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BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 4, OCTUBRE-DICIEMBRE DE 2001 CONTENIDO 1. Editorial 2. Sobre la actividad del 30 de noviembre Hermenéutica analógica y exégesis bíblica, conferencia del doctor Mauricio Beuchot Puente (Instituto de Investigaciones Filológicas/UNAM, Academia Mexicana de la Lengua) 3. Reseña de la actividad del 19 de octubre: La influencia de Calvino sobre el protestantismo francés 4. Lanzamiento del primer libro del Centro Basilea: Entre la sumisión y la revolución, de Rubén J. Arjona Mejía 5. “Justicia infinita - Injusticia sin fin”. A propósito de los sucesos de 11 de septiembre y después Elsa Tamez 6. Reseña bibliográfica Dos recapitulaciones de teología latinoamericana 7. Próxima actividad (26 de enero) 8. Sugerencias para leer 9. Noticias 10. Conexiones en Internet 11. Textos adjuntos El Centro Basilea de Investigación y Apoyo, A.C., organizado en julio de 1999, es un organismo ecuménico, de inspiración protestante y reformada, que busca contribuir al diálogo con todas las tendencias ideológicas, la investigación sobre temas teológicos y sociales, y la solidaridad con las causas sociales encaminadas al mejoramiento humano.

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BOLETÍN INFORMATIVO

NÚM. 4, OCTUBRE-DICIEMBRE DE 2001

CONTENIDO

1. Editorial

2. Sobre la actividad del 30 de noviembre

Hermenéutica analógica y exégesis bíblica,

conferencia del doctor Mauricio Beuchot Puente

(Instituto de Investigaciones Filológicas/UNAM, Academia Mexicana de la

Lengua)

3. Reseña de la actividad del 19 de octubre:

La influencia de Calvino sobre el protestantismo francés

4. Lanzamiento del primer libro del Centro Basilea:

Entre la sumisión y la revolución, de Rubén J. Arjona Mejía

5. “Justicia infinita - Injusticia sin fin”. A propósito de los sucesos de 11 de septiembre y

después

Elsa Tamez

6. Reseña bibliográfica

Dos recapitulaciones de teología latinoamericana

7. Próxima actividad (26 de enero)

8. Sugerencias para leer

9. Noticias

10. Conexiones en Internet

11. Textos adjuntos

El Centro Basilea de Investigación y Apoyo, A.C., organizado en

julio de 1999, es un organismo ecuménico, de inspiración

protestante y reformada, que busca contribuir al diálogo con

todas las tendencias ideológicas, la investigación sobre temas

teológicos y sociales, y la solidaridad con las causas sociales

encaminadas al mejoramiento humano.

CENTRO BASILEA DE INVESTIGACIÓN Y APOYO, A.C.

BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 4, OCTUBRE-DICIEMBRE DE 2001

1. EDITORIAL

Con ánimo renovado, el Centro Basilea

retoma la continuidad de su trabajo,

manifestada desde el número anterior, y

comparte el ambiente y las expectativas

generados por sus últimas actividades.

Asimismo, y dándole cumplimiento a sus

planes editoriales, el Centro anuncia, por fin,

la aparición de su primer volumen, con la

esperanza de contribuir, así sea

mínimamente, a superar la enorme escasez de

materiales útiles para la reflexión teológica

interdisciplinaria. No ignoramos el hecho de

que, ante las circunstancias eclesiales tan

limitadas, muchas veces el entusiasmo de

sectores comprometidos con el análisis y la

práctica consecuentes con una visión amplia e

incluyente, decae por la falta de insumos y

estímulos. Ojalá los esfuerzos que se hagan

contribuyan a subsanar estas carencias.

En este número, el boletín intenta reflejar la

enorme necesidad de reflexionar sobre las

coyunturas tan exigentes que se presentan en

la actualidad. Como muestra de ello,

compartimos un texto de Elsa Tamez sobre

las represalias militares de Estados Unidos en

contra de Afganistán.

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2. SOBRE LA ACTIVIDAD DEL 30 DE

NOVIEMBRE: HERMENÉUTICA ANALÓGICA Y

EXÉGESIS BÍBLICA, CONFERENCIA DEL

DOCTOR MAURICIO BEUCHOT PUENTE

La interpretación bíblica rigurosa y contextual ha

constituido una de las grandes tradiciones dentro del

campo eclesiástico y académico protestante.

Recientemente, y tal como daba testimonio el número

anterior, un grupo de amigos y miembros del Centro

Basilea ha manifestado su inquietud por trabajar y

dialogar ampliamente acerca de este tema.

En la búsqueda por llevar a cabo una actividad

que permitiera actualizar las perspectivas de quienes

han estudiado la hermenéutica, pero también por

divulgar los aspectos elementales de esta disciplina, y

tratando de canalizar las inquietudes mencionadas, el

Centro ha invitado a uno de los especialistas más

reconocidos en este campo en la actualidad, dentro y

fuera de México.

Mauricio Beuchot Puente nació en Torreón

Coahuila en 195 . Es doctor en filosofía y pertenece a

la Orden de los Predicadores (Dominico). Ha sido

profesor-investigador del Instituto de Investigaciones

Filosóficas de la UNAM y de la Facultad de Filosofía

y Letras. Es miembro de número de la Academia

Mexicana de la Lengua y actualmente trabaja en el

Centro de Estudios Clásicos del Instituto de

Investigaciones Filológicas.

Entre sus libros, pueden mencionarse: La teología

de los dominicos novohispanos de México en el siglo

XVI (Cuadernos Presencia Dominicana, 1992), La

querella de la conquista (Siglo XXI, 1992), Filosofía y

derechos humanos (Los derechos humanos y su

fundamentación filosófica) (Siglo XXI, 1993), El

espíritu filosófico medieval (UNAM, 1994), Tratado de

hermenéutica analógica (UNAM, 1997) y Las caras del

símbolo: el ícono y el ídolo (Madrid, Caparrós, 1999).

Son muy recomendables las siguientes entrevistas:

“El encanto del desencanto. La postmodernidad

necesita límites” (con Antonella Attili), en Etcétera,

núm. 348 (www.etcetera.com.mx/1999/348/348/aa-

mb348.html), y “Dios posmoderno” (con Javier

Sicilia), en Letras Libres, diciembre de 1999, pp. 46-

49 (www.letraslibres.com).

