bonsái - Revista Cítrica

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El Partido de Las Malvinas: el libro de Andrés Burgo. bonsái Dictadura cívico-militar Historias para tener memoria. Abril 2016 www.revistacitrica.com Foto: Diego Pintos pág 6 pág 3 El ex juez de la Corte Suprema nos abrió la puerta de su hogar para hablar de su infancia, su formación política y este momento del país que tanto lo preocupa: “Institucionalmente estamos en un caos, a mí no me sorprendería cualquier cosa que pueda pasar”. Zaffaroni, de entrecasa pág 4

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El Partidode Las Malvinas:el libro de Andrés Burgo.

bonsái

Dictaduracívico-militar

Historias paratener memoria.

Abril 2016 www.revistacitrica.com

Foto

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tos

pág 6

pág 3

El ex juez de la Corte Suprema nos abrió la puerta de su hogar para hablar de su infancia, su formación política y este momento del país que tanto lo preocupa: “Institucionalmente estamos en un caos, a mí no me sorprendería cualquier cosa que pueda pasar”.

Zaffaroni,de entrecasa

pág 4

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ás de seis meses después, el silencio quiere seguir

imponiéndose. Aunque cada vez es más difícil, porque las pruebas y los interesados en conocer la verdad se extienden mucho más allá de San Juan, donde el pasado lunes 13 de septiembre, en la mina Veladero, explotada por la compañía canadiense Barrick Gold, se produjo el derrame de un millón de litros de agua cianurada que afec-tó a la región del río Jáchal, sus afluentes y a las poblaciones en su área de influencia.

“Los peritajes que confirman contami-nación son un empuje a la lucha, pero sin embargo, hay una temible y sospechosa negación del tema, donde los funcionarios minimizan los efectos del derrame y las consecuencias que traen en la población. Tenemos análisis de verduras efectua-dos por un laboratorio del sur donde la contaminación fue comprobada”, expresó

Miriam Corso, representante de la asam-blea vecinal Jáchal No se Toca, quien aseguró que “también tenemos el caso de un chico de cinco años de Jáchal donde aparecen rastros de mercurio en un análisis de sangre que se le practicó, pero el niño y su familia están con identidad reservada porque han recibido amenazas: no vamos a parar de manifestar hasta que la última mina se vaya, porque son incompatibles con la vida de la población y el desarrollo de nuestras comunidades”

La gravedad del hecho, gracias a la cobertura mediática de la que goza la mega-minería en nuestro país, pasó inadvertido para los grandes medios y la mayoría de los funcionarios tanto provinciales como nacionales. En cambio, el tema fue tomado con preocupación por diferentes organi-zaciones ambientalistas internacionales. Según Greenpeace Barrick Gold utiliza más de 110 litros de agua por segundo en ese emprendimiento, lo cual equivale a 9 millones y medio de litros por día.

La documentación disponible destaca

que en el proceso existen varios efectos devastadores. En principio, se dinamitan las montañas con la consiguiente alteración del paisaje, y la destrucción de lugares en varios casos sagrados para comunidades indígenas, por el uso de toneladas de ex-plosivos. Asimismo, la remoción de la tierra libera a la atmósfera minerales tóxicos como el arsénico.

El proceso de molienda y decantación requiere mucha energía para triturar la roca y extraer unos pocos ramos de oro por cada tonelada rocosa, incrementando la contaminación y la emisión de gases de efecto invernadero. El uso de millones de litros de agua potable de ríos, arroyos y napas, implica la dispersión extensiva del cianuro aplicado para la separación metalífera.

El líquido potable deja de estar disponi-ble para las comunidades y para otros usos como la agricultura y la cría de animales. Notoriamente, los minerales son separa-dos en piletones a cielo abierto llamados “diques de cola”, con vertidos de una sopa

química contaminante que van a parar a los cursos hídricos o se filtran a las napas.

En tanto, la red AVAAZ, que inició una campaña de activismo por internet, pu-blicó un documento que expresa que “las multinacionales megamineras se llevan el mineral sin dejar prácticamente nada en el país y sí recibiendo múltiples subsidios (energía, agua, y exenciones impositivas)”. Al mismo tiempo, la entidad remarca que “las autoridades utilizan la Ley Antiterro-rista para procesar a los miembros de las comunidades que se oponen a ese tipo de megaminería, como en los casos de Andal-galá y Chilecito”.

Se afirma que a pedido de numerosos vecinos, y de comunidades indígenas des-plazadas, el municipio de ese departamen-to sanjuanino efectuó un estudio técnico sobre el agua de los ríos de la zona, y así se detectó contaminación hasta 1.400% por encima de los valores tolerables.

La misma fuente sostiene que tras el vertido con agua cianurada de Veladero se verificó la contaminación en los ríos de deshielo con elementos peligrosos como aluminio, arsénico, boro, manganeso, cloru-ros y sulfatos.

El episodio ha detonado dos investiga-ciones judiciales, una en el fuero Federal a cargo del juez Sebastián Casanello y otra en la Justicia sanjuanina, a cargo del juez Pablo Oritja, cuya Circunscripción ha procesado a nueve ejecutivos de la empresa Barrick por el mencionado derrame.

por miguel grinberg

M

La mina Veladero está ubicada en el departamento de Iglesia, a 370 kilóme-tros de la ciudad de San Juan, a 4.000 metros de altura en la cordillera de los Andes. Comenzó su producción en octu-bre de 2005.

