Brenda Morales Muñoz: Eva Perón a Través de La Mirada de Tomás Eloy Martínez

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28/3/2016 Brenda Morales Muñoz: Eva Perón a través de la mirada de Tomás Eloy Martínez nº 48 Espéculo (UCM) https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero48/evaperon.html 1/11 Eva Perón a través de la mirada de Tomás Eloy Martínez Brenda Morales Muñoz [*] Universidad Nacional Autónoma de México [email protected] Localice en este documento Buscar Resumen: El artículo analiza la novela Santa Evita (1997) de Tomás Eloy Martínez, una de las obras más destacadas de la literatura argentina contemporánea. Estudia la forma en la que el escritor argentino representa a una figura histórica tan importante como lo es Eva Duarte de Perón. Sitúa la obra dentro de la corriente literaria conocida como “nueva novela histórica”, pues Santa Evita aborda a Eva desde muchas perspectivas, recurso que logra escudriñar el mito que se formó a su alrededor y presentarla de manera más humana. Palabras clave: literatura argentina, Tomás Eloy Martínez, Eva Perón, nueva novela histórica, Santa Evita. Pocas figuras de la historia argentina han suscitado tanto odio y a la vez tanta veneración como Eva Perón. Atacada despiadadamente por sus enemigos y defendida fanáticamente por sus admiradores, logró dividir a la sociedad de forma innegable y en definitiva marcó la historia política de aquel país en el siglo XX. El impacto de su figura alcanzó muchas áreas y la literatura no fue la excepción, prueba de ello es la existencia de diversas obras que intentaron describir, condenar o enaltecer al régimen peronista y a Eva misma, por su carácter polémico y controversial. La literatura ha captado diversas imágenes de ella: relatos, poemas, novelas y obras de teatro han ido configurándola en el imaginario social y cultural, aunque muchas se han centrado no en su vida,

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Eva Perón a través de la mirada de Tomás EloyMartínez

Brenda Morales Muñoz [*]

Universidad Nacional Autónoma de Mé[email protected]

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Resumen: El artículo analiza la novela Santa Evita (1997) de Tomás Eloy Martínez, unade las obras más destacadas de la literatura argentina contemporánea. Estudia la forma enla que el escritor argentino representa a una figura histórica tan importante como lo es EvaDuarte de Perón. Sitúa la obra dentro de la corriente literaria conocida como “nuevanovela histórica”, pues Santa Evita aborda a Eva desde muchas perspectivas, recurso quelogra escudriñar el mito que se formó a su alrededor y presentarla de manera más humana.Palabras clave: literatura argentina, Tomás Eloy Martínez, Eva Perón, nueva novelahistórica, Santa Evita.

Pocas figuras de la historia argentina han suscitado tanto odio y a la vez tanta veneración comoEva Perón. Atacada despiadadamente por sus enemigos y defendida fanáticamente por susadmiradores, logró dividir a la sociedad de forma innegable y en definitiva marcó la historia políticade aquel país en el siglo XX.

El impacto de su figura alcanzó muchas áreas y la literatura no fue la excepción, prueba de ello esla existencia de diversas obras que intentaron describir, condenar o enaltecer al régimen peronista y aEva misma, por su carácter polémico y controversial.

La literatura ha captado diversas imágenes de ella: relatos, poemas, novelas y obras de teatro hanido configurándola en el imaginario social y cultural, aunque muchas se han centrado no en su vida,

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sino en las circunstancias que rodearon su muerte y la historia de su cadáver. Algunos de losejemplos más célebres son los cuentos “Esa mujer” (1965) de Rodolfo Walsh; “Ella” (1953) de JuanCarlos Onetti; “El simulacro” (1960) de Jorge Luis Borges; La señora muerta (1963) de Davis Viñas,y las novelas A las 20:25 la señora entró en la inmortalidad (1981) de Mario Szichman y La pasiónsegún Eva de Abel Posse (1996).

En esa misma línea temática sobre el cadáver de Eva, se encuentra la novela Santa Evita (1995)de Tomás Eloy Martínez que se abordará en el presente trabajo.

El autor argentino, fallecido en 2010, había abordado con anterioridad el tema del peronismo ensus obras, lo que da cuenta de su interés literario e histórico por este fenómeno.

Su libro Las memorias del general surgió en 1967 cuando la revista Panorama de Buenos Aires,le pidió que realizara una entrevista a Perón, quien en ese momento vivía exiliado en Madrid.Martínez dedicó varios días a grabar sus memorias que a la postre formaron esta obra. En este, suprimer acercamiento con Perón, tuvo la impresión de que había muchas invenciones, falsedades ehipocresías en el discurso del ex presidente argentino.