Se puede consultar un panorama muy completo de

su obra en la página electrónica, especializada en

ensayo, elaborada por José Luis Gómez. De ella

hemos tomado el siguiente fragmento, introducción al

libro Perfiles esenciales de la hermenéutica.

PERFILES ESENCIALES DE LA

HERMENÉUTICA

Mauricio Beuchot Puente, Perfiles esenciales de la

hermenéutica, 2a. ed. México, Instituto de

Investigaciones Filológicas-UNAM, 1999, pp. 5-22.

1. INTRODUCCIÓN

La hermenéutica es la disciplina de la interpretación,

trata de comprender textos; lo cual es —dicho de

manera muy amplia— colocarlos en sus contextos

respectivos. Con eso el intérprete los entiende, los

comprende, frente a sus autores, sus contenidos y sus

destinatarios, estos últimos tanto originales como

efectivos. Ahora asistimos a una explosión de la

hermenéutica, que se ve omnipresente y variopinta, de

matices muy diferentes. La hermenéutica nos muestra

una cara múltiple. Pero, procurando no traicionar la

gran diversidad de planteamientos de esta disciplina,

trataré de reunir aquí algunos de sus rasgos, problemas

y perspectivas más básicos, de modo que puedan servir

de contacto inicial con ella.1

1 Resumo muy apretadamente aquí temas que he abordado

en Tratado de hermenéutica analógica, México, UNAM,

1997. Véase además: M. Beuchot, Hermenéutica, lenguaje e

inconsciente, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla,

1989; M. Beuchot y R. Blanco (comps.), Hermenéutica,

psicoanálisis y literatura, México, UNAM, 1990; y M.

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La hermenéutica tiene sus orígenes históricos desde

los griegos. Aristóteles, en su Peri hermeneias, dejó

muchas ideas inapreciables sobre ella. Los medievales,

con su exégesis bíblica de los cuatro sentidos de la

Escritura, fueron afanosos cultivadores suyos. El

renacimiento llevó al máximo la significación

simbólica de los textos, al tiempo que originó la

filología más atenida a la letra. La modernidad lleva

adelante esa filología, con tintes de cientificismo, hasta

que, en la línea del romanticismo, Schleiermacher

resucita la teorización plenamente hermenéutica. Su

herencia se recoge en Dilthey, que la aplica a la

filosofía de la cultura y de la historia. De él supo

recogerla Heidegger, en sus intrincadas reflexiones

sobre el ser y el hombre. La transmite a Gadamer, el

cual ha influido sobre otros más recientes, como

Ricoeur y Vattimo. Esta genealogía de la hermenéutica

sigue viva y actuante hoy en día.2

2. CONSTITUCIÓN Y MÉTODO DE LA HERMENÉUTICA

EN SÍ MISMA

Lo primero que tenemos que hacer con la

hermenéutica, al igual que con toda disciplina

cognoscitiva, es definirla. Hay que precisar cuál es su

objeto y de cuántas clases; hay que discernir qué tipo

de saber es, cuál es su método propio, y qué finalidad

tiene en el ámbito de los saberes. Así aprehenderemos

la especificidad de nuestra disciplina hermenéutica. Y

lo haremos en función del acto mismo de

interpretación en su proceso propio, el cual nos

mostrará el tipo de pregunta que plantea y el camino

por el que la responde.

Beuchot, Hermenéutica, postmodernidad y analogía,

México, Miguel Ángel Porrúa-Universidad Intercontinental,

1995. Añado aquí nuevas elucubraciones sobre la analogía y

la iconicidad en la hermenéutica. Han surgido de un diálogo

muy fructífero con mi amigo Ricardo Blanco. 2 Cf. M. Ferraris, Storia dell’ermeneutica, Milano:

Bompiani, 1989 (2a. ed.).

2.1. Su naturaleza

He dicho que la hermenéutica es la disciplina de la

interpretación; pues bien, ella puede tomarse como arte

y como ciencia, arte y ciencia de interpretar textos. Los

textos no son sólo los escritos, sino también los

hablados, los actuados y aun de otros tipos; van, pues,

más allá de la palabra y el enunciado. Una

característica peculiar que se requiere para que sean

objeto de la hermenéutica es que en ellos no haya un

solo sentido, es decir, que contengan polisemia,

múltiple significado. Eso ha hecho que la

hermenéutica, para toda una tradición, haya estado

asociada a la sutileza. Esta última consistía en la

capacidad de traspasar el sentido superficial para llegar

al sentido profundo, inclusive al oculto; también de

encontrar varios sentidos cuando parecía haber sólo

uno; y, en especial, de hallar el sentido auténtico,

vinculado a la intención del autor, plasmado en el texto

y que se resistía a ser reducido a la sola intención del

lector. Tenemos ya tres cosas en la interpretación: el

texto (con el significado que encierra y vehicula), el

autor y el intérprete. El lector o intérprete tiene que

descifrar con un código el contenido significativo que

le dio el autor o escritor, sin perder la conciencia de

que él le da también algún significado o matiz

subjetivo. La hermenéutica, pues, en cierta manera,

descontextualiza para recontextualizar, llega a la

contextuación después de una labor elucidatoria y

hasta analítica.

2.2. Objeto y objetivo de la hermenéutica

Una ciencia se define por su objeto. Y acabo de decir

que el objeto de la hermenéutica es el texto. Pero el

texto es de varias clases.3 Por eso más adelante

tendremos que detenernos un poco en la noción de

texto. Por ahora veamos no ya el objeto de la

hermenéutica, que es el texto, sino el objetivo o

finalidad del acto interpretativo. Este es la

comprensión del texto mismo, la cual tiene como

3 Ricoeur ha insistido en esto, y señala el paso del nombre

"texto" al escrito, al diálogo y a la acción significativa.

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intermediario o medio principal la contextuación. Es

poner un texto en su contexto y aplicarlo al contexto

actual.

