Boletín Alfonso Caso, núm. 15

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1ra Época. Septiembre - Diciembre 2011. 15 Índice • Editorial • Artículo - Medicina y antropología, por Juan Comas. • Efemérides - Doris Heyden, Javier Romero Molina, Robert Redfield, Fernando Márquez Miranda. • Noticias - VIII Encuentro Internacional de His- toriografía. UAM-A. - XVI Coloquio Internacional de An- tropología Física “Juan Comas”. • Ex-Libris - Juan Comas Camps EDITORIAL La reimpresión de un artículo de Juan Co- mas publicado en una revista ajena a la An- tropología llega en un momento oportuno. Por una parte permite recordar una faceta de la actividad poco conocida de don Juan y, por otra, lo consideramos un valioso an- tecedente para la nueva opción del Progra- ma de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas Odontológicas y de la Salud sobre Antropología médica, donde nuestro Insti- tuto colaborará de manera activa. En el artículo el Dr. Comas agradece al Dr. Fernando Martínez Cortés la invitación para escribirlo y esto merece una explica- ción. Uno de los Directores más innovadores de la Facultad de Medicina de nuestra Uni- versidad fue Raoul Fournier, hombre inte- ligente y cuyo talento le llevó desde ser uno de los mejores clínicos mexicanos, hasta contribuir a los guiones de las películas de Cantinflas. Uno de sus alumnos más cercanos es Fernando Martínez Cortés, quien fue Secretario de la Facultad, otro personaje notable, también médico, pensador y ensayista, quien todavía nos ilu- mina con sus enseñanzas y ejemplo, entre otros lugares en el Posgrado de Antropología. Fernando contribuyó de manera directa para que, como parte del programa de enseñanza del primer año de la carrera de Medicina, dentro de los llamados grupos piloto, Juan Co- mas diera un curso de Antropología, apoyado por Santiago Genovés. Esto ocurrió a partir de 1957 en la recién inaugurada Facultad en la Ciudad Universitaria. Yo tuve la fortuna de ser uno de estos alumnos en 1958. El curso de Comas nos abrió los ojos hacia una manera diferente de concebir a los humanos, quienes serían nuestros futuros pacientes. Los situamos en un marco evolutivo y com- prendimos que formamos parte de los Homo sapiens, especie con gran variabilidad en su morfología y fisiología. Como alumnos nos deslumbraba saber que Comas era un reconoci- do investigador y autor. Sus exposiciones eran siempre claras y convincentes. Pasaron los años y Fernando Martínez Cortés creó el se- minario La medicina del hombre en su totalidad. Reunidos en el Hospital General de México con compañeros tan notables como Alfredo López Austin, Carlos Viesca, Rolando Colla- do, Carmen Anzures, Leticia E. Casillas y muchos más, y sin habérnoslo propuesto, fuimos creando el cuerpo teórico de la Antropología aplicada a la atención de los problemas de salud. Para ello nos basamos en el trabajo pionero de Isabel Kelly, Héctor García Manzanedo, Alfonso Villa Rojas y Gonzalo Aguirre Beltrán, siendo los últimos dos también amigos de Comas y Martínez Cortés. El grupo pronto se extendió al Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina. Ahí se incorporó la enseñanza de la Antropología a los estudiantes del cuarto año de la carrera y se impartieron diplomados. Jun- to con nuestro Instituto y la Dirección de Etnología y Antro- pología Social, fueron los primeros centros del desarrollo de este campo de trabajo en México. Todo ello se ha conjuntado para que las aplicaciones de la Antropología al campo de la salud sean ya el campo de cono- cimiento de los posgrados de nuestra Universidad. Fernando Martínez Cortés participa en esta nueva tarea y Juan Comas seguramente se habría sentido satisfecho de saber que sus en- señanzas han tenido consecuencias. Dr. Luis Alberto Vargas Instituto de Investigaciones Antropológicas Dr. Juan Comas Camps

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1ra Época. Septiembre - Diciembre 2011. 15

Índice• Editorial• Artículo- Medicina y antropología, por Juan Comas. • Efemérides- Doris Heyden, Javier Romero Molina,

Robert Redfield, Fernando Márquez Miranda.