La novela de Perón (1989) surgió años después, cuando consideró que la insuficiencia de lasmemorias podría complementarse con una novela que abordara la intimidad del general. Para esteefecto, durante diez años reunió documentos, cartas, voces de testigos, páginas de diarios, fotografíasy diversos materiales en una una búsqueda extensiva para desentrañar la verdad sobre Perón, pues sehabía planteado la insuficiencia de la historia para comprender la personalidad de esta figura. ParaTomás Eloy Martínez escribir esta novela era como pagar de una deuda histórica con su país, comomenciona Nelson Biondo: “O general Peron tinha deixado em suas memórias o que Martinezconsiderava uma imagem falsificada da história, cheia de hiatos e omissões. Isso fez com quenascesse no escritor uma obstinação, uma necessidade, um desejo de recuperar essa parte nebulosa daHistória da Argentina”. [1]

Finalmente, escribió Santa Evita, que representa el final de la obsesión peronista. Esta novela secompone de 16 capítulos cuyos títulos provienen de diferentes discursos o frases atribuidos a Eva, alo largo de los cuales se narran 4 historias principales: el destino del cuerpo de Eva, la historia deEva viva, la historia de los militares involucrados en el operativo de la desaparición del cuerpo y lahistoria del autor enfrentado a la escritura del libro.

Me interesa destacar, de acuerdo con Ricardo Piglia, que esta novela es una muestra de que laliteratura cuestiona las narraciones oficiales y que, al no estar sujeta a un proyecto nacional, sepresenta como una vía de conocimiento más libre. El crítico argentino afirma que los Estadosconstruyen ficciones para crear consenso sobre la historia nacional y señala como tarea del escritor:“establecer dónde está la verdad, actuar como detective, descubrir el secreto que el Estado manipula,revelar esa verdad que está escamoteada. Una verdad, que en este caso, está enterrada en un cuerpoescondido, en un cuerpo histórico, digamos emblemático, que ha sido mascullado y sustraído”. [2]

La historia de Eva estuvo ligada al poder, tanto peronistas como antiperonistas construyeronnarraciones sobre ella totalmente opuestas que iban de acuerdo a sus proyectos políticos, aunqueexistían otras narraciones populares que no habían sido tomadas en cuenta. Es la importancia de éstasúltimas lo que tanto Piglia como Martínez desean rescatar. Ambos consideran necesario oír ytransmitir los relatos populares para desmontar el relato encubridor del Estado. Martínez afirma que,en el contexto latinoamericano, es aún más esclarecedor escuchar los relatos populares que estánalejados del poder ya que: “en países donde la desconfianza por la veracidad de los documentos estáen relación directa con la desconfianza que suele suscitar el poder político, lo que cuenta es lo que lacomunidad, por un consenso tácito, subterráneo, establece como verdadero, a veces a contramano delo que se predica en los diarios o en los discursos oficiales”. [3]

En Santa Evita, Martínez actúa como el detective que sugiere Piglia y nos acerca a Eva a travésde su mirada que se compone de múltiples versiones sobre ella, como si se tratara de variaspinceladas que componen un cuadro que presenta una imagen distinta a través de la cual logradesmitificar su figura.

Esta novela se inserta dentro de la corriente conocida como nueva novela histórica, donde larelación entre historia y literatura adquiere una nueva dimensión. Esta corriente se consolida enAmérica Latina desde la década de los ochenta, época en la que se percibe un auge de obras

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narrativas que incluyen temas históricos desde un ángulo distinto al de la novela histórica tradicional.A partir de entonces se manifiesta como una tendencia dinámica y vigorosa dentro de la literaturalatinoamericana. De acuerdo a Juan José Barrientos esta corriente: “responde al deseo de los lectoresde conocer la historia entre telones y a los personajes históricos en la intimidad, se trata de llenar loshuecos de los libros de historia”. [4]

Estas obras contienen hechos y personajes reales mezclados con ficticios y su apuesta es que laficción sea considerada como un recurso de tratamiento del material histórico, no sólo para lograr suaprovechamiento literario, sino incluso para establecer, por la vía de lo hipotético, la verdadhistórica.

Los autores de esta corriente, incluido por supuesto Tomás Eloy Martínez, desmontan la supuestaobjetividad del discurso histórico pues éste es inseparable del historiador, quien ha seleccionado loshechos y los ha jerarquizado en función de sus propios criterios. Asimismo, los eventos y personajeshan sido incorporados a una trama narrativa que les ha conferido enlaces de causa efecto y que les hadado un sentido en función del final establecido por el historiador.