La Barrick Gold Corporation es la multinacional minera dedicada a la ex-tracción de oro más grande del mundo, tiene su sede en la ciudad canadiense de Toronto, y posee más de 23 minas ope-rativas en Estados Unidos, Canadá, Aus-tralia, Argentina, Chile, Papúa Nueva Gui-nea, República Dominicana y Zambia.

El incidente se produjo a partir de la la rotura de una válvula de una tubería provocando la fuga de líquidos con con-tenido de cianuro. Desde el momento del episodio se divulgó información con-tradictoria o incompleta, lo cual produjo tensión social y potenció un conflicto ecológico y comunitario.

El 27 de septiembre de 2015, las esti-maciones del derrame alcanzaron valo-res superiores, hasta 1.000.000 de litros o incluso, según algunas versiones, has-ta 3.800.000 de litros, tomando en con-sideración las horas transcurridas antes de la detección de la fuga.

El 23 de febrero de 2016 un informe dado a conocer por la fiscalía federal a cargo de la investigación, dio cuenta de evidencias de contaminación en cinco ríos de San Juan: Potrerillos, Jáchal, Blan-co, Palca y Las Taguas.

Cuadro de situación

megaminería

para que no se imponga

el silencioA más de seis meses del derrame de un millón de litros de agua cianurada en San Juan, la asamblea de Jáchal y diferentes organizaciones internacionales se organizan y levantan la voz mientras los grandes medios y la clase política hace oídos sordos.

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do de repente cayó una bomba —me contó Correa, defensor de la época dorada de Mandiyú, en marzo de 2013 en Corrientes, durante una entrevista para TyC Sports—. Sentimos el cimbronazo y salí del pozo a mirar si le había pasado algo a alguien. Cayó cerca, no nos afectó, pero cambiamos de posición y apagamos la radio. Teníamos miedo de que el satélite nos delatara.

—Recuerdo que un compañero mío escuchaba ese partido contra Bélgica. Yo es-taba a su lado, en la misma trinchera —dice Escobedo—. Tenía una radio chiquita, como una Spika.

—Después de la rendición, los ingleses nos llevaron al continente en el transatlánti-co Canberra —dice De Felippe—. Nos trataron bien, nos sirvieron comida caliente, y al lado del menú nos dieron los resultados del Mun-dial. Argentina le había ganado 4 a 1 a Hungría en su segundo partido en España 82.

Algunos de los doce futbolistas-solda-dos, no solo De Felippe, pudieron retomar sus carreras: De Luca jugó Copas Libertado-res para Colo Colo de Chile, Escobedo saltó a la Primera División con Vélez y Belgrano, Correa visitó el Monumental con la cami-seta de Mandiyú y Pantano fue figura del ascenso de Talleres de la C a la B, en 1983. Otros futbolistas-veteranos de guerra, en cambio, no volvieron a jugar. Por ejemplo Rebasti, que no debutaría en Primera. Tabaco, alcohol, confusiones. «Te ponen la cabeza en una licuadora y te la baten. Tenés las ideas cruzadas», recuerda el ex arquero de San Lorenzo y Huracán.

—Cuando Diego hizo el gol con la mano contra los ingleses, sentí que recuperaba la patria —dice—. Y cuando hizo el segundo, ya no pude parar de abrazar a mis viejos y mis hermanos. Sentía oxígeno. Al fin respiraba aire puro. Terminó el partido y estuve dos horas sin parar de llorar. De alegría, de cosas encontradas, de acordarme de mis

na final Argentina-Inglaterra en el Mundial 82 hubiera sido un serio problema para los relatores que, como

en el caso de Juan Carlos Morales, de radio Rivadavia, tenían prohibido nombrar a los británicos. Así le ocurrió en un Alemania-Inglaterra de segunda fase.

—Llegamos al estadio para transmitir de manera normal pero en eso nos llamó la producción desde Buenos Aires para decir que no podíamos nombrar a Inglaterra —recuerda Morales, desde Mar Del Plata, y no puede evitar reírse—. «Para eso no lo relatemos», les dije, pero me respondieron que estaba pautado. Entonces me la pasé diciendo «atacan los rivales de Alemania», o «el equipo de rojo», o «el equipo de Kevin Keegan». Tal vez incluso se me escapó un «piratas». Fue inentendible esa transmisión, una cosa insoportable, ilógica.

Pocos recuerdan que, en verdad, Argen-tina-Inglaterra se enfrentaron en el Mundial 82, pero no en el de fútbol sino en el de hockey sobre patines, en Portugal. Fue el 1º de mayo, en plena guerra —el día en que moriría el primo de Ardiles—, y debe ser la mayor hipérbole nacionalista aplicada al deporte: los jugadores argentinos tenían prohibido saludar a los ingleses y efectuar intercambios de banderines y camisetas. Uno de ellos, Mario Agüero, desobedeció a medias y lo pagó.