• Noticias- VIII Encuentro Internacional de His-

toriografía. UAM-A. - XVI Coloquio Internacional de An-

tropología Física “Juan Comas”.• Ex-Libris- Juan Comas Camps

EDITORIALLa reimpresión de un artículo de Juan Co-mas publicado en una revista ajena a la An-tropología llega en un momento oportuno. Por una parte permite recordar una faceta de la actividad poco conocida de don Juan y, por otra, lo consideramos un valioso an-tecedente para la nueva opción del Progra-ma de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas Odontológicas y de la Salud sobre Antropología médica, donde nuestro Insti-tuto colaborará de manera activa.

En el artículo el Dr. Comas agradece al Dr. Fernando Martínez Cortés la invitación para escribirlo y esto merece una explica-ción.

Uno de los Directores más innovadores de la Facultad de Medicina de nuestra Uni-versidad fue Raoul Fournier, hombre inte-ligente y cuyo talento le llevó desde ser uno de los mejores clínicos mexicanos, hasta contribuir a los guiones de las películas de Cantinflas. Uno de sus alumnos más cercanos es Fernando Martínez Cortés, quien fue Secretario de la Facultad, otro personaje notable, también médico, pensador y ensayista, quien todavía nos ilu-mina con sus enseñanzas y ejemplo, entre otros lugares en el Posgrado de Antropología.

Fernando contribuyó de manera directa para que, como parte del programa de enseñanza del primer año de la carrera de Medicina, dentro de los llamados grupos piloto, Juan Co-mas diera un curso de Antropología, apoyado por Santiago Genovés. Esto ocurrió a partir de 1957 en la recién inaugurada Facultad en la Ciudad Universitaria. Yo tuve la fortuna de ser uno de estos alumnos en 1958.

El curso de Comas nos abrió los ojos hacia una manera diferente de concebir a los humanos, quienes serían nuestros futuros pacientes. Los situamos en un marco evolutivo y com-prendimos que formamos parte de los Homo sapiens, especie con gran variabilidad en su morfología y fisiología. Como alumnos nos deslumbraba saber que Comas era un reconoci-do investigador y autor. Sus exposiciones eran siempre claras y convincentes.

Pasaron los años y Fernando Martínez Cortés creó el se-minario La medicina del hombre en su totalidad. Reunidos en el Hospital General de México con compañeros tan notables

como Alfredo López Austin, Carlos Viesca, Rolando Colla-do, Carmen Anzures, Leticia E. Casillas y muchos más, y sin habérnoslo propuesto, fuimos creando el cuerpo teórico de la Antropología aplicada a la atención de los problemas de salud. Para ello nos basamos en el trabajo pionero de Isabel Kelly, Héctor García Manzanedo, Alfonso Villa Rojas y Gonzalo Aguirre Beltrán, siendo los últimos dos también amigos de Comas y Martínez Cortés.

El grupo pronto se extendió al Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Facultad de Medicina. Ahí se incorporó la enseñanza de la Antropología a los estudiantes del cuarto año de la carrera y se impartieron diplomados. Jun-to con nuestro Instituto y la Dirección de Etnología y Antro-pología Social, fueron los primeros centros del desarrollo de este campo de trabajo en México.

Todo ello se ha conjuntado para que las aplicaciones de la Antropología al campo de la salud sean ya el campo de cono-cimiento de los posgrados de nuestra Universidad. Fernando Martínez Cortés participa en esta nueva tarea y Juan Comas seguramente se habría sentido satisfecho de saber que sus en-señanzas han tenido consecuencias.

Dr. Luis Alberto VargasInstituto de Investigaciones Antropológicas

Dr. Juan Comas Camps

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ARTÍCULO

Como cada dos años desde 1980, para finales del presente, una vez más se reunirán los an-tropólogos mexicanos con sus pares extranjeros en la ciudad de Oaxaca, con motivo de la realización del XVI Coloquio Internacional de Antropología Física “Juan Comas”, mismo que se realizará del 13 al 19 de noviembre.

