Buck Pearl S - Retrato de Un Matrimonio

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    otation

    Podemos considerar esta novela como un captulo aparte en la obra de Pearl S. Buck. En efecto, la accin de Retrato de un matrime desarrolla en el continente asitico, sino en los Estados Unidos. El matrimonio cuyo retrato pinta la autora est formado por una pjeros l, un espritu inquieto y soador; ella, apegada a la tierra que busca el camino de la mutua comprensin, a pesar decter y el pasado de ambos son fundamentalmente distintos. Como siempre la lustre autora hace un detenido estudio de los persexhaustiva descripcin de lugares y ambientes.

    Pearl S. Buck

    PRIMERA PARTESEGUNDA PARTETERCERA PARTE

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    rl S. Buck

    rato de un Matrimonio

    Titulo original:

    PORTRAIT OF A MARRIAGE

    Traduccin de ISABEL IGLESIASPortada d C. SANHOMA Ediciones G. R, 1976 Virgen de Guadalupe, 21-33 Esplugas de Llobregat (Barcelona)Depsito Legal: B. 6.985-1976ISBN; 844143514-5

    Difundido por

    PLAZA & JANES, S. A.

    Esplugas de Llobregat: Virgen de Guadalupe, 21-33Buenos Aires: Lambare, 893Mxico S, D. F.: Amazonas, 44, 2. pisoBogot: Carrera 8.a Nms. 17-41LIBROS RENO son editados porEdiciones G. P., Virgen de Guadalupe, 21-33Esplugas de Llobregat (Barcelona)e impreso por Grficas Guada, S. A.,Virgen de Guadalupe, 33Esplugas de. Llobregat (Barcelona) ESPAA

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    MERA PARTE

    El paisaje de junio en Pensilvania ofreca un variadsimo panorama.El joven William Barton, contemplndolo desde un pequeo altozano, no saba qu perspectiva escoger para reproducirla en unado bajo un viejo fresno, rodeadas las rodillas con sus brazos, miraba a su derecha por donde, entre mrgenes cubiertas de exue, se deslizaba la suave corriente de plata del Delaware. A su izquierda, en un pequeo valle, se ocultaba una aldea, de la que aso

    e rboles, las agujas de la iglesia y los inclinados tejados. Ms cerca, a sus pies casi, haba una granja. Aqu, vacas en los pradpos de ondulante trigo, el rojo granero y una vieja casa de mampostera. En un cuadro de tierra parda araba un campesino prepabra del maz.Viendo tal riqueza de detalles a su alrededor, se preguntaba si no seran excesivos, demasiado profusos para ser trasladados al lietud poda ser tambin montona. Y lo que interesaba era una nota de contraste.Casi como una contestacin a su pensamiento, vio aparecer aquella nota. Se abri la puerta de la granja y, viva, risuea, sali a la lu

    muchacha vestida de azul y con un delantal blanco. En la mano llevaba una campanilla que agitaba con amplio y vigoroso movuciendo un sonido que ascendi por la colina claro y vibrante."Es posible que sean ya las doce?", se pregunt. No llevaba reloj. Cuando pintaba no quera saber del paso del tiempo. Pero, si rea

    aquella hora, haba dejado pasar la maana sin iniciar trabajo alguno. Mir a lo alto por entre las hojas que le servan de dosel. Sobrerbol, el sol estaba en el cnit. Senta apetito. La maana haba terminado. Un poco abochornado, recogi las pinturas, las methila, pleg el caballete y descendi por la colina en direccin a la granja. Pedira algo para comer y, entonces, para tranquilidadciencia, quizs encontrase entre las perspectivas ms cercanas a la granja motivo para el cuadro que quera pintar, motivo que ndo encontrar entre la lujuriante variedad del paisaje que se extenda a su alrededor.Cruz un prado y, siguiendo un estrecho sendero bordeado de setos, lleg a la puerta; por la que acababa de entrar, la muchaximarse, el olor del asado aviv repentinamente su apetito. No tena ms remedio que comer, hubiese trabajado o no. Llam a lauesta a la holandesa y cuya mitad superior estaba abierta, esperando especiante y destocado, pues cuando andaba por el campo nobrero. Oy que alguien vena del interior. Eran unos pasos rpidos y firmes, el andar de una muchacha joven y fuerte, que apareci aen el oscuro vestbulo, y luego se asom a la media puerta abierta,Qu desea? le pregunt.Era la misma muchacha que haba visto desde el altozano. La reconoci por su vestido azul y el delantal blanco. Ahora, contemplaa su rostro sonrosado, vio que tena los ojos azules, castao el pelo y que era muy bonita. Sus ojos, grandes y serenos, le miraban fijerando que l hablase.Podra... empez a decir; bueno..., no quisiera parecerle atrevido, siendo un desconocido para usted... El caso es que la vi, ba la campana, y de pronto sent un hambre atroz. Les sera posible darme algo de comer?La cara lozana y resuelta de la muchacha permaneci grave. No era un pordiosero; bien se poda ver en su noble mirada; porque sjaban bondad y, adems, tampoco hablaba como un mendigo.No servimos comidas di jo vacilando. William sonri. Haba penetrado el pensamiento de la muchacha.-Soy una persona absolutamente respeta ble explic. Da la casualidad de que ando por estos lugares pintando cuadros y svo de que me encuentre aqu. Pagar lo que sea, si me hacen este favor.La tez sonrosada de la muchacha se encendi.No se trata de esto dijo; es slo que... Espere un momento. Le preguntar a "Pop",Desapareci y William esper mirando complacido a su alrededor. La casa era de piedra rojiza, veteada a tiras de un color oro viej

    enea haba un valo de mrmol con la inscripcin T. H. y M. H. 1805. Sobre el porche trepaba una enredadera espessima de hojas, s todava.Entre! grit una voz de hombre.William se volvi con una suave sonrisa. Un granjero de barba gris avanzaba hacia la puerta.Entre y coma algo grit.Abri la hoja inferior de la puerta y apareci su cuerpo, de baja estatura, vestido con pantalones azules de tirantes y una camisa, queba ver el pecho cubierto por una verdadera mata de pelo rojizo.Con su permiso dijo William, agradecido. Sera un caso que, cuando volviera por la noche, les contara a sus padres."Qu encantador!", dira su madre."Completamente europeo", asegurara su padre.Uno y otro conocan a los campesinos de Europa mejor que a los granjeros de su propio Estado. Justamente la irritacin de una de aquel tema con su padre haba sido el aguijn que le haba incitado a emprender aquella excursin pictrica. l sostuvo que el ricano slo estaba esperando ser representado en magnficos cuadros, y lo sostuvo muy acaloradamente, porque no deseaba v

    pa aquel verano.El paisaje aqu es crudo haba dicho su padre con la suave superioridad caracterstica en l cuando trataba cuestiones de arte profundidad. No se ha vivido en l lo suficiente todava.Me gustara demostrrselo, seor haba dicho William; y la sonrisa escptica de su padre le haba impulsado a ello. Will

    aordinariamente terco. Tena que serlo, se deca a s mismo, porque lo haba heredado de su madre.Entr, pues, en el oscuro vestbulo. La casa era fresca.Entre, entre dijo el campesino cordialmente, Mi nombre es Harnsbarger y sta es la casa de los Harnsbarger. Aqu han vivido

    eraciones, y mis hijos sern la quinta. Comeremos en la cocina... derecho hacia delante, por el pasillo, y luego a la izquierda.Gracias dijo William. Se senta como en su propia casa con un hombre as. Le agradaba la gente sencilla; le ofrecan la oportuntrarse tal como era.Entraron en la cocina. Era una habitacin espaciosa, con el suelo de piedra, en cuyo extremo haba un gran hogar en el que estaba aornillo. Sostenan el techo grandes vigas de roble a las que el humo haba dado un tono an ms oscuro. Cerca de una ventanaarada la mesa con la comida, y junto a ella una mujer cortaba pan. La linda muchacha esperaba en su sitio.Ruth, pon otro plato le orden Mr. Harnsbarger. Sintese le dijo a William.

    Usted es Mrs. Harnsbarger dijo William con una fugaz sonrisa, dirigindose a la mujer.Ella, demasiado tmida para sonrer o hablar, asinti con una inclinacin de cabeza.

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    Y usted di jo William a la muchacha es Miss Ruth Harnsbarger.S respondi ella con calma.Se sentaron y comieron. La comida era sencilla y apetitosa. Nadie habl hasta que fue apaciguado el apetito. De esta manera, pam, deba comerse cuando se tena gana: dejando que la comida absorbiera toda sensacin de hambre. Estaba hastiado de laesidad que le obligaba a una conversacin intil durante las comidas en casa de sus padres, donde los manjares de por s no parecatencin. Le agrad ver las fuentes delante de sus ojos, en lugar de ser servido en bandeja de plata por su izquierda. Su apetitoerarse mientras se serva.Esusted de estos alrededores? dijo Mr. Harnsbargerde pronto. Haba vaciado su plato rpidamente y se lo tenda a su mujerpara que lo llenase de nuevo.Vivo en Filadelfia contest William.Tiene negocios all su familia? pregunt de nuevo Mr. Harnsbarger.Mi padre es propietario de un ferrocarril contest William, que siempre haba visto a su padre en la ociosidad.Marcha el negocio? continu Mr. Harnsbarger, acometiendo un muslo de pollo con nueva energa.

    As parece repuso William. l nunca le haba hecho a su padre esta pregunta. Seguramente que de los dividendos del ferrocarrnero, por lo menos as se lo figuraba, para mantener la gran casa y los hermosos jardines tan pulcros y tranquilos, y pagar los cuadroe compraba, y sus estancias en Pars, y la msica de su hermana Louise. Louise se haba casado el pasado invierno, y segur

    bin el ferrocarril le haba proporcionado el trousseauy la ceremonia.No entiendo nada en esta clase de negocios dijo Mr. Harnsbarger con franqueza. Estaba mondando el hueso y William apart fueron a detenerse, naturalmente, en el rostro que tena delante. Una cara maravillosamente bonita, pens otra vez. Entonces se le octo, que su cuadro estaba all. Por qu no? All, en aquella oscura y vieja cocina, con su ennegrecido y amplio hogar; con la chimeo, vio un cuadro flamenco con sus claroscuros de interior, y, sin embargo, con aquella profundidad tridimensional, que estaba empe

    arrollar en su tcnica y que los crticos aseguraban que sera su personal contribucin a la pintura americana.Detestaba las vulgares lindas muchachas que rodeaban su mundo; pero aquella cara no era de una belleza vulgar. Haba firmeza en ue los rojos labios se opriman uno a otro, y en sus serenos ojos brillaba una decisin clara y clida. La combinacin de las redondosadas mejillas, pequea boca, tersa barbilla y amplia frente, era absolutamente perfecta; y aun cuando en aquellas facciones no haxtraordinario, se descubra, no obstante, una personalidad detrs de ellas.