2.3. Ciencia o arte

Pero, al hacer esto, ¿actúa la hermenéutica como

ciencia o como arte? Ante esta pregunta, hemos de

responder que ambas cosas. En efecto, si entendemos,

siguiendo a Aristóteles, la ciencia como un conjunto

estructurado de conocimientos, en el que los principios

dan la organización a los demás enunciados, podemos

considerar como ciencia a la hermenéutica; y si

entendemos —igualmente con Aristóteles— el arte o

técnica como el conjunto de reglas que rigen una

actividad, también podemos ver la hermenéutica como

arte, que enseña a aplicar correctamente la

interpretación. Esto se ve a semejanza de la lógica, que

también es ciencia y arte: construye ordenadamente el

corpus de sus conocimientos, y los dispone en reglas

de procedimiento que se aplican a los razonamientos

concretos.

2.4. División de la hermenéutica

En cuanto a la división de la hermenéutica en clases (y

todavía no en partes), se han propuesto tres tipos de

interpretación: (i) la intransitiva, o meramente

recognitiva, como la filológica y la historiográfica,

cuya finalidad es el entender en sí mismo; (ii) la

transitiva, o reproductiva o representativa o traductiva,

como la teatral y la musical, cuya finalidad es hacer

entender; y (iii) la normativa o dogmática, como la

jurídica y la teológica, cuya finalidad es la regulación

del obrar.4 Pero a ello se puede objetar que toda

interpretación recognitiva y normativa es reproductiva

o traductiva.5 Y eso es cierto; por lo cual quizá haya

4 E. Betti, Teoria generale della interpretazione, Milán,

1955. 5 Cf. A. Ortiz-Osés, La nueva filosofía hermenéutica. Hacia

una razón axiológica posmoderna, Barcelona, Anthropos,

1986, p. 71. Cf. también del mismo, Mundo, hombre y

que poner como clasificación tres tipos de traducción,

según tres finalidades que se le pueden dar:

comprensiva, reproductiva y aplicativa. Y además

podrían señalarse dos aspectos: uno en que se buscara

la teoría del interpretar, y otro en el que se enseñara a

hacer en concreto la interpretación; esto es, el aspecto

teórico y el práctico. Con ello tendríamos la división

interna de la hermenéutica, en dos partes: la

hermenéutica docens y la hermenéutica utens, esto es,

como doctrina y como utensilio, como teoría y como

instrumento de la interpretación.

2.5. Teórica o práctica

Así, la hermenéutica no sería ciencia puramente

teórica, ni ciencia puramente práctica, sino mixta de

teoría y praxis, esto es, como pura y aplicada. Dice

Aranguren: "toda theoría, además de ser práxis es a la

vez, poiésis, al menos incoativamente, porque, como

también ha hecho ver Zubiri, el saber implica el

„penetrar‟, „registrar‟ e „intervenir‟, y hay, por tanto,

una unidad interna entre saber y modificar”.6

Aranguren, pues, hace ver que la ética es teórica y

práctica, y aquí encontramos analogía con la

hermenéutica, al igual que la habíamos detectado entre

esta última y la lógica. También podemos ver analogía

entre la hermenéutica y la prudencia, como ya desde

antiguo se había visto entre esta última y la lógica.

Tiene un aspecto fuerte de acto prudencial.

2.6. Hermenéutica docens y hermenéutica utens

Así como en la escolástica se hablaba de lógica docens

y lógica utens, es decir, la teoría lógica y la aplicación

concreta de la misma en el razonamiento, así también

se puede hablar de "hermenéutica docens" y

"hermenéutica utens". Peirce entendía la lógica docens

como sistema y la utens como lógica aplicada o

lenguaje crítico. Estudios de filosofía hermenéutica,

Salamanca, Ed. Sígueme, 1976, pp. 121-151. 6 J. L. L. Aranguren, Ética de la felicidad y otros lenguajes,

Madrid, Tecnos, 1992 (2a. ed.), p. 22.

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metodología.7 Aranguren hablaba de una ethica docens

y una ethica utens, y decía que no están tan disociadas:

"la separación entre la moral vivida o ethica utens y los

tratados de ética [i.e. la ethica docens], que para casi

nada la toman en cuenta, es incomprensible".8 Por eso

prefiero hablar de una hermenéutica docens, como

teoría general de la interpretación; y una hermenéutica

utens, viva, que va al caso concreto, adaptando de

manera proporcional las reglas que ha derivado de su

doctrina y de su práctica, según lo que tiene de

prudencia o phrónesis. Así, la hermenéutica es

primordialmente teórica y derivativamente práctica,

porque el que pueda ser práctica se deriva de su mismo

ser teórica. Por eso he dicho antes que es ciencia y arte

a la vez.9

También se podría hablar, como clases de

hermenéutica, de una hermenéutica sincrónica y otra

diacrónica, según se dé predominio a la búsqueda de la

sistematicidad o de la historicidad en un texto.

Igualmente de hermenéutica sintagmática y de

hermenéutica paradigmática, según se insista en la

linealidad horizontal y la contigüidad o en la linealidad

vertical de asociaciones, es decir, una lectura en

superficie y una lectura en profundidad.

2.7. Su metodología

He dicho que tradicionalmente la hermenéutica estuvo

asociada a la sutileza.10

Por eso se podría exponer la

7 Cf. Th. A. Sebeok-J. Umiker-Sebeok, " „Ya conoce Usted

mi método‟: una confrontación entre Charles S. Peirce y

Sherlock Holmes", en U. Eco-Th. A. Sebeok (eds.), El signo

de los tres. Dupin, Holmes, Peirce, Barcelona, Ed. Lumen,

1989, pp. 65-66. 8 J. L. L. Aranguren, ibid., p. 25. 9 Schleiermacher llama "arte" a la hermenéutica, pero no

habla de ella como ciencia (F.D.E. Schleiermacher, "The

Aphorisms on Hermeneutics from 1805 and 1809/10", en G.

L. Ormiston-A. D. Schrift (eds.), The Hermeneutic

Tradition. From Ast to Ricoeur, Albany, N.Y., State

University of New York Press, 1990, p. 60). 10 Gadamer refiere la sutileza al Renacimiento, y dice que era

un aspecto de su espíritu competitivo (cf. H. G. Gadamer,

"Hermenéutica clásica y hermenéutica filosófica", en el

metodología de la hermenéutica en tres pasos que son

tres modos de sutileza: (i) la subtilitas intelligendi —

que yo preferiría llamar subtilitas implicandi—, (ii) la

subtilitas explicandi y (iii) la subtilitas applicandi.11

También se podrían trasladar estos momentos a la

semiótica: el primer momento tocaría a la sintaxis. En

ese primer paso se va al significado textual o

intratextual e incluso al intertextual. La razón es que el

significado sintáctico es el que se presupone en primer

lugar; sin él no puede haber (como aspectos del

análisis) semántica ni pragmática .12

Además, la

explicación pertenece a la semántica, pues tiene que

ver con la conexión del texto con los objetos que

designa. Y la aplicación toca a la pragmática, ya que

puede entenderse como traducir o trasladar a uno

mismo lo que pudo ser la intención del autor, captar su

mismo, Verdad y método II, Salamanca, Sígueme, 1992, p.