En esta ocasión el Coloquio estará dedicado a dos eminen-tes alumnos del Dr. Comas, a

Johanna Faulhaber Kammann (1911-2000), alemana por na-cimiento y mexicana por adop-

ción, y a Javier Romero Molina (1910-1986), debido a que, en octubre del año pasado se cum-plió el centenario del natalicio

del Mtro. Romero, y en junio del presente el centenario de la Dra. Faulhaber.

Tan relevante reunión es organizada por la Asociación Mexicana de Antropología Biológica (amab), el Instituto Nacional de Antropología e Historia (inah) y el Instituto de Investigaciones Antropológicas (iia) de la Universi-dad Nacional Autónoma de México (unam).

La realización del multicitado Coloquio nos brinda, nuevamente, la oportunidad de recordar al Dr. Juan Co-mas y su importante contribución a la Ciencia Antropo-lógica.

En el presente boletín transcribimos su artículo titu-lado “Medicina y Antropología”. En éste el Dr. Comas plantea la enorme importancia que tiene para los miem-bros de una sociedad el incluir la enseñanza de la antro-pología en la formación de sus médicos. Fue publicado en la Revista de la Facultad de Medicina de la unam, vol. xi, núm. I, enero-febrero de 1968.

Las imágenes que lo ilustran pertenecen al importante archivo fotográfico del Dr. Comas, el cual ya fue pre-sentado en nuestro Boletín no. 4 publicado en 2008, y que está consultable en el Área de Fondos Documentales “Alfonso Caso” de este Instituto de Investigaciones An-tropológicas.

medicina y antropologíapor

Juan comas

Accediendo al muy honroso requerimiento del doctor Fernando Martínez Cortés, vamos a razonar por qué nos parece indispensable la enseñanza de la antropología en la formación universitaria de los médicos.

Empecemos situando el problema en el marco más amplio de la enseñanza y la educación en sus distintos niveles y con sus variados objetivos; sin olvidar que en el concepto de antropología incluimos no sólo el cono-cimiento biológico del hombre (antropología física) si-no también el de su cultura pretérita y contemporánea (arqueología, paleoantropología, prehistoria, etnografía, lingüística).

1. En el contenido de los programas para escuelas primarias, secundarias y pre-profesionales, es decir en aquellos niveles y edades en que se trata de la formación general humana, se observa con asombro que mientras se incluyen −pongo por caso− materias tales como la zoología, botánica, y geología con lo cual se aspira muy acertadamente dar a los alumnos una idea es-quemática, pero correcta, de los seres que pueblan la Tierra y aún de la Tierra misma; en cam-bio para nada se ha pensado en ofrecerles una noción de lo que es el Hombre en sí mismo, de su cultura y de sus variaciones. Aparentemente se considera pues, para el muchacho que ter-mina sus estudios secundarios, más importante conocer el ciclo de vida de los coleóp-teros o de los anfibios, o la clasificación de las especies vegetales, que el propio ser humano en su doble aspecto biológico y cultural.

Este, que consideramos monstruoso olvido educativo, no se observa únicamente en nuestro país sino que existe también en otras muchísimas naciones. Y no cabe argüir que en sustitución se dan anatomía, fisiología y aún bio-logía humanas; no se trata de eso, y no cabe confusión al respecto, ya que en ninguna de estas ciencias se plantea ni estudia ninguno de los problemas que corresponderían a un curso de antropología general a nivel de educación secundaria, es decir para la formación del futuro ciuda-dano cualquiera que fuere su posterior preparación, arte-sanal, técnica o manual.

2. Esta situación es antecedente para comprender lo que ocurre en la enseñanza superior y concretamente en el currículum de formación profesional del médico.