—Ellos también tenían prohibido cam-biar camisetas pero, para mí, no saludar era una estupidez —dice Agüero desde San Juan, por teléfono—. Entrando a la cancha un inglés me estiró la mano y yo no lo dejé pagando, lo saludé. Durante el partido, choqué contra uno de ellos y se cayó al piso. Desde abajo me alzó la mano, así que lo ayudé a levantarse y nos dimos un par de palmadas en la espalda. Después, en el vestuario, un dirigente me retó por eso.

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El tipo nos había dicho que teníamos que aplastar a los ingleses, que teníamos que matarlos.

El debut de la selección de fútbol en el Mundial de España 82 ocurrió en simul-táneo con la batalla final en Malvinas. La selección enfrentó a Bélgica, en Barcelona, el domingo 13 de junio. Si los canales de televisión hubiesen dividido la pantalla en dos, en una mitad habrían transmitido el comienzo de la Copa del Mundo y en la otra, el final de la guerra. La última ofensiva in-glesa en el Atlántico Sur comenzó a las 2:50 del sábado 12, continuó el fin de semana y se intensificó el domingo 13 desde las 22:30. Los argentinos cedieron primero los alrede-dores de Puerto Argentino, resistieron en in-ferioridad de condiciones durante la noche y se rindieron al mediodía siguiente, el lunes 14 de junio. Muchos soldados recuerdan cómo consiguieron una radio en medio de las bombas y sintonizaron el relato de José María Muñoz desde Barcelona. El fútbol los devolvió a la normalidad, al menos durante un rato: eran chicos de 19 años, futboleros, escuchando un Mundial.

—El partido contra Bélgica lo escuché por radio en medio de una trinchera, cuan-

amigos que no estaban más. Maradona fue un argentino que entendió la guerra que habíamos pasado. Por eso, para mí, es Dios. Después del partido sentí que estaba y que no estaba en la realidad. Que había vuelto a las Malvinas, a 1982, que recuperaba la patria. Con el llanto me sacaba la culpa. El partido fue mi descarga. Me puso en eje. Me tranquilizó. Sentí paz, ganas de abrazar. A los jugadores les debo mucho. Me sacaron un peso de encima.

—Yo quería ganar —dice Giusti— no sola-mente porque era un partido de fútbol. La palabra revancha no sé si es adecuada, pero como que uno estaba haciendo algo para los muchachos que estuvieron peleando, ¿entendés? Digamos que ganándoles a los ingleses era como algo para los muchachos que estuvieron en Malvinas. Como decir, bueno, les pudimos ganar a estos hijos de putas, viste, en el término futbolero.

—Lo que es una exageración es que nos hayan dicho «héroes» —dice Olarti-coechea—. Yo tengo amigos de Saladillo que combatieron y desde el lugar de ellos pensaría: «Estos tipos jugaban a la pelota mientras a nosotros nos cagaban a tiros». Héroes fueron los chicos de Malvinas.

Con el paso de los años, ya al borde del retiro o como ex jugador, Maradona enfati-zaría la arista bélica del 22 de junio de 1986. Cuando la biología empezó a hacerle difícil la construcción de épica con las piernas, Maradona comenzó a alimentar la leyenda del Azteca con palabras, como si le pusiera subtítulos a su obra, y entonces dijo que «vencimos a un país», y que «en nuestra piel estaba el dolor de todos los pibes que habían muerto», y que «sentimentalmente hice culpables a los jugadores ingleses de lo que había sucedido» y que «esto era recupe-rar algo de las Malvinas», y que «estábamos defendiendo nuestra bandera, a los pibes muertos, a los sobrevivientes».

UPortada del librode Andrés Burgo.

Las historias desconocidas de

argentinaingLaterraAndrés Burgo publica el libro El Partido, acerca de la victoria del seleccionado capitaneado por Diego Maradona en los cuartos de final del Mundial 86. Aquí un extracto donde el autor rescata puntos olvidados del vínculo entre los enfrentamientos deportivos entre los países que batallaron enla Guerra de Malvinas.

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ueves, primeras horas del día. Barrio de Flores. Nos encon-tramos en frente de la casa de Eugenio Raúl Zaffaroni. Al llegar

nos quedamos atónitos mirando el chalet al que pronto vamos a entrar. Es una mañana fresca, de sol. Nuestro fotógrafo prueba la cámara: apunta y dispara la primera imagen. Cruzamos la calle, tocamos el timbre y nos abre la puerta. El ex juez de la Corte sonríe, pareciera no sorprenderse de que hayamos decidido ser cuatro personas que lo vamos a entrevistar. Sus dos perros Chow Chow nos saludan cariñosos mientras nos huelen, y así vamos introduciéndonos por el primer pasillo de la casa, que continúa ganando protagonismo: ahora pasamos por un gran jardín tropical en el que abundan diversos tipos de plantas con sus tonalidades de ver-des, junto al sonido constante y armonioso de unas fuentes.

Llegamos a un amplio salón principal, y de nuevo la sorpresa, esta vez por los libros: una cantidad asombrosa. Nos da curiosidad saber si Raúl, además de todo lo que hace durante el día, también tiene interés en realizar alguna actividad artística. Pero él enseguida contesta: “Soy muy obsesivo con todo lo que hago y una actividad más me quitaría mucho tiempo.”

