Boletín El Heraldo AMECCDAi 18 de Octubre de 2015

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L a Biblia nos enseña que Dios gusta de establecer señales, marcas que sirvan como testigos y/o azimuts de sus pactos y de sus decisiones misericordiosas. Es muy importante destacar que ninguna de estas señales puede salvar. Sin embargo, ellas sirven como testigos extraordinarios de la misericordia de Dios. La Presencia de Dios está insertada de forma indeleble en todas y cada una de ellas. Sin duda alguna que esas marcas/ señales también marcan a aquellos que las reciben. S on muchos los pasajes bíblicos que validan esta aseveración. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento encontramos que Dios puso una señal sobre la frente de Caín, culpable de asesinar a su hermano Abel (Gn 4:15). Esta marca llevaba como norte garantizarle los espacios de vida a este hombre como avenida de la misericordia divina para que se pudiera arrepentir de su pecado y del delito que había cometido. En Gn 9:12-14 Dios le dice a Noé que establecerá una señal en los cielos que servirá como evidencia visible (el arcoíris) de que se ha establecido un pacto de amor entre Dios y los seres humanos. Al mismo tiempo, es Jacob el que decide poner como señal la piedra que ha usado como almohada la noche en que recibió en sueños la promesa de Dios (Gn 28:18-22). Por otro lado, es el Monte Horeb el que Dios mismo pone como señal de que ha seleccionado a Moisés para sacar a Israel del yugo de Egipto (Ex 3:12). E n el Nuevo Testamento encontramos que el niño envuelto en pañales en un pesebre es la señal de que el Salvador del mundo había nacido en la ciudad de David (Lcs 2:12). No hay duda de que la Cruz del Calvario es la señal más poderosa que tenemos de la gracia y de la misericordia de Dios. A nte todo lo antes expuesto, podemos concluir que no es extraño que Dios decida marcar con su Presencia a aquellos con los que Él ha establecido un pacto. Ahora bien, en aras de expandir esta aseveración, hemos de usar tres pasajes bíblicos que muy bien pueden recoger los elementos más importantes para responder a la siguiente pregunta; ¿para qué nos marca el Señor?. El primero de ellos lo encontramos en Efesios 1:13-14. Ese pasaje nos dice lo siguiente: 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efe 1:13-14) E stos dos versos bíblicos son utilizados por el Apóstol Pablo como puente para compartir la primera de dos (2) oraciones que el Apóstol levanta a favor de la Iglesia en Efeso. 1 En estos versos San Pablo describe que cada creyente en Cristo Jesús recibe un sello de control de calidad, de propiedad privada, el día en que acepta a Cristo como su Salvador. Ese sello es el mismo Espíritu de Dios. 18 de octubre de 2015 • Volumen X • No. 503

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Tema: Marcados por su Presencia; Reflexiones de Aniversario. Parte II. Mensaje por el Pastor/Rector, Mizraím Esquilín García. Fecha de la publicación 18 de Octubre de 2015, Volumen X, Número 503. Iglesia Misionera, Agrupación Misionera Evangelista de Canóvanas, AMEC Casa de Alabanza, Puerto Rico. Búscanos en www.ameccda.org. Danos Like en Facebook.

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La Biblia nos enseña que Dios gusta de establecer señales, marcas que sirvan como testigos y/o azimuts de sus pactos y de sus

decisiones misericordiosas. Es muy importante destacar que ninguna de estas señales puede salvar. Sin embargo, ellas sirven como testigos extraordinarios de la misericordia de Dios. La Presencia de Dios está insertada de forma indeleble en todas y cada una de ellas. Sin duda alguna que esas marcas/señales también marcan a aquellos que las reciben.

Son muchos los pasajes bíblicos que validan esta aseveración. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento encontramos que Dios puso una señal sobre la frente de Caín, culpable de asesinar

a su hermano Abel (Gn 4:15). Esta marca llevaba como norte garantizarle los espacios de vida a este hombre como avenida de la misericordia divina para que se pudiera arrepentir de su pecado y del delito que había cometido. En Gn 9:12-14 Dios le dice a Noé que establecerá una señal en los cielos que servirá como evidencia visible (el arcoíris) de que se ha establecido un pacto de amor entre Dios y los seres humanos. Al mismo tiempo, es Jacob el que decide poner como señal la piedra que ha usado como almohada la noche en que recibió en sueños la promesa de Dios (Gn 28:18-22). Por otro lado, es el Monte Horeb el que Dios mismo pone como señal de que ha seleccionado a Moisés para sacar a Israel del yugo de Egipto (Ex 3:12).