Dr. Juan Comas,c. 1949

Niños tarahumaras(Foto Agustín Maya)

Johanna Faulhaber y Juan Comas, Museo Nacional

de Antropología

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Haciendo un poco de historia nos encontramos con que ya en el Congreso Internacional de Ciencias Antro-pológicas efectuado en Mónaco en 1906 se resolvió: “…expresar su anhelo de que se concediera un mayor lugar en todos los países a la enseñanza de la antropología; es-timar que todas las instituciones de estudios superiores, bajo cualquier forma que se presenten, deberían contar con una enseñanza oficial de esta materia, cuya impor-tancia no es preciso hacer resaltar”.1

Mucho más tarde, en la III Reunión del Instituto Inter-nacional de Antropología (Ámsterdam, 1927) se declaró taxativamente: “Resulta inaudito que en 1927, la antro-pología en sus diversos aspectos no ocupe en un gran número de universidades y escuelas superiores el lugar que le corresponde”; “Nos preguntamos si es posible que una escuela superior, salvo que esté especializada en aplicaciones de las ciencias físicas, pueda eliminar de sus programas la enseñanza de la antropología”. “¿Es que la medicina no saldría grandemente beneficiada si sus adep-tos estuvieran mejor preparados en el conocimiento del Hombre en sus múltiples variedades?”2

La siguiente reunión antropológica internacional (Portugal, 1930) fue más explícita al respecto, al resolver que: “el estudio morfológico comparativo” del hombre, las cuestiones relativas a las razas y sus orígenes (enfer-medades raciales, etc.) deben ser el propio centro de los estudios biológicos y médicos”. “El Congreso espera que a partir de ahora cada Facultad de Medicina incluya la antropología en sus programas de enseñanza”.3

Posteriormente, el Congreso celebrado en Bruselas (1935) no sólo ratificó los acuerdos anteriores sino que los amplió en el sentido de proponer el establecimiento de un curso preparatorio de antropología para las escue-las secundarias.4

Todas estas resoluciones fueron reiteradas y ratifi-cadas en los posteriores Congresos Internacionales de Ciencias Antropológicas efectuados en Londres (1934), Copenhague (1938) y Bruselas (1948).

Para valorizar debidamente tales puntos de vista ex-presados en ámbito internacional, debe recordarse que antes y ahora, muchos de los antropólogos físicos pro-ceden del campo profesional de la medicina. Médico fue el doctor Nicolás León a quien justamente consideramos fundador de la antropología física mexicana.1 Compte Rendu de la treizieme Session du Congres International d’Anthropologie et d’Archeologie prehistoriques. Tome 1, p. 53. Mónaco, 1907. 2 III Session de l’Institut International d’Anthropologie, Ámsterdam. 1927, p. 75-86. París, 1928.3 IV Session de l’Institut International d’Anthropologie, Portugal 1930, p. 48-49. París, 1931.4 VI Session de l’Institut International d’Anthropologie, Bruxelles, 1935, p. 87-88. Bruselas, 1936.

También en el área nacional tenemos testimonios de una preocupación −siquiera teórica− en ese mismo sen-tido.

El Primer Congreso de Asistencia Social celebrado en México (1943) adoptó una resolución en el sentido de que era necesaria la colaboración técnica de antropólogos en la Secretaría de Salubridad y Asistencia Públicas.5 Y en el Segundo Congreso Mexicano de Ciencias Sociales (1945) se tomó el acuerdo de “solicitar de la Universidad Nacional Autónoma de México la inclusión de la Antro-pología física como materia obligatoria…en la Facultad de Medicina”.6

Si en forma esquemática y simplista definimos la an-tropología física como la ciencia biológica comparativa del hombre, que trata de su variabilidad y causas de la misma, en cuanto a estructura, función y otras manifes-taciones según el tiempo, variedad, lugar y condición, es evidente que el médico necesita frecuentemente de tal ciencia. El ginecólogo tiene que comparar las dimen-siones de la pelvis de la mujer embarazada y los diámetros de la cabeza del recién nacido; el cirujano calcula la longitud de los miembros o de la columna vertebral para diagnosticar la existencia de una lesión ósea; el oftalmólogo mide la distan-cia interpupilar, etc. Son casos, como ejemplo, en que se usa la técnica antropométrica; pero en general se aplica sin un adies-tramiento previo especializado y los valores obtenidos, más o menos aproximados, no permi-ten comparaciones generales y pueden conducir a numerosos errores. Pero si la antropología no está incluida en los programas de estudio anatómico, ¿cómo apreciar las variaciones normales de formas in-dividuales en distintos grupos de población?, ¿cómo se pueden interpretar los valores numéricos de caracteres de los cuales se ignora en el campo de variabilidad?7