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J ¿Siempre fuiste lector?

Siempre. Tenía una tía profesora de italiano, con ciertas veleidades intelectua-les y había en la casa de mis abuelos una biblioteca. Mi abuelo paterno era bastante genial. Tenía solo tercer grado en Italia. Vino acá, montó una industria, leía en castellano, inglés, francés, un poco de alemán. Cada vez que yo hacía una de las cosas que suelo hacer, mi vieja me decía que yo estaba tan loco como mi abuelo.¿Cómo fue tu infancia?

De barrio, nada extraordinario: Plaza Irlanda, la escuela de acá a dos cuadras, por la que pasó (Leopoldo) Marechal. Mi viejo tenía una fábrica de criques material para canteras, una fábrica artesanal con un par de obreros. Mis abuelos vivían por acá también. Entre Caballito Oeste y Flores Norte pasé mis primeros años. Ahí hice la primaria, después el secundario en el Ma-

riano Moreno; nos peleábamos con los del Otto Kraus, esas cosas... Después pasaron los años y me fui a varios lados. Me instalé en la casa de la vieja. Viví unos cuantos años ahí hasta que vino la crisis de 2001. Me habían invadido los libros y la humedad. Estaba buscando una casa que tuviera otra casa o un terreno para construir y me ofrecieron esta que estaba en ruinas. Me la vendieron por dos mangos. Como nunca había confia-do en los bancos, tenía un dinero guardado en una caja de bombones y me compré la casa y en mi barrio, eso nunca lo imaginé.¿Participaste activamente en política?

Desde de la frustración del frondizismo, en política activa no. Pero sí me convencí de que el peronismo era el movimiento popu-lar. Por eso me considero peronista.¿Y qué es ser peronista?

Puede significar muchas cosas. Bá-sicamente lo que interesa en Argentina es colonialismo/anticolonialismo. Y el peronismo es la última manifestación de anticolonialismo, así como lo fue, pese a los errores y cagadas que se habrá mandado, el yrigoyenismo en su momento. Como todos los movimientos populistas en América Latina, son contradictorios ideológicamente porque son policlasistas y algunos autorita-rios. Ahora si hacemos el balance del siglo pasado, los populares hicieron algunas ca-gadas, pero si las comparamos con las que hicieron los que trataron de contenerlos, se quedaron cortos: éstos hicieron genocidios.

Ya sin el bozal que se impuso durante años, el ex

juez de la Corte Suprema analiza la situación del

país sin vueltas: “Esto es un virreinato con una

manifestación colonialista. Nos están gobernando

las corporaciones. Macri parece Sobremonte”.

Además, en la intimidad de su casa, repasó su

infancia, la identificación con el peronismo y

cómo un ex presidente ecuatoriano se transformó

en su máximo referente.

NOTA DE TAPA

“Me sorprende la torpezapolítica de este gobierno”

por laura litvinoff, maxi goldschmidt y mariana aquinofotos: diego pintos “El derecho tiene

que servir para defender a los más débiles y los pobres,sino no sirvepara un carajo ”

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¿Cómo ves este momento tan particular?Institucionalmente estamos en un caos,

a mí no me sorprendería cualquier cosa que pueda pasar. Cada vez hay menos garantías. ¿Qué es lo jurídico ahora? Qué sé yo. Hoy hay un vacío político, hay que volver con una idea. No hablo de autocrítica porque eso es más bien pasarse factura. Hay que meditar para atrás y ver qué cagada funda-mental se mandaron o nos mandamos, y encuentro una: lo normativo e institucional pone obstáculos a momentos regresivos. Para derrocarlo a Yrigoyen necesitaron quebrar la constitución, un golpe de Estado y aprovecharon la crisis mundial. Hicieron una cagada que quedó en la historia y pagaron un costo. Perón, aun siendo milico, pensó en hacer una constitución y la hizo. No será la que necesitamos pero la hizo. Lo derrocaron pero tuvieron que derogar una constitución por decreto y bombardear Plaza de Mayo. Esta tercera etapa se termina sin ningún costo institucional. ¿Qué somos? ¿Boludos? Yo creo que hay que reinstitu-cionalizar el país. Porque si no un tipo por cuatrocientos mil votos hace todo lo que quiere con la Corte Suprema y con la Justi-cia. Y extorsiona al Senado con que no les va a mandar la guita a las provincias y quiere nombrar ministros por decreto, etc. Si hay una constitución que te permite hacer todo eso, esa constitución es una mierda. Su siste-ma de peso y contrapeso está mal hecho.¿Cómo sería la constitución que imaginás?

Parlamentaria, terminemos con el presidencialismo. Si hubiésemos tenido una constitución parlamentaria, Macri no estaría gobernando ahora. Necesitamos una constitución con un tribunal constitucional, con una justicia electoral y de partidos, que dependa del tribunal constitucional. Un tribunal que resuelva los conflictos de pode-res, con jueces que duren pero no vitalicios, que se renueve por tercios. Con una corte de Casación que unifique criterios. Hoy tenemos códigos únicos con veinticinco interpretaciones diferentes, lo cual permite que cada uno haga lo que se le dé la gana. Vos venías planteando esa reforma hace tiempo, ¿con qué te encontrabas?