100). Pero no se da sólo allí. En la Edad Media se dio a Juan

Duns Escoto el apelativo de "Doctor Sutil" (Doctor Subtilis),

y esa sutileza consistía en encontrar siempre una posibilidad

en donde los otros no la veían; ellos sólo veían dos.

Inclusive tenía que ver con la teoría de las distinciones,

como su famosa distinctio formais ex natura rei, intermedia

entre la real y la de razón, y que Ockham cercenó con su

famosa navaja, por parecerle que había demasiadas sutilezas.

Pero también tiene que ver con las distinciones en la

interpretación (de la Biblia y de Aristóteles), ya que las

distinciones llevan a una mayor precisión y síntesis. 11 A. Ortiz-Osés, La nueva filosofía hermenéutica, cit., pp.

71-72. Estos términos aparecen ya en J. J. Rambach,

Institutiones hermeneuticae sacrae, 1723 (cf. H. G.

Gadamer, "Hermenéutica clásica y hermenéutica filosófica",

en el mismo, Verdad y método II, ed. cit., p. 100), y

reaparece en Johann August Ernesti, Institutio Interpretis

Novi Testamenti, Leipzig, 1761. A ellos se refiere ya

Schleiermacher (op. cit., p. 57). 12Es cierto que algunos, por ejemplo Leo Apostel, ponen a la

pragmática como previa a la sintaxis, ya que la misma

imposición de significado a una expresión es un acto

pragmático; pero eso se daría en un orden de producción o

de génesis. En el orden de análisis se estudia primero la

dimensión sintáctica, que es la más independiente, después

la dimensión semántica, que depende de la anterior, y al final

la pragmática, que depende de las dos.

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intencionalidad a través de la de uno mismo, y después

de la labor sintáctica o de implicación dada por las

reglas de formación y transformación o gramaticales, y

tras la explicación-comprensión que da la búsqueda del

mundo que puede corresponder al texto. Con la

aplicación pragmática se llega a esa objetividad del

texto que es la intención del autor (la intentio

auctoris). Y en esto se usa un método hipotético-

deductivo, o abductivo (como lo llamaba Peirce),

método según el cual en la interpretación se emiten

hipótesis interpretativas frente al texto, para tratar de

rescatar la intención del autor, y después se ven las

consecuencias de la interpretación, sobre todo

mediante el diálogo con los otros intérpretes.

2.8. Los elementos del acto hermenéutico: texto,

autor y lector

Ya que hemos visto que en el acto de interpretación

confluyen el autor y el lector, y el texto es el terreno en

el que se dan cita, el énfasis puede hacerse hacia uno o

hacia otro, al extraer del texto el significado. Hay

quienes quieren dar prioridad al lector, y entonces hay

una lectura más bien subjetivista; hay quienes quieren

dar prioridad al autor, y entonces hay una lectura más

bien objetivista. Pero hay que mediar, y sabiendo que

siempre se va a inmiscuir la intención del intérprete,

tratar de conseguir, lo más que se pueda, la intención

del autor.13

Podríamos, así, hablar de una "intención

del texto",14

pero tenemos que situarla en el entrecruce

de las dos intencionalidades anteriores. Por una parte,

13 Las nociones de pertenencia (Zugehörigkeit) y distancia

(Verfremdung) son de Gadamer, las de acercamiento (o

aproximación o apropiación) y distanciamiento son de

Ricoeur. Trata sobre ellas J. M. García Prada, "La

producción del sentido en los textos", en Estudios

Filosóficos, 42 (1993), pp. 234ss. Véase también M.

Beuchot, "Naturaleza y operaciones de la hermenéutica

según Paul Ricoeur", en Pensamiento (Madrid), 50/196

(1994), pp. 143-152. 14 Umberto Eco la llama intentio operis, distinta de la

intentio auctoris y de la intentio lectoris. Cf. U. Eco, Los

límites de la interpretación, Barcelona, Lumen, 1992, p. 29.

hay que respetar la intención del autor (pues el texto

todavía le pertenece, al menos en parte); pero, por otra,

tenemos que darnos cuenta de que el texto ya no dice

exactamente lo que quiso decir el autor; ha rebasado su

intencionalidad al encontrarse con la nuestra. Lo

hacemos decir algo más, esto es, decirnos algo. Así, la

verdad del texto comprende el significado o la verdad

del autor y el significado o la verdad del lector, y vive

de su dialéctica. Podremos conceder algo más a uno o

a otro (al autor o al lector), pero no sacrificar a uno de

los dos en aras del otro.

En cuanto a la idea de autor, Eco distingue un autor

empírico, un autor ideal y un autor liminal. El primero

es el que de hecho deja un texto, con errores y con

intenciones a veces equívocas. El ideal es el que

construimos quitando o modificando esas deficiencias

(y a veces inclusive hecho omnisapiente el autor). Y el

liminal es el que estuvo presente en el texto, pero con

intenciones en parte inconscientes (que no sabe que

sabe o que no sabe que no sabe; pero me parece que

éste se reduce al autor empírico, con sus puntos ciegos

e inconscientes). También puede hablarse de un lector

empírico, un lector ideal (y Eco no menciona el lector

liminal). El primero es el que de hecho lee o interpreta,

con sus errores de comprensión y mezclando mucho

sus intenciones con las del autor y a veces

anteponiendo las suyas y dándoles preferencia. El

segundo sería el lector que capta perfectamente o lo

mejor posible la intención del autor. (El lector liminal

sería el que deja entrometerse intenciones suyas en el

texto, pero éste me parece que se reduce al lector

empírico, que basta y sobra para hacer esas

desviaciones).15

El texto posee un contenido, un significado. Ese

contenido está realizando una intención, una

intencionalidad.16

Pero tiene el doble aspecto de

15 Cf. U. Eco, ibid., pp. 126 y 130. 16 Aun la intencionalidad puede ser de muchas clases. Pero

podemos hablar de cuatro principales, atendiendo a su

captabilidad. Hay una intencionalidad consciente y explícita,

esto es, que capta tanto el autor como el lector. Hay otra

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connotación y denotación, de intensión y extensión, o

de sentido y referencia. El texto tiene, en situación

normal, un sentido y una referencia. Sentido, en cuanto

susceptible de ser entendido o comprendido por el que

lo lee o lo ve o lo escucha; referencia, en cuanto

apunta a un mundo, sea real o ficticio, indicado o

producido por el texto mismo. Sólo a veces el texto

tendrá únicamente sentido y carecerá de referencia

como en el caso de ciertas álgebras.