Hay otros aspectos de la medicina donde el papel de la antropometría es aun más evidente; por ejemplo, el cre-cimiento supone, sobre todo, un fenómeno morfológico: cambios de forma y de proporciones peculiares de cada 5 Memoria del Primer Congreso Nacional de Asistencia. México, 1943, p. 390. Secretaría de Salubridad y Asistencia, 1946.6 Memoria del II Congreso Mexicano de Ciencias Sociales, 1945, vol. 5, resolución 91, p. 271-292. México, 1946.7 Caudill, W. Applied anthropology in Medicine. Anthropology Today, p. 771-806. Editado por A. L. Kroeber, University of Chicago Press, 1953.Vollois, H.V. “L’interet de l’anthropométrie et de la morphologie en Biologie et Medicine”. Semaine des Hopitaux de Paris, No. 13, p. 5. París, 1948.

Adelaida G. de Díaz Ungría con pareja de indígenas ayamanes.

Venezuela, 1957.

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grupo humano. La expresión numérica de tales variacio-nes exige medidas, tomadas con técnica muy estricta, por ser el único medio objetivo para determinar si el creci-miento es normal o si presenta desviaciones, en qué sen-tido y grado. Sólo así puede el médico orientarse para diagnosticar las alteraciones patológicas de las cuales un crecimiento irregular puede ser el primer síntoma.

Es también la antropometría quien proporciona mu-chas de las indicaciones necesarias a la medicina del de-porte: las dimensiones corporales, el aumento de volumen muscular, etc., sólo pueden apreciarse con mediciones. Y lo mismo en tantas otras ramas de la medicina: identificación de cadáveres y de restos óseos en medicina legal, ortopedia, odontología, etc.8

En los servicios de Asis-tencia Pública es obvio que tanto los médicos como las trabajadoras sociales necesitan conocer los principios y aún las técnicas de trabajo de la antropología física −aunque con amplitud y orientación distintas− como uno de los elementos fundamentales de su acción profesional; de lo contrario, su gestión resulta fatalmente incompleta y sujeta a errores que pueden tener repercusiones lamen-tables. La variabilidad de las características somáticas y fisiológicas del individuo, así como la de los índices y tipos a que aquéllas dan lugar, desempeña un papel im-portante en los diagnósticos y en las medidas prácticas a adoptar para lograr el mejoramiento individual. Es axio-mático que no hay enfermedades sino enfermos, y ello no sólo desde el punto de vista individual sino también de “grupos étnicos” o de “razas” si queremos utilizar tal denominación. Y en países como el nuestro donde el mo-saico etno-cultural es tan complejo y donde además el mestizaje ha sido y continúa siendo muy intenso, resulta más evidente que la acción del médico está influencia-da en uno u otro sentido según sea mayor o menor su conocimiento específico del material humano al que se enfrenta.

8 Krogman, W.W.: Guide to the Identification of Human Skeletal Material. F.B.I. Law Enforcement. Bulletin, vol. 8, p. 1-29. Washington, 1939.The Human Skeleton in Legal Medicine. Symposium in Medicoc Legal Problems, edited by S.A. Levinson, p. 1-106. Filadelfia, 1949.The Role of Physical Anthropologist in Dental and Medical Research. Amer. Jour. Phys. Anthropol., vol. 9, p. 211-18. 1951.The Human Skeleton in Forensic Medicine. Springfield, 1962. p. 337. Snow, Charles E.: The Identification of the Unknown war Dead. Amer. Jour. Phys. Anthropol., vol. 6, p. 323-28. 1948.Stewart, T.D.: Medico-legal Aspect of the Skeleton. Amer. Jour. Phys. A., p. 315-321.

La importancia de la antropología física en sus aplica-ciones a la medicina se puso nuevamente de manifiesto en el simposio que sobre Antropología médica tuvo lugar en Filadelfia, en mayo de 1962, con la colaboración de diversas instituciones tanto antropológicas como médi-cas, y participación activa de distinguidos investigado-res.9

Veamos ahora el segundo aspecto de la antropología, es decir el cultural, en sus relaciones con la medicina cuando ésta se ejerce entre grupos de población hetero-géneos en sus creencias, hábitos, costumbres y modos de vida. Utilizaremos para ello las observaciones y con-clusiones obtenidas por algunos −entre otros muchos− médicos y antropólogos de amplio prestigio, como re-sultado de sus experiencias directas. Su testimonio nos parece indiscutible.