Me encuentro hace rato con la convic-ción de que “vamos a seguir ganando”. El error que hay que aceptar es que descui-damos la cuestión institucional. También lo atribuyo a que un movimiento nacional

y popular no puede dejar de reflejar cierta convicción pública. Y el pueblo argentino no cree en el derecho porque cada vez que se lo mencionaron fue para cagarlo. Hay que crear la confianza en el derecho, no restau-rarla porque nunca estuvo. E institucionali-zar el país. ¿En la Corte Suprema te sentías muy incómodo?

Sí, claro. Pero no es que haya un mal fun-cionamiento de la Corte Suprema porque pongas a fulanito o menganito, sino que siempre va a funcionar mal. No podés poner el enorme poder de parar cualquier ley en manos de cinco tipos, esa es una concentra-ción de poder que republicanamente no va; y esos cinco tipos deciden sobre cualquier materia del derecho y que me discuta quién quiera: ¿quién carajo conoce todas las materias del derecho? Nadie. Entonces estás derivando todo a una estructura burocrática. El derecho tiene que servir para defender a los más débiles y los pobres, sino

no sirve para un carajo. Es un instrumento de poder y nada más.¿Te sorprende cómo está gobernando Macri?

Sí, me sorprende la torpeza política desde el gobierno. Me la explico pero me sorprende. Esto es un virreinato con una manifestación colonialista. Hoy el mundo lo manejan trasnacionales, no pasa solo acá, es un fenómeno que se da en todos lados. En lo periférico es la tercera fase del colonialismo. Primero los españoles, después las oligar-quías, las fuerzas armadas completamente enloquecidas; ahora pasamos a esta fase avanzada donde ya no necesitan ocupar territorialmente, sino con los CEO en los ministerios. Nos están gobernando las cor-poraciones. Macri parece Sobremonte.¿Por qué creés que ganó?

Primero porque parte de las corpora-ciones son los monopolios de los medios. Mucha gente se convenció que esto era una alternancia. Si lo fuera nacional, más o menos progresista, sería sano para la de-mocracia, pero esto no es una alternancia. Esto es un sistema distinto. Me sorprende el desconcierto que hay desde la oposición. También me lo explico, no me animo a culpar de traidores a todos. El tipo que tiene que gobernar una provincia o municipio lo tiene que seguir haciendo, hay que pagarle a la gente. Hay otros que no podés creer. Hay un 50 por ciento que no lo votó, y según las encuestas ya son más los que no lo apoyan.

La gente quiere que alguien diga algo. Me temo que haya un internismo peronista que se esté peleando por un sello, cuando lo que hay que hacer es hablarle a la gente y explicarle lo que está pasando. Igual confío en que si el reclamo está aparecerá quién responda al reclamo. ¿Cómo te imaginás los próximos meses?

El caos es inestable y no se aguanta. Del caos siempre sale algo. No me pregunten cómo porque la Argentina es insólita. La gente se va a ir dando cuenta a medida que sufra las medidas económicas. En este gobierno no estoy viendo ni una programa-ción económica ortodoxa. Me parece que se van resolviendo cosas a medida que se van cayendo ladrillos. Si pensamos en la Ar-gentina oligárquica, el proyecto agroexpor-tador era un programa elitista pero era un modelo viable, este no es un modelo viable. No pensaban gobernar un país y echaron mano de una cantidad de tipos que no son políticos, que hacen cualquier cosa, cada uno tira para su lado. Lo único que espero y me preocupa realmente es que la salida, el final de esto, no sea violenta.

e los referentes políticos de Zaffaroni, muchos dejaron de

serlo con los años. Pero hay uno que se le grabó a fuego y con el que construyó una entrañable amistad en su paso por Argentina: José María Velasco Ibarra, que fue cinco veces presidente de Ecuador. “Decía ‘Dénme un balcón y seré presidente’. Y efectivamente así era. En los ‘60 me lo presentaron y el viejo Velasco me cobró simpatía. Le gustaba reunir personajes heterogéneos, pero-nistas y gorilas, nos pinchaba para que entremos en discusión, y después bajaba las polémicas con un brindis. En el quin-to velasquismo (años ‘68, ‘69) me invitó a Quito y paré en su casa. Le decían el loco porque no podían acusarlo de otra cosa, nada de corrupción. Lo que vi en Quito me impactó. Andaba con un auto particular, lo paraba en algún pueblo, el cura tocaba la campana, la gente se acer-caba. Vi de cerca al caudillo, al dirigente con esa atracción especial, popular. Sin ser populachero, era la figura del presi-dente. En medio del calor de Guayaquil que te mata, el viejo andaba vestido con chaleco y traje oscuro. Esa cosa carismá-tica. Lo que me sorprendió mucho fue la soledad. Construís la figura pero lo que te va rodeando es una enorme soledad. Después lo derrocaron de nuevo y vino a la Argentina. En el ‘79, luego de que su señora muriera al caerse de un colectivo, él dijo: “Me voy a meditar y morir”. Llegó a Quito y se murió. Quizá sea el tipo que más me influyó. Me despertó la concien-cia latinoamericana”