Las nuevas novelas históricas cuestionan la verdad, los héroes y los valores abanderados por lahistoria oficial presentando una visión irreverente de ella. Se basan en una libre interpretación de loshechos y hacen una relectura del discurso historiográfico, muchas veces reductor y maniqueo. Paralograr este propósito, este tipo de novelas presentan el lado antiheroico de los personajes históricos eincluyen voces que antes no eran tomadas en cuenta, dirigen su atención a grupos socialestradicionalmente excluidos de la historia. Rescatan del olvido a personajes y acontecimientos: “nosólo plantean el problema de incluir en la reescritura de la historia lo excluido, lo silenciado,olvidado y reprimido por y en la historia, sino que el pasado se recuerda desde los márgenes, desdelos límites, desde la exclusión misma”. [5]

A este respecto Eugenia Revueltas sostiene que: “los autores proponen romper con el discursooficial de estatua de mármol en torno a los héroes o a los personajes, sobre todo con el discurso de lahistoria oficial, para posibilitar al lector otra manera de acceder al conocimiento de la historia, y detales personajes”. [6]

De esta forma, las disciplinas que durante mucho tiempo se consideraron opuestas ahora sonvaloradas en lo que tienen en común. Lo que las une, para Tomás Eloy Martínez, es que: “tanto lahistoria como la ficción se construyen con las respiraciones del pasado, rescriben un mundo que yahemos perdido, y en esas fuentes comunes en las que abrevan, en esos espejos donde ambas sereflejan mutuamente, ya no hay casi fronteras” [7]. Ambas sirven para conocer al hombre y paraacercarse al mundo, son puertas para penetrar al pasado, por eso entre ellas hay unacomplementación casi natural.

Es en este contexto donde se inserta Santa Evita, de ahí la manera en la que el autor nos presentaa esta figura histórica.

Lo que más llama la atención de la novela es que no se trata de la historia de una vida, sino queMartínez centra su mirada en una muerte, en un cadáver cargado de significados políticos y, a travésde él, nos lleva a conocer a Eva Perón.

El autor presenta la historia de un cuerpo embalsamado y su largo y penoso tránsito por diferenteslugares antes de ser enterrado, finalmente, en Buenos Aires. Se narran las peripecias de los restos ylos efectos que tuvo en la vida de varios testigos, en especial aquellos que estuvieron a cargo de darlesepultura. Es, en palabras de María José Punte “una novela policial en donde no hay que encontrar alasesino, sino al muerto.” [8]

A partir del día de la muerte de Eva, el 26 de julio de 1952, inicia el calvario del cadáver debidoa las intrigas políticas y a la locura y devoción que provocó. Tras su fallecimiento, Perón pide aPedro Ara, un reconocido médico español, que se encargue de embalsamar a Eva para que seaexpuesta ante la gente sin sufrir daños.

El cadáver permanece en el edificio de la Confederación General del Trabajo hasta 1955, año enque Perón es derrocado, y a partir de ese momento comienza su periplo, ya que para el nuevogobierno era imperativo enterrarlo y terminar con la historia de Eva definitivamente. Los miembrosdel nuevo gobierno pensaban que: “los amenazaba un peligro inminente […] el gobierno de la

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llamada revolución libertadora había resuelto aniquilar toda memoria del peronismo. Estabaprohibido elogiar en público a Perón y a Evita, exhibir sus retratos y hasta recordar que habíanexistido” [9] (Martínez, 1997: 64). La novela narra entonces la operación para desaparecer elcadáver, la cual queda a cargo del coronel Moori Koenig.

Paralelamente, en Santa Evita se presentan los distintos factores que hicieron que Eva Perón seconvirtiera en un mito: pasó de ser una mujer pobre, marginada, y humillada a tener un gran poder,trabajó en favor de los sectores más desprotegidos, fue una esposa incondicional, murió joven ypadeció de cáncer. Éste último elemento es esencial, pues para sus seguidores la enfermedad de Evafue lo que transformó su imagen irreversiblemente, se convirtió en una mujer valiente y bondadosa,casi celestial, pues soportó de manera estoica un verdadero calvario sin parar de trabajar, por estarazón le estaban tan agradecidos y le mostraban tanta gratitud.

En la novela aparecen diversos ofrecimientos de rezos y sacrificios, incluso récords inverosímilesa cambio de su salud: “la gente desesperada interrumpía sus quehaceres para implorarle a Dios que laconservara viva. Cada casa humilde tenía un altar donde las fotos de Evita, arrancadas de las revistas,estaban iluminadas por velas y flores del campo” (Martínez, 1997: 37).

Conforme la gente se iba enterando del deterioro de su estado de salud y: “ante la certeza de queEvita subiría al cielo en cualquier momento, miles de personas hicieron los más exageradossacrificios, para que cuando a Ella le tocara rendir cuentas a Dios, mencionara sus nombres en laconversación […] Las iglesias rebosaban de promesantes que ofrendaban canjear sus vidas por la deEvita o bien suplicaban a las cortes celestiales que la recibieran con honores de reina” (Martínez,1997: 71).

Martínez explica que Eva se convirtió en mito en gran medida a causa de la enfermedad y lamuerte prematura porque el pueblo se aferró a su cuerpo y, en la conciencia popular, se volvió unasanta: “Entre mayo de 1952­dos meses antes de que muriera­y julio de 1954, el Vaticano recibió casicuarenta mil cartas de laicos atribuyendo a Evita varios milagros y exigiendo que el Papa lacanonizara” (Martínez, 1997: 66).