El Instituto Indigenista Interamericano, que dirige el médico y antropólogo doctor Gonzalo Aguirre Beltrán, está publicando una serie de Documentos de trabajo pa-ra los cursos de adiestramiento en antropología aplica-da al desarrollo de la comunidad, incluyendo la versión castellana de diversos e interesantes estudios monográfi-cos, a cuya información vamos a recurrir.10

En la introducción dice Aguirre Beltrán que tales trabajos se refie-ren a “las prácticas de la medicina primitiva o folk en su conexión con los programas de salud implemen-tados tanto en poblaciones campe-sinas o de clase baja de las urbes, cuanto entre pueblos indígenas de lengua y estilo de vida diferentes a los nacionales. El acento se pone específicamente en la influencia que las costumbres de la gente,

esto es su cultura, tienen sobre la salud pública, así como la necesidad en que se hallan los médicos, y el resto del personal sanitario, de conocer a fondo esas costumbres para explicarse la resistencia que encuentran los progra-mas e idear los procedimientos más expeditos que ase-guren el éxito y la continuidad de las ideas y patrones de acción de la medicina científica, al ser introducida entre poblaciones de cultura diferente”.

En un artículo anónimo titulado Medical Anthropo-logy, pero que puede atribuirse al doctor Félix Martí Ibáñez, editor de la revista donde se publicó originalmen-te,11 se lee: “Cuando Hipócrates enseñó que una persona enferma debe ser estudiada no sólo como un individuo

9 American Journal of Physical Anthropology, vol. 2, p. 347-391. 1964.10 Las transcripciones que hacemos a continuación (George M. Foster, Félix Martí Ibáñez, Lyle Saunders) corresponden a la versión castellana publicada en los Documentos de trabajo a que nos referimos.11 Medical News Magazine, vol. 5, p. 131-139. 1961.

Juan Comas y Teresa Jaén, Laboratorio de Antropolo-gía Física. Enero, 1965.

Gonzalo Aguirre Beltrán, 1965.

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sino también como un producto de su medio, abogaba por la fusión de la medicina con la antropología, unos trescientos años antes de que tal ciencia naciera”. Y des-pués de hablar de fenotipos, constitución, antropología física aplicada (a la medicina forense, ortopedia, estudios de crecimiento, diseños protésicos, obstetricia, medicina primitiva, medicina no-occidental, medicina occidental, medicina social, medicina psicosomática) termina afir-mando: “Autoridades médicas que miran hacia el porve-nir opinan en la actualidad que aún cuando ya se exige mucho al médico en orden al conocimiento técnico, to-davía se le pedirá más en su futuro papel de antropólogo médico”.

En su importantísimo estudio titulado Diferencias culturales y asistencia médica, afirma Lyle Saunders12 “Las prácticas médicas y de salud pública implican mu-cho más que la aplicación de conocimientos y procedi-mientos derivados de las ciencias físicas y biológicas, a los problemas de ajuste del organismo a sus ambientes interno y externo. Tales prácticas están inevitablemente entrelazadas e interconectadas con sistemas más amplios de prácticas que tienen implicaciones y relaciones con todos los aspectos de la vi-da organizada del grupo”. “En otras culturas, como lo es en la propia, la medici-na es un complejo institu-cional mayor, hecho de un conjunto intrincadamente interrelacionado de prác-ticas, creencias, valores, rituales, símbolos, ideolo-gías, normas y elementos irracionales”. “El grado de aceptación de los conocimientos y habilidades del médico es función no sólo del grado en que estos procedimientos pueden mostrarse técnicamente superiores, sino además del grado en que encajen o puedan hacerse encajar en los patrones institucionales existentes, de creencias y con-ducta (cultural) del grupo social de que se trate. “Ningún acto médico tiene significación fuera de su contexto cul-tural, y un acto determinado puede tener muy diferentes significados en diferentes culturas. Esta identificación íntima de la medicina con la totalidad de la cultura hace difícil el trasplante de las técnicas médicas de una cultura a otra”. Y añade, como realidades tangibles, que: “En las escuelas médicas de Yale, Cornell, Washington Univer-sity y en Carolina del Norte los antropólogos tienen ya rango académico de profesores”. Además, “se ha previs-to que la antropología tenga sitio como materia de estu-dio junto con la anatomía, la histología y la embriología en una de las series Teaching Institute planeadas por la Asociación Norteamericana de Colegios Médicos”.