En el Nuevo Testamento encontramos que el niño envuelto en pañales en un pesebre es la señal de que el Salvador del mundo había nacido en la ciudad de David (Lcs 2:12). No hay duda de

que la Cruz del Calvario es la señal más poderosa que tenemos de la gracia y de la misericordia de Dios.

Ante todo lo antes expuesto, podemos concluir que no es extraño que Dios decida marcar con su Presencia a aquellos con los que Él ha establecido un pacto. Ahora bien, en aras de

expandir esta aseveración, hemos de usar tres pasajes bíblicos que muy bien pueden recoger los elementos más importantes para responder a la siguiente pregunta; ¿para qué nos marca el Señor?. El primero de ellos lo encontramos en Efesios 1:13-14. Ese pasaje nos dice lo siguiente: 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efe 1:13-14)

Estos dos versos bíblicos son utilizados por el Apóstol Pablo como puente para compartir la primera de dos (2) oraciones que el Apóstol levanta a favor de la Iglesia en Efeso.1 En estos versos

San Pablo describe que cada creyente en Cristo Jesús recibe un sello de control de calidad, de propiedad privada, el día en que acepta a Cristo como su Salvador. Ese sello es el mismo Espíritu de Dios.

18 de octubre de 2015 • Volumen X • No. 503

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La Biblia nos enseña que Dios gusta de establecer señales, marcas que sirvan como testigos y/o azimuts de sus pactos y de sus decisiones

misericordiosas. Es muy importante destacar que ninguna de estas señales puede salvar. Sin embargo, ellas sirven como testigos extraordinarios de la misericordia de Dios. La Presencia de Dios está insertada de forma indeleble en todas y cada una de ellas. Sin duda alguna que esas marcas/señales también marcan a aquellos que las reciben.

Son muchos los pasajes bíblicos que validan esta aseveración. Por ejemplo, en el Antiguo

Testamento encontramos que Dios puso una señal sobre la frente de Caín, culpable de asesinar a su hermano Abel (Gn 4:15). Esta marca llevaba como norte garantizarle los espacios de vida a este hombre como avenida de la misericordia divina para que se pudiera arrepentir de su pecado y del delito que había cometido. En Gn 9:12-14 Dios le dice a Noé que establecerá una señal en los cielos que servirá como evidencia visible (el arcoíris) de que se ha establecido un pacto de amor entre Dios y los seres humanos. Al mismo tiempo, es Jacob el que decide poner como señal la piedra que ha usado como almohada la noche en que recibió en sueños la promesa de Dios (Gn 28:18-22). Por otro lado, es el Monte Horeb el que Dios mismo pone como señal de que ha seleccionado a Moisés para sacar a Israel del yugo de Egipto (Ex 3:12).

En el Nuevo Testamento encontramos que el niño envuelto en pañales en un pesebre es la señal de

que el Salvador del mundo había nacido en la ciudad de David (Lcs 2:12). No hay duda de que la Cruz del Calvario es la señal más poderosa que tenemos de la gracia y de la misericordia de Dios.

Ante todo lo antes expuesto, podemos concluir que no es extraño que Dios decida marcar con su Presencia a aquellos con los que Él ha

establecido un pacto. Ahora bien, en aras de expandir esta aseveración, hemos de usar tres pasajes bíblicos que muy bien pueden recoger los elementos más importantes para responder a la siguiente pregunta; ¿para qué nos marca el Señor?. El primero de ellos lo encontramos en Efesios 1:13-14. Ese pasaje nos dice lo siguiente: 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. (Efe 1:13-14). Estos dos versos bíblicos son utilizados por el Apóstol Pablo como puente para compartir la primera de dos (2) oraciones que el Apóstol levanta a favor de la Iglesia en Efeso.1 En estos versos San Pablo describe que cada creyente en Cristo Jesús recibe un sello de control de calidad, de propiedad privada, el día en que acepta a Cristo como su Salvador. Ese sello es el mismo Espíritu de Dios.