    Adopt una de sus impetuosas decisiones.Me gustara pintar su retrato di jo, vehementemente, inclinndose sobre la mesa hacia ella.Todos le miraron asombrados. Mr. Harnsbarger dej el hueso del muslo de pollo.La pintara aqu, en la cocina continu William.En la cocina? exclam la muchacha.Comprendi que se senta mortificada y se apresur a explicar:Es una hermosa habitacin para pintar. La luz de esas pequeas ventanas produce excelentes sombras, y luego est la negra chel azul y el blanco deslumbrador de su vestido.No querr representarla con su vestido viejo dijo Mrs. Harnsbarger, hablando por vez primera.No puedo imaginar nada mejor repuso William.Dudaban, pero se sentan halagados. l lo comprendi e insisti, deseando pintar el cuadro con mayor vehemencia a cada momentoPor favor insisti. He buscado por todas partes sin saber qu pintar, y lo he encontrado aqu. No la molestar... no mucho.

    ntras usted trabaja.No estoy segura de que me guste eso dijo Ruth, dudando.Pues entonces diga usted lo que le gustara-dijo Wi lliam vidamente.Se levant de un salto y empuj una pequea y vieja mesa hacia la ventana, junto al hogar.As. Usted podr colocarse aqu de pie, junto a la mesa, y poner margaritas en un jarro... No; cortara usted una rebanada de pan.Dud ella un momento, visiblemente complacida, pero mirando, incierta, a sus padres.No tengo inconveniente dijo el padre con su voz recia; que las mujeres hagan lo que quieran, es mi lema. Yo tengo que vpo. Bien, seor, que tenga un buen da.Buenos das replic William alegremente. Saba que poda convencer a las mujeres. Mire, as dijo. Cogi a la muchach

    nudo brazo y la llev suavemente hacia la mesa. As dijo colocndola conunos toques ligeros en los hombros, la cabeza y las manos.Desde la mesa, Mrs. Harnsbarger le miraba asombrada, muda. Pero l no la vea. Observaba algo en los ojos de la muchacha, unaente conciencia que los humedeca, que arqueaba su dulce boca y haca temblar sus labios.Es... es deliciosa murmur. Corri impetuoso hacia la puerta, trajo la caja de pinturas y el caballete, y sujet el lienzo. No se mg. No cambie. Y empez a pintar.

    De pronto, y de mala gana, tuvo que admitir que la cocina quedaba envuelta en la penumbra. Toda la tarde haba estado pintando oodo, incluso de la muchacha que permaneca en pie ante l. Por dos veces Mrs. Harnsbarger asom la cabeza por la puerta entreaby se march de nuevo. Tam poco les habl. Pero ahora los colores se esfumaban en la media luz, y slo esto le detuvo en su trabainceles y entonces se acord de la muchacha.Oh, qu despreocupacin la ma! grit. La vio ante l, posando an paciente. Qu cansada estar!Ella se adelant.Parece que una no debiera cansarse cuando no hace nada. Se detuvo expectante.Ah, es que el no hacer nada fatiga mucho! dijo William rpidamente.Miraba el lienzo examinndolo con minu ciosidad. "Era bueno pensaba con extraordinario placer, muy bueno." Sentira o

    earlo, incluso a su padre. Pero no lo sometera a la crtica de ste hasta que estuviera terminado.Me permite dejar el cuadro aqu hasta la noche? pregunt. No me gusta llevarlo de un lado a otro mientras est hmedo.No molestar si lo deja dijo Ruth.Entonces, dnde lo ponemos que no estorbe? pregunt William.

    Me parece que el mejor sitio sera la sala respondi la muchacha. Con serena gracia ech a andar por el suelo desigual, y l laun estrecho pasillo, a una habitacin rectangular, cuyas persianas estaban cerradas. Ruth encendi un candelabro que haba en la am vio unos pesados y oscuros muebles, y en las paredes unos retratos al lpiz de antepasados.

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    Aqu no entra nadie dijo la joven.Volver maana contest William. Ech una rpida mirada a la habitacin mientras dejaba el caballete. Tambin la describira e durante la cena."Pero la cocina es preciosa sedijo al entrar de nuevo en la pieza. Quiz sea debido a que est constantemente habitada. Culda una habitacin a las necesidades cotidianas, su belleza sobrepasa todo plan preconcebido."Me gusta esta habitacin dijo l mientras recoga los pinceles. Ruth le observabaal or sus palabras, levant la vista hasta sus ojos.Esta vieja cocina?Esta vieja cocina repiti l. Sonri mientras guardaba los pinceles. Mereca la pena explicarle el porqu de aquella belleza? Cr

    Adems, para qu explicarle lo que ella misma posea con tal abundancia?La mir a la cara con nueva admiracin y sonri al encontrar sus ojos. Cogi la mochila y se la colg a la espalda.Adis dijo.Ruth le respondi con la ms ligera de sus sonrisas y William, al verla, not que era la primera vez que su rostro haba abandonado s

    e tranquilidad. Se detuvo, animado por este cambio.Hasta maana dijo.Ella no habl, pero sigui de pie en el mismo sitio, con la cara animada por la misma sonrisa. Sali con la imagen de la muchacha u mente con tanta claridad como el retrato que casi haba acabado. Durante el camino, hasta llegar a su casa, le persigui aquella reflejara en su pintura? No, decidi. No. La sonrisa era deliciosa en sus labios, pero su gravedad todava era ms bella.Estaba tan sumido en sus consideraciones, que la casa de sus padres, al llegar, le pareci extraa, remota. Sin embargo, era la misentrara ao tras ao, durante toda su vida. Se abri la puerta y el mayordomo apareci silenciosamente. Recogi la mochila y el bastLimpio los pinceles, seorito William?Vacil. Siempre le daba pereza limpiarlos y haba enseado al viejo Martin a hacerlo. Aquella noche, sin razn aparente, quiso onalmente.Gracias, yo mismo lo har. Quiero ver cmo estn algunos.Muy bien, seor. Los subir.Cogi la mochila y ascendi la escalera cuyos tres tramos de peldaos describan una amplia curva.

    Arriba tena su dormitorio y su estudio, atestado de cuadros que haba pintado desde que empezara, a los ocho aos. All los guardavencido de que su padre no encontraba ninguno bastante bueno para colocarlo en la galera del ala sur. Su padre, siempre exigente,ez en cuando: "Qu da pintars un cuadro para m, hijo mo?"No s si llegar a ser capaz, padre.Claro que s insista el viejo caballero. Pero a su mujer particularmente le haba confesado dudoso: "William tiene tcnica, Henriencuentra inspiracin."Mrs. Barton haba contestado con su caracterstica firmeza: "Slo espero que, cuando la encuentre, sea verdadera."Ya en su habitacin, William, algo deslumbrado por los acontecimientos de aquella tarde, se senta muy cansado. Nunca haba pintads seguidas sin descanso. Nada le haba hecho jams olvidar tiempo y cansancio. "Estaba inspirado", pens con asombro y coacin.Sera aquello, se preguntaba, el principio de algo nuevo en su trabajo? Sus obras anteriores, seran tan slo preparacin para esa nacer en l la sensacin de "poder". Quizs, al fin, haba encontrado su material...Ciertamente, aquella jornada haba pintado con soltura y con seguridad. Pero, era buena pintura? Hubiera querido tenerla ahora ca ansia de examinarla y comprobar si realmente era buena. Quiz se haba engaado por la sencillez del asunto? Y empez a des

    aciencia el nuevo da temiendo haberse engaado.En su certidumbre decidi callar durante la cena. No hablara de lo sucedido. No poda hablar de ello. As lo decidi en unoctersticos impulsos que le inducan a dudar de s mismo. Y si no resultaba nada de todo aquello? Se alegr de haberlo decididor encontr a su hermana Louise y a su marido Montrose Hubberd, que haban regresado inesperadamente a Filadelfia. No ignoraban de regreso a Nueva York despus de un largo viaje por Italia; pero estaba dispuesto que su primera visita sera a fines de juto de que sus padres pudieran regresar con Louise a Bar Harbor. En la escalera oy la voz aguda de Louise, que afirmaba:S, Italia nos encant, verdad, Monty?La respuesta de Monty fue un murmullo. A William no le gustaba su cuado, pero no se tomaba la molestia de descubrir por qu. Alto

    vencionalmente bien vestido, Monty servira para decorar el fondo de cualquier cuadro, pero jams para ocupar un primer trmino.En alguna ocasin, recordando su plida cara, de hundidas mejillas, y su negro bigote, William haba tratado de imaginar su luna da una mujer disfrutar una luna de miel con Monty? Si as era, poda un hombre disfrutar una luna de miel con Louise? Era difcil imnriendo, descartaba la idea.Entr en el blanco y dorado saln de su madre con incomprensible mal humor. El momento, con cuanto lo enmarcaba, pareca ta

    o una acuarela ochocentista. Pero habl con su madre y ces toda superficialidad.Te has retrasado, William.Lo siento, madre se inclin hacia la mejilla de su hermana y salud a Monty con un movimiento de cabeza. Qu tal, Louise?s? Y t, Monty?Monty hizo una ligera inclinacin con su negra y reluciente cabeza, y Louise agit el pauelo. Estaba casi bonita, destacada suamente cetrina por su traje granate oscuro.Mrs. Barton se levant o de su asiento.William, dame el brazo, por favor dijo.Y se dirigieron todos hacia la puerta.Dnde has estado, William?Trabajando, madre. Al instante se arrepinti de sus palabras. Por qu le haba dicho ahora a su madre que haba estado trabareguntara dnde haba estado y qu haba pintado, es decir, cuanto no quera contar.Trabajando? Dnde?Pues, fuera, en el campo.No encontrars nada por ah.Se sinti provocado.

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    Pues lo encontr,Qu?Una vieja granja.Bah... un cromo!No, madre, un buen tema.No respondi, pues, habiendo llegado a su sitio, sealaba desde all la distribucin de los lugares que deban ocupar en la mesa.T, Louise, a la derecha de tu padre, ahora que eres una mujer casada. William, sintate junto a tu hermana, y t, Monty, al otro lada, solo. Harold, recuerda que no debes probar el vino. Veo que Martin ha puesto una copa en tu sitio. Aunque le he dicho terminantno lo hiciera, Martin.S, seora. El mayordomo retir la copa y Mr. Barton suspir y se sent.Durante la sopa y el pescado, William pen s con alivio que su madre le haba olvidado.Disparaba sus preguntas como dardos a Louise y a Monty, acosndoles con delicada perspicacia hasta que obtena las respues

    eaba.

    Fuisteis a San Marcos, en Venecia, Louise? Quiero decir en domingo, porque cualquier otro da es sencillamente un centro de o, a la misa... Siempre digo que no se conoce el verdadero sabor de lo que es una iglesia hasta que no se reza en San Marcos. Peroy una mujer religiosa, y t, no, Louise. No sabes lo mucho que te equivocas. Supongo que tu influencia no la volver peor, Monty. ? No, no estoy de acuerdo con eso. Temo que los sermones no tienen nada que ver con las piedras, y la madera tiende a ser hmedaar un hogar espiritual en Nueva York, Louise.La escuchaban como siempre; como la escucharan Louise y l siendo nios, algo plidos y muy bien educados, encerrados en su

    quilo hogar. Nunca haba llegado a descubrir si Louise se aburra como le ocurra a l tan a menudo.Algunas veces, contemplando la plaza desde el alto ventanal, William vea la luz brillante del sol de primavera y senta que, en su pzn era un ser distinto, separado de l. A menudo pensaba que un da se le saltara del pecho, y se marchara, dejndole atrs comocscara. De qu color sera el corazn de un nio? Qu forma tendra?Entonces su madre le record:Veamos, William: qu dijiste que habas pintado esta tarde?No he dicho nada, madre.