12 Saunders, Lyle: Cultural Difference and Medical Care. Russell Sage Foundation. Nueva York, 1954.

Por su parte, en su Análisis antropológico intercul-tural de un programa de ayuda técnica, dice George M. Foster13 refiriéndose a los Centros de Salud y después de analizar las situaciones que se presentan en los grupos de población de cultura no-occidental: “…el conocimiento general de las creencias de la medicina tradicional por parte del personal del Centro, y su habilidad para hacer uso de ellas críticamente, en cierto tiempo y para ciertos fines, contribuiría de un modo material para el buen fun-cionamiento de los proyectos de higiene y salubridad”. “Los conflictos entre la medicina tradicional y la medi-cina científica se resumen en las personas del doctor y del curandero”. “El médico jamás llega a admitir que un curandero pueda tratar males que él es incapaz de curar, y esto es interpretado suponiendo que él, presuntuosa y orgullosamente, cree ser el único depositario del conoci-miento médico; punto de vista que a la luz de la medicina tradicional, el pueblo está muy lejos de aceptar”.

Y años más tarde el mismo investigador, al examinar las posibilidades de trabajo entre gente con distintos ba-gajes culturales14 escribía: “Es de todo punto deseable que haya mayor comprensión por parte del personal médico a la vez que por parte de los pacientes, de la naturaleza social de la relación médico-paciente. Es claro que en la práctica esta comprensión debe provenir, en la mayoría de los casos, del profesional de la medicina”. “La expe-riencia demuestra que cuando en determinada relación médica están comprometi-das personas de diferentes culturas, se alcanza más fácilmente la meta si el que cura conoce las premisas culturales sobre las que ac-túa y particularmente cuan-do entiende el significado de su misión culturalmente condicionada y las expecta-tivas del mismo”. “Cuando se trabaja con gente de una cultura diferente no hay que ridiculizar sus creencias; no hay que burlarse de ellas. Es posible trabajar con la gente sin forzarla de inmediato a que renuncie a las creencias que ha profesado desde la infancia”.

Inútil insistir por nuestra parte sobre esta cuestión expuesta con tanta claridad y autoridad por quienes han vivido el problema. Surge como indiscutible que la for-mación profesional del médico exige en países como México conocer siquiera las nociones de la antropología cultural aplicada.

13 Trabajo publicado inicialmente en edición mimeografiada por la Smithsonian Institution de Washington, D.C., julio 1951.14 Tomado inicialmente de California’s Health, vol. 13, No. 14, p. 107-110. 1956.

Familia tzeltal. Cancuc, Chiapas

El Maracami (cantador y sacerdote huichol). Huilotita, Jalisco.

(Foto Agustín Maya)

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DIRECTORIOcarlos serrano sánchez

Directorluis barba pingarrón

Secretario Académicoalicia cervantes cruz

Coordinadora de la Bibliotecaalicia a. reyes sánchez y José luis de la rosa r.

Recopilación de información y elaboración de artículosDiseño • César Augusto Fernández Amaro

Corrección de estilo • Adriana IncháusteguiApoyo gráfico • Silvia Abdalá Romero

Apoyo editorial • Martha González Serrano

La Facultad de Medicina de la UNAM ha mostrado en distintas ocasiones su interés y preocupación por in-troducir la enseñanza de la antropología en sus planes educativos. En 1958 y 1959, siendo Director de la Fa-cultad el doctor Raúl Fournier y dentro del currículum para los estudiantes acogidos al entonces llamado “plan B”, se organizaron ciclos sistemáticos de conferencias sobre los problemas fundamentales de antropología físi-ca. Pese al éxito del ensayo, fue suprimido más tarde sin que llegara en ningún caso a formalizarse como materia obligatoria y permanente.