El análisis del concepto que se traduce como “sellados” nos permite ver que el mismo trae consigo varios propósitos (sphragizo, G4972). El

primero es servir como sello de un testamento. El segundo es que sirve como identificación de una marca privada. El tercero es que sirve como garantía de que ese producto es genuino. El cuarto es que

sirve además como una verja para proteger esa propiedad de todo intento de apropiación ilegal. Es interesante que el análisis gramatical nos permite ver que sphragizo viene del concepto “verja (phrasso, G5420) y este tiene como base el concepto emociones y facultades cognoscitivas (phren, G5424). O sea, que ese sello sirve como verja de protección alrededor de nuestras

emociones y nuestras facultades para entender y tomar decisiones.

Este pasaje bíblico nos permite concluir que Dios nos marca, nos sella con su Espíritu para que se valide

el Nuevo Testamento, el nuevo pacto establecido con nosotros en la cruz. Dios nos marca con su presencia para que el mundo sepa que somos propiedad privada del Creador de los cielos y de la tierra. Dios nos marca con su presencia para atestiguar de que la sangre de Cristo nos transformó en “un producto genuino y de calidad insuperable.” Dios nos marca con su presencia para proteger nuestras mentes y nuestros corazones de todo ataque del enemigo y del mundo que procure apropiarse de nosotros. ¡Alabado sea Dios que nos sella!

El segundo pasaje lo encontramos en Ezequiel 9:4-6ª. Allí leemos lo siguiente: 3 Y la gloria del Dios de Israel se

elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, 4 y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella. 5 Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él,

y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. 6 Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. (Ezeq 9:4-6ª)

Este pasaje bíblico enfatiza que somos marcados por Dios para ser tenidos por dignos de escapar de las grandes tribulaciones que vienen contra la

humanidad. En adición a esto, este pasaje subraya que es la oración la que provoca que seamos marcados para esto. Este es un pasaje muy singular para aquellos que miramos los tiempos en los que vivimos enamorados del concepto de salir de aquí “arrebatados por el Señor.”

Esta aseveración es subrayada por el mismo Jesús cuando señaló que había que orar en todo tiempo para ser tenidos por dignos de escapar de todas

las cosas que vendrían sobre la humanidad y de ser capaces de estar de pie ante el Hijo del Hombre (Lcs 21:36). En otras palabras, que somos marcados por el Señor para ser arrebatados al cielo. En adición a esto, hay que destacar la necesidad de mantenerse en oración para no perder esa obra de gracia.

Es muy interesante que el análisis de ese pasaje del libro de Ezequiel nos permite identificar que el varón vestido de lino que es llamado a marcar

a los que oran (varón que es tipo de Cristo Jesús), recibe sus instrucciones cuando la gloria de Dios se coloca al umbral de la casa (vs 3, del templo de Dios). Es desde ese mismo lugar (el umbral) de la casa de Dios que brotan las aguas salutíferas que Ezequiel describe en el capítulo 47 de su profecía. Este río que sale del santuario es para la sanidad y la bendición de todas las naciones. En otras palabras, el lugar de donde procede la misericordia para

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librarnos es el mismo lugar del que procede la gracia para bendecirnos. Somos marcados por la presencia de Dios para recibir gracia y misericordia

para el oportuno socorro (Heb 4:16).

El tercer pasaje bíblico que consideraremos se encuentra en Cantares 8:6-7. Este pasaje dice de lo siguiente: 6 Ponme como un sello sobre tu

corazón, como una marca sobre tu brazo; Porque fuerte es como la muerte el amor; Duros como el Seol los celos; Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. 7 Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor, De cierto lo menospreciarían. (Cant 8:6)

Sin duda alguna que este es el pasaje de los símiles; “como un sello,” “como una marca,” “como la muerte,” “como el Seol.” Lo que pocas

personas conocen es que en este pasaje tanto el brazo como el corazón se describen de forma masculina. O sea, que es la novia que describe este pasaje la que anhela ser puesta como un sello o como una marca en el corazón y/o en el brazo de su amado. Ella quiere ser la señal; una señal de amor.

En el período entre el tercer milenio y el primero antes de Cristo, los varones en posiciones de autoridad acostumbraban llevar un anillo en

una especie de cordón o cadena que se ponían en el cuello o la amarraban a uno de sus brazos. El que Judá llevaba se lo entregó a Tamar (Gn 38:18). Este anillo se usaba para sellar los documentos importantes y los mensajes que se enviaban a terceros distantes. El Señor promete que convertirá a Zorobabel en un anillo de estos (Hag 2:23). En otras palabras, ella no está pidiendo ser un tatuaje en el brazo o en el pecho del amado.