    Se sirvi pato asado y salsa de manzana.Pues anda, di.Preferira esperar a que estuviese terminado y entonces te lo ensear, madre.Qu tontera, William!Lo digo en serio, madre.Vio que la sorpresa encenda en ella una ligera irritacin, y sinti, con vergenza, un escalofro de temor, como en su niez.Muy bien, William... Aunque no acabo de comprenderte!Antes de que l pudiera responder, Louise empez a hablar, pronta, William lo saba, a suavizar cualquier momento difcil entre su ems.Ah, madre! Monty y yo estamos pensando... Qu te parece si comprsemos uno de esos nuevos coches sin caballos?Mrs. Barton lo olvid todo.Me parecera que sois los dos extraordinariamente locos dijo con severidad. Sus ojos grises alzaron sus pesados prpados payerno. Me imagino, Monty, que no piensas en nada tan absurdo para Louise.Monty se llev la copa a los labios antes de responder:

    -Se habla muchsimo de ellos en estos das dijo evasivo.-No es razn para que os sumis a esa sar ta de locos respondi rpidamente Mrs. Hartn. La mano cuajada de sortijas que cogu copa de vino era fina como un nervio, e igualmente fuerte, aunque jams llevara a cabo labor ms dura que la de limpiar cuidadosego de t de Spode.Monty sonri sin responder. Puesto que haba acudido a ver a su suegro sobre la forma de invertir algunos de sus millones,

    veniente disgustar a la dama. De Louise haba aprendido mucho con respecto a su madre. Mrs. Barton se volvi en silencio haciaam, sintiendo sus ojos grises y fros posarse en l, se puso en guardia. "No le hablar de Ruth", pens.Pero antes de empezar a interrogarle, Mrs. Barton vio que su marido se llevaba una copa de vino a los labios.Harold! Qu haces?La mano de Mr. Barton apenas se estremeci. Bebi dos grandes sorbos y dej la copa.Sencillamente, estoy probando el vino de Louise, querida.La voz de Mr. Barton era suave y sus ojos tranquilos como los de un nio.No debes beber dijo Mrs. Barton severamente. Harold, lo digo por tupropio bien.

    Ya lo s, queridsima, y no volver a tocarlo. Mir a sus dos hijos y los tres inclinaron la cabeza sobre el manjar que acabarles. Como si lo hubiera visto, saba William que Louise, al levantar su copa para beber, la haba dejado a su izquierda, de donde, si

    es era adversa, la tomara su padre y podra saborear el vino. Pero la suerte no les favoreci.William, meditando sobre ello por la noche, en su habitacin, sentase desasosegado. Despus del incidente del vino, su madre no darse de l, y le quedaba la in certidumbre de si le hubiera hablado o no de Ruth de haber ella insistido. Nunca lo sabra.

    Por primera vez en su vida, Ruth permaneca despierta en la cama. Estaba tranquila, pero asombrada. No senta dolor ni inquietud aa llamarse excitacin lo que senta, pero no poda dejar de pensar en l.^ en aquel joven.Ni siquiera saba su nombre. No se lo preguntaron, y l no lo haba dicho. No haba pensado en ello prendida en el hechizo de la tardya sentados a cenar, su padre le pregunt:Te dijo su nombre, Ruth? No se me ocurri preguntrselo todava le contest, sorprendida.A m, s dijo su padre; pero opin que no es conveniente preguntar a un hombre cmo se llama si l mismo no lo dice. Yo leo que mi nombre era Harnsbarger, pero l no dijo nada. Parece que uno estara obligado a contestar, diciendo el suyo; pero l no lo h

    Ella no respondi. Senta una secreta congoja... Si no volva ms, ni supiera siquiera su nombre... Claro que el cuadro estaba todavTermin el cuadro? le pregunt su padre de pronto, cuando hubieron cenado.

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    No; ha de volver maana dijo Ruth. Empez a llevar los platos de la mesa al fregadero.Se lo llev?No, est en la sala.Pues entonces voy a echarle una mirada.Su padre levant la lmpara de aceite de la estrecha mesilla de la chimenea y se dirigi a la sala. Sus pies calzados con escarpinesciosamente sobre las tablas. Ruth le sigui y su madre tras ellos; una vez en la sala, se detuvieron los tres contemplando el cuadro.El mantel queda muy bien coment la madre.Casi no se parece a ti, Ruth aadi el padre.Es demasiado bonita, verdad? dijo desalentada.As es asinti l. Pero quiz te haya visto as.Volvieron a la cocina y, despus de bostezar durante un rato, Harnsbarger fue a acostarse. En si lencio, como de costumbre, Ruth y s

    aron los platos, limpiaron la cocina y prepararon la mesa para el desayuno. Cuando empezaba a subir la escalera, su madre se demento.

    Me parece que maana tendramos que hacer jabn. La orza de la grasa est llena.Oh, "Mam", maana no!Su madre la mir como queriendo decirle algo, pero no dijo nada. Volvi la cabeza y empez a subir despacio la escalera. Solana, Ruth termin rpidamente. No estaba cansada. Nunca lo estaba, pero aquella noche su cuerpo se senta lleno de fuerza y de vigor"Me gustara poder hacer el jabn ahora", pens, y se propuso realizar aquella tarea.Abri la puerta, y se detuvo un momento, mirando la noche. Si hubiera habido luna, se habra sentido tentada a llegarse al cobertizdaban la leja y la grasa. Las estrellas brillaban grandes y suaves, pero la noche era oscura. Vacil, cerr la puerta y subi a su habitz de una vela, se lav y se puso su camisn de algodn; se cepill el pelo, lo trenz y luego apag de un soplo la vela y se tendi en rce, que haba sido de su abuela.Cerr los ojos, esperando el sueo, don que nunca se le negaba. Pero no vino. Esper, ni inquieta ni desasosegada, slo asomb

    ntras esperaba, vea sobre la oscura cortina de sus prpados el rostro de l, que la haba mirado con fijeza durante tantas horas aqueca he visto un rostro con tanta claridad como veo el suyo", pens.

    Cuando al da siguiente le vio descender por el sendero, anocheca. Le haba esperada hora tras hora hasta que, disgustada consigoa espera, dej de aguardarle. A media tarde, empez a remover la grasa para hacer el jabn.No te parece tarde? le objet su madre. La hora de cenar se echa encima.Trabajar de prisa. Y luego, porque el deseo de darle una explicacin la ahogaba, dijo: La verdad, mam, ese chico pintur que volvera hoy. As que pens que no vala la pena de empezar el jabn. Ya no viene, y no voy a dejar pasar todo el da sin hacerSu madre no levant la vista de la costura.Bien, ir yo tambin, dentro de un momento; en cuanto zurza este calcetn.No, no vengas. Puedo hacerlo yo sola dijo Ruth.Llegaba ya a la puerta cuando la voz de su madre la detuvo.Creo que no es de nuestra clase.Quiso desvirtuar cualquier suposicin implcita en las palabras de su madre.No, si no me preocupo por l... Es slo que me molestan las personas que no hacen lo que dicen.Esto es lo que quera decir yo dijo su madre, sin levantar la vista de la larga aguja con que teja las cruzadas hebras.Por fin, al anochecer, le vio llegar, con Ib cabeza descubierta y las manos en los bolsillos, por el sendero que conduca a la puerta.

    Estoy aqu! le llam Ruth.Al sonido de su voz, volvi l la cabeza, la vio y se dirigi a donde estaba.Ya no le esperaba dijo. La grasa estaba caliente en la marmita que penda sobre el fuego. Haba echado la leja necesaria, y la un cucharn de palo. El la contemplaba.Qu hace?Jabn. Remova lentamente al notar que la pasta se espesaba. Cre que vendra ms temprano dijo mirndole. No llev

    uras. Dnde tiene las pinturas?No las he trado.Por qu..., no va a... no lo va a terminar?Hoy no tuve ganas de trabajar.Se senta enojada con l, y no trat de saber por qu.Es que llama usted trabajar a pintar cuadros?En general, s respondi William. Por lo menos, es mi trabajo.

    Ruth no poda dejar de revolver, pues la pasta estaba ya casi en su punto y deba verterla.Yo estoy acostumbrada a trabajar de verdad dijo brevemente.En qu? inquiri l casi con dureza.Pues, arando y ordeando las vacas... y pintando el granero.Supongamos que mi trabajo est al mismo nivel que pintar el granero dijo William amargamente.Aydeme a quitar eso dijo la joven. Ya est terminado.Se acerc l y la ayud a sacar la marmita y colocarla en el suelo. Los moldes estaban dispuestos en filas y Ruth empez a verter ena, que ola a limpio. Ella observ que el muchacho no dejaba un instante de contemplarla.Se endurecer? pregunt William.Cuando se enfre.Huele bien.A jabn replic ella.Iba a la mitad cuando el joven dijo:Claro que he de terminar el cuadro, Ruth.La muchacha alz los ojos al or aquellas palabras.Le agradecer que no me llame por mi nombre antes de saber yo siquiera el suyo.

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    Sonri l ligeramente.William.William qu?William Barton.Sigui vertiendo la pasta.Jams o ese nombre.William sinti una ntima alegra. Si su madre hubiese odo aquello!Y por qu tena que haberlo odo? pregunt.Por nada, creo yo admiti Ruth.No volvieron a hablar hasta que los moldes estuvieron llenos. El sol se escondi en el horizonte, tras una bermeja neblina de nubes baA qu ha venido, si no es a pintar?No lo s dijo William; quizs a ver si segua usted tan bonita como ayer me pareci.Sus pestaas temblaron a la vez que se encenda su rostro.

    Deseara que usted no quisiese... murmur.Que no quisiese qu?...hablar por hablar.Suspir interiormente. Realmente, a qu acuda all, si no iba a trabajar? No era aquello lo que quera para empezar.Echemos una mirada al cuadro dijo precipitadamente, e inici la marcha.Era la hora de ordear las vacas y al pasar vio a los padres de la muchacha ordeando bajo el cobertizo del granero. La casa estaba

    nz hacia la sala, sintiendo tras l el paso firme y ligero de la muchacha.Levant una persiana y la luz del sol poniente cay sobre la pintura. Sinti que le invada un placer puro, que le llenaba totalmente. Oargo y abrumador que haba pesado sobre l antes de decidirse a volver a ver a Ruth. S, Louise le haba estropeado el da, cuandoadillas en su habitacin por la maana temprano. Su mano larga y fina, apoyada en su mejilla, le despert y, al abrir los ojos, la vio de envuelta en una bata de satn azul acero, con el pelo enrollado en los rizadores bajo su gorro de encaje.No te importar, William?A qu te refieres?

    William, ya quera hablarte anoche, pero mam es tan... Bueno, querrs ayudarnos a Monty y a m?Cmo...? Qu...? Espera un momento!-Se frot los ojos ahuyentando el sueo. Ahora, qu pasa?Cario, Monty es espantosamente pobre!Pobre? Se sent bostezando. Cmo es eso? Cre que pap haba hecho averiguaciones, y tal, y esas cosas.Cario, ha ocurrido despus! Unas minas o no s qu resultaron vacas o algo as. Tenan que estar llenas de brillantes y no lo epodras hablarle a pap...? Quiero decir a l solo.Qu tiene que ver l con los brillantes, Louise?No, querido, con los brillantes, no; pero puede dedicar algn dinero a ayudar a Monty. Slo para infundirle nimos. Est tan deprimYo no he notado que lo estuviera.Ah, pues lo est! Oculta sus sentimientos muy bien, pero yo lo s.William hizo un esfuerzo y se levant. Mientras ella permaneca hablndole a travs de la entornada puerta del vestidor l se ba, sesti finalmente.Haba pasado casi todo el da haciendo planes absurdos con Louise, e intentando hablar a su padre.Se senta perplejo entre su lealtad hacia Louise ya su padre, y una duda vaga de que quiz Monty no fuese digno de confianza. S

    ado cuando su padre, con su perspicacia usual, decidi que Monty hablase con sus abogados. Pero, entretanto, haba transcurrana. Louise haba llorado largo rato a solas con l, y como l la quera, se qued junto a ella hasta que su impaciente deseo de trabaj

    asar el da.Ya lo comprenders cuando te cases, William. El matrimonio es tan raro... Sencillamente te funde con otra persona. Cuando Mon

    o yo tambin.Toda su impaciencia recay sobre Louise.Deja ya de preocuparte le orden. Perteneca a la clase de mujeres a las que resultaba casi imposible no dominar. Despus amos a consentir que sufras, Louise.No es por m... Piensa en Monty haba sollozado ella. Le resulta tan duro este desengao, justamente al principio de imonio!Ah, es por Monty! le haba contestado. Ya se las arreglar.Y entonces Louise le grit que no comprenda el matrimonio.Estoy de acuerdo contigo en que no lo comprendo le haba declarado con una irona consciente.