2.9. Los pasos del acto hermenéutico: el proceso

interpretativo

En el proceso interpretativo, lo primero que surge ante

ese dato que es el texto, es una pregunta interpretativa,

que requiere una respuesta interpretativa, la cual es un

juicio interpretativo, ya sea una hipótesis o una tesis, la

cual se tendrá que comprobar, y para eso se sigue una

argumentación interpretativa.

La pregunta interpretativa es siempre con vistas a la

comprensión. ¿Qué significa este texto?, ¿qué quiere

decir?, ¿a quién está dirigido?, ¿qué me dice a mí?, o

¿qué dice ahora?, y otras más. Puede decirse que la

pregunta es un juicio prospectivo, está en prospecto, en

proyecto. Se hace juicio efectivo cuando se resuelve la

pregunta. Hay un proceso por el cual se resuelve dicha

pregunta interpretativa, pues primero el juicio

interpretativo comienza siendo hipotético, hipótesis, y

después se convierte en tesis. La misma tesis es

alcanzada por el camino de descondicionalizar la

hipótesis, esto es, ver que se cumple efectivamente. Se

consciente y tácita, que sólo capta el autor y difícilmente

accede a ella el lector. Otra es inconsciente y explícita, la

que se escapa al propio autor, pero el lector la encuentra con

ciertos instrumentos sutiles ad hoc, por ejemplo, aplicando

el psicoanálisis. Y hay otra que es inconsciente y tácita, la

que se oculta tanto al autor como al lector, y permanece

escondida, tal vez por siempre. Fue el psicoanálisis mismo el

que habló de intencionalidad inconsciente, a pesar de que

algunas otras corrientes han considerado que la

intencionalidad siempre tiene que ser consciente, esto es,

identifican intencionalidad y conciencia.

trata de un razonamiento o argumento hipotético-

deductivo.

2.10. El hábito o virtud de la interpretación

Lo que más importa de la actividad interpretativa es

que llegue a constituir en el hombre un hábito, una

virtud, la virtus hermeneutica. De la adquisición de

esta virtud puede decirse que, aun cuando no sea muy

claro que pueda enseñarse, sí puede aprenderse, como

lo dice Gilbert Ryle.17

No hay escuelas de sabiduría o

de prudencia, pero sí hay escuelas de interpretación. Es

como en el caso de la retórica; alguien puede ser

naturalmente buen orador, un orador nato, pero la

técnica o arte de la oratoria le ayuda a mejorar; así

también al hermeneuta nato la técnica o arte de la

hermenéutica le ayuda a incrementar esa virtud que ya

tiene iniciada, hay un aumento interno o una intensio

de esa virtud de esa cualidad que lo hace interpretar

bien. Mucho más si el individuo no es un buen

intérprete por naturaleza, sino que tiene que aprender

el arte de interpretar, mediante el estudio, el trabajo y

la imitación, para llegar a superar a quien le enseñe.

17 Cf. G. Ryle, "¿Puede enseñarse la virtud?", en R. F.

Dearden, P. H. Hirst y R. S. Peters (eds.), Educación y

desarrollo de la razón. Formación del sentido crítico,

Madrid, Narcea, 1982, pp. 411 y 413. También hay que

tomar en cuenta que la virtud tiene un componente de

voluntad, además de uno de conocimiento, como lo hace ver

Ph. Foot, Las virtudes y los vicios, y otros ensayos de

filosofía moral, México, UNAM, 1994, p. 21. Ver también E.

Sosa, Conocimiento y virtud intelectual, México, UNAM-FCE,

1992, pp. 285ss.

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3. RESEÑA DE LA ACTIVIDAD DEL 19 DE

OCTUBRE: LA INFLUENCIA DE CALVINO SOBRE

EL DESARROLLO DEL PROTESTANTISMO

FRANCÉS.

Tempo e Presença, año 22, núm. 313,

CENTRO BASILEA DE INVESTIGACIÓN Y APOYO, A.C.

BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 4, OCTUBRE-DICIEMBRE DE 2001

4. LANZAMIENTO DEL PRIMER LIBRO DEL

CENTRO BASILEA: ENTRE LA SUMISIÓN Y LA

REVOLUCIÓN, DE RUBÉN J. ARJONA MEJÍA.

El 30 de noviembre tendremos en las manos el

primer volumen publicado por el Centro

Basilea. Se trata de la tesis de licenciatura en

teología de Rubén J. Arjona Mejía, motivo de

la actividad del 19 de octubre. Esperamos que

constituya un aporte al estudio de uno de los

aspectos menos divulgados de la historia de la

Reforma Protestante, dado que, si bien Juan

Calvino es reconocido como uno de los

reformadores principales, en México y en las

iglesias evangélicas en particular, su figura es

bastante ignorada y poco apreciada.

En ese sentido, el esfuerzo que ha llevado a

cabo Arjona tiene un valor adicional: es un

ejemplo de búsqueda de herramientas

teológicas prácticas dentro de la tradición

reformada para dialogar con la realidad

sociopolítica presente de nuestro país. Esto,

aun cuando los puentes que se trazan no son

explícitos, sino más bien implícitos, pues se

deja a criterio del lector obtener conclusiones

de aplicabilidad directa. No obstante, el

énfasis del libro es militante y profético, de

ahí el interés por divulgarlo.

Con este volumen esperamos arrancar con

el pie derecho el plan de publicaciones que se

había discutido y anunciado previamente.