En los cursos especiales dirigidos por el doctor Ma-nuel Martínez Báez, para preparación de médicos como profesores de morfología, se consideró necesario in-cluir una serie de conferencias (noviembre-diciembre de 1965) sobre algunos problemas de antropología física, especialmente acerca de evolución y herencia.

A mayor abundamiento se observa en las actuales autoridades de la Facultad una clara preocupación por dar a la enseñanza profesional un sentido socio-cultural. Precisamente en el número de la Revista de la Facul-tad de Medicina correspondiente a mayo-junio 1967 se publica un importante trabajo titulado Revisión de los objetivos de la educación médica en México en el cual el doctor Carlos Campillo Sáinz y colaboradores señalan que ya al establecerse el Servicio social de los pasantes de medicina, se tuvo como objetivo: “inculcar un sentido social en el futuro médico… y contribuir a la educación y mejoramiento de las comunidades rurales”.

Y después de reconocer que la población rural mexi-cana llega casi al 50 por ciento del total, propugnan: “Fo-mentar que el médico conozca su ambiente local y pueda

arraigar en él sin menoscabo de la visión global de la medicina en el país.”

“El concepto actual de la medicina obliga a conside-rar el conocimiento de la enfermedad como un fenómeno humano supeditado al conocimiento integral del hom-bre” “Que el médico vea y considere al hombre sano y enfermo como persona humana en toda su integridad y dentro del ambiente social y material en que se encuentra situado”.

“Para que la acción del médico sea trascendente, debe aprender a influir sobre los valores y las actitudes que determinen el comportamiento del ser humano ante la salud y la enfermedad. La transformación de los valores mágicos y sustitución por valores científicos es una ta-rea que requiere para su cumplimiento la capacidad de educar”.

Con la transcripción de estos conceptos, a modo de ejemplo, hemos querido mostrar que todos los argumen-tos expuestos anteriormente en favor de la enseñanza de la antropología han tenido ya un reconocimiento oficial por parte de quienes tienen capacidad, responsabilidad y autoridad para orientar la educación médica en México.

¿Cómo poner en práctica esas ideas? ¿Cómo lograr que los futuros médicos tengan ese “conocimiento inte-gral del hombre”, y que el enfermo no sea “despersona-lizado” sino que se le sitúe “dentro del ambiente social y material” en que realmente vive? ¿Cuál debería ser el contenido y los alcances de un programa de antropología adecuado a tales fines? Cuestiones a las que no podemos dar respuesta; nuestra aspiración fue plantear y motivar el problema; desearíamos haberlo logrado.

EFEMÉRIDES- Murió Doris Heyden (Heidenreich), historiadora del arte, traductora y fotógrafa, el 25 de septiembre de 2005 en la ciudad de México.- Centenario del natalicio del antropólogo físico Javier Romero Molina, quien nació el 14 de octubre de 1910 en la ciudad de México.- El antropólogo Robert Redfield falleció en la ciudad de Chicago el 16 de octubre de 1958, había nacido en esa misma ciudad el 4 de diciembre de 1897.- Murió el antropólogo argentino Fernando Márquez Miranda en Buenos Aires, el 12 de diciembre de 1961.

NOTICIAS- La Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, invita al VIII Encuentro internacional de historiografía: “no sólo en grafías se inscribe la historia…”, del 12 al 14 de septiembre en la Sala de Consejo Académico de esa Unidad. - El XVI Coloquio Internacional de Antropología Física “Juan Co-mas” se realizará en la ciudad de Oaxaca, del 13 al 19 de noviembre.

EX - LIBRISReproducción de uno de los cráneos con sutura me-tópica propuestos por el anatomista italiano Bar-tolomeo Eustaquio (1520-1574). Imagen utilizada por Juan Comas en su tesis titulada Contribution a l’étude du Métopisme, presentada para obtener el grado de Doctor en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Ginebra en 1939.