    Ya lo comprenders algn da haba dicho Louise enjugando sus ojos e intentando sonrer. Dime, querido, no te gusta an nada Elise Vanderwort?Haca meses que no haba pensado en Elise, y as se lo dijo. Y entonces, de pronto, decidi que necesitaba aire y sol.Lo mejor ser que subas a lavarte la cara dijo a su hermana, o mam se dar cuenta.Lo peor del da haba sido ocultrselo todo cuidadosamente a su madre.Entonces se fue a la estacin, tom el primer tren que le llev al pueblo, y un paseo de una hora le condujo frente a su cuadro.Volver maana sin falta exclam. Ruth, por qu no he de llamarla Ruth? Yo soy William, ya lo sabe... Sencillamente, William.Muy bien... dijo ella. Muy bien. William.

    Junio, julio y agosto. Ruth permaneca as, inmvil hora tras hora; ella, que siempre haba sido fuerte y enrgica; el verano haba tranella entre esas horas de inmovilidad, y los das, que se arrastraban con lentitud, entre sesin y sesin. Nunca se haba dado cuentaas podan resultar interminables ocupados en las inacabables tareas de la casa y del campo. Ahora lo saba. Cuando William no vepo se movacon la ligereza reposada de otras veces, pero las horas tardaban en pasar, y por la noche se senta exhausta por su espera int

    na era que jams saba cundo iba a venir l.Pasaba, a veces, varios das sin hacerlo y apareca de repente lleno de impaciencia, cual si fuera ella culpable de no esperarle prep

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    a ventana. A decir verdad, siempre le esperaba, pues no saba ya negar que le quera. Saba que le quera, desde el primer da... nomera hora, y le quera ahora hasta dolerle el corazn. El cuadro estaba casi terminado... Y luego? Qu sera de ella? William se mavolvera a verle nunca ms. Se acabaran las largas tardes pasadas en la cocina, en las que, sentado, pintaba y ella le miraba en pieo volvera a contemplarle mientras trabajaba, sus oscuros ojos mirndola sin verla. A veces le pareca que l slo vea la mucharo, y se senta celosa.Es ms linda que yo deca, para or cmo lo negaba enrgicamente.No, no lo es replicaba William. El caso es que el parecido es extraordinario.Mis ojos no son tan azules insista.Son los ms azules del mundo. No logro hacerlos ni la mitad de azules de lo que debieran ser contestaba l.Entonces, confortada en parte, volva a su silencio, y l segua trabajando.Mediaba el mes de agosto y el cuadro estaba casi terminado. Segua l dndole algunos toques pero ambos saban que estaba listoUna semana ms dijo William un da de pronto, y estar terminado completamente.Entonces, seguramente no volver a verle dijo la muchacha en voz baja pero clara.

    Por qu no? repuso l alegremente. Su corazn dio un salto al orla, pero no quera que ella lo notara. Se senta ardiente, dbiza, demasiado pronto a complacer y a amar. Y Ruth era deliciosa. Era maravilloso que hubiera sido exactamente tal como l la imagio proclamaba su aspecto.Aquel extrao verano casi haba terminado. Haba acudido a la granja casi diariamente.Incluso haba ido a Bar Harbor dos semanas y reanudado su placentera amistad con Elise. No saba lo que su padre haba hecar a Monty. Prefera ignorar tales asuntos, para evitar, en lo posible discordias familiares. Pero algo haba hecho, indudablemente, im

    su madre. Lo dedujo al ver aumentada la autoridad de sta sobre Monty. Casi haba admirado la aceptacin corts del hecho por pty; pero prefera no saber nada ms.Elise haba estado encantadora, pero no haba deseado pintarla. Incluso la haba besado en dos ocasiones. La bes por vez prime. Sali con ella a la terraza de su casa, que dominaba el mar. La mayora de las terrazas tienen en Bar Harbor esta partridad. La case tena una terraza ms hermosa an que aquella en la que se encontraba con Elise, en donde la combinacin de la luna, el mar y la

    oche le hicieron rodearla con sus brazos y buscar sus labios. El beso fue dulce, perfumado y clido. Ella permaneci un momento inma que esperaba sus palabras. Si le hubiera ofrecido casarse con ella entonces, lo habra aceptado.

    Perdname murmur William, en cambio, turbado por la situacin.Esper Elise un momento todava y entonces se desprendi suavemente.No tengo nada que perdonar murmur.Nunca haba estado tan prximo a enamorarse de ella como entonces.Mira, qu har aquella lancha all en el mar, a estas horas? y se separ de l.Otra noche volvi a besarla. Elise, entonces, no esperaba nada de l. Sencillamente se le abandon y con gran sorpresa de Wi

    olvi el beso.En aquella ocasin, fue l quien se apart. Algunas veces se preguntaba si no hubiera seguido naturalmente al matrimonio, de no

    ado ella. Era bellsima, y su hermosura estaba realzada por la altivez y compostura que emanaba de sus movimientos. La sensacinez y compostura, rotas y fundidas bajo la presin de sus labios, tena que ser suficiente para volverle loco. Pero al contrario, se habalido. Haba exigencias en aquel beso, y l rehua toda exigencia. Comprendi que no deseaba casarse con Elise, ni entonces ni nuncente, parti hacia la granja.Ruth le dejaba solo cuando estaba con ella. Su mente poda seguir tranquilamente su pensamiento, y, sin embargo, cuando la mirba esperando. "Estar ocupado en la ciudad pensaba; no se acordar de venir por aqu.* William no haba prometido nada. Co

    u ardor, tena bastante sentido para comprender que ese ardor, en ma naturaleza como la suya, poda enfriarse en un momento de do le haba ocurrido con Elise. Estimaba, apreciaba aquella casa, aquella cocina, a Ruth misma. Pero recordaba tambin con demza cosas menos hermosas... su padre y su madre, cuya amable bondad era tal vez suficiente para ellos, pero quiz no parasbarger hablaba, escupa y tosa con repulsiva libertad, y Mrs. Harnsbarger era tonta. Se preguntaba alguna vez cmo poda Ruth pquella pareja. Tena un hermano que trabajaba en la casa de postas del pueblo. Haba conocido a Tom Harnsbarger un da que un veshizo en lluvia sostenida.Detngase en el pueblo y Tom le llevar al tren le haba dicho Mrs. Harnsbarger.En un calesn de dos asientos haba tenido tiempo suficiente, durante una hora, para a probar la capacidad de Tom. No era muy p

    un muchacho comunicativo.dial, cuya personalidad ganaba indudablemente entre caballos.Haba pensado en ser veterinario le haba comunicado Tom, pero pap no pareca dispuesto a soltar ni un cuarto para

    earan de caballos. As que me vine a trabajar en la casa de postas. Supongo que ha sido mejor as. Me parece que voy a casarme a que tiene algo. Es Linda Hofsemmer, y seguramente emprenderemos un negocio por nuestra cuenta.

    Los automviles harn resentirse a vuestro negocio algn da indic William.Me parece que la gente corriente nunca podr pasar sin los caballos le haba contestado Tom alegremente.William recordaba aquella noche perfectamente, porque se haba retrasado tanto, que tuvo que decirle a su madre dnde haba est

    anza la haba enojado porque ofreca una comida a algunas amistades. Y as, llevado por un antiguo temor del que se avergonzaba, a rehuir, quebrant su resolucin de no hablar de Ruth.Estaba pintando, madre, y la tormenta me detuvo.Y dnde est esa maravillosa pintura, si haces el favor? Sentada a la cabecera de la larga mesa de caoba, su cabeza se ergnunca, luciendo una pequea diadema de brillantes. Su corazn tembl al verla, a pesar de sus esfuerzos, como sola ocurrirle cua

    ueo y entraba airada en el cuarto de los nios por la noche, ataviada para salir, y le rea por alguna falta cometida durante el da.En una granja de piedra a algunas millas de aqu dijo William con excesivo entusiasmo. Es maravillosa; una vieja cocina enne

    el humo, y una linda campesina. La estoy pintando en la cocina.Trelo para que la vea orden su madre.Aquella noche haba trado el cuadro, pensando que, si al da siguiente llova, podra trabajar en l. Tuvo, pues, que bajarlo de su e

    ortar cuantos comentarios hicieron. Si el cuadro le gust o no a su madre, no lo saba; haba cogido sus lentes montados en oro emplado fijamente, le pareca a l, slo a Ruth. Y su padre murmur algo sobre las sombras de las vigas. No le haban dicho nada mel momento ni ms tarde; pero, desde entonces, su madre deca con frecuencia a otras personas: "Vengan a ver lo que William va a p

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    a Academia este invierno... Una muchacha campesina. Parece un cuadro extranjero, pero lo que fascina es que ella no lo es. hacha de una granja de Pensilvania."Est bastante bien asenta su padre como un eco.Muchas veces haba tenido que ensear su cuadro, sintiendo siempre una vaga irritacin contra las damas elegantes, amigas de su a vergenza ante el silencio de su padre.Delicioso! murmuraban las mujeres. Es una criatura muy linda... Qu rara es la cocina...!"Podra ser belga..." "O bretona." "No; es holandesa."Y, sin embargo, todos ellos se habran horrorizado si les hubiera dicho: "Esta muchacha es la muchacha de quien estoy enamorado."Por fortuna no estaba enamorado de ella! Del todo cuando menos!Le mandar un pase de ferrocarril de mi padre le dijo a Ruth; podr ir a verse en la Galera de Nueva York.Estar usted all?Pues, claro que s contest William, y le sonri con aquella sonrisa que ella haba aprendido a esperar con dolor, porque la hacasteca a la vez. Si no haba de volver a verle, quera morir. Si l se marchaba, nada volvera a tener vida para ella, porque, respirando o

    ra muerta si no volva a verle.Un da, a principios de setiembre, el cuadro qued definitivamente terminado. Ya no poda engaarse a este respecto ni pretender qrazn que la de ver a Ruth. No poda volver sin admitir lo que por la maana negara a su madre. Pues sta habale hablado por fin. Lado imperiosamente cuando pasaba por delante de la puerta de su habitacin al ir a desayunar.William, haz el favor de venir!Entr. Estaba desayunando en la cama; llevaba sus cabellos grises cuidadosamente peinados, y una chambra de encaje sobre los hoBuenos das, madre.Sintate contest ella. William, me tiene realmente preocupada que no termines de una vez ese cuadro... Nunca has tardado t

    stars enredando con esa chica, verdad?Claro que no replic William con indignacin.Sera una locura agreg, rompiendo un pedacito de tostada y cubrindolo rpidamente con mantequilla. Serais muy desdichimonio es slo tolerable entre iguales, y aun as, no siempre.No contest. Haba descubierto haca aos que el silencio era la mejor manera de librarse de su madre.

    Bueno, vete a desayunar dijo ella, aunque bien podras darme un beso antes. Se lleg hasta su madre, que de pronto le o y la mantuvo en la suya fina y fuerte. Seguro? insisti.No seas tonta, madre haba dicho entonces William con impaciencia, inclinndose a besarla. Como si yo pudiera...! Y sdo con la determinacin de que en realidad no poda.Por la tarde, dio el toque final al cuadro. Intensific ligeramente el azul de los ojos de Ruth. Luego dej los pinceles.Se acab, Ruth! dijo. Venga a verse.Ella fue a su lado y permaneci pensativa un momento.Le parezco as?S contest William.Lo que vea representaba una muchacha fuerte, sonrosada, llena de salud, vestida de azul y con un delantal blanco. Reconoci sussperas siempre, que la hacan avergonzarse. Ni esto le haba omitido.Tal vez se ran de m en Nueva York.Pensarn que es usted muy hermosa.Podra haberme puesto mi traje de los domingos, de todos modos objet la muchacha.