Confiamos plenamente en contribuir, desde

nuestra modesta trinchera, a ampliar los

horizontes de muchas personas que, con

frecuencia, expresan su necesidad por tener

acceso a lecturas recomendables y pertinentes.

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5. “JUSTICIA INFINITA - INJUSTICIA SIN

FIN”. A PROPÓSITO DE LOS SUCESOS DE 11

DE SEPTIEMBRE Y DESPUÉS

Elsa Tamez

Pasos, DEI, noviembre de 2001

El pasado mes de mayo, Rubén J. Arjona Mejía

(vicepresidente del Centro Basilea) defendió, en

el Seminario Teológico Presbiteriano de México,

su tesis de licenciatura titulada: Entre la

sumisión y la revolución: la influencia de

Calvino sobre el desarrollo del protestantismo

francés. Por su valor y pertinencia,

consideramos necesario dedicarle la actividad

del próximo 19 de octubre, como celebración,

modesta, de un aniversario más de la Reforma

Protestante.

A continuación transcribimos la introducción

de la tesis.

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6. RESEÑA BIBLIOGRÁFICA

DOS RECAPITULACIONES DE TEOLOGÍA

LATINOAMERICANA

L.C.-O.

Juan José Tamayo y Juan Bosch, eds., Panorama de la

teología latinoamericana. Estella, Verbo Divino,

2001. 683 pp.

Luiz Carlos Susin, ed., El mar se abrió. Treinta años de

teología en América Latina. Santander, Sal Terrae,

2000. 264 pp. (Presencia teológica, 111)

Como siempre, las editoriales españolas vuelven a

colocarse a la vanguardia en lo referente a la

producción teológica latinoamericana. Esto trae a la

memoria los años en que llegaban las obras de autores

como Rubem Alves, Gustavo Gutiérrez y José Míguez

Bonino, o la colección “Panorama de la teología

latinoamericana”, de la editorial Sígueme, en los años

70 y 80. Recientemente, Sal Terrae y Verbo Divino,

siempre atentas a la producción teológica de este lado

del Atlántico, han lanzado dos libros relevantes: El

mar se abrió. Treinta años de teología en América

Latina, editado por Luiz Carlos Susin, y Panorama de

la teología latinoamericana, compilado por Juan-José

Tamayo y Juan Bosch. Resulta prácticamente

imposible hablar aisladamente de este par de libros,

sobre todo por los vasos comunicantes que los unen.

Un ejemplo de esto son las colaboraciones que se

repiten. Pero más allá de las naturales objeciones que

puedan surgir, ambas obras manifiestan la necesidad

de hacer un recuento serio de la teología

latinoamericana de los últimos lustros.

Ostensiblemente más breve, el libro de Susin,

traducción de la obra publicada por Loyola y Soter

(Sociedad de Teología y Ciencias de la Religión de

Brasil) el año pasado, concebido como un material

preparatorio para el congreso de teología llevado a

cabo en São Paulo, incluye aportaciones de teólogos

(hombres) católicos en su mayoría. Los únicos

protestante que aparecen el volumen son Jorge Pixley

y Jürgen Moltmann. Ante todo, cada autor trata de

realizar un balance de la tarea teológica

latinoamericana en los últimos 30 años. Así, gente

como Roberto Oliveros, antiguo historiador de la

teología de la liberación (TL), cuenta su propia

experiencia, muy actualizada, en relación con el

proceso que había descrito antes; João Batista Libanio

ensaya también una visión más personal de lo que ha

expuesto anteriormente con menos claves vivenciales;

Leonardo Boff manifiesta la evolución de su

pensamiento mediante varios paradigmas teológicos;

José Comblin ofrece su testimonio con un énfasis

cronológico muy marcado; Clodovis Boff encara la

tarea por medio de 7 “descubrimientos” personales y

del señalamiento de la nueva agenda de la teología

latinoamericana; Pablo Richard, con un tono casi

confesional, pasa revista a sus 40 años de camino y

labor teológica; y el arzobispo Kloppenburg representa

la visión jerárquica.

Otros autores acometen su labor subrayando el

énfasis que ha marcado su trabajo a través de los años:

Diego Irarrázaval hace un “balance desde abajo”;

Eleazar López Hernández traza los puntos principales

de la teología india en los tiempos de la globalización;

Jon Sobrino habla de una “teología desde la realidad”,

sin dejar de incluir su énfasis particular en la

“concentración cristológica”; Jorge Pixley se pregunta

si la TL es o fue un instrumento de lucha popular; Juan

Carlos Scannone expone brevemente su perspectiva

sobre la TL, la teología del pueblo y la actualidad

teológica en el continente; y Antônio Aparecido da

Silva, en un texto sólido y extenso, presenta los

contenidos esenciales de la teología afroamericana.

El texto de Hugo Assmann, “Por una teología

humanamente saludable”, asume la autocrítica de una

manera notable, puesto que, sin dejar de reconocer las

razones de sus ímpetus “juveniles”, no incurre en la

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autocomplacencia y señala puntualmente los excesos,

sobre todo en el lenguaje, de la naciente teología

liberacionista. Assmann da fe de una profunda

evolución personal que le hace ver hoy a la teología de

una manera muy distinta. Afirma, por ejemplo:

Pensar duele. Pero disiento de las formas de pensar que

cierran horizontes. ¿Será que la TdL ha sido

fundamentalmente una teología saludable? En mi

opinión, algunos de sus remanentes adoptaron una forma

enfermiza. Como discurso de y para seres humanos y sus

búsquedas de sentido, pienso que también la teología

(así como todas las demás formas de reflexión crítica)

debe afrontar de cara aquellas cuestiones antropológicas

radicales que nos ponen frente a la imposibilidad de

soluciones perfectas y definitivas, pero también frente a

la plasuibilidad de esperanzas tópicas. Y ello sin

escamotear problemas ni caer en falsos dilemas (por

ejemplo, el falso dilema entre educar para la iniciativa o

educar para la solidaridad). (p. 120)

Entre las ausencias más notables de este libro (que se

subsanan, en parte, en el de Tamayo y Bosch) hay que

mencionar a Gustavo Gutiérrez y Enrique Dussel, entre

los “fundadores” de la TL, y a otros personajes muy

representativos del campo católico como Segundo

Galilea, Ronaldo Muñoz o Pedro Casaldáliga. A

cambio, se incluyen nombres de profesores y

estudiosos más jóvenes.