José MaríaVelasco ibarra

su padre político

D

ste es un avance de las corpora-ciones trasnacionales, una ola de colonialismo en todo Latinoaméri-

ca. Esta es otra oleada de las que ya co-nocemos en la región pero no estamos igual que en el ’55 cuando bombardearon Plaza de Mayo. Hay otra conciencia. Podrá pasar lo que sea en Bolivia pero Evo me-

tió a los indios en la política, y hay cosas que son irreversibles. Yrigoyen metió a la clase media que después no salió más de la política; Perón metió a la clase obrera y no la pudieron sacar más. Son ampliacio-nes de la ciudadanía que no tienen mar-cha atrás. Por eso Macri se la agarra con las universidades del conurbano, porque

estás metiendo la clase obrera en la uni-versidad. Eso genera quilombos. Veo una base en la militancia y en la ciudadanía. El pueblo puede confundirse en algún mo-mento pero cuando vea que esto no es una alternancia va a salir a la calle, cuan-do no alcance la guita para llegar a fin de mes, cuando se devalúan los salarios.

e

“Una ola de colonialismo”

“El pueblo argentino no cree en el derecho porque cada vez que se lo mencionaron fue para cagarlo”

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Crecer en silencio

Muerte, dolor, aprendizaje, lucha, recuperacióny unos pequeños finales luminosos

Niños y niñas de ayer les cuentan a chicos y chicas una infancia atravesada por sangre y milicos

El comportamiento de los medios privados y la resistencia de los medios colectivos

Instrucciones para detectar un subversivo

Ya pasaron varios días del 24 de marzo. A los 12 años ver El Palomar militarizado no es novedad. Allí se asientan el Colegio Militar, la Base Aérea Número 1 y un Batallón de Ingenieros. Estamos acostum-brados a ver milicos, algunos son vecinos. Seguimos jugando a la pelota, a las figus, al Yoyo, pero ahora nos dieron un libri-to chiquito, de color verde, con instrucciones para detectar subversivos. Somos pibes y jugamos a investigar. Tantas veces lo leímos, que algunas cosas no se olvidan. El término “sospechoso” es la moda.

Un subversivo puede ser una persona nueva en el ba-rrio que vive sola. Una pareja joven que alquila también es sospechosa. Si la pareja recibe gente después de me-dianoche algo anda mal. Si es una chica sola mejor de-nunciarla pronto. Si los nuevos en el barrio no saludan y se los ve poco, son sospechosos (hay que avisar a la poli-cía). Si tienen hijos y los chicos no se integran o no van a los colegios de la zona es mejor desconfiar de esa gente. Son sospechosos si no se los conoce de toda la vida. Si se los conoce, también lo son. Nos miramos entre todos. Cualquier conducta diferente a la de todos los días es peli-grosa. Todos somos subversivos. Todos somos vigilantes.

abel gonzaga

¿Y ahora quién va a gobernar, pá?

El 24 de marzo de 1976 tenía apenas ocho años. Las clases en la Escuela Nº 8 Doctor Ber-nardo de Monteagudo habían comenzado un puñado de días antes. Pero entre los recreos an-tes y después del golpe mediaba el abismo del silencio. El griterío y el correrío de la pibada en los recreos, de pronto, quedó bajo égida marcial. “¿Y ahora quién va a gobernar, pá?”. “Tres seño-res”, fue la respuesta sombría de mi viejo. Aún hoy pienso que debió haberme hablado más de aquellos tiempos, que yo no entendía, como no entendía el estallido de mampostería a puro ba-lazo en casas cercanas.

germán alemanni (periodista)

Tarde de otoño de 1977

Infancia de jugar al elástico en la puerta de casa, siempre con la presencia de alguna madre cuidándonos. Una ráfaga de tiros y miedo atravesó el aire de la calle Yerbal. Mientras mi mamá intentaba abrir rápido la puerta de calle del edi-ficio para entrarnos a todos, vi caer el cuerpo de un hombre joven, agujereado de sangre, ahí nomás, a unos metros. Al instante dos personajes sombríos se bajaron de un auto y cargaron el bulto.

Ya tras el vidrio, llena de miedo pero con todos los sentidos alerta, resonó en mis oídos el ruido del acelerador y como un rayo, el auto desapareció.

Mamá, llorando y temblando, sólo dijo: -”No cuentes nada de esto mañana en la escuela.” -”¡Pero maaa!”

-”Nada hija, por favor, es mejor así. No viste nada.”Al día siguiente fui al colegio y mantuve el silencio. Durante meses no dejé

de mirar las gotas de sangre en la vereda. Yo quería que no se borraran, que estuvieran ahí hasta el día en que pudiera volver a hablar de eso. Nunca supe de quién era esa sangre. Nunca hablamos de eso con los vecinos, nunca lo voy a olvidar.

alejandra rossi (periodista)

Mariela Pugliese*

Sólo para personas físicas. O socie-dades comerciales. Sin lucro no se po-día tener un medio de comunicación. También ahí el mercado y el individuo marcaban el paso. Estaban prohibidas las actividades gremiales, las reuniones en la vía pública, la actividad política. Lo que estaba prohibido era que el pueblo se organizara. Casi de inmediato, ape-nas decretado el Golpe, junto con la disolución del Congreso llegó la inter-

vención a los medios de comunicación. Y después un decreto para limpiar el te-rreno. De la mano, siempre. Ajuste eco-nómico, medios privados. Ocultamiento de la realidad, medios concentrados. Y el discurso del individualismo cada vez más fuerte, abriendo la grieta, tapando la experiencia colectiva, para que nos sintiéramos aislados, derrotados. Con un único horizonte posible marcado por la propiedad privada y el caminito del sueño americano.