    Slo tendra que llevar vestidos azules, por sus ojos dijo William, y aadi festivo: Me promete una cosa?Qu? dijo ella de prisa y sintiendo latir su corazn.Qu poda pedir de ella sino que le dijese que le quera?No se vista nunca ms que de azul.Sinti tal abatimiento, que casi se le saltaron las lgrimas.No puedo prometrselo. Mi traje nuevo es de color rosa.Slo bromeaba dijo l con rapidez.Adems, qu ms le da a usted, si no me ha de volver a ver?No olvide que tiene que ir a Nueva York le advirti.Entretanto, guardaba sus pinceles y sus pinturas alegremente; pleg el caballete y cogi el cuadro. No era muy grande y lo llevab

    co especial que haba ideado para llevar sus cuadros cuando an estaban hmedos. Ya estaba listo para partir.No le digo adis, porque nos volveremos a ver.Ruth no respondi; le tendi la mano procurando contener las lgrimas. El las vio, pero no se permiti la satisfaccin de consolarla.

    Tom su mano, pero slo la retuvo un instante.La escribir cuando mis cuadros estn ya expuestos dijo, tratando de mantener su animacin.Ruth entenda tan poco de pintura que apenas le oy. Slo saba que parta y que ella le quera. Y l, leyendo en sus ojos cuanto pastembl y vacil, deseando estar ya lejos o que alguien entrase en aquel momento. Cuando menos, que no fuese tan bonita, ni su ale o que significase menos para l... o ms. Se detuvo un instante y entonces, odindose, la cogi con su brazo libre, y la bes. Lueipitadamente de la casa y subi por el sendero. Maldicin! dijo con ira a su tembloroso corazn.Al entrar en el hermoso y regio vestbulo de su casa, vio, entre las cortinas de oscuro terciopelo, la brillante llama.del fuego del si all y encontr a sus padres esperando la hora de la comida.He terminado dijo.Completamente? pregunt su madre,Completamente repiti.Pues vemoslo dijo su padre.William abri la prensa que sujetaba el lienzo y coloc el cuadro sobre la repisa de la chimenea entre los dos candelabros. La lurable. Las sombras parecan ms profundas y las luces resaltaban. Nunca haba resaltado tan favorablemente su tcnica "tridimensioe se levant para examinar el cuadro.

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    Es el mejor cuadro que has hecho en tu vida dijo.Ya lo s contest William. Era el nico cuadro del que se haba sentido absolutamente satisfecho al terminarlo. Poda ver a suntarse si aquel cuadro era bastante bueno para su galera.Realmente est muy bien dijo su padre, vacilando. Su nico defecto es, quizs, una ligera falta de madurez. Pero es se unel tiempo corregir.Le falta madurez, naturalmente di jo William riendo. Ya s que no es bastante bueno para colgarlo entre tus inmortales, pero yan da.Su padre se sinti aliviado por su alegra.Estoy seguro de ello, hijo mo le dijo.Y ahora que tus cuadros ya estn listos para la exposicin dijo su madre, me pregunto si no te gustara pasar un invierno en. Tu padre y yo hemos estado hablando de ello. Quizs un apartamento de soltero, en cualquier lado, donde pudieras recibir a tus a

    er tu trabajo.William vio con claridad lo que aquel plan ocultaba, y ya iba a decrselo riendo otra vez, cuando reflexion que un apartamento en Nue

    a serle de gran utilidad.Gracias. Son ustedes muy buenos, y me gustar mucho di jo con calma. Ahora i r a vestirme para comer. No tardar un minutoDej el retrato sobre la repisa de la chimenea, admirndose de su instintivo deseo de no querer permanecer a solas con sus padrescuando l saliera, ambos miraran ansiosamente a Ruth.Pens que ella poda soportar sin miedo sus ojos escudriadores. No podran conmover su serenidad. Pens en su beso coenza. No le pasara a ella lo mismo? Qu dulces eran sus labios, cun tmidos y suaves! Record el beso apretado de Elise colsin. Los labios de Ruth eran como los de una nia. A aquella distancia, en aquella habitacin familiar, el, beso pareca no tener impouna muchacha joven, no le haba hecho ningn dao, y por ello casi senta cierto orgullo. Todos los hombres no hubieran sido tan sigo mismos en presencia de una criatura tan linda.Haba partido sin prometerle definitivamente una nueva entrevista. Poda posponerla un da tras otro, hasta que el deseo se mecido, y, cuando llegase ese momento, sera fcil olvidar que le haba dicho que tena que i r a Nueva York. Por otro lado, pensaba q era demasiado duro, poda hacerla ir a Nueva York. Todo era posible. No se haban cerrado las puertas. Todo dependera de su est

    mo, y, en la posibi lidad de poder satisfacer cualquier deseo, se sinti confortado por el momento.

    Corri escaleras abajo, alegremente, persuadido de que se senta bien y de que tena mejor aspecto que de costumbre.All, sobre la chimenea, estaba el retrato. Ella alzaba sus serenos ojos de un intenso azul mientras sostena con la mano el pan que coCuando entr en el saln le pareci que aquellos ojos se levantaban a su llegada.Cmo vas a titularlo? dijo su padre.Vacil, encontrando la mirada de los ojos de Ruth. No haba pensado en ello."El pan nuestro de cada da, dnoslo hoy" dijo, y saba que acertaba.

    Ruth, yendo de un lado a otro de la cocina despus de cenar, haca esfuerzos para imaginar cmo sera la casa en que William vivazando la harina, mezclndola con manteca y leche y midiendo la levadura para hacer pan. Junto a la misma mesa donde tantas horasl, estaba ahora revolviendo la masa en un cuenco de loza rojiza y echndola sobre la tabla para empezar a amasarla, y durante ese

    a esfuerzos por imaginar lo que nunca haba visto: la casa en que l viva y las ropas que usaba. Coman a las ocho de la noche. Lue, a menudo, l haba dicho: "Tengo que darme prisa. Llegar tarde para la comida y eso les disgusta a mis padres." "Querr

    a", haba dicho ella la primera vez, y entonces William se lo haba explicado.Todas las noches se vestan sus mejores ropas y entonces coman... Ruth no poda comprenderlo.

    "Y no van ninguna parte cuando estn vestidos?", haba preguntado asombrada.l se haba redo. "Algunas veces, s." Intentaba imaginrselos sentados en casa, con sus trajes. Qu haran? Cuando se vive junt

    ma casa, hay pocas cosas que decirse. Ella apenas hablaba con sus padres, excepto lo referente al trabajo.Suspir mientras sus fuertes manos seguan amasando y los pulgares volvan la blanda masa hacia adentro. La levadura empez pplir su cometido; las burbujas se rompan al contacto de sus manos; el pan ya estaba listo para dejarlo subir. Dio forma redonda a la m en el cuenco y la cubri con una servilleta limpia. Luego anduvo de un lado para otro arreglando el fuego para la noche y preparaos para el almuerzo. Estas pequeas tareas no le ocupaban la imaginacin; la llenaba del pensamiento de William. No poda imaginaallaba en aquellos momentos. Slo poda verlo all, en la co cia, donde hora tras hora la haba mirado. Fue hacia la mesa adop

    ma posicin en que l la colocara; y mir hacia dond$ l se situaba siempre para que la luz de la puerta entreabierta cayera sobre el liPero l no estaba ya all. La puerta estaba cerrada y tras ella slo la noche. "Nunca ms volver a estar aqu", pens, esforzndrlo. "Todo ha terminado se dijo al dirigirse hacia la escalera y empezar a subir, y es mejor as concluy, acostndose en el baues no soy de su clase."Y permaneci despierta, sin llorar, para pensar en aquella realidad con humilde y verdadera tristeza.

    Lo endemoniado del caso, pensaba William, era que no poda pintar en Nueva York. Aqu, en su propio apartamento, con la luz ddole de lleno en la habitacin que haba convertido en estudio, no poda pintar. La ciudad estaba llena de paisajes; los vea por doquiuanto coga los pinceles, su encanto haba desaparecido. No pona el corazn en su trabajo.En un principio pens sencillamente que no le era familiar el lugar, y que la excitacin producida por el xito era la causa deetud. Louise aprovech cuanto pudo este xito, tomndolo como motivo para invitar a personas que de otra manera se hubieran preextraeza por qu haban sido invitados a comer con ella y Monty. La sociedad de Nueva York era fra y reservada. Filadelfia poda ellos un continente lejano; y, adems, descubri que Monty tena enemigos. Todos aquellos cuyo dinero haba perdido, le odiaban.Aunque. por qu? le dijo, quejosa a William. Si l ha hecho todo lo posible para enriquecerlos! Tambin ha perdido l suro; pero nunca parecen darse cuenta de esto.William gozaba tambin sabiendo que era, en cierto modo, un joven y hermoso hroe. Adems, se lo haban dicho. Elise se lo

    ella manera algo despreocupada que ella saba era parte de su ardiente encanto.Te has hecho demasiado guapo le asegur, durante la primera comida que dio Louise. El aire del campo te sienta bien.El medit el concepto unos instantes y replic apaciblemente:Ya veremos lo que el aire de Nueva York har conmigo. Y acept con una sonrisa la mirada con que le acariciaron los ojos car de la joven.

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    Cuando Elise volvi la cabeza sin contestar a aquellas palabras, William encontr a su derecha a otra muchacha. "Muy linda", peerencia. Nueva York estaba, en verdad, lleno de muchachas bonitas. En su primer xito, las vio a su alrededor apiadas como anas se fij ms en ellas.Quera trabajar seriamente. Su exposicin haba sido muy encomiada. Haba vendido doce cuadros y habra podido vender el retratoy otra vez, pero contestaba siempre que no estaba en venta. Sin embargo, saba que deba venderlo lo antes posible. Mientras lo tua olvidar a Ruth, y haba ya decidido que quera olvidarla. El cuadro estaba colgado frente a la puerta de la sala de exposicin, y all y otra vez, para encontrar sus ojos azules que parecan mirarle. En ocasiones se paraba frente al retrato para, segn se deca a s

    esar la calidad de su arte. Pero cada vez que lo haca, le pareca que volva a estar en presencia de Ruth, que senta el influjo de su fluminaba cuanto se acercaba a ella. Y siempre se marchaba precipitadamente."Debo venderlo", se deca; pues saba que Ruth nunca podra encajar en aquella ciudad, y empezaba a creer que era en Nuevisamente, donde l deseaba vivir.La exposicin segua y cada da senta que le era ms difcil vender el retrato. Finalmente, en un exceso de celos, se lo llev de la exparaban demasiados hombres a contemplarlo. El director protest.

    Este cuadro ha sido alabado por todos los crticos. Si hasta ha venido gente especialmente para verlo!Por esto me lo llevo replic William.Est usted ms loco que la mayora de los artistas replic el di rector con acritud.Pero William no le haba escuchado. El retrato se encontraba ahora en su propia habitacin, a salvo de las miradas de otros houe la razn ltima e inmediata que le hizo retirarlo de la exposicin fue el encontrar a dos amigos que lo miraban con atencin, Ela modelo, Will? le haba preguntado uno de ellos. l haba respondido framente: Es la hija de un campesino que encoalidad este verano yendo de excursin para pintar, y la pint en su propia cocina.Danos la direccin, viejo, quieres? di jo el otro, burln. Quiz nos disemos nosotros tambin una vuelta por all.Haba sido solamente una charla trivial y, sin embargo, se sinti irritado instantneamente, y se puso serio.Sera demasiada libertad dijo. Y aquel mismo da retir el cuadro.Desde entonces, cuando se despertaba por la maana, lo primero que vea eran los ojos de ella dirigidos a los suyos; y por la nocho ltimo que miraba antes de apagar la luz junto a su cama. Gozaba la variedad de su vida cotidiana y, no obstante, tena la sensa

    ar en su hogar cuando volva a ella por la noche.