Santa Evita revela también cómo a la creación del mito de Eva contribuyó, de manerainvoluntaria, el gobierno posterior al peronista. Como ya se mencionó, la revolución libertadora sededicó sistemáticamente a borrar su historia, lo que provocó que el pueblo la venerara aún más.Cuando se le impidió la naturalidad de la muerte, como a cualquier persona, se le convirtió en unaleyenda. Son los mismos que querían eliminarla los que provocaron que la gente no la olvidara y lamitificara, si la hubieran sepultado normalmente no hubiera crecido tanto su popularidad. Después nilos militares sabían qué hacer con ella. Si el objetivo del gobierno militar era pacificar, el efecto fuecontraproducente, la desaparición del cuerpo acarreó una violencia mayor que la temida por elgobierno de Aramburu:

Muerta­dijo­ [el vicepresidente], esa mujer es todavía más peligrosa que cuando estabaviva. El tirano lo sabía y por eso la dejó aquí, para que nos enferme a todos. Encualquier tugurio aparecen fotos de ella. Los ignorantes la veneran como a una santa.Creen que puede resucitar el día menos pensado y convertir a la Argentina en unadictadura de mendigos […] Desaparézcala­dijo­Acábela. Conviértala en una muerta comocualquier otra (Martínez, 1997: 25).

Otro factor que contribuyó de manera substancial a convertirla en mito fue el hecho deembalsamarla. Perón quería que nadie olvidara a Evita como un símbolo eterno de su proyectopolítico. El cuerpo momificado permitió que distintos grupos le atribuyeran un significado especial.Al igual que estando viva, Eva muerta provocó sentimientos ambivalentes, era un símbolo en el quese cruzaban las pasiones encontradas del país. Su cuerpo inerte se transformó en bandera y avivó lasexaltaciones que la rodearon mientras vivió.

Para los sectores sociopolíticos adeptos la recuperación del cadáver se convirtió en una urgenciaimpostergable, ya que lo relacionaban con retomar el anterior rumbo del país y con completar elproyecto inconcluso de la Argentina peronista. De esta forma, la novela presenta la forma en la queel cuerpo de Eva se convirtió en una metonimia del país, hecho que el propio coronel Moori Koenigacepta:

Usted sabe muy bien lo que está en juego­dijo el coronel […] No es el cadáver de esa

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mujer sino el destino de la Argentina. O las dos cosas, que a tanta gente le parecen una.Vaya a saber cómo el cuerpo muerto e inútil de Eva Duarte se ha ido confundiendo conel país. No para las personas como usted o como yo. Para los miserables, para losignorantes, para los que están fuera de la historia. Ellos se dejarían matar por el cadáver(Martínez, 1997: 34).

Los militares deseaban a toda costa desaparecer el cuerpo embalsamado. Sin embargo, éste, dueñode su destino, no lo permite, e incluso es capaz de despertar pasiones en quienes la rechazaron yodiaron en vida.

Así, el cadáver ya no es sólo eso, ha crecido de forma alarmante. Al respecto, el mayor Arancibiaes muy claro: “ahora es un cuerpo demasiado grande, más grande que el país. Está demasiado llenode cosas. Todos le hemos ido metiendo algo adentro: la mierda, el odio, las ganas de matarlo denuevo. Y como dice el Coronel, hay gente que también le ha ido metiendo su llanto. Ya ese cuerpoes como un dado cargado” (Martínez, 1997: 154).

Tomás Eloy Martínez intentó entender la razón por la cual una buena parte de la sociedadargentina se aferró al cuerpo de Eva y se desató toda esa locura por ella, lo que explica de lasiguiente manera: “Eva era y sigue siendo todo: en la Argentina es todavía la Cenicienta de lastelenovelas, la nostalgia de haber sido lo que nunca fuimos, la mujer del látigo, la madre celestial.Afuera es el poder, la muerta joven, la hiena compasiva que desde los balcones del más allá declama:No llores por mí Argentina” (Martínez, 1997: 203).

Por otra parte, Santa Evita también aborda la idea de la existencia de una maldición del cuerpo deEva, pues todos los personajes que se relacionan con él se enfrentan a algún problema serio: sevuelven locos o sufren accidentes y percances graves. A pesar de la pasividad inherente a todocadáver, al de Eva Perón se le atribuye afectar drásticamente el destino de quienes entran en contactocon él, es como si Eva se vengara por no permitírsele descansar en paz: “La imagen era tandominante, tan inolvidable, que el sentido común de las personas terminaba por moverse de lugar.Qué sucedía no se sabe. Les cambiaba la forma del mundo” (Martínez, 1997: 27).