Pero hombres y mujeres nos segui-

mos juntando y descubrimos que la comunicación popular, colectiva, co-munitaria nos seguía haciendo libres, aunque al principio pareciera clandes-tina. Que la palabra era nuestra, para redescubrir la historia y las luchas y los deseos y la posibilidad de un mundo más justo. Verdad, justicia. Todo está sembrado en la memoria del pueblo. Y ahora, en nuestros medios.

*presidenta de foro argentino de radios

comunitarias (farco)

Saber comunicar

Ilust

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un trabajo de revista cítricay red colmena

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Muerte, dolor, aprendizaje, lucha, recuperacióny unos pequeños finales luminosos

Reconstruir sus ideas

No hay un sólo día en el que yo no hable de mi papá, o de mis tíos desaparecidos,

no hay un sólo día en que no los traiga al presente. Intento recuperar esas ausencias

con alegría, con lucha, con resistencia, pese a todo, porque me interesa contarle a mis

hijos que su abuelo y su generación de compañeros luchó por un mundo más solida-

rio, más justo, pensando en él todos y no en unos pocos. A mis hijos muy pocas veces

les transmití un mensaje de tristeza o de llanto, más bien crecieron viéndome activa,

recordando, luchando, haciendo memoria con el fin de construir justicia en el presente.

Desde muy chica ya era conciente. Me enojaba el hecho de que mis compañeros de

escuela primaria me dijeran: “¿Cómo que tu papá desapareció, se fué?” Y yo trataba de

explicarles, con una seguridad tremenda, que mi papá no se había ido porque quería

sino que se lo habían llevado por decisión de otros. Desde muy chica sentí la incom-

prensión de mis pares hasta que conocí a otros hijos.

La militancia activa es fundamental en el proceso de reconstrucción de la identidad

de un desaparecido. En la reconstrucción de los lazos sociales, del vínculo entre los

desaparecidos y la sociedad toda. Yo lo viví de manera activa en el proceso de cons-

trucción de los escraches. Caminamos los barrios en donde detectábamos que vivía un

genocida en libertad. Lo interesante allí no fue sólo denunciar la impunidad de ese ge-

nocida libre por las leyes de Obediencia debida, Punto final e indultos sino reconstruir

las historias, las militancias de los desaparecidos, los espacios donde ellos habían cons-

truido sentido. En muchos barrios ese sentido se había perdido porque la dictadura

también contó con el gran aparato disciplinador de los medios masivos para formatear

ideas y pensamientos de muchos argentinos con la triste frase “algo habrán hecho” y

“no te metás”. Justamente nuestra militancia activa construyó otro sentido: reivindicar

la lucha de nuestros padres y participar, comprometerse, no mirar para otro lado.

Debemos recordar a cada paso que las razones del terror de Estado fueron económi-

cas, que la consolidación de un modelo de exclusión requirió de una generación diez-

mada y de difundir el terror en la sociedad. Significa recordar lo que provoca una dic-

tadura. Recordar que las consecuencias de esa dictadura alcanzaron el plano político,

cultural, social. Que se produjo una fractura histórica en la cual toda la sociedad perdió

derechos, perdió protagonismo, perdió voz. Durante la dictadura se instauraron las po-

líticas neoliberales que luego se profundizaron, con los sucesivos gobiernos constitu-

cionales hasta estallar en 2001. Esas políticas neoliberales que provocaron el hambre,

la desocupación, el ajuste perverso, la represión y el abuso policial en nuestro país.

Recordar es no olvidarse de todo esto pero también es traer al presente la inmensa

lucha que, desde hace cuatro décadas, viene sosteniendo el basto y heterogéneo mo-

vimiento de Derechos Humanos. Recordar y traer al presente todas las luchas que se

dieron en torno al Nunca Más y en la diversidad de espacios que construyeron memo-

ria, verdad y justicia resistiendo al olvido y al silencio.

julieta colomer - familiar de desaparecidos

Lo que me robaron los milicos

El 23 de marzo de 1976 a la noche un dirigente político habló por televisión. Fue en el mar-co de los minutos de aire que se le otorgaban a los partidos políticos de cara a las elecciones de octubre. Yo estaba a punto de cumplir 19 años y ya estaba en el padrón. En pocos meses votaría por primera vez y como el dirigente político me había interpelado positivamente desde la pantalla, tenía decidido mi voto.Pero no pasaron unos pocos meses hasta el debut, sino siete años y medio. Los milicos me lo robaron impunemente. Como también me robaron amigos; y me robaron la tranquilidad de salir sin documentos; y me robaron la posibilidad de ingresar a la carrera universitaria que había elegido. Pero, fundamentalmente, me robaron la alegría de cruzar por mis pri-meros veintipico pensando, reflexionando y actuando políticamente para construir un país mejor, más igualitario y soberano. Yo era casi una adolescente. Me robaron los mejores años de mi vida.