    Una noche, que se senta desvelado, se levant resuelto a escribirle, creyendo que comunicar con ella tal vez le tranquilizara. Sentadtorio hilvan una carta clida, rpidamente escrita. Quera que supiera que conservaba su retrato. Estaba colgado en su habitacia separarse de l. Algn da tendra que ir a verla para convencerse de que era de carne y hueso.Ech la carta al correo sin leerla, por miedo a encontrarla demasiado ardiente, y esper la contestacin, preguntndose qu clase bira ella, imaginando su escritura infantil y las ansias que su juventud le impedira ocultar.Pero ella no contest.Una semana sigui a otra, y, cuando comprendi que no iba a tener contestacin, se sinti dolido. Se pregunt por qu no le contesba olvidado.No se le ocurri la verdadera razn* Ruth se entristeci de tal manera al recibir aquella carta, que nada la hubiera movido a contestarNo entenda la mitad de lo que le haba escrito. Era una escritura hermosa, firme, pero ella, acostumbrada a la escritura sencilla, inf

    casi iletrados, le pareca apenas inteligible. Con la instintiva reserva de los semiignorantes, que le haca guardar sus secretos parasu vida, no se la ense a nadie. Pas muchas horas perpleja en su abuhardillada habitacin intentando descifrarla, y anotando las pograba entender. Cuando hubo ledo cuanto pudo, decidi con tristeza que nunca le contestara. Su escritura hara que l la desprecia

    grafa era psima. No haba pasado del quinto grado en la nica clase de la escuela rural, cuando

    su padre decidi que no podaprescindir de ella, porque aquel invierno su madre se haba cado en los escalones de piedra de la bpindose la cadera."Soy demasiado inferior a William en todossentidos", se dijo, Y, tomando la carta, la dobl varias veces y la cosi a un retazo d

    arnada que colg de un cordn alrededor de su cuello, para que le trajera suerte.Si hubiera contestado su carta, seguramente se habra enfriado; pero, al no hacerlo, William decidi que deba verla de nuevo, aunq

    slo para asegurarse de que no la quera. A veces la comparaba deliberadamente con Elise. Elise, despus de esperar todo el ia anunciado su compromiso con un ingls a quien acababa de conocer. Se lo haba comunicado personalmente a William un da

    ontraron en la calle. ste explic que vena de ver sus cuadros.Pero no has pintado nada nuevo dijo Elise. Con frecuencia voy a comprobarlo.Lo s dijo l, consternado, y no sabra decirte por qu. Siento el impulso de pintar, pero cuando cojo la paleta, el imp

    aparecido ya.Aqu no encuentras nada que te inspire. Hizo esta afirmacin con decisin, como si acabara de descubrirlo. Hoy deseaba encue haba decidido, si te encontraba, decirte antes que a nadie que me he prometido. Me caso con Ronnie Bartram. No le conoces; e

    de los hijos menores de Sir Roger Bartram. Viviremos en Londres, despus de casarnos.Lo di jo con calma, de pie ante l; el viento mova su falda encarnada y azotaba el gran cuello de piel de su chaqueta negra. Levantsujetar su pequeo sombrero, encarnado tambin, y William vio cun incomparablemente bonita era, con el pelo negro, los ojos

    ar y, en la palidez dora da de su rostro, la boca roja. Not tambin que se haba detenido delante del escaparate de una florista, dtena masas d flores a su espalda. No hubiera podido decir si tal situacin haba sido deliberada. Nunca poda tener la seguridad des de Elise no fueran intencionados.Un dbil temor, como en su niez, le invadi de nuevo; ahora, junto a Elise, su espontaneidad se cort como sola ocurrirle siemencia de aqulla, y sinti una repentina impaciencia. En realidad, no haba motivo para que Elise fuera tan intencionada en cuantoa. Se conocan haca demasiado tiempo para usar evasivas. No quera quejarse tampoco, porque slo lograra empezar una de suusiones.A pesar de su invitacin no se le ocurra qu decirle, y, sin embargo, se senta absurdamente melanclico al pensar que haba termhubiera entre ellos. Haban crecido juntos en el estrecho crculo de su clase.Deseo de todo corazn que seas feliz, Elise.

    No puedes desearlo ms que yo dijo ella.Se sinti extraamente sorprendido.No sabes... no vas a... no liars una tontera, Elise?

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    No s lo que entiendes por tontera dijo ella. Se apoy en el escaparate, meti las manos en el manguito y le mir. Las mos que casarnos. Nunca sabemos si seremos felices. Esperamos a descubrirlo.Tan pocas veces la haba visto seria, que se sinti perplejo.Entonces, permteme que lo desee ms que nunca.Gracias.Le tendi una mano pequea en su guante negro y l la estrech unos instantes, deseando decir algo ms, pero convencido de que nada que decir.Elise retir la mano con presteza y se alej. El sigui con la vista su grcil figura. El movimiento de sus hombros pareca como dba la cabeza alta. Sinti desaparecer su disgusto y estuvo ms cerca de amarla que nunca lo estuviera. Era de su clase y de su an ambos cosas en comn. Se contuvo para no correr tras ella, pues, si la segua, no llegara a persuadirla? Y no quera persuadir a nVolvi, pues, a sus habitaciones y all se sent largo rato ante el retrato de Ruth, comparndola, los ojos, la boca, cuantas diferencias

    e ambas, y entre las dos escogi a Ruth. La escogi por su franqueza y sencillez. Sus silencios no encerraban provocacin y, aba, poda aceptar sus palabras por lo que decan, no por lo que dejaban de decir. Y l quera ser siempre libre.

    "Debe continuar parecindose al retrato", pens con ternura. Y empez a considerarla como algo de su posesin particular, una belle conoca excepto l.En la primavera le fue ya imposible negarse a su deseo. El retrato era slo una invitacin. Ruth era un ser vivo y poda ir a ella.En mayo, sin volver a su casa ni decir a nadie que abandonaba la ciudad, fue a verla. Rogaba a los dioses, en los que no crea, que contrase estuviera sola, y en la cocina a ser posible, para ver a su cuadro tomar vida. La oracin se revisti de pasin al acercarse aevaba la mochila con sus pinturas. Aquella vez no iba a pintar; iba a buscarla.Haba proyectado llegar a media tarde, hora en la que ms probablemente estara ociosa. Llegose a la puerta de la cocina con el ctante. La puerta estaba abierta. Ella no estaba all; no haba nadie. La habitacin, limpia y tranquila, dbale la sensacin de que aca Sus sentidos, demasiado temblorosos, la sentan an cerca.Se sent expectante, deseando que fuera ella y no su padre o su madre, quien entrase. Saba que estaba en peligro, y que sera

    or en realidad que entrasen ellos primero a recordarle su existencia, pues ahora estaba asustado de la fuerza y firmeza de su deseo.a admitir an que su llegada obedeca slo al deseo de verla.Cmo la encontrara despus de un invierno, despus de un invierno entre gente muy diferente?

    Mir a su alrededor. Todo estaba exactamente como l lo dejara, excepto la mesa en que haba pintado a Ruth, antes cerca de la chora junto a la ventana como l la pusiera. All estaba vaca, con su superficie pulimentada y vieja. Mirando aquella habitacin, siaa sensacin de vuelta al hogar, como si all, en aquella casa, hubiera vivido cuando nio. El silencio rico, pleno, el dbil tictac del aincn, el sol que entraba por la puerta, el perol que brillaba en el hornillo, las gastadas sillas y las cortinas, todo le parecan recuerdoz. No poda imaginar lugar ms diferente que aquel en que naciera y pasara sus primeros aos, y no poda comprender aquella sensaa a un hogar que nunca haba sido el suyo.Y entonces, a travs de la puerta abierta, vio a Ruth que vena por el sendero que conduca al huerto. Llevaba una trulla en una manoun cesto. Iba directamente hacia l, la cabeza ligeramente inclinada a causa de la viva luz del sol, y el rostro grave. Comprob quedelgada, pero tambin ms bonita que nunca. La esper en pie y le pareci que su corazn corra a su encuentro.Como si una fuerza le atrajera, levant ella la cabeza y le vio. Dej caer la trulla y el cesto y, sin detenerse ni vacilar, fue directamente h

    dijeron una palabra: l la atraa y la joven respondi al impulso hasta que estuvieron frente a frente. Entonces William abri los brazo en ellos. l inclin la cabeza y apoy la mejilla contra el pelo de Ruth.Permanecieron as, sabiendo l que no era aquello lo que haba proyectado, pero s lo que deseaba; y ella, que lo que era tena que sY luego, despus de aquel largo momento de unin, William alzle el rostro, cogindola por la barbilla, y la bes. As, sin palabras, de

    clar su amor.Mrs. Harnsbarger, con sus silenciosas zapatillas de fieltro, cruz el estrecho vestbulo y se detuvo en la puerta de la cocina. Se haba ooner patatas en remojo para hacer levadura; lo que vio se lo hizo olvidar nuevamente. All estaban Ruth y William, y l la tena en sus bBien, bien dijo lentamente.Se separaron con presteza y slo sus manos permanecieron unidas. Wi lliam empez a tartamudear.Yo... yo... no me extraa que se sorprenda, Mrs. Harnsbarger.Sorprenderme no es bastante replic lentamente; estoy agitadsima!Para ella, esto slo poda tener un sentido.Comprend que no poda vivir sin Ruth dijo William. Miraba a Ruth sonriente, pero ella permaneci grave y silenciosa.Mrs. Harnsbarger se sent.Bien, joven dijo. Pareca incapaz de seguir adelante.Ruth continuaba callada. Estrechando an su mano le mir con sus grandes y claros ojos. William se sinti impelido a hablar a c

    el silencio. Intent hacerlo con cuanta dignidad le fue posible, pero consciente de una cierta sensacin de ridculo.

    Naturalmente, iba a hablar con usted, Mrs. Harnsbarger... con el padre de Ruth dijo; pero acaba de pasarnos esto.No s lo que dir l contest Mrs. Harnsbarger.William sinti que le invada cierto enojo.Espero que no tendr ningn reparo.

    "Estara gracioso pens con arrogancia que este campesino y su boba esposa pusieran inconvenientes.,,

    Contbamos con que Ruth se casase con alguien que ayudara a la granja sigui Mrs. Harnsbarger vacilante. Alguien comhauser Ruthie le explic a su hija.Me casar con William, madre replic ella.ste la atrajo hacia s.Ah, eso es! exclam. Nos apoyamos mutuamente.Se senta absurdamente agradecido de que ella le eligiera, aunque su rival se llamase solo de Ruth. Su cuerpo fuerte y fresco era su

    ciente y ms que suficiente, y entonces sinti paz, como jams la sintiera. Debajo de l, la tierra; encima, el firmamento, y en medio, Durmi, echado sobre el suelo, la cabeza recostada en el regazo de la joven, que continu sentada, inmvil, despierta como j

    viera desde que naci. Aqul era su marido. Se inclin sobre l con tal ternura, que en sus senos sinti un dolor fsico. Cun superiPero aquel pensamiento que antes la haba atemorizado, no la asustaba ya. Saba cmo reconfortarle y retenerle. No tena palabrrle, pero tena otros medios.