De todos los personajes a quienes el cadáver trastorna, el coronel es quien más sufre. Al principiolo desprecia porque representa su opuesto. Sin embargo, poco a poco cambia su parecer hasta verseatraído en forma extraña por él, lo que ocasiona que se vuelva un hombre perturbado. De acuerdo aMario Vargas Llosa, se convierte en: “verdugo y víctima del cuerpo insepulto de Evita, que hace deél un alcohólico, un paranoico tenebroso, un fetichista, un amante necrofílico, una piltrafa humana yun loco”. [10]

Moori Koening tenía como pilares en su vida el secreto, el orden y la exactitud pero todo esto sevino abajo al encargarse de Eva. Al obsesionarse con el cuerpo, pierde todo: la razón, el trabajo y lafamilia. Sin embargo, parece que lo que más le duele perder es el cuerpo mismo, pues cuando sussuperiores se percatan de su incapacidad para manejar el caso lo mandan preso a la Patagonia. Es eneste momento que la lejanía lo devasta: “Para el coronel, la ausencia de Evita era la ausencia deDios. El peso de una soledad tan absoluta lo trastornó para siempre” (Martínez, 1997: 305).

De la misma forma, y a pesar de su racionalidad, el propio narrador autodiegético, homónimo delautor, tampoco puede escapar de la fuerza de atracción o de la maldición que rodea al cuerpo. Lainvestigación que lleva a cabo se ve constantemente asociada a las premoniciones más nefastas y,aunque es advertido por la viuda de que puede ser afectado trágicamente, no le da importancia alcomentario. Sin embargo, a medida que se involucra en el caso le ocurren cosas sin explicaciónlógica aparente:

Uno de mis hermanos llamó por teléfono para decirme que nuestra madre habíamuerto días atrás en el otro extremo del continente. Ya la enterramos, dijo. No tendríasentido que vengas. Protesté porque no me habían avisado antes. Perdimos tu número deteléfono, me respondió. Nadie podía encontrarlo. Hicimos una larga búsqueda. Todos lohabían perdido. Fue como si estuvieras dentro del cerco de un maleficio.

Colgué temblando, porque llevaba días sintiéndome exactamente así, llagado por laperfidia de un maleficio desconocido. Acaso por el desconsuelo en que me sumió aquellamuerte, comenzaron a invadirme unos mareos nocturnos que los médicos no sabían cómocurar […] los mareos sólo cesaron cuando abandoné la escritura a fines de ese mes. Cada

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vez que intentaba salir de viaje a cualquier parte caían nevadas feroces que obligaban acerrar los aeropuertos y las rutas principales. (Martínez, 1997: 76­77)

Ante la fuerte sospecha de la maldición, el narrador intuye que lo que el alma de Eva desea esdescansar y que su protesta es contra quienes la han sometido al nomadismo, con estos elementosdescubre una función del escritor:

Las almas tienen sus propias fuerzas de gravedad: les disgustan las velocidades, el airelibre, el ansia. Cuando alguien rompe los cristales de su lentitud, se desorientan, ydesarrollan una voluntad de maleficio que no pueden controlar. Las almas […] detestanser desplazadas de un lugar a otro, las almas también aspiran a que alguien las escriba.Quieren ser narradas, tatuadas en las rocas de la eternidad. Un alma que no ha sido escritaes como si jamás hubiera existido. Contra la fugacidad, la letra. Contra la muerte, elrelato (Martínez, 1997: 62).

Es así como el narrador, contrariamente a los otros personajes, logra salir de esta maldición pormedio del ejercicio de la escritura que le sirve de exorcismo, ya que al escribir consigue liberarse defantasmas del pasado, la escritura es su salvación.

Ahora bien, una vez que Martínez nos presenta los elementos por los que se mitificó a Eva Peróny el papel fundamental de su cadáver en este proceso, señala la insuficiencia de la historia oficialpara reconstruir este personaje y la compleja red de significados que la convirtieron en mito. Anteesto se lanza a la tarea de indagar en la historia y en los mitos establecidos para encontrar unaimagen más completa de la mujer.

Santa Evita busca desmitificar la historia oficial además de subrayar que no existe una historiaúnica y absoluta, sino varias versiones de un mismo hecho y que es necesario conocerlas todas.Tomás Eloy Martínez considera que: “a una historia escrita por el poder y desde el poder (unahistoria complaciente con los triunfadores de cualquier época, congelada por el servilismo), losnovelistas oponían una historia infinitamente reescribible, viva, dinámica: el reverso de esasinvestigaciones definitivas […]” [11]

Los diversos recursos narrativos de los que se sirve el autor, lejos de pretender dar una visiónmonolítica o rígida, incrementan las perspectivas, relativizan los hechos y destruyen la verdad, así, alno poder conocerla, invita más a una toma de postura frente a la realidad que a una explicación deésta, pone en perspectiva el pasado que refigura y no intenta explicarlo sino redescribirlo.

Martínez desconfía de la historiografía y de los documentos porque a lo largo de la historiaargentina hay muchas censuras y negaciones. Su objetivo en la novela es que esto no suceda, que nose olvide: “Después de la muerte, la historia sigue: el periplo del cadáver, las versiones, el secreto yla incredulidad, la veneración y la denostación, todo menos el olvido”. [12]

Pero ¿cómo lograr este objetivo? ¿Cómo evitar el olvido y cuestionar la existencia de una verdadaparentemente petrificada e inamovible?