Los autores europeos, simpatizantes o no de la TL,

ofrecen una variedad de enfoques en su relación con

ella: Moltmann y Metz no escatiman palabras para

referir la influencia del diálogo con esta teología sobre

su pensamiento, a pesar de las diferencias que, en el

caso del primero, se dieron en cierto momento;

Tamayo Acosta, profundo conocedor de la TL, a la que

le ha dedicado varios libros, escribe, una vez más,

sobre la recepción de la misma en los ambientes

primermundistas; Floristán, Duquoc y González Faus

se muestran a sí mismos como acompañantes

solidarios.

En Panorama de la teología latinoamericana,

Tamayo Acosta es acompañado por Juan Bosch,

experto en la teología protestante del continente. Esta

colaboración resulta particularmente fructífera, porque

el segundo prólogo (“Introducción a la teología

protestante latinoamericana”) obra de Bosch, cumple

su cometido plenamente, dado el enorme

desconocimiento que existe al respecto. En casi 40

páginas, Bosch pasa revista a los congresos

evangélicos, desde 1916 a 1929; a las aportaciones

protestantes a la teología de la liberación; a las

repercusiones del pentecostalismo; y a la pregunta

específica por una teología protestante

latinoamericana. El prólogo de Tamayo (“Cambios de

paradigma teológico en América Latina”), por su parte,

con una visión más de conjunto, da cuenta de los

grandes temas teológicos desarrollados por los

teólogos y teólogas latinoamericanos desde la década

de los 70 hasta la fecha, y concluye con una serie de

desafíos que se le presentan a esta manera de hacer

teología.

De los 34 autores(as) incluidos, 7 son protestantes

y 8 mujeres. Se echa mucho de menos a tres

protestantes: José Míguez Bonino, Emilio Castro y

Rubem Alves (ex-secretario general del Consejo

Mundial de Iglesias, CMI), y a otros autores

representativos. Siete son las colaboraciones tomadas

del libro de Susin, pero hay que consignar que tres

teólogos (Irarrázaval, López Hernández y Scannone)

presentan textos distintos para esta obra. Destaca la

inclusión de textos-semblanzas de dos autores ya

fallecidos: Ignacio Ellacuría y Juan Luis Segundo, así

como la de Philip Potter, también ex-secretario general

del CMI. Al mismo tiempo, resultan difíciles de

explicar algunas inclusiones, como las de V. Rocha,

M. Ruiz y A. Levoratti (en este caso, pudiendo

aparecer José Severino Croatto o Carlos Mesters, otras

ausencias lamentables, aun cuando los compiladores

dan fe de que algunas de ellas se deben a múltiples

causas).

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En esta obra, más que en la primera, puede decirse

que se consiguió una buena confluencia generacional

de teólogos, puesto que aparecen desde algunos

fundadores, como Gustavo Gutiérrez, y Sergio Arce,

hasta algunos de los renovadores más creativos de

generaciones recientes, como M.F. dos Anjos y Jung

Mo Sung. Además, las vertientes feministas y de la

espiritualidad están muy bien representadas.

Dado el número de textos incluidos, podría

intentarse una clasificación de los mismos (los

nombres con asterisco representan los textos

recopilados también por Susin):

a) Visiones panorámicas rigurosas: G. Gutiérrez,

quien con su proverbial equilibrio resume admirable y

sabiamente sus largos años como profeta y teólogo, C.

Boff*, L. Boff*, M.F. dos Anjos, que habla de los

muchos rostros de la teología, J.M. Sung, que desde la

vertiente económica, rinde tributo a los pensadores que

lo marcaron , C. Maccise, desde la trinchera de la

espiritualidad, R. Oliveros*, P. Trigo y P. Suess, con

sus importantes aportaciones a la inculturación del

mensaje cristiano.

b) Revisiones de trayectoria personal: S. Arce,

desde Cuba, pasa amplia revista a sus militancias

revolucionaria y cristiana, P. Richard*, E. Tamez,

modelo de teóloga protestante que ha venido

venciendo obstáculos desde su juventud, J. Pixley*, E.

Dussel, quien presenta su autobiografía teológica,

simultánea a la de su labor como filósofo e historiador,

y Franz Hinkelammert (entrevistado ampliamente por

Germán Gutiérrez), una especie de teólogo total, con

una trayectoria sui generis que puede sintetizarse con

la siguiente fórmula: “de la economía a la teología”.

Para muchos, él será un hallazgo, pero detrás hay un

largo camino de pensamiento y acción. Entre sus

muchas respuestas iluminadoras destaca la siguiente:

Una vez me invitaron en Colonia a una reunión titulada:

¿Estña muerta la teología de la liberación? Y estaba llena

la sala, y tenían que abrir una sala contigua mucho más

grande para discutir si estaba muerta la teología de la

liberación. Y no era una reunión de teólogos únicamente.

El público eran gente de las calles, sobre todo

intelectuales de la más variada procedencia. El público

ya demostraba que la teología de la liberación no estaba

nada tan débil. Cuando el Papa en su última visita a San

Salvador exclamaba que la teología de la liberación

estaba muerta, se olvidó de decir lo más importante: No

estaba muerta la teología de Liberación, estaban muertos

los teólogos de la teología de la liberación. Habían

muerto como mártires. (p. 282)

c) Ejercicios de autocrítica, como los de Hugo

Assmann* y Julio de Santa Ana, quien lleva a cabo,

por el lado protestante, la tarea autocrítica más

consistente y ecuménica, aunque no incluya detalles

personales, puesto que, como él mismo explica:

Como se ha podido leer, he hablado poco de mí mismo,

y en cambio lo he hecho de muchos compañeros y

compañeras, de quienes soy profundamente deudor en el

camino de hacer teología. Muchos de ellos son católicos,

en tanto que hay otros evangélicos. Esto pone de relieve

el carácter ecuménico de la teología de la liberación. No

puede ser de otra manera, porque no hay una liberación

“católica” y otra “protestante”. Hay una sola liberación.

La vocación por la misma la recibimos de Dios. (p. 556)

d) Reivindicaciones: por el lado feminista, M.P.