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    "Yo lo har bien; ser para l mejor que nadie pudiera haber sido. Siempre le colmar", pens.

    Aquella noche fue William a su casa y salud a sus padres con estudiada indiferencia.Debiste telefonear en qu tren llegabas, William di jo su madre. Hubiramos ido a esperarte.No tena la seguridad de poder venir se disculp.Se senta todava deslumbrado por el supremo acto de amor de aquella tarde, que, como una neblina, lo envolva an todo. Ruth y esado a la granja al anochecer y entonces se enfrent con Harnsbarger. ste estaba ya enterado, pero esperaba a que William se di

    Espero que no tendr nada que oponer a nuestro matrimonio dijo William.De nada me servira si no lo tiene Ruth haba replicado l. Aunque yo haba esperado alguien que me ayudara en la granja, dejo se march. Yo la he mimado, William; es testaruda. No se lo eches en cara.Luego hicieron planes respecto a la boda. Vio claramente que los padres de ella, e incluso la propia Ruth, estaban indecisos edo.

    William no era un novio ordinario. Cmo hacer, pues, encajar a un novio como l en una boda rural? Pero cuando apunt la sugeomitiesen la ceremonia, inmediatamente la retir. La ceremonia deba forzosamente tener lugar; de otra manera no lo consideraran semana, a partir de aquel da, fue la fecha fijada. No haba por qu esperar. Ruth, como toda muchacha en el contorno, tena ya su ar

    eranza llena haca tiempo. Para la ceremonia se hara un traje nuevo, que tambin podra usar despus.Pero que sea azul intervino William.Azul haba asentido ella.Ms cuando le sigui fuera de la cocina para despedirle, l susurr:Ya estamos casados, Ruth, ya lo sabes.Y la joven haba asentido con los ojos llenos de una secreta alegra.Cmo est Nueva York? pregunt su madre.La fragancia de las primeras rosas llenaban el saln, y aunque las ventanas estaban abiertas, el fuego de la lea arda en la chimeneaBastante bien contest, preguntando se cmo empezar.Qu ests pintando ahora? pregunt su padre.

    William dej el cigarrillo que haba encendido.Nada dijo. He... la verdad es que no he trabajado bien en Nueva York.Es extrao dijo su padre, alzando sus ojos grises. Hubiera imaginado que el estmulo intelectual...Me he dado cuenta de que el estmulo intelectual no me inspira. No puedo pintar afirm rotundamente. Pinto inspirado por la y el agua... la luz. Repiti las palabras con toda la reverencia del amor. Sin embargo, ahora voy a volver a pintar aadi.Me alegra mucho di jo su padre con precaucin. Su hijo le asustaba un poco aquella noche. Haba bebido, quiz?William, desde su gran butaca de oscuro nogal, mir a los dos rostros ya viejos, pero hermosos. Se sumergira en la verdad, ahora

    mpre.Estoy enamorado dijo. Voy a casarme con Ruth Harnsbarger.Ellos haban olvidado hasta su nombre y le miraron desconcertados.La muchacha que pint el verano pasado explic. No ser aquella campesina! grit su madre.No es una campesina dijo William. Es la hija de un granjero... Cosa muy diferente, madre, en nuestro pas.Qu tontera! dijo ella severamente, Harold, por qu no hablas? Por qu ests ah tranquilamente sentado con este

    pido? Es absurdo!No s qu decir tartamude su padre. Tu madre, William* tiene razn, naturalmente. No s si es tan absurdo como peligrosopeligroso.Es absurdo interrumpi su madre. Una muchacha que ni siquiera tendra yo en la cocina, ignorante...Cllate dijo William bruscamente. Soy yo quien ha de decir lo que es. Es de la clase de mujeres que constituyen para un hode cada da. No deseo ms. Se levant mientras hablaba y sali de la estancia, subiendo a su dormitorio. Rechazaba la posibilidencia de sus padres."Qu pedantera la de los viejos! pens con acritud-...Qu crueldad! Qu falsa!"Se quit la ropa de etiqueta y se puso, de nuevo, el traje viejo castao que llevaba cuando sala de excursin. Quera aparecer sen

    ecto pobre, rudo y tosco. Quera escapar pronto a la suavidad de alfombras y cortinajes; a los viejos cuadros, y a aquellas dos padas en aos, que eran sus padres. De aquella casa jams podra salir ningn trabajo vigoroso."Volver a Ruth pens. Ellos me darn cama."Abandon la casa y, marchando hacia poniente, sali de la ciudad... Cuanto ms se acercaba a la granja tanto ms ansiaba

    bin a ellos la verdad. Cuando lleg a la casa, la rode, entrando por la puerta de la cocina. All estaban sentados y la puerta abierta.u propio hogar apenas haba pasado la hora de la cena, aqu ya se disponan a acostarse. Mr. Harnsbarger daba cuerda al reloaraba la masa para fermentar.Mrs. Harnsbarger dormitaba junto al hogar.Me pueden dar cama? pregunt bruscamente. Me he enfadado con mis padres.Por m? susurr Ruth.El afirm con una inclinacin de cabeza.No te conocen dijo.El viejo se encoleriz:Qu se creen que son? Mi gente viene de buen tronco. Esta granja ha sido nuestra durante cuatro generaciones, y nunca hemos

    a a nadie. No tiene usted ninguna necesidad de casarse con Ruth. Hay muchos que la quieren.De veras que me casar con Ruth replic William. Dnde podr dormir?Mrs. Harnsbarger se haba despertado. Pareca asustada.Su familia no mandar a la Polica a buscarle?No ser fcil dijo.Mr. Harnsbarger haba terminado de dar cuerda al reloj, y cerr el cristal con cuidado. Le complaca ver el carcter del muchac

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    renda en cierto modo, no esperndolo en un pintor. Adems, le pona de buen humor el pensar que el hijo de una de las familiasllosas de la ciudad la abandonara y viniera a pedirle albergue.Puede dormir en el cuarto de Tom dijo; Ruth se lo ensear.Ruth no haba hablado desde su primera exclamacin. Ahora le gui tambin en silencio. Cuando, en la penumbra de la escalera, l sus brazos, ella se mantuvo alejada.Qu te pasa? exigi William.No me gusta que tus padres no me quieran dijo la joven.Lo nico que importa es que te quiera yo di jo l, y por la fuerza uni sus labios a los de Ruth.Cedi ella despus de alguna resistencia, y l no la solt hasta que le hubo besado. Pero en la puerta de la estancia se detuvo.No quiero entrar dijo.Por qu no? pregunt William.No tengo ganas dijo confusamente.Veamos dijo l-| t no me vas a cal par a m por mis padres, verdad?

    Ruth movi la cabeza.Creo que eres bueno dijo; por quererme, quiero decir aadi bajando los ojos.No vuelvas a decir eso! orden William. Nunca jams! En m no hay bondad para ti , slo amor... La abraz fuertemente y .Y ella, escurrindose a travs del pasillo, lleg a su habitacin. Despus se desnud, se puso el sencillo camisn de algodn, se decho y sigui despierta hora tras hora. Su imaginacin se afanaba, andaba a tientas para llegar siempre a un mismo punto muerto."Deb haberle dicho que no quera casarme con l, si ellos no lo queran. As sabra qu hubiera dicho William. No quiero que l lo coobligacin. Pero, es que s; tiene que casarse conmigo. No porque tal vez ahora tenga un hijo. De todos modos, dicen que no es fra la primera vez. Tiene que casarse conmigo porque yo le quiero mucho. Le compensar de todo. Se lo prometer a Dios."Salt del lecho y se arrodill junto al mismo."Dios mo, prometo que yo le compensar!"

    Se casaron al cabo de una semana. William no se acerc a su casa, ni escribi a sus padres, ni les dijo dnde estaba. No tenan

    o, medio de encontrarle porque no le haban preguntado dnde estaba la granja. As, pues, estaba perdido para ellos. Ya les escribiraeyera oportuno; pero no antes de haberse casado con Ruth y estar de vuelta en Nueva York. Pues ste era su proyecto. Viviran en su va York. Ella haba asentido a cuanto l quiso. Slo tena que expresar un deseo y ella lo aceptaba.Acuciado por una alegra sin lmites, pas la semana pintando. Se senta impelido al trabajo, hambriento de trabajar, despus de tsidad.Pint un verde sicmoro que se inclinaba hacia la casa en el extremo occidental, un rbol viejo y grotesco que se haba arrancado da dejar al descubierto sus races como garras. Trabaj con tal intensidad, que pas la semana antes de que se diera cuenta. Entoncdarse prisa para terminar el cuadro antes de la boda. Tena que acabarlo porque se conoca a s mismo tan bien, que saba que, si nostara ansindolo aun en medio de su amor.Se termin. Lleg el da, y, en pie, en la sala, junto a Ruth, el ministro luterano les ley la ceremonia, mientras el grupo de la gente dellenaba la estancia escuchaban atemorizados por aquella boda. Eran amables en realidad, pero sentan que Ruth se casara con unse la haba de llevar. Despus de la ceremonia, le estrecharon la mano, formalmente y, torpes, se apartaron, participando del pastel y lencio.Sin ninguna de las bromas que hubieran hecho de haberse casado Ruth con uno de ellos. Cortsmente le dirigan algunas

    ervaciones, como si temieran no saber lo que l les dira, o lo que esperaba de ellos. Y William, molesto, intent romper su timidezia risa y sus bromas. No era fcil, empero, y ' desisti por fin. Despus de todo pronto terminara y l y Ruth se marcharan juntos. Esen a Nueva York empezara a trabajar. Pintara un desnudo de ella. Nunca Je haban satisfecho sus desnudos. Los modelos comerc

    en cuerpo, slo figura,: El cuerpo de ella estara animado por el amor y la pasin primera, y su blanca carne de plata estara llena ded silencioso pensando en esto y olvid todo lo dems. Y uno a uno se marcharon los invitados de la boda.Un muchacho extrao se decan.No es corriente, de todos modos aadan dudosos; y hablaban cariosamente a Ruth, porque la compadecan.

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    GUNDA PARTE

    Ruth dej de barrer para mirar por la ventana de la cocina. Sus ojos azules se detuvieron en su hijo, muchacho de catorce aos, queerba con perezosa lentitud.Hal! llam por la abierta ventana.Qu, mam? grit l a su vez. Su cara redonda, vuelta hacia ella, reflejaba gran contrariedad.Si no vas un poco ms de prisa, no te quedar ni un rato libre esta tarde.No contest. Una penosa obstinacin cubri su rostro, y aviv ligeramente el paso. Ruth apret sus labios carnosos, y empez a limga. Mary y Jill nunca le haban dado tanto que hacer como Hal, aunque, por igual, haba intentado corregir en ellos toda violencia, rle preocupaciones a William. Pero no saba qu hacer con Hal. Ya desde su primera niez se haba mostrado inquieto, y ahora nio de hacerle terminar lo que empezaba. Cuando pequeo,crey ella que esta impaciencia sera indicio de que su nico hijo varnnteligencia poco corriente. An tena esperanzas de que as fuese, pero ya no estaba segura. En la escuela era perezoso, y los mae

    an buenos informes de l."Harold no parece interesado por nada de lo que hace."Ao tras ao, ste era el resumen de lo que Hal haca en la escuela. Muchas veces Ruth haba intentado penetrar lo que encubra aqunda e infantil. En algunas ocasiones, cuando le tena sujeto, cosindole un botn, o vendndole un dedo herido, le preguntaba:Hal, ya es hora de que empieces a pensar en lo que haces y en cmo te portas, hijo. Se te ha ocurrido alguna vez qu vas