La propuesta de Martínez es presentar diferentes perspectivas de un mismo acontecimiento yrecurrir a fuentes que la historiografía tradicional no admite, como las voces marginales que antes nose oían, pero que tienen un lugar en Santa Evita:

¿Por qué la historia tiene que ser un relato hecho por personas sensatas y no undesvarío de perdedores como el Coronel y Cifuentes? Si la historia es­como parece­ otrode los géneros literarios, ¿por qué privarla de la imaginación, el desatino, la indelicadeza,la exageración y la derrota que son la materia prima sin la cual no se concibe laliteratura? (Martínez, 1997: 146)

Esta polifonía deja ver a las diferentes Evas que surgen de las distintas interpretaciones en torno aella. El texto subraya que no hay una versión de ella, que no era lo que sostienen las narraciones delelogio fácil pero tampoco era lo que denostaban las narraciones de crítica incisiva, sino que eramucho más compleja, por eso el autor arma una imagen con personajes que no respondían a ataduraspolíticas ni a un proyecto nacional determinado.

El autor no excluye a nadie, no anula una u otra interpretación, refleja a Eva a través de los ojos

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de gente común que estuvo en contacto con ella y es así como subvierte la historiografía peronista yantiperonista, pues la aborda desde abajo, desde el fondo. Pone en escena a los ausentes de lasversiones oficiales, sus fuentes provienen de sujetos que están en un aquí y ahora como él:

Hablé con las figuras marginales y no con los ministros y aduladores de su corteporque no eran como Ella: no podían verle el filo ni los bordes por los que Evita siemprehabía caminado. La narraban con frases demasiado bordadas. Lo que a mí me seducía, encambio, eran sus márgenes, su oscuridad, lo que había en Evita de indecible (Martínez,1997: 64).

El autor se entrevista con actores marginales para abarcar lo más posible a un personaje que habíacaído en los extremos, recurre a informantes que la recuerdan desde su cotidianeidad, partiendo deuna experiencia singular y personal, desconectada del gran movimiento de la historia. En esteproceso se va dando cuenta que todos quieren tener una participación en ella, todos contribuyen consus relatos, igualmente válidos, en la reconstrucción de Eva.

Al incluir estos puntos de vista deja claro su rechazo a la reducción, a la simplificación y alempobrecimiento que a veces se presenta en la historia oficial, en donde cada autor que ha escritosobre el tema propone una salida. En cambio, él plantea seguir con una red interminable de versionesque no desacredita, al contrario, las integra y redescribe en la ficción como memorias del pasadoinacabado de un mito, por eso “no es una novela sobre Evita, sino sobre la memoria de este episodio,que está viva”. [13]

En la novela, la verdad no es el fin de la búsqueda, el verdadero fin es ver la realidad desdemuchos horizontes. El autor no se conforma con la verdad de una sola versión, pues el pasado no escontemplado como verdad, sino como memoria y, como tal, tiene imprecisiones.

Tomás Eloy Martínez usa las técnicas del periodismo para crear ficción y una imagen deverosimilitud, su estrategia es contar algo que no es verdadero fingiendo que está avalado pordocumentos e investigaciones. En la novela hay historias de imaginación, flagrantes, falsas, porqueel autor afirma que eso es permisible en la novela, pues “novela significa licencia para mentir, paraimaginar, para inventar”. [14]

Dicho efecto es conseguido al invertir la técnica narrativa de la no ficción, donde se cuenta unahistoria real con herramientas tomadas de la novela, en Santa Evita lo que se cuenta es ficción, loque se cree que es verdadero no lo es. El autor, al decir que entrevistó, que documentó, que estuvoen determinado lugar, pretende hacer creer que lo que narra es cierto pero hay muchos elementosfalsos, crea otra realidad a partir de una extensa investigación, pues no se puede fabular a partir de laignorancia y el desconocimiento: “por supuesto que hay investigación, porque para poder mentirbien, hay que saberlo todo. No se puede mentir sin saber”. [15]

El autor le dio forma de reportaje a la novela porque consideró que era la mejor manera de crearverosimilitud en una historia completamente inverosímil. Aunque subraya claramente que sólo es laforma, pues afirma:

Yo creo que la novela es el género de la libertad, y en esa medida cualquier elementobastardo, marginal de la realidad es introducible en la novela. Y cuando establezcodistinción entre periodismo y literatura, creo que el periodismo tiene tres lealtades y laliteratura sólo una, y ahí está la diferencia mayor. El periodismo tiene siempre presenteal receptor […] la segunda fidelidad del periodista es una lealtad a lo que él entiende debuena fe que es la verdad […] y la tercera fidelidad es a su conciencia, a su escritura ysobre todo, a su nombre […] Pero en cambio, la única fidelidad del novelista es a símismo, a su propia libertad. Porque si por un instante el novelista piensa en el lector,arruina el texto, pierde esa libertad. [16]