Una noche también me robaron al que entonces era mi novio. Guardo entre mis tesoros una carta que me pudo escribir a solas con birome azul. Se despedía. Afortunadamente, lo largaron a los pocos días; pero otros que fueron robados junto con él nunca volvieron. Nun-ca pude olvidar. Ni perdonar.Y a Lole, mi sobrino de corazón, le robaron sus primeros años de infancia. Y a Celina, a su hija. Y a tantos hijos, a sus padres. Y a las universidades, cerebros. Y a las escuelas, maestros. Y a los gremios, sindicalistas. Al país le robaron toda una generación. Somos los desapareci-dos y los que sobrevivimos respirando apenas. Nos robaron el aire.Mi debut en las urnas fue a los 26 años. Mi hijo votó por primera vez hace muy poco, a los 16. Mientras lo veía meter el sobre, orgulloso y contento, no pude evitar emocionarme. Y pensé fuerte para mis adentros: “Nunca más, hijos de puta, nunca más”.

maría graciela rodríguez. docente unsam y uba

La alegríaque nos robaron

Soy catalana y vivo desde hace siete años en Buenos Aires. Antes de venir a la Argentina, el 24 de marzo de 1976 era poco más que un dato entre otros datos políticos e históricos que conocía sobre el país: el peronismo, la dictadura, Menem. Sabía qué había sucedido durante esos años de gobierno del terror pero no podía decir que para mí esa fuera una fe-cha significativa.

Cuando empecé a salir con el que ahora es mi marido, un día me contó que él creció junto al Garage Olimpo y que una vez (tendría

unos siete u ocho años) a su madre se le des-compuso el auto justo frente a la puerta del lugar, cuando iban camino a la escuela. Aún se acuerda cómo tres militares se precipitaron hacia ellos, con las armas en alto y a los gri-tos, ordenándoles que se movieran. Esta fue la primera vez que sentí que la historia real, vívida, empezaba a imponerse por encima del dato frío, del relato histórico despersonaliza-do. Más tarde, cuando vine a vivir a Buenos Aires, le pedí que me llevara a ver ese horrible galpón que fue el Garage Olimpo. Recuerdo

que la zona me pareció muerta, maldita y que sentí ganas de llorar.

Para una catalana criada en una España negadora de su pasado, de los crímenes de la dictadura franquista, el 24 de marzo de 1976 y el posterior trabajo colosal y heroico que todos los argentinos han hecho en fa-vor de la memoria histórica representan el triunfo de la humanidad sobre el horror, de la palabra sobre el silencio de muerte. Pero no sólo eso, también representa lo que mi país no supo hacer ni construir. Un ejemplo

de cómo nosotros, españoles y catalanes, podríamos haber hecho las cosas para vivir en un país más honesto con su propia histo-ria. En este sentido, el 24 de marzo es una fecha importante no sólo por lo que conme-mora, sino por lo que proyecta a futuro: el modo en que los argentinos supieron explo-rar el significado ético y político de los crí-menes de la dictadura.

ariadna castellarnau.docente, escritora y periodista

El triunfo de las organizaciones de Derechos Humanos

Lo que España no pudo y Argentina sí: vencer al silencio

Es un proyecto fotográfico que evolucionó en uno audiovisual. Un compilado de ocho fo- tografías de nietos restituidos con sus abuelas en sus casas.

Fuimos a hacer una foto, allí donde faltaban tantas otras. Los cumpleaños, los asados del domingo o el primer día de clases.

Fue una experiencia maravillosa, fuerte y enriquecedora. Son abuelas que re- cuperaron a sus nietos. Son pequeños finales luminosos de una etapa oscura de nuestra historia.

hernán churba

Rosa y Guillermo

Luisa y Florencia

Estela e Ignacio Irma y Belén

Retratos recuperados

Page 8: bonsái - Revista Cítrica

¿Por qué Eduardo Galeano se dedicó a contar historias?

porque mi tendencia al pecado me impidió ser santo, porque en el fútbol siempre fui un patadura, porque necesito creer que no es tanta la distancia entre el deseo y el mundo, porque necesito creer que a veces puedo decir lo que quiero decir,porque necesito creer que hay historias que merecen ser contagiadas,porque escribiendo devuelvo a los demás lo que de ellos viene,porque me duele el dolor ajeno, porque me goza el ajeno placer, porque me da alegría desenterrar tesoros escondidos, porque necesito compartir broncas y melancolías, deslumbramientos, descubrimientos,porque de Sherezade aprendí que un cuento vale un día más de vida, porque de Onetti aprendí que hay palabras mejores que el silencio,porque soy caminante, y cada página es un nuevo viaje que empieza,porque escribiendo no estoy solo,porque escribiendo hablo al oído de amigos que no conozcoy en ellos me reconozco.Y porque siendo, como soy, un inútil total, no tengo otra.

contratapa

Pg 8

Escribo

Este 14 de abril se cumple un año de su muerte. Recuperamos este texto que nos escribiópara el diario Crítica.

Foto

: Tel

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