se fue demorando hasta que definitivamente Huntington y él acordaron dejarlo para el mes de octubre de 1920.

Instalación original de Visión de España en Nueva York, The Hispanic Society of America

Page 7: BLANCA PONS-SOROLLA

12 13

83 Joaquín Sorolla García, sentado

1917Óleo sobre lienzo, 125,5 x 81,5 cmMadrid, Museo Sorolla [inv. 1206]

82 Juan Ramón Jiménez

1916Óleo sobre lienzo, 119 x 83 cmNueva York, The Hispanic Society of America [inv. A 1932]

Page 8: BLANCA PONS-SOROLLA

15

84 La bata rosa

Hacia 1916Óleo sobre lienzo, 208 x 126,5 cmMadrid, Museo Sorolla [inv. 1134]

85 Niños en la playa. Valencia

Hacia 1916Óleo sobre lienzo, 70 x 100 cmColección particular

Page 9: BLANCA PONS-SOROLLA

16 17

86 Los contrabandistas

1919Óleo sobre lienzo, 84 x 167 cmColección particular

Page 10: BLANCA PONS-SOROLLA

18 19

88 Jardín de la Casa Sorolla

1920Óleo sobre lienzo, 105 x 87,5 cmMadrid, Museo Sorolla [inv. 1274]

87 El rosal amarillo de la Casa Sorolla

Hacia 1920Óleo sobre lienzo, 64 x 95 cmMadrid, Museo Sorolla [inv. 1240]