El artista o el novelista, al contrario del historiador o el periodista, está libre de la necesidad de ladocumentación, es libre para crear una realidad sin ataduras. Esta opinión del autor es plasmada en elpersonaje del coronel, quien afirma: “La ventaja de la libertad era que podía convertir las mentirasen verdades y contar verdades en las que todo parecía mentira”. (Martínez, 1997: 360)

Para Martínez, en palabras de Biondo, “todo bom romancista é, de algum modo, um bomdetective, pois manipula verdades que parecem mentiras e cria mentiras que se tornam verdades, e

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acaba acreditando que as histórias que conta aconteceram exatamente dessa forma, embora ele astenha inventado, embora a história seja uma ficçao. Portanto, nesta condiçao, a única coisa que oescritor nao pode é provar a veracidade daquilo que escreve. [17]

Dentro de la novela tiene singular importancia el ingreso del autor al mundo de ficción como unpersonaje más. La presencia de la metaficción es evidente en Santa Evita, pues paralelamente a lahistoria del cadáver, se muestra la del narrador, quien es también el personaje que escribe la historiay ayuda al proceso de desmitificación de Eva.

A lo largo del texto va informando sobre sus investigaciones y se reconoce en su papel dedetective. Le informa a los lectores que los únicos personajes a los que no conoció fueron Eva y elcoronel Koenig, pero logra hablar con la viuda y la hija de éste, además de Juana Ibarguren (madrede Evita), Aldo Cifuentes (confidente del coronel), Julio Alcaraz (estilista de Eva) y Atilio Renzi(mayordomo de la residencia presidencial), entre otros.

Así, en Santa Evita el mediador no se oculta, sino que se hace explícito su papel central. Lanovela es un texto autorreflexivo donde el autor describe cómo va armando el texto, cómo vaconsiguiendo sus fuentes, cuáles son sus pasos para conseguir información y cuáles son susvacilaciones respecto a cómo narrar. También hace alusión a versiones previas y descartadas de lanovela y a las dificultades que implica la escritura del texto. Asimismo, se vuelve un personajefundamental. Mientras cuenta cómo fue desarrollando la historia y nos va adentrando en el procesode escritura de la misma, revela sus estados de ánimo, sus problemas personales, los trastornos quesufrió durante la investigación, su exilio, sus amores, etc.

El autor tiene voz dentro del texto sin arrogarse una posición de autoridad; al contrario, reitera lasdificultades que ha tenido para contar las vicisitudes de un personaje histórico tan polémico. Entremás investiga, más se enfrenta a problemas y contradicciones: “Desde que intenté narrar a Evitaadvertí que, si me acercaba a Ella, me alejaba de mí. Sabía lo que deseaba contar y cuál iba a ser laestructura de la narración. Pero apenas daba vuelta la página, Evita se me perdía de vista, y yo mequedaba asiendo el aire” (Martínez, 1997: 63).

Aún cuando el comienzo la novela sigue una narración tradicional, un narrador anónimo entercera persona, irrumpe con fuerza la personalidad del narrador que se presenta como uninvestigador, un compilador, un entrevistador. Cuando recrea la interioridad de Eva lo hace con laconciencia de que se trata de una invención. Opina sobre ella, nos comparte la imagen que teníasobre Eva antes de escribir la novela: “Hace más de treinta años, no se me pasaba por la cabeza queEvita podría ser una heroína de novelas. No la creía heroína o mártir de nada. Me parecía, ¿para quémentir?, una mujer autoritaria, violenta, de lenguaje ríspido, que ya se había agotado en la realidad”(Martínez, 1997:79).

Una vez que se lanza a la enorme tarea de escribir una novela sobre Eva, el narrador comparte conlos lectores la frustración que siente al no poder dilucidar momentos claves de su vida, parecería que,además de detective, debe ser un cazador:

La estrategia que el narrador adopta frente a ella ­Eva Perón histórica y mítica­ es la de uncazador de mariposas […] el narrador registra en su texto la multiplicidad de respuestas que estimulaEvita, va en pos de las huellas que su protagonista dejó en la cultura argentina, recupera las imágenesdispersas, investiga los datos históricos, las fábulas y las versiones posibles que existen, exploraexperiencias y recuerdos, no escamotea los detalles descartados por los libros de Historia. [18]

Del mismo modo, nos deja ver su imagen e interpretación del cuerpo que, también para él,representa al país: “una Argentina que parece muerta (la decepción del proyecto inconcluso le hadevorado la vida) y que, sin destino fijo, pasa de mano en mano, amada, odiada, manoseada,sacralizada, destilando luces y sombras, condensando en sí misma todo lo que fuimos y ya no somos,lo que somos y no pudimos ser y lo que mañana deberíamos ser.” [19]