Aquino, quien reúne, admirablemente, y con una

altísima calidad, la militancia por la dignidad y el

conocimiento profundo de su tema; I. Gebara, M.C.L.

Bingemer, C. Navia sólidas teólogas católicas que han

tenido que recorrer un largo camino de dificultades y

descubrimientos, y O. Ortega, primera pastora

ordenada por la iglesia presbiteriana de Cuba y

funcionaria, por varios años, del CMI, desde donde

promovió la formación teológica femenina. Por el lado

de la teología negra, A. Aparecido*.

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Como se ve, ambos volúmenes dan cuenta de la

enorme diversidad, pero también de la profunda

organicidad de la teología latinoamericana. También,

dan testimonio de la buena salud con que cuenta la TL,

a contracorriente de quienes han anunciado tantas

veces su desaparición. Lo cierto es que ella misma ha

sabido renovarse y en esa tarea seguirá, en los

próximos años, en la búsqueda del Reino de Dios y su

justicia. Tal vez en una obra futura puedan incluirse a

otras corrientes teológicas que, sin ligarse tan

directamente a la TL, merecen ser reconocidas como

parte de la producción cristiana del continente. Dentro

de estos esfuerzos, un nombre, memorable entre

varios, nos viene a la mente, el de Orlando Costas.

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7. PRÓXIMA ACTIVIDAD (26 DE ENERO):

MUERTE SIN FIN, DE JOSÉ GOROSTIZA:

PERSPECTIVAS TEOLÓGICO-LITERARIAS

Para empezar con las actividades del año 2002, se

ha considerado la posibilidad de llevar a cabo una

mesa redonda sobre Muerte sin fin, al

considerado por muchos como el mayor poema

mexicano del siglo XX.

Para tal fin, hemos hecho contacto con Evodio

Escalante, autor de una tesis doctoral de título

escandaloso y provocador: Los inaudibles

gemidos de Dios (UNAM, 2000), publicada en

este año por la editorial Juan Pablos, y con Javier

Sicilia, poeta cristiano reconocido. Con ellos

queremos dialogar sobre una obra cuya calidad se

ha consolidado con el paso de los años.

Queremos, finalmente, con esta actividad,

unirnos también a la celebración del centenario

del nacimiento de Gorostiza, uno de los más

grandes poetas mexicanos de la historia.

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8. NOTICIAS

Muy pronto se presentarán los primeros

volúmenes editados por el Centro Basilea: una

Introducción a la Biblia en dos tomos.

Del 22 al 24 de agosto, se llevaron a cabo las

IV Jornadas de Psicología de la Religión en el

Museo Nacional de Antropología e Historia,

organizadas por varias instituciones, entre

ellas la UNAM, la ENAH, el Conaculta, la

UAM y la Asociación Latinoamericana para el

Estudio de las Religiones. La conferencia

magistral, “Retos éticos y epistemológicos de

la psicología (y la) pastoral”, estuvo a cargo

de Enrique Dussel. En varias mesas hubo

participantes miembros de iglesias

evangélicas.

Del 18 al 20 de octubre se llevará a cabo una

exposición de libros evangélicos en

9. SUGERENCIAS PARA LEER

Iztapalapa, revista de ciencias sociales y

humanidades, año 20, núm. 49, julio-diciembre

de 2000. Universidad Autónoma Metropolitana,

unidad Izatapalapa.

“Hermenéutica y filosofía” es el tema

monográfico que desarrollan 10 especialistas,

entre quienes figuran Mauricio Beuchot, Raúl

Alcalá Campos (profesor de la ENEP Acatlán),

Samuel Arriarán (Universidad Pedagógica

Nacional), Dora Elvira Garcia (Universidad

Intercontinental) y Luz María Álvarez Argüelles

(ENEP Acatlán).

La diversidad de autores permite revisar

varios aspectos de la hermenpéutica actual:

desde su definición esencial, hasta sus relaciones

con la metafísica, pasando por la poesía, la

política y la antropología cultural de Clifford

Geertz.

El énfasis multidisciplinario permite que, aun

los lectores y lectoras menos acostumbrados al

tratamiento académico de estos temas,

encuentren varios aspectos interesantes y

aprovechables. Pensando en la mayor

divulgación que merece este asunto, destaca el

texto de Gustavo Leyva Martínez (UAM

Iztapalapa), “La hermenéutica: el origen

práctico de la comprensión”, que intenta

aterrizar algunas ideas fruto de la reflexión

hermenéutica en las realidades sociales.

Mauricio Beuchot, Las caras del símbolo: el

ícono y el ídolo. Madrid, Caparrós Ediciones,

1999.

En el marco de su interés principal, la

hermenéutica, Beuchot se ocupa en este volumen

del ícono y del símbolo desde un punto de vista

amplio. Su primer capítulo, “Pensar para un

tiempo brumoso. La hermenéutica analógico-

icónica y la crisis de la modernidad”, es

particularmente útil para introducir, desde este

enfoque, la problemática actual de su disciplina.

El libro en general es muy legible, sin los excesos

de otros autores cuya densidad los hace

incomprensibles.

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10. CONEXIONES EN INTERNET

www.ensayo.uga.edu

Ya mencionada líneas arriba, esta página

ofrece abundantes materiales sobre el ensayo

multidisciplinario en castellano. Planeada y

realizada por el doctor José Luis Gómez,

profesor de la Universidad de Georgia,

presenta alfabéticamente a los mejores

pensadores de España e Hispanoamérica.

www.inpmar.org

Por fin, la Iglesia Nacional Presbiteriana de

México abrió su página en internet. Hay que

seguirle el rumbo y estar atento a lo que

ofrecerá mediante este recurso. De pronóstico

reservado.

www.ngweb.com./latinofil

La Página Latinoamericana de Filosofía

ofrece textos de autores del continente. Ante

la escasez de materiales, es un espacio útil en

la red para tratar de estar al día.

jesus.upsa.es

Un profesor de la Universidad de Salamanca

ofrece su curso de Cristología. Incluye el

temario, la bibliografía y otros aspectos del

mismo.

www.casabautista.org/dialog

La Casa Bautista de Publicaciones incluye en

su página electrónica a la revista Diálogo

Teológico, donde pueden obtenerse algunos

artículos de cierto interés.

11. TEXTOS DE DIVULGACIÓN