Conocer estos datos nos permite aseverar la fortaleza y el poder que posee el amor del que se está hablando en este pasaje del libro de Cantares.

Por otro lado, conocer que es la novia la que quiere convertirse en señal de amor que esté en una cadena cerca del corazón del amado, le brinda otra perspectiva a este pasaje. Basta considerar que ella quiere ser ese anillo que se usará para autenticar la autoridad que posee el novio. Sabiendo esto, entonces debemos concluir que este pasaje coloca a la novia (la Iglesia) en una posición en la que ella promete ser confiable, santa y majestuosa. Sólo así puede ella decirle al Novio (Jesucristo) que no vacile en usarla como la señal de autoridad que Él tiene en el mundo, entre los seres humanos y sobre las huestes del infierno.

Lo que motiva a la novia a este compromiso es el carácter absoluto, final, invencible y la fuerza que posee el amor que ha recibido de Dios. Así

como la muerte es absoluta, final, invencible y fuerte, así también lo es el amor de Dios. Una interpretación post moderna nos permite concluir que ella está pidiendo que el Amado firme todos sus documentos escribiendo el nombre de ella; que ella no le va a fallar. Todas las disquisiciones e intrigas que ella expresó en los capítulos anteriores del libro de Cantares quedaron atrás. El amor redentor del Amado la han convencido de que ella debe ser la señal del amor perfecto y puro de su Amado. Estos tres pasajes nos permiten llegar a conclusiones muy importantes respecto a la pregunta que da origen a esta reflexión: ¿para qué nos marca el Señor? Las respuestas son todas muy poderosas. Dios nos marca para identificarnos como propiedad del cielo. Dios nos sella para asegurar que el Pacto establecido con nosotros en la Cruz es válido. Dios nos marca como una identificación de una marca privada. Que garantiza que somos un producto genuino (Efe 2:10). Dios nos marca para protegernos y cuidarnos; particularmente nuestras emociones y nuestras facultades para entender y tomar decisiones. Dios nos sella para ser tenidos por dignos de escapar de todas las cosas que vendrán sobre la humanidad y de ser capaces de estar de pie ante el Hijo del Hombre. Somos marcados por la presencia de Dios para recibir gracia y misericordia para el oportuno socorro.

En adición a esto, nos aman con tanto amor que nos convierten en señales cerca del corazón de Dios. Nos transforman con amor eterno de tal

manera que el Amado puede exhibirnos como una señal de su autoridad. 3

A Félix Reyes González por el fallecimiento de su sra. Madre.

A la Hna. Grace L. Cruz y familia por el fallecimiento

de su sra. Madre.

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MIERCOLES 21 DE OCTUBRE, 2015´7:30PM - ANEXO DE AMEC

REUNION´HOMBRES DE IMPACTO

“Promete Proveerpara tu Familia”

MINISTERIO

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“EL RETO DEL TRABAJO CON LA GENTE: TRABAJO EN EQUIPOS Y COMITÉS”

ADIESTRAMIENTO PARA MAESTROS, AYUDANTES DE ESCUELA BÍBLICA

Y PÚBLICO EN GENERAL.

SÁBADO 31 DE OCTUBRESALÓN #59AM-12M

RECURSO: BETSY BURGOS Y LIZA VELEZ

30 DE OCTUBRE 7:30 PM

SOMOS UNA IGLESIA DE PRESENCIA

Grupo de FlautaIglesia de los Niños,

Niños en la Adoración.

Una Noche de Bendición para tu Familia.... Te esperamos!

A nuestra amada hija Gabriela Vigo por su cumpleaños el 21 de octubre, muchas felicidades te amamos mucho de parte tus padres Ángel, Sandra y tu hermano Gabriel.

A nuestro querido José Luis “Chegui” Casado por

su cumpleaños el 17 de octubre.

Muchas felicidades a la Hna. Teresa Boria por su cumpleaños el 15 de octubre.

A mi amada esposa Evelyn Quiñonez por su cumpleaños el 22 de octubre, muchas bendiciones a ti mi ayuda

idónea, mi fiel compañera, mi regalo del cielo, de parte de tu esposo Pastor Frankie Parrilla.