Por último, a través de la historia particular de Eva, Martínez nos da pistas sobre la sociedadargentina en general. Al dar cuenta de la psicosis colectiva vivida en torno a un cadáver, el autormuestra otra cara de su país. Al exponer la locura desatada en torno a los restos de Eva realiza unacrítica a quienes consideraban que Argentina era un pueblo más europeo que latinoamericano, puessubraya que si se llegó a sentir una pasión tan irracional por un personaje como Eva, no se podíaseguir pensando que era una sociedad completamente racional y cartesiana. Parafraseando a Carlos

28/3/2016 Brenda Morales Muñoz: Eva Perón a través de la mirada de Tomás Eloy Martínez­ nº 48 Espéculo (UCM)

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Fuentes el autor plasma la imagen de la Argentina real, la del desvarío, la locura, la deriva, tandistinta a la de la Argentina que se vanagloriaba de ser culta y europea.

La novela dice lo que se ha querido ocultar a través de una realidad que, aunque no eshistóricamente exacta, puede ser más verdadera, abarcar más. La ficción es revalorizada, es vistacomo un discurso más sobre la realidad, refleja mejor que la historia la complejidad del personaje.Todo lo que recordamos y lo que somos nunca es de una sola manera, la verdad no es una ni esabsoluta, sino frágil y con innumerables facetas.

Entonces, si la realidad sólo se puede reconstruir e imaginar, ya que es inalcanzable, el autorpropone intentar ver, al menos, muchas de sus caras posibles, como él mismo lo dice: “a la verdadque la historia considera como la única posible, sumémosle otras verdades”. [20]

Tras este breve análisis de Santa Evita es posible concluir que la mirada de Tomás Eloy Martínezsobre Eva Duarte de Perón nos permite ver la complejidad del personaje, nos presenta, a través dedistintos enfoques, a una mujer marcada por su pasado, con muchas facetas, no como villana perotampoco como una santa, sino muy humana.

Notas

[1] Nelson Biondo, “Santa Evita, o romance histórico de Tomás Eloy Martínez”, Revista Letras,2005, p. 12.

[2] Ricardo Piglia. Tres propuestas para el próximo milenio y cinco dificultades, 2001, p. 21.

[3] Ibid., p. 7.

[4] Juan José Barrientos, Ficción­Historia: la nueva novela histórica hispanoamericana, 2000,p. 17.

[5] María Cristina Pons, Memorias del olvido: Del Paso, García Márquez, Saer y la novelahistórica de fines del siglo XX, 1996, p. 260.

[6] Eugenia Revueltas, “Las relaciones entre Historia y Literatura: una galaxia interminable”, ElHistoriador frente a la historia, 2000 p. 160.

[7] Tomás Eloy Martínez, Mito, historia y ficción en América Latina, 1999, p. 1.

[8] María José Punte, “Una mujer en busca de autor. La figura de Eva Perón en dos narradoresargentinos”, Iberoromania, 1997, p. 19.

[9] Todas las citas de la novela fueron extraídas de la edición de Joaquín Mortiz del año 1997.

[10] Mario Vargas Llosa, “Los placeres de la necrofilia”, La Nación, febrero de 1996, p. 2.

[11] Tomás Eloy Martínez, “La batalla de las versiones narrativas”, Boletín Cultural yBibliográfico, 1986, pp. 4­5.

[12] Roberto Domínguez Cáceres, Santa Evita: los entremanos del lector y sus obras, 2003, p.208.

[13] Ibid., p. 297.

[14] Juan Pablo Neyret, “La novela significa licencia para mentir”, Espéculo: Revista deEstudios Literarios, 2003.

[15] Ibid.

[16] Ibidem.

[17] Nelson Biondo, op. cit., p. 16.

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[18] Magdalena Perkowska, Historias híbridas: el posmodernismo y la novela históricalatinoamericana 1985­1995, 1997, p. 73.

[19] Carolina Zelarayán, La narrativa de Tomás Eloy Martínez, 2003, p. 129.

[20] Tomás Eloy Martínez, “Ficción e historia en la novela de Perón”, Hispamérica, volumen17, número 49, abril 1988, p. 44.

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Perkowska­Álvarez, Magdalena (1997): Historias híbridas: el posmodernismo y la novelahistórica latinoamericana 1985­1995. University of New Jersey, New Brunswick.

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argentinas y comparadas, Tucumán, p. 112­130.

[*] Brenda Morales Muñoz es mexicana. Cursó la licenciatura y la maestría en EstudiosLatinoamericanos con especialidad en literatura en la Facultad de Filosofía y Letras de laUNAM. Realizó una estancia de investigación en el Institut Pluridisciplinaire pour lesÉtudes sur l'Amérique Latine de la Universidad de Toulouse, Francia. Ha participadocomo ponente en diversos encuentros académicos y cuenta con varias publicaciones enrevistas académicas y de divulgación. Sus líneas de investigación son la literaturalatinoamericana contemporánea, la violencia en la narrativa y la nueva novela histórica.Actualmente trabaja en Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM.

© Brenda Morales Muñoz 2011

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

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