    ndo seas mayor?No, mam contestaba con voz tan indiferente como las palabras.Pero, Hal, por qu no? Tu padre no es rico.Nunca objetaba nada de esto, pero un da di jo inesperadamente:Pero el abuelo s lo es.Eso no nos importa ni a ti ni a m, Hal le dijo con severidad.Pero Hal era obstinado.De todos modos, es natural, siendo nosotros sus nietos...Dnde oyes hablar de esas cosas? le interrumpi. En casa, no, que yo sepa.Pues en la tienda. Decan que cuando el viejo de pap se muera, calculaban que seramos todos ricos.Ganas de hablar que tienen dijo ella con amargura. Hablarn hasta que se les caigan los dientes.Y no es verdad? pregunt Hal.Si lo es, no lo he odo decir nunca contest escuetamente Ruth, y le apart de su lado.Haca mucho tiempo haba decidido no preguntar nunca a William referente a sus padres, a su casa o a su vida antes de conocerl

    eo le llegaban cartas, menos frecuentes ahora que al principio; ella se las entregaba siempre cerradas y l se las guardaba en els le vio leerlas. Pero tambin era verdad que pasaba la mayor parte del da solo, pintando. Nadie le vea mucho, ni los chiquillos. Wiespecial con ellos. En algunas ocasiones le trastornaban de tal manera, que le rogaba que la ayudase para imponer disciplina; pero a hacerlo.Por qu voy a imponer mi voluntad a otra persona? deca siempre.Pero es que tenemos que educarlos, para que sean buenos insisti Ruth un da.Eso ya lo hars t le contest William con una sonrisa.Los chicos eran buenos, en especial Mary, la mayor. Pero dudaba respecto a Hal. En aquel momento, con la escoba en la m

    emplaba. Se haba detenido sbitamente en un extremo del prado y desapareci de pronto detrs de unos manzanos silvestres. oba contra la puerta y sali rpida al sendero. Pero ya se haba ido.Iba a volver a la cocina cuando vio a William en la colina, pintando a la sombra de un fresno. Se ergua alto, tranquilo, delante del caacndose su camisa azul sobre el verde de los rboles. Cun fcil transcurra su vida! Jams se preocupaba por lo que haca su mhijos, los criaba y atenda la casa; se cuidaba de todo, incluso de la tierra que haba arrendado por parcelas mientras William pintadros. La vista de William entre las verdes sombras despert el recuerdo de su propia labor inacabada: la limpieza del sbado, la cominar.Y l vendra esperando encontrarlo todo de acuerdo con sus deseos."Esta vez tendr que ayudarme Hal", pens Ruth.Su indignacin le dio mayor vigor y subi ligera al altozano desde la huerta. William no la vea; no vea nada cuando trabajaba. Quiza visto nada. Ruth pensaba a menudo que su marido viva en un sueo.Pero l, trasladando al lienzo el intenso blanco plateado del ro, la vio como vea cualquier cambio y contraste del paisaje que se ee a l. La contempl apreciando su valor en el cuadro, tan absoluto como aquel da en que la viera por primera vez en el paisaje.

    Estaba ms gruesa que en su primera juventud, pero todava bonita! Nunca llegara a ser aquel repulsivo montn de carne que fue ss de morir. Ruth tena mucho del nervio de su padre, y adems una energa que la mantendra siempre grcil. "Es muy hermosa"am con repentina pasin vindola acercarse. Ya poda ver su rostro de tersas mejillas sonrosadas, limpio de polvos y pinturas o deno. Su cabello era an castao y sus labios, rojos; sus ojos, ms azules que nunca en su cara morena. Se acerc a l recogindose lar la pendiente.Hola, querida! dijo l, carioso. No haba dejado de pintar y sigui repasando los verdes peascos del ro.William! exclam Ruth. Qu vamos a hacer con ese chico? Me ha desobedecido y se ha marchado.William se ri. Le pareca imposible que las tres robustas criaturas que habitaban la casa tuvieran algo que ver con l. Claro, l era ses, algo que haba concedido a Ruth/ permitindole producir (as lo comprenda l), al margen de sus antepasados, tres robustos y e

    s. Ella se indignaba cuando l les llamaba estpidos; pero desde luego lo eran en absoluto, aun cuando siempre se mostraban carintencionados con l. Quiz Jill, la menor, fuese menos estpida que los dems.No deberas obligar al muchacho a que trabaje el sbado por la maana, queridsima le dijo l suavemente. Era tan hermo

    eaba besar sus labios. No haba ninguna mujer en el mundo, pens ardientemente, que pudiera hacer olvidar a un hombre que llevabs de matrimonio, de forma que, al aparecer sbitamente ante l a la luz del sol en una maana de esto, deseara el marido con tan

    ar sus labios como la primera vez. Conoca ntimamente cada lnea, cada curva de su cuerpo, y, sin embargo, siempre le pareca nudo meditaba sobre todo esto.

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    Qu era aquel don de eterna frescura que posea? No resida en su imaginacin. l conoca cuantos pensamientos haban cruzado que haban de pasar an. Ninguna palabra que pudiera decir podra sorprenderle. Pero constantemente le asombraba con la frescu

    encia. Quiz se deba a que usualmente se olvidaba de ella cuando no estaba a su lado, y el volver a verla era siempre un retorno.sista en que ella cambiaba constantemente a merced de cuantas pequeeces le ocurran durante el da. Hora, por ejemplo, la exolaba de electricidad su hermosura. Su cabello peinado hacia atrs desde la frente; sus grandes ojos que entonaban con el cielo, se destacaba; sus labios rojos que el enojo entreabra, dejaban al descubierto sus dientes blancos y sanos. William se ro.Ven aqu: y djame besarte le orden.Pero en aquel instante una mariposa se arroj sobre el verde hmedo de su pintura y qued prendida. William lo olvid todo.Ah, pobre locuela! exclam con repentina angustia. Mrala, Ruth! Qu vamos a hacer? Se ha quebrado las alas!Se acerc ella rpida y, tomando una horquilla de su peinado, despeg cuidadosamente la mariposa de la pintura.Ha estropeado el cuadro? pregunt ansiosa.Oh, no te preocupes por eso! replic l. Qu haremos para limpiarle las alas?No podemos hacer nada dijo ella prcticamente. La dej sobre la hierba. William se inclin sobre el insecto.

    Dios mo, est estremecindose!No te preocupes le dijo Ruth. La llevar a casa: quiz se me ocurra algo. Pensaba destruirla cuando l no la viera hacerlo.Muchas cosas haba tenido que destruir calladamente y sin que l lo supiera: ratones en la casa; ratas en el granero; un pjaro herios que no podan conservar en la casa. William se haba dado cuenta aquel da, haca aos, cuando, sin vacilar, Ruth haba metido en ro gatitos recin nacidos y lo haba atado a una piedra.Por casualidad la vio William desde la ventana del cuarto que haba convertido en estudio, y corri escaleras abajo gritando:Ruth, qu haces?Se haba vuelto, asombrada por la agitacin que l demostraba.Voy a ahogar estos gatos.Ahogarlos? Su rostro se torn ceniciento.Por qu no?-pregunt ella. Con espanto vio que l se apoyaba en un rbol con la cabeza entre los brazos. Dej caer el sacos que maullaban.Pero, William, qu ocurre? Es que no quieres que lo haga? Pero si tenemos ms gatos en el granero de los que deberamo

    gatas tienen demasiados gatitos para criarlos todos. Todo seran gatos si no hiciramos esto.Claro, claro di jo l. Y dej caer los brazos y mir fijamente el montn palpitante.Bueno, William; los soltar!S? Su rostro se aclar. Eso es, sultalos! Ven, yo te ayudar. Se inclin y desat la cuerda mientras ella sujetaba el s

    malitos salieron y la gata, al orlos, corri rpidamente maullando desde el jardn. William se qued contemplando cmo la gata los lama demamar. Y al cabo de un instante chupaban, ya apaciguados, mientras el animal los miraba con orgullo maternal en sus ojos.Mira qu orgullosa est dijo l riendo.Ruth no contest. Pensaba que, a pesar de todo, alguien tena que matar los gatitos; no podan, en modo alguno, tener centenares endo por la casa. Tendra que hacerlo luego, cuando l estuviera ausente. Cuando lo hubo llevado a cabo, se pregunt si quiz Wil

    ara de menos y si se dara cuenta de que la gata los buscaba maullando. Pero no not nada, y esto le asombr. No es que los gatosortasen en absoluto. Jams les daba de comer ni se preocupaba de su existencia. Lleg, pues, a la conclusin de que le disgustar. Y desde entonces procur que lo que haba de ser muerto lo fuera durante su ausencia, incluso las aves que coman, pues tamaba ver esto. Ruth retorca el cuello de ma gallina con tal rapidez y limpieza que no daba lugar a dolor alguno, y al principio lo haca deero un da sorprendi la expresin de sus ojos y se detuvo, aunque se defendi:Cmo comeramos carne, William, si no lo hiciera?l se sinti avergonzado.Ya lo s, pero no me gusta que t lo hagas. No debieras hacerlo... T eres fuente de vida!No supo ella qu responder y call Pero desde aquel da se las arregl de modo que l nunca ms la vio matar ningn ave.En aquel momento, refirindose a la mariposa, dijo:Quiz pueda limpiarle las alas con trementina.S dijo l, agradecido. Nunca me haba pasado una cosa as.Le vio tan contrariado, que comprendi que sera intil hablarle; recogi, pues, la mariposa en su delantal y descendi por la colina.

    volviera por la noche le zurrara; alguien tena que gobernarle.Entretanto, en la colina, William ya no poda trabajar. Haba sorprendido en el rostro de Ruth aquella expresin que no acabprender. Una expresin de paciente conformidad matizada con un poco de rebelda, cuando, como en aquel momento, no acprender lo que l haca o deca. Se preguntaba si no le despreciara. Con aquella duda se aproximaba a ella algunas veces con desco

    o nunca, jams, le falt su clida correspondencia.

    Aqulla era su grandeza: que fuera l lo que fuera, aunque se apartara un da de ella, poda volver seguro de que segua inalterable. y su ser se funda en ella; aquel ser que a menudo senta como una carga sus propios humores variables, su melancola, y su desoriextraa e infinita energa. Ella no le comprenda; pero l no quera comprensin, ni la esperaba siquiera. Cuando vio a Elise la ltimaero, en casa de sus padres, le pregunt sta, en la forma directa e indirecta con que encontraron fcil hablarse despus de sus resimonios:Encuentras comprensin en tu vida?Haba l considerado cuidadosamente la pregunta:Digamos, mejor, que encuentro... lo que necesito.Porque no necesitaba ni comprensin ni compaerismo. Ya en otros tiempos saba que era ms feliz cuando se encontraba solitaporque se senta ms libre. No quera en modo alguno un pensamiento que persiguiese al suyo, ni una imaginacin que marchara al a suya. Si se hubiese visto casado con Elise, a despecho de s mismo, hubiese tenido que buscar los medios de evadirse de ella. D

    s necesitaba evadirse, pues poda dejarla siempre que lo deseaba; poda apartar su pensamiento del de ella y su cuerpo tambin,a, aunque ahora se alejaba cada vez menos de aquella casa. Tena menos necesidad de dejarla fsicamente, pues mentalmndonaba cuando quera. Con slo entrar en su estudio o subir a aquella colina; con slo levantar su pincel, estaba a varias millas de de hubiera casado con Elise, hubiera estado constantemente a su lado, y la mayor parte de las veces l no podra soportar a nadie juntPero cuando llegaba el momento inevitable en que la soledad le pesaba, porque el Universo es demasiado grande para el alma s

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    a tan slo que dejar la estancia o descender de la colina; le bastaba dejar sus pinceles a un lado y volver a Ruth. Y con ella, volva al bar; al olor del pan cocindose; al ruido del batidor de la leche; a la risa y la bulla de los chiquillos