Breve Muestra Literaria Udp

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Antología textos literatura udp

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    Martn Vsquez

    (1994, La Serena)

    Tomando once

    El Tercel blanco de mi mam se detuvo al frente de la casa de mi abuela. Mi hermana no se quera

    bajar, escuchaba msica a todo volumen con sus audfonos mientras pona cara disgustada. Estaba

    cansada, y la idea de bajarse a saludar a los abuelos no la motivaba para nada. Todos venamos de

    su ltimo concierto con la orquesta del colegio el que haba sido mi colegio tambin. La orquesta haba hecho un show esplendido. Pero para m, la mejor haba sido mi hermana. Ella toca saxofn,

    pero hasta el momento slo se conforma con tocar lo que le dicen en el colegio. Yo cuando vengo a

    La Serena siempre le digo que escuche a John Coltrane, pero ella no me ha hecho caso. Por ah le

    que a las personas Aries no hay que darle rdenes, sino que dejarlas ganar. Quiz algn da la

    encuentre escuchando algo de Coltrane. Quiz Blue Train, magnfica cancin.

    Al final, todos nos bajamos del auto y cruzamos la calle hacia la casa de mi abuela. Mi abuelo nos

    abri la puerta y nos invit a pasar. Qu contai pos pitincito?!, exclam mientras me abrazaba. Yo le respond que todo andaba bien, que ya haba terminado las clases en la universidad as que

    por eso me haba venido a La Serena. Mis vacaciones haban empezado. Quin como t pitn?, viajando de aqu pa all siempre, como un turista, me dijo l. Yo me re, pero en mi mente aquella frase, dio vueltas y vueltas. Mi mam una vez me haba dicho que yo era un nmade, porque

    siempre iba de un lado para otro. Al principio me pareci curioso, hasta entretenido, alguien haba

    destacado una caracterstica ma que ni yo me haba dado cuenta. Pero luego se volvi un tormento,

    lo pens bien y me di cuenta que desde los cinco aos que era un nmade. Mis padres se haban

    separado as que yo tena que correr de un lado para otro, tratando de hacerlos felices. Ms grande,

    como a los catorce, me fui de la casa de mi mam y llegu a la de mi pap con una gran maleta llena

    de cosas y los ojos rojos, recin secados por tanta lgrima. Luego a los dieciocho: Mam me voy a Santiago a estudiar literatura, quiero ser escritor. Y ah me fui nuevamente, quiz escapando, quiz buscando nuevas oportunidades. Ni yo s. La cosa es que mi abuelo cuando pensaba en m, pensaba

    en alguien que slo andaba de pasada, que no se atreva a quedarse quieto en un solo lugar. Eso me

    torturaba por dentro, pero poda resistirlo.

    - Hijito mo, quiere tomar oncesita?, coma lo que usted quiera mijito, de verdad, hay de todo Mira, aqu hay pancito, en el refri hay quesito de cabra, jamoncito. Srvase noms, tiene que comer, est muy flaco dijo mi abuela.

    Yo me toqu la guata y sent la misma redondez de siempre. Mi abuela no estaba diciendo la

    verdad, quiz ahora estaba media ciega, otro achaque que agregar a su gran lista.

    Mi mam, el Claudio, mi abuela y yo, nos sentamos en la mesa a tomar once. La Cata, mi hermana,

    se acost en el silln grande del living y revis su celular hasta que nos fuimos. Mi abuelo se sent

    en su silln preferido, prendi la tele y afirm su pie derecho sobre un banquito.

    Mientras le echaba mantequilla, queso y jamn a mi pan recin tostado, mi abuela empez a contar

    una historia. Todos la escuchamos atentos, menos mi abuelo que cada vez que mi abuela empezaba

    a hablar deca: Ya empez esta vieja de nuevo.

    - Pitn, imagnate todo lo querida que soy yo, que para mi cumpleaos celebr toda una semana. Yo no quera, pero todo el mundo me oblig. La Mara Ahumada, te acordai de

    ella?, me hizo una once enorme. Estaba todo muy rico.

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    - S, claro dijo mi abuelo.

    - Cllate, Juan.

    - Bah

    Mi mam, media escondida, me mir y se rio por la situacin. Observ al Claudio y tambin rea.

    Mi hermana segua metida en su celular. En la tele estaban dando una teleserie turca que a todo el

    mundo le gustaba.

    - Como te iba contando pitn, antes de que este viejo me interrumpiera, es que todos me celebraron el cumpleaos. En el centro de madres las viejitas hicieron completos y

    tomamos tecito ese da, estuvo muy bueno.

    - Y el pobre Juan ac encerrado interrumpi mi abuelo.

    - No lo escuchs a l me dijo mi abuela, arreglndose los lentes como para observarme mejor.

    - Ya po pap, no sea pesado le dijo mi mam.

    - Bah respondi mi abuelo.

    - Oiga seora Haydee, y que no le haban regalado empanadas? dijo el Claudio.

    - Si, hasta empanadas com ese da. Pitincito, si es que me regalaron re muchas, al final le tuve que regalar al Lucho chico de ac al lado. Un da me asom y le dije: Luchito, aqu le dejo unas empanaditas. l estaba arriba de una escalera arreglando las canaletas, as que desde ah arriba me agradeci. Das despus me dijo que estaban ricas, pero que le haban

    hecho mal para la guata. Imagnate pitn, ni a m me hicieron mal y a l s. Qu raro, o no?

    - Quiz que hue le echaste a las empanadas. A lo mejor no te lavaste las manos despus de cagar y pescaste las empanadas. Ah, qu asco, yo no me las hubiese comido.

    - Ah pap, ya po no sea pesado! le dijo mi mam.

    Mi hermana se rea desde el silln, observando a mi abuela mover la cabeza de un lado para otro,

    como tratando de sacarse de la cabeza lo que mi abuelo haba dicho.

    - Este viejo siempre con sus cosas. No te aburrs t, ah? le increp mi abuela levantndose del asiento.

    - Bah exclam mi abuelo, haciendo un ruido con la boca, como si estuviese sacndose comida de los dientes, sigui mirando tele.

    Mi abuela volvi a sentarse en su asiento. Se prepar otro t y sigui contando su historia.

    - Pitn, si hasta fui a una comida con el diputado Walker, por la tercera edad, con las viejitas del centro de madres.

    - Y el pobre Juan ac, todo cagao. Y ella con su diputado, pa m que ese es gorro.

    - Cmo gorro? dije yo.

    - ste piensa que yo le ando poniendo el gorro, ha andado con esa idea toda la semana. l que puso gorro aqu alguna vez fuiste t. Cmo que no te hay ido con esas colombianas

    culonas que pasan por aqu fuera?

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    - Yo nunca le he hecho ese tipo de cosas a mi santsima esposa dijo mi abuelo, levantando el brazo como haciendo un juramento.

    Todos se rieron a carcajadas, mientras mi abuelo segua con su brazo levantado y en la tele, un

    anciano se caa de trasero al lado de un ro.

    - Igual t fuiste el de hartas pololas cuando erai joven, no yo agreg mi abuela.

    - No porque para ti todo era pecado. Pitncito, pa ella todo era pecado. Si casi que era una monja, no se le poda ni tocar.

    - Al final igual pudo tocarla, por algo tuvieron cinco hijos dije yo.

    Todos rieron con mi chiste. Mi abuela observ la foto de mi to Juan Luis y se persign. Movi los

    labios y cerr los ojos, como si estuviese rezando. Luego se prepar otro t y sigui hablando.

    - As que tuve una semana movida, yendo de un lado para otro, todos me queran ver.

    - Puro pechando dijo mi abuelo.

    - Juan, si sabs que me invitan. Del diputado hasta me lleg una carta. Yo voy pa donde me inviten.

    - Claro, si la hue es comer agreg mi abuelo.

    Mi mam y el Claudio estallaron en carcajadas. Mi hermana se revolcaba de la risa tirada en el

    silln. Yo me re tanto que casi me ca de la silla.

    - Adems, sta vieja la pasa bien todo el da, pero despus llega a acostarse y como a las cuatro de la madrugada se levanta y empieza con que le duele la espalda, que las

    articulaciones. Ah le dan todos los achaques.

    - Pero mam, cmo es eso? dijo mi mam.

    - Obvio, si en el da ando con puros calmantes para no andar tan jodida.

    - Esta vieja, est loca dijo mi abuelo, volviendo a hacer sonidos con la boca.

    Pero mi abuela no hizo caso, ya estaba acostumbrada despus de cincuenta y tantos aos de

    casados. De alguna u otra forma, ambos haban aprendido a soportarse todo. De hecho, como hace

    un ao atrs, la relacin de ambos, ya oxidada y marchita, se haba puesto a prueba nuevamente. Mi

    abuelo, tras pasarse a llevar un dedo del pie, intentando cortarse las uas, fue llevado al hospital.

    Ah los doctores no entendan porque la herida no lograba cicatrizarse, hasta que le hicieron unos

    exmenes y le diagnosticaron diabetes. Fue un golpe duro para toda la familia, pero no tan duro

    como para l mismo y para mi abuela. Los doctores le dijeron que deban amputarle el dedo del pie,

    que se poda poner peor. Mi abuelo llor y llor pensando que le iban a quitar la pierna entera. De

    hecho, cuando lo fui a ver al hospital. Mi abuelo llor al lado mo, dicindome que de esta no sala.

    Que si haba llegado al hospital y ms encima le haban cortado un dedo, eso significaba que ya

    estaba muerto, que se olvidaran de l. Esto no se lo dije a nadie, menos a mi mam. Ella estaba

    preocupadsima, pero tena fe. Un da, mientras cocinaba el almuerzo, me cont que iba todas las

    maanas a la iglesia a rezar por mi abuelo. Tambin me cont que mi abuela, cuando lo vio tirado

    en la cama del hospital, recin amputado del dedo del pie, se tir a su lado, lo abraz y lo bes

    como nunca lo haba hecho en su vida. Mi abuelo aquella vez no le haba dicho nada, ni una sola

    pesadez. l haba apoyado su cabeza contra la de ella, mientras las lgrimas de ambos se

    mezclaban, mojando el cubrecama y las sbanas que protegan el dbil cuerpo de mi abuelo.

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    Fernanda Abarca

    (1991, Punta Arenas)

    Women Secret

    Espejito de corazn, pequeo trocito de ternura rosado, de artefactos femeninos; gnero de cuidado

    afanado y trabajador. Espejito de corazn que reflejas mis pestaas, las pestaas (postizas), colores

    y rubores guardados en habitaciones con olor a lavanda. Espejito de corazn, con forma de corazn

    imaginaria e infantil, como yo y t si t pensamos nuestro rgano que bombea sangre que nos

    hace sentir dar y recibir. Sentir placer, sentirnos mujeres, como la sangre que mana y chorrea

    caliente y viva en un reclamo de autonoma, y al mismo tiempo, dependencia, encadenamiento y

    esclavitud de nuestra especie y rol, de nuestra figura y sus facultades. Espejito de corazn; tierno y

    bonito, delicado, algo as como mi propia alma y corazn en bsqueda, segn lo aprendido, de un

    Prncipe azul, al hombre educado y adecuado. Romanticismos aprendidos y con saa y recelo

    guardados, hay capas que cubren este corazoncito rosado y de azcar Una mujer sabe lo que

    quiere- es cauta y su cuerpo la cuida. Su cuerpo de figura redonda y frgil, esbelta, cinturn de

    avispa y anillos circundantes. Cuerpo de crculos, esferas bien contorneadas y simtricas, de pelo

    sedoso y si se quiere tambin circular. Mi corazn como un crculo, t y yo un crculo interminable

    del amor, es lo que yo busco y lo que queremos. S, el amor, lo ms importante. Solemos poner

    nuestro valor en unidades que no existen (no se ven), que exceden nuestra propia unidad y cuerpo,

    por tanto nunca son unidades, sino invenciones (dictamen). Esferas construidas con nuestras finas

    manos de trabajo de amor y sensualidad de alios y cocina. Sentimientos y relaciones armadas en

    Mamuschkas. Muecas unas dentro de otras como nuestras relaciones y deseos. Como nuestro

    sentir y como nosotras, pero que pueden quebrarse al caer fcilmente desde la mesa o desde una

    palabra aguda. Nosotras tambin como muecas dentro de muecas, siempre muecas (nadie se

    voltea a ver una hembra si no es una mueca), pero a diferencia de esas ltimas, stas son reales,

    aprendidas en parte, convengamos, pero reales, inquebrantables dentro de la fragilidad, duras y

    hasta venenosas al interior de la piel, y la garganta que grita y reclama. De lo contrario los araazos,

    los escupos y los rechazos hay que voltear la mirada hacia adentro, hacia la interminable fuente de

    reproduccin de la especie. Engendro de ideas y de nosotras mismas, de fertilidad y de pensamiento

    de obra y mano creadora de paraso e infierno.

    Secreto a voces

    Silencios convenientes,

    consenso de las instancias y los personajes

    un labial lejos de su duea y

    el cigarro que dejaste cuando ms lo necesitabas

    humo negro de pulmones urbanos

    ansiedades conectadas va satlite

    depresiones en la papelera de reciclaje

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    apriete suprimir, reinicie.

    Actualice sus contactos

    un corazn de papel en una caja de madera

    enterrada bajo un rbol en peligro de extincin

    Farolitos

    Farolitos flechados hacia el asfalto encendidos a la hora a la que el sol se esconde reemplazando la

    luz como si esta nunca se acabase, nunca se fuera a ninguna parte u a otro lugar as como vienen y

    van las cabecitas pululantes calle abajo y calle arriba aunque todos los das se trate de lo mismo.

    Todos los das se encienda y se apague una nueva idea en el fuego que nos quema, los das buenos,

    en las cenizas que quedaron, los malos. Lucecillas cronolgicas de lo importante agotadas en el

    apagn del recuerdo reavivadas en la nostalgia del cigarro prendido por el fsforo bajo la acera

    iluminada por el tendido elctrico a la hora en que la mquina pretende detenerse confundida ante la

    falsa visibilidad de la noche. La tonalidad del fondo y del interior ya diferentes, como sabiendo que

    algo extrao se esconde detrs de la niebla de vahos urbanos visible en medio de la noche.

    Claridades obligatorias en despecho de lo errante. Qu fue de la vida antes de la vida y ese instinto

    y coraje para atravesar senderos oscuros? La energa que irradia la ciudad, extendiendo la jornada,

    quem las dudas, los olvidos, las adivinanzas, el camino incierto como si de errores se tratasen. Las

    pupilas iluminando lo artificial, cada vez ms torpes, queriendo ver por debajo de las capas de las

    caras de las mesas en los callejones de los sueos temidos por las noches enceguecedoras.

    Ahogadas en el miedo de quien no ve ms all de sus manos. El vaco carente de espectadores que

    contrasta opacamente ante los nombres repetidos en las esquinas luminosas y conocidas, ciudades

    de mala fama pero conocidas. Quin duerme, quin descansa a la hora en la que el sol se esconde?

    Mientras tanto los insectos planean su trayectoria segn su especie; las polillas agujereando todo lo

    visible hasta agotarlo. Las lucirnagas brillando con luz propia y solitaria donde nadie ms las ve.

    Cerca del Sol

    Me so pluma

    liviana y grcil

    desprendida, libre.

    Algunas veces, a ras del suelo

    vuelo.

    Otras, cerca del sol

    viento, gua mi suerte lejos

    que ya no temo

    que ahora quiero

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    Juan Iturriaga

    (1994, Machal)

    Blanco o Negro

    En dos segundos me va a llegar un combo directo en el hocico y me pongo a pensar cmo cresta

    llegue ac, estoy contra las cuerdas, llegando al lmite, soy una moneda que lanzaron al aire y que

    est esperando saber cmo va caer, cara o sello, puedo ser ambas y a la vez ninguna, puedo perder o

    ganar, soy el cuchillo y la espalda.

    Acabo de salir del liceo las clases terminaron hace diez minutos y me he fumado tres cigarros, los

    grillos se escuchan en total esplendor, son la msica ambiental de una vida que se fue o se ir, hace

    fro me duelen las rodillas, me siento en la cuneta y fumo como si no hubiese un maana, siento

    como se inundan mis pulmones por el humo, me reviso los bolsillos y encuentro un paragua, es el

    que me dio ella antes de irse, le tomo el olor y huele a ella con un poco de parafina y cloro, saco un

    papel y lo dibujo, me qued bien, antes de prenderlo miro hacia delante, all est ella me mira me

    cierra un ojo y desaparece, cada vez es ms frecuente verla, algunas veces me habla otras no, pero

    siempre est conmigo dentro de esta burbuja de vicios y veneno, el pito me arranca la cabeza de

    cuaj, comienzo a tiritar y la visin a ratos se me nubla y no veo siquiera algo, todo se vuelve difuso

    hasta que siento unos pasos de mujer, son delicados, como si no tocase el suelo, pasa caminando por

    detrs de m, en ese momento siento el olor de ella, ese olor que lleno mis fosas nasales mientras

    dormamos en esa cama que se transform en una burbuja, en yo nuestra burbuja, inundada por su

    olor que se mezclaba de una manera exquisita con el humo del cigarro y de los vicios, pero en

    realidad me doy cuenta que nunca fue ella la mujer que caminaba, era otra, no era ella est jugando conmigo.

    Me par y camin un par de metros o hice el intento de caminar, me siento perdido, estoy en todos

    los lugares, pero en ninguno siento que est, prendo un cigarro y comienzo a fumar con muchas

    ganas, el cigarro se me va de una, pareciera que nunca lo prend, mir el cielo y comenzaba a

    nublarse, el cielo se estaba tornando gris, empez a correr viento, un viento sper fuerte que te

    pelaba las orejas, yo pensaba que el viento me iba a arrancar la piel, pero no pas, el viento me

    golpe fuerte, me dieron ganas de vomitar, viento maricn. vomite todo lo que pude y lo que no

    pude, fue una explosin rojiza con tintes negros, era un vmito amargo, mucho ms amargo que la

    bilis, sent que me haban echado soda custica por la garganta, qued limpio, totalmente limpio,

    despus de mi explosiva invocacin a guajardo ca de culo en el suelo, al lado de la mancha roja,

    tena una sensacin extraa en el cuerpo, era una mezcla de rabia y sueo, yo creo que me senta

    dbil, de pronto siento una mano en mi hombro, era una profesora de religin.

    - Est bien?- me dijo ella- necesita algo?

    - Djame solo vieja culi- no la mir a la cara, yo solo vea el suelo.

    - Usted es del liceo yo lo conozco, voy a llamar de inmediato a su profesora jefe para que

    contactemos a su apoderado- me dijo lo tpico que te pueden decir en ese momento.

    - Vo soy sorda vieja culi, djame tranquilo, estoy bien.

    - Est drogado?

    - S, estoy volao con bencina y neoprn, aparte estoy curao, muerto, raja, perdido, me perd de la

    vida, eso quera escuchar maraca!, anda a rezarle a esa hue que llama dios y djame piola- me par enojao pa la caga, empec a transpirar fro, me puse los audfonos y camin, la dej hablando

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    sola, puse Angel de los Fiskales Ad-hok en repeticin infinita, y ech a correr por la alameda pa bajo, esa era su cancin favorita de los Fiskales, siempre que ella la escuchaba se pona a bailar,

    pero con rabia, igual que en la cancin, siempre terminaba de bailar esta cancin con lgrimas en

    los ojos, se vea igual que un ngel que le quemaron las alas, herida. Mientras estaba corriendo me

    puse a patear todo lo que encontraba a mi paso, todo era mi enemigo, basureros, carteles, bolsas,

    botellas, empujaba a la gente, no tena freno, era una fuerza imparable, corra, corra y segua

    corriendo, hasta que me acord de ese huen, prend un cigarro y me revis la mochila, ah estaba,

    me quedaba pa dos lneas, me lo jal todo, no qued nada, ahora estaba bien pa ir a buscarlo, se haba levantado el cadver como dicen los fiskales. Era obvio que iba que estaba en la plaza del

    cohete, le decan as porque literalmente tiene un cohete en el medio, ah se juntaban todos los

    punkis y los skinheads, la ltima cuadra antes de llegar a la plaza del cohete la camin, despacio,

    tranquilo mientras la sangre empezaba a bombear mas rpido, se me aceler la cuchara, pero as

    todo caminaba. Iba llegando cuando lo vi, estaba sentado al lado del cohete con dos locos ms

    tomando pilsen, yo prend un cigarro, cuando faltaban metros antes de llegar a l le grite:

    - T y yo tenimo un asunto pendiente pelao conchetumadre- me mir y se par.

    - Qu hue te pasa gil culiao- me dijo un amigo de l.

    - A vo quien te movi la jaula mono conchetumadre, esta hue e entre ese culiao y yo, vo vira- el amigo de l se me fue encima y yo le puse un combo en el hocico, cay al suelo y le puse la pat en el hocico, no se par ms, qued en el suelo como un envoltorio de un dulce que ya muri, el

    otro amigo de l tambin se fue contra m, me peg dos combos y de vuelta yo le pegu tres en la

    pura nariz ms un rodillazo en el hocico, qued igual que el otro, entonces ah se par el culiao.

    - Te tiraste hijo de puta- me dijo.

    - Por culpa tuya se fue, por culpa tuya la mataron, maricn de mierda, vo no hiciste nada pa

    salvarla, dejaste que se fuera, igual que el agua cuando se lleva la basura.

    - T tampoco hiciste algo huen, la culpa tambin es tuya, a la Carla

    - Ni se te ocurra decir su nombre de nuevo, lo deci de nuevo y te mato bastardo reculiao

    - Carla.

    El skin termin de decir su nombre y yo me fui encima.

    Aqu volvemos de nuevo al inicio o trmino, no s en verdad, ya ni me acuerdo como empec, lo

    nico de lo que me acuerdo es que el me peg un combo en el hocico y de ah me fui a negro.

    Todo estaba en negro hasta que escuche la voz de ella:

    -Despierta por favor antes que sea tarde.

    De golpe despert, fue como si hubiese dormido durante horas das o aos, mir pa todos lados, y

    solo estaba el skin de espalda en el suelo, me dolan las manos, sus amigos no estaban, todo era

    raro, de repente el skin se empez a mover y dijo: Carla a m me volvi la rabia y el descontrol de manera automtica, me transform en un perro con hambre, con hambre de sangre.

    -Su nombre no conchetumadre!- grit, la visin se me volvi rara, de pronto comenc solo a ver en

    blanco y negro, agarr mi mochila y saqu una manopla que me haba regalado ella, me la puse en

    la mano derecha y camin hacia l, le pis el brazo derecho con mi pie izquierdo, y aplast su brazo

    izquierdo con mi rodilla derecha, lo mir a la cara, lo vea en blanco y negro, en ese momento me di

    cuenta que yo haba perdido toda la mierda de humanidad que me quedaba, me haba terminado de

    transformar en un perro, en un perro violento que solo diferencia entre amigo o enemigo, por eso

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    los animales ven en blanco y negro, solo necesitan distinguir bueno o malo, amigo o enemigo,

    blanco o negro, son extremistas, ests con ellos o en contra de ellos, no necesitan hacer equilibrio

    entre el bien o el mal, as me senta yo, mi transformacin estaba completa. Lo afirm del cuello

    con la mano izquierda y le comenc a pegar con la derecha, en donde tena puesta la manopla, de

    primera era como pegarle a un vidrio, sentas en tu mano cmo se iba quebrando, despus se torn

    en una masa, era como agarrar a combos una pelota de plasticina, la cara se le haba hinchado y

    deformado, la boca se haba mezclado con la nariz, sus ojos no existan solo haba hinchazn, pas

    del color rojo al morado y del morado al negro con sutiles toques verdes, hasta que de repente sent

    un ruido que me dej sordo, haba sido su mandbula, estaba destrozada, le romp la mandbula y

    hubo una explosin de sangre, era sangre negra, se destroz al igual que dividir una palabra, MA-N-

    DB-UL-A.

    No s si est muerto o no, solo me par despus que su mandbula explot en pedazos, la manopla

    estaba llena de sangre negra, mi ropa igual, prend un cigarro y comenc a fumar lentamente,

    disfrut el cigarro, mir al suelo un rato, despus levant la cabeza y ah estaba ella delante mo.

    -Ya vienen- me dijo y desapareci.

    Yo mir hacia atrs y ah venan los dos amigos del skin con siete hueones ms, me empezaron a

    gritar cosas que yo no entenda, mientras gritaban yo termin de fumarme el cigarro y les grit de

    vuelta:

    -Vengan hijos de la gran puta, recin estoy empezando.

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    Carla Vera Galani

    (1993, Santiago)

    Versos de amor

    Quiero leer poemas de amor

    en este histrico insomnio.

    Quiero leer los versos romnticos

    de un pattico Romeo

    y una ingenua Julieta,

    exagerados

    y embalsamados en un apego precoz,

    a causa de la carencia de un invierno agitado.

    Mantengo la esperanza de que podr incendiar

    los departamentos vacos

    una vez ms.

    Y as mi cuerpo podr arder.

    Podr extraviarme

    entre las llamas altas sin apenas poder respirar

    y sentir las impulsivas ganas de gritar

    hasta que me duela la garganta

    y me caiga al suelo en la fatiga.

    Nublados y fros meses

    caminando entre las personas

    en el Santiago grisceo.

    Sin mirarnos las caras andamos,

    absortos ante una realidad que nos rodea.

    Evitamos los tneles en cada esquina.

    Nada parece asombrar,

    extraar,

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    conmover,

    estremecer,

    vibrar,

    emocionar.

    Me asusto ante el silencio del desierto,

    ante mi vaca habitacin a oscuras

    ubicada en el ltimo piso del edificio;

    punto de ebullicin de la ansiedad.

    Por lo que quiero jugar.

    speras ganas de joderla

    para volver a sentir el aire entre mis dedos,

    para que me vuelva a importar.

    Pues me disuelvo observando el atardecer

    cuando debera convulsionar!

    Me desnudar frente a Ignacio, frente a Antonio y tambin ante Francisco. Danzar con mi cuerpo

    envuelto en las risas. Besar sus bocas,

    sus hombros

    y sus espaldas.

    Les recitar los versos de amor que quiero leer.

    Camino al bao con el semen ante la ley de gravedad,

    se moja mi entrepierna.

    Miro hacia el espejo,

    me seco los ojos

    y le digo a la Clara que todo est bien.

    Esfuerzo una sonrisa para ella.

    Meo una mezcla entre orina y eyaculacin,

    y vuelvo.

    Vuelvo a los brazos de Ignacio.

    Le sonro con ms ganas que a Clara.

    Le susurro la irona de mi estado.

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    Maximiliano Daz

    (1994, Rancagua)

    Qu tan rpido

    La noche antes

    de que salgamos a comer

    comida china,

    mi mam habla de su mam

    me gusta sacarla a comer,

    es que la veo

    y la encuentro ms viejita

    y me da pena.

    Luego le brillan los ojos

    mientras sigue mirando

    la pantalla del celular.

    Yo pienso en mi abuela

    y me cuesta creerlo

    a pesar de que lo he visto.

    Qu tan rpido podr la vida

    volver ceniza a una mujer as de fuerte,

    que enviud hace diecinueve aos,

    que dej de fumar pasados los cincuenta y cinco,

    que vive con dos de sus hijas

    y un nieto.

    Qu tan rpido puede la vida

    volver ceniza a una mujer as de fuerte,

    que tiene todava una maleta enorme

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    llena de ropa de mi abuelo.

    Trocitos de lana y tela apolillados

    que ella abraza y llora,

    como si no fuera ms viejita.

    Como si ahora fuera el momento

    y el lugar inadecuado

    en el que estuvimos parados

    hace diecinueve aos.

    Reporte

    En las noticias no hay nada nuevo:

    se encontr agua en Marte,

    esto podra significar vida.

    Llevan aos repitindolo.

    Yo me levanto con sed

    cuando an es de noche

    y rebalso un vaso con agua.

    Viendo cmo escurre por el cristal,

    me digo

    esto es slo un simulacro de vida.

    Encontrar agua en Marte

    no es ninguna maravilla.

    Aqu est lleno.

    Y slo se ha ocupado

    para nutrir a los tristes cuerpos

    de carbn y fsforo.

  • 14

    Leticia Mara Gil

    (1990, Sao Paulo. Brasil)

    el texto de 20.08.11 en contexto de 16.11.11

    hoy da no

    hoy da no

    hoy da no

    hoy da no

    quiero nada que sea til

    cuento: la repeticin es solo un eco. es un eco, nada ms.

    que respirar baste. que este da de

    la ducha fra

    el caf.

    el pelo que se enrula en la lluvia. la falta

    de orqudea.

    ojo que mira como foto que no garantiza nada.

    no garantiza la poesa

    de las cosas no garantiza

    la poesa de las cosas no

    garantiza la poesa de las cosas.

    me olvid del isquion y no he ledo casi nada.

    sentada.

    no me conforta ese dolor de glteo oprimido.

    texto de 20.08.11

    hoy da no

    quiero nada que sea til

    que respirar baste para durar el da. lo dems ser el supervit cosechado de la inversin hecha en

    dos horas dormidas

    la ducha fra

  • 15

    el caf.

    como llueve dejo que mi pelo se enrule por la falta de orqudea.

    miro a la mesa como quien mira

    a una foto.

    aunque el distanciamiento no garantice la poesa

    de las cosas

    hay que acordarse aun de sentarse en el isquion y sostener la columna por ms abando

    nada que se sienta por la debilidad de los msculos.

    hoy da no quiero nada

    que sea til

    del texto al texto proceso al revs

    cuando intento ser

    sincera me siento un

    poco ridcula

    y cuando es

    bonito duele

    cuando es bonito

    duele cuando

    es ridculo

    a veces cuando intento ser

    sincera me siento un

    poco ridcula

    y cuando es

    bonito duele

    a veces cuando intento ser sincera me siento un poco ridcula. y cuando es bonito